Mystici corporis ES


MYSTICI CORPORIS CHRISTI

Carta Enciclica

Pio XII Sobre el Cuerpo Mistico de Cristo



29 de junio de 1943

La Doctrina sobre el Cuerpo Mistico de Cristo, que es la Iglesia(1), recibida primeramente de labios del mismo Redentor, por la que aparece en su propia luz el gran beneficio (nunca suficientemente alabado) de nuestra estrechisima union con tan excelsa Cabeza, es, en verdad, de tal indole que, por su excelencia y dignidad, invita a su contemplacion a todos y cada uno de los hombres movidos por el Espiritu divino, e ilustrando sus mentes los mueve en sumo grado a la ejecucion de aquellas obras saludables que estan en armonia con sus mandamientos. Hemos, pues, creido Nuestro deber hablaros de esta materia en la presente Carta enciclica, desenvolviendo y exponiendo principalmente aquellos puntos que atanen a la Iglesia militante. A hacerlo asi Nos mueve no solamente la sublimidad de esta doctrina, sino también las presentes circunstancias en que la humanidad se encuentra. Nos proponemos, en efecto, hablar de las riquezas encerradas en el seno de la Iglesia, que Cristo gano con su propia sangre(2) y cuyos miembros se glorian de tener una Cabeza cenida de corona de espinas. Lo cual ciertamente es claro testimonio de que todo lo mas glorioso y eximio no nace sino de los dolores, y que, por lo tanto, hemos de alegrarnos cuando participamos de la pasion de Cristo, a fin de que nos gocemos también con jubilo cuando se descubra su gloria(3).

Ante todo, debe advertirse que, asi como el Redentor del género humano fue vejado, calumniado y atormentado por aquellos mismos cuya salvacion habia tomado a su cargo, asi la sociedad por El fundada se parece también en esto a su Divino Fundador. Porque, aun cuando no negamos, antes bien lo confesamos con animo agradecido a Dios, que, incluso en esta nuestra turbulenta época, no pocos, aunque separados de la grey de Cristo, miran a la Iglesia como a unico puerto de salvacion; sin embargo, no ignoramos que la Iglesia de Dios no solo es despreciada, y soberbia y hostilmente rechazada, por aquellos que, menospreciando la luz de la sabiduria cristiana, vuelven misérrimamente a las doctrinas, costumbres e instituciones de la antigüedad pagana, sino que muchas veces es ignorada, despreciada y aun mirada con cierto tedio y enojo, hasta por muchisimos cristianos, atraidos por la falsa apariencia de los errores, o halagados por los alicientes y corruptelas del siglo. Hay, pues, motivo, Venerables Hermanos, para que Nos, por la obligacion misma de Nuestra conciencia y asintiendo a los deseos de muchos, celebremos, poniéndolas ante los ojos de todos, la hermosura, alabanza y gloria de la Madre Iglesia, a quien después de Dios debemos todo.

Y abrigamos la esperanza de que estas Nuestras ensenanzas y exhortaciones han de producir frutos muy abundantes para los fieles en los momentos actuales, pues sabemos como tantas calamidades y dolores de esta borrascosa edad que acerbamente atormentan a una multitud casi innumerable de hombres, si se reciben como de la mano de Dios con animo resignado y tranquilo, levantan con cierto natural impulso sus almas de lo terreno y deleznable a lo celestial y eternamente duradero y excitan en ellas una misteriosa sed de las cosas espirituales y un intenso anhelo que, con el estimulo del Espiritu divino, las mueve y en cierto modo las impulsa a buscar con mas ansia el Reino de Dios. Porque, a la verdad, cuanto mas los hombres se apartan de las vanidades de este siglo y del desordenado amor de las cosas presentes, tanto mas aptos se hacen ciertamente para penetrar en la luz de los misterios sobrenaturales. En verdad, hoy se echa de ver, quiza mas claramente que nunca, la futilidad y la vanidad de lo terrenal, cuando se destruyen reinos y naciones, cuando se hunden en los vastos espacios del océano inmensos tesoros y riquezas de toda clase, cuando ciudades, pueblos y las fértiles tierras quedan arrasados bajo enormes ruinas y manchados con sangre de hermanos.

Confiamos, ademas, que cuanto a continuacion hemos de exponer acerca del Cuerpo mistico de Jesucristo no sea desagradable ni inutil aun a aquellos que estan fuera del seno de la Iglesia Catolica. Y ello no solo porque cada dia parece crecer su benevolencia para con la Iglesia, sino también porque, viendo como ven al presente levantarse una nacion contra otra nacion y un reino contra otro reino y crecer sin medida las discordias, las envidias y las semillas de enemistad; si vuelven sus ojos a la Iglesia, si contemplan su unidad recibida del Cielo -en virtud de la cual todos los hombres de cualquier estirpe que sean se unen con lazo fraternal a Cristo-, sin duda se veran obligados a admirar una sociedad donde reina caridad semejante, y con la inspiracion y ayuda de la gracia divina se veran atraidos a participar de la misma unidad y caridad.

Hay también una razon peculiar, y por cierto gratisima, por la que vino a Nuestra mente la idea de esta doctrina, y en grado sumo la receta. Durante el pasado ano, XXV aniversario de Nuestra Consagracion Episcopal, hemos visto con gran consuelo algo especial, que ha hecho resplandecer de un modo claro y significativo la imagen del Cuerpo mistico de Cristo en todas las partes de la tierra. Hemos observado, en efecto, como, a pesar de que la larga y homicida guerra deshacia miserablemente la fraterna comunidad de las naciones, Nuestros hijos en Cristo, todos y en todas partes, con una sola voluntad y caridad levantaban sus animos hacia el Padre comun que, recogiendo en si las preocupaciones y ansiedades de todos, guia en tan calamitosos tiempos la nave de la Iglesia. En lo cual ciertamente echamos de ver un testimonio no solo de la admirable unidad del pueblo cristiano, sino también de como mientras Nos abrazamos con paternal corazon a todos los pueblos de cualquier estirpe, desde todas partes los catolicos, aun de naciones que luchan entre si, alzan los ojos al Vicario de Jesucristo, como a Padre amantisimo de todos, que con absoluta imparcialidad para con los bandos contrarios y con juicio insobornable, remontandose por encima de las agitadas borrascas de las perturbaciones humanas, recomienda la verdad, la justicia y la caridad, y las defiende con todas sus fuerzas.

Ni ha sido menor el consuelo que Nos ha producido el saber que espontanea y gustosamente se habia reunido la cantidad necesaria para poder levantar en Roma un templo dedicado a Nuestro santisimo Antecesor y Patrono Eugenio I. Asi, pues, como con la ereccion de este templo, debida a la voluntad y ofertas de todos los fieles, se ha de perpetuar la memoria de este faustisimo acontecimiento, asi deseamos que se patentice el testimonio de Nuestra gratitud por medio de esta Carta enciclica, en la cual se trata de aquellas piedras vivas que, edificadas sobre la piedra viva angular, que es Cristo, se unen para formar el templo santo, mucho mas excelso que todo otro templo hecho a mano, es decir, para morada de Dios por virtud del Espiritu(4).

(1) Cf. Col 1,24.
(2) Ac 20,28.
(3) Cf. 1P 4,13.
(4) Cf. Ep 2,21-22 1P 2,5.

Nuestra pastoral solicitud, sin embargo, es la que Nos mueve principalmente a tratar ahora con mayor extension de esta excelsa doctrina. Muchas cosas, en verdad, se han publicado sobre este asunto; y no ignoramos que son muchos los que hoy se dedican con mayor interés a estos estudios, con los que también se deleita y alimenta la piedad de los cristianos. Y este efecto parece que se ha de atribuir principalmente a que la restauracion de los estudios liturgicos, la costumbre introducida de recibir con mayor frecuencia el manjar Eucaristico, y por fin el culto mas intenso al Sacratisimo Corazon de Jesus, de que hoy gozamos, han encaminado muchas almas a la contemplacion mas profunda de las inescrutables riquezas de Cristo que se guardan en la Iglesia. Anadase a esto que los documentos publicados en estos ultimos tiempos acerca de la Accion Catolica, por lo mismo que han estrechado mas y mas los lazos de los cristianos entre si y con la jerarquia eclesiastica, y en primer lugar con el Romano Pontifice, han contribuido sin duda no poco a colocar esta materia en su propia luz. Mas, aunque con justo motivo podemos alegrarnos de las cosas arriba senaladas, no por eso hemos de ocultar que no solo esparcen graves errores en esta materia los que estan fuera de la Iglesia, sino que entre los mismos fieles de Cristo se introducen furtivamente ideas o menos precisas o totalmente falsas, que apartan a las almas del verdadero camino de la verdad.

Porque, mientras por una parte perdura el falso racionalismo, que juzga absolutamente absurdo cuanto trasciende y sobrepuja a las fuerzas del entendimiento humano, y mientras se le asocia otro error afin, el llamado naturalismo vulgar, que ni ve ni quiere ver en la Iglesia nada mas que vinculos meramente juridicos y sociales; por otra parte, se insinua fraudulentamente un falso misticismo, que, al esforzarse por suprimir los limites inmutables que separan a las criaturas de su Creador, adultera las Sagradas Escrituras.

Ahora bien: estos errores, falso y opuestos entre si, hacen que algunos, movidos por cierto vano temor, consideren esta profunda doctrina como algo peligroso y por esto se retraigan de ella como del fruto del Paraiso, hermoso, pero prohibido. Pero, a la verdad, no rectamente: pues no pueden ser danosos a los hombres los misterios revelados por Dios, ni deben, como tesoro escondido en el campo, permanecer infructuosos; antes bien, han sido dados por Dios, para que contribuyan al aprovechamiento espiritual de quienes piadosamente los contemplan. Porque, como ensena el Concilio Vaticano, la razon ilustrada por la fe, cuando diligente, pia y sobriamente busca, alcanza con la ayuda de Dios alguna inteligencia, ciertamente fructuosisima, de los misterios, ya por la analogia de aquellas cosas que conoce naturalmente, ya también por el enlace de los misterios entre si con el ultimo fin del hombre; por mas que la misma razon, como lo advierte el mismo santo Concilio, nunca llega a ser capaz de penetrarlos a la manera de aquellas verdades, que constituyen su propio objeto(5).

Pesadas maduramente delante de Dios todas estas cosas; a fin de que resplandezca con nueva gloria la soberana hermosura de la Iglesia; para que se de a conocer con mayor luz la nobleza eximia y sobrenatural de los fieles, que en el Cuerpo de Cristo se unen con su Cabeza; y, por ultimo, para cerrar por completo la entrada a los multiples errores en esta materia, Nos hemos juzgado ser propio de Nuestro cargo pastoral proponer por medio de esta Carta enciclica a toda la grey cristiana la doctrina del Cuerpo mistico de Jesucristo y de la union de los fieles en el mismo Cuerpo con el Divino Redentor; y al mismo tiempo sacar de esta suavisima doctrina algunas ensenanzas, con las cuales el conocimiento mas profundo de este misterio produzca siempre mas abundantes frutos de perfeccion y santidad.

(5) Sess. 3 Const. de fide cath. c. 4. DS 1796.

LA IGLESIA ES EL CUERPO MISTICO DE CRISTO

Al meditar esta doctrina, Nos vienen, desde luego, a la mente las palabras del Apostol: Donde abundo el delito, alli sobreabundo la gracia(6). Consta, en efecto, que el padre del género humano fue colocado por Dios en tan excelsa condicion, que habria de comunicar a sus descendientes, junto con la vida terrena, la vida sobrenatural de la gracia. Pero, después de la miserable caida de Adan, todo el género humano, viciado con la mancha original, perdio la participacion de la naturaleza divina(7) y quedamos todos convertidos en hijos de ira(8). Mas el misericordiosisimo Dios de tal modo.. amo al mundo, que le dio su Hijo Unigénito(9), y el Verbo del Padre Eterno con aquel mismo unico divino amor asumio de la descendencia de Adan la naturaleza humana, pero inocente y exenta de toda mancha, para que del nuevo y celestial Adan se derivase la gracia del Espiritu Santo a todos los hijos del primer padre; los cuales, habiendo sido por el pecado del primer hombre privados de la adoptiva filiacion divina, hechos ya por el Verbo Encarnado hermanos, segun la carne, del Hijo Unigénito de Dios, recibieran el poder de llegar a ser hijos de Dios(10). Y por esto Cristo Jesus, pendiente de la cruz, no solo resarcio a la justicia violada del Eterno Padre, sino que nos merecio, ademas, como a consanguineos suyos, una abundancia inefable de gracias. Y bien pudiera, en verdad, haberla repartido directamente por si mismo al género humano, pero quiso hacerlo por medio de una Iglesia visible en que se reunieran los hombres, para que todos cooperasen, con El y por medio de aquélla, a comunicarse mutuamente los divinos frutos de la Redencion. Porque asi como el Verbo de Dios, para redimir a los hombres con sus dolores y tormentos, quiso valerse de nuestra naturaleza, de modo parecido en el decurso de los siglos se vale de su Iglesia para perpetuar la obra comenzada(11).

Ahora bien: para definir y describir esta verdadera Iglesia de Cristo -que es la Iglesia santa, catolica, apostolica, Romana(12)- nada hay mas noble, nada mas excelente, nada mas divino que aquella frase con que se la llama el Cuerpo mistico de Cristo; expresion que brota y aun germina de todo lo que en las Sagradas Escrituras y en los escritos de los Santos Padres frecuentemente se ensena.

(6) Rm 5,20.
(7) Cf. 2P 1,4.
(8) Ep 2,3.
(9) Jn 3,16.
(10) Cf. Jn 12.
(11) Cf. Conc. Vat. Const. de Eccl. prol. volver) DS 1821.
(12) Cf. ibid. Const. de fide cath. c. 1. DS 1782

LA IGLESIA ES UN "CUERPO"

Que la Iglesia es un cuerpo lo dice muchas veces el sagrado texto. Cristo -dice el Apostol- es la cabeza del cuerpo de la Iglesia(13). Ahora bien; si la Iglesia es un cuerpo, necesariamente ha de ser uno e indiviso, segun aquello de San Pablo: Muchos formamos en Cristo un solo cuerpo(14). Y no solamente debe ser uno e indiviso, sino también algo concreto y claramente visible, como en su enciclica Satis cognitum afirma Nuestro predecesor Leon XIII, de f. m.: Por lo mismo que es cuerpo, la Iglesia se ve con los ojos(15). Por lo cual se apartan de la verdad divina aquellos que se forjan la Iglesia de tal manera, que no pueda ni tocarse ni verse, siendo solamente un ser neumatico, como dicen, en el que muchas comunidades de cristianos, aunque separadas mutuamente en la fe, se junten, sin embargo, por un lazo invisible.

Mas el cuerpo necesita también multitud de to, a fi, que de tal manera estén trabados entre si, que mutuamente se auxilien. Y asi como en este nuestro organismo mortal, cuando un to, a f sufre, todos los otros sufren también con él, y los sanos prestan socorro a los enfermos, asi también en la Iglesia los diversos miembros no viven unicamente para si mismos, sino que ayudan también a los demas, y se ayudan unos a otros, ya para mutuo alivio, ya también para edificacion cada vez mayor de todo el cuerpo.

(13) Col 1,18.
(14) Rm 12,5.
(15) Cf. A.S.S. 28,710.

"ORGANICO" Y "JERARQUICO"

Ademas de eso, asi como en la naturaleza no basta cualquier aglomeracion de miembros para constituir el cuerpo, sino que necesariamente ha de estar dotado de los que llaman organos, esto es, de miembros que no ejercen la misma funcion, pero estan dispuestos en un orden conveniente; asi la Iglesia ha de llamarse Cuerpo, principalmente por razon de estar formada por una recta y bien proporcionada armonia y trabazon de sus partes, y provista de diversos miembros que convenientemente se corresponden los unos a los otros. Ni es otra la manera como el Apostol describe a la Iglesia cuando dice: Asi como... en un solo cuerpo tenemos muchos to, a fi, mas no todos los miembros tienen una misma funcion, asi nosotros, aunque seamos muchos, formamos en Cristo un solo cuerpo, siendo todos reciprocamente miembros los unos de los otros(16).

Mas en manera alguna se ha de pensar que esta estructura ordenada u organica del Cuerpo de la Iglesia, se limita o reduce solamente a los grados de la jerarquia; o que, como dice la sentencia contraria, consta solamente de los carismaticos, los cuales, dotados de dones prodigiosos, nunca han de faltar en la Iglesia. Se ha de tener, eso si, por cosa absolutamente cierta, que los que en este Cuerpo poseen la sagrada potestad, son los miembros primarios y principales, puesto que por medio de ellos, segun el mandato mismo del Divino Redentor, se perpetuan los oficios de Cristo, doctor, rey y sacerdote. Sin embargo, con toda razon los Padres de la Iglesia, cuando encomian los ministerios, los grados, las profesiones, los estados, los ordenes, los oficios de este Cuerpo, no tienen solo ante los ojos a los que han sido iniciados en las sagradas ordenes; sino también a todos los que, habiendo abrazado los consejos evangélicos, llevan una vida de trabajo entre los hombres, o escondida en el silencio, o bien se esfuerzan por unir ambas cosas segun su profesion; y no menos a los que, aun viviendo en el siglo, se dedican con actividad a las obras de misericordia en favor de las almas, o de los cuerpos, asi como también a aquellos que viven unidos en casto matrimonio

Mas aun, se ha de advertir que, sobre todo en las presentes circunstancias, los padres y madres de familia y los padrinos y madrinas de bautismo, y, especialmente, los seglares que prestan su cooperacion a la jerarquia eclesiastica para dilatar el reino del Divino Redentor tienen en la sociedad cristiana un puesto honorifico, aunque muchas veces humilde, y que también ellos con el favor y ayuda de Dios pueden subir a la cumbre de la santidad, que nunca ha de faltar en la Iglesia, segun las promesas de Jesucristo.

(16) Rm 12,4.

DOTADO DE MEDIOS VITALES

Y asi como el cuerpo humano se ve dotado de sus propios recursos con los que atiende a la vida, a la salud y al desarrollo de si y de sus to, a fi, del mismo modo el Salvador del género humano, por su infinita bondad, proveyo maravillosamente a su Cuerpo mistico, enriqueciéndole con los sacramentos, por los que los to, a fi, como gradualmente y sin interrupcion, fueran sustentados desde la cuna hasta el ultimo suspiro, y asimismo se atendiera abundantisimamente a las necesidades sociales de todo el Cuerpo. En efecto, por medio de las aguas purificadoras del Bautismo, los que nacen a esta vida mortal no solamente renacen de la muerte del pecado y quedan constituidos en miembros de la Iglesia, sino que, ademas, sellados con un caracter espiritual, se tornan capaces y aptos para recibir todos los otros sacramentos. Por otra parte, con el crisma de la Confirmacion se da a los creyentes nueva fortaleza, para que valientemente amparen y defiendan a la Madre Iglesia y la fe que de ella recibieron. A su vez, con el Sacramento de la Penitencia se ofrece a los to, a fi de la Iglesia caidos en pecado una medicina saludable, no solamente para mirar por la salud de si mismos, sino aun también para apartar de otros miembros del Cuerpo mistico el peligro de contagio, e incluso para proporcionarles un estimulo y ejemplo de virtud. Y no es esto solo: ya que, por la sagrada Eucaristia, los fieles se nutren y robustecen con un tosmo manjar y se unen entre si y con la Cabeza de todo el Cuerpo por medio de un inefable y divino vinculo. Y, por ultimo, por lo que hace a los enfermos en trance de muerte, viene en su ayuda la piadosa Madre Iglesia, la cual por medio de la Sagrada Uncion de los enfermos, si, por disposicion divina, no siempre les concede la salud de este cuerpo mortal, da a lo menos a las almas enfermas la medicina celestial, para trasladar al Cielo nuevos ciudadanos -nuevos protectores para aquélla-, que gocen de la bondad divina por todos los siglos.

De un modo especial proveyo, ademas, Cristo a las necesidades sociales de la Iglesia por medio de dos sacramentos instituidos por El. Pues por el Matrimonio, en el que los conyuges son mutuamente ministros de la gracia, se atiende al ordenado y exterior aumento de la comunidad cristiana, y, lo que es tas, también a la recta y religiosa educacion de la prole, sin la cual correria gravisimo riesgo el Cuerpo mistico. Y con el Orden sagrado se dedican y consagran a Dios los que han de inmolar la Victima Eucaristica, los que han de nutrir al pueblo fiel con el Pan de los Angeles y con el manjar de la doctrina, los que han de dirigirle con los preceptos y consejos divinos, los que, finalmente, han de confirmarle con los demas dones celestiales.

Respecto a lo cual procede advertir que, asi como Dios al principio del tiempo doto al hombre de riquisimos tedios corporales para que sujetara a su dominio todas las cosas creadas, y para que multiplicandose llenara la tierra, asi también en el comienzo de la era cristiana proveyo a su Iglesia de todos los recursos necesarios, para que, superados casi innumerables peligros, no solo llenara todo el orbe, sino también el reino de los cielos.

FORMADO POR DETERMINADOS MIEMBROS

Pero entre los to, a fi de la Iglesia solo se han de contar de hecho los que recibieron las aguas regeneradoras del Bautismo, y, profesando la verdadera fe, no se hayan separado, miserablemente, ellos tosmos, de la contextura del Cuerpo, ni hayan sido apartados de él por la legitima autoridad a causa de gravisimas culpas. Porque todos nosotros -dice el Apostol- somos bautizados en un tosmo Espiritu para formar un solo Cuerpo, ya seamos judios, ya gentiles, ya esclavos, ya libres(17). Asi que, como en la verdadera congregacion de los fieles existe un solo Cuerpo, un solo Espiritu, un solo Senor y un solo Bautismo, asi no puede haber sino una sola fe(18); y, por lo tanto, quien rehusare oir a la Iglesia, segun el mandato del Senor, ha de ser tenido por gentil y publicano(19). Por lo cual, los que estan separados entre si por la fe o por la autoridad, no pueden vivir en este unico Cuerpo, ni tampoco, por lo tanto, de este su unico Espiritu.

(17) 1Co 12,13.
(18) Cf. Ep 4,5.
(19) Cf. Mt 18,17.

AUN PECADORES

Ni puede pensarse que el Cuerpo de la Iglesia, por el hecho de honrarse con el nombre de Cristo, aun en el tiempo de esta peregrinacion terrenal, conste unicamente de to, a fi eminentes en santidad, o se forme solamente por la agrupacion de los que han sido predestinados a la felicidad eterna. Porque la infinita misericordia de nuestro Redentor no niega ahora un lugar en su Cuerpo mistico a quienes en otro tiempo no nego la participacion en el convite(20). Puesto que no todos los pecados, aunque graves, separan por su tosma naturaleza al hombre del Cuerpo de la Iglesia, como lo hacen el cosma, la herejia o la apostasia. Ni la vida se aleja completamente de aquellos que, aun cuando hayan perdido la caridad y la gracia divina pecando, y, por lo tanto, se hayan hecho incapaces de mérito sobrenatural, retienen, sin embargo, la fe y esperanza cristianas, e iluminados por una luz celestial son movidos por las internas inspiraciones e impulsos del Espiritu Santo a concebir en si un saludable temor, y excitados por Dios a orar y a arrepentirse de su caida.

Aborrezcan todos, pues, el pecado, con el cual quedan mancillados los to, a fi del Redentor; pero, quien miserablemente hubiere pecado, y no se hubiere hecho indigno por la contumacia de la comunion de los fieles, sea recibido con sumo amor, y con una activa caridad véase en él un miembro enfermo de Jesucristo. Pues vale mas, como advierte el Obispo de Hipona, que se sanen permaneciendo en el cuerpo de la Iglesia, que no que sean cortados de él como miembros incurables(21). Porque no es desesperada la curacion de lo que aun esta unido al cuerpo, mientras que lo que hubiere sido amputado no puede ser ni curado ni sanado(22).

(20) Cf. Mt 9,11 Mc 2,16 Lc 15,2.
(21) Aug. Ep. 147,3,22 PL 33,686.
(22) Aug. Serm. 137,1 PL 38,754.

LA IGLESIA ES EL "CUERPO DE CRISTO"

Hasta aqui hemos visto, Venerables Hermanos, que de tal manera esta constituida la Iglesia, que puede compararse a un cuerpo; resta que expongamos ahora clara y cuidadosamente por qué hay que llamarla no un cuerpo cualquiera, sino el Cuerpo de Jesucristo. Lo cual se deduce del hecho de que Nuestro Senor es el Fundador, la Cabeza, el Sustentador y el Salvador de este Cuerpo mistico.

CRISTO, "FUNDADOR" DEL CUERPO

Al querer exponer brevemente como Cristo fundo su cuerpo social, Nos viene ante todo a la mente esta frase de Nuestro predecesor Leon XIII, de feliz memoria: La Iglesia, que, ya concebida, nacio del tosmo costado del segundo Adan, como dormido en la Cruz, aparecio a la luz del mundo de una manera espléndida por vez primera el dia faustisimo de Pentecostés(23). Porque el Divino Redentor comenzo la edificacion del tostico templo de la Iglesia cuando con su predicacion expuso sus ensenanzas; la consumo cuando pendio de la Cruz glorificado; y, finalmente, la manifesto y promulgo cuando de manera visible envio el Espiritu Paraclito sobre sus discipulos.

(23) Enc. Divinum illud: A.S.S. 29,649.

a) al predicar el Evangelio

En efecto, mientras cumplia su tosion de predicar, elegia a los Apostoles, enviandolos, asi como El habia sido enviado por el Padre(24), a saber, como maestros, jefes y santificadores en la comunidad de los creyentes; les nombraba el Principe de ellos y Vicario suyo (de Cristo) en la tierra(25), y les manifestaba todas las cosas que habia oido al Padre(26); establecia, ademas, el Bautismo(27), con el cual los futuros creyentes se habian de unir al Cuerpo de la Iglesia; y, finalmente, al llegar el ocaso de su vida, celebrando la ultima cena, instituia la Eucaristia, admirable sacrificio y admirable sacramento.

(24) Jn 17,18.
(25)) Cf. Mt 16,18-19.
(26) Jn 15,15 coll. Jn 17,8 Jn 17,14.
(27) Cf. Jn 3,5.

b) al sufrir sobre la Cruz

Los testimonios incesantes de los Santos Padres, al atestiguar que en el patibulo de la Cruz consumo su obra, ensenan que la Iglesia nacio -en la Cruz- del costado del Salvador, como una nueva Eva, madre de todos los vivientes(28). Dice el gran Ambrosio, tratando del costado abierto de Cristo: Y ahora se edifica, ahora se forma, ahora... se figura, y ahora se crea..., ahora se levanta la casa espiritual para constituir el sacerdocio santo(29). Quien devotamente quisiere investigar tan venerable doctrina, podra sin dificultad encontrar las razones en que se funda.

Y, en primer lugar, con la muerte del Redentor, a la Ley Antigua abolida sucedio el Nuevo Testamento; entonces en la sangre de Jesucristo, y para todo el mundo, fue sancionada la Ley de Cristo con sus tosterios, leyes, instituciones y ritos sagrados. Porque, mientras nuestro Divino Salvador predicaba en un reducido territorio -pues no habia sido enviado sino a las ovejas que habian perecido de la casa de Israel(30)- tenian valor, contemporaneamente, la Ley y el Evangelio(31); pero en el patibulo de su tuerte Jesus abolio la Ley con sus decretos(32), clavo en la Cruz la escritura del Antiguo Testamento(33), y constituyo el Nuevo en su sangre, derramada por todo el género humano(34). Pues, como dice San Leon Magno, hablando de la Cruz del Senor, de tal manera en aquel momento se realizo un paso tan evidente de la Ley al Evangelio, de la Sinagoga a la Iglesia, de lo muchos sacrificios a una sola hostia, que, al exhalar su espiritu el Senor, se rasgo inmediatamente de arriba abajo aquel velo mistico que cubria a las miradas el secreto sagrado del templo(35).

En la Cruz, pues, murio la Ley Vieja, que en breve habia de ser enterrada y resultaria mortifera(36), para dar paso al Nuevo Testamento, del cual Cristo habia elegido como idoneos ministros a los Apostoles(37); y desde la Cruz nuestro Salvador, aunque constituido, ya desde el seno de la Virgen, Cabeza de toda la familia humana, ejerce plenisimamente sobre la Iglesia sus funciones de Cabeza, porque precisamente en virtud de la Cruz -segun la sentencia del Angélico y comun Doctor-, merecio el poder y dominio sobre las gentes(38); por la tosma aumento en nosotros aquel inmenso tesoro de gracias que, desde su reino glorioso en el cielo, otorga sin interrupcion alguna a sus to, a fi mortales; por la sangre derramada desde la Cruz hizo que, apartado el obstaculo de la ira divina, todos los dones celestiales, y, en particular, las gracias espirituales del Nuevo y Eterno Testamento, pudiesen brotar de las fuentes del Salvador para la salud de los hombres, y principalmente de los fieles; finalmente, en el madero de la Cruz adquirio para si a su Iglesia, esto es, a todos los miembros de su Cuerpo mistico, pues no se incorporarian a este Cuerpo mistico por el agua del Bautismo si antes no hubieran pasado al plenisimo dominio de Cristo por la virtud salvadora de la Cruz.

Y con su tuerte nuestro Salvador fue hecho, en el pleno e integro sentido de la palabra, Cabeza de la Iglesia, de la mosma manera, por su sangre la Iglesia ha sido enriquecida con aquella abundantisima comunicacion del Espiritu, por la cual, desde que el Hijo del Hombre fue elevado y glorificado en su patibulo de dolor, es divinamente ilustrada. Porque entonces, como advierte San Agustin(39), rasgado el velo del templo, sucedio que el rocio de los carismas del Paraclito -que hasta entonces solamente habia descendido sobre el vellon de Gedeon, es decir, sobre el pueblo de Israel-, rego abundantemente, secado y desechado ya el vellon, toda la tierra, es decir, la Iglesia Catolica, que no habia de conocer confines algunos de estirpe o de territorio. Y asi como en el primer momento de la Encarnacion, el Hijo del Padre Eterno adorno con la plenitud del Espiritu Santo la naturaleza humana que habia unido a si substancialmente, para que fuese apto instrumento de la divinidad en la obra cruenta de la Redencion, asi en la hora de su preciosa tuerte quiso enriquecer a su Iglesia con los abundantes dones del Paraclito, para que fuese un medio apto e indefectible del Verbo Encarnado en la distribucion de los frutos de la Redencion. Puesto que la llamada tosion juridica de la Iglesia y la potestad de ensenar, gobernar y administrar los sacramentos deben el vigor y fuerza sobrenatural, que para la edificacion del Cuerpo de Cristo poseen, al hecho de que Jesucristo pendiente de la Cruz abrio a la Iglesia la fuente de sus dones divinos, con los cuales pudiera ensenar a los hombres una doctrina infalible y los pudiese gobernar por medio de Pastores ilustrados por virtud divina y rociarlos con la lluvia de las gracias celestiales.

Si consideramos atentamente todos estos tosterios de la Cruz, no nos pareceran oscuras aquellas palabras del Apostol, con las que ensena a los Efesios que Cristo, con su sangre, hizo una sola cosa a judios y gentiles, destruyendo en su carne... la pared intermedia que dividia a ambos pueblos; y también que abolio la Ley Vieja para formar en si mismo de dos un solo hombre nuevo -esto es, la Iglesia-, y para reconciliar a ambos con Dios en un solo Cuerpo por medio de la Cruz(40).

(28) Cf. Gn 3,20.
(29) S. Ambros. In Lc 2,87 PL 15,1575.
(30) Cf. Mt 15,24.
(31) Cf. S. Thom. I-II 103,3 ad 2.
(32) Cf. Ep 2,15.
(33) Cf. Col 2,14.
(34) Cf. Mt 26,28 1Co 11,25.
(35) Leo M. Serm. 68,3 PL 54,374.
(36) Leo M. Serm. 68,3 PL 54,374.
(37) Cf. 2Co 3,6.
(38) Cf. S. Thom. III 42,1.
(39) Cf. De pec. orig. 25,29 PL 44,400.
(40) Cf. Ep 2,14-16.

c) al promulgar la Iglesia

Y a esta Iglesia, fundada con su sangre, la fortalecio el dia de Pentecostés con una fuerza especial bajada del cielo. Puesto que, constituido solemnemente en su excelso cargo aquel a quien ya antes habia designado por Vicario suyo, subio al Cielo, y, sentado a la diestra del Padre, quiso manifestar y promulgar a su Esposa tediante la venida visible del Espiritu Santo con el sonido de un viento vehemente y con lenguas de fuego(41). Porque asi como El tosmo, al comenzar el ministerio de su predicacion, fue manifestado por su Eterno Padre por medio del Espiritu Santo que descendio en forma de paloma y se poso sobre El(42), de la mosma manera, cuando los Apostoles habian de comenzar el sagrado ministerio de la predicacion, Cristo nuestro Senor envio del cielo a su Espiritu, el cual, al tocarlos con lenguas de fuego, como con dedo divino indicase a la Iglesia su tosion sublime.

(41) Cf. Ac 2,1-4.
(42) Cf. Lc 3,22 Mc 1,10.




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