B. Juan Pablo II Homilías 1597


VIAJE APOSTÓLICO

DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

A CROAZIA

BEATIFICACIÓN DE SOR MARÍA DE JESÚS CRUCIFICADO PETKOVIC



Puerto de Dubrovnik

Viernes 6 de junio de 2003



1. "Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?" (Mc 10,17), preguntó el joven que aquel día se presentó ante Jesús, poniéndose de rodillas.

Amadísimos hermanos y hermanas, también nosotros, en la asamblea litúrgica en que nos reunimos como discípulos del "Maestro bueno", le dirigimos hoy la misma pregunta para saber cuál es el camino que nos conduce a la vida eterna.

La respuesta es sencilla e inmediata: "Cumple los mandamientos". Y viene de Aquel que es el verdadero manantial de la verdad y de la vida. El pueblo de Dubrovnik, reunido para esta celebración festiva, juntamente con los peregrinos que han venido del resto de Croacia, de Bosnia y Herzegovina, de Montenegro y de los demás países, acoge con emoción la invitación del "Maestro bueno", e implora su ayuda y su gracia para poder corresponder con generosidad y empeño.

2. Os saludo con afecto, amadísimos hermanos y hermanas, juntamente con vuestros obispos, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas que os acompañan en vuestro camino de testimonio cristiano. Dirijo mi saludo cordial al obispo de esta diócesis, monseñor Zelimir Puljic, a quien agradezco las amables palabras que me ha dirigido; a los cardenales Joachim Meisner y Vinko Puljic; y de modo especial a las religiosas Hijas de la Misericordia, fundadas por la nueva beata. Saludo con deferencia también a las autoridades civiles y militares, a las que doy las gracias, así como a todos los que han trabajado para hacer posible mi visita.

Recordando a mi predecesor Pío IV, que fue arzobispo aquí, he venido con alegría a esta antigua y gloriosa ciudad de Dubrovnik, orgullosa de su historia y de sus tradiciones de libertad, justicia y promoción del bien común, testimoniadas por las lapidarias palabras grabadas en la fortaleza de San Lorenzo: Non bene pro toto libertas venditur auro ("La libertad no se vende ni por todo el oro del mundo") y sobre la puerta de la sala del Consejo, en el palacio del gobernador: Obliti privatorum, publica curate ("Olvidando el interés privado, preocupaos por el público").

1598 Deseo que el patrimonio de valores humanos y cristianos, acumulado a lo largo de los siglos, con la ayuda de Dios y de vuestro protector san Blas, siga constituyendo el tesoro más valioso de la gente de este país.

3. "Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?" (
Mc 10,17). Es la pregunta que también sor María de Jesús Crucificado hizo a su Señor desde que, siendo joven, colaboraba en la parroquia de Blato, en la isla de Korcula, y se prodigaba al servicio del prójimo en las asociaciones del Buen Pastor y de las Madres católicas, así como en la cocina popular.

La respuesta resonó nítidamente en su corazón: "¡Ven y sígueme!". Así, conquistada por el amor de Dios, eligió consagrarse para siempre a él, realizando la aspiración de entregarse totalmente al bien espiritual y material de las personas más necesitadas. Luego fundó la congregación de las Hijas de la Misericordia de la Tercera Orden Regular de San Francisco, con la misión específica de "difundir y propagar, mediante las obras de misericordia espirituales y corporales, el conocimiento del Amor divino". No faltaron dificultades, pero sor María siguió adelante con indómita valentía, ofreciendo sus sufrimientos como actos de culto y sosteniendo a sus hermanas con la palabra y con el ejemplo. Durante cuarenta años gobernó con sabiduría materna su instituto, abriéndolo al compromiso misionero en diversos países de América Latina.

4. La figura de la beata María de Jesús Crucificado me lleva a pensar en todas las mujeres de Croacia, tanto en las que están casadas y son madres felices, como en las que están marcadas para siempre por el dolor de la pérdida de un familiar en la cruel guerra de la década de 1990, o por otras amargas desilusiones sufridas.

Pienso en ti, mujer, porque con tu sensibilidad, generosidad y fortaleza "enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas" (Carta a las mujeres, 2). Dios te ha confiado de modo especial las criaturas, y por ello estás llamada a convertirte en un apoyo importante para la existencia de toda persona, en particular en el ámbito de la familia.
El ritmo frenético de la vida moderna puede llevar al ofuscamiento e, incluso, a la pérdida de lo que es humano. Nuestro tiempo, tal vez más que cualquier otra época de la historia, necesita "el "genio" de la mujer, que asegure en toda circunstancia la sensibilidad por el hombre" (Mulieris dignitatem MD 30).

Mujeres croatas, conscientes de vuestra altísima vocación de "esposas" y "madres", seguid mirando a toda persona con los ojos del corazón, salid a su encuentro y acompañadla con la sensibilidad propia del instinto materno. Vuestra presencia es indispensable en la familia, en la sociedad y en la comunidad eclesial.

5. De modo particular, pienso en vosotras, mujeres consagradas como María Petkovic, que habéis acogido la invitación a seguir con corazón indiviso a Cristo, casto, pobre y obediente.

No os canséis de responder fielmente al único Amor de vuestra existencia. En efecto, la vida consagrada no es sólo compromiso generoso de un ser humano; es, ante todo, respuesta a un don que viene de lo alto y que se debe acoger con plena disponibilidad. Que la experiencia diaria del amor gratuito de Dios a vosotras os impulse a entregar sin reservas vuestra vida al servicio de la Iglesia y de los hermanos, poniéndolo todo, presente y futuro, en sus manos.

6. "Jesús, fijando en él su mirada, lo amó" (Mc 10,21). Dios dirige una mirada llena de ternura a quien desea cumplir su voluntad y caminar por sus sendas (cf. Sal Ps 1,1-3). En efecto, cada uno, según su vocación propia, está llamado a realizar, en sí y en torno a sí, el proyecto de Dios. Con este fin, el Espíritu del Señor reviste al hombre fiel a Dios "de entrañas de misericordia, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia" (Col 3,12). Sólo así se puede edificar la ciudad terrena a imagen de la ciudad celestial.

Que vuestra comunidad cristiana crezca y se fortalezca en el perdón recíproco, en la caridad y en la paz: esta es la oración que hoy el Papa eleva al Señor por todos vosotros.
1599 "Y todo cuanto hagáis, de palabra y de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de él a Dios Padre" (Col 3,17).

A él la gloria por los siglos de los siglos.


Al final de la misa el Santo Padre dirigió las siguientes palabras:


Siempre deseé visitar Dubrovnik. Esto se ha cumplido hoy. Doy gracias a Dios. Y os doy las gracias a todos vosotros por la cordial acogida, por esta liturgia, por estas bellezas naturales. Os bendigo a todos vosotros. Bendigo a vuestras familias. Bendigo a los jóvenes, y les digo: ¡Ánimo! Bendigo a los niños y a los enfermos. Que Dios bendiga el país natal de la nueva beata, la ciudad de Dubrovnik y toda Croacia.



VIAJE APOSTÓLICO

DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

A CROAZIA


Osijek, sábado 7 de junio de 2003

1. "Os exhorto (...) a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados" (Ep 4,1), escribió san Pablo a los cristianos de Éfeso. Su invitación, amadísimos hermanos y hermanas, resuena hoy con particular actualidad en medio de nuestra asamblea.

Ahora bien, ¿cuál es la vocación del cristiano? La respuesta es exigente, pero clara: la vocación del cristiano es la santidad. Es una vocación que hunde sus raíces en el bautismo y que proponen de nuevo los demás sacramentos, principalmente la Eucaristía.

Amadísimos hermanos y hermanas de la diócesis de Dakovo y Srijem, el Obispo de Roma está hoy entre vosotros para recordaros, en nombre del Señor, que estáis llamados a la santidad en todas las etapas de la vida: en la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, en el otoño y en el invierno de la ancianidad, y, por último, en la hora de la muerte e, incluso más allá de la muerte, en la purificación última predispuesta por el amor misericordioso de Dios.

2. Me complace recordar esta verdad fundamental al celebrar hoy junto con vosotros la solemne conclusión del segundo Sínodo de vuestra Iglesia local, en el que durante casi cinco años os habéis dedicado a la oración y a la reflexión sobre el tema: "Tú eres Cristo, para nosotros y para todos los hombres". Ojalá que este acontecimiento dé frutos abundantes de renovado compromiso cristiano en esta tierra, que tiene sólidos vínculos con la Sede de Pedro. Precisamente hoy, 7 de junio, se celebra el aniversario de las cartas que el Papa Juan VIII envió en el año 879 al príncipe Branimiro y al obispo Teodosio, marcando con ellas una fecha importante para vuestra historia.

Saludo cordialmente a vuestro obispo, monseñor Marin Srakic, y le agradezco las palabras de bienvenida que me ha dirigido al inicio de la celebración litúrgica. Saludo, asimismo, a los obispos auxiliares y al obispo emérito, monseñor Ciril Kos. Abrazo con afecto a los obispos y a todos los fieles de las diócesis de la provincia eclesiástica de Zagreb, que conmemora los 150 años de su constitución. Mi saludo se extiende también a los peregrinos que han venido con sus pastores desde Bosnia y Herzegovina, de Hungría, y de Serbia y Montenegro. Saludo en particular a los cardenales Sodano y Puljic.

En esta ciudad de Osijek deseo recordar con gratitud al cardenal Franjo Seper, que nació aquí. Servidor fiel de la Iglesia, fue mi valioso colaborador como prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe en los comienzos de mi pontificado.

1600 Saludo a los hermanos que comparten con nosotros la fe en Jesús, Hijo de Dios, único Salvador del mundo. En particular, saludo al metropolita Jovan y a los demás obispos de la Iglesia ortodoxa serbia. Les pido que transmitan a Su Beatitud, el patriarca Pavle, mi saludo fraterno en la caridad de Cristo. Saludo también a los hermanos de las comunidades nacidas de la Reforma.

Dirijo, asimismo, un saludo deferente a los miembros de la comunidad judía y a los fieles del islam.Por último, extiendo mi cordial saludo al presidente de la República y a las autoridades civiles y militares, a las que agradezco vivamente el empeño que han puesto en la preparación de este viaje apostólico.

3. "Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca" (
Jn 15,16). No podemos menos de dar gracias a Dios por el hecho de que, en los años posteriores al concilio Vaticano II, los fieles laicos -hombres y mujeres- han cobrado una conciencia más clara de su dignidad y de su responsabilidad de bautizados. El discípulo de Cristo ha de cultivar siempre la conciencia de su identidad, pues de ella deriva su misión.

Así pues, hay preguntas esenciales a las que es necesario responder continuamente: ¿qué he hecho de mi bautismo y de mi confirmación? ¿Es Cristo verdaderamente el centro de mi vida? ¿Encuentra espacio la oración en mis jornadas? ¿Vivo mi vida como una vocación y una misión?

4. Al inicio del tercer milenio Dios llama a los creyentes, de modo especial a los laicos, a un renovado impulso misionero. La misión no es algo "añadido" a la vocación cristiana. Más aún, como afirma el Concilio, la vocación cristiana es por su misma naturaleza vocación al apostolado (cf. Apostolicam actuositatem AA 2).

Amadísimos hermanos y hermanas, la Iglesia que está en Eslavonia y Srijem os necesita. Después de los duros tiempos de la guerra, que ha dejado en los habitantes de esta región heridas profundas, aún no completamente cicatrizadas, el compromiso en favor de la reconciliación, la solidaridad y la justicia social requiere la valentía de hombres animados por la fe, abiertos al amor fraterno y sensibles a la defensa de la dignidad de la persona, creada a imagen de Dios.

Queridos fieles laicos, hombres y mujeres, estáis llamados a asumir generosamente vuestra parte de responsabilidad en la vida de las comunidades eclesiales a las que pertenecéis. El rostro de las parroquias, lugar de acogida y de misión, depende también de vosotros. Dado que participáis en el oficio sacerdotal, profético y real de Cristo (cf. Lumen gentium LG 34-36) y habéis sido enriquecidos por los dones del Espíritu, podéis dar vuestra contribución en el ámbito de la liturgia y de la catequesis, en la promoción de diferentes tipos de iniciativas misioneras y caritativas. Ningún bautizado puede permanecer ocioso.

No os desaniméis ante la complejidad de las situaciones. Buscad en la oración el manantial de toda fuerza apostólica; sacad del Evangelio la luz que ilumine vuestros pasos.

5. "El Señor es bondadoso en todas sus acciones", proclama el Salmo responsorial. Al venir a Osijek, he podido admirar desde el avión las bellezas de la llanura de Eslavonia -llamada "el granero de Croacia"-, y mi pensamiento ha ido espontáneamente a los campesinos, numerosos en esta región. A ellos me dirijo con especial afecto.

Queridos hermanos y hermanas, sé que vuestra vida es dura y que la abundancia de los frutos de la tierra a veces no corresponde al gran esfuerzo que realizáis. Sé también que el trabajo del campo implica muchas dificultades: ha perdido parte de su valor, y los jóvenes han elegido la vida urbana ya desde antes de la última guerra, tras la cual numerosas aldeas se han quedado casi sin habitantes.

Os invito a no perder la confianza y a considerar que con vuestro trabajo manual -que recuerda de modo tan elocuente el deber bíblico impuesto al hombre de "someter" la tierra y "dominar" el mundo visible (cf. Gn Gn 1,28)- "cooperáis" diariamente con Dios creador.Sabed que el Papa y la Iglesia están cerca de vosotros y, a la vez que aprecian mucho la importancia y la dignidad de vuestro trabajo diario, desean que se reconozca a la agricultura y a los hombres y mujeres del campo su justo valor en el conjunto del desarrollo de la comunidad social (cf. Gaudium et spes GS 67 Laborem exercens LE 21).

1601 6. "Un solo Dios y Padre de todos, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo" (Ep 4,6), nos ha recordado el apóstol san Pablo. Es él, Dios Padre, quien llama a todos a la santidad y a la misión. Viviendo la experiencia de la novedad pascual, los cristianos pueden transformar el mundo y construir la civilización de la verdad y del amor. ¡A él, que reina glorioso por los siglos, alabanza, gloria y honor!

Os encomiendo a María, Esposa de José y Madre de Jesús, tan venerada por vosotros en los santuarios de Aljmas y Vocin. Que ella os enseñe y os obtenga el espíritu de contemplación que vivió en Nazaret, la valiente fortaleza que manifestó en el Calvario y la disponibilidad misionera al Espíritu, al que, juntamente con la comunidad primitiva, acogió en Pentecostés. María os lleve a todos a Jesús.



VIAJE APOSTÓLICO

DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

A CROAZIA

SANTA MISA PARA LAS FAMILIAS EN RIJEKA



Domingo de Pentecostés, 8 de junio de 2003



1. En los últimos días de su vida terrena, Jesús prometió a sus discípulos el don del Espíritu Santo como su verdadera herencia, continuación de su misma presencia (cf. Jn Jn 14,16-17).

El pasaje evangélico que se acaba de proclamar nos ha hecho revivir el momento en el que esa promesa se hizo realidad: el Resucitado entra en el Cenáculo, saluda a los discípulos y, soplando sobre ellos, les dice: "Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20,22). Pentecostés, descrito por los Hechos de los Apóstoles, es el acontecimiento que hace evidente y público, cincuenta días después, este don que Jesús hizo a los suyos la tarde misma del día de Pascua.

La Iglesia de Cristo está siempre, por decirlo así, en estado de Pentecostés. Siempre reunida en el Cenáculo para orar, está, al mismo tiempo, bajo el viento impetuoso del Espíritu, siempre en camino para anunciar. La Iglesia se mantiene perennemente joven y viva, una, santa, católica y apostólica, porque el Espíritu desciende continuamente sobre ella para recordarle todo lo que su Señor le dijo (cf. Jn Jn 14,25), y para guiarla a la verdad plena (cf. Jn Jn 16,13).

2. Hoy deseo saludar con particular afecto a la porción de esta Iglesia que peregrina en tierra de Croacia, aquí congregada en torno a sus pastores y representada en su riqueza y variedad por los fieles que han venido de las diversas regiones del país.

Abrazo al arzobispo de Rijeka, monseñor Ivan Devcic, que me ha acogido en nombre de todos vosotros, y al arzobispo emérito, monseñor Josip Pavlisic, que estuvo presente conmigo en el concilio Vaticano II: junto con él doy gracias a Dios por el 65° aniversario de su ordenación sacerdotal, celebrado el pasado mes de abril. Deseo dirigir un saludo particular al presidente de la Conferencia episcopal, monseñor Josip Bozanic, arzobispo de Zagreb, y a todo el Episcopado croata, así como a los señores cardenales y a los obispos que han venido de otros países.

Dirijo también mi respetuoso saludo al señor presidente de la República y a las demás autoridades civiles y militares, a las que agradezco su presencia y la valiosa ayuda brindada para la organización y la realización de mi tercer viaje apostólico a Croacia.

Por último, saludo de modo especial a las numerosas familias reunidas aquí en este día dedicado a ellas: sois muy valiosas para la sociedad y para la Iglesia, ya que "el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad" (Familiaris consortio FC 1).

3. Estamos reunidos al pie de la colina en la que se alza el santuario de Trsat, donde, según una piadosa tradición, estuvo un tiempo la casa de la Virgen María. El dulce recuerdo de la vida de Jesús, María y José en Nazaret evoca en nosotros la belleza austera y sencilla y el carácter sagrado e inviolable de la familia cristiana.

1602 Al mirar a María y a José, que presentan al Niño en el templo o que van en peregrinación a Jerusalén, los padres cristianos pueden reconocerse mientras participan con sus hijos en la Eucaristía dominical o se reúnen en sus hogares para rezar. A este propósito, me complace recordar el programa que, hace años, vuestros obispos propusieron desde Nin: "La familia católica croata reza todos los días y el domingo celebra la Eucaristía". Para que esto pueda suceder, es de fundamental importancia el respeto del carácter sagrado del día festivo, que permite a los miembros de la familia reunirse y juntos dar a Dios el culto debido.

La familia requiere hoy, también en Croacia, una atención privilegiada y medidas concretas que favorezcan y tutelen su constitución, desarrollo y estabilidad. Pienso en los graves problemas de la vivienda y del empleo, entre otros. No hay que olvidar que, ayudando a la familia, se contribuye también a la solución de otros graves problemas, como por ejemplo la asistencia a los enfermos y a los ancianos, el freno a la difusión de la criminalidad, y un remedio contra la droga.

4. Vosotras, queridas familias cristianas, no dudéis en proponer, ante todo con el testimonio de vuestra vida, el auténtico proyecto de Dios sobre la familia como comunidad de vida fundada en el matrimonio, es decir, en la unión estable y fiel de un hombre y una mujer, unidos entre sí por un vínculo manifestado y reconocido públicamente.

A vosotros, los padres, os corresponde ocuparos con responsabilidad de la educación humana y cristiana de vuestros hijos, confiando también en la ayuda experta de educadores y catequistas serios y bien formados. En esta ciudad de Rijeka se venera como patrono a san Vito, joven que no dudó en dar su vida para mantener la fidelidad a Cristo que le habían enseñado sus santos padres Modesto y Crescencia. También vosotros, como ellos, ayudad a vuestros hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y seguirlo, en medio de las tentaciones a las que están expuestos continuamente, por el camino que conduce a la alegría verdadera.

En el cumplimiento de vuestro deber de padres, no os canséis de repetir la invocación que, desde hace siete siglos, los ciudadanos de Rijeka dirigen con confianza al crucifijo milagroso venerado en la catedral: "Nos ayude la santa cruz de san Vito".

5. La sociedad actual está dramáticamente fragmentada y dividida.Precisamente por eso, está tan profundamente insatisfecha. Pero el cristiano no se resigna al cansancio y a la inercia. Sed el pueblo de la esperanza. Sed un pueblo que reza: "Ven, Espíritu, desde los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que revivan" (
Ez 37,9). Sed un pueblo que cree en las palabras que nos dijo Dios y que se realizaron en Cristo: "Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago" (Ez 37,14).

Cristo desea que todos sean uno en él, para que en todos esté la plenitud de su alegría (cf. Jn Jn 15,11 Jn 17,13). También hoy expresa este deseo para la Iglesia que somos nosotros. Por eso, juntamente con el Padre, envió al Espíritu Santo. El Espíritu actúa de forma incansable para superar toda dispersión y sanar toda herida.

6. San Pablo nos ha recordado que "el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí" (Ga 5,22-23). El Papa invoca hoy estos dones del Espíritu para todos los esposos cristianos de Croacia, a fin de que con su entrega recíproca, en la fidelidad a los compromisos del matrimonio y en el servicio a la causa del Evangelio, sean en el mundo signo del amor de Dios a la humanidad.

El Papa invoca estos dones para todos los que participáis en esta celebración y que aquí renováis vuestro compromiso de dar testimonio de Cristo y de su Evangelio.

"¡Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor!" (Aleluya).

¡Ven, Espíritu Santo! Amén.



VIAJE APOSTÓLICO

DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

A CROAZIA

CELEBRACIÓN DE LA HORA SEXTA EN LA FIESTA DE MARÍA,

MADRE DE LA IGLESIA




1603

Zadar, lunes 9 de junio de 2003



1. Con alegría, al final de mi viaje apostólico a Croacia, me encuentro con vosotros, amadísimos fieles de la archidiócesis de Zadar y de las regiones vecinas, que habéis venido a esta plaza del Foro a la sombra de la catedral de Santa Anastasia, mártir de Sirmio. Nos hemos reunido aquí para celebrar juntos la plegaria de la hora Sexta.

Os saludo con afecto en nombre del Señor, recordando la presencia en vuestra ciudad de mi predecesor, el Papa Alejandro III, que en marzo de 1177 se detuvo aquí mientras visitaba también algunas localidades cercanas. Saludo a vuestro arzobispo, monseñor Ivan Prendja, que me ha acogido en nombre de todos, y al arzobispo emérito, monseñor Marijan Oblak, que participó conmigo en el concilio ecuménico Vaticano II. Dirijo un saludo fraterno a los obispos croatas, que hoy me rodean y me han acompañado durante este viaje apostólico. Saludo cordialmente a los cardenales Sodano, Vlk y Puljic. Mi saludo se extiende también al obispo serbio-ortodoxo de Dalmacia Fotije.

Por último, saludo con deferencia al señor presidente de la República, al que agradezco vivamente su presencia en este encuentro, y a las demás autoridades civiles y militares, a las que expreso mi gratitud por cuanto han hecho para la realización de mi visita.

2. Nuestra asamblea litúrgica tiene lugar al día siguiente de la solemnidad de Pentecostés, día en que celebráis la fiesta de María, Madre de la Iglesia. La lectura que acaba de proclamarse la presenta en el Cenáculo, rodeada por la comunidad primitiva. El pequeño grupo, reunido "en la estancia superior" de la casa (Ac 1,13), ora y espera. Vendrá el Espíritu Santo, y entonces se abrirán de par en par las puertas del Cenáculo para permitir que el anuncio evangélico salga a la plaza de Jerusalén, y se encamine después por las sendas del mundo.

Como en el día de Pentecostés, la Virgen ha permanecido espiritualmente en medio de los fieles a lo largo de los siglos, para invocar la constante efusión de los dones del Espíritu sobre la Iglesia, que afronta los desafíos que se le van planteando en las diversas épocas de la historia.

Así, María realiza plenamente su misión materna: no es madre sólo porque dio a luz y alimentó al Hijo de Dios; es madre también porque es "la Virgen hecha Iglesia", como solía saludarla san Francisco de Asís (cf. FF 259), el cual según la tradición pasó por Zadar al inicio del siglo XIII durante su viaje a Oriente y a Tierra Santa.

3. La Virgen María, congregando en torno a sí a los Apóstoles y a los discípulos tentados de dispersarse, les entrega al "fuego" del Espíritu, que los impulsará a la aventura de la misión. El sensus fidei del pueblo cristiano reconocerá la presencia activa de María no sólo en la comunidad primitiva, sino también en los eventos sucesivos de la Iglesia. Por eso, no dudará en atribuirle el título de "Reina de los Apóstoles".

La Virgen santísima, que según el evangelista san Lucas "guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón" (Lc 2,19), sigue proponiendo a la memoria de los creyentes los acontecimientos históricos que fundan su fe. María, testigo de los orígenes y garante de la fidelidad de las generaciones cristianas, repite en todo tiempo las palabras que pronunció en las bodas de Caná: "Haced lo que él os diga" (Jn 2,5).

4. Las palabras y el ejemplo de María constituyen una sublime escuela de vida, en la que se forman los apóstoles, tanto los de ayer como los de hoy. María los prepara continuamente para la misión con su oración asidua al Padre, con su adhesión al Hijo y con su docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo.

Me alegra saber que esta archidiócesis ha visto florecer y multiplicarse en los últimos años diversas formas de compromiso y de apostolado laical.Queridos hermanos y hermanas, aprended de María a ser testigos creíbles y apóstoles generosos, dando vuestra contribución a la gran obra de la nueva evangelización. Y recordad siempre que el auténtico apostolado requiere como condición previa el encuentro personal con Jesús, el Viviente, el Señor (cf. Ap Ap 1,17-18).

1604 5. María santísima sigue siendo modelo de los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica (cf. Lc Lc 8,21). Así pues, es natural que haya un profundo entendimiento espiritual entre los creyentes y la Virgen del Magníficat. Los pobres y los humildes de todos los tiempos no se han equivocado al hacer de María en el silencio su portavoz y de María en el servicio su reina.

También nosotros nos acercamos a ella, para aprender su docilidad y su apertura a Dios. También nosotros, peregrinos del tercer milenio, nos encomendamos a su intercesión, para que con su oración sostenga nuestra fe, alimente nuestra esperanza y haga activa nuestra caridad.

Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra,
acuérdate de todos tus hijos,
ven en nuestro auxilio.

Guíanos al encuentro con Cristo,
camino, verdad y vida;
alcánzanos del Padre los dones del Espíritu,
la protección de las insidias y la liberación del mal.

Ayúdanos a testimoniar
en toda circunstancia la fecundidad del amor
1605 y el sentido auténtico de la vida;
enséñanos a edificar contigo el reino de tu Hijo,
reino de justicia, de amor y de paz.

Ruega por nosotros y sé nuestra patrona ahora y siempre.
A ti, que eres también la Virgen del Gran Voto Bautismal de Croacia,
la Reina del Santo Rosario,
te encomendamos nuestras personas,
esta tierra y a todo el pueblo croata.

Palabras del Papa al final de la celebración en Zadar

A punto de regresar a Roma, deseo dirigir una vez más a todos y cada uno mi saludo y mi agradecimiento.

Gracias, ante todo, a mis hermanos obispos de Croacia, que me han acogido y acompañado en sus Iglesias locales, cuya vitalidad y celo apostólico he podido admirar. Llevo en mi corazón estos momentos de comunión.

1606 Gracias a las autoridades del país, en particular al señor presidente de la República. Les expreso mi gratitud por el empeño puesto en la organización de esta visita. Gracias a los responsables de la seguridad, a los agentes de la comunicación social, y a todos los que, de diversas maneras, más o menos visibles, han colaborado en el éxito de estas jornadas.

Gracias especialmente a ti, amado pueblo de Croacia, que me has abierto los brazos y el corazón por los caminos de Dalmacia, Eslavonia y Carnaro. Recuerdo el sufrimiento causado por una guerra que aún marca tu rostro y tu vida, y me siento cerca de los que sufren sus tristes consecuencias. Sin embargo, conozco también tu fuerza, tu valentía y tu esperanza, y sé que la constancia en el empeño te permitirá ver días mejores.

Gracias también a ti, juventud croata. ¡Que Dios te proteja!

Tierra de Croacia, ¡Dios te bendiga!



SANTA MISA Y PROCESIÓN EN LA SOLEMNIDAD DEL "CORPUS CHRISTI"



Basílica de San Juan de Letrán

Jueves 19 de junio de 2003

1. "Ecclesia de Eucharistia vivit": La Iglesia vive de la Eucaristía. Con estas palabras comienza la carta encíclica sobre la Eucaristía, que firmé el pasado Jueves santo, durante la misa in Cena Domini. Esta solemnidad del Corpus Christi recuerda aquella sugestiva celebración, haciéndonos revivir, al mismo tiempo, el intenso clima de la última Cena.


"Tomad, esto es mi cuerpo. (...) Esta es mi sangre" (Mt 14,22-24). Escuchamos nuevamente las palabras de Jesús mientras ofrece a los discípulos el pan convertido en su Cuerpo, y el vino convertido en su Sangre. Así inaugura el nuevo rito pascual: la Eucaristía es el sacramento de la alianza nueva y eterna.

Con esos gestos y esas palabras, Cristo lleva a plenitud la larga pedagogía de los ritos antiguos, que acaba de evocar la primera lectura (cf. Ex Ex 24,3-8).

2. La Iglesia vuelve constantemente al Cenáculo, lugar de su nacimiento. Vuelve allí porque el don eucarístico establece una misteriosa "contemporaneidad" entre la Pascua del Señor y el devenir del mundo y de las generaciones (cf. Ecclesia de Eucharistia EE 5).

También esta tarde, con profunda gratitud a Dios, nos recogemos en silencio ante el misterio de la fe, mysterium fidei. Lo contemplamos con el íntimo sentimiento que en la encíclica llamé el "asombro eucarístico" (ib., 6). Asombro grande y agradecido ante el sacramento en el que Cristo quiso "concentrar" para siempre todo su misterio de amor (cf. ib., 5).

1607 Contemplamos el rostro eucarístico de Cristo, como hicieron los Apóstoles y, después, los santos de todos los siglos. Lo contemplamos, sobre todo, imitando a María, "mujer "eucarística" con toda su vida" (ib., 53), que fue el "primer "tabernáculo" de la historia" (ib., 55).

3. Este es el significado de la hermosa tradición del Corpus Christi, que se renueva esta tarde. Con ella también la Iglesia que está en Roma manifiesta su vínculo constitutivo con la Eucaristía, profesa con alegría que "vive de la Eucaristía".

De la Eucaristía viven su Obispo, Sucesor de Pedro, y sus hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; de la Eucaristía viven los religiosos y las religiosas, los laicos consagrados y todos los bautizados.

De la Eucaristía viven, en particular, las familias cristianas, a las que se dedicó hace algunos días la Asamblea eclesial diocesana. Amadísimas familias de Roma: que la viva presencia eucarística de Cristo alimente en vosotras la gracia del matrimonio y os permita progresar por el camino de la santidad conyugal y familiar. Sacad de este manantial el secreto de vuestra unidad y de vuestro amor, imitando el ejemplo de los beatos esposos Luis y María Beltrame Quattrocchi, que iniciaban sus jornadas acercándose al banquete eucarístico.

4. Después de la santa misa nos dirigiremos orando y cantando hacia la basílica de Santa María la Mayor. Con esta procesión queremos expresar simbólicamente que somos peregrinos, "viatores", hacia la patria celestial.

No estamos solos en nuestra peregrinación: con nosotros camina Cristo, pan de vida, "panis angelorum, factus cibus viatorum", "pan de los ángeles, pan de los peregrinos" (Secuencia).
Jesús, alimento espiritual que fortalece la esperanza de los creyentes, nos sostiene en este itinerario hacia el cielo y refuerza nuestra comunión con la Iglesia celestial.

La santísima Eucaristía, resquicio del Paraíso que se abre aquí en la tierra, penetra las nubes de nuestra historia. Como rayo de gloria de la Jerusalén celestial, proyecta luz sobre nuestro camino (cf. Ecclesia de Eucharistia
EE 19).

5. "Ave, verum corpus natum de Maria Virgine": ¡Salve, verdadero cuerpo de Cristo, nacido de María Virgen!

El alma se llena de asombro adorando este misterio tan sublime.
"Vere passum, immolatum in cruce pro homine". De tu muerte en la cruz, oh Señor, brota para nosotros la vida que no muere.

1608 "Esto nobis praegustatum mortis in examine". Haz, Señor, que cada uno de nosotros, alimentado de ti, afronte con confiada esperanza todas las pruebas de la vida, hasta el día en que seas viático para el último viaje, hacia la casa del Padre.

"O Iesu dulcis! O Iesu pie! O Iesu, fili Mariae!", "¡Oh dulce Jesús! ¡Oh piadoso Jesús! ¡Oh Jesús, Hijo de María!". Amén.



B. Juan Pablo II Homilías 1597