Discursos 2003 112

112 R/. Christe, eleison

Todos:

Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

113 Quis est homo qui non fleret,
matrem Christi si videret
in tanto supplicio?


SEXTA ESTACIÓN

La Verónica limpia el rostro de Jesús


V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Libro del profeta Isaías 53, 2-3

No tenía apariencia ni presencia;
(le vimos) y no tenía aspecto
que pudiésemos estimar.
Despreciable y desecho de hombres,
114 varón de dolores y sabedor de dolencias,
como uno ante quien se oculta el rostro.

MEDITACIÓN

La tradición nos habla de la Verónica. Quizá ella completa la historia del Cireneo. Porque lo cierto es que - aunque, como mujer, no cargara físicamente con la cruz y no se la obligara a ello - llevó sin duda esta cruz con Jesús: la llevó como podía, como en aquel momento era posible hacerlo y como le dictaba su corazón: limpiándole el rostro.
Este detalle, referido por la tradición, parece fácil de explicar: en el lienzo con el que secó su rostro han quedado impresos los rasgos de Cristo. Puesto que estaba todo él cubierto de sudor y sangre, muy bien podía dejar señales y perfiles.
Pero el sentido de este hecho puede ser interpretado también de otro modo, si se considera a la luz del sermón escatológico de Cristo. Son muchos indudablemente los que preguntarán: "Señor, ¿cuándo hemos hecho todo esto?" Y Jesús responderá: "Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40). El Salvador, en efecto, imprime su imagen sobre todo acto de caridad, como sobre el lienzo de la Verónica.

ACLAMACIONES

¡Oh rostro de Cristo,
desfigurado por el dolor, esplendor de la gloria divina!
R/. Kyrie, eleison

¡Oh rostro santo,
impreso como un sello en cada gesto de amor!
R/. Kyrie, eleison

Todos:

115 Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Quis non posset contristari,
Christi Matrem contemplari
dolentem cum Filio?




SÉPTIMA ESTACIÓN

116
Jesús cae por segunda vez


V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Libro de las Lamentaciones 3, 1-2. 9. 16

El hombre que ha visto la miseria
bajo el látigo de su furor.
Él me ha llevado y me ha hecho caminar
en tinieblas y sin luz...
Ha cercado mis caminos con piedras sillares,
ha torcido mis senderos...
Ha quebrado mis dientes con guijarro,
117 me ha revolcado en la ceniza.

MEDITACIÓN

"Yo soy un gusano, no un hombre; el oprobio de los hombres y el desecho del pueblo" (Ps 22 [21],7): las palabras del Salmista-profeta encuentran su plena realización en estas estrechas, arduas callejuelas de Jerusalén, durante las últimas horas que preceden a la Pascua. Ya se sabe que estas horas, antes de la fiesta, son extenuantes y las calles están llenas de gente. En este contexto se verifican las palabras del Salmista, aunque nadie piense en ellas. No paran mientes en ellas ciertamente todos cuantos dan pruebas de desprecio, para los cuales este Jesús de Nazaret que cae por segunda vez bajo la cruz se ha hecho objeto de escarnio.
Y Él lo quiere, quiere que se cumpla la profecía. Cae, pues, exhausto por el esfuerzo. Cae por voluntad del Padre, voluntad expresada asimismo en las palabras del Profeta. Cae por propia voluntad, porque "¿cómo se cumplirían, si no, las Escrituras?" (Mt 26,54): "Soy un gusano y no un hombre" (Sal 22[21],7); por tanto, ni siquiera "Ecce Homo" (Jn 19,5); menos aún, peor todavía.
El gusano se arrastra pegado a tierra; el hombre, en cambio, como rey de las criaturas, camina sobre ella. El gusano carcome la madera: como el gusano, el remordimiento del pecado roe la conciencia del hombre. Remordimiento por esta segunda caída.

ACLAMACIONES

Jesús de Nazaret, convertido en infamia de los hombres,
para ennoblecer todas las criaturas
R/. Kyrie, eleison

Jesús, servidor de la vida,
abatido por los hombres, enaltecido por Dios
R/. Kyrie, eleison

Todos:

118 Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Pro peccatis suae gentis
vidit Iesum in tormentis
119 et flagellis subditum.

OCTAVA ESTACIÓN

Jesús encuentra las mujeres de Jerusalén


V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Lucas 23, 28-31

Jesús, volviéndose a ellas, dijo:
"Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí;
llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.
Porque llegarán días en que se dirá:
¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron
y los pechos que no criaron!
120 Entonces se pondrán a decir a los montes:
¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos!
Porque si en el leño verde hacen esto,
en el seco ¿qué se hará? "

MEDITACIÓN

Es la llamada al arrepentimiento, al verdadero arrepentimiento, al pesar, en la verdad del mal cometido. Jesús dice a las hijas de Jerusalén que lloran a su vista: "No lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos" (Lc 23,28). No podemos quedarnos en la superficie del mal, hay que llegar a su raíz, a las causas, a la más honda verdad de la conciencia.
Esto es justamente lo que quiere darnos a entender Jesús cargado con la cruz, que desde siempre "conocía lo que en el hombre había" (Jn 2,25) y siempre lo conoce. Por esto Él debe ser en todo momento el más cercano testigo de nuestros actos y de los juicios, que sobre ellos hacemos en nuestra conciencia. Quizá nos haga comprender incluso que estos juicios deben ser ponderados, razonables, objetivos - dice: "No lloréis" -; pero, al mismo tiempo, ligados a todo cuanto esta verdad contiene: nos lo advierte porque es Él el que lleva la cruz.
Señor, ¡dame saber vivir y andar en la verdad!

ACLAMACIONES

Señor Jesús, sabio y misericordioso,
Verdad que guía a la vida
R/. Kyrie, eleison

Señor Jesús, compasivo,
121 tu presencia alivia las lágrimas en la hora de la prueba
R/. Kyrie, eleison

Todos:

Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
122 sed libera nos a malo.

Tui Nati vulnerati,
tam dignati pro me pati
poenas mecum divide.

NOVENA ESTACIÓN

Jesús cae por tercera vez


V /. Adoramus tú, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Libro de las Lamentaciones 3, 27-32

Bueno es para el hombre soportar
el yugo desde su juventud.
Que se siente solitario y silencioso,
123 cuando el Señor se lo impone;
que ponga su boca en el polvo:
quizá haya esperanza;
que tienda la mejilla a quien lo hiere,
que se harte de oprobios.
Porque no desecha para siempre...
si llega a afligir, se apiada luego
según su inmenso amor;

MEDITACIÓN

"Se humilló, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz " (Ph 2,8). Cada estación de esta Vía es una piedra miliar de esa obediencia y ese anonadamiento.
Captamos el grado de este anonadamiento cuando leemos las palabras del Profeta: "Todos nosotros andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su camino, y Yavé cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros" (Is 53,6).
Comprendemos el grado de este anonadamiento cuando vemos que Jesús cae una vez más, la tercera, bajo la cruz. Cuando pensamos en quién es el que cae, quién yace entre el polvo del camino bajo la cruz, a los pies de gente hostil que no le ahorra humillaciones y ultrajes...
124 ¿Quién es el que cae?¿Quién es Jesucristo? "Quien, existiendo en forma de Dios, no reputó como botín codiciable ser igual a Dios, antes se anonadó, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres; y en la condición de hombre se humilló, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Ph 2,6-8).

ACLAMACIONES

Cristo Jesús,
tú has gustado la amargura de la tierra
para cambiar el gemido del dolor en canto de júbilo
R/. Christe, eleison

Cristo Jesús,
que te has humillado en la carne
para ennoblecer toda la creación.
R/. Christe, eleison

Todos:

Pater noster, qui es in caelis:
125 sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Eia, Mater, fons amoris,
me sentire vim doloris
fac, ut tecum lugeam.


DÉCIMA ESTACIÓN

126
Jesús es despojado de sus vestiduras


V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 15, 24

Le crucifican y se reparten sus vestidos,
echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.

MEDITACIÓN

Cuando Jesús, despojado de sus vestidos, se encuentra ya en el Gólgota (cf. Mc 15,24, etc.), nuestros pensamientos se dirigen hacia su Madre: vuelven hacia atrás, al origen de este cuerpo que ya ahora, antes de la crucifixión, es todo él una llaga (cf. Is Is 52,14). El misterio de la Encarnación: el Hijo de Dios toma cuerpo en el seno de la Virgen (cf. Mt Mt 1,23 Lc 1,26-38). El Hijo de Dios habla al Padre con las palabras del Salmista: "No te complaces tú en el sacrificio y la ofrenda..., pero me has preparado un cuerpo" (Ps 40 [39],8.7; He 10,6 He 10,5). El cuerpo del hombre expresa su alma. El cuerpo de Cristo expresa el amor al Padre: "Entonces dije: '¡Heme aquí que vengo!'... para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad" (Sal 40[39], 9; He 10,7). "Yo hago siempre lo que es de su agrado" (Jn 8,29). Este cuerpo desnudo cumple la voluntad del Hijo y la del Padre en cada llaga, en cada estremecimiento de dolor, en cada músculo desgarrado, en cada reguero de sangre que corre, en todo el cansancio de sus brazos, en los cardenales de cuello y espaldas, en el terrible dolor de las sienes. Este cuerpo cumple la voluntad del Padre cuando es despojado de sus vestidos y tratado como objeto de suplicio, cuando encierra en sí el inmenso dolor de la humanidad profanada.
El cuerpo del hombre es profanado de varias maneras.
En esta estación debemos pensar en la Madre de Cristo, porque bajo su corazón, en sus ojos, entre sus manos el cuerpo del Hijo de Dios ha recibido una adoración plena.

ACLAMACIONES

Jesús, cuerpo santo,
profanado una vez más, vive.
R/. Kyrie, eleison

127 Jesús, cuerpo ofrecido por amor,
aún dividido en tus miembros.
R/. Kyrie, eleison

Todos:

Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
128 et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Fac ut ardeat cor meum
in amando Christum Deum,
ut sibi complaceam.

UNDÉCIMA ESTACIÓN

Jesús es clavado en la cruz


V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 15, 25-27

Era la hora tercia cuando le crucificaron.
Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena:
129 " El Rey de los judíos. "
Con él crucificaron a dos salteadores,
uno a su derecha y otro a su izquierda.

MEDITACIÓN

"Han taladrado mis manos y mis pies y puedo contar todos mis huesos" (Sal 22[21],17-18). "Puedo contar...": ¡qué palabras proféticas! Sabemos que este cuerpo es un rescate. Un gran rescate es todo este cuerpo: las manos, los pies y cada hueso. Todo el Hombre en máxima tensión: esqueleto, músculos sistema nervioso, cada órgano, cada célula; todo en máxima tensión. "Yo, si fuere levantado de la tierra, atraeré a todos a mí" (Jn 12,32). Palabras que expresan la plena realidad de la crucifixión. Forma parte de ésta también la terrible tensión que penetra las manos, los pies y todos los huesos: terrible tensión del cuerpo entero que, clavado como un objeto a los maderos de la cruz, va a ser aniquilado, hasta el fin, en las convulsiones de la muerte. Y en la misma realidad de la crucifixión entra todo el mundo que Jesús quiere atraer a Sí (cf. Jn Jn 12,32). El mundo está sometido a la gravitación del cuerpo, que tiende por inercia hacia lo bajo.
Precisamente en esta gravitación estriba la pasión del Crucificado. "Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba" (Jn 8,23). Sus palabras desde la cruz son: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34).

ACLAMACIONES

Cristo, crucificado por el odio,
hecho por el amor signo de contradicción y de paz,
R/. Christe, eleison

Cristo, con su sangre derramada en la Cruz,
ha rescatado al hombre, el mundo y el cosmos.
R/. Christe, eleison

Todos:

130 Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Sancta mater, istud agas,
Crucifixi fige plagas
cordi meo valide.

DUODÉCIMA ESTACIÓN

131
Jesús muere en la Cruz


V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marco. 15, 33-34.37, 39

Llegada la hora sexta,
hubo oscuridad sobre toda la tierra
hasta la hora nona.
A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz:
" Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní? ",
que quiere decir -
" ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado? "...
132 Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró...
Al ver el centurión, que estaba frente a él,
que había expirado de esa manera, dijo:
" Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. "

MEDITACIÓN

Jesús clavado en la cruz, inmovilizado en esta terrible posición, invoca, al Padre (cf. Mc Mc 15,34 Mt 27,46 Lc 23,46). Todas las invocaciones atestiguan que El es uno con el Padre. "Yo y el Padre somos una sola cosa" (Jn 10,30); "El que me ha visto a mí ha visto al Padre" (Jn 14,9); "Mi Padre sigue obrando todavía, y por eso obro yo también " (Jn 5,17).
He aquí el más alto, el más sublime obrar del Hijo en unión con el Padre. Sí: en unión, en la más profunda unión, justamente cuando grita: Eloí, Eloí, lama sabachtani?: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mc 15,34 Mt 27,46). Este obrar se expresa con la verticalidad del cuerpo que pende del madero perpendicular de la cruz, con la horizontalidad de los brazos extendidos a lo largo del madero transversal. El hombre que mira estos brazos puede pensar que con el esfuerzo abrazan al hombre y al mundo.
Abrazan.
He aquí el hombre. He aquí a Dios mismo. "En Él.... vivimos y nos movemos y existimos" (Ac 17,28). En Él: en estos brazos extendidos a lo largo del madero transversal de la cruz.
El misterio de la Redención.

ACLAMACIONES

Hijo de Dios, acuérdate de nosotros
en la hora suprema de la muerte.
R/. Kyrie, eleison

133 Hijo del Padre, acuérdate de nosotros
y renueva con tu Espíritu la faz de la tierra.
R/. Kyrie, eleison

Todos:

Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
134 et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Vidit suum dulcem Natum
morientem desolatum,
cum emisit spiritum.


DECIMOTERCERA ESTACIÓN

Jesús es bajado de la Cruz


V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 15, 42-43. 46

Y ya al atardecer...
vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo,
135 que esperaba también el Reino de Dios,...
quien, comprando una sábana,
lo descolgó de la cruz.

MEDITACIÓN

En el momento en que el cuerpo de Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de la Madre, vuelve a nuestra mente el momento en que María acogió el saludo del ángel Gabriel: "Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús... Y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre... y su reino no tendrá fin" (Lc 1,31-33). María sólo dijo: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38), como si desde el principio hubiera querido expresar cuanto estaba viviendo en este momento.
En el misterio de la Redención se entrelazan la gracia, esto es, el don de Dios mismo, y "el pago" del corazón humano. En este misterio somos enriquecidos con un Don de lo alto (Jc 1,17) y al mismo tiempo somos comprados con el rescate del Hijo de Dios (cf. 1Co 6,20 1Co 7,23 Ac 20,28). Y María, que fue más enriquecida que nadie con estos dones, es también la que paga más. Con su corazón.
A este misterio está unida la maravillosa promesa formulada por Simeón cuando la presentación de Jesús en el templo: "Una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2,35).
También esto se cumple. ¡Cuántos corazones humanos se abren ante el corazón de esta Madre que tanto ha pagado!
Y Jesús está de nuevo todo él en sus brazos, como lo estaba en el portal de Belén (cf. Lc 2,16), durante la huida a Egipto (cf. Mt Mt 2,14), en Nazaret (cf. Lc Lc 2,39-40). La Piedad.

ACLAMACIONES

Santa María, Madre de la inmensa piedad,
contigo abrimos los brazos a la Vida
y suplicantes imploramos
R/. Kyrie, eleison

136 Santa María, Madre y asociada al del Redentor,
en comunión contigo acogemos a Cristo
y llenos de esperanza invocamos
R/. Kyrie, eleison

Todos:

Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
137 sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Fac me vere tecum flere,
Crucifixo condolere,
donec ego vixero.

DECIMOCUARTA ESTACIÓN

Jesús es puesto en el sepulcro


V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Del Evangelio según San Marcos. 15, 46-47

José de Arimatea,...
138 lo envolvió en la sábana
y lo puso en un sepulcro
que estaba excavado en roca;
luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro.
María Magdalena
y María la de Joset
se fijaban dónde era puesto.

MEDITACIÓN

Desde el momento en que el hombre, a causa del pecado, se alejó del árbol de la vida (cf. Gn Gn 3), la tierra se convirtió en un cementerio. Tantos sepulcros como hombres. Un gran planeta de tumbas.
En las cercanías del Calvario había una tumba que pertenecía a José de Arimatea (cf. Mt Mt 27,60). En este sepulcro, con el consentimiento de José, depositaron el cuerpo de Jesús una vez bajado de la cruz (cf. Mc 15,42-46, etc. ). Lo depositaron apresuradamente, para que la ceremonia acabara antes de la fiesta de Pascua (cf. Jn Jn 19,31), que empezaba en el crepúsculo.
Entre todas las tumbas esparcidas por los continentes de nuestro planeta, hay una en la que el Hijo de Dios, el hombre Jesucristo, ha vencido a la muerte con la muerte. 0 mors! ero mors tua!: "Muerte, ¡yo seré tu muerte!" (1ª antif. Laudes del Sábado Santo). El árbol de la Vida, del que el hombre fue alejado por su pecado, se ha revelado nuevamente a los hombres en el cuerpo de Cristo. "Si alguno come de este pan, vivirá para siempre, y el pan que yo le daré es mi carne, vida del mundo" (Jn 6,51).
Aunque se multipliquen siempre las tumbas en nuestro planeta, aunque crezca el cementerio en el que el hombre surgido del polvo retorna al polvo (cf. Gn Gn 3,19), todos los hombres que contemplan el sepulcro de Jesucristo viven en la esperanza de la Resurrección.

ACLAMACIONES

139 Señor Jesús, resurrección nuestra,
en el sepulcro nuevo destruyes la muerte y das la vida.
R/. Kyrie, eleison

Jesús, Señor, esperanza nuestra,
tu cuerpo crucificado y resucitado
es el nuevo árbol de la vida.
R/. Kyrie, eleison

Todos:

Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
140 fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

Quando corpus morietur,
fac ut animae donetur
paradisi gloria. Amen.
* * *


El Santo Padre dirige la palabra a los presentes.

141 Al final del discurso, el Santo Padre imparte la Bendición Apostólica:

V/. Dominus vobiscum.
R/. Et cum spiritu tuo.

V/. Sit nomen Domini benedictum.
R/. Ex hoc nunc et usque in saeculum.

V/. Adiutorium nostrum in nomine Domini.
R/. Qui fecit caelum et terram.

V/. Benedicat vos omnipotens Deus,
Pater, et Filius, et X Spiritus Sanctus.
R/. Amen.







VIA CRUCIS EN EL COLISEO

Viernes Santo, 18 de abril de 2003

142 : "Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit... Venite adoremus".

Hemos escuchado estas palabras en la liturgia de hoy: "Mirad el árbol de la cruz". Son las palabras clave del Viernes santo.

Ayer, en el primer día del Triduo sacro, el Jueves santo, escuchamos: "Hoc est corpus meum, quod pro vobis tradetur. Esto es mi cuerpo, que será entregado por vosotros".

Hoy vemos cómo se han realizado esas palabras de ayer, Jueves santo: he aquí el Gólgota, he aquí el cuerpo de Cristo en la cruz. "Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit".

¡Misterio de la fe! El hombre no podía imaginar este misterio, esta realidad. Sólo Dios la podía revelar. El hombre no tiene la posibilidad de dar la vida después de la muerte. La muerte de la muerte. En el orden humano, la muerte es la última palabra. La palabra que viene después, la palabra de la Resurrección, es una palabra exclusiva de Dios y por eso celebramos con gran fervor este Triduo sacro.

Hoy oramos a Cristo bajado de la cruz y sepultado. Se ha sellado su sepulcro. Y mañana, en todo el mundo, en todo el cosmos, en todos nosotros, reinará un profundo silencio. Silencio de espera. "Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit". Este árbol de la muerte, el árbol en el que murió el Hijo de Dios, abre el camino al día siguiente: jueves, viernes, sábado, domingo. El domingo será Pascua. Y escucharemos las palabras de la liturgia. Hoy hemos escuchado: "Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit". Salus mundi! ¡En la cruz! Y pasado mañana cantaremos: "Surrexit de sepulcro... qui pro nobis pependit in ligno". He aquí la profundidad, la sencillez divina, de este Triduo pascual.

Ojalá que todos vivamos este Triduo lo más profundamente posible. Como cada año, nos encontramos aquí, en el Coliseo. Es un símbolo. Este Coliseo es un símbolo. Nos habla sobre todo de los tiempos pasados, de aquel gran imperio romano, que se desplomó. Nos habla de los mártires cristianos que aquí dieron testimonio con su vida y con su muerte. Es difícil encontrar otro lugar donde el misterio de la cruz hable de un modo más elocuente que aquí, ante este Coliseo.
"Ecce lignum crucis, in quo salus mundi pependit". Salus mundi!

A todos vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, os deseo que viváis este Triduo sacro -Jueves, Viernes, Sábado santo, Vigilia pascual, y luego la Pascua- cada vez con más profundidad, y también que lo testimoniéis.

¡Alabado sea Jesucristo!








DURANTE LA AUDIENCIA CONCEDIDA A VARIOS GRUPOS


DE PEREGRINOS EN LA SALA PABLO VI


Sábado 26 de abril de 2003



143 Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Es para mí motivo de alegría recibiros a todos vosotros, que provenís de Italia, España y Polonia. Os agradezco esta visita y os saludo con afecto.

Saludo, en primer lugar, al presidente, al consejo general, a los consiliarios, a los diversos jefes y a los responsables de la Asociación de guías y scouts católicos italianos (Agesci). Queridos hermanos, no es la primera vez que tengo la oportunidad de encontrarme con vuestra benemérita asociación, y he admirado siempre el entusiasmo juvenil que la distingue, así como su ferviente deseo de seguir fielmente el Evangelio. El escultismo nació como camino educativo, con un método propio muy atractivo para niños, adolescentes y jóvenes, que brinda a los adultos oportunidades concretas para convertirse en educadores.

La Iglesia mira a vuestra asociación con grandes esperanzas, porque es consciente de que es necesario ofrecer a las nuevas generaciones la oportunidad de hacer una experiencia personal de Cristo. Los adultos llamados a ocuparse de la juventud escultista han de ser conscientes de que esta misión les exige, ante todo, ser testigos de Jesucristo y transmitir, con el ejemplo y la palabra, principios y valores evangélicos. Por tanto, han de ser hombres y mujeres arraigados en los principios del escultismo católico y, al mismo tiempo, deben participar activamente en la vida de las comunidades eclesiales y civiles.

Fieles a vuestro carisma, queridos amigos, podréis entablar una relación dinámica y constructiva con las numerosas asociaciones laicales, que enriquecen a la comunidad eclesial. Podréis cooperar activamente con ellas para construir una sociedad renovada, donde reine la paz, fundada en la justicia, en la libertad, en la verdad y en el amor. A estos "pilares" se refiere mi predecesor, el beato Juan XXIII, en la encíclica Pacem in terris, texto fundamental que vuestro consejo general ha elegido este año como valiosa pista de reflexión.

Quisiera concluir exhortándoos a que a la fascinante actividad escultista no le falte el alimento diario de la escucha de la palabra de Dios, de la oración y de una intensa vida sacramental. Estas son las condiciones favorables para hacer de la existencia un don para los demás y un itinerario seguro hacia la santidad.


2. Me complace saludar ahora al grupo de ejecutivos del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), provenientes de España y Latinoamérica, que, en la peregrinación a la ciudad eterna, habéis querido visitar al Sucesor de Pedro. Al daros la bienvenida, envío también mi saludo a los demás componentes de las plantillas que representáis y que con su trabajo colaboran en el desarrollo económico. Este, bien orientado, favorece la convivencia pacífica de los ciudadanos y permite una vida acorde con la dignidad humana. De ese modo, se honra al hombre, "autor, centro y fin de toda la vida económica y social" (Gaudium et spes
GS 63), y se colabora en el designio de Dios.
Deseo recordar que el interés de lucro, aun siendo legítimo, no puede ser el móvil principal o incluso exclusivo de una actividad empresarial o comercial, pues tal actividad debe tener en cuenta los factores humanos y está subordinada a las exigencias morales propias de toda acción humana. Por ello, os invito a hacer de las empresas verdaderas comunidades de personas que buscan la satisfacción de sus intereses económicos en el marco de los postulados de la justicia y la solidaridad, del trabajo responsable y constructivo, y del fomento de las relaciones humanas auténticas y sinceras, y a hacer que estén, además, al servicio de la sociedad (cf. Centesimus annus CA 35).

Al agradeceros esta visita, os animo a seguir llevando adelante el compromiso cristiano en el ámbito de vuestras actividades, testimoniando con las palabras y los hechos las enseñanzas del magisterio eclesial en materia social. Que en ese empeño os acompañe la bendición apostólica, que con afecto os imparto y que con gusto extiendo a vuestras familias y a toda la comunidad laboral que representáis.

3. Queridos hermanos y hermanas, representantes de la Acción católica de Polonia, os doy mi cordial bienvenida a todos. Saludo al consiliario, monseñor Piotr Jarecki, al presidente y a los demás miembros de la presidencia.

Habéis venido a Roma, a las tumbas de los Apóstoles para dar gracias a Dios por los frutos de la actividad de la Acción católica en Polonia después de su reactivación, que se produjo hace diez años. Aunque sea un período de tiempo corto, existen motivos para dar gracias. Sé que la Acción católica en Polonia posee ya una completa estructura organizativa, que comprende la multitud de los laicos que sirven con generosidad a la Iglesia, descubriendo sus propios carismas y los campos de compromiso personal en la obra de evangelización. Hace diez años pedí a los obispos polacos que se esforzaran por restablecer en la Iglesia esta forma de apostolado de los laicos. Hoy puedo decir que han cumplido esa tarea, y vosotros y todos los miembros de la Acción católica sois un magnífico don para toda la comunidad del pueblo de Dios.

144 Como es sabido, la Acción católica nació de los movimientos de renovación religiosa que, en la segunda mitad del siglo XIX, se desarrollaron en numerosos ambientes de laicos católicos. Más tarde, en tiempos del Papa Pío XI, la Acción católica se transformó en una forma activa de participación de los laicos en el apostolado jerárquico de la Iglesia. Las palabras de san Pablo: "instaurare omnia in Christo" -renovarlo todo en Cristo (cf. Ef Ep 1,10)-, se convirtieron en su programa. Gracias a una realización perseverante de este programa de renovación de la realidad de la Iglesia y del mundo "por Cristo, con Cristo y en Cristo", la Acción católica llegó a ser una escuela de formación de los laicos, a los que preparaba para afrontar valientemente la secularización que se estaba difundiendo cada vez con mayor fuerza en el siglo XX.

Me refiero a estos hechos históricos para señalar una cierta analogía entre aquellos comienzos y los comienzos de la reactivación de la Acción católica en Polonia. Como en aquel tiempo, también ahora en el origen de su existencia y de su actividad hay un profundo deseo de los fieles laicos de compartir activamente con los obispos y con los presbíteros su responsabilidad en la vida de la Iglesia y en el anuncio de la buena nueva. No han cambiado tampoco la finalidad y el programa espiritual de su actividad: renovarse a sí mismos, su ambiente, la comunidad de los creyentes y, en fin, el mundo entero, basándose en el amor y en el poder de Cristo. Por último, estos dos comienzos están unidos por el mismo desafío, que implica la secularización de los diversos sectores de la vida social.

Como testigos del Evangelio, afrontad este desafío en todos los ambientes: en la familia, en el lugar de trabajo, en la escuela o en la universidad. Afrontadlo, conscientes de que "el deber y el derecho de los laicos al apostolado derivan de su misma unión con Cristo Cabeza. Incorporados por el bautismo al Cuerpo místico de Cristo y fortalecidos con la fuerza del Espíritu Santo por medio de la confirmación, son destinados al apostolado por el mismo Señor" (Apostolicam actuositatem AA 3).

El deber y el derecho. Precisamente así: tenéis el deber y el derecho de llevar el Evangelio, de testimoniar su actualidad para el hombre contemporáneo y de encender la fe en quienes se alejan de Dios. La Iglesia reconoce vuestro derecho, y os sostiene al ejercerlo, pero al mismo tiempo os recuerda que es vuestro deber. Y os lo recuerdo también yo, refiriéndome al sacramento del bautismo, en el que gracias a la justificación os habéis convertido en apóstoles de la justicia, y a la confirmación, en la cual el Espíritu Santo os ha capacitado para cumplir la función profética en la Iglesia. Sin embargo, es necesario que recordéis que sólo podéis realizar este deber, esta importante tarea, apoyándoos en Cristo. La Acción católica no se puede limitar a actuar en la dimensión social de la Iglesia. Si quiere ser la escuela, la comunidad de la formación de los laicos dispuestos a transformar el mundo basándose en el Evangelio, debe formar su espiritualidad propia.Y si quiere transformar la realidad basándose en Cristo, esta espiritualidad debería fundarse en la contemplación de su rostro. Sin embargo, como escribí en la carta apostólica Novo millennio ineunte, "nuestro testimonio sería enormemente deficiente si no fuésemos nosotros los primeros contempladores de su rostro" (n. 16).

"¡Caminemos con esperanza! Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo. El Hijo de Dios, que se encarnó hace dos mil años por amor al hombre, realiza también hoy su obra. Hemos de aguzar la vista para verla y, sobre todo, debemos tener un gran corazón para convertirnos nosotros mismos en sus instrumentos. (...) Para ello podemos contar con la fuerza del mismo Espíritu, que fue derramado en Pentecostés y que nos impulsa hoy a partir nuevamente sostenidos por la esperanza "que no defrauda" (Rm 5,5)" (ib., 58).

Os bendigo de corazón para que caminéis por este sendero: el sendero de la contemplación del rostro de Cristo, el sendero de la formación de la espiritualidad de la Acción católica basada en esta contemplación, el sendero del apostolado y del testimonio.

4. Amadísimos hermanos y hermanas, a cada uno os aseguro mi recuerdo ante el Señor; os encomiendo a vosotros, a vuestras familias y a las comunidades de las que provenís a la protección materna de María, y de corazón os bendigo a todos.








Discursos 2003 112