Audiencias 2004 33

33 El orante recuerda entonces de qué manera imploró al Señor (cf. vv. 9-11): gritó, pidió ayuda, suplicó que le librara de la muerte, aduciendo como razón el hecho de que la muerte no produce ninguna ventaja a Dios, dado que los muertos no pueden ensalzarlo y ya no tienen motivos para proclamar su fidelidad, al haber sido abandonados por él.

Volvemos a encontrar esa misma argumentación en el salmo 87, en el cual el orante, que ve cerca la muerte, pregunta a Dios: "¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia o tu fidelidad en el reino de la muerte?" (
Ps 87,12). De igual modo, el rey Ezequías, gravemente enfermo y luego curado, decía a Dios: "Que el seol no te alaba ni la muerte te glorifica (...). El que vive, el que vive, ese te alaba" (Is 38,18-19).

Así expresaba el Antiguo Testamento el intenso deseo humano de una victoria de Dios sobre la muerte y refería diversos casos en los que se había obtenido esta victoria: gente que corría peligro de morir de hambre en el desierto, prisioneros que se libraban de la condena a muerte, enfermos curados, marineros salvados del naufragio (cf. Ps 106,4-32). Sin embargo, no se trataba de victorias definitivas. Tarde o temprano, la muerte lograba prevalecer.

La aspiración a la victoria, a pesar de todo, se ha mantenido siempre y al final se ha convertido en una esperanza de resurrección. La satisfacción de esta fuerte aspiración ha quedado garantizada plenamente con la resurrección de Cristo, por la cual nunca daremos gracias a Dios suficientemente.

Saludos

Saludo cordialmente a los visitantes venidos de España y de América Latina, en especial a los pequeños grupos familiares españoles, a los peregrinos mexicanos de Saltillo, así como a los de otros países latinoamericanos. Invito a todos a seguir fielmente a Cristo, siendo testigos de la vida nueva que él nos ha dado con su resurrección. Muy agradecido.


Saludó cordialmente a sus compatriotas. Se alegró de forma especial por la presencia de un numeroso grupo de niños de primera Comunión, de la iglesia de San Estanislao, en Roma. Y añadió:
Encomiendo a Dios a todos los niños que en este tiempo reciben a Cristo en su corazón por primera vez. Les deseo que cultiven el espíritu de fe de sus padres y de sus seres queridos. Ojalá que aprendan a amar a Jesús con toda su alma, y, con la ayuda de la Virgen, perseveren siempre en la fe.
. Dio una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana y añadió:
A ellos y a todos los presentes renuevo la invitación a orar por la paz en el mundo, especialmente en Irak y en Oriente Medio. Quiera Dios que, con el apoyo de la comunidad internacional, aquellas queridas poblaciones avancen con decisión por el camino de la reconciliación, el diálogo y la cooperación

Me dirijo, por último, a vosotros jóvenes, enfermos y recién casados. Mañana se celebra la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María de Fátima. Queridísimos hermanos, os exhorto a dirigiros incesantemente y con confianza a la Virgen, encomendándole a ella todas vuestras necesidades.






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Miércoles 19 de mayo de 2004

Acción de gracias de un pecador perdonado

1. "Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado". Esta bienaventuranza, con la que comienza el salmo 31, recién proclamado, nos hace comprender inmediatamente por qué la tradición cristiana lo incluyó en la serie de los siete salmos penitenciales. Después de la doble bienaventuranza inicial (cf. vv. 1-2), no encontramos una reflexión genérica sobre el pecado y el perdón, sino el testimonio personal de un convertido.

La composición del Salmo es, más bien, compleja: después del testimonio personal (cf. vv. 3-5) vienen dos versículos que hablan de peligro, de oración y de salvación (cf. vv. 6-7); luego, una promesa divina de consejo (cf. v. 8) y una advertencia (cf. v. 9); por último, un dicho sapiencial antitético (cf. v. 10) y una invitación a alegrarse en el Señor (cf. v. 11).

2. Nos limitamos ahora a comentar algunos elementos de esta composición. Ante todo, el orante describe su dolorosísima situación de conciencia cuando "callaba" (cf. v. 3): habiendo cometido culpas graves, no tenía el valor de confesar a Dios sus pecados. Era un tormento interior terrible, descrito con imágenes impresionantes. Sus huesos casi se consumían por una fiebre desecante, el ardor febril mermaba su vigor, disolviéndolo; y él gemía sin cesar. El pecador sentía que sobre él pesaba la mano de Dios, consciente de que Dios no es indiferente ante el mal perpetrado por su criatura, porque él es el custodio de la justicia y de la verdad.

3. El pecador, que ya no puede resistir, ha decidido confesar su culpa con una declaración valiente, que parece anticipar la del hijo pródigo de la parábola de Jesús (cf. Lc 15,18). En efecto, ha dicho, con sinceridad de corazón: "Confesaré al Señor mi culpa". Son pocas palabras, pero que brotan de la conciencia; Dios responde a ellas inmediatamente con un perdón generoso (cf. Ps 31,5).

El profeta Jeremías refería esta llamada de Dios: "Vuelve, Israel apóstata, dice el Señor; no estará airado mi semblante contra vosotros, porque soy piadoso, dice el Señor. No guardo rencor para siempre. Tan sólo reconoce tu culpa, pues has sido infiel al Señor tu Dios" (Jr 3,12-13).
De este modo, delante de "todo fiel" arrepentido y perdonado se abre un horizonte de seguridad, de confianza y de paz, a pesar de las pruebas de la vida (cf. Ps 31,6-7). Puede volver el tiempo de la angustia, pero la crecida de las aguas caudalosas del miedo no prevalecerá, porque el Señor llevará a su fiel a un lugar seguro: "Tú eres mi refugio: me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación" (v. 7).

4. En ese momento, toma la palabra el Señor y promete guiar al pecador ya convertido. En efecto, no basta haber sido purificados; es preciso, luego, avanzar por el camino recto. Por eso, como en el libro de Isaías (cf. Is 30,21), el Señor promete: "Te enseñaré el camino que has de seguir" (Ps 31,8) e invita a la docilidad. La llamada se hace apremiante, sazonada con un poco de ironía mediante la llamativa imagen del caballo y del mulo, símbolos de obstinación (cf. v. 9). En efecto, la verdadera sabiduría lleva a la conversión, renunciando al vicio y venciendo su oscura fuerza de atracción. Pero lleva, sobre todo, a gozar de la paz que brota de haber sido liberados y perdonados.

San Pablo, en la carta a los Romanos, se refiere explícitamente al inicio de este salmo para celebrar la gracia liberadora de Cristo (cf. Rm 4,6-8). Podríamos aplicarlo al sacramento de la reconciliación. En él, a la luz del Salmo, se experimenta la conciencia del pecado, a menudo ofuscada en nuestros días, y a la vez la alegría del perdón. En vez del binomio "delito-castigo" tenemos el binomio "delito-perdón", porque el Señor es un Dios "que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado" (Ex 34,7).

35 5. San Cirilo de Jerusalén (siglo IV) utilizó el salmo 31 para enseñar a los catecúmenos la profunda renovación del bautismo, purificación radical de todo pecado (Procatequesis n. 15). También él ensalzó, a través de las palabras del salmista, la misericordia divina. Con sus palabras concluimos nuestra catequesis: "Dios es misericordioso y no escatima su perdón. (...) El cúmulo de tus pecados no superará la grandeza de la misericordia de Dios; la gravedad de tus heridas no superará la habilidad del supremo Médico, con tal de que te abandones a él con confianza.
Manifiesta al Médico tu enfermedad, y háblale con las palabras que dijo David: "Reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado". Así obtendrás que se hagan realidad estas otras palabras: "Tú has perdonado la maldad de mi corazón"" (Le catechesi, Roma 1993, pp. 52-53).

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de España y de América Latina, especialmente al grupo de seminaristas del seminario menor de la Asunción, de Santiago de Compostela. Invito a todos a abandonarse con fe en Dios y en su misericordia.


(En lengua croata Su Santidad saludó a los fieles de la Misión católica croata en Düsseldorf, Alemania, y añadió)
La liturgia de las Horas es el canto de alegría de los que han experimentado la misericordia de Dios, el canto de fiesta de la Iglesia, que en los sacramentos ha recibido la prenda de la vida eterna y de una alegría perenne en el Señor.

(A los participantes en la "Peregrinación de los pueblos")
Saludo cordialmente a los numerosos peregrinos que participan en la gran "Peregrinación de los pueblos" en Mariazell para orar por Europa: peregrinos procedentes de Bosnia y Herzegovina, de Croacia, de Austria, de Polonia, de Eslovaquia, de la República Checa, de Hungría y de otros países. Estoy espiritualmente cerca de vosotros. Dirijo un saludo en particular a los jefes de Estado, a los cardenales, a los obispos y a los sacerdotes que participan en la liturgia festiva en Mariazell. Con vosotros y por vosotros oro por un tiempo de bendición, en el que todos los hombres convivan en paz y bienestar. Los valores que aporta nuestra santa fe cristiana son la mejor base para este objetivo.

Queridos peregrinos, os envío como legado a mi más íntimo colaborador, el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado. En el santuario de la "Magna Mater Austriae, Magna Domina Hungarorum, Alma Mater Gentium Slavorum", él presidirá vuestras oraciones y vuestros cantos. Está en juego algo muy importante: el futuro de este continente. Os agradezco a todos vuestro compromiso, en particular vuestras oraciones y vuestros sacrificios. Que la salvación de Dios sea vuestra recompensa. Os acompañe su bendición.

(En italiano)
Deseo saludar, por último, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. En la víspera de la fiesta de la Ascensión del Señor, os invito, queridos jóvenes presentes, especialmente al nutrido grupo procedente de la archidiócesis de Brindis-Ostuni y a los numerosos estudiantes de la provincia de Tarento, a vivir siempre orientados hacia el cielo, poniendo en primer lugar las "cosas de arriba". A vosotros, queridos enfermos, os exhorto a confiar en Jesús crucificado, con la certeza de que, si lo seguimos fielmente en la tierra, participaremos en su gloria en el cielo. A vosotros, queridos recién casados, os deseo que crezcáis cada vez más en el conocimiento de Cristo y en la escucha de su palabra, para que su Espíritu renueve constantemente vuestro amor.





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Miércoles 26 de mayo de 2004

El juicio de Dios

1. El cántico que acabamos de elevar al "Señor Dios omnipotente" y que se reza en la Liturgia de las Vísperas, es fruto de la selección de algunos versículos de los capítulos 11 y 12 del Apocalipsis. El ángel ya ha tocado la última de las siete trompetas que resuenan en este libro de lucha y esperanza. Entonces, los veinticuatro ancianos de la corte celestial, que representan a todos los justos de la antigua y la nueva Alianza (cf. Ap 4,4 Ap 11,16), entonan un himno que tal vez ya se usaba en las asambleas litúrgicas de la Iglesia primitiva. Adoran a Dios, señor del mundo y de la historia, dispuesto ya a instaurar su reino de justicia, de amor y de verdad.

En esta oración se percibe el latido del corazón de los justos, que aguardan en la esperanza la venida del Señor para hacer más luminosa la situación de la humanidad, a menudo inmersa en las tinieblas del pecado, de la injusticia, de la mentira y de la violencia.

2. El canto que entonan los veinticuatro ancianos hace referencia a dos salmos: el salmo 2, que es un himno mesiánico (cf. Ps 2,1-5), y el salmo 98, que celebra la realeza divina (cf. Ps 98,1). De ese modo se consigue el objetivo de ensalzar el juicio justo y decisivo que el Señor está a punto de realizar sobre toda la historia humana.

Son dos los aspectos de esta intervención benéfica, como son dos los rasgos que definen el rostro de Dios. Ciertamente, es juez, pero también es salvador; condena el mal, pero recompensa la fidelidad; es justicia, pero sobre todo amor.

Es significativa la identidad de los justos, salvados ya en el reino de Dios. Se dividen en tres clases de "siervos" del Señor, a saber, los profetas, los santos y los que temen su nombre (cf. Ap 11,18). Es una especie de retrato espiritual del pueblo de Dios, según los dones recibidos en el bautismo y que se han hecho fructificar en la vida de fe y de amor. Ese perfil se realiza tanto en los pequeños como en los grandes (cf. Ap 19,5).

3. Como ya hemos dicho, en la elaboración de este himno se han utilizado también otros versículos del capítulo 12, que se refieren a una escena grandiosa y gloriosa del Apocalipsis. En ella se enfrentan la mujer que ha dado a luz al Mesías y el dragón de la maldad y la violencia. En ese duelo entre el bien y el mal, entre la Iglesia y Satanás, de improviso resuena una voz celestial que anuncia la derrota del "Acusador" (cf. Ap 12,10). Este nombre es la traducción del nombre hebreo Satán, dado a un personaje que, según el libro de Job, es miembro de la corte celestial de Dios, donde forma parte del Ministerio público (cf. Jb 1,9-11 Jb 2,4-5 Za 3,1).

Él "acusaba a nuestros hermanos ante nuestro Dios día y noche", es decir, ponía en duda la sinceridad de la fe de los justos. Ahora es vencido el dragón satánico y la causa de su derrota es "la sangre del Cordero" (Ap 12,11), la pasión y la muerte de Cristo redentor.

A su victoria se asocia el testimonio del martirio de los cristianos. Los fieles que no han dudado en "despreciar su vida ante la muerte" (Ap 12,11) participan íntimamente en la obra redentora del Cordero. El pensamiento va a las palabras de Cristo: "El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna" (Jn 12,25).

4. El solista celeste que ha entonado el cántico lo concluye invitando a todo el coro de los ángeles a unirse al himno de alegría por la salvación obtenida (cf. Ap 12,12). Nosotros nos asociamos a esa voz en nuestra acción de gracias, gozosa y llena de esperanza, aun en medio de las pruebas que marcan nuestro camino hacia la gloria.

37 Lo hacemos escuchando las palabras que el mártir san Policarpo dirigió al "Señor Dios omnipotente" cuando ya estaba atado y preparado para la hoguera: "Señor Dios todopoderoso, Padre de tu amado y bendito Hijo Jesucristo..., bendito seas por haberme considerado digno de ser inscrito, este día y en esta hora, en el número de los mártires, con el cáliz de tu Cristo para la resurrección a la vida eterna de alma y cuerpo en la incorruptibilidad del Espíritu Santo. Haz que sea acogido hoy entre ellos, en tu presencia, como pingüe y grato sacrificio, tal como tú, el Dios verdadero y ajeno a la mentira, de antemano dispusiste, manifestaste y realizaste. Por eso, sobre todo, yo te alabo, te bendigo, te glorifico a través del eterno y celeste Sumo Sacerdote, tu amado Hijo Jesucristo, por el cual sea dada gloria a ti con él y con el Espíritu Santo, ahora y por todos los siglos. Amén" (Atti e passioni dei martiri, Milán 1987, p. 23).

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, e invito a todos a acoger en sus corazones los dones del Espíritu Santo, para ser así testigos en el mundo del amor supremo de Dios y de la salvación definitiva en Cristo.

(A los peregrinos de lengua portuguesa)
Elevemos nuestra oración a Dios todopoderoso y acojamos sus palabras rebosantes de verdad: "Confiad: yo he vencido al mundo". Son palabras llenas de esperanza, que invito a todos a repetir con fe, transformando su oración en un himno de alabanza y acción de gracias.


(A los peregrinos de la República Checa)
Doy mi cordial bienvenida a los peregrinos de la Bohemia meridional. La próxima solemnidad de Pentecostés nos inserta en el misterio de Dios, que ama al hombre y le ofrece la salvación por medio de su Espíritu, donado a nosotros por Cristo resucitado.

(A los peregrinos eslovacos de Neslusa y a los terciarios franciscanos de Presov)
Queridos hermanos, el domingo próximo celebraremos la solemnidad de Pentecostés. Pidamos a Dios que nos mande los dones de su Espíritu, para que podamos convertirnos en testigos valientes de nuestra fe.

(En italiano)
Por último, me dirijo a vosotros, queridos jóvenes, queridos enfermos y queridos recién casados. A cada uno le deseo que imite a san Felipe Neri, cuya memoria celebramos hoy. Esforzaos, como él, por servir a Dios con alegría y por amar al prójimo con sencillez evangélica.



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Junio de 2004


Miércoles 2 de junio de 2004

Oración de un enfermo

1. Un motivo que nos impulsa a comprender y amar el salmo 40, que acabamos de escuchar, es el hecho de que Jesús mismo lo citó: «No me refiero a todos vosotros; yo conozco a los que he elegido; pero tiene que cumplirse la Escritura: "El que come mi pan ha alzado contra mí su talón"» (Jn 13,18).

Es la última noche de su vida terrena y Jesús, en el Cenáculo, está a punto de ofrecer el bocado del huésped a Judas, el traidor. Su pensamiento va a esa frase del salmo, que en realidad es la súplica de un enfermo, abandonado por sus amigos. En esa antigua plegaria Cristo encuentra sentimientos y palabras para expresar su profunda tristeza.

Nosotros, ahora, trataremos de seguir e iluminar toda la trama de este salmo, que afloró a los labios de una persona que ciertamente sufría por su enfermedad, pero sobre todo por la cruel ironía de sus "enemigos" (cf. Ps 40,6-9) e incluso por la traición de un "amigo" (cf. v. 10).

2. El salmo 40 comienza con una bienaventuranza, que tiene como destinatario al amigo verdadero, al que "cuida del pobre y desvalido": será recompensado por el Señor en el día de su sufrimiento, cuando esté postrado "en el lecho del dolor" (cf. vv. 2-4).

Sin embargo, el núcleo de la súplica se encuentra en la parte sucesiva, donde toma la palabra el enfermo (cf. vv. 5-10). Inicia su discurso pidiendo perdón a Dios, de acuerdo con la tradicional concepción del Antiguo Testamento, según la cual a todo dolor correspondía una culpa: "Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti" (v. 5; cf. Ps 37). Para el antiguo judío la enfermedad era una llamada a la conciencia para impulsar a la conversión.

Aunque se trate de una visión superada por Cristo, Revelador definitivo (cf. Jn 9,1-3), el sufrimiento en sí mismo puede encerrar un valor secreto y convertirse en senda de purificación, de liberación interior y de enriquecimiento del alma. Invita a vencer la superficialidad, la vanidad, el egoísmo, el pecado, y a abandonarse más intensamente a Dios y a su voluntad salvadora.

3. En este momento entran en escena los malvados, los que han venido a visitar al enfermo, no para consolarlo, sino para atacarlo (cf. vv. 6-9). Sus palabras son duras y hieren el corazón del orante, que experimenta una maldad despiadada. Esa misma situación la experimentarán muchos pobres humillados, condenados a estar solos y a sentirse una carga pesada incluso para sus familiares. Y si de vez en cuando escuchan palabras de consuelo, perciben inmediatamente en ellas un tono de falsedad e hipocresía.

39 Más aún, como decíamos, el orante experimenta la indiferencia y la dureza incluso de sus amigos (cf. v. 10), que se transforman en personajes hostiles y odiosos. El salmista les aplica el gesto de "alzar contra él su talón", es decir, el acto amenazador de quien está a punto de pisotear a un vencido o el impulso del jinete que espolea a su caballo con el talón para que pisotee a su adversario.

Es profunda la amargura cuando quien nos hiere es "el amigo" en quien confiábamos, llamado literalmente en hebreo "el hombre de la paz". El pensamiento va espontáneamente a los amigos de Job que, de compañeros de vida, se transforman en presencias indiferentes y hostiles (cf.
Jb 19,1-6). En nuestro orante resuena la voz de una multitud de personas olvidadas y humilladas en su enfermedad y debilidad, incluso por parte de quienes deberían sostenerlas.

4. Con todo, la plegaria del salmo 40 no concluye con este fondo oscuro. El orante está seguro de que Dios se hará presente, revelando una vez más su amor (cf. vv. 11-14). Será él quien sostendrá y tomará entre sus brazos al enfermo, el cual volverá a "estar en la presencia" de su Señor (v. 13), o sea, según el lenguaje bíblico, a revivir la experiencia de la liturgia en el templo.

Así pues, el salmo, marcado por el dolor, termina con un rayo de luz y esperanza. Desde esta perspectiva se logra entender por qué san Ambrosio, comentando la bienaventuranza inicial (cf. v. 2), vio proféticamente en ella una invitación a meditar en la pasión salvadora de Cristo, que lleva a la resurrección. En efecto, ese Padre de la Iglesia, sugiere introducirse así en la lectura del salmo: "Bienaventurado el que piensa en la miseria y en la pobreza de Cristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por nosotros. Rico en su reino, pobre en la carne, porque tomó sobre sí esta carne de pobres. (...) Así pues, no sufrió en la riqueza, sino en nuestra pobreza. Por consiguiente, no sufrió la plenitud de la divinidad, (...) sino la carne. (...) Trata, pues, de comprender el sentido de la pobreza de Cristo, si quieres ser rico. Trata de comprender el sentido de su debilidad, si quieres obtener la salud. Trata de comprender el sentido de su cruz, si no quieres avergonzarte de ella; el sentido de su herida, si quieres curar las tuyas; el sentido de su muerte, si quieres conseguir la vida eterna; el sentido de su sepultura, si quieres encontrar la resurrección" (Commento a dodici salmi: Saemo, VIII, Milán-Roma 1980, pp. 39-41).

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de España y de América Latina. Como expresa el salmo meditado hoy, recordad siempre la bienaventuranza prometida a los que atienden a los pobres y cuidan a los enfermos, porque el Señor será su recompensa. Muchas gracias.


(En italiano)
Ojalá que Italia, gracias a la aportación responsable de los diversos componentes sociales y de cada uno de los ciudadanos, apoyándose en los grandes valores sobre los que se basa su cultura, su arte y su tradición religiosa, conozca un futuro de esperanza, abierto a la concordia, a la cohesión interna y a la solidaridad.

Saludo ahora a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Al comienzo del mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, os invito a contemplar el misterio del Amor divino.

A vosotros, queridos jóvenes, deseo que os preparéis, en la escuela del Corazón de Cristo, a afrontar con seriedad las responsabilidades que os esperan. A vosotros, queridos enfermos, que el Señor os conceda cumplir su voluntad, uniéndoos a su sacrificio de amor. Y vosotros, queridos recién casados, permaneced fieles al amor de Dios y dad testimonio de él con vuestro amor conyugal.






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Miércoles 9 de junio de 2004

Viaje apostólico a Suiza

1. Conservo en mi alma las imágenes de los diversos momentos del breve pero intenso viaje que la divina Providencia me permitió realizar a Suiza, el sábado y domingo pasados.

Deseo renovar la expresión de mi gratitud a los hermanos en el episcopado y a las autoridades civiles, en particular al presidente de la Confederación Helvética, por la acogida que me dispensaron y por todo el esfuerzo de preparación que llevaron cabo. Doy también las gracias al Consejo federal por la decisión de elevar el rango de la Representación diplomática de Suiza ante la Santa Sede.

Expreso, asimismo, mi vivo agradecimiento a las Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz, que me hospedaron en su residencia de Viktoriaheim. Por último, manifiesto mi gratitud a los que cuidaron los diversos aspectos de este viaje pastoral.

2. El motivo principal de la peregrinación apostólica a esa amada nación fue el encuentro con los jóvenes católicos de Suiza, que el sábado pasado celebraron su primera asamblea nacional. Doy gracias al Señor por haberme permitido vivir junto con ellos un momento de gran entusiasmo espiritual y proponer a las nuevas generaciones suizas un mensaje que quisiera extender a todos los jóvenes de Europa y del mundo.

Este mensaje, que llevo muy dentro de mi corazón, se puede resumir en tres verbos: "Levántate", "Escucha", "Ponte en camino". Son palabras que Cristo mismo, resucitado y vivo, repite a cada muchacho y muchacha de nuestro tiempo. Es él quien invita a la juventud del tercer milenio a "levantarse", es decir, a dar pleno sentido a su vida. He querido hacerme eco de esta llamada con la convicción de que únicamente Cristo, Redentor del hombre, puede ayudar a los jóvenes a "levantarse" de experiencias y mentalidades negativas, para crecer hasta la plena dimensión humana, espiritual y moral.

3. El domingo, solemnidad de la Santísima Trinidad, por la mañana, concelebré la Eucaristía con los obispos y numerosos sacerdotes que acudieron de todo el país. El rito festivo tuvo lugar en la amplia explanada de Allmend, situada delante del Palacio de deportes "Bea Bern Expo". Así elevamos, con voz unánime, nuestra alabanza y acción de gracias al Dios uno y trino por las bellezas de la creación, que en Suiza abundan, y más aún por la comunión en el amor, cuya fuente es él.

A la luz de este misterio fundamental de la fe cristiana, renové la llamada a la unidad de todos los cristianos, invitando ante todo a los católicos a vivirla entre sí, haciendo de la Iglesia "la casa y la escuela de la comunión" (Novo millennio ineunte NM 43). El Espíritu Santo, que crea la unidad, impulsa también a la misión, para que se testimonie y anuncie a todos la verdad de Dios y del hombre, revelada en Cristo. En efecto, cada hombre lleva en sí la huella de Dios uno y trino, y sólo encuentra paz en él.

4. Antes de dejar Berna, me reuní con la Asociación de ex Guardias suizos. Fue una ocasión providencial para agradecer el valioso servicio que, desde hace cinco siglos, presta a la Sede apostólica el cuerpo de la Guardia suiza. ¡Cuántos miles de jóvenes, procedentes de las familias y las parroquias suizas, han dado su singular contribución al Sucesor de Pedro a lo largo de estos siglos! Jóvenes como todos, llenos de vida y de ideales, han manifestado así su sincero amor a Cristo y a la Iglesia. Ojalá que los jóvenes de Suiza y del mundo entero descubran la admirable unidad entre la fe y la vida, y se preparen para cumplir con entusiasmo la misión a la que Dios los llama.

María santísima, a la que de corazón doy gracias por la realización de este 103° viaje apostólico, obtenga para todos este don tan grande y valioso, que es el secreto de la auténtica alegría.

Saludos

41 Saludo con afecto a los peregrinos y familias de lengua española. En particular, al grupo del colegio de Badía del Vallés. Deseo a todos que la visita a Roma sea un motivo de renovación espiritual y de fortalecimiento en la fe. Muchas gracias por vuestra atención.

(En francés)
Que vuestra peregrinación a Roma abra vuestro corazón al misterio de la Iglesia, para que vosotros mismos os convirtáis en piedras vivas.

(En italiano)
Dirijo un saludo afectuoso a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Amadísimos hermanos, la inminente fiesta del Corpus Christi nos invita a profundizar nuestra fe en el Misterio eucarístico.

Queridos jóvenes, que la Eucaristía sea vuestro alimento espiritual de cada día; que para vosotros, queridos enfermos, sea el apoyo y el consuelo en el sufrimiento; y a vosotros, queridos recién casados, os ayude a progresar cada vez más por el camino de la santidad conyugal.

Con ocasión de la solemne fiesta del Corpus Christi, que celebraremos mañana, invito a los romanos y a los peregrinos a participar en gran número en la santa misa que tendrá lugar en la plaza de San Juan de Letrán, y en la procesión eucarística, que concluirá en la basílica de Santa María la Mayor.






Miércoles 16 de junio de 2004

Dios, refugio y fortaleza de su pueblo

1. Acabamos de escuchar el primero de los seis himnos a Sión que recoge el Salterio (cf. Ps 47, 75, 83, 86 y 121). El salmo 45, como las otras composiciones análogas, celebra la ciudad santa de Jerusalén, "la ciudad de Dios, la santa morada del Altísimo" (v. 5), pero sobre todo expresa una confianza inquebrantable en Dios, que "es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro" (v. 2; cf. vv. 8 y 12). Este salmo evoca los fenómenos más tremendos para afirmar con mayor fuerza la intervención victoriosa de Dios, que da plena seguridad. Jerusalén, a causa de la presencia de Dios en ella, "no vacila" (v. 6).

El pensamiento va al oráculo del profeta Sofonías, que se dirige a Jerusalén y le dice: "Alégrate, hija de Sión; regocíjate, Israel; alégrate y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén. (...) El Señor, tu Dios, está en medio de ti, como poderoso salvador. Él exulta de gozo por ti; te renovará por su amor; se regocijará por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta" (Sof 3, 14. 17-18).

42 2. El salmo 45 se divide en dos grandes partes mediante una especie de antífona, que se repite en los versículos 8 y 12: "El Señor de los Ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob". El título "Señor de los ejércitos" es típico del culto judío en el templo de Sión y, a pesar de su connotación marcial, vinculada al arca de la alianza, remite al señorío de Dios sobre todo el cosmos y sobre la historia.

Por tanto, este título es fuente de confianza, porque el mundo entero y todas sus vicisitudes se encuentran bajo el gobierno supremo del Señor. Así pues, este Señor está "con nosotros", como lo confirma la antífona, con una referencia implícita al Emmanuel, el "Dios con nosotros" (cf.
Is 7,14 Mt 1,23).

3. La primera parte del himno (cf. Ps 45,2-7) está centrada en el símbolo del agua, que presenta dos significados opuestos. En efecto, por una parte, braman las olas del mar, que en el lenguaje bíblico son símbolo de devastaciones, del caos y del mal. Esas olas hacen temblar las estructuras del ser y del universo, simbolizadas por los montes, que se desploman por la irrupción de una especie de diluvio destructor (cf. vv. 3-4). Pero, por otra parte, están las aguas saludables de Sión, una ciudad construida sobre áridos montes, pero a la que alegra "el correr de las acequias" (v. 5).
El salmista, aludiendo a las fuentes de Jerusalén, como la de Siloé (cf. Is 8,6-7), ve en ellas un signo de la vida que prospera en la ciudad santa, de su fecundidad espiritual y de su fuerza regeneradora.

Por eso, a pesar de las convulsiones de la historia que hacen temblar a los pueblos y vacilar a los reinos (cf. Ps 45,7), el fiel encuentra en Sión la paz y la serenidad que brotan de la comunión con Dios.

4. La segunda parte del salmo 45 (cf. vv. 9-11) puede describir así un mundo transfigurado. El Señor mismo, desde su trono en Sión, interviene con gran vigor contra las guerras y establece la paz que todos anhelan. Cuando se lee el versículo 10 de nuestro himno: "Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende fuego a los escudos", el pensamiento va espontáneamente a Isaías.

También el profeta cantó el fin de la carrera de armamentos y la transformación de los instrumentos bélicos de muerte en medios para el desarrollo de los pueblos: "De las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra" (Is 2,4).

5. La tradición cristiana ha ensalzado con este salmo a Cristo "nuestra paz" (cf. Ep 2,14) y nuestro liberador del mal con su muerte y resurrección. Es sugestivo el comentario cristológico que hace san Ambrosio partiendo del versículo 6 del salmo 45, en el que se asegura que Dios "socorre" a la ciudad "al despuntar la aurora". El célebre Padre de la Iglesia ve en ello una alusión profética a la resurrección.

En efecto -explica-, "la resurrección matutina nos proporciona el apoyo del auxilio celestial; esa resurrección, que ha vencido a la noche, nos ha traído el día, como dice la Escritura: "Despiértate y levántate, resucita de entre los muertos. Y brillará para ti la luz de Cristo". Advierte el sentido místico. Al atardecer se realizó la pasión de Cristo. (...) Al despuntar la aurora, la resurrección. (...) Muere al atardecer del mundo, cuando ya desaparece la luz, porque este mundo yacía totalmente en tinieblas y estaría inmerso en el horror de tinieblas aún más negras si no hubiera venido del cielo Cristo, luz de eternidad, a restablecer la edad de la inocencia al género humano. Por tanto, el Señor Jesús sufrió y con su sangre perdonó nuestros pecados, ha resplandecido la luz de una conciencia más limpia y ha brillado el día de una gracia espiritual" (Commento a dodici Salmi, SAEMO, VIII, Milán-Roma, 1980, p. 213).

Saludos

Saludo cordialmente a los visitantes venidos de España y de América Latina, en especial a los oficiales que realizan un curso en la Escuela de guerra de Colombia y al coro parroquial Nuestra Señora del Carmen, de Hatillo (Puerto Rico). Aliento a todos a confiar siempre en Cristo, que nos libera de todo mal con su muerte y resurrección. Muy agradecido a todos.

(En portugués)
43 Quiero saludar también a los grupos venidos de Portugal y Brasil y demás peregrinos de lengua portuguesa aquí presentes, recordando a todos una meta digna de vuestros pasos: Cristo misericordioso, en cuyo Corazón traspasado tenéis la fuente eterna de la vida y de la esperanza. Quien en él se refugia, no quedará confundido.

(En polaco)
Un saludo particular dirijo a los representantes de las autoridades territoriales y de los habitantes de Belchatów. Os doy las gracias por vuestra benevolencia, un signo de la cual es el título de "ciudadano honorario" que me han concedido. Correspondo a ella con la oración, encomendando a Dios a todos los habitantes de vuestra ciudad. El próximo viernes celebraremos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. En ese día, encomendando al Corazón Divino a las familias polacas, oremos para que sean hogares vivos de amor. Pidamos también sacerdotes santos, formados "según el Sagrado Corazón de Cristo". Que Dios os bendiga.

(En eslovaco)
Saludo al grupo de minusválidos de Bratislava y a los miembros de la Sociedad de amigos de los niños en el orfanato "Sonrisa como don", a quienes animo a proseguir en el compromiso en favor de los niños abandonados. De buen grado, os bendigo a todos vosotros y a vuestros seres queridos.

(En italiano)
Mi pensamiento va también, como de costumbre, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados.

Pasado mañana celebraremos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Esta fiesta recuerda el misterio del Amor que Dios alberga por los hombres de todos los tiempos.

Queridos jóvenes, os invito a prepararos, en la escuela del Corazón de Cristo, a afrontar con confianza los compromisos que os esperan en el curso de la vida. Os doy las gracias, queridos enfermos, por la ayuda espiritual que dais al pueblo cristiano, aceptando cumplir la voluntad de Jesucristo, en fecunda unión con su sacrificio salvífico. A vosotros, queridos recién casados, os deseo la alegría verdadera, que brota de la fidelidad diaria a la caridad de Dios, del que vuestro amor esponsal debe ser un testimonio elocuente.






Audiencias 2004 33