CARTAS – Teresa del Niño Jesús 167

Cta 167 A Celina

J.M.J.T. Jesús + 18 de julio de 1894 Celina querida: No me extrañan tus pruebas, yo misma pasé por ellas el año pasado, y sé lo que son ... Dios quiso que hiciese el sacrificio, lo hice, y luego, igual que tú, sentí la calma en medio del sufrimiento.
Pero también experimenté otra cosa, y es que muchas veces Dios se conforma con nuestra voluntad. Él lo pide todo, y si le negamos la más mínima cosa, nos ama demasiado para forzarnos; pero cuando nuestra voluntad se ajusta a la suya, cuando ve que sólo le buscamos a él, entonces se comporta con nosotras como se comportó en otro tiempo con Abraham... Esto es lo que Jesús me da a entender en lo más íntimo; pienso que estás en la PRUEBA, que ahora se está realizando ya en ti ese cercenamiento que dices que necesitas... (Jesús quebranta ahora tu naturaleza, te da la cruz y la tribulación.) Cuanto más tiempo pasa, más segura estoy en mi interior de que un día vendrás aquí. La madre María de Gonzaga me encarga que te lo diga2; estaba muy bien dispuesta al leer tu carta; si la hubieras visto, te habrías emocionado... (1vº) No tengas ningún miedo, ¡aquí encontrarás, más que en ninguna otra parte, la cruz y el martirio...! Sufriremos juntas, como antiguamente los cristianos, que se juntaban para darse ánimos unos a otros en el momento de la prueba3... Y luego, vendrá Jesús y tomará a una de nosotras, y las demás se quedarán por un poco más de tiempo en el destierro y en las lágrimas... Dime, Celina, ¿sería tan grande el sufrimiento si estuviésemos una en Lisieux y la otra en Jerusalén...? ¿Habría sufrido tanto la Santísima Virgen si no hubiese estado al pie de la cruz de su Jesús...? ¿Crees quizá que no te comprendo? Pues te aseguro que leo en tu alma... Leo que eres fiel a Jesús; si no quieres más que su voluntad, si no buscas más que su amor, nada temas. Con esta prueba Dios purifica todo lo que pudiera haber de demasiado sensible en nuestro afecto; pero el fondo mismo de este afecto es demasiado puro para que él lo rompa... Escucha bien lo que voy a decirte: nunca, nunca nos separará Jesús. Si yo muero antes que tú, no creas que me alejaré de tu alma, ¡nunca habremos estado más unidas...! ¿Es eso, tal vez, lo que Jesús quiere hacerte sentir al hablarte de separación...? Pero, sobre todo, no sufras, no (2rº) estoy enferma, al contrario4, tengo una salud de hierro; sólo que Dios puede romper el hierro como la arcilla... Todo esto son niñerías, no pensemos en el porvenir (es de mí de quien hablo, pues no considero una niñería la prueba que visita el alma de mi Celina querida.) ¿Qué son las cruces exteriores...? Podríamos alejarnos la una de la otra sin sufrir, si Jesús consolara nuestras almas... Lo que sí es una verdadera cruz es el martirio del corazón, el sufrimiento íntimo del alma, y esa cruz que nadie ve nosotras podemos llevarla sin separarnos jamás. Sé muy bien que todo esto que te estoy diciendo, y nada, son exactamente la misma cosa: tu prueba interior no cesará hasta el día señalado por Jesús. Pero como él quiere servirse a veces de mí para hacer bien a tu alma, tal vez mis palabras sean la expresión de su voluntad... ¡Es increíble cómo siempre tenemos las dos las mismas pruebas! Más tarde o más temprano tenemos que beber de la misma copa. Cuando la tormenta es muy fuerte en tierra, todo el mundo dice: «No hay que temer por los barcos, pues la tormenta no ruge ahora en el mar»5. Pues bien, yo le digo a Celina: la tormenta pasó sobre mi alma y ahora visita la tuya; pero no temas, pronto renacerá la calma (a la tempestad seguirá una gran calma.)
¿Quieres saber noticias de mi hija6? Pues bien, creo que PERSEVERARA. No ha sido educada como nosotras, desgraciadamente para ella, y su educación es la causa de sus modales tan poco atrayentes, pero en el fondo es buena. Ahora me quiere mucho, pero procuro no tocarla sino con guantes de seda blanca... Sin embargo, tengo un título que me perjudica mucho7: soy un «perrito de caza», soy yo quien corre todo el día detrás de la pieza. ¿Sabes?, los cazadores (las maestras de novicias y las prioras) son demasiado grandes para meterse entre los matorrales, pero un perrito... tiene fino el olfato y además ¡se cuela por todas partes...! Así, velo de cerca por mi hija y los cazadores no están descontentos de su perrito... Yo no quiero hacerle daño a mi conejito, sino que le lamo diciéndole con ternura que su pelo no está lo suficientemente liso, que su mirada es todavía demasiado la de un conejo montés, en una palabra, trato de convertirlo en lo que mis cazadores desean: un conejito muy sencillo que sólo se ocupe de la hierbecilla que debe pacer. Estoy bromeando, pero en el fondo pienso que el conejo vale más que el perrito...; en su lugar, yo hace tiempo que me habría perdido para siempre en el vasto bosque del mundo. Te agradezco las dos fot.8. Son preciosas. Teresa del Niño Jesús (2rºtv) Te ruego que des cariñosos recuerdos de mi parte a todos los inolvidables viajeros9 que se lo están pasando tan bien ahí. Comprendo lo que sientes con los muchachos... Pero sólo es cosa de un momento, vendrá un día en que no verás a muchos, ¡consuélate...! Te mando dos cancioncitas que he compuesto, enséñaselas a mi querida Mariíta, dile que la quiero y que rezo por ella..., ¡cómo agranda su alma el sufrimiento y cómo la acerca a la meta...! La madre María de Gonzaga no le escribe porque la carta va dirigida a nuestra tía, la próxima vez será... Pídele a nuestra tía «Mi caótico de hoy», sor María del Sagrado Corazón ha querido dedicárselo a ella.

NOTAS Cta 167 1 Esta frase de Teresa alude a su deseo persistente de partir para el Carmelo de Saigón; cf Ms C 9rº. Pero responde, sobre todo, a las confidencias de Celina, que, a espaldas de sus hermanas, proyecta partir para el Canadá. Es necesario escuchar a Celina exponer sus problemas a Teresa: «Teresa querida, no acierto a decirte cómo me pesa esta vida... Cuando recibí tu carta, todo en mi alma era oscuridad. Y gocé con tu carta, la saboreé... Pero ahora estoy como un tronco seco, nada se puede sacar ya de mí. (...) Teresa querida, he estado meditando sobre ti y sobre el cariño que nos tenemos... Y me ha parecido, no sé expresártelo muy bien, me ha parecido que tú eras para mí demasiado..., que eras para mí un apoyo que me permitía apoyarme demasiado..., que me cimentaba demasiado en ti y me basaba demasiado en ti, que tú me eras demasiado indispensable..., en fin, adivina tú el resto... Y he pensado que, para ser toda de Dios, tendría que dejarte... He oteado el porvenir y creo que tendría que separarme de ti para no volverte a ver más que en el cielo... En una palabra, mi Teresa querida, he sentido miedo y he tenido algo así como el presentimiento de un sacrificio que supera a todos los sacrificios... Pasan los días, y el corazón todo él se me estremece; pero siento el alma tan inundada de gracias, que necesito hacerme a esta idea. Desde la última vez que te vi, he tenido pensamientos muy profundos sobre infinidad de temas... La cruz se me presenta totalmente desnuda..., y, con ella, multitud de realidades... Ciertamente, Dios hace a mi alma extrañas llamadas allá en lo más íntimo de ella, y lo hace en medio de una paz y una serenidad de alma realmente increíbles. Teresa querida, ¡no poder hablar...! Y sin embargo, no te diría nada, no tengo nada que decirte...
«Teresa querida, ¡comprende a tu Celina sin necesidad de que te hable, sin necesidad de que te diga una sola palabra...! ¡Ay, la vida, la vida! ¡Qué corta me parece la vida, y qué felices seremos al volver a encontrarnos allá arriba...! Todo me parece un sueño, y no lo entiendo...
«¡Teresa!, tu carta ha sido para mí un cántico del cielo, una dulce melodía...
¡Entiende todo lo que yo he comprendido! Pero, ¿sabes?, te quiero demasiado...
Teresa querida, mi corazón me molesta, y justo por eso tengo una especie de certeza íntima de que Dios, para reinar sobre mi naturaleza, necesitará aún romperla. ¡Necesito la cruz y la tribulación más amargas..., Teresa...!
«Estos días he estado fuera, y estoy sufriendo mucho por ello. Es una desazón continua. Cuanto más pasamos los días entre risas alocadas hasta morirnos de risa, más sufro de soledad; no puedo respirar. Además, me siento desdichada... Al no estar acostumbrada a vivir con muchachos, me parece extraño pasar los días en su compañía; y por santos y puros y limpios que sean, no logro acostumbrarme a ello.
¡Ay, Teresa de mi vida, ojalá comprendas lo que quiero decirte...! Estos días he tenido escrúpulos, y todo eso junto, unido a la privación de mis prácticas piadosas, me vuelve árida y triste...!» (LC 159, 17/7/1894).
2 El ascendiente de la madre María de Gonzaga sobre los superiores y sobre la comunidad será determinante en favor de Celina.
3 Cf Ms C 8vº/9rº.
4 Teresa sufre una ronquera pertinaz.
5 Refrán local.
6 Sor María de la Trinidad, que había entrado el 16 de junio.
7 La madre María de Gonzaga es la maestra titular; la función de Teresa está mal definida y es delicada.
8 «Fotografías»: probablemente de Celina con María Guérin.
9 Celina se encuentra en La Musse con los Guérin, el Dr. La Néele y su esposa, y José de Cornière, amigo de la familia. «Nos disfrazamos y representamos toda una historia de viajeros en cuadros vivientes» (LC 159, a Teresa). 10 Cf PN 5.

Cta 167 bis A la señora de Guérin1

19 de julio de 1894 Nuestra Madre no tiene tiempo de escribir a su querida Juanita. Le agradece mucho su carta y sus preciosos modelos2
Teresa envía todo su cariño a sus inolvidables viajeros...

NOTAS Cta 167 bis
1 Postdata a una carta de sor María del Sagrado Corazón a la señora de Guérin.
2 Modelos de flores pedidos por la madre Inés.

Cta 168 A Celina

5-10 de agosto de 1894
J.M.J.T.
Jesús +
Querida Celina: Tu carta es preciosa1, y nos ha hecho derramar lágrimas muy dulces...
No tengas miedo, Jesús no te engañará, ¡si supieras cómo le encantan tu docilidad y tu candor de niña...! Yo tengo el corazón desgarrado... He sufrido tanto por ti, que espero no ser un obstáculo a tu vocación, ¿no ha sido depurado nuestro afecto
como el oro en el crisol...? Esparcimos, llorando, las semillas, y ahora pronto
volveremos juntas trayendo en nuestras manos las gavillas.
No le escribiré hoy al Padre, creo que será mejor (1vº) esperar su carta para ver lo que dice él2... Si prefieres que escriba yo para justificarte, dímelo cuando vengas y no tendré inconveniente en hacerlo...
¡¡¡Tengo el corazón destrozado...!!! Pero doy gracias a Dios por esta prueba que él mismo ha querido; de esto estoy segura, pues es imposible que Jesús engañe a un niñito como tú.
Las tres te queremos aún más que antes, si es posible, ¡nos dijo tanto tu mirada...!
Si oyeses a sor María del Sagrado Corazón, te aseguro que quedarías asombrada...
No vacila en decir que su amado Padre se ha equivocado... Pero él sólo ha sido el instrumento dócil de Jesús, por eso Teresita no está enfadada con él...
(2rº) Dale las gracias a nuestra tía por su carta. Si se entera de que te he escrito, dile que estamos profundamente apenadas.
(También la madre María de Gonzaga ha llorado mucho al leer tu carta. ¡Pobre Madre!, no sabe absolutamente nada3..., ya ves lo discretas que somos.)

NOTAS Cta 168 1 Carta (no conservada) escrita poco después de la inhumación del señor Martin (2 de agosto). En ella Celina desvelaba por fin a sus hermanas sus proyectos y sus temores respecto a su futuro. 2 El P. Pichon respondía el 20 de agosto: «Sí, sí, entrego a mi Celina al Carmelo, a santa Teresa, a la Santísima Virgen». 3 Paréntesis oscuro hoy.

Cta 169 A Celina

J.M.J.T. Jesús + 19 de agosto de 1894 Mi querida hermanita: Esta será la última vez que te escribo al mundo... No podía decir mayor verdad en la carta que te envié a La Musse cuando te prometía que pronto estarías en el Carmelo. No me extraña la tormenta que ruge en Caen. F. y J. han escogido un camino tan distinto del nuestro, que no pueden comprender la sublimidad de nuestra vocación1... Pero el que ríe el último ríe mejor... Después de esta vida de un día, comprenderán quiénes fueron los más privilegiados, si nosotras o ellos... ¡Cómo nos emocionó tu pesca milagrosa!2... ¡Cómo nos hacen sentir esas pequeñas delicadezas que nuestro padre está cerca de nosotras! Tras una muerte de cinco años, ¡qué alegría volver a encontrarle el mismo de siempre, buscando como (1vº) antes la forma de complacernos! ¡Y cómo va a devolverle a su Celina los cuidados que ella le prodigó...! Él es quien ha logrado en tan poco tiempo que se aclarase tu vocación3. Ahora que es un puro espíritu, le es fácil ir a estar con los sacerdotes y con los obispos, y así ¡no ha tenido que tomarse tantas molestias por su Celina querida como por su pobre reinecita...! Me alegro mucho, querida hermanita, de que no sientas ningún atractivo sensible al venir al Carmelo; eso es una delicadeza de Jesús, que quiere recibir de ti un obsequio. Él sabe que hay más dicha en dar que en recibir. Sólo tenemos el breve instante de la vida para dar a Dios..., y él se apresta ya a decir: «Ahora me toca a mí...» ¡Qué dicha sufrir por quien nos ama hasta la locura y pasar por locas a los ojos del mundo! Se juzga a los demás por uno mismo, y, como el mundo es insensato, ¡piensa naturalmente que las insensatas somos nosotras...! Pero, a fin de cuentas, no somos nosotras las primeras: (2rº) el único crimen que Herodes echó en cara a Jesús fue el de estar loco4, ¡y yo pienso como él...! Sí, fue una verdadera locura venir a buscar a los pobres corazoncitos de los mortales para convertirlos en sus tronos. Él, el Rey de la gloria, que se sienta sobre los querubines... Él, cuya presencia no pueden contener los cielos... Nuestro Amado tenía que estar loco para venir a la tierra a buscar a los pecadores para hacer de ellos sus amigos, sus íntimos, sus semejantes. ¡Él, que era perfectamente feliz con las otras dos personas de la Trinidad, dignas de adoración...! Nosotras no podremos nunca hacer por él las locuras que él hizo por nosotras, y nuestras acciones no merecerán nunca ese nombre, porque no son sino hechos muy razonables y muy por debajo de lo que nuestro amor quisiera realizar. Es, pues, el mundo el insensato, pues ignora lo que Jesús hizo por salvarlo; es él el acaparador que seduce a las almas y las lleva a fuentes sin agua... No somos tampoco ni holgazanas ni pródigas. Jesús nos (2vº) defendió en la persona de la Magdalena. Él estaba a la mesa, Marta servía, Lázaro comía con él y con los discípulos. ¿Y María? María no pensaba en tomar alimento, sino en agradar al que amaba; por eso, tomó un vaso lleno de un perfume muy costoso y, rompiendo el vaso, lo derramó sobre la cabeza de Jesús, y toda la casa se llenó del perfume del ungüento; pero los APOSTOLES murmuraban contra la Magdalena... Lo mismo ocurre con nosotras: los cristianos más fervorosos, los sacerdotes piensan que exageramos, que deberíamos servir con Marta en vez de consagrar a Jesús los vasos de nuestras vidas con los perfumes que en ellos se encierran... Y sin embargo, ¿qué importa que se rompan nuestros vasos, si Jesús recibe consuelo y el mundo, aun a pesar suyo, se ve obligado a sentir el perfume que de ellos se desprende y que sirve para purificar el aire envenenado que respira sin cesar? La enfermera quiere que busques en Caen medio frasco de agua antihemorrágica de Tisserand, de 2'50 francos. Si no hay más que frascos enteros, no lo compres, pues también los hay aquí en Lisieux. Sor María del Sagrado Corazón querría siete u ocho cascanueces.

NOTAS Cta 169 1 Desde Caen, donde estaba pasando unos días con la familia Guérin en casa de sus primos La Néele, Celina escribía a Teresa: «Juana y Francis están de uñas contra mí y usan un lenguaje lleno de amargura. Me reprochan un montón de cosas, y cuando María les tapa la boca encuentran otro motivo de reproche. Lo primero que dicen es que no tengo vocación, que mi destino es ser madre de familia, que tendría que haber hablado mucho antes sobre mi inclinación a la vida religiosa, que soy una alocada al decidirme tan deprisa, que si se me presentase un buen partido lo aprovecharía, que es por una cabezonada y por desesperación por lo que entro en un convento, etc. Luego se meten con vosotras: que sois unas acaparadoras y que vosotras y yo hemos perdido muchos puntos en su estima, etc. Después, que soy una ingrata, ¡irme tan rápido tras la muerte de papá!, que tendría que terminar el luto en el mundo, madurar en él mi vocación y dedicar al menos un año a mis tíos por sentido de gratitud, etc., etc. Es el nunca acabar..., y no alcanzo a decirte lo enfadados que están. Nunca pensé que mi vocación, tan probada ya, fuese a encontrar tan violenta oposición. Tengo 25 años, ya sé lo que hago, y nunca di señales de inclinarme hacia el matrimonio. Hubieran debido adivinar que, inmediatamente después de la muerte de nuestro padre querido, mi primera preocupación sería la de orientar mi vida, en vez de reprochármelo. En fin, ¡tendrá que ser así! ¡Pero son despiadados con las almas que se consagran a Dios! Es como si para ellas todos los sufrimientos y todos los desprecios fueran pocos. Por eso Juana preferiría verme en Jerusalén que en Lisieux» (LC 160, 19/8/1894). 2 Los Guérin llevaban todos los días a Celina de excursión a la orilla del mar: Luc, Saint-Aubin, Lion, etc. En esa misma carta a Teresa leemos: «Todos los días voy al mar. Ayer pescamos cangrejos de mar; yo no veía ni uno solo, le recé a papá y apareció una enorme cantidad de ellos. Fue una verdadera pesca milagrosa, más de 100» (LC 160). 3 Cf Ms A 82vº. 4 Cf Récréations, p. 336 (21rº, 25-27).

Cta 170 A sor Teresa Dositea (Leonia)

J.M.J.T.
Jesús + 20 de agosto de 1894
Querida hermanita: Quisiera escribirte una larga carta, pero no dispongo más que de unos minutos, pues están esperando estas líneas para llevarlas al correo.
Desde que nuestro padre querido se fue al cielo, pienso en ti más que nunca, y supongo que a ti te pasa lo mismo que a nosotras. La muerte de papá no me parece
una muerte, sino una verdadera vida. (1vº) Vuelvo a encontrarle después de seis años de ausencia, lo siento en torno a mí mirándome y protegiéndome...
Querida hermanita, ¿no estamos todavía más unidas, ahora que miramos al cielo para descubrir en él a un padre y a una madre que nos han ofrecido a Jesús...?
Pronto se verán realizados sus deseos, y todos los hijos que Dios les dio estarán unidos a Él para siempre...
Comprendo el vacío que va a producirte la partida de Celina, pero sé lo generosa que eres con Nuestro Señor, y, además, ¡la vida pasa tan pronto...! Después, nos reuniremos para no separarnos ya más y nos alegraremos (2rº) de haber sufrido por Jesús...
Querida hermanita, perdóname esta horrible carta y no mires más que al corazón de tu Teresa, que quisiera decirte tantas cosas que no sabe expresar...
Saluda, por favor, respetuosamente a la madre superiora y a tu maestra.
Quisiera que dieras la carta a Celina1 lo antes posible, cuando vaya a verte.
Adiós, querida hermanita, no te olvides de rezar por las más pequeña y la más indigna de tus hermanas, Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz rel. carm. ind.

NOTAS Cta 170 1 La carta anterior, Cta 169.

Cta 171 A sor Teresa Dositea (Leonia)

J.M.J.T. Jesús + 11 de octubre de 1894 Querida hermanita: ¡Cuánto me alegro de que tu santo caiga ahora el mismo día que el mío...! Estoy segura de que, el día 15, santa Teresa te va a colmar de sus gracias; voy a pedirle mucho por ti, lo mismo que a la beata Margarita María... ¡Si supieras, querida hermanita, cuánto rezamos por ti..., y sobre todo cuántos sacrificios ofrecemos, creo que te emocionarías mucho...! Desde que sabemos de tus pruebas, nuestro fervor ha aumentado, te lo aseguro; todos nuestros pensamientos y nuestras oraciones son para ti.
Yo tengo una gran confianza en que mi querida salesita va a salir victoriosa de (vº) todas esas grandes pruebas y en que un día será una religiosa modelo. ¡Dios ya le ha concedido tantas gracias!, ¿podrá abandonarla ahora que parece haber llegado a puerto...? No, Jesús duerme, mientras su pobre esposa lucha contra las olas de la tentación. Pero nosotras lo llamaremos tan tiernamente, que se despertará enseguida, increpará al viento y a la tempestad, y se restablecerá la calma... Hermanita querida, ya verás cómo a la prueba le sucederá la calma, y cómo más tarde te alegrarás de haber sufrido. Además, Dios te sostiene visiblemente en la persona de esas SANTAS Madres que no cesan de prodigarte sus cuidados y sus consejos, tiernos y maternales... Por favor, hermana querida, encomiéndame a sus oraciones, y tú, querida Teresa, recibe el cariño cada vez mayor de tu hermanita, Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind.

Cta 172 A la señora de Guérin

J.M.J.T. Jesús + 17 de noviembre de 1894 Querida tía: Con el alma todavía aromada por la hermosa carta de mi tío a sor María Magdalena1, vengo a felicitarle su santo. ¡Si supiese, querida tiíta, lo orgullosa que estoy de tener unos parientes como ustedes...! Me siento feliz de ver qué bien sirven a Dios los que amo, y me preguntó por qué razón me concedió la gracia de pertenecer a una familia tan maravillosa. Me parece que Jesús se va a gusto a descansar en vuestra casa, como lo hacía en otro tiempo en Betania. Es (1vº) «el divino Mendigo de amor»2, que pide posada y que dice «gracias», y que pide siempre más, en proporción a las dádivas que recibe. Él sabe muy bien que los corazones a los que se dirige comprenden «que el honor más grande que Dios puede hacer a un alma, no es darle mucho, sino pedirle mucho»3. Por eso, ¡qué dulce será para usted, querida tía, oír un día que el mismo Jesús le da el título de madre..! Sí, usted es verdaderamente su madre, él nos lo asegura en el Evangelio con estas palabras: «El que cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi madre». ¡Y usted no sólo cumple su voluntad, sino que le entrega a seis de sus hijas para que sean sus esposas...! De modo que usted es seis veces su madre, y los ángeles del cielo podrían dirigirle estas hermosas palabras: «Y tú te alegrarás en tus hijos, porque todos serán bendecidos y se reunirán con el Señor». Sí, todos son bendecidos, y en el cielo, querida tía, usted tendrá una corona trenzada de rosas y de lirios... Y las dos rosas4 que brillarán entre ellas no serán su ornato menor. Ellas reproducirán en la tierra las virtudes de mi tía y aromarán así a nuestro triste mundo, de manera que Dios pueda seguir encontrando aquí en la tierra algunas flores que seduzcan su mirada y detengan su brazo, dispuesto a castigar a los malvados...
Querida tiíta, quería decirle muchas más cosas, pero vienen a buscar carta y sólo tengo tiempo para repetirle una vez más mi cariño. Pienso también en el onomástico de nuestra querida abuelita5, y le ruego que le dé un abrazo muy fuerte
de mi parte.
Su hijita
Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind.

NOTAS Cta 172
1 El señor Guérin era el «padrino» de toma de hábito de sor María Magdalena. La «madrina» de toma de hábito era la señora de Virville, cuñada de la madre María
de Gonzaga.
2 Cf RP 5.
3 P. Pichon.
4 Francis y Juana.
5 La señora Fournet.

Cta 173 A sor Teresa Dositea (Leonia)

enero de 1895
J.M.J.T. Jesús + Querida hermanita: Con gran alegría te envío mi felicitación al comenzar este año nuevo. El que acaba de pasar ha sido muy fructífero para el cielo: nuestro padre querido ha visto lo que «el ojo del hombre no puede ver», ha escuchado la armonía de los ángeles..., y su corazón comprende y su alma goza ya de las recompensas que Dios tiene preparadas para los que le aman. Un día nos llegará también el turno a nosotras..., ¡quizás no veamos terminar el año que comienza!, ¡tal vez una de nosotras oiga pronto la llamada de Jesús...! ¡Oh, qué hermoso es pensar que (1vº) bogamos hacia la ribera eterna...! Querida hermanita, ¿no te parece, como a mí, que la partida de nuestro padre querido nos ha acercado más al cielo? Más de la mitad de la familia goza ya de la visión de Dios, y las cinco desterradas de la tierra no tardarán en volar hacia su Patria. Este pensamiento de la brevedad de la vida me da ánimos y me ayuda a soportar las fatigas del camino. ¿Qué importa (dice la Imitación de Cristo1) un poco de trabajo aquí en la tierra... Estamos de paso y no tenemos aquí morada permanente? Jesús ha ido delante para prepararnos un sitio en la casa de su Padre, y después volverá y nos llevará con él, para que donde está él estemos también nosotras... Esperemos y suframos (2rº) en paz, la hora del descanso se acerca, las ligeras tribulaciones de esta vida que dura un momento producen en nosotras un peso eterno de gloria...
Querida hermanita, ¡cómo me gustan tus cartas, y, sobre todo, cuánto bien hacen a mi alma! Me lleno de gozo al ver cómo te ama Dios y cómo te colma de sus gracias... Te halla digna de sufrir por su amor, y ésa es la mayor prueba de ternura que puede darte, pues el sufrimiento nos hace semejantes a él... Hermanita querida, no olvides a la última y más pobre de tus hermanas. Pídele a Jesús que sea muy fiel, que sea feliz, como tú, de ser en todas partes la más pequeña y la última de todas2... Te ruego que presentes mis mejores deseos a tus santas Madres y que les asegures que estoy muy unida a ellas en el Corazón de Jesús.
Tu pobre hermanita, (Teresa del Niño Jesús) rel. carm. ind.

NOTAS Cta 173
1 Im III,47, Réflexions. La cita continúa hasta el final del párrafo.
2 Cf CG p. 801s.

Cta 174 A sor Genoveva (Celina)

Finales de enero de 1895
Sor Genoveva de Santa Teresa.
¡Teresita es la primera que lo ha escrito...!1

NOTAS Cta 174
1 En 1889 (cf Cta 98, n. 1), Teresa había dado a Celina el nombre de «María de la Santa Faz». A finales de enero de 1895, el Sr. Delatroëtte expresaba el deseo de que se perpetúase el nombre de la madre Genoveva de Santa Teresa (+ 1891). El asunto se aprueba una noche en la recreación. Al salir de la reunión, Teresa, muy decepcionada, escribe estas palabras para consolar a su hermana. Esta tomará el hábito el 5 de febrero.

Cta 175 A sor Teresa Dositea (Leonia)

J.M.J.T.
Jesús + 24 de febrero de 1895
Querida Leonia: Me he sentido muy feliz al recibir tus noticias. Espero que sigas bien de salud y que tus hermanas estén en vías de recuperación1.
Es muy poco el tiempo que puedo dedicarte, pero quiero encomendarme a tus oraciones antes de la cuaresma, y prometerte que yo, por mi parte, me acordaré todavía más de ti, si es posible, y que luego iré a cantar (1vº) contigo sin prisas el aleluya, para resarcirme de no haber podido hacerlo hoy... Quiero decir después de Pascua, pero me explico tan mal, que podrías creer que voy a cantar el aleluya en cuaresma... No, me contentaré con seguir a Jesús en su vía dolorosa, y suspenderé mi arpa en los sauces junto a los canales de Babilonia... Pero después de la Resurrección, volveré a tomar mi arpa, olvidando por un momento que estoy desterrada, y cantaré contigo la dicha de servir a Jesús y de habitar en su casa, la dicha de ser su esposa en el (2rº) tiempo y para toda la eternidad... Querida hermanita, presenta, por favor, mis saludos respetuosos a esas santas Madres, y tú recibe mi enorme cariño. Tu hermanita más pequeña, Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind.
P.D. Cuando escribas, dime el año de tu primera comunión, ¿quieres2?

NOTAS Cta 175
1 La gripe acaba de someter a prueba a la Visitación de Caen.
2 Leonia hizo la primera comunión el 23 de mayo de 1895. Cf Ms A 6vº.

Cta 176 A sor Teresa Dositea (Leonia)

Jesús + Domingo, 28 de abril de 1895 Querida hermanita: Hubiera querido agradecerte antes tu carta, que me gustó mucho; pero como nuestra Madre te contestó enseguida, no pude escribirte al mismo tiempo que ella. Querida hermanita, estoy íntimamente convencida de que has encontrado tu vocación, y no sólo como salesa, sino también como salesa de Caen. Dios nos ha dado tantas pruebas de ello, que no podemos dudarlo... Esa idea (de ir a Le Mans) me parece una tentación, y pido a Jesús que te libre de ella. Sí, comprendo muy bien que el retraso de la profesión debe ser una prueba para ti; pero es una gracia tan grande, que cuanto más (1vº) tiempo se tenga para prepararse a ella, más hay que alegrarse. Yo recuerdo con alegría lo que pasó en mi alma algunos meses antes de mi propia profesión. Veía acabarse mi año de noviciado, y nadie se ocupaba de mí (debido a nuestro Padre superior, que me consideraba demasiado joven). Te aseguro que me sentía muy apenada1, pero un día Dios me hizo comprender que en ese mi deseo de pronunciar los sagrados votos había una búsqueda muy grande de mí misma, y entonces me dije: Para la toma de hábito me vistieron un hermoso vestido blanco guarnecido de encajes y de flores, ¿y quién ha pensado en proporcionarme uno para mis bodas...? Ese vestido debo preparármelo yo solita. Jesús quiere que nadie me ayude, fuera de él; por lo tanto, con su ayuda, voy a poner manos a la obra y a trabajar con ardor... Las criaturas no verán mis esfuerzos, que (2rº) quedarán ocultos en mi corazón. Procuraré que me olviden y no buscaré otra mirada que la de Jesús... ¿Qué importa si parezco pobre y carente de espíritu y de talentos...? Quiero poner en práctica este consejo de la Imitación de Cristo: «Que éste se gloríe de una cosa, aquél de otra, tú no pongas tu gozo más que en el desprecio de ti mismo, en mi voluntad y en mi gloria»2. O bien: «¿Quieres aprender algo que te sea útil? ¡Gusta de ser ignorado y tenido en nada...!»3. Al pensar en todo esto, sentí una gran paz en mi alma, ¡sentí que allí estaba la verdad y la paz! Y ya no volví a preocuparme por la fecha de mi profesión, pensando que el día en que mi traje de novia estuviese terminado Jesús vendría a buscar a su pobre esposa... Querida hermanita, no me equivocaba; es más, Jesús se conformó con mis deseos, con mi abandono total, y se dignó unirme a él mucho antes de lo que yo me hubiera atrevido a esperar... Ahora Dios (2vº) me sigue conduciendo por el mismo camino, no tengo más que un deseo: el de hacer su voluntad. Tal vez te acuerdes de que antes me gustaba llamarme a mí misma «el juguetito de Jesús»4. Todavía ahora soy feliz de serlo, sólo que he pensado que el divino Niño tiene muchas otras almas llenas de virtudes sublimes que se dicen también «sus juguetes»; y entonces pensé que ellas eran sus juguetes lujosos y que mi pobre alma no era más que un juguetito sin valor... Y para consolarme, me dije a mí misma que muchas veces los niños se divierten más con los juguetitos que pueden tirar o coger, romper o besar a su antojo, que con otros de mayor valor que casi ni se atreven a tocar... Entonces me alegré de ser pobre y deseé serlo cada día más, para que a Jesús le gustase cada vez más jugar conmigo. Querida hermanita, ahora que he hecho de director espiritual, reza mucho por mí para que ponga en práctica las luces que Jesús me da. (Saluda, por favor, respetuosamente de mi parte a esas tus santas Madres.) Tu pequeñísima hermana que te quiere Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind.

NOTAS Cta 176 1 Cf Ms A 73vº. 2 Im III,49,7. 3 Im I,2,3. 4 Cf Cta 34, n. 2.

Cta 177 A María Guérin

7 de julio (?) de 1895 A mi querida hermanita1, de parte de su Teresita ¡que se acuerda mucho de ella...! Y que, sobre todo, espera (temblando) que su querida María mantenga sus promesas viviendo tan tranquila como un niñito en los brazos de su madre...
Pido mucho por ti, hermanita querida, y por todos los inolvidables parientes de La Musse, que en estos momentos deben de estar haciendo grandes progresos en la perfección pues aceptan con tanta generosidad el sacrificio de la separación... (vº) Quiero y rezo cada vez más por mis queridos tíos. Y no sé hasta dónde llegará este amor, ¡pues mi cariño aumenta cada día...!

NOTAS Cta 177 1 María pasa en La Musse sus últimas vacaciones en familia, antes de entrar en el Carmelo el 15 de agosto.

Cta 178 A la señora de Guérin

20-21 de julio de 1895
J.M.J.T. Jesús + 20 de julio de 1895 Querida tiíta: Me ha emocionado mucho el ver que se acuerda de su Teresita; también ella se acuerda mucho de usted, y si todavía no ha escrito a su tía querida, no ha sido por indiferencia, sino porque su corazón está tan repleto de cariño y de veneración, que no acierta a traducir sus pensamientos... Sin embargo, tengo que intentarlo, aun a riesgo de decir a mi tiíta cosa que van a disgustarla, ¿no sale la verdad de la boca de los niños? Pues bien, tendrá que perdonarme si digo la verdad, pues soy y quiero ser siempre una niña... Voy a darle una leccioncita espiritual y a mostrarle cuán bueno es Dios conmigo. A mí me gusta mucho leer las vidas de los santos; el relato de sus acciones heroicas me inflama el ánimo y me impulsa a imitarlos. Pero confieso que a veces me ha ocurrido envidiar la suerte feliz de sus parientes, que han tenido la dicha de vivir en su compañía y de gozar de sus santas conversaciones. Ahora ya no tengo nada que envidiar, pues estoy en situación de contemplar de cerca las acciones de los santos y de observar sus luchas y la generosidad con que se someten a la voluntad de Dios1. Querida tiíta, sé muy bien que le disgustaría que le dijese que es una santa. Sin embargo, tengo muchas ganas de hacerlo... Pero si no se lo digo, puedo decirle una cosa que no hay que decirle a mi tío, pues entonces ya no me seguiría queriendo. Y esa cosa usted la sabe mejor que yo, y es (1vº) que mi tío es un santo como hay pocos en la tierra y que su fe puede compararse con la de Abraham... ¡Si supiese qué dulce emoción llenó ayer mi alma al ver a mi tío con su angelical Mariíta2...! Nosotras estábamos sumergidas en un gran dolor a causa de nuestra pobre Leonia; era una verdadera agonía. Dios, que quería probar nuestra fe, no nos enviaba ningún consuelo, y yo no podía rezar otra oración que la de Nuestro Señor en la cruz: «¡Dios mío, Dios mío, por qué nos has abandonado!», o como en el Huerto de la agonía: «Dios mío, que se haga tu voluntad y no la nuestra». Por fin, para consolarnos, nuestro divino Salvador no nos envió al ángel que lo sostuvo a él en Getsemaní, sino a uno de sus santos, peregrino aún en esta tierra y lleno de su fuerza divina. Al ver su serenidad y su resignación, nuestras angustias se disiparon y experimentamos el apoyo de una mano paternal... Tiíta querida, ¡qué grandes son las misericordias de Dios para con sus pobres hijas...! Si usted supiese las dulces lágrimas que derramé al escuchar la conversación celestial de mi santo tío... Me parecía ya transfigurado, su lenguaje no era ya el de la fe que espera, sino el del amor que posee. Precisamente cuando la prueba y la humillación venían a visitarlo, él parecía olvidarlo todo para no pensar más que en bendecir la mano divina que le arrebataba su tesoro y que, en recompensa, lo probaba como a un santo... Santa Teresa tenía mucha razón cuando decía a Nuestro Señor, que la colmaba de cruces cuando emprendía por él grandes trabajos: «Señor, no me extraña que tengas tan pocos amigos, ¡los tratas tan mal...»3. (2rº) Y en otra ocasión decía que a las almas a las que Dios ama con un amor ordinario les manda algunas pruebas, pero a las que ama con amor de predilección les prodiga las cruces como la señal más cierta de su ternura4. 21 de julio Había dejado ayer la carta sin terminar porque llegaron María y Leonia. Nuestra emoción, al verla, fue muy grande; no logramos hacerle decir una sola palabra, de tanto como lloraba. Finalmente acabó por mirarnos, y ya todo fue bien. No le doy más detalles, tiíta, porque ya los sabrá todos por María, que se portó como una verdadera mujer fuerte en las dolorosas circunstancias que acaban de producirse. Así se lo dijimos, pero me di cuenta muy bien de que ese cumplido no le gustaba; entonces la llamé «angelito» y ella me dijo, riendo, que esto le gustaba más que lo de «mujer fuerte». Es de un humor, que hace reír hasta a las piedras, y eso distrae a su pobre compañera. Les servimos en platos de barro, como a las carmelitas, lo cual les divirtió mucho5. ¡Cuánta virtud tiene su Mariíta...! Es asombroso el dominio que tiene de sí misma. No es precisamente energía lo que le falta para hacerse santa, y ésa es la virtud más necesaria: con la energía se puede llegar fácilmente a la cumbre de la perfección. Si pudiese darle un poco a Leonia, todavía le quedaría bastante a nuestro angelito y no le vendría mal a la otra... Querida tiíta, me estoy dando cuenta de que mis frases no son claras, me doy prisa por entregar la carta a María, que no quería que le escribiese, diciendo que ella cumpliría todos mis encargos o que me daría (2vº) quince céntimos para un sello; pero no he querido esperar más tiempo para enviar a mi tía querida tan sólo «una mirada», que, por expresiva que sea, no podría verla de tan lejos. Quería hablarle de Juana y de Francis, pero no tengo tiempo. Todo lo que puedo decir es que los cuento entre el número de santos que se me ha concedido contemplar de cerca en la tierra, y que me alegrará verlos pronto en el cielo en compañía de sus hijos6, cuyas resplandecientes coronas aumentarán su propia gloria... Querida tiíta, si no logra leerme, la culpa es de María. Déle como castigo un abrazo de mi parte, y dígale que le dé a usted un abrazo muy fuerte en lugar mío. Su hija más pequeña Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind.

NOTAS Cta 178 1 El señor y la señora Guérin acababan de escribir el 18 de julio dos cartas realmente admirables a la madre Inés de Jesús a propósito de la próxima partida de su hija. 2 Se dirigían a Caen para recoger a Leonia, que había salido de nuevo de la Visitación. 3 Cf Cta 155, n. 1. 4 SANTA TERESA DE JESÚS, Camino de perfección, cap. 34. (Así cita la edición francesa. Sin embargo, en todo ese capítulo no se encuentra ese pensamiento de la Santa castellana. Sí hay en sus obras no pocos pasajes en esa dirección; sin salirnos del Camino de perfección, véase, por ejemplo, el cap. 18,1: «... a los que Dios mucho quiere, lleva por camino de trabajos, y mientras más los ama, mayores...»; o cap. 32,7, al que seguramente se refiere la cita de la edición francesa. N. del T.) 5 Leonia y María comieron, de manera excepcional, en el refectorio de las hermanas torneras. 6 Los señores La Néele no pudieron tener hijos, lo que constituyó su gran sufrimiento.


CARTAS – Teresa del Niño Jesús 167