PIO IX MAGISTERIO 1409

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9. Causas de la persecución al clero en Alemania.

De modo que la Iglesia santísima de Cristo, a la que se había asegurado la necesaria amplia libertad de religión a sus Príncipes supremos en públicos congresos, gime ahora en estas regiones expoliada de todos sus derechos y oprimida por fuerzas criminosas que la amenazan con su destrucción total; ya que la finalidad de las nuevas leyes es no dejarla subsistir más. No es extraño por lo tanto que la antigua tranquilidad religiosa se haya visto gravemente perturbada en el Imperio por semejantes leyes y demás asambleas y actos del gobierno prusiano tan funestos para la Iglesia. Pero algunos temerariamente han pretendido culpar a los católicos de esta perturbación en el Imperio germánico. Porque si a éstos se les acusa de que no se sujetan a aquellas leyes, a las que no pueden someterse sin menoscabo de sus con- ciencias, por igual causa y motivo habrían de ser reprochados Jesucristo y los mártires que prefirieron afrontar los más crueles tormentos y la misma muerte, que traicionar a sus obligaciones y quebrar los derechos de su religión, obedeciendo a los mandatos nefandos de los príncipes perseguidores. En efecto, Venerables Hermanos, además de las leyes del gobierno civil. no existieran otras, que colocadas i n un plano completamente superior, habría que acatar, siendo punible al no hacerlo; y en limpia consecuencia aquellas leyes civiles constituyeran la suprema norma humana, como algunos absurda y perversamente pretenden, dignos más bien de reproche fueran los primeros mártires, que de encomios y de alabanza, y todos los que después de ellos los imitaron vertiendo su sangre por la fe de Cristo y la libertad de su Iglesia; más aún no sería permitido contra las leyes civiles y contra la voluntad de los príncipes, enseñar la religión cristiana y constituir la Iglesia

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10. Dos poderes: el religioso y el civil.

Pero la fe enseña y lo demuestra la humana razón, que existen dos clases de ordenes, y que se han de distinguir dos jerarquías simultáneas de potestades en la tierra, la una natural que vela por la seguridad de los negocios seculares y la tranquilidad de la sociedad humana, la otra empero que tiene un origen sobrenatural dirige a la ciudad de Dios, esto es, a la Iglesia de Cristo divinamente establecida para la paz y salud eterna de las almas.

Los deberes de estas dos potestades están sabiamente determinados, para que se den a Dios las que son de Dios, y por Dios al Cesar las cosas que son del Cesar; quien por aquello es grande, por lo que es menor que el cielo; pues él pertenece a Aquel de quien es el cielo y todas las criaturas. La Iglesia nunca se ha desviado de este divino mandato, que se ha esmerado siempre y en todas partes por infiltrar en el mínimo de sus fieles este respeto que inviolablemente deben guardar para con los príncipes supremos y para con sus derechos civiles; y con el Apóstol mantiene que los que imperan no son de temer para la buena obra sino para la mala, mandando a sus súbditos fieles que obedezcan no sólo por temor de la ira, porque el príncipe tiene la espada justiciera en ira para el que. Obra mal sino también por la conciencia. Por que en su oficio es ministro de Dios. Ella disminuye este temor de los príncipes para el mal obrar, excluyéndolo de la observancia de la ley divina, que recuerda lo que San Pedro ordeno a los fieles: "Porque ningún de nosotros ha de padecer como homicida, o ladrón, o malhechor, como entrometido en lo ajeno; pero padece como cristiano, no se avergüence, antes glorifique a Dios con este nombre (1P 4,15-16)

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11. Falsas e injustas acusaciones de desobediencia a las leyes contra los católicos alemanes.

Siendo esto así, fácilmente comprenderéis, amados Hermanos; que Nos llenara, como era natural, de profunda amargura al leer en la carta que acaba de enviarnos el emperador de Alemania la acusación no menos atroz que inesperada contra los católicos súbditos suyos, como se expresa, especialmente contra el clero católico y los Obispos de Alemania. La causa de tal acusación no es otra, que el haberse negado éstos a obedecer a las predichas leyes, menospreciando las cárceles y las tribulaciones, y estimando en nada sus vidas, con la misma constancia con que antes de que dichas leyes fueran sancionadas, levantaron su voz en protesta contra los abusos de las mismas, expuestos en graves, solidísimas y luminosas reclamaciones, las que todo el orbe católico ha recibido con entusiasmo y no pocos entre los heterodoxos las han presentado a sus príncipes, a sus ministros y a las supremas asambleas del Estado. Por tal motivo son acusados públicamente de criminales, como si en un solo haz se unieran y conspiraran con aquellos que se esfuerzan únicamente en destruir toda jerarquía social, despreciando multitud de argumentos que atestiguan a todas luces su incondicional respeto para con el príncipe y su fogueado amor por la patria. Más aún, a Nosotros mismos se Nos solicita que exhortemos a aquellos católicos a la observancia de aquellas leyes, lo que implicaría el que Nosotros cooperáramos con Nuestra obra a la destrucción y dispersión de la grey de Cristo. Pero esperamos, confiados en Dios, que el serenísimo emperador, mejor informado y meditadas más las cosas, rechace tan fútiles e increíbles sospechas contra sus: súbditos fidelísimos, y que no consentirá en adelante que su honor sea destrozado por tan horrible detracción y que perdure acerca de los mismos tan inmerecida calumnia. Por lo demás, no habríamos puesto aquí el comentario a esta carta imperial, si ésta hubiera sido publicada por un órgano oficial berlineses, ignorándolo completamente Nos, y siendo en absoluto fuera de lo acostumbrado, conjuntamente con otra es- grita por Nuestra mano, en la que recurramos a la justicia del serenísimo emperador en favor de la Iglesia católica.

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12. La justicia protege Nuestra causa.

Todo lo que hasta ahora hemos rechazado es manifiesto al mundo entero, por lo tanto, mientras los religiosos y, las santas vírgenes dedicadas a Dios son despojados de la libertad común a todos los ciudadanos, y desalojados de sus conventos con inaudita crueldad, mientras son cada vez más sustraídas de la vigilancia y saludable magisterio mientras se disuelven las congregaciones instituidas para el fomento de la piedad y los mismos seminarios de los clérigos, mientras se coarta la libertad a la predicación evangélica, mientras en algunas regiones del Imperio se impide que los fundamentos de la instrucción religiosa sean expuestos en lengua patria, mientras son arrancados de sus parroquias los párrocos colocados a su frente por los Obispos, mientras los - mismos Obispos son privados de sus rentas, mientras los católicos son vejados con todo género de crueldades, puede concebirse que Nos resolvamos a lo que se Nos insinúa, y que no invoquemos en favor de Nuestra causa la religión de Jesucristo y la verdad?

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13. Condenación de la secta de los "Viejos Católicos".

Ni terminan aquí las injurias que se han inferido a la Iglesia católica. Porque se, añade a aquello la protección del gobierne de Prusia y de los demás gobiernos del imperio alemán a aquellas sectas nuevas que por un abuso de nombre se llaman "Los Viejos Católicos", lo cual realmente en sí, no pasaría de lo ridículo, si la multitud de los más groseros errores contra los principales principios de la fe católica , tantos sacrilegios cometidos con las cosas divinas , y en la administración de los sacramentos, tan gravísimos escándalos, tanto mal, en fin ocasionado a las almas redimidas con la sangre de Cristo, no arrancaran más bien lagrimas de Nuestros Ojos.

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14. Impíos fines y métodos de esta secta.

Y en efecto, lo que pretenden estos desgraciados hijos de la perdición, se hace patentísimo ya por otros de sus escritos, ya principalísimamente por el que recién se acaba de publicar, impío y desvergonzado escrito por el que ellos han constituido su pseudo obispo. Puesto que corrompen y pervierten la verdadera potestad de jurisdicción en el Romano Pontífice y en los Obispos, sucesores de San Pedro y los Apóstoles, la que así transmiten al pueblo, o como ellos dicen, a la comunidad, obstinadamente rechazan e impugnan el magisterio infalible, ya del Romano Pontífice, ya de toda la Iglesia docente, y contra el mismo Espirito Santo prometido por Cristo a su Iglesia para que permaneciera con ella hasta el fin de los tiempos, afirman con increíble audacia, que el Romano Pontífice, hasta los Obispos, los sacerdotes, y el pueblo reunido con El en unidad y comunión de fe, cayeron en herejía cuando aprobaron y profesaron las definiciones del Ecuménico Concilio Vaticano; Por lo mismo niegan la indefectibilidad de la Iglesia, y con tremenda blasfemia afirman, que la misma ha perecido en todo el mundo y en consecuencia su cabeza visible y los Obispos han dejado de existir; de donde se impone la obligación de restaurar el legítimo episcopado en su seudo - obispo, quien no entrando por la puerta sino por los muros del redil, como ladrón y salteador, se vuelve en contra de la misma cabeza de Cristo.

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15 Nada podrá el infierno contra la Iglesia de Cristo.

A pesar de todo, estos infelices, que socavan los fundamentos de la Religión Católica, que confunde todas sus notas y propiedades, que tan múltiples y nefandos errores han cometido, o para mejor decir, sustraído de la vieja despensa de los herejes, revestidos a su modo, los han presentado a la luz pública, no avergonzándose de llamarse católicos. Más aun, "viejos católicos", cuando por su novedad y clase de doctrina se despojan por completo de las notas de antigüedad y catolicidad. Con más derechos ahora que otrora por medio de San Agustín contra los Donacianos, se levanta la Iglesia expandida ya por el mundo universo, a la que Cristo Hijo de Dios vivo edificó sobre piedra: contra la que no podrán las puertas del infierno , y con la cual. El mismo que afirmó de sí poseer toda potestad en el cielo y en la tierra, prometió permanecer todos los días hasta la consumación de los siglos. Clama la Iglesia a su esposo eterno ¿Que acontece, pues no entiendo, que los que se apartan de mí se quejan contra mí? ¿porqué los perversos se esmeran en perderme? Dímelo pues afirman; fue pero ya no es, ellos decantan: se han realizado las Escrituras todos los pueblos se han convertido, pero apostató y pereció la Iglesia de todas las gentes. Pero a la Iglesia fue manifestando que no salió fallida la oración, ¿Cómo se lo reveló? "He aquí que yo estaré todos los días hasta la consumación de los tiempos" (Mt 28,20), Impulsada por vuestra voces y por vuestros erróneos pensamientos, se vuelve a Dios preguntando sobre la brevedad de sus días; y encuentra que el Señor le dice: "He aquí que yo estaré todos los días hasta la consumación de los tiempos" (Mt 28,20). Pero vosotros decís: de nosotros se dice que estamos y estaremos hasta la consumación de los tiempos. Sea entonces preguntado el mismo Cristo: Y este evangelio, nos dice, será predicado por todo el mundo, como testimonio para todos los pueblos, y entonces vendrá el fin (Mt 24,14 Mc 13,10). Por lo tanto hasta el final de los tiempos permanecerá la Iglesia entre todos los pueblos. Mueran pues los herejes, pierdan lo que tienen, y se den cuenta de que son como si no existieran.

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16. José Huberto Reinkens falso y apóstata obispo.

Pero estos hombres progresando con mayor audacia por los caminos de la perdición y de la iniquidad, como suele acontecer a los herejes por justo castigo de Dios, como insinuamos, han elegido y constituido como seudo-obispo a un bien conocido apóstata de la fe católica Humberto Reinkens: y para que nada faltara a este descaro, ha acudido para su consagración episcopal a los jansenistas de Utrech, a los que antes de su separación de la Iglesia, tenía, con los demás católicos por herejes cismáticos. A pesar de todo, el mencionado José Huberto se atreve a llamarse obispo y lo que parece increíble, por público decreto es reconocido y nombrado como obispo católico por el serenísimo emperador de Alemania, y propuesto a los fieles todos como a quien han de reconocer y obedecer en lugar del verdadero obispo. Hasta los principios más rudimentarios de la doctrina católica enseñan que ningún obispo puede ser legítimo sino en comunión de fe, caridad con la Piedra, sobre la que ha sido edificada la única Iglesia de Cristo, quien no se une al Supremo Pastor, a quien han sido confiadas para su gobierno todas las ovejas de Cristo; quien no está unido con el sostén de la fraternidad que existe en el mundo. Y en realidad a Pedro habló el Señor: "a uno, para que la unidad fuera cimentada sobre uno"; a Pedro confirió la divina Misericordia, la grande y admirable participación de su potestad, y si dispuso que alguna cosa tuviese en común con los demás Príncipes, lo concedió mediante el mismo, nunca por otro camino. En consecuencia, de esta Sede Apostólica, en la que el bienaventurado San Pedro vive, preside y reparte la fe a todos los que la buscan, brotan para todos, los derechos de la santa Comunión; y está fuera de toda duda que esta misma Sede constituye para todas las demás Iglesias expandidas por el orbe entero lo que es la cabeza para cl resto de los miembros, de la que si alguno se separa o aparta de la Religión cristiana, pues ha roto la trabazón con la misma.

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17. El Obispo católico ha de estar en comunión con la Santa Sede.

Por esto, el Santo Mártir Cipriano hablando del seudo-obispo cismático Novaciano, le niega la misma comunión como a un separado y escindido de la Iglesia de Cristo. Quienquiera que sea, y cualquiera que sea, dice, no es Cristiana si no está en la Iglesia de Cristo. Pagado de si mismo, puede vanagloriarse con soberbio tono de su filosofía y elocuencia quien no mantuvo ni la fraterna caridad ni la unidad eclesiástica, perdió aun lo que antes era. Como la Iglesia fundada por Cristo es una, multiplicada en sus miembros por todo el mundo, y el episcopado es uno, difundido por la multitud grande y concorde de los obispos aquél, después de la tradición divina, después dc la unidad compacta y todo armónica de la Iglesia católica, esfuerza en construir una iglesia humana. Quien por lo tanto ni guarda la unidad de espíritu ni la vinculación la paz, y se desliga de las ataduras de la Iglesia y del colegio sacerdotal no puede tener la potestad del Obispo ni su honor, quien no ha querido la unidad del episcopado ni la paz.

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l8. Excomunión del obispo hereje y de todos los que lo eligieron y obedecen.

Nos por lo tanto, que hemos sido constituidos en esta suprema Cátedra de Pedro para custodia de la fe católica y para conservar y defender la unidad de la Iglesia universal, siguiendo los ejemplos y costumbres de Nuestros predecesores y de las sagradas leyes, con Nuestra potestad conferida por el cielo, no sólo declaramos, rechazamos y detestamos la elección del mencionado José Huberto Reinkens llevada a cabo contra los decretos del Derecho Canónico, como ilícita, irrita y completamente nula y su consagración como sacrílega; sino que al mismo José Huberto, y a los que lo pretendieron elegir, y a los que le confirieron sacrílegamente su consagración, y a los que con ellos se le adhirieron, y a quienes se comprometieron a prestarle ayuda, auxilio protección o consentimiento en nombre de Dios omnipotente , los excomulgamos y anatematizamos, y declaramos, ordenamos y mandamos que sean separados de la comunión de la Iglesia y que sean tenidos entre el número de aquellos, cuyo trato y conversación de tal manera prohíbe el Apóstol a todos los fieles cristianos, que ni siquiera les permiten saludarlos.

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19. Persecuciones en América.

Por todas estas cosas a las que Nos hemos referido, más bien para lamentarlas que para contarlas, Venerables Hermanos, os es bien conocido, cuán triste y lleno, de peligro es el estado de los católicos en todas aquellas regiones de Europa que hemos mencionado, ni mejor se encuentran estos asuntos ni más tranquilos; los tiempos en América; en algunos son tan molestos para los católicos, que sus gobiernos parecen negar con sus hechos la fe que profesan. Pues, allí se emprendió, hace algunos años, una guerra tenaz contra la Iglesia, y comenzáronse a destruir sus instituciones y los derechos de esta Apostólica Sede. Contaríamos con material abundante, si quisiéramos continuar esta materia; pero como la gravedad de los asuntos no permite el tratarlos ligeramente, volveremos sobre ellos con más detenimiento en mejor oportunidad.

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20. Amplitud de esta guerra contra la Iglesia. La masonería.

Admirará tal vez, a alguno de vosotros, Venerables Hermanos, la amplitud que ha tomado esta guerra que en Nuestros tiempos se lleva y cabo contra la iglesia Católica. Pero a la verdad, si alguien con detención, examina la índole, las pretensiones, la finalidad de las sectas ya sea que se llamen masónicas, ya que con cualquier otro nombre se distingan y las compara con la índole, modalidad, y amplitud de esta contienda en la que está empeñada la Iglesia casi en igual forma en todas partes del mundo, no quedará la menor duda de que todas las presentes perturbaciones se deben en gran parte a los engaños y maquinaciones de una misma secta. Entre éstas, se distingue la sinagoga de Satanás que contra la Iglesia de Cristo ejercita sus fuerzas, las lanza a su ataque, y las cierra en combate. Tiempo ha que fueron denunciadas por predecesores, los vigías de Israel, ante reyes y pueblos y con repetidas condenaciones derribadas por tierra. Nos tampoco desfallecimos en este oficio, ¡Ojalá se hubiera prestado mayor fe a los Pastores de la Iglesia, por parte de aquellos que podían haber apartado una peste tan perniciosa! Pero ésta, deslizándose siempre por sinuosos cauces, jamás interrumpiendo su tarea, seduciendo a muchos con sus engaños arteros, ha adquirido al presente tales proporciones, que abandonando ya sus escondrijos, se manifiesta potente y dominadora. Multiplicadas indefinidamente en el número de sus secuaces, piensan estas sectas exsecrandas, que habiendo conquistado ya la opinión pública, les resta exclusivamente el término de sus aspiraciones; Conseguido el fin, que por tanto tiempo han ansiado, apoderándose del gobierno en muchas regiones, y, conquistadas la fuerza y el favor de la autoridad, se proponen audazmente a reducir a esclavitud durísima a la Iglesia de Dios, socavan los fundamentos sobre que descansa, procuran especialmente despojarla del esplendor de sus notas divinas por las que brilla de un modo especial ¿Qué más? A la Iglesia, herida ya por repetidos golpes, arruinada, destronada, la destruirán por completo, si les fuera posible.

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21. Exhortación a luchar contra todos los errores actuales.

Siendo esto así, mis Venerables Hermanos, emplead toda diligencia para protegeros contra las insidias de estas sectas, para librar del contagio a los fieles que han sido encomendados a vuestro cuidado, y para sacar de los lazos de perdición a los que se hayan afiliado a ellas. Manifestad y combatid los errores de quienes tramando y programando artificios en sus reuniones secretas, no tienen reparo en asegurar que la única finalidad que persiguen es el progreso y utilidad social y el ejercicio de la ayuda mutua. Demostradles con frecuencia y grabadles en lo más profundo de su ánimo los enseñanzas pontificias acerca de esta materia, y decidles que no solamente fustigan a las sociedades masónicas de Europa, sino también las que se hallan en América y aun diseminadas por todo el mundo.

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22. Tener esperanza en mejores tiempos.

Por lo demás, Venerables Hermanos, ya que Nos ha tocado vivir tiempos en que, si hay mucho que obedecer, también se multiplicaron las ocasiones de merecer, esforcémonos como buenos soldados de Cristo, para no decaer de ánimo; más aun, en las mismas luchas combatamos, con la esperanza cierta de la futura tranquilidad, y de mejores tiempos para la Iglesia alentémonos, a Nosotros mismos al clero y al pueblo, confiados en el divino auxilio y en aquella nobilísima recomendación del impetuoso Crisóstomo: "nos apremian muchos gemidos, y graves tempestades; pero no tenemos hundimiento, porque estamos sobre un« piedra. Enfurézcase el mar; no podrá acabar con la piedra; levántense las olas, no podrán cubrir la nave de Jesús; nada más fuerte que la Iglesia; la Iglesia es más fuerte que el mismo cielo. El cielo y la tierra pasarán. ¿Qué palabras? Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas infernales no prevalecerán contra ella. Si no creéis a las palabras, persuadios viendo los hechos ¡Cuantos tiranos ensayaron estrangular a la Iglesia! ¡Cuántas sartenes, cuántas, cuántos hornos, fauces de fieras, espadas relucientes! Y nada se logra ¿Dónde están aquellos enemigos? Yacen en completo olvido y abandono. ¿Dónde está la Iglesia? Refulge como el sol. Las cosas que pertenecían a aquellos se han desvanecido: ¡las de la Iglesia permanecen inmortales! Si no prevalecieron cuando los cristianos no eran más que un puñado de hombres: ahora que todo el mundo está repleto de la religión santa, ¿con que medios la podrán vencer? "El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán" Por lo tanto, sin dejaros intimidar por ninguna clase de peligros, y sin la menor perplejidad, continuemos en la oración, procurando apaciguar las iras del cielo provocada por las maldades de los hombres; hasta tanto que levantándose en su misericordia el Omnipotente mande a las tempestades, y vuelva la bonanza.

Entre tanto, muy afectuosamente os impartimos la Bendición Apostólica como gran testimonio de nuestra benevolencia para con vosotros. Venerables Hermanos, clero y pueblo universo confiado a vuestros cuidados.

Dada en Roma cabe San Pedro. el 21 de noviembre del año del Señor 1873, de Nuestro pontificado el vigésimo octavo.

PÍO PAPA IX.




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