B. Juan Pablo II Homilías 1666

SANTA MISA EN SUFRAGIO DEL SIERVO DE DIOS PABLO VI




Capilla privada del Palacio Pontificio - Castelgandolfo

Fiesta de la Transfiguración del Señor

1667

Viernes 6 de agosto de 2004



Amadísimos hermanos, este día, en el que se celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor, nos trae el recuerdo del querido y venerado siervo de Dios, el Papa Pablo VI: la tarde del 6 de agosto de 1978, precisamente en esta casa, concluyó su jornada terrena. Fiel imitador de su Señor, tenía en su corazón la luz del Tabor, y con esa luz caminó hasta el final, llevando su cruz con alegría evangélica.

El 6 de agosto no es sólo el aniversario de su muerte, sino también de su primera encíclica, Ecclesiam suam, que lleva la fecha de la Transfiguración de hace cuarenta años. En ese memorable documento, Pablo VI trazó las líneas fundamentales del programa de su pontificado.

En esta celebración eucarística damos gracias una vez más a Dios por haber donado a la Iglesia a este inolvidable pastor. Encomendándonos a la intercesión de María santísima, pidamos al Señor que la Iglesia de hoy y de mañana atesore siempre sus ejemplos y sus enseñanzas.



PEREGRINACIÓN APOSTÓLICA DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II A LOURDES


HOMILÍA


Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

Domingo 15 de agosto de 2004



1. "Yo soy la Inmaculada Concepción". Las palabras que María dirigió a Bernardita el 25 de marzo de 1858 resuenan con intensidad muy particular en este año, en el que la Iglesia celebra el 150° aniversario de la definición solemne del dogma proclamado por el beato Papa Pío IX en la constitución apostólica Ineffabilis Deus.

Deseaba vivamente realizar esta peregrinación a Lourdes, para recordar un acontecimiento que sigue dando gloria a la Trinidad una e indivisa. La concepción inmaculada de María es el signo del amor gratuito del Padre, la expresión perfecta de la redención llevada a cabo por el Hijo y el inicio de una vida totalmente disponible a la acción del Espíritu.

2. Bajo la mirada materna de la Virgen, os saludo cordialmente, queridos hermanos y hermanas que os habéis dado cita delante de la gruta de Massabielle para cantar las alabanzas de Aquella a quien todas las generaciones llaman bienaventurada (cf. Lc Lc 1,48).

Saludo ante todo a los cardenales, a los obispos y a los sacerdotes. Gracias por vuestra presencia.
Saludo a los peregrinos franceses y a sus obispos, en particular al presidente de la Conferencia episcopal y a monseñor Jacques Perrier, obispo de Tarbes y Lourdes, a quien agradezco las cordiales palabras que me ha dirigido al inicio de esta celebración.

1668 Saludo también al metropolita Emmanuel, presidente de la Asamblea de obispos ortodoxos de Francia.

Saludo al señor ministro del Interior, que representa aquí al Gobierno francés, así como a las demás autoridades civiles y militares presentes.

Saludo cordialmente a todos los peregrinos que se han reunido aquí procedentes de diversas partes de Europa y del mundo, y a todos los que están unidos espiritualmente a nosotros a través de la radio y la televisión. Con especial afecto os saludo a vosotros, queridos enfermos, que habéis acudido a este lugar bendito para buscar consuelo y esperanza. Que la Virgen santísima os haga sentir su presencia y reconforte vuestro corazón.

3. "En aquellos días, María se puso en camino hacia la región montañosa..." (
Lc 1,39). Las palabras del relato evangélico nos hacen ver con los ojos del corazón a la joven de Nazaret en camino hacia la "ciudad de Judá" donde habitaba su prima, para prestarle sus servicios.

En María nos impresiona, ante todo, la atención, llena de ternura, hacia su prima anciana. Se trata de un amor concreto, que no se limita a palabras de comprensión, sino que se compromete personalmente en una asistencia auténtica. La Virgen no da a su prima simplemente algo de lo que le pertenece; se da a sí misma, sin pedir nada a cambio. Ha comprendido perfectamente que el don recibido de Dios, más que un privilegio, es un deber que la compromete en favor de los demás con la gratuidad propia del amor.

4. "Proclama mi alma la grandeza del Señor..." (Lc 1,46). Los sentimientos que María experimenta en el encuentro con Isabel afloran con fuerza en el cántico del Magníficat. Sus labios expresan la espera, llena de esperanza, de "los pobres del Señor", así como la conciencia del cumplimiento de las promesas, porque Dios "se acordó de su misericordia" (cf. Lc Lc 1,54).

Precisamente de esta conciencia brota la alegría de la Virgen María, que se refleja en todo el cántico: alegría por saberse "mirada" por Dios, a pesar de su "humildad" (cf. Lc Lc 1,48); alegría por el "servicio" que puede prestar, gracias a las "maravillas" a las que la ha llamado el Todopoderoso (cf. Lc Lc 1,49); alegría por gustar anticipadamente las bienaventuranzas escatológicas, reservadas a los "humildes" y a los "que tienen hambre" (cf. Lc Lc 1,52-53).

Después del Magníficat viene el silencio: de los tres meses de permanencia de María al lado de su prima Isabel no se nos dice nada.O, tal vez, se nos dice lo más importante: el bien no hace ruido, la fuerza del amor se manifiesta en la discreción serena del servicio cotidiano.

5. Con sus palabras y su silencio, la Virgen María se nos presenta como modelo en nuestro camino. No es un camino fácil: por el pecado de nuestros primeros padres, la humanidad lleva en sí la herida del pecado, cuyas consecuencias pesan también sobre los redimidos. Pero el mal y la muerte no tendrán la última palabra. María lo confirma con toda su existencia, como testigo viva de la victoria de Cristo, nuestra Pascua.

Los fieles lo han entendido. Por eso, acuden en multitudes a esta gruta para escuchar las exhortaciones maternas de la Virgen, reconociendo en ella "la mujer vestida de sol" (Ap 12,1), la Reina que resplandece al lado del trono de Dios (cf. Salmo responsorial) e intercede en su favor.

6. Hoy la Iglesia celebra la gloriosa Asunción de María al cielo en cuerpo y alma. Los dogmas de la Inmaculada Concepción y la Asunción están íntimamente unidos entre sí. Ambos proclaman la gloria de Cristo Redentor y la santidad de María, cuyo destino humano ya desde ahora está perfecta y definitivamente realizado en Dios.

1669 "Cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros", nos ha dicho Jesús (Jn 14,3). María es la prenda del cumplimiento de la promesa de Cristo. Su Asunción se convierte así, para nosotros, en "signo de esperanza segura y de consuelo" (cf. Lumen gentium LG 68).

7. Amadísimos hermanos y hermanas, desde la gruta de Massabielle la Virgen Inmaculada nos habla también a nosotros, cristianos del tercer milenio. Escuchémosla.

Escuchad ante todo vosotros, jóvenes, que buscáis una respuesta capaz de dar sentido a vuestra vida. Aquí la podéis encontrar. Es una respuesta exigente, pero es la única respuesta que vale. En ella reside el secreto de la alegría verdadera y de la paz.

Desde esta gruta os hago una llamada especial a vosotras, las mujeres.Al aparecerse en la gruta, María encomendó su mensaje a una muchacha, como para subrayar la misión peculiar que corresponde a la mujer en nuestro tiempo, tentado por el materialismo y la secularización: ser en la sociedad de hoy testigo de los valores esenciales que sólo se perciben con los ojos del corazón. A vosotras, las mujeres, corresponde ser centinelas del Invisible. A todos vosotros, queridos hermanos y hermanas, os dirijo un apremiante llamamiento para que hagáis todo cuanto esté a vuestro alcance a fin de que la vida, toda vida, sea respetada desde la concepción hasta su término natural. La vida es un don sagrado, del que nadie puede hacerse dueño.

La Virgen de Lourdes tiene, por último, un mensaje para todos. Es este: sed mujeres y hombres libres. Pero recordad: la libertad humana es una libertad marcada por el pecado. Ella misma necesita también ser liberada. Cristo es su liberador, pues "para ser libres nos ha liberado" (Ga 5,1). Defended vuestra libertad.

Queridos amigos, sabemos que para esto podemos contar con Aquella que, al no haber cedido jamás al pecado, es la única criatura perfectamente libre. A ella os encomiendo. Caminad con María por las sendas de la plena realización de vuestra humanidad.





AUDIENCIA GENERAL


Miércoles 25 de agosto de 2004

Celebración de la Palabra para la veneración

y la entrega del icono de la Madre de Dios de Kazan

Homilía

:Amadísimos hermanos y hermanas:

1670 1. Como anuncié el domingo pasado, nuestro tradicional encuentro semanal asume hoy una fisonomía particular. En efecto, nos hallamos reunidos en oración ante el venerado icono de la Madre de Dios de Kazan, que está a punto de emprender el viaje de regreso a Rusia, de donde partió un día lejano.

Después de atravesar diversos países y de detenerse durante largo tiempo en el santuario de Fátima, en Portugal, hace más de diez años llegó providencialmente a la casa del Papa. Desde entonces ha estado conmigo y ha acompañado con mirada maternal mi servicio diario a la Iglesia.

¡Cuántas veces, desde aquel día, he invocado a la Madre de Dios de Kazan, pidiéndole que proteja y guíe al pueblo ruso, que le tiene tanta devoción, y que apresure el momento en que todos los discípulos de su Hijo, reconociéndose hermanos, restablezcan plenamente la unidad rota!

2. Desde el inicio, deseaba que este santo icono volviera a la tierra de Rusia, donde -según acreditados testimonios históricos- durante muchísimos años fue objeto de profunda veneración por parte de enteras generaciones de fieles. En torno al icono de la Madre de Dios de Kazan se ha desarrollado la historia de ese gran pueblo.

Rusia es una nación cristiana desde hace muchos siglos; es la Santa Rus'. Incluso cuando fuerzas enemigas se encarnizaron contra la Iglesia e intentaron borrar de la vida de los hombres el santo nombre de Dios, ese pueblo permaneció profundamente cristiano, testimoniando en muchos casos con la sangre su fidelidad al Evangelio y a los valores que inspira.

Por eso, juntamente con vosotros, doy gracias con particular emoción a la divina Providencia, que me concede hoy enviar al venerado patriarca de Moscú y de todas las Rusias el don de este santo icono.

3. Esta antigua imagen de la Madre del Señor expresará a Su Santidad Alexis II y al venerado Sínodo de la Iglesia ortodoxa rusa el afecto que el Sucesor de Pedro siente por ellos y por todos los fieles que les han sido encomendados. Expresará su estima por la gran tradición espiritual que conserva la santa Iglesia rusa. Expresará el deseo y el firme propósito del Papa de Roma de avanzar juntamente con ellos por el camino del conocimiento mutuo y de la reconciliación, para apresurar el día de la plena unidad de los creyentes por la que nuestro Señor Jesucristo oró ardientemente (cf. Jn
Jn 17,20-22).

Amadísimos hermanos y hermanas, invocad junto conmigo la intercesión de la santísima Virgen María, mientras entrego su icono a la delegación que, en mi nombre, la llevará a Moscú.



Oración del Santo Padre


¡Bendita seas, oh gloriosa Madre de Jesús, que "precedes al pueblo de Dios por los caminos de la fe, del amor y de la unión con Cristo"! (cf. Lumen gentium LG 63). Te llaman bienaventurada todas las generaciones, porque "el Poderoso ha hecho obras grandes en ti y su nombre es santo" (cf. Lc Lc 1,48-49).

Bendita y alabada seas, ¡oh Madre!, en tu icono de Kazan, en el que desde siglos estás rodeada por la veneración y el amor de los fieles ortodoxos, habiéndote convertido en protectora y testigo de las singulares obras de Dios en la historia del pueblo ruso, al que todos nosotros apreciamos mucho.

La Providencia divina, que tiene el poder de vencer el mal y sacar el bien incluso de las maldades de los hombres, ha hecho que tu santo icono, desaparecido en tiempos lejanos, apareciese de nuevo en el santuario de Fátima, en Portugal. Posteriormente, por voluntad de personas devotas tuyas, fue traído a la casa del Sucesor de Pedro.

1671 Madre del pueblo ortodoxo, la presencia en Roma de tu santa imagen de Kazan nos habla de una unidad profunda entre Oriente y Occidente, que perdura en el tiempo a pesar de las divisiones históricas y de los errores de los hombres. Con especial intensidad elevamos ahora nuestra plegaria a ti, ¡oh Virgen!, al mismo tiempo que nos despedimos de esta conmovedora imagen tuya. Te acompañaremos con el corazón a lo largo del camino que te conducirá de nuevo a la santa Rusia. Acoge la alabanza y el honor que te tributa el pueblo de Dios que está en Roma.

¡Oh bendita entre todas las mujeres!, al venerar tu icono en esta ciudad sellada con la sangre de los Apóstoles san Pedro y san Pablo, el Obispo de Roma se une espiritualmente a su hermano en el ministerio episcopal, que preside como Patriarca la Iglesia ortodoxa rusa. Y te ruega, Madre Santa, que intercedas a fin de que se apresure el tiempo de la plena unidad entre Oriente y Occidente, de la plena comunión entre todos los cristianos.

¡Oh Virgen gloriosa y bendita, Señora, Abogada y Consoladora nuestra, reconcílianos con tu Hijo, encomiéndanos a tu Hijo, preséntanos a tu Hijo!

Amén.
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Palabras del Santo Padre al cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos y jefe de la delegación de la Santa Sede que entregará el icono al Patriarca Alexis II

Queridísimo hermano:

Te encomiendo el santo icono de la Madre de Dios de Kazan. Entrégalo en las manos de nuestro hermano el Patriarca Alexis II y a través de él a la santa Iglesia ortodoxa rusa y a todo el pueblo ruso. ¡Oh ferviente Abogada, Madre de Dios de Kazan, regresa a los hermanos y hermanas de la santa Rusia, mensajera de comunión y de paz, de bendiciones celestes y de prosperidad! Amén



SOLEMNE CEREMONIA DE BEATIFICACIÓN DE TRES SIERVOS DE DIOS



Loreto, domingo 5 de septiembre de 2004




1. "¿Qué hombre conoce el designio de Dios?" (Sg 9,13). Esta pregunta, formulada por el libro de la Sabiduría, tiene una respuesta: sólo el Hijo de Dios, que se hizo hombre por nuestra salvación en el seno virginal de María, puede revelarnos el designio de Dios. Sólo Jesucristo sabe cuál es el camino para "adquirir un corazón sensato" (Salmo responsorial) y obtener paz y salvación.

Y ¿cuál es este camino? Nos lo ha dicho él en el evangelio de hoy: es el camino de la cruz. Sus palabras son claras: "Quien no lleva su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío" (Lc 14,27).
1672 "Llevar la cruz detrás de Jesús" significa estar dispuestos a cualquier sacrificio por amor a él.
Significa no poner nada ni a nadie antes que él, ni siquiera a las personas más queridas, ni siquiera la propia vida.

2. Amadísimos hermanos y hermanas, que os habéis dado cita en esta "espléndida explanada de Montorso", como la ha llamado el arzobispo monseñor Comastri, al que agradezco de corazón las cordiales palabras que me ha dirigido. Saludo, asimismo, a los cardenales, a los arzobispos y a los obispos presentes; saludo a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas y a las personas consagradas; y, sobre todo, os saludo a vosotros, jóvenes miembros de la Acción católica, que, guiados por el consiliario general, monseñor Francesco Lambiasi, y por la presidenta nacional, doctora Paola Bignardi, a la que agradezco su afectuoso saludo, habéis querido reuniros aquí, bajo la mirada de la Virgen de Loreto, para renovar vuestro compromiso de adhesión fiel a Jesucristo.

Vosotros sabéis que adherirse a Cristo es una opción exigente. Jesús no habla de "cruz" por casualidad. Sin embargo, precisa inmediatamente: "detrás de mí". Esta es la gran verdad: no estamos solos al llevar la cruz. Delante de nosotros camina él, abriéndonos paso con la luz de su ejemplo y con la fuerza de su amor.

3. La cruz aceptada por amor genera libertad. Lo experimentó el apóstol san Pablo, "anciano y prisionero por Cristo Jesús", como se define a sí mismo en la carta a Filemón, pero en su interior plenamente libre. Esta es precisamente la impresión que produce la página recién proclamada: san Pablo se encuentra encadenado, pero su corazón está libre, porque habita en él el amor de Cristo. Por eso, desde la oscuridad de la prisión en la que sufre por su Señor puede hablar de libertad a un amigo que está fuera de la cárcel. Filemón es un cristiano de Colosas: a él se dirige san Pablo para pedirle que libere a Onésimo, todavía esclavo según el derecho de la época, pero ya hermano por el bautismo. Al renunciar al otro como su posesión, Filemón recibirá como don un hermano.

La lección que se desprende de toda esta historia es clara: no existe amor más grande que el de la cruz; no hay libertad más verdadera que la del amor; no existe fraternidad más plena que la que nace de la cruz de Jesús.

4. De la cruz de Jesús fueron humildes discípulos y testigos heroicos los tres beatos recién proclamados.

Pedro Tarrés i Claret, primero médico y después sacerdote, se dedicó al apostolado laical entre los jóvenes de la Acción católica de Barcelona, de los cuales, después, fue consiliario. En el ejercicio de la profesión médica se entregó con especial solicitud a los enfermos más pobres, convencido de que "el enfermo es símbolo de Cristo sufriente".

Ordenado sacerdote, se consagró con generosa intrepidez a las tareas del ministerio, permaneciendo fiel al compromiso asumido en vísperas de la ordenación: "Un solo propósito, Señor: sacerdote santo, cueste lo que cueste". Aceptó con fe y heroica paciencia una grave enfermedad, que lo llevó a la muerte con sólo 45 años. A pesar del sufrimiento repetía frecuentemente: "¡Cuán bueno es el Señor conmigo! Y yo soy verdaderamente feliz".

5. Alberto Marvelli, joven fuerte y libre, hijo generoso de la Iglesia de Rímini y de la Acción católica, concibió toda su breve vida de sólo 28 años como un don de amor a Jesús por el bien de sus hermanos. "Jesús me ha envuelto con su gracia", escribió en su diario; "sólo lo veo a él, sólo pienso en él". Alberto había hecho de la Eucaristía diaria el centro de su vida. En la oración buscaba inspiración también para el compromiso político, convencido de la necesidad de vivir plenamente como hijos de Dios en la historia, para transformarla en historia de salvación.
En el difícil período de la segunda guerra mundial, que sembraba muerte y producía violencias y sufrimientos atroces, el beato Alberto alimentó una intensa vida espiritual, de la que brotaba el amor a Jesús que lo llevaba a olvidarse constantemente de sí mismo para cargar con la cruz de los pobres.

1673 6. También la beata Pina Suriano -natural de Partinico, en la diócesis de Monreale- amó a Jesús con un amor ardiente y fiel, hasta el punto de que escribió con toda sinceridad: "No hago otra cosa que vivir de Jesús". A Jesús le hablaba con corazón de esposa: "Jesús, hazme cada vez más tuya. Jesús, quiero vivir y morir contigo y por ti".

Se adhirió desde su adolescencia a la Juventud femenina de la Acción católica, de la que después fue dirigente parroquial, encontrando en la Asociación importantes estímulos de crecimiento humano y cultural en un clima de intensa amistad fraterna. Maduró gradualmente una sencilla y firme voluntad de entregar a Dios como ofrenda de amor su joven vida, en particular para la santificación y la perseverancia de los sacerdotes.

7. Queridos hermanos y hermanas, amigos de la Acción católica, que habéis venido a Loreto de Italia, de España y de tantas partes del mundo, hoy el Señor, a través del acontecimiento de la beatificación de estos tres siervos de Dios, os dice: el mayor don que podéis hacer a la Iglesia y al mundo es la santidad.

Preocupaos por lo que interesa a la Iglesia: que muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo sean conquistados por la fascinación de Cristo; que su Evangelio vuelva a brillar como luz de esperanza para los pobres, los enfermos y los que tienen hambre de justicia; que las comunidades cristianas sean cada vez más vivas, abiertas y atractivas; que nuestras ciudades sean acogedoras y habitables para todos; que la humanidad siga a Cristo por los caminos de la paz y la fraternidad.

8. A los laicos os corresponde testimoniar la fe mediante las virtudes que son específicas de vosotros: la fidelidad y la ternura en la familia, la competencia en el trabajo, la tenacidad al servir al bien común, la solidaridad en las relaciones sociales, la creatividad al emprender obras útiles para la evangelización y la promoción humana. A vosotros os corresponde también mostrar -en íntima comunión con los pastores- que el Evangelio es actual, y que la fe no aleja al creyente de la historia, sino que lo sumerge más a fondo en ella.

¡Ánimo, Acción católica! Que el Señor guíe tu camino de renovación.

La Inmaculada Virgen de Loreto te acompaña con tierna solicitud; la Iglesia te mira con confianza; el Papa te saluda, te sostiene y te bendice de corazón.

Acción católica italiana, ¡gracias!

MISA DE BEATIFICACIÓN DE CINCO SIERVOS DE DIOS



Plaza de San Pedro

Domingo 3 de octubre de 2004



1. "Verbum Domini manet in aeternum", "La palabra del Señor permanece eternamente". La exclamación del Aleluya nos remite a los fundamentos mismos de nuestra fe. Ante el devenir del tiempo y los continuos cambios de la historia, la revelación que Dios nos ha ofrecido en Cristo permanece estable para siempre y abre sobre nuestro camino terreno un horizonte de eternidad.
1674 Es lo que experimentaron de modo singular los cinco nuevos beatos: Pierre Vigne, Joseph-Marie Cassant, Anna Katharina Emmerick, María Ludovica De Angelis y Carlos de Austria. Se dejaron guiar por la palabra de Dios como por un faro luminoso y seguro, que jamás dejó de iluminar su camino.

2. Contemplando a Cristo presente en la Eucaristía y la pasión salvífica, el padre Pierre Vigne se convirtió en un verdadero discípulo y un misionero fiel a la Iglesia. Que su ejemplo infunda en los fieles el deseo de obtener del amor a la Eucaristía y de la adoración al santísimo Sacramento la audacia para la misión. Pidámosle que toque el corazón de los jóvenes para que, si son llamados por Dios, acepten consagrarse totalmente a él en el sacerdocio o en la vida religiosa. Que la Iglesia en Francia encuentre en el padre Vigne un modelo, para que surjan de nuevo sembradores del Evangelio.

3. El monje Joseph-Marie puso siempre su confianza en Dios, en la contemplación del misterio de la Pasión y en la unión con Cristo presente en la Eucaristía. Así se impregnaba del amor de Dios, abandonándose a él, "la única felicidad de la tierra", y desapegándose de los bienes del mundo en el silencio de la trapa. En medio de las pruebas, con la mirada fija en Cristo, ofrecía sus sufrimientos al Señor por la Iglesia. Ojalá que nuestros contemporáneos, en especial los contemplativos y los enfermos, siguiendo su ejemplo, descubran el misterio de la oración, que eleva el mundo a Dios y da fuerza en las pruebas.

4. "Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio" (
2Tm 1,7). Estas palabras de san Pablo nos invitan a colaborar en la construcción del reino de Dios, desde la perspectiva de la fe. Bien se pueden aplicar a la vida de la beata Ludovica de Angelis, cuya existencia estuvo consagrada totalmente a la gloria de Dios y al servicio de sus semejantes.

En su figura destacan un corazón de madre, sus cualidades de líder y la audacia propia de los santos. Con los niños enfermos tuvo un amor concreto y generoso, afrontando sacrificios para aliviarlos; con sus colaboradores en el hospital de La Plata fue modelo de alegría y responsabilidad, creando un ambiente de familia; para sus hermanas de comunidad fue un auténtico ejemplo como Hija de Nuestra Señora de la Misericordia. En todo estuvo sostenida por la oración, haciendo de su vida una comunicación continua con el Señor.

5. La beata Anna Katharina Emmerick contempló "la dolorosa pasión de nuestro Señor Jesucristo" y la experimentó en su cuerpo. El hecho de que la hija de pobres campesinos, que buscó con empeño la cercanía de Dios, se convirtiera en la conocida "mística de Münster" es obra de la gracia divina. En medio de su pobreza material poseía una profunda vida interior. Como nos impresiona su paciencia para soportar la debilidad corporal, así también nos impresiona la fuerza de carácter de la nueva beata y su solidez en la fe.

Para ello sacaba la fuerza de la santísima Eucaristía. Su ejemplo abrió los corazones de pobres y ricos, de personas sencillas e instruidas, con vistas a una entrega amorosa a Jesucristo. Aún hoy transmite a todos el mensaje salvífico: Con las llagas de Cristo hemos sido curados (cf. 1P 2,24).

6. La tarea fundamental del cristiano consiste en buscar en todo la voluntad de Dios, descubrirla y cumplirla. Carlos de Austria, jefe de Estado y cristiano, afrontó diariamente este desafío. Era amigo de la paz. A sus ojos la guerra era "algo horrible". Asumió el gobierno en medio de la tormenta de la primera guerra mundial, y se esforzó por promover las iniciativas de paz de mi predecesor Benedicto XV.

Desde el principio, el emperador Carlos concibió su cargo de soberano como un servicio santo a su pueblo. Su principal aspiración fue seguir la vocación del cristiano a la santidad también en su actividad política. Por eso, para él era importante la asistencia social. Que sea un modelo para todos nosotros, particularmente para aquellos que hoy tienen la responsabilidad política en Europa.

7. Juntamente con toda la Iglesia, alabamos y damos gracias al Señor por las maravillas que realizó en estos siervos buenos y fieles del Evangelio. María santísima, a quien durante este mes de octubre invocamos de modo particular con la oración del rosario, nos ayude a convertirnos también nosotros en apóstoles generosos y valientes del Evangelio. Amén.



CELEBRACIÓN DE LA SANTA MISA, ADORACIÓN Y BENDICIÓN EUCARÍSTICA CON OCASIÓN DEL COMIENZO DEL AÑO DE LA EUCARISTÍA


Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro

1675

Domingo 17 de octubre de 2004

1. "Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20).


Reunidos ante la Eucaristía, experimentamos con particular intensidad en este momento la verdad de la promesa de Cristo: ¡Él está con nosotros!

Os saludo a todos los que estáis en Guadalajara para participar en la conclusión del Congreso Eucarístico Internacional. En particular, al Cardenal Jozef Tomko, Legado mío, al Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo de Guadalajara, a los Señores Cardenales, Arzobispos, Obispos y Sacerdotes de México y de otros muchos Países que están presentes.

Saludo también a todos los fieles de Guadalajara, de México y de otras partes del mundo, unidos a nosotros en la adoración del Misterio eucarístico.

2. La conexión televisiva entre la Basílica de San Pedro, corazón de la cristiandad, y Guadalajara, sede del Congreso, es como un puente tendido entre los continentes y hace que nuestro encuentro de oración sea como una "Statio Orbis" ideal, a la cual se unen los creyentes de todo el orbe. El punto de encuentro es Jesús mismo, realmente presente en la Santísima Eucaristía con su misterio de muerte y resurrección, en el cual se unen el cielo y la tierra, y se encuentran los pueblos y culturas diversas. Cristo es "nuestra paz, haciendo de los dos un sólo pueblo" (Ep 2,14).

3. "La Eucaristía, Luz y Vida del Nuevo Milenio". El tema del Congreso nos invita a considerar el Misterio eucarístico, no sólo en sí mismo, sino también en relación a los problemas de nuestro tiempo.

¡Misterio de luz! De luz tiene necesidad el corazón del hombre, oprimido por el pecado, a veces desorientado y cansado, probado por sufrimientos de todo tipo. El mundo tiene necesidad de luz, en la búsqueda difícil de una paz que parece lejana al comienzo de un milenio perturbado y humillado por la violencia, el terrorismo y la guerra.

¡La Eucaristía es luz! En la Palabra de Dios constantemente proclamada, en el pan y en el vino convertidos en Cuerpo y Sangre de Cristo, es precisamente Él, el Señor Resucitado, quien abre la mente y el corazón y se deja reconocer, como sucedió a los dos discípulos de Emaús "al partir el pan" (cf Lc 24,25). En este gesto convivial revivimos el sacrificio de la Cruz, experimentamos el amor infinito de Dios y sentimos la llamada a difundir la luz de Cristo entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

4. ¡Misterio de vida! ¿Qué aspiración puede ser más grande que la vida? Y sin embargo sobre este anhelo humano universal se ciernen sombras amenazadoras: la sombra de una cultura que niega el respeto de la vida en cada una de sus fases; la sombra de una indiferencia que condena a tantas personas a un destino de hambre y subdesarrollo; la sombra de una búsqueda científica que a veces está al servicio del egoísmo del más fuerte.

Queridos hermanos y hermanas: debemos sentirnos interpelados por las necesidades de tantos hermanos. No podemos cerrar el corazón a sus peticiones de ayuda. Y tampoco podemos olvidar que "no sólo de pan vive el hombre" (cf Mt 4,4). Necesitamos el "pan vivo bajado del cielo" ( Jn Jn 6,51). Este pan es Jesús. Alimentarnos de él significa recibir la vida misma de Dios (cf. Jn Jn 10,10), abriéndonos a la lógica del amor y del compartir.

1676 5. He querido que este Año estuviera dedicado particularmente a la Eucaristía. En realidad, todos los días, y especialmente el domingo, día de la resurrección de Cristo, la Iglesia vive de este misterio. Pero en este Año de la Eucaristía se invita a la comunidad cristiana a tomar conciencia más viva del mismo con una celebración más sentida, con una adoración prolongada y fervorosa, con un mayor compromiso de fraternidad y de servicio a los más necesitados. La Eucaristía es fuente y epifanía de comunión. Es principio y proyecto de misión (cf. Mane nobiscum Domine, cap. III y IV).

Siguiendo el ejemplo de María, "mujer eucarística" (Ecclesia de Eucharistia, cap. VI), la comunidad cristiana ha de vivir de este misterio. Consolidada por el "pan de vida eterna", ha de ser presencia de luz y de vida, fermento de evangelización y de solidaridad.

6. Mane nobiscum, Domine! Como los dos discípulos del Evangelio, te imploramos, Señor Jesús: quédate con nosotros!

Tú, divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos dejes prisioneros de las sombras de la noche.

Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien.

Bendice a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, a las familias y particularmente a los enfermos. Bendice a los sacerdotes y a las personas consagradas. Bendice a toda la humanidad.

En la Eucaristía te has hecho "remedio de inmortalidad": danos el gusto de una vida plena, que nos ayude a caminar sobre esta tierra como peregrinos seguros y alegres, mirando siempre hacia la meta de la vida sin fin.

Quédate con nosotros, Señor! Quédate con nosotros! Amén.
* * * *


Al final de la homilía, Juan Pablo II pronunció las siguientes palabras:

Tengo ahora el gozo de comunicar que el próximo Congreso Eucarístico Internacional se celebrará en Québec en el año dos mil ocho.

1677 Que este anuncio suscite en los fieles un fuerte empeño e vivir más intensamente el presente Año de la Eucaristía.







B. Juan Pablo II Homilías 1666