COMPENDIO DE TEOLOGIA 386

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CAPITULO CXXXIV

Solo Dios conoce en particular los futuros contingentes.

Propio es solo de Dios, a quien real y propiamente conviene la eternidad, conocer los futuros :contingentes, segun y como estan actualmente en su ser, lo cual es tener certeza de ellos. Esta es a razon por qué la prediccion de las cosas futuras es, en verdad, considerada, como una prueba fe la divinidad, segun estas palabras de Isaias, XLI: Anunciadnos las cosas futuras, y sabremos que sois Dioses. Puede competer también a otros el conocimiento de las cosas futuras, pero este conocimiento no es cierto, sino conjeturar, y solo con relacion a los efectos que necesariamente proceden de sus causas. Por este medio el médico anuncia las enfermedades futuras, y el marino las tempestades.



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CAPITULO CXXXV

Dios esta en todas las cosas por potencia, por esencia y por presencia, y todo lo dispone inmediatamente.

No hay inconveniente alguno en que Dios tenga conocimiento aun de los efectos particulares, y en que los ordene inmediatamente por si mismo, aunque se valga de causas medias. En la ejecucion misma hay en cierta manera una relacion inmediata con todos los efectos, en cuanto que todas las causas medias obran en virtud de la causa prima; de tal modo, que parece obrar en todo de cierta manera, pudiendo serle atribuidas todas las obras de las segundas causas, como se atribuye al artifice la obra del instrumento. En efecto: mas conveniente es decir que el cuchillo es obra del artifice, que obra del martillo. También tiene relaciones inmediatas con los efectos, en cuanto que es por si mismo causa del ser, y en atencion a que conserva todas las cosas en el ser. Segun estos tres modos inmediatos, se dice que Dios esta en todo por su potencia, por su esencia y por su presencia. Por su esencia, en cuanto que el ser de una cosa cualquiera es una especie de participacion del ser divino, y asi la esencia divina es inherente a cada ser existente, en cuanto que tiene el ser, como la causa a su efecto propio. Por su potencia, en cuanto que todas las cosas obran por su virtud. Por su presencia, en fin, en cuanto que todo lo ordena y dispone inmediatamente.



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CAPITULO CXXXVI

Solo conviene a Dios obrar milagros.

Como todo el orden de las segundas causas y su virtud proceden de Dios, y como l mismo no produce sus efectos por necesidad, y si por su libre voluntad, es evidente que puede obrar fuera del orden de las segundas causas, como curar a los que no pueden ser curados, segun la operacion de la naturaleza, o hacer algunas otras cosas que no son conformes al orden de las causas naturales, y que sin embargo lo son al orden de la Providencia Divina; porque sucede algunas veces que lo que Dios hace fuera del orden de las causas naturales por 1 establecido, lo hace para algun fin. Cuando acontecen de una manera sobrenatural hechos de esta. clase, se les da el nombre de milagros, porque maravilloso es ver un efecto e ignorar su causa.

Siendo Dios una causa simplemente oculta para nosotros, cuando hace alguna cosa fuera de las segundas causas, que no son conocidas, llamamos a esto que hace pura y simplemente milagros. Si, por el contrario, produce algun efecto de una causa desconocida para éste o para aquél, a este efecto no se le llama propiamente milagro, porque solo lo es para aquel que ignora la causa. Por esto sucede que una cosa aparece a uno como maravillosa, y no lo es para otro que conoce la causa. A Dios solo pertenece poder obrar fuera del orden de las segundas causas; porque Dios es el que le ha establecido, y no esta subordinado a éste orden. Los demas seres, por el contrario, estan sometidos a Dios, por esto l solo puede obrar milagros, segun estas palabras del Salmista: Solo es propio de Dios obrar milagros. Cuando se ve que alguna criatura hace milagros, o, no son milagros verdaderos, porque son producidos por alguna virtud natural, aunque desconocida, como los milagros de los demonios, que son efecto del arte magico, o si son milagros verdaderos, han sido impetrados de Dios por alguno, y le ha concedido poder para hacerlos. Por consiguiente, como estos milagros no son obrados mas que en virtud del poder divino, con razon son tomados como pruebas de la fe, la cual solo se funda en Dios. De todo lo que el hombre produce por la voluntad divina, no hay nada en que esté mas claramente impreso este sello que en las obras que solo Dios puede hacer. Los milagros de este género, aunque obrados fuera del orden de las cosas naturales, no deben, sin embargo, llamarse contra naturaleza, porque esta en el orden natural que las cosas inferiores estén sometidas a la accion de las cosas superiores. Esta es la razon por qué los efectos que en los cuerpos inferiores provienen de la impresion de los cuerpos celestes, no son llamados simplemente contra naturaleza, aunque por acaso sean algunas veces contra la naturaleza particular de tal o de tal cosa, como aparece en el movimiento del agua por el flujo y reflujo de la mar producido por la influencia de la luna. Asi, pues, en las cosas que acontecen en las criaturas por la accion divina, aunque parezca que son contra el orden particular de las segundas causas, son, sin embargo, segun el orden universal de la naturaleza. Por, consiguiente, los milagros no son contra naturaleza.



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CAPITULO CXXXVII

Hay cosas llamadas casuales y fortuitas.

Aunque todas las cosas, aun las mas pequenas, estén dispuestas por la Divinidad, no hay inconveniente alguno en que algunas acontezcan por la casualidad. En efecto: sucede que una cosa es casual o fortuita, con respecto a una causa inferior, cuando se hace alguna cosa contra su intencion; pero esta cosa ni es fortuita. ni casual, con respecto a una causa superior, cuya intencion no ha sido contrariada; asi es como se prueba con el ejemplo de un amo que envia a dos criados suyos a un mismo sitio, sin enterar a ninguno de los dos de la mision de su companero; el encuentro de estos dos criados es casual respecto a cada uno de ellos, pero no lo es respecto de su amo. Asi, pues, las cosas que acontecen fuera de la intencion de las segundas causas, son fortuitas o casuales con respecto a estas causas, y pueden llamarse simplemente casuales porque los efectos reciben su denominacion de la condicion de las causas proximas. Can respecto a Dios no puede decirse que son fortuitas, sino previstas.



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CAPITULO CXXXVIII

¿Es el destino alguna naturaleza? ¿Qué es?

Por lo dicho podemos conocer qué es el destino. Encontrandose muchos efectos que proceden de la casualidad, segun la consideracion de las segundas causas, hay algunos que no quieren referir estos efectos a alguna causa superior que los ordena. Otros han querido referir estos efectos, que parecen casuales y fortuitos, a una causa superior que los ordena; pero sin salir del orden de las cosas corporales, atribuyeron esta accion ordenadora a los cuerpos primos, es decir, a los cuerpos celestes. Los que esto afirman han dicho que el destino era una fuerza de posicion de los astros, de la que en su juicio provenian los efectos de este género; pero como ya hemos demostrado que el entendimiento y la voluntad, que son los principios propios de los actos humanos, no estan sometidos a los cuerpos celestes, no puede decirse que las cosas que parece acontecen en las cosas humanas de una manera casual y fortuita, se refieran a los cuerpos celestes como a una causa ordenadora. El destino o el hado no parece existir mas que en aquellas cosas humanas en que exista la fortuna. En efecto: a estas cosas es a las que se pregunta cuando se quiere conocer el porvenir, y sobre ellas dan sus respuestas los adivinos. Esta es la razon por qué el destino es llamado hado, de la palabra latina fando, hablar, y por consiguiente la nocion del destino es ajena o contraria a la fe; pero como no solamente las cosas naturales, sino también las cosas humanas que parece provienen de la casualidad, estan sometidas a la Providencia Divina, necesario es referirlas a la accion ordenadora de la Divina Providencia. Asi es como deben entender el destino los que pretenden que todo esta sometido a la Divina Providencia. En efecto: el destino comprendido en este sentido se refiere a la Divina Providencia, como efecto propio suyo; esta es una explicacion de la Divina Providencia aplicada a las cosas, segun el pensamiento de Boecio, que dice que el destino es la disposicion, esto es, ordenacion inmovil inherente a las cosas moviles. Como nosotros, en cuanto es posible, nada debemos tener de comun con los infieles, ni aun los nombres de las cosas, por temor de que los ignorantes encuentren ocasion de error, es mas prudente para los fieles omitir la palabra destino, porque la primera acepcion es mas conveniente y mas comun. Por esto dice San Agustin, en el libro V de la Ciudad de Dios, que si alguno entiende el destino en la segunda acepcion, guarde su opinion y corrija su lenguaje.



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CAPITULO CXXXIX

No todas las cosas estan bajo el imperio de la necesidad.

Aunque el orden de la Divina Providencia aplicado a las cosas sea cierto, lo que obliga a decir a Boecio qué el destino es una disposicion inmutable inherente a las cosas moviles, no se sigue de aqui, sin embargo, que todo suceda por la ley de la necesidad, porque los efectos son llamados necesarios o contingentes, segun la condicion de las causas proximas. En efecto: es evidente que si la causa prima es necesaria, y la segunda contingente, se sigue un efecto contingente. Asi es como, por ejemplo, en las cosas corporales la primera causa de generacion es para las inferiores el movimiento de un cuerpo celeste, y aunque proceda de la necesidad, sin embargo, la generacion y la corrupcion en estas cosas inferiores provienen de una manera contingente, en atencion a que las cocas inferiores son contingentes, y sujetas a defeccion. Es asi que Dios (como ya hemos demostrado) ejerce su providencia por las causas inferiores; luego habra ciertos efectos de la Divina Providencia contingentes, segun la condicion de las causas inferiores.



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CAPITULO CXL

Hay muchas cosas contingentes y compatibles con la Divina Providencia.

La contingencia de los efectos o de las causas, no puede perturbar la certeza de la Divina Providencia. Hay tres cosas que parece constituyen la certeza de la Providencia, a saber: la infalibilidad de la, presciencia divina, la eficacia de la voluntad divina y la sabiduria de la disposicion divina, que encuentra medios suficientes para conseguir su efecto, sin que ninguna de estas tres cosas repugne a la contingencia. La ciencia de Dios es infalible, aun en los futuros contingentes, en cuanto que Dios ve en su eternidad las cosas futuras como si estuvieran actualmente en su ser, como dijimos antes. Siendo la voluntad de Dios causa universal de las cosas, no ejerce su accion solamente sobre la produccion del ser, sino también sobre el modo de ser, y, por consiguiente, pertenece a la eficacia de 1a voluntad divina el que se haga lo que Dios quiere., y que se haga de la manera que quiere. Dios quiere que ciertas cosas sean hechas de una manera necesaria, y otras de una manera contingente, porque lo uno y otro se requiere para el ser completo de todo. Para que las cosas se efectuen en esta doble manera, establecio para ciertas cosas causas necesarias, y para otras, causas contingentes, a fin de que, haciéndose ciertas cosas de una manera necesaria y otras de una manera contingente, se realizase eficazmente la voluntad divina. Es también evidente que la certeza de la Providencia se conserva por la sabiduria de la disposicion divina, permaneciendo la contingencia misma de las cosas. Si la providencia del hombre puede venir en auxilio de una causa, que puede dejar de producir su efecto, haciéndola que produzca infaliblemente su efecto, como se ve en el médico, que procura la curacion, y en el cultivador de la vina, que se vale de remedios contra la esterilidad de la vid, con mayor razon la sabiduria de la disposicion divina puede producir este resultado, haciendo que las causas contingentes que pueden dejar de producir sus efectos, produzcan, sin embargo, regularmente estos efectos con la ayuda de ciertos auxilios, que no destruyen su contingencia. Todo esto demuestra que la contingencia de las cosas no excluye la certeza de la Providencia Divina.



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CAPITULO CXLI

La Certidumbre de la evidencia divina no incluye el mal en las cosas.

Del mismo modo podemos comprender que sin menoscabo de la Providencia Divina pueden acontecer finales en el mudo en razon de los defectos de las segundas causas. En efecto: vemos que en las causas ordenadas acontece el mal en el efecto por el defecto de la segunda causa, sin que este mal sea en modo alguno causado por la causa prima, del mismo modo que el mal de la cojera es causado por el encorvamiento de la pierna, y no por la virtud motriz del alma. Por eso sucede que todo lo que hay en la cojera respecto al movimiento, se refiere a la virtud motriz como a la causa, y todo lo que es relativo al encorvamiento, es causado, no por la virtud motriz, sino por el encorvamiento de la pierna. Por consiguiente, el mal que acontece en las cosas, en cuanto a tener un ser, una especie o una naturaleza cualquiera, se refiere a Dios como a la causa, porque no puede haber mal mas que en el bien, como antes hemos demostrado. En cuanto a lo que es defectuoso, se refiere el mal a la causa interior defectuosa. Por consiguiente, aunque Dios sea la causa universal de todo, no es la causa de los males en cuanto son males, sino que todo el bien que les esta unido tiene a Dios por causa.



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CAPITULO CXLII

Dios no destruye su bondad permitiendo los males.

Tampoco repugna a la Bondad Divina permitir el mal en las cosas sometidas a su gobierno. En primer lugar, porque no conviene a la Providencia destruir la naturaleza de las cosas que gobierna, sino conservarlas. Es asi que la perfeccion del todo exige. que haya ciertas cosas inaccesibles al mal, y otras que puedan sufrir los efectos del mal, segun su naturaleza; luego si el mal estuviera totalmente excluido de las cosas, no estarian gobernadas por la Providencia Divina, segun su naturaleza; porque el defecto que de ello resultaria seria mayor que los defectos particulares que se les quitasteis. En segundo lugar, porque el bien de una cosa no puede verificarse sin el mal de otra, a la manera que la generacion de una cosa no se verifica sin la corrupcion de otra; la nutricion del leon sin la. muerte de otro animal, y la paciencia del justo sin la persecucion del injusto; luego si el mal estuviera totalmente excluido de las cosas, se seguiria que muchos bienes desapareceran igualmente; luego no conviene a la Providencia Divina excluir enteramente el mal de las cosas humanas, sino que es necesario que los males que acontecen estén ordenados a algun fin. En tercer lugar, porque los bienes llegan a ser mas recomendables por los males particulares, en razon a la comparacion que se hace de ellos, a la manera que el esplendor del color blanco se hace mas vivo con, la. oscuridad del coto; negro. Por lo mismo, pues, que la Bondad Divina permite el mal en el mundo, se hace mas visible en las cosas, apareciendo mas su sabiduria en la coordinacion de los bienes con los males.



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CAPITULO CXLIII

Dios ejerce especialmente su accion providencial sobre el hombre por medio de la Gracia.

Como la Divina Providencia provee a cada casa segun su modo de ser, y como la criatura racional es mas duena de sus actos que todas las demas criaturas, por causa, de su libre albedrio, necesario es qué la criatura racional sea el objeto especial de la accion providencial, de dos modos: el primero, relativo a los auxilios que recibe de Dios por sus obras; el segundo, por la retribucion de sus mismas obras. Las criaturas privadas de razon no reciben de Dios mas que los auxilios que necesitan para la accion natural, al paso que las criaturas racionales reciben ensenanza y preceptos destinados para el régimen de su vida. En efecto: no es conveniente dar preceptos mas que a la criatura que es duena de sus actos, aun cuando se diga, por analogia, que Dios dio preceptos a las criaturas privadas de razon, segun este pasaje del salmo XCVIII, vers. 6: Establecio un precepto, y no le traspasara. Este precepto no es otra cosa que una disposicion de la Providencia Divina, comunicando a. las cosas naturales impulso para las acciones que les son propias. Las acciones de las criaturas racionales les son imputadas como criminales o meritorias, porque son duenas de sus actos, y asi sucede, no solo por parte del hombre constituido en autoridad, sino por parte de Dios; porque los hombres son gobernados por el hombre y por Dios. A todo el que esta sometido a la autoridad de alguno, se le imputa por esta autoridad lo bueno o malo que hace; y como las buenas obras necesitan recompensa, y castigo las malas, como se dijo antes, las criaturas racionales, en conformidad a la Justicia Divina, son castigadas por el mal y recompensadas por el bien que hacen. En cuanto a las criaturas privadas de razon, ni se les puede penar ni recompensar, como tampoco otorgarles alabanzas ni imponerles vituperio.

Como el fin ultimo de una criatura racional excede las facultades de su naturaleza, y como las cosas que estan ordenadas a un fin, deben ser proporcionadas a este fin, segun la rectitud del orden providencial, se sigue que la criatura racional recibe auxilios divinos, no solo proporcionados a su naturaleza, sino superiores también a las facultades, de su naturaleza. Esta es la razon por qué ademas de las facultades naturales de la razon, Dios otorga al hombre la, luz de la gracia que le forma interiormente para la perfeccion de la virtud, en cuanto al conocimiento, ,elevando por esta luz el espiritu del hombre y disponiéndolo al conocimiento de las cosas superiores a su razon; y en cuanto a la accion y a la afeccion, elevando por esta luz la facultad afectiva del hombre sobre todas las cosas criadas para inclinarle al amor de Dios, para esperar en l, y para hacer todo lo que el amor exige. Estos dones o auxilios concedidos sobrenaturalmente al hombre, son llamados gratuitos: primero, porque Dios los concede gratuitamente, en atencion a que no puede encontrarse en el hombre mérito alguno que le dé derecho para semejantes auxilios, porque son superiores a las facultades de la naturaleza humana. Segundo, porque por medio de estos dones el hombre llega a ser mas agradable a Dios de una manera especial. Siendo el amor de Dios una causa de bondad en las cosas, cuando no ha sido producida por una bondad preexistente, como nuestro amor, necesario es admitir una razon especial del amor divino respecto de aquellos a quienes concede algunos efectos especiales. Por esto se dice que ama mucho y simpliciter a aquellos a quienes concede tales efectos de bondad, con cuyo auxilio pueden llegar a su fin, que es Dios mismo la fuente de la bondad.



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CAPITULO CXLIV

Dios por medio de sus dones gratuitos, remite aun los pecados que destruyen la Gracia.

Como los pecados provienen de que las acciones se apartan del orden legitimo que conduce al fin, y como el hombre esta ordenado a un fin, no solo por los auxilios naturales, sino también por los gratuitos, necesario es que los pecados de los hombres estén contrariados, no solo por los auxilios naturales, sino también por los gratuitos: es asi que las cosas contrarias se excluyen mutuamente; luego del mismo modo que los pecados privan al hombre de estos auxilios gratuitos, asi también los pecados son remitidos al hombre por los dones gratuitos. De otro modo, la malicia del hombre que peca tendria mas poder alejando la gracia divina, que la misma bondad divina destruyendo el pecado por los dones del la gracia.

Ademas, Dios gobierna todas las cosas por su providencia, segun su modo de ser: es asi que el modo de ser de las cosas mudables consiste en que puedan producirse en ellas alternativamente cosas contrarias, como la generacion, y la corrupcion en la materia corporal, lo blanco y lo negro en un cuerpo colorado; el hombre es mudable en cuanto a la voluntad todo el tiempo que vive; luego asi Dios concede al hombre dones gratuitos, de tal modo, que pueda perderlos por el pecado, y asi el hombre por su parte comete pecados que pueden ,ser remitidos por dones gratuitos. Ademas de esto, en las cosas que se producen en el orden sobrenatural, se considera lo posible y lo imposible con relacion a la potencia divina, y no segun la potencia humana y natural. Restituir la vista a un ciego y la vida a un muerto, no es un efecto de la potencia natural; es un efecto de la potencia divina; y como los dones gratuitos son sobrenaturales, siendo como es la facultad de obtenerlos un efecto de la potencia divina, decir que después del pecado no pueden obtenerse dones gratuitos, es lo mismo que destruir la potencia divina. Los dones gratuitos no pueden subsistir simultaneamente con el pecado, porque los dones gratuitos conducen al hombre a su fin, y el pecado le aleja de él. Por consiguiente, decir que los pecados no son remisibles, es contrariar a la divina Omnipotencia.



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CAPITULO CXLV

Los pecados no son remisibles.

Es evidentemente falso decir que los pecados son irremisibles, no por razon de la impotencia divina, sino porque conviene a la justicia de Dios que el que cae del estado de la gracia no vuelva a recobrar este estado. En efecto: el orden de la justicia divina no permite se conceda lo que pertenece al término de la via al que esta, aun en la via, porque la inmovilidad en el bien o en el mal es una ventaja que no pertenece mas que al término de la via, porque la inmovilidad es el fin del movimiento: es asi que toda la vida presente es status viae (estado de via), como lo demuestra la mutabilidad del hombre en cuanto al cuerpo y en cuanto al alma; luego no es propio de la justicia divina dejar que el hombre quede inmovilizado en el pecado. Ademas, los beneficios de Dios, y principalmente los mas grandes, no pueden ser nunca un peligro para el hombre: es asi que seria peligro para el hombre, dotado de una vida sujeta a mutacion, la gracia, si pudiera pecar después de haber recibido esta gracia, y no pudiera recobrarla, principalmente cuando los pecados que preceden a la gracia son remitidos por esta gracia, y son estos pecados frecuentemente mayores que los que el hombre comete después de recibida la gracia; luego no puede decirse que los pecados del hombre son irremisibles, ya se hayan cometido antes, ya después.



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CAPITULO CXLVI

Solo Dios puede remitir los pecados.

En efecto: solo el que ha sido objeto de la falta puede remitir la falta cometida. Los pecados son imputados al hombre como falta, no solo por el hombre, sino también por Dios; pero ,como aqui hablamos de los pecados en cuanto son imputados al hombre por Dios, claro es que solo Dios puede remitir los pecados. Ademas, como los pecados separan al hombre del orden que conduce al ultimo fin, no pueden ser remitidos sin que el hombre sea restablecido en este orden, lo cual se verifica por los dones gratuitos, que solo proceden de Dios, porque son superiores a las facultades de la naturaleza; luego solo Dios puede remitir los pecados. Por ultimo, el pecado, en tanto es imputado al hombre, en cuanto que es voluntario: es asi que Dios solo puede mudar la voluntad; luego Dios solo puede remitir los pecados.



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CAPITULO CXLVII

De ciertos articulos de fe que son efectos del gobierno de Dios.

El segundo efecto de Dios es el gobierno de las cosas, y especialmente de las criaturas racionales, a las que concede la gracia y remite los pecados. En el Simbolo de la fe se hace una indicacion de este efecto, y en cuanto que todas las cosas estan ordenadas al fin de la bondad divina, y en virtud de esto proclamamos Dios al Espiritu Santo, porque es propio de Dios dirigir a sus subditos al fin, ya en cuanto que Dios da movimiento a todo, y por lo mismo le llamamos vivificante. En efecto: el movimiento comunicado al cuerpo por el alma, es la vida del cuerpo, y asi también el movimiento comunicado por Dios a todas las cosas, es como una especie de vida del universo. Como toda la razon del gobierno divino esta sacada de la bondad divina, apropiada al Espiritu Santo, que procede como el amor, con razon de conveniencia los efectos de la bondad divina son colocados en las atribuciones de la persona del Espiritu Santo. En cuanto al efecto del conocimiento sobrenatural que Dios produce en el hombre por la fe, se dice: "La Santa Iglesia Catolica", porque la Iglesia es la congregacion de los fieles: en cuanto a la gracia que Dios comunica a los hombres, se dice: "La Comunion de los Santos"; y en cuanto a la remision de la culpa, se dice: "La remision de los pecados".



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CAPITULO CXLVIII

Todas las cosas han sido hechas para el hombre.

Como todas las cosas se ordenan a la bondad divina como a ultimo fin, hay algunas de estas cosas ordenadas a este fin que estan mas proximas a él, participando de una manera mas completa de la bondad divina. Por consiguiente, las cosas que son inferiores en la creacion, y que tienen por lo mismo, menos participacion en la bondad divina, estan ordenadas de cierta manera a los seres superiores como a sus fines. En todo orden de fines; las cosas que estan mas cerca del ultimo fin son a su vez fines de aquellas que estan mas distantes de él. Por ejemplo, la pocion medicinal tiene por objeto la purgacion; la purgacion tiene por objeto la delgadez, y la delgadez la salud; siendo asi en cierto modo, y con razon, la delgadez el fin de la purgacion. Como en el orden de las causas activas la virtud del primer agente llega a los ultimos efectos por medio de las causas medias, asi también, en el orden de los fines, las cosas que estan mas distantes del fin llegan al fin ultimo por medio de las que es mas proximas al fin, a la manera que la pocion no se dirige a la salud mas que por medio de la purgacion. Esta es la razon por qué en el orden del universo las cosas inferiores llegan principalmente, a su ultimo fin, en cuanto que estan ordenadas a las superiores, lo cual es evidente para todo el que fije su consideracion en el orden mismo de las cosas.

Las cosas que naturalmente se hacen son empleadas segun su destino, y asi vemos que las cosas imperfectas se destinan para el uso de los seres mas nobles. De este modo es como las plantas se alimentan de la tierra, los animales de las plantas, y todo, esta destinado para el uso del hombre. Por consiguiente, las cosas inanimadas han sido creadas para las animadas, las plantas para los animales, y todo esto para el hombre. Habiendo demostrado antes que la naturaleza intelectual es superior a la naturaleza corporal, se sigue que toda la naturaleza corporal esta ordenada por la naturaleza intelectual: es asi que entre las naturalezas intelectuales, la que esta mas cerca del cuerpo es el alma racional, que es la forma del hombre; luego toda la naturaleza corporal parece estar creada para el hombre en su cualidad de animal racional, y, por consiguiente, la consumacion de toda la naturaleza corporal depende en cierto modo de la consumacion del hombre.



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CAPITULO CXLIX

Cual es el ultimo fin del hombre.

La consumacion del hombre esta en la posesion del ultimo fin, que es la bienaventuranza o felicidad perfecta, la cual consiste en la vision de Dios, segun se demostro antes. La inmutabilidad de la inteligencia y de la voluntad se adquieren con la vision de Dios. La inmutabilidad, porque cuando se ha llegado a la primera causa en que pueden ser conocidas todas las cosas, cesa la investigacion de la inteligencia. La movilidad de la voluntad cesa también, porque nada mas queda que desear, una vez conseguido el fin ultimo, que encierra la plenitud de toda bondad. La voluntad es mudable en cuanto que desea alguna cosa que no tiene; luego es evidente que la consumacion ultima del hombre consiste en un reposo perfecto del entendimiento y de la voluntad.



402

CAPITULO CL

De qué modo llega el hombre a la eternidad y a la consumacion.

En las anteriores premisas queda demostrado que las condiciones de la eternidad se adquieren por la inmovilidad. Del mismo modo que el movimiento es la causa del tiempo, que consta de anterioridad y posterioridad, necesario es que esta anterioridad y posterioridad cesen por el anonadamiento del movimiento, y que nada quede mas que la eternidad, que toda entera no es mas que un punto; luego el hombre en la consumacion ultima adquiere la eternidad de la vida, no solo relativamente a la vida eterna del alma que posee por su naturaleza, como se demostro antes, sino también relativamente a la inmutabilidad perfecta en que el hombre esta constituido.



403

CAPITULO CLI

De qué modo se requiere, para la perfecta beatitud de la criatura racional, que su alma se una a su cuerpo.

Es necesario considerar que no puede haber inmovilidad completa de la voluntad sin la satisfaccion total de los deseos naturales. Las cosas destinadas a estar unidas segun su naturaleza, aspiran naturalmente a esta union, porque cada cosa apetece aquello, que le conviene segun su naturaleza. Como el alma esta naturalmente unida al cuerpo, experimenta el deseo natural de esta union del cuerpo. Por consiguiente, no podra haber un reposo perfecto de la voluntad, a menos que el alma se una nuevamente a su cuerpo, lo cual no es otra cosa que la resurreccion del hombre. Ademas, la perfeccion final requiere la perfeccion prima. La perfeccion prima de cada cosa es ser perfecta en su naturaleza, y la perfeccion final consiste en la adquisicion del fin ultimo. Para que el alma humana esté constituida completamente en su fin, es necesario que sea perfecta en su naturaleza, lo cual no puede ser sin que esté unida al cuerpo. Es propio de la naturaleza del alma ser una parte del hombre en cualidad de forma: es asi que ninguna parte es perfecta en su naturaleza si no lo es en su todo; luego para la beatitud ultima del hombre es necesario que su alma se una nuevamente a su cuerpo. Otra razon: lo que es accidental y contra naturaleza, no puede ser eterno, es asi que la separacion del alma y del cuerpo es necesariamente accidental y contra naturaleza, si es una necesidad para el alma estar naturalmente unida al cuerpo; luego el alma no estara perpetuamente separada del cuerpo; luego como su substancia es incorruptible, claro es que debe unirse nuevamente al cuerpo.



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CAPITULO CLII

La separacion del alma y del cuerpo es segun la naturaleza; y de que modo es contra naturaleza.

Parece que la separacion del alma y del cuerpo no es un hecho accidental, sino conforme a la naturaleza. En efecto: el cuerpo del hombre esta compuesto de elementos contrarios: es asi que todo ser de esta condicion es naturalmente corruptible; luego el cuerpo humano es naturalmente corruptible. Después de la corrupcion del cuerpo, necesariamente ha de quedar el alma separada del cuerpo. Si el alma es inmortal, necesariamente la separacion del alma y del cuerpo es segun la naturaleza. Vamos a considerar como esta separacion es conforme y contraria a la naturaleza. Antes hemos demostrado que el alma racional excede a la facultad de toda la materia corporal, como lo prueba su operacion intelectual, la cual ejerce sin el auxilio del cuerpo. Para que una materia corporal haya podido serle convenientemente adaptada, necesario ha sido anadir al cuerpo cierta disposicion por cuyo medio esta materia conviniera a la forma. Como esta forma recibe el ser de Dios solo, mediante la creacion, asi también esta disposicion, superior a la naturaleza corporal, ha sido concedida por Dios solo al cuerpo humano, para que le conservase incorruptible, y para que pudiera convenir asi a la perpetuidad del alma. Esta disposicion permanecio en el cuerpo humano durante todo el tiempo que el alma del hombre permanecio unida a Dios; pero habiéndose separado de Dios el alma del hombre por el pecado, era conveniente que el cuerpo del hombre perdiese también esta disposicion sobrenatural, por medio de la cual era el sujeto inmovil del alma; y asi fué como el hombre adquirio la necesidad de morir. Por consiguiente, si se considera la naturaleza del cuerpo, la muerte es un hecho natural; pero si se considera la naturaleza del alma, y esta disposicion que por causa del alma desde el principio habia sido sobrenaturalmente infusa en el cuerpo humano, en este caso es un hecho accidental y contra naturaleza, porque es natural que el alma esté unida al cuerpo.




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