PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - MENTIS NOSRAE

MENTIS NOSRAE

Exhortacion Apostolica

PIO XII Sobre el fomento de la santidad de la vida sacerdotal 23 de septiembre de 1950

INTRODUCCION


1. El encargo de Jesus y Pedro motiva la exhortacion

En nuestra alma resuena siempre aquella voz del Divino Redentor cuando dijo a Pedro: Simon, hijo de Juan, ¿Me amas mas que éstos?... Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas(1); y también aquella otra con que, por su parte, el Principe de los Apostoles exhortaba a los Obispos y a los fieles de su tiempo, al decirles: Apacentad la grey de Dios, que esta entre vosotros..., haciéndoos modelo de vuestra grey2(2).


2. Principal necesidad de nuestro tiempo: elevar al sacerdote

Meditando con atencion, tales palabras, juzgamos que es oficio muy principal de Nuestro ministerio el hacer todo lo posible cada dia para que sea mas eficaz la labor de los sagrados Pastores y sacerdotes, que como fin necesario tiene el conducir al pueblo cristiano para que evite el mal, venza los peligros y adquiera la santidad y ello es mas necesario aun en nuestros tiempos, cuando pueblos y naciones, a causa de la reciente cruelisima guerra, no solo experimentan graves dificultades, sino que se hallan sometidos a una profunda perturbacion espiritual mientras los enemigos del catolicismo, con mayor audacia a causa de las circunstancias de la sociedad, con odio criminal y con disimuladas asechanzas se empenan por apartar de Dios y de su Cristo a los hombres todos.


3. Paternal solicitud del Papa por los sacerdotes

Restauracion cristiana, cuya necesidad todos los buenos admiten actualmente, que Nos incita a dirigir Nuestro pensamiento y Nuestro afecto de modo especial a los sacerdotes de todo el mundo, porque bien sabemos la humilde, vigilante y entusiasta actividad de ellos, pues viven entre el pueblo y, al conocer plenamente sus dificultades, sus penas y sus angustias, asi espirituales como materiales, pueden con las normas evangelicas renovar las costumbres de todos y establecer definitivamente, en el mundo, el reinado de Jesucristo, Reino de justicia, de amor y de paz(3).


4. Solo la santidad de los sacerdotes dara los frutos apetecidos

Pero de ningun modo sera posible que el ministerio sacerdotal logre con plenitud alcanzar aquellos efectos que corresponden adecuadamente a las necesidades de nuestra época, si los sacerdotes no brillan, ante el pueblo, que les rodea, con el brillo de una santidad insigne, y si no son dignos ministros de Cristo, fieles dispensadores de los misterios divinos de Dios(4), eficaces colaboradores de Dios(5), preparados para toda obra buena(6).


5. Manifestaciones de gratitud en las bodas de oro sacerdotales del Papa

Y por ello, pensamos que de ningun modo podremos manifestar mejor Nuestra gratitud a los sacerdotes del mundo entero-que, en ocasion del quincuagésimo aniversario de Nuestro sacerdocio, con sus oraciones al Senor dieron testimonio de su filial piedad hacia Nos-que dirigiendo a todo el Clero una paternal exhortacion a la santidad, sin la cual no puede ser fecundo el ministerio que les esta confiado. El Ano Santo, que hemos anunciado con la esperanza de que todos ajusten sus costumbres a las ensenanzas del Evangelio, deseamos que, como primer fruto, produzca éste: el de que todos cuantos son guia del pueblo cristiano atiendan con mayor empeno a dirigirse hacia la cima de la santidad, pues solo con tal espiritu y con tales armas podran renovarse en el espiritu de Jesucristo a la grey que les esta confiada.


6. Deber del sacerdote de tender a la perfeccion

Ciertamente que las necesidades actuales, hoy tan crecidas, de la sociedad, exigen cada vez mas la perfeccion de los sacerdotes; pero téngase bien en cuenta que ellos estan ya antes obligados -por la misma naturaleza del santisimo ministerio que Dios les ha confiado- a tender hacia la santidad, y ello siempre en todas las circunstancias y por todos los medios.


7. El gran don del sacerdocio, dignidad suprema

Como han ensenado Nuestros Predecesores, y singularmente Pio X(7) y Pio XI(8), asi como Nos mismo también lo hemos mostrado en las enciclicas Mysticis Corporis9(9) y Mediator Dei10(10) el sacerdocio es, ciertamente, el gran don del Divino redentor: pues éste, a fin de perpetuar hasta el final de los siglos, la obra de la redencion, por él consumada en su sacrificio de la Cruz, confio su potestad a la Iglesia, a la que quiso hacer participe de su unico y eterno sacerdocio. El sacerdote es como otro Cristo, porque esta sellado con un caracter indeleble, por el que se convierte casi en imagen viva de nuestro Salvador; el sacerdote representa a Cristo, el cual dijo: Como el Padre me envio, asi yo os envio a vosotros(11), el que a vosotros os escucha a mi me escucha(12).


8. El sacerdote, mediador entre el hombre y Dios

Consagrado, como por una divina vocacion, a este augustisimo misterio, esta constituido en lugar de los hombres en las cosas que tocan a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados(13). Necesario es, por lo tanto, que a él recurra todo el que quiera vivir la vida del Divino Redentor y desee recibir fuerza, consuelo y alimento para su alma; en él también habra de buscar la necesaria medicina quienquiera que desee levantarse de sus pecados y tornarse al recto camino. Por ese motivo, todos los sacerdotes con plena razon podran aplicarse a si mismos aquellas palabras del Apostol de las Gentes: Cooperadores somos... de Dios(14).


9. Necesidad de la correspondencia

Pero tan excelsa dignidad exige de los sacerdotes que con fidelidad suma correspondan a su altisimo oficio. Destinados a procurar la gloria de Dios en la tierra, a alimentar y aumentar el Cuerpo Mistico de Cristo, es necesario absolutamente que sobresalgan de tal modo por la santidad de sus costumbres, que por su medio se difunda por todas partes el buen aroma de Cristo(15).


10. El deber fundamental

El mismo dia en que vosotros, amados hijos, fuisteis ensalzados a la dignidad sacerdotal, el obispo, en nombre de Dios, os indico solemnemente, cual era vuestro deber fundamental: Comprended lo que hacéis, imitad lo que traéis entre manso; para que, al celebrar el misterio de la muerte del Senor, procuréis purificar vuestros miembros de todos los vicios y concupiscencias. Sea vuestra doctrina medicina espiritual para el pueblo de Dios; sea el aroma de vuestra vida el preferido de la Iglesia de Cristo, para que, con la predicacion y con el ejemplo, edifiquéis la casa que es la familia de Dios(16). Totalmente inmune de pecado, vuestra vida- mucho mas que la de los simples fieles- esté escondida con Cristo en Dios(17) y asi adornados con la excelsa virtud que exige vuestra dignidad, consagraos a llevar a cabo la obra de la redencion, pues a ello os ha destinado la consagracion sacerdotal.

Esta es la decision que espontanea y libremente os comprometisteis a realizar; sed santos, porque, como sabéis, sagrado es vuestro ministerio.

1ª PARTE

LA SANTIDAD EN LA VIDA SACERDOTAL

I. INTRODUCCION: LA CARIDAD VINCULO DE PERFECCION


12. La ensenanza del maestro: primero la caridad

Segun las ensenanzas del Divino maestro, la perfeccion de la vida cristiana tiene su fundamento en el amor a Dios y al projimo(18); pero este amor ha de ser férvido, diligente, activo. Y, si asi estuviere conformado, en cierto modo encierra ya en si todas las virtudes(19); y por ello, con toda razon, puede llamarse vinculo de perfeccion(20). Cualesquiera sean las circunstancias en que se encuentre el hombre, necesario es que dirija sus intenciones y sus actos hacia tal ideal.


13. El sacerdote esta llamado a la perfeccion

A ello, pues, viene obligado de modo particular el sacerdote. Porque todos sus actos sacerdotales por su misma naturaleza-esto es, en cuanto que el sacerdote ha sido llamado a tal fin por divina vocacion, y para ello ha sido adornado con un divino oficio y con carismas divinos- es necesario que tiendan a ello: pues él mismo tiene que asociar su actividad a la de Cristo, unico y eterno Sacerdote: y necesario es que siga e imite a Aquel que, durante su vida terrenal, tuvo como fin supremo el manifestar su ardentisimo amor al Padre y hacer Participes a los hombres de los infinitos tesoros de su corazon.



Notas

(1) Cf. Jn 21,15. 17.

(2) 1 Pet. 5,2. 3.

(3) Praef. Missae in festo Christi Regis.

(4) Cf. 1Co 4,1.

(5) Cf. 1Co 3,9.

(6) Cf. 2Tm 3,17.

(7) Exhort. Haerent animo: Acta Pii X,4,237 ss.

(8) Enc. Ad catholici sacerdotii A.A.S. 28. (1936) 5 ss.

(9) A.A.S. 35 (1943) 193 ss.

(10) A.A.S. 39 (1947) 521 ss.

(11) Jn 20,21. volver)

(12) Lc 10,16.

(13) He 5,1.

(14) 1Co 3,9.

(15) 2Co 2,15.

(16) Pontificale Romanum, De ord. presbyt.

(17) Cf. Col 3,3.

(18) Cf. Mt 22,37. 38,39.

(19) Cf. 1Co 13,4. 5. 6. 7.

(20) Cf. 1Co 13,4. 5. 6. 7.

II. LA IMITACION SACERDOTAL DE CRISTO


14. Intima union con Jesus

El principal impulso que debe mover al espiritu sacerdotal es el de unirse intimamente con el Divino Redentor, el aceptar integra y docilmente los mandatos de la doctrina cristiana, y el de llevarlos a la practica, en todos los momentos de su vida, con tal diligencia que la fe sea la guia de su conducta y ésta, en cierto modo, refleje el esplendor de la fe.


15. Mirada fija en Cristo, modelo del sacerdote

Guiado por el esplendor de esta virtud, siempre tenga fija su mirada en Cristo; siga con toda diligencia sus mandatos, sus actos y sus ejemplos; y hallese plenamente convencido de que no le basta cumplir aquellos deberes a que vienen obligados los simples fieles, sino que ha de tender cada vez mas y mas hacia aquélla santidad que la excelsa dignidad sacerdotal exige, como ya prescribe el Codigo de Derecho Canonico: El clérigo debe llevar vida mas santa que los seglares y servir a éstos de ejemplo en la virtud y en la rectitud de las obras(21).


16. Compendio de la vida de Cristo: vida cristocéntrica

La vida sacerdotal, del mismo modo que se deriva de Cristo, debe toda y siempre dirigirse a El. Cristo es el Verbo de Dios, que no desdeno tomar la naturaleza humana, que vivio su vida terrenal para cumplir la voluntad del eterno Padre, que difundio en torno a si el aroma del lirio, que vivio en la pobreza, que paso haciendo el bien y sanando a todos(22); que, en fin, se inmolo como hostia por la salvacion de los hermanos. Ante vuestros ojos tenéis, amados hijos, el cuadro de aquélla tan admirable vida: empenaos con todo esfuerzo por reproducirla en vosotros, acordandoos de aquélla exhortacion: Os he dado ejemplo para que vosotros hagais como yo he hecho(23).


17. Practica de la humildad, base de la santidad

El comienzo de la perfeccion cristiana esta en la humildad. Aprended de mi que soy manso y humilde de corazon(24). Pues si bien consideramos la tan excelsa dignidad a la que por el bautismo y por la sagrada ordenacion fuimos llamados, y si reconocemos nuestra propia miseria espiritual, necesario es que meditemos aquélla divina sentencia de Jesucristo: Sin mi nada podéis hacer(25).


18. Desconfianza de si mismo y desprendimiento

El sacerdote no debera confiar en sus propias fuerzas, ni complacerse con desorden en sus propias dotes, ni andar buscando el juicio y alabanza de los hombres, ni aspirar ambicioso a las mas altas dignidades, sino imitar a Cristo, que no vino para ser servido sino para servir(26); niéguese, pues, a si mismo, segun el mandato del Evangelio(27), y no se apegue en su animo a las cosas terrenales con demasia, para asi poder seguir, mas facil y mas libremente, al Divino Maestro. Todo cuanto él tiene, todo cuanto él es, se deriva de la bondad y del poder de Dios; por lo tanto, si de algo quisiere gloriarse, recuerde bien las palabras del Apostol: Mas por lo que toca a mi mismo, no me gloriare sino de mis debilidades(28).


19. Triple inmolacion

a) la voluntad en la obediencia

Semejante espiritu de humildad, iluminado por la luz de la fe, obliga al hombre a inmolar, en cierto modo, su voluntad mediante la obligada obediencia. Fue el mismo Cristo quien establecio, en la sociedad por él fundada, una legitima autoridad, encargada de perpetuar la de El para siempre; por ello, quien obedece a los superiores, en la Iglesia, obedece al Redentor mismo.


20. b) El juicio propio: necesidad de la obediencia

En tiempos como los nuestros, cuando el principio de autoridad es quebrantado con audacia y temeridad, es absolutamente necesario que el sacerdote, ademas de mantener firmemente en su espiritu los principios de la fe, reconozca y en conciencia admira tal autoridad no solo como obligada defensa del orden religioso y social, sino también como fundamento de su propia santificacion personal. Y puesto que los enemigos de Dios, con cierta astucia criminal, ponen todo su empeno en excitar y seducir las desordenadas ambiciones de algunos para que se rebelen contra la Santa Madre Iglesia, deseamos Nos elogiar, como es merecido, y sostener con paternal animo a ese tan gran ejército de sacerdotes que, precisamente por proclamar abiertamente su obediencia y por guardar incolume su mas integra fidelidad hacia Cristo y hacia la autoridad por El constituida, fueron encontrados dignos de sufrir contumelia por el nombre de Cristo(29), y no solo contumelia, sino también persecuciones, carceles y hasta la misma muerte.


21. c) La dedicacion a las cosas de Dios y la renuncia en el celibato

La actividad del sacerdote se ejercita en todo cuanto al orden de la vida sobrenatural se refiere, pues le corresponde fomentar el crecimiento de la misma y comunicarla al Cuerpo Mistico de Cristo. Por ello ha de renunciar a todas las ocupaciones que son del mundo, cuidarse tan solo de las que son de Dios(30). Y porque ha de estar libre de las solicitudes del mundo y consagrado por completo al divino servicio, la Iglesia instituyo la ley del celibato, para que cada vez se pusiera mas de relieve, ante todos, que el sacerdote es ministro de Dios y padre de las almas. Y gracias a esa ley de celibato, el sacerdote, lejos de perder por completo el deber de la verdadera paternidad, lo realza hasta lo infinito, puesto que engendra hijos no para esta vida terrenal y perecedera, sino para la celestial y eterna.


22. La castidad sacerdotal - Excelencia de la pureza

Cuanto mas refulge la castidad sacerdotal, tanto mas viene a ser el sacerdote, junto con Cristo, hostia pura, hostia santa, hostia inmaculada(31).


23. Medios para conservar la castidad sacerdotal

Mas para conservar con todo cuidado y en toda su integridad esta castidad sacerdotal, cual tesoro de valor inestimable, necesario es de todo punto atenerse con toda fidelidad a aquélla exhortacion del Principe de los Apostoles, que todos los dias repetimos a la hora de Completas: Sed sobrios y vigilad(32).


24. La vigilancia y la oracion, custodia de la castidad

Si, mis amados hijos, estad muy vigilantes, porque vuestra castidad ha de enfrentarse con tantos peligros, asi por la plena ruina de la moralidad publica, como por los atractivos de los vicios, que hoy con tanta facilidad os asedian, ya finalmente por aquélla excesiva libertad de relaciones entre personas de distinto sexo, tan corriente en la actualidad, y que a veces llega audaz a querer penetrar aun en el ejercicio del ministerio sagrado. Vigilad y orad(33), acordandoos de que vuestras manos tocan las cosas mas santas; acordaos asimismo de que estais consagrados a Dios, y de que solo a El habéis de servir. Hasta el habito mismo que llevais os advierte, que no debéis vivir para el mundo, sino para Dios. Empenaos, pues, con ardor y valentia, confiando en la proteccion de la Virgen Madre de Dios, en conservaros cada dia nitidos, limpios, puros, castos, como conviene a ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios(34).


25. Evitar las familiaridades

Y a este proposito juzgamos oportuno exhortaros de modo especial para que, en la direccion de asociaciones y cofradias femeninas, os mostréis tales como corresponde a los sacerdotes: evitad toda familiaridad; y, siempre que fuere necesaria vuestra actuacion, sea ésta como de ministro sagrado. Y en la misma direccion de tales asociaciones encerrad vuestra actividad en aquellos limites que vuestro ministerio sacerdotal exige.


26. El desprendimiento apostolico de los bienes terrenos

Pero no juzguéis que sea bastante el que por la castidad hayais renunciado a todos los placeres de la carne, y que por vuestra obediencia hayais sometido plenamente vuestra voluntad a vuestros superiores; necesario es, asimismo, que vuestro espiritu se halle cada dia mas alejado de las riquezas y de las cosas terrenales. Una y otra vez os exhortamos, amados hijos, a que no améis demasiado las cosas caducas y perecederas de este mundo; procurad, mas bien -con suma veneracion-, tomar como modelos a los grandes santos de tiempos pasados y de los nuestros; pues ellos, uniendo la renuncia necesaria de los bienes temporales a una suma confianza en la divina Providencia y al mas ardiente celo sacerdotal, realizaron las obras mas admirables confiados tan solo en Dios que nunca niega los medios que sean necesarios. Aun los mismos sacerdotes "seculares", que no hacen profesion de pobreza por voto especial, deberan conducirse por un amor a la pobreza, que se muestre claro, asi en su vida -sencilla y modesta-, como en su habitacion -sin suntuosidad- y en su largueza generosa para con los pobres. Y, sobre todo, se abstengan de participar en las empresas economicas, que les apartaran del cumplimiento de sus deberes pastorales, y haran disminuir la consideracion de los fieles hacia ellos. Porque el sacerdote, obligado como esta a procurar por todos los medios la salvacion de las almas, debe considerar como suya aquélla sentencia del apostol San Pablo: No busco vuestras cosas, a vosotros busco(35).


27. Reproduciendo a Cristo en todas sus virtudes

Si ahora fuera oportuno el tratar detalladamente de todas aquellas virtudes, por las cuales el sacerdote ha de reproducir en si, en la mejor forma posible, el divino ejemplar de Jesucristo, iriamos desarrollando muchas cosas que en Nuestra mente estan presentes; hemos querido, sin embargo, inculcar de modo especial a vuestra mente tan solo todo aquello que singularmente parece necesario en estos nuestros tiempos; cuanto a las demas virtudes, baste recordar esta sentencia del aureo libro de la Imitacion de Cristo: El sacerdote debe estar adornado de todas las virtudes y dar a los demas ejemplo de recta vida. Su conversacion no sea segun las vulgares y comunes maneras de los hombres, sino como de angeles y hombres perfectos(36).



Notas

(21) C.I.C. can. 124.

(22) Ac 10,38.

(23) Jn 13,15.

(24) Mt 11,29.

(25) Jn 15,5.

(26) Mt 20,28.

(27) Cf. Mt 16,24.

(28) 2Co 12,5.

(29) Ac 4,41.

(30) 1Co 7,32. 33.

(31) Missale Rm Canon.

(32) 1 Pet. 5,8.

(33) Marc. 14,38.

(34) Pontificale Rm In ordin. diacon.

(35) 2Co 12,14.

III. NECESIDAD DE LA GRACIA PARA LA SANTIFICACION SACERDOTAL


28. Consideracion de verdades sublimes que manifiestan la grandeza del sacerdocio y la eficacia de los auxilios de la gracia

Nadie ignora, mis amados hijos, que no es posible a ningun cristiano -y de modo especial, a ningun sacerdote- el imitar, en la practica de la vida cotidiana, los admirables ejemplos del Divino Maestro, sin el auxilio de la divina gracia y sin el uso de aquellos instrumentos de la gracia misma, que El nos ha puesto a nuestra disposicion. Y ello es tanto mas necesario cuanto mayor es la perfeccion que nosotros hayamos de conseguir, y cuanto mayores son las dificultades derivadas de nuestra naturaleza, inclinada al mal. Movidos por esta razon, juzgamos Nos oportuno el pasar a la consideracion de otras verdades, tan sublimes como consoladoras, en las que aparece aun mas claramente cuan excelsa ha de ser la santidad sacerdotal y cuan eficaces son las riquezas que Jesucristo nos ha comunicado para que podamos llevar a la practica, en nosotros, los designios de la divina misericordia.


29. Vida de sacrificio en union con Cristo

Como toda la vida del Salvador fue ordenada al sacrificio de si mismo, asi también la vida del sacerdote, que debe reproducir en si la imagen de Cristo, debe ser con El, por El y en El un aceptable sacrificio.


30. El ejemplo de Cristo en el Calvario

En efecto, la oferta que el Senor hizo en el Calvario no fue solo la inmolacion de su propio Cuerpo; pues El se ofrecio a si mismo, hostia de expiacion, como Cabeza de la Humanidad, y por eso, al encomendar su espiritu en las manos del Padre, se encomendo a si mismo a Dios como hombre, para recomendar todos los hombres a Dios(37).


31. El ejemplo de Jesus en la santa Misa

Lo mismo ocurre en el sacrificio eucaristico, que es renovacion incruenta del sacrificio de la cruz: pues, en él, Cristo se ofrece a si mismo al Padre por su gloria y por nuestra salud. Mas, como quiera que El, sacerdote y victima, obra como Cabeza de la Iglesia, se ofrece e inmola, no solamente a si mismo, sino también a todos los fieles, y en cierto modo a todos los hombres(38).


32. El inagotable valor del sacrificio eucaristico

Ahora bien: si esto vale de todos los fieles, con mayor razon vale de los sacerdotes, que son ministros de Cristo principalmente por la celebracion del sacrificio eucaristico. Precisamente en el sacrificio eucaristico, cuando representando a la persona de Cristo consagran el pan y el vino, que se convierten en cuerpo y sangre de Cristo, pueden beber, en la fuente misma de la vida sobrenatural, los tesoros de la salvacion y todos aquellos medios que les son necesarios, no solo para si mismos individualmente, sino también para cumplir su mision.


33. Conformar la vida con la dignidad y vivir la santa Misa

Porque el sacerdote, al estar en tan estrecho contacto con estos divinos misterios, no puede menos de tener hambre y sed de justicia(39) ni dejar de sentir los estimulos de ajustar su vida a aquélla tan excelsa dignidad, con que esta adornado, y de encuadrarla en su afan de sacrificarse, pues en cierto modo debe inmolarse a si mismo junto con Cristo. Por lo tanto, no se contente con celebrar la santa misa: necesario es que la viva intimamente; y tan solo asi podra encontrar aquélla vida sobrenatural que habra de transformarle, haciéndole participar -en cierto modo- de la vida sacrificial del mismo Divino Redentor.


34. Transformarse en victima con Cristo

San Pablo pone como principio fundamental de la perfeccion cristiana el precepto revestios de nuestro Senor Jesucristo(40). Este precepto, si vale para todos los cristianos, vale de modo especial para los sacerdotes. Mas revestirse de Cristo no es solo inspirar los propios pensamientos en su doctrina, sino entrar en una vida nueva que, para resplandecer con las fulgores del Tabor, debe conformarse a los del Calvario. Pero esto exige un arduo y continuo trabajo, por el que nuestra alma se convierta como en victima, a fin de participar intimamente en el sacrificio mismo de Cristo. Trabajo arduo y constante que no ha de tener como principio una voluntad ineficaz, ni ha de limitarse tan solo a deseos y promesas, sino que ha de ser un ejercicio incansable y continuo que lleve a una fructifera renovacion del espiritu; debe ser ejercicio de piedad, que lo refiera todo a la gloria de Dios; debe ser ejercicio de penitencia, que refrene y modere los desordenados movimientos del alma; debe ser acto de caridad, que inflame nuestras almas en el amor hacia Dios y hacia el projimo y que nos estimule a promover todas las obras de misericordia; debe ser, finalmente, voluntad activa para empenarse y luchar por hacer lo mas perfecto.


35. San Pedro Crisologo recomienda inmolarse con Cristo

Necesario es, por lo tanto, que el sacerdote procure reproducir en su alma todo cuanto sobre el altar ocurre. Como Jesucristo se inmola a si mismo, también su ministro debe inmolarse con El; como Jesus expia los pecados de los hombres, asi él, siguiendo el arduo camino de la ascética cristiana, debe trabajar por la propia y por la ajena purificacion. De esta suerte lo amonesta San Pablo Crisologo: Sé sacrificio y sacerdote de Dios; no pierdas lo que te dio y concedio la divina autoridad. Revistete de la estola de la santidad; cinete con el cingulo de la castidad; sea Cristo velo sobre tu cabeza; esté la cruz como baluarte sobre tu frente; pon sobre tu pecho el sacramento de la ciencia divina; quema siempre el oloroso perfume de la oracion; empuna la espada del espiritu; haz de tu corazon como un altar y ofrece sobre él tu cuerpo generosamente como victima a Dios... Ofrece la fe de modo que sea castigada la perfidia; inmola el ayuno, para que cese la voracidad; ofrece en sacrificio la castidad, para que muera la pasion; pon sobre el altar la piedad, para que sea depuesta la impiedad; invita a la misericordia, para que se destruya la avaricia; y para que desaparezca la necedad, conviene siempre inmolar la santidad; asi tu cuerpo sera tu hostia, si no esta herida por ningun dardo de pecado(41).


36. La muerte mistica en Cristo: doctrina de la Enciclica "Mediator Dei"

Cumple bien ahora el repetir, con las mismas palabras, pero de modo particular a los sacerdotes, todo cuanto Nos propusimos como digno de meditarse a todos los fieles en la enciclica Mediator Dei: Jesucristo, en verdad, es sacerdote, pero sacerdote para nosotros, no para Si, al ofrecer al Eterno Padre los deseos y sentimientos religiosos en nombre de todo el género humano: igualmente, El es victima, pero para nosotros, al ofrecerse a Si mismo en vez del hombre sujeto a la culpa. Pues bien; aquello del Apostol, habéis de tener en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo, exige a todos los cristianos que reproduzcan en si, en cuanto al hombre es posible, aquel sentimiento que tenia el Divino Redentor cuando se ofrecia en Sacrificio, es decir, que imiten su humildad y eleven a la suma Majestad de Dios la adoracion, el honor, la alabanza y la accion de gracias. Exige, ademas, que de alguna manera adopten la condicion de victima, abnegandose a si mismos segun los preceptos del Evangelio, entregandose voluntaria y gustosamente a la penitencia, detestando y expiando cada uno sus propios pecados. Exige, finalmente, que nos ofrezcamos a la muerte mistica en la Cruz juntamente con Jesucristo, de modo que podamos decir como San Pablo: estoy clavado en la Cruz juntamente con Cristo(42).


37. Aprovechar las riquezas de la Sangre de Jesus

Sacerdotes y amadisimos hijos, en nuestras propias manos tenemos un tesoro grande, una margarita, la mas preciosa: esto es, las riquezas inagotables de la sangre del mismo Jesucristo; usemos de ellas con mayor largueza, para que, por medio del sacrificio total de nosotros mismos, ofrecido junto con Cristo al Eterno Padre, en verdad lleguemos a ser mediadores de justicia en aquellas cosas que tocan a Dios(43), y asi sean aceptadas benignamente nuestras plegarias, logrando impetrar aquélla lluvia de gracias tan abundantes que renueven y enriquezcan a la Iglesia y a las almas todas. Y solo entonces, cuando hayamos llegado a ser como una sola cosa con Cristo, mediante su inmolacion y la nuestra, y cuando hayamos unido nuestra voz a la del coro de los habitantes de la celestial Jerusalén illi canentes iungimur almae Sionis aemuli44(44), solo entonces, fortalecidos con la virtud del Salvador sera cuando, desde la altura de la santidad, que hayamos conseguido, podremos bajar seguramente y sin peligro, para llevar a todos los hombres la luz sobrenatural de Dios y la vida sobrenatural.

IV. NECESIDAD DE LA ORACION Y DE LA PIEDAD


38. El precepto de orar siempre

La santidad perfecta requiere también una continua comunicacion con Dios: y para que este intimo contacto que el alma sacerdotal debe establecer con Dios no fuese jamas interrumpido en la sucesion de los dias y de las horas, la Iglesia impuso al sacerdote la obligacion de recitar el oficio divino. De ese modo, ella recogio fielmente el precepto del Senor: Es preciso orar siempre y no descansar(45).


39. La Obligacion del Oficio Divino

La Iglesia, del mismo modo que nunca cesa de orar, desea ardientemente que sus hijos hagan lo mismo, repitiendo las palabras del Apostol: Por medio, pues, de El (Jesucristo) ofrezcamos a Dios perennemente el sacrificio de alabanza; esto es, el fruto de los labios que confiesan su nombre(46). Pues a los sacerdotes les confio ese peculiar oficio, el de que, orando aun en nombre del mismo pueblo, consagren a Dios en cierto modo el correr y las vicisitudes de todo el tiempo.


40. Oracion continua del nuevo Moisés: Voz de Cristo y de la Iglesia

Y el sacerdote, al conformarse con tal deber, no hace sino continuar, a través de los siglos, aquello mismo que Cristo hizo, pues en los dias de su carne, habiendo ofrecido plegarias y suplicas con grandes gritos..., fue oido por su reverencia(47). Esta oracion, tiene una eficacia, porque esta hecha en nombre de Cristo, esto es, por medio de Nuestro Senor Jesucristo, el cual es nuestro mediador junto al Padre y presenta a él incesantemente su satisfaccion, sus méritos y el precio sumo de su Sangre. Ella es la voz de Cristo, el cual ora por nosotros como nuestro sacerdote, ora en nosotros como nuestra Cabeza(48). Es igualmente siempre la voz de la Iglesia, que recoge las ansias y los deseos de todos los fieles que, asociados a la voz y a la fe del sacerdote, alaban a Jesucristo, y por medio de El dan gracias al Eterno Padre del que, cada dia y a cada hora, impetran los auxilios necesarios. Asi es como viene a repetirse lo que en otro tiempo hizo Moisés, cuando -en lo alto del monte, y con los brazos extendidos hacia el cielo- hablaba con Dios y le suplicaba misericordia para su pueblo que tantas penas sufria en el valle adyacente. No otra cosa es lo que los sacerdotes reiteran cada dia.


41. Elevacion de la mente en el Oficio y digna recitacion

Pero el oficio divino es también un medio eficacisimo de santificacion. No es, en efecto, tan solo una recitacion de formulas ni de canticos que hayan de cantarse segun canones del arte: no se trata solo del respeto de ciertas normas, llamadas rubricas, o de ceremonias externas del culto, sino que se trata mas bien de la elevacion de la mente y del alma a Dios para que se unan a la armonia de los espiritus bienaventurados que cantan sus alabanzas eternamente(49). Por ello, el oficio divino se ha de rezar, en todas sus horas, segun lo que en el principio del mismo se hace notar: Digna, atenta, devotamente.


42. Medios para obtener dichos fines: Tener las mismas intenciones de Jesus

Pero es necesario que el sacerdote ore con la misma intencion del Redentor. Es casi la misma voz del Senor que, por medio de su sacerdote, continua implorando de la clemencia del Padre los beneficios de la Redencion; es la voz del Senor, a la que se asocian los coros de los angeles y de los santos del cielo y de todos los fieles en la tierra, para glorificar debidamente a Dios; es la voz de Cristo, nuestro abogado, por medio de la cual se nos obtienen los inmensos tesoros de sus méritos.


43. Meditar la Sagrada Escritura contenida en el Oficio

Meditad, por eso, atentos y solicitos, aquellas verdades fecundas que el Espiritu Santo nos propone por las palabras de las Sagradas Escrituras y que los escritos de los Padres y de los Doctores comentan. Mientras vuestros labios repiten las palabras dictadas por el Espiritu Santo, cuidad bien de no perder nada de tesoro tan grande; y, para que vuestra alma sea el eco vivo de la voz de Dios, alejad sin cesar y con cuidado todo cuanto pueda distraeros y recoged vuestra atencion y vuestros pensamientos de modo que os consagréis mas facilmente y con mayor fruto a la contemplacion de las verdades eternas.


44. Seguir el ciclo liturgico

En la enciclica Mediator Dei hemos explicado ampliamente por qué fin el ciclo liturgico anual evoca y representa de modo ordenado los misterios de Nuestro Senor Jesucristo y celebra también las fiestas de la Santisima Virgen y de los Santos. Estas ensenanzas, que hemos comunicado a todos los fieles, porque son utilisimas a todos, deben ser meditadas especialmente por vosotros, los sacerdotes; por vosotros, que por el Sacrificio eucaristico y por el Oficio divino tenéis parte tan importante en el desarrollo del ciclo liturgico.


45. Otros ejercicios que la Iglesia recomienda

Para que avancen cada vez mas expeditamente por el camino de la santidad, la Iglesia recomienda con todo empeno a los sacerdotes, ademas de la celebracion del Sacrificio eucaristico y la recitacion del Oficio divino, también otros ejercicios de piedad. Sobre ellos Nos place tocar ahora algunos puntos y proponerlos a vuestra consideracion.


46. La meditacion y contemplacion de las cosas celestiales

Ante todo, la Iglesia nos exhorta a la meditacion que eleva la mente hacia el cielo, la solicita a la contemplacion de las cosas divinas y que, asimismo, conduce a nuestra alma, inflamada en el amor de Dios, hacia El. Meditacion de las cosas sagradas, que es la mejor preparacion para celebrar la Santa Misa y para, luego, dar a Dios las debidas gracias; que nos arrastra también a penetrar y gustas las bellezas de la liturgia, y, finalmente, nos hace contemplar las verdades eternas asi como los admirables ejemplos y ensenanzas del Evangelio.

Ejemplos del Evangelio y virtudes del Redentor, que necesariamente habran de reproducir en si mismos los sacerdotes.


47. Contemplacion de los misterios de la vida del Redentor

Mas, asi como el alimento material no alimenta la vida, ni la sustenta y aumenta, sino convenientemente digerido y transformado en sustancia nuestra, asi el sacerdote, si no meditare y contemplare los misterios del Redentor divino -que es el modelo supremo y perfecto de la vida sacerdotal y la fuente inagotable de su santidad- y no viviere su vida, no puede adquirir el dominio de si mismo y de sus sentidos, ni purificar su alma, ni encaminarse a la virtud -como él debe- ni, en fin, cumplir con fidelidad, entusiasmo y fruto sus sagrados deberes.


48. Obligacion grave de meditar y dano grave al descuidarla

Estimamos, por lo tanto, ser grave obligacion Nuestra exhortaros a la practica de la meditacion diaria, practica recomendada a todo el clero también por el Codigo de Derecho Canonico(50). En efecto, asi como el estimulo a la perfeccion sacerdotal es alimentado y reforzado por la meditacion diaria, asi el descuido y olvido de esta practica es origen de la tibieza del espiritu, por lo que la piedad disminuye y languidece, y no solo cesa o se retarda el impulso de la santificacion personal, sino que todo el ministerio sacerdotal sufre no menos dano. Por ello debe asegurarse fundadamente que por ningun otro medio se puede lograr la eficacia particular de la meditacion, y que su practica cotidiana, por lo tanto, es insustituible.


49. Oraciones varias y espiritu de oracion

De la oracion mental no debe separarse la oracion vocal; ni falten tampoco otras formas de oracion privada, que, en las condiciones particulares de cada uno, ayudan a realizar la union del alma con Dios. Pero téngase muy presente que, mas que las multiples oraciones, valen la piedad y el verdadero y ardiente espiritu de oracion. Este ardiente espiritu de oracion, necesario en todos los tiempos, lo es muy singularmente hoy, cuando el llamado naturalismo ha invadido las mentes y las almas, y la virtud esta expuesta a peligros de todo género, peligros que a veces se encuentran en el ejercicio del mismo ministerio. ¿Qué cosa podra defender mejor de estas insidias, qué cosa podra elevar el alma a las cosas celestiales y tenerla unida con Dios mejor que la asidua oracion y la invitacion de la ayuda divina?

Notas

(36) De imit. Christi,1,4,5,13. 14.

(37) S. Athanas. De Incaruatione n. 12: PG 26,1003 ss.

(38) Cf. S. Aug. De civitate Dei 10,6; PL 41,284.

(39) Cf. Mt 5,6.

(40) Rm 13,14.

(41) Sermo 108: PL 52,500,501.

(42) A.A.S. 39 (1947) 552,553.

(43) He 5,1.

(44) Brev. Rm Hymn. pro off. Dedic. Eccl.

(45) Lc 18,1.

(46) He 13,15.

(47) Ibid. 5,7.

(48) S. Aug. Enarr. in Ps 85,1: PL 37,1081.

(49) Cf. enc. Mediator Dei: A.A.S. 39 (1947),574.

(50) Cf. C.I.C. can. 125,2.





Menti Nostrae

Exhortacion Apostolica


50. Confiada y filial devocion a la Virgen

Y como los sacerdotes pueden ser llamados por titulo singular hijos de Maria, no podran menos de alimentar una ardiente devocion hacia la Virgen, de invocarla con confianza, de implorar con frecuencia su poderosa proteccion. Todos los dias, como la Iglesia misma recomienda(51), rezaran el santo rosario, que, al poner ante nuestra meditacion los misterios del Redentor, nos conduce a Jesus por Maria.


51. Visita diaria al Santisimo Sacramento

El sacerdote, antes de cerrar su jornada de trabajo, se dirigira al tabernaculo y alli se detendra siquiera algun tiempo, para adorar a Jesus en su sacramento de amor, para reparar las ingratitudes de tantos hacia sacramento tan grande, para encenderse cada vez mas en el amor de Dios y para permanecer de algun modo, aun durante el tiempo del reposo nocturno, que recuerda a su mente el silencio de la muerte, en la presencia del Corazon de Cristo.


52.Examen de conciencia

No omita el diario examen de conciencia, que es el medio mas eficaz asi para darse cuenta de los progresos de la vida espiritual durante el dia, como para remover los obstaculos que entorpecen o retardan el progreso en la virtud, como, finalmente, para conocer los medios mas idoneos de asegurar al ministerio sacerdotal mayores frutos e implorar del Padre celestial perdon para tantas debilidades.


53. Confesion frecuente

Esta indulgencia y el perdon de los pecados nos son concedidos de modo especial en el sacramento de la penitencia, obra maestra de la bondad del amor de Dios, para socorrer nuestra fragilidad. Que no ocurra nunca, amados hijos, que precisamente el ministro de este sacramento de reconciliacion se abstenga de él. La Iglesia, como sabéis, dispone en esta materia: Vigilen los ordinarios para que los clérigos limpien frecuentemente las manchas de su propia conciencia con el sacramento de la penitencia(52). Aunque ministros de Cristo, somos, sin embargo, débiles y miserables: ¿como podremos, pues, subir al altar y tratar los sagrados misterios, si no procuramos purificarnos lo mas frecuentemente posible? Y en verdad que con la confesion frecuente "se aumenta el justo conocimiento propio, crece la humildad, se desarraigan las malas costumbres, se hace frente a la tibieza e indolencia espiritual, se purifica la conciencia, se robustece la voluntad, se lleva a cabo la saludable direccion de conciencias y aumenta la gracia en virtud del Sacramento mismo"(53).


54. La direccion espiritual

Y aqui es oportuna también otra recomendacion: que, al trabajar y avanzar en la vida espiritual, no os fiéis de vosotros mismos, sino que con sencillez y docilidad, busquéis y aceptéis la ayuda de quien con sabia moderacion puede guiar vuestra alma, indicaros los peligros, sugeriros los remedios idoneos, y en todas las dificultades internas y externas os puede dirigir rectamente y llevaros a perfeccion cada vez mayor, segun el ejemplo de los santos y las ensenanzas de la ascética cristiana.

Sin estos prudentes directores de conciencia, de modo ordinario, es muy dificil secundar convenientemente los impulsos del Espiritu Santo y de la gracia divina.


55. Los ejercicios espirituales

Deseamos ardientemente, en fin, recomendar a todos la practica de los Ejercicios Espirituales. Cuando nos retiramos por algunos dias de las ocupaciones habituales y del ambiente ordinario y nos apartamos a la soledad y al silencio, prestamos oido mas atento a la voz de Dios y ésta penetra mas profundamente en nuestra alma. Los Ejercicios, a la vez que nos llaman a un cumplimiento mas diligente de los deberes de nuestro ministerio, con la contemplacion de los misterios del Redentor, refuerzan nuestra voluntad, para servirle a El en santidad y justicia todos nuestros dias(54).

2ª PARTE


PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - MENTIS NOSRAE