PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - IV NACIMIENTO Y DESARROLLO DEL CULTO DEL SAGRADO CORAZON

IV NACIMIENTO Y DESARROLLO DEL CULTO DEL SAGRADO CORAZON




25. Hemos querido, Venerables Hermanos, proponer a vuestra consideracion y a la del pueblo cristiano, en sus lineas generales, la naturaleza intima del culto al Corazon de Jesus, y las perennes gracias que de él se derivan, tal como resaltan de su fuente primera, la revelacion divina. Estamos persuadidos de que estas Nuestras reflexiones, dictadas por la ensenanza misma del Evangelio, han mostrado claramente como este culto se identifica sustancialmente con el culto al amor divino y humano del Verbo Encarnado, y también con el culto al amor mismo con que el Padre y el Espiritun Santo aman a los hombres pecadores; porque, como observa el Doctor Angélico, el amor de las tres Personas divinas es el principio y origen del misterio de la Redencion humana, ya que, desbordandose aquel poderosamente sobre la voluntad humana de Jesucristo y, por lo tanto, sobre su Corazon adorable, le indujo con un idéntico amor a derramar generosamente su Sangre para rescatarnos de la servidumbre del pecado(94): Con un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡qué angustias hasta que se cumpla!(95).

Por lo demas, es persuasion Nuestra que el culto tributado al amor de Dios y de Jesucristo hacia el género humano, a través del simbolo augusto del Corazon traspasado del Redentor crucificado, jamas ha estado completamente ausente de la piedad de los fieles, aunque su manifestacion clara y su admirable difusion en toda la Iglesia se haya realizado en tiempos no muy remotos de nosotros, sobre todo después que el Senor mismo revelo este divino misterio a algunos hijos suyos, y los eligio para mensajeros y heraldos suyos, y los eligio para mensajeros y heraldos suyos, luego de haberles colmado con abundancia de dones sobrenaturales.

De hecho, siempre hubo almas especialmente consagradas a Dios que, inspiradas en los ejemplos de la excelsa Madre de Dios, de los Apostoles y de insignes Padres de la Iglesia, han tributado culto de adoracion, de gratitud y de amor a la Humanidad santisima de Cristo y en modo especial a las heridas abiertas en su Cuerpo por los tormentos de la Pasion salvadora.

Y ¿como no reconocer en aquellas palabras ¡Senor mio y Dios mio!(96), pronunciadas por el apostol Tomas y que revelan su improvisa transformacion de incrédulo en fiel, una clara profesion de fe, de adoracion y de amor, que de la humanidad llagada del Salvador se elevaba hasta la majestad de la Persona Divina?

Mas si el Corazon traspasado del Redentor siempre ha llevado a los hombres a venerar su infinito amor por el género humano, porque para los cristianos de todos los tiempos han tenido siempre valor las palabras del profeta Zacarias, que el evangelista San Juan aplico a Jesus Crucificado: Veran a Quien traspasaron(97), obligado es, sin embargo, reconocer que tan solo poco a poco y progresivamente llego ese Corazon a constituir objeto directo de un culto especial, como imagen del amor humano y divino del Verbo Encarnado.




26. Si queremos indicar siquiera las etapas gloriosas recorridas por este culto en la historia de la piedad cristiana, precisa, ante todo, recordar los nombres de algunos de aquellos que bien se pueden considerar como los precursores de esta devocion que, en forma privada, pero de modo gradual, cada vez mas vasto, se fue difundiendo dentro de los Institutos religiosos. Asi, por ejemplo, se distinguieron por haber establecido y promovido cada vez mas este culto al Corazon Sacratisimo de Jesus: San Buenaventura, San Alberto Magno, Santa Gertrudis, Santa Catalina de Siena, el Beato Enrique Suso, San Pedro Canisio y San Francisco de Sales. San Juan Eudes es el autor del primer oficio liturgico en honor del Sagrado Corazon de Jesus, cuya fiesta solemne se celebro por primera vez, con el beneplacito de muchos Obispos de Francia, el 20 de octubre de 1672.

Pero entre todos los promotores de esta excelsa devocion merece un puesto especial Santa Margarita Maria Alacoque, porque su celo, iluminado y ayudado por el de su director espiritual -el Beato Claudio de la Colombiere-, consiguio que este culto, ya tan difundido, haya alcanzado el desarrollo que hoy suscita la admiracion de los fieles cristianos, y que, por sus caracteristicas de amor y reparacion, se distingue de todas las demas formas de la piedad cristiana(98).

Basta esta rapida evocacion de los origenes y gradual desarrollo del culto del Corazon de Jesus para convencernos plenamente de que su admirable crecimiento se debe principalmente al hecho de haberse comprobado que era en todo conforme con la indole de la religion cristiana, que es la religion del amor.

No puede decirse, por consiguiente, ni que este culto deba su origen a revelaciones privadas, ni cabe pensar que aparecio de improviso en la Iglesia; broto espontaneamente, en almas selectas, de su fe viva y de su piedad ferviente hacia la persona adorable del Redentor y hacia aquellas sus gloriosas heridas, testimonio el mas elocuente de su amor inmenso para el espiritu contemplativo de los fieles. Es evidente, por lo tanto, como las revelaciones de que fue favorecida Santa Margarita Maria ninguna nueva verdad anadieron a la doctrina catolica. Su importancia consiste en que -al mostrar el Senor su Corazon Sacratisimo- de modo extraordinario y singular quiso atraer la consideracion de los hombres a la contemplacion y a la veneracion del amor tan misericordioso de Dios al género humano. De hecho, mediante una manifestacion tan excepcional, Jesucristo expresamente y en repetidas veces mostro su Corazon como el simbolo mas apto para estimular a los hombres al conocimiento y a la estima de su amor; y al mismo tiempo lo constituyo como senal y prenda de su misericordia y de su gracia para las necesidades espirituales de la Iglesia en los tiempos modernos.




27. Ademas, una prueba evidente de que este culto nace de las fuentes mismas del dogma catolico esta en el hecho de que la aprobacion de la fiesta liturgica por la Sede Apostolica precedio a la de los escritos de Santa Margarita Maria. En realidad, independientemente de toda revelacion privada, y solo accediendo a los deseos de los fieles, la Sagrada Congregacion de Ritos, por decreto del 25 de enero de 1765, aprobado por Nuestro predecesor Clemente XIII el 6 de febrero del mismo ano, concedio a los Obispos de Polonia y a la Archicofradia Romana del Sagrado Corazon de Jesus la facultad de celebrar la fiesta liturgica. Con este acto quiso la Santa Sede que tomase nuevo incremento un culto, ya en vigor y floreciente, cuyo fin era reavivar simbolicamente el recuerdo del amor divino(99), que habia llevado al Salvador a hacerse victima para expiar los pecados de los hombres.

A esta primera aprobacion, dada en forma de privilegio y aun limitado para determinados fines, siguio otra, a distancia casi de un siglo, de importancia mucho mayor y expresada en términos mas solemnes. Nos referimos al decreto de la Sagrada Congregacion de Ritos del 23 de agosto de 1856, anteriormente mencionado, por el cual Nuestro predecesor Pio IX, de i. m., acogiendo las suplicas de los Obispos de Francia y de casi todo el mundo catolico, extendio a toda la Iglesia la fiesta del Corazon Sacratisimo de Jesus y prescribio la forma de su celebracion liturgica(100). Fecha ésta, digna de ser recomendada al perenne recuerdo de los fieles, pues, como vemos escrito en la liturgia misma de dicha festividad: Desde entonces, el culto del Sacramentisimo Corazon de Jesus, semejante a un rio desbordado, venciendo todos los obstaculos, se difundio por todo el mundo catolico.

De cuanto hemos expuesto hasta ahora aparece evidente, Venerables Hermanos, que en los textos de la Sagrada Escritura, de la Tradicion y de la Sagrada Liturgia es donde los fieles han de encontrar principalmente los manantiales limpidos y profundos del culto al Corazon Sacratisimo de Jesus, si desean penetrar en su intima naturaleza y sacar de su pia meditacion sustancia y aumento para su fervor religioso. Iluminada, y penetrando mas intimamente mediante esta meditacion asidua, el alma fiel no podra menos de llegar a aquel dulce conocimiento de la caridad de Cristo, en la cual esta la plenitud toda de la vida cristiana, como, instruido por la propia experiencia, ensena el Apostol: Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Senor Jesucristo..., para que, segun las riquezas de su gloria, os conceda por medio de su Espiritu ser fortalecidos en virtud en el hombre interior, y que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, estando arraigados y cimentados en caridad; a fin de que podais... conocer también aquel amor de Cristo, que sobrepuja a todo conocimiento, para que seais plenamente colmados de toda la plenitud de Dios(101). De esta universal plenitud es precisamente imagen muy espléndida el Corazon de Jesucristo: plenitud de misericordia, propia del Nuevo Testamento, en el cual Dios nuestro Salvador ha manifestado su benignidad y amor para con los hombres(102); pues no envio Dios su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que por su medio el mundo se salve(103).




28. Constante persuasion de la Iglesia, maestra de verdad para los hombres, ya desde que promulgo los primeros documentos oficiales relativos al culto del Corazon Sacratisimo de Jesus, fue que sus elementos esenciales, es decir, los actos de amor y de reparacion tributados al amor infinito de Dios hacia los hombres, lejos de estar contaminados de materialismo y de supersticion, constituyen una norma de piedad, en la que se cumple perfectamente aquella religion espiritual y verdadera que anuncio el Salvador mismo a la Samaritana: Ya llega tiempo, y ya estamos en él, cuando los verdaderos adoradores adoraran al Padre en espiritu y en verdad, pues tales son los adoradores que el Padre desea. Dios es espiritu, y los que lo adoran deben adorarle en espiritu y en verdad(104).

Por lo tanto, no es justo decir que la contemplacion del Corazon fisico de Jesus impide el contacto mas intimo con el amor de Dios, porque retarda el progreso del alma en la "via" que conduce directa a la posesion de las mas excelsas virtudes. La Iglesia rechaza plenamente este falso misticismo al igual que, por la autoridad de Nuestro Predecesor Inocencio XI, de f. m., condeno la doctrina de quienes afirmaban: No deben (las almas de esta "via" interna) hacer actos de amor a la bienaventurada Virgen, a los Santos o a la humanidad de Cristo; pues como estos objetos son sensibles, tal es también el amor hacia ellos. Ninguna criatura, ni aun la bienaventurada Virgen y los Santos, han de tener asiento en nuestro corazon; porque Dios quiere ocuparlo y poseerlo solo(105).

Los que asi piensan son, naturalmente, de opinion que el simbolismo del Corazon de Cristo no se extiende mas alla de su amor sensible y que no puede, por lo tanto, en modo alguno constituir un nuevo fundamento del culto de latria, que esta reservado tan solo a lo que es esencialmente divino. Ahora bien, una interpretacion semejante del valor simbolico de las sagradas imagenes es absolutamente falsa, porque coarta injustamente su trascendental significado. Contraria es la opinion y la ensenanza de los teologos catolicos, entre los cuales Santo Tomas escribe asi: A las imagenes se les tributa culto religioso, no consideradas en si mismas, es decir, en cuanto realidades, sino en cuanto son imagenes que nos llevan hasta Dios encarnado. El movimiento del alma hacia la imagen, en cuanto es imagen, no se para en ella, sino que tiende al objeto representado por la imagen. Por consiguiente, del tributar culto religioso a las imagenes de Cristo no resulta un culto de latria diverso ni una virtud de religion distinta(106). Por lo tanto, es en la persona misma del Verbo Encarnado donde termina el culto relativo tributado a sus imagenes, sean éstas las reliquias de su acerba Pasion, sea la imagen misma que supera a todas en valor expresivo, es decir, el Corazon herido de Cristo crucificado.

Y asi del elemento corporeo -el Corazon de Jesucristo- y de su natural simbolismo, es legitimo y justo que, llevados en alas de la fe, nos elevemos no solo a la contemplacion de su amor sensible, sino mas alto aun, hasta la consideracion y adoracion de su excelentisimo amor infundido, y, finalmente, en un vuelo sublime y dulce a un mismo tiempo, hasta la meditacion y adoracion del Amor divino del Verbo Encarnado. De hecho, a la luz de la fe -por la cual creemos que en la Persona de Cristo estan unidas la naturaleza humana y la naturaleza divina- nuestra mente se torna idonea para concebir los estrechisimos vinculos que existen entre el amor sensible del Corazon fisico de Jesus y su doble amor espiritual, el humano y el divino. En realidad, estos amores no se deben considerar sencillamente como coexistentes en la adorable Persona del Redentor divino, sino también como unidos entre si por vinculo natural, en cuanto que al amor divino estan subordinados el humano espiritual y el sensible, los cuales dos son una representacion analogica de aquél. No pretendemos con esto que en el Corazon de Jesus se haya de ver y adorar la que llaman imagen formal, es decir, la representacion perfecta y absoluta de su amor divino, pues que no es posible representar adecuadamente con ninguna imagen criada la intima esencia de este amor; pero el alma fiel, al venerar el Corazon de Jesus, adora juntamente con la Iglesia el simbolo y como la huella de la Caridad divina, la cual llego también a amar con el Corazon del Verbo Encarnado al género humano, contaminado por tantos crimenes.




29. Por ello, en esta materia tan importante como delicada, es necesario tener siempre muy presente como la verdad del simbolismo natural, que relaciona al Corazon fisico de Jesus con la Persona del Verbo, descansa toda ella en la verdad primaria de la union hipostatica; en torno a la cual no cabe duda alguna, como no se quiera renovar los errores condenados mas de una vez por la Iglesia, por contrarios a la unidad de Persona en Cristo -con la distincion e integridad de sus dos naturalezas.

Esta verdad fundamental nos permite entender como el Corazon de Jesus es el corazon de una persona divina, es decir, del Verbo Encarnado, y que, por consiguiente, representa y pone ante los ojos todo el amor que El nos ha tenido y nos tiene aun. Y aqui esta la razon de por qué el culto al Sagrado Corazon se considera, en la practica, como la mas completa profesion de la religion cristiana. Verdaderamente, la religion de Jesucristo se funda toda en el Hombre-Dios Mediador; de manera que no se puede llegar al Corazon de Dios sino pasando por el Corazon de Cristo, conforme a lo que El mismo afirmo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mi(107).

Siendo esto asi, facilmente se deduce que el culto al Sacratisimo Corazon de Jesus no es sustancialmente sino el mismo culto al amor con que Dios nos amo por medio de Jesucristo, al mismo tiempo que el ejercicio de nuestro amor a Dios y a los demas hombres. Dicho de otra manera: Este culto se dirige al amor de Dios para con nosotros, proponiéndolo como objeto de adoracion, de accion de gracias y de imitacion; ademas, considera la perfeccion de nuestro amor a Dios y a los hombres como la meta que ha de alcanzarse por el cumplimiento cada vez mas generoso del mandamiento "nuevo" que el Divino Maestro lego como sacra herencia a sus Apostoles, cuando les dijo: Un nuevo mandamiento os doy: Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado... El precepto mio es que os améis unos a otros, como yo os he amado(108). Mandamiento éste, en verdad nuevo y propio de Cristo; porque, como dice Santo Tomas de Aquino: Poca diferencia hay entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, pues, como dice Jeremias, "Haré un pacto nuevo con la casa de Israel"(109). Pero que este mandamiento se practicase en el Antiguo Testamento a impulso de santo temor y amor, se debia al Nuevo Testamento; en cuanto que, si este mandamiento ya existia en la Antigua Ley, no era como prerrogativa suya propia, sino mas bien como prologo y preparacion de la Ley Nueva(110).

V PRACTICA DEL CULTO DEL SAGRADO CORAZON




30. Antes de terminar estas consideraciones tan hermosas como consoladoras sobre la naturaleza auténtica de este culto y su cristiana excelencia, Nos, plenamente conscientes del oficio apostolico que por primera vez fue confiado a San Pedro, luego de haber profesado por tres veces su amor a Jesucristo nuestro Senor, creemos conveniente exhortaros una vez mas, Venerables Hermanos, y por vuestro medio a todos los queridisimos hijos en Cristo, para que con creciente entusiasmo cuidéis de promover esta suavisima devocion, pues de ella han de brotar grandisimos frutos también en nuestros tiempos.

Y en verdad que si debidamente se ponderan los argumentos en que se funda el culto tributado al Corazon herido de Jesus, todos veran claramente como aqui no se trata de una forma cualquiera de piedad, que sea licito posponer a otras o tenerla en menos, sino de una practica religiosa muy apta para conseguir la perfeccion cristiana. Si la devocion -segun el tradicional concepto teologico, formulado por el Doctor Angélico- no es sino la pronta voluntad de dedicarse a todo cuanto con el servicio de Dios se relaciona(111), ¿puede haber servicio divino mas debido y mas necesario, al mismo tiempo que mas noble y dulce, que el rendido a su amor? Y ¿qué servicio cabe pensar mas grato y afecto a Dios que el homenaje tributado a la caridad divina y que se hace por amor, desde el momento en que todo servicio voluntario en cierto modo es un don, y cunado el amor constituye el don primero, por el que nos son dados todos los dones gratuitos?112. Es digna, pues, de sumo honor aquella forma de culto por la cual el hombre se dispone a honrar y amar en sumo grado a Dios y a consagrarse con mayor facilidad y prontitud al servicio de la divina caridad; y ello tanto mas cuanto que nuestro Redentor mismo se digno proponerla y recomendarla al pueblo cristiano, y los Sumos Pontifices la han confirmado con memorables documentos y la han enaltecido con grandes alabanzas. Y asi, quien tuviere en poco este insigne beneficio que Jesucristo ha dado a su Iglesia, procederia en forma temeraria y perniciosa, y aun ofenderia al mismo Dios.




31. Esto supuesto, ya no cabe duda alguna de que los cristianos que honran al sacratisimo Corazon del Redentor cumplen el deber, ciertamente gravisimo, que tienen de servir a Dios, y que juntamente se consagran a si mismos y a toda su propia actividad, tanto interna como externa, a su Creador y Redentor, poniendo asi en practica aquel divino mandamiento: Amaras al Senor tu Dios con todo tu corazon, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas(113). Ademas de que asi tienen la certeza de que a honrar a Dios no les mueve ninguna ventaja personal, corporal o espiritual, temporal o eterna, sino la bondad misma de Dios, a quien cuidan de obsequiar con actos de amor, de adoracion y de debida accion de gracias. Si no fuera asi, el culto al sacratisimo Corazon de Jesus ya no responderia a la indole genuina de la religion cristiana, porque entonces el hombre con tal culto ya no tendria como mira principal el servicio de honrar principalmente el amor divino; y entonces deberian mantenerse como justas las acusaciones de excesivo amor y de demasiada solicitud por si mismos, motivadas por quienes entienden mal esta devocion tan nobilisima, o no la practican con toda rectitud.

Todos, pues, tengan la firme persuasion de que en el culto al augustisimo Corazon de Jesus lo mas importante no consiste en las devotas practicas externas de piedad, y que el motivo principal de abrazarlo tampoco debe ser la esperanza de la propia utilidad, porque aun estos beneficios Cristo nuestro Senor los ha prometido mediante ciertas revelaciones privadas, precisamente para que los hombres se sintieran movidos a cumplir con mayor fervor los principales deberes de la religion catolica, a saber, el deber de amor y el de la expiacion, al mismo tiempo que asi obtengan de mejor manera su propio provecho espiritual.




32. Exhortamos, pues, a todos Nuestros hijos en Cristo a que practiquen con fervor esta devocion, asi a los que ya estan acostumbrados a beber las aguas saludables que brotan del Corazon del Redentor, como, sobre todo, a los que, a guisa de espectadores, desde lejos miran todavia con espiritu de curiosidad y hasta de duda. Piensen éstos con atencion que se trata de un culto, segun ya hemos dicho, que desde hace mucho tiempo esta arraigado en la Iglesia, que se apoya profundamente en los mismos Evangelios; un culto, en cuyo favor esta claramente la Tradicion y la sagrada Liturgia, y que los mismos Romanos Pontifices han ensalzado con alabanzas tan multiplicadas como grandes: no se contentaron con instituir una fiesta en honor del Corazon augustisimo del Redentor, y extenderla luego a toda la Iglesia, sino que por su parte tomaron la iniciativa de dedicar y consagrar solemnemente todo el género humano al mismo sacratisimo Corazon(114). Finalmente, conveniente es asimismo pensar que este culto tiene en su favor una mies de frutos espirituales tan copiosos como consoladores, que de ella se han derivado para la Iglesia: innumerables conversiones a la religion catolica, reavivada vigorosamente la fe en muchos espiritus, mas intima la union de los fieles con nuestro amantisimo Redentor; frutos todos estos que, sobre todo en los ultimos decenios, se han mostrado en una forma tan frecuente como conmovedora.

Al contemplar este admirable espectaculo de la extension y fervor con que la devocion al sacratisimo Corazon de Jesus se ha propagado en toda clase de fieles, Nos sentimos ciertamente llenos de gozo y de inefable consuelo; y, luego de dar a nuestro Redentor las obligadas gracias por los tesoros infinitos de su bondad, no podemos menos de expresar Nuestra paternal complacencia a todos los que, tanto del clero como del elemento seglar, con tanta eficacia han cooperado a promover este culto.




33. Aunque la devocion al Sagrado Corazon de Jesus, Venerables Hermanos, ha producido en todas partes abundantes frutos de renovacion espiritual en la vida cristiana, sin embargo, nadie ignora que la Iglesia militante en la tierra y, sobre todo, la sociedad civil no han alcanzado aun el grado de perfeccion que corresponde a los deseos de Jesucristo, Esposo Mistico de la Iglesia y Redentor del género humano. En verdad que no pocos hijos de la Iglesia afean con numerosas manchas y arrugas el rostro materno, que en si mismos reflejan; no todos los cristianos brillan por la santidad de costumbres, a la que por vocacion divina estan llamados; no todos los pecadores, que en mala hora abandonaron la casa paterna, han vuelto a ella, para de nuevo vestirse con el vestido precioso(115) y recibir el anillo, simbolo de fidelidad para con el Esposo de su alma; no todos los infieles se han incorporado aun al Cuerpo Mistico de Cristo. Hay mas. Porque si bien Nos llena de amargo dolor el ver como languidece la fe en los buenos, y contemplar como, por el falaz atractivo de los bienes terrenales, decrece en sus almas y poco a poco se apaga el fuego de la caridad divina, mucho mas Nos atormentan las maquinaciones de los impios que, ahora mas que nunca, parecen incitados por el enemigo infernal en su odio implacable y declarado contra Dios, contra la Iglesia y, sobre todo, contra Aquel que en la tierra representa a la persona del Divino Redentor y su caridad para con los hombres, segun la conocidisima frase del Doctor de Milan: (Pedro) es interrogado acerca de lo que se duda, pero no duda el Senor; pregunta no para saber, sino para ensenar al que, antes de ascender al cielo, nos dejaba como "vicario de su amor"(116).




34. Ciertamente, el odio contra Dios y contra los que legitimamente hacen sus veces es el mayor delito que puede cometer el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios y destinado a gozar de su amistad perfecta y eterna en el cielo; puesto que por el odio a Dios el hombre se aleja lo mas posible del Sumo Bien, y se siente impulsado a rechazar de si y de sus projimos cuanto viene de Dios, une con Dios y conduce a gozar de Dios, o sea, la verdad, la virtud, la paz y la justicia(117).

Pudiendo, pues, observar que, por desgracia, el numero de los que se jactan de ser enemigos del Senor eterno crece hoy en algunas partes, y que los falsos principios del materialismo se difunden en las doctrinas y en la practica; y oyendo como continuamente se exalta la licencia desenfrenada de las pasiones, ¿qué tiene de extrano que en muchas almas se enfrie la caridad, que es la suprema ley de la religion cristiana, el fundamento mas firme de la verdadera y perfecta justicia, el manantial mas abundante de la paz y de las castas delicias? Ya lo advirtio nuestro Salvador: Por la inundacion de los vicios, se resfriara la caridad de muchos(118).




35. Ante tantos males que, hoy mas que nunca, trastornan profundamente a individuos, familias, naciones y orbe entero, ¿donde, Venerables Hermanos, hallaremos un remedio eficaz? ¿Podremos encontrar alguna devocion que aventaje al culto augustisimo del Corazon de Jesus, que responda mejor a la indole propia de la fe catolica, que satisfaga con mas eficacia las necesidades espirituales actuales de la Iglesia y del género humano? ¿Qué homenaje religioso mas noble, mas suave y mas saludable que este culto, pues se dirige todo a la caridad misma de Dios?(119). Por ultimo, ¿qué puede haber mas eficaz que la caridad de Cristo -que la devocion al Sagrado Corazon promueve y fomenta cada dia mas- para estimular a los cristianos a que practiquen en su vida la perfecta observancia de la ley evangélica, sin la cual no es posible instaurar entre los hombres la paz verdadera, como claramente ensenan aquellas palabras del Espiritu Santo: Obra de la justicia sera la paz(120).

Por lo cual, siguiendo el ejemplo de Nuestro inmediato Antecesor, queremos recordar de nuevo a todos Nuestros hijos en Cristo la exhortacion que Leon XIII, de i. m., al explicar el siglo pasado, dirigia a todos los cristianos y a cuantos se sentian sinceramente preocupados por su propia salvacion y por la salud de la sociedad civil: Ved hoy ante vuestros ojos un segundo labaro consolador y divino: el Sacratisimo Corazon de Jesus... que brilla con refulgente esplendor entre las llamas. En El hay que poner toda nuestra confianza; a El hay que suplicar y de El hay que esperar nuestra salvacion(121).

Deseamos también vivamente que cuantos se glorian del nombre de cristianos e, intrépidos, combaten por establecer el Reino de Jesucristo en el mundo, consideren la devocion al Corazon de Jesus como bandera y manantial de unidad, de salvacion y de paz. No piense ninguno que esta devocion perjudique en nada a las otras formas de piedad con que el pueblo cristiano, bajo la direccion de la Iglesia, venera al Divino Redentor. Al contrario, una ferviente devocion al Corazon de Jesus fomentara y promovera, sobre todo, el culto a la santisima ruz, no menos que el amor al augustisimo Sacramento del altar. Y, en realidad, podemos afirmar -como lo ponen de relieve las revelaciones de Jesucristo mismo a Santa Gertrudis y a Santa Margarita Maria- que ninguno comprendera bien a Jesucristo crucificado, si no penetra en los arcanos de su Corazon. Ni sera facil entender el amor con que Jesucristo se nos dio a si mismo por alimento espiritual, si no es mediante la practica de una especial devocion al Corazon Eucaristico de Jesus; la cual -para valernos de las palabras de Nuestro Predecesor, de f. m., Leon XIII- nos recuerda aquel acto de amor sumo con que nuestro Redentor, derramando todas las riquezas de su Corazon, a fin de prolongar su estancia con nosotros hasta la consumacion de los siglos, instituyo el adorable Sacramento de la Eucaristia(122). Ciertamente, no es pequena la parte que en la Eucaristia tuvo su Corazon, por ser tan grande el amor de su Corazon con que nos la dio(123).




36. Finalmente, con el ardiente deseo de poner una firme muralla contra las impias maquinaciones de los enemigos de Dios y de la Iglesia, y también hacer que las familias y las naciones vuelvan a caminar por la senda del amor a Dios y al projimo, no dudamos en proponer la devocion al Sagrado Corazon de Jesus como escuela eficacisima de caridad divina; caridad divina, en la que se ha de fundar, como en el mas solido fundamento, aquel Reino de Dios que urge establecer en las almas de los individuos, en la sociedad familiar y en las naciones, como sabiamente advirtio Nuestro mismo Predecesor, de p. m.: El reino de Jesucristo saca su fuerza y su hermosura de la caridad divina: su fundamento y su excelencia es amar santa y ordenadamente. De donde se sigue necesariamente: cumplir integramente los propios deberes, no violar los derechos ajenos, considerar los bienes naturales como inferiores a los sobrenaturales y anteponer el amor de Dios a todas las cosas(124).

Y para que la devocion al Corazon augustisimo de Jesus produzca mas copiosos frutos de bien en la familia cristiana y aun en toda la humanidad, procuren los fieles unir a ella estrechamente la devocion al Inmaculado Corazon de la Madre de Dios. Ha sido voluntad de Dios que, en la obra de la Redencion humana, la Santisima Virgen Maria estuviese inseparablemente unida con Jesucristo; tanto, que nuestra salvacion es fruto de la caridad de Jesucristo y de sus padecimientos, a los cuales estaban intimamente unidos el amor y los dolores de su Madre. Por eso, el pueblo cristiano que por medio de Maria ha recibido de Jesucristo la vida divina, después de haber dado al Sagrado Corazon de Jesus el debido culto, rinda también al amantisimo Corazon de su Madre celestial parecidos obsequios de piedad, de amor, de agradecimiento y de reparacion. En armonia con este sapientisimo y suavisimo designio de la divina Providencia, Nos mismo, con un acto solemne, dedicamos y consagramos la santa Iglesia y el mundo entero al Inmaculado Corazon de la Santisima Virgen Maria(125).




37. Cumpliéndose felizmente este ano como indicamos antes, el primer siglo de la institucion de la fiesta del Sagrado Corazon de Jesus en toda la Iglesia por Nuestro Predecesor Pio IX, de f. m., es vivo deseo Nuestro, Venerables Hermanos, que el pueblo cristiano celebre en todas partes solemnemente este centenario con actos publicos de adoracion, de accion de gracias y de reparacion al Corazon divino de Jesus. Con especial fervor se celebraran, sin duda, estas solemnes manifestaciones de alegria cristiana y de cristiana piedad -en union de caridad y de oraciones con todos los demas fieles- en aquella Nacion en la cual, por designio de Dios, nacio aquella santa Virgen que fue promotora y heraldo infatigable de esta devocion.

Entre tanto, animados por dulce esperanza, y como gustando ya los frutos espirituales que copiosamente han de redundar -en la Iglesia- de la devocion al Sagrado Corazon de Jesus, con tal de que ésta, como ya hemos explicado, se entienda rectamente y se practique con fervor, suplicamos a Dios quiera hacer que con el poderoso auxilio de su gracia se cumplan estos Nuestros vivos deseos: a la vez que expresamos, también la esperanza de que, con la divina gracia, como fruto de las solemnes conmemoraciones de este ano, aumente cada vez mas la devocion de los fieles al Sagrado Corazon de Jesus, y asi se extienda mas por todo el mundo su imperio y reino suavisimo: reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz(126).

Como prenda de estos dones celestiales, os impartimos de todo corazon la Bendicion Apostolica, tanto a vosotros personalmente, Venerables Hermanos, como al clero y a todos los fieles encomendados a vuestra pastoral solicitud, y especialmente a todos los que se consagran a fomentar y promover la devocion al Sacratisimo Corazon de Jesus.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 15 de mayo de 1956, ano décimoctavo de Nuestro Pontificado.

Notas

(57. Ep 2,7,
(58. He 10,5-7,10.

(59. Registr. epist. 4, ep. 31 ad Theodorum medicum PL 77,706.

(60. Mc 8,2 Mc 8,

(61. Mt 23,37 Mt 23,

(62. Mt 21,13 Mt 21,

(63. Mt 26,39 Mt 26,

(64. Mt 26,50 Lc 22,48 Lc 22,

(65. Lc 23,28 Lc 23,31 Lc 23,

(66. Lc 23,34 Lc 23,

(67. Mt 27,46 Mt 27,

(68. Lc 23,43 Lc 23,

(69. Jn 19,28 Jn 19,

(70. Lc 23,46 Lc 23,

(71. Lc 22,15 Lc 22,

(72. Lc 22,19-20 Lc 22,

(73. Ma 1,11.

(74. De sancta virginitate 6 PL 40,399.

(75. Jn 15,13 Jn 15,

(76. 1Jn 3,16 1Jn 3,

(77. Ga 2,20 Ga 2,

(78. Cf. S. S. Thom. Sum. theol. 3,19,1: ed. Leon. 11 (1903) 329.

(79. Sum. theol. Suppl. 42,1 ad 3: ed. Leon. 12 (1906) 81.

(80. Hymn. ad Vesp. Festi Ssmi. Cordis Iesu.

(81. 3,66,3 ad 3: ed. Leon. 12 (1906) 65.

(82. Ep 5,2 Ep 5,

(83. Ep 4,8 Ep 4,10 Ep 4,

(84. Jn 14,16 Jn 14,

(85. Col 2,3 Col 2,

(86. Rm 8,35 Rm 8,37-39 Rm 8,

(87. Ep 5,25-27 Ep 5,

(88. 1Jn 2,1 1Jn 2,

(89. He 7,25,

(90. He 5,7,

(91. Jn 3,16,

(92. S. Bonaventura, Opusc. X Vitis mystica 3,5: Opera Omnia, Ad Claras Aquas (Quaracchi) 1898,8,164. -Cf. S. S. Thom. III 54,4: ed. Leon. 11 (1903) 513.

(93. Rm 8,32,

(94. Cf. 3. 48,5: ed. Leon 11 (1903) 467.

(95. Lc 12,50,

(96. Jn 20,28,

(97. Jn 19,37 cf. Za 12,10,

(98. Cf. litt. enc. Miserentissimus Redemptor: A.A.S. 20 (1928) 167-168.

(99. Cf. A. Gardellini Decreta authentica (1857) n. 4579, tomo 3,174.

(100. Cf. Decr. S. C. Rit. apud N. Nilles, De rationibus festorum Sacratissimi Cordis Iesu et purissimi Cordis Mariae,5a. ed. Innsbruck,1885, tomo 1,167.

(101. Ep 3,14 Ep 3,16-19.

(102. Tt 3,4 Tt 3,

(103. Jn 3,17 Jn 3,

(104. Jn 4,23-24 Jn 4,

(105. Innocentius XI, constit. ap. Coelestis Pastor,19 nov. 1687: Bullarium Romanum, Romae 1734, tomo 8,443.

(106. 2. 2.ae 81,3 ad 3: ed. Leon. 9 (1897) 180.

(107. Jn 14,6 Jn 14,

(108. Jn 13,34 Jn 15,12 Jn 15,

(109. Jr 31,31 Jr 31,

(110. Comment. in Evang. S. Ioann. 13, lect. 7,3: ed. Parmae,1860, tomo 10, p. 541.

(111. 2. 2.ae 82,1: ed. Leon. 9 (1897) 187.

(112 Ibid. 1,38,2: ed. Leon. 4 (1888) 393.

(113. Mc 12,30 Mt 22,37 Mt 22,

(114. Cf. Leo XIII, enc. Annum Sacrum: AL 19 (1900) 71 sq. -Decr. S. C. Rituum,28 iun. 1899, in Decr. Auth. 3, n. 3712. -Pius XI, enc. Miserentissimus Redemtor: A.A.S. 20 (1928) 177 sq. -Decr. S. C. Rit. 29 ian. 1929 A.A.S. 21 (1929) 77.

(115. Lc 15,22 Lc 15,

(116. Exposit. in Evang. sec. Lucam. 10,175 PL 15,1942.

(117. Cf. S. S. Thom. Sum. theol. 2. 2.ae 34,2 ed. Leon. 8 (1895) 274.

(118. Mt 24,12 Mt 24,

(119. Cf. enc. Miserentissimus Redemptor: A.A.S. 20 (1928) 166.

(120. Is 32,17 Is 32,

(121. Enc. Annum Sacrum: AL 19 (1900) 79. -Enc. Miserentissimus Redemptor: A.A.S. 20 (1928) 167.

(122. Litt. ap. quibus Archisodalitas a Corde Eucharistico Iesu ad S. Ioachim de Urbe erigitur,17 febr. 1903; AL 22 (1903) 307 sq.; cf. enc. Mirae caritatis,22 maii 1902: AL 22 (1903) 116.

(123. S. Albertus M. De Eucharistia, dist. 6, tr. 1, c. 1: Opera Omnia ed. Borgnet, vol. 38, Parisiis 1890, p. 358.

(124. Enc. Tametsi: AL 20 (1900) 303.

(125. Cf. A.A.S. 34 (1942) 345 sq.

(126. Ex Miss. Rm Praef. Iesu Christi Regis








PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - IV NACIMIENTO Y DESARROLLO DEL CULTO DEL SAGRADO CORAZON