PIO XI, MAGISTERIO PONTIFICIO 169

Comunión Reparadora y Hora Santa

9. Y ciertamente en el culto al Sacratísimo Corazon de Jesús tiene la primacia y la parte principal el espíritu de expiación y reparacion; ni hay nada mas conforme con el origen, indole, virtud y practicas propias de esta devoción, como la historia y la tradición, la sagrada liturgia y las actas de los Santos Pontifices confirman.

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Cuando Jesucristo se aparece a Santa Margarita María, predicandole la infinitud de su caridad, juntamente, como apenado, se queja de tantas injurias como recibe de los hombres por estas palabras que habian de grabarse en las almas piadosas de manera que jamas se olvidaran: "He aquí este Corazon que tanto ha amado a los hombres y de tantos beneficios los ha colmado, y que en pago a su amor infinito no halla gratitud alguna, sino ultrajes, a veces aun de aquellos que están obligados a amarle con especial amor". Para reparar estas y otras culpas recomendo entre otras cosas que los hombres comulgaran con animo de expiar, que es lo que llaman Comunión Reparadora, y las suplicas y preces durante una hora, que propiamente se llama la Hora Santa; ejercicios de piedad que la Iglesia no solo aprobo, sino que enriquecio con copiosos favores espirituales.

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Consolar a Cristo

10. Mas ¿como podran estos actos de reparación consolar a Cristo, que dichosamente reina en los cielos? Respondemos con palabras de San Agustin: "Dame un corazon que ame y sentira lo que digo" (In Ioan. tr.XXVI 4).

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Un alma de veras amante de Dios, si mira al tiempo pasado, ve a Jesucristo trabajando, doliente, sufriendo durisimas penas "por nosotros los hombres y por nuestra salvación", tristeza, angustias, oprobios, "quebrantado por nuestras culpas" (
Is 53,5) y sanandonos con sus llagas. De todo lo cual tanto mas hondamente se penetran las almas piadosas cuanto mas claro ven que los pecados de los hombres en cualquier tiempo cometidos fueron causa de que el Hijo de Dios se entregase a la muerte; y aun ahora esta misma muerte, con sus mismos dolores y tristezas, de nuevo le infieren, ya que cada pecado renueva a su modo la pasión del Señor, conforme a lo del Apóstol: "Nuevamente crucifican al Hijo de Dios y le exponen a vituperio"(Is 5). Que si a causa también de nuestros pecados futuros, pero previstos, el alma de Cristo Jesús estuvo triste hasta la muerte, sin duda algun consuelo recibiria de nuestra reparación también futura, pero prevista, cuando el angel del cielo (Lc 22,43) se le aparecio para consolar su Corazon oprimido de tristeza y angustias. Así, aun podemos y debemos consolar aquel Corazon sacratísimo, incesantemente ofendido por los pecados y la ingratitud de los hombres, por este modo admirable, pero verdadero; pues alguna vez, como se lee en la sagrada liturgia, el mismo Cristo se queja a sus amigos del desamparo, diciendo por los labios del Salmista: "Improperio y miseria espero mi corazon; y busqué quien compartiera mi tristeza y no lo hubo; busqué quien me consolara y no lo hallé" (Ps 68,21).

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La pasión de Cristo en su Cuerpo, la Iglesia

11. Anadase que la pasión expiadora de Cristo se renueva y en cierto modo se continua y se completa en el Cuerpo místico, que es la Iglesia. Pues sirviéndonos de otras palabras de San Agustin (In Ps 86): "Cristo padecio cuanto debio padecer; nada falta a la medida de su pasion. Completa esta la pasión, pero en la cabeza; faltaban todavía las pasiones de Cristo en el cuerpo". Nuestro Señor se digno declarar esto mismo cuando, apareciéndose a Saulo, "que respiraba amenazas y muerte contra los discipulos" (Ac 91,1), le dijo: "Yo soy Jesús, a quien tu persigues" (Ac 5); significando claramente que en las persecuciones contra la Iglesia es a la Cabeza divina de la Iglesia a quien se veja e impugna. Con razon, pues, Jesucristo, que todavía en su Cuerpo místico padece, desea tenernos por socios en la expiación, y esto pide con El nuestra propia necesidad; porque siendo como somos "cuerpo de Cristo, y cada uno por su parte miembro" (1Co 2,27), necesario es que lo que padezca la cabeza lo padezcan con ella los miembros (Ibid).

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Necesidad actual de expiación por tantos pecados

12. Cuanta sea, especialmente en nuestros tiempos, la necesidad de esta expiación y reparación, no se le ocultara a quien vea y contemple este mundo, como dijimos, "en poder del malo" (1Jn 5,19). De todas partes sube a Nos clamor de pueblos que gimen, cuyos principes o rectores se congregaron y confabularon a una contra el Señor y su Iglesia (2P 2,2). Por esas regiones vemos atropellados todos los derechos divinos y humanos; derribados y destruidos los templos, los religiosos y religiosas expulsados de sus casas, afligidos con ultrajes, tormentos, carceles y hambre; multitudes de niños y niñas arrancados del seno de la Madre Iglesia, e inducidos a renegar y blasfemar de Jesucristo y a los mas horrendos crimenes de la lujuria; todo el pueblo cristiano duramente amenazado y oprimido, puesto en el trance de apostatar de la fe o de padecer muerte crudelisima. Todo lo cual es tan triste que por estos acontecimientos parecen manifestarse "los principios de aquellos dolores" que habian de preceder "al hombre de pecado que se levanta contra todo lo que se llama Dios o que se adora" (2Th 2,4).

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Y aun es mas triste, venerables hermanos, que entre los mismos fieles, lavados en el bautismo con la sangre del Cordero inmaculado y enriquecidos con la gracia, haya tantos hombres, de todo orden o clase, que con increible ignorancia de las cosas divinas, inficionados de doctrinas falsas, viven vida llena de vicios, lejos de la casa del Padre; vida no iluminada por la luz de la fe, ni alentada de la esperanza en la felicidad futura, ni caldeada y fomentada por el calor de la caridad, de manera que verdaderamente parecen sentados en las tinieblas y en la sombra de la muerte. Cunde además entre los fieles la incuria de la eclesiastica disciplina y de aquellas antiguas instituciones en que toda la vida cristiana se funda y con que se rige la sociedad doméstica y se defiende la santidad del matrimonio; menospreciada totalmente o depravada con muelles halagos la educación de los niños, aun negada a la Iglesia la facultad de educar a la juventud cristiana; el olvido deplorable del pudor cristiano en la vida y principalmente en el vestido de la mujer; la codicia desenfrenada de las cosas perecederas, el ansia desapoderada de aura popular; la difamación de la autoridad legitima, y, finalmente, el menosprecio de la palabra de Dios, con que la fe se destruye o se pone al borde de la ruina.

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Forman el cumulo de estos males la pereza y la necedad de los que, durmiendo o huyendo como los discipulos, vacilantes en la fe miseramente desamparan a Cristo, oprimido de angustias o rodeado de los satélites de Satanas; no menos que la perfidia de los que, a imitación del traidor Judas, o temeraria o sacrilegamente comulgan o se pasan a los campamentos enemigos. Y así aun involuntariamente se ofrece la idea de que se acercan los tiempos vaticinados por nuestro Señor: "Y porque abundo la iniquidad, se enfrio la caridad de muchos" (
Mt 24,12).

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El ansia ardiente de expiar

13. Cuantos fieles mediten piadosamente todo esto, no podran menos de sentir, encendidos en amor a Cristo apenado, el ansia ardiente de expiar sus culpas y las de los demás; de reparar el honor de Cristo, de acudir a la salud eterna de las almas. Las palabras del Apóstol: "Donde abundo el delito, sobreabundo la gracia" (Rm 5,20), de alguna manera se acomodan también para describir nuestros tiempos; pues si bien la perversidad de los hombres sobremanera crece, maravillosamente crece también, inspirando el Espíritu Santo, el numero de los fieles de uno y otro sexo, que con resuelto animo procuran satisfacer al Corazon divino por todas las ofensas que se le hacen, y aun no dudan ofrecerse a Cristo como victimas.

Quien con amor medite cuanto hemos dicho y en lo profundo del corazon lo grabe, no podra menos de aborrecer y de abstenerse de todo pecado como de sumo mal; se entregara a la voluntad divina y se afanara por reparar el ofendido honor de la divina Majestad, ya orando asiduamente, ya sufriendo pacientemente las mortificaciones voluntarias, y las aflicciones que sobrevinieren, ya, en fin, ordenando a la expiación toda su vida.

Aquí tienen su origen muchas familias religiosas de varones y mujeres que, con celo ferviente y como ambicioso de servir, se proponen hacer día y noche las veces del Angel que consolo a Jesús en el Huerto; de aquí las piadosas asociaciones asimismo aprobadas por la Sede Apostolica y enriquecidas con indulgencias, que hacen suyo también este oficio de la expiación con ejercicios convenientes de piedad y de virtudes; de aquí finalmente los frecuentes y solemnes actos de desagravio encaminados a reparar el honor divino, no solo por los fieles particulares, sino también por las parroquias, las diocesis y ciudades.

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LA DEVOCIÓN AL CORAZON DE JESÚS

Causa de muchos bienes

14. Pues bien: venerables hermanos, así como la devoción de la consagración, en sus comienzos humilde, extendida después, empieza a tener su deseado esplendor con nuestra confirmación, así la devoción de la expiación o reparación, desde un principio santamente introducida y santamente propagada. Nos deseamos mucho que, mas firmemente sancionada por nuestra autoridad apostolica, mas solemnemente se practique por todo el universo católico. A este fin disponemos y mandamos que cada ano en la fiesta del Sacratísimo Corazon de Jesús - fiesta que con esta ocasión ordenamos se eleve al grado liturgico de doble de primera clase con octava - en todos los templos del mundo se rece solemnemente el acto de reparación al Sacratísimo Corazon de Jesús, cuya oración ponemos al pie de esta carta para que se reparen nuestras culpas y se resarzan los derechos violados de Cristo, Sumo Rey y amantísimo Señor.

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No es de dudar, venerables hermanos, sino que de esta devoción santamente establecida y mandada a toda la Iglesia, muchos y preclaros bienes sobrevendran no solo a los individuos, sino a la sociedad sagrada, a la civil y a la doméstica, ya que nuestro mismo Redentor prometio a Santa Margarita María "que todos aquellos que con esta devoción honraran su Corazon, serian colmados con gracias celestiales".

Los pecadores, ciertamente, "viendo al que traspasaron" (
Jn 19,37), y conmovidos por los gemidos y llantos de toda la Iglesia, doliéndose de las injurias inferidas al Sumo Rey, "volveran a su corazon" (Is 46,8); no sea que obcecados e impenitentes en sus culpas, cuando vieren a Aquel a quien hirieron "venir en las nubes del cielo" (Mt 26,64), tarde y en vano lloren sobre El (Ap 1,7).

Los justos mas y mas se justificaran y se santificaran, y con nuevas fervores se entregaran al servicio de su Rey, a quien miran tan menospreciado y combatido y con tantas contumelias ultrajado; pero especialmente se sentiran enardecidos para trabajar por la salvación de las almas, penetrados de aquella queja de la divina Victima: "¿Qué utilidad en mi sangre?" (Ps 19,10); y de aquel gozo que recibira el Corazon sacratísimo de Jesús "por un solo pecador que hiciere penitencia" (Lc 15,4).

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Especialmente anhelamos y esperamos que aquélla justicia de Dios, que por diez justos movido a misericordia perdono a los de Sodoma, mucho mas perdonara a todos los hombres, suplicantemente invocada y felizmente aplacada por toda la comunidad de los fieles unidos con Cristo, su Mediador y Cabeza.

La Virgen Reparadora

15. Plazcan, finalmente, a la benignisima Virgen Madre de Dios nuestros deseos y esfuerzos; que cuando nos dio al Redentor, cuando lo alimentaba, cuando al pie de la cruz lo ofrecio como hostia, por su unión misteriosa con Cristo y singular privilegio de su gracia fue, como se la llama piadosamente, reparadora. Nos, confiados en su intercesión con Cristo, que siendo el "unico Mediador entre Dios y los hombres" (Tt 2,3), quiso asociarse a su Madre como abogada de los pecadores, dispensadora de la gracia y mediadora, amantisimamente os damos como prenda de los dones celestiales de nuestra paternal benevolencia, a vosotros, venerables hermanos, y a toda la grey confiada a vuestro cuidado, la bendición apostolica.

Dado en Roma, junto a San Pedro, día 8 de mayo de 1928, séptimo de nuestro pontificado.

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DIVINI CULTUS SANCTITATEM: Sobre la musica sagrada

PIO XI



20 de diciembre de 1928

Venerables Hermanos Salud y bendición apostolica

I. EL DOGMA, LA LITURGIA y EL ARTE

1. Autoridad de la Iglesia sobre asuntos liturgicos(1).

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Habiendo la Iglesia recibido de su fundador JESUCRISTO el encargo de velar por la santidad del culto divino, tiene indudablemente autoridad, dejando siempre a salvo lo substancial del Sacrificio y de los Sa cramentos, de prescribir todo aquello que sirva para regular dignamente di cho augusto ministerio publico, como ceremonias, ritos, formulas, oraciones y canto, cuyo conjunto recibe el nom bre especial de Liturgia, o sea la acción sagrada por excelencia.

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2. La Liturgia y su unión cou el dogma y la vida.

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Y verdaderamente es cosa sagrada la liturgia, no solo como elevación y unión de las almas hasta Dios, sino también como testimonio de nuestra fe y la estrechisima deuda que con Dios tenemos por los beneficios recibidos y de los cuales siempre necesitamos. De aquí la intima unión que hay entre el dogma y la liturgia, lo mismo que entre el culto cristiano y la santificación del pueblo. Por eso CELESTINO I enseñaba ya que el canon de la fe se hallaba expreso en las venerandas formulas de la liturgia, y escribia: Las normas de la fe quedan establecidas por las normas de la oración. Los pas tores de la grey cristiana desempeñan la misión que se les ha encomendado, y, por tanto, abogan ante la divina clemencia por la causa del género humano, y cuanto piden y oran, lo hacen acompañados de los gemidos de toda la Iglesia(2).

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3. Participación del pueblo en la Liturgia y el Canto, antiguamente

Estas oraciones colectivas que prime ro se llamaron opus Dei(3), y después officium divinum, como deuda que debe pagarse diariamente al Señor, du rante los primeros siglos de la Iglesia, hacianse de día y de noche con gran concurso de fieles. Y es indecible cuan admirablemente ayudaban aquellas ingenuas melodias, que acompañaban a las sagradas preces y el Santo Sacrificio

a encender la piedad cristiana en el pueblo. Fue entonces, especialmente en las vetustas basilicas, donde Obispos, Clero y pueblo alternaban en las divi nas alabanzas, cuando, como dice la Historia, muchos de los barbaros se educaron en la civilización cristiana. Allí, en el templo, era donde el propio opresor de la familia cristiana sentia, me jor el valor y la eficacia del dogma de la comunión de los santos. Así, el em perador arriano VALENTE quedo como anonadado ante la majestad con que SAN BASILIO celebro los divinos misterios; y en Milán los herejes acusaban a SAN AMBROSIO de hechizar a las turbas con el canto de sus himnos liturgicos; y cierto es que aquellos mismos himnos que tanto conmovieron a SAN AGUSTIN, le decidieron a abrazar la fe de Cristo. Fue también en las iglesias, donde casi todos los ciudadanos formaban como inmenso coro, en el que los artistas, arquitectos, pintores, y escultores y los mismos literatos aprendieron de la liturgia aquel conjunto de conocimientos teologicos que hoy tanto resplandecen y se admiran en los insignes monumentos de la Edad Media.

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4. La Iglesia fomento siempre la vida liturgica.

Por aquí se echa de ver por qué los Romanos Pontifices mostrar on tan grande solicitud en fomentar y proteger la Liturgia sagrada; y así como o pusieron tanto cuidado en expresar el dogma con palabras exactas, también se aplicaron a poner en en las sagradas normas de la liturgia, defendiéndolas y preservandolas de adulteracion. Por eso también encon tramos que los Santos Padres han reco mendado la liturgia, en sus homilias y el Concilio de Trento ha querido qu e sea expuesta y explicada al pueblo cristiano.

II. EL "MOTU PROPRIO" DE PIO X y el CENTENARIO DE GUIDO DE AREZZO

5. Pio X impulso hace 25 anos el movimiento liturgico con su Motu Proprio.

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Por lo que toca a los tiempos m odemos, el Sumo Pontifice Pio X, de feliz memoria, al promulgar hace veinticinco anos el Motu proprio sobre la musica sagrada y el canto gregoriano, habiase prefijado corno fin principal hacer que volviese a florecer y se conserva se en los fieles el verdadero espiri tu cristiano, tendiendo con oportunas ordenes y sabias disposiciones a suprimir cuanto pudiera oponerse a la dignidad del templo, donde los fieles se reunen cabalmente para beber ese fervor de piedad en su primera e indispensable fuente, que es la participación activa en los sacrosantos misterios y en la ora ción solemne de la Iglesia. Importa, pue s, muchísimo, que cuanto sea ornamento de la sagrada liturgia esté conten ido en las formulas y en los limites impuestos y deseados por la Iglesia, para que las artes, como es deber esencial suyo, sirvan verdaderamente como nobilisimas siervas al culto divino; lo cual no redundara en menoscabo de ella antes bien dara mayor dignidad y e splendor al desarrollo de las artes mis mas en el lugar sagrado.

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6. La musica sagrada y el canto coadyuvaron a la renovación liturgica.

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Est o se ha visto realizado y confirmado maravillosa manera en lo que atane a la musica y al canto liturgicos, puesto allí donde se han observado y cumplido integramente las disposiciones de PIO X, se ha logrado la restauración de las mas escogidas formas del arte y el con solador reflorecimiento del espíritu reli gioso, ya que el pueblo cristiano, compenetrado por un mas profundo sen timiento liturgico, empezo a tomar par te mas activa en el rito eucaristico, la oración publica y en la salmodia rada. Y Nos mismo tuvimos una con soladora confirmación de ello, cuando en el primer ano de Nuestro Pontificado, un inmenso coro de clérigos de todas las naciones acompano con melodias gregorianas el solemne acto liturgico celebrado por Nos en la Basílica Vaticana.

7. Las normas de PIO X descuidadas.

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Nos duele, sin embargo advertir que las sab ias disposiciones de Nuestro antecesor no han logrado en todas partes la aplicación debida, y por eso no se han obtenido las mejoras que se esperaban. Sabemos, en efecto, que algunos han pretendido no estar obligados a la obs ervancia de aquellas disposiciones y leyes, no obstante la solemnidad con que fueron promulgadas; que otros, después de los primeros anos de feliz enmienda han vuelto insensiblemente a permitir cierto género de musica, que debe ser totalmente desterrado del templo, y, finalmente, que en algunos sitios, con ocasión principalmente de conmemoraciones centenarias de ilus tres musicos, se han buscado pretextos para interpretar composiciones que, aun siendo hermosas en si mismas, no responden ni a la majestad del lugar sagrado, ni a la santidad de las normas liturgicas, y, por tanto, no se deben interpretar en la iglesia.

8. Motivo de la Constitucion: El Motu Proprio y el 9º centenario de Arezzo.

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Así, pues, precisamente para que el pueblo y el clero obedezcan en adelante con mas exactitud las normas impuestas por Pio X a toda la Iglesia, Nos place aquí dar algunas singulares disposiciones, sugeridas por la expe riencia de veinticinco anos. Y esto lo hacemos con tanto mayor gusto, cuanto que este ano, además de cumplirse el primer cuarto de siglo de la citada res tauración de la musica sacra, se celebra también el centenario del monje GUIDO DE AREZZO, que hoy hace cerca de no vecientos anos, llamado a Roma por el Sumo Pontifice, expuso los felices re sultados del sistema por él habilmente inventado para fijar, conservar y divul gar mas fácilmente y con mayor esplen dor de la Iglesia y del Arte aquella me lodia liturgica que trae su origen de los primeros días del Cristianismo. En el glorioso templo Lateranense, primer lugar donde SAN GREGORIO MAGNO, recogiendo, ordenando y acreciendo el tesoro de la monodia sagrada, herencia y monumento de los Santos Padres, ha bia instituido la famosa Escuela que había de perpetuar la interpretación genuina y tradicional de los cantos li turgicos, allí el monje GUIDO hizo la primera experiencia de su invento, de lante del clero de Roma, y en presencia del mismo Sumo Pontifice, el cual, aprobando y elogiando la innovación, procuro que ésta se pudiese poco a poco difundir por todas partes, con inmensas ventajas para todo género de musica.

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9. Anuncio de nuevas normas.

Por eso a todos los Obispos y Ordinarios, a quienes corresponde de modo singu lar la custodia de la liturgia y el cui dado de las artes sagradas en el templo, les prescribimos aquí algunas normas, como respuesta a los innumerables votos que de todos los Congresos musica, y especialmente del celebrado hace poco en Roma, Nos han enviado muchos sagrados Pastores e ilustres he raldos de la restauración musical, a todos los cuales tributamos aquí merecida alabanza. Y prescribimos que estas normas se cumplan y observen según los medios y métodos mas eficaces, que aquí resumimos.

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III. LA PARTE DISPOSlTIVA

10. Cultura musical en los Semina rios.

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I. -Quienesquiera deseen iniciarse en el minissterio sacerdotal, no solo en los Seminarios, sino tambiéu en las ca sas religiosas, sean instruidos en el can to gregoriano y en la musica sagrada, desde los primeros anos de su juventud, a fin de que en tal edad puedan mis fácilmente aprender cuanto se refiere al canto y a la melodia, y además les sea menos dificultoso suprimir o mo dificar defectos naturales, si por casua lidad los padecen, los cuales seria im posible remediar después, en edad mas adulta. Iniciandose así esta ensenanza del canto y de la musica desde las cla ses elementales, y prosiguiéndola en el gimnasio y en el liceo, los futuros sa cerdotes, hechos ya, sin siquiera adver tirlo, avezados cantores, podran recibir; sin fatiga ni dificultad la cultura supe rior que bien puede llamarse estética de la melodia gregoriana y del arte musical, de la polifonia y del organo; conocimientos que se han hecho hoy tan convenientes a la cultura del clero.

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11. Teoria y practicas frecuentes.

II. -Por tanto, así en los Seminarios como en los demás institutos de educa ción eclesiastica, habra una breve pero frecuente y casi diaria lección o ejecución del canto gregoriauo y de mu sica sagrada, lección que, si es dada con espíritu verdaderamente liturgico, servira mas bien de alivio que de pesa dumbre a los alumnos, después de las fatigosas horas de otras ensenanzas y estudios severos. Esta mas completa y perfecta educación liturgico-musical del clero conseguira, sin duda, que recobre su antiguo esplendor y dignidad el oficio del coro, que es parte principal del culto divino, y asimismo lograra que en lasEscolanias y Capillas musicales renazca su antigua gloria y grandeza.IV. EL OFICIO CORAL

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12. El cultivo del canto del Oficio.

III. -Todos aquellos que estén al frente de Basilicas, Iglesias Catedrales, Cole giatas y Conventuales religiosas, o que de cualquier modo pertenezcan a ellas, deben emplear todo su esfuerzo a fin de que se restaure el oficio coral según las prescripciones de la Iglesia; no solo en cuanto es de precepto genérico, como rezar siempre el oficio divino digne, atente et devote, sino también en cuanto concierne al arte del canto: puesto que en la salmodia se debe aten der, ya a la precisión de los tonos con sus propias cadencias medias y finales, ya a la pausa conveniente del asterisco, ya, en fin, a la plena concordia en la recitación de los versiculos salmodicos y de las estrofas de los himnos. Porque, si todo eso se cumple en sus minimos puntos, salmodiando todos perfecta mente, no solo demostraran la unidad de sus espiritus, aplicados a las alaban zas de Dios, sino que también en el equi librado alternar de ambas alas del coro, semejaran emular la alabanza eterna de los Serafines, que en voz alta cantan al ternativamente: "Santo, Santo, Santo".

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13. Persona responsable de la Litnrgia y el canto.

IV. -A fin de que en adelante nadie pueda alegaar excusas o pretextos por creerse dispensado de la obligación de obedecer a las leyes de la Iglesia, todos los Cabildos y Comuni dades religiosos deberan tratar de estas disposiciones en oportunas reuniones periodicas. Y, así como en otro tiempo había un cantor o maestro del coro, así también en adelante haya en todos los coros, tanto de canonigos como de religiosos, una persona competente que vele por la observancia de las reglas liturgicas y del canto coral, y corrija en la practica los defectos de todo el coro y de cada uno de sus componentes.

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14. Insiste en el canto gregoriano auténtico

Y aquí es oportuno recordar que por antigua y constante disciplina de la Iglesia, como también en virtud de las mismas Constituciones Capitulares, hoy todavía vigentes, es necesario que todos cuantos están obligados al oficio coral conozcan, a lo menos en la medida conveniente, el canto gregoriano, al cual han de ajustarse todas las iglesias, sin exceptuar ninguna, debe entenderse solo aquel que ha sido restituido a la fidelidad de los antiguos codices,y que ya esta dado por la Iglesia en edición auténtica.

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V. CAPILLAS MUSICALES Y ESCOLANIAS NIÑOS CANTORES

15. Capillas musicales

V. - También queremos recomendar aquí a quienes corresponde las Capillas musicales, como aquellas que sucediendo en el curso de los tiempos a las antiguas Escolanias, se instituyeron para este fin en Basilicas y en las iglesias mayores a fin de que se ajustaran especialmente a la polifonia sacra. A este proposito, suelen con toda razon merecer la preferencia, después de las venerandas melodias gregorianas, sobre todo otro género de musica eclesiastica. Por eso Nos ardientemente deseamos que tales Capillas, así como florecieron desde el siglo XIV al XVI, así también se restauren, especialmente dondequiera que la mayor frecuencia y esplendor del culto divino exijan mayor numero y mas exquisita selección de cantores.

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16. Escolanias de niños deben formarse en todas las iglesias

VI - Respecto de las Escolanias de niños, se las debe fundar no solo para las iglesias mayores y catedrales, sino también para las iglesias menores y parroquiales; a los niños cantores los educaran en el canto maestros de capilla, para que sus voces, según la antigua costumbre de la Iglesia, se unan a los coros viriles, so bre todo cuando en la polifonia sacra se les confia, como sucedio siempre, la parte de soprano, o también de cantus.

De los niños de coro, sobre todo en el siglo XVI, salieron, como es sabido, los mejores compositores de polifonia clasica, siendo el primero de todo ellos el gran PALESTRINA.

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VI. LA MUSICA INSTRUMENTAL Y EL ORGANO

17. La voz humana debe resonar en el templo.

VII. - Y porque sabemos que en alguna región se intenta fomen tar de nuevo un género de musica, no del todo sagrada a causa especialmente del inmoderado uso de los instrumentos, Nos creemos aquí en el deber de afirmar que no es el canto con acompañamiento de instrumentos el ideal de la Iglesia; pues antes que el instrumento es la voz viva la que debe resonar en el templo, la voz del clero, la de los cantores del pueblo. y no se ha de creer que la Iglesia se opone al flore cimiento del arte musical cuando pro cura dar la preferencia a la voz huma na sobre todo otro instrumento. Por que ningun instrumento, ni aun el mas delicado y perfecto, podra nunca com petir en vigor de expresión con la voz del hombre, sobre todo cuando de ella se sirve el alma para orar y alabar al Altisimo.

18. El tradicional instrumento de la Iglesia: el organo.

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VIII. - La Iglesia tiene además su tradicional instrumen to musical; queremos decir el organo, que por su maravillosa grandiosidad y majestad fue estimado digno de enla zarse con los ritos liturgico s, ya acom panando al canto, ya durante los si lencios de los coros y según las pres cripciones de la Iglesia, difundiendo suavisimas armonias. Pero también en esto hay que evitar esa mezcla de lo sagrado y de lo profano, que a causa por un lado de modificaciones introdu cidas por los constructores, y por otro lado de audacias musicales de algunos organistas, va amenazando la pureza de la santa misión que el organo esta destinado a realizar en la Iglesia.

19. Peligros del modernismo musical.

También Nos deseamos que, salvas siempre las normas liturgicas, se desarrolle cada día mas, y reciba nue vos perfeccionamientos cuanto se re fiere al organo. Pero no podemos dejar de lamentarnos de que, así como acon tecia en otros tiempos con géneros de musica que la Iglesia con razon reprobo, así también hoy se intente con mo dernisimas formas volver a introducir en el templo el espíritu de disipación y de mundanidad. Si tales formas comen zasen nuevamente a infiltrarse, la Iglesia no tardaria un punto en condenarlas.

Vuelvan a resonar en los templos solo aquellos acentos del organo que están en armonia con la majestad del lugar y con el santo perfume de los ritos. Solamente así el arte del organo volvera a hallar su camino y su nuevo esplendor, con ventaja verdadera de la liturgia sagrada.

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VII. LA PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO

20. El pueblo de espectador debe pasar a parte activa en el canto liturgico

IX. - A fin de que los fieles to men parte mas activa en el culto divi no, renuévese para el pueblo el uso del canto gregoriano, en lo que al pueblo toca. Es necesario, en efecto, que los fieles, no como extranos o mudos espec tadores, sino verdaderamente compren sivos y compenetrados de la belleza de la Liturgia, asistan de tal modo a las sa gradas funciones -aun cuando en ellas se celebren procesionees solemnes-, que alterne su voz, según las debidas normas, con la voz del sacerdote y la del coro o schola cantorum. Porque, si esto felizmente sucede, no habra ya que lamentar ese triste espectaculo en que el pueblo nada responde, o apenas responde con un murmullo bajo y con fuso a las oraciones mas comunes ex presadas en lengua liturgica y hasta en lengua vulgar.

21. Ensenanza general dc la musica liturgica

X. - Apliquense activamente uno y otro Clero, con la guia y tras del ejemplo de los Obispos y Ordinarios, a fomentar, o directamente, o por medio de personas entendidas, esta enseñanza liturgico-musical del pueblo, como cosa que esta tan estrechamente unida con 1a doctrina cristiana. Y ello sera hasta facil de obtener, si esta instrucción en el canto liturgico se da principalmente en las escuelas, congregaciones piadosas y otras asociaciones catolicas. Asimismo las comunidades de religiosos, de monjas e instituciones femeninas sean celosas por conseguir este fin en los diversos establecimientos de educac ión que les están confiados. Igualmente confiamos que ayudaran no poco a este fin las sociedades que en algunas regiones, y acatando siempre a las autoridades eclesiasticas, dedican toda su inteligente acción a restaurar la musica sagrada según las normas de la Iglesia.

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22. Formación musical. Institutos de musica.

XI. - Para alcanzar estos dichosos f rutos, es indudablemente necesario que haya maestros, y que éstos sean muchisimos. A este proposito, no podemos dejar de tributar las debidas Alabanzas a aquellas Scholas e Institutos de Musica fundados en muchas partes del mundo católico; pues, ensenando con todo esmero y diligencia las musicales disciplinas, forman sabios y meritisimos maestros.

Pero de manera especialisima Nos queremos aquí recordar y alabar a la Escuela Superior de Musica Sacra(4), institución fundada por Pio X en Roma el ano 1910. Esta Escuela, que Nuestro inmediato antecesor BENEDICTO XV fervorosamente protegio, a la cual dono un nuevo y decoroso domicilio, también ha merecido que Nos le otorgasem os Nuestro especial favor, como a preciosa herencia que Nos han dejado dos Papas; y por eso la recomendamos calurosamente a todos los Ordinarios del mundo.


PIO XI, MAGISTERIO PONTIFICIO 169