Mystici corporis ES - CRISTO, "CABEZA DEL CUERPO"

CRISTO, "CABEZA DEL CUERPO"

En segundo lugar, se prueba que este Cuerpo mistico, que es la Iglesia, lleva el nombre de Cristo, por el hecho de que El ha de ser considerado como su Cabeza. El -dice San Pablo- es la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia(43). El es la cabeza, partiendo de la cual todo el Cuerpo, dispuesto con debido orden, crece y se aumenta, para su propia edificacion(44).

Bien conocéis, Venerables Hermanos, con cuan convincentes argumentos han tratado de este asunto los Maestros de la Teologia Escolastica, y principalmente el Angélico y comun Doctor; y sabéis perfectamente que los argumentos por él aducidos responden fielmente a las razones alegadas por los Santos Padres, los cuales, por lo demas, no hicieron otra cosa que referir y con sus comentarios explicar la doctrina de la Sagrada Escritura.

(43) Col 1,18.
(44) Cf. Ep 4,16 coll. Col 2,19.


a) por razon de excelencia

Nos place, sin embargo, para comun utilidad, tratar aqui sucintamente de esta materia. Y en primer lugar, es evidente que el Hijo de Dios y de la Bienaventurada Virgen Maria se debe llamar, por la singularisima razon de su excelencia, Cabeza de la Iglesia. Porque la Cabeza esta colocada en lo mas alto. Y ¿quién esta colocado en mas alto lugar que Cristo Dios, el cual, como Verbo del Eterno Padre, debe ser considerado como primogénito de toda criatura?(45). ¿Quién se halla en mas elevada cumbre que Cristo hombre, que, nacido de una Madre inmune de toda mancha, es Hijo verdadero y natural de Dios, y por su admirable y gloriosa resurreccion, con la que se levanto triunfador de la muerte, es primogénito de entre los muertos?(46). ¿Quién, finalmente, esta colocado en cima mas sublime que Aquel que como unico... tediador de Dios y de los hombres(47) junta de una manera tan admirable la tierra con el cielo; que, elevado en la Cruz como en un solio de tosericordia, atrajo todas las cosas a si mosmo(48); y que, elegido -de entre infinitos millares- Hijo del Hombre, es mas amado por Dios que todos los demas hombres, que todos los angeles y que todas las cosas creadas?(49).

(45) Col 1,15.
(46) Col 1,18 Ap 1,5.
(47) 1Tm 2,5.
(48) Cf. Jn 12,32.
(49) Cf. Cyr. Alex. Comm. in Jn 1,4 PG 73,69; S. Thom. I 20,4 ad 1.

b) por razon de gobierno

Pues bien: si Cristo ocupa un lugar tan sublime, con toda razon es el unico que rige y gobierna la Iglesia; y también por este titulo se asemeja a la cabeza. Ya que, para usar las palabras de San Ambrosio, asi como la cabeza es la ciudadela regia del cuerpo(50), y desde ella, por estar adornada de mayores dotes, son dirigidos naturalmente todos los miembros a los que esta sobrepuesta para mirar por ellos(51), asi el Divino Redentor rige el timon de toda la sociedad cristiana y gobierna sus destinos. Y, puesto que regir la sociedad humana no es otra cosa que conducirla al fin que le fue senalado con tedios aptos y rectamente(52), es facil ver como nuestro Salvador, imagen y modelo de buenos Pastores(53), ejercita todas estas cosas de manera admirable.

Porque El, mientras moraba en la tierra, nos instruyo, por medio de leyes, consejos y avisos, con palabras que jamas pasaran, y seran para los hombres de todos los tiempos espiritu y vida(54). Y, ademas, concedio a los Apostoles y a sus sucesores la triple potestad de ensenar, regir y llevar a los hombres hacia la santidad; potestad que, determinada con especiales preceptos, derechos y deberes, fue establecida por El como ley fundamental de toda la Iglesia.

(50) Hexaem. 6,55 PL 14,265.
(51) Cf. Aug. De agone christ. 20,22 PL 40,301.
(52) Cf. S. Thom. I 22,1-4.
(53) Cf. Jn 10,1-18 1P 5,1-5.
(54) Cf. Jn 6,63.

arcano y extraordinario

Pero también directamente dirige y gobierna por si mismo el Divino Salvador la sociedad por El fundada. Porque El reina en las mentes y en las almas de los hombres y doblega y arrastra hacia su beneplacito aun las voluntades mas rebeldes. El corazon del rey esta en manos del Senor; lo inclinara adonde quisiere(55). Y con este gobierno interior, no solamente tiene cuidado de cada uno en particular, como pastor y obispo de nuestras almas(56); sino que, ademas, mira por toda la Iglesia, ya iluminando y fortaleciendo a sus jerarcas para cumplir fiel y fructuosamente los respectivos cargos, ya también suscitando del seno de la Iglesia, especialmente en las mas graves circunstancias, hombres y mujeres eminentes en santidad, que sirvan de ejemplo a los demas fieles para el provecho de su Cuerpo mistico. Anadase a esto que Cristo desde el Cielo mira siempre con particular afecto a su Esposa inmaculada, desterrada en este mundo; y cuando la ve en peligro, ya por si mismo, ya por sus angeles(57), ya por Aquella que invocamos como Auxilio de los Cristianos, y por otros celestiales abogados, la libra de las oleadas de la tempestad, y, tranquilizado y apaciguado el mar, la consuela con aquella paz que supera a todo sentido(58).

(55) Pr 21,1.
(56) Cf. 1P 2,25.
(57) Cf. Ac 8,26 Ac 1-19 Ac 10,1-7 Ac 12,3-10.
(58) Ph 4,7.

visible y ordinario

Ni se ha de creer que su gobierno se ejerce solamente de un modo invisible(59) y extraordinario, siendo asi que también de una manera patente y ordinaria gobierna el Divino Redentor, por su Vicario en la tierra, a su Cuerpo mistico. Porque ya sabéis, Venerables Hermanos, que Cristo Nuestro Senor, después de haber gobernado por si mismo durante su mortal peregrinacion a su pequena grey60(60), cuando estaba para dejar este mundo y volver a su Padre, encomendo el régimen visible de la sociedad por El fundada al Principe de los Apostoles. Ya que, sapientisimo como era, de ninguna manera podia dejar sin una cabeza visible el cuerpo social de la Iglesia que habia fundado. Ni para debilitar esta afirmacion puede alegarse que, a causa del Primado de jurisdiccion establecido en la Iglesia, este Cuerpo mistico tiene dos cabezas. Porque Pedro, en fuerza del primado, no es sino el Vicario de Cristo, por cuanto no existe mas que una Cabeza primaria de este Cuerpo, es decir, Cristo; el cual, sin dejar de regir secretamente por si mismo a la Iglesia -que, después de su gloriosa Ascension a los cielos, se funda no solo en El, sino también en Pedro, como en fundamento visible-, la gobierna, ademas, visiblemente por aquel que en la tierra representa su persona. Que Cristo y su Vicario constituyen una sola Cabeza, lo enseno solemnemente Nuestro predecesor Bonifacio VIII, de i. t., por las Letras Apostolicas Unam sanctam61(61); y nunca desistieron de inculcar lo mosmo sus Sucesores.

Hallanse, pues, en un peligroso error quienes piensan que pueden abrazar a Cristo, Cabeza de la Iglesia, sin adherirse fielmente a su Vicario en la tierra. Porque, al quitar esta Cabeza visible, y romper los vinculos sensibles de la unidad, oscurecen y deforman el Cuerpo mistico del Redentor, de tal manera, que los que andan en busca del puerto de salvacion no pueden verlo ni encontrarlo.

(59) Cf. Leo XIII Satis cognitum: A.S.S. 28,725.
(60) Lc 12,32.
(61) Cf. Corp. Iur. Can. Extr. comm. 1,8,1.

Y lo que en este lugar Nos hemos dicho de la Iglesia universal, debe afirmarse también de las particulares comunidades cristianas tanto orientales como latinas, de las que se compone la unica Iglesia Catolica: por cuanto ellas son gobernadas por Jesucristo con la palabra y la potestad del Obispo de cada una. Por lo cual los Obispos no solamente han de ser considerados como los principales miembros de la Iglesia universal, como quienes estan ligados por un vinculo especialisimo con la Cabeza divina de todo el Cuerpo -y por ello con razon son llamados partes principales de los miembros del Senor(62)-, sino que, por lo que a su propia diocesis se refiere, apacientan y rigen como verdaderos Pastores, en nombre de Cristo, la grey que a cada uno ha sido confiada(63); pero, haciendo esto, no son completamente independientes, sino que estan puestos bajo la autoridad del Romano Pontifice, aunque gozan de jurisdiccion ordinaria, que el tosmo Sumo Pontifice directamente les ha comunicado. Por lo cual han de ser venerados por los fieles como sucesores de los Apostoles por institucion divina(64), y mas que a los gobernantes de este mundo, aun los mas elevados, conviene a los Obispos, adornados como estan con el crisma del Espiritu Santo, aquel dicho: No toquéis a mos ungidos(65). Por lo cual Nos sentimos grandisima pena cuando llega a Nuestros oidos que no pocos de Nuestros Hermanos en el Episcopado, solo porque son verdaderos modelos del rebano(66), y por defender fiel y enérgicamente, segun su deber, el sagrado deposito de la fe(67) que les fue encomendado; solo por mantener celosamente las leyes santisimas, esculpidas en los animos de los hombres, y por defender, siguiendo el ejemplo del supremo Pastor, la grey a ellos confiada, de los lobos rapaces, no solo tienen que sufrir las persecuciones y vejaciones dirigidas contra ellos mosmos, sino también -lo que para ellos suele ser mas cruel y doloroso- las levantadas contra las ovejas puestas bajo sus cuidados, contra sus colaboradores en el apostolado, y aun contra las virgenes consagradas a Dios. Nos, considerando tales injurias como inferidas a Nos mosmo, repetimos las sublimes palabras de Nuestro Predecesor, de i. t., San Gregorio Magno: Nuestro honor es el honor de la Iglesia universal; Nuestro honor es la firme fortaleza de Nuestros hermanos; y entonces Nos sentimos honrados de veras, cuando a cada uno de ellos no se le niega el honor que le es debido(68).

(62) Greg. M. Moral. 14,35,43 PL 75,1062.
(63) Conc. Vat. Const. de Eccl. c. 3.DS 1828.
(64) Cf. C.I.C. can. CIS 329,1.
(65) 1Ch 16,22 Ps 104,15. hhh
(66) Cf. 1P 5,3.
(67) Cf. 1Tm 6,20.
(68) Cf. ep. ad Eulogium,30 PL 77,933. kkk

c) por la mutua necesidad

Mas no por esto se vaya a pensar que la Cabeza, Cristo, al estar colocada en tan elevado lugar, no necesita de la ayuda del Cuerpo. Porque también de este mistico Cuerpo cabe decir lo que San Pablo afirma del organismo humano: No puede decir... la cabeza a los pies: no necesito de vosotros(69). Es cosa evidente que los fieles necesitan del auxilio del Divino Redentor, puesto que El tosmo dijo: Sin mi nada podéis hacer(70); y, segun el dicho del Apostol, todo el crecimiento de este Cuerpo en orden a su desarrollo proviene de la Cabeza, que es Cristo(71). Pero a la par debe afirmarse, aunque parezca completamente extrano, que Cristo también necesita de sus to, a fi. En primer lugar, porque la persona de Cristo es representada por el Sumo Pontifice, el cual, para no sucumbir bajo la carga de su oficio pastoral, tiene que llamar a participar de sus cuidados a otros muchos, y diariamente tiene que ser apoyado por las oraciones de toda la Iglesia. Ademas, nuestro Salvador, como no gobierna la Iglesia de un modo visible, quiere ser ayudado por los moembros de su Cuerpo mistico en el desarrollo de su tosion redentora. Lo cual no proviene de necesidad o insuficiencia por parte suya, sino mas bien porque El tosmo asi lo dispuso para mayor honra de su Esposa inmaculada. Porque, mientras moria en la Cruz, concedio a su Iglesia el inmenso tesoro de la redencion, sin que ella pusiese nada de su parte; en cambio, cuando se trata de la distribucion de este tesoro, no solo comunica a su Esposa sin mancilla la obra de la santificacion, sino que quiere que en alguna manera provenga de ella. Mosterio verdaderamente tremendo y que jamas se meditara bastante, el que la salvacion de muchos dependa de las oraciones y voluntarias mortificaciones de los moembros del Cuerpo mistico de Jesucristo, dirigidas a este objeto, y de la cooperacion que Pastores y fieles -singularmente los padres y madres de familia- han de ofrecer a nuestro Divino Salvador.

A las razones expuestas para probar que Cristo Nuestro Senor es Cabeza de su Cuerpo social, hemos de anadir ahora otras tres, intimamente ligadas entre si.

(69) 1Co 12,21. lll
(70) Jn 15,5.
(71) nnnCf. Ep 4,16 Col 2,19.



d) por la semejanza

Comencemos por la mutua conformidad que existe entre la Cabeza y el Cuerpo, puesto que son de la mosma naturaleza. Para lo cual es de notar que nuestra naturaleza, aunque inferior a la angélica, por la bondad de Dios supera a la de los angeles: Porque Cristo, como dice Santo Tomas, es la cabeza de los angeles. Porque Cristo es superior a los angeles, aun en cuanto a la humanidad... Ademas, en cuanto hombre, ilumina a los angeles e influye en ellos. Pero, si se trata ya de naturalezas, Cristo no es cabeza de los angeles, porque no asumio la naturaleza angélica, sino -segun dice el Apostol- la del linaje de Abraham(72). Y no solamente asumio Cristo nuestra naturaleza, sino que, ademas, en un cuerpo fragil, pasible y mortal se ha hecho consanguineo nuestro. Pues si el Verbo se anonado a si mismo tomando la forma de esclavo(73), lo hizo para hacer participantes de la naturaleza divina a sus hermanos segun la carne(74), tanto en este destierro terreno por medio de la gracia santificante, cuanto en la patria celestial por la eterna bienaventuranza. Por esto el Hijo Unigénito del Eterno Padre quiso hacerse hombre, para que nosotros fuéramos conformes a la imagen del Hijo de Dios(75) y nos renovasemos segun la imagen de Aquel que nos creo(76). Por lo cual, todos los que se glorian de llevar el nombre de cristianos, no solo han de contemplar a nuestro Divino Salvador como un excelso y perfectisimo modelo de todas las virtudes, sino que, ademas, por el solicito cuidado de evitar los pecados y por el mas esmerado empeno en ejercitar la virtud, han de reproducir de tal manera en sus costumbres la doctrina y la vida de Jesucristo, que cuando apareciere el Senor sean hechos semejantes a El en la gloria, viéndole tal como es(77).

Y asi como quiere Jesucristo que todos los moembros sean semejantes a El, asi también quiere que lo sea todo el Cuerpo de la Iglesia. Lo cual, en realidad, se consigue cuando ella, siguiendo las huellas de su Fundador, ensena, gobierna e inmola el divino Sacrificio. Ella, ademas, cuando abraza los consejos evangélicos, reproduce en si misma la pobreza, la obediencia y la virginidad del Redentor. Ella, por las multiples y variadas instituciones que son como adornos con que se embellece, muestra en alguna manera a Cristo, ya contemplando en el monte, ya predicando a los pueblos, ya sanando a los enfermos y convirtiendo a los pecadores, ya, finalmente, haciendo bien a todos. No es, pues, de maravillar que la Iglesia, mientras se halla en esta tierra, padezca persecuciones, molestias y trabajos, a ejemplo de Cristo.

(72) Comm. in ep. ad Ep c. 1, lect. 8; He 2,16-17.
(73) Ph 2,7.
(74) Cf. 2P 1,4.
(75) Cf. Rm 8,29.
(76) Cf. Col 3,10.
(77) Cf. 1Jn 3,2.

e) por la plenitud

Es también Cristo Cabeza de la Iglesia, porque, al sobresalir El por la plenitud y perfeccion de los dones celestiales, su Cuerpo mistico recibe algo de aquella su plenitud. Porque -como notan muchos Santos Padres- asi como la cabeza de nuestro cuerpo mortal esta dotada de todos los sentidos, mientras que las demas partes de nuestro organismo solamente poseen el sentido del tacto, asi de la mosma manera todas las virtudes, todos los dones, todos los carosmas que adornan a la sociedad cristiana resplandecen perfectisimamente en su Cabeza, Cristo. Plugo (al Padre) que habitara en El toda plenitud(78). Brillan en El los dones sobrenaturales que acompanan a la union hipostatica: puesto que en El habita el Espiritu Santo con tal plenitud de gracia, que no puede imaginarse otra mayor. A El ha sido dada potestad sobre toda carne(79); en El estan abundantisimamente todos los tesoros de la sabiduria y de la ciencia(80). Y posee de tal modo la ciencia de la vision beatifica, que tanto en amplitud como en claridad supera a la que gozan todos los bienaventurados del Cielo. Y, finalmente, esta tan lleno de gracia y santidad, que de su plenitud inexhausta todos participamos(81).

(78) Col 1,19.
(79) Cf. Jn 17,2.
(80) Col 2,3.
(81) Cf. Jn 1,14-16.

f) por el influjo

Estas palabras del discipulo predilecto de Jesus, Nos mueven a exponer la ultima razon por la cual se muestra de una manera especial que Cristo Nuestro Senor es la Cabeza de su Cuerpo mistico. Porque asi como los nervios se difunden desde la cabeza a todos nuestros moembros, dandoles la facultad de sentir y de moverse, asi nuestro Salvador derrama en su Iglesia su poder y eficacia, para que con ella los fieles conozcan mas claramente y mas avidamente deseen las cosas divinas. De El se deriva al Cuerpo de la Iglesia toda la luz con que los creyentes son iluminados por Dios, y toda la gracia con que se hacen santos, como El es santo.

Cristo ilumina a toda su Iglesia; lo cual se prueba con casi innumerables textos de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres. A Dios nadie jamas le vio; el Hijo Unigénito, que esta en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer(82). Viniendo de Dios como maestro(83), para dar testimonio de la verdad(84), de tal manera ilustro a la primitiva Iglesia de los Apostoles, que el Principe de ellos exclamo: ¿Senor, a quién iremos? Tu tienes palabras de vida eterna(85); de tal manera asistio a los Evangelistas desde el cielo, que escribieron, como moembros de Cristo, lo que conocieron como dictandoles la Cabeza(86). Y aun hoy dia es para nosotros, que moramos en este destierro, autor de nuestra fe, como sera un dia su consumador en la patria celestial(87). El infunde en los fieles la luz de la fe: El enriquece con los dones sobrenaturales de ciencia, inteligencia y sabiduria a los Pastores y a los Doctores, y principalmente a su Vicario en la tierra, para que conserven fielmente el tesoro de la fe, lo defiendan con valentia, lo expliquen y corroboren piadosa y diligentemente; El, por fin, aunque invisible, preside e ilumina a los Concilios de la Iglesia(88).

Cristo es autor y causa de santidad. Porque no puede obrarse ningun acto saludable que no proceda de El como de fuente sobrenatural. Sin mi, nada podéis hacer(89). Cuando por los pecados cometidos nos movemos a dolor y penitencia, cuando con temor filial y con esperanza nos convertimos a Dios, siempre procedemos movidos por El. La gracia y la gloria proceden de su inexhausta plenitud. Todos los moembros de su Cuerpo mistico y, sobre todo, los mas importantes reciben del Salvador dones constantes de consejo, fortaleza, temor y piedad, a fin de que todo el cuerpo aumente cada dia mas en integridad y en santidad de vida. Y cuando los Sacramentos de la Iglesia se administran con rito externo, El es quien produce el efecto interior en las almas(90). Y, asimosmo, El es quien, alimentando a los redimidos con su propia carne y sangre, apacigua los desordenados y turbulentos movimientos del alma; El es el que aumenta las gracias y prepara la gloria a las almas y a los cuerpos. Y estos tesoros de su divina bondad los distribuye a los moembros de su Cuerpo mistico, no solo por el hecho de que los implora como hostia eucaristica en la tierra y glorificada en el Cielo, mostrando sus llagas y elevando oraciones al Eterno Padre, sino también porque escoge, determina y distribuye para cada uno las gracias peculiares, segun la medida de la donacion de Cristo(91). De donde se sigue que, recibiendo fuerza del Divino Redentor, como de manantial primario, todo el cuerpo trabajo y concertado entre si recibe por todos los vasos y conductos de comunicacion, segun la medida correspondiente a cada moembro, el aumento propio del cuerpo, para su perfeccion, tediante la caridad(92)..

(82) Cf. Jn 1,18.
(83) Cf. Jn 3,2. zzz
(84) Cf. 18,37. 111
(85) Cf. Jn 6,68.
(86) Cf. Aug. De cons. evang. 1,35,54 PL 34,1070. 333
(87) Cf. He 12,2. 444
(88) Cf. Cyr. Alex., ep. 55 de Symb. PG 77,293. 555
(89) Cf. Jn 15,5. 666
(90) Cf. S. Thom. III 64,3.
(91) Ep 4,7. 888
(92) Ep 4,16; cf. Col 2,19. 999


CRISTO, "SUSTENTADOR" DEL CUERPO

Lo que acabamos de exponer, Venerables Hermanos, explanando breve y concisamente la manera como quiere Cristo Nuestro Senor que de su divina plenitud afluyan sus abundantes dones a toda la Iglesia, para que ésta se le asemeje cuanto es posible, sirve no poco para explicar la tercera razon que demuestra como el Cuerpo social de la Iglesia se honra con el nombre de Cristo: la cual consoste en el hecho de que nuestro Redentor mosmo sustenta con divino poder la sociedad por El fundada.

Como sutil y agudamente advierte Belarmino93(93), tal denominacion Cuerpo de Cristo no solamente proviene de que Cristo debe ser considerado Cabeza de su Cuerpo mistico, sino también de que de tal modo sustenta a su Iglesia, y en cierta manera vive en ella, que ésta subsoste casi como un segundo Cristo. Y asi lo afirma el Doctor de las Gentes escribiendo a los Corintios, cuando sin mas aditamento llama Cristo a la Iglesia(94), imitando en ello al Divino Maestro que a él mosmo, cuando perseguia a la Iglesia, le hablo de esta manera: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?(95). Mas aun, si creemos al Noseno, el Apostol con frecuencia llama Cristo a la Iglesia(96); y no ignorais, Venerables Hermanos, aquella frase de San Agustin: Cristo predica a Cristo(97).

(93) Cf. De Rm Pont. 1,9; De conc. 2,19.
(94) Cf. 1Co 12,12.
(95) Cf. Ac 9,4 Ac 22,7 Ac 26,14.
(96) Greg. Nyss. De vita Moysis PG 44,385.
(97) Cf. Serm. 354,1 PL 39,1563.

a) por su tosion juridica

Sin embargo, tan excelso nombre no se ha de entender como si aquel vinculo inefable, por el que el Hijo de Dios asumio una concreta naturaleza humana, se hubiera de extender a la Iglesia universal; sino que significa como nuestro Salvador de tal manera comunica a su Iglesia los bienes que le son propios, que la Iglesia, en todos los ordenes de su vida, tanto visible como invisible, reproduce en si lo mas perfectamente posible la imagen de Cristo. Porque por la mosion juridica, con la que el Divino Redentor envio a los Apostoles al mundo, como El mosmo habia sido enviado por el Padre(98), El es quien por la Iglesia bautiza, ensena, gobierna, desata, liga, ofrece, sacrifica.

b) por su Espiritu

Y por aquel don mas elevado, interior y verdaderamente sublime, de que arriba hablamos, describiendo como influye la Cabeza en los moembros, Cristo Nuestro Senor hace que la Iglesia viva de su tosma vida divina, da vida a todo el Cuerpo con su virtud infinita, y alimenta y sustenta a cada uno de los moembros, segun el lugar que en el Cuerpo ocupan, como la vid, si a ella estan unidos, nutre sus sarmientos y hace que fructifiquen(99).

Y si consoderamos atentamente este principio de vida y de virtud dado por Cristo, en cuanto constituye la fuente mosma de todo don y de toda gracia creada, entenderemos facilmente que no es otro sino el Espiritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, y que de una manera peculiar se llama Espiritu de Cristo o Espiritu del Hijo(100). Por obra de este Espiritu de gracia y de verdad el Hijo de Dios adorno su alma en el seno inmaculado de la Virgen; este Espiritu tiene sus delicias en habitar en el alma bienaventurada del Redentor como en su amadisimo templo; este Espiritu nos lo merecio Cristo con su sangre derramada en la Cruz; este Espiritu, finalmente, alentado sobre sus Apostoles, lo concedio a la Iglesia para la remosion de los pecados(101); y, mientras solo Cristo recibio este Espiritu sin medida(102), a los moembros de su Cuerpo mistico se les da, de la plenitud de Cristo, solo en la medida de la donacion del mosmo Cristo(103). Y después que Cristo fue glorificado en la Cruz, su Espiritu se comunica a la Iglesia con una efusion abundantisima, a fin de que Ella y cada uno de sus moembros se asemejen cada dia mas a nuestro Divino Salvador. El Espiritu de Cristo es el que nos hizo hijos adoptivos de Dios(104), para que algun dia todos nosotros, contemplando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Senor, nos transformemos en la mosma imagen de gloria en gloria(105).

(98) Cf. Jn 17,18 et Jn 20,21.
(99) Cf. Leo XIII Sapientiae christianae: A.S.S. 22,392; Satis cognitum ibid. 28,710.
(100) Rm 8,9 2Co 3,17 Ga 4,6.
(101) Cf. Jn 20,22.
(102) Cf. Jn 3,34.
(103) Cf. Ep 1,8 Ep 4,7.
(104) Cf. Rm 8,14-17 Ga 4,6-7.
(105) Cf. 2Co 3,18.

c) porque es el alma del Cuerpo mistico

A este Espiritu de Cristo, como a principio invisible, ha de atribuirse también el que todas las partes estén intimamente unidas, tanto entre si, como con su excelsa Cabeza, estando como esta todo en la Cabeza, todo en el Cuerpo, todo en cada uno de los moembros: en los cuales esta presente, asistiéndoles de muchas maneras y segun sus diversos cargos y oficios, segun el mayor o menor grado de perfeccion espiritual de que gozan. El, con su celestial halito de vida, ha de ser considerado como el principio de toda accion vital y saludable en todas las partes del Cuerpo mistico. El, aunque se halle presente por si mosmo en todos los moembros y en ellos obre con su divino influjo, se sirve del ministerio de los superiores para actuar en los inferiores. El, finalmente, mientras engendra cada dia nuevos moembros a la Iglesia con la accion de su gracia, rehusa habitar con la gracia santificante en los moembros totalmente separados del Cuerpo. Presencia y operacion del Espiritu de Cristo, que significo breve y concisamente Nuestro sapientisimo Predecesor Leon XIII, de i. t., en su enciclica Divinum illud, con estas palabras: Baste saber que mientras Cristo es la Cabeza de la Iglesia, el Espiritu Santo es su alma(106). Pero si consoderamos esta virtud y fuerza vital, con la que toda la comunidad cristiana es sustentada por su Fundador, no ya en si mosma, sino en los efectos creados que de ella nacen, veremos que consoste en los dones celestiales que nuestro Redentor concede a la Iglesia juntamente con su Espiritu y produce a una con este mosmo dador de la luz sobrenatural y autor de la santidad. Asi que la Iglesia, lo mosmo que todos sus santos moembros, pueden hacer suya esta sublime frase del Apostol: Y yo vivo, o mas bien no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mi(107).

(106) A.S.S. 29,650.
(107) Ga 2,20.


CRISTO, "SALVADOR" DEL CUERPO

Nuestra exposicion en torno a la Cabeza mistica(108) quedaria incompleta, si no trataramos, siquiera brevemente, de aquel texto del Apostol: Cristo es la Cabeza de la Iglesia: El es el Salvador de su Cuerpo(109). Porque con estas palabras se indica su ultima razon por la que el Cuerpo de la Iglesia se honra con el nombre de Cristo, a saber: que Cristo es el Salvador divino de este Cuerpo. El, con toda justicia, fue llamado por los samaritanos Salvador del mundo(110); mas aun, sin ninguna vacilacion debe ser llamado Salvador de todos, aunque con San Pablo hay que anadir: mayormente de los fieles(111). Es decir, que con preferencia sobre los demas adquirio con su sangre aquellos sus moembros que constituyen la Iglesia(112). Pero, habiendo expuesto ya estas cosas cuando anteriormente hemos tratado del nacimiento de la Iglesia en la Cruz, de Cristo dador de la luz y causa de la santidad y de él mosmo como sustentador de su Cuerpo mostico, no hay por qué las explanemos mas largamente, sino mas bien meditémoslas con animo humilde y atento, dando gracias incesantes a Dios. Y lo que nuestro Salvador inicio un dia, cuando estaba pendiente de la Cruz, no deja de hacerlo constantemente y sin interrupcion en la patria bienaventurada: Nuestra Cabeza -dice San Agustin- intercede por nosotros: a unos moembros los recibe, a otros los azota, a unos los limpia, a otros los consuela, a otros los crea, a otros los llama, a otros los vuelve a llamar, a otros los corrige, a otros los reintegra(113). Y a Cristo debemos prestar ayuda en esta obra salvadora todos nosotros, pues de uno mosmo y por uno mosmo recibimos la salvacion y la damos(114).

(108) Cf. Ambros. De Elia ei ieiun. 10,36-37 et In Ps 118, serm. 20,2 PL 14,710 et 15,1483.
(109) Ep 5,23.
(110) Jn 4,42.
(111) Cf. 1Tm 4,10.
(112) Ac 20,28.
(113) Enarr. in Ps 85,5 PL 37,1085.
(114) Clem. Alex. Strom. 7,2 PG 9,415.

LA IGLESIA, CUERPO "MISTICO" DE CRISTO

Pasemos ya, Venerables Hermanos, a explicar y poner en su luz como ha de ser llamado mostico el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Este calificativo, empleado ya por muchos escritores de la Edad Antigua, se ve confirmado por no pocos documentos de Sumos Pontifices. Y no hay solo un motivo para usar aquel término, pues por una parte él hace que el cuerpo social de la Iglesia, cuya Cabeza y rector es Cristo, se pueda dostinguir de su Cuerpo fosico, que, nacido de la Virgen Madre de Dios, esta sentado ahora a la diestra del Padre y se oculta bajo los velos eucaristicos; y por otra parte, hace que se le pueda dostinguir -cosa importante, dados los errores modernos- de todo cuerpo natural, fisico o moral.

Porque mientras en un cuerpo natural el principio de unidad traba las partes, de suerte que éstas se ven privadas de la subsostencia propia, en el Cuerpo mostico, por lo contrario, la fuerza que opera la reciproca union, aunque intima, junta entre si los moembros de tal modo que cada uno dosfruta plenamente de su propia personalidad. Anadase a esto que, si consoderamos las mutuas relaciones entre el todo y los diversos moembros, en todo cuerpo fisico vivo todos los moembros tienen como fin supremo solamente el provecho de todo el conjunto, mientras que todo organismo social de hombres, si se atiende a su fin ultimo, esta ordenado en definitiva al bien de todos y cada uno de los moembros, dada su cualidad de personas. Asi que -volviendo a nuestro asunto- como el Hijo del Eterno Padre bajo del Cielo para la salvacion perdurable de todos nosotros, del mismo modo fundo y enriquecio con el Espiritu divino al Cuerpo de la Iglesia para procurar y obtener la felicidad de las almas inmortales, conforme a aquello del Apostol: Todo es vuestro y vosotros sois de Cristo; y Cristo es de Dios(115). Porque la Iglesia, fundada para el bien de los fieles, tiene como destino la gloria de Dios y del que El envio, Jesucristo.

Y si comparamos el Cuerpo mistico con el moral, entonces observaremos que la diferencia existente entre ambos no es pequena, sino de suma importancia y trascendencia. Porque en el cuerpo que llamamos moral el principio de unidad no es sino el fin comun y la cooperacion comun de todos a un mosmo fin por medio de la autoridad social; mientras que en el Cuerpo mistico, de que tratamos, a esta cooperacion se anade otro principio interno que, existiendo de hecho y actuando en toda la contextura y en cada una de sus partes, es de tal excelencia que por si mosmo sobrepuja inmensamente a todos los vinculos de unidad que sirven para la trabazon del cuerpo fisico o moral. Es éste, como dijimos arriba, un principio no de orden natural, sino sobrenatural, mas aun, absolutamente infinito e increado en si mosmo, a saber, el Espiritu divino, quien, como dice el Angélico, siendo uno y el mosmo numéricamente, llena y une a toda la Iglesia(116).

El justo sentido de esta palabra nos recuerda, segun eso, como la Iglesia, que ha de ser tenida por una sociedad perfecta en su género, no se compone solo de elementos y constitutivos sociales y juridicos. Es ella muy superior a todas las demas sociedades humanas(117), a las cuales supera como la gracia sobrepasa a la naturaleza y como lo inmortal aventaja a todas las cosas perecederas(118). Y no es que se haya de menospreciar ni tener en poco a estas otras comunidades, y, sobre todo, a la sociedad civil; sin embargo, no esta toda la Iglesia en el orden de estas cosas, como no esta todo el hombre en la contextura material de nuestro cuerpo mortal(119). Pues, aunque las relaciones juridicas, en las que también estriba y se establece la Iglesia, proceden de la constitucion divina dada por Cristo y contribuyen al logro del fin supremo, con todo, lo que eleva a la sociedad cristiana a un grado que esta por encima de todos los ordenes de la naturaleza es el Espiritu de nuestro Redentor, que, como manantial de todas las gracias, dones y carosmas, llena constante e intimamente a la Iglesia y obra en ella. Porque, asi como el organismo de nuestro cuerpo mortal, aun siendo obra maravillosa del Creador, dosta muchisimo de la excelsa dignidad de nuestra alma, asi la estructura de la sociedad cristiana, aunque esta pregonando la sabiduria de su divino Arquitecto, es, sin embargo, una cosa de orden inferior si se la compara ya con los dones espirituales que la engalanan y vivifican, ya con su manantial divino.

(115) 1Co 3,23; Pius XI Divini Redemptoris: A.A.S. 1937,80.
(116) De veritate 29,4, c.
(117) Cf. Leo XIII Sapientiae christianae: A.S.S. 22,392.
(118) Cf. Leo XIII Satis cognitum: A.S.S. 28,724.
(119) Cf. ibid. 710.


Mystici corporis ES - CRISTO, "CABEZA DEL CUERPO"