Discursos 2003 63

63 La apertura del servicio civil a las mujeres y el paso a un servicio militar libre han multiplicado las oportunidades de empleo de voluntarios en Italia y en otros países, especialmente del tercer mundo. Pienso, entre otros, en el proyecto de instituir cuerpos civiles de paz en el ámbito europeo y mundial con modalidades de formación y de crecimiento más eficaces.

3. Se podría decir que el servicio civil constituye, en el actual momento histórico, un "signo de los tiempos". También la Iglesia quiere aprovechar esta valiosa reserva de energías, colaborando con las instituciones civiles en la reforma del marco jurídico dentro del cual se ha de insertar el nuevo servicio civil. Por esta razón, los obispos han querido reafirmar algunas líneas de acción importantes, como la formación de la persona, la opción preferencial por los pobres y los marginados, la diversificación de las propuestas según los intereses y las expectativas de los jóvenes, el relanzamiento del servicio civil como contribución al bien común, y la atención a las situaciones locales y a las de los países emergentes o marcados por la guerra.

A través de la elección de la objeción de conciencia y el servicio civil se ha intensificado la cooperación entre la Iglesia, los jóvenes y el territorio. Esto ha permitido, desde 1976, la programación de itinerarios de crecimiento humano y cristiano con diversas experiencias significativas de solidaridad. En este contexto, hoy, día dedicado a la mujer, me complace recordar la contribución que han dado y siguen dando numerosas mujeres, a través del servicio civil nacional, a la consolidación de las comunidades civiles y eclesiales.

Por último, quisiera recordar lo que el beato Juan XXIII escribió hace exactamente cuarenta años en la encíclica Pacem in terris: "Entre las tareas más graves de los hombres de espíritu generoso hay que incluir, sobre todo, la de establecer un nuevo sistema de relaciones en la sociedad humana, bajo el magisterio y la égida de la verdad, la justicia, la caridad y la libertad" (n. 163). Queridos amigos del servicio civil, convenceos cada día más del valor de vuestra misión. La Virgen María, sublime modelo de servicio a Dios y a los hermanos, os acompañe y proteja siempre. Os aseguro mi oración, a la vez que a todos os bendigo de corazón.

4. Os dirijo ahora mi saludo cordial a vosotros, queridos amigos del Banco de crédito cooperativo Sangro Teatina, que celebra el centenario de su fundación. A todos doy mi bienvenida. Saludo, en particular, al pastor de vuestra archidiócesis, monseñor Edoardo Menichelli, que ha querido acompañaros en este encuentro. Extiendo mi saludo a los directivos, a los dependientes y a todos los familiares.

Vuestro banco fue fundado el 3 de mayo de 1903, también gracias a la próvida iniciativa de cuatro sacerdotes, a la luz de las enseñanzas propuestas en la encíclica Rerum novarum por mi venerado predecesor el Papa León XIII. El Banco se llamaba entonces Caja rural católica de depósitos y préstamos San Francisco de Asís, y quería convertir la cooperación en el campo del ahorro y del crédito en un instrumento útil para salir al encuentro de los sectores rurales, que a menudo eran víctimas de la usura, muy difundida y mortificante.

Desde su fundación hasta hoy han pasado cien años, durante los cuales vuestro banco ha experimentado amplias y profundas transformaciones, manteniendo siempre intacto su estilo de solidaridad y su inspiración ético-social basada en el Evangelio.

Me congratulo con vosotros por el trabajo realizado y por el consenso, no sólo económico sino también social y cultural, que el Banco encuentra a través de las numerosas y diversificadas intervenciones de beneficencia y solidaridad entre las poblaciones de Abruzos y Molise, donde está presente. Han cambiado las condiciones económicas y sociales de las poblaciones, pero persisten muchos problemas agudizados por la crisis económica que afecta a todo el mundo. Deseo que vuestra actividad siga manteniendo el espíritu de sus orígenes, y se abra con valentía y clarividencia a las nuevas necesidades del actual momento histórico.

Que os protejan san Francisco de Asís y vuestros santos patronos; vele sobre vosotros y sobre vuestras familias María santísima, y os ayude a ser siempre discípulos fieles de su Hijo Jesús en la difusión del evangelio de la caridad.

Queridos hermanos, os agradezco de nuevo vuestra visita y, a la vez que os aseguro un recuerdo en la oración, os bendigo de corazón a todos.





ALOCUCIÓN DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II


AL CONCLUIR LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES


Capilla Redemptoris Mater

64

Sábado 15 de marzo de2003

1. Al final de esta semana de intensa oración y reflexión, siento la necesidad de dar gracias al Señor por haber podido permanecer en prolongado e íntimo coloquio con él, juntamente con vosotros, queridos cardenales y colaboradores de la Curia romana.

Una vez más el Señor nos ha dirigido su invitación: "Venite seorsum in desertum locum et requiescite pusillum" (Mc 6,31). El lugar, en verdad, no es tan apartado y desierto, pero hemos tenido igualmente la oportunidad de una pausa de silencio y de contemplación, que ha sido una ocasión privilegiada para encontrarnos con el Señor. Le damos gracias ante todo a él, que durante estos días nos ha colmado de sus dones.

2. Mi cordial agradecimiento va, además, al amadísimo monseñor Angelo Comastri, quien, con tacto pastoral, con riqueza de indicaciones ascéticas, con sabiduría y fervor, ha guiado nuestros pasos al encuentro con el Dios del amor y de la misericordia.

En nombre de todos los presentes le digo ¡muchísimas gracias, querido hermano! Juntamente con usted hemos recorrido numerosas páginas de la Escritura, descubriendo en ellas perspectivas nuevas y fascinantes, hasta la última de esta mañana sobre el profeta Jonás, el cual lleva consigo, indirectamente, el anuncio de la Pascua. Hemos escuchado, asimismo, ejemplos y testimonios de nuestro tiempo, que nos han fortalecido en la decisión de abandonarnos con confianza en los brazos de Dios, cuya misericordia "se extiende de generación en generación".

Oportunamente, ha centrado nuestra atención en la Virgen, indicándola como la criatura más fiel, por ser la más humilde. En la Virgen de Nazaret la experiencia de Dios llegó a su cumbre: gracias a su fiat a la voluntad divina. A María santísima encomendamos los frutos de estos ejercicios espirituales.

Quisiera también dar las gracias a quienes nos han ayudado durante estos días, organizando la liturgia, los cantos y los encuentros en esta capilla Redemptoris Mater, cuyos mosaicos nos hacen sentir muy cerca de nuestros hermanos orientales en la oración.

Por último, a través de usted, venerado hermano, quisiera expresar mi gratitud a todos los que nos han acompañado durante estos días con su oración. Sepan que el Papa les está agradecido por este apoyo espiritual, y los bendice de corazón.

3. Volvemos ahora a nuestro trabajo habitual, recomenzando, como nos ha exhortado monseñor Comastri, desde la "buena nueva": Dios es amor. Sostenidos por la fuerza del Espíritu Santo, que se nos ha dado abundantemente en la predicación, en la oración y en la adoración eucarística, queremos seguir siendo testigos de Cristo en nuestro mundo, que tanto necesita la "buena nueva" del amor de Dios.

¡Gracias a todos y buen trabajo!





ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


EN LA I JORNADA EUROPEA DE LOS UNIVERSITARIOS


Sábado 15 de marzo de 2003



65 Queridos jóvenes universitarios:

1. Os saludo con afecto y os agradezco vuestra participación, llena de devota alegría, en esta vigilia mariana con ocasión de la primera Jornada europea de los universitarios. Agradezco, en particular, al cardenal Camillo Ruini las cordiales palabras con que ha interpretado los sentimientos comunes. Mi agradecimiento se extiende también a monseñor Lorenzo Leuzzi y a cuantos han colaborado en la organización de esta Jornada. Doy las gracias, además, a los coros y a la orquesta, así como a Radio Vaticano y al Centro televisivo vaticano, que han realizado las diversas conexiones radiofónicas y televisivas.

Saludo cordialmente a los jóvenes que están unidos a nosotros, juntamente con sus pastores, desde Upsala, Bratislava, Cracovia, Colonia, Fátima, Viena, y desde algunas parroquias de Ucrania. ¡Gracias, queridos hermanos, por vuestro testimonio de fe y fraternidad! Os deseo todo bien para vuestros estudios y para vuestros proyectos de vida.

Esta tarde hemos orado por Europa, en un momento importante de su historia. Los jóvenes pueden y deben participar en la construcción de la nueva Europa, con su contribución de aspiraciones e ideales, de estudio y trabajo, de creatividad y entrega generosa. Los jóvenes cristianos, de modo especial, están llamados a anunciar y testimoniar a Cristo y a ser, en su nombre, constructores de unidad en la diversidad, de libertad en la verdad y de paz en la justicia, de la paz que el mundo necesita hoy particularmente.

Queridos jóvenes amigos, os expreso esta tarde un deseo que me interesa mucho: que las nuevas generaciones sean fieles a los elevados principios espirituales y morales que en el pasado inspiraron a los padres de la Europa unida.

2. Durante esta vigilia, en la que se percibe el entusiasmo y la fe típicos de los jóvenes, el pensamiento va naturalmente a las Jornadas mundiales de la juventud. Son acontecimientos que me permiten encontrarme, desde un extremo al otro de la tierra, con jóvenes de diversos continentes, escucharlos y hablar con ellos de Cristo. La atención común se centra cada vez en un tema específico. Para la próxima Jornada, que se celebrará en las diversas diócesis el domingo de Ramos, teniendo en cuenta que estamos en el Año del Rosario, he elegido las significativas palabras de Jesús a su apóstol predilecto: "He ahí a tu madre" (
Jn 19,27). Se trata de una fuerte invitación dirigida a todos vosotros, queridos jóvenes, para que reconozcáis y acojáis en vuestra vida a María como Madre.

Jóvenes de Europa y del mundo, abrid vuestro corazón a María y seguid dócilmente su ejemplo.
3. Me dirijo ahora a vosotros, queridos jóvenes de Roma, y os cito para el jueves 10 de abril, en la plaza de San Pedro. Será una ocasión de oración y fiesta, como esta tarde. Juntos haremos un acto solemne de consagración a la Virgen, pidiéndole que vele sobre vosotros y proteja vuestro camino de jóvenes del tercer milenio. En esa circunstancia regalaré a cada uno de los presentes un rosario, invitando a rezar esta tradicional oración mariana, para que sea cada vez más familiar también a la juventud de hoy. Con el rezo fervoroso del rosario se puede cambiar el destino del mundo.

Que esta certeza os anime durante la procesión que vais a realizar dentro de poco hasta la iglesia de San Ivo en La Sapienza, llevando el icono de María Sedes Sapientiae. Me uno a vosotros espiritualmente, a la vez que con afecto os bendigo a todos vosotros y a vuestros seres queridos.





MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II


CON MOTIVO DEL 400° ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO


DE SAN JOSÉ DE CUPERTINO




Al reverendísimo padre

JOACHIM GIERMEK

Ministro general
66 de la Orden franciscana de
Frailes Menores Conventuales

1. Me ha alegrado saber que vuestra Orden quiere conmemorar el 400° aniversario del nacimiento de san José de Cupertino, que tuvo lugar el 17 de junio de 1603, con numerosas iniciativas religiosas, pastorales y culturales, orientadas al redescubrimiento de la profundidad y de la actualidad del mensaje de este fiel discípulo del Poverello de Asís.

En esta significativa circunstancia, me alegra dirigirle a usted mi más cordial saludo, extendiéndolo de buen grado a la comunidad franciscana de Ósimo y a los Frailes Menores Conventuales esparcidos por todo el mundo. Saludo, además, a los devotos y a los peregrinos que participarán en las solemnes celebraciones jubilares.

2. Este importante aniversario constituye una singular ocasión de gracia ofrecida en primer lugar a los Frailes Menores Conventuales. Deben sentirse impulsados por su ejemplo a profundizar en su vocación religiosa, para responder con renovado empeño, como hizo él en su tiempo, a los grandes desafíos que la sociedad plantea a los seguidores de san Francisco de Asís, en el alba del tercer milenio.

Al mismo tiempo, este centenario constituye una oportunidad providencial para toda la comunidad cristiana, que da gracias al Señor por los abundantes frutos de santidad y sabiduría humana concedidos a este humilde y dócil servidor de Cristo.

San José de Cupertino sigue resplandeciendo en nuestros días como faro que ilumina el camino diario de cuantos recurren a su intercesión celestial. Conocido popularmente como el "santo de los vuelos" por sus frecuentes éxtasis y sus experiencias místicas extraordinarias, invita a los fieles a secundar las expectativas más íntimas del corazón; los estimula a buscar el sentido profundo de la existencia y, en definitiva, los impulsa a encontrar personalmente a Dios abandonándose plenamente a su voluntad.

3. San José de Cupertino, patrono de los estudiantes, estimula al mundo de la cultura, en particular de la escuela, a fundar el saber humano en la sabiduría de Dios. Y precisamente gracias a su docilidad interior a las sugerencias de la sabiduría divina, este singular santo puede proponerse como guía espiritual de todas las clases de fieles. A los sacerdotes y a los consagrados, a los jóvenes y a los adultos, a los niños y a los ancianos, a cualquiera que desee ser discípulo de Cristo, sigue indicándole las prioridades que implica esta opción radical. El reconocimiento del primado de Dios en nuestra existencia, el valor de la oración y de la contemplación, y la adhesión apasionada al Evangelio "sin glosa", sin componendas, son algunas condiciones indispensables para ser testigos creíbles de Jesús, buscando con amor su santo rostro. Así hizo este místico extraordinario, ejemplar seguidor del Poverello de Asís. Tenía un amor tierno al Señor, y vivió al servicio de su reino. Desde el cielo ahora no deja de proteger y sostener a cuantos, siguiendo sus pasos, quieren convertirse a Dios y caminar con decisión por la senda de la santidad.

4. En la espiritualidad que lo distingue destacan los rasgos típicos de la auténtica tradición del franciscanismo. José de Cupertino, enamorado del misterio de la Encarnación, contemplaba extasiado al Hijo de Dios nacido en Belén, llamándolo afectuosa y confidencialmente "el Niñito". Expresaba casi exteriormente la dulzura de este misterio abrazando una imagen de cera del Niño Jesús, cantando y bailando por la ternura divina derramada abundantemente sobre la humanidad en la cueva de la Navidad.

Era también conmovedora su participación en el misterio de la pasión de Cristo. El Crucificado estaba siempre presente en su mente y en su corazón, en medio de los sufrimientos de una vida llena de incomprensiones y a menudo de obstáculos. Derramaba abundantes lágrimas cuando pensaba en la muerte de Jesús en la cruz, sobre todo porque, como solía repetir, fueron los pecados los que traspasaron el cuerpo inmaculado del Redentor con el martillo de la ingratitud, del egoísmo y de la indiferencia.

5. Otro aspecto importante de su espiritualidad fue el amor a la Eucaristía. La celebración de la santa misa, así como las largas horas transcurridas en adoración ante el tabernáculo, constituían el centro de su vida de oración y de contemplación. Consideraba el Sacramento del altar como "alimento de los ángeles", misterio de fe legado por Jesús a su Iglesia, Sacramento donde el Hijo de Dios hecho hombre no aparece a los fieles cara a cara, sino corazón a corazón. Con este sumo misterio -afirmaba- Dios nos ha dado todos los tesoros de su divina omnipotencia y nos ha manifestado claramente el exceso de su misericordia divina. El contacto diario con Jesús eucarístico le proporcionaba la serenidad y la paz, que luego transmitía a cuantos encontraba, recordando que en este mundo todos somos peregrinos y forasteros en camino hacia la eternidad.

67 6. San José de Cupertino se distinguió por su sencillez y su obediencia. Desprendido de todo, vivió continuamente en camino, yendo de un convento a otro según las órdenes de sus superiores, abandonándose siempre en las manos de Dios.

Auténtico franciscano, según el espíritu del Poverello de Asís, alimentó una profunda adhesión al Sucesor de Pedro y tuvo un sentido vivo de la Iglesia, a la que amó de modo incondicional. De la Iglesia, percibida en su íntima realidad de Cuerpo místico, se sentía miembro vivo y activo. Se adhirió totalmente a la voluntad de los Papas de su tiempo, dejándose acompañar dócilmente a los lugares donde la obediencia lo llevaba, aceptando también las humillaciones y las dudas que la originalidad de sus carismas no dejó de suscitar. Ciertamente, no podía negar el carácter extraordinario de los dones que se le concedían, pero, lejos de cualquier actitud de orgullo o vanagloria, alimentaba sentimientos de humildad y de verdad, atribuyendo todo el mérito del bien que florecía entre sus manos a la acción gratuita de Dios.

7. Y ¿qué decir de su devoción filial y conmovedora a la santísima Virgen? Desde la juventud aprendió a permanecer largos ratos en oración ante la Virgen de las Gracias, en el santuario de Galatone. Luego, se dedicaba a contemplar la imagen, tan querida para él, de la Virgen de la Grottella, que lo acompañó durante toda su vida. Por último, desde el convento de Ósimo, donde pasó sus últimos años, dirigía a menudo la mirada hacia la basílica de Loreto, secular centro de devoción mariana.

Para él María fue una verdadera madre, con la que mantenía relaciones filiales de sencilla y sincera confianza. Aún hoy repite a los devotos que recurren a él: "Esta es nuestra protectora, señora, patrona, madre, esposa y auxiliadora".

8. En san José de Cupertino, muy querido por el pueblo, resplandece la sabiduría de los pequeños y el espíritu de las bienaventuranzas evangélicas. A través de toda su existencia indica el camino que lleva a la auténtica alegría, aun en medio de las pruebas y tribulaciones: una alegría que viene de lo alto y nace del amor a Dios y a los hermanos, fruto de una larga y ardua búsqueda del verdadero bien y, precisamente por esto, contagiosa para cuantos entran en contacto con ella.

Aunque a causa de su intenso y audaz compromiso de ascesis cristiana este santo podría parecer, a una mirada superficial, una persona ruda, severa y rigurosa, en realidad es el hombre de la alegría, afable y cordial con todos. Más aún, sus biógrafos dicen que lograba transmitir su santa y franciscana alegría mediante el modo de orar, enriquecido por atractivas composiciones musicales y versos populares que entusiasmaban a sus oyentes, reavivando su devoción.

9. Todas estas características hacen que san José de Cupertino esté espiritualmente cerca de los hombres de nuestro tiempo. Por tanto, deseo que la celebración de este aniversario sea una ocasión oportuna y grata para un redescubrimiento de la auténtica espiritualidad del "santo de los vuelos". Ojalá que, siguiendo su ejemplo, todos aprendan a recorrer el camino que lleva a una santidad cotidiana, caracterizada por el cumplimiento fiel del propio deber diario.

Que para los Frailes Menores de la familia religiosa conventual sea un luminoso modelo de seguimiento evangélico, según el carisma específico de san Francisco y de santa Clara de Asís.
Que a los fieles que participen en los varios momentos conmemorativos, les recuerde que todo creyente debe "remar mar adentro", confiando en la ayuda del Señor para responder plenamente a su llamada a la santidad.

En una palabra, el heroico testimonio evangélico de este atrayente hombre de Dios, reconocido por la Iglesia y propuesto de nuevo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, constituye para cada uno una fuerte invitación a vivir con pasión y entusiasmo su fe, en las múltiples y complejas situaciones de la época contemporánea.

Con estos sentimientos y deseos, de buen grado le imparto a usted, reverendísimo ministro general, a sus hermanos esparcidos por el mundo y a cuantos acuden cada día al santuario de Ósimo, una especial bendición apostólica, que con afecto extiendo a todos los que se inspiran en el ejemplo y en las enseñanzas del santo de Cupertino.

68 Vaticano, 22 de febrero de 2003





MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II


EN EL CENTENARIO DE LA PEQUEÑA OBRA


DE LA DIVINA PROVIDENCIA




Al reverendísimo señor
Don ROBERTO SIMIONATO
Director general de la
Pequeña Obra de la Divina Providencia

1. He sabido con alegría que vuestro instituto conmemora el centenario de su aprobación canónica por parte del obispo de Tortona, monseñor Igino Bandi. En esta feliz circunstancia, me complace dirigirle a usted, al consejo general y a los miembros de toda la Congregación un cordial saludo, asegurando mi participación espiritual en los varios momentos de celebración, que ciertamente ayudarán a lograr que se reavive el fervor de los orígenes, para proseguir, con el mismo entusiasmo, el camino iniciado por el fundador hace más de cien años.

2. El clérigo Luis Orione, ex alumno de don Bosco en Turín, tenía sólo 20 años cuando abrió el primer oratorio en Tortona, y al año siguiente, en 1893, se convirtió en fundador, dando vida a un colegio con escuela interna para niños pobres. En las situaciones de cada día, vividas con fe y caridad, fue aclarándose el plan que la divina Providencia tenía para él. Al futuro cardenal Perosi, su paisano y amigo, que le preguntaba cuál era su "idea", le escribió en una carta del 4 de mayo de 1897: "Me parece que nuestro Señor Jesucristo me está llamando a un estado de gran caridad (...), pero es un fuego grande y suave que necesita extenderse e inflamar toda la tierra. A la sombra de cada campanario surgirá una escuela católica; a la sombra de cada cruz, un hospital: los montes cederán el paso a la gran caridad de Jesús nuestro Señor, y Jesús instaurará y purificará todo" (Lo spirito di Don Orione, I, 2).

Precisamente porque ardía en su interior este fuego místico, don Orione superó los obstáculos y las dificultades de los comienzos y se convirtió en apóstol incansable, creativo y eficaz. Algunos compañeros de seminario siguieron a aquel clérigo fundador; no pocos alumnos quisieron ser sacerdotes como él. La Obra, que desde el primer momento denominó de la Divina Providencia, acrecentó el número de sus miembros y sus actividades. El obispo de Tortona seguía con cierta aprensión la consolidación de iniciativas tan audaces y humanamente frágiles, pero supo reconocer en ellas la acción del Espíritu. Con decreto del 21 de marzo de 1903 sancionó su carisma y decretó la constitución de la congregación religiosa masculina de los Hijos de la Divina Providencia, que comprendía sacerdotes, hermanos ermitaños y coadjutores. Sucesivamente, surgieron las Hermanitas Misioneras de la Caridad, entre las cuales florecieron dos brotes contemplativos, las Sacramentinas adoratrices ciegas y las Contemplativas de Jesús crucificado, mientras que, más recientemente, nacieron el Instituto secular orionista y el Movimiento laical orionista.

3. En este aniversario jubilar, me complace expresar mi vivo agradecimiento a todos los miembros de la familia orionista por la valiosa aportación que han dado durante estos años a la misión de la Iglesia. Al mismo tiempo, deseo recordar lo que escribí en la exhortación apostólica Vita consecrata: "Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa que recordar y contar, sino también una gran historia que construir" (n. 110). Y, por eso, os invito a mirar al futuro, "hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas" (ib.).

Queridos Hijos de la Divina Providencia, la Iglesia espera que reavivéis el carisma que está en vosotros (cf. 2 Tm 1, 6), renovando vuestros propósitos, y, en un mundo que cambia, promováis una fidelidad creativa a vuestra vocación. En la citada exhortación apostólica dije: "Se invita, pues, a los institutos a reproducir con valentía la audacia, la creatividad y la santidad de sus fundadores y fundadoras como respuesta a los signos de los tiempos que surgen en el mundo de hoy. Esta invitación es sobre todo una llamada a perseverar en el camino de santidad a través de las dificultades materiales y espirituales que marcan la vida cotidiana. Pero es también llamada a buscar la competencia en el propio trabajo y a cultivar una fidelidad dinámica a la propia misión, adaptando sus formas, cuando es necesario, a las nuevas situaciones y a las diversas necesidades, en plena docilidad a la inspiración divina y al discernimiento eclesial" (n. 37).

Sólo permaneciendo bien arraigados en la vida divina y manteniendo inalterado el espíritu de los orígenes, podréis responder de manera profética a las exigencias de la época actual. El compromiso primario de todo bautizado y, con más razón, de todo consagrado es tender a la santidad; y, desde luego, sería "un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una religiosidad superficial" (Novo millennio ineunte NM 31). Según el estilo de vuestro beato fundador, y de acuerdo con la índole propia de la vida religiosa que habéis abrazado, no tengáis miedo de buscar con paciente constancia "este "alto grado" de la vida cristiana", recurriendo a "una auténtica pedagogía de la santidad" (ib.), personal y comunitaria, firmemente fundada en la rica tradición eclesial y abierta al diálogo con los nuevos tiempos.

69 4. Fidelidad creativa en un mundo que cambia: esta orientación ha de guiaros para caminar, como solía repetir don Orione, "a la cabeza de los tiempos". Las celebraciones del centenario de la aprobación canónica os impulsan a "recordar", reviviéndolo, el clima de los orígenes; y al mismo tiempo os estimulan, también con vistas al próximo capítulo general, a "proyectar" nuevas e intrépidas intervenciones en las fronteras de la caridad.

Que se conserve intacto el espíritu de la primera hora. Al respecto, quisiera destacar un aspecto significativo de la intuición carismática del clérigo don Luis Orione: su amor superior y unificador a la "santa madre Iglesia". Ahora, como entonces, es fundamental para vuestra Obra cultivar esta íntima pasión por la Iglesia, para "contribuir modestamente, a los pies de la Sede apostólica y de los obispos, a renovar y unificar en Jesucristo, Señor nuestro, al hombre y a la sociedad, llevando a la Iglesia y al Papa el corazón de los niños más abandonados, de los pobres y de las clases obreras: ad omnia in Christo instauranda, ut fiat unum ovile et unus pastor" (Constituciones, art. 5).

Que siga acompañándoos desde el cielo don Orione, juntamente con vuestros numerosos hermanos que, a lo largo de estos veinte lustros, han dedicado su existencia al servicio de Cristo y de los pobres. Vele sobre cada uno de vosotros la Virgen María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, y haga que, como rogaba don Orione, toda vuestra vida "esté consagrada a dar a Cristo al pueblo, y el pueblo a la Iglesia de Cristo; que arda y resplandezca de Cristo, y en Cristo se consume en una luminosa evangelización de los pobres; y que nuestra vida y nuestra muerte sean un cántico dulcísimo de caridad, y un holocausto al Señor" (Lo spirito di Don Orione, IX, 131).

Con afecto os aseguro mi constante recuerdo en la oración, a la vez que de corazón bendigo a toda vuestra familia espiritual y a cuantos son objeto de vuestra continua solicitud.

Vaticano, 8 de marzo de 2003





ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


A UNA DELEGACIÓN DEL INSTITUTO MUNDIAL


DE FENOMENOLOGÍA DE HANOVER (ESTADOS UNIDOS)


Sábado 22 de marzo



Ilustres profesores:

Me alegra mucho encontrarme con vosotros, con ocasión de la presentación en Roma del volumen Phenomenology World-Wide. Foundations Expanding, Dynamics, Life Engagements. A guide for research and study. Me congratulo con la profesora Anna-Teresa Tymieniecka, que con acierto ha coordinado la obra, y saludo a cada uno de los presentes. Os agradezco a todos la visita y el regalo de esta publicación, particularmente interesante para mí.

Uno de los aspectos peculiares de este trabajo es que constituye un eco de "muchas voces", o sea, es fruto de la colaboración de más de setenta especialistas en los diversos campos de la investigación fenomenológica. Este carácter, por decirlo así, "sinfónico" corresponde a una de las aspiraciones de Edmund Husserl, padre de la fenomenología, el cual deseaba que se formara una comunidad de investigación, para afrontar con diferentes enfoques complementarios el gran mundo del hombre y de la vida.

Doy gracias a Dios por haberme concedido también a mí participar en esta fascinante empresa, desde los años de estudio y de enseñanza, y también después, en las sucesivas fases de mi vida y de mi ministerio pastoral.

La fenomenología es, ante todo, un estilo de pensamiento, de relación intelectual con la realidad, cuyos rasgos esenciales y constitutivos se quieren captar, evitando prejuicios y esquematismos.
70 Quisiera decir que es casi una actitud de caridad intelectual con el hombre y el mundo y, para el creyente, con Dios, principio y fin de todas las cosas. Para superar la crisis de sentido, que afecta a una parte del pensamiento moderno, en la encíclica Fides et ratio (cf. n. 83) quise insistir en la apertura a la metafísica, y la fenomenología puede dar a esa apertura una contribución significativa.

Queridos hermanos, al expresaros nuevamente mi gratitud por vuestra visita y por el regalo de la importante contribución científica, os deseo todo bien para vuestras actividades, y de corazón os bendigo a todos vosotros y a vuestros seres queridos.






A LOS OPERADORES DE LA EMISORA


DE TELEVISIÓN ITALIANA "TELEPACE"


Sábado 22 de marzo de 1964



Queridos operadores de Telepace:

1. Bienvenidos a este encuentro, con ocasión del 25° aniversario de la fundación de vuestra televisión. Os saludo con afecto, y, de modo particular, saludo a vuestro fundador y director, monseñor Guido Todeschini, al que agradezco las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Extiendo mi cordial saludo a vuestros familiares, a los colaboradores, a los voluntarios, a los radioyentes, a los telespectadores y a toda la familia de Telepace.

He sabido con alegría que, gracias a ocho satélites, la señal de vuestra emisora puede recibirse ahora en todos los continentes. ¡Cuánto camino habéis recorrido en veinticinco años! Doy gracias a Dios por lo que habéis logrado realizar, y expreso mi aprecio por vosotros, artífices diarios del desarrollo progresivo de este canal radio-televisivo, que desea transmitir el evangelio de la paz hasta los confines del planeta.

2. ¡Telepace! Ya el nombre expresa el objetivo que la emisora pretende alcanzar. Telepace quiere ser la televisión de la paz, de la paz que es don de Dios, y humilde y constante conquista de los hombres. Cuando la guerra, como en estos días en Irak, constituye una amenaza para el destino de la humanidad, es aún más urgente proclamar, con voz fuerte y decidida, que la paz es el único camino para construir una sociedad más justa y solidaria. La violencia y las armas jamás pueden resolver los problemas de los hombres.

Desde el inicio, vuestra emisora ha tenido como objetivo esta educación indispensable para la paz. En efecto, "Radio Pace" nació hace veinticinco años, cuando en Italia se vivía el preocupante clima de la violencia y el terrorismo, para dar "voz a quien no tiene voz". Conserváis celosamente un minúsculo transmisor como recuerdo de aquellos días. Fue el primer instrumento de comunicación de vuestra radio, de la que, con el pasar de los años, se ha desarrollado vuestro canal radio-televisivo, que hoy puede llegar prácticamente a casi todas las regiones del mundo.

3. Durante veinticinco años, confiando en la divina Providencia, Telepace ha mantenido inalterado su carisma, sin ningún condicionamiento, incluso económico, para servir a Dios y al hombre en la Iglesia. Desde 1985, en colaboración con el Centro televisivo vaticano, sigue los viajes apostólicos del Sucesor de Pedro y lleva diariamente su palabra y su magisterio a innumerables familias en Italia, en Europa y, desde el año pasado, en muchas otras naciones de la tierra. No se limita a transmitir eventos y programas de interés religioso y eclesial, sino que también estimula y alienta la solidaridad generosa de los telespectadores. En efecto, propone casos de extrema necesidad y solicita ayudas concretas también para estudiantes de los países emergentes y para otras personas necesitadas; lleva consuelo a los que están solos o abandonados; y entra con mensajes de esperanza en las cárceles y en los hospitales. Telepace informa, educa en la fe, anima a esperar, estimula a la solidaridad y difunde la paz, que brota del encuentro con Cristo.

4. A todo ello se suma la ayuda espiritual que Telepace ofrece a los radioyentes y a los telespectadores a través de la celebración diaria de la santa misa y el rezo del santo rosario, la adoración eucarística, los ejercicios espirituales y otros espacios dedicados a la oración y a la formación cristiana. Durante el Año santo, por ejemplo, transmitió todos los días el encuentro vespertino de oración desde la plaza de San Pedro. Sé, además, que muchas personas, entre ellas algunas monjas de diversos monasterios de vida contemplativa, a modo de "antenas místicas", como las llamáis, os acompañan y os sostienen con sus oraciones, mientras que los enfermos, las personas hospitalizadas y los presos ofrecen su sufrimiento por vuestro apostolado.

Queridos operadores de Telepace, proseguid vuestro camino con el mismo entusiasmo. Os espera un campo apostólico cada vez más vasto. Permaneced fieles a vuestra misión, proclamando la verdad de Dios y del hombre. Difundid en la Iglesia y en el mundo la voz de Cristo, "camino, verdad y vida" (cf. Jn Jn 14,6), y sed centinelas vigilantes de su paz.


Discursos 2003 63