Discursos 2002 227

227 Doy gracias a las autoridades administrativas, regionales y municipales -sobre todo de Cracovia y Kalwaria- por la benevolencia, la solicitud y el esfuerzo realizado. Que Dios recompense a cuantos se han empeñado en las diversas tareas litúrgicas y pastorales, al personal de la televisión, la radio y la prensa, a los servicios del orden -militares, policías, bomberos y agentes sanitarios- y a los que han contribuido de cualquier modo al desarrollo de la peregrinación. No quiero olvidarme de nadie; por eso, repito una vez más de corazón: Que Dios os recompense.

3. Me dirijo con particular gratitud al pueblo de Dios en Polonia. Agradezco a la Conferencia episcopal polaca y, ante todo, al cardenal primado, la invitación que me ha hecho, la preparación espiritual de los fieles y el esfuerzo organizativo que mi peregrinación ha entrañado. Dirijo especiales palabras de gratitud a los sacerdotes, a los seminaristas y a las religiosas. Gracias por la preparación de la liturgia y por el acompañamiento de los fieles durante nuestros encuentros. Gracias a toda la Iglesia en Polonia por la perseverancia común en la oración, por la cariñosa acogida y por todas las manifestaciones de benevolencia. Cristo misericordioso recompense abundantemente vuestra generosidad con su bendición.

Entre las expresiones de agradecimiento no puede faltar una mención especial a la amada Iglesia que está en Cracovia. Doy gracias de corazón en particular al cardenal Franciszek Macharski, metropolitano de Cracovia, por la hospitalidad y por haber preparado tan magníficamente la ciudad para los importantes acontecimientos celebrados durante los días pasados. Gracias de corazón a las Religiosas de la Misericordiosa Madre de Dios, de Lagiewniki, y a cuantos cada día elevan oraciones ante la imagen de Jesús misericordioso por las intenciones de mi misión apostólica. Me congratulo con la archidiócesis de Cracovia y con toda Polonia por el nuevo templo, que he dedicado. Estoy convencido de que el santuario de Lagiewniki constituirá un significativo punto de referencia y un centro eficaz del culto a la Misericordia divina. Que los rayos de luz que bajan de la torre del templo de Lagiewniki, y que recuerdan los rayos de la imagen de Jesús misericordioso, se irradien con reflejo espiritual sobre toda Polonia: desde los montes Tatra hasta el Báltico, desde el Bug hasta el Oder, y sobre todo el mundo.

4. "Dios, rico en misericordia". Estas palabras han constituido el lema de la visita. Las hemos leído como una invitación dirigida a la Iglesia y a Polonia en el nuevo milenio. Ojalá que mis compatriotas acojan con corazón abierto este mensaje de la misericordia y lo difundan dondequiera que los hombres necesiten la luz de la esperanza.

Conservo en mi corazón el bien realizado durante los días de la peregrinación, y en el que he participado. Agradecido por todo, juntamente con toda la comunidad eclesial en Polonia, repito ante Jesús misericordioso: "Jesús, confío en ti". Que esta sincera confesión proporcione alivio a las futuras generaciones en el nuevo milenio. ¡Dios, rico en misericordia, os bendiga!

Y para concluir, ¿qué decir? Siento tenerme que marchar.








AL PRIMER GRUPO DE OBISPOS DE BRASIL


EN VISITA "AD LIMINA"


Sábado 31 de agosto de 2002



Venerados hermanos en el episcopado:

1. Con gran alegría os doy la bienvenida, obispos de la región Sur-2 de Brasil, al reuniros en Roma para la visita ad limina Apostolorum. Ella está destinada a expresar el vínculo de comunión que une a cada uno de vosotros y a vuestras comunidades locales con el Sucesor de Pedro, llamado a confirmar a sus hermanos y hermanas en la fe (cf. Lc Lc 22,32). Con afecto fraterno os saludo con las palabras del Apóstol: A vosotros gracia y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo (cf. Rm Rm 1,7). A través de vosotros dirijo este mismo saludo a los sacerdotes, religiosos y fieles laicos de las Iglesias particulares de Paraná, que presidís en la caridad.

2. Agradezco las amables palabras que el señor arzobispo de Cascavel, don Lúcio Ignácio Baumgaertner, en representación de vuestra región, ha querido dirigirme, pues expresan bien los sentimientos de unión fraterna de todos los obispos con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia que, desde los cuatro puntos cardinales, está unida a esta Sede apostólica. ¿Acaso no es este el aspecto central de una de las conclusiones que quiso manifestar el Sínodo de los obispos del año pasado?

"Sólo si es claramente perceptible -dije en la solemne concelebración eucarística de clausura- una profunda y convencida unidad de los pastores entre sí y con el Sucesor de Pedro, como también de los obispos con sus sacerdotes, se podrá dar una respuesta creíble a los desafíos que provienen del actual contexto social y cultural" (Homilía durante la misa de clausura de la X Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos, 27 de octubre de 2001, n. 4: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 2 de noviembre de 2001, p. 8).

228 La Iglesia que está en Paraná afronta ciertamente las perspectivas propuestas por las Directrices generales de la acción evangelizadora de Brasil, como fruto de la Tertio millennio adveniente. Al leer vuestras relaciones quinquenales, he podido constatar evidentes progresos en la organización de las diócesis y en el desarrollo de numerosas acciones pastorales, que cada Ordinario local, junto con sus agentes de pastoral, va asumiendo con valentía y determinación, para afrontar las exigencias de la nueva evangelización. Sin duda quiero referirme a esto, pero la premisa básica estará siempre en la eclesiología de comunión preconizada insistentemente en el último Sínodo. La Iglesia universal quiere recomenzar, en el inicio de este milenio, unida al Sucesor de Pedro y a los obispos entre sí.

3. ¡Unidos para la misión!
En diversas ocasiones, a lo largo de mi pontificado, he querido referirme a las dos grandes columnas de las exigencias de comunión: "Conservar el depósito de la fe en su pureza e integridad", así como también la "unidad de todo el Colegio de los obispos bajo la autoridad del Sucesor de Pedro" (Ecclesia in America ), dado que el ejercicio pleno del primado de Pedro es fundamental para la identidad y la vitalidad de la Iglesia.

Por lo demás, es propio de la Conferencia nacional de los obispos de Brasil manifestar la solicitud con la Iglesia y con su misión universal por medio de la comunión y colaboración con la Sede apostólica y a través de la actividad misionera, principalmente ad gentes. Por eso, cada obispo deberá instar a los evangelizadores de su diócesis, y sobre todo a sí mismo, a ser plenamente fieles a la doctrina católica, comprobando constantemente si la explicación de la Palabra está en conformidad con la Revelación confiada por el divino Maestro al magisterio eclesiástico. Añádese asimismo que tal identidad supone una clara sintonía disciplinar y doctrinal con el Episcopado mundial, para mantener así, junto con este, el vínculo esencial con el Papa.

En el marco de los proyectos pastorales que podrán delinearse en los próximos años como fruto de nuestro encuentro fraterno, y teniendo en cuenta el Proyecto de evangelización de la Iglesia en Brasil, sobre el tema "Ser Iglesia en el nuevo milenio", aprobado por la CNBB en el 2000, expreso mis mejores deseos de que se realice ese "camino común de toda la Iglesia" que el Episcopado brasileño comparte.

4. "En el alba del tercer milenio, la figura del obispo con la que la Iglesia sigue contando es la del pastor que, configurado con Cristo en la santidad de vida, se entrega generosamente por la Iglesia que se le ha encomendado, llevando al mismo tiempo en el corazón la solicitud por todas las Iglesias del mundo (cf.
2Co 11,28)" (Homilía durante la misa de clausura de la X Asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos, n. 3).

De esta afirmación surgen el fundamento y la esperanza de lo que el Sínodo, derribando las barreras de una formulación circunscrita a una simple diócesis o a un país, quiso proponer a todos los obispos, sucesores de los Apóstoles. Duc in altum!, ¡rema mar adentro! Lanzaos a empresas valientes, osad grandes metas, convencidos de que Dios no pierde batallas. Pero, a la vez, aspirad a carismas mejores; ¿y cuál será el mejor de los carismas, si no el de la santidad personal?
Vuelve aquí la imagen del buen Pastor, que da la vida por sus ovejas (cf. Jn Jn 10,15). El buen Pastor no es sólo el guía eficiente y organizado de las ovejas, aunque estos elementos sean necesarios en todo trabajo humano, y mucho más, cuando se trata de dirigir almas. Sino que debe ser, sobre todo, bueno.Cualquier programa pastoral, la catequesis en todos los niveles y la cura animarum en general de todo el pueblo fiel, al tomar su santidad de Jesús, Pastor supremo, debe tener en la vida y en el testimonio de su obispo y del clero su estímulo inmediato, su modelo orientador. Sin ello, todo trabajo será vano. Sólo Dios es bueno (cf. Mc Mc 10,9), dice el Señor, pero por él, con él y en él participamos de la gracia que se nos ha dado, para hacerla fructificar, no como propiedad sino como don que hay que administrar. Toda la bondad y todo el bien vienen del Altísimo, dador de todos los bienes (cf. St Jc 1,17).

El obispo de Hipona notaba con razón la insistencia del Señor con Pedro al preguntarle: "¿Me amas? Apacienta mis ovejas", porque constituye una seria advertencia para todos los que tienen la responsabilidad de apacentar una grey. "Quiere decir: si me amas, no pienses en apacentarte a ti mismo, sino a mis ovejas: apaciéntalas como mías, no como tuyas; procura en ellas mi gloria y no la tuya; mi propiedad y no la tuya; mis intereses y no los tuyos; no seas de aquellos que, en tiempos de peligro, sólo se aman a sí mismos y todo lo que deriva de este principio, que es la raíz de todo mal. Los que apacientan las ovejas de Cristo no se amen a sí mismos; no las apacienten como propias, sino como de Cristo" (Tratado sobre el evangelio de san Jn 123,5 CCL Jn 36,166-168). De aquí la gran responsabilidad de saber cómo son administrados los bienes que les han sido entregados.

Cada quinquenio los obispos vienen a Roma, no por una mera cuestión de rutina administrativa, para presentar una relación sobre el estado de la propia diócesis. Lo que está al fondo es el estado de la propia alma y, consiguientemente, la santidad personal y de su grey. Un obispo no puede eximirse de la exigencia divina "redde rationem villicationis tuae": da cuenta de tu ministerio y de las almas que te han confiado (cf. Lc Lc 16,2). Por eso, la fidelidad a su compromiso, los propósitos de acción y las experiencias vividas aquí, en la Sede apostólica, han de confiarse al divino Consolador, para que en el futuro fortalezcan el alma de toda la diócesis, impulsándola a acercarse cada vez más a la patria celestial.

5. Con estas premisas, quiero repetiros: Duc in altum! ¡El amor de Dios nos urge! "Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5,16).

229 A lo largo de estos años, he repetido muchas veces el llamamiento a la nueva evangelización. Y ahora lo hago una vez más, pero para inculcar sobre todo que es preciso volver a encender el celo apostólico en todos los sectores de la sociedad de Paraná y de todo Brasil, exhortando a las personas y a las comunidades a un compromiso diario en favor de la actividad misionera. Como ya dije, hay que hacer esta propuesta a "los adultos, a las familias, a los jóvenes, a los niños, sin ocultar nunca las exigencias más radicales del mensaje evangélico" (Novo millennio ineunte NM 40).
Conozco bien el esfuerzo de vuestra región en el servicio destinado a todos los hombres y mujeres, particularmente a los pobres y los marginados; en el diálogo con los cristianos no católicos y con los de religiones y culturas diferentes; en el verdadero y propio anuncio, que tiene como destinatarios a los católicos alejados; y en el testimonio de comunión eclesial, que deben vivir los que participan en la vida de la Iglesia.

Asimismo, en los diversos planes de acción pastoral he podido constatar el relieve que se da a la juventud, a la familia, a la catequesis, a las vocaciones y a los medios de comunicación social.
Expreso también mis mejores deseos de que se prosiga el esfuerzo con vistas a un acompañamiento adecuado de la pastoral de los niños.

Por otro lado, dentro del marco de la región Sur-2, el Episcopado de Paraná se ha distinguido en la preparación de los planes y en su ejecución, con buena organización, dinamismo, equilibrio y afecto colegial, demostrado en las asambleas, en el trabajo conjunto y en las conmemoraciones diocesanas, destacándose en la promoción vocacional y de los seminarios. El Paraná es rico en clero, contribuyendo, incluso, a la distribución de los nuevos presbíteros más allá de sus fronteras estatales, y al asesoramiento e intercambio con las comunidades nipón-brasileñas, tanto en Brasil como en Japón.

En esta línea de acción, hay que proseguir también en el compromiso en favor de la catequesis en todos los niveles, de modo especial en la vivencia de los sacramentos. Sé que en algunas diócesis los fieles prefieren practicar formas de religiosidad popular (procesiones, novenas, etc.), costándoles más participar activamente en la liturgia. Por eso, renuevo la exhortación a no escatimar medios para que el pueblo acceda a los sacramentos, especialmente al de la penitencia y al de la Eucaristía, siempre que esté debidamente preparado. La presencia de movimientos apostólicos, numerosos y dinámicos, cuando actúan "en plena sintonía eclesial y en obediencia a las directrices de los pastores" (Novo millennio ineunte NM 46), ha brindado particular ayuda a la pastoral diocesana; en muchos casos, su acción puede ser determinante para contribuir a este proceso permanente de conversión, que es propio de la evangelización, y para lograr así una sociedad más justa y reconciliada con Dios. Por eso, el apostolado de los laicos está adquiriendo una importancia determinante para acercar a Dios a muchos hombres y mujeres, porque en el ambiente que les es familiar -en el trabajo, en el hogar y en la sociedad en general- el papel del laico se hace imprescindible y, muchas veces, insustituible.

Tened en cuenta también que el fenómeno de la emigración, ciertamente no desconocido desde hace varias generaciones, recibe hoy el influjo creciente y fronterizo de las poblaciones latinoamericanas que buscan mejores condiciones de vida en vuestro país. Doy gracias a Dios por vuestra constante preocupación por mantener intercambios con las Conferencias episcopales de los países vecinos, para armonizar gradualmente las diversas pastorales y para una acogida generosa y digna de los más necesitados. A la acción de los pastores y presbíteros confío también la misión de vigilar sobre toda influencia perniciosa de las sectas, a ambos lados de la frontera. La índole buena y acogedora de vuestra gente no puede dejarse arrastrar por una visión conformista y utilitarista de soluciones a corto plazo. Nunca está de más reiterar aquí que "es oportuno hacer una revisión de los métodos pastorales empleados, de modo que cada Iglesia particular ofrezca a los fieles una atención religiosa más personalizada, consolide las estructuras de comunión y misión, y use las posibilidades evangelizadoras que brinda una religiosidad popular purificada, a fin de hacer más viva la fe de todos los católicos en Jesucristo" (Ecclesia in America ).

En este mismo espíritu de comunión, que debe orientar la vida pastoral de cada diócesis, destacan las numerosas congregaciones religiosas que, principalmente en el campo educativo, han dado una contribución fundamental a la formación de la juventud y, entre otras cosas, a la pastoral vocacional. Conozco el esfuerzo realizado por los religiosos en este sentido, y particularmente en la misión ad gentes. Brasil podrá ser ciertamente la cuna de generosas vocaciones misioneras para África y Asia. Y si a veces el Señor permite que rieguen con su sangre aquellas tierras, sepa toda la Iglesia que el martirio, singular comunión con Cristo Redentor, es fuente de gracias extraordinarias para el pueblo de Dios.

6. Queridos hermanos, estas son las breves reflexiones que hoy comparto con vosotros, tratando de ofreceros todo aliento en el Señor y animaros en vuestro ministerio en favor de su pueblo.

Cuanto habéis realizado durante estos años es valioso a los ojos de Dios. Además, la ocasión de nuestro encuentro constituye una oportunidad providencial para dar impulso a vuestro compromiso pastoral. Ruego con mucho fervor para que tengáis éxito en esta importante tarea pastoral, de manera que la Iglesia que está en Paraná resplandezca con toda su gloria, como Esposa de Cristo, que él ha escogido con amor infinito. Al confiar vuestra misión apostólica a la intercesión de la Virgen María, que en todas las épocas es la Estrella resplandeciente de la evangelización, os imparto de corazón a todos vosotros, a los sacerdotes, a los religiosos y a los fieles laicos de vuestras diócesis, mi bendición apostólica.








A UNA PEREGRINACIÓN DE LA CIUDAD DE VARESE (ITALIA)


Sábado 31 de agosto de 2002



230 1. Os acojo con alegría y afecto, queridos amigos de Varese, que conmemoráis el centenario del Oratorio juvenil San Víctor y de la Asociación deportiva "Robur et Fides". Saludo a monseñor Marco Ferrari, a quien agradezco sus amables palabras, y con él a monseñor Pasquale Macchi y a monseñor Giovanni Giudici. Saludo también a vuestro arcipreste y a los demás sacerdotes, al igual que al alcalde de la ciudad y a las autoridades civiles, que con su presencia testimonian cuán importante es el Oratorio para la comunidad de Varese.

En particular, me alegra acoger a las nuevas generaciones: los muchachos y los jóvenes.
Bienvenidos, queridos hermanos, y gracias también a los coros por los hermosos cantos.

2. Es digno de elogio que se haya organizado una peregrinación tan significativa con ocasión del centenario de un oratorio juvenil. Esto no sólo habla de cuán vinculada está vuestra comunidad a esa institución, sino también y más aún de cuán alta es la consideración en que la tenéis. Me alegro con vosotros, porque lleváis adelante un proyecto educativo que tiene en el oratorio el centro motor, el "laboratorio" de una fe que quiere compaginarse con todos los aspectos del modo de vivir y de sentir de los jóvenes: una fe llena de vida para una vida llena de fe.

La pastoral juvenil, junto con la familiar, constituye una prioridad de la Iglesia en Italia. Precisamente el oratorio es el lugar en el que convergen de modo natural estas dos atenciones pastorales: lugar de educación y de co-educación, que secunda de manera muy oportuna la obra educativa de los padres. En efecto, los muchachos necesitan un ambiente donde refuercen, con otras figuras y otras dinámicas, los valores recibidos en la familia. A esta finalidad contribuye eficazmente también la actividad deportiva. En efecto, si está bien programada, ayuda a los jóvenes a ser generosos y solidarios. Ojalá que vuestra Robur et Fides se distinga siempre por su generosa apertura a la solidaridad.

3. El oratorio es también escuela de servicio, donde se aprende a trabajar desinteresadamente para la comunidad, para los pequeños y los pobres. Y precisamente el servicio, animado por la oración, es el camino privilegiado para el nacimiento y el crecimiento de auténticas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y misionera, así como de sólidas vocaciones laicas, conyugales y no, basadas en la entrega de sí al servicio de los demás. Conservad siempre vivo este espíritu en vuestro oratorio y en vuestra sociedad deportiva. Caminad siempre unidos, para ser "sal de la tierra y luz del mundo" (
Mt 5,13-14).

Os encomiendo a la Virgen santísima y de corazón os bendigo a todos vosotros, así como a vuestros seres queridos y vuestras actividades.









                                                                              Septiembre de 2002




AL NUEVO EMBAJADOR DE GRECIA ANTE LA SANTA SEDE


Lunes 2 de septiembre de 2002

1. Me alegra acoger a su excelencia en el Vaticano para la presentación de las cartas que lo acreditan como embajador extraordinario y plenipotenciario de la República de Grecia ante la Santa Sede.


Le agradezco profundamente el haberme transmitido el amable mensaje de su excelencia el señor Constantinos Stephanopoulos, presidente de la República helénica. Recuerdo con agrado la visita que me hizo en el Vaticano el pasado mes de enero; le ruego que le transmita mis mejores deseos para su persona y para todo el pueblo griego.

231 2. Señor embajador, permítame recordar, al comienzo de nuestro encuentro, el viaje que realicé el año pasado a su país, durante mi peregrinación jubilar tras las huellas de san Pablo. Dando gracias a Dios que me concedió realizar ese viaje tan anhelado, guardo un vivo recuerdo de la cordial acogida del señor presidente de la República y de las autoridades griegas. Recuerdo con emoción mi encuentro con Su Beatitud Cristódulos, arzobispo de Atenas y de toda Grecia. En el lugar particularmente sugestivo del Areópago, evocamos los recuerdos dolorosos del pasado, pero sobre todo afirmamos nuestra voluntad común de hacer todo lo posible para avanzar por el camino de la fraternidad cristiana y de la unidad, que debemos restablecer. Espero que el encuentro de Atenas constituya una etapa importante en ese camino, aún largo; la reciente visita a Roma de una delegación de la Iglesia ortodoxa de Grecia me confirma en esta esperanza.

3. Su país está muy unido a la fe cristiana, que es uno de los elementos constitutivos de la nación. Sabe cuán viva es esta herencia religiosa en el corazón de Europa, no sólo como un recuerdo de su pasado, que constituye, por esta razón, un elemento importante de su cultura, sino también como una fuente que puede dar dinamismo y perspectivas de futuro a la construcción europea. He expresado muchas veces mi preocupación a este respecto y, sobre todo, mi pena al ver que las comunidades de creyentes no eran mencionadas explícitamente entre los que deben contribuir a la reflexión sobre la "Convención" instituida en la cumbre de Laeken, con vistas a una posible Constitución europea. Como recordé al Cuerpo diplomático, "la marginación de las religiones que han contribuido y siguen contribuyendo a la cultura y al humanismo de los que Europa se siente legítimamente orgullosa, me parece que es al mismo tiempo una injusticia y un error de perspectiva. Reconocer un hecho histórico innegable no significa en absoluto ignorar la exigencia moderna de una justa condición laica de los Estados y, por tanto, de Europa" (Discurso al Cuerpo diplomático, 10 de enero de 2002, n. 2: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 11 de enero de 2002, p. 3). Señor embajador, estoy seguro de que su país puede desempeñar un papel importante ante las instancias comunitarias para que se reconozca y exprese de manera efectiva esta dimensión religiosa, a la que la Santa Sede y la República helénica están igualmente unidas.

4. Desde hace más de veinte años, su país se ha incorporado a la Unión europea, la cual reconoce así que Grecia aporta una contribución específica al continente desde los tiempos de la primera democracia ateniense, especialmente en los planos social, cultural y religioso, que forman parte de su larga tradición. Me alegra la atención que prestan las autoridades griegas a la ampliación de Europa, en particular a los países de los Balcanes. Es evidente que la apertura a las diferentes naciones europeas permitirá alejar de modo duradero todo riesgo de enfrentamientos en esa región, para que no se renueven los dramáticos conflictos que la ensangrentaron al final del siglo XX. La acogida progresiva de todos los países consolidará en los pueblos una cultura de la paz y la solidaridad, que es uno de los aspectos principales del proyecto europeo. Como usted sabe, la Santa Sede desea ardientemente el establecimiento de una paz sólida y duradera entre las naciones, y sostiene todo lo que puede permitir que pueblos diferentes se encuentren, dialoguen y lleven a cabo proyectos comunes para el bien de todos los habitantes.

Desde esta perspectiva, los próximos Juegos olímpicos, que tendrán lugar en Atenas en el año 2004, ofrecerán la posibilidad de una nueva experiencia de fraternidad, para vencer el odio y acercar a las personas y a los pueblos. Para esa ocasión deseo ardientemente una tregua duradera de toda violencia, a fin de que el espíritu pacífico y de sano estímulo, que fue el espíritu de los fundadores de los Juegos olímpicos, se difunda en todos los sectores de la sociedad y en todos los continentes. Ojalá que, en un mundo turbado y a veces incierto, ese acontecimiento deportivo sea una manifestación gozosa de la pertenencia de todos a una misma comunidad humana, fraterna y solidaria, como lo han sido recientemente otros acontecimientos del mismo género.

5. A través de usted quisiera saludar cordialmente a los fieles católicos que viven en Grecia. Son poco numerosos y frecuentemente esparcidos en pequeñas comunidades. Sufren aún una situación difícil por lo que respecta al reconocimiento de sus derechos en el seno de la nación y en diversos sectores de la sociedad; aprovecho, pues, esta ocasión para llamar de nuevo la atención de su Gobierno hacia la necesidad de dar, mediante un diálogo constructivo entre los responsables implicados, un estatuto jurídico a la Iglesia católica. En efecto, es conveniente hacer, como en todos los demás países de la Unión europea, que se respete plenamente la libertad religiosa efectiva de los católicos, así como de los demás creyentes, concediendo a las diócesis y a las comunidades locales los medios necesarios para su misión. Los católicos, por su parte, desean entablar con sus hermanos ortodoxos un verdadero diálogo y su único anhelo es participar plenamente, ocupando su lugar, en la vida económica, política y social del país, en la que ya están ampliamente comprometidos. Animo a la comunidad católica, a sus pastores, obispos y sacerdotes, a los religiosos y religiosas que están a su servicio, y a todos los fieles que la componen, a perseverar en este sentido. Estad seguros del apoyo y de la oración fraterna del Obispo de Roma, Sucesor de Pedro. Saludo también cordialmente a los pastores y a los fieles de la Iglesia ortodoxa de Grecia, expresándoles de nuevo mi gratitud por su acogida con ocasión de mi viaje, y les renuevo la seguridad de la voluntad de diálogo de la Iglesia católica, diálogo que, como dije recientemente, debe proseguir no sólo en el ámbito de la caridad fraterna, sino también y ante todo en el campo teológico.

6. En este momento en que comienza la noble misión de representar a su país ante la Santa Sede, acepte, señor embajador, mis deseos más cordiales de éxito, y esté seguro de que encontrará siempre en mis colaboradores la comprensión y el apoyo necesarios.

Sobre su excelencia, sobre su familia, sobre todos sus colaboradores y sobre todos sus compatriotas, invoco de corazón la abundancia de las bendiciones divinas.







MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II


A LOS PARTICIPANTES EN EL XVI ENCUENTRO


INTERNACIONAL DE ORACIÓN POR LA PAZ


: Al venerado hermano
Señor cardenal ROGER ETCHEGARAY
Presidente emérito del Consejo pontificio Justicia y paz

1. Reciba, señor cardenal, mi afectuoso saludo, que le ruego transmita a los ilustres participantes en el XVI Encuentro internacional de oración por la paz, que se celebrará en Palermo sobre el tema: "Religiones y culturas entre conflicto y diálogo".

232 Saludo al arzobispo de Palermo, señor cardenal Salvatore De Giorgi, a las amadas Iglesias de Sicilia y a sus pastores. Estoy seguro de que estos días de reflexión y oración ayudarán a los habitantes de Sicilia a hacer de su isla, con mayor conciencia, una tierra de acogida y de solidaridad, de convivencia y de paz. En efecto, Sicilia está llamada a ser encrucijada de encuentro, en el corazón del Mediterráneo, entre el Norte y el Sur, entre el Oriente y el Occidente.

2. La ya inminente cita de Palermo me lleva idealmente a Asís, a aquel 27 de octubre de 1986, cuando por primera vez invité a los representantes de las Iglesias, de las comunidades cristianas y de las grandes religiones a orar juntos por la paz. Y usted, señor cardenal, fue uno de los principales artífices de aquella memorable jornada, que marcó el inicio de un nuevo modo de encontrarse entre creyentes de religiones diversas: no en la contraposición recíproca, y mucho menos en el desprecio mutuo, sino en la búsqueda de un diálogo constructivo en el que, sin caer en el relativismo ni en el sincretismo, cada uno se abra a los demás con estima, siendo todos conscientes de que Dios es la fuente de la paz.

Desde entonces, prolongando el "espíritu de Asís", se han seguido organizando, año tras año, estos encuentros de oración y reflexión común, y doy las gracias a la Comunidad de San Egidio por la valentía y la audacia con que ha recogido el "espíritu de Asís", cuya fuerza ha hecho percibir cada año en diferentes ciudades del mundo. Gracias a Dios, no son pocos los casos en los que el "espíritu de Asís", favoreciendo el diálogo y la comprensión mutua, ha dado frutos concretos de reconciliación. Por tanto, estamos llamados a sostenerlo y difundirlo, recorriendo los senderos de la justicia y contando con la ayuda de Dios, que sabe abrir caminos de paz donde no lo logran los hombres.

En nuestro tiempo, vivir este espíritu es aún más necesario. Por eso, el pasado mes de enero quise volver a Asís juntamente con los representantes de las Iglesias cristianas y de las grandes religiones, después de los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre del año pasado. En Asís, transformada en un ágora de la paz entre los pueblos, dije que es preciso disipar las tinieblas de la sospecha y de la incomprensión. Pero las tinieblas no se disipan con las armas; se alejan encendiendo faros de luz (cf. Discurso en Asís, 24 de enero de 2002, n. 1: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 1 de febrero de 2002, p. 6).

3. El 1 de septiembre en Palermo esos faros de luz se encenderán de nuevo para proyectar sus haces luminosos a toda el área del Mediterráneo, lugar de antigua convivencia entre religiones y culturas diversas, pero también escenario de fuertes incomprensiones y de cruentos conflictos. Pienso, en particular, en la Tierra Santa, que ha caído en una espiral de violencia que parece imparable.

¡Cuántos pueblos se hallan oprimidos no sólo por dolorosos conflictos sino también por el hambre y la pobreza, especialmente en África, continente que parece encarnar el desequilibrio existente entre el Norte y el Sur del planeta! Ojalá se haga desde Palermo un nuevo llamamiento para que todos, responsablemente, se comprometan en favor de la justicia y de la auténtica solidaridad.
4. La temática del Encuentro permitirá hacer un amplio análisis de la situación en el planeta y valorar cuáles deben ser los esfuerzos que hay que realizar juntos.

"¿Sobre qué bases es preciso construir la nueva época histórica?". Este interrogante, surgido de las grandes transformaciones del siglo XX, interpela a nuestras tradiciones religiosas y a las diversas culturas. "¿Será suficiente -pregunté a los jóvenes reunidos en Toronto para la reciente Jornada mundial de la juventud- apostar por la revolución tecnológica actual, que parece regulada únicamente por criterios de productividad y eficiencia, sin ninguna referencia a la dimensión religiosa del hombre y sin ningún discernimiento ético universalmente compartido?" (Homilía durante la vigilia de oración, 27 de julio de 2002, n. 2: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 2 de agosto de 2002, p. 6).

La urgencia de este momento recuerda a la humanidad que sólo en el rostro de Dios podemos encontrar la razón de nuestra existencia y la raíz de nuestra esperanza. Ojalá que el Encuentro de Palermo favorezca esta toma de conciencia y contribuya a construir un mundo más libre y fraterno.
Aseguro mi participación espiritual y de corazón imploro de Dios toda bendición sobre los trabajos de la asamblea y sobre todos los presentes.

Castelgandolfo, 29 de agosto de 2002








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