PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - A) OBJETO

A) OBJETO


66. La Jerarquia eclesiastica ha empleado siempre este su derecho en materia liturgica, instruyendo y ordenando el culto divino y enriqueciéndole con esplendor y decoro siempre renovados para gloria de Dios y bien de los hombres. Tampoco ha dudado, por otra parte, salvo la sustancia del Sacrificio Eucaristico y de los Sacramentos, en cambiar lo que no creia apropiado y anadir lo que mejor parecia contribuir al honor de Jesucristo y de la Santisima Trinidad y a la instruccion y saludable estimulo del pueblo cristiano.


67. La Sagrada Liturgia, en efecto, consta de elementos humanos y de elementos divinos: estos ultimos, habiendo sido instituidos por el Divino Redentor, evidentemente no pueden ser alterados por los hombres; pero aquellos, en cambio, pueden sufrir varias modificaciones, aprobadas por la Sagrada Jerarquia, asistida del Espiritu Santo, segun las exigencias de los tiempos, de las circunstancias y de las almas. De aqui nace la, estupenda variedad de los ritos orientales y occidentales, de aqui el desarrollo progresivo de particulares costumbres religiosas y practicas de piedad, de las que apenas se tenia un leve conocimiento en tiempos anteriores; a esto se debe que con cierta frecuencia sean nuevamente empleadas y renovadas piadosas instituciones, borradas por el tiempo. Todo esto testimonia la vida de la Inmaculada Esposa de Jesucristo durante tantos siglos; expresa el lenguaje empleado por ella para manifestar a su Divino Esposo su fe y amor inagotables y los de los pueblos a ella encomendados; demuestra su sabia pedagogia para estimular y acrecentar de dia en dia en los creyentes el "sentido de Cristo".

B) CAUSAS


68. No pocas, en verdad, son las causas por las que se despliega y desenvuelve el progreso de la Sagrada Liturgia durante la larga y gloriosa historia de la Iglesia.

Asi, por ejemplo, una mas cierta y amplia exposicion de la doctrina catolica sobre la Encarnacion del Verbo Divino, sobre el Sacramento y Sacrificio Eucaristico, sobre la Virgen Maria Madre de Dios, ha contribuido a la adopcion de nuevos ritos, por medio de los cuales la luz mas espléndidamente refulgente del magisterio eclesiastico se refleja mejor y con mas claridad en las acciones liturgicas para llegar mas facilmente a la inteligencia y al corazon del pueblo cristiano.


69. El ulterior desarrollo de la disciplina eclesiastica en la administracion de los Sacramentos, por ejemplo, del Sacramento de la Penitencia; la institucion y después la desaparicion del catecumenado, la comunion eucaristica bajo una sola especie en la Iglesia latina, han contribuido no poco a la modificacion de los antiguos ritos y a la adopcion gradual de otros nuevos y mas adecuados para las nuevas disposiciones.


70. A esta evolucion y a estos cambios contribuyeron notablemente las iniciativas y las practicas piadosas no estrictamente liturgicas, que, nacidas en épocas posteriores por admirable providencia de Dios, tanto se difundieron por el pueblo: como por ejemplo, el culto mas extenso y fervoroso del Redentor, del Sacratisimo Corazon de Jesus, de la Virgen Madre de Dios y de su castisimo Esposo.


71. Entre las circunstancias exteriores tuvieron su parte las publicas peregrinaciones a los sepulcros de los Martires, por devocion; las observancias de ayunos especiales instituidos con el mismo fin; las procesiones estacionales de penitencia que se celebraban en esta Ciudad Madre, y en las que no rara vez intervenia el Sumo Pontifice.


72. Es también facilmente comprensible la forma en que el progreso de las bellas artes, en especial la arquitectura, la pintura y la musica ha influido sobre la determinacion y la varia conformacion de los elementos exteriores de la Sagrada Liturgia. (Ver: Criterios y normas practicas para el Arte Sagrado)


73. De este mismo derecho se ha servido la Iglesia para defender la santidad del culto divino contra los abusos temerarios e imprudentes de individuos particulares y de iglesias determinadas. Y asi, como esos abusos y costumbres crecian mas y mas en el siglo XVI, y las tentativas de los particulares ponian en situacion estrecha la integridad de la fe y de la piedad, saliendo gananciosos dos herejes y propagandose sus errores y herejias, Nuestro Predecesor, de inmortal memoria, Sixto V, para defender como legitimos los ritos de la Iglesia y apartar de ellos cuantas impurezas se introdujesen, instituyo en el ano 1588 una Sagrada Congregacion para la vigilancia de los ritos; a esta Congregacion pertenece ahora también como oficio propio ordenar con sumo cuidado todo lo que pertenece a la Sagrada Liturgia.


C) ¿QUIEN DIRIGE ESTE PROGRESO?


74. Por esto, solo el Sumo Pontifice tiene derecho de reconocer y establecer cualquier costumbre del culto, de introducir y aprobar nuevos ritos y de cambiar aquellos que estime deben ser cambiados; los Obispos, después, tienen el derecho y el deber de vigilar diligentemente para que las prescripciones de los Sagrados Canones relativos al Culto divino sean puntualmente observadas. No es posible dejar al arbitrio de los particulares, aun cuando sean miembros del clero, las cosas santas y venerables que se refieren a la vida religiosa de la comunidad cristiana, al ejercicio del Sacerdocio de Jesucristo y al culto divino, al honor que se debe a la Santisima Trinidad, al Verbo Encarnado, a su augusta Madre y a los otros Santos y a la salvacion de los hombres; por el mismo motivo a nadie le esta permitido regular en este terreno acciones externas que tienen un intimo nexo con la disciplina eclesiastica, con el orden, con la unidad y la concordia del Cuerpo Mistico, y no pocas veces, con la misma integridad de la Fe catolica.

D) VERDADERA DOCTRINA


1) La Iglesia, organismo vivo.

75. Ciertamente, la Iglesia es un organismo vivo, y por esto crece y se desarrolla también en aquellas cosas que atanen a la Sagrada Liturgia, adaptandose y conformandose a las circunstancias y a las exigencias que se presentan en el transcurso del tiempo, dejando a salvo, sin embargo, la integridad de su doctrina.


2) Excesos.

76. No obstante lo cual hay que reprochar severamente la temeraria osadia de aquellos que de proposito introducen nuevas costumbres liturgicas o hacen revivir ritos ya caidos en desuso y que no concuerdan con las leyes y rubricas vigentes. No sin gran dolor sabemos que esto sucede en cosas no solo de poca, sino también de gravisima importancia; no falta, en efecto, quien usa la lengua vulgar en las celebraciones del Sacrificio Eucaristico, quien transfiere a otras fechas fiestas fijadas ya por estimables razones, quien excluye de los libros legitimos de oraciones publicas las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento, reputandolas poco apropiadas y oportunas para nuestros tiempos.


3) Doctrina sobre alguno de estos excesos.

a) La lengua latina y la lengua vulgar.


77. El empleo de la lengua latina, vigente en una gran parte de la Iglesia, es un claro y noble signo de unidad y un eficaz antidoto contra toda corrupcion de la pura doctrina. Por otra parte, en muchos ritos el empleo de la lengua vulgar puede ser bastante util para el pueblo, pero solo la Sede Apostolica tiene facultades para autorizarlos, y por esto no es licito hacer nada en este terreno sin su juicio y su aprobacion, porque, ya lo hemos dicho, la ordenacion de la Sagrada Liturgia es de su exclusiva competencia.

b) Ritos y ceremonias antiguos y nuevos.


78. Del mismo modo se deben juzgar los esfuerzos de algunos para resucitar ciertos antiguos ritos y ceremonias. La Liturgia de la época antigua es, sin duda, digna de veneracion; pero una costumbre antigua no es, por el solo motivo de su antigüedad, la mejor, sea en si misma, sea en su relacion con los tiempos posteriores y las nuevas condiciones establecidas. También los ritos liturgicos mas recientes son respetables, porque han nacido bajo el influjo del Espiritu Santo, que esta con la Iglesia hasta la consumacion del mundo, y son medios de los cuales se sirve la Esposa Santa de Jesucristo para estimular y procurar la santidad de los hombres.


79. Es ciertamente cosa santa y digna de toda alabanza recurrir con la mente y con el alma a las fuentes de la Sagrada Liturgia, porque su estudio, remontandose a los origenes, ayuda no poco a comprender el significado de las fiestas y a indagar con mayor profundidad y exactitud el sentido de las ceremonias; pero, ciertamente, no es tan santo y loable el reducir todas las cosas a las antiguas.


80. Asi, para poner un ejemplo, esta fuera del recto camino el que quiere devolver al Altar su antigua forma de mesa; el que quiere excluir de los ornamentos el color negro; el que quiere eliminar de los templos las imagenes y estatuas sagradas; el que quiere que las imagenes del Redentor crucificado se presenten de manera que su Cuerpo no manifieste los dolores acerbisimos que padecio; finalmente, el que reprueba e1 canto polifonico, aun cuando esté conforme con las normas emanadas de la Santa Sede.


81. Lo mismo que ningun catolico de corazon puede refutar las sentencias de la doctrina cristiana, compuestas y decretadas con gran provecho en épocas recientes por la Iglesia, inspirada y asistida del Espiritu Santo, para volver a las formulas de los antiguos Concilios; ni puede rechazar las leyes vigentes para volver a las prescripciones de las antiguas fuentes del Derecho Canonico; asi, cuando se trata de la Sagrada Liturgia, no estaria animado de un celo recto e inteligente el que quisiese volver a los antiguos ritos y usos, rechazando las nuevas normas introducidas, por disposicion de la Divina Providencia, debido al cambio de las circunstancias.


82. En efecto, este modo de pensar y de obrar, hace revivir el excesivo e insano arqueologismo suscitado por el Concilio ilegitimo de Pistola, y se esfuerza en resucitar los multiples errores que fueron las premisas de aquel conciliabulo y le siguieron con gran dano de las almas, y que la Iglesia, vigilante custodio del "deposito de la Fe", que le ha sido confiado por su divino Fundador, condeno con justo derecho. En efecto, deplorables propositos e iniciativas Venden a paralizar la accion santificadora, con la cual la Sagrada Liturgia dirige saludablemente al Padre a sus hijos de adopcion.

E) RECAPITULACION


83. Hagase, por tanto, todo en la necesaria union con la Jerarquia eclesiastica. Nadie se arrogue el derecho de ser su propia ley y de imponerla a los otros por su voluntad. Solo el Sumo Pontifice, en su calidad de sucesor de Pedro, a quien el Divino Redentor confio su rebano universal y los Obispos, que bajo la dependencia de la Sede Apostolica "han sido constituidos por el Espiritu Santo... para apacentar la Iglesia de Dios", tiene el derecho y el deber de gobernar al pueblo cristiano. Por esto, Venerables Hermanos, todas aquellas veces que defendéis Vuestra autoridad -en ocasiones también con saludable severidad-, no solo cumplis Vuestro deber, sino que defendéis la voluntad del mismo Fundador de la Iglesia.

PARTE SEGUNDA

EL CULTO EUCARISTICO.

I. Naturaleza del Sacrificio Eucaristico

A) MOTIVO DE TRATAR ESTE TEMA


84. El Misterio de la Santisima Eucaristia, instituida por el Sumo Sacerdote, Jesucristo, y renovada constantemente por sus ministros, por obra de su voluntad, es como el compendio y el centro de la religion cristiana. Tratandose de lo mas alto de la Sagrada Liturgia, creemos oportuno, Venerables Hermanos, detenernos un poco y atraer Vuestra atencion a este gravisimo argumento.

B) EL SACRIFICIO EUCARISTICO


1º. Institucion.

85. Cristo, Nuestro Senor, "Sacerdote eterno segun el orden de Melchisedec" (Sal. 109,4)) que "habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo" (Juan,13,1), "en la ultima cena, en la noche en que era traicionado, para dejar a la Iglesia, su Esposa amada, un sacrificio visible -como lo exige la naturaleza de los hombres-, que representase el sacrificio cruento que habia de llevarse a efecto en la Cruz, y para que su recuerdo permaneciese hasta el fin de los siglos y fuese aplicada su virtud salvadora a la remision de nuestros pecados cotidianos... ofrecio a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre, bajo las especies del pan y del vino, y las dio a los Apostoles, entonces constituidos en Sacerdotes del Nuevo Testamento, a fin de que bajo estas mismas especies lo recibiesen, mientras les mandaba a ellos y a sus sucesores en el Sacerdocio, el ofrecerlo" (5).


2º. Naturaleza.

a) No es simple conmemoracion.


86. El Augusto Sacrificio del Altar no es; pues, una pura y simple conmemoracion de la Pasion y Muerte de Jesucristo, sino que es un Sacrificio propio y verdadero, en el cual, inmolandose incruentamente el Sumo Sacerdote, hace lo que hizo una vez en la Cruz, ofreciéndose todo El al Padre, Victima gratisima. "Una... y la misma, es la Victima; lo mismo que ahora se ofrece por ministerio de los Sacerdotes, se ofrecio entonces en la Cruz; solo es distinto el modo de hacer el ofrecimiento" (6).

b) Comparacion con el de la Cruz.


1) Idéntico Sacerdote.

87. Idéntico, pues, es el Sacerdote, Jesucristo, cuya Sagrada Persona esta representada por su ministro. Este, en virtud de la consagracion sacerdotal recibida, se asimila al Sumo Sacerdote y tiene el poder de obrar en virtud y en la persona del mismo Cristo; por esto, con su accion sacerdotal, en cierto modo; "presta a Cristo su lengua; le ofrece su mano" (7).


2) Idéntica Victima.

88. Igualmente idéntica es la Victima; esto es, el Divino Redentor; segun su humana Naturaleza y en la realidad de su Cuerpo y de su Sangre.


3) Distinto modo.

89. Diferente, en cambio, es el modo en que Cristo es ofrecido. En efecto, en la Cruz, El se ofrecio a Dios todo entero, y le ofrecio sus sufrimientos y la inmolacion de la Victima fue llevada a cabo por medio de una muerte cruenta voluntariamente sufrida; sobre el Altar, en cambio, a causa del estado glorioso de su humana Naturaleza, "la muerte no tiene ya dominio sobre El" (Rm 6,9) y, por tanto, no es posible la efusion de la sangre; pero la divina Sabiduria han encontrado el medio admirable de hacer manifiesto el Sacrificio de Nuestro Redentor con signos exteriores, que son simbolos de muerte. Ya que por medio de la Transubstanciacion del pan en el Cuerpo y del vino en la Sangre de Cristo, como se tiene realmente presente su Cuerpo, asi se tiene su Sangre; asi, pues, las especies eucaristicas, bajo las cuales esta presente, simbolizan la cruenta separacion del Cuerpo y de la Sangre. De este modo, la conmemoracion de su muerte, que realmente sucedio en el Calvario, se repite en cada uno de los sacrificios del altar, ya que por medio de senales diversas se significa y se muestra Jesucristo en estado de victima.


4) Idénticos fines.

a') Primer fin: Glorificacion de Dios.


0. Idénticos, finalmente, son los fines, de los que el primero es la glorificacion de Dios. Desde su Nacimiento hasta su Muerte, Jesucristo estuvo encendido por el celo de la Gloria divina y, desde la Cruz, el ofrecimiento de su Sangre, llego al cielo en olor de suavidad. Y para que el himno no tenga que acabar jamas en el Sacrificio Eucaristico, los miembros se unen a su Cabeza divina, y con El, con los Angeles y los Arcangeles, cantan a Dios perennes alabanzas (8), dando al Padre Omnipotente todo honor y gloria.

b') Segundo fin: Accion de gracias a DIOS.


91. El segundo fin es la Accion de gracias a Dios. Solo el divino Redentor, como Hijo predilecto del Padre Eterno, de quien conocia el inmenso amor, pudo alzarle un digno himno de accion de gracias. A esto miro y esto quiso "dando gracias" (Mc 14,23) en la ultima Cena, y no ceso de hacerlo en la Cruz ni cesa de hacerlo en el augusto Sacrificio del Altar, cuyo significado es precisamente la accion de gracias o eucaristica; y esto, porque es "cosa verdaderamente digna, justa, equitativa y saludable" (9).

c') Tercer fin: Expiacion y propiciacion.


92. El tercer fin es la Expiacion y la Propiciacion. Ciertamente nadie, excepto Cristo, podia dar a Dios Omnipotente satisfaccion adecuada por las culpas del género humano. Por esto, El quiso inmolarse en la Cruz como "propiciacion por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo" (I Ioan 2,2). En los altares se ofrece igualmente todos los dias por nuestra Redencion, a fin de que, libres de la condenacion eterna, seamos acogidos en la grey de los elegidos. Y esto no solo para nosotros, los que estamos en esta vida mortal, sino también "para todos aquellos que descansan en Cristo, los que nos han precedido por el signo de la fe y duermen ya el sueno de la paz" (10), "porque lo mismo vivos que muertos, no nos separamos del unico Cristo" (11).

d') Cuarto fin: Impetracion.


93. El cuarto fin es la Impetracion. Hijo prodigo, el hombre ha malgastado y disipado todos los bienes recibidos del Padre celestial, y por esto se ve reducido a la mayor miseria y necesidad; pero desde la Cruz, Cristo "habiendo ofrecido oraciones y suplicas con poderosos clamores y lagrimas, fue escuchado por su reverencial temor" (He 5,7), y en los altares sagrados ejercita la misma eficaz mediacion, a fin de que seamos colmados de toda clase de gracias y bendiciones.

c) Aplicacion de la virtud salvadora de la Cruz.


1) Afirmacion de Trento.

94. Por tanto, se comprende facilmente la razon por qué el Sacrosanto Concilio de Trento afirma que con el Sacrificio Eucaristico nos es aplicada la virtud salvadora de la Cruz, para la remision de nuestros pecados cotidianos.


2) Unica oblacion: La Cruz.

95. El Apostol de los Gentiles, proclamando la superabundante plenitud y perfeccion del Sacrificio de la Cruz, ha declarado que Cristo, con una sola oblacion, perfecciono perpetuamente a los santificados. En efecto, los méritos de este Sacrificio, infinitos e inmensos, no tienen limites, y se extiendan a la universalidad de los hombres en todo lugar y tiempo porque en El el Sacerdote y la Victima es el Dios Hombre; porque su inmolacion, lo mismo que su obediencia a la voluntad del Padre eterno, fue perfectisima y porque quiso morir como Cabeza del género humano: "Mira como ha sido tratado Nuestro Salvador: Cristo pende de la Cruz; mira a qué precio compro..., vertio su Sangre. Compro con su Sangre, con la Sangre del Cordero Inmaculado, con la Sangre del unico Hijo de Dios... Quien compra es Cristo; el precio es la Sangre; la posesion todo el mundo" (12).


3) La aplicacion.

96. Este rescate, sin embargo, no tuvo inmediatamente su pleno efecto; es necesario que Cristo, después de haber rescatado al mundo con el preciosisimo precio de Si mismo, entre en la posesion real y efectiva de las almas. De aqui que para que con el agrado de Dios se lleve a cabo la redencion y salvacion de todos los individuos y las generaciones venideras hasta el fin de los siglos, es absolutamente necesario que todos establezcan contacto vital con el Sacrificio de la Cruz, y de esta forma, los méritos que de él se derivan les seran transmitidos y aplicados. Se puede decir que Cristo ha construido en el Calvario un estanque de purificacion y salvacion que lleno con la Sangre vertida por El; pero si los hombres no se banan en sus aguas y no lavan en ellas las manchas de su iniquidad, no pueden ciertamente ser purificados y salvados.


97. Por lo tanto, para que cada uno de los pecadores se lave con la Sangre del Cordero, es necesaria la colaboracion de los fieles. Aunque Cristo, hablando en términos generales, haya reconciliado con el Padre, por medio de su Muerte cruenta, a todo el género humano, quiso, sin embargo, que todos se acercasen y fuesen conducidos a la Cruz por medio de los Sacramentos y por medio del Sacrificio de la Eucaristia, para poder conseguir los frutos de salvacion, ganados por El en la Cruz. Con esta participacion actual y personal, de la misma manera que los miembros se configuran cada dia mas a la Cabeza divina, asi afluye a los miembros, de forma que cada uno de nosotros puede repetir las palabras de San Pablo: "Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi" (Ga 2,19-20). Como en otras ocasiones hemos dicho de proposito y concisamente, Jesucristo "al morir en la Cruz, dio a su Iglesia, sin ninguna cooperacion por parte de Ella, el inmenso tesoro de la Redencion; pero, en cambio, cuando se trata de distribuir este tesoro, no solo participa con su Inmaculada Esposa de esta obra de santificacion, sino que quiere que esta actividad proceda también, de cualquier forma, de las acciones de Ella" (13).


98. El augusto Sacramento del Altar es un insigne instrumento para la distribucion a los creyentes de los méritos derivados de la Cruz del Divino Redentor: "Cada vez que se ofrece este Sacrificio, se renueva la obra de nuestra Redencion" (14). Y esto, antes que disminuir la dignidad del Sacrificio cruento, hace resaltar, como afirma el Concilio de Trento, su grandeza y proclama su necesidad. Renovado cada dia, nos advierte que no hay salvacion fuera de la Cruz de Nuestro Senor Jesucristo, que Dios quiere la continuacion de este Sacrificio "desde la salida del sol hasta el ocaso" (Malaq. 1,11), para que no cese jamas el himno de glorificacion y de accion de gracias que los hombres deben al Creador desde el momento que tienen necesidad de su continua ayuda y de la Sangre del Redentor para compensar los pecados que ofenden a su Justicia.



Notas

(1) Pontif. Rm De la ordenacion del sacerdote en la uncion de las manos.

(2) S. Agustin Enchiridion, c. 3 (Migne P. L. 40,232).

(3) De gratia Dei "Indiculus".

(4) San Agustin Epist. 130 ad Probam,18 .

(5) Conc. Trid. Ses. 22, c. 1 (DS 938).

(6) Conc. Trid. Ses. 22, c. 2 (DS 940).

(7) Joann. Chrys. In Ioann. Hom. 86,4 .

(8) Misal Romano.

(9) Misal Rm Prefacio.

(10) Misal Rm Canon.

(11) S. Agustin De Trinit. lib. 13, c,19. volver)

(12) S. Agustin Enarr. in Ps 147, n. 16.

(13) Enciclica Mystici Corporis,29-6-1943..

(14) Misal Romano, Secreta Dom. IX post. Pentec..



II. Participacion de los fieles en el Sacrificio Eucaristico

A) RESUMEN DE LA DOCTRINA


1º La verdad.

99. Es necesario, pues, Venerables Hermanos, que todos los fieles consideren como el principal deber y mayor dignidad participar en el Sacrificio Eucaristico, no con una asistencia negligente, pasiva y distraida, sino con tal empeno y fervor que entren en intimo contacto con el Sumo Sacerdote, como dice el Apostol: "Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesus" (Ph 2,5), ofreciendo con El y por El, santificandose con El.


100. Es muy cierto que Jesucristo es Sacerdote, pero no para Si mismo, sino para nosotros, presentando al Padre Eterno los votos y los sentimientos religiosos de todo el género humano. Jesus es Victima, pero para nosotros, sustituyendo al hombre pecador.


101. Por esto aquello del Apostol: "Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesus", exige de todos los cristianos que reproduzcan en si mismos, cuanto lo permite la naturaleza humana, el mismo estado de animo que tenia el mismo Redentor cuando hacia el Sacrificio de Si mismo: la humilde sumision del espiritu, la adoracion, el honor y la alabanza, y la accion de gracias a la divina Majestad de Dios; exige ademas que reproduzcan en si mismos las condiciones de victima: la abnegacion de si mismos, segun los preceptos del Evangelio, el voluntario y espontaneo ejercicio de la penitencia, el dolor y la expiacion de los propios pecados. Exige, en una palabra, nuestra muerte mistica en la Cruz con Cristo, de tal forma que podamos decir con San Pablo: "Estoy crucificado con Cristo" (Ga 2,19).


2º El error.

102. Es necesario, Venerables Hermanos, explicar claramente a vuestro rebano como el hecho de que los fieles tomen parte en el Sacrificio Eucaristico no significa, sin embargo, que gocen de poderes sacerdotales.


103. Hay en efecto, en nuestros dias, algunos que, acercandose a errores ya condenados el, ensenan que en el Nuevo Testamento, con el nombre de Sacerdocio, se entiende solamente algo comun a todos los que han sido purificados en la fuente sagrada del Bautismo; y que el precepto dado por Jesus a los Apostoles en la ultima Cena de que hiciesen lo que El habia hecho, se refiere directamente a toda la Iglesia de fieles; y que el Sacerdocio jerarquico no se introdujo hasta mas tarde. Sostienen por esto que el pueblo goza de una verdadera potestad sacerdotal, mientras que el Sacerdote actua unicamente por oficio delegado de la comunidad. Creen, en consecuencia, que el Sacrificio Eucaristico es una verdadera y propia "concelebracion", y que es mejor que los sacerdotes "concelebren" juntamente con el pueblo presente, que el que ofrezcan privadamente el Sacrificio en ausencia de éstos.


104. Inutil es explicar hasta qué punto estos capciosos errores estén en contradiccion con las verdades antes demostradas, cuando hemos hablado del puesto que corresponde al Sacerdote en e1 Cuerpo Mistico de Jesus. Recordemos solamente que el Sacerdote hace las veces del pueblo, porque representa a la Persona de Nuestro Senor Jesucristo, en cuanto El es Cabeza de todos los miembros y se ofrecio a Si mismo por ellos: por esto va al altar, como Ministro de Cristo, siendo inferior a El, pero superior al pueblo. El pueblo, en cambio, no representando por ningun motivo a la Persona del Divino Redentor, y no siendo mediador entre si mismo y Dios, no puede en ningun modo gozar de poderes sacerdotales.

B) LOS DOS PUNTOS DE ESTA PARTICIPACION


1° Ofrecen con el Sacerdote.

105. Todo esto consta de fe cierta, pero hay que afirmar, ademas, que los fieles ofrecen la Victima divina, aunque bajo un distinto aspecto.

a) Los argumentos.


106. Lo declararon ya abiertamente algunos de Nuestros Predecesores y Doctores de la Iglesia. "No solo -dice Inocencio III, de inmortal memoria-, ofrecen los Sacerdotes, sino también todos los fieles; porque lo que en particular se cumple por ministerio del Sacerdote, se cumple universalmente por voto de los fieles" (1) . Y nos place citar, por lo menos, uno de los muchos textos de S. Roberto Bellarmino a este proposito: "El Sacrificio -dice- es ofrecido principalmente en la persona de Cristo. Por eso la oblacion que sigue a la Consagracion atestigua que toda la Iglesia consiente en la oblacion hecha de Cristo y ofrece conjuntamente con El" (2).


107. Con no menor claridad, los ritos y las oraciones del Sacrificio Eucaristico significan y demuestran que la oblacion de la Victima es hecha por los Sacerdotes en union del pueblo. En efecto, no solo el sagrado Ministro, después del ofrecimiento del pan y del vino, dice explicitamente vuelto al pueblo: "Orad, hermanos, para que este sacrificio mio y vuestro sea aceptado cerca de Dios Omnipotente" (3), sino que las oraciones con que es ofrecida la Victima divina, son dichas en plural, y en ellas se indica repetidas veces que e1 pueblo toma también parte como oferente en este augusto Sacrificio. Se dice, por ejemplo: "Por los cuales te ofrecemos y ellos mismos te ofrecen... por eso Te rogamos, Senor, que aceptes aplacado esta oferta de tus siervos y de toda tu familia... Nosotros, siervos tuyos, y también tu pueblo santo, ofrecemos a tu Divina Majestad las cosas que Tu mismo nos has dado, esta Hostia pura, Hostia santa, Hostia inmaculada" (4).

b) El caracter bautismal.


108. No es de maravillarse el que los fieles sean elevados a semejante dignidad. En efecto, con el lavado del Bautismo los fieles se convierten, a titulo comun, en miembros del Cuerpo Mistico de Cristo Sacerdote, y por medio del "caracter" que se imprime en sus almas, son delegados al culto divino, participando asi, de acuerdo con su estado, en el Sacerdocio de Cristo.

c) Sentido en que ofrecen.


1. Introduccion.

109. En la Iglesia catolica, la razon humana, iluminada por la Fe, se ha esforzado siempre por tener el mayor conocimiento posible de las cosas divinas; por eso es natural que también el pueblo cristiano pregunte piadosamente en qué sentido se dice en el Canon del Sacrificio que él mismo lo ofrece también. Para satisfacer este piadoso deseo, Nos place tratar aqui el tema con concision y claridad.


2. Razones.

110. Hay, ante todo, razones mas bien remotas: A veces, por ejemplo, sucede que los fieles que asisten a los ritos sagrados unen alternativamente sus plegarias a las oraciones sacerdotales; otras veces sucede de manera semejante -en la antigüedad esto ocurria con mayor frecuencia-, que ofrecen al ministro del Altar pan y vino para que se conviertan en el Cuerpo y Sangre de Cristo, y, finalmente, otras veces, con limosnas, hacen que el Sacerdote ofrezca por ellos la Victima divina.


111. Pero hay también una razon, mas profunda, para que se pueda decir que todos los cristianos, y especialmente aquellos que asisten al Altar, participan en la oferta.

Para no hacer nacer errores peligrosos en este importantisimo argumento, es necesario precisar con exactitud el significado del término oferta.


112. La inmolacion incruenta, por medio de la cual, una vez pronunciadas las palabras de la Consagracion, Cristo esta presente en el Altar en estado de Victima, es realizada solamente por el Sacerdote, en cuanto representa a la Persona de Cristo, y no en cuanto representa a las personas de los fieles.


113. Pero al poner sobre el Altar la Victima divina, el Sacerdote la presenta al Padre como oblacion a gloria de la Santisima Trinidad y para el bien de todas las almas. En esta oblacion propiamente dicha, los fieles participan en la forma que les esta consentida y por un doble motivo: porque ofrecen el sacrificio, no solo por las manos del Sacerdote, sino también, en cierto modo, conjuntamente con él y porque con esta participacion también la oferta hecha por el pueblo cae dentro del culto liturgico.


114. Que los fieles ofrecen el Sacrificio por medio del Sacerdote es claro, por el hecho de que el Ministro del Altar obra en persona de Cristo en cuanto Cabeza, que ofrece en nombre de todos los miembros; por lo que con justo derecho se dice que toda la Iglesia, por medio de Cristo, realiza la oblacion de la Victima.


115. Cuando se dice que el pueblo ofrece conjuntamente con el Sacerdote, no se afirma que los miembros de la Iglesia, a semejanza del propio Sacerdote, realicen el rito liturgico, visible -el cual pertenece solamente al Ministro de Dios, para ello designado-, sino que unen sus votos de alabanza, de impetracion y de expiacion, asi como su accion de gracias a la intencion del Sacerdote, ante el mismo Sumo Sacerdote, a fin de que sean presentadas a Dios Padre en la misma oblacion de la Victima, y con el rito externo del Sacerdote. Es necesario, en efecto, que el rito externo del Sacrificio manifieste por su naturaleza el culto interno; ahora bien, el Sacrificio de la Nueva Ley significa aquel obsequio supremo con el que el principal oferente, que es Cristo, y con El y por El todos sus miembros misticos, honran debidamente a Dios.


3. Conocimiento y exageraciones de esta doctrina.

116. Con gran alegria de Nuestro animo hemos sido informados de que esta doctrina, principalmente en los ultimos tiempos, por él intenso estudio de la disciplina Liturgica por parte de muchos, ha sido puesta en su justo lugar. Pero no podemos por menos de deplorar vivamente las exageraciones y las desviaciones de la verdad, que no concuerdan con los genuinos preceptos de la Iglesia.


117. Algunos, en efecto, reprueban por completo las Misas que se celebran en privado y sin la asistencia del pueblo, como si se desviasen de la forma primitiva del Sacrificio; no falta tampoco quien afirma que los Sacerdotes no pueden ofrecer la Victima divina al mismo tiempo en varios altares, porque de esta forma disocian la comunidad y ponen en peligro su unidad; asimismo, tampoco faltan quienes llegan hasta el punto de creer necesaria la confirmacion y ratificacion del Sacrificio por parte del pueblo, para que pueda tener su fuerza y eficacia.


118. Erroneamente se apela en este caso a la indole social del Sacrificio Eucaristico. En efecto, cada vez que el Sacerdote repite lo que hizo el Divino Redentor en la ultima Cena, el Sacrificio es realmente consumado y tiene siempre y en cualquier lugar, necesariamente y por su intrinseca naturaleza, una funcion publica y social en cuanto el oferente obra en nombre de Cristo y de los cristianos, de los cuales el Divino Redentor es la Cabeza, y lo ofrece a Dios por la Santa Iglesia Catolica, por los vivos y por los difuntos. Y esto se verifica ciertamente lo mismo si asisten los fieles -que Nos deseamos y recomendamos que estén presentes, numerosisimos y fervorosisimos- como si no asisten, no siendo en forma alguna necesario que el pueblo ratifique lo que hace el Sagrado Ministro.


119. Si bien de lo que hemos dicho resulta claramente que el Santo Sacrificio de la Misa es ofrecido validamente en nombre de Cristo y de la Iglesia, no esta privado de sus frutos sociales, aun cuando se celebre sin asistencia dé ningun acolito, no obstante, y por la dignidad de este Ministerio, queremos é insistimos -como por otra parte siempre lo mando la Santa Madre Iglesia- en que ningun Sacerdote se acerque al Altar si no hay quien le asista y le responda, como prescribe el canon 813.


2° Se ofrecen a si mismos como victimas.

120. Para que la oblacion, con la que en este Sacrificio ofrecen la Victima divina al Padre celestial, tenga su pleno efecto, es necesaria todavia otra cosa, a saber: Que se inmolen a si mismos como victimas.


121. Esta inmolacion no se limita solamente al Sacrificio liturgico. Quiere, en efecto, el Principe de los Apostoles, que por el mismo hecho de que hemos sido edificados como piedras vivas sobre Cristo, podamos como "Sacerdocio santo ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios por Jesucristo" (I Petr. 2,5), y San Pablo Apostol, sin ninguna distincion de tiempo, exhorta a los cristianos con las siguientes palabras: "Yo os ruego, hermanos, que ofrezcais vuestros cuerpos como hostia viva, santa, grata a Dios; éste es vuestro culto racional" (Rm 12,1).


122. Pero sobre todo cuando los fieles participan en la accion liturgica con tanta piedad y atencion, que se puede verdaderamente decir de ellos: "cuya fe y devocion Te son bien conocidas" (5), no puede ser por menos de que la fe de cada uno actue mas ardientemente por medio de la caridad, se revigorice e inflamé la piedad y se consagren todos a procurar la gloria divina, deseando con ardor hacerse intimamente semejantes a Cristo, que padecio acerbos dolores, ofreciéndose con el mismo Sumo Sacerdote y por medio de El, como victima espiritual.


123. Esto ensenan también las exhortaciones que el Obispo dirige en nombre de la Iglesia a los Sagrados Ministros en el dia de su Consagracion: "Daos cuenta de lo que hacéis, imitad lo que tratais cuando celebréis el Misterio de la Muerte del Senor, procurad bajo todos los aspectos mortificar vuestros miembros de los vicios y de las concupiscencias" (6). Y casi del mismo modo en los libros liturgicos son exhortados los cristianos que se acercan al Altar para que participen en los Sagrados Misterios: "Esté... sobre este Altar el culto de la inocencia, inmolese en él la soberbia, aniquilese la ira, mortifiquese la lujuria y todas las pasiones, ofrézcanse en lugar de las tortolas el sacrificio de la castidad y en lugar de las palomas el sacrificio de la inocencia" (7). Al asistir al Altar debemos, pues, transformar nuestra alma de forma, que se extinga radicalmente todo pecado que hoya en ella, que todo lo que por Cristo da la vida sobrenatural sea restaurado y reforzado con todo diligencia, y asi nos convirtamos juntamente con la Hostia inmaculada, en una victima agradable a Dios Padre.


124. La Iglesia se esfuerza con los preceptos de la Sagrada Liturgia en llevar a efecto de la manera mas apropiada este santisimo precepto. A esto tienden no solo las lecturas, las homilias y las otras exhortaciones de los ministros sagrados y todo el ciclo de los misterios que nos son recordados durante el ano, sino también las vestiduras, los ritos sagrados y su aparato externo, que tienen la mision de "hacer pensar en la majestad de tan grande sacrificio, excitar las mentes de los fieles por medio de los signos visibles de piedad y de religion, a la contemplacion de las altisimas cosas ocultas en este Sacrificio" (8).


125. Todos los elementos de la Liturgia tienden, pues, a reproducir en nuestras almas la imagen del Divino Redentor, a través del misterio de la Cruz, segun el dicho del Apostol de los, Gentiles: "Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi" (Ga 2,19-20). Por cuyo medio nos convertirnos en victima juntamente con Cristo, para la mayor gloria del Padre.


26. A esto, pues, deben dirigir y elevar su alma los fieles que ofrecen la Victima divina en el sacrificio eucaristico. Si, en efecto, como escribe San Agustin, "en la mesa del Senor esta puesto nuestro Misterio" (9), esto es, el mismo Cristo. Nuestro Senor, en cuanto es Cabeza y simbolo de aquella union, en virtud de la cual nosotros somos el Cuerpo de Cristo y miembros de su Cuerpo; si San Roberto Bellarmino ensena, segun el pensamiento del Doctor de Nipona, que en el Sacrificio del Altar esta significado el sacrificio general con que todo el Cuerpo Mistico de Cristo, esto es, toda la ciudad redimida es ofrecida a Dios por medio de Cristo Sumo Sacerdote, nada se puede encontrar mas recto y mas justo que el inmolarnos todos nosotros con Nuestra Cabeza, que por nosotros ha sufrido, al Padre Eterno. En el Sacramento del Altar, segun el misma San Agustin, se demuestra a la Iglesia que en el Sacrificio que ofrece es ofrecida también Ella.


3° Recapitulacion.

27. Consideren, pues, los fieles a qué dignidad los eleva el Sagrado Bautismo y no se contenten con participar en el Sacrificio Eucaristico con la intencion general que conviene a los miembros de Cristo e hijos de la Iglesia, sino que libremente e intimamente unidos al Sumo Sacerdote y a su Ministro en la tierra, segun el espiritu de la Sagrada Liturgia, unanse a él de modo particular en el momento de la Consagracion de la Hostia Divina y ofrézcanla conjuntamente con él cuando son pronunciadas aquellas solemnes palabras: "Por El, en El y con El a Ti, Dios Padre Omnipotente, sea dado todo honor y gloria por los siglos de los siglos" (10), a las que el pueblo responde: "Amén"". Ni se olviden los cristianos de ofrecerse a si mismos con la Divina Cabeza Crucificada, asi como sus preocupaciones, dolores, angustias, miserias y necesidades.


PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - A) OBJETO