PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - II. LA EXPOSICION DE LA DOCTRINA CATOLICA

II. LA EXPOSICION DE LA DOCTRINA CATOLICA


1. Respecto de la filosofia

a) Recto juicio sobre la razon


14. La razon, nutrida por la filosofia cristiana

Es cosa sabida cuanto estime la Iglesia la humana razon, a la cual atane demostrar con certeza la existencia de un solo Dios personal comprobar invenciblemente los fundamentos de la misma fe cristiana por medio de sus Notas divinas, expresar por conveniente manera la ley que el Creador ha impreso en las almas de los hombres y, por fin, alcanzar algun conocimiento, y por cierto fructuosisimo, de los misterios.

b) La filosofia traicional

Mas la razon solo podra ejercer tal oficio de un modo apto y seguro si hubiere sido cultivada convenientemente, es decir, si hubiere sido impregnada con aquélla sana filosofia, que es ya como un patrimonio heredado de las presentes generaciones cristianas y que por consiguiente, goza de una autoridad de un orden superior, por cuanto el mismo ha utilizado sus principios y sus principales asertos, manifestados y definidos paulatinamente por hombres de gran talento, para comprobar la misma divina Revelacion. Esta filosofia, reconocida y aceptada por la Iglesia, defiende el verdadero y recto valor del conocimiento humano, los inconcusos principios metafisicos -a saber, los de razon suficiente, causalidad y finalidad- y la consecucion de la verdad cierta e inmutable.

c) El genuino progreso filosofico


15. Lo que la Iglesia deja a la libre disputa

Cierto que en tal filosofia se exponen muchas cosas que, ni directa ni indirectamente, se refieren a la fe o a las costumbres y que, por lo mismo, la Iglesia deja a la libre disputa de los peritos; pero en otras muchas no tiene lugar tal libertad, principalmente en lo que toca a los principios y a los principales asertos que poco ha hemos recordado. Aun en esas cuestiones esenciales se puede vestir a la filosofia con mas aptas y ricas vestiduras, reforzarla con mas eficaces expresiones, despojarla de ciertos modos escolares menos aptos, enriquecerla cautelosamente con ciertos elementos del progresivo pensamiento humano; pero nunca es licito derribarla, o contaminarla con falsos principios, o estimarla como un grande monumento, pero ya en desuso. Pues la verdad y su expresion filosofica no pueden cambiar con el tiempo, principalmente cuando se trata de los principios que la mente humana conoce por si mismos o de aquellos juicios que se apoyan tanto en la sabiduria de los siglos como en el consenso y fundamento de la divina revelacion. Cualquier verdad que la mente humana, buscando con rectitud, descubriere, no puede estar en contradiccion con otra verdad ya alcanzada, pues Dios, Verdad suma, creo y rige la humana inteligencia, de tal modo que no opone cada dia nuevas verdades a las ya adquiridas, sino que, apartados los errores que tal vez se hubieren introducido, edifica la verdad sobre la verdad, de modo tan ordenado y organico como aparece formada la misma naturaleza de la que se extrae la verdad. Por lo cual el cristiano, tanto filosofo como teologo, no abraza apresurada y ligeramente cualquier novedad que en el decurso del tiempo se proponga sino que ha de sopesarla con suma detencion y someterla a justo examen, no sea que pierda la verdad ya adquirida o la corrompa, con grave peligro y detrimento de la misma fe.

d) La doctrina de Santo Tomas


16. Una filosofia que la Iglesia ha aceptado y aprobado

Si bien se examina cuanto llevamos expuesto, facilmente se comprendera por qué la Iglesia exige que los futuros sacerdotes sean instruidos en las disciplinas filosoficas, segun el método, la doctrina y los principios del Doctor Angélico, puesto que con la experiencia de muchos siglos conoce perfectamente que el método y el sistema del Aquinate se distinguen por su singular valor, tanto para la educacion de los jovenes como para la investigacion de las mas reconditas verdades, y que su doctrina suena como al unisono con la divina revelacion y es eficacisimo para asegurar los fundamentos de la fe y para recoger de modo util y seguro los frutos del sano progreso.

Es, pues, altamente deplorable que hoy dia algunos desprecien una filosofia que la Iglesia ha aceptado y aprobado, y que imprudentemente la apelliden anticuada en su forma y racionalistica, asi dicen, en sus procedimientos. Pues afirman que esta nuestra filosofia defiende erroneamente la posibilidad de una metafisica absolutamente verdadera, mientras ellos sostienen, por el contrario, que las verdades, principalmente las trascendentes, solo pueden expresarse con doctrinas divergentes que mutuamente se completan, aunque entre si parezcan oponerse. Por lo cual conceden que la filosofia que se ensena en nuestras escuelas, con su lucida exposicion y solucion de los problemas, con su exacta precision de los conceptos y con sus claras distinciones, puede ser apta preparacion al estudio de la teologia, como se adapto perfectamente a la mentalidad del medioevo; pero creen que no es un método que corresponda a la cultura y a las necesidades modernas. Anaden, ademas, que la filosofia perenne es solo una filosofia de las esencias inmutables, mientras que la mente moderna ha de considerar la existencia de los seres singulares y la vida en su continua fluencia. Y mientras desprecian esta filosofia, ensalzan otras, antiguas o modernas, orientales u occidentales, de tal modo que parecen insinuar que cualquier filosofia o doctrina opinable, anadiéndole algunas correcciones o complementos, si fuere menester, puede compadecerse con el dogma catolico; lo cual ningun catolico puede dudar ser del todo falso, principalmente cuando se trata de los falsos sistemas llamados inmanentismo, o idealismo, o materialismo, ya sea historico ya dialéctico, o también existencialismo, tanto si defiende el ateismo como si al menos impugna el valor del raciocinio metafisico.

Por fin, achacan a la filosofia que se ensena en nuestras escuelas el defecto de atender solo a la inteligencia en el proceso del conocimiento, sin reparar en el oficio de la voluntad y de los sentimientos. Lo cual no es verdad, ciertamente; pues la filosofia cristiana nunca nego la utilidad y la eficacia de las buenas disposiciones de toda el alma para conocer y abrazar plenamente los principios religiosos y morales; mas aun, siempre enseno que la falta de tales disposiciones puede ser la causa de que el entendimiento, ahogado por las pasiones y por la mala voluntad, de tal manera se obscurezca que no vea cual conviene. Y el Doctor Comun cree que el entendimiento puede percibir de algun modo los mas altos bienes correspondientes al orden moral, tanto natural como sobrenatural, en cuanto experimente en el animo cierta afectiva connaturalidad con esos mismos bienes, ya sea natural, ya por medio de la gracia divina; y claro aparece cuanto ese conocimiento subconsciente, por asi decir, ayude a las investigaciones de la razon. Pero una cosa es reconocer la fuerza de los sentimientos para ayudar a la razon a alcanzar un conocimiento mas cierto y mas seguro de las cosas morales, y otra lo que intentan estos novadores, esto es, atribuir a las facultades volitiva y afectiva cierto poder de intuicion, y afirmar que el hombre, cuando con el discurso de la razon no puede discernir qué es lo que ha de abrazar como verdadero, acude a la voluntad, mediante la cual elige libremente entre las opiniones opuestas, con una mezcla inaceptable de conocimiento y de voluntad.

e) La tarea de la teodicea y de la ética


17. La teodicea y la ética en peligro

Ni hay que admirarse de que con estas nuevas opiniones se ponga en peligro a dos disciplinas filosoficas que, por su misma naturaleza, estan estrechamente relacionadas con la doctrina catolica, a saber, la teodicea y la ética, cuyo oficio creen que no es demostrar con certeza algo acerca de Dios o de cualquier otro ser trascendente, sino mas bien mostrar que lo que la fe ensena acerca de Dios personal y de sus preceptos es enteramente conforme a las necesidades de la vida y que, por lo mismo todos deben abrazarlo para evitar la desesperacion y alcanzar la salvacion eterna: todo lo cual se opone abiertamente a los documentos de Nuestros Predecesores LEON XIII y Pio X y no puede conciliarse con los decretos del Concilio Vaticano. No habria, ciertamente, que deplorar tales desviaciones de la verdad si aun en el campo filosofico todos mirasen con la reverencia que conviene al , al cual corresponde por divina institucion no solo custodiar e interpretar el deposito de la verdad revelada, sino también vigilar sobre las disciplinas filosoficas para que los dogmas catolicos no sufran detrimento alguno de las opiniones no rectas.


2. Respecto de las ciencias positivas

18. Sobre el evolucionismo y el poligenismo.

Réstanos ahora decir algo acerca de algunas cuestiones que, aunque pertenezcan a las disciplinas que suelen llamarse positivas, sin embargo se entrelazan mas o menos con las verdades de la fe cristiana. No pocos ruegan, con premura, que la Religion catolica atienda lo mas posible a tales disciplinas; lo cual es ciertamente digno de alabanza cuando se trata de hechos realmente demostrados, empero se ha de admitir con cautela cuando mas bien se trate de hipotesis, aunque de algun modo apoyadas en la ciencia humana, que rozan con la doctrina contenida en la Sagrada Escritura o en la tradicion. Si tales conjeturas opinables se oponen directa o indirectamente a la doctrina que Dios ha revelado entonces tal postulado no puede admitirse en modo alguno.

a) Problemas biologicos y antropologicos

Por eso el no prohibe que en investigaciones y disputas entre los hombres doctos de entrambos campos se trate de la doctrina del evolucionismo, la cual busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente (pues la fe catolica nos obliga a retener que las almas son creadas inmediatamente por Dios), segun el estado actual de las ciencias humanas y de la sagrada teologia, de modo que las razones de una y otra opinion, es decir, de los que defienden o impugnan tal doctrina, sean sopesadas y juzgadas con la debida gravedad, moderacion y templanza; con tal que todos estén dispuestos a obedecer al dictamen de la Iglesia, a quien Cristo confirio el encargo de interpretar auténticamente las Sagradas Escrituras y de defender los dogmas de la fe. Empero algunos, con temeraria audacia, traspasan esta libertad de discusion, obrando como si el origen mismo del cuerpo humano de una materia viva preexistente fuese ya absolutamente cierta y demostrada por los indicios hasta el presente hallados y por los raciocinios en ellos fundados, y cual si nada hubiese en las fuentes de la revelacion que exija una maxima moderacion y cautela en esta materia.

Mas tratandose de otra hipotesis, es a saber, del poligenismo, los hijos de la Iglesia no gozan de la misma libertad, pues los fieles cristianos no pueden abrazar la teoria de que después de Adan hubo en la tierra verdaderos hombres no procedentes del mismo protoparente por natural generacion, o bien de que Adan significa el conjunto de los primeros padres; ya que no se ve claro como tal sentencia pueda compaginarse con la que las fuentes de la verdad revelada y los documentos del magisterio de la Iglesia ensenan acerca del pecado original, que procede del pecado verdaderamente cometido por un solo Adan y que, difundiéndose a todos los hombres por la generacion es propio de cada uno de ellos.

b) Valor historico del libro del Génesis


19. La interpretacion de los libros historicos del Antiguo Testamento.

Del mismo modo que en las ciencias biologicas y antropologicas, hay algunos que también en las historicas traspasan audazmente los limites y las cautelas establecidos por la Iglesia. Y de un modo particular es deplorable el modo extraordinariamente libre de interpretar los libros historicos del Antiguo Testamento. Los fautores de esa tendencia para defender su causa invocan indebidamente la Carta que no hace mucho tiempo la Comision Pontificia para los Estudios Biblicos envio al Arzobispo de Paris. Esta carta advierte claramente que los once primeros capitulos del Génesis, aunque propiamente no concuerden con el método historico usado por los eximios historiadores grecolatinos y modernos, no obstante pertenecen al género historico en un sentido verdadero, que los exégetas han de investigar y precisar; y que los mismos capitulos, con estilo sencillo y figurado, acomodado a la mente del pueblo poco culto, contienen las verdades principales y fundamentales en que se apoya nuestra propia salvacion, y también una descripcion popular del origen del genero humano y del pueblo escogido. Mas si los antiguos hagiografos tomaron algo de las tradiciones populares (lo cual puede ser concedido), nunca debe olvidarse que ellos eran guiados y ayudados por el soplo de la imaginacion divina, inmunes de todo error al elegir y juzgar aquellos documentos.

Empero, lo que se inserto en la Sagrada Escritura, sacandolo de las narraciones populares, en modo alguno debe compararse con las mitologias u otras narraciones de tal género, las cuales mas proceden de una ilimitada imaginacion que de aquel amor a la simplicidad y la verdad, que tanto resplandece aun en los libros del Antiguo Testamento, hasta el punto que nuestros hagiografos deben ser tenidas en este punto como claramente superiores a los antiguos escritores profanos.

EPILOGO


20. Los deberes de las autoridades eclesiasticas y de los profesores.

Sabemos, es verdad, que la mayor parte de los doctores catolicos, que con sumo fruto trabajan en las universidades, en los seminarios y en los colegios religiosos, estan muy lejos de estos errores que hoy abierta u ocultamente se divulgan o por cierto afan de novedades o por un inmoderado deseo de apostolado. Pero sabemos también que tales nuevas opiniones pueden atraer a los incautos y, por lo mismo, preferimos oponernos a los comienzos que no ofrecer un remedio a una enfermedad inveterada.

Por lo cual, después de meditarlo y considerarlo largamente delante del Senor, para no faltar a Nuestro sagrado deber, mandamos a los Obispos y a los superiores religiosos, onerando gravisimamente sus conciencias, que con la mayor diligencia procuren que ni en las clases, ni en las reuniones, ni en escritos de ningun género se expongan tales opiniones en modo alguno, ni a los clérigos ni a los fieles cristianos.

Sepan cuantos ensenan en institutos eclesiasticos que no pueden en conciencia ejercer el oficio de ensenar, que les ha sido concedido, si no reciben religiosamente las normas que hemos dado y si no las cumplen escrupulosamente en la formacion de sus discipulos. Y procuren infundir en las mentes y en los corazones de los mismos aquélla reverencia y obediencia que ellos en su asidua labor deben profesar al .

Esfuércense con todo aliento y emulacion por hacer avanzar las ciencias que profesan; pero eviten también el traspasar los limites por Nos establecidos para salvaguardar la verdad de la fe y de la doctrina catolica. A las nuevas cuestiones que la moderna cultura y el progreso del tiempo han suscitado, apliquen su mas diligente investigacion, pero con la conveniente prudencia y cautela; y, finalmente, no crean, cediendo a un falso irenismo que los disidentes y los que estan en el error puedan ser atraidos con buen suceso, si la verdad integra que rige en la Iglesia no es ensenada por todos sinceramente, sin corrupcion ni disminucion alguna.


21. Bendicion Apostolica

Fundados en esta esperanza, que vuestra pastoral solicitud aumentara todavia, impartimos con todo amor, como prenda de los dones celestiales y en senal de Nuestra paterna benevolencia, a todos vosotros, Venerables Hermanos, a vuestro clero y a vuestro pueblo, la Bendicion Apostolica.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el dia 12 de Agosto de 1950, ano duodécimo de Nuestro Pontificado. Pio Papa XII



MUNIFICENTISSIMUS DEUS

Constitucion Apostolica

PIO PP. XII Se define como dogma de la Asuncion de la Virgen Maria,

en cuerpo y alma a la gloria celeste. 1-11-1950


1. El munificentisimo Dios, que todo lo puede y cuyos planes providentes estan hechos con sabiduria y amor, compensa en sus inescrutables designios, tanto en la vida de los pueblos como en la de los individuos, los dolores y las alegrias para que, por caminos diversos y de diversas maneras, todo coopere al bien de aquellos que le aman (cfr. Rm 8,28).


2. Nuestro Pontificado, del mismo modo que la edad presente, esta oprimido por grandes cuidados, preocupaciones y angustias, por las actuales gravisimas calamidades y la aberracion de la verdad y de la virtud; pero nos es de gran consuelo ver que, mientras la fe catolica se manifiesta en publico cada vez mas activa, se enciende cada dia mas la devocion hacia la Virgen Madre de Dios y casi en todas partes es estimulo y auspicio de una vida mejor y mas santa, de donde resulta que, mientras la Santisima Virgen cumple amorosisimamente las funciones de madre hacia los redimidos por la sangre de Cristo, la mente y el corazon de los hijos se estimulan a una mas amorosa contemplacion de sus privilegios.


3. En efecto, Dios, que desde toda la eternidad mira a la Virgen Maria con particular y plenisima complacencia, "cuando vino la plenitud de los tiempos" (Ga 4,4) ejecuto los planes de su providencia de tal modo que resplandecen en perfecta armonia los privilegios y las prerrogativas que con suma liberalidad le habia concedido. Y si esta suma liberalidad y plena armonia de gracia fue siempre reconocida, y cada vez mejor penetrada por la Iglesia en el curso de los siglos, en nuestro tiempo ha sido puesta a mayor luz el privilegio de la Asuncion corporal al cielo de la Virgen Madre de Dios, Maria.


4. Este privilegio resplandecio con nuevo fulgor desde que nuestro predecesor Pio IX, de inmortal memoria, definio solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepcion de la augusta Madre de Dios. Estos dos privilegios estan, en efecto, estrechamente unidos entre si. Cristo, con su muerte, vencio la muerte y el pecado; y sobre el uno y sobre la otra reporta también la victoria en virtud de Cristo todo aquel que ha sido regenerado sobrenaturalmente por el bautismo. Pero por ley general, Dios no quiere conceder a los justos el pleno efecto de esta victoria sobre la muerte, sino cuando haya llegado el fin de los tiempos. Por eso también los cuerpos de los justos se disuelven después de la muerte, y solo en el ultimo dia volvera a unirse cada uno con su propia alma gloriosa.


5. Pero de esta ley general quiso Dios que fuera exenta la bienaventurada Virgen Maria. Ella, por privilegio del todo singular, vencio al pecado con su concepcion inmaculada; por eso no estuvo sujeta a la ley de permanecer en la corrupcion del sepulcro ni tuvo que esperar la redencion de su cuerpo hasta el fin del mundo.


6. Por eso, cuando fue solemnemente definido que la Virgen Madre de Dios, Maria, estaba inmune de la mancha hereditaria de su concepcion, los fieles se llenaron de una mas viva esperanza de que cuanto antes fuera definido por el supremo magisterio de la Iglesia el dogma de la Asuncion corporal al cielo de Maria Virgen.


7. Efectivamente, se vio que no solo los fieles particulares, sino los representantes de naciones o de provincias eclesiasticas, y aun no pocos padres del Concilio Vaticano, pidieron con vivas instancias a la Sede Apostolica esta definicion.

Innumeras peticiones


8. Después, estas peticiones y votos no solo no disminuyeron, sino que aumentaron de dia en dia en numero e insistencia. En efecto, a este fin fueron promovidas cruzadas de oraciones; muchos y eximios teologos intensificaron sus estudios sobre este tema, ya en privado, ya en los publicos ateneos eclesiasticos y en las otras escuelas destinadas a la ensenanza de las sagradas disciplinas; en muchas partes del orbe catolico se celebraron congresos marianos, tanto nacionales como internacionales. Todos estos estudios e investigaciones pusieron mas de relieve que en el deposito de la fe confiado a la Iglesia estaba contenida también la Asuncion de Maria Virgen al cielo, y generalmente siguieron a ello peticiones en que se pedia instantemente a esta Sede Apostolica que esta verdad fuese solemnemente definida.


9. En esta piadosa competicion, los fieles estuvieron admirablemente unidos con sus pastores, los cuales, en numero verdaderamente impresionante, dirigieron peticiones semejantes a esta catedra de San Pedro. Por eso, cuando fuimos elevados al trono del Sumo Pontificado, habian sido ya presentados a esta Sede Apostolica muchos millares de tales suplicas de todas partes de la tierra y por toda clase de personas: por nuestros amados hijos los cardenales del Sagrado Colegio, por venerables hermanos arzobispos y obispos de las diocesis y de las parroquias.


10. Por eso, mientras elevabamos a Dios ardientes plegarias para que infundiese en nuestra mente la luz del Espiritu Santo para decidir una causa tan importante, dimos especiales ordenes de que se iniciaran estudios mas rigurosos sobre este asunto, y entretanto se recogiesen y ponderasen cuidadosamente todas las peticiones que, desde el tiempo de nuestro predecesor Pio IX, de feliz memoria, hasta nuestros dias, habian sido enviadas a esta Sede Apostolica a proposito de la Asuncion de la beatisima Virgen Maria al cielo (1).

Encuesta oficial


11. Pero como se trataba de cosa de tanta importancia y gravedad, creimos oportuno pedir directamente y en forma oficial a todos los venerables hermanos en el Episcopado que nos expusiesen abiertamente su pensamiento. Por eso, el 1 de mayo de 1946 les dirigimos la carta Deiparae Virginis Mariae, en la que preguntabamos: "Si vosotros, venerables hermanos, en vuestra eximia sabiduria y prudencia, creéis que la Asuncion corporal de la beatisima Virgen se puede proponer y definir como dogma de fe y si con vuestro clero y vuestro pueblo lo deseais".


12. Y aquellos que "el Espiritu Santo ha puesto como obispos para regir la Iglesia de Dios" (Hch 20,28) han dado a una y otra pregunta una respuesta casi unanimemente afirmativa. Este "singular consentimiento del Episcopado catolico y de los fieles" (2), al creer definible como dogma de fe la Asuncion corporal al cielo de la Madre de Dios, presentandonos la ensenanza concorde del magisterio ordinario de la Iglesia y la fe concorde del pueblo cristiano, por él sostenida y dirigida, manifesto por si mismo de modo cierto e infalible que tal privilegio es verdad revelada por Dios y contenida en aquel divino deposito que Cristo confio a su Esposa para que lo custodiase fielmente e infaliblemente lo declarase (3). El magisterio de la Iglesia, no ciertamente por industria puramente humana, sino por la asistencia del Espiritu de Verdad (cfr. Jn 14,26), y por eso infaliblemente, cumple su mandato de conservar perennemente puras e integras las verdades reveladas y las transmite sin contaminaciones, sin anadiduras, sin disminuciones. "En efecto, como ensena el Concilio Vaticano, a los sucesores de Pedro no fue prometido el Espiritu Santo para que, por su revelacion, manifestasen una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, custodiasen inviolablemente y expresasen con fidelidad la revelacion transmitida por los Apostoles, o sea el deposito de la fe" (4). Por eso, del consentimiento universal del magisterio ordinario de la Iglesia se deduce un argumento cierto y seguro para afirmar que la Asuncion corporal de la bienaventurada Virgen Maria al cielo -la cual, en cuanto a la celestial glorificacion del cuerpo virgineo de la augusta Madre de Dios, no podia ser conocida por ninguna facultad humana con sus solas fuerzas naturales- es verdad revelada por Dios, y por eso todos los fieles de la Iglesia deben creerla con firmeza y fidelidad. Porque, como ensena el mismo Concilio Vaticano, "deben ser creidas por fe divina y catolica todas. aquellas cosas que estan contenidas en la palabra de Dios, escritas o transmitidas oralmente, y que la Iglesia, o con solemne juicio o con su ordinario y universal magisterio, propone a la creencia como reveladas por Dios" (De fide catholica, cap. 3).


13. De esta fe comun de la Iglesia se tuvieron desde la antigüedad, a lo largo del curso de los siglos, varios testimonios, indicios y vestigios; y tal fe se fue manifestando cada vez con mas claridad.

Consentimiento unanime


14. Los fieles, guiados e instruidos por sus pastores, aprendieron también de la Sagrada Escritura que la Virgen Maria, durante su peregrinacion terrena, llevo una vida llena de preocupaciones, angustias y dolores; y que se verifico lo que el santo viejo Simeon habia predicho: que una agudisima espada le traspasaria el corazon a los pies de la cruz de su divino Hijo, nuestro Redentor. Igualmente no encontraron dificultad en admitir que Maria haya muerto del mismo modo que su Unigénito. Pero esto no les impidio creer y profesar abiertamente que no estuvo sujeta a la corrupcion del sepulcro su sagrado cuerpo y que no fue reducida a putrefaccion y cenizas el augusto tabernaculo del Verbo Divino. Asi, iluminados por la divina gracia e impulsados por el amor hacia aquella que es Madre de Dios y Madre nuestra dulcisima, han contemplado con luz cada vez mas clara la armonia maravillosa de los privilegios que el providentisimo Dios concedio al alma Socia de nuestro Redentor y que llegaron a una tal altisima cuspide a la que jamas ningun ser creado, exceptuada la naturaleza humana de Jesucristo, habia llegado.


15. Esta misma fe la atestiguan claramente aquellos innumerables templos dedicados a Dios en honor de Maria Virgen asunta al cielo y las sagradas imagenes en ellos expuestas a la veneracion de los fieles, las cuales ponen ante los ojos de todos este singular triunfo de la bienaventurada Virgen. Ademas, ciudades, diocesis y regiones fueron puestas bajo el especial patrocinio de la Virgen asunta al cielo; del mismo modo, con la aprobacion de la Iglesia, surgieron institutos religiosos, que toman nombre de tal privilegio. No debe olvidarse que en el rosario mariano, cuya recitacion tan recomendada es por esta Sede Apostolica, se propone a la meditacion piadosa un misterio que, como todos saben, trata de la Asuncion de la beatisima Virgen.


16. Pero de modo mas espléndido y universal esta fe de los sagrados pastores y de los fieles cristianos se manifiesta por el hecho de que desde la antigüedad se celebra en Oriente y en Occidente una solemne fiesta liturgica, de la cual los Padres Santos y doctores no dejaron nunca de sacar luz porque, como es bien sabido, la sagrada liturgia "siendo también una profesion de las celestiales verdades, sometida al supremo magisterio de la Iglesia, puede oir argumentos y testimonios de no pequeno valor para determinar algun punto particular de la doctrina cristiana" (5).

El testimonio de la liturgia


17. En los libros liturgicos que contienen la fiesta, bien sea de la Dormicion, bien de la Asuncion de la Virgen Maria, se tienen expresiones en cierto modo concordantes al decir que cuando la Virgen Madre de Dios paso de este destierro, a su sagrado cuerpo, por disposicion de la divina Providencia, le ocurrieron cosas correspondientes a su dignidad de Madre del Verbo encarnado y a los otros privilegios que se le habian concedido.

Esto se afirma, por poner un ejemplo, en aquel "Sacramentario" que nuestro predecesor Adriano I, de inmortal memoria, mando al emperador Carlomagno. En éste se lee, en efecto: "Digna de veneracion es para Nos, ¡oh Senor!, la festividad de este dia en que la santa Madre de Dios sufrio la muerte temporal, pero no pudo ser humillada por los vinculos de la muerte Aquella que engendro a tu Hijo, Nuestro Senor, encarnado en ella" (6).


18. Lo que aqui esta indicado con la sobriedad acostumbrada en la liturgia romana, en los libros de las otras antiguas liturgias, tanto orientales como occidentales, se expresa mas difusamente y con mayor claridad. El "Sacramentario Galicano", por ejemplo, define este privilegio de Maria, "inexplicable misterio, tanto mas admirable cuanto mas singular es entre los hombres". Y en la liturgia bizantina se asocia repetidamente la Asuncion corporal de Maria no solo con su dignidad de Madre de Dios, sino también con sus otros privilegios, especialmente con su maternidad virginal, preestablecida por un designio singular de la Providencia divina: "A Ti, Dios, Rey del universo, te concedio cosas que son sobre la naturaleza; porque asi como en el parto te conservo virgen, asi en el sepulcro conservo incorrupto tu cuerpo, y con la divina traslacion lo glorifico" (7).


19. El hecho de que la Sede Apostolica, heredera del oficio confiado al Principe de los Apostoles de confirmar en la fe a los hermanos (cfr. Lc 22,32), y con su autoridad hiciese cada vez mas solemne esta fiesta, estimula eficazmente a los fieles a apreciar cada vez mas la grandeza de este misterio. Asi la fiesta de la Asunsion, del puesto honroso que tuvo desde el comienzo entre las otras celebraciones marianas, llego en seguida a los mas solemnes de todo el ciclo liturgico. Nuestro predecesor San Sergio I, prescribiendo la letania o procesion estacional para las cuatro fiestas marianas, enumera junto a la Natividad, la Anunciacion, la Purificacion y la Dormicion de Maria (Liber Pontificalis). Después San Leon IV quiso anadir a la fiesta, que ya se celebraba bajo el titulo de la Asuncion de la bienaventurada Madre de Dios, una mayor solemnidad prescribiendo su vigilia y su octava; y en tal circunstancia quiso participar personalmente en la celebracion en medio de una gran multitud de fieles (Liber Pontificalis). Ademas de que ya antiguamente esta fiesta estaba precedida por la obligacion del ayuno, aparece claro de lo que atestigua nuestro predecesor San Nicolas I, donde habla de los principales ayunos "que la santa Iglesia romana recibio de la antigüedad y observa todavia" (8).

Exigencia de la incorrupcion


20. Pero como la liturgia no crea la fe, sino que la supone, y de ésta derivan como frutos del arbol las practicas del culto, los Santos Padres y los grandes doctores, en las homilias y en los discursos dirigidos al pueblo con ocasion de esta fiesta, no recibieron de ella como de primera fuente la doctrina, sino que hablaron de ésta como de cosa conocida y admitida por los fieles; la aclararon mejor; precisaron y profundizaron su sentido y objeto, declarando especialmente lo que con frecuencia los libros liturgicos habian solo fugazmente indicado; es decir, que el objeto de la fiesta no era solamente la incorrupcion del cuerpo muerto de la bienaventurada Virgen Maria, sino también su triunfo sobre la muerte y su celestial glorificacion a semejanza de su Unigénito.


21. Asi San Juan Damasceno, que se distingue entre todos como testigo eximio de esta tradicion, considerando la Asuncion corporal de la Madre de Dios a la luz de los otros privilegios suyos, exclama con vigorosa elocuencia: "Era necesario que Aquella que en el parto habia conservado ilesa su virginidad conservase también sin ninguna corrupcion su cuerpo después de la muerte. Era necesario que Aquella que habia llevado en su seno al Creador hecho nino, habitase en los tabernaculos divinos. Era necesario que la Esposa del Padre habitase en los talamos celestes. Era necesario que Aquella que habia visto a su Hijo en la cruz, recibiendo en el corazon aquella espada de dolor de la que habia sido inmune al darlo a luz, lo contemplase sentado a la diestra del Padre. Era necesario que la Madre de Dios poseyese lo que corresponde al Hijo y que por todas las criaturas fuese honrada como Madre y sierva de Dios" (9).

Afirmacion de esta doctrina


22. Estas expresiones de San Juan Damasceno corresponden fielmente a aquellas de otros que afirman la misma doctrina. Efectivamente, palabras no menos claras y precisas se encuentran en los discursos que, con ocasion de la fiesta, tuvieron otros Padres anteriores o contemporaneos. Asi, por citar otros ejemplos, San German de Constantinopla encontraba que correspondia la incorrupcion y Asuncion al cielo del cuerpo de la Virgen Madre de Dios no solo a su divina maternidad, sino también a la especial santidad de su mismo cuerpo virginal: "Tu, como fue escrito, apareces "en belleza" y tu cuerpo virginal es todo santo, todo casto, todo domicilio de Dios; asi también por esto es preciso que sea inmune de resolverse en polvo; sino que debe ser transformado, en cuanto humano, hasta convertirse en incorruptible; y debe ser vivo, gloriosisimo, incolume y dotado de la plenitud de la vida" (10). Y otro antiguo escritor dice: "Como gloriosisima Madre de Cristo, nuestro Salvador y Dios, donador de la vida y de la inmortalidad, y vivificada por l, revestida de cuerpo en una eterna incorruptibilidad con l, que la resucito del sepulcro y la llevo consigo de modo que solo l conoce" (11).


23. Al extenderse y afirmarse la fiesta liturgica, los pastores de la Iglesia y los sagrados oradores, en numero cada vez mayor, creyeron un deber precisar abiertamente y con claridad el objeto de la fiesta y su estrecha conexion con las otras verdades reveladas.

Los argumentos teologicos


24. Entre los teologos escolasticos no faltaron quienes, queriendo penetrar mas adentro en las verdades reveladas y mostrar el acuerdo entre la razon teologica y la fe, pusieron de relieve que este privilegio de la Asuncion de Maria Virgen concuerda admirablemente con las verdades que nos son ensenadas por la Sagrada Escritura.


25. Partiendo de este presupuesto, presentaron, para ilustrar este privilegio mariano, diversas razones contenidas casi en germen en esto: que Jesus ha querido la Asuncion de Maria al cielo por su piedad filial hacia ella. Opinaban que la fuerza de tales argumentos reposa sobre la dignidad incomparable de la maternidad divina y sobre todas aquellas otras dotes que de ella se siguen: su insigne santidad, superior a la de todos los hombres y todos los angeles; la intima union de Maria con su Hijo, y aquel amor sumo que el Hijo tenia hacia su dignisima Madre.


26. Frecuentemente se encuentran después teologos y sagrados oradores que, sobre las huellas de los Santos Padres (12) para ilustrar su fe en la Asuncion, se sirven con una cierta libertad de hechos y dichos de la Sagrada Escritura. Asi, para citar solo algunos testimonios entre los mas usados, los hay que recuerdan las palabras del salmista: "Ven, ¡oh Senor!, a tu descanso, tu y el arca de tu santificacion" (Sal 131,8), y ven en el "arca de la alianza", hecha de madera incorruptible y puesta en el templo del Senor, como una imagen del cuerpo purisimo de Maria Virgen, preservado de toda corrupcion del sepulcro y elevado a tanta gloria en el cielo. A este mismo fin describen a la Reina que entra triunfalmente en el palacio celeste y se sienta a la diestra del divino Redentor (Sal 44,10,14-16), lo mismo que la Esposa de los Cantares, "que sube por el desierto como una columna de humo de los aromas de mirra y de incienso" para ser coronada (Ct 3,6 cfr. Ct 4,8 Ct 6,9). La una y la otra son propuestas como figuras de aquella Reina y Esposa celeste, que, junto a su divino Esposo, fue elevada al reino de los cielos.

Los doctores escolasticos


27. Ademas, los doctores escolasticos vieron indicada la Asuncion de la Virgen Madre de Dios no solo en varias figuras del Antiguo Testamento, sino también en aquella Senora vestida de sol, que el apostol Juan contemplo en la isla de Patmos (Ap 12,1s.). Del mismo modo, entre los dichos del Nuevo Testamento consideraron con particular interés las palabras "Dios te salve, Maria, llena eres de gracia, el Senor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres" (Lc 1,28), porque veian en el misterio de la Asuncion un complemento de la plenitud de gracia concedida a la bienaventurada Virgen y una bendicion singular, en oposicion a la maldicion de Eva.


28. Por eso, al comienzo de la teologia escolastica, el piadoso Amadeo, obispo de Lausana, afirma que la carne de Maria Virgen permanecio incorrupta ("no se puede creer, en efecto, que su cuerpo viese la corrupcion"), porque realmente se reunio a su alma, y junto con ella fue envuelta en altisima gloria en la corte celeste. "Era llena de gracia y bendita entre las mujeres" (Lc 1,28). "Ella sola merecio concebir al Dios verdadero del Dios verdadero, y le pario virgen, le amamanto virgen, estrechandole contra su seno, y le presto en todo sus santos servicios y homenajes" (13).

Testimonio de San Antonio de Padua


29. Entre los sagrados escritores que en este tiempo, sirviéndose de textos escrituristicos o de semejanza y analogia, ilustraron y confirmaron la piadosa creencia de la Asuncion, ocupa un puesto especial el doctor evangélico San Antonio de Padua. En la fiesta de la Asuncion, comentando las palabras de Isaias "Glorificaré el lugar de mis pies" (Is 60,13), afirmo con seguridad que el divino Redentor ha glorificado de modo excelso a su Madre amadisima, de la cual habia tomado carne humana. "De aqui se deduce claramente, dice, que la bienaventurada Virgen Maria fue asunta con el cuerpo que habia sido el sitio de los pies del Senor". Por eso escribe el salmista: "Ven, ¡oh Senor!, a tu reposo, tu y el Arca de tu santificacion". Como Jesucristo, dice el santo, resurgio de la muerte vencida y subio a la diestra de su Padre, asi "resurgio también el Arca de su santificacion, porque en este dia la Virgen Madre fue asunta al talamo celeste" 14.

De San Alberto Magno


30. Cuando en la Edad Media la teologia escolastica alcanzo su maximo esplendor, San Alberto Magno, después de haber recogido, para probar esta verdad, varios argumentos fundados en la Sagrada Escritura, la tradicion, la liturgia y la razon teologica, concluye: "De estas razones y autoridades y de muchas otras es claro que la beatisima Madre de Dios fue asunta en cuerpo y alma por encima de los coros de los angeles. Y esto lo creemos como absolutamente verdadero" 15. Y en un discurso tenido el dia de la Anunciacion de Maria, explicando estas palabras del saludo del angel "Dios te salve, llena eres de gracia...", el Doctor Universal compara a la Santisima Virgen con Eva y dice expresamente que fue inmune de la cuadruple maldicion a la que Eva estuvo sujeta (16).

Doctrina de Santo Tomas


31. El Doctor Angélico, siguiendo los vestigios de su insigne maestro, aunque no trato nunca expresamente la cuestion, sin embargo, siempre que ocasionalmente habla de ella, sostiene constantemente con la Iglesia que junto al alma fue asunto al cielo también el cuerpo de Maria 17(17).

De San Buenaventura


32. Del mismo parecer es, entre otros muchos, el Doctor Serafico, el cual sostiene como absolutamente cierto que del mismo modo que Dios preservo a Maria Santisima de la violacion del pudor y de la integridad virginal en la concepcion y en el parto, asi no permitio que su cuerpo se deshiciese en podredumbre y ceniza 18. Interpretando y aplicando a la bienaventurada Virgen estas palabras de la Sagrada Escritura "¿Quién es esa que sube del desierto, llena de delicias, apoyada en su amado?" (Ct 8,5), razona asi: "Y de aqui puede constar que esta alli (en la ciudad celeste) corporalmente... Porque, en efecto..., la felicidad no seria plena si no estuviese en ella personalmente, porque la persona no es el alma, sino el compuesto, y es claro que esta alli segun el compuesto, es decir, con cuerpo y alma, o de otro modo no tendria un pleno gozo" 19.

La escolastica moderna


33. En la escolastica posterior, o sea en el siglo XV, San Bernardino de Siena, resumiendo todo lo que los teologos de la Edad Media habian dicho y discutido a este proposito, no se limito a recordar las principales consideraciones ya propuestas por los doctores precedentes, sino que anadio otras. Es decir, la semejanza de la divina Madre con el Hijo divino, en cuanto a la nobleza y dignidad del alma y del cuerpo -porque no se puede pensar que la celeste Reina esté separada del Rey de los cielos-, exige abiertamente que "Maria no debe estar sino donde esta Cristo" (20); ademas es razonable y conveniente que se encuentren ya glorificados en el cielo el alma y el cuerpo, lo mismo que del hombre, de la mujer; en fin, el hecho de que la Iglesia no haya nunca buscado y propuesto a la veneracion de los fieles las reliquias corporales de la bienaventurada Virgen suministra un argumento que puede decirse "como una prueba sensible" ( 21)

San Roberto Belarmino


34. En tiempos mas recientes, las opiniones mencionadas de los Santos Padres y de los doctores fueron de uso comun. Adhiriéndose al pensamiento cristiano transmitido de los siglos pasados. San Roberto Belarmino exclama: "¿Y quién, pregunto, podria creer que el arca de la santidad, el domicilio del Verbo, el templo del Espiritu Santo, haya caido? Mi alma aborrece el solo pensamiento de que aquella carne virginal que engendro a Dios, le dio a luz, le alimento, le llevo, haya sido reducida a cenizas o haya sido dada por pasto a los gusanos " (22).


35. De igual manera, San Francisco de Sales, después de haber afirmado no ser licito dudar que Jesucristo haya ejecutado del modo mas perfecto el mandato divino por el que se impone a los hijos el deber de honrar a los propios padres, se propone esta pregunta: "¿Quién es el hijo que, si pudiese, no volveria a llamar a la vida a su propia madre y no la llevaria consigo después de la muerte al paraiso?" 23. Y San Alfonso escribe: "Jesus preservo el cuerpo de Maria de la corrupcion, porque redundaba en deshonor suyo que fuese comida de la podredumbre aquella carne virginal de la que l se habia vestido" (24).

Temeridad de la opinion contraria


36. Aclarado el objeto de esta fiesta, no faltaron doctores que mas bien que ocuparse de las razones teologicas, en las que se demuestra la suma conveniencia de la Asuncion corporal de la bienaventurada Virgen Maria al cielo, dirigieron su atencion a la fe de la Iglesia, mistica Esposa de Cristo, que no tiene mancha ni arruga (cfr. Ep 5,27), la cual es llamada por el Apostol "columna y sostén de la verdad" (1Tm 3,15), y, apoyados en esta fe comun, sostuvieron que era temeraria, por no decir herética, la sentencia contraria. En efecto, San Pedro Canisio, entre muchos otros, después de haber declarado que el término Asuncion significa glorificacion no solo del alma, sino también del cuerpo, y después de haber puesto de relieve que la Iglesia ya desde hace muchos siglos, venera y celebra solemnemente este misterio mariano, dice: "Esta sentencia esta admitida ya desde hace algunos siglos y de tal manera fija en el alma de los piadosos fieles y tan aceptada en toda la Iglesia, que aquellos que niegan que el cuerpo de Maria haya sido asunto al cielo, ni siquiera pueden ser escuchados con paciencia, sino abochornados por demasiado tercos o del todo temerarios y animados de espiritu herético mas bien que catolico" (25).

Francisco Suarez


37. Por el mismo tiempo, el Doctor Eximio, puesta como norma de la mariologia que "los misterios de la gracia que Dios ha obrado en la Virgen no son medidos por las leyes ordinarias, sino por la omnipotencia de Dios, supuesta la conveniencia de la cosa en si mismo y excluida toda contradiccion o repugnancia por parte de la Sagrada Escritura" (26), fundandose en la fe de la Iglesia en el tema de la Asuncion, podia concluir que este misterio debia creerse con la misma firmeza de alma con que debia creerse la Inmaculada Concepcion de la bienaventurada Virgen, y ya entonces sostenia que estas dos verdades podian ser definidas.


38. Todas estas razones y consideraciones de los Santos Padres y de los teologos tienen como ultimo fundamento la Sagrada Escritura, la cual nos presenta al alma de la Madre de Dios unida estrechamente a su Hijo y siempre participe de su suerte. De donde parece casi imposible imaginarse separada de Cristo, si no con el alma, al menos con el cuerpo, después de esta vida, a Aquella que lo concibio, le dio a luz, le nutrio con su leche, lo llevo en sus brazos y lo apreto a su pecho. Desde el momento en que nuestro Redentor es hijo de Maria, no podia, ciertamente, como observador perfectisimo de la divina ley, menos de honrar, ademas de al Eterno Padre, también a su amadisima Madre. Pudiendo, pues, dar a su Madre tanto honor al preservarla inmune de la corrupcion del sepulcro, debe creerse que lo hizo realmente.


39. Pero ya se ha recordado especialmente que desde el siglo II Maria Virgen es presentada por los Santos Padres como nueva Eva estrechamente unida al nuevo Adan, si bien sujeta a él, en aquella lucha contra el enemigo infernal que, como fue preanunciado en el protoevangelio (Gn 3,15), habria terminado con la plenisima victoria sobre el pecado y sobre la muerte, siempre unidos en los escritos del Apostol de las Gentes (cfr. Rom cap. 5 et 6; 1Co 15,21-26 1Co 54-57). Por lo cual, como la gloriosa resurreccion de Cristo fue parte esencial y signo final de esta victoria, asi también para Maria la comun lucha debia concluir con la glorificacion de su cuerpo virginal; porque, como dice el mismo Apostol, "cuando... este cuerpo mortal sea revestido de inmortalidad, entonces sucedera lo que fue escrito: la muerte fue absorbida en la victoria" (1Co 15,54).


40. De tal modo, la augusta Madre de Dios, arcanamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad "con un mismo decreto" (27) de predestinacion, inmaculada en su concepcion, Virgen sin mancha en su divina maternidad, generosa Socia del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y sobre sus consecuencias, al fin, como supremo coronamiento de sus privilegios, fue preservada de la corrupcion del sepulcro y vencida la muerte, como antes por su Hijo, fue elevada en alma y cuerpo a la gloria del cielo, donde resplandece como Reina a la diestra de su Hijo, Rey inmortal de los siglos (cfr. 1 T'im 1,17).

Es llegado el momento


41. Y como la Iglesia universal, en la que vive el Espiritu de Verdad, que la conduce infaliblemente al conocimiento de las verdades reveladas, en el curso de los siglos ha manifestado de muchos modos su fe, y como los obispos del orbe catolico, con casi unanime consentimiento, piden que sea definido como dogma de fe divina y catolica la verdad de la Asuncion corporal de la bienaventurada Virgen Maria al cielo -verdad fundada en la Sagrada Escritura, profundamente arraigada en el alma de los fieles, confirmada por el culto eclesiastico desde tiempos remotisimos, sumamente en consonancia con otras verdades reveladas, espléndidamente ilustrada y explicada por el estudio de la ciencia y sabiduria de los teologos-, creemos llegado el momento preestablecido por la providencia de Dios para proclamar solemnemente este privilegio de Maria Virgen.


42. Nos, que hemos puesto nuestro pontificado bajo el especial patrocinio de la Santisima Virgen, a la que nos hemos dirigido en tantas tristisimas contingencias; Nos, que con rito publico hemos consagrado a todo el género humano a su Inmaculado Corazon y hemos experimentado repetidamente su validisima proteccion, tenemos firme confianza de que esta proclamacion y definicion solemne de la Asuncion sera de gran provecho para la Humanidad entera, porque dara gloria a la Santisima Trinidad, a la que la Virgen Madre de Dios esta ligada por vinculos singulares. Es de esperar, en efecto, que todos los cristianos sean estimulados a una mayor devocion hacia la Madre celestial y que el corazon de todos aquellos que se glorian del nombre cristiano se mueva a desear la union con el Cuerpo Mistico de Jesucristo y el aumento del propio amor hacia Aquella que tiene entranas maternales para todos los miembros de aquel Cuerpo augusto. Es de esperar, ademas, que todos aquellos que mediten los gloriosos ejemplos de Maria se persuadan cada vez mas del valor de la vida humana, si esta entregada totalmente a la ejecucion de la voluntad del Padre Celeste y al bien de los projimos; que, mientras el materialismo y la corrupcion de las costumbres derivadas de él amenazan sumergir toda virtud y hacer estragos de vidas humanas, suscitando guerras, se ponga ante los ojos de todos de modo luminosisimo a qué excelso fin estan destinados los cuerpos y las almas; que, en fin, la fe en la Asuncion corporal de Maria al cielo haga mas firme y mas activa la fe en nuestra resurreccion.


43. La coincidencia providencial de este acontecimiento solemne con el Ano Santo que se esta desarrollando nos es particularmente grata; porque esto nos permite adornar la frente de la Virgen Madre de Dios con esta fulgida perla, a la vez que se celebra el maximo jubileo, y dejar un monumento perenne de nuestra ardiente piedad hacia la Madre de Dios.

Formula definitoria


44. Por tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espiritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgo a la Virgen Maria su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegria de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Senor Jesucristo, de los bienaventurados apostoles Pedro y Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelacion divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen Maria, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste.


45. Por eso, si alguno, lo que Dios no quiera, osase negar o poner en duda voluntariamente lo que por Nos ha sido definido, sepa que ha caido de la fe divina y catolica.


46. Para que nuestra definicion de la Asuncion corporal de Maria Virgen al cielo sea llevada a conocimiento de la Iglesia universal, hemos querido que conste para perpetua memoria esta nuestra carta apostolica; mandando que a sus copias y ejemplares, aun impresos, firmados por la mano de cualquier notario publico y adornados del sello de cualquier persona constituida en dignidad eclesiastica, se preste absolutamente por todos la misma fe que se prestaria a la presente si fuese exhibida o mostrada.


47. A ninguno, pues, sea licito infringir esta nuestra declaracion, proclamacion y definicion u oponerse o contravenir a ella. Si alguno se atreviere a intentarlo, sepa que incurrira en la indignacion de Dios omnipotente y de sus santos apostoles Pedro y Pablo.

Nos, PIO XII

Obispo de la Iglesia catolica,

definiéndolo asi, lo hemos suscrito.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el ano del maximo Jubileo de mil novecientos cincuenta, el dia primero del mes de noviembre, fiesta de Todos los Santos, el ano duodécimo de nuestro pontificado.





Notas

(1) Petitiones de Asumptione corporea B. Virginis Mariae in coelum definienda ad S. Sedem delatae; 2 vol., Typis Polyglottis Vaticanis,1942.

(2) Bula Ineffabilis Deus, Acta P¡¡ IX, p. 1, vol. 1, p. 615.

(3) Cfr. Conc. Vat. De fide catholica, cap. 4.

(4) Conc. Vat. Const. De ecclesia Christi, cap. 4.

(5) Carta enciclica Mediator Dei, A.A.S., vol. 39, p. 541.

(6) Sacramentarium Gregorianum.

(7) Menaei totius anni.

(8) "Responsa Nicolai Papae I ad consulta Bulgarorum".

(9) S. loan Damasc., Encomium in Dormitionem Dei Genitricis semperque Virginis Mariae, hom. II,14; cfr. etiam ibid., n. 3.

(10) San Germ. Const., In Sanctae Dei Genitricis Dormitionem, sermon I.

(11) Encomium in Dormitionem Sanctissimae Dominae nostrae Deiparae semperque Virginis Mariae. S. Modesto Hierosol, attributum I, num. 14. volver)

(12) Cfr. Ioan Damasc., Encomium in Dormitionem Dei Genitricis semperque Virginis Mariae, hom. II,2,11; Encomium in Dormitionem, S. Modesto Hierosol, attributum.

(13) Amadeus Lausannensis, De Beatae Virginis obitu, Assumptione in caelum, exaltatione ad Filii dexteram.

(14) San Antonius Patav., Sermones dominicales et in solemnitatibus. In Assumptione S. Mariae Virginit sermo.

(15) S. Albertus Magnus, Mariale sive quaestionet super Evang. Missut est, q. 132.

(16) S. Albertus Magnus, Sermones de sanctis, sermon 15: In Anuntiatione B. Mariae, cfr. Etiam Mariale, q. 132.

(17) Cfr. Summa Theol.,3, q. 27, a. 1 c.; ibid., q. 83, a. 5 ad 8, Expositio salutationis angelicae, In symb., Apostolorum expositio, art. 5; In IV Sent., d. 12, q. 1, art. 3, sol. 3; d: 43, q. 1, art. 3, sol. 1 et 2.

(18) Cfr. S. Bonaventura, De Nativitate B. Mariae Virginis, sermon 5.

(19) S. Bonaventura, De Assumptione B. Mariae Virginis, sermon 1.

(20) S. Bernardinus Senens., In Assumptione B. M. Virginis, sermon 2.

(21) S. Bernardinus Senens., In Assumptione B. M. Virginis, sermon 2.

(22) S. Robertus Bellarminus, Canciones habitae Lovanii, cancion 40: De Assumptionae B. Mariae Virginis.

(23) Oeuvres de St. François de Sales, sermon autographe pour la fete de l'Assumption.

(24) S. Alfonso M. de Ligouri, Le glorie di Maria, parte II, disc. 1.

(25) S. Petrus Canisius, De Maria Virgine.

(26 Suarez, F, In tertiam partem D. Thomae, quaest. 27, art. 2, disp. 3, sec. 5, n. 31.

(27 Pii IX Acta 1ª parte, pag. 599








PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - II. LA EXPOSICION DE LA DOCTRINA CATOLICA