Discursos 2004 160

160 4. La falta de esperanza de los jóvenes está muy acentuada hoy, aunque tengan muchos anhelos, como he podido percibir sobre todo durante las Jornadas mundiales de la juventud. En la exhortación apostólica Ecclesia in Europa, afirmé que "en la raíz de la pérdida de la esperanza está el intento de hacer prevalecer una antropología sin Dios y sin Cristo", dando al hombre el lugar de Dios. "El olvido de Dios ha conducido al abandono del hombre" (n. 9). La verdadera educación debe partir de la verdad sobre el hombre, de la afirmación de su dignidad y de su vocación trascendente. Ver a todo joven a través de este prisma antropológico significa querer ayudarle a desarrollar lo mejor de sí mismo, para que realice, ejercitando todas sus capacidades, lo que Dios quiere de él.

5. La comunidad cristiana debe desempeñar también un papel en la actividad educativa. Tiene la tarea de transmitir los valores cristianos y dar a conocer la persona de Cristo, que llama a cada uno a una vida cada vez más hermosa y al descubrimiento de la salvación y de la felicidad que nos ofrece. Los cristianos no han de tener miedo de anunciar a las nuevas generaciones a Cristo, fuente de esperanza y luz en su camino. También deben acoger a los adolescentes y a sus familias, escucharlos y ayudarles, aunque esto sea a menudo exigente. La educación de la juventud es tarea de todas las comunidades cristianas y de toda la sociedad. A nosotros nos corresponde proponerles los valores fundamentales, para que sean responsables de sí mismos y participen en la construcción de la sociedad. Deseo que vuestro simposio dé un nuevo impulso a la actividad educativa en los diferentes países europeos. Encomendándoos a la Virgen María, os imparto a todos la bendición apostólica.









MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II


AL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE BOLONIA


CON OCASIÓN DE LA CONCESIÓN DEL "SIGILLUM MAGNUM"




Al ilustre señor
Profesor PIER UGO CALZOLARI
Rector magnífico
de la Universidad de Bolonia

Con profunda gratitud acepto el homenaje de la Universidad de Bolonia que, con ocasión del XXV aniversario de mi pontificado, ha querido conferirme el Sigillum magnum del Alma mater studiorum. Me siento particularmente honrado por este valioso reconocimiento, considerando que el ateneo boloñés es uno de los más antiguos y famosos del mundo. El ambiente universitario y, de modo especial, los jóvenes estudiantes han ocupado siempre un lugar privilegiado en mi solicitud pastoral. A ellos les he dedicado con entusiasmo muchas energías de mi sacerdocio y de mi episcopado. Luego, como Obispo de Roma, repetidamente me he encontrado con las comunidades académicas en toda ocasión propicia, no sólo en Roma y en Italia, sino también durante mis viajes apostólicos.

Ensanchando aún más el horizonte, me complace pensar que esta muestra de estima está motivada por la atención especial que he reservado a la cultura y a su importancia fundamental para la promoción del hombre y del progreso histórico. "Genus humanum arte et ratione vivit": lo que afirmé en 1980 en París, dirigiéndome a los miembros de la Unesco (Discurso del 2 de junio de 1980, n. 17: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de junio de 1980, p. 13) se lo repito ahora a usted, rector magnífico, dirigiéndome así idealmente a toda la comunidad del Alma mater studiorum de Bolonia. Existe una reciprocidad inseparable entre la educación del hombre y la cultura. En efecto, si la persona humana se educa de acuerdo con la calidad de la cultura en la que vive, también es verdad que el valor de la cultura se mide por su capacidad de hacer crecer al hombre según su altísima vocación, es decir, ayudándole a ser cada vez más hombre (cf. ib., 11).

Por tanto, a la vez que renuevo la expresión de mi gratitud por el don del Sigillum magnum, que conservaré siempre como singular documento de los vínculos que me unen al mundo universitario, lo animo a usted y a todo el senado académico a hacer que la actividad científica y cultural esté impulsada siempre por un sincero amor al hombre y ordenada a su promoción armoniosa e integral.
Con este fin, aseguro un recuerdo particular en la oración y de buen grado invoco sobre usted, sobre los profesores y sobre los alumnos de la Universidad de los estudios de Bolonia la abundancia de las bendiciones celestiales.

Vaticano, 3 de julio de 2004









MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II


A LOS PARTICIPANTES EN UN SEMINARIO


SOBRE POBREZA Y GLOBALIZACIÓN




161 A mi venerable hermano
Cardenal RENATO RAFFAELE MARTINO
Presidente del Consejo pontificio
Justicia y paz

Me ha complacido ser informado del seminario internacional sobre "Pobreza y globalización: financiación para el desarrollo, incluyendo los objetivos para el desarrollo en el milenio", que se celebrará el viernes 9 de julio de 2004 organizado por el Consejo pontificio Justicia y paz. A la vez que expreso mi cordial saludo a su eminencia, a los representantes del Gobierno y a los demás distinguidos participantes, presentes en Roma para esta ocasión, quisiera aseguraros mis oraciones y mi aliento para esta actividad tan importante.

Las condiciones de extrema pobreza que afligen a millones de personas son motivo de gran preocupación para la comunidad internacional. Como es natural, la Iglesia, comprometida en una "opción preferencial por los pobres", comparte esta preocupación y apoya con decisión el plan del milenio de reducir a la mitad, en el año 2015, el número de personas que viven en pobreza.

A través de los numerosos organismos católicos de ayuda y desarrollo, la Iglesia da su contribución a la labor de asistencia, continuando así la obra de Cristo mismo, que vino para anunciar la buena nueva a los pobres, para dar de comer a los que tienen hambre, para servir y no para ser servido. Lo que hace falta ahora es una nueva "creatividad" de la caridad (cf. Novo millennio ineunte
NM 50), a fin de encontrar medios cada vez más eficaces para lograr una distribución más justa de los recursos del mundo.

Ya se ha hecho mucho para reducir el peso de la deuda que aflige a los países pobres, pero es necesario hacer más para que las naciones en vías de desarrollo eviten los efectos paralizantes de la infra-inversión y para que los países desarrollados cumplan su deber de solidaridad con sus hermanos y hermanas menos favorecidos en otras partes del mundo. A corto y medio plazo, un compromiso para incrementar la ayuda procedente del exterior parece el único camino futuro, y por eso la Iglesia recomienda la búsqueda de soluciones innovadoras, como los Servicios internacionales de finanzas. Asimismo, promueve otras iniciativas patrocinadas en muchas partes del mundo tanto por las diversas organizaciones de las Naciones Unidas como por los diferentes gobiernos. Al mismo tiempo, el apoyo económico de las naciones ricas impone al destinatario la obligación de demostrar transparencia y sentido de responsabilidad en el uso de esa ayuda. Confío en que los Gobiernos, tanto de los países ricos como de los pobres, se tomen en serio sus responsabilidades recíprocas y con sus pueblos.

Esperando que vuestros importantes debates den abundantes frutos, invoco la luz del Señor sobre todos los que participan en ese seminario y de corazón imparto mi bendición apostólica.

Vaticano, 5 de julio de 2004







MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II


A LOS PADRES ROGACIONISTAS DEL CORAZÓN DE JESÚS


CON OCASIÓN DE SU CAPÍTULO GENERAL




Al reverendísimo padre

GIORGIO NALIN

162 Superior general de los
Rogacionistas del Corazón de Jesús

1. Lo saludo con alegría y afecto, reverendísimo padre, al igual que a los hermanos que van a reunirse con usted para el décimo capítulo general de la Congregación, que todavía está de fiesta por la reciente canonización del fundador, san Aníbal María di Francia.
Sigue vivo en la memoria de cada uno el recuerdo de la mañana del pasado 16 de mayo cuando, ante una gran multitud que participaba intensamente, tuve la alegría de inscribir en el catálogo de los santos a quien definí "apóstol insigne de la oración por las vocaciones" y "verdadero padre de los huérfanos y de los pobres". Su carisma resplandece ahora con una nueva luz: el padre Aníbal es para todos intercesor y modelo luminoso, cuya presencia viva ante el Padre de las misericordias da a la invocación del corazón renovada confianza de ser escuchada, especialmente mediante la oración a la que Cristo mismo nos invita: "Rogate!" (
Mt 9,38).

2. "Rogate!". Esta es la exhortación del Salvador que, desde los años de su juventud, arrebató y transformó la inteligencia viva y el corazón ardiente de san Aníbal María: "Messis quidem multa, operarii autem pauci. Rogate ergo Dominum messis ut mittat operarios in messem suam" (Mt 9,37-38 Lc 10,2). En estas palabras de Jesús vuestro fundador reconoció un preciso programa de vida y de acción. La misión de los rogacionistas se encuentra delineada plenamente en el programa indicado por el "Rogate", un imperativo ante el cual la mirada de fe dirigida a la mies se hace oración, para que el Señor envíe a ella numerosos obreros.

Esta misión es más actual que nunca al inicio del tercer milenio, y requiere buenos y diligentes apóstoles, entre los cuales precisamente vosotros debéis y queréis ser los primeros. Por tanto, oportunamente deseáis redescubrir e impulsar vuestro carisma, analizando atentamente las necesidades de la Iglesia y del mundo a la luz de la perenne enseñanza de Jesús sobre la importancia fundamental de la oración.

3. "Messis quidem multa, operarii autem pauci". La mies a la que somos enviados se presenta hoy más vasta que nunca. La "aldea global", en la que se ha transformado el mundo, envuelto en la red de las comunicaciones y de intereses políticos, económicos y sociales a menudo opuestos entre sí, revela una necesidad muy urgente de obreros de la reconciliación, testigos de la Verdad que salva y constructores de la única paz verdadera y duradera, fundada en la justicia y el perdón.

Además, si la mirada pasa a escrutar los abismos del corazón, el deseo y la espera de la vida que viene de lo Alto, nos parecen aún más amplios y profundos. Ante esas urgencias tan grandes nuestras fuerzas resultan insuficientes. "Operarii autem pauci". Como brotó en el corazón de los discípulos ante la multitud hambrienta, del mismo modo brota en nuestra alma la pregunta que san Aníbal advirtió intensamente, considerando las necesidades del barrio pobre donde había elegido vivir y trabajar, Aviñón de Mesina: "¿Dónde podremos encontrar en un desierto pan suficiente para saciar a una multitud tan grande?" (Mt 15,33).

El pan de la justicia y de la paz sólo puede venir de lo Alto: por eso la más radical de todas las necesidades es la de "obreros", de los que habla Jesús: hombres y mujeres que se dediquen con celo a transmitir al mundo la Palabra de la vida, invitando a los corazones a la conversión, ofreciendo el don divino de la gracia para construir puentes de solidaridad y condiciones de justicia, en las que pueda expresarse la dignidad plena de toda existencia humana.

4. "Rogate ergo Dominum messis ut mittat operarios in messem suam": es Jesús quien nos indica con estas palabras lo que es necesario hacer para responder a la vasta labor que es preciso realizar. Ante todo, orar: "Rogate ergo!". La oración es la raíz fecunda y el alimento indispensable de toda acción que quiera ser eficaz para el reino de Dios. Orando se puede obtener del Señor obreros que aren el terreno, preparen el surco, arrojen la semilla, velen por su crecimiento y recojan el fruto de las espigas maduras. Al orar se redescubre el primado de la dimensión contemplativa de la existencia, y se obtiene fuerza de la fe que vence al mundo. Hoy, después del fracaso de las ideologías totalitarias de la época moderna, la fe se presenta cada vez con mayor claridad como ancla de salvación más necesaria y urgente que nunca.

"Rogate": con esta invitación Jesús pide que toda nuestra vida se convierta en oración, y que la oración se transforme en vida de testigos creíbles y enamorados de él y de su Evangelio. Pedir por los buenos obreros quiere decir tratar de ser buenos obreros, conformando continuamente a las exigencias del seguimiento de Cristo las opciones del corazón y las obras de la vida. La llamada a la vocación universal a la santidad, que volví a proponer en la carta apostólica Novo millennio ineunte (cf. nn. 30-31), resuena con particular fuerza para los apóstoles del "Rogate", cuya misión consiste en entregarse sin reservas a orar diariamente por las vocaciones, propagando por doquier este espíritu de oración y promoviendo todas las vocaciones, como obreros humildes y fieles al servicio de la venida del reino de Dios.

163 5. Queridos rogacionistas, la Iglesia y el mundo esperan de vosotros una renovada fidelidad al carisma de apóstoles del "Rogate" que os caracteriza. Por tanto, con toda la pasión que el Espíritu encenderá en vuestros corazones, vivid la alegría de vuestra llamada, y no permitáis que falte al pueblo de Dios y a la humanidad entera lo que pidió el Redentor en persona: "Rogate!".

Trabajad sin descanso por el bien temporal y espiritual del prójimo, a ejemplo de vuestro padre fundador, mediante la educación y la santificación de los niños y los muchachos, la evangelización, la promoción humana y la ayuda a los más pobres (cf. Constituciones, 5). Sabed que al anunciar el Evangelio a las jóvenes generaciones servís a la causa por la cual toda vuestra existencia se hace oración y merece gastarse.

Ojalá que el compromiso de la evangelización, desde el primer anuncio hasta la catequesis, juntamente con el generoso servicio a los más débiles, en especial a los muchachos y a los jóvenes que no tienen familia o apoyo educativo, sea vuestra preocupación diaria, el modo concreto, activo y fiel de preparar el terreno para que florezcan las semillas de vocación que el Señor siembra abundantemente en la mies, en respuesta a la invocación convencida y fiel de la oración.

El impulso misionero es intrínseco a la identidad de los apóstoles del "Rogate!".La contemplación de la "mies, que es mucha", y de los "obreros, que son pocos", no puede por menos de abrir el corazón al anhelo de la evangelización universal de los pueblos. Por eso, con razón vuestro fundador deseó desde el principio que sus hijos estuvieran atentos y dispuestos a la "missio ad gentes".

6. Invoco la asistencia del Espíritu sobre el discernimiento que estáis llevando a cabo en vuestros trabajos capitulares y sobre las decisiones que broten de ellos.

Que María, la Virgen Madre, tiernamente amada por san Aníbal María di Francia, sea la estrella de un renovado impulso en vuestra misión al comienzo del nuevo milenio. Ella, Virgo fidelis, os obtenga la fidelidad de la escucha, la intensidad de la fe, la perseverancia de la oración y el gusto por el silencio interior y la contemplación de Dios. La Madre del Amor hermoso os sostenga en el ejercicio de vuestro apostolado diario. Interceda por vosotros san Aníbal, ejemplo admirable de entrega total a la causa del "Rogate".

Con estos deseos, de corazón le imparto a usted, querido padre, y a los hermanos capitulares mi bendición, que de buen grado extiendo a las Hijas del Divino Celo, las cuales comparten vuestro carisma y también están a punto de iniciar su capítulo general, así como a los laicos que se inspiran en vuestra espiritualidad y en vuestra misión, y a todos los que se benefician de ellas para la gloria de Dios y la salvación de las almas.

Vaticano, 26 de junio de 2004







ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II


AL ALCALDE Y LA JUNTA DE INTROD


Sábado 17 de julio de 2004



Antes de dejar este lugar tan hermoso, donde he podido pasar un tiempo de descanso reconfortante, siento la necesidad de expresarle mi más sincero agradecimiento a usted, señor alcalde, a la Junta y a todo el Concejo municipal de Introd por la cordial acogida que me han dispensado a mí y a mis colaboradores.

Extiendo la expresión de estos sentimientos de gratitud a quienes, de diversas maneras, han cooperado en el sereno desarrollo de mi estancia aquí, en Les Combes, entre las montañas del Valle de Aosta.

164 Me dispongo ahora a partir hacia Castelgandolfo, conservando en la mente y en el corazón el recuerdo de las numerosas atenciones que me han reservado. Por esto me siento profundamente agradecido también con vosotros. Pido al Señor, cuya omnipotente providencia se refleja bien en estos paisajes alpinos, que siga protegiendo a la comunidad y a los administradores de Introd. Que, desde lo alto de esta montaña, amadísimos hermanos y hermanas, la "Virgen del Gran Paraíso" vele sobre vosotros. Por mi parte, os aseguro un recuerdo especial en la oración, a la vez que con afecto os bendigo a todos y a cada uno.











ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II


A LAS FUERZAS DE SEGURIDAD


Sábado 17 de julio de 2004



Dentro de poco partiré hacia Roma y, antes de despedirme de estos lugares, permitidme que os renueve la expresión de mis sentimientos más cordiales, queridos dirigentes, funcionarios y agentes de la Policía del Estado, de los Carabineros, de la Guardia de finanza, de la Policía penitenciaria y de la Guardia forestal. Durante estos días habéis sido para mí como "ángeles custodios": con eficacia y discreción habéis velado por el buen desarrollo de mi estancia en el Valle de Aosta. Por eso os doy las gracias de corazón.
También os expreso mi agradecimiento a vosotros, queridos responsables y agentes de la Gendarmería vaticana, siempre solícitos en el cumplimiento de vuestro deber.

Conservaré vivo el recuerdo del tiempo que he pasado aquí, en Les Combes, y del clima sereno que también vosotros habéis contribuido a mantener en torno a este chalé y en las localidades vecinas. He apreciado mucho vuestro arduo servicio. Sé bien cuántos sacrificios, molestias y renuncias implica, y me he dado cuenta de la gran competencia y generosidad con que lo cumplís. Dios os recompense y os asista siempre con su celestial protección. Os aseguro un recuerdo especial en la oración a vosotros y a vuestras familias, a la vez que os bendigo con afecto.









                                                                               Agosto de 2004






ANTES DE LA MISA CON OCASIÓN DEL XXVI ANIVERSARIO


DE LA MUERTE DEL PAPA PABLO VI


Capilla privada del Palacio Pontificio - Castelgandolfo

Viernes 6 de agosto de 2004

Fiesta de la Transfiguración del Señor

. Amadísimos hermanos, este día, en el que se celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor, nos trae el recuerdo del querido y venerado siervo de Dios, el Papa Pablo VI: la tarde del 6 de agosto de 1978, precisamente en esta casa, concluyó su jornada terrena. Fiel imitador de su Señor, tenía en su corazón la luz del Tabor, y con esa luz caminó hasta el final, llevando su cruz con alegría evangélica.

El 6 de agosto no es sólo el aniversario de su muerte, sino también de su primera encíclica, Ecclesiam suam, que lleva la fecha de la Transfiguración de hace cuarenta años. En ese memorable documento, Pablo VI trazó las líneas fundamentales del programa de su pontificado.

165 En esta celebración eucarística damos gracias una vez más a Dios por haber donado a la Iglesia a este inolvidable pastor. Encomendándonos a la intercesión de María santísima, pidamos al Señor que la Iglesia de hoy y de mañana atesore siempre sus ejemplos y sus enseñanzas.





PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA A LOURDES


EN LA CEREMONIA DE BIENVENIDA


EN EL AEROPUERTO DE TARBES


Sábado 14 de agosto de 2004



Señor presidente;
queridos hermanos en el episcopado;
ilustres autoridades aquí reunidas:

1. Bendigo al Señor que me permite volver, una vez más, a esta amada tierra de Francia y expresaros a todos mis mejores deseos de gracia y paz. El motivo de mi visita es la celebración del 150° aniversario de la definición del dogma de la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María.

Deseo unirme, con íntima participación, a los millones de peregrinos que, desde todas las partes del mundo, llegan cada año a Lourdes, para encomendar a la Madre del Señor las intenciones que llevan en su corazón y pedir su ayuda y su intercesión.

2. Al acudir a ese lugar bendito, deseo expresarle desde ahora mi cordial saludo a su excelencia, señor presidente, así como a todos los hijos e hijas de su noble país, que precisamente en estos días recuerda el 60° aniversario del "desembarco de Provenza". Ojalá que estas celebraciones favorezcan la concordia entre los pueblos y sirvan para renovar su compromiso común en la búsqueda y construcción de la paz.

Recuerdo con alegría mis anteriores visitas a Francia y también aprovecho de buen grado esta ocasión para rendir homenaje al gran patrimonio de cultura y de fe que ha marcado su historia. En efecto, no puedo olvidar los grandes santos de vuestra tierra, los ilustres maestros del pensamiento cristiano, las escuelas de espiritualidad, los numerosos misioneros que han dejado su patria para llevar por todo el mundo el anuncio de nuestro Señor Jesucristo. Y miro con confianza a la comunidad cristiana de hoy, que acepta con generosidad la invitación a animar nuestro tiempo con la sabiduría y la esperanza que brotan del Evangelio.

3. La Iglesia católica, respetando las responsabilidades y las competencias de cada uno, desea aportar a la sociedad su contribución específica con vistas a la construcción de un mundo en el que los grandes ideales de libertad, igualdad y fraternidad puedan constituir la base de la vida social, en la búsqueda y la promoción incesante del bien común.

Encomiendo estos deseos a la intercesión de la joven Bernardita Soubirous, humilde hija de la tierra de Bigorre, e imploro sobre todo el país, por la intervención maternal de la Virgen María, las bendiciones de Dios, prenda de un presente y de un futuro de prosperidad y paz.







PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA A LOURDES

ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II

A LOS ENFERMOS


166

Sábado 14 de agosto de 2004



Al llegar a la gruta de Massabielle, deseo dirigir mi primer saludo a los enfermos, que vienen en número cada vez mayor a este santuario, así como a quienes los acompañan, a quienes los asisten y a sus familias.

Estoy con vosotros, queridos hermanos y hermanas, como peregrino ante la Virgen. Hago mías vuestras oraciones y vuestras esperanzas. Comparto con vosotros un tiempo de la vida marcado por el sufrimiento físico, pero no por esto menos fecundo en el admirable plan de Dios. Juntamente con vosotros pido por los que se han encomendado a nuestra oración.

Para mi ministerio apostólico, siempre he tenido gran confianza en la ofrenda, en la oración y en el sacrificio de los que sufren. Os pido que os unáis a mí, durante esta peregrinación, para presentar a Dios, por intercesión de la Virgen María, todas las intenciones de la Iglesia y del mundo.

Queridos hermanos y hermanas enfermos, quisiera abrazaros con afecto a cada uno y deciros que me siento muy cercano y solidario con vosotros. Lo hago espiritualmente, encomendándoos al amor maternal de la Madre del Señor, y pidiéndole que os obtenga las bendiciones y las consolaciones de su Hijo Jesús.





PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA A LOURDES

ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II

AL INICIO DEL ROSARIO EN LA GRUTA DE LOURDES


Sábado 14 de agosto de 2004



Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Al arrodillarme aquí, en la gruta de Massabielle, siento con emoción que he llegado a la meta de mi peregrinación. Esta gruta, donde se apareció la Virgen María, es el corazón de Lourdes. Hace pensar en la cueva del monte Horeb, donde Elías se encontró con el Señor, que le habló en el "susurro de una brisa suave" (1R 19,12).

Aquí la Virgen invitó a Bernardita a rezar el rosario, desgranando ella misma las cuentas. Así, esta gruta se ha convertido en la cátedra de una sorprendente escuela de oración, en la que María enseña a todos a contemplar con ardiente amor el rostro de Cristo.

Por eso, Lourdes es el lugar donde oran de rodillas los creyentes de Francia y de muchas otras naciones de Europa y del mundo entero.

2. Esta tarde, también nosotros, peregrinos en Lourdes, queremos recorrer de nuevo, orando juntamente con la Virgen, los "misterios" en los que Jesús se manifiesta "como luz del mundo". Recordemos su promesa: "El que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12).

167 Queremos aprender de la humilde esclava del Señor la disponibilidad dócil a la escucha y el esfuerzo generoso por acoger en nuestra vida la enseñanza de Cristo.

En particular, meditando en la participación de la Madre del Señor en la misión redentora de su Hijo, os invito a orar por las vocaciones al sacerdocio y a la virginidad por el reino de Dios, a fin de que los que han sido llamados respondan con disponibilidad y perseverancia.

3. Contemplando a la santísima Virgen María, digamos con Bernardita: "Mi buena Madre, ten misericordia de mí; me entrego totalmente a ti, para que me des a tu Hijo querido, al que quiero amar con todo mi corazón. Mi buena Madre, dame un corazón que arda completamente por Jesús".

ORACIÓN AL FINAL DEL SANTO ROSARIO




¡Dios te salve, María,
mujer pobre y humilde
bendecida por el Altísimo!
Virgen de la esperanza,
profecía de los tiempos nuevos,
nos asociamos a tu cántico de alabanza
para celebrar las misericordias del Señor,
para anunciar la venida del Reino
168 y la liberación total del hombre.

¡Dios te salve, María,
humilde esclava del Señor,
gloriosa Madre de Cristo!
Virgen fiel,
morada santa del Verbo,
enséñanos a perseverar en la escucha de la Palabra,
y a ser dóciles a la voz del Espíritu,
atentos a sus sugerencias
en la intimidad de nuestra conciencia
y a sus manifestaciones
169 en los acontecimientos de la historia.

¡Dios te salve, María,
mujer de dolor,
Madre de los vivientes!
Virgen esposa al pie de la cruz,
nueva Eva,
sé nuestra guía por las sendas del mundo;
enséñanos a vivir
y a difundir el amor de Cristo;
enséñanos a estar contigo
al pie de las innumerables cruces
170 en las que tu Hijo se encuentra aún crucificado.

¡Dios te salve, María,
mujer de fe,
la primera de los discípulos!
Virgen, Madre de la Iglesia,
ayúdanos a dar siempre razón
de nuestra esperanza,
confiando en la bondad del hombre
y en el amor del Padre.
Enséñanos a construir el mundo desde dentro:
en la profundidad del silencio y de la oración,
171 en la alegría del amor fraterno,
en la fecundidad insustituible de la cruz.

Santa María, Madre de los creyentes
Nuestra Señora de Lourdes,
ruega por nosotros.
Amén.





PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA A LOURDES

ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II

AL INICIO DE LA PROCESIÓN DE ANTORCHAS


Sábado 14 de agosto de 2004



Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Al aparecerse a Bernardita en la gruta de Massabielle, la Virgen María entabló un diálogo entre el cielo y la tierra, que se ha prolongado a lo largo del tiempo y que dura aún. María pidió a la joven que se viniera aquí en procesión, como para significar que este diálogo no podía limitarse a las palabras, sino que debía traducirse en un caminar con ella en la peregrinación de la fe, la esperanza y el amor.

Desde hace más de un siglo, en Lourdes el pueblo cristiano responde fielmente a esa invitación materna poniéndose cada día en camino en pos de Cristo Eucaristía y realizando por la tarde una procesión con antorchas entre cantos y oraciones en honor de la Madre del Señor.

Este año, también el Papa se une a vosotros en este acto de devoción y amor a la Virgen santísima, la mujer gloriosa del Apocalipsis, con una corona de doce estrellas sobre su cabeza (cf. Ap Ap 12,1). Llevando en las manos la antorcha encendida, recordamos y profesamos nuestra fe en Cristo resucitado. De él toda nuestra vida recibe luz y esperanza.

172 2. Queridos hermanos y hermanas, os encomiendo una intención particular para la oración de esta tarde: invocad conmigo a la Virgen María a fin de que obtenga al mundo el don tan anhelado de la paz.

Que broten en nosotros sentimientos de perdón y fraternidad. Que se depongan las armas y se apaguen en nuestros corazones el odio y la violencia.

Que todo hombre vea en el otro no un enemigo al que es preciso combatir, sino un hermano al que hay que acoger y amar, para construir juntos un mundo mejor.

3. Invoquemos todos a la Reina de la paz y renovemos nuestro compromiso al servicio de la reconciliación, del diálogo y de la solidaridad. Así mereceremos la bienaventuranza que el Señor ha prometido a "los que trabajan por la paz" (
Mt 5,9).

Os acompaño con mi oración y mi bendición.

¡Que Dios os bendiga!





JUAN PABLO II


AUDIENCIA GENERAL


Miércoles 25 de agosto de 2004

Celebración de la Palabra para la veneración

y la entrega del icono de la Madre de Dios de Kazan

Homilía

: Amadísimos hermanos y hermanas:

173 1. Como anuncié el domingo pasado, nuestro tradicional encuentro semanal asume hoy una fisonomía particular. En efecto, nos hallamos reunidos en oración ante el venerado icono de la Madre de Dios de Kazan, que está a punto de emprender el viaje de regreso a Rusia, de donde partió un día lejano.

Después de atravesar diversos países y de detenerse durante largo tiempo en el santuario de Fátima, en Portugal, hace más de diez años llegó providencialmente a la casa del Papa. Desde entonces ha estado conmigo y ha acompañado con mirada maternal mi servicio diario a la Iglesia.

¡Cuántas veces, desde aquel día, he invocado a la Madre de Dios de Kazan, pidiéndole que proteja y guíe al pueblo ruso, que le tiene tanta devoción, y que apresure el momento en que todos los discípulos de su Hijo, reconociéndose hermanos, restablezcan plenamente la unidad rota!

2. Desde el inicio, deseaba que este santo icono volviera a la tierra de Rusia, donde -según acreditados testimonios históricos- durante muchísimos años fue objeto de profunda veneración por parte de enteras generaciones de fieles. En torno al icono de la Madre de Dios de Kazan se ha desarrollado la historia de ese gran pueblo.

Rusia es una nación cristiana desde hace muchos siglos; es la Santa Rus'.Incluso cuando fuerzas enemigas se encarnizaron contra la Iglesia e intentaron borrar de la vida de los hombres el santo nombre de Dios, ese pueblo permaneció profundamente cristiano, testimoniando en muchos casos con la sangre su fidelidad al Evangelio y a los valores que inspira.

Por eso, juntamente con vosotros, doy gracias con particular emoción a la divina Providencia, que me concede hoy enviar al venerado patriarca de Moscú y de todas las Rusias el don de este santo icono.

3. Esta antigua imagen de la Madre del Señor expresará a Su Santidad Alexis II y al venerado Sínodo de la Iglesia ortodoxa rusa el afecto que el Sucesor de Pedro siente por ellos y por todos los fieles que les han sido encomendados. Expresará su estima por la gran tradición espiritual que conserva la santa Iglesia rusa. Expresará el deseo y el firme propósito del Papa de Roma de avanzar juntamente con ellos por el camino del conocimiento mutuo y de la reconciliación, para apresurar el día de la plena unidad de los creyentes por la que nuestro Señor Jesucristo oró ardientemente (cf. Jn
Jn 17,20-22).

Amadísimos hermanos y hermanas, invocad junto conmigo la intercesión de la santísima Virgen María, mientras entrego su icono a la delegación que, en mi nombre, la llevará a Moscú.



Oración del Santo Padre


¡Bendita seas, oh gloriosa Madre de Jesús, que "precedes al pueblo de Dios por los caminos de la fe, del amor y de la unión con Cristo"! (cf. Lumen gentium LG 63). Te llaman bienaventurada todas las generaciones, porque "el Poderoso ha hecho obras grandes en ti y su nombre es santo" (cf. Lc Lc 1,48-49).

Bendita y alabada seas, ¡oh Madre!, en tu icono de Kazan, en el que desde siglos estás rodeada por la veneración y el amor de los fieles ortodoxos, habiéndote convertido en protectora y testigo de las singulares obras de Dios en la historia del pueblo ruso, al que todos nosotros apreciamos mucho.

La Providencia divina, que tiene el poder de vencer el mal y sacar el bien incluso de las maldades de los hombres, ha hecho que tu santo icono, desaparecido en tiempos lejanos, apareciese de nuevo en el santuario de Fátima, en Portugal. Posteriormente, por voluntad de personas devotas tuyas, fue traído a la casa del Sucesor de Pedro.


Discursos 2004 160