Discursos 1999 290

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


A LOS PARTICIPANTES EN EL "ENCUENTRO DE JÓVENES


HACIA EL JUBILEO"


Amadísimos jóvenes:

1. Os envío mi cordial saludo a vosotros, participantes en el Encuentro de jóvenes hacia el jubileo, que se celebra durante estos días en San Remo. Saludo al venerado hermano Giacomo Barabino, obispo de Ventimiglia-San Remo, así como a todos los organizadores de vuestro encuentro. Mi saludo se dirige también a los miembros de la asociación Mi Dios canta joven, a los cantautores de Música y vida y de Magníficat, y a la asociación evangélica de música cristiana Musictus.

El tema de vuestro encuentro es singular: "Jóvenes del 2000, dejadnos nacer". Con esta manifestación, queréis transmitir a vuestros coetáneos un mensaje de esperanza, proponiéndoles una valiente visión cristiana de la realidad. En resumidas cuentas, vosotros, jóvenes, queréis ser apóstoles del Evangelio entre los jóvenes de nuestro tiempo.

2. Este encuentro, que habéis querido celebrar como preparación para el gran jubileo, expresa muy bien una característica especial de la juventud de hoy día: la apertura a la gran diversidad cultural del mundo actual. Para cumplir esta difícil misión, debéis estar abiertos ante todo a Cristo, que con amor os interpela y os pide acoger su palabra. Estad seguros de que no os defraudará. Quien se encuentra con él, no teme aceptar valientemente las exigencias de su Evangelio. Quien lo ama, descubre que la vida cristiana es don de Dios, que ama a cada uno personalmente y a cada uno desea confiarle una misión.

Queridos jóvenes, me imagino que, como todos vuestros coetáneos, también vosotros buscáis lo que es importante y central en la existencia; buscáis algo y a alguien con quien contar sin reservas.
Permitidme deciros que comprendo vuestras aspiraciones y las dificultades que encontráis. Al contrario de las generaciones que os han precedido, especialmente las que han conocido en su juventud los males producidos por la guerra mundial y otros conflictos, la mayor parte de vosotros ha podido crecer en un clima de paz, libertad y seguridad. Pero sabéis por experiencia que el bienestar material no da automáticamente la felicidad y la serenidad. Tampoco basta la libertad garantizada por la ley para sentirse libres dentro, en la intimidad del corazón. La libertad de la esclavitud de las pasiones brota de la fuerza regeneradora de la gracia.

El ser humano necesita a Cristo. Sólo en el encuentro con él descubre la verdad plena de sí mismo. Sabéis bien que seguir a Cristo requiere generosidad y audacia. Pero, precisamente siguiendo sus pasos, el hombre llega a la realización plena de sí mismo y a la verdadera libertad. A esto aluden las canciones religiosas presentadas en San Remo en esta alegre circunstancia.

291 3. Queridos jóvenes amigos, con el apoyo de la gracia del Señor sabed estar a la altura de vuestra dignidad de resucitados en Cristo. Abríos al gozo del Señor. Estáis llamados a cantar la fiesta de la vida, de la libertad y de la reconciliación; estáis destinados a avanzar por los caminos de la fraternidad y del amor.

María, Madre de Jesús y Madre nuestra, os proteja y asista en todo momento. Amados jóvenes, éste es el deseo cordial que formulo para cada uno de vosotros, así como para todos vuestros seres queridos. Lo acompaño con una especial bendición, que de buen grado os envío como signo de mi cercanía espiritual y de mi afecto.

Vaticano, 21 de noviembre de 1999








A LOS PEREGRINOS QUE ACUDIERON A ROMA


PARA LA MISA DE CANONIZACIÓN


DE CIRILO BERTRÁN Y OCHO COMPAÑEROS,


INOCENCIO DE LA INMACULADA,


BENITO MENNI, TOMÁS DE CORI


lunes 22 de noviembre


Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
amadísimos religiosos y religiosas;
hermanos y hermanas:

1. Nos hemos reunido hoy para renovar nuestro himno de alabanza y de acción de gracias a Dios, al día siguiente de la solemne liturgia durante la cual, en la basílica vaticana, tuve la alegría de proclamar a doce nuevos santos, invictos testigos de Cristo, Rey del universo. Al mismo tiempo, queremos reflexionar juntos, una vez más, en su luminoso ejemplo de amor incondicional a Dios y de entrega generosa al bien espiritual y material de sus hermanos.

2. Saludo con gran afecto a los peregrinos de lengua española venidos a Roma. En esta ocasión, de modo particular saludo a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, acompañados de sus alumnos y ex alumnos, a los padres pasionistas, así como a los miembros de la gran familia hospitalaria. Estos santos, hijos predilectos de la Iglesia y testigos fieles del Señor resucitado, nos ofrecen el testimonio de una rica espiritualidad, fraguada en la fidelidad cotidiana y en la entrega incondicional a su vocación al servicio del prójimo.

3. Los hermanos mártires de las Escuelas Cristianas canonizados ayer, seguidores del carisma de san Juan Bautista de La Salle, se entregaron plenamente a la educación integral de los niños y jóvenes. Ellos pertenecen a la larga serie de educadores cristianos que han dedicado su vida y sus energías a la enseñanza en la escuela católica, comprometidos en este irrenunciable servicio que la Iglesia presta a la sociedad. Ésta, en nuestros días a veces se presenta individualista y con tentaciones de secularismo. Frente a ello, los santos mártires de Turón, procedentes de diversos puntos de la geografía española, y uno de ellos de Argentina, son la prueba elocuente de que la fidelidad a Cristo vale más que la propia vida.
Que su ejemplo, junto con el del padre Inocencio de la Inmaculada, mueva a los jóvenes a abrazar el estilo de vida que nos propone el Evangelio, vivido con valentía y entusiasmo. Que la labor educativa de estos santos mártires sea también modelo para los educadores cristianos a las puertas del nuevo milenio ya inminente.

292 Con respecto a la formación de las jóvenes generaciones, quisiera recordar el deber primordial de los padres como primeros y principales responsables de la educación de los hijos, lo cual supone que han de contar con absoluta libertad para elegir el centro docente para sus hijos. Las autoridades públicas, por su parte, han de procurar que, desde el respeto al pluralismo y la libertad religiosa, se ofrezca a las familias las condiciones necesarias para que, en todas las escuelas, sean públicas o privadas, se imparta una educación conforme a los propios principios morales y religiosos. Y esto es más necesario aún en un país, como España, donde la mayoría de padres pide la educación religiosa para sus hijos.

4. San Benito Menni, miembro ilustre de la orden hospitalaria de San Juan de Dios y fundador de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, vivió su vocación como apóstol en el campo de la sanidad, sin ahorrarse esfuerzos y sufrimientos, con audacia y una entrega sin límites al cuidado de los enfermos, especialmente de los niños y de los trastornados mentales.
La labor que realizan sus hermanos de religión y las religiosas del instituto que fundó tiene plena actualidad, donde con frecuencia se margina a los débiles y a los que sufren. Que la gran familia hospitalaria, en fidelidad al carisma del nuevo santo, imite el inmenso amor que él sentía hacia los más desfavorecidos, dedicando enteramente la vida a su servicio.
San Benito Menni descubrió su vocación precisamente cuando llevaba a cabo tareas de voluntariado en Milán. Muchos de los peregrinos que habéis venido para su canonización sois voluntarios en diversos centros hospitalarios y en otros centros asistenciales. Ese servicio enriquece vuestra vida y hace crecer la capacidad de donación y acogida solidaria del prójimo, especialmente de los que sufren. Os animo a proseguir en esa labor, iluminados por los ejemplos del padre Menni, imitándole y siguiéndole en el camino de misericordia que él practicó.

5. Me dirijo a vosotros, queridos religiosos de la orden franciscana de Frailes Menores, y a cuantos se alegran con vosotros por la canonización de santo Tomás de Cori. "Vengo al Retiro para ser santo": con estas palabras el nuevo santo se presentó en el lugar solitario de Bellegra, donde durante muchos años realizó progresivamente ese difícil programa de vida evangélica.
Había comprendido muy bien que toda reforma auténtica comienza por uno mismo y, precisamente por esta razón, su humilde persona se sitúa entre los grandes reformadores de la orden de los Frailes Menores.
De la intensidad de su relación íntima con Dios, sobre todo de su profunda devoción a la Eucaristía, florecía la fecundidad de su acción pastoral, tan profunda, que le mereció el apelativo de "apóstol del sublacense". Verdadero hijo del Poverello de Asís, también de él se podría afirmar lo que se decía de san Francisco: "no era un hombre que rezaba; más bien, él mismo se transformaba totalmente en oración viva" (Tomás de Celano, Vida segunda, 95: Fuentes franciscanas, 682).

6. Amadísimos hermanos y hermanas, junto con toda la Iglesia, alabemos al Señor por las maravillas que realizó a través de estos nuevos santos.
Al volver a vuestros hogares y a vuestras ocupaciones diarias, llevad el hermoso recuerdo de esta peregrinación a Roma y proseguid con valentía vuestro compromiso de testimonio cristiano, para que os preparéis a vivir con intensidad y fervor el Año santo, ya cercano.

Con estos deseos, os encomiendo a todos a la protección celestial de la Virgen y de los nuevos santos, y de corazón os bendigo a vosotros, a vuestras familias y a vuestras comunidades.









MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


AL CONGRESO NACIONAL DE RECTORES


Y AGENTES PASTORALES DE LOS SANTUARIOS DE ITALIA


Amadísimos hermanos y hermanas:

293 1. Me alegra enviaros mi cordial saludo con ocasión de la XXXV Asamblea de rectores y agentes pastorales de los santuarios, organizada por la Unión nacional de santuarios. Saludo en particular al arzobispo prelado de Loreto, monseñor Angelo Comastri, que con viva solicitud sigue y coordina vuestras actividades.

La amplia red de santuarios esparcidos en diversos países y continentes ocupa un lugar muy importante en el ámbito del singular organismo espiritual y a la vez histórico que es la Iglesia. Yo mismo, durante mis viajes apostólicos, he tenido muchas veces la alegría de ir en peregrinación a esos lugares sagrados, donde la presencia de Dios se siente con mayor intensidad

He podido visitarlos sobre todo en Italia, debido a mi ministerio, y he comprobado que constituyen un testimonio elocuente de la historia religiosa de la nación. Por eso, os damos las gracias a todos los que conserváis, valoráis y promovéis ese patrimonio espiritual del mejor modo posible.

2. Con este mensaje, siguiendo el ejemplo de mis predecesores, deseo ante todo recordar el gran valor que revisten los santuarios para el pueblo de Dios. Por una parte, ofrecen a los fieles y peregrinos momentos valiosos de profundización, de verificación y de indispensable fortalecimiento interior; y, por otra, para los que los frecuentan menos, para los que tienen dificultades y para los que buscan, constituyen una ocasión providencial de encuentro con Dios y una fuerte llamada a las fuentes de la fe. Por tanto, quienes los visitan deben encontrar ambientes acogedores y personas dispuestas a brindarles una adecuada asistencia espiritual y una ordenada catequesis litúrgica, a fin de que el mensaje transmitido por el santuario no se quede sólo en el ámbito de la emoción, aunque sea importante, sino que para todos llegue a ser experiencia de Dios, encuentro fraterno y ocasión de crecimiento en la fe.

3. Podemos constatar con gran satisfacción que durante los últimos años se ha incrementado el flujo de peregrinos y turistas hacia los lugares santos, pequeños y grandes, favorecido por las mayores oportunidades que brindan los medios de transporte y comunicación. No parece que la evolución de la sociedad y el influjo de una difundida mentalidad consumista haya frenado este fenómeno, sino más bien, en ciertos aspectos, lo ha incrementado. En efecto, las personas tienen cada vez más necesidad de silencio, de serenidad y de alejarse del frenesí diario y de los intereses materiales; buscan la paz y la armonía consigo mismas, con la naturaleza y, más profundamente, con Dios, último fundamento de la existencia. A veces, el peligro, inherente a este tipo de tendencias, en las que influyen factores culturales y sociales, es la superficialidad. Sin embargo, en nada disminuye el lado positivo, al menos potencialmente, de este fenómeno, que se presenta como un aspecto del gran desafío de la evangelización en la sociedad contemporánea.

4. En el actual marco socio-religioso, los santuarios han de ser cada vez más lugares de lo esencial, a donde se va para obtener la gracia antes que "las gracias". Cuanto más se difunde la cultura secularizada, tanto más adquieren estos ambientes un intrínseco valor evangelizador, en el sentido originario de fuerte llamada a la conversión (cf. Carta con ocasión del VII centenario del santuario mariano de la Santa Casa de Loreto, 15 de agosto de 1993, n. 7: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 24 de septiembre de 1993, p. 7).

Lejos del trajín de las ocupaciones diarias, el hombre reencuentra ante todo la posibilidad de pensar, reflexionar y dejar que surjan en su interior los interrogantes que, aunque puedan inquietarlo, son benéficos para su alma. En este terreno favorable, el santuario está llamado a sembrar la buena semilla de la palabra de Dios, de la que sólo puede brotar el conocimiento de la verdad y la renovación de la vida. En resumidas cuentas, en el santuario todo debe tender a que la búsqueda recíproca de Dios y del hombre se convierta en un encuentro.

5. Los responsables y animadores de los santuarios de Italia, estimulados por ese marco espiritual y social, queréis intensificar vuestro compromiso apostólico, sosteniéndolo oportunamente con el intercambio de experiencias y la coordinación de objetivos e iniciativas pastorales. Esto es de por sí útil y provechoso, no sólo desde el punto de vista de la organización, sino sobre todo porque favorece el estilo de comunión, signo distintivo de la Iglesia, icono de la Trinidad.

Amadísimos hermanos y hermanas, de este modo os apoyáis unos a otros para que los santuarios puedan promover el anuncio de la Palabra, así como las celebraciones litúrgicas, los retiros espirituales y los encuentros de estudio sobre temas religiosos y de profundización de la fe. Me alegra la atención particular que prestáis al servicio del sacramento de la reconciliación, promoviendo también la preparación de los ministros: esto es muy oportuno, especialmente con ocasión del gran jubileo del año 2000. Ojalá que los peregrinos, en este "año de gracia del Señor", obtengan abundantemente en los santuarios la fuerza regeneradora de la misericordia divina.
Acompaño este deseo con la oración, encomendándolo a la especial asistencia de la santísima Virgen María, santuario de la nueva Alianza. A los que participáis en la asamblea, así como a los responsables de los santuarios y a sus colaboradores, imparto de corazón una especial bendición apostólica.

Vaticano, 23 de noviembre de 1999


MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A SU SANTIDAD BARTOLOMÉ I, PATRIARCA ECUMÉNICO,

PARA LA FIESTA DE SAN ANDRÉS




294 A Su Santidad Bartolomé I
Arzobispo de Constantinopla
Patriarca ecuménico

"Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo" (
Ep 1,2).
La fiesta de san Andrés, celebrada por el patriarcado ecuménico, y la de san Pedro y san Pablo, en Roma, nos unen en un encuentro fraterno de diálogo y oración. La caridad recíproca, los intercambios regulares, la alabanza común elevada al Señor, son medios que contribuyen a la unidad plena entre nuestras Iglesias y nos permiten testimoniar la comunión en el único Señor, Jesucristo.

Nuestra participación mutua en las celebraciones de los santos Apóstoles, patronos de nuestras Iglesias, es también fuente de alegría, la alegría que experimentamos cuando cumplimos la voluntad del Señor.

La delegación que envío este año a Su Santidad y a la Iglesia hermana de Constantinopla está encabezada, una vez más, por el señor cardenal Edward Idris Cassidy, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos. Este año va acompañado por monseñor Walter Kasper, obispo emérito de Rottenburg-Stuttgart y nuevo secretario del Consejo. Les he confiado el encargo de transmitirle mis mejores deseos para usted, venerado hermano, para el Santo Sínodo que preside, para el clero y para los fieles del patriarcado ecuménico. ¡Que la paz del Señor esté con todos vosotros!

En este fin de siglo y en el umbral del nuevo milenio cristiano, nuestra voluntad de avanzar por el camino del diálogo y de las relaciones fraternas para llegar a la plena comunión se transforma en una exigencia más apremiante, un deseo más ardiente de curar las "dolorosas laceraciones que contradicen abiertamente la voluntad de Cristo y son un escándalo para el mundo" (Tertio millennio adveniente TMA 34). Sin embargo, este deseo se empaña de tristeza al pensar en lo que deberíamos hacer para que resplandezca más el verdadero rostro de Cristo y para que brille con una luz aún más hermosa a los ojos del mundo el rostro de su Iglesia que, por el don del Espíritu, recibirá la gracia de la plena unidad entre nosotros.

Convencido de que "entre los pecados que exigen un mayor compromiso de penitencia y de conversión han de citarse, ciertamente, aquellos que han dañado la unidad querida por Dios para su pueblo" (ib.), recordé en esa carta apostólica las numerosas iniciativas ecuménicas emprendidas con generosidad y determinación, y subrayé el enorme esfuerzo que hace falta realizar aún para proseguir el diálogo doctrinal y para un compromiso más generoso en la oración ecuménica (cf. ib.). Encomendando a los santos apóstoles Andrés, Pedro y Pablo estas intenciones, que siguen siendo una de las metas jubilares decisivas para el futuro de la Iglesia, quisiera asegurarle una vez más que la Iglesia católica está dispuesta a hacer todo lo posible para allanar los obstáculos, apoyar el diálogo y colaborar en cualquier iniciativa encaminada a hacernos avanzar hacia la comunión plena en la fe y en el testimonio.

Animado por estos sentimientos y teniendo en cuenta la importancia de los intercambios directos y de la participación de nuestras Iglesias en los acontecimientos importantes de su vida, le doy gracias, Santidad, por haber enviado sus delegados fraternos a la reciente Asamblea especial para Europa del Sínodo de los obispos, en la persona del metropolita de Francia, nuestro venerado hermano Jeremías, así como a la Asamblea interreligiosa, en la persona del metropolita de Suiza, nuestro venerado hermano Damaskinos. Su presencia nos produjo mucha alegría y fue un ejemplo de la comunión a la que tienden los discípulos de Cristo. Experimento esa misma alegría ante la perspectiva de tener a mi lado a los representantes de Su Santidad el próximo 18 de enero con motivo de la apertura de la Puerta santa en la basílica de San Pablo extramuros, para el inicio solemne de las celebraciones en honor de Aquel que es "la luz verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn 1,9). A través de su representante en la comisión ecuménica del jubileo del año 2000, ha querido usted, Santidad, manifestar su apoyo y subrayar así su comunión de intención para esas celebraciones jubilares. Le doy gracias también por esta presencia y esta colaboración.
Alegrándome de todo corazón de que en el umbral del nuevo milenio se nos conceda anunciar juntos de alguna manera a las nuevas generaciones que Jesucristo es el Salvador del mundo, intercambio con Su Santidad el beso de la paz y le aseguro mi afecto fraterno.

295 Vaticano, 24 de noviembre de 1999








A LOS MIEMBROS DEL GRUPO "LUX VIDE"


25 de noviembre

Ilustres señores; amables señoras:

1. Me alegra este encuentro, que me permite saludar en vosotros a los representantes de Lux Vide y de los coproductores de la película "Jesús", que se proyectará durante las próximas semanas en los canales de televisión de numerosos países
. Saludo al doctor Ettore Bernabei, presidente de Lux Vide, y le agradezco las palabras que me ha dirigido también en vuestro nombre. Extiendo mi saludo a cada uno de los presentes, congratulándome con vosotros por el compromiso evangelizador que caracteriza vuestra actividad. A través de vosotros quisiera expresar mi gratitud a quienes, de diferentes modos, han colaborado y colaboran en la realización de películas para televisión sobre temas religiosos y, en particular, sobre temas bíblicos.
Ojalá que esas películas contribuyan a dar a conocer mejor a los hombres de nuestro tiempo el mensaje revelado, dando una respuesta satisfactoria a los interrogantes y a las dudas que llevan en su corazón.

2. Confío, asimismo, en que vuestras producciones cinematográficas sean una ayuda valiosa para el diálogo indispensable que se está desarrollando en nuestro tiempo entre la cultura y la fe. De modo especial, en el ámbito del cine y la televisión, donde se encuentran la historia, el arte y los lenguajes de la comunicación, vuestra obra de profesionales y creyentes resulta particularmente útil y necesaria.

La cultura es por sí misma comunicación: de los hombres entre sí, y de éstos con el ambiente en que viven. Iluminada por la fe, es capaz de reflejar el diálogo mismo de la persona con Dios en Cristo. Por tanto, fe y cultura están llamadas a encontrarse y colaborar precisamente en el terreno de la comunicación. Especialmente en nuestro tiempo, caracterizado por el desarrollo de los medios de comunicación social, la cultura está condicionada y, en muchos aspectos, plasmada por estas nuevas potencialidades de comunicación. Es necesario tenerlas en cuenta.

Espero de corazón que vuestro trabajo sea vehículo de evangelización y ayude a los hombres de nuestro tiempo a encontrarse con Cristo, verdadero Dios y hombre perfecto. Con este deseo, encomiendo a María, Estrella de la evangelización, todos vuestros proyectos cinematográficos, y os bendigo de corazón a todos.







ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II


AL INSTITUTO ECUMÉNICO DE BOSSEY


Jueves 25 de noviembre de 1999



Queridos amigos:

296 Me alegra daros la bienvenida a vosotros, alumnos y personal del Instituto ecuménico de Bossey, al final de vuestra peregrinación a Roma. Vuestra visita se realiza en el umbral del gran jubileo, durante el cual los cristianos de todo el mundo celebrarán el nacimiento de Cristo, que tuvo lugar en Belén hace dos mil años. El Año jubilar es una oportunidad para que todos los cristianos den gracias al Padre por haber realizado en Cristo, mediante la fuerza del Espíritu Santo, la salvación de la humanidad. A la vez, el jubileo invita a la Iglesia peregrina en la tierra a elevar su mirada en gozosa espera de la plenitud de la salvación, que vendrá al final de los tiempos.

Durante los últimos tres meses habéis reflexionado en este importante tema: "Los cristianos en un mundo pluralista desde el punto de vista religioso". Este tema tiene profundas implicaciones para la misión universal de la Iglesia en el alba del nuevo milenio. En un ambiente religioso cada vez más pluralista, los cristianos están llamados a dar un testimonio común de su fe en Jesucristo, el Salvador del universo, a manifestar estima por los valores espirituales y morales presentes en las demás religiones, y a dialogar con los seguidores de esas religiones para construir un mundo de paz, libertad y respeto a la dignidad humana.

Queridos amigos, ojalá que esta experiencia de estudio y discernimiento ecuménicos os impulse a realizar esfuerzos cada vez mayores por la unidad de los cristianos. Sobre vosotros y vuestras familias invoco de corazón la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo.








A UN GRUPO DE EMPLEADOS DEL BANCO DE ITALIA



26 de noviembre de 1999



Señor gobernador; amables señoras y señores:
1. Con alegría os acojo a vosotros, empleados del Banco de Italia, que habéis venido a Roma con vuestros familiares desde las diversas sucursales distribuidas en el territorio italiano. Este encuentro tiene lugar en una circunstancia significativa: celebráis el trigésimo aniversario de vuestro servicio en el Banco de Italia, donde trabajan personas muy cualificadas, cuya actividad reviste gran importancia para la vida económica italiana. Saludo cordialmente al gobernador Antonio Fazio, y le agradezco las amables palabras que me ha dirigido. Os doy una afectuosa bienvenida a vosotros, miembros de la directiva, del consejo superior y del colegio sindical del Banco de Italia. Saludo, asimismo, a los funcionarios generales, al representante del ministerio del Tesoro, que asiste a las reuniones del consejo superior, y al comandante de los carabineros, encargados de la seguridad del Banco. Por último, saludo a vuestros familiares, que os han acompañado en esta feliz circunstancia.

Vuestra grata visita despierta en mí el recuerdo de la afectuosa acogida que dispensasteis a mis palabras el 27 de enero de 1994, con ocasión del primer centenario de la fundación de vuestro prestigioso Banco. El encuentro de esta mañana me brinda la oportunidad de manifestaros, una vez más, la estima que siento por la institución en la que trabajáis y que aquí representáis.

2. Desde hace algunos años, vuestro Banco ha sentido la exigencia de crear en su interior una interesante oportunidad de reflexión fraterna y encuentro amistoso, que se realiza precisamente en el "Congreso del trigésimo aniversario del trabajo". Esta ocasión, orientada a valorar a cada "festejado" en su específica vivencia humana y profesional, constituye al mismo tiempo un fuerte impulso a los ideales de la ética, de la dignidad y de la solidaridad, que permiten considerar el trabajo no sólo como fuente de sustento, sino también como medio capaz de ennoblecer a la persona. Ojalá que también esta iniciativa contribuya a aumentar en vosotros esa conciencia, para que vuestro compromiso diario se convierta en una generosa y significativa contribución a la construcción de una economía fundada en la recta jerarquía de los valores, en cuya cima está siempre la dignidad de la persona
. La nueva tarea que la nación italiana y Europa confían hoy al Banco de Italia, como cualificada participación en el sistema europeo de los bancos centrales, atribuye singular importancia al "Congreso del trigésimo aniversario del trabajo". Las cuestiones económicas y financieras dependen en gran parte de las opciones realizadas en los bancos centrales y, en definitiva, de la calidad de las personas que trabajan en ellas, de su buena voluntad y de su habilidad y pericia para afrontar los problemas; en una palabra, de su "responsabilidad".

3. La Iglesia está cerca de quienes, como vosotros, quieren inspirar su compromiso en los valores cristianos que constituyen un componente irrenunciable del patrimonio de Italia y de Europa. Desde esta perspectiva, desea que los Estados o las comunidades particulares busquen siempre modos eficaces para regular las relaciones entre sí, orientándolas al bien común, es decir, teniendo en cuenta las razones de las comunidades locales autónomas o integradas, y los intereses morales, además de los económicos, de toda la colectividad humana.

En particular, no puedo olvidar en este marco los complejos problemas relacionados con la reglamentación de la deuda de los países económicamente menos desarrollados con respecto a los más desarrollados. La autorizada voz de los bancos centrales puede brindar indicaciones adecuadas para encontrar y aplicar soluciones justas que den esperanza a las poblaciones que necesitan solidaridad, a veces incluso para su supervivencia
297 . 4. Amables señoras y señores, os pido que acojáis estas consideraciones como signo de la estima que siento por vosotros y por vuestra importante función. El Señor, al que os encomiendo a vosotros y a vuestros seres queridos, ilumine vuestra mente y fortalezca vuestra voluntad para que, también gracias a vuestra contribución, todos puedan mirar al futuro con mayor confianza, con la certeza de que Dios ayuda a los que trabajan por el bien de sus hermanos.
Con esta finalidad, invoco sobre vosotros la abundancia de los favores celestiales, al mismo tiempo que os bendigo a todos de corazón.










A UNA PEREGRINACIÓN DE LAS ARCHIDIÓCESIS


DE ÚDINE Y GORIZIA



Sábado 27 de noviembre de 1999

Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
ilustres señores y señoras;
queridos friulanos:

1. Me alegra daros la bienvenida a todos vosotros, que habéis venido a Roma para prepararos a la celebración del gran jubileo del año 2000, ya a las puertas, y para recordar el quincuagésimo aniversario de la fundación del "Fogolâr Furlan" de esta ciudad.

Saludo con afecto a monseñor Alfredo Battisti, arzobispo de Údine, y le agradezco las cordiales palabras con las que acaba de hacerse intérprete de vuestros sentimientos comunes. Saludo a los obispos y sacerdotes presentes, a las autoridades y a los representantes de las diversas instituciones civiles, culturales y sociales, así como a los numerosos peregrinos procedentes de la amada tierra friulana. El Friul se halla bien representado en este encuentro.

Dirijo un saludo en particular a los miembros del "Fogolâr Furlan" de Roma, la asociación de los friulanos residentes en la capital, y a los representantes de Aprilia, Latina y Agro Pontino, así como a los de Umbría y Cerdeña.

Vuestra peregrinación "ad Petri sedem", en vísperas del jubileo, cobra un significado eclesial particular: indica que las comunidades cristianas del Friul desean prepararse con fe renovada para la celebración del bimilenario del gran acontecimiento del nacimiento del Redentor, recorriendo, ante todo, la senda de la memoria.

2. Los orígenes de la Iglesia madre de Aquileya se remontan a san Marcos, intérprete e "hijo" de san Pedro (cf. 1P 5,13). Según la Passio de san Hermágoras, san Marcos, enviado por san Pedro a la grande y próspera metrópoli adriática de Aquileya, fue el primero que predicó en tierra friulana la palabra del Evangelio, y llevó a Roma a un ilustre representante de esa comunidad, Hermágoras, a quien el Príncipe de los Apóstoles consagró como primer obispo de Aquileya.

298 Así pues, vuestra visita a las "tumbas de los Apóstoles" adquiere el valor de una vuelta a las fuentes de la fe cristiana en tierra friulana, para fortalecer el espíritu genuino y misionero de vuestras comunidades, siguiendo el ejemplo de san Pedro, de san Marcos y de los numerosos mártires y santos de la tierra friulana, que han marcado vuestra historia a lo largo de los siglos.

La levadura del Evangelio ha corroborado las virtudes tradicionales de vuestro pueblo friulano, que ha consolidado en la fe cristiana su identidad, elaborando una civilización y una cultura peculiares, de las que la lengua friulana es signo y, en cierto modo, alma.

En el corazón de Europa el Friul es un ejemplo de convivencia entre poblaciones étnico-lingüísticas diversas. Los friulanos de hoy, herederos del gran patriarcado de Aquileya, que acogía en su seno a muchos pueblos de diferentes culturas, también se esfuerzan mucho por promover una convivencia basada en el respeto de cada una de las identidades culturales. Este debe seguir siendo el rasgo característico de las actitudes y los comportamientos de vuestras comunidades cristianas.
Me complace recordar los encuentros organizados entre los pueblos friulano, carintio y esloveno, así como la generosa acogida de los numerosos prófugos durante los trágicos acontecimientos de los Balcanes y la solidaridad manifestada a las poblaciones que sufren.

3. En un momento como éste, es natural dirigir la mirada a la realidad de vuestra región que, sobre todo a partir del desastroso terremoto de 1976, ha tenido un rápido desarrollo, logrando una condición de gran bienestar. Sin embargo, esto también ha tenido consecuencias negativas, como, por ejemplo, una especie de desertización de la montaña, en particular de Carnia y de los valles de Natisone, y una reducción demográfica importante, con el consiguiente envejecimiento de la población en su conjunto. No menos importantes son los efectos socioculturales que están minando la ética comunitaria: los estudiosos de sociología religiosa registran cierta pérdida de identidad por parte de la población, con una disminución del sentido de la tradición. Muchas personas se hallan desorientadas, afectadas por formas de relativismo moral, acompañado por tendencias individualistas y consumistas. Incluso la institución familiar, que en el Friul gozaba de una consideración proverbial, está sometida hoy a un fenómeno sísmico de gran potencia, cuyos signos más evidentes son la inestabilidad de las uniones y la disminución de la natalidad.

4. Afortunadamente, la mayoría de la población sigue conservando un profundo sentido religioso, que está enraizado en la cultura friulana y caracteriza su identidad. Sin embargo, también el sentido religioso -como era de esperar- se ve afectado por esas dificultades. Hay que transformar estos riesgos en un nuevo desafío para vuestras comunidades. El Friul puede y debe forjar su futuro en continuidad ideal con los grandes valores eclesiales, culturales y familiares de la propia tradición cristiana.

Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio, en vuestro compromiso pastoral tened como puntos prioritarios de referencia a la familia y a los jóvenes, y haced todo lo posible para promover una mayor conciencia del auténtico protagonismo de los laicos. En este sentido, podrán ser de gran ayuda las misiones del pueblo con el pueblo, pues estimulan tanto a las comunidades como a los laicos creyentes a convertirse en misioneros en sus ciudades y en sus zonas, profundizando la conciencia de su vocación cristiana y testimoniando la fe en el ambiente diario
. 5. Queridos hermanos, la historia de la Iglesia en el Friul enseña a tener en cuenta el "signo de Jonás" (cf. Mt
Mt 16,4), el signo indicado por Cristo como símbolo de su resurrección y de la vida nueva del cristiano que ha renacido en el bautismo. El libro de Jonás fue comentado particularmente por Cromacio de Aquileya, uno de los principales Padres de la Iglesia occidental del siglo IV. Jonás es también el punto de convergencia del magnífico piso musivo de la basílica meridional de Aquileya.

Pero Jonás también puede ser símbolo del hombre y del cristiano, que a veces se siente sumergido "en los abismos marinos y en el vientre del inmenso pez" (Cromacio, Tractatus in Matthaeum, 27), así como del compromiso evangélico de la Iglesia apostólica y de las Iglesias actuales del Friul, herederas del gran patriarcado de Aquileya. Por tanto, Jonás no sólo es prefiguración del Resucitado, sino también signo del desafío que la fe plantea a todo creyente y de la misión evangelizadora de nuestras Iglesias.

6. Al término de nuestro encuentro, quiero renovaros el deseo que formulé a todos los friulanos al final de mi intensa visita pastoral a vuestra amada región, en mayo de 1992: "Hermanos friulanos, os invito a conservar vuestras tradiciones, la fe cristiana y los valores del hogar, haciéndolos crecer en el corazón de vuestros hijos".

Al tiempo que os bendigo con afecto a vosotros, así como a los miembros de los "Fogolârs" y a todo el querido pueblo del Friul, os encomiendo a todos a la protección materna de la Virgen de Castelmonte, tan venerada en vuestra tierra, y os saludo con esta palabra típica de la lengua friulana: "¡Mandi!", que os dirijo a vosotros aquí presentes y a toda la población de vuestra "pequeña patria": "¡Mandi Friul!".








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