Discursos 2002 47


AL CONSEJO GENERAL DE LA ORDEN


DE FRAILES PREDICADORES (PADRES DOMINICOS)


Viernes 15 de febrero de 2002



Amadísimos religiosos:

1. Con gran alegría os acojo a vosotros, que formáis parte del consejo general de la Orden de Frailes Predicadores. Os doy a cada uno mi cordial saludo y, a través de vosotros, lo extiendo a toda vuestra familia religiosa. Doy las gracias, en particular, al maestro general, padre Carlos Azpiroz Costa, que se ha hecho intérprete de los sentimientos comunes de adhesión y fidelidad a la Sede apostólica.

Al encontrarme con vosotros hoy, recuerdo los contactos que he tenido con vuestra Orden. Sigue siempre vivo en mí el recuerdo de mis años de estudio en la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino, en Roma. Fue un período muy provechoso para mi formación teológica, también gracias a la cualificada contribución de prestigiosos e inolvidables maestros dominicos. Quisiera citar aquí al padre Garrigou-Lagrange, a los padres Paul Philippe y Mario Luigi Ciappi, que luego fueron nombrados cardenales, y a otros ilustres profesores dominicos. Lo que asimilé en las aulas del Angelicum me ha acompañado siempre en mi ministerio pastoral.

48 2. La misión específica de la benemérita Orden dominicana, de la que sois cualificados representantes, es la vasta obra de la nueva evangelización, que el gran jubileo del año 2000 impulsó con vigor. Se trata de una empresa eclesial común, en la que deben colaborar todos los componentes del pueblo de Dios, y de modo especial las familias religiosas.

"Los hombres de nuestro tiempo -escribí en la carta apostólica Novo millennio ineunte-, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy no sólo "hablar" de Cristo, sino en cierto modo hacérselo "ver"" (n. 16). Esta exigencia coincide con el programa de vida, expresado tan eficazmente por santo Tomás: "contemplata aliis tradere". Sólo quien ha experimentado a Dios puede hablar de él a los demás de modo convincente. Siguiendo las huellas de santo Domingo y de numerosos santos dominicos, estáis llamados a ser maestros de verdad y de santidad.

3. Amadísimos hermanos, que esta sea la orientación de fondo de vuestro consejo general al dar indicaciones valientes para la vida y el apostolado de los Frailes Dominicos en el mundo. Os sigo con afecto, expresando mis mejores deseos para vuestras comunidades esparcidas en todos los continentes. Sobre ellas invoco la asistencia materna de la santísima Virgen del Rosario y la protección de los santos y los beatos de la Orden.

Asegurándoos mi recuerdo en la oración, os imparto de corazón la bendición apostólica a vosotros, a vuestros hermanos y a cuantos forman parte de la familia espiritual dominicana.






A LA COMISIÓN ESCOTISTA FRANCISCANA


Sábado 16 de febrero de 2002



1. Con viva alegría y cordialidad le saludo, en primer lugar, a usted, fray Giacomo Bini, a los miembros de la Comisión escotista y a cuantos trabajan en la secretaría general para la formación y los estudios de vuestra Orden. Extiendo, además, mi afectuoso saludo a toda la Orden de los Frailes Menores.

Agradezco mucho el regalo del volumen VIII de la Opera omnia del beato Juan Duns Escoto, que recoge la última parte del libro II de la Ordinatio, el último y más importante trabajo del Doctor subtilis.

Es muy conocida, en la filosofía y en la teología católica, la figura del beato Juan Duns Escoto, que mi predecesor, el Papa Pablo VI, en la carta apostólica Alma parens del 14 de julio de 1966, definió como "el perfeccionador" de san Buenaventura, "el representante más cualificado" de la escuela franciscana. En aquella circunstancia, Pablo VI afirmó que en los escritos de Duns Escoto "latent certe ferventque sancti Francisci Asisinatis perfectionis pulcherrima forma et seraphici spiritus ardores", y añadió que el tesoro teológico de sus obras puede brindar reflexiones valiosas para "serenos coloquios" entre la Iglesia católica y las demás confesiones cristianas (cf. AAS 58 [1966] 609-614).

2. Las obras de Duns Escoto, reeditadas muchas veces a lo largo de los siglos precedentes, necesitaban una profunda revisión para eliminar los numerosos errores de los amanuenses y las interpolaciones hechas por sus discípulos. Ya no era posible estudiar a Escoto en aquellas ediciones. Hacía falta una edición crítica seria, basada en los manuscritos. Era la misma exigencia que se había advertido con respecto a las obras de san Buenaventura y de santo Tomás.

El ministro general de la Orden de los Frailes Menores y su Definitorio encomendaron esta labor a un equipo especial de estudiosos, que tomó el nombre de Comisión escotista y se instaló en el Ateneo pontificio Antonianum de Roma. Los volúmenes publicados hasta hoy son doce. Con gran esmero se han identificado e indicado en ellos las fuentes directas e indirectas de las que se sirvió Escoto en su redacción. En las notas se han ofrecido todas las informaciones e indicaciones útiles para comprender mejor el pensamiento del gran maestro de la escuela franciscana.

Duns Escoto, con su espléndida doctrina sobre el primado de Cristo, sobre la Inmaculada Concepción, sobre el valor primario de la Revelación y del magisterio de la Iglesia, sobre la autoridad del Papa y sobre la posibilidad de la razón humana de hacer accesibles, al menos en parte, las grandes verdades de la fe y de demostrar su no contradicción, sigue siendo aún hoy un pilar de la teología católica, un maestro original y rico en impulsos y estímulos para un conocimiento cada vez más completo de las verdades de la fe.

49 3. Queridos miembros de la Comisión escotista, me alegra animaros en vuestro trabajo, puesto que, como dice la Ratio studiorum Ordinis Fratrum Minorum, "los centros de investigación de la Orden, como la Comisión escotista, mediante su actividad científica y editorial, prestan un servicio de fundamental importancia por lo que respecta a la conservación y la transmisión del patrimonio histórico, filosófico, teológico y espiritual de la Orden" (n. 124). Aprovecho de buen grado esta ocasión para estimular a los frailes jóvenes a prepararse adecuadamente para continuar la enseñanza y la investigación en los centros de investigación de la Orden.

Expreso mi deseo de que la Comisión escotista publique en 2004, año en que se celebrará el 150° aniversario del dogma de la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María, el volumen XX, que contendrá el libro III de la Lectura, aún inédito, en el que Duns Escoto, por primera vez, defendió el privilegio mariano y mereció el título de "Doctor de la Inmaculada".

A la Reina de la Orden franciscana encomiendo el trabajo de la Comisión, a la vez que le imparto de corazón a usted, ministro general, a vosotros aquí presentes y a todos los que hacen posible vuestra actividad, mi afectuosa bendición.






A LOS PARTICIPANTES EN EL FORO INTERNACIONAL


DE LA ACADEMIA PONTIFICIA DE TEOLOGÍA


Sábado 16 de febrero de 2002



Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
queridos hermanos y hermanas:

1. Me alegra este encuentro, con el que habéis querido subrayar la celebración del primer Foro internacional de la Academia pontificia de teología. Dirijo a todos mi saludo cordial y, de modo especial, doy las gracias al señor cardenal Paul Poupard, que se ha hecho intérprete de vuestros sentimientos y ha ilustrado la intención del Foro, cuyo significativo tema es: "Jesucristo, camino, verdad y vida. Para una relectura de la Dominus Iesus".

Ese tema se inserta en la competencia propia de vuestra Academia. En efecto, en los Estatutos renovados, que aprobé con el motu proprio del 28 de enero de 1999, se indica como fin de la Academia "cuidar y promover los estudios teológicos y el diálogo entre las disciplinas teológicas y filosóficas" (art. II). Todos los esfuerzos que realiza el ser humano para progresar en el conocimiento de la verdad se orientan, en definitiva, al descubrimiento de algún nuevo aspecto del misterio de Dios, "suma y primera verdad" (santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, I, q. 16, a. 5) y fuente de verdad, pues, como dice el Doctor Angélico, "toda verdad proviene de Dios" (Quaestiones disputatae, De veritate, q. 1, a. 8).

El ser humano, que se puede definir "como aquel que busca la verdad" (Fides et ratio FR 28), sabe que en el encuentro con Jesús y con su divina revelación ha hallado la verdad de su existencia: "En Jesucristo, que es la verdad, la fe reconoce la llamada última dirigida a la humanidad para que pueda llevar a cabo lo que experimenta como deseo y nostalgia" (ib., 33).

2. La finalidad principal de la Academia pontificia de teología es la meditación del misterio de Jesucristo, nuestro Maestro y Señor, plenitud de gracia y de verdad (cf. Jn Jn 1,16). De este manantial de luz nace el mandato del anuncio, del testimonio y del compromiso en el diálogo ecuménico e interreligioso.

50 En la encíclica Fides et ratio afirmé que "las vías para alcanzar la verdad siguen siendo muchas; sin embargo, como la verdad cristiana tiene un valor salvífico, cualquiera de estas vías puede seguirse con tal de que conduzca a la meta final, es decir, a la revelación de Jesucristo" (n. 38). En su trabajo de estudio e investigación, los académicos, cultivadores y testigos de la verdad de Cristo en la Iglesia y en el mundo, son guiados por la Revelación cristiana, "verdadera estrella que orienta" (ib., 15), para conocer la verdad, realizar el bien y vivir la caridad.

3. Son dos los aspectos que pueden caracterizar hoy el apostolado y el servicio a la verdad: su dinamismo y su eclesialidad. La verdad de la Revelación cristiana abre siempre en la historia nuevos horizontes de inteligencia del misterio de Dios y del hombre. Este impulso intrínseco de novedad no significa relativismo o historicismo, sino suprema concentración de la verdad, cuya comprensión implica un camino y, sobre todo, un seguimiento: el seguimiento de Cristo, camino, verdad y vida. Así, la teología se convierte en un itinerario en comunión con la Verdad-Persona que es Jesucristo, en una relación de fidelidad, amor y donación, bajo la acción del Espíritu de verdad (cf. Jn
Jn 16,13), cuya tarea no consiste sólo en recordar las palabras de Jesús, sino también en ayudar a los cristianos a comprenderlas y vivirlas con una claridad interior cada vez mayor, en la historia cambiante de la humanidad.

La calificación de "pontificia" de vuestra "Academia teológica" significa, en segundo lugar, que su servicio a Cristo verdad se caracteriza por su eclesialidad. En efecto, la búsqueda libre del teólogo se realiza dentro de la fe y de la comunión de la Iglesia. En la Iglesia, sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt Mt 5,13-14), la reflexión teológica cumple su tarea de responder a la voluntad salvífica universal de Dios, el cual quiere "que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1Tm 2,4). La comunión eclesial, más que un límite, es en realidad el lugar que vivifica la reflexión teológica, sosteniendo su audacia y premiando su profecía. De este modo, la ciencia teológica, comprendiendo cada vez más profundamente la verdad revelada, se convierte en un servicio a todo el pueblo de Dios, sostiene su esperanza y refuerza su comunión.

4. La adhesión a Cristo verdad, manifestada por los teólogos en obediencia al magisterio de la Iglesia, es una poderosa fuerza que unifica y edifica. El teólogo católico es consciente de que el magisterio no es una realidad extrínseca a la verdad y a la fe, sino que, al contrario, como elemento constitutivo de la Iglesia, está al servicio de la Palabra de verdad, que protege de desviaciones y deformaciones, garantizando que el pueblo de Dios viva siempre en la historia guiado y sostenido por Cristo verdad. Por consiguiente, la relación entre magisterio y trabajo teológico se guía por el principio de la armonía. Al estar ambos al servicio de la Revelación divina, redescubren nuevos aspectos y profundizaciones de la verdad revelada. Donde se trata de la comunión en la fe, se impone el principio de la unidad en la verdad; en cambio, donde es cuestión de opiniones diferentes, vale el principio de la unidad en la caridad.

Estas líneas inspiradoras están presentes tanto en la articulación que habéis dado al Foro de estos días como en el enfoque de la nueva revista de la Academia, que se titula PATH, acróstico de la denominación latina de "Pontificia Academia Theologica". Pero path es también un término que, en la lengua globalizada de hoy, indica sendero, vía, camino. La búsqueda teológica es camino arduo y, al mismo tiempo, gratificante en Cristo camino, verdad y vida.

5. Ojalá que, tres siglos después de su fundación, vuestra reflexión y vuestro testimonio sigan dando nuevo impulso a la Academia pontificia de teología para ilustrar cristianamente el milenio recién iniciado.

Con este deseo, invocando la ayuda de Dios sobre vuestros trabajos, imparto a todos de corazón mi bendición.






A LAS CAPITULARES HIJAS DE LA CARIDAD CANOSIANAS


Sábado 16 de febrero de 2002



Amadísimas Hijas de la Caridad Canosianas:

1. Me alegra encontrarme con vosotras con ocasión de vuestro XIV capítulo general, acontecimiento de gracia que constituye un fuerte llamamiento a volver cada vez más a las raíces de vuestra congregación, para profundizar en su carisma y encarnarlo luego, del modo más idóneo, en el actual ámbito sociocultural.

Saludo a la superiora general y a las delegadas a la asamblea capitular. Extiendo mi cordial saludo a todas las canosianas, que realizan su generoso apostolado en Italia, en Europa y en los demás continentes. Durante estos intensos días queréis reflexionar en el tema: "Comunicar a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo el amor de Dios, que tanto ha amado a los hombres". En sintonía con vuestro carisma, deseáis proclamar y testimoniar el evangelio de la caridad, comprometiéndoos a ser signos elocuentes del amor de Dios e instrumentos de paz en todos los ambientes. ¡Dios bendiga vuestros propósitos! Por vuestra parte, procuráis conservar fielmente el patrimonio espiritual que os legó vuestra fundadora, santa Magdalena de Canosa, que amó con intensidad a Cristo crucificado y en él se inspiró siempre para realizar un valiente apostolado en favor del prójimo necesitado. En efecto, con todas sus energías posibles, vuestra fundadora afrontó las formas de pobreza típicas de su tiempo: desde la pobreza económica y moral, pasando por la pobreza cultural, hasta la carencia de medios para curar las enfermedades. Imitad su ejemplo y proseguid su misión, que sigue siendo válida hoy, a pesar de las nuevas condiciones sociales en que vivimos.

51 2. Santa Magdalena de Canosa os propuso a vosotras, sus hijas espirituales, un ideal de vida consagrada basado en la humildad. Solía repetir que el estilo misionero tenía que ser "humilde, ajeno a los medios poderosos y a la sabiduría humana", y la acción apostólica debía tener una única finalidad: "sólo para Dios y para su gloria". Además, todo esto debía realizarse en un ambiente de convivencia "perfectamente común", alimentada por la "caridad perfectísima" que se traduce en "amor universal y común".

Sobre la base de estas firmes referencias espirituales, se ha desarrollado a lo largo de los siglos el estilo misionero que distingue a vuestra familia religiosa. Estas líneas esenciales del carisma de fundación han llegado a ser testimonio concreto gracias al ejemplo de numerosas Hijas de la Caridad Canosianas, consagradas totalmente sólo a Dios y a su Reino. Entre ellas, recuerdo conmovido a vuestras hermanas que, en Timor oriental, recientemente pagaron con el precio de la sangre su fidelidad a Cristo Señor. Ojalá que su heroico sacrificio os estimule y anime a seguir adelante con confianza e impulso apostólico, conscientes de que sólo así se traduce de manera eficaz lo que recomendaba santa Magdalena: "Sobre todo, dad a conocer a Jesús". Tened este íntimo deseo de servir con caridad a todo ser humano, sin distinción de raza y de religión. Con libertad profética y sabio discernimiento testimoniad cada día el Evangelio. Sed presencias significativas dondequiera que trabajéis, distinguiéndoos por una intensa comunión y una activa cooperación con los pastores de la Iglesia.

3. El gran desafío de la inculturación os exige hoy anunciar la buena nueva con un lenguaje y unos modos comprensibles a los hombres de nuestro tiempo, involucrados en procesos sociales y culturales en rápida transformación. Por tanto, es vasto el campo de apostolado que se abre ante vosotras. Como vuestra fundadora, consagrad vuestra existencia a los pobres, cultivad un verdadero celo educativo, sobre todo por los jóvenes, y entregaos a una generosa actividad pastoral entre la gente, especialmente en favor de los enfermos y de los que sufren.

Muchos en el mundo esperan aún conocer a Jesús y su Evangelio. Diversas situaciones de injusticia y de pobreza moral y material afectan a las poblaciones en vastas regiones de la tierra. Los creyentes de todo el mundo tienen ante sí una misión urgente. Pero cada una de vosotras, queridas hermanas, sabe bien que, para poder responder a estas expectativas, es preciso en primer lugar tender con todas las fuerzas a la santidad, al grado más alto de la santidad, manteniendo un contacto ininterrumpido con Cristo en la oración incesante y fervorosa. Sólo así se puede indicar a los demás la senda para encontrar al Señor, camino, verdad y vida (cf. Jn
Jn 14,6). Sólo así se puede colaborar con Cristo en la salvación de las almas, aliviando las necesidades de los hermanos con el espíritu tan querido para vuestra fundadora, es decir, el espíritu de las "Siervas de los pobres".

María os proteja y os acompañe en este arduo y exaltante itinerario misionero, realizando todos vuestros proyectos de bien. El Papa os bendice y os sigue con afecto, asegurándoos un recuerdo en la oración por cada una de vosotras y por cuantos encontréis en vuestro apostolado diario.





PALABRAS DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II


AL FINAL DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES


Sábado 23 de febrero de 2002




"Siempre discípulos de Cristo".

Durante estos días hemos podido meditar en el seguimiento de Cristo, que constituye el elemento fundamental de nuestra vida. Lo hemos experimentado íntimamente y, en cierto modo, saboreado sin cesar en el recogimiento de los "ejercicios espirituales". Ha sido un gran don del Señor, por el que le damos gracias ante todo a él, al término de esta intensa semana de reflexión y oración.

Nuestra gratitud -digo "nuestra" porque estoy seguro de interpretar también vuestros sentimientos, amadísimos y venerados hermanos que me habéis acompañado en esta tanda de ejercicios espirituales- se dirige asimismo al señor cardenal Cláudio Hummes, que nos ha guiado con sus sabias meditaciones. Durante algunos días, venerado hermano, usted tuvo que dejar a su gran grey de São Paulo, en Brasil, donde es arzobispo, para ocuparse de este "pusillus grex", pequeña grey, en el Vaticano. Gracias de corazón por habernos guiado a los verdes pastos de la Revelación y de la Tradición católica con la solicitud, la sabiduría y la seguridad del buen Pastor, y también por habernos dado en estos días, con el tono de su voz, este testimonio de São Paulo y de la gran Iglesia brasileña, "brasileira".

Estas jornadas de recogimiento y contemplación nos han ayudado a redescubrir con alegría la gracia inagotable de la vocación cristiana y apostólica. El Espíritu nos ha hecho comprender nuevamente que toda nuestra existencia está centrada en Cristo, el Revelador del Padre. En su Pascua de muerte y resurrección, nos ha constituido su pueblo, congregado en torno a la mesa de la Eucaristía, el sacramento de su sacrificio salvífico y de su presencia real entre nosotros hasta el fin de los tiempos.

La profunda conciencia del seguimiento de Cristo, que juntamente con usted, querido predicador, hemos renovado, nos impulsa a una entrega valiente en nuestro ministerio al servicio del pueblo de Dios. Cada uno vuelve ahora a su trabajo. También usted, venerado hermano, volverá a su diócesis de São Paulo. Cuando esté nuevamente entre su gente, lleve a los fieles, de modo especial a los niños y a los que sufren, la expresión de mi afecto y la seguridad de mi oración.

52 Prosigamos ahora el camino penitencial hacia la Pascua, itinerario de renovación espiritual para toda la Iglesia. Nos acompañe María, a la que hemos sentido constantemente presente durante estas jornadas de escucha y oración.
A usted, amadísimo cardenal predicador, y a todos vosotros, venerados y queridos hermanos, mi bendición.





DISCURSO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II


A LOS PARTICIPANTES EN UN FORO INTERNACIONAL


Sábado 23 de febrero de 2002



Señores cardenales;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
ilustres señores y gentiles señoras:

1. Veo con satisfacción que habéis elegido Europa como objeto de estudio del III Foro internacional de la fundación "Alcide De Gasperi". Es un tema en sí mismo muy sugestivo. Os saludo cordialmente a cada uno y agradezco, en particular, al senador Angelo Bernassola, presidente de la fundación, las nobles palabras con las que ha presentado las actividades del congreso.

Como bien sabéis, siento un afecto especial por el continente europeo, en el que se encuentra esta ciudad de Roma, que fue sede del apóstol san Pedro y lugar de su martirio. Precisamente por ello he visitado los diversos países europeos y he reunido dos veces en asambleas sinodales a sus episcopados, para discutir juntos sus problemas religiosos. Además, he visitado en Estrasburgo las instituciones europeas, queriendo manifestar también de este modo mi apoyo a los esfuerzos que se llevan a cabo con vistas a la unificación del continente.

2. Europa nació del encuentro, no siempre pacífico, y de la fusión, lenta y a menudo problemática, entre la civilización grecorromana y el mundo germánico y eslavo, convertido poco a poco al cristianismo por grandes misioneros, procedentes tanto de Occidente como de Oriente. Siempre he considerado de gran importancia la aportación de los pueblos eslavos a la cultura del continente.
Ciertamente, la dolorosa fractura religiosa entre Occidente, en gran parte católico, y Oriente, en gran parte ortodoxo, ha sido uno de los factores que han impedido la plena integración de algunos pueblos eslavos en Europa, con consecuencias negativas ante todo para la Iglesia, que necesita respirar "con dos pulmones": el occidental y el oriental. Por eso, he promovido el diálogo entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas con vistas a la unidad plena. Desde esta perspectiva, proclamé patronos de Europa también a los santos eslavos, apóstoles eslavos Cirilo y Metodio, "slavorum apostoli".

Hoy constato con satisfacción que muchos países de Europa central y oriental piden entrar en la Unión europea para desempeñar en ella un papel creativo. Espero que los responsables de esta Unión secunden ese deseo, mostrando comprensión en la fase inicial por lo que concierne a la adecuación a las condiciones económicas previstas, condiciones ciertamente no fáciles para las economías aún débiles de los países del Este, que acaban de salir de un sistema económico diverso.

53 3. Mi mayor preocupación con respecto a Europa es que conserve y haga fructificar su herencia cristiana. En efecto, es indudable que el continente no sólo hunde sus raíces en el patrimonio grecorromano, sino también en el judeo-cristiano, que durante siglos ha constituido su alma más profunda. Gran parte de lo que Europa ha producido en el campo jurídico, artístico, literario y filosófico tiene un carácter cristiano, y difícilmente puede comprenderse y valorarse si no se ve desde una perspectiva cristiana. También los modos de pensar y sentir, de expresarse y comportarse de los pueblos europeos llevan la huella de una profunda influencia cristiana.

Por desgracia, a mediados del milenio pasado se inició un proceso de secularización, que se desarrolló particularmente a partir del siglo XVIII, en el cual se pretendió excluir a Dios y al cristianismo de todas las expresiones de la vida humana.

El punto de llegada de ese proceso ha sido con frecuencia el laicismo y el secularismo agnóstico y ateo, o sea, la exclusión absoluta y total de Dios y de la ley moral natural de todos los ámbitos de la vida humana. Así se relegó la religión cristiana a los confines de la vida privada de cada uno.
Desde este punto de vista, ¿no es significativo que se haya excluido de la Carta de Europa toda mención explícita a las religiones y, por tanto, también al cristianismo? He expresado mi disgusto por este hecho, que considero antihistórico y ofensivo para los padres de la nueva Europa, entre los cuales ocupa un lugar destacado Alcide De Gasperi, al que está dedicada la fundación que vosotros representáis aquí.

4. El "viejo" continente necesita a Jesucristo para no quedarse sin alma y no perder lo que lo ha hecho grande en el pasado y aún hoy suscita la admiración de los demás pueblos. En efecto, en virtud del mensaje cristiano se han afirmado en las conciencias los grandes valores humanos de la dignidad y la inviolabilidad de la persona, de la libertad de conciencia, de la dignidad del trabajo y del trabajador y del derecho de cada uno a una vida digna y segura y, por tanto, a la participación en los bienes de la tierra, destinados por Dios a todos los hombres.

Indudablemente, a la afirmación de estos valores han contribuido también otras fuerzas externas a la Iglesia, y a veces los mismos católicos, frenados por situaciones históricas negativas, han sido lentos en reconocer valores que eran cristianos, aunque separados, por desgracia, de sus raíces religiosas. Hoy la Iglesia vuelve a proponer con renovado vigor esos valores a Europa, que corre el riesgo de caer en el relativismo ideológico y ceder al nihilismo moral, considerando a veces bueno lo que es malo, y malo lo que es bueno. Espero que la Unión europea aproveche de nuevo su patrimonio cristiano, dando respuestas adecuadas a las nuevas cuestiones que se plantean, sobre todo en el campo ético.

5. Vuestra fundación quiere trabajar "por la democracia, la paz y la cooperación internacional". Este programa está en plena sintonía con la acción de la Iglesia en el mundo de hoy, manifestada también en mi reciente peregrinación a Asís. En virtud de las inmensas riquezas espirituales y materiales de que dispone, Europa debe comprometerse de manera muy particular en la promoción de la democracia, la paz y la cooperación internacional.

A la vez que expreso mi deseo de que los trabajos del III Foro de la fundación "Alcide De Gasperi" den un ulterior impulso a este compromiso europeo, imparto a todos una especial bendición apostólica.






A LA LIGA ITALIANA PARA LA LUCHA


CONTRA LOS TUMORES


Lunes 25 de febrero de 2002



Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra acogeros con ocasión del 80° aniversario de la fundación de vuestra benemérita asociación. Dirijo un cordial saludo al presidente nacional, profesor Francesco Schittulli, al que agradezco las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Extiendo mi saludo al consejo directivo, así como a vosotros, aquí presentes en representación de las secciones provinciales de la Liga italiana para la lucha contra los tumores.

54 Durante estos decenios de fecunda e intensa actividad, vuestra asociación se ha distinguido por la puesta en marcha de iniciativas especiales en los sectores de la información, la educación sanitaria, la prevención, la asistencia y la investigación. También gracias a vuestra generosa contribución, no pocas personas enfermas de tumor pueden mirar con esperanza al futuro. El espíritu que os anima se inserta ciertamente en el gran proceso de humanización que podemos definir camino de la "civilización del amor" (cf. Salvifici doloris, 30).

2. Frente a los tumores que amenazan la salud del hombre, se siente a veces la tentación de asumir una actitud de desaliento y fatalismo, actitud que deprime al enfermo y hace más difícil la curación misma. Por tanto, vuestra asociación se esfuerza oportunamente para que se vea sin dramatismo la señal de la enfermedad y se afronte con realismo, confiando en los recursos del organismo humano y en la investigación médica.

Damos gracias al Señor porque la ciencia está realizando muchos progresos en la prevención y en la lucha contra el cáncer. Pero en este ámbito, así como en cualquier experimentación que afecte a la persona, todos deben tratar de lograr que los experimentos se lleven a cabo con pleno respeto de la dignidad humana. Entonces la investigación científica será un don inestimable para numerosas familias y para la humanidad entera.

Además de estudiar el origen de los tumores, estáis estudiando también la terapia del dolor. Se trata de un campo de investigación muy actual porque, al mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por esta enfermedad, se les da la posibilidad de ser aliviados y sostenidos eficazmente.

3. Es vasto y complejo el mundo del sufrimiento y del dolor. Pero puede representar para el hombre una ocasión de crecimiento espiritual, abriendo horizontes más amplios que aquellos a los que obligan la limitación y la precariedad del ser físico. Cuando se le sostiene oportunamente, el enfermo, aun constatando su fragilidad corporal, se siente animado muchas veces a descubrir una dimensión que supera su corporeidad.

Por eso en el compromiso médico y asistencial en favor de los que sufren, así como en el de la investigación, es importante que se tenga siempre presente la centralidad de la persona, independientemente de la raza o la religión a la que pertenezca. Debemos atender con amorosa solicitud a cada enfermo, siguiendo el ejemplo evangélico del buen samaritano.

Nunca se ha de perder de vista la finalidad del verdadero bien del hombre; nunca se ha de caer en la tentación de una medicina o un progreso científico sin reglas ni valores, que podría convertirse en una peligrosa forma de "control tecnológico" de la vida.

4. Amadísimos hermanos y hermanas, en un campo tan importante no sería admisible que los creyentes y las personas de buena voluntad no elevaran su voz. En efecto, es necesario que la sociedad, y los que de diferentes modos son responsables de ella, comprendan la urgencia de destinar los fondos de la investigación a causas benéficas como la lucha contra el cáncer, y sostengan concretamente las iniciativas que mejoran la salud de la gente.

Vosotros, queridos miembros de la Liga italiana para la lucha contra los tumores, proseguid vuestra actividad con dedicación constante. Puede contribuir a suscitar en la opinión pública un mayor sentido de solidaridad con quien sufre y a favorecer la búsqueda de un oportuno equilibrio entre salud, economía y sociedad.

Os encomiendo de buen grado a la Inmaculada Madre de Dios, Sede de la Sabiduría, y le encomiendo también vuestros proyectos. Asegurando un recuerdo en la oración por los enfermos y por sus familias, os imparto de corazón a vosotros, a vuestros seres queridos, a los numerosos socios voluntarios y a cuantos encontráis en vuestro compromiso diario, una especial bendición apostólica.





MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II


A LOS ARZOBISPOS Y OBISPOS


DE LA REPÚBLICA ARGENTINA




A Monseñor Estanilao Karlic
55 Arzobispo de Paraná y
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina
y a los Arzobispos y Obispos de la República Argentina

1. Con ocasión de la inauguración del Colegio Sacerdotal Argentino, saludo cordialmente a los Arzobispos y Obispos de esa Conferencia Episcopal, que con esta iniciativa han querido reforzar la presencia que las diócesis argentinas tienen en Roma. A la Iglesia nacional Santa María Addolorata se añade ahora un centro para sacerdotes que, junto a la cualificada formación teológica y científica en los diversos Institutos académicos, podrán cultivar más fácilmente un sentido de especial cercanía a la Sede del Sucesor de Pedro, propiciando así una visión más universal de la Iglesia y una mayor adhesión de mente y corazón al Magisterio Pontificio.

2. En efecto, los sacerdotes enviados por el propio Obispo a ese Centro tendrán una oportunidad privilegiada para perfeccionar sus estudios y profundizar, con métodos científicos particularmente cualificados, en la reflexión sobre una misma y única fe, que se expresa en diversas lenguas y formas culturales. De este modo, en el ejercicio de su ministerio pastoral, estarán especialmente capacitados para enfocar con amplitud de miras su tarea evangelizadora, pues, como presbíteros, han de hacer visible la Iglesia universal y reunir "a la familia de Dios como fraternidad animada por los mismos ideales" (Lumen gentium
LG 28).

Además de la aportación de maestros y condiscípulos provenientes de otras regiones del mundo, que nos dan a conocer las diversas realidades eclesiales, en Roma resuena el eco de la primitiva evangelización y se deja sentir aún el rescoldo que de ella han dejado los apóstoles Pedro y Pablo, así como tantos mártires de los primeros siglos de la Iglesia. A la formación de las aulas se suma la familiaridad con unas raíces cristianas que permanecen vivas y visibles en los numerosos vestigios que se integran en la estructura urbana actual. Aquí los cristianos aprendieron a vivir en un ambiente hostil y de persecución, dando ejemplo perenne de firmeza y fidelidad al Evangelio de Cristo, y supieron ganar para Cristo a multitud de gentes de toda edad y condición con la sola fuerza de la verdad y el testimonio de su vida.

A través de los siglos, otros muchos santos y santas han dejado una huella profunda en esta ciudad, en la que pueden admirarse también tantas obras eximias, fruto de una exquisita creatividad inspirada en el mensaje cristiano, convirtiéndola así en meta predilecta de numerosos devotos y peregrinos del mundo entero.

3. Junto a esta experiencia conmovedora, la estancia en la Iglesia de Roma, sede de Pedro y de sus sucesores, ha de servir para acrecentar la fidelidad a ella, "en la que siempre residió la primacía de la cátedra apostólica" (S. Agustín, Ep 43,7) y que es "principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de la fe y de la comunión" (Lumen gentium LG 18). A ello contribuye poderosamente la cercanía física, la posibilidad de ver y escuchar personalmente a quien ha recibido la misión de confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc Lc 22,32) y apacentar el Pueblo de Dios como un amoris officium (cf. S. Agustín, In Io. Ev. EV 123,5). De este modo, se tiene un aliciente más para guiarse fielmente por el Magisterio de la Iglesia al anunciar el Evangelio, explicarlo como mensaje de salvación para todos, proponerlo como alimento de vida espiritual (cf. Optatam totius OT 15) y abrir el alma sacerdotal al amor universal.

Todas estas circunstancias son, sin duda alguna, fuente de vigor evangelizador y de vitalidad eclesial, pues hacen ver mejor la estrecha vinculación de cualquier proyecto o acción pastoral con los orígenes mismos de la misión de la Iglesia. Así se podrá dar nuevo impulso a los esfuerzos de tantos argentinos para que, en esa sociedad, el espíritu del mundo no prevalezca sobre la Palabra de Dios.

4. Que la Santísima Virgen proteja los proyectos del Colegio Sacerdotal e indique con dulzura a los responsables y residentes el camino que lleva hacia Cristo. Podrán contemplarla en el ábside que preside ese templo como Nuestra Señora de los Dolores y, ante la imagen de la Virgen de Luján, que tuve la oportunidad de bendecir y entronizar personalmente, tendrán un motivo especial para unirse a la ferviente devoción del pueblo argentino y pedir aliento constante para los Pastores y fieles de esa querida Nación.

Como confirmación de estos vivos deseos, imparto complacido a los miembros de esa Conferencia Episcopal, así como a la comunidad del nuevo Centro, una especial Bendición Apostólica.

56 Vaticano, 24 de febrero de 2002

Discursos 2002 47