PIO XI, MAGISTERIO PONTIFICIO 300

c) Reconocido por la jurisprudencia civil

11. Este incontrastable derecho de la familia ha sido varias veces reconocido juridicamente por naciones en que hay cuidado de respetar el derecho natural en las disposiciones civiles. Asi, para citar un ejemplo, de los mas recientes, la Corte Suprema de la Republica Federal de los Estados Unidos de la América del Norte, al resolver una importantisima controversia, declaro "que no competia al Estado ninguna potestad general de establecer un tipo uniforme de educación en la juventud, obligandola a recibir la instrucción de las escuelas publicas solamente", y anadio la razon de derecho natural: "El nino no es una mera criatura del Estado; quienes lo alimentan y lo dirigen tienen el derecho, junto con el alto deber, de educarlo y prepararlo para el cumplimiento de sus deberes" ( Card. a publicis Ecclesiae negotiis, 30 maii 1929.)

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12. La historia testifica, como, particularmente en los tiempos modernos, ha habido y hay de parte del Estado violación de los derechos conferidos por el Creador a la Familia, y al par demuestra espléndidamente como la Iglesia los ha tutelado siempre y defendido; y la mejor prueba de hecho esta en la especial confianza que las familias han puesto en las escuelas de la Iglesia, como escribimos en Nuestra reciente carta al Cardenal Secretario de Estado: "La familia ha caido pronto en la cuenta de que es asi, y desde los primeros tiempos del Cristianismo, hasta nuestros dias, padres y madres, aun poco o nada creyentes, mandan y llevan por millones a sus propios hijos a los institutos educativos fundados y dirigidos por la Iglesia" (C I.C.
CIS 750,2; S. Th. II-II 10,12)

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Es que el instinto paterno, que viene de Dios se orienta confiadamente hacia la Iglesia, seguro de encontrar en ella la tutela de los derechos de la Familia, es decir, la concordia que Dios ha puesto en el orden de las cosas. La Iglesia, en efecto, aunque, consciente como es de su divina misión universal y de la obligación que todos los hombres tienen de seguir la unica religión verdadera, no se cansa de reivindicar para si el derecho y de recordar a los padres el deber de hacer bautizar y educar cristianamente a los hijos de padres catolicos: con todo es tan celosa de la inviolabilidad del derecho natural educativo de la Familia, que no consiente, a no ser con determinadas condiciones y cautelas, en que se bauticen a los hijos de los infieles, o se dispongan como quiera de su educación, contra la voluntad de sus padres, mientras los hijos no puedan determinarse por si abrazando libremente la fe(Oratio habita ad alumnos Tusculani Conlegii, 14/05/1929.)

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Tenemos, pues, como lo declaramos en Nuestro discurso ya citado, dos hechos de altisima importancia: "La Iglesia que pone a disposición de las familias su oficio de maestra y educadora, y las familias que acuden presurosas para aprovechar de él y confian a la Iglesia por centenares y millares a sus propios hijos, y estos dos hechos recuerdan y proclaman una gran verdad, importantisima en el orden moral y social. A saber, que la misión de la educación toca, ante todo y sobre todo, en primer lugar, a la Iglesia y a la Familia, y que les toca por derecho natural y divino, y, por tanto, de manera inderogable, ineluctable, insubrogable" (CIC )

AL ESTADO

13. De este primado de la misión educativa de la Iglesia y de la Familia, asi como resultan grandisimas ventajas, según hemos visto, para toda la sociedad, asi también ningun dano puede seguirse a los verdaderos y propios derechos del Estado respecto a la educación de los ciudadanos, conforme al orden por Dios establecido.

a) En orden al bien comun

Estos derechos los ha comunicado a la sociedad civil el mismo

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Autor de la Naturaleza, no a titulo de paternidad, como a la Iglesia y a la Familia, pero si por la autoridad que le compete para promover el bien comun temporal, que no es otro su fin propio. Por consiguiente, la educación no puede pertenecer a la sociedad civil del mismo modo que pertenece a la Iglesia y a la Familia, sino de manera diversa correspondiente a su fin propio.

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b) Dos funciones

Ahora bien; este fin, el bien comun de orden temporal, consiste en la paz y seguridad de que las familias y cada uno de los individuos puedan gozar en el ejercicio de sus derechos, y a la vez en el mayor bienestar posible en la vida presente, mediante la unión y la coordinación de la actividad de todos. Doble es, pues, la función de la autoridad civil, que reside en el Estado: proteger y promover; y no absorber a la familia y al individuo, o suplantarlos.

Por lo tanto, en orden a la educación, es derecho, o, por mejor decir, deber del Estado, proteger en sus leyes el derecho anterior -que arriba dejamos descrito- de la Familia en la educación cristiana de la prole; y, por consiguiente, respetar el derecho sobrenatural de la Iglesia sobre tal educación cristiana.

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Igualmente toca al Estado proteger el mismo derecho en la prole cuando venga a faltar fisica o moralmente la obra de los padres, por defecto, incapacidad o indignidad, ya que el derecho educativo de ellos como arriba declaramos, no es absoluto o despotico, sino dependiente de la ley natural y divina, y por tanto, sometido a la autoridad y juicio de la Iglesia, y también a la vigilancia y tutela juridica del Estado en orden al bien comun; y además la Familia no es sociedad perfecta que tenga en si todos los medios necesarios para su perfeccionamiento.

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En tal caso, por lo demás excepcional, el Estado no suplanta ya a la Familia, sino suple el defecto y lo remedia con medios idoneos, siempre en conformidad con los derechos naturales de la prole y los derechos sobrenaturales de la Iglesia.

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Además, en general, es derecho y deber del Estado proteger, según las normas de la recta razon y de la fe, la educación moral y religiosa de la juventud, removiendo de ella las causas publicas a ella contraria.

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Principalmente pertenece al Estado, en orden al bien comun, promover de muchas maneras la misma educación e instrucción de la juventud. Ante todo y directamente, favoreciendo y ayudando a las iniciativas y acción de la Iglesia y de las familias, cuya grande eficacia demuestran la historia y la experiencia. Luego, complementando esta obra, donde ella no alcanza y no basta, aun por medio de escuelas e instituciones propias, porque el Estado mas que ningun otro esta provisto de medios puestos a su disposición para las necesidades de todos y es justo que los emplee para provecho de aquellos mismos de quienes proceden(Cf. Nuestro discurso del 18 de diciembre de 1929.)

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Además el Estado puede exigir y, por tanto, procurar que todos los ciudadanos tengan el conocimiento necesario de sus deberes civiles y nacionales, y cierto grado de cultura intelectual, moral y fisica, que el bien comun, atendidas las condiciones de nuestros tiempos, verdaderamente exija.

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Sin embargo, es claro que en todos estos modos de promover la educación y la instrucción publica y privada, el Estado debe respetar los derechos nativos de la Iglesia y de la familia a la educación cristiana, además de observar la justicia distributiva. Por tanto, es injusto e ilicito todo monopolio educativo o escolar, que fuerce fisica o moralmente a las familias a acudir a las escuelas del Estado contra los deberes de la conciencia cristiana, o aun contra sus legitimas preferencias.

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c) ¿Qué educación puede reservarse el Estado?

14. Pero esto no quita que para la recta administración de la cosa publica y para la defensa interna y externa de la paz, cosas tan necesarias para el bien comun y que exigen especiales aptitudes y especial preparación, el Estado reserve la institución y dirección de escuelas preparatorias para alguno de sus cargos, y senaladamente para la milicia, con tal que tenga cuidado de no violar los derechos de la Iglesia y de la Familia en lo que a ellas concierne. No es inutil repetir aqui en particular esta advertencia, porque en nuestros tiempos (en los que se va difundiendo un nacionalismo tan exagerado y falso como enemigo de la verdadera paz y prosperidad) se suele pasar mas alla de los justos limites al ordenar militarmente la educación asi llamada fisica de los jóvenes, (y a veces de las jóvenes, contra la naturaleza misma de las cosas humanas), y aun con frecuencia usurpando mas de lo justo, en el dia del Señor el tiempo que debe dedicarse a los deberes religiosos y al santuario de la vida familiar. No queremos, por lo demás, censurar lo que puede haber de bueno en el espiritu de disciplina y de legitimo arrojo en tales métodos, sino solamente el exceso, como, por ejemplo, el espiritu de violencia, que no hay que confundir con el espiritu de fortaleza ni con el noble sentimiento del valor militar en defensa de la patria y del orden publico; como también la exaltación del atletismo, que aun para la edad clasica pagana senalo la degeneración y decadencia de la verdadera educación fisica.

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En general, pues, no solo para la juventud, sino para todos las edades y condiciones, pertenece a la sociedad civil y al Estado la educación, que puede llamarse civica, la cual consiste en el arte de presentar publicamente a los individuos asociados tales objetos de conocimiento racional, de imaginación y de sensación, que inviten a las voluntades hacia lo honesto y lo persuadan con una necesidad moral ya sea en la parte positiva que presenta tales objetos, ya sea en la negativa, que impide los contrarios(Enc. Immortale Dei 1 nov. 1885.) Esta educación civica, tan amplia y multiple que comprende casi toda la obra del Estado en favor del bien comun, asi como debe conformarse con las normas de la rectitud, asi no puede contradecir a la doctrina de la Iglesia, divinamente constituida Maestra de dichas normas.

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d) Relaciones entre la Iglesia y el Estado

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15. Cuanto hemos dicho hasta aqui acerca de la intervención del Estado en orden a la educación, descansa sobre el fundamento solidísimo e inmutable de la doctrina catolica "de Civitatum constitutione Christiana", tan egregiamente expuesta por Nuestro Predecesor Leon XIII, particularmente en las Enciclicas "Inmortale Dei" y "Sapientiae christianae", a saber: "Dios ha dividido entre dos potestades el gobierno del género humano, la eclesiastica y la civil, poniendo a la una al frente de las cosas divinas, y a la otra, al frente de las humanas. Ambas supremas cada una en su orden: la una y la otra tienen limites fijos que las incluyen, inmediatamente determinados por la naturaleza y por el fin de cada una; de modo que viene a tratarse como una esfera dentro de la cual se desenvuelve con exclusivo derecho la acción de cada una. Pero, pues unos mismos subditos estan sometidos a uno y otro poder, y puede suceder que la misma materia, aunque bajo aspectos diversos, caiga bajo la competencia y criterio de cada uno de ellos, sin duda Dios providentísimo, de quien ambos dimanan, debe haber senalado con recto orden a cada uno sus caminos. Los poderes que existan, estan por Dios ordenados" (CIC )

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Ahora bien, la educación de la juventud es precisamente una de esas que pertenecen a la Iglesia y al Estado, "aunque de diversa manera", como arriba hemos expuesto. "Debe, pues -prosigue Leon XIII- reinar entre las dos potestades una ordenada armonia: coordinación que sin causa se compara a aquélla en virtud de la cual se juntan en el hombre el alma y el cuerpo. Cual y cuan grande sea esta coordinación nadie podra juzgarlo sino reflexionando, como dijimos, sobre la naturaleza de cada una de ellas, puesta la vista en la excelencia y nobleza del fin; pues ha sido proxima y propiamente confiado a la una el fomentar el provecho de las cosas mortales y a la otra, en cambio, el procurar los bienes celestiales y sempiternos. Asi que, cuanto por algun concepto hay de sagrado en las cosas humanas, cuanto se refiere a la salud de las almas y al culto de Dios sea asi por su misma naturaleza o como tal se considere en razon del fin a que tiende, todo ello cae bajo el poder y las direcciones de la Iglesia; lo demás, que queda en el orden civil y politico, justo es que dependa de la autoridad civil, habiendo Jesucristo mandado dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios" (Ep 138)

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Quienquiera que rehusase admitir estos principios consiguientemente el aplicarlos a la educación, vendria necesariamente a negar que Cristo ha fundado la Iglesia para la salvación eterna de los hombres, y a sostener que la sociedad civil y el Estado no estan sujetos a Dios y a su ley natural y divina. Lo cual es evidentemente impio, contrario a la sana razon y, de un modo particular en materia de educación, extremadamente pernicioso para la recta formación de la juventud y seguramente ruinoso para la misma sociedad civil y el verdadero bienestar de la sociedad humana. Al contrario, de la aplicación de estos principios no puede menos de provenir una utilidad grandisima para la recta formación de los ciudadanos. Los sucesos de todas las edades lo demuestran sobradamente; por eso como Tertuliano, para los primeros tiempos del Cristianismo en su "Apologética", asi san Agustin, para los suyos, podia desafiar a todos los adversarios de la Iglesia Catolica -nosotros, en nuestros tiempos, podemos repetir con él-: "Por lo cual los que dicen que la doctrina de Cristo es danosa a la republica, que presenten un ejército formado de soldados tales cuales los manda ser la doctrina de Cristo; que presenten tales subditos, tales maridos, tales conyuges, tales padres, tales hijos, tales señores, tales siervos, tales reyes, tales jueces y, finalmente, tales contribuyentes y exactores del fisco, cuales la doctrina cristiana manda que sean, y atrévanse luego a llamarla nociva al Estado; mas bien no duden un instante en proclamarla, donde ella se observe, la gran salvación del Estado" (Dell'educazione cristiana dei figliuoli 1, 43.)

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16. Y tratandose de educación, viene aqui a proposito hacer notar cuan bien ha expresado esta verdad catolica, confirmada por los hechos, en los tiempos mas recientes, en el periodo del Renacimiento, un escritor eclesiastico muy benemérito de la educación cristiana, el piísimo y docto cardenal Silvio Antoniano, discipulo del admirable educador san Felipe Neri, maestro y secretario para las cartas latinas de san Carlos Borromeo, a cuya instancia y bajo cuya inspiración escribio el aureo tratado "De la educación cristiana de los hijos", en el que él asi razona:

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e) Necesidad y ventajas de la armonia con la Iglesia

"Cuanto mas el gobierno temporal se armoniza a si mismo con el espiritual, y mas le favorece y promueve, tanto mas concurre a la conservación de la republica. Porque mientras el jefe eclesiastico procura formar un buen cristiano con su autoridad y medios espirituales, conforme a su fin, al mismo tiempo procura por consecuencia necesaria hacer un buen ciudadano, tal cual debe ser bajo el gobierno politico. Ocurre asi, porque en la Santa Iglesia Apostolica Romana, ciudad de Dios, una misma cosa es absolutamente el buen ciudadano y el hombre honrado. Por esto, gravemente yerran los que separan cosas tan unidas, y piensan poder tener buenos ciudadanos con otras reglas, y por otras vias distintas de las que contribuyen a formar el buen cristiano. Diga y hable la prudencia humana cuanto le plazca, no es posible que produzca verdadera paz, verdadera tranquilidad temporal nada de cuanto sea enemigo y se aparte de la paz y eterna felicidad" ( Card. a publicis Ecclesiae negotiis, 30 maii 1929.)

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17. Como el Estado, tampoco la ciencia, el método cientifico y la investigación cientifica tienen nada que temer del pleno y perfecto mandato educativo de la Iglesia. Los institutos catolicos, sea cualquiera el grado a que pertenezcan en la ensenanza y en la ciencia, no tienen necesidad de apologia. El favor de que gozan, las alabanzas que reciben, las producciones cientificas que promueven y multiplican, y mas que nada los sujetos plena y exquisitamente preparados que proporcionan a la magistratura, a las profesiones, a la ensenanza, a la vida en todas sus manifestaciones, deponen mas que suficientemente en su favor(Conc. Vat. sess. 3, c. 4.)

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Hechos que, por lo demás, no son sino una espléndida confirmación de la doctrina catolica, definida por el Concilio Vaticano I: "La fe y la razon no solo no pueden jamas contradecirse, sino que se prestan reciproca ayuda, porque la recta razon demuestra las bases de la fe, e iluminada con la luz de ésta cultiva la ciencia de las cosas divinas; a su vez la fe libra y protege de los errores a la razon y la enriquece con variados conocimientos". Tan lejos esta, pues, la Iglesia de oponerse al cultivo de las artes y de las disciplinas humanas, que de mil maneras lo ayuda o lo promueve. Porque ni ignora ni desprecia las ventajas que de ellas provienen para la vida de la humanidad; antes bien, confiesa que ellas, como vienen de Dios, Señor de las ciencias, asi, rectamente tratadas, conducen a Dios con la ayuda de su gracia. Y de ninguna manera prohibe que semejantes disciplinas, "cada una dentro de su esfera, usen principios propios y propio método; pero, una vez reconocida esta justa libertad, cuidadosamente atiende a que oponiéndose por ventura a la doctrina divina, no caigan en errores, o traspasando sus propios limites, ocupen y perturben el campo de la fe" (
Pr 22,15) )

Esta norma de la justa libertad cientifica es, a la vez, norma inviolable de la justa libertad didactica o libertad de ensenanza rectamente entendida; y debe ser observada en cualquier ensenanza doctrinal y con obligación mucho mas grave de justicia, en la ensenanza dada a la juventud, ya porque respecto a ésta ningun maestro publico o privado tiene derecho educativo absoluto, sino participado; ya porque todo nino o joven cristiano tiene estricto derecho a una ensenanza conforme a la doctrina de la Iglesia, columna y fundamento de la verdad, y le causaria grave injusticia quienquiera que turbase su fe, abusando de la confianza de los jóvenes para con los maestros y de su natural inexperiencia y desordenada inclinación a una libertad absoluta, ilusoria y falsa.

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II. SUJETO DE LA EDUCACION

a) Todo el hombre caido, pero redimido

18. Efectivamente, nunca hay que perder de vista que el sujeto de la educación cristiana es el hombre todo entero, espiritu unido al cuerpo en unidad de naturaleza, con todas sus facultades naturales y sobrenaturales cual nos lo hacen conocer la recta razon y la revelacion; por lo tanto, el hombre caido de su estado originario, pero redimido por Cristo y reintegrado en la condición sobrenatural de hijo adoptivo de Dios, aunque no en los privilegios preternaturales de la inmortalidad del cuerpo y de la integridad y equilibrio de sus inclinaciones. Quedan, pues, en la naturaleza humana los efectos del pecado original, particularmente la debilidad de la voluntad y las tendencias desordenadas.

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"Pegada esta la necedad al corazon del joven, mas la vara del castigo la arrojara fuera" (
Sg 8,1) Es, pues, menester corregir las inclinaciones desordenadas, fomentar y ordenar las buenas, desde la mas tierna infancia, y sobre todo, hay que iluminar el entendimiento y fortalecer la voluntad con las verdades sobrenaturales y los medios de la Gracia, sin la cual no es posible dominar las perversas inclinaciones y alcanzar la debida perfección educativa de la Iglesia, perfecta y completamente dotada por Cristo, de la doctrina divina y de los Sacramentos, medios eficaces de la Gracia.

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b) Falsedad y danos del naturalismo pedagogico

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19. Por lo mismo es falso todo naturalismo pedagogico, que de cualquier modo excluya o aminore la formación sobrenatural cristiana en la instrucción de la juventud; y es erroneo todo método de educación que se funde, en todo o en parte, sobre la negación u olvido del pecado original y de la Gracia, y por tanto sobre las fuerzas solas de la naturaleza humana. Tales son, generalmente, esos sistemas actuales de nombre diverso, que apelan a una pretendida autonomia y libertad ilimitada del nino y que disminuyen o aun suprimen la autoridad y la obra del educador, atribuyendo al nino una preeminencia exclusiva de toda ley superior natural y divina, en la obra de su educacion.

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Mas, si, con alguno de esos términos, se quisiese indicar, bien que impropiamente, la necesidad de la cooperación activa, a cada paso mas consciente, del alumno a su educacion; si se pretendiese apartar de ésta el despotismo y la violencia (diversa, por cierto, de la justa correccion), esta idea seria verdadera, pero no habria en ella nada nuevo, que no hubiese la Iglesia ensenado y la educación cristiana tradicional ejercitado en la practica a semejanza del modo que el mismo Dios guarda respecto de las criaturas, a las que l llama a la cooperación activa, según la naturaleza propia de cada una, ya que su Sabiduria "abarca fuertemente de un cabo a otro todas las cosas y las ordena todas con suavidad" (
Jn 3,8)

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Pero, desgraciadamente, con el significado obvio de los términos y con los hechos mismos, intentan no pocos sustraer la educación de toda dependencia de la ley divina. Asi que en nuestros dias se da el caso, a la verdad bien extrano, de educadores y filosofos que se afanan por descubrir un codigo moral universal de educación, como si no existiesen ni el Decalogo, ni la ley Evangélica y ni siquiera la ley natural, esculpida por Dios en el corazon del hombre, promulgada por la recta razon y codificada, con revelación positiva, por el mismo Dios en el Decalogo. Asimismo, tales innovadores suelen denominar, como por desprecio, a la educación cristiana "heteronoma", "pasiva", "anticuada", porque se funda en la autoridad divina y en su santa ley.

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Miserablemente se enganan en su pretensión de libertar, como ellos dicen, al nino, mientras lo hacen mas bien esclavo de su ciego orgullo y de sus desordenadas pasiones, porque éstas, por consecuencia logica de aquellos falsos sistemas, vienen a quedar justificadas como legitimas exigencias de la naturaleza que a si misma se llama autonoma.

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Pero mucho peor es la pretensión falsa, irreverente y peligrosa, además de vana, de querer someter a investigaciones, experimentos y juicios de orden natural y profano, los hechos de orden sobrenatural tocantes a la educación, como, por ejemplo, la vocación sacerdotal o religiosa y en general las arcanas operaciones de la Gracia, que, aun elevando las fuerzas naturales, con todo, las sobrepuja infinitamente y no puede en manera alguna someterse a las leyes fisicas, porque "el Espiritu sopla donde quiere" (
Rm 7,23)

c) Educación sexual

20. En extremo grado peligroso es además ese naturalismo, que, en nuestros tiempos invade el campo de la educación en materia delicadisima cual es la de la honestidad de las costumbres. Esta muy difundido el error de los que, con pretensión peligrosa y con feo nombre promueven la llamada educación sexual, estimando falsamente que podran inmunizar a los jóvenes contra los peligros de la concupiscencia, con medios puramente naturales, cual es una temeraria iniciación e instrucción preventiva para todos indistintamente, y hasta publicamente, y lo que es aun peor, exponiéndolos prematuramente a las ocasiones para acostumbrarlos, según dicen ellos, y como curtir su espiritu contra aquellos peligros.

Yerran estos tales gravemente al no querer reconocer la nativa fragilidad de la naturaleza humana y la ley, de que habla el Apostol, contraria a la ley de la mente(Dell'educazione cristiana dei figliuoli 2, 88.) y al desconocer aun la experiencia misma de los hechos los cuales nos demuestran que, singularmente en los jóvenes, las culpas contra las buenas costumbres son efecto no tanto de la ignorancia intelectual cuanto principalmente de la voluntad débil expuesta a las ocasiones y no sostenida por los medios de la Gracia.

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En este delicadísimo asunto, si atendidas, todas las circunstancias, se hace necesaria alguna instrucción individual, en tiempo oportuno, dada por quien ha recibido de Dios la misión educativa y la gracia de estado, hay que observar todas las cautelas, sabidisimas en la educación cristiana tradicional, que el citado Antoniano suficientemente describe, cuando dice: "Es tal y tanta nuestra miseria y la inclinación al pecado, que muchas veces de las mismas cosas que se dicen para remedio de los pecados se toma ocasión e incitación para el mismo pecado. Importa, pues, sumamente que el buen padre, mientras hable con su hijo de materia tan lubrica, esté muy sobre aviso, y no descienda a particularidades y a los diversos modos con que esta hidra infernal envenena tan gran parte del mundo, a fin de que no suceda que en vez de apagar este fuego, lo excite y lo reactive imprudentemente en el pecho sencillo y tierno del nino. Generalmente hablando, mientras dura la ninez, bastara usar los remedios que con un mismo efecto fomentan la virtud de la castidad y cierran la entrada al vicio" (
Mt 18,1)

d) Coeducacion

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21. Igualmente erroneo y pernicioso a la educación cristiana es el método llamado de la "Coeducacion", también fundado, por muchos, en el naturalismo negador del pecado original, y además, por todos los sostenedores de este método, en una deplorable confusión de ideas que trueca la legitima convivencia humana en la promiscuidad e igualdad niveladora. El Creador ha ordenado y dispuesto que la convivencia de los sexos fuera perfecta solamente en la unidad del matrimonio, y gradualmente distinta en la familia y en la sociedad. Además, no hay en la naturaleza misma, que los hace diversos en el organismo, en las inclinaciones y en las aptitudes, ningun motivo para que pueda o deba haber promiscuidad y mucho menos igualdad de formación para ambos sexos. Estos conforme a los admirables designios del Creador, estan destinados a completarse reciprocamente en la familia y en la sociedad, precisamente por su diversidad, la cual, por lo mismo debe mantenerse y fomentarse en la formación educativa, con la necesaria distinción y correspondiente separación, proporcionada a las varias edades y circunstancias. Principios que han de ser aplicados a su tiempo y lugar, según las normas de la prudencia cristiana, en todas las escuelas, particularmente en el periodo mas delicado y decisivo de la formación, cual es el de la adolescencia; y en los ejercicios gimnasticos y de deporte, con particular atención a la modestia cristiana en la juventud femenina, de la que gravemente desdice cualquier exhibición y publicidad.

Recordando las tremendas palabras del Divino Maestro: "¡Ay del mundo por razon de los escandalos!" (
Ep 6,4) estimulamos vivamente vuestra solicitud y vigilancia, Venerables Hermanos, sobre estos perniciosisimos errores, que con sobrada difusión van extendiéndose entre el pueblo cristiano con inmenso dano de la juventud.

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III. AMBIENTE DE LA EDUCACION

22. Para obtener una educación perfecta, es de suma importancia velar para que las condiciones de todo lo que rodea al educando, durante el periodo de su formación, es decir, el conjunto de todas las circunstancias que suele denominarse "ambiente", corresponda bien al fin que se pretende.

a) Familia cristiana

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El primer ambiente natural y necesario de la educación es la familia, destinada precisamente para esto por el Creador. De modo que, regularmente, la educación mas eficaz y duradera es la que se recibe en la familia cristiana bien ordenada y disciplinada, tanto mas eficaz cuanto mas claro y constante resplandezca en ella el buen ejemplo de los padres, sobre todo, y de los demás miembros de la familia.

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No es Nuestra intención querer tratar aqui de proposito, ni tocando solo los puntos principales, de la educación doméstica, tan amplia es la materia, acerca de la cual, por lo demás, no faltan tratados especiales, antiguos y modernos de autores de sana doctrina catolica, entre los que merece especial mención el ya citado aureo libro de Antoniano: "De la educación cristiana de los hijos", que san Carlos Borromeo hacia leer publicamente a los padres, reunidos en la iglesia.

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Queremos con todo llamar de manera especial vuestra atención, Venerables Hermanos y amados Hijos, sobre el deplorable decaimiento actual de la educación familiar. A los oficios y profesiones de la vida temporal y terrena, ciertamente de menor importancia, preceden largos estudios y cuidadosa preparación, mientras que para el oficio y deber fundamental de la educación de los hijos estan hoy poco o nada preparados muchos de los padres, demasiado metidos en los cuidados temporales. A debilitar el influjo del ambiente familiar contribuye hoy el hecho de que, casi en todas partes, se tiende a alejar cada vez mas de la Familia a los niños desde sus mas tiernos anos, con varios pretextos, ora economicos, de la industria o del comercio, ora politicos; y hay pais donde se arranca a los niños del seno de la familia para formarlos (o para decirlo con mas verdad, para deformarlos y depravarlos), en asociaciones y escuelas sin Dios, en la irreligiosidad y en el ocio, según las teorias socialistas extremas, renovandose una verdadera y mas horrenda matanza de niños inocentes.

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Conjuramos, pues, por las entranas de Jesucristo, a los Pastores de almas que empleen toda clase de medios, en las instrucciones y catequesis, de palabra y por escritos profusamente divulgados, a fin de recordar a los padres cristianos sus gravisimos deberes, y no tanto teorica o genéricamente cuanto practicamente y en particular cada uno de sus deberes en materia de educación religiosa, moral y civil de los hijos y de los métodos mas convenientes para realizarla eficazmente, además del ejemplo de su vida. A semejantes instrucciones practicas no se desdeno de bajar el Apostol de las gentes, en sus epistolas, particularmente en la dirigida a los Efesios donde, entre otros, da este consejo: "Padres, no irritéis a vuestros hijos" (Nic. Tommaseo Pensieri sull'educazione 1, 3, 6.) lo cual es efecto, no tanto de la excesiva severidad, cuanto principalmente de la imprudencia, de la ignorancia de los medios mas aptos para la corrección fructuosa, y aun de la relajación hoy dia demasiado comun, de la disciplina familiar, en medio de la cual crecen en los jóvenes las pasiones indomitas. Atiendan, pues, los padres y con ellos todos los educadores a usar rectamente de la autoridad que Dios les ha dado y de quien son con toda propiedad vicarios, no para su propio provecho, sino para la recta institución de los hijos en el santo y filial "temor de Dios, principio de la sabiduria", en el cual solamente se apoya con solidez el respeto a la autoridad, sin la cual no puede subsistir ni orden, ni tranquilidad, ni bienestar alguno en la familia y en la sociedad.

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b) La Iglesia y sus obras educativas

23. A la debilidad de las fuerzas de la naturaleza humana decaida ha provisto la divina bondad con los abundantes auxilios de su gracia y los multiples medios, de que esta enriquecida la Iglesia, la gran familia de Cristo, que es por lo mismo el ambiente educativo mas estrecha y armoniosamente unido con el de la familia cristiana.

Este ambiente educativo de la Iglesia no comprende solamente sus Sacramentos, medios divinamente eficaces de la Gracia y sus ritos todos de manera maravillosa educativos, ni solo el recinto material del templo cristiano asimismo admirablemente educativo en el lenguaje de la liturgia y del arte, sino también la gran abundancia y variedad de escuelas, asociaciones y toda clase de instituciones dedicadas a formar a la juventud en la piedad religiosa junto con el estudio de la literatura y de las ciencias, y con la misma recreación y cultura fisica. En esta inagotable fecundidad de obras educativas como es admirable al mismo tiempo que insuperable, la maternal providencia de la Iglesia, asimismo admirable es la armonia antes indicada, que ella sabe mantener con la familia cristiana hasta el punto de que se puede, con verdad, decir que la Iglesia y la familia constituyen un solo templo de la educación cristiana.

c) Escuela


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