Kempis-Imitación de Cristo - Capítulo 24 : Del juicio y penas de los pecadores.


Capítulo 25 : De la fervorosa enmienda de toda nuestra vida.

1. Vela con mucha diligencia en el servicio de Dios, y piensa de ordinario a que viniste, y por qué dejaste el mundo.¿No es por ventura con el fin de vivir para Dios, y ser hombre espiritual?Corre, pues, con fervor a la perfección, que presto recibirás el galardón de tu trabajo, y no habrá de ahí adelante temor ni dolor en tu fin.Ahora trabajarás un poco, y hallarás después gran descanso, y aun perpetua alegría. Si permaneces fiel y fervoroso en obrar, sin duda será Dios fiel y rico en pagar.Ten firme esperanza que alcanzarás victoria, mas no conviene tener seguridad, porque no aflojes ni te ensoberbezcas.

2. Se hallaba uno lleno de congoja luchando entre el temor y la esperanza; y un día cargado de tristeza entró en la iglesia y se postró delante del altar en oración, y meditando en su corazón varias cosas, dijo: ¡Oh! ¡Si supiese que había de perseverar! Y luego oyó en lo interior la divina respuesta: ¿Qué harías si eso supieses? Haz ahora lo que entonces quisieras hacer, y estarás seguro.Y en aquel punto, consolado y confortado, se ofreció a la divina voluntad, y cesó su congojosa turbación.

Y no quiso escudriñar curiosamente para saber lo que le había de suceder, sino que anduvo con mucho cuidado de saber lo que fuese la voluntad de Dios, y a sus divinos ojos más agradable y perfecto, para comenzar y perfeccionar toda buena obra.

3. El Profeta dice: Espera en el Señor, y has bondad, y habita en la tierra, y serás apacentado en sus riquezas.Detiene a muchos el fervor de su aprovechamiento, el espanto de la dificultad, o el trabajo de la pelea.Ciertamente aprovechan más en las virtudes, aquellos que más varonilmente ponen todas sus fuerzas para vencer las que les son más graves y contrarias.Porque allí aprovecha el hombre más y alcanza mayor gracia, adonde más se vence, a sí mismo y se mortifica el espíritu.4. Pero no todos tienen igual ánimo para vencer y mortificarse.No obstante, el diligente y celoso de su aprovechamiento, más fuerte será para la perfección, aunque tenga muchas pasiones, que el de buen natural, si pone poco cuidado en las virtudes.Dos cosas especialmente ayudan mucho a enmendarse, es a saber: desviarse con esfuerzo de aquello a que le inclina la naturaleza viciosamente y trabajar con fervor por el bien que más le falta.Trabaja también en vencer y evitar lo que de ordinario te desagrada en tus prójimos.

5. Mira que te aproveches dondequiera; y si vieres y oyeres buenos ejemplos, anímate a imitarlos.Mas si vieres alguna cosa digna de reprensión, guárdate de hacerla; y si alguna vez la hiciste, procura enmendarte luego.Así como tú miras a los otros, así los otros te miran a ti.¡Oh! ¡Cuán alegre y dulce cosa es ver los devotos y fervorosos hermanos, con santas costumbres y observante disciplina!¡Cuán triste y penoso es verlos andar desordenados, y qué no hacen aquello a que son llamados por su vocación!¡Oh! ¡Cuán dañoso es ser negligentes en el propósito de su llamamiento, y ocuparse en lo que no les mandan!

6. Acuérdate de la profesión que tomaste, y propónte por modelo al Crucificado.Bien puedes avergonzarte mirando la vida de Jesucristo; porque aún no estudiaste a conformarte más con El, aunque ha muchos años que estás en el camino de Dios.El religioso que se ejercita intensa y devotamente en la santísima vida y pasión del Señor, halla allí todo lo útil y necesario cumplidamente para sí; y no hay necesidad que busque cosa mejor fuera de Jesús.¡Oh! ¡Si viniese a nuestro corazón Jesús crucificado, cuán presto y cumplidamente seríamos enseñados.

7. El fervoroso religioso acepta todo lo que le mandan, y lo lleva muy bien.El negligente y tibio tiene tribulación sobre tribulación, y de todas partes padece angustia, porque carece de consolación interior, y no le dejan buscar la exterior.El religioso que vive fuera de la observancia, cerca está de caer gravemente.El que busca vivir más ancho y descuidado, siempre estará en angustias, porque lo uno y lo otro le descontentará.

8. ¿Cómo lo hacen tantos religiosos que están encerrados en la observancia del monasterio?Salen pocas veces, viven abstraídos, comen pobremente, visten ropa basta, trabajan mucho, hablan poco, velan largo tiempo, madrugan muy temprano, tienen continuas horas de oración, leen a menudo, y guardan en todo exacta disciplina.Mira cómo los cartujos, los cistercienses, y los monjes y monjas de diversas órdenes se levantan cada noche a alabar al Señor.Y por eso sería torpe que tú emperezases en obra tan santa, donde tanta multitud de religiosos comienza a alabar a Dios.

9. ¡Oh! ¡Si nunca hubiésemos de hacer otra cosa sino alabar al Señor nuestro Dios con todo el corazón y con la boca!¡Oh! ¡Si nunca tuvieses necesidad de comer, beber y dormir, sino que siempre pudieses alabar a Dios, y solamente ocuparte en cosas espirituales!Entonces serías mucho más dichoso que ahora cuando sirves a la necesidad de la carne.¡Pluguiese a Dios que no tuviésemos estas necesidades, sino solamente las refecciones espirituales, las cuales gustamos bien raras veces!

10. Cuando el hombre llega al punto de no buscar su consuelo en ninguna criatura, entonces comienza a gustar de Dios perfectamente y está contento con todo lo que le sucede.Entonces ni se alegra mucho, ni se entristece por lo poco; mas pónese entera y fielmente en Dios, el cual le es todo en todas las cosas, para quien ninguna perece ni muere, sino que todas viven y le sirven sin tardanza.

11. Acuérdate siempre del fin, y que el tiempo perdido jamás vuelve. Nunca alcanzarás las virtudes sin cuidado y diligencia.Si comienzas a ser tibio, comenzará a irte mal.Mas si te excitares al fervor, hallarás gran paz, y sentirás el trabajo muy ligero por la gracia de Dios y por el amor de la virtud.El hombre fervoroso y diligente, a todo está dispuesto.Mayor trabajo es resistir a los vicios y pasiones, que sudar en los trabajos corporales. El que no evita los defectos pequeños, poco a poco cae en los grandes.Te alegrarás siempre a la noche, si gastares, bien el día.Vela sobre ti; despiértate a ti; y sea de los otros lo que fuere, no te descuides de ti. Tanto aprovecharás, cuanto más fuerza te hicieres. Amén.


L I B R O S E G U N D O


Capítulo primero : De la conversión interior.

1. Dice el Señor: El reino de Dios dentro de vosotros está. Conviértete a Dios de todo corazón, y deja ese miserable mundo, y hallará tu alma reposo.Aprende a menospreciar las cosas exteriores y darte a las interiores, y verás que se vienen a ti el reino de Dios.Pues el reino de Dios es paz y gozo en el Espíritu Santo, que no se da a los malos.Si preparas digna morada interiormente a Jesucristo, vendrá a ti, y te mostrará su consolación.Toda su gloria y hermosura está en lo interior, y allí se está complaciendo.Su continua visitación es con el hombre interior; con él habla dulcemente, tiene agradable consolación, mucha paz y admirable familiaridad.

2. Ea, pues, alma fiel, prepara tu corazón a este Esposo para que quiera venirse a ti, y hablar contigo.Porque él dice así: Si alguno me ama, guardará mi palabra, y vendremos a él y haremos en él nuestra morada.Da, pues, lugar a Cristo, y a todo lo demás cierra la puerta.Si a Cristo tuvieres, estarás rico, y te bastará. El será tu fiel procurador, y te proveerá de todo, de manera que no tendrás necesidad de esperar en los hombres.Porque los hombres se mudan fácilmente, y desfallecen en breve; pero Jesucristo permanece para siempre, y está firme hasta el fin.

3. No hay que poner mucha confianza en el hombre frágil y mortal, aunque sea útil y bien querido, ni has de tomar mucha pena si alguna vez fuere contrario o no te atiende. Los que hoy son contigo, mañana te pueden contradecir, y al contrario; porque muchas veces se vuelven como viento.Pon en Dios toda tu esperanza, y sea El tu temor y tu amor. El responderá por ti, y lo hará bien, como mejor convenga.No tienes aquí domicilio permanente: dondequiera que estuvieres, serás extraño y peregrino, y no tendrás nunca reposo, si no estuvieres íntimamente unido con Cristo.

4. ¿Qué miras aquí no siendo este lugar de tu descanso?En los cielos debe ser tu morada, y como de paso has de mirar todo lo terrestre. Todas las cosas pasan, y tú también con ellas.Guárdate de pegarte a ellas, porque no seas preso y perezcas.En el Altísimo pon tu pensamiento, y tu oración sin cesar sea dirigida a Cristo.Si no sabes contemplar las cosas altas y celestiales, descansa en la pasión de Cristo y habita gustosamente en sus grandes llagas.Porque si te acoges devotamente a las llagas y preciosas heridas de Jesús, gran consuelo sentirás en la tribulación, y no harás mucho caso de los desprecios de los hombres, y fácilmente sufrirás las palabras maldicientes.

5. Cristo fue también en el mundo despreciado de los hombres, y entre grandes afrentas, desamparado de amigos y conocidos, y en suma necesidad.Cristo quiso padecer y ser despreciado, y tú ¿te atreves a quejarte de alguna cosa?. Cristo tuvo adversarios y murmuradores, y tú ¿quieres tener a todos por amigos y bienhechores?¿Con qué se coronará tu paciencia, sin ninguna adversidad se te ofrece? Si no quieres sufrir ninguna adversidad, ¿cómo serás amigo de Cristo? Sufre con Cristo y por Cristo, si quieres reinar con Cristo.

6. Si una vez entrases perfectamente en lo secreto de Jesús, y gustases un poco de su encendido amor, entonces no tendrías cuidado de tu propio provecho o daño; antes te holgarías más de las injurias que te hiciesen; porque el amor de Jesús hace al hombre despreciarse a sí mismo.El amante de Jesús y de la verdad, y el hombre verdaderamente interior y libre de las aflicciones desordenadas, se puede volver fácilmente a Dios, y levantarse sobre sí mismo en el espíritu, y descansar gozosamente.

7. Aquel a quien gustan todas las cosas como son, no como se dicen o estiman, es verdaderamente sabio y enseñado más de Dios que de los hombres.El que sabe andar dentro de sí, y tener en poco las cosas exteriores, no busca lugares, ni espera tiempos para darse a ejercicios devotos.El hombre interior presto se recoge; porque nunca se entrega todo a las cosas exteriores. No le estorba el trabajo exterior, ni la ocupación necesaria a tiempos; sino que así como suceden las cosas, se acomoda a ellas.El que está interiormente bien dispuesto y ordenado, no cuida de los hechos famosos y perversos de los hombres.Tanto se estorba el hombre y se distrae, cuando atrae a sí las cosas de fuera.8. Si fueses recto y puro, todo te sucedería bien y con provecho.Por eso te descontentan y conturban muchas cosas frecuentemente, porque aún no has muerto a ti, del todo, ni apartado de todas las cosas terrenas.Nada mancilla ni embaraza tanto el corazón del hombre cuanto el amor desordenado de las criaturas.Si desprecias las consolaciones de fuera, podrás contemplar las cosas celestiales, y gozarte muchas veces dentro de ti.


Capítulo 2 : De la humilde sumisión.

1. No te importe mucho quién es por ti o contra ti; sino busca y procura que sea Dios contigo en todo lo que haces.Ten buena conciencia, y Dios te defenderá.Al que Dios quiere ayudar, no le podrá dañar la malicia de alguno. Si sabes callar y sufrir, sin duda verás el favor de Dios.El sabe el tiempo y el modo de librarte; y por eso te debes ofrecer a El. A Dios pertenece ayudar y librar de toda confusión.Algunas veces conviene mucho, para guardar mayor humildad, que otros sepan nuestros defectos y los reprendan.

2. Cuando un hombre se humilla por sus defectos, entonces fácilmente aplaca a los otros, y sin dificultad satisface a los que le odian.

Dios defiende y libra al humilde; al humilde ama y consuela; al hombre humilde se inclina; al humilde concede gracia, y después de su abatimiento le levanta a gran honra. Al humilde descubre sus secretos, y le trae dulcemente a Sí y le convida.El humilde, recibida la afrenta, está en paz; porque está con Dios y no en el mundo. No pienses haber aprovechado algo, si no te estimas por el más inferior de todos.


Capítulo 3 : Del hombre bueno y pacífico.

1. Ponte primero a ti en paz, y después podrás apaciguar a los otros. El hombre pacífico aprovecha más que el muy letrado.El hombre apasionado, aun el bien convierte en mal, y de ligero cree lo malo. El hombre bueno y pacífico todas las cosas echa a la buena parte.El que está en buena paz, de ninguno sospecha.El descontento y alterado, con diversas sospechas se atormenta; ni el sosiega, ni deja descansar a los otros.Dice muchas veces lo que no debiera, y deja de hacer lo que más le convendría. Piensa lo que otros deben hacer, y deja él sus obligaciones.Ten, pues, primero celo contigo, y después podrás tener buen celo con el prójimo.

2. Tú sabes excusar y disimular muy bien tus faltas, y no quieres oír las disculpas ajenas.Más justo sería que te acusases a ti, y excusases a tu hermano. Sufre a los otros si quieres que te sufran.Mira cuán lejos estás aún de la verdadera caridad y humildad, la cual no sabe desdeñar y airarse sino contra sí.No es mucho conversar con los buenos y mansos, pues esto a todos da gusto naturalmente; y cada uno de buena gana tiene paz, y ama a los que concuerdan con él. Pero poder vivir en paz con los duros, perversos y mal acondicionados, y con quien nos contradice, grande gracia es, y acción varonil y loable.

3. Hay algunos que tiene paz consigo, y también con los otros.Otros hay que ni la tienen consigo, ni la dejan tener a los demás: molestos para los otros, lo son más para sí mismos.Y hay otros que tienen paz consigo, y trabajan en reducir a paz a los otros.Pues toda nuestra paz en esta miserable vida, está puesta más en el sufrimiento humilde, que en dejar de sentir contrariedades.El que sabe mejor padecer, tendrá mayor paz. Este es el vencedor de sí mismo y señor del mundo, amigo de Cristo y heredero del cielo.


Capítulo 4: Del corazón puro y sencilla intención.

1. Con dos alas se levanta el hombre de las cosas terrenas, que son sencillez y pureza. La sencillez ha de estar en la intención y la pureza en la afición. La sencillez pone la intención en Dios; la pureza le reconoce y gusta. Ninguna buena obra te impedirá, si interiormente estuvieres libre de todo desordenado deseo.Si no piensas ni buscas sino el beneplácito divino y el provecho del prójimo, gozarás de interior libertad. Si fuese tu corazón recto, entonces te sería toda criatura espejo de vida, y libro de santa doctrina. No hay criatura tan baja ni pequeña, que no represente la bondad de Dios.

2. Si tú fueses bueno y puro en lo interior, luego verías y entenderías bien todas las cosas sin impedimento. El corazón puro penetra al cielo y al infierno. Cual es cada uno en lo interior, tal juzga lo de fuera. Si hay gozo en el mundo, el hombre de puro corazón le posee. Y si en algún lugar hay tribulación y congojas, es donde habita la mala conciencia. Así como el hierro, metido en el fuego, pierde el orín y se pone todo resplandeciente; así el hombre que enteramente se convierte a Dios, se desentorpece y muda en nuevo hombre.

3. Cuando el hombre comienza a entibiarse, entonces teme el trabajo, aunque pequeño, y toma con gusto la consolación exterior. Mas cuando se comienza perfectamente a vencer y andar alentadamente en la carrera de Dios, tiene por ligeras las cosas que primero tenía por pesadas.


Capítulo 5: De la consideración de sí mismo.

1. No debemos confiar de nosotros grandes cosas, porque muchas veces nos falta la gracia y la discreción. Poca luz hay en nosotros, y presto la perdemos por nuestra negligencia. Y muchas veces no sentimos cuán ciegos estamos en el alma. Muchas veces también obramos mal, y lo excusamos peor. A veces nos mueve la pasión, y pensamos que es celo.

2. El hombre recogido antepone el cuidado de sí mismo a todos los cuidados; y el que tiene verdadero cuidado de sí, poco habla de otros. Nunca estarás recogido y devoto, si no callares las cosas ajenas, y especialmente mirares a ti mismo. Si del todo te ocupares en Dios y en ti, poco te moverá lo que sientes de fuera. ¿Dónde estás cuando no estás contigo? Y después de haber discurrido por todas las cosas ¿qué has ganado si de ti te olvidaste? Si has de tener paz y unión verdadera, conviene que todo lo pospongas, y tengas a ti solo delante de tus ojos.

3. Mucho aprovecharás, si te guardas libre de todo cuidado temporal. Muy menguado serás, si alguna cosa temporal estimares. No te parezca cosa alguna alta, ni grande, ni acepta, ni agradable, sino Dios puramente, o lo que sea de Dios. Ten por vana cualquier consolación que te viniere de alguna criatura. El alma que ama a Dios, desprecia todas las cosas sin El. Solo Dios eterno e inmenso que todo lo llena, gozo del alma y alegría verdadera del corazón.


Capítulo 6: La alegría de la buena conciencia.

1. La gloria del hombre bueno, es el testimonio de la buena conciencia. Ten buena conciencia, y siempre tendrás alegría. La buena conciencia muchas cosas puede sufrir, y muy alegre está en las adversidades. La mala conciencia siempre está con inquietud y temor.Suavemente descansarás, si tu corazón no te reprende. No te alegres sino cuando obrares bien. Los malos nunca tienen alegría verdadera ni sienten paz interior; porque dice el Señor: No tienen paz los malos. Y si dijeren: En paz estamos, no vendrá mal sobre nosotros: ¿quién se atreverá a ofendernos? No los creas, porque de repente se levantará la ira de Dios, y pararán en nada sus obras, y perecerán sus pensamientos.

2. No es dificultoso el que ama gloriarse en la tribulación; porque gloriarse de esta suerte, es gloriarse en la cruz del Señor. Breve es la gloria que se da y recibe de los hombres. La gloria del mundo siempre va acompañada de tristeza. La gloria de los buenos está en sus conciencias, y no en la boca de los hombres. La alegría de los justos es de Dios, y en Dios, y su gozo es la verdad. El que desea la verdadera y eterna gloria, no hace caso de la temporal. Y el que busca la gloria temporal, o no la desprecia de corazón, señal es que ama menos la celestial. Gran quietud de corazón tiene el que no se le da nada de las alabanzas ni de las afrentas.

3. Fácilmente estará contento y sosegado el que tiene la conciencia limpia. No eres más santo porque te alaben, ni más vil porque te desprecien. Lo que eres, eso eres; y por más que te estimen los hombres, no puedes ser, ante Dios, más grande de lo que eres. Si miras lo que eres dentro de ti, no tendrás cuidado de lo que de ti hablen los hombres. El hombre ve lo de fuera, mas Dios el corazón. El hombre considera las obras, y Dios pesa las intenciones. Hacer siempre bien, y tenerse en poco, señal es de un alma humilde. No querer consolación de criatura alguna, señal de gran pureza y de cordial confianza.

4. El que no busca la aprobación de los hombres, claramente muestra que se entregó del todo a Dios. Porque dice San Pablo: No el que se alaba a sí mismo es aprobado, sino el que Dios alaba. Andar en lo interior con Dios, y no embarazarse de fuera con alguna aflicción, estado es de varón espiritual.


Capítulo 7: Del amor de Jesús sobre todas las cosas.

1. Bienaventurado el que conoce lo que es amar a Jesús, y despreciarse a sí mismo por Jesús. Conviene dejar un amado por otro amado, porque Jesús quiere ser amado sobre todas las cosas. El amor de la criatura es engañoso y mudable, el amor de Jesús es fiel y durable. El que se llega a la criatura, caerá con lo caedizo; el que abraza a Jesús, afirmará en El para siempre. Ama a Jesús y tenle por amigo, que aunque todos te desamparen, El no te desamparará ni te dejará perecer en el fin. De todos has de ser desamparado alguna vez, ora quieras o no.

2. Ten fuertemente con Jesús viviendo y muriendo, y encomiéndate a su fidelidad, que El solo te puede ayudar, cuando todos te faltaren. Tu amado es de tal condición, que no quiere consigo admitir a otro, mas El solo quiere tener tu corazón y como rey sentarse en su propia silla. Si tú supieses bien desocuparte de toda criatura, Jesús morará de buena gana contigo. Hallarás casi todo perdido cuanto pusieres en los hombres, fuera de Jesús.No confíes ni estribes sobre la caña vacía; porque toda carne es heno, y toda su gloria caerá como flor de heno.

3. Si mirases solamente la apariencia de fuera de los hombres, presto serás engañado. Porque si te buscas tu descanso y ganancias en otros, muchas veces sentirás daño: si en todo buscas a Jesús, hallarás de verdad a Jesús: mas si te buscas a ti mismo, también te hallarás, pero para tu daño. Pues más se daña el hombre a sí mismo, si no busca a Jesús, que todo el mundo y todos sus enemigos le pueden dañar.

Capítulo 8: De la familiar amistad con Jesús.

1. Cuando Jesús está presente, todo es bueno, y no parece cosa difícil: mas cuando está ausente, todo es duro. Cuando Jesús no habla dentro, vil es la consolación: mas si Jesús habla una sola palabra, gran consolación se siente. ¿No se levantó María Magdalena luego del lugar donde lloró, cuando le dijo Marta: El Maestro está aquí y te llama? ¡Oh bienaventurada hora, cuando el Señor Jesús llama de las lágrimas al gozo del espíritu!¡Cuán seco y duro eres sin Jesús! ¡Cuán necio y vano si codicias algo fuera de Jesús! Dime, ¿no es este peor daño, que si todo el mundo perdieses?

2. ¿Qué puede dar el mundo sin Jesús? Estar sin Jesús es grave infierno: estar con Jesús es dulce paraíso. Si Jesús estuviere contigo, ningún enemigo podrá dañarte. El que halla a Jesús, halla un buen tesoro, y de verdad bueno sobre todo bien. Y el que pierde a Jesús pierde muy mucho, y más que todo el mundo. Pobrísimo es el que vive sin Jesús, y riquísimo es el que está bien con Jesús.

3. Muy grande arte es saber conservar con Jesús, y gran prudencia saber tener a Jesús. Sé humilde y pacífico, y será contigo Jesús; sé devoto y sosegado, y permanecerá contigo Jesús. Presto puedes echar de ti a Jesús, y perder su gracia, si te pegas a las cosas exteriores. Si destierras de ti a Jesús y le pierdes, ¿adónde irás? ¿A quién buscarás por amigo? Sin amigo no puedes vivir contento, y si no fuere Jesús tu especialísimo amigo, estarás muy triste y desconsolado. Pues locamente lo haces, si en otro alguno confías y te alegras. Más se debe escoger tener todo el mundo contrario, que estar ofendido con Jesús. Pues sobre todo tus amigos sea Jesús amado singularísimamente.

4. Ama a todos por amor de Jesús, y a Jesús por sí mismo: sólo a Jesucristo se debe amar singularísimamente: porque El solo se halla bueno y fidelísimo, más que todos los amigos. Por El y en El debes amar a los amigos y los enemigos, rogarle por todos, para que le conozcan y le amen. Nunca codicies ser loado ni amado singularmente, porque eso a sólo Dios pertenece, que no tiene igual; ni quieras que alguno se ocupe contigo en su corazón, ni tú te ocupes en amor de alguno; mas sea Jesús en ti, y en todo hombre bueno.

5. Sé puro y pobre interiormente sin ocupación de criatura alguna. Es menester llevar a Dios un corazón desnudo y puro, si quieres descansar y ver cuán suave es el Señor. Y verdaderamente no llegarás a esto, si no fueres prevenido y traído de su gracia, para que, dejadas y echadas fuera todas las cosas, seas unido con El solo. Pues cuando viene la gracia de Dios al hombre, entonces se hace poderosos para toda cosa: y cuando se va, será pobre y enfermo, y como abandonado a las penas y castigos. En estas cosas no debes desmayar ni desesperar, mas estar constante a la voluntad de Dios, y sufrir con igual ánimo todo lo que viniere a la gloria de Jesucristo. Porque después del invierno viene el verano, y después de la noche vuelve el día, y pasada la tempestad viene gran serenidad.


Capítulo 9: Del carecimiento de toda consolación.

1. No es grave cosa despreciar la humana consolación, cuando tenemos la divina.

Gran cosa es y muy grande ser privado, y carecer de consuelo divino y humano, y querer sufrir de gana destierro de corazón por la honre de Dios, y en ninguna cosa buscarse a sí mismo, ni mirar a su propio merecimiento.

¿Qué gran cosa es, si estás alegre y devoto, cuando viene la gracia de Dios? Esta hora todos la desean.

Muy suavemente camina aquel a quien llama la gracia de Dios.

Y ¿qué maravilla, si no siente carga el que es llevado del Omnipotente, y guiado por el soberano guiador?

2. Muy de gana tomamos algún pasatiempo, y con dificultad se desnuda el hombre de sí mismo.

El mártir San Lorenzo venció al mundo y al afecto que tenía por su sacerdote, porque despreció todo lo que en el mundo parecía deleitable; y sufrió con paciencia, por amor de Cristo, que le fuese quitado Sixto, el Sumo Sacerdote de Dios, a quien él amaba mucho.

Pues así con el amor de Dios venció al amor del hombre, y trocó el acontecimiento humano por el buen placer divino.

Así tú aprende a dejar algún pariente o amigo por amor de Dios; y no te parezca grave cuando te dejare tu amigo, sabiendo que es necesario que nos apartemos al fin unos de otros.

3. Mucho y de continuo conviene que pelee el hombre consigo mismo, antes que aprenda a vencerse del todo, y traer a Dios cumplidamente todo su deseo.

Cuando el hombre se está en sí mismo, de ligero se desliza en las consolaciones humanas.

Mas el verdadero amador de Cristo, y estudioso imitador de las virtudes, no se arroja a las consolaciones, ni busca tales dulzuras sensibles; mas antes procura fuertes ejercicios, y sufrir por Cristo duros trabajos.

4. Así, cuando Dios te diere la consolación espiritual, recíbela con hacimiento de gracias, mas entiende que es don de Dios, y no merecimiento tuyo.

No quieras ensalzarte ni alegrarte demasiado, ni presumir vanamente, mas humíllate por el don recibido, y sé mas avisado y temeroso en todas tus obras: porque se pasará aquella hora y vendrá la tentación.

Cuando te fuere quitada la consolación, no desesperes luego, mas espera con humildad y paciencia la visitación celestial: porque poderoso es Dios para tornarte mucha mayor consolación.

Esto no es cosa nueva ni ajena de los que han experimentado el camino de Dios; porque en los grandes Santos y antiguos Profetas, acaeció muchas veces esta manera de mudanza.

5. Por esto decía uno cuando tenía presente la gracia: Yo dije en mi abundancia, no seré movido ya para siempre. Y ausente la gracia, añade lo que experimentó en si diciendo: Volviste tu rostro, y fui lleno de turbación.

Mas por cierto, entre estas cosas no desespera, sino con mayor instancia ruega a Dios, y dice: A Ti, Señor, llamaré, y a mi Dios rogaré. Y al fin alcanza el fruto de su oración, y confirma ser oído, diciendo: Oyóme el Señor, y tuvo misericordia de mí: el Señor es hecho mi ayudador.

¿Mas en qué? Volviste, dice, mi llanto en gozo, y cercásteme de alegría.

Y si así se hizo con los grandes Santos, no debemos nosotros, enfermos y pobres, desconfiar si algunas veces estamos en fervor de devoción, y a veces tibios y fríos.

Porque el espíritu se viene y se va, según la divina voluntad.

Por eso dice el bienaventurado Job: Visítasle en la mañana, y súbito le pruebas.

6. Pues ¿sobre qué puedo esperar, o en quien debo confiar, sino solamente en la gran misericordia de Dios, y en la esperanza de la gracia celestial?

Pues aunque esté cercado de hombres buenos, o de hermanos devotos, o de amigos fieles, o de libros santos o tratados lindos, o de cantos suaves e himnos, todo aprovecha poco y tiene poco sabor, cuando soy desamparado de la gracia, y dejado en mi propia pobreza.

Entonces no hay mejor remedio que la paciencia, y negándome a mí mismo, ponerme en la voluntad de Dios.

7. Nunca hallé hombre tan religioso y devoro que alguna vez no tuviese apartamiento de la consolación divina o sintiese disminución del fervor.

Ningún Santo fue tan altamente arrebatado y alumbrado que antes o después no haya sido tentado.

Pues no es digno de la alta contemplación de Dios, el que no es ejercitado en alguna tribulación.

Porque suele ser la tentación precedente, señal que vendrá la consolación.

Que a los probados en tentación, es prometida la consolación celestial.

Al que venciere, dice, dará a comer del árbol de la vida.

8. Dase también la divina consolación, para que el hombre sea más fuerte para sufrir las adversidades.

Y también se sigue la tentación, porque no se ensoberbezca del bien.

El demonio no duerme, ni la carne no está aún muerta: por esto no ceses de prepararte a la batalla.

A la diestra y a la siniestra están los enemigos, que nunca descansan.


Capítulo 10: Del agradecimiento por la gracia de Dios.

1. ¿Para qué buscas descanso, pues naciste para el trabajo?

Ponte a paciencia, más que a consolación: y a llevar cruz, más que a tener alegría.

¿Qué hombre del mundo no tomaría de muy buena gana la consolación y alegría espiritual, si siempre la pudiese tener?

Porque las consolaciones espirituales exceden a todos los placeres del mundo, y a los deleites de la carne.

Porque todos los deleites del mundo, o son torpes o vanos; mas los deleites espirituales sólo son alegres y honestos; engendrados de las virtudes, e infundidos de Dios en los corazones limpios.

Mas no puede ninguno usar de continuo de estas consolaciones divinas como quiere; porque el tiempo de la tentación pocas veces cesa.

2. Muy contraria es a la soberana visitación la falsa libertad del alma, y la gran confianza de sí.

Bien hace Dios dando la gracia de la consolación, pero el hombre hace mal no atribuyéndolo todo a Dios, haciéndole gracias.

Y por esto no abundan en nosotros los dones de la gracia, porque somos ingratos alHacedor, y no lo atribuimos todo a la fuente original.

Porque siempre se debe gracia al que dignamente es agradecido; y es quitado al soberbio lo que se suele dar al humilde.

3. No quiero consolación que me quite la compunción; ni deseo contemplación que me lleve en soberbia.

Pues no es santo todo lo alto; ni todo lo dulce bueno; ni todo deseo puro; ni todo lo que amamos agradable a Dios.

De grado acepto yo la gracia que me haga más humilde y temeroso, y me disponga más a renunciarme a mí.

El enseñado con el don de la gracia y avisado con el escarmiento de haberla perdido, no osará atribuirse a sí bien alguno; mas antes confesará ser pobre y desnudo.

Da a Dios lo que es de Dios, y atribuye a ti lo que es tuyo: esto es, da gracias a Dios por la gracia y sólo a ti atribuye la culpa, y conoce serte debida por la culpa dignamente la pena.

4. Ponte siempre en lo más bajo, y te se dará lo alto: porque no está lo muy alto sin lo más bajo. Los grandes Santos cerca de Dios, son pequeños cerca de sí; y cuanto más gloriosos, tanto en sí más humildes.

Los llenos de verdad y de gloria celestial, no son codiciosos de gloria vana.

Los que están fundados y confirmados en Dios, en ninguna manera pueden ser soberbios.

Y los que atribuyen a Dios todo cuando bien reciben, no buscan ser loados unos de otros: mas quieren la gloria que de sólo Dios viene, y codician que sea Dios glorificado sobre todos en Sí mismo, y en todos los Santos, y siempre tienen esto por fin.

5. Pues sé agradecido en lo poco, y serás digno de recibir cosas mayores.

Ten en muy mucho lo poco, y lo más despreciado por singular don.

Si miras a la dignidad del dador, ningún don te parecerá pequeño o vil.

Por cierto no es poco lo que el soberano Dios da.

Y aunque da penas y castigos, se lo debemos agradecer, que siempre es para nuestra salud todo lo que permite que nos venga.

El que desea guardar la gracia de Dios, agradézcale la gracia que le ha dado, y sufra con paciencia cuando le fuere quitada.

Haga oración continua, para que le sea tornada, y sea cauto y humilde, porque no la pierda.


Capítulo 11: Cuán pocos son los que aman la Cruz de Cristo.

1. Jesucristo tiene ahora muchos amadores de su reino celestial, mas muy pocos que lleven su cruz.

Tiene muchos que desean la consolación, y muy pocos que quieran la tribulación.

Muchos compañeros halla para la mesa, y pocos para la abstinencia.

Todos quieren gozar con El, mas pocos quieren sufrir algo por El.

Muchos siguen a Jesús hasta el partir del pan, mas pocos hasta beber el cáliz de la pasión.

Muchos honran sus milagros, mas pocos siguen el vituperio de la cruz.

Muchos aman a Jesús, cuando no hay adversidades.

Muchos le alaban y bendicen en el tiempo que reciben de El algunas consolaciones: mas si Jesús se escondiese y los dejase un poco, luego de quejarían o desesperarían mucho.

2. Mas los que aman a Jesús, por el mismo Jesús, y no por alguna propia consolación suya, bendícenle en toda la tribulación y angustia del corazón, tan bien como en consolación.

Y aunque nunca más les quisiese dar consolación, siempre le alabarían, y le querrían dar gracias.

3. ¡Oh! ¡Cuánto puede el amor puro de Jesús sin mezcla del propio provecho o amor!

¿No se pueden llamar propiamente mercenarios los que siempre buscan consolaciones?

¿No se aman a sí mismos más que a Cristo, los que de continuo piensan en sus provechos y ganancias?

¿Dónde se hallará alguno tal, que quiera servir a Dios de balde?

4. Pocas veces se halla ninguno tan espiritual, que esté desnudo de todas las cosas.

Pues ¿quién hallará el verdadero pobre de espíritu y desnudo de toda criatura?

Es tesoro inestimable y de lejanas tierras.

Si el hombre diere su hacienda toda, aún no es nada.

Si hiciere gran penitencia, aún es poco.

Aunque tenga toda la ciencia, aún está lejos: y si tuviere gran virtud y muy ferviente devoción, aún le falta mucho; le falta cosa que le es más necesaria.

Y esta ¿cuál es? Que dejadas todas las cosas, deje a sí mismo y salga de sí del todo, y que no le quede nada de amor propio.

Y cuando ha hecho todo lo que conociere que debe hacer, aún piense no haber hecho nada.

5. No tenga en mucho que le puedan estimar por grande, mas llámese en la verdad siervo sin provecho, como dice Jesucristo.

Cuando hubiereis hecho todo lo que os está mandado, aún decid: Siervos somos sin provecho.

Y así podrás ser pobre y desnudo de espíritu, y decir con el profeta: Porque uno solo y pobre soy.

Ninguno todavía hay más rico, ninguno más poderoso, ninguno más libre, que aquel que sabe dejarse a sí y a toda cosa, y ponerse en el más bajo lugar.


Kempis-Imitación de Cristo - Capítulo 24 : Del juicio y penas de los pecadores.