PIO XI, MAGISTERIO PONTIFICIO 29

29

15. La Iglesia sola tiene la autoridad de imponerla.

Cuantas tentativas se han hecho hasta ahora a este respecto han tenido ninguno muy poco éxito, sobre todo en los asuntos con mas ardor debatidos. Es que no hay institución alguna humana que pueda imponer a todas las naciones un Código de leyes comunes, acomodado a nuestros campos, como fue el que tuvo en la Edad Media aquella verdadera sociedad de naciones que era una familia de pueblos cristianos. En la cual, aunque muchas veces era gravemente violado el derecho, con todo, la santidad del mismo derecho permanecía siempre en vigor, como norma segura conforme a la cual eran las naciones mismas juzgadas.

Pero hay una institución divina que puede custodiar la santidad del derecho de gentes; institución que a todas las naciones se extiende y esta sobre las naciones todas, provista de la mayor autoridad y venerada por la plenitud del magisterio: la Iglesia de Cristo; y ella es la única que se presenta con aptitud para tan grande oficio, ya por el mandato divino, por su misma naturaleza y constitución, ya por la majestad misma que le dan los siglos, que ni con las tempestades de la guerra quedo maltrecha, antes con admiración de todos salió de ella mas acreditada.

30

16. La paz de Cristo en el Reino de Cristo. Extensión y carácter de este reino

Síguese, pues, que la paz digna de tal nombre, es a saber, la tan deseada paz de Cristo, no puede existir si no se observan fielmente por todos en la vida publica y en la privada las enseñanzas, los preceptos y los ejemplos de Cristo: y una vez así constituida ordenadamente la sociedad, pueda por fin la Iglesia, desempeñando su divino encargo, hacer valer los derechos todos de Dios, los mismo sobre los individuos que sobre las sociedades.

En esto consiste lo que con dos palabras llamamos Reino de Cristo. Ya que reina JESUCRISTO en la mente de los individuos, por sus doctrinas, reina en los corazones por la caridad, reina en toda la vida humana por la observancia de sus leyes y por la imitación de sus ejemplos. Reina también en la sociedad doméstica cuando, constituida por el sacramento del matrimonio cristiano, se conserva inviolada como una cosa sagrada, en que el poder de los padres sea un reflejo de la paternidad divina, de donde nace y toma el nombre; donde los hijos emulan la obediencia del Niño Jesús, y el modo todo de proceder hace recordar la santidad de la Familia de Nazaret. Reina finalmente JESUCRISTO en la sociedad civil cuando, tributando en ella a Dios los supremos honores, se hacen derivar de él el origen y los derechos de la autoridad para que ni en el mandar falte norma ni en el obedecer obligación y dignidad, cuando además le es reconocido a la Iglesia el alto grado de dignidad en que fue colocada por su mismo autor, a saber, de sociedad perfecta, maestra y guía de las demás sociedades; es decir, tal que no disminuya la potestad de ellas - pues cada una en su orden es legitima -, sino que les comunique la conveniente perfección, como hace la gracia con la naturaleza; de modo que esas mismas sociedades sean a los hombres poderoso auxiliar para conseguir el fin supremo, que es la eterna felicidad, y con mas seguridad provean a la prosperidad de los ciudadanos en esta vida mortal.

De todo lo cual resulta claro que no hay paz de Cristo sino en el reino de Cristo, y que no podemos nosotros trabajar con mas eficacia para afirmar la paz que restaurando el reino de Cristo.

El programa papal.

Cuando, pues, el Papa Pío X se esforzaba por "restaurar todas las cosas en Cristo", como si obrara inspirado por Dios, estaba preparando la obra de pacificación, que fue después el programa de BENEDICTO XV.

Nos, insistiendo en lo mismo que se propusieron conseguir Nuestros Predecesores, procuraremos también con todas Nuestras fuerzas lograr "la paz de Cristo en el reino de Cristo", plenamente confiados en la gracia de Dios, que al hacernos entrega de este supremo poder Nos tiene prometida su perpetua asistencia.

31

17. Medios especiales: Misión de los obispos y su cooperación.

Esperando que todos los buenos han de concurrir con su apoyo a esta obra, Nos dirigimos en primer lugar a vosotros, Venerables Hermanos, a quienes nuestro mismo Jefe y Cabeza, JESUCRISTO, que a Nos confió el cuidado de toda su grey, llamo: a una parte y la mas excelente en Nuestra solicitud; a vosotros, puestos por el Espíritu Santo para regir la Iglesia de Dios (Ac 20,26) ; a vosotros honrados de manera principal con el ministerio de la reconciliación, y corno embajadores en nombre de Cristo (2Co 5,18 2Co 5,20) , hechos participen de su mismo magisterio divino y dispensadores de los misterios de Dios (1Co 4,1) y por lo mismo llamados sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5,14) , doctores y padres de los pueblos cristianos, verdaderos dechados de la grey (1P 5,3) , destinados a ser llamados grandes en el reino de los cielos (Mt 5,19) ; a vosotros todos, en fin, que sois como los miembros principales y como los lazos de oro con que se levanta compacto y bien unido todo el cuerpo de Cristo (Ep 4,15) , que es la Iglesia fundada en la solidez de la Piedra.

Insinuación de la Reapertura del Concilio Vaticano.

Una nueva y reciente prueba de vuestra insigne diligencia y actividad la tuvimos cuando con la ocasión al principio mencionada, del Congreso Eucarístico de Roma y de las fiestas centenarias de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, vinisteis muchísimos de todas las partes del mundo a esta santa ciudad al sepulcro de los Apóstoles. Aquella reunión de Pastores, dignísima por su concurso y autoridad, Nos sugirió la idea de convocar a su tiempo en esta misma ciudad, Cabeza del orbe católico, una solemne asamblea de la misma clase para hallar reparo oportuno a las ruinas causadas en tan grande convulsión de la sociedad, y se aumenta la dulce esperanza de esta reunión con la proximidad de las alegres solemnidades del Ano Santo.

No por eso, sin embargo, Nos atrevemos por ahora a emprender la reapertura de aquel Concilio Ecuménico, que en Nuestra juventud dio comienzo la Santidad de Pío IX, pero que no pudo llevarse a efecto sino en parte, aunque era muy importante. Y la razón a que también Nos, como el célebre caudillo de Israel, estamos como pendientes de la oración, esperando que la bondad y misericordia de nuestro Dios Nos de a conocer mas claramente los designios de su voluntad.

32

18. Obra insigne del clero. Exhortación a superarse.

Mientras tanto, aun que sabemos muy bien que no hay necesidad de estimular vuestro celo y actividad, antes que son dignos de los mayores elogios, sin embargo, la conciencia del cargo apostólico y de Nuestros deberes de padre para con todos, Nos advierte y casi Nos fuerza a inflamar con Nuestros ardores el ya encendido celo de todos vosotros, de manera que venga a suceder que cada uno de vosotros ponga cada día mayor afán y empeño en el cultivo de aquella parte de la grey del Señor que le cupo en suerte apacentar.

Y a la verdad cuantas cosas y cuan excelentes y cuan oportunas hayan sido sabiamente proyectadas, y felizmente iniciadas, y con gran provecho llevadas a cabo, y cuanto las circunstancias lo permitían gloriosamente terminadas, entre el Clero y el pueblo fiel, por iniciativa y a impulso de Nuestros Predecesores y vuestro, lo sabemos por la fama publica propagada por la prensa y confirmada por otros documentos y por las noticias a Nos llegadas, bien de vosotros, bien de otros muchos; y de ello damos cuantas gracias podemos a Dios.

El cuadro de las actividades pastorales.

Entre estas obras admiramos especialmente las muchas y muy providenciales instituciones para instruir a los hombres con sanas doctrinas y para imbuirlos en la virtud y en santidad; lo mismo las asociaciones de clérigos y seglares, o las llamadas pías uniones, con el fin de sostener y llevar adelante las misiones entre infieles, de propagar el reino de Cristo Dios, y procurar a los pueblos bárbaros la salvación temporal y eterna; ya también las congregaciones de jóvenes, que han crecido en numero y en devoción singular a la Santísima Virgen, y especialmente la Sagrada Eucaristía, junto, con una fe, una pureza y un amor fraterno muy acrisolados. Añádanse las asociaciones, tanto las de hombres como las de mujeres, particularmente las eucarísticas, que procuran honrar el augusto Sacramento con cultos mas frecuentes y solemnes y con muy magnificas procesiones por las calles de las ciudades; y también con la reunión de Congresos muy concurridos, regionales, nacionales e internacionales, con representantes de casi todos los pueblos, donde todos se muestran admirablemente unidos en la misma fe, en el mismo culto, oración y participación de los bienes celestiales.

33

Apostolado, caridad y Acción Católica.

A esta piedad atribuimos el espíritu de sagrado apostolado, mucho mas extendido que antes, es decir, aquel celo ardentísimo de procurar, primero con la oración frecuente y con el buen ejemplo, luego con la propaganda de palabra y por escrito, y también con las obras y socorros de la caridad, que de nuevo se tributen al Corazón divino de Cristo Rey, lo mismo que en los corazones de los individuos que en la familia y en la sociedad, el amor, el culto y el imperio que le son debidos.

A eso se encamina también el buen certamen diríamos pro aris et focis ("Por los altares y los hogares".) , que se ha de emprender, y la batalla que se ha de trabar en muchos frentes en favor de los derechos de la sociedad religiosa y doméstica, de la Iglesia y de la familia, derivados de Dios y de la naturaleza, sobre la educación de los hijos. A esto, finalmente, se dirige también todo ese conjunto de instituciones, programas y obras, que se conoce con el nombre de Acción Católica y que es de Nos muy estimada.

34

Todo eso es deber pastoral necesario y principal.

Pues bien: todas estas cosas y otras muchas semejantes, que seria muy largo referir, no solo se han de conservar firmemente, sino que se las ha de llevar adelante cada día con mas empeño y acrecentar con nuevos aumentos según lo exige la condición de las cosas y de las personas. Y si parecen cosa ardua y llena de trabajo para los pastores y para los fieles, empero son, sin duda, necesarias, y se han de contar entre los principales deberes del oficio pastoral y de la vida cristiana. Por las mimas razones aparece claro - tanto que estaría de mas todo esclarecimiento - cuan relacionadas se hallan entre si todas estas obras, y cuan estrechamente unidas con la deseada restauración del reino de Cristo y con la pacificación cristiana, propia tan solo de este reino: Pax Christi in regno Christi, "La paz de Cristo en el Reino de Cristo".

35

Aprecio del Papa y estimulo a mayor unión con Roma.

Y seria Nuestro deseo que digáis a vuestros sacerdotes, Venerables Hermanos, que Nos, testigo y compañero en otro tiempo y participe de los trabajos denodadamente tomados en pro de la grey de Cristo, siempre tu vimos y tenemos en grande estima su magnanimidad en soportar los trabajos, y su industria en hallar siempre nuevos medios de subvenir a las nuevas necesidades que consigo trae el cambio de los tiempos, y que ellos estarán unidos a Nos con vinculo mas estrecho de unidad y Nos a ellos con el de la paternal benevolencia, cuanto con adhesión mas pronta y apretada, mediante una vida santa y una obediencia perfecta, se unan como al mismo Cristo a sus pastores, que son sus guías y maestros.

36

Papel del clero regular.

No hay para qué extenderse en declarar, Venerables Hermanos, cuanto es lo que esperamos del Clero regular para poner por obra Nuestras ideas y proyectos, siendo cosa clara cuanto es lo que contribuye a esclarecer el reino de Cristo dentro y a dilatarle fuera. Pues siendo propio de los religiosos el guardar y practicar, no solo los preceptos, sino también los consejos de Cristo, lo mismo cuando dentro del claustro se dedican a las cosas espirituales, que cuando salen a trabajar a campo abierto, por ser en su vida modelo de perfección cristiana y por renunciar, consagrados por entero al bien común, a los bienes y comodidades terrenas, para mas abundantemente conseguir los bienes espirituales, son para los fieles un constante ejemplo que los incita a aspirar a cosas mayores; y felizmente lo consiguen merced también a las insignes obras de beneficencia cristiana con que atienden a las enfermedades todas del cuerpo y del alma. Y a tanto han llegado en este punto, a impulsos de la caridad divina, según lo atestigua la historia eclesiástica, que en la predicación del Evangelio dieron su vida por la salvación de sus almas, y con su muerte ensancharon los limites del reino de Cristo en la propagación de la unidad de fe y de la fraternidad cristiana.

37

19. Exhortación a los fieles. Misión de los seglares.

Recordad también a los fieles que, cuando tomando por guías a vosotros y a vuestro Clero, trabajan en publico y en privado porque se conozca y ame a JESUCRISTO, entonces es cuando sobre todo merecen que se les llame linaje escogido, una clase de sacerdotes reyes, gente santa, pueblo de conquista (1P 2,9) ; que entonces es cuando, estrechamente unidos a Nos y a Cristo, al propagar y restaurar con su celo y diligencia el reino de Cristo, presta los mas excelentes servicios para establecer la paz entre los hombres, Porque en el reino de Cristo esta en vigor, florece una cierta igualdad de derechos, por la que distinguidos todos con la misma, nobleza, todos se hallan condecorados con la misma preciosa sangre de Cristo, y los que parecen presidir los demás, siguiendo el ejemplo dado por el mismo Cristo nuestro Señor, con razón, se llaman, y lo son, administradores de los bienes comunes, y, por ende, siervos de todos los siervos, especialmente de los mas pequeños y del todo desvalidos.

38

Peligros sociales.

Pero los cambios sociales que trajeron la necesidad, o la aumentaron, de tales colaboradores para llevar adelante la obra divina, han creado también a los poco peritos peligros nuevos, ni pocos ni ligeros. Pues apenas terminada la desastrosa guerra perturbados los Estados con la agitación de los partidos políticos, se enseñorearon de la mente y del corazón de los hombres, pasiones tan desenfrenadas e ideas tan perversas, que ya es de temer que aun los mejores de entre los fieles y aun de los sacerdotes, atraídos por la falsa apariencia de la verdad y del bien, se inficionen con el deplorable contagio del error.

39

Precave contra el modernismo moral, jurídico y social.

Porque, ¿cuantos hay que profesan seguir las doctrinas católicas en todo lo que se refiere a la autoridad en la sociedad civil y en el respeto que se le ha de tener, o al derecho de propiedad, y a los derechos y deberes de los obreros industriales y agrícolas, o a las relaciones de los Estados entre si, o entre patronos y obreros, o a las relaciones de la Iglesia y el Estado, o a los derechos de la Santa Sede y del Romano Pontífice y a los privilegios de los Obispos, o finalmente a los mismos derechos de nuestro Creador, Redentor y Señor JESUCRISTO sobre los hombres en particular y sobre los pueblos todos? y sin embargo, esos mismos, en sus conversaciones, en sus escritos y en toda su manera de proceder no se portan de otro modo que si las enseñanzas y preceptos promulgados tantas veces por los Sumos Pontífices, especialmente por LEON XIII, PIO X y BENEDICTO XV, hubieran perdido su fuerza primitiva o hubieran caído en desuso.

En lo cual es preciso reconocer una especie de modernismo moral, jurídico y social, que reprobamos con toda energía a una con aquel modernismo dogmatico. Hay, pues, que traer a la memoria las doctrinas y preceptos que hemos dicho; hay que avivar en todos el mismo ardor de la fe y de la caridad divina, que es el unico que puede abrir la inteligencia de aquellas y urgir la observancia de éstos. Lo cual queremos que se lleve a cabo sobre todo en la educación de la juventud cristiana, y todavía mas en especial en aquella que se esta formando para el sacerdocio; no sea que en este tan gran trastorno de cosas y tanta confusión de ideas, ande fluctuando, como dice el Apóstol, y se deje llevar de aquí para ella de todos los vientos de opiniones por la malicia de los hombres, que enganan con astucia para introducir el error (Ep 4,14) .


41

20. Atraer a los que están fuera de la Iglesia.

Y mirando Nos en derredor desde esta como atalaya y a manera de alcazar de la Sede Apostólica, ofrécense todavía a Nuestra vista, Venerables Hermanos, muchos en demasía que, o por desconocer del todo a Cristo, o por no conservar integra y pura la doctrina o la unidad requerida, no son todavía de este redil, al cual, sin embargo, están destinados por Dios. Por lo cual el que hace las veces de Pastor eterno no puede menos que, inflamado en los mismos sentimientos, echar mano de las mismas expresiones, muy breves ciertamente, pero llenas de amor y de la mas tierna compasión: Debo recoger también aquellas ovejas (Jn 10,16) ; y traiga a la memoria con la mayor alegría aquel vaticinio del mismo Cristo: y oirán mi voz, y se hará un solo rebano y un solo pastor (Jn 10,16) . Dios quiera, Venerables Hermanos, que lo que Nos con vosotros, y con la porción de la Iglesia a vosotros encomendada, con un mismo corazón imploramos en Nuestras oraciones, veamos con el resultado mas satisfactorio realizada cuanto antes esta tan consola dora y cierta profecía del divino Corazón.

42

Aprecio universal con que se distingue hoy a la Santa Sede.

Un como feliz augurio de esta unidad religiosa parecio haber brillado en el hecho memorable de estos últimos tiempos, por vos otros sin duda advertido, para todos inesperado, para algunos tal vez desagradable; para Nos y para vosotros ciertamente gratísimo, de que la mayor parte de los personajes principales y los gobernantes de casi todas las naciones, como si obedecieran a un mismo impulso y deseo de la paz, han querido como a porfia, o restablecer las antiguas relaciones con esta Sede Apostolica, o hacer con ella por primera vez pactos de concordia. Lo cual con razon Nos llena de gozo, no solamente por lo que se acrecienta la autoridad de la Iglesia, sino también por el esplendor que cobra su beneficencia y la experiencia a todos ofrecida del poder en ver dad admirable que solo posee esta Iglesia de Dios, para procurar a la sociedad todo linaje de prosperidades, incluso la civil y terrena.

43

Relación del poder eclesiastico con el civil.

Porque, aunque ella por ordenación divina entiende directamente en los bienes espirituales e imperecederos, sin embargo, por la estrecha conexión que reina en todas las cosas, es tanto lo que ayuda a la prosperidad aun terrena, lo mismo de los individuos que de la sociedad, que mas no ayudaria si para fomentarla hubiera sido primariamente instituida.

Y si la Iglesia mira como cosa vedada el inmiscuirse sin razon en el arreglo de estos negocios terrenos y meramente políticos, sin embargo, con todo derecho se esfuerza para que el poder civil no tome de ahí pretexto; o para oponer se de cualquier manera a aquellos bienes mas elevados de que depende la salvación eterna de los hombres, o para intentar su daño y perdición con leyes y decretos inicuos, o para poner en peligro la constitución divina de la Iglesia, o finalmente, para conculcar los sagrados derechos del mismo Dios en la sociedad civil.

44

Intangibilidad de los derechos de la Iglesia.

Así que enteramente con el mismo proposito, y valiéndonos también de las mismas palabras que uso el muy llorado Predecesor Nuestro, BENEDICTO XV, a quien tantas veces Nos hemos referido, en su ultima alocución de 21 de noviembre del ano pasado (1921) , que verso sobre las relaciones mutuas entre la Iglesia y el Estado, Nos también declaramos, como él santamente declaro, y de nuevo confirmamos: "que jamas Nos consentiremos que en tales convenios se introduzca nada que desdiga de la dignidad y libertad de la Iglesia, la cual que quede a salvo e incolume es de suma importancia, sobre todo en este tiempo aun para la misma prosperidad de la sociedad civil" (Alocución In hac quidem renovata laetitia, en el Consistorio Secreto del 21-XI- 1921; AAS. 13 (1921) 522.) .

45

La "Cuestión Romana" y los Estados pontificios usurpados.

Y siendo esto así, no hay para qué decir con qué dolor vemos que entre tantas naciones que viven en relaciones amistosas con esta Sede Apostolica falte Italia; Italia, Nuestra patria querida, escogida por el mismo Dios, que con su providencia dirige el curso y orden de todas las cosas y tiempos, para colocar en ella la Sede de su Vicario en la tierra, para que esta santa ciudad, asiento un tiempo de un imperio muy extendido, pero al fin limitado a ciertos términos, llegase un día a ser cabeza de todo el orbe de la tierra. Puesto que, como Sede de un Principado divino, que por su naturaleza trasciende los fines de todas las gentes y naciones, abarca las naciones y los pueblos todos. Pero tanto el origen y la naturaleza divina de este principado, como el sagrado derecho de los fieles todos que habitan en toda la tierra, exige que este sagrado Principado no parezca hallarse sujeto a ningun poder humano, a ninguna ley (aunque éste prometa, mediante ciertas defensas o garantias, proteger la libertad del Romano Pontifice) , sino que debe ser y aparecer bien clara y completamente independiente y soberano.

Pero aquellas defensas de la libertad, con que la divina Providencia, señora y arbitro de los acontecimientos humanos había protegido la autoridad del Romano Pontifice, no solo sin detrimento de Italia, sino con grande provecho suyo; aquellas defensas que por tantos siglos se habian mostrado muy a proposito para el designio divino de asegurar la dicha libertad, y para cuya sustitución ni la divina Providencia ha indicado nada a proposito hasta el presente, ni los hombres han hallado entre sus proyectos nada semejante; aquellas defensas fueron echadas por tierra por fuerza enemiga y siguen hasta ahora violadas, y con eso se han creado al Romano Pontifice condiciones de vida tan extranas que tienen perpetuamente llenos de tristeza los corazones de los fieles todos esparcidos por todo el mundo. Nos, pues, herederos, lo mismo de los pensamientos que de los deberes de Nuestros Predecesores, investidos de la misma autoridad, a quien unicamente corresponde decidir en materia de tamana importancia, movidos no ciertamente por una vana ambición de reino temporal (pues seria un motivo cuyo menor influjo Nos avergonzaria grande mente) , sino que, puesto el pensamiento en la hora de Nuestra muerte, acordandonos de la rigurosa cuenta que hemos de dar al divino Juez, renovamos desde este lugar, según lo pide la santidad de Nuestro cargo, las protestas que hicieron Nuestros dichos Predecesores en defensa de los derechos y de la dignidad de la Sede Apostolica.

46

21. Deseos de pacifico arreglo de la Cuestión Romana y pacificación universal.

Por lo demás, jamas Italia tendra que temer daño alguno de esta Sede Apostolica; pues el Romano Pontifice, séalo el que lo fuere, siempre podra de cir con toda verdad aquello del Profeta: Yo tengo pensamiento de paz y no de aflicción (Jr 29,11) , de paz verdadera digo, y por lo mismo inseparable de la justicia; de modo que pueda anadirse: la justicia y la paz se dieron osculo (Ps 81,11) . A Dios, omnipotente y misericordioso, toca el hacer que llegue por fin a alborear día tan alegre, que sera muy fecundo en toda clase de bienes, ya para la restauración del reino de Cristo, ya para el arreglo de los asuntos de Italia y del mundo entero; y para que no quede frustrado, trabajen diligentemente todos los hombres de recto sentir.

47

Oración por la paz en Navidad.

Y para que cuanto antes se otorguen a los hombres los regalados dones de la paz, encarecidamente exhortamos a todos los fieles que a una con Nos insten con santas oraciones, especialmente en estos días del Nacimiento de Nuestro Señor JESUCRISTO, Rey Pacifico, en cuya venida a este mundo por primera vez cantaron las huestes angélicas: Gloria a Dios en lo mas alto de los cielos y paz a los hombres de buena voluntad (Lc 2,14) .

48

Bendición Apostolica.

Finalmente, como una prenda de esta paz, queremos Venerables Hermanos, que sea Nuestra Apostolica Bendición la que presagian do a cada uno del clero y del pueblo fiel y también a los mismos Estados y familias cristianas, toda suerte de di chas, lleve la prosperidad a los vivos y a los difuntos descanso y felicidad eterna; bendición que como testimonio de Nuestra benevolencia damos de todo corazon a vosotros y a vuestro clero y pueblo.

Dado en Roma, en San Pedro, día 23 de diciembre de 1922, de Nuestro Pontificado el ano primero.

PIO PAPA XI.

-------------------------------------------------------------------------------


------------------------------

84

MORTALIUM ANIMOS: Acerca de como se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa

PIO PP. XI



Venerables hermanos: Salud y bendición apostolica

1. Ansia universal de paz y fraternidad

Nunca quizas como en los actuales tiempos se ha apoderado del corazon de todos los hombres un tan vehemente deseo de fortalecer y aplicar al bien común de la sociedad humana los vínculos de fraternidad que, en virtud de nuestro común origen y naturaleza, nos unen y enlazan a unos con otros.

Porque no gozando todavía las naciones plenamente de los dones de la paz, antes al contrario, estallando en varias partes discordias nuevas y antiguas, en forma de sediciones y luchas civiles y no pudiéndose además dirimir las controversias, harto numerosas, acerca de la tranquilidad y prosperidad de los pueblos sin que intervengan en el esfuerzo y la acción concordes de aquellos que gobiernan los Estados, y dirigen y fomentan sus intereses, fácilmente se echa de ver --mucho mas conviniendo todos en la unidad del género humano-, porque son tantos los que anhelan ver a las naciones cada vez mas unidas entre si por esta fraternidad universal.

87

2. La fraternidad en religion. Congresos ecuménicos.

88
Cosa muy parecida se esfuerzan algunos por conseguir en lo que toca a la ordenación de la nueva ley promulgada por Jesucristo Nuestro Señor. Convencidos de que son rarisimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber visto en ello esperanza de que no sera dificil que los pueblos, aunque disientan unos de otros en materia de religión, convengan fraternalmente en la profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento común de la vida espiritual. Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos, reuniones y conferencias, con no escaso numero de oyentes e invitar a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género, de cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o mision.

89

3. Los católicos no pueden aprobarlo.

90
Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio.

91
Cuantos sustentan esta opinión, no solo yerran y se enganan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateismo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios.

4. Otro error - La unión de todos los cristianos. - Argumentos falaces

Pero donde con falaz apariencia de bien se enganan mas fácilmente algunos, es cuando se trata de fomentar la unión de todos los cristianos. ¿Acaso no es justo -suele repetirse- y no es hasta conforme con el deber, que cuantos invocan el nombre de Cristo se abstengan de mutuas recriminaciones y se unan por fin un día con vínculos de mutua caridad? ¿Y quién se atrevera a decir que ama a Jesucristo, sino procura con todas sus fuerzas realizar los deseos que El manifesto al rogar a su Padre que sus discipulos fuesen una sola cosa?(Jn 17,21) y el mismo Jesucristo ¿por ventura no quiso que sus discipulos se distinguiesen y diferenciasen de los demás por este rasgo y senal de amor mutuo: En esto conoceran todos que sois mis discipulos, en que os améis unos a otros?(Jn 13,35) ¡Ojala -anaden- fuesen una sola cosa todos los cristianos! Mucho mas podrian hacer para rechazar la peste de la impiedad, que, deslizandose y extendiéndose cada mas, amenaza debilitar el Evangelio.

94

5. Debajo de esos argumentos se oculta un error gravisimo

Estos y otros argumentos parecidos divulgan y difunden los llamados "pancristianos"; los cuales, lejos de ser pocos en numero, han llegado a formar legiones y a agruparse en asociaciones ampliamente extendidas, bajo la dirección, las mas de ellas, de hombres católicos, aunque discordes entre si en materia de fe.

6. La verdadera norma de esta materia.

Exhortandonos, pues, la conciencia de Nuestro deber a no permitir que la grey del Señor sea sorprendida por perniciosas falacias, invocamos vuestro celo, Venerables Hermanos, para evitar mal tan grave; pues confiamos que cada uno de vosotros, por escrito y de palabra, podra mas fácilmente comunicarse con el pueblo y hacerle entender mejor los principios y argumentos que vamos a exponer, y en los cuales hallaran los católicos la norma de lo que deben pensar y practicar en cuanto se refiere al intento de unir de cualquier manera en un solo cuerpo a todos los hombres que se llaman católicos.

98

7. Solo una Religión puede ser verdadera: la revelada por Dios.

Dios, Creador de todas las cosas, nos ha creado a los hombres con el fin de que le conozcamos y le sirvamos. Tiene, pues, nuestro Creador perfectísimo derecho a ser servido por nosotros. Pudo ciertamente Dios imponer para el gobierno de los hombres una sola ley, la de la naturaleza, ley esculpida por Dios en el corazon del hombre al crearle: y pudo después regular los progresos de esa misma ley con solo su providencia ordinaria. Pero en vez de ella prefirio dar El mismo los preceptos que habíamos de obedecer; y en el decurso de los tiempos, esto es desde los origenes del género humano hasta la venida y predicación de Jesucristo, enseno por Si mismo a los hombres los deberes que su naturaleza racional les impone para con su Creador. "Dios, que en otro tiempo hablo a nuestros padres en diferentes ocasiones y de muchas maneras, por medio de los Profetas, nos ha hablado ultimamente por su Hijo Jesucristo"(He 1,1-2) Por donde claramente se ve que ninguna religión puede ser verdadera fuera de aquella que se funda en la palabra revelada por Dios, revelación que comenzada desde el principio, y continuada durante la Ley Antigua, fue perfeccionada por el mismo Jesucristo con la Ley Nueva. Ahora bien: si Dios ha hablado -y que haya hablado lo comprueba la historia- es evidente que el hombre esta obligado a creer absolutamente la revelación de Dios, y a obedecer totalmente sus preceptos. y con el fin de que cumpliésemos bien lo uno y lo otro, para gloria de Dios y salvación nuestra, el Hijo Unigénito de Dios fundo en la tierra su Iglesia.

100

8. La unica Religión revelada es la de la Iglesia Catolica.

Así pues, los que se proclaman cristianos es imposible no crean que Cristo fundo una Iglesia, y precisamente una sola. Mas, si se pregunta cual es esa Iglesia conforme a la voluntad de su Fundador, en esto ya no convienen todos. Muchos de ellos, por ejemplo, niegan que la Iglesia de Cristo haya de ser visible, a lo menos en el sentido de que deba mostrarse como un solo cuerpo de fieles, concordes en una misma doctrina y bajo un solo magisterio y gobierno. Estos tales entienden que la Iglesia visible no es mas que la alianza de varias comunidades cristianas, aunque las doctrinas de cada una de ellas sean distintas.


PIO XI, MAGISTERIO PONTIFICIO 29