Origenes - de principis 1505

Las profecías de Ezequiel y la naturaleza de los poderes celestiales

1505
5. En el profeta Ezequiel encontramos dos profecías escritas sobre el príncipe de Tiro, la primera de las cuales podría parecer a alguien, antes de haber oído la segunda, que se refiere a algún hombre que fue el príncipe de los tirios. Por ello, de momento no tomaremos nada de la primera profecía; pues como la segunda es manifiestamente de tal clase que no puede entenderse de un hombre, sino de algún poder superior que había caído de una posición más alta, y reducido a una condición inferior y peor, tomaremos de ella una ilustración por la que pueda demostrarse con la mayor claridad que los poderes opuestos malignos no han sido formados o creados así por naturaleza, sino que cayeron de una posición mejor a otra peor, y se convirtieron en seres malvados; y que aquellos poderes benditos tampoco eran de tal naturaleza que fueran incapaces de admitir lo opuesto a su ser si tuvieran inclinación hacia ello, hechos negligentes y perezosos de no guardar con cuidado la bienaventuranza de su condición.

Porque si se relata que el que es llamado príncipe de Tiro estaba entre los santos, y era sin mancha, y fue colocado en el paraíso de Dios, y adornado también con una corona atractiva y bella, debe suponerse que tal personaje no puede ser en ningún grado inferior a ninguno de los santos. Ya que es descrito como habiendo sido adornado con una corona de atractivo y belleza, y como habiendo andado sin mancha en el paraíso de Dios, ¿y cómo puede alguien suponer que tal ser no era uno de aquellos poderes santos y benditos colocado en un estado de felicidad, al que debemos suponer dotado de un honor no inferior a éste?.

Pero dejemos que las palabras de la profecía misma nos enseñe: "Y fue a mí palabra del Señor, diciendo: Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; toda piedra preciosa fue tu vestidura; el sardio, topacio, diamante, crisólito, ónice, y berilo, el zafiro, carbunclo, y esmeralda, y oro; los primores de tus tamboriles y pífanos estuvieron apercibidos para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, cubri-dor; y yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de piedras de fuego has andado. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tu contratación fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín cubridor. Enaltecióse tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu resplandor; yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti. Con la multitud de tus maldades, y con la iniquidad de tu contratación ensuciaste tu santuario; yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos, se maravillarán sobre ti: en espanto serás, y para siempre dejarás de ser" ().39

Viendo, entonces, que tales son las palabras del profeta que dicen: "Tú ers el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura", o "en el día de tu creación, tú, querubín grande, yo te puse en el santo monte de Dios", ¿quién puede debilitar el significado de estas expresiones para suponer que este lenguaje se usa de algún hombre o santo, por no decir del príncipe de Tiro? ¿De qué hombre se puede decir que ha andado "en medio de piedras de fuego"? ¿O quién se debe suponer sin mancha del día mismo de su creación, y que la maldad se descubrió después en él, y que fue arrojado a la tierra?

El significado de esto es que aquel que no estaba aún sobre la tierra, es arrojado en ella, de cuyos lugares santos también se dice que están contaminados. Hemos mostrado que la cita del profeta Ezequiel respecto al príncipe de Tiro se refiere a un poder adverso, y por ello se demuestra claramente que aquel poder era antes santo y bienaventurado; de cuyo estado de felicidad cayó en el momento que se encontró iniquidad en él y fue arrojado a la tierra; y no fue así por naturaleza y creación. Somos de la opinión, por lo tanto, de que estas palabras se refieren a cierto ángel que recibió el oficio de gobernar la nación de los tirios, y a quien también se le confió el cuidado de sus almas. Pero para saber qué Tiro, o a qué almas de Tiro se refiere, deberíamos averiguar si se trata de Tiro que está situado dentro de las fronteras de la provincia de Fenicia, o algún otro del cual, este Tiro terrenal que conocemos, es el modelo. De las almas de los tirios, tanto si son las de los habitantes anteriores o las de los que pertenecen al Tiro entendido espiritualmente, no parece ser una cuestión cuyo examen corresponda hacer en este lugar; no deberíamos investigar asuntos de tanto misterio e importancia, que exigen un trato y una labor especial, de una manera superficial.

La profecía de Isaías sobre Lucifer

1506
6. El profeta Isaías también nos enseña en cuanto a otro poder contrario: "¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las gentes. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi solio, y en el monte del testimonio me sentaré, á los lados del aquilón; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres en el sepulcro, a los lados de la huesa. Inclinarse han hacia ti los que te vieren, te considerarán diciendo: ¿Es este aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades; que á sus presos nunca abrió la cárcel? Todos los reyes de las gentes, todos ellos yacen con honra cada uno en su casa. Mas tú echado eres de tu sepulcro como tronco abominable, como vestido de muertos pasados á cuchillo, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado. No serás contado con ellos en la sepultura; porque tú destruíste tu tierra, mataste tu pueblo. No será nombrada para siempre la simiente de los malignos.

Aparejad sus hijos para el matadero por la maldad de sus padres: no se levanten, ni posean la tierra, ni llenen la haz del mundo de ciudades. Porque yo me levantaré sobre ellos, dice Jehová de los ejércitos, y raeré de Babilonia el nombre y las reliquias, hijo y nieto, dice el Señor" (
Is 14,12-22).

Con estas palabras se enseña claramente que quien e ha caído del cielo fue anteriormente Lucifer, quien solía surgir por la mañana. Porque si, como algunos piensan, era una naturaleza de tinieblas, ¿cómo se dice que Lucifer ha existido antes? ¿O cómo podría él surgir por la mañana si no tenía en él nada de luz? Pero hasta el mismo Salvador nos enseña al decir del diablo: "Yo veía a Satanás, como s un rayo, que caía del cielo" (Lc 10,18), porque durante un tiempo fue luz.

Además nuestro Señor, que es la verdad, comparó el poder de su propio advenimiento glorioso al relámpago con las palabras: "Porque como el relámpago que sale del e oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre" (Mt 24,27). Y no obstante, El lo compara con el relámpago, y dice que cae del cielo, para mostrar que durante un tiempo había estado en el cielo y había tenido un lugar entre los santos, disfrutando de una parte de aquella luz en la que todos los santos participan, por la que ellos son hechos ángeles de luz, y por la que los apóstoles son llamados por el Señor la luz del mundo (Mt 5,14).

De esta manera, entonces, este ser una vez existió como luz antes de perderse y caer de su lugar, convirtiendo su gloria en polvo, que es la marca peculiar de los malvados, como asimismo dice el profeta; de donde, también, se le llama el príncipe de este mundo, es decir, de una vivienda terrenal: ya que él ejerce su poder sobre los que son obedientes a su maldad, pues "todo este mundo" -porque llamó mundo a esta tierra- "está bajo el maligno" (1Jn 5,19), que es un apóstata.

Que sea un apóstata, es decir, un fugitivo, hasta lo dice el mismo Señor en el libro de Job: "Tú tomarás con un gancho el falso dragón", esto es, el fugitivo (Jb 40,10).40 Es seguro que por dragón debe entenderse el mismo diablo.41 Por tanto, si son llamados poderes contrarios, y como se dice, una vez estuvieron sin la mancha, aunque la pureza intachable sólo existe en el ser esencial del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, y como una cualidad accidental en toda cosa creada; y ya que lo que es accidental también puede desaparecer, y puesto que aquellos poderes opuestos fueron una vez intachables, y estuvieron entre los que todavía permanecen sin mancha, es evidente de todo esto que nadie es puro por esencia o naturaleza, ni tampoco contaminado por naturaleza.

La consecuencia de esto es que está en nosotros y en nuestras acciones ser felices y santos, o, por pereza y negligencia, caer de la felicidad en la maldad y la ruina, en tal grado que, por la gran habilidad en la malicia, por así decirlo (si un hombre puede ser culpable de negligencia tan grande), puede descender hasta el estado en el que será cambiado en lo que llaman un "poder opuesto".

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6 EL FINAL O CONSUMACIÓN

Prejuicio, dogma y discusión

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1. El final o consumación parece ser una indicación de la perfección y la terminación de las cosas. Esto nos recuerda aquí, que si hay alguien lleno con el deseo de lectura y de entendimiento de asuntos de tal dificultad e importancia, debería llevar a su esfuerzo un entendimiento perfecto e instruido, no sea que quizás, si no ha tenido experiencia en cuestiones de esta clase, puedan parecerle vanas y superfluas; o si su mente está llena de preconcepciones y prejuicios sobre otros puntos, puede juzgar que estos son heréticos y opuestos a la fe de la Iglesia, cediendo así no tanto a las convicciones de la razón cuanto al dogmatismo del prejuicio.

Estos temas, ciertamente, son tratados por nosotros con gran solicitud y precaución a modo de una investigación y discusión, antes que como una decisión ya fija y cierta. Porque ya hemos advertido en las páginas precedentes aquellas cuestiones que deben exponerse en proposiciones dogmáticas claras, como pienso que he hecho con lo mejor de mi capacidad al hablar de la Trinidad. Pero en la ocasión presente nuestro ejercicio debe ser llevado, como mejor podemos, más bien en el estilo de una discusión que de una definición estricta.

El sometimiento final a Cristo

El fin del mundo, entonces, y la consumación final, ocurrirá cuando cada uno sea sometido al castigo por sus pecados; un tiempo que sólo Dios conoce, cuando Él otorgará a cada uno lo que se merece. Pensamos, en verdad, que la bondad de Dios en Cristo, llevará a todas sus criaturas a un final; hasta sus enemigos serán conquistados y sometidos. Porque la santa Escritura dice: "El Señor dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, en tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies" (Ps 110,1 He 1,13). Y si el significado de la lengua del profeta es aquí menos claro, podemos averiguarlo del apóstol Pablo, que habla más abiertamente así: "Porque es necesario que Él reine, hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies" (1Co 15,25). Pero si hasta esta innegable declaración del apóstol no nos informa suficientemente sobre lo que significa "poner sus enemigos bajo sus pies", escuchemos lo que dice en las palabras siguientes: "Todos sus enemigos debajo de sus pies" ¿Qué es, entonces, este "poner bajo" por el que todas las cosas se someterán a Cristo?

Pienso que este es el mismo sometimiento por el que también nosotros deseamos someternos a Él, por el cual los apóstoles también fueron sometidos, así como todos los santos que han sido seguidores de Cristo. Porque el nombre "sometimiento", por el que nos sometemos a Cristo, indica la salvación que proviene de Él y que pertenece a sus siervos, según la declaración de David: "En Dios solamente está sometida mi alma: De Él viene mi salvación" (Ps 62,1).42

Conocer el principio por el final

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2. Sabiendo, entonces, que tal es el final, cuando todos los enemigos serán sometidos a Cristo, cuando la muerte, el último enemigo, será destruida, y cuando el reino sea entregado por Cristo (a quien todas las cosas están sometidas) a Dios el Padre;43 contemplemos, digo, desde el final el comienzo de las cosas.

Porque el final es siempre como el principio; y, por tanto, como hay un fin de todas las cosas, debemos entender que hubo un principio; y así como hay un final de muchas cosas, así brotan de un principio muchas diferencias y variedades, que una vez más, por la bondad de Dios, por el sometimiento a Cristo y por la unidad del Espíritu Santo, son llamadas a un final, que es como el principio: todos los que doblan la rodilla ante el nombre de Jesús,

haciendo saber así su sometimiento a Él; y estos son los que están en el cielo, en la tierra, y bajo la tierra; por lo cual se indican tres clases en todo el universo, a saber, aquellos que desde el principio fueron dispuestos, cada uno según la diversidad de su conducta, entre las órdenes diferentes, conforme a sus acciones; porque no había allí ninguna bondad esencial en ellos, como hay en Dios, Cristo, y en el Espíritu Santo. Porque sólo en la Trinidad, que es el autor de todas las cosas, existe la bondad en virtud de su ser esencial; mientras que los demás la poseen como una cualidad accidental y perecedera, y sólo entonces disfrutan de la felicidad, cuando participan en la santidad, en la sabiduría y en la misma divinidad.44 Pero si descuidan y desprecian tal participación, cada uno, por la falta de su propia pereza, uno más rápida, otros más lentamente, uno en un grado mayor, otro menor, es la causa de su propia caída.

Y, como ya hemos comentado, el lapso por el que un individuo cae de su posición es caracterizado por una gran diversidad, según los movimientos de la mente y la voluntad. Uno con más facilidad, otro con más dificultad, todos caen en una condición inferior; en esto debe verse el juicio justo de la providencia de Dios, que suceda a cada uno según la diversidad de su conducta, en proporción a su declinación y abandono.

La unidad final

Los que han sido quitados de su primer estado de bienaventuranza no han sido quitados irreparablemente, sino que han sido colocados bajo la regla de las órdenes santas y benditas que hemos descrito, para que sirviéndose de su ayuda éstos sean remodelados por los sanos principios de la disciplina, y así puedan recuperarse, y ser restaurados a su condición de felicidad. Por eso soy de la opinión, hasta donde puedo ver, que este orden de la raza humana ha sido designado para que en el mundo futuro,

o en la era por venir, cuando será el cielo nuevo y la tierra nueva, profetizada por Isaías, pueda ser restaurada a esa unidad prometida por el Señor Jesús en su oración a Dios Padre, en nombre de sus discípulos: "Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean una cosa; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa" Qn. 17,20, 21). Y otra vez, cuando dice: "Para que sean una cosa, como también nosotros somos una cosa. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean consumadamente una cosa" (Jn 17,22). Esto es confirmado todavía más por el lenguaje del apóstol Pablo: "Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios" (Ep 4,13). De acuerdo con esto el mismo apóstol nos exhorta: "Que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer" (1Co 1,10), pues en la vida presente estamos colocados en la Iglesia, en la cual está la forma del reino venidero, en semejanza de unidad.

Especulación sobre la condenación y la salvación final

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3. De todos modos, debe tenerse en cuenta que ciertos seres que cayeron de ese principio del cual hemos hablado, se han hundido en tal profundidad de indignidad y maldad que parece totalmente inmerecido de ese entrenamiento e instrucción por el cual la raza humana, mientras está en la carne, es entrenada e instruida con la asistencia de los poderes divinos; y siga, por el contrario, en un estado de enemistad y oposición para con los que reciben esa instrucción y enseñanza. De ahí que la totalidad de esta vida mortal esté llena de luchas y pruebas, causadas por la oposición y la enemistad de los que caen de una condición mejor sin mirar hacia atrás, que son llamados el diablo y sus ángeles, y otras órdenes del mal, que el apóstol clasifica entre los poderes opuestos.

Pero si alguna de estas órdenes que actúa bajo el gobierno del diablo y obedece sus malvados mandamientos, ha de ser convertida a la justicia en un mundo de futuro debido a su posesión de la facultad de la libre voluntad, o si la maldad persistente y empedernida puede ser cambiada por el poder de hábito en naturaleza, es un resultado que tú mismo, lector, puedes aprobar, si en alguno de los mundos presentes, que se ven y son temporales, ni en los que no son vistos y eternos, aquella parte va a diferenciarse totalmente de la unidad final y la salud de cosas. Pero tanto en los mundos temporales que vemos como en los eternos que no vemos, todos los seres están ordenados conforme a un plan regular, en el orden y grado de sus méritos; de manera que unos al principio del tiempo, otros después, y otros hasta en los últimos tiempos, después de haber sufrido castigos más pesados y más severos, aguantados durante un largo período y durante muchas edades, mejoran, por así decirlo, por este método severo de entrenamiento, y son restaurados al principio por la instrucción de los ángeles, y posteriormente por los poderes de un grado más alto, y así, avanzando por cada etapa a una mejor condición, alcancen aquello que es invisible y eterno, habiendo atravesado, por una especie de educación, cada uno de los oficios de los poderes divinos. Por lo cual, pienso, debe deducirse como una inferencia necesaria, que cada naturaleza racional, al pasar de un orden a otro y avanzar por todos y cada uno, mientras están sometidos a los varios grados de habilidad y fracaso según sus propias acciones y esfuerzos, gocen del poder de su libre voluntad.

La renovación y la conservación de la materia

1604
4. Pero ya que Pablo dice que ciertas cosas son visibles y temporales, y otras invisibles y eternas,45 nos ponemos a inquirir cómo son esas cosas que se ven y son temporales, si porque allí no habrá nada en absoluto después de los períodos del mundo venidero, en el que la dispersión y separación del principio sufren un proceso de restauración hacia el único y mismo final y semejanza; o porque, mientras la forma de las cosas que pasan, su naturaleza esencial no estará sometida a ninguna corrupción. Y Pablo parece confirmar la última idea, cuando dice: "La apariencia de este mundo se pasa" (
1Co 7,31). David también aparece afirmar lo mismo en las palabras: "Los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, y tú permanecerás; y todos ellos como un vestido se envejecerán; como una ropa de vestir los mudarás, y serán mudados" (Ps 102,25). Porque si el cielo ha de ser cambiado, sin duda el que es cambiado no fallece, y si la apariencia del mundo pasa, no es en ningún caso una aniquilación o destrucción de su sustancia material lo que ha de tener lugar, sino una especie de cambio de cualidad y la transformación de su apariencia. Isaías también, al declarar proféticamente que habrá un cielo nuevo y una tierra nueva, indudablemente sugiere una idea similar. Para esta renovación del cielo y de la tierra, y esta transmutación de la forma del mundo presente, y este cambio de los cielos indudablemente serán preparados para los que andan a lo largo de aquel camino que hemos indicado y que tienden a la meta de la felicidad, de la cual se dice que hasta los mismos enemigos serán sujetados, y Dios será "todo en todos" (1Co 15,28).

Y si alguien se imagina que al final lo material, es decir, la naturaleza corpórea, será completamente destruida, no puede en muchos aspectos entender mi idea, cómo los seres tan numerosos y poderosos son capaces de vivir y existir sin cuerpos, ya que esto es solamente un atributo de la naturaleza divina, o sea, del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo: existir sin ninguna sustancia material y sin participar en ningún grado de corporalidad.

Otro, quizás, puede decir que en el final cada sustancia corporal será tan pura y refinada como el éter, de una pureza y claridad celeste. Sin embargo, cómo será todo esto sólo es conocido con certeza por Dios y por los que son sus amigos por Cristo y el Espíritu Santo.

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7 LOS SERES INCORPÓREOS Y CORPÓREOS

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1. Los temas considerados en el capítulo anterior han sido tratados en un lenguaje general, la naturaleza de los seres racionales fueron tratados más por vía de inferencia lógica que por una definición dogmática estricta, a excepción del lugar donde tratamos, lo mejor que pudimos, de las personas del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

Ahora tenemos que averiguar lo que son esas cuestiones para ser tratadas apropiadamente en las páginas siguientes según nuestra creencia dogmática, es decir, de acuerdo con el credo de la Iglesia. Todas las almas y todas las naturalezas racionales, sean santas o pecadoras, han sido formadas o creadas, y todas ellas, según su propia naturaleza, son incorpóreas; pero aunque incorpóreas han sido creadas, porque todas las cosas han sido hechas por Dios mediante Cristo, como Juan enseña de un modo general en su Evangelio, diciendo: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas; y sin Él nada de lo que es hecho, fue hecho" (
Jn 1,1-3). El apóstol Pablo, además, al describir las cosas creadas por especies, números y órdenes, habla como sigue, mostrando que todas las cosas han sido hechas por Cristo: "Porque por Él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos, y las que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y por Él todas las cosas subsisten, y Él es la cabeza del cuerpo" (Col 1,16-18). Por lo tanto, Pablo declara manifiestamente que en Cristo y por Cristo todas las cosas fueron hechas y creadas, sean visibles, que son corpóreas, o invisibles, que no considero otra que los poderes incorpóreos y espirituales. Pero de las cosas que él ha llamado generalmente corpóreo o incorpóreo, me parece, por las palabras que siguen, que enumeran las varias clases, a saber, tronos, dominios, principados, poderes, influencias.

Estos asuntos han sido citados por nosotros, en nuestro deseo de seguir una manera ordenada la investigación del sol y de la luna, y deducir por vía de inferencia lógica, y averiguar si también deberían contarse correctamente entre los principados, debido a haber sido creados para dominar el día y la noche; o si deben ser considerados como dominando solamente el día y la noche mediante su oficio de iluminación, y no son en realidad señores de ese orden de principados.

La naturaleza astral es mutable

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2. Cuando se dice que todas las cosas han sido hechas por Él, y que en Él han sido creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, no puede haber duda de que también ha creado las cosas que están en el firmamento, que es llamado cielo, en el cual esas lumbreras son colocadas y están incluidas entre el número de las cosas celestes.

En segundo lugar, viendo que en el curso de la discusión se ha descubierto manifiestamente que todas las cosas han sido hechas o creadas, y que entre las cosas creadas no hay ninguna que no pueda admitir el bien y el mal, y ser capaz de lo uno y lo otro, ¿qué diremos de la opinión que ciertos amigos mantienen en cuanto al sol, la luna, y las estrellas, a saber, que son inmutables e incapaces de convertirse en lo opuesto de lo que son? Otro buen número ha sostenido esta misma opinión en cuanto a los ángeles santos, y ciertos herejes también en cuanto a las almas, que ellos llaman naturalezas espirituales.

Primero, pues, veamos qué razón se puede descubrir sobre el sol, la luna, y las estrellas, si es correcto que su naturaleza sea inmutable, y ofrezcamos primero las declaraciones de la Escritura santa, en la medida de lo posible.

Job parece afirmar que las estrellas no solamente pueden pecar, sino que en realidad no están limpias del contagio del pecado. Lo siguiente son sus palabras: "He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, ni las estrellas son limpias delante de sus ojos" (
Jb 25,5). Esto debe entenderse del resplandor de su naturaleza o sustancia física, como si se dijera, por ejemplo, que la ropa no está limpia; porque si este fuera el significado, entonces la acusación de una carencia de limpieza en el resplandor de su sustancia corporal implicaría un reflejo perjudicial sobre su Creador. Ya que si ellas son incapaces, a pesar de sus esfuerzos diligentes, de adquirir para ellas un cuerpo de mayor resplandor, o por su pereza, hacer menos puro el que tienen, ¿cómo incurrirán en censura por ser estrellas no limpias, si no reciben ninguna alabanza por ser así?

Las estrellas, criaturas vivas

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3. Pero para llegar a un entendimiento más claro sobre estos asuntos, deberíamos inquirir primero sobre un punto: si es aceptable suponer que las estrellas viven y son seres racionales;46 entonces, después, si sus almas nacieron al mismo tiempo que sus cuerpos, o son anteriores a ellos; y también si, después del final del mundo, debemos entender que serán liberadas de sus cuerpos; y si, como nosotros dejamos de vivir, también ellas cesarán de iluminar el mundo. Aunque esta disquisición pueda parecer algo atrevida, como estamos incitados por el deseo de averiguar la verdad tanto como sea posible, no creo que sea ninguna absurdidad el intento de investigar un tema conforme a la gracia del Espíritu Santo.

Pensamos, entonces, que pueden designarse como criaturas vivas, por esta razón, porque se dice que reciben mandamientos de Dios, lo cual, generalmente, es el caso sólo de los seres racionales. "Que manda al sol, y no sale; y sella las estrellas" (
Jb 9,7). ¿Qué son estos mandamientos? Estos, a saber, que cada estrella, en su orden y curso, deber arrojar sobre el mundo la cantidad de resplandor que le ha sido confiado. Para los que se llaman "planetas", el movimiento de sus órbitas de una clase, y los que son llamados aplanéis son diferentes.

Ahora, de esto se deduce manifiestamente que el movimiento de un cuerpo no ocurre sin un alma, ni tampoco los seres vivos pueden ser en ningún momento sin moción. Y viendo que las estrellas se mueven en tal orden y la regularidad que sus movimientos nunca parecen estar sometidos en ningún momento a descomposición, ¿no sería el colmo de la locura decir que una observancia tan ordenada en método y plan podría ser hecha o efectuada por seres irracionales?

En las escrituras de Jeremías, ciertamente, la luna es llamada reina de cielo (Jr 7,18). Si las estrellas viven y son seres racionales, entonces, indudablemente, entre ellas tiene que producirse un avance y un retroceso. Las palabras de Job: "Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos" (Jb 25,5), me parecen sugerir esa idea.

¿Cuándo es creada el alma?

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4. Ahora tenemos que averiguar si aquellos seres que en el curso de nuestra discusión hemos descubierto que poseen vida y razón, han sido dotados con un alma junto a sus cuerpos en el tiempo mencionado en la Escritura, cuando Dios hizo "lumbreras en la expansión de los cielos para apartar el día y la noche... para alumbrar sobre la tierra... hizo también las estrellas" (
Gn 1,14-16); o si su espíritu fue implantado en ellos, no en la creación de sus cuerpos, sino sin ellos, después de haber sido hechos. Por mi parte, sospecho que el espíritu fue implantado en ellos desde fuera; pero vale la pena que lo demostremos con la Escritura, porque es demasiado fácil hacer afirmaciones en base a meras conjeturas, mientras que es más difícil establecerlas con el testimonio de la Escritura. Ahora bien, esto se puede establecer conjeturalmente del modo siguiente. Si el alma de un hombre, que es ciertamente inferior en cuanto alma de hombre, no fue formada juntamente con su cuerpo, sino que, como está escrito, fue implantada estrictamente desde fuera, mucho más debe ser este el caso con aquellas criaturas vivas que se llaman celestes.

Porque, en el caso del hombre, ¿cómo podría el alma, por ejemplo de Jacob, que suplantó a su hermano en la matriz, aparecer formada juntamente con su cuerpo? ¿O cómo podría su alma, o sus imágenes, ser formada juntamente con su cuerpo en quien, cuando estaba dentro de la matriz de su madre, fue lleno del Espíritu Santo? Me refiero a Juan, que saltó en la matriz de su madre y se re-regocijó porque el saludo de María había venido a los oídos de su madre Elisabet. ¿Cómo podría su alma y sus imágenes ser formada juntamente con su cuerpo, si antes de que fuera creado en la matriz, se dice que conocía a Dios y había sido santificado por Él antes de su nacimiento? Alguien, quizás, pueda pensar que Dios llena a los individuos de su Espíritu Santo, y les concede la santificación, no en base a la justicia y según sus méritos, sino inmerecidamente. Y ¿cómo vamos nosotros a evitar esa declaración: "¿Pues qué diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera" (Rm 9,14). O: ¿Hace Dios acepción de personas? (Rm 2,11). Ya que esta es la defensa de los que mantienen que las almas nacen juntamente con sus cuerpos. Creo que podemos formarnos una opinión al comparar la condición del hombre y mantener que lo mismo se aplica correctamente a los seres celestiales, que la misma razón y la autoridad de la Escritura nos muestran ser el caso de los hombres.

La sujeción de las criaturas

1705
5. Pero, veamos si podemos encontrar en la Escritura alguna indicación que se aplique correctamente a estas existencias celestes. Lo siguiente es una declaración del apóstol Pablo: "Porque las criaturas sujetas fueron a vanidad, no de grado, mas por causa del que las sujetó con esperanza, que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios" (
Rm 8,20). ¿A qué vanidad fue sujetada la criatura, o a qué criatura se refiere, o cómo se dice "no de buen grado", y "con esperanza" de qué? ¿Y de qué manera la criatura será librada de la esclavitud de corrupción?

En otro sitio, también, el mismo apóstol dice: "Porque el continuo anhelar de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios" (Rm 8,19). Y en otro pasaje: "Porque sabemos que todas las criaturas gimen a una, y a una están de parto hasta ahora" (Rm 8,22). De ahí que tengamos que preguntarnos qué son los gemidos y qué los dolores. Veamos, entonces, en primer lugar, qué es la vanidad a la que la criatura fue sometida.

Sospecho que no es otra cosa que el cuerpo; ya que aunque el cuerpo de las estrellas es etéreo, es sin embargo material. Por eso también Salomón caracteriza toda la naturaleza corpórea como una especie de carga que debilita el vigor del alma, en la expresión siguiente: "Vanidad de vanidades, dice el predicador; todo es vanidad. Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu" (Ez 1,2). A esta vanidad, entonces, está sujeta la criatura, especialmente esa criatura que, sin duda la más grande en este mundo, sostiene también un principado distinguido de labor, a saber, el sol, la luna, y las estrellas. Se dice que están sujetas a vanidad, porque son vestidas con cuerpos, y puestas aparte para el oficio de dar la luz a la raza humana. Por eso, Pablo comenta que estas criaturas fueron sujetadas no de buen grado (Rm 8,20). Porque no emprendieron un servicio voluntario de vanidad, sino porque esta es la voluntad de quien las hizo sujetar, y debido a la promesa del Sujetador a los que han sido reducidos a esta obediencia involuntaria, cuando el ministerio de su gran trabajo haya sido realizado, serán liberados de esta esclavitud de corrupción y vanidad cuando llegue el tiempo de la redención gloriosa de los hijos de Dios. Y toda la creación, habiendo recibido esta esperanza, y aguardando el cumplimiento de esta promesa, ahora, mientras llega aquel día, como sintiendo afecto hacia los que sirven, gime juntamente con ellos, y con ellos sufre pacientemente, esperando el cumplimiento de la promesa.

Viendo si las palabras siguientes de Pablo también pueden aplicarse a los que, aunque no de buen grado, se conforman a la voluntad de aquel que las sujetó y, en la esperanza de la promesa, fueron sujetados a la vanidad, cuando dice: "Porque deseo ser desatado, y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor" (Ph 1,23). Porque pienso que el sol podría decir de manera parecida: "Deseo ser desatado, y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor". Pablo, en verdad, añade: "Sin embargo, quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros" (Ph 1,24), mientras el sol podría decir: "Quedar en este cuerpo brillante y celeste es más necesario, debido a la manifestación de los hijos de Dios". Las mismas ideas deben aplicarse a la luna y a las estrellas.

Veamos ahora qué es la libertad de la criatura, o la terminación de su esclavitud. Cuando Cristo haya entregado el reino a Dios Padre, entonces también aquellos seres vivientes, cuando primero sean hechos del reino de Cristo, serán entregados juntamente con la totalidad del reino a la regla del Padre, cuando Dios sea todo en todos, ellos también, ya que son parte de todas las cosas, pueden tener a Dios en ellos, como Él está en todas las cosas.

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8 LOS ÁNGELES


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