Origenes contra Celso 631

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31. Fantasías gnósticas

Mas, si alguno gusta de saber las fantasías de aquellos charlatanes, con las que quisieron, sin lograrlo, atraer adeptos a su doctrina, como si poseyeran no sabemos qué misterios, oiga lo que enseñan se diga, después de atravesar la que llama barrera de la maldad, a las puertas de los arcontes (= príncipes) eternamente encadenadas:

"Rey solitario, vínculo de la ceguera, olvido inconsciente, yo te saludo, fuerza primera, guardada por el espíritu de la providencia y sabiduría, de donde soy enviado puro, hecho ya parte de la luz del Padre y del Hijo. La gracia esté conmigo; sí, Padre, esté conmigo".

Y de aquí dicen que proceden los poderes de la ogdóada. Luego, al pasar el que llaman Yaldabaoth, enseñan a decir: "¡Oh tú, Yaldabaoth, primero y último, nacido para imperar con audacia, palabra que eres dominante de una mente pura, obra perfecta para el Hijo y el Padre!, traigo un símbolo marcado con la marca de la vida, después de abrir al mundo la puerta que tú cerraste con tu eternidad, para pasar de nuevo libre tu goder. La gracia esté conmigo; sí, Padre, esté conmigo".

Y dicen que con este árcente simpatiza la estrella Fenonte (phainon - Saturno). Luego piensan que quien ha pasado Yaldabaoth y ha llegado a Yao debe decir: "¡Oh tú, Yao, segundo y primero, señor de los ocultos misterios del Hijo y del Padre, que brillas en la noche, soberano de la muerte, parte del inocente, llevando ya tu propio...!, como un símbolo, me dispongo a entrar en tu imperio, después de dominar por una palabra viva al que nació de ti. La gracia esté conmigo, Padre, esté conmigo".

Luego viene Sabaoth, al que piensan hay que decir: "Señor de la quinta autoridad, poderoso Sabaoth, defensor de la ley de tu creación, destruida por la gracia, con una pén-tada más poderosa, déjame pasar, contemplando un símbolo intachable de tu arte, preservado por la imagen de una figura, un cuerpo liberado por la péntada. La gracia esté conmigo, Padre, esté conmigo".

Seguidamente viene Astafeo, al que creen hay que decir lo siguiente:

"Señor de la tercera puerta, Astafeo, inspector del primer manantial del agua, mirando a un iniciado, déjame pasar, purificado que estoy por el espíritu de una virgen, contemplando la esencia del mundo. La gracia esté conmigo, Padre, esté conmigo".

Después de éste viene Eloeo, al que piensan ha de decirse lo siguiente:

"Señor de la segunda puerta, Eloeo, déjame pasar, pues te traigo un símbolo de tu madre, la gracia escondida por las potencias de las autoridades. La gracia esté conmigo, Padre, esté conmigo".

Al último lo llaman Oreo, y a éste piensan que le dicen:

"Tú que pasaste intrépidamente la barrera del fuego y alcanzaste el imperio de la primera puerta, déjame pasar, mirando el símbolo de tu propia fuerza, destruido por una figura del árbol de la vida, tomado por la imagen según la semejanza de un hombre inocente. La gracia esté conmigo, Padre, esté conmigo".

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32. Mezcolanzas de gente ignara

La supuesta erudición de Celso, que es más bien vana curiosidad y charlatanería, nos ha obligado a mentar todas estas fantasías, pues queremos demostrar a los que leyeren su escrito y nuestra refutación del mismo que, para nosotros, no constituyen un embarazo esos saberes de Celso, por los que intenta calumniar a los cristianos que no piensan ni saben nada de eso. Y si nosotros hemos querido saber y citar todo eso, es para evitar que esos embaucadores, alardeando saber más que nosotros, engañen a los que se dejan arrebatar por el estruendo de los nombres. Y más pudiéramos aún alegar para demostrar que conocemos lo que forjan esos embusteros, pero renegamos de todo ello, como de cosas ajenas e impías que no concuerdan con las doctrinas verdaderamente cristianas, que nosotros confesamos hasta la muerte.

Sin embargo, es de saber que quienes todo eso han inventado, al no entender las artes de la magia ni discernir los dichos de las Escrituras divinas, lo han confundido todo; así de la magia han tomado a Yaldabaoth, Astafeo y Oreo, y de las Escrituras hebraicas a laoia, tal como se dice entre los hebreos, y a Sabaoth, Adoneo y Eloeo; ahora bien, los nombres tomados de las Escrituras son sinónimos de un solo y mismo Dios. No comprendiéndolo esos enemigos de Dios, como lo confiesan ellos mismos, se imaginaron ser uno Yao, otro Sabaoth y un tercero, distinto de éste, Adoneo, que las Escrituras dicen Adonai, y otro, en fin, Eloeo, que los profetas dicen, en hebreo, Eloí.

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33. Se vuelve sobre el diagrama

Seguidamente expone Celso otros cuentos, en el sentido de que "algunos se transforman en las figuras de los arcontes, de suerte que unos se llaman leones, otros toros, otros dragones, águilas, osos y perros". Por nuestra parte, en el diagrama que poseíamos hallamos también lo que Celso llama la figura cuadrangular y lo que aquellos infelices dicen ante las puertas del paraíso. Allí estaba pintada, como diámetro de un círculo ígneo, una espada fulgurante, como si montara guardia al árbol de la ciencia y de la vida. Ahora bien, Celso o no quiso o no pudo citar los discursos que, según las fábulas de aquellos, impíos, dicen en cada puerta los que van a pasar por ellas; nosotros lo hemos hecho, para demostrar a Celso y a los lectores de su escrito que conocemos el fin de esa profana iniciación y la rechazamos como ajena a la reverencia de los cristianos por las cosas divinas.

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34. Gran tirada de Celso

Después de alegar todo lo antedicho-y lo que, por el estilo, hemos añadido nosotros-prosigue diciendo Celso: "Y todavía amontonan cosas sobre cosas: discursos de los profetas, y círculos sobre círculos, y emanaciones de una iglesia terrena, y de la circuncisión, y una virtud que fluye de cierta virgen Prúnico, y un alma viviente, y el cielo degollado para que viva, y la tierra degollada por una espada, y muchos degollados para que vivan, y la muerte que cesa en el mundo cuando muera el pecado del mundo, y una bajada, estrecha de nuevo, y puertas que se abren por sí mismas. Y por doquiera es de ver allí el árbol y la resurrección de la carne por el árbol; sin duda, a lo que yo me imagino, porque su maestro fue clavado en un madero y fue carpintero de oficio. Porque, si la suerte hubiera querido que se precipitara desde un despeñadero, o hubiera sido arrojado a una sima, o se hubiera ahorcado con una soga, o hubiera sido zapatero, picapedrero o herrero, tendríamos un despeñadero de la vida sobre los cielos, o una sima de la resurrección, o una cuerda de la inmortalidad, o una piedra bienaventurada, o un hierro del amor, o un cuero santo. Ahora bien, ¿qué vieja de las que cuentan un cuento para adormecer al niño, no se avergonzaría de canturrearle tales cosas?".

Aquí me parece que mezcla Celso cosas que ha oído y no entendido. Es probable, en efecto, que haya oído fraséenlas de cualquier secta de por ahí, y, no habiendo penetrado su sentido, ha amontonado aquí palabras sobre palabras, a fin de demostrar a quienes nada saben, ni de nosotros ni de las sectas, que él sabe, por lo visto, todo lo que atañe a los cristianos (I 12). El pasaje citado nos lo pone de manifiesto.

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35. Refutación punto por punto

Porque valemos de los discursos de los profetas es cosa, efectivamente, nuestra, pues por ellos demostramos ser Jesús el Mesías por ellas de antemano anunciado, y por los escritos proféticos comprobamos ser cumplimiento de las profecías lo que acerca de El narran los Evangelios. En cuanto a hablar "de círculos sobre círculos", tal vez sea cosa de la secta susodicha, que encierra en un solo círculo-que dicen ser el alma del universo y leviatán-los siete círculos de los ángeles arcónticos (cf. VI 25 ubi de decem drculis sermo est). Pero tal vez sea una mala inteligencia de lo que dice el Eclesiastés: En círculos girando marcha el viento, y otra vez a sus círculos retorna ().

Lo de "emanación de una Iglesia terrena y de una circuncisión" tal vez fue tomado de lo que algunos dicen sobre que la Iglesia de la tierra es emanación de una Iglesia celeste y de un tiempo mejor, y que la circuncisión prescrita por la ley es símbolo de cierta circuncisión hecha allí en cierta purificación. En cuanto a Prúnico, así llaman los valentinia-nos a no sabemos qué sabiduría según su extraviada sabiduría, cuyo símbolo quieren sea la mujer que sufrió por doce años flujo de sangre (Mt 9,20-22). Celso, que lo confunde todo: lo de los griegos, lo de los bárbaros y.lo de los herejes, no lo entendió, y así habló "de la virtud que fluye de cierta virgen Prúnico".

Lo de "alma viva" tal vez se diga en los misterios de algunos valentinianos, que aplican la expresión al que ellos llaman el demiurgo animal; acaso también se diga por algunos así-y no es innoble dicho-alma viva la del que se salva, para distinguirla del alma muerta (del que no se salva).

De lo que no sé nada es de ese "cielo degollado, ni de la tierra degollada por una espada, ni de muchos degollados para que vivan". Y no sería extraño que Celso se sacara todo eso de su propia cabeza.

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36. Orígenes puntualiza

Ahora bien, que la muerte cesará en el mundo tan pronto cese el pecado del mundo, lo pudiéramos decir nosotros para explicar lo que misteriosamente se dice en el Apóstol, y es de este tenor: Mas cuando hubiere sometido a todos los enemigos bajo sus pies, entonces, como postrer enemigo, será también destruida la muerte (Mt 1). Y también se dice: Cuando esto corruptible se vistiere de incorrupción, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Absorbida ha quedado la muerte por la victoria (Mt 1). "De una bajada que de nuevo se estrecha", tal vez hablen los que introducen la transmigración de las almas. De "puertas que se abren por sí mismas" no sería improbable hablaran algunos que aludieran y explicaran este texto: Abridme ya las puertas de justicia; por ellas que haya entrado, le daré al Señor gracias. Esta es la puerta del Señor; por ella sólo entrarán los justos (Ps 117,19-20). Y otra vez se dice en el salmo 9: Sácame de las puertas de la muerte, y así publicaré, junto a las puertas de la hija de Sión, tus alabanzas (Ps 9,14-15). Puertas de la muerte dice la palabra divina que son las que llevan a la perdición del pecado, y puertas de Sión, por lo contrario, las buenas obras; y lo mismo las puertas de justicia, que vale tanto como decir las puertas de Ja virtud, y éstas se abren por sí mismas a los que fervorosamente siguen las acciones virtuosas.

Acerca, empero, del árbol de la vida fuera más oportuno discutir al interpretar lo que atañe al paraíso de Dios, que se describe en el Génesis, plantado por el mismo Dios (). Muchas veces hizo ya Celso mofa de la resurrección, que no entendió; y ahora, no contento con lo dicho, afirma que la resurrección de la carne viene de un madero; sin duda, a lo que pienso, por malentender lo que se dice simbólicamente que por un árbol vino la muerte y por un árbol la vida; la muerte por Adán, la vida por Cristo (Ps 1). Luego se burla del madero, y por dos capítulos lo hace objeto de su risa, diciendo que nosotros lo veneramos o porque nuestro maestro fue clavado en una cruz, o porque fue de oficio carpintero. Pero no vio que del árbol de la vida se escribe ya en los libros de Moisés, ni que, en los evangelios recibidos en las iglesias, no se escribe que Jesús mismo fuera carpintero ().

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37. Pocos entienden lo que enseña la Iglesia

Imagínase Celso que hemos nosotros inventado el árbol de la vida para entender figuradamente la cruz y, en armonía con ese error suyo, dice que, "si la suerte hubiera querido que fuera precipitado desde un despeñadero, o arrojado a una sima, o que se hubiera ahorcado con una soga", nos hubiéramos inventado un despeñadero de la vida sobre los cielos, una sima de la resurrección o una soga de la inmortalidad". Y luego dice también: "Si por haber sido carpintero se ha inventado el árbol de la vida, fuera lógico que, de haber sido zapatero, se nos hablara de un cuero santo; de haber sido picapedrero, de una piedra bienaventurada; de haber sido herrero, de un hierro de amor". Ahora bien, ¿quién sin más no ve lo vano de la acusación, pues no hace sino insultar a hombres a quienes se había propuesto convertir, como a gentes embaucadas?

Lo que dice seguidamente armonizaría muy bien con los que han fantaseado los arcontes en forma de leones, con cabezas de asnos y cuerpos de dragones, y con quienquiera invente cuentos semejantes; pero no con los creyentes de la Iglesia. A la verdad, aun una vieja borrachuela se avergonzaría de canturrear para adormecer a un niño cuentos como los que inventan los de las cabezas de asno y los discursos, digámoslo así, que han de decirse en cada puerta. Lo que creen, empero, los fieles de la Iglesia no lo sabe Celso, como, por lo demás, son muy pocos los capaces de comprenderlo; aquellos, digo, que, según el mandato de Jesús (), consagran su vida entera a escudriñar las Escrituras, y en el escrutinio del sentido de las sagradas letras ponen más empeño que los filósofos griegos para adquirir una supuesta ciencia.

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38. Más sobre el diagrama

Pero no contento el magnífico señor con lo que sacara del diagrama, con el fin de acumular acusaciones contra nosotros, que nada tenemos que ver con tal diagrama, quiso añadir otras cosas, a modo de paréntesis, y las toma de nuevo de aquellos herejes, como si fueran nuestras. Dice, en efecto: "No es la menor de las cosas que están inscritas entre los dos círculos supracelestes de arriba, entre ellas, dos: "Mayor" y "Menor", que entienden del Hijo y del Padre". Efectivamente, en el diagrama hemos hallado el círculo menor y mayor, en cuyo diámetro estaba escrito: Padre e Hijo. Y entre el mayor, dentro del cual estaba el menor, y otro compuesto de dos círculos, el interior amarillo, el exterior azul, hallamos inscrito el diafragma (o valla) en forma de hacha, y encima de él un círculo pequeño, que tocaba al mayor que los primeros y llevaba inscrito ágape (amor), y más abajo, tocando al círculo, tenía escrito zoé (vida). En el segundo círculo, que encerraba y comprendía otros dos círculos y otra figura romboidal, estaba inscrito: Providencia de la sabiduría, y dentro de la sección común a los dos: naturaleza de la sabiduría. Y encima de la sección común a los dos había un círculo, en que estaba inscrito gnosis (ciencia), 'y debajo otro, en que estaba inscrito: sínesis (inteligencia).

Todo esto hemos insertado también en nuestro razonamiento contra Celso, para demostrar a nuestros lectores que conocemos más a fondo que él-y no de oídas-lo que también nosotros condenamos. Ahora bien, si los que se enorgullecen de estas fantasías profesan también algún embuste mágico, y esto es para ellos la cifra y trasunto de la sabiduría, es cosa que nosotros no afirmamos, pues es punto que no hemos averiguado. Celso, que muchas veces ha quedado convicto de falsos testimonios y acusaciones sin razón, sabrá si también en esto miente o ha tomado todo eso de gentes extrañas y ajenas a nuestra fe y lo ha insertado en su escrito.

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39. Mitología comparada

Luego, contra los que "ejercen cierta magia y hechicería e invocan con nombres bárbaros a ciertos démones" dice que "obran de modo semejante a los que, sobre los mismos démones, parecen hacer prodigios ante gentes que ignoran ser unos los nombres de ellos entre los griegos y otros entre los escitas". Luego, tomándolo de Heródoto (IV 59), explica que "Apolo se llama Gorgosiro entre los escitas; Posidón, Tagimasada; Afrodita, Argimpasa, y Hestia, Tabito". Compruebe quien pueda si también en esto no miente Celso a par de Heródoto, pues los escitas no saben una palabra de que los griegos supongan las mismas cosas que ellos acerca de los que tienen por dioses. Porque ¿qué prueba hay de que Apolo se llame Gorgosiro entre los escitas? Yo no pienso que, vertido al griego, Gorgosiro tenga la misma etimología que Apolo, o que Apolo, traducido a la lengua escita, quiera decir Gorgosiro. Y así tampoco se atribuirá la misma significación a otros nombres, pues los griegos partieron de unos hechos y significaciones para dar nombre a los que tenían por dioses, y de otros los escitas; de otros, por el mismo caso, los persas, los indios, etíopes o libios; o como quisieron llamar a Dios cada uno de los pueblos que no mantuvieron la primigenia y pura concepción del Creador del universo. Pero de esto hemos dicho bastante anteriormente (I 24; V 45), cuando quisimos demostrar que tampoco era lo mismo Sabaoth que Zeus y alegamos de las divinas letras algo sobre las lenguas. Pasamos, pues, de buena gana por alto estos puntos, sobre los que nos obliga Celso a la repetición.

Luego hace un revoltijo de cosas de magia, que acaso no pueda aplicar a nadie, pues no hay quienes practiquen la magia so pretexto de hacer un acto de religión de este tipo, o tal vez lo aplique a Jos que se valen de estos medios con los bobalicones, para hacerles ver que pueden hacer algo por virtud divina; como quiera, he aquí sus palabras: ¿"Qué necesidad hay de enumerar los que han enseñado purificaciones, o himnos de expiación, o fórmulas apotropaicas, o ruidos o configuraciones demónicas de vestidos, o de números o de piedras, o plantas, y de todo género de remedios de males?" Mas la buena razón no pide que nos defendamos de nada de eso, pues de todo ello no nos toca la más leve sospecha.

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40. Calumnia exorbitante

Después de esto, paréceme que Celso hace algo semejante a quienes, llevados de su odio profundo a los cristianos, afirman delante de quienes no los conocen haber sorprendido ellos de hecho a los cristianos comiendo carnes de niños y uniéndose al puro azar con las mujeres de entre ellos (cf. VI 27). Estos dichos son ya reconocidos aun por el común de las gentes, hasta por gentes de todo en todo ajenas a nuestra religión, como calumnias contra los cristianos. Pues, por modo semejante, pudiera verse que habla Celso con intención calumniosa cuando dice "haber visto en manos de muchos ancianos que son de nuestra opinión, libros con nombres bárbaros de démones y fórmulas mágicas". Y añade que "estos (los ancianos, naturalmente, de nuestra opinión) nada bueno prometen, sino todo para daño de los hombres". ¡Ojalá todo lo que dice Celso contra los cristianos fueran enormidades como ésa! El vulgo mismo las rebatiría, pues saben por experiencia ser falsas, por haber convivido con la mayoría de los cristianos y no haber oído jamás nada semejante sobre ellos.

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41. Sobre la fuerza de la magia

Seguidamente, como si se hubiera olvidado que su objeto era escribir contra los cristianos, dice que un tal Dionisio, músico egipcio con quien él trató, le dijo sobre la magia que "ésta tiene poder sobre los incultos y de costumbres corrompidas; pero que nada puede contra los que profesan la filosofía como quienes se han prevenido con un sano régimen de vida". Ahora bien, si nuestro objeto fuera ahora discutir el tema de la magia, añadiríamos algo a lo que antes (II 51; IV 33; VI 32) hemos dicho sobre el mismo. Mas, como tenemos que alegar lo que convenga mejor para refutar la obra de Celso, sólo diremos acerca de la magia que quien quiera comprobar si pueden o no convencerse los filósofos por ella, lea lo que escribió Merágenes en los Recuerdos de Apolonio de Tiana, mago y filósofo; ahí dice, no un cristiano, sino un filósofo, que filósofos no vulgares que acudieron a él como a un charlatán, quedaron convencidos por la magia de Apolonio. Entre ellos, si no recuerdo mal, habla del famoso Eufrates y de un epicúreo. Mas lo que nosotros afirmamos-y lo sabemos por experiencia-es que quienes, por medio de Jesús, dan culto al Dios del universo y viven conforme a su Evangelio, y noche y día hacen uso con fervor y reverencia de las oraciones que tienen prescritas, éstos, decimos, no son atacables ni por la magia ni por los démones. Y es así que, con toda verdad, el ángel de Señor su campo pone en derredor de aquellos que lo temen, y El los salva.(Ps 33,8)

Y los ángeles de los que son pequeños en la Iglesia, ordenados que están para guardarlos, se dice que están contemplando en todo momento la faz del Padre del cielo (Mt 18,10), sea lo que fuere eso de la faz y del contemplar.

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42. El diablo, ¿rival de Dios?

Seguidamente, Celso nos ataca desde otro lado diciendo: "Cometen además los más impíos errores, que proceden igualmente de la suma ignorancia que sufren acerca de los divinos enigmas, al oponer a Dios una especie de rival, al que llaman diablo y, en lengua hebrea, satanás. Ahora bien, eso son ideas mortales y no es ni piadoso decir que el Dios máximo, nada menos, cuando quiere hacer algún bien a los hombres, tenga quien se le oponga y lo reduzca a la impoten cía (cf. VIII 11; PLAT., Politicus 270a). El Hijo de Dios, pues, es vencido por el diablo y, atormentado por él, nos enseña también a nosotros a despreciar sus tormentos, anunciando de antemano que satanás mismo aparecerá igualmente y llevará a cabo grandes y maravillosas obras, arrogándose la gloria de Dios. No hay, sin embargo, que dejarse engañar por ellas " , y apartarse de Jesús, sino creerle a El solo. Treta, por cierto, patentemente de un charlatán que toma sus medidas y se precave contra quienes puedan pensar contra él y llevarse en su lugar la ganancia" (cf. II 38.45.47.73; sobre la ganancia 19; II 55).

Luego, queriendo explicar los enigmas de cuya mala inteligencia salió nuestra doctrina sobre satanás, dice: "De cierta guerra divina nos hablan misteriosamente los antiguos, como Heráclito cuando dice: "Es de saber que la guerra es universal, y la justicia contienda, y todo se produce por contienda y necesidad" (fragm.80, Diels). Y Ferecides, que fue mucho más antiguo que Heráclito, presenta el mito de los ejércitos enfrentados, y da por capitán del uno a Crono y del otro a Ofione, contándonos sus retos y combates, y las condiciones entre ellos establecidas, a saber, que cualquiera de los dos que cayera al Ogeno (= Océano) se diera por vencido, y el que lo arrojó y venció fuera dueño del cielo". Este sentido dice Celso que "tienen también los misterios sobre los titanes y gigantes, de los que se cuenta haber trabado combate con los dioses; y los de los egipcios, que hablan de Tifón, Horus y Osiris".

Después de exponer todo eso sin habernos explicado de qué modo y manera contiene todo aquello un sentido superior y lo otro son sólo malas inteligencias de lo mismo, se desata en injurias contra nosotros diciendo "no poderse comparar aquello con lo que se dice de un diablo, que sería un demon, o (aquí se acercan algo más a la verdad) un charlatán que piensa de modo distinto". Así entiende también a Hornero, que en las palabras que pone en boca de Hefesto hablando con Hera, aludiría misteriosamente a cosas semejantes a las de Heráclito y Ferecides y a los que introducen los misterios de titanes y gigantes. Dice así:

"Porque ya otrora a mí, que, enardecido,

me disponía a defenderte, del pie asido,

precipitóme del umbral celeste". (Iliada, 1,590-91.)

Y lo mismo cuando Zeus le dice a Hera:

"¿No recuerdas / cuando yo te colgué del alto cielo,

y a los pies te pusiera sendos yunques, y en las manos

esposas irrompibles de oro puro,

y allá tú te quedaste,

suspendida en el éter y en las nubes?

Los dioses del Olimpo se irritaron,

pero nadie, llegándose a tu lado,

fue capaz de soltarte,

y al que yo en el intento sorprendía, lo agarraba,

y, del celeste umbral precipitado,

en la tierra paraba medio exánime". (Iliada, 15,18-24.)

Y comentando los versos homéricos dice que "toda esa arenga de Zeus a Hera son palabras que dice Dios a la materia; y estas palabras a la materia dan misteriosamente a entender que, estando ésta al principio desordenada, Dios la ordenó, trabándola y adornándola con ciertas proporciones; y de los démones, que rondaban en torno a ella, a cuantos fueron insolentes, los precipitó camino de nuestro mundo". Así dice Celso haber entendido Ferecides estos versos de Hornero, por lo que dijo: "Debajo de aquella región está la región del Tártaro, a la que guardan las hijas del Bóreas, las Harpías y Thiella adonde Zeus arroja al dios que se insolente". Ideas semejantes dice expresar "el peplo o manto de Atenea, que todo el mundo contempla en la procesión de las Panateneas. Por él se pone, en efecto, ante los ojos, dice, que una diosa sin madre y sin mancha domina a los audaces hijos de la tierra".

Después de aceptar las fantasías de los griegos, epiloga así acusando nuestra doctrina: "Que " el Hijo de Dios sea atormentado por el diablo nos enseña también a nosotros a permanecer firmes cuando seamos por él atormentados. También esto es de todo punto " ridículo. Lo que en mi opinión debiera hacer es castigar al diablo mismo y no amenazar a los hombres atacados por él".

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43. Pasajes bíblicos sobre el diablo

Pues veamos ahora si quien nos echa en cara que cometemos los más impíos errores y nos desviamos de los divinos enigmas, no cae él mismo en patente error, pues no ha com prendido que los escritos de Moisés, mucho más antiguos no sólo que Heráclito y Ferecides, sino que el mismo Hornero (IV 21), hablan ya de este maligno, que cayó del cielo. Y es así que la serpiente (), de donde procedió el Ofioneo de Ferecides, causa que fue de la expulsión del hombre del paraíso divino, algo de eso da misteriosamente a entender, al engañar por la promesa de la divinidad y de cosas más altas al sexo femenino, al que se nos cuenta haber seguido también el varón. Y el exterminador de que habla Moisés en el Éxodo (Ex 12,23), ¿qué otro puede ser sino el que es causa del exterminio o perdición de quienes le obedecen y no combaten y resisten a su maldad? Ni era tampoco otro el macho cabrío emisario del Levítico (16,8.10), al que llama el texto hebreo Azazel; la persona a quien le tocaba en suerte, tenía que echarlo al desierto para preservación de mal. Porque todos los que por la maldad son de la parte del maligno, por ser contrarios a los que pertenecen a la herencia de Dios, son desiertos de Dios. Y los hijos de Belial del libro de los Jueces (19,22; 20,13), ¿de quién sino de éste se dicen ser hijos por su maldad? Aparte todos estos pasajes, en Job, que es más antiguo que el mismo Moisés, se escribe cómo el diablo se presenta a Dios y pide poder contra Job para dejar caer sobre él las más graves tribulaciones: primero, la pérdida de todos sus bienes y de sus hijos, luego cubrirle todo el cuerpo con la enfermedad que se llama elefantíasis (). Y paso por alto lo que dice el Evangelio sobre el diablo que tienta al Salvador (Mt 4,1-11), por que no parezca que saco la prueba contra Celso de libros más recientes. Y a lo último de la historia de Job, cuando el Señor habla desde la tormenta y las nubes lo que está escrito en el libro que lleva su nombre, pueden tomarse no pocas cosas que se refieren al dragón (). Y nada digo de los pasajes de Eze-quiel que parecen hablar del faraón, y de Nabucodonosor o del principe de Turo (Ez 26-32), ni de los de Isaías en que se entona una lamentación sobre el rey de Babilonia (Is 14,4), por los que no poco puede aprenderse acerca del principio y génesis que tuvo la maldad, que se produjo por haber perdido algunos sus alas (cf. PLAT., Phaidr. 246bc y supra IV 40) y haber otros seguido al primero que las perdió.

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44. Doble concepto de satanás

No es, en efecto, posible que el bien accidental y por añadidura sea igual a lo que es substancialmente bueno. Este bien, no hay peligro de que falte nunca al que toma, digamoslo así, el pan vivo para su conservación; y, si a alguno le falta, fáltale por su culpa, por haber sido negligente en participar del pan vivo y de la bebida verdadera (). Así alimentada y regada, se apresta el ala, según dice también el sapientísimo Salomón hablando del verdadero rico: Se preparó para sí mismo alas como de águila, y vuelve a la casa de su señor ().

Era menester, en efecto, que Dios, que sabe aprovecharse para fin conveniente hasta de quienes por su maldad se han apartado de El, colocara en alguna parte del universo a los así malos y estableciera una palestra de la virtud para los que quisieran luchar según ley (Is 2) a fin de recuperarla. Su fin era que, probados allí por la maldad de la tierra, como otro en el fuego, y habiendo hecho todo lo posible por que nada impuro entrara en su naturaleza racional, aparecieran dignos de remontarse a lo divino y fueran levantados por el Logos hasta la más alta bienaventuranza y, si puedo darle este nombre, a la cima más alta del bien.

En cuanto al nombre que suena en hebreo satán y más helénicamente es pronunciado por algunos satanás (LE 10,18 LE 2), significa, trasladado al griego, "adversario" (an-tikeimenos). Y es así que todo el que se abraza con la maldad y vive conforme a ella, al obrar contra la virtud, es un satanás, es decir, adversario del Hijo de Dios, que es justicia, verdad y sabiduría. Pero, más propiamente, adversario es el primero de todos los que, viviendo en paz y bienaventuranza, perdió las alas y cayó de la bienaventuranza; el que, según Ezequiel (28,15), caminaba intachable en todos sus caminos hasta que se halló en él iniquidad. Y siendo sello de semejanza y corona de belleza en el paraíso de Dios, como si estuviera ahito de bienes, paró en perdición, como se dice de él misteriosamente: Te has hecho perdición y no subsistirás para siempre (28,19).

Ahora bien, al confiar a este escrito estos breves puntos, no sin audacia y exponiéndonos a peligro, tal vez no hemos dicho nada que valga la pena. Mas si alguno, con tiempo para examinar las Sagradas Escrituras, junta en un cuerpo lo que dicen por dondequiera acerca de la maldad, cómo nació primeramente y de qué modo se destruye, verá que ni Celso ni ninguno de aquellos cuya alma arrastró este maligno demon y la apartó de Dios y de la recta concepción de Dios y de su Verbo, entendió ni por sueños lo que quisieron decir Moisés y los profetas acerca de satanás.

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45. Cristo, cima del bien; el anticristo, cima del mal

Mas como Celso pone también sus objeciones a nuestra doctrina sobre el que se llama anticristo, sin haber leído lo que sobre él se dice en Daniel (8,23ss; 11,36) ni en Pablo (LE 2), ni lo que el Salvador mismo profetiza en el Evangelio acerca de su venida (Mt 24,27 LE 17,24), vamos a decir también algo sobre este tema. Como son distintos unos de otros los rostros de los hombres, así también lo son los corazones (). Es, pues, evidente que hay diferencias en los corazones de los hombres, tanto de los que se inclinan al bien, pues no todos se han moldeado y formado igualmente para él, como de los que, por negligencia de lo bueno, se arrojan a lo contrario. Y aun en estos mismos, hay en unos como un torrente de mal, en otros menos. ¿Qué absurdo hay, pues, en suponer hay en los hombres dos cimas, digámoslo así, una de bondad y otra de lo contrario, de suerte que la cima de bondad se halle en el hombre que se entendía en Jesús (cf. II 25), del que fluyó al género humano tan gran conversión y curación y mejoramiento, y la de lo contrario en el que se llama anticristo? Ahora bien, Dios, que en su presciencia comprende todas las cosas, viendo estas opuestas cimas, quiso dárselas a conocer a los hombres por medio de los profetas, a fin de que los que entendieran sus palabras se adhirieran a lo mejor y se guardaran de lo contrario. Ahora bien, era menester que una de las cimas, la mejor, se llamara, por su excelencia, hijo de Dios, y la contraria diametralmente a ésta, hijo del demon maligno, de satanás y del diablo. Además, como lo malo se nota estar sobre todo en la profusión de la maldad y alcanzar la cima de ella precisamente cuando finge lo bueno " , de ahí es que en el malo, por la cooperación de su padre el diablo, se den signos y prodigios y milagros de mentira (LE 2). Porque muy superior a las ayudas que los dé-mones malignos prestan a los hechiceros para engañar a los hombres y hacerles cometer las peores acciones, es la ayuda del diablo mismo para seducir al género humano. Ahora bien, de este que se llama anticristo habla Pablo, enseñando y determinando con .alguna oscuridad cuándo y de qué manera y por qué causa aparecerá en el género humano. Y es de ver si lo que Pablo expone no es cosa sacratísima y que no merece la más mínima burla.


Origenes contra Celso 631