PIO XI, MAGISTERIO PONTIFICIO 716

8. Refutación del mensaje del gobierno.

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Procuraremos ser breves al rectificar las faciles afirmaciones del mensaje de que hemos hablado. Y decimos faciles, por no calificarlas de audaces, ya que el publico, se sabia, se encontraba en la casi imposibilidad de verificarlas de ninguna manera. Seremos breves, tanto mas cuanto que muchas veces, sobre todo en los ultimos tiempos, hemos tratado asuntos que vuelven a presentarse hoy, y Nuestra palabra, Venerables Hermanos, ha podido llegar hasta vosotros y por vosotros a Nuestros queridos hijos en Jesucristo, y esperamos que lo mismo sucedera con las presentes letras.

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El mensaje en cuestión decia, entre otras cosas, que las revelaciones de la Prensa hostil de partido habian sido confirmadas en casi su totalidad, en su sustancia, por lo menos, precisamente por L'Osservatore Romano. La verdad es que L'Osservatore Romano ha demostrado, de vez en cuando, que las pretendidas revelaciones eran otras tantas invenciones, o totalmente, o por lo menos en la interpretación dada a los hechos. Basta leer sin mala fe y con la mas modesta capacidad de comprension.

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El mensaje decia también que era una tentativa ridicula la de hacer pasar a la Santa Sede como victima en un pais donde miles de viajeros pueden dar testimonio del respeto con que se trata a los sacerdotes, a los prelados, a la Iglesia y a las ceremonias religiosas. Si, Venerables Hermanos, seria una tentativa harto ridicula, como seria ridiculo querer derribar una puerta abierta. Porque los viajeros extranjeros, que no faltan nunca en Italia y en Roma, han podido, desgraciadamente, ver con sus propios ojos las irreverencias impias y difamatorias, las violencias, los ultrajes, los vandalismos cometidos contra los lugares, las cosas y las personas en todo el pais y en esta misma Sede episcopal Nuestra, cosas todas ellas deploradas por Nos varias veces, después de una información cierta y precisa.

9. Ingratitud con la Iglesia y la Santa Sede.

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El mensaje denuncia la "negra ingratitud" de los sacerdotes que hostilizan el partido, el cual ha sido, como se dice, en toda Italia la garantia de la libertad religiosa. El clero, el Episcopado y la Santa Sede no han dejado de apreciar la importancia de lo que se ha hecho en estos anos en beneficio de la Religión, y frecuentemente han manifestado un vivo y sincero reconocimiento. Pero con Nos, el Episcopado, el clero y todos los verdaderos fieles, y hasta los ciudadanos amantes del orden y de la paz, se han llenado de pena y preocupación ante los atentados cometidos rapidamente contra las mas sanas y preciosas libertades de la Religión y de las conciencias, a saber, todos los atentados contra la Acción Catolica, sobre todo contra las asociaciones de juventudes, atentados que han llegado al colmo en las medidas policiacas tomadas contra ellas de la manera indicada, atentados y medidas que hacen dudar seriamente si las primeras actitudes benévolas y bienhechoras provenian de un amor sincero y de un sincero celo por la Religion. Si se quiere hablar de ingratitud ha sido y sigue siendo para con la Santa Sede la obra de un régimen, que a juicio del mundo entero ha sacado de sus relaciones amistosas con la Santa Sede, en la nación y fuera de ella, un aumento de prestigio y de crédito, que a muchos en Italia y en el extranjero les ha parecido excesivo el favor y la confianza de Nuestra parte.

10. Necesidad de Nuestras decisiones.

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Cuando se consumaron las medidas de policia, acompanadas de violencias, irreverencias, de aquiescencia y connivencia de las autoridades de seguridad publica, Nos suspendimos el envio de un Cardenal legado a las fiestas centenarias de Padua y, al mismo tiempo, las procesiones solemnes en Roma y en Italia. Las disposiciones eran evidentemente de Nuestra competencia y teniamos motivos tan graves y urgentes, que Nos creaban el deber de adoptarlas, aun sabiendo los grandes sacrificios que con ellas imponiamos a los fieles y la molestia que Nos experimentabamos mas que nadie. Pero ¿como se hubieran desarrollado normalmente estas alegres solemnidades entre el duelo y la pena en que estaban sumergidos el corazon del Padre comun de todos los fieles y el corazon maternal de nuestra Santa Madre la Iglesia, en Roma, en Italia, en todo el mundo católico, como se ha demostrado luego, por la participación verdaderamente mundial de todos Nuestros hijos, y vosotros, Venerables Hermanos, a la cabeza de ellos? ¿Como no habiamos de temer Nos también por el respeto y la seguridad misma de las personas y de las cosas mas sagradas, dada la actitud de las autoridades y de la fuerza publica, y ante tantas irreverencias y violencias?

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En todas partes donde Nuestras decisiones han sido conocidas, los buenos sacerdotes y los buenos fieles tuvieron la misma impresión y los mismos sentimientos, y alli donde no fueron intimidados, amenazados, o peor todavia, dieron pruebas magnificas y muy consoladoras para Nos, reemplazando las celebraciones solemnes por horas de oración, adoración y reparación, uniéndose en el pesar y en la intención con el Sumo Pontifice, en medio de un maravilloso concurso del pueblo.

11. Falsedad de las imputaciones hechas por el mensaje.

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Sabemos como han sucedido las cosas alli donde Nuestras instrucciones no pudieron llegar a tiempo, y cual fue la intervención de las autoridades que subraya el mensaje, de aquellas mismas autoridades que habian asistido, o que poco después habian de asistir mudas y pasivas a la realización de actos netamente anticatolicos y antirreligiosos, cosa que el mensaje no dice en manera alguna. Pero dice, por el contrario, que hubo autoridades eclesiasticas locales que se creyeron en el caso de no tener en cuenta Nuestra prohibicion. No conocemos una sola autoridad eclesiastica local que haya merecido la ofensa que implican estas palabras. Sabemos, por el contrario, y deploramos vivamente, las imposiciones con frecuencia amenazadoras y violentas infligidas o que se ha dejado infligir a las autoridades eclesiasticas locales. Estamos informados de impias parodias de canticos sagrados y de cortejos religiosos, tolerados con profunda molestia para los verdaderos fieles y la emoción real de todos los ciudadanos amantes de la paz y del orden, que veian no defendidos el orden ni la paz, y, lo que es peor, precisamente por aquellos que tienen el gravísimo deber de defenderlos y un interés vital en cumplir este deber.

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El mensaje repite la tan reiterada comparación entre Italia y otros Estados en los que la Iglesia esta realmente perseguida, y contra los cuales no se han oido palabras como las pronunciadas contra Italia, donde -dice- la religión ha sido restaurada. Ya hemos dicho que guardamos y guardaremos perenne gratitud y recuerdo por todo cuanto se ha hecho en Italia en beneficio de la religión, aunque también en beneficio simultaneo no menor, y tal vez mayor, del partido y del régimen. Hemos dicho y repetido también que no es necesario (con frecuencia seria muy nocivo a los fines pretendidos) que todo el mundo sepa y conozca lo que Nos y esta Santa Sede, por medio de nuestros representantes, de nuestros hermanos en el episcopado, debemos decir y las advertencias que Nos hacemos alli donde los intereses de la religión lo requieren y en la medida que la necesidad requiere, sobre todo alli donde la Iglesia se halla realmente perseguida.12. Protestamos por la persecución de que es objeto la A. C.

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Pero con indecible dolor vemos desencadenarse en nuestra Italia y en nuestra Roma una verdadera y real persecución contra lo que la Iglesia y su jefe querido en punto a su libertad y a sus derechos, libertad y derechos que son los de las almas, y mas particularmente, de las almas de los jóvenes, a quienes de un modo particular ha confiado a la Iglesia el Divino Creador y Redentor.

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Como es notorio, hemos afirmado y protestado en varias ocasiones con toda solemnidad de que la Acción Catolica, tanto por su naturaleza y su esencia misma (participación y colaboración del Estado seglar en el Apostolado jerarquico), como por Nuestras precisas y categoricas normas y prescripciones, esta fuera y por encima de toda politica de partido. Al mismo tiempo hemos afirmado y protestado que sabiamos de ciencia cierta que Nuestras normas y prescripciones habian sido fielmente obedecidas en Italia. El mensaje dice que la afirmación de que la Acción Catolica no ha tenido un verdadero caracter politico, es completamente falsa. No queremos revelar todo lo que hay de irrespetuoso en esta acusacion; los motivos que el mensaje alega demuestran toda su falsedad y una ligereza que tachariamos de ridiculas, si no fueran lamentables.

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La Acción Catolica tenia, dice el mensaje, banderas, insignias, listas de adheridos y todas las otras apariencias exteriores de un partido politico. Como si las banderas, las insignias, las listas de adheridos y otras parecidas formalidades exteriores no fuesen hoy dia comunes en todos los paises del mundo a las Asociaciones mas diversas, y a actividades que no tienen nada que ver con la politica: deportivas y profesionales, comerciales e industriales, escolares, religiosas del mas piadoso caracter y, a veces, casi infantiles, como la de los Cruzados eucaristicos.

13. Falsas razones aducidas por el mensaje: 1ª La A. C. y el Partido Popular.

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El mensaje no puede menos de sentir la debilidad del motivo alegado, y como para salvar su argumentación, aduce otras tres razones.

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La primera es que los jefes de la Acción Catolica eran casi todos miembros o jefes del Partido Popular, que ha sido (dice) uno de los mas acérrimos enemigos del partido fascista. Esta acusación ha sido lanzada mas de una vez contra la Acción Catolica; pero siempre en términos generales y sin precisar nombre ninguno. En vano hemos pedido cada vez nombres y datos precisos. Solamente un poco antes de las medidas de policia tomadas contra la Acción Catolica, y con el fin evidente de prepararlas y justificarlas, la prensa enemiga ha publicado algunos hechos y algunos nombres, utilizando no menos evidente las partes de la policia: tales son las pretendidas revelaciones a que alude el mensaje en su preambulo y que L'Osservatore Romano ha desmentido y rectificado plenamente, lejos de confirmarlas, como afirma el mensaje, enganando lastimosamente al gran publico.

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Por lo que a Nos toca, Venerables Hermanos, además de las informaciones reunidas hace tiempo, y de la encuesta personal hecha de antemano hemos creido que era Nuestro deber el procurarnos nuevas informaciones y proceder a una nueva indagación, y he aqui, Venerables Hermanos, los resultados positivos de Nuestra investigacion. Ante todo hemos comprobado que en el tiempo en que subsistia aun el Partido Popular y en que el nuevo partido no se habia afirmado todavia, varias disposiciones publicadas en 1919 prohibian ejercer las funciones de director de la Acción Catolica a cualquiera que al mismo tiempo ocupase cargos directivos en el Partido Popular.

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Hemos visto también, Venerables Hermanos, que los casos de ex directores locales del Partido Popular, convertidos en directores locales de Acción Catolica, se reducen a cuatro; y hacemos notar la insignificancia de esta cifra frente a las 250 Juntas Diocesanas, 4.000 secciones de hombres catolicos y mas de 5.000 Circulos de Juventudes Catolicas. Y debemos anadir que en los cuatro casos en cuestión se trataba de individuos que jamas dieron lugar a dificultad alguna, y de los que algunos simpatizan francamente con el actual régimen y con el partido fascista, por el que son bien mirados.

14. Religiosidad apolitica de la A. C.

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No queremos omitir esta otra garantia de la religiosidad apolitica de la Acción Catolica, religiosidad bien conocida de vosotros, Venerables Hermanos, Obispos de Italia: la garantia consiste y consistira siempre en la absoluta dependencia de la Acción Catolica del Episcopado, al cual pertenece siempre la elección de sacerdotes asistentes y el nombramiento de los Presidentes de las Juntas diocesanas; de donde claramente se deduce que al poner en vuestras manos y al recomendaros las Asociaciones indicadas, Nos no hemos ordenado ni dispuesto nada nuevo substancialmente. Después de la disolución y desaparición del Partido Popular, los que pertenecian ya a la Acción Catolica, continuarian perteneciendo a ella, sometiéndose con perfecta disciplina a su ley fundamental, es decir, absteniéndose de toda actividad politica; y esto es lo que hicieron también los que entonces solicitaron su admision.

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¿Con qué justicia y con qué caridad hubiéramos podido excluirlos, ya que se presentaban con las cualidades referidas, sometiéndose voluntariamente a esta ley de apoliticidad? El régimen y el partido, que parecen atribuir una fuerza tan temible y tan temida a los miembros del Partido Popular en el terreno politico, deberian mostrarse agradecidos a la Acción Catolica, que ha sabido retirarlos de este terreno y los ha obligado a prometer no ejercitar ninguna actividad politica, sino exclusivamente una actividad religiosa.

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Nosotros, por el contrario, Nosotros, la Iglesia, la religión, los fieles catolicos (y no solamente el Romano Pontifice), no podemos estar agradecidos a quien después de haber disuelto el socialismo y la masoneria, nuestros enemigos declarados (pero no solo de Nosotros), les ha abierto una amplia entrada, como todo el mundo lo ve y lo deplora, y ha permitido que lleguen a ser tanto mas fuertes y peligrosos cuanto mas disimulados y mas favorecidos por el nuevo uniforme.

15. 2ª: Presuntas infracciones cometidas por la A. C.

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Con gran empeno, y no raras veces, se Nos ha hablado, segúndo, de infracciones; hemos siempre pedido nombres y hechos concretos, siempre dispuestos a intervenir y a proveer; jamas se ha dado respuesta a Nuestras preguntas.

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El mensaje denuncia que una parte considerable de los actos de organización en la Acción Catolica eran de naturaleza politica, y no tenian nada que ver con la Educación religiosa y la propagación de la fe. Sin detenernos en la manera incompetente y confusa con la que se indican los objetivos de la Acción Catolica, notemos simplemente que todos cuantos conocen y viven la vida contemporanea, saben que no existe iniciativa ni actividad, desde las mas cientificas y espirituales hasta las mas materiales y mecanicas, que no tengan necesidad de organización y de actos encaminados a ella, y que ni estos actos ni la organización misma se identifican con las finalidades de las iniciativas diversas, sino que son simples medios para mejor atender los fines que cada cual se propone.

16. 3ª: La A. C. entorpece la obra del Estado.

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Sin embargo (continua el mensaje), el argumento mas fuerte que puede emplearse para justificar la destrucción de los circulos y Juventudes Catolicas, es la defensa del Estado, la cual es mas que un simple deber para cualquier clase de Gobierno. Nadie duda de la solemnidad y de la importancia vital de semejante deber y semejante derecho, anadimos Nosotros, puesto que (y queremos poner en practica esta convicción, de acuerdo con todas las personas honradas y juiciosas) estimamos que el primero de los derechos es el de ejecutar el deber. Ninguno de cuantos hayan recibido el mensaje y lo hayan leido habra podido reprimir cierta sonrisa de incredulidad, ni se habria visto libre de un verdadero estupor si el mensaje hubiese anadido que de los circulos catolicos cerrados 10.000 eran, o por mejor decir, son, circulos de juventud femenina, con un total de 500.000 jóvenes y niñas; ¿quién puede ver con ello un serio peligro o una amenaza real para la seguridad del Estado? Y es preciso considerar que tan solo 220.000 jóvenes son miembros "efectivos", mas de 100.000 son pequeñas "aspirantes", y mas de 150.000 son "benjaminas" aun mas pequeñas...

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Además existen los circulos de la Juventud Catolica masculina, esta misma Juventud Catolica, que en las publicaciones juveniles del partido y en los discursos y circulares de los jerarcas -asi los llaman- son expuestos y senalados al desprecio y a los ultrajes (cualquiera podra juzgar con qué sentido de responsabilidad pedagogica), como un grupo de haraganes y de individuos capaces tan solo de llevar cirios y rezar rosarios en las procesiones; puede ser que por este motivo hayan sido en los ultimos tiempos tan frecuentemente y con valor tan poco noble asaltados, maltratados hasta hacerles derramar sangre, abandonados sin defensa por aquellos que debian y podian protegerlos, mientras que nuestros jóvenes desarmados e indefensos se veian atacados por gentes violentas y frecuentemente armadas.

17. Los argumentos anteriores carecen de consistencia.

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Si hay que buscar aqui el argumento mas fuerte para justificar la "destruccion" (esta palabra no deja duda ninguna sobre las intenciones que se abrigan) de Nuestras queridas y heroicas Asociaciones juveniles de Acción Catolica, bien veis, Venerables Hermanos, que tenemos sobrados motivos para regocijarnos; ya que el argumento demuestra hasta la evidencia, que es increible e inconsistente. Pero, ¡ay!, que debemos repetir mentita est iniquitas sibi (Falsos testigos se leantaron contra mi
Ps 26,12) y que el argumento mas fuerte en favor de la destrucción deseada debe buscarse en otro terreno. La batalla que hoy se libra no es politica, sino moral y religiosa; esencialmente moral y religiosa.

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Hay que cerrar los ojos a esta verdad y ver o, por mejor decir, inventar pretextos politicos alli donde no hay mas que moral y Religión, para concluir, como lo hace el mensaje, que se habia creado la situación absurda de una fuerte organización a las ordenes de un Poder "extranjero", el "Vaticano", cosa que ningun pais del mundo hubiera permitido.

18. Injurias hechas a la A. C. italiana.

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Se han secuestrado en masa los documentos de todas las oficinas de la Acción Catolica; se continua (hasta este punto hemos llegado) interceptando y secuestrando toda la correspondencia de la que se sospecha que tiene alguna relación con las Asociaciones perseguidas, y aun con aquellas que no lo son, como los Patronatos. Pues bien, que se nos diga a Nos, a Italia y al mundo cuales y cuantos son los documentos de politica tramada por la Acción Catolica con peligro del Estado. Nos atrevemos a decir que no se encontrara ninguno, a menos de leer o interpretar conforme a las ideas preconcebidas injustas y en plena contradicción con los hechos y con la evidencia de pruebas y testimonios innumerables. Que si se descubrieran documentos auténticos y dignos de consideración, Nos seriamos el primero en reconocerlos y tenerlos en cuenta. ¿ Pero quién querra, por ejemplo, tachar de politica, y de politica peligrosa para el Estado, alguna indicación, alguna desaprobación de los odiosos tratamientos tan frecuentemente infligidos ya en tantas partes a la Acción Catolica, aun antes de los ultimos acontecimientos?

19. Los documentos prueban la inocencia de la A. C.

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Por el contrario, se encontraran entre los documentos secuestrados pruebas y testimonios sin numero del profundo y constante espiritu de religión y de la religiosa actividad de toda la Acción Catolica, y particularmente de las Asociaciones juveniles y universitarias. Bastara saber leer y apreciar, como lo hemos hecho Nosotros un incalculable numero de veces, los programas y las memorias, los procesos verbales de Congresos, de semanas de estudios religiosos, de oraciones, de ejercicios espirituales, de frecuencia de Sacramentos practicada y suscitada, de conferencias apologéticas, de estudios y de actividad catequistica, de corporación y de iniciativa de verdadera y pura caridad cristiana en las Conferencias de San Vicente y en otras formas de actividad y de cooperación misionera.

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En presencia de semejantes hechos y de semejante documentación, o sea, en presencia de la realidad hemos dicho siempre y lo volvemos a repetir, que el acusar a la Acción Catolica italiana de hacer politica, era y es una verdadera y pura calumnia. Los hechos han demostrado lo que se pretendia y preparaba con semejante procedimiento: se ha verificado una vez mas en grandes proporciones la fabula del lobo y el cordero; y la Historia no podra menos de recordarlo.

20. La A. C. no es un "poder extranjero".

Por lo que toca a Nos, ciertos hasta la evidencia de estar y mantenernos en el terreno religioso, jamas hemos creido que pudiéramos ser considerados como un "Poder extranjero", sobre todo, por los catolicos, y por los catolicos italianos.

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Precisamente por razon del Poder apostolico que a pesar de Nuestra indignidad Nos ha sido conferido por Dios, todos los catolicos del mundo consideran a Roma como a la segúnda patria de todos y cada uno de ellos. No hace muchos anos que un hombre de Estado, uno de los mas célebres, ciertamente, y no católico ni amigo del catolicismo, declaraba en plena Asamblea politica que no podia considerar como extranjero a un Poder al que obedecian veinte millones de alemanes.

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Para afirmar que ningun Gobierno del mundo hubiera dejado subsistir la situación creada en Italia por la Acción Catolica, es necesario ignorar u olvidar que la Acción Catolica existe y se desarrolla en todos los Estados del mundo, incluso en China; que todos esos paises imitan frecuentemente en sus lineas generales y hasta en sus detalles intimos a la Acción Catolica italiana, y que frecuentemente también se presentan en otros paises formas de organización aun mas acentuadas que en Italia. En ningun pais del mundo ha sido considerada la Acción Catolica como un peligro para el Estado; en ningun pais del mundo la Acción Catolica ha sido tan odiosamente tratada, tan verdaderamente perseguida (no encontramos otra palabra que responda mejor a la realidad y a la verdad de los hechos) como en Nuestra Italia y en Nuestra Sede episcopal de Roma; y esta es verdaderamente una situación absurda, que no ha sido creada por Nos, sino contra Nos.

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Nos nos hemos impuesto un grave y penoso deber, pero Nos ha parecido un deber ineludible de caridad y de justicia paternal; y en este espiritu hemos cumplido Nuestro deber, a fin de poner a la justa luz de los hechos y de la realidad todo cuanto algunos hijos Nuestros, acaso inconscientemente, han iluminado con luz artificiosa en detrimento de otros hijos también Nuestros.

III

21. El verdadero motivo ha sido arrancar la juventud de la Iglesia.

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Y ahora una primera reflexión y conclusion: De todo cuanto hemos expuesto, sobre todo de los acontecimientos mismos tal como se han desarrollado, resulta que la actividad politica de la Acción Catolica, la hostilidad abierta o enmascarada de algunos de sus sectores contra el régimen y el partido, asi como también el refugio eventual que constituye la Acción Catolica para adversarios del fascismo desorganizados hasta hoy dia (Cfr. El Comunicado del Directorio del 4 de junio de 1931) no son mas que un pretexto o una acumulación de pretextos; mas aun Nos atrevemos a decir que la misma Acción Catolica es un pretexto; lo que se ha querido hacer ha sido arrancar de la Iglesia la juventud, toda la juventud. Esto es tan cierto, que después de haber hablado tanto de la Acción Catolica, se han dirigido contra las asociaciones juveniles, y no se han detenido en las asociaciones de juventud de Acción Catolica, sino que se han precipitado tumultuosamente contra Asociaciones y obras de pura piedad e instrucción primaria y religiosa, como las congregaciones de Hijas de Maria y los Oratorios; tan tumultuosamente, que con frecuencia han tenido que reconocer su grosero error.

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Este punto esencial ha sido abundantemente confirmado por otra parte. Ha sido confirmado, sobre todo, por las numerosas afirmaciones anteriores de elementos mas o menos responsables, y también por las de los hombres mas representativos del régimen y del partido fascista, a las cuales afirmaciones han traido los ultimos acontecimientos el mas significativo de los comentarios.

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La confirmación ha sido aun mas explicita y categorica, estamos por decir, solemne al par que violenta, de parte de quien no solamente lo representa todo, sino que todo lo puede en una publicación oficial o poco menos. dedicada a la juventud, y en conversaciones destinadas a ser publicadas en el extranjero antes que en el pais, y también, recientemente, en los mensajes y comunicaciones a los periodistas.

22. No se han tomado en cuenta Nuestras repetidas declaraciones.

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Otra reflexión se impone inmediata e inevitablemente. No se han tenido en cuenta Nuestras afirmaciones y protestas tantas veces repetidas, vuestras mismas afirmaciones y protestas, Venerables Hermanos, sobre la verdadera naturaleza y sobre la actividad real de la Acción Catolica, y sobre los derechos sagrados e inviolables de las almas y de la Iglesia, representados por ella e incorporados a ella.

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Decimos, Venerables Hermanos, derechos sagrados e inviolables de las almas y de la Iglesia, y esta es la reflexión y conclusión que se impone sobre cualquiera otra, porque es también la mas grave de cuantas se pueden formular. En muchas ocasiones, como es notorio, hemos expresado Nuestro pensamiento o, por mejor decir, el pensamiento de la Iglesia sobre esos temas tan importantes y tan esenciales, y no es a vosotros, Venerables Hermanos, maestros fieles en Israel, a quienes conviene que se lo expliquemos mas en detalle; pero no podemos menos de anadir unas palabras para esos queridos pueblos que os rodean, a los cuales apacentais y gobernais por mandato Divino y que no pueden conocer sino por mediación vuestra el pensamiento del Padre comun de sus almas.

23. Los derechos de las almas y de la Iglesia.

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Deciamos los derechos sagrados e inviolables de las almas y de la Iglesia. Se trata del derecho que tienen las almas a procurarse el mayor bien espiritual bajo el magisterio y la obra formadora de la Iglesia, divinamente constituida, unica mandataria de este magisterio y de esta obra, en el orden sobrenatural, fundado por la sangre de Dios Redentor, necesario y obligatorio para todos a fin de participar de la Redención divina. Se trata del derecho de las almas asi formadas a comunicar los tesoros de la redención a otras almas y a participar bajo este respecto en la actividad del apostolado jerarquico.

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En consideración a este doble derecho de las almas, deciamos recientemente que Nos consideramos felices y orgullosos de combatir el buen combate por la libertad de las conciencias, no (como tal vez por inadvertencia nos han hecho decir algunos) por la libertad de conciencia, frase equivoca y frecuentemente utilizada para significar la absoluta independencia de la conciencia, cosa absurda en un alma creada y redimida por Dios.

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Se trata, por otra parte, del derecho no menos inviolable que tiene la Iglesia de cumplir el divino mandato de su Divino fundador, de llevar a las almas, a todas las almas, todos los tesoros de verdad y de bien, doctrinales y practicos, que l habia traido al mundo. Id y ensenad a todas las naciones, ensenandoles a guardar todo lo que os he confiado (
Mt 28, 28, 19-20) Ahora bien; el Divino Maestro Creador y Redentor de las almas ha mostrado por Si mismo, por su ejemplo y por sus palabras, qué lugar debía ocupar la infancia y la juventud en este mandato absoluto y universal: Dejad a los niños que vengan a mi, y guardaos muy bien de impedirselo... Estos niños que (como por divino instinto) creen en Mi, a los cuales esta reservado el reino de los Cielos; cuyos angeles de la Guarda, sus defensores, ven constantemente el rostro del Padre celestial; ¡ay de aquel hombre que escandalice a uno de estos pequenuelos!(Mt 19, 13, ss.; 18, 1, 22. ) Henos aqui en presencia de un conjunto de auténticas afirmaciones y de hechos no menos auténticos, que ponen fuera de duda el proposito ya ejecutado en gran parte, de monopolizar enteramente la juventud desde la primera infancia hasta la edad viril para la plena y exclusiva ventaja de un partido, de un régimen, sobre la base de una ideologia que explicitamente se resuelve en una verdadera estatolatria pagana, en abierta contradicción, tanto con los derechos naturales de la familia, como con los derechos sobrenaturales de la Iglesia. Proponerse y promover semejante monopolio; perseguir como se ha venido haciendo, con esta intención, de manera mas o menos disimulada, a la Acción Catolica; deshacer con este fin, como se ha hecho recientemente, las Asociaciones de Juventud, equivale al pie de la letra a impedir que la juventud vaya hacia Jesucristo, puesto que es impedirle que vaya a la Iglesia, y alli donde esta la Iglesia esta Cristo. Y se ha llegado al extremo de arrancar violentamente esta juventud del seno de la una y del Otro.24. Relaciones entre la Iglesia y el Estado en cuanto a la educación de la juventud.

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La Iglesia de JESUCRISTO no ha desconocido jamas los derechos y los deberes del Estado en cuanto a la educación de los subditos: Nos mismos lo hemos proclamado en Nuestra reciente Enciclica sobre la "Educación Cristiana de la Juventud". Estos derechos y estos deberes son incontestables mientras permanezcan dentro de los limites de la competencia propia del Estado, competencia que a su vez esta claramente fijada por las finalidades mismas del Estado, las cuales no son solamente corporales y materiales, pero si estan necesariamente contenidas dentro de las fronteras de lo natural, de lo terrestre, de lo temporal. El divino mandato universal que ha recibido la Iglesia del mismo Jesucristo de una manera incomunicable y exclusiva, se extiende a lo eterno, a lo celestial, a lo sobrenatural, orden de cosas que por una parte es estrechamente obligatorio para toda criatura racional y al que por otra parte, por su esencia, deben subordinarse y coordinarse todos los demás ordenes.

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La Iglesia de Jesucristo se desenvuelve ciertamente dentro de los limites de su mandato, no solamente cuando deposita en las almas los principios y elementos indispensables de la vida sobrenatural, sino también cuando desarrolla esta vida conforme a la oportunidad y a las capacidades, cuando la despierta y por las maneras que juzga mas apropiadas aun con la intención de preparar al apostolado jerarquico cooperaciones esclarecidas y valiosas. Es de Jesucristo la solemne declaración de que l ha venido precisamente a fin de que las almas no solo tengan un cierto principio, ciertos rudimentos de la vida sobrenatural, sino que posean esta vida en gran abundancia: "Yo he venido para que tengan la vida y la tengan en abundancia"(
Jn 10,10) Y Jesucristo mismo ha establecido las bases de la Acción Catolica, escogiendo y formando entre sus discipulos y apostoles los colaboradores de su apostolado divino, ejemplo imitado por los primeros apostoles, como lo atestigua el sagrado texto.

25. La A. C. es absolutamente indispensable.

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Es, por consiguiente, una pretensión injustificable e incompatible con el nombre y la profesión de católico el pretender que los simples fieles vengan a ensenar a la Iglesia y a su Jefe lo que basta y debe bastar para la educación y la formación cristiana de las almas, y para salvar, para hacer fructificar en la sociedad, principalmente en la juventud, los principios de la fe y su plena eficacia en la vida.

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A la injustificable pretensión acompana una revelación clarisima de absoluta incompetencia y de ignorancia completa en las materias que tratamos. Los ultimos acontecimientos deben abrir los ojos a todo el mundo. Efectivamente, han mostrado hasta la evidencia cuanto se ha perdido en pocos anos y cuanto se ha destruido en punto a verdadera religiosidad y educación cristiana y civica. Sabéis por experiencia, Venerables Hermanos, obispos de Italia, cuan grave y funesto error es el de creer y hacer que la labor desarrollada por la Iglesia en la Acción Catolica ha sido reemplazada hasta resultar superflua por la instrucción religiosa en las escuelas y por la presencia de capellanes en las asociaciones de juventud del partido y del régimen. Tanto la una como la otra son ciertamente necesarias: sin ellas, la escuela y las asociaciones en cuestión llegarian inevitablemente y bien pronto, por fatal necesidad logica y psicologica, a ser instituciones puramente paganas. Aquellas dos cosas son, pues, necesarias, pero no bastan: por la instrucción religiosa y por la acción de los capellanes la Iglesia no puede realizar mas que un minimum de su eficacia espiritual y sobrenatural, y esto en un terreno y en un ambiente que no dependen de ella, en donde se esta preocupado por muchas otras materias de ensenanza y otra clase de ejercicios, bajo el mando inmediato de autoridades que a menudo son poco o nada favorables, y que no es raro que en ese medio se ejerza una influencia en sentido contrario, tanto por la palabra como por el ejemplo de la vida.


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