PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - CONSIDERACIONES SOBRE LA GUERRA MUNDIAL Y SOBRE LA RENOVACION DE LA SOCIEDAD

CONSIDERACIONES SOBRE LA GUERRA MUNDIAL Y SOBRE LA RENOVACION DE LA SOCIEDAD


57. ¡Amados hijos! Quiera Dios que, mientras nuestra voz llega a vuestro oido, vuestro corazon se sienta hondamente impresionado y conmovido por la profunda seriedad, por la ardiente solicitud, por el conjuro insistente con que Nos os inculcamos estas ideas, que quieren ser un llamamiento a la conciencia universal y un grito de alarma para todos cuantos se hallan dispuestos a pesar y medir la grandeza de su mision y responsabilidad ante la amplitud de la tragedia universal.


58. Gran parte de la humanidad, y, no rebasamos decirlo, aun no pocos de los que se llaman cristianos, estan de algun modo dentro de la responsabilidad colectiva del desarrollo erroneo, de los danos y de la falta de altura moral de la sociedad actual.


59. Esta guerra mundial y todo cuanto a ella se refiere, ya sean precedentes, remotos o proximos, ya sus procedimientos y efectos materiales, juridicos y morales, ¿qué otra cosa representa sino el derrumbamiento, inesperado tal vez para los despreocupados, pero previsto y temido por quienes con su mirada penetraban hasta el fondo de un orden social que, bajo el enganoso rostro o la mascara de formulas convencionales, ocultaba su debilidad fatal y su desenfrenado instinto de ganancia y de poder?


60. Lo que en tiempos de paz estaba reprimido, al estallar la guerra ha explotado en una triste serie de actos contrarios al espiritu humano y cristiano. Los acuerdos internacionales para hacer menos inhumana la guerra, limitandola a los combatientes, para regular las normas de la ocupacion y de la prision de los vencidos, han sido letra muerta en distintos paises; y ¿quién es capaz de ver el fin de este progresivo empeoramiento?


61. ¿Quieren tal vez los pueblos asistir impasibles a un avance tan desastroso? ¿No deben mas bien, sobre las ruinas de un ordenamiento social que ha dado prueba tan tragica de su ineptitud para el bien del pueblo, reunirse los corazones de todos los hombres magnanimos y honrados en el voto solemne de no darse descanso hasta que en todos los pueblos y naciones de la tierra sea legion el numero de los que, decididos a llevar de nuevo la sociedad al indefectible centro de gravedad de la ley divina, suspiran por servir a la persona y a su comunidad ennoblecida por Dios?


62. Este voto la humanidad lo debe a los innumerables muertos que yacen sepultados en los campos de batalla; el sacrificio de su vida en el cumplimiento de su deber es holocausto para un nuevo y mejor orden social.


63. Este voto la humanidad lo debe al interminable y doloroso cortejo de madres, de viudas y de huérfanos que se han visto despojados de la luz y el consuelo y el apoyo de su vida.


64. Este voto la humanidad lo debe a los innumerables desterrados que el huracan de la guerra ha arrancado de su patria y ha dispersado por tierras extranas; ellos podrian lamentarse con el profeta: Nuestra heredad ha pasado a manos extranas; nuestras casas, a poder de desconocidos 9 .


65. Este voto la humanidad lo debe a los cientos de millares de personas que, sin culpa propia alguna, a veces solo por razones de nacionalidad o de raza, se ven destinados a la muerte o a un progresivo aniquilamiento.


66. Este voto la humanidad lo debe a los muchos millares de no combatientes, mujeres, ninos, enfermos y ancianos, a quienes la guerra aérea -cuyos horrores Nos ya desde el principio repetidas voces denunciamos-, sin discriminacion o con insuficiente examen ha quitado vida, bichos, salud, casa, asilos de caridad y de oracion.


67. Este voto la humanidad lo debe al torrente de lagrimas y amarguras, al cumulo de dolores y sufrimientos que proceden de la ruina mortifera del descomunal conflicto y claman al cielo invocando la venida del Espiritu, que liberte al mundo del desbordamiento de la violencia y del terror.

INVOCACION AL REDENTOR DEL MUNDO


68. Y ¿donde podréis depositar este voto por la renovacion de la sociedad con mas tranquila seguridad, confianza y fe mas eficaz que a los pies del desideratus cunctis gentibus, que yace ante nosotros en el pesebre con todo el encanto de su dulce humanidad de nino, pero también con el atractivo conmovedor de su incipiente mision redentora? ¿En qué lugar podria esta noble y santa cruzada para la purificacion y renovacion de la sociedad tener consagracion mas expresiva y hallar estimulo mas eficaz que en Belén, donde en el adorable misterio de la encarnacion aparecio el nuevo Adan, en cuyas fuentes de verdad y de gracia tiene la humanidad que buscar el agua salvadora si no quiere perecer en el desierto de esta vida? De su plenitud hemos recibido todos 10 . Su plenitud de verdad y de gracia, como hace veinte siglos, se derrama también hoy sobre el mundo con fuerza no disminuida; mas poderosa que las tinieblas es su luz; el rayo de su amor es mas vigoroso que el gélido egoismo que a tantos hombres retrae de perfeccionarse y sobresalir en lo que tienen de mejor. Vosotros, cruzados voluntarios de una nueva y noble sociedad, alzad el nuevo labaro de la regeneracion moral y cristiana, declarad la lucha a las tinieblas de la apostasia de Dios, a la frialdad de la discordia fraterna; una lucha en nombre de una humanidad gravemente enferma y que hay que sanar en nombre de la conciencia cristianamente levantada.


69. Nuestra bendicion y nuestro paterno auspicio y aliento acompane a vuestra generosa empresa y permanezca con todos cuantos no rehuyen los duros sacrificios, armas mucho mas poderosas que el hierro para combatir el mal que sufre la sociedad. Sobre vuestra cruzada por un ideal social, humano y cristiano, resplandezca consoladora e incitante la estrella que brilla sobre la cueva de Belén, lucero anunciador y perenne de la era cristiana. De su vista ha sacado, saca y sacara fuerzas todo corazon fiel: Aunque acampe contra mi un ejército..., estoy tranquilo 11 . Donde esta estrella resplandezca, alli esta Cristo: Ipso ducente, non errabimus; per ipsum ad ipsum eamus ut cum nato hodie puero in perpetuum gaudeamus 12 .

Pius pp. XII






DIVINO AFFLANTE SPIRITU

Carta Enciclica

PIO XIISobre los estudios de las Sagradas Escrituras30 de Septiembre de 1943

Inspirados por el divino Espiritu, escribieron los escritores sagrados los libros que Dios, en su amor paternal hacia el género humano, quiso dar a éste para ensenar, para argüir, para corregir, para instruir en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté pertrechado para toda obra buena(1).

Nada, pues, de admirar si la Santa Iglesia ha guardado con suma solicitud un tal tesoro -a ella venido del cielo y que ella tiene por fuente preciosisima y norma divina del dogma y de la moral-; como lo recibio incontaminado de mano de los Apostoles, asi lo conservo con todo cuidado, lo defendio de toda falsa y perversa interpretacion y con toda diligencia lo empleo en su ministerio de comunicar a las almas la vida sobrenatural.

De todo ello nos ofrecen claro testimonio documentos casi innumerables de todas las épocas. Pero en tiempos recientes, cuando especiales ataques amenazaron al divino origen y a la recta interpretacion de los Sagrados Libros, la Iglesia con mayor empeno y diligencia tomo su defensa y proteccion. Por ello, el Santo Concilio de Trento con un solemne decreto prescribio que se han de tener como sagrados y canonicos los libros enteros con todas sus partes, tales como la Iglesia catolica acostumbro a leerlos, y se encuentran en la antigua edicion vulgata latina(2). Y en nuestro tiempo el Concilio Vaticano, para reprobar doctrinas falsas sobre la inspiracion, declaro que la razon de que estos libros han de ser tenidos en la Iglesia por sagrados y canonicos, no es porque, después de compuestos unicamente por humana industria, hayan sido posteriormente aprobados por la autoridad de la Iglesia, ni tampoco solamente por el hecho de contener una revelacion sin error, sino mas bien porque, escritos bajo la inspiracion del Espiritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales fueron confiados a la misma Iglesia(3). Y, sin embargo, algun tiempo después, en oposicion a esta solemne definicion de la doctrina catolica, que para los libros enteros con todas sus partes reivindica una tal autoridad divina, que esta inmune de cualquier error, algunos escritores catolicos osaron restringir la verdad de las Sagradas Escrituras solo a las cosas tocantes a la fe y costumbres, mientras todo lo demas, perteneciente al orden fisico o al género historico, lo reputaban como dicho de paso y sin conexion alguna -segun ellos- con la fe. Por ello, Nuestro Predecesor, de i. m., Leon XIII, en su enciclica Providentissimus Deus, del 18 de noviembre de 1893, no solo reprobo justisimamente estos errores, sino que ordeno los estudios de los Libros Sagrados con prescripciones y normas sapientisimas.


2. Muy justo es, por lo tanto, que se celebre el quincuagésimo aniversario de la publicacion de aquella Enciclica, considerada como la Carta Magna de los estudios biblicos. Por ello, Nos, conforme a la solicitud que desde el principio de Nuestro sumo Pontificado(3) mostramos respeto a los estudios sagrados, hemos juzgado que seria muy conveniente, de una parte, el confirmar e inculcar todo cuanto Nuestro Predecesor sabiamente establecio y lo que sus Sucesores anadieron para reforzar y perfeccionar la obra; y, de otra, ensenar lo que al presente parecen exigir los tiempos, para mas y mas animar a todos los hijos de la Iglesia, que a estos estudios se dedican, en esta labor tan necesaria como laudable.

I PARTE HISTORIA

1) la obra de Leon XIII

2) la obra de los sucesores de Leon XIII

3) los Sumos Pontifices y la Sagrada Escritura

4) frutos de accion tan multiple


1) la obra de Leon XIII

3. Primera y maxima preocupacion de Leon XIII fue el exponer la doctrina sobre la verdad de los Libros Sagrados y vindicarla de los ataques adversarios. Por ello, con muy graves palabras, declaro que no hay error alguno en que, hablando el hagiografo de cosas fisicas, siquiera las apariencias sensibles, como dice el Angélico(5), expresandose o a modo de metafora, o segun las frases que en aquellos tiempos se usaban en el lenguaje comun, y segun todavia se usan aun hoy para muchas cosas en la conversacion ordinaria hasta entre los mas doctos. De hecho, la intencion de los escritores sagrados, o, mejor aun -son palabras de San Agustin(6)- del espiritu de Dios, que por ellos hablaba, no era el ensenar a los hombres tales cosas -es decir, la intima constitucion de las cosas visibles-, que nada habian de servirles para la eterna salvacion(7). Principio, que convendra aplicar también a las ciencias afines, especialmente a la historia, esto es, refutando de modo semejante las falacias de los adversarios y defendiendo de sus impugnaciones la verdad historica de la sagrada Escritura(8). Ni tampoco puede atribuirse error al escritor sagrado, si en algun lugar, al transcribir los codices se les escapo a los copistas algo inexacto, o cuando subsiste duda sobre el sentido preciso de alguna frase. Por ultimo, no es en modo alguno licito o restringir la inspiracion de la Sagrada Escritura a algunas partes tan solo, o conceder que erro el mismo escritor sagrado, porque la inspiracion divina por si misma no solo excluye todo error, sino que lo excluye y rechaza tan necesariamente, cuanto es necesario que Dios, Verdad suma, no pueda ser autor de error alguno. Tal es la antigua y constante fe de la Iglesia(9).


4. Esta doctrina, pues, que con tanta gravedad expuso Nuestro Predecesor Leon XIII, la proponemos Nos e inculcamos con Nuestra autoridad para que todos religiosamente la mantengan. Y queremos que no se ponga menor empeno aun hoy en seguir los consejos y estimulos que él tan sabiamente anadio, conforme a su tiempo. Pues, como surgiesen nuevas y no leves dificultades y cuestiones, ya por los prejuicios del racionalismo que por todas partes cundia, ya principalmente por los antiquisimos monumentos excavados y estudiados en las regiones del Oriente, Nuestro mismo Predecesor, impulsado por la solicitud de su apostolico oficio, y ansioso no solo de que una tan preclara fuente de la revelacion catolica se abriera mas segura y abundante para utilidad de la grey del Senor, sino también de que no le causara dano alguno, expreso su vivo deseo de que fuesen muchos quienes emprendiesen y con firmeza sostuviesen la defensa de las divinas Escrituras, y que principalmente aquellos a quienes la divina gracia llamara a las sagradas ordenes pusieran cada dia mas diligencia, como es muy de razon, en leerlas, meditarlas y exponerlas(10).


5. Con tales criterios, el mismo Pontifice, ya antes habia alabado y aprobado la Escuela de Estudios Biblicos, fundada en San Esteban de Jerusalén gracias a la solicitud del Maestro General de la Sagrada Orden de Predicadores, porque de ella, segun él mismo dijo, los estudios biblicos habian recibido grandes ventajas, y aun se esperaban mayores(11); y después, en el ultimo ano de su vida, anadio una nueva disposicion, para que estos estudios, tan altamente recomendados en la enciclica Providentissimus Deus, se cultivasen cada dia mejor y se promovieran con mayor seguridad. Y asi, en la Carta apostolica Vigilantiae, del 30 de octubre de 1902, instituyo un Consejo o -como suele decirse- una Comision de graves varones que tuvieran como mision propia suya el procurar por todos los medios posibles que las divinas Escrituras sean estudiadas por los nuestros con todo aquel exquisito cuidado que los tiempos exigen, manteniéndose incolumes no solo de toda mancha de error, sino de toda temeridad en las opiniones(12); Comision que también Nos, siguiendo el ejemplo de Nuestros Predecesores, hemos confirmado y aun realzado de hecho, al valernos de ella, como muchas veces antes, y de su ministerio para sujetar a los comentaristas de los Libros Sagrados a aquellas sanas normas de exégesis catolica que los Santos Padres y Doctores de la Iglesia y los mismos Sumos Pontifices nos ensenaron(13).


2) la obra de los sucesores de Leon XIII

6. Muy oportuno parece ahora el recordar con gratitud las principales y mas utiles aportaciones de Nuestros Predecesores a dicha finalidad, y que podriamos llamar complemento o fruto de la feliz empresa leoniana. Y, en primer lugar, Pio X, queriendo ofrecer un modo practico para preparar buen numero de maestros, recomendables por la gravedad y la pureza de la doctrina, que en las escuelas catolicas interpretaran los Sagrados Libros, instituyo los grados académicos de Licenciado y Doctor en Sagrada Escritura, que deberian ser conferidos por la Comision Biblica(14), y luego dio leyes sobre el plan de estudios de la Sagrada Escritura, en los Seminarios, con el fin de que los alumnos seminaristas no solo tuvieran un profundo conocimiento de la Biblia, de su valor y de su doctrina, sino que pudieran, mas tarde, ejercer convenientemente el ministerio de la divina palabra y defender de todo ataque los libros escritos bajo la inspiracion de Dios(15); y, finalmente, para que en la ciudad de Roma hubiera un "centro" de altos estudios biblicos, que con la mayor eficacia posible promoviese la ciencia de la Biblia y de las materias con ella relacionadas, todo ello segun el sentir de la Iglesia catolica, fundo -confiandolo a la inclita Compania de Jesus- el Pontificio Instituto Biblico, que quiso estuviera provisto de escuelas superiores y de todos los instrumentos tocantes a la erudicion biblica; y le dio sus propias leyes y estatutos, declarando que con ello realizaba el saludable y fructifero proposito de Leon XIII(16).


7. A todo ello dio feliz término Nuestro inmediato Predecesor Pio XI, de feliz memoria, al mandar, entre otras cosas, que nadie en los Seminarios ensenase la Sagrada Escritura sin haber legitimamente obtenido grados académicos en la Comision Biblica o en el Instituto Biblico, luego de realizados regularmente sus estudios; y dispuso que estos grados tuviesen los mismos efectos que los legitimamente otorgados en Sagrada Teologia o en Derecho Canonico; mando, ademas, que a nadie se le confiriese beneficio, al cual canonicamente estuviera aneja la carga de explicar al pueblo la Sagrada Escritura, si, ademas de los otros requisitos, no habia obtenido la licenciatura o el doctorado. Al mismo tiempo, y después de haber exhortado asi a los Generales de las Ordenes religiosas como a los Obispos del mundo catolico, a que enviaran sus mejores alumnos al Instituto Biblico, para asistir en él a sus cursos y recibir los grados académicos, realzo dicha exhortacion con su munificencia, al senalar generosamente rentas anuales precisamente para dicha finalidad(17).


8. Y el mismo Pontifice, puesto que con el favor y aprobacion de Pio X, de f. m., en el ano 1907 se habia encomendado a los monjes Benedictinos el encargo de hacer investigaciones y estudios que pudieran preparar la edicion de la version latina de la Biblia, que suele llamarse la Vulgata(18), queriendo dar base mas solida y mayor seguridad a esta empresa tan ardua como laboriosa que, si exige largos trabajos y cuantiosos gastos, pone ya de relieve su gran utilidad con los excelentes volumenes hasta ahora publicados, levanto desde los cimientos el monasterio de San Jeronimo en Roma, dedicado por completo a aquella labor, y lo doto espléndidamente con su propia biblioteca y con toda clase de medios para la investigacion(19).


3) los Sumos Pontifices y la Sagrada Escritura

9. Ni puede pasarse aqui en silencio como esos mismos Predecesores Nuestros, cuando se les ofrecio ocasion para ello, recomendaron siempre ya el estudio, ya la predicacion, ya la piadosa lectura y meditacion de las Sagradas Escrituras. Y asi, Pio X aprobo calidamente la Sociedad de San Jeronimo, cuya finalidad es tanto el familiarizar a los fieles cristianos con la tan loable costumbre de leer y meditar los santos Evangelios, como el facilitarles en todo lo posible practica tan piadosa. Y la exhortaba a que perseverase con entusiasmo en su empresa, por tratarse de cosa utilisima, la que mejor respondia a los tiempos, pues contribuye no poco a desarraigar la opinion de que la Iglesia sea opuesta a la lectura de las Sagradas Escrituras en lengua vulgar o de que ponga impedimento para ello(20). Mas tarde, Benedicto XV, en ocasion del decimoquinto centenario de la muerte del Doctor Maximo en la exposicion de las Sagradas Escrituras, luego de inculcar seriamente asi los preceptos y ejemplos del mismo Doctor, como los principios y normas dados por Leon XIII y por si mismo, y después de otras recomendaciones oportunisimas en esta materia que nunca deberan echarse en olvido, exhorto a todos los hijos de la Iglesia, y sobre todo a los clérigos, a que uniesen la reverencia a la Sagrada Escritura con la piadosa lectura y la asidua meditacion de la misma; y advirtio que en sus paginas ha de buscarse el manjar que haga crecer la vida espiritual hacia la perfeccion, y que la principal utilidad de la Escritura esta en emplearla santa y fructuosamente para la predicacion de la divina palabra. Y luego alabo de nuevo la obra de la Sociedad de San Jeronimo, consagrada a divulgar, cuanto posible, los Evangelios y los Hechos de los Apostoles, de suerte que ya no hay familia cristiana que de ellos carezca, y todos se acostumbran a su cotidiana lectura y meditacion(21).


4) frutos de accion tan multiple

10. Y es justo y grato reconocer que no solo en virtud de estas disposiciones, mandatos y estimulos de Nuestros Predecesores, mas también por la cooperacion de todos cuantos diligentemente los secundaron, ya estudiando, ya investigando, ya escribiendo, ya ensenando y predicando, ya también traduciendo y propagando los Sagrados Libros, entre los catolicos ha progresado no poco la ciencia y el uso de las Sagradas Escrituras. Son, en verdad, ya muchisimos los cultivadores de la Escritura Santa que han salido y cada dia salen de las escuelas superiores de Teologia y de Sagrada Escritura, y principalmente de Nuestro Pontificio Instituto Biblico; los cuales, animados por su ardiente aficion a los sagrados volumenes, la comunican luego con el mismo ardor al clero joven y le transmiten también la doctrina que ellos aprendieron. Y asi no pocos de ellos, con sus propios escritos o de varias maneras, han promovido y promueven los estudios biblicos, ya editando los textos sagrados segun las normas de una critica depurada, ya explicandolos, ilustrandolos y traduciéndolos a las lenguas modernas; ya proponiéndolos a los fieles para su piadosa lectura y meditacion; ya, finalmente, cultivando y adquiriendo las disciplinas profanas, en cuanto son utiles para explicar la Sagrada Escritura. Estas y otras obras emprendidas, que cada dia se propagan y se consolidan mas, como, por ejemplo, las sociedades, los congresos, las semanas de estudios biblicos, y las bibliotecas, las asociaciones para meditar el Evangelio, nos hacen concebir una firme esperanza de que en adelante iran creciendo cada dia mas, para mayor provecho de las almas, el respeto, uso y conocimiento de las Sagradas Letras. Pero ello no se lograra sino a condicion de que con firmeza, valentia y confianza se ajusten todos al programa de estudios biblicos prescrito por Leon XIII, aclarado mas amplia y completamente por sus Sucesores y por Nos todavia confirmado y aumentado; programa que es, en realidad, el unico seguro y comprobado por la experiencia; y no se desanimen en modo alguno por las dificultades que, como en todo lo humano, tampoco han de faltar en esta obra tan preclara.

II PARTE DOCTRINAL

1) textos originales

2) interpretacion

3) problemas principales

4) cuestiones mas dificiles

5) las Sagradas Escrituras en la instruccion de los fieles


11. No hay quien facilmente no vea como se han modificado, en estos cincuenta anos, las condiciones de los estudios biblicos y la de todos cuantos les pueden ser utiles. Pasando por alto otras cosas, cuando Nuestro Predecesor publico su enciclica Providentissimus Deus, muy pocos eran los lugares de Palestina comenzados a explorar por excavaciones relacionadas con estos estudios, en tanto que ahora las investigaciones de tal género se han multiplicado y se llevan a cabo con métodos mas severos que, perfeccionados por el mismo ejercicio, nos ofrecen mas copiosos y ciertos resultados.

Cuanta, en verdad, sea la luz que de estas investigaciones brota para entender mejor y mas plenamente los Sagrados Libros, lo saben muy bien los peritos y cuantos a tales estudios se consagran. Crece aun la importancia de estas investigaciones por los documentos escritos hallados de cuando en cuanto, que contribuyen mucho al conocimiento de las lenguas, literatura, historia, costumbres y religiones de los mas antiguos pueblos. Ni es de menor importancia el hallazgo y la investigacion, tan frecuente en nuestro tiempo, de los papiros que tan utiles han sido para conocer las literaturas y las instituciones publicas y privadas, principalmente del tiempo de nuestro Salvador. Ademas, se han hallado y editado con rigurosa critica vetustos codices de los Sagrados Libros; se ha investigado mas y mas plenamente la exégesis de los Santos Padres; y, en fin, se ilustran con innumerables ejemplos los modos de decir, de narrar o de escribir de los antiguos. Todo esto, que no sin especial consejo de la providencia de Dios ha sido concebido a nuestra época, invita y, en cierto modo, amonesta a los intérpretes de las Sagradas Letras para que, valiéndose solicitos de tanta luz, las estudien mas a fondo, las expliquen con mas precision y las expongan con mayor claridad. Y si, con gran contento del alma, vemos que los intérpretes han obedecido con el mayor entusiasmo y siguen obedeciendo a esta invitacion, no vemos en ello el ultimo ni tampoco el menor de los frutos de la enciclica Providentissimus Deus, en la que Nuestro Predecesor, como presagiando este nuevo florecer de los estudios biblicos, llamo a los exegetas catolicos hacia un trabajo, cuyo camino y método les trazo con sabia intuicion. Hacer que el trabajo no solo permanezca ininterrumpido sino que cada dia se vaya perfeccionando mas y resulte mas fecundo: tal es la finalidad de esta Nuestra Enciclica, con la cual Nos proponemos principalmente demostrar a todos lo que aun resta por hacer y con qué animo debe emprender hoy el exegeta catolico tan importante y elevado cargo, y dar nuevo estimulo y nuevos animos a los obreros que constantemente trabajan en la vina del Senor.


1) textos originales

12. Ya los Padres de la Iglesia, y en primer lugar San Agustin, recomendaron encarecidamente al intérprete catolico, deseoso de entender y explicar las Sagradas Escrituras, que estudiara las lenguas antiguas y acudiera a los textos originales(22). Pero tal era la condicion de los estudios, en aquellos tiempos, que no consentian fuesen muchos los familiarizados con la lengua hebrea: y aun éstos, con un conocimiento imperfecto. Y en la Edad Media, cuando mas florecia la Teologia escolastica, hasta el conocimiento mismo del griego se hallaba, hacia ya tiempo, tan decaido entre los occidentales, que aun los mayores Doctores de aquellos tiempos, al explicar los Sagrados Libros, no podian apoyarse sino tan solo en la version latina llamada Vulgata. Por lo contrario, en nuestros tiempos, no solo la lengua griega, que desde el Renacimiento resucito en cierto modo a nueva vida, es casi familiar a todos los cultivadores de la antigüedad y de las letras, sino que ya el mismo conocimiento de la hebrea y las otras lenguas orientales se halla ampliamente difundido entre los estudiosos. Es hoy, ademas, tal la abundancia de medios para aprender estas lenguas, que el intérprete de la Biblia, que por negligencia se cierre la puerta para el conocimiento de los textos originales, no podra en modo alguno evitar la nota de ligereza y desidia, pues al exegeta le toca como captar con sumo cuidado y veneracion aun las mas pequenas cosas que bajo la divina inspiracion salieron de la pluma del hagiografo, para asi penetrar mas profunda y plenamente en su pensamiento. Procure, pues, seriamente adquirir una pericia cada dia mayor de las lenguas biblicas, y aun de las demas lenguas orientales, para apoyar su interpretacion en todos los subsidios que toda clase de filologia supedita. Eso, en verdad, procuro solicitamente San Jeronimo, segun eran los conocimientos de su época; y tal fue el ideal de no pocos de los grandes intérpretes de los siglos XVI y XVII, bien que el conocimiento de las lenguas fuese mucho menor que hoy, poniendo en ello un infatigable esfuerzo y logrando frutos no medianos. Con el mismo método, pues, ha de explorarse el mismo texto original, que, como escrito inmediatamente por el mismo autor sagrado, tendra mayor autoridad y mayor peso que en cualquier version, ya antigua, ya moderna, por muy buena que fuese; y ello se lograra mas facil y utilmente si al conocimiento de las lenguas se uniere también una solida pericia en el arte de la critica tocante al texto mismo.


13. Sabiamente advierte ya San Agustin la importancia de esta critica, cuando, entre las reglas que se deben inculcar al que estudia los Sagrados Libros, puso -en primer lugar- la preocupacion de podeer servirse de un texto correcto. Quienes desean conocer las Sagradas Escrituras -dice aquel preclarisimo Doctor de la Iglesia- deben, ante todo, atender con sumo cuidado a la enmienda de los codices, de suerte que los no correctos cedan su puesto a los correctos(23). Hoy este arte, que se llama critica textual y que se aplica laudable y provechosamente en la edicion de los textos profanos, con toda razon ha de ejercitarse también en los Sagrados Libros, precisamente por la misma reverencia debida a la divina palabra. Su propia finalidad es restituir a su primitivo ser el sagrado texto lo mas perfectamente posible, purificandolo de las corrupciones en él introducidas por impericia de los copistas y librandolo, cuanto se pueda, de glosas y lagunas, de inversiones de palabras, de repeticiones y otros defectos de la misma especie, que suelen infiltrarse en los textos a través de los muchos siglos. Verdad es que, hace algunos decenios, no pocos empleaban la critica tan arbitrariamente que a veces podia decirse que con ello trataron de introducir en el sagrado texto sus prejuicios; pero hoy ha llegado a alcanzar ya tal estabilidad y seguridad, que se ha convertido en un insigne instrumento para editar la divina palabra con mayor pureza y esmero, y es facil descubrir cualquier abuso de la misma. Ni hace falta traer aqui a la memoria -porque es claro y sabido de todos los que estudian las Sagradas Escrituras- en cuanta estima ha tenido la Iglesia, desde los primeros siglos hasta nuestros tiempos, estos trabajos de la critica. Hoy, pues, cuando este arte ha alcanzado tal perfeccion, es para los cultivadores de los estudios biblicos honrosa tarea, aunque no siempre facil, procurar con todo afan que cuanto antes preparen los catolicos ediciones ajustadas a estas normas, no solo de los textos sagrados, sino también de las versiones antiguas, que a la suma reverencia hacia el sagrado texto anadan la escrupulosa observancia de las leyes de la critica. Y sepan bien todos que esta larga labor no solo es necesaria para el recto conocimiento de los escritos divinamente inspirados; imperiosamente la exige, ademas, la piedad con que debemos mostrarnos sumamente agradecidos al Dios providentisimo, por habernos enviado estos libros a modo de cartas paternas dirigidas como a sus hijos propios desde la sede de su majestad.


14. Ni se figure nadie que este uso de los textos primitivos, obtenidos con el empleo de la critica, se opone en modo alguno a las sabias prescripciones del Concilio Tridentino tocantes a la Vulgata latina(24). Documentalmente consta como los Presidentes de aquel Concilio recibieron el encargo de rogar, en nombre mismo del Concilio, al Sumo Pontifice -y asi lo hicieron- que hiciera corregir, como mejor fuera posible, ante todo la edicion latina, y después también el texto griego y el hebreo, que se publicaran luego, para la mayor utilidad de la santa Iglesia de Dios(25). Si, por las dificultades de los tiempos y otros impedimentos, no pudo entonces darse plena satisfaccion a estos deseos, al presente, como lo esperamos, aunados los esfuerzos de todos los doctos catolicos, podra mejor y mas plenamente satisfacerse. Si el Concilio Tridentino ordeno que la Vulgata fuese la version que todos usaran como auténtica, esto, como cualquiera ve, solo se refiere a la Iglesia latina y a su uso publico de la Escritura, y en nada disminuye la autoridad y el valor de los textos originales. Pues ni siquiera se trataba entonces de los textos originales, sino de las versiones latinas que en aquel tiempo corrian, entre las cuales el Concilio, con mucha razon, decreto que habia de preferirse aquella que la misma Iglesia habia aprobado por el largo uso de tantos siglos. Por lo tanto, esta precedente autoridad, o, como dicen, autenticidad de la Vulgata, no fue establecida por el Concilio principalmente por razones criticas, sino mas bien por su legitimo uso en la Iglesia, ya de tantos siglos, por el cual se demuestra que en las cosas de fe y costumbres esta enteramente inmune de todo error, de modo que, por testimonio y confirmacion de la misma Iglesia, puede aducirse con seguridad y sin peligro de error en las disputas, lecciones y sermones: por lo tanto, no es una autenticidad primariamente critica, sino mas bien juridica. Luego esta autoridad de la Vulgata en las cosas doctrinales no impide en modo alguno -antes hoy mas bien lo exige casi- que esa misma doctrina se compruebe y se confirme también por los textos originales, y que a cada momento se acuda a los textos primitivos, con los cuales siempre, y cada dia mejor, se aclare y exponga la verdadera significacion de la Sagrada Escritura. Ni prohibe tampoco el Concilio Tridentino que para uso y bien de los fieles cristianos, y para mas facil inteligencia de la divina palabra, se hagan versiones en lenguas vulgares, pero precisamente sobre los mismos textos originales, como con la aprobacion de la autoridad de la Iglesia sabemos haberse hecho laudablemente en muchas naciones.



Notas:

(1) 1. 2Tm 3,16 ss.

(2) Sess. 4 decr. 1 EB 45.

(3) Sess. 3 c. 2 EB 62.

(4) Sermo ad alumnos Seminariorum... in Urbe (24 iun. 1939) A.A.S. 31,245-251.

(5) Cf. 1. 70,1 ad 3.

(6) De Gn ad litt. 2,9,20 PL 34,270 ss.; CSEL 28 (Sect. 3, pars. 2) p. 46.

(7) A.L. 13,355 EB 106.

(8) Cf. Bened. XV enc. Spiritus Paraclitus A.A.S. 12 (1920) 396 EB 471.

(9) A.L. 13,357 ss. EB 109 ss.

(10) Ibid. 328 EB 67 ss.

(11) Litt. ap. Hierosolymae in coenobio d.d. 17 sept. 1892 A.L. 12,239-241, v.p. 240. volver)

(12) 12. Cf. A.L. 22,232 ss. EB 130-141 v.n. 130,132.

(13) 13. Pont. Comm. de Re bibl. Litt. ad Archiep. et Epp. Italiae d.d. 20 aug. 1941 A.A.S. 33,465-472.

(14) 14. Litt. ap. Scripturae Sanctae d.d. 23 febr. 1904; Acta Pii X 1,176-179 EB 142-150 v.n. 143-144.

(15) 15. Cf. Litt. ap. Quoniam in re biblica d.d. 27 mart. 1906. Acta Pii X 3,72-76 EB 155-173 v. n. 155.

(16) 16. Litt. ap. Vinea electa d.d. 7 maii 1909. A.A.S. 1,447-449 EB 293-306 v.nn. 296. 294.

(17) 17. Cf. Motu pr. Bibliorum scientiam d.d. 27 apr. 1924 A.A.S. 16,180-182 EB 518-525.

(18) 18. Ep. ad Revmum. D. Aldanum Gasquet d.d. 3 dec. 1907 Acta Pii X 4,117-119 EB 285 ss.

(19) 19. Const. ap. Inter praecipuas d.d. 15 iun. 1933 A.A.S. 26,85-87.

(20) 20. Ep. ad Emmum. Card. Cassetta Qui piam d.d. 21 ian. 1907 Acta Pii X 4,23-25.

(21) 21. Enc. Spiritus Paraclitus d.d. 15 sept. 1920 A.A.S. 12,385-422 EB 457-508 v.nn. 457,495,497,491.

(22) 22. Cf. e.g. S. Hier. Praef. in IV Ev. ad Damasum: PL 29,526-527; S. Aug. De doctr. christ. 2,16 PL 34,42-43

(23) De doctr. christ. 2,21 PL 34,46.

(24) Decr. de editione et usu Sacrorum Librorum: Conc. Trid. ed. Goerres,5,91 ss.

(25)) Ibid. 10,471, cf. 5,29,59,65; 10,446 ss.




2) interpretacion

15. Excelentemente pertrechado con el conocimiento de las lenguas y los subsidios de la critica, pase ya el exegeta catolico a la tarea suprema entre cuantas se le imponen, esto es, hallar y exponer el verdadero sentido de los Sagrados Libros. Al hacerlo, los intérpretes catolicos tengan siempre ante sus ojos que lo que mas ahincadamente han de procurar es el discernir claramente y precisar cual es el sentido de las palabras biblicas, que llaman literal. Este literal significado de las palabras resulta de que con toda diligencia lo averigüen por el conocimiento de las lenguas, por el examen del contexto y por la comparacion con los lugares semejantes; pues de todo esto suele hacerse uso también en la interpretacion de los escritos profanos, para que aparezca clara la mente del autor. Pero teniendo siempre en cuenta el exegeta de las Sagradas Letras que aqui se trata de palabra divinamente inspirada, cuya custodia e interpretacion ha sido por el mismo Dios encomendada a su Iglesia, atienda con no menor diligencia a las explicaciones y declaraciones del magisterio de la Iglesia, a las dadas por los Santos Padres y también a la analogia de la fe, como sapientisimamente lo advierte Leon XIII en su enciclica Providentissimus Deus(26)49. Pero pongan singular empeno en no exponer solamente -como con dolor vemos se hace en algunos comentarios- lo tocante a la historia, a la arqueologia, a la filologia y a otras disciplinas semejantes, sino que, empleando éstas oportunamente en cuanto pueden contribuir a la exégesis, expliquen principalmente cual es la doctrina teologica de fe y costumbres en cada libro o en cada lugar, de manera que su explanacion no solo ayude a los profesores de teologia para proponer y confirmar los dogmas de la fe, mas sirva también a los sacerdotes para aclarar al pueblo la doctrina cristiana y, en fin, a todos los fieles para llevar una vida santa y digna de un cristiano.


16. Dando una tal interpretacion, teologica ante todo, reduciran eficazmente al silencio a quienes aseguran no hallar casi nada en los comentarios biblicos que eleve la mente a Dios, nutra el alma y promueva la vida interior, y anaden que se ha de recurrir a una cierta interpretacion espiritual y mistica, como ellos dicen. Cuan poco acertado sea este su juicio, lo demuestra la misma experiencia de muchos que, meditando y considerando una y otra vez la divina palabra, llevaron sus almas a la perfeccion y se sintieron movidos de un vehemente amor a Dios, y lo demuestran también claramente la perpetua ensenanza de la Iglesia y los consejos de los sumos Doctores. No es que de la Sagrada Escritura se excluya todo sentido espiritual, pues lo que en el Antiguo Testamento se dijo y se hizo fue sapientisimamente ordenado y dispuesto por Dios de tal manera, que las cosas pretéritas presignificasen de modo espiritual las que en la nueva ley de gracia habian de realizarse. Por lo cual el exegeta, como debe investigar y exponer el significado propio, o, como dicen, literal, de las palabras, intentado y expresado por el hagiografo, y también el significado espiritual, siempre que conste haber sido realmente dado por Dios. Solo Dios, en verdad, pudo conocer y revelarnos a nosotros ese significado espiritual. Ahora bien, este sentido, en los Santos Evangelios, nos lo indica y nos lo ensena el mismo Divino Salvador; lo profesan de palabra y por escrito los Apostoles, imitando el ejemplo del Maestro; lo demuestra la constante doctrina tradicional de la Iglesia, y, finalmente, lo declara el antiquisimo uso de la liturgia segun la conocida sentencia: La ley de la oracion es la ley de la creencia. Pongan, pues, en claro y expliquen los exégetas catolicos, con la diligencia que la dignidad de la divina palabra pide, este sentido espiritual intentado y ordenado por el mismo Dios, pero guardense religiosamente de proponer como genuino sentido de las Sagradas Escrituras otros sentidos figurados; pues aunque, al desempenar el cargo de la predicacion, puede ser util, para ilustrar y recomendar las cosas de la fe y costumbres, un mas amplio uso del sagrado texto en sentido figurado, siempre que se haga con moderacion y sobriedad, nunca, sin embargo, ha de olvidarse que este uso de las palabras de la Sagrada Escritura le es a ésta como exterior y anadido, y que, sobre todo hoy, no deja de ser peligroso, pues los fieles cristianos, principalmente los instruidos en las ciencias sagradas y en las profanas, quieren saber lo que Dios nos da a entender en las Sagradas Escrituras, mas bien que lo dicho por un facundo orador o escritor, empleando con cierta habilidad las palabras de la Biblia. Ni necesita tampoco la palabra de Dios, viva y eficaz y mas penetrante que espada de dos filos, y que llega hasta la division del alma y del espiritu, y de las coyunturas y las médulas, y discernidora de los pensamientos e intenciones del corazon26(27), de artificios o arreglos humanos para mover los corazones y excitar los animos, porque las mismas sagradas paginas, escritas bajo la inspiracion divina, tienen por si mismas abundancia de un primer sentido; enriquecidas de divina virtud, valen por si; adornadas de soberana hermosura, por si lucen y resplandecen, siempre que el intérprete las explique tan integra y fielmente, que saque a luz todos los tesoros de sabiduria y prudencia que en ellas se encierran.


17. Para esto podra el exegeta servirse muy bien del estudio de las obras en que los Santos Padres, los Doctores de la Iglesia e ilustres intérpretes de las Sagradas Letras, en tiempos pasados, las expusieron; ya que éstos, si a veces estaban menos provistos de erudicion profana y del conocimiento de las lenguas que los de nuestro tiempo, se distinguen, sin embargo, dado el oficio que Dios les dio en la Iglesia, por cierta suave perspicacia de las cosas celestiales y por una admirable agudeza de entendimiento, con que intimamente penetran las profundidades de la divina palabra, y asi sacan de ella cuanto puede servir para ilustrar la doctrina de Cristo y promover la santidad de la vida. De doler es, en verdad, que tan preciosos tesoros de la cristiana antigüedad sean demasiado poco conocidos por muchos de los escritores de nuestros tiempos, y que los cultivadores de la historia de la exégesis todavia no hayan llegado a hacer todo lo posible para mejor conocer y mas justamente estimar materia tan importante. Ojala fueran muchos los que, examinando diligentemente los autores y las obras de interpretacion catolica, a fin de sacar de alli las casi inmensas riquezas que acumulan, contribuyeran eficazmente a que cada dia aparezca mas claro hasta qué alto grado penetraron ellos en la doctrina de los Libros Santos, y cuanto la ilustraron, de modo que los intérpretes modernos los tomen como ejemplo y busquen en ellos oportunos argumentos. Se llegara asi, por fin, a la feliz y fecunda union de la doctrina y espiritual suavidad en el decir de los antiguos con la erudicion mas vasta y el arte mas avanzado de los modernos, que producira indudablemente nuevos frutos en el campo de las Divinas Letras, nunca suficientemente cultivado, y nunca exhausto.


3) problemas principales

18. Es también de esperar que nuestros tiempos podran contribuir en algo a una mas profunda y exacta interpretacion de las Sagradas Escrituras, pues no pocas cosas -y, entre ellas, principalmente las referentes a la historia- o apenas o insuficientemente fueron explicadas por los expositores de los siglos pasados, por faltarles casi todas las noticias necesarias para su ilustracion. Cuan dificiles, en efecto, y casi inaccesibles fuesen algunas cuestiones para los mismos Padres, se demuestra, por no citar otros ejemplos, en los varios conatos que muchos de ellos repitieron para interpretar los primeros capitulos del Génesis; igualmente, en los repetidos tanteos de un San Jeronimo para traducir los Salmos de suerte que su sentido literal, esto es, el expresado por las palabras mismas del texto, apareciese con claridad. Finalmente, hay algunos libros o textos sagrados, cuyas dificultades de interpretacion se han puesto de relieve en la edad moderna, es decir, cuando un mas exacto conocimiento de los tiempos antiguos hizo presentarse nuevos problemas que nos obligan a un mas profundo examen de la materia. Se equivocan, por lo tanto, algunos que, no conociendo bien el estado actual de la ciencia biblica, se empenan en que al exegeta catolico de nuestros dias no le queda nada ya que anadir a cuanto la antigüedad cristiana produjo; por lo contrario, la verdad es que son tantos los problemas planteados por nuestro tiempo que reclaman nueva investigacion y nuevo examen y estimulan no poco la actividad del moderno escriturista.


19. Verdad es que nuestra época acumula nuevas cuestiones y nuevas dificultades; pero también, por favor de Dios, suministra nuevos recursos y subsidios a la exégesis. Entre ellos parece digno de especial mencion el que los teologos catolicos, siguiendo la doctrina de los Santos Padres, y principalmente la del Angélico y Comun doctor, han explorado y expuesto -con mayor precision y sutileza que solia hacerse en los pasados siglos- la naturaleza y los efectos de la inspiracion biblica: pues, partiendo del principio de que el escritor sagrado, al escribir su libro, es o instrumento del Espiritu Santo, pero instrumento vivo y racional, observan rectamente que, bajo el influjo de la divina mocion, de tal manera hace uso de sus facultades y energias, que por el libro nacido de su accion puedan todos facilmente colegir la indole propia de cada uno y, por asi decirlo, sus singulares caracteristicas y rasgos(28). Ha de esforzarse, pues, el intérprete con toda diligencia, sin descuidar luz alguna que hayan aportado las modernas investigaciones, por conocer la indole propia y las condiciones de vida del escritor sagrado, el tiempo en que florecio, las fuentes, ya escritas, ya orales, que utilizo asi como el vocabulario por él usado. Asi podra mejor conocer quién fue el hagiografo y qué quiso significar al escribir. A nadie se le oculta que la suprema norma para la interpretacion es precisar y delimitar qué pretendio decir el escritor, como egregiamente lo advierte San Atanasio: Aqui, como conviene hacerlo en todos los otros lugares de la divina Escritura, debe observarse con qué ocasion hablo el Apostol; ha de atenderse con cuidado y exactitud a cual es la persona a quien escribe y cual el motivo de que le escriba, no sea que al ignorar tales cosas o al malentender una cosa por otra se aleje del verdadero pensamiento del autor(29)


20. Pero muchas veces no es tan claro en las palabras y escritos de los antiguos autores orientales, como lo es por ejemplo en los escritores de nuestra época, cual sea el sentido literal: lo que aquellos quisieron significar no se determina tan solo por las leyes de la gramatica o de la filologia, ni por el contexto del discurso, sino que es preciso, por decirlo asi, que el intérprete se vuelva mentalmente a aquellos remotos siglos del Oriente, y con el auxilio de la historia, de la arqueologia, de la etnologia y otras disciplinas, discierna y distintamente vea qué género literario quisieron emplear y de hecho emplearon los escritores de aquélla vetusta edad. Porque los antiguos Orientales no siempre empleaban las mismas formas y los mismos modos de decir que hoy usamos nosotros, sino mas bien aquellos que eran los corrientes entre los hombres de sus tiempos y lugares. Cuales fueran éstos, no puede el intérprete determinarlo de antemano, sino solamente en virtud de una cuidadosa investigacion de las antiguas literaturas del Oriente. Esta, llevada a cabo en los ultimos decenios con mayor cuidado y diligencia que anteriormente, nos ha hecho ver con mas claridad qué formas de decir se usaron en aquellos antiguos tiempos, ya en la descripcion poética de las cosas, ya en el establecimiento de normas y leyes de vida, ya, por fin, en la narracion de hechos y sucesos. Esta misma investigacion ha probado ya con claridad que el pueblo de Israel aventajo singularmente a las otras antiguas naciones orientales en escribir bien la historia, asi por la antigüedad como por la fiel narracion de hechos, méritos que seguramente proceden del carisma de la divina inspiracion y del fin peculiar de la historia biblica, que es religioso. Sin embargo, también entre los escritores sagrados, como entre los demas antiguos, se hallan ciertas maneras de exponer y narrar, ciertos idiotismos, propios, sobre todo, de las lenguas semiticas, las llamadas aproximaciones, y ciertos modos de hablar hiperbolicos; mas aun, a veces hasta paradojas, con las cuales mas firmemente se graban las cosas en la mente: cosas todas ellas nada de admirar para quien rectamente sienta acerca de la inspiracion biblica. Porque no hay modo alguno de decir, de que entre los antiguos, principalmente los orientales, solia servirse el humano lenguaje para expresar las ideas, que sea ajeno a los Libros Sagrados, siempre a condicion de que el empleado no repugne a la santidad y verdad de Dios, como ya con su acostumbrada agudeza lo advirtio el mismo Doctor Angélico con estas palabras: Las cosas divinas se nos ofrecen en la Escritura segun el modo que los hombres acostumbran a usar(30). Pues asi como el Verbo sustancial de Dios se hizo semejante a los hombres en todo, excepto en el pecado(31), asi también las palabras de Dios, expresadas en lengua humana, se hacen en todo semejantes al humano lenguaje, excepto en el error; lo cual en verdad lo ensalzo ya con sumas alabanzas San Juan Crisostomo, como una sincatabasis o condescendencia de Dios providente, y afirmo una y varias veces que se halla en los sagrados libros. (32).


21. Por esto el exegeta catolico, para satisfacer a las actuales necesidades de la ciencia biblica al exponer la Sagrada Escritura, para demostrar y probar que esta enteramente inmune de error, valgase también, como es su deber, prudentemente de este recurso, esto es, el de investigar hasta qué punto la forma o género literario, empleado por el hagiografo, pueda contribuir a la verdadera y genuina interpretacion: y esté persuadido de que esta parte de su oficio no puede desdenarse sin gran detrimento de la exégesis catolica. Pues no pocas veces -para no mencionar sino esto-, cuando muchos pretenden reprochar al autor sagrado el haber faltado a la verdad historica o haber narrado las cosas con poca exactitud, hallase que no se trata de otra cosa sino de aquellos modos nativos de decir y narrar, propios de los antiguos, que a cada paso licita o corrientemente se acostumbran a emplear en las mutuas relaciones de los hombres. Exige, pues, una justa ecuanimidad, que al hallar tales cosas en la divina palabra, que con palabras humanas se expresa para los hombres, no se les tache de error, como tampoco se hace cuando se hallan en el uso cotidiano de la vida. Conociendo, pues, y exactamente estimando los modos y maneras de decir y escribir de los antiguos, podran resolverse muchas dificultades que contra la verdad y la fidelidad historica de las Sagradas Escrituras se oponen, y semejante estudio sera muy a proposito para percibir mas plena y claramente la mente del autor sagrado.


22. Atiendan, pues, también a esto nuestros cultivadores de los estudios biblicos con toda diligencia y nada omitan de todo cuanto de nuevo aporten ya la arqueologia, ya la historia antigua, ya el conocimiento de las antiguas literaturas, ya cuanto contribuya a penetrar mejor en la mente de los antiguos escritores, sus modos y maneras de discurrir, de narrar y escribir. Y en esto tengan en cuenta aun los catolicos seglares que no solo contribuyen al bien de la ciencia profana, sino que merecen bien de la causa cristiana si, como es de razon, se entregan con ahinco y constancia a explorar e indagar las cosas de la antigüedad y a resolver cuestiones de este género, hasta ahora poco claras y conocidas. Pues todo humano conocimiento, aun profano, como de por si tiene una nativa dignidad y excelencia -por ser una cierta participacion finita de la infinita ciencia de Dios-, recibe una nueva y mas alta dignidad y como consagracion cuando se emplea para ilustrar con luz mas clara las cosas divinas.


4) cuestiones mas dificiles

23. Por la tan avanzada exploracion de las antigüedades orientales de que hemos hablado, por la mas cuidadosa investigacion de los mismos textos originales, por un mas amplio y diligente conocimiento de las lenguas biblicas y de todas las otras orientales, felizmente, con el auxilio de Dios, se ha logrado que no pocas cuestiones que, en tiempo de Nuestro Predecesor, de feliz memoria, Leon XIII, suscitaban los criticos ajenos a la Iglesia y hasta hostiles a ella contra la autenticidad, antigüedad, integridad y fidelidad historica de los Libros Sagrados, hoy han quedado eliminadas y resueltas. Los exegetas catolicos, usando rectamente las mismas armas de la ciencia, de que no pocas veces abusaban los adversarios, de una parte han hallado interpretaciones conformes a la doctrina catolica y al genuino sentir de nuestros mayores, y de otra parecen haberse al mismo tiempo capacitado para resolver las dificultades que las nuevas exploraciones o los nuevos hallazgos suscitaren o las que, para su resolucion, dejo la antigüedad a nuestra época. De ahi ha resultado que la credibilidad de la Biblia y su valor historico, debilitados hasta cierto punto en algunos a causa de tantos ataques, hoy se hallan plenamente restablecidos entre los catolicos por completo; y hasta no faltan escritores, aun no catolicos, que después de investigaciones emprendidas con sobriedad y ecuanimidad han llegado a abandonar los prejuicios de los modernos para volverse, siquiera en algunos puntos, a las antiguas sentencias. Esta gran mudanza se debe, por lo menos en gran parte, al incansable trabajo con que los expositores catolicos de las Sagradas Letras, sin atemorizarse ante dificultades y obstaculos de todo género, han puesto todo su empeno en procurar que de todo cuanto las investigaciones de la erudicion moderna proporcionaban ya en el campo de la arqueologia, ya en el de la historia y la filologia, se hiciera un cumplido uso para la solucion de las nuevas cuestiones que se ofrecian.


24. Nadie, pues, se admire de que todavia no se hayan vencido y resuelto todas las dificultades, y de que aun queden hoy graves cuestiones que agitan no poco la mente de los exegetas catolicos. Mas no hay que acobardarse por ello; no se olvide que en las humanas disciplinas acontece algo muy semejante a lo que sucede en las cosas naturales -que, luego de comenzadas, crecen poco a poco, y solo después de muchos trabajos se recogen los frutos. Asi ha sucedido precisamente en ciertas cuestiones que en los tiempos pasados no habian sido resueltas y estaban como en suspenso, pero, al fin, con el progreso de los estudios han sido felizmente resueltas en nuestros tiempos. Lo cual da esperanza de que también aquéllas, que hoy parecen las mas complejas y dificiles, mediante un esfuerzo constante llegaran algun dia a quedar plenamente aclaradas. Y si la resolucion se retrasare largo tiempo y el feliz éxito no nos sonrie a nosotros, sino que acaso se reserva para los venideros, nadie se irrite por ello, pues justo es que también a nosotros nos toque lo que ya en su tiempo advirtieron los Padres, y principalmente San Agustin(33): que Dios, de intento, sembro de dificultades los Libros Sagrados por él mismo inspirados, asi para que nos excitasemos mas intensamente a leerlos y a escudrinarlos como para que, al experimentar suavemente los limites de nuestra inteligencia, nos ejercitaramos en la debida humildad. Ni seria tampoco de admirar si en alguna que otra cuestion no se llega nunca a una solucion plenamente satisfactoria, porque muchas veces se trata de cosas oscuras y demasiado remotas de nuestro tiempo y experiencia, y también porque la exégesis, como las mas graves disciplinas, puede tener sus secretos que, inaccesibles a nuestros entendimientos, con ningun esfuerzo logremos -los hombres- descubrir.


25. Pero en tal estado las cosas, el intérprete catolico, llevado de un fervoroso amor a su profesion y de una sincera devocion a la Santa Madre Iglesia, jamas debe abstenerse de acometer una y otra vez las cuestiones dificiles no resueltas, no solo para rebatir lo que opongan los adversarios, sino también para intentar una solucion que concuerde fielmente con la doctrina de la Iglesia y principalmente con lo que ella ensena acerca de la absoluta inmunidad de todo error en las Sagradas Escrituras, y que satisfaga también debidamente a las conclusiones ciertas de las disciplinas profanas. Y tengan presente todos los hijos de la Iglesia que los conatos de esos valientes operarios de la vina del Senor deben juzgarlos no solo con justicia y ecuanimidad, sino también con suma caridad, y deben estar muy lejos de aquel celo no muy prudente que pretende se haya de rechazar todo lo nuevo por nuevo o tenerle a lo menos por sospechoso. Y tengan, en primer lugar, ante los ojos que en las normas y leyes dadas por la Iglesia se trata de la doctrina tocante a las cosas de fe y costumbres, y que de lo mucho que en los Libros Sagrados, legales, historicos, sapienciales y proféticos se contiene, son muy pocas las cosas cuyo sentido haya sido declarado por la autoridad de la Iglesia y no son tampoco mas aquellas en que unanimemente convienen los Padres. Quedan, pues, muchas y muy graves cosas en cuyo examen y exposicion puede y debe ejercitarse libremente el ingenio y la agudeza de los intérpretes catolicos, para la utilidad de todos, para un adelantamiento cada dia mayor de la doctrina sagrada, para la defensa y el honor de la Iglesia. Esta es la verdadera libertad de los hijos de Dios, el mantener fielmente la doctrina de la Iglesia y el recibir como un don de Dios, con gratitud, y aprovechar todo cuanto los conocimientos profanos aporten. Esta libertad, por el fervor de todos exaltada y mantenida, es condicion y fuente de todo genuino fruto y de todo progreso solido en la ciencia catolica, como preclaramente lo amonesta Nuestro Predecesor Leon XIII, cuando dice: Si no queda a salvo la union de los animos y si no se ponen a seguro los principios, no podran esperarse grandes frutos para el progreso de esta disciplina ni aun del entusiasta estudio colectivo de muchos(34).


5) las Sagradas Escrituras en la instruccion de los fieles

26. Quien considere la ingente labor que por espacio de casi dos mil anos se ha echado sobre si la exégesis catolica para que la palabra de Dios, llegada a los hombres por las Sagradas Escrituras, cada dia mas perfecta y plenamente se entienda y con mas vehemente amor se ame, facilmente se persuadira de que a los fieles cristianos, y sobre todo a los sacerdotes, incumbe el grave deber de usar copiosa y santamente aquel tesoro acumulado durante tanto tiempo por lo sumos ingenios; porque no dio a los hombres los Libros Sagrados para satisfacer su curiosidad o para facilitarles materias de estudio e investigacion, sino, como advierte el Apostol, para que los divinos oraculos pudieran instruir para la salvacion por la fe en Cristo Jesus, para que el hombre de Dios sea perfecto, apercibido para toda buena obra(35). Por lo tanto, los sacerdotes, obligados por oficio a procurar la salud eterna de las almas, después de recorrer ellos mismos con diligente estudio las sagradas paginas, después de hacerlas suyas por la oracion y la meditacion, deben exponer celosamente al pueblo estas soberanas riquezas de la divina palabra en sermones, homilias y exhortaciones; confirmar la doctrina cristiana con sentencias tomadas de los Libros Sagrados; ilustrarla con preclaros ejemplos de la historia sagrada, sobre todo del Evangelio de Cristo nuestro Senor; y todo esto, evitando con cuidado y diligencia aquellos sentidos acomodaticios que sugiere el propio individual arbitrio y se toman de cosas muy ajenas al asunto: esto no es usar, sino abusar, de la divina palabra. Exponganlo con tanta elocuencia, con tanta distincion y claridad, que los fieles no solo se muevan y enciendan a ordenar rectamente su vida, sino a concebir una suma veneracion hacia la Sagrada Escritura. Por lo demas, procuren los Prelados acrecentar y perfeccionar cada dia mas esta veneracion en los fieles a ellos encomendados, promoviendo cuanto emprendan aquellos varones, que, llenos de espiritu apostolico, laudablemente procuran excitar y fomentar entre los catolicos el conocimiento y el amor de las Sagradas Escrituras. Fomenten, pues, y ayuden a las asociaciones piadosas, cuyo proposito sea difundir, entre los fieles, ejemplares de las Sagradas Escrituras principalmente de los Evangelios, y procurar con todo ahinco que se haga bien y santamente su cotidiana lectura en las familias cristianas: recomienden eficazmente de palabra y de obra, cuando las leyes liturgicas lo permitan, las Sagradas Escrituras, que hoy, con la aprobacion de la autoridad de la Iglesia, se hallan traducidas a lenguas vulgares; y tengan ellos, o hagan que las tengan otros sagrados oradores muy peritos, disertaciones o lecciones publicas en asuntos biblicos. Todos los sagrados ministros den su ayuda, en la medida de sus fuerzas, a las revistas periodicas que con tanta loa y fruto se publican en varias partes del orbe, ya para tratar y exponer cientificamente estas cuestiones, ya para acomodar los frutos de estas investigaciones, bien al sagrado ministerio, bien a la utilidad de los fieles, y divulguenlas convenientemente entre los varios ordenes y clases de su grey. Y estén bien persuadidos todos los sagrados ministros de que todo esto y todo lo demas que, a este proposito, invente el celo apostolico y el amor a la divina palabra, ha de ser para ellos mismos un auxiliar eficaz en su apostolado junto a las almas.


27. Pero a nadie se le oculta que todo esto no pueden hacerlo bien los sacerdotes, si ellos antes, durante su permanencia en el Seminario, no han bebido este activo y perenne amor a la Sagrada Escritura. Por lo tanto, velen con diligencia los Prelados, a quienes incumbe el paternal cuidado de sus Seminarios, para que tampoco en esto se omita nada de cuanto pueda conducir a la consecucion de este fin. Y los profesores de Sagrada Escritura den en los Seminarios toda la ensenanza biblica, de tal manera, que armen a los jovenes, que se forman para el sacerdocio y para el ministerio de la divina palabra, con el conocimiento y el amor de las Divinas Letras, pues sin ellas no se pueden obtener frutos abundantes de apostolado. Por lo cual, la exposicion exegética ha de ser principalmente teologica, evitando inutilmente disputas y omitiendo todo aquello que sea fuente de vana curiosidad mas bien que fomento de verdadera doctrina y de piedad solida; propongan el sentido llamado literal, y principalmente el teologico, con tanta solidez, expliquenlo con tanta maestria, inculquenlo con tal fervor, que sus alumnos lleguen a experimentar en cierto modo lo mismo que los discipulos de Jesucristo cuando, yendo a Emaus, al oir las palabras del Maestro, exclamaron: ¿No ardia, en verdad, nuestro corazon en nosotros mientras nos explicaba las Escrituras?(36)

De este modo seran las Divinas Letras para los futuros sacerdotes de la Iglesia pura y perenne fuente de vida espiritual para cada uno, asi como alimento y robustez del sagrado ministerio de la predicacion que sobre si han de tomar. Y si en verdad llegaren los profesores de esta gravisima disciplina a conseguir esto en los Seminarios, con santa alegria tengan la persuasion de haber contribuido grandemente a la salud de las almas, al adelantamiento de la causa catolica, al honor y gloria de Dios, cumpliendo con ello una labor intimamente unida a los deberes del apostolado.


28. Todo esto que hemos dicho, Venerables Hermanos y amados hijos, si bien es en todo tiempo necesario, urge sin duda mucho mas en los luctuosos nuestros, cuando pueblos y naciones se sumergen casi todos en un piélago de calamidades, mientras la dura guerra acumula ruinas sobre ruinas, muertes sobre muertes, y cuando, excitados hasta la exacerbacion los mutuos odios de los pueblos, con sumo dolor vemos que en no pocos se extingue no ya el sentimiento de la cristiana benignidad y caridad, sino aun el de la misma humanidad.

A estas mortales heridas de la humana convivencia, ¿quién podra poner remedio sino solo Aquel a quien el Principe de los Apostoles, lleno de amor y confianza, invoca con estas frases: ¿A quién iremos, Senor? Tu tienes palabras de vida eterna-37(37). Luego es necesario que por todos los medios trabajemos para hacer que todos vuelvan a este nuestro misericordiosisimo Redentor, pues El es el divino consolador de los afligidos; El quien a todos -ya presidan con publica autoridad, ya estén sujetos con el deber de la obediencia y la sumision- ensena la verdadera probidad, la integra justicia y la caridad generosa; El, en fin, y solo El, quien puede ser fundamento y defensa de la paz y la tranquilidad. Pues nadie puede poner otro fundamento fuera del que puesto esta, que es Cristo Jesus(38). Y a este Cristo, autor de la salud, tanto mas plenamente le conoceran los hombres, tanto mas intensamente le amaran, tanto mas fielmente le imitaran, cuanto mas movidos se sientan al conocimiento y a la meditacion de las Sagradas Escrituras, principalmente del Nuevo Testamento.

Pues, como dice San Jeronimo: Ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo(39), y si algo hay en esta vida que sostenga al varon prudente y le persuada a permanecer ecuanime entre las apreturas y tormentas del mundo, creo que mas que todo es la meditacion y la ciencia de las Escrituras(40). Porque de ellas sacaran, los que se ven fatigados y oprimidos por la adversidad y la desgracia, verdaderos consuelos y divina virtud para padecer y sufrir con paciencia; en ellas -en los Santos Evangelios- se nos muestra a todos Jesus, sumo y acabado ejemplar de justicia, de caridad y de misericordia, y se le abren al género humano, desgarrado y trepidante, las fuentes de aquélla divina gracia, preterida la cual y desconocida, no podran los pueblos ni sus directores iniciar ni establecer la tranquilidad de los Estados ni la concordia de los espiritus; en ellas finalmente, todos aprenderan a conocer a Cristo que es la Cabeza de todo principado y potestad(41). y que se ha hecho para nosotros sabiduria de Dios y justicia y santificacion y redencion(42).


29. Expuestas, pues, y recomendadas estas cosas referentes a la necesidad de adaptar los estudios escrituristicos a las necesidades del dia, resta ya, Venerables Hermanos y amados hijos, no solo felicitar con animo paternal a todos y cada uno de los devotos hijos de la Iglesia que fielmente siguen su doctrina y obedecen sus normas, por haber sido llamados y elegidos a cargo tan excelso, sino alentarlos también a que con fuerzas cada dia renovadas sigan con todo empeno y cuidado cumpliendo la obra felizmente comenzada. Cargo excelso decimos; pues ¿qué cosa hay mas sublime que escudrinar, explicar, exponer a los fieles y defender contra los infieles la palabra misma de Dios, dada a los hombres por inspiracion del Espiritu Santo? Con este espiritual alimento se nutre el alma misma del intérprete para memoria de la fe, para consuelo de la esperanza, para exhortacion a la caridad(43).

Vivir entre esto, meditar esto, no querer saber sino esto, buscar solo esto, ¿no os parece ya como un oasis -aun aqui, en la tierra- del reino de los cielos?(44). Apaciéntense también con este mismo alimento las almas de los fieles y de ahi saque cada uno el conocimiento y el amor de Dios, el bien y la felicidad de su propia alma. Entréguense, pues, con todo corazon a esto los expositores de la divina palabra. Oren para entender(45): trabajen para penetrar cada dia mas profundamente en los secretos de las sagradas paginas; ensenen y prediquen para abrir a los demas los tesoros de la palabra de Dios. Lo que en los pasados siglos llevaron a cabo con fruto aquellos preclaros intérpretes de las Sagradas Escrituras, lo emulen segun sus fuerzas los del dia, de manera que, como en los tiempos pasados, también hoy la Iglesia tenga doctores eximios en exponer las Sagradas Escrituras, y los fieles de Cristo, gracias al trabajo y al esfuerzo de aquellos, perciban toda la luz, toda la fuerza persuasiva y todo el gozo de las Sagradas Escrituras. Y en esta labor, ardua y grave en verdad, tengan ellos también por consuelo los Libros Santos(46), y acuérdense de la retribucion que les aguarda, pues los sabios brillaran como la luz del firmamento, y los que a muchos ensenan la justicia, como estrellas por perpetuas eternidades(47).


30. Y entretanto, mientras todos los hijos de la Iglesia, y nominalmente a los profesores de la ciencia biblica, al joven clero y a los oradores sagrados, les deseamos fervorosamente que, meditando asiduamente los divinos oraculos, gusten cuan bueno y cuan suave es el espiritu del Senor(48), a vosotros, Venerables Hermanos y amados hijos, a todos y a cada uno en particular, como prenda de los dones celestiales y testimonio de Nuestra paternal benevolencia, os damos de todo corazon en el Senor la Bendicion Apostolica.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el dia 30 del mes de septiembre, en la festividad de San Jeronimo, Doctor Maximo en exponer las Sagradas Escrituras, el ano 1943, quinto de Nuestro Pontificado.

Notas:
(26) A.L. 13,245-346 EB 94-96.

(27) He 4,12.

(28) Cf. Benedictus XV enc. Spiritus Paraclitus: A.A.S. 12,390 EB 461.

(29) Contra Arianos 1,54 PG 26,123.

(30) Comm. ad He c. 1,1. 4.

(31) He 4,15.

(32) Cf. v. g. In Gn 1,5 PG 53,34-35; In Gn 2,21 ibid. 121 121; In Gn 3,8 ibid. 135; Hom. 15 in Jn ad 1,18 PG 59,97 ss.

(33) Cf. S. Aug., Ep. 149 ad Paulinum, n. 34 PL 33,644; De diversis quaestionibus, q. 53,2 ibid. 40,36; Enarr. in Ps 146, n. 12 ibid. 37,1907.

(34) Litt. ap. Vigilantiae: A.L. 22,237 EB 136.

(35) Cf. 2Tm 3,15. 17.

(36) Lc 24,32.

(37) Jn 6,69.

(38) 1Co 3,11.

(39) S. Hier. In Isaiam prol. PL 24,27.

(40) Id. In Ep prol. ibid. 26,430.

(41) Col 2,10.

(42) 1Co 1,30.

(43) Cf. S. Aug. Contra Faustum 13,18 PL 42,294 CSEL 25,400.

(44) S. Hier., ep. 53,10 PL 22,549 CSEL 54,463.

(45) S. Aug. De doctr. christ. 3,56 PL 34,89.

(46) 1 Mach. 12,9.

(47) Dan. 12,3.

(48) Cf. Sg 12,1.




PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - CONSIDERACIONES SOBRE LA GUERRA MUNDIAL Y SOBRE LA RENOVACION DE LA SOCIEDAD