PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - V. SOLICITUD POR EL CLERO JOVEN

V. SOLICITUD POR EL CLERO JOVEN


103. Cuidado del clero joven

Y en este momento, Venerables Hermanos, no podemos menos de exhortaros a que tengais un cuidado muy especial de los jovenes sacerdotes.


104. Preparacion prudente al ministerio sacerdotal

El paso, de la vida sosegada y tranquila del seminario a la actividad apostolica de sus ministerios, puede ser bastante peligrosa para los sacerdotes que entran en el campo abierto de su apostolado, si antes no estuvieran suficientemente preparados para semejante género de nueva vida. Por ello, oportunamente habréis de considerar muy bien que todas las esperanzas puestas en los jovenes sacerdotes pueden fallar por completo, sino se les introdujere poco a poco y con cuidado en el trabajo, y si alguien prudentemente no les vigilare y moderare paternalmente en su primer acceso a los trabajos en su ministerio.


105, Promover instituciones adecuadas a ejemplo del Instituto San Eugenio

Razon ésta por la cual Nos aprobamos de buen grado el que los nuevos sacerdotes, alli donde fuere posible, durante algunos anos, sean acogidos en especiales colegios o institutos, en los cuales, bajo la guia de hombres de prudencia y experiencia probadas, puedan ejercitarse mas profundamente en la piedad y en las sagradas disciplinas, capacitandose, cada uno segun su ingenio, para los ministerios sacerdotales.

Por este motivo quisiéramos Nos que semejantes colegios se fundaran en todas y cada una de las diocesis o, si las circunstancias lo exigieren, uniéndose varias diocesis para ello.

Por lo que a nuestra Ciudad Eterna se refiere, ya Nos hemos cuidado de ello pues, al cumplirse el quincuagésimo aniversario de Nuestra ordenacion sacerdotal, hemos erigido el Instituto de San Eugenio dedicado singularmente a los jovenes sacerdotes(83).


106. Prudente distribucion del clero joven, no lanzarlo al ministerio sin experiencia

Os exhortamos, pues, Venerables Hermanos, para que evitéis, cuanto posible sea, el lanzar hacia la plenitud de la actividad sacerdotal a sacerdotes todavia inexpertos o el mandarlos a lugares muy apartados de la capital de su diocesis o de las ciudades mas importantes de ésta; porque si se hallaren en semejante situacion, aislados, inexpertos, expuestos a los peligros, lejos de prudentes maestros, tan solo se seguiran graves danos asi para ellos como para su actividad ministerial.


107. Ponerlos junto a sacerdotes ancianos

También aprobamos Nos de buen grado, Venerables Hermanos, el que estos jovenes sacerdotes vivan algun tiempo junto a algun parroco y sus coadjutores, porque de este modo, con el ejemplo y guia de personas mas avisadas, podran adiestrarse mas facilmente para cumplir los deberes de su sagrado ministerio al mismo tiempo que perfeccionarse mas aun en el espiritu de piedad.


108. Obligaciones de la virtud y celo de los ancianos

Por ello recordamos a todos los Pastores de almas que con el futuro éxito de estos sacerdotes jovenes esta, en gran parte en sus propias manos. Porque el celo ardiente y el generoso entusiasmo de que se encuentran ellos animados, cuando por primera vez inician su ministerio, ciertamente puede disiparse, o al menos debilitarse por el ejemplo mismo de los ya ancianos, si estos no brillan con el esplendor de sus virtudes, o si, so pretexto de no cambiar las viejas costumbres a que se hayan habituados, se muestran muy inclinados a un género de vida ya acostumbrado.


109. Vida comun del clero

Cuanto ya hace tiempo deseaba la Iglesia(84), Nos lo aprobamos y recomendamos vivamente, esto es, que se introduzca y se extienda la vida comun en los sacerdotes de una misma parroquia o de parroquias limitrofes.


110. Ventajas de la vida en comunidad

Practica esta de la vida comun, que ciertamente puede llevar consigo ciertas dificultades, pero que indudablemente tiene grandisimas ventajas: ante todo, alimentar cotidianamente, cada vez mas y mas, entre los sacerdotes el celo y el espiritu de caridad; ademas, el que den admirable ejemplo a los fieles en su separacion -la de los ministros de Dios- de sus propios intereses y aun de sus propias familias; finalmente, el que den testimonio, ante todos, de su escrupulosa solicitud por salvaguardar la virtud de la castidad sacerdotal.


111. Continuar su propia formacion por el estudio

Por lo demas, necesario es que los sacerdotes se consagren plenamente al estudio, segun manda el Codigo de Derecho Canonico: Los clérigos en ningun modo interrumpan sus estudios principalmente los sagrados, después que hubieren recibido el sacerdocio(85). Y el mismo Codigo, ademas de exigir que los sacerdotes jovenes se sometan a examen todos los anos en el decurso de un trienio completo(86), manda que con la mayor frecuencia, cada ano, tengan ellos reuniones encaminadas a promover la ciencia y la piedad(87).


112. Importancia de las bibliotecas sacerdotales

Y para bien favorecer tales estudios, que a veces son dificiles a los sacerdotes a causa de las precarias condiciones economicas, seria muy oportuno el que los Ordinarios, siguiendo la antigua y luminosa tradicion de la Iglesia, se cuidaran de devolver su antigua dignidad a las bibliotecas, catedrales, colegiales y parroquiales.


113. Riquezas que encierran

Bibliotecas estas eclesiasticas que, no obstante las muchas expoliaciones y destrucciones sufridas, poseen con frecuencia una preciosa herencia asi de documentos como de codices manuscritos o de libros impresos, testimonio muy preclaro, en verdad, de la gran actividad y autoridad de la Iglesia, asi como de la fe y piedad de nuestros mayores, de sus estudios y de su refinada distincion(88).


114. Salas de consultas y de lectura; recto uso de las bibliotecas

Que jamas estas bibliotecas sean consideradas como abandonados almacenes de libros, sino que presenten mas bien una organizacion viva, de suerte que haya en ellas una sala dedicada a la consulta y estudio de libros. Pero, sobre todo, que dichas bibliotecas se hallen puestas al dia, cuidando de proveerlas con toda clase de publicaciones, singularmente de las que tocan a las cuestiones religiosas y sociales de nuestro tiempo. Y asi, tanto los profesores como los parrocos, y singularmente los jovenes sacerdotes, podra buscar en ellas, la doctrina necesaria ya para difundir las verdades del Evangelio, ya para combatir todos los errores.

4ª PARTE

SITUACION Y PROBLEMAS DE ACTUALIDAD

I. PELIGROS ESPIRITU DE NOVEDADES


115. Ansia de novedad en concepciones y conducta

Finalmente, Venerables Hermanos, juzgamos que pertenece a Nuestro oficio el dirigiros una especial advertencia sobre las dificultades propias de nuestros tiempos.

Bien habéis advertido, y tenéis muy comprobado, que entre los sacerdotes, singularmente entre los menos dotados de doctrina y de una vida severa, cada dia se va difundiendo, mas grave y mas extenso, cierto afan de novedades.

Novedad, por si misma, nunca es un criterio cierto de verdad, y tampoco puede ser laudable, sino cuando, al mismo tiempo que confirma la verdad, conduce a la rectitud y a la probidad.


116. Afan pernicioso de novedades

Ciertamente que son graves los errores de la época que vivimos: sistemas filosoficos, que nacen y mueren sin haber logrado mejorar en nada las costumbres de los hombres; manifestaciones artisticas verdaderamente monstruosas, que pretenden mostrarse bajo el falso nombre cristiano; sistemas de gobernacion publica, que atienden mas bien a las ventajas de los individuos que al bien comun, y ello en no pocos lugares; organizaciones economicas y sociales, que maquinan mayores peligros para los honrados que para los hombres sin escrupulos. De donde necesariamente se sigue que no faltan, en estos nuestros tiempos, sacerdotes inficionados de alguna manera por semejante contagio; que con frecuencia manifiestan tales opiniones y llevan un género tal de vida, aun en su propio vestir y en el porte de su persona, que ciertamente estan muy ajenos asi a su dignidad como a su ministerio; que se dejan llevar por el afan de novedad, asi cuando predican a los fieles como cuando combaten los errores de los adversarios; y que, finalmente, al obrar asi, no solo debilitan la fe de su propia alma, sino que, pisoteada su fama personal, aniquilan totalmente la eficacia de su ministerio.


117. A los Obispos de lugar toca poner al dia los métodos de apostolado

Sobre todas estas cosas, Venerables Hermanos, llamamos vivamente vuestra atencion, bien seguros de que vosotros, en medio del desmesurado afan -que hoy se ha apoderado de no pocos-, de admirar ora los tiempos pasados ora los futuros, usaréis aquélla prudencia, que, unida con la sabiduria y la vigilancia, sepa encontrar los nuevos métodos para la actividad y la lucha por el triunfo de la verdad. Estamos muy lejos de pensar que el apostolado no deba adaptarse a las realidades de la vida moderna y de que las iniciativas actuales no deban corresponder a las exigencias de nuestro tiempo. Pero como quiera que todo apostolado, que en la Iglesia se desarrolla, necesariamente ha de organizarse por los grados de la dignidad legitima, no se han de introducir nuevos métodos sino tan solo con el beneplacito del Ordinario.

Que los sagrados Pastores de una misma region o nacion procuren en esta materia comunicar entre si sus criterios, proveyendo de modo conveniente a las necesidades de sus regiones y estudiando seriamente los métodos mas idoneos y ajustados al apostolado religioso. Y si todo esto se hiciera con orden y disciplina, nunca jamas podra faltar la correspondiente eficacia a la accion sacerdotal. Pero que todos estén bien persuadidos de esto: que es preciso obedecer mas bien a la voluntad de Dios que a la de los hombres, y que la actividad del apostolado no debera regularse segun las opiniones personales, sino mas bien segun las leyes y las normas de la Jerarquia. Vana ilusion es creer que cualquiera pueda ocultar su pobreza espiritual y dedicarse eficazmente a la difusion del reinado de Cristo tan solo porque empleare extravagantes y absurdos métodos de actuacion externa.

II. EL CLERO Y LA CUESTION SOCIAL


118. Nada de incertidumbres ante el comunismo

Y también juzgamos que se requiere una posicion igualmente recta, por parte de los sacerdotes, cuando se trata de las doctrinas sociales, tal como se presentan en la época presente.

Porque no faltan actualmente quienes, frente a las maquinaciones de los comunistas, que, al prometer un perfecto bienestar temporal, intentan arrancar la fe a aquellos mismos a quienes prometen la plena felicidad temporal, no solo se muestran temerosos sino que se hallan agitados; pero esta Sede Apostolica, en muy recientes documentos, ha indicado con toda claridad el camino que todos han de seguir y del que nadie puede apartarse, si no quiere faltar a la conciencia de su deber.


119. Denunciar las consecuencias danosas del capitalismo

Pero otros se muestran no menos temerosos e inciertos ante aquel sistema economico que se llama capitalismo; cuyas graves consecuencias la Iglesia repetidas veces ha denunciado claramente. La Iglesia, en efecto, ha indicado no solo los abusos del capital y del exagerado derecho de propiedad que semejante sistema promueve y defiende, sino que ha ensenado también que el capital y la propiedad han de ser instrumentos adecuados de la produccion en beneficio asi de toda la sociedad como del sostenimiento y defensa de la libertad y dignidad humanas. Los danos consiguientes a ambos sistemas economicos deben persuadir a todos, pero singularmente a los sacerdotes, a que se mantengan siempre fieles a la doctrina social ensenada por la Iglesia, y a que la propaguen entre los demas y la lleven por todos los medios a la practica. En efecto; esta doctrina es la unica que puede curar los males que cada dia crecen en mayor extension; porque ella sola es la que une y perfecciona conjuntamente las exigencias todas de la justicia junto con los deberes de la caridad y promueve un orden social que ni oprime a los individuos, ni los separa mutuamente por los exagerados afanes de las propias ventajas, antes bien los une en admirable armonia de relaciones y con el vinculo de la caridad fraternal.


120. Ir al encuentro de ricos y pobres sin acepcion de personas

Los sacerdotes, imitando los ejemplos del Divino Maestro, deberan ir por todos los medios al encuentro de las necesidades de los pobres y de los trabajadores, y aun de todos aquellos que gimen en la angustia y la miseria, entre los cuales han de contarse no pocos de la clase media y aun del mismo orden sacerdotal. Pero de ningun modo olviden jamas a aquellos que, abundando en las riquezas, son muy pobres en su espiritu y que, por lo tanto, han de ser llamados a una plena renovacion de su vida, siguiendo el ejemplo de Zaqueo, que dijo: La mitad de mis bienes... la doy a los pobres; y, si en algo he defraudado a alguno, le restituyo el cuadruplo(89). En el fervor de las disputas sociales, los sacerdotales jamas deberan olvidar la finalidad de su ministerio: con valor y sin temor alguno, propongan siempre aquellos principios doctrinales que, en las diversas clases sociales, se refieren ya al derecho de propiedad, ya a las riquezas o a la justicia y a la caridad; pero cuiden bien de ensenar con su ejemplo, en la forma mas perfecta, aquellos mismos principios.


121. Formar y guiar a los seglares en sus deberes sociales

Pero sean seglares quienes se encarguen de que semejantes principios sean llevados a la practica. Si aquellos no estuvieran bien capacitados para ello, al sacerdote le corresponde el instruirlos y prepararlos.

Notas

(83) Cf. A.A.S. 41 (1949) 165-167. zzz

(84) Cf. C.I.C. can. 134. 111

(85) Can. 129. 222

(86) Can. 130,1. 333

(87) Can. 131,1. 444

(88) Cf. Epist. Emmi. Card. Patri Gasparri, a publicis negotiis, ad Italiae Epp. d. 15 ap. 1923: in Enchiri- dion clericorum (Typ. Pol. Vat. 1937) 613. 555

(89) Lc 19,8. 666

II. SOLICITUD DEL PAPA POR LAS NECESIDADES MATERIALES DEL CLERO


122. Paternal solicitud del Supremo Pastor por las estrecheces que sufren hoy no pocos sacerdotes

Creemos ahora oportuno tratar también algun tanto de las dificiles condiciones economicas que afligen a la mayoria de los sacerdotes después de la ultima guerra, principalmente en aquellas regiones que, o por causa de ella o por los trastornos politicos, mas han sufrido. Semejante estado de cosas Nos angustia profundamente, y nada hemos omitido, en cuanto estuviera en Nuestras posibilidades, para aliviar los sufrimientos, tristezas y extrema pobreza de muchos.


123. Facultades extraordinarias concedidas a los Obispos

Bien sabéis vosotros, Venerables Hermanos, como Nos -en aquellos lugares en donde la necesidad parecia sentirse mayor- por medio de la Sagrada Congregacion del Concilio, hemos concedido extraordinarias facultades a los Obispos y les hemos dado normas singulares, por las cuales pudieran de algun modo eliminarse las mas grandes diferencias, en la situacion economica, entre sacerdotes pertenecientes a una misma diocesis. Nos consta muy bien que en determinados lugares no pocos sacerdotes, dignos en verdad del mayor encomio, han obedecido a la invitacion de sus Pastores; pero en otras partes, por razon de ciertas dificultades, dichas normas no han surtido integramente los efectos deseados.


124. Informe del trabajo realizado

Por ello os exhortamos a que, con un espiritu verdaderamente paternal, prosigais el camino empezado, pues de ningun modo es admisible que falte el pan cotidiano a los obreros enviados a la vina del Senor. Y en esta materia, asimismo, no dejéis de comunicarnos el éxito que hayan tenido vuestros intentos.


125. Promover la prevision social entre los sacerdotes

Alabamos, ademas, y recomendamos mucho, Venerables Hermanos, las iniciativas que toméis de comun acuerdo para que no solo no falte actualmente lo necesario a los sacerdotes, sino que se provea también a lo futuro con aquel sistema de prevision -que celebramos que se haya aplicado ya en otras clases de la sociedad civil-, y ello principalmente cuando los sacerdotes se hallaren enfermos, o sufran enfermedades, o desfallezcan por vejez. De este modo aliviaréis por completo a los sacerdotes en todo lo que toca a la incertidumbre de su porvenir.


126. Encomio del socorro mutuo de los sacerdotes

A este proposito Nos place el manifestar paternal complacencia hacia todos aquellos sacerdotes que, aun a costa de grandes sacrificios, han auxiliado y auxilian en las necesidades de sus hermanos indigentes, especialmente si éstos se hallan enfermos o ancianos.

Haciendo esto, dan una prueba luminosa de aquélla caridad que Cristo senalo como divisa clara de sus discipulos, para que todos los reconocieran: En ello conoceran todos que sois mis discipulos, si os amareis los unos a los otros(90).


127. Practica del espiritu de amor universal

Y deseamos Nos que los sacerdotes de todas las naciones se unan cada vez mas con los vinculos mas estrechos de la caridad fraterna, para que cada vez se ponga mas de manifiesto que ellos, al ser ministros de Dios, Padre universal, se hallan unidos entre si por el fuego de la caridad, cualquiera que sea la nacion a que pertenezcan.


128. Educar a los fieles en el socorro del clero pobre; obligacion de los fieles y perjuicio del abandono

Pero bien comprendéis que este problema tan grave no se puede resolver adecuadamente, si los fieles no se convencen de que estan intimamente obligados a auxiliar al clero, cada uno segun sus propias posibilidades, y si no se adoptan toda las medidas bien conducentes a semejante fin.

Por ello haced comprender bien a los fieles encomendados a vuestra pastoral solicitud la obligacion que tienen de socorrer a los propios sacerdotes que se hallaren necesitados, porque siempre mantiene su valor aquélla palabra del Salvador: El operario es digno de su paga(91). ¿Como, pues, se podra esperar una entusiasta actividad de los sacerdotes en su ministerio, si les faltare lo necesario?

Por lo demas, los fieles que se olvidan de semejante deber, sepan que preparan, aun sin quererlo, el camino a los enemigos de la Iglesia, que en no pocos paises buscan precisamente condenar al clero a la miseria para asi mejor poder separarlo de sus legitimos pastores.


129. Obligacion de los poderes publicos

También los poderes publicos, segun la diversa condicion de cada nacion, tienen obligacion de proveer a las necesidades del clero, de cuyo ministerio bien cumplido recibe la misma sociedad muchos beneficios espirituales y morales, asi en los individuos como en si misma.

CONCLUSION: EXHORTACION FINAL


130. Resumen y programa de vida

Finalmente, antes de terminar Nuestra Exhortacion, no podemos menos de resumir y reiterar todo cuanto deseamos que continuamente tengais ante vuestros ojos, como normas que son muy principales de vuestra vida y de vuestra actividad.


131. La meta: encaminar todas las almas a Jesus

Siendo sacerdotes de Cristo, necesario es que con todas nuestras fuerzas trabajemos para que la Redencion, por El llevada a cabo, tenga la maxima eficacia en todas las almas. Al considerar atentamente las gravisimas necesidades de nuestra época, hemos de empenarnos con todo esfuerzo para hacer que vuelvan a Cristo los hermanos desviados del recto camino, o los cegados por las pasiones; para iluminar a los pueblos con la luz de la doctrina cristiana, formandoles en una mas perfecta conciencia de sus deberes de cristianos segun las rectas normas de nuestra religion y, finalmente, para excitar a todos a que se entreguen con valentia a las batallas por la verdad y por la justicia.


132. Irradiar a Cristo. Modelo de bondad

Pero tan solo alcanzaremos la meta deseada, cuando antes hayamos llegado a tal grado de santidad que podamos comunicar a los demas aquélla virtud y vida que de Cristo hayamos derivado hasta nosotros.

Asi, pues, a todo sacerdote le repetimos aquellas palabras del Apostol: No descuides la gracia que esta en ti, que te ha sido dada... por la imposicion de las manos del presbiterio(92). En todas las cosas muéstrate como modelo de buenas obras, en la doctrina, en la integridad, en la gravedad; que el hablar (sea) sano, irreprensible, de tal suerte que los enemigos queden confundidos, al no tener nada que decir contra nosotros(93).


133. Estimar la vocacion y vivirla santamente

Amados hijos: Tened en suma estima la gracia de vuestra vocacion, y vividla de tal modo que se mantenga siempre fuerte y produzca los frutos mas copiosos asi para la edificacion espiritual de la Iglesia como para la conversion de sus enemigos.


134. Renovar el espiritu de este Ano Santo

Y para que esta Nuestra Exhortacion consiga el fin que persigue, una y otra vez os avisamos con estas palabras, que tan oportunas resultan sobre todo al declinar ya el Ano Santo: Renovaos... en el espiritu de vuestra mente y revestios del nuevo hombre, creado segun Dios en la justicia y en la santidad de la verdad(94); sed... imitadores de Dios, como hijos muy predilectos, y caminad en el amor como Cristo nos amo y se dio a si mismo a Dios como oblacion y como hostia95(95); llenaos del Espiritu Santo, hablando entre vosotros con salmos e himnos, con canticos espirituales, cantando y diciendo salmos en vuestro corazon al Senor(96), velando con toda perseverancia y orando por todos los santos(97).


135. Exhortacion a una tanda extraordinaria de ejercicios espirituales

Al meditar en el espiritu estas exhortaciones del Apostol de las Gentes, Nos parece oportuno el aconsejaros que antes de terminar este mismo Ano Santo, hagais un curso extraordinario de Ejercicios Espirituales, de tal suerte que, movidos por una ferviente piedad, que alli lograréis, podais conducir mucho mejor las otras almas a que se gocen en los tesoros de la divina misericordia.


136. Confianza en Maria, Madre de los sacerdotes

Y cuando experimentareis la gran dificultad de seguir por el arduo camino de la santidad y de cumplir los deberes de vuestro ministerio, dirigid entonces confiadamente vuestros ojos y vuestro espiritu a aquélla que es Madre del Eterno Sacerdote y que, por ello mismo, es la Madre amantisima de todos los sacerdotes catolicos. Bien conocida os es la bondad de esta Madre; y en muchas regiones habéis sido instrumento de la misericordia del Inmaculado Corazon de Maria en el despertar asi la fe como la caridad del pueblo cristiano.


137. Amor de predileccion de Maria

Si Maria ama a todos con tiernisimo amor, de modo singular ama a los sacerdotes, que llevan en si viva la imagen de Jesus. Y asi, luego que con gran consuelo de vuestra alma hubiereis plenamente considerado el singular amor y la especial proteccion de la Bienaventurada Virgen Maria hacia cada uno de vosotros, sentiréis entonces como son mucho mas llevaderas las fatigas asi de vuestra santificacion como de vuestro ministerio sacerdotal.


138. El Padre Santo confia a la Virgen el clero de todo el mundo

Y Nos con todo amor confiamos todos los sacerdotes del mundo entero a la Santa Madre de Dios, medianera de todas las gracias celestiales, de suerte que, por su intercesion, Dios haga descender una muy exuberante efusion de su espiritu, que a todos los ministros del altar empuje hacia la santidad y que renueve espiritualmente a todo el linaje humano.


139. Bendicion especial al clero perseguido

Confiados en la poderosa intercesion y en el patrocinio de la Inmaculada Virgen Maria para la realizacion de todos estos deseos, imploramos la abundancia de las gracias divinas para todos; pero de modo singular para los Obispos y sacerdotes que en el cumplimiento de su deber, por defender los derechos y la libertad de la Iglesia, padecen persecucion, carcel y destierro. Singular amor es el que les profesamos; y les exhortamos paternalmente a que continuen dando buen ejemplo de la fortaleza y virtud sacerdotal.


140. Bendicion a todos los sacerdotes

Sea auspicio de estas gracias celestiales y prueba de Nuestra benevolencia la Bendicion Apostolica, que con todo amor damos a cada uno de vosotros, Venerables Hermanos, y también a todos vuestros sacerdotes.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 23 de septiembre de 1950, ano del gran jubileo y duodécimo de Nuestro Pontificado.

Notas

(90) Jn 13,35.

(91) Lc 10,7. 888

(92) 1Tm 4,14. 999

(93) Tt 2,8. 8. 000

(94) Ep 4,23. 24 100

(95) Ibid. 5,1. 2. 101

(96) Ibid. 5,18. 19.

(97) Ibid. 6,18. 102




MIRABILE ILLUD

Carta Enciclica

PIO XII Plegarias por la paz del mundo, 6 de diciembre de 1950


1. Clamor de todos por la paz y concordia en medio de la preparacion bélica.

Ese admirable prodigio de fraternal concordia que han mostrado las notables multitudes de fieles que han llegado a Roma de casi todas las naciones como peregrinos devotos durante el curso del Ano Santo, encierra a Nuestro parecer algo asi como un clamor de advertencia, un solemne testimonio para todos, de que los pueblos del mundo no desean la guerra ni la discordia ni los odios, sino que muy por el contrario, abrigan ardientes deseos de paz y de unidad de las mentes, y de aquella caridad cristiana que es la unica fuente de una era mejor y mas feliz para todos.

Es Nuestro ardiente deseo que todos escuchen por fin esa advertencia en momentos en que Nos contemplamos con corazon angustiado, la espantosa preparacion en que se embarcan los pueblos para la guerra, al paso que ya en algunos sitios la horrenda furia de la matanza recoge su cosecha de vidas valerosas en plena juventud.


2. Las ruinas y horrores de una guerra moderna.

¿Pero es que no se ha demostrado hasta la saciedad que los cruentos conflictos provocan ruinas indescriptibles, muertes y miserias de todo género? Son tan mortiferos los instrumentos y las maquinas de la guerra moderna inventados por el genio del hombre -un ingenio que ciertamente fue creado para otros fines-, que su sola mencion debe inspirar a toda persona sensata un profundo horror, sobre todo porque no solo desatan sus golpes contra los ejércitos, sino también contra los no combatientes, incluyendo a inocentes ninos, mujeres, ancianos y enfermos, y por igual contra edificios sagrados y preciosas conquistas del arte.


3. Peligro de una nueva hecatombe y nuevas rninas.

¿Quién no se siente horrorizado al pensar siquiera en multiplicar los cementerios agregando mas tumbas a las abiertas por la guerra reciente, o en amontonar sobre las paredes aun tambaleantes de tantas ciudades y pueblos, mas ruinas todavia? ¿Quién que tenga sentimientos puede dejar de estremecerse ante el pensamiento de futuras calamidades economicas que en tan alto grado afectan a casi todos los pueblos, y en particular a las mas pobres de las clases y que se agravan aun mas con la pérdida de la riqueza que acompana por necesidad a toda guerra?


4. La angustia y exhortacion del Padre Santo ante el peligro.

Nos que podemos elevar Nuestro animo por sobre el torrente de los humanos deseos, Nos que abrigamos un afecto paternal, para todos los pueblos de todas las naciones y de todas las razas, y que deseamos conservar inconmovible la paz de todos para que asi progrese su prosperidad cada dia, Nos, Venerables Hermanos, cada vez que vemos la claridad del cielo empanarse con negros nubarrones, cada vez que percibimos los nuevos peligros de una amenazadora guerra sobre la humanid no podemos menos de elevar Nuestra voz para exhortar a todos a dejar las enemistades, a zanjar las diferencias y a establecer aquella paz verdadera que, como conviene, publica y sinceramente reconoce y garantiza los derechos de la Religion, de los pueblos en general y de los ciudadanos en particular.


5. El hombre solo es incapaz de solucionar los graves problemas.

Sabemos muy bien con todo, que los simples esfuerzos humanos son incapaces de alcanzar semejante paz; es necesario ante todo renovar los corazones de los hombres, reprimir la avaricia y la sensualidad, conciliar los odios y poner verdaderamente en practica las normas y las exigencias de la justicia, para implantar una distribucion mejor de la riqueza, cultivar la caridad reciproca y fomentar en todos las virtudes.


6. La Religion cristiana practicada solucionaria los problemas.

No hay nada que conduzca con mayor eficacia y contribuya mejor al logro de este grandioso objetivo, que la Religion cristiana, cuyos divinos preceptos nos ensenan que los hombres, como hermanos, forman una familia cuyo Padre es Dios, de la cual Cristo es el Redentor y por sus divinas gracias el aliento de ella, y cuya morada eterna es el cielo.

Si se pusieran realmente en practica estos preceptos como es debido entonces sin duda alguna la vida publica y privada se verian libres de guerras y sediciones; no habria alzamientos ni conculcaciones de la libertad religiosa y civil; y brillaria, en cambio, una estabilidad pacifica, fundada en el orden debido y la justicia, senoreando en las inteligencias y los corazones de los hombres, abriendo una senda segura hacia una prosperidad en continuo aumento.


7. La oracion, a ejemplo de nuestros antepasados.

Es ciertamente una tarea dificil, pero necesaria, tan necesaria que no permite dilacion alguna; antes bien exige que se la emprenda cuanto antes. Si es dificil, mas dificil de lo que puede hacer la humana capacidad, entonces debemos recurrir a la oracion y a las suplicas ante el Padre Celestial, repitiendo lo que a través de las edades hicieron nuestros padres en momentos de grandes crisis, con resultados felices y saludables.

Por lo tanto os urgimos y exhortamos vivamente, Venerables Hermanos, para que propiciéis preces publicas y para que invitéis a vuestros fieles a orar por la paz y la concordia entre los pueblos; para que bajo el manto de la Religion se levante por decirlo asi una cruzada santa que conjure la lucha abominable que amenaza a toda la humana familia con tantos peligros.


8. Por intercesion de la Santisima Virgen.

Sabéis indudablemente que Nos celebramos el sacrificio eucaristico a la medianoche que marca el comienzo de la fiesta de la Inmaculada Concepcion de la Santisima Virgen MARIA, y que Nuestra voz suplicante ha sido escuchada de muehos por medio del mensaje de la Radio. Hemos querido que los fieles, unidos al Vicario de Cristo, pidan al Padre de las Misericordias, por intercesion de la poderosisima Virgen Madre de Dios, preservada de la mancha del pecado original, que al fin se aplaquen los odios, se suavicen las disputas, equitativamente, para que la luz de una paz genuina y real brille sobre todas las naciones.


9. Plegarias por la paz en la Novena de la Natividad.

Nos deseamos, ademas, que con el mismo celo espiritual por esta causa, se digan insistentes plegarias durante la Novena de imploracion que se acostumbra celebrar en preparacion de la fiesta solemne de la Natividad del Nino Jesus, para pedir del Divino Infante que la paz anunciada a los hombres de buena voluntad sobre su cuna sagrada por los coros angélicos(1), resplandezca en todo el mundo y se arraigue profundamente en todas partes.


10. Preces por la Iglesia y los perseguidos.

Y que no se omitan las fervientes suplicas al Redentor recién nacido, por la intercesion de su Santisima Madre, para que la Religion Catolica, el mas seguro fundamento de la sociedad y de la cultura, goce de la libertad que se le debe en todas las naciones, y para que, los que sufren persecucion por la justicia(2), los que han caido en la prision, o expulsados de sus hogares y de su Patria vagan en la incertidumbre, cuando no languidecen en el cautiverio, porque defendieron valientemente los derechos de la Santa Iglesia, reciban con abundancia el consuelo celestial y se les conceda al fin la hora feliz que han venido esperando con ardiente ansia e intenso deseo.


11. Un llamado al clero y a los fieles.

No dudamos, Venerables: Hermanos, de que con vuestra pastoral solicitud y vuestra acostumbrada diligencia comunicaréis esta Nuestra paternal exhortacion a vuestro clero y fieles en la forma que mejor os parezca; de igual modo Nos sentimos seguros de que todos Nuestros amadisimos la Hijos en Cristo corresponderan a ella en todo el mundo con alegria y buena voluntad.


12. Bendicion Apostolica.

Entre tanto, que la Bendicion Apostolica, que amantes en el Senor os impartimos como prenda de Nuestra paternal benevolencia, sea para todos y cada uno de vosotros, Venerables Hermanos, a vuestros compatriotas, y para aquellos en particular que dan con abundancia sus oraciones suplicantes por Nuestras intenciones, una fuente de gracias celestiales.

Dado en Roma, junto a San Pedro a 6 de Diciembre de 1950, ano duodécimo de Nuestro Pontificado.



Notas

(1) Lc 2,14.

(2) Mt 5,10; 1P 2,19.






PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - V. SOLICITUD POR EL CLERO JOVEN