PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - CONCLUSION: INVITACION A LA FIRMEZA EN LA FE




PIO XII: A LOS CATOLICOS CHINOS

sobre la situacion religiosa en su pais y las Consagraciones Episcopales no autorizadas por la Sede Apostolica, 29 de junio 1958

INTRODUCCION:

I. - Gratos recuerdos de la consagracion y del establecimiento de la jerarquia

eclesiastica China

1. Pio XII evoca la consagracion de los primeros Obispos chinos en San Pedro.

Cuando junto al sepulcro del Principe de los Apostoles, en la majestuosa Basilica Vaticana, nuestro inmediato Predecesor, de feliz memoria, Pio XI, hace treinta y dos anos, consagro y confirio la plenitud del sacerdocio a las primicias y a los nuevos retonos del Episcopado Chino(1), asi expandia los sentimientos de que estaba penetrado su paternal corazon en aquel momento solemne: Habéis venido, Venerables Hermanos a "ver a Pedro"; mas aun, de él habéis recibido el baculo, de que os serviréis para emprender los viajes apostolicos y congregar a las ovejas, y Pedro os ha abrazado con amor a vosotros, que infundis no poca esperanza de llevar a vuestros connacionales la verdad evangélica(1b).

2. Florecimiento de la Iglesia china y erecion de la Jerarquia eclesiastica.

El eco de estas palabras se reproduce hoy de nuevo en Nuestra alma, Venerables Hermanos y amados hijos, en esta hora de afliccion para la Iglesia Catolica en vuestra patria. Ciertamente no fue vana ni sin fruto la esperanza del gran Predecesor Nuestro: nuevos ejércitos de sagrados Pastores y heraldos del Evangelio se juntaron a aquel primer manipulo(2) de Obispos que PEDRO, viviente en su Sucesor, habia enviado la para regir aquélla selecta porcion del rebano de Cristo; un vigoroso florecer de nuevas obras y empresas de apostolado, aun en medio de multiples dificultades, florecieron entre vosotros. Y Nos, cuando mas tarde tuvimos la gran dicha de erigir la Jerarquia eclesiastica de China, hicimos Nuestra y aumentamos aquélla esperanza y vimos abrirse horizontes todavia mas amplios para la a dilatacion del Reino divino de Jesucristo.


II. - La persecucion y las Enciclicas Pontificias sobre China

3. Persecucion religiosa al clero y a los fieles.

Algunos anos después, por desgracia, nubarrones de tempestad oscurecieron el cielo; para vuestras comunidades cristianas, algunas de las cuales ya de antiguo florecian, comenzaron tiempos tristes y llenos de dolor. Vimos a los misioneros, entre quienes se contaban muchos Arzobispos y Obispos animados de un gran celo apostolico, y asimismo a nuestro Internuncio, obligados a abandonar el suelo de China; y arrojados a la carcel, o afligidos por las privaciones y sufrimientos de todas clases, a los sagrados Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y a muchos fieles.

4. Enciclica en defensa de los misioneros y de la mision.

Entonces Nos vimos forzados a levantar Nuestra voz angustiada para reprobar la injusta persecucion, y con la Carta Enciclica "CUPIMUS IMPRIMIS" del 18 de enero de 1952(3), tuvimos cuidado de recordar por amor a la verdad, conscientes de Nuestro deber, que la Iglesia Catolica no puede considerarse como extrana, cuanto menos hostil, a nadie; mas aun que ella, en su maternal solicitud, abraza con la misma caridad a todas las naciones, que no ambiciona cosas terrenas, sino que, a la medida de sus fuerzas, conduce a todos los ciudadanos a la consecucion del cielo. Advertiamos, ademas, que los misioneros no pretenden los intereses de una nacion particular, sino que, viniendo de todas las partes del mundo, y unidos como estan por un unico amor divino, desean y buscan solamente la difusion del Reino de Dios; bien claro esta, por lo tanto, que su obra lejos de ser superflua o danosa, es benéfica y necesaria para ayudar al celoso clero chino en el campo del apostolado cristiano.

5. Enciclica en defensa del patriotismo de los catolicos y contra la falsa doctrina de las tres independencias.

Después de casi dos anos, el 7 de octubre de 1954, con otra Carta Enciclica "Ad Sinarum gentem"(4), enviada a vosotros para refutar las acusaciones dirigidas contra los mismos catolicos chinos, proclamabamos abiertamente que el cristiano no es, ni puede ser, inferior a ninguno en la verdadera fidelidad y amor a su patria terrena. Y porque se habia difundido entre vosotros la falsa doctrina llamada de las Tres Independencias, Nos, en virtud de Nuestro divino y universal Magisterio, advertimos que esa doctrina, segun la entendian sus partidarios, ya en la significacion teorica, ya en las aplicaciones practicas que de ella se derivan, no podia ser aprobada por ningun catolico, puesto que arranca a las almas de la necesaria unidad de la Iglesia.

6. Nuevo documento pontificio. Testimonios de fidelidad a la Iglesia.

Ahora debemos advertir que en vuestra nacion, en estos ultimos anos, las condiciones de la Iglesia han ido empeorando. Es verdad y esto es motivo para a Nos de gran consuelo en medio de tantas y tan grandes tristezas que ante las prolongadas persecuciones que os afligen, no ha disminuido en vosotros la intrépida fe ni el amor ardentisimo al Divino Redentor y a su Iglesia; intrépida fe y ardentisimo amor que habéis demostrado de mil maneras, por todas las cuales recibiréis un dia el premio eterno de Dios, aunque solo una pequena parte de ellas ha llegado a conocimiento de los hombres.


PRIMERA PARTE GENERAL


1. LA IGLESIA Y SUS DIFICULTADES ACTUALES



I. - La "Asociacion patriotica", sus fines y métodos

7. Se denuncian las insidias de la "Asociacion patriotica".

Pero al mismo tiempo es deber Nuestro denuncia a las claras -y lo hacemos con temblor y con profunda pena- que, merced a planes insidiosos, las condiciones van empeorando entre vosotros hasta el punto de que parece que la falsa doctrina, que Nos hemos reprobado, va llegando a las mas extremas y perniciosas consecuencias.

En efecto, con una tactica habilmente concebida, se ha fundado entre vosotros una asociacion, que ha tomado el nombre de patriotica, y los catolicos se ven forzados con toda violencia a pertenecer a ella.

Esta asociacion, -Como se ha dicho en repetidas declaraciones- tendria el fin de unir el clero y los fieles en nombre del amor a la patria y a la religion para propagar el espiritu patriotico, para defender la paz entre los pueblos, y al mismo tiempo para apoyar, reforzar y propagar el socialismo establecido en vuestra Nacion y para ayudar a las autoridades civiles a defender cuando se ofrezca ocasion, resueltamente, la que ellos llaman libertad politica y religiosa. Es sin embargo evidente que, bajo estas expresiones de paz y de patriotismo, que pueden enganar a los ingenuos, tal asociacion tiende a llevar a la practica ciertos principios y planes perniciosos.

8. Fines que la "Asoeiacion" persigue.

Con la apariencia de patriotismo que realmente se muestra falaz, tal asociacion mira principalmente a que los Catolicos den progresivamente su adhesion a las falsedades del materialismo ateo, con las cuales se niega a Dios y se rechazan todos los principios sobrenaturales.

Con el pretexto de defender la paz, esa misma asociacion acepta y propaga falsas sospechas y acusaciones contra muchos y venerables miembros del clero y aun contra los Obispos y la misma Sede Apostolica, atribuyéndoles extravagantes propositos de imperialismo, de condescendencia y complicidad en la explotacion del pueblo, de premeditada hostilidad hacia la Nacion China.

Mientras afirman que es necesario que exista una absoluta libertad en materia religiosa, y con la excusa de facilitar las relaciones entre la autoridad eclesiastica y la civil, de hecho la asociacion pretende que la Iglesia, desatendidos y postergados sus sagrados derechos, quede totalmente sometida a la autoridad civil. Para lo cual se incita a los miembros a tener por buenas injustas medidas como la expulsion de los misioneros, el encarcelamiento de los Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles; asimismo a consentir en las medidas tomadas para impedir pertinazmente la jurisdiccion de muchos legitimos Pastores; ademas a sostener principios reprobables que abiertamente atacan la unidad y universalidad de la Iglesia y su constitucion jerarquica; y a admitir iniciativas que tienen por fin minar la obediencia del clero y de los fieles a sus legitimos Prelados separar las comunidades catolicas de la Sede Apostolica.


9. Métodos de violencia y de opresion.

Para difundir e inculcar en todas las inteligencias con mas facilidad estos principios, esta asociacion, que como dijimos, se gloria con el nombre de patriotica, recurre a los mas variados medios, aun a los de la opresion y la violencia: a saber, propaganda abundante y clamorosa en la prensa: reuniones y congresos, a los que se obliga a asistir con invitaciones, amenazas y enganos -aun a quienes no lo desean-, y en los que, si alguno valientemente se levanta a defender la verdad, facilmente le hacen callar, le derrotan y le tachan de infame, como enemigo de la patria y del orden nuevo. También se ha de hacer mencion de esos cursillos de formacion, en los que los discipulos tienen que beber y abrazar esta falaz doctrina, a los que van forzados sacerdotes, religiosos y religiosas, alumnos del sagrado seminario, fieles de cualquier estado y edad. En estos cursillos por medio de casi infinitas e interminables lecciones y discusiones, a lo largo de semanas y meses, las fuerzas de la mente y de la voluntad, tanto se debilitan y apagan que con esta violencia sicologica se arranca, mas bien que se pide libremente, como seria justo, una adhesion, que ya casi nada tiene de humana. A esto hay que anadir esos modos de proceder que, ejercidos con todos los medios, privada y publicamente, con engano, con dolo y con grave temor, perturban las mentes; las denominadas confesiones, arrancadas por la fuerza; los campos de reeducacion; los llamados juicios populares, ante los cuales se han atrevido a arrastrar ignominiosamente para juzgarlos a venerables Obispos.

Contra tales medios, que violan los mas importantes derechos de la persona humana y pisotean la sagrada libertad de los hijos de Dios, no puede menos de elevarse junto con la Nuestra la protesta de todos los fieles cristianos del mundo entero, y aun de todas las personas sensatas para deplorar el atropello contra la conciencia de los ciudadanos.


10. El cristiano y el amor a la Patria.

Y puesto que en nombre del patriotismo se ejecutan tales iniquidades, es deber Nuestro recordar a todos, una vez mas, que es precisamente la Iglesia con su doctrina que exhorta e incita a los catolicos a fomentar un sincero y profundo amor a sus propias naciones, a prestar la debida sumision a las autoridades publicas, salvo el derecho divino natural y positivo, a contribuir generosa y activamente a todas las empresas que conduzcan a una pacifica y ordenada prosperidad siempre creciente y a un verdadero progreso de la comunidad patria. La Iglesia jamas se ha cansado de inculcar a sus hijos la norma recibida de su Divino Redentor: Dad, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios(5); norma que se funda en el presupuesto de que ninguna oposicion puede existir entre los postulados de la verdadera Religion y los verdaderos intereses de la patria.

11. El cristiano y el amor supremo de Dios.

Pero es necesario afirmar también que, si los cristianos, por deber de conciencia, deben dar a César, o sea a la autoridad humana lo que le pertenece, asimismo no puede el César, es decir los gobernantes, exigir a los ciudadanos sumision en las cosas que tocan a Dios y no a ellos y por eso no puede pedir obediencia cuando se trata de usurpar los soberanos derechos de Dios, o bien de obligar a los fieles a obrar en oposicion con sus deberes religiosos, o a separarse de la unidad de la Iglesia y de su legitima jerarquia. Entonces sin duda alguna, todo cristiano con rostro sereno y voluntad firmisima repita las palabras con que Pedro y los primeros Apostoles respondieron a los perseguidores: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres(6).

II. - La Santa Sede y el pueblo chino


12. La verdadera paz debe fuudarse sobre la justicia y la caridad.

Con enfatica elocuencia los que fomentan y sostienen esta asociacion; que usa el nombre de patriotica como nombre suyo propio, hablan constantemente de paz y proclaman insistentemente que los catolicos deben luchar a favor de ella. Palabras, en si mismas, magnificas y justisimas: ¿A quién se debe alabar mas que a quien prepara el camino de la paz? Pero la paz, bien lo sabéis vosotros, Venerables Hermanos y amados hijos, no se funda solo en palabras, no es una formalidad exterior, sugerida quizas por tactica ocasional y contradicha por iniciativas y obras que, mas bien que inspirarse en sentimientos pacificos, disponen los corazones a resentimientos, odios o aversiones. La verdadera paz debe fundarse sobre principios de justicia y caridad, ensenadas por Aquel que se adorno, como con un titulo real, con el nombre de Principe de la paz(7); la verdadera paz es la deseada por la Iglesia, paz estable, justa, equitativa y ordenada entre los individuos, las familias y los pueblos que, respetando los derechos de cada uno, y especialmente los de Dios, una a todos con el vinculo de la reciproca y fraternal colaboracion.

13. La Iglesia reconoce los derechos del pueblo chino.

En tal pacifica perspectiva de armoniosa convivencia de todas las naciones, la Iglesia desea que cada Nacion tenga el puesto de dignidad que le compete. La Iglesia que, siempre ha seguido con simpatia los acontecimientos y vicisitudes de vuestra Patria, ya antes, hablando por boca de Nuestro inmediato Predecesor, de feliz memoria, deseo que fuesen plenamente reconocidas las legitimas aspiraciones y los derechos de ese pueblo, el mas numeroso de la tierra, cuya civilizacion se remonta a edades antiquisimas, que en siglos pasados conocio periodos de grandeza y esplendor, y al que no faltara un gran porvenir, si se mantiene en los caminos de la justicia y de la honestidad(8).

14. Ataques a la Santa Sede y arbitrarias limitaciones del Magisterio Pontificio.

Al contrario, segun las noticias trasmitidas por la radio y por la prensa, no faltan algunos y por cierto también entre el clero, desgraciadamente, que se atreven a insinuar la sospecha y la acusacion de malevolencia de la Santa Sede hacia vuestra Patria.

Partiendo de este falso y ofensivo ,presupuesto, no temen como primera medida limitar a su arbitrio la autoridad del supremo , diciendo que existen cuestiones como las sociales y economicas, en las que a los catolicos seria licito no hacer caso de las ensenanzas doctrinales y de las normas dadas por esta Sede Apostolica. Opinion -casi no habria necesidad de decirlo-, absolutamente falsa y llena de error, porque -como tuvimos ocasion de exponer hace algunos anos a una selecta asamblea de Venerables Hermanos en el Episcopado- la potestad de la Iglesia no esta circunscrita al dominio de las "cosas estrictamente religiosas" como suele decirse, mas pertenece a ella todo el campo de la ley natural, su ensenanza, interpretacion y aplicacion, en cuanto al fundamento moral. En efecto, por disposicion divina, la observancia de la ley natural se refiere al camino, por el cual el hombre debe tender hacia su fin sobrenatural. Ahora bien, la Iglesia en este camino, guia y custodia de los hombres, en cuanto se relaciona con su fin sobrenatural(9). Se trata de la misma verdad que con sabiduria ilustro Nuestro Predecesor SAN Pio X, en la Enciclica "Singulari quadam" del 24 de septiembre de 1912, cuando advertia que todas las acciones del cristiano estan sujetas al juicio y a la jurisdiccion de la Iglesia, en cuanto son buenas o malas desde el punto de vista moral, es decir, en cuanto concuerdan o estan en oposicion con el derecho natural y divino(10).


15. Falsas protestas de fidelidad.

Ademas quienes después de haber proclamado una limitacion tan arbitraria, declaran de palabra que quieren obedecer al Romano Pontifice en las verdades de fe y -como acostumbran expresarse- en las normas eclesiasticas que deben observarse, llegan hasta el atrevimiento de negar la obediencia a claras y precisas medidas y disposiciones de la Santa Sede, atribuyéndoles segundos fines imaginarios de orden politico, como si se tratase de tenebrosas maquinaones dirigidas contra la propia nacion.

Notas

() A.A.S. 50 (1958); La presente Enciclica del 29-VI-1958 no fue dada a publicidad sino el 8 de Septiembre de ese ano. La version es la de la Oficina de Prensa del Vaticano. Véase también L'Osservatore Romano, edicion castellana, Bs. Aires, Ano VII, Nº 353, del 18-IX-1958.

Tal vez no sea inconveniente, hacer a la presente Enciclica, ultima de Pio XII en pnblicarse penultima en escribirse, una breve introduccion.

En 1947 habia en China 20 Arquidiocesis,85 Diocesis y 39 Prefecturas Apostolicas.

La China Continental tenia ya su jerarquia propia formalmente establecida por Pio XII.

En 1926, Pio XI personalmente habia consagrado, como recuerda el Sumo Pontifice en la introduccion a la presente Enciclica, a los primeros Obispos Chinos en la Basilca de San Pedro; en 1947 se elevo este numero a una veintena y alrededor de 2.500 sacerdotes chinos. Desde 1952 se siguen los documentos pontificios que denuncian los atentados siempre mas graves contra la libertad de la Iglesia Catolica en China. En la Enciclica Evangelii Praecones de 1951 Pio XII evoca en general las dificultades que ecuentran los misioneros en el Extremo Oriente; en 1952 en la Carta Cupimus imprimis, el Padre Santo pone a los fieles cristianos en guardia contra el movimiento de la triple autonomia, la financiera, la administrativa y la apostolica; en 1945, la Enciclica Ad Sinarum Gentem, rechaza las calumnias que se estaban lanzando contra los catolicos y la Sede Apostolica. En la ultima Enciclica de Pio XII, Memmisse iuvat, no faltan alusiones severas a este estado de cosas, cuando pide oraciones especiales por la Iglesia del silencio, y no dijo mas el Sumo Pontifice porque ya obraba en manos de la autoridad eclesiastica china, aunque no se habia publicado aun, la presente Enciclica en que se condena la separacion abierta producida por las consagraciones episcopales recién realizadas. En 1959, aparecio en italiano un libro que traia, clasificados por paises, todos los textos pontificios sobre la Iglesia del Silencio, en que la China Continental ocupa un lugar tan doloroso, textos que complementan el anterior "Libro Rojo" consagrado a historiar los acontecimientos a que esas ensenanzas pontificias aluden.

(1) Pio XI, Homilia lam finis est, A.A.S. 18 (1926) 432.

(1b) Pio XI, Homilia lam finis est, A.A.S. 18 (1926) 432.

(2) Manipulo: Subdivision de la Legion Romana, equivalente en un tiempo a dos centurias; se emplea aqui por grupo compacto de combate.

(3) Pio XII, Carta Cupimus imprimis. 18-1952, A.A.S. 44 (1952) 153; en esta Coleccion: Encicl. 215, nota (1), pag. 2045-2047.

(4) Pio XII, Enciclica Ad Sinarum Gentem,7-X-1954; A.A.S. 47 (1955) 5; en esta Coleccion: Enclcl. 215, pag 2045.

(5) Lucas 20 25.

(6) Ac 5,29.

(7) Isaias 9,6.

(8) Ver Plo Xl, Mensaje al Delegado Apostolico en China, Il Sancto Padre,1- VIII-1928; A.A.S. 20 (1928) 245.

(9) Pio XII, Alocucion Magnificale Dominum mecum,2-XI-1945 al Colegio de Cardenales y Obis- pos; A. A.S. 46(1954) 671, y 672.

(10) San Plo X, Enclcllca Slngulari Quadan,24-IX-1912; A.A.S. 4 (1921) 658; en esta Coleccion: Enciclica 111,2, pag. 876




DISCURSO A LOS SEMINARISTAS DE APULIA

PIO XII

Discurso postumo para los seminaristas

Septiembre 1958

A ejemplo del Divino Maestro, que gozaba en apartarse con sus apostoles para infundir en sus almas los tesoros de su infinita sabiduria y bondad -seorsum autem discipulis suis disserebat omnia(1)-, también Nos, su indigno Vicario en la Tierra, de buen grado os acogemos en Nuestra morada, amados hijos, Superiores, Ex-Alumnos y Alumnos del Seminario Regional de Apulia, guiados por el eminente Senor Card. Prefecto de la S. Congregacion de Seminarios y Universidades, a la vez que por los celosisimos Arzobispos y Obispos de la region de Apulia, reunidos todos en Nuestra presencia, ansiosos por coronar solemne y fructuosamente la celebracion del quincuagésimo ano de la fundacion de vuestro Instituto.

2. Nunca consideramos ajeno a Nuestro oficio de Pastor Universal el encontrarnos con cada una de las porciones de la grey de Cristo: ¿qué decir, pues, de este encuentro con vosotros, amados seminaristas, esperanza de la Iglesia y Nuestra, retonos jovenes de la vina del Senor, futuros herederos del deposito de salud y de santidad, llamados a ser de modo muy particular sal de la tierra y luz del mundo?(2). Y, en efecto, nada mas pertinente y digno puede hacer el Romano Pontifice por toda la Iglesia -y cada Obispo por su propia Diocesis-, luego de atender con diligencia a las actuales necesidades de los fieles, que proveer con toda solicitud a la perfecta formacion de los que sobre la tierra habran de perpetuar, para salvacion de todas las gentes, la mistica presencia del Sumo Sacerdote, Cristo, hecho visible en aquellos en quienes se cumplira hasta la consumacion de los siglos la prometida casi identidad con El y con el Padre: Qui vos audit me audit et qui vos spernit me spernit. Qui autem me spernit, spernit Eum qui misit me(3). A este elevado motivo, que tan queridos os hace de vuestros Pastores, se anade otro, tan intimamente unido con el primero, de su natural deseo de asegurar la estabilidad y el progreso de la obra, en la que ellos consumen toda su vida.

La Iglesia es, en algunos aspectos, también una familia, por cuyo honor, progreso y continuidad estan vivamente interesados sus pastores, como padres. Recibida en herencia de sus predecesores, en las concretas y limitadas realidades de Diocesis y de Parroquias, los que la han amado y servido con la entrega y sacrificio de si mismos, no podrian sufrir ni aun el pensamiento de una posible extincion, ya por falta de vocaciones, ya por ineptitud de los sucesores. Como en toda casa grande, quien la preside esta preocupado por la continuidad de la estirpe y por el mantenimiento del anejo esplendor. Pues bien, vosotros, seminaristas, sois para Nos, para vuestros Obispos, y para el Clero mas anciano, los futuros herederos de la nobilisima casa a la que habéis dado el nombre, del ingente patrimonio de bienes y glorias espirituales, con tantas inmolaciones y fatigas acumulado por innumerables generaciones. Ved por qué sois objeto de amorosos y asiduos cuidados, y por qué el Seminario es estimado por el Obispo y por el Clero como la pupila de sus ojos. Sed, por lo tanto, especialmente bien venidos, amados alumnos del Seminario regional de Apulia, a los que Nuestro corazon, siguiendo el ejemplo del Divino Redentor, querria en verdad confiaros todo, "omnia": pero habra de contentarse con recordar apenas algun principios fundamental sobre la formacion del sacerdote, seguro, por lo demas, de la prudente guia de vuestros Superiores, que no ignoran las copiosas fuentes de reglas y de experiencias con las que, a través de los siglos, se ha enriquecido la Iglesia en este campo tan esencial como delicado. Mas no lo haremos sin antes tomar parte en la alegria de vuestro cincuentenario y evocar siquiera algunas cosas de su pasado.

3. Las fiestas jubilares de entidades, asociaciones e instituciones que con frecuencia se desea concluir en Nuestra presencia y con Nuestra Bendicion, aunque contraselladas con peculiares caracteres, expresan todas un comun significado: afirmar la vitalidad del organismo con la prueba de los anos, y confirmar el proposito de continuar con mayor entusiasmo hacia los objetivos propuestos. Ciertamente que éste es también vuestro primer pensamiento, al terminarse el quincuagésimo ano de actividad de vuestro Seminario. Y se le unen otras reflexiones y sentimientos, como la tranquila satisfaccion de pertenecer a una excelente obra; el reconocimiento hacia todos cuantos trazaron sus primeros surcos y aseguraron su fecundidad; el deseo de reavivar la simpatia en todos los que de algun modo os pertenecieron, los cuales, si son eminentes, estan como llamados a dar testimonio a la obra misma; y no en ultimo lugar, el deseo de sacar de lo pasado utiles ensenanzas, y del recuerdo de sus origenes una renovacion en el espiritu. Fiestas jubilares, por lo tanto, no vanas, sino fructuosas son las que frecuentemente quieren coronarse junto a Nos, porque para la mayor parte de las obras que crecen frondosas en la Iglesia de Cristo, el volverse hacia los origenes equivale a un bautismo tonificante en el primitivo espiritu, movido por el Senor. Por lo demas, la Iglesia misma cuando a lo largo de su ininterrumpido camino ha querido sacudir de su vestidura santa e inmaculada el inevitable polvo del siglo, que a veces le impedia en su libre caminar, no ha encontrado remedio mas apto que volverse al espiritu y a la practica de sus comienzos, no ya para replegarse en los limites estrechos y en los medios rudimentarios a ella impuestos por la ley que preside en todo humano desarrollo, sino para templar de nuevo hombres y medios en aquella aura tersa e intensa de lo divino, que circundo su nacimiento.

4. De modo analogo y en las debidas proporciones, os proponéis vosotros volveros con afectuoso recuerdo hacia los primeros anos de la fundacion de vuestro Seminario, dominados por el inclito espiritu de S. Pio X, con razon considerado fundador de los Seminarios Regionales, singularmente del vuestro, que en el orden del tiempo es el primero de los erigidos por él. Y deseando también Nos contribuir a animar e incrementar vuestro fervor en la formacion de los seminaristas para la mision sacerdotal, os expondremos algun pensamiento, dejandonos inspirar por la memoria del Santo Pontifice.

Y de hecho ¿quién podria auxiliarnos mejor en esta materia que él mismo, Pio X, sacerdote santo, entregado constantemente, durante los anos anteriores a su eleccion, a formar en los Seminarios densas falanges de sacerdotes segun el corazon de Dios; y mas tarde, Pontifice santo, cuyo pontificado parece ocupar el centro del que bien pudiera llamarse "el siglo de oro" de los Seminarios?

Aunque en todo tiempo la Iglesia fue muy solicita en la cuidadosa formacion del clero; y aunque al Concilio de Trento la historia le asigna justamente el mérito de haber instituido los Seminarios, buen numero de los cuales deben su origen a aquellos decretos y aun conservan fama ejemplar, singularmente en Roma; sin embargo, su espléndido florecer en numero, ordenamientos y fecundidad, su sabia adaptacion a las nuevas corrientes de los tiempos, ha tenido comienzo hace como unos cien anos. Grandiosa es la abundancia de documentos y disposiciones tocantes a la formacion del Clero, que se deben a Nuestros inmediatos Predecesores, distinguido cada uno de éstos por peculiares méritos.

Y asi, podriamos ver en Pio IX a quien unio, en el Concilio Vaticano, nuevos anillos de estabilidad juridica a los ya decretados por el Tridentino; en Leon XIII, el reordenador por antonomasia de los estudios sagrados; en San Pio X, el encendido animados de la santidad y del celo sacerdotal; en Benedicto XV, el que proveyo a la estabilizacion definitiva de la renovada institucion, tanto promulgando el Codigo de Derecho Canonico, como creando su especifico Dicasterio, la Sagrada Congregacion de Seminarios y Universidades; en Pio XI, el que perfecciono la obra de sus Predecesores, principalmente dotando a los Seminarios regionales de Italia con imponentes edificios, entre los cuales el vuestro de Molfetta. Este, sin embargo, se mantiene siempre unido a la excelsa figura de San Pio X, cual corresponde al primogénito entre los fundados por él.

5. Es muy significativa la coincidencia del ano de la fundacion de éste, en Lecce, con la fecha de la exhortacion apostolica Haerent animo (4 agosto 1908), en la que el Santo Pontifice delineaba, casi como pintandose a si mismo, el ideal del Sacerdote, y en la que expresa elocuentemente la génesis de los Seminarios regionales y de los fines a ellos encomendados. Algunos anos mas tarde, confortado con la feliz experiencia del primero, destinado a los seminaristas de Apulia y de Lucania, al erigir otro en Catanzaro para Calabria, promulgo la constitucion apostolica Susceptum inde(4), que comunmente es senalada como la charla magna de los Seminarios regionales. Pero en la presente conmemoracion jubilar, bien recordais con ternura la carta dirigida a los Padres de la Compania de Jesus de la provincia de Napoles, a cuyos cuidados confiaba el nuevo seminario, en la que el Santo Pontifice se decia "presente, en espiritu, en la fiesta" de la inauguracion. Pues bien, amados Superiores y alumnos, asi como se tiene fundado motivo para afirmar que, en la gloria de los cielos, el santo "Fundador" no ha olvidado a su primer Seminario interdiocesano, asi vosotros cuidad bien de que, siguiendo sus ensenanzas y ejemplos, ciertamente se perpetue entre vosotros la presencia de su espiritu bienaventurado. Y esto sucedera si convertis en realidad el voto de su magnanimo corazon, expresado también en aquella circunstancia; que vuestro Seminario sea "un Seminario modelo"(5).

6. Mas, ¿como un seminario habra de merecer el titulo de "modelo"? Ved lo que Nos proponemos indicaros con breves rasgos, casi como fruto perdurable de vuestra conmemoracion jubilar. La palabra "modelo" en la mente del Fundador de los Seminarios Regionales, significa perfeccion ejemplar en el logro de los fines esenciales que les estan senalados. En las instituciones de educacion colegial, como son los Seminarios, en las que todo esta minuciosamente previsto y ordenado -desde la distribucion del tiempo a cada uno de los actos de piedad y de estudio-, la observancia puramente exterior y casi mecanica de las normas establecidas, especialmente si es soportada mas bien que acogida con sincero consentimiento, puede suscitar ciertamente la impresion de un organismo sorprendente por el orden y la disciplina; pero no es prueba y garantia de la consecucion del fin esencial, que consiste precisamente en la solida formacion de la conciencia sacerdotal y en el enderezar todas las facultades personales a la vida de perfecto ministro de Dios.

El principio y fundamento de la formacion espiritual es, por lo tanto, la persuasion iluminada, intima y firme de la excelsa dignidad del sacerdocio: persuasion que surge en el alma bajo el impulso de la divina gracia. Tan solo asi se impondra esta verdad a la voluntad bajo el ideal de un bien sumamente apreciado y deseable: es el "tesoro del campo", "la perla de gran valor", cuya adquisicion vale cualquier renunciamiento(6). Esa cambia la direccion a la vida, avalora aun el mas pequeno acto en la jornada del seminarista, le hace aceptar todo precepto, bendecir toda renuncia, recibir con agrado el trabajo del estudio y el peso de la disciplina. Los testimonios sobre la excelsa dignidad del sacerdocio, ya desde los tiempos apostolicos hasta nuestros dias, son tan copiosos y concordes que el educador y el alumno pueden conocerlos sin gran trabajo. Siguiendo esta aurea tradicion, Nos mismo no hemos dejado pasar ocasion alguna para hacer que a ello se vuelva la atencion del clero y de los seminaristas, especialmente con la exhortacion apostolica Menti Nostrae(7). Y queriendo ahora, no anadir, sino desarrollar en detalle alguno de aquellos conceptos, especialmente de la tercera parte, hemos estimado proponeros estos pensamientos:

7. I. Prepararse para el sacerdocio significa formarse un alma sacerdotal

El caracter sacramental del Orden sella, por parte de Dios, un pacto eterno de su amor de predileccion, que exige de la criatura preescogida la correspondencia en la santificacion. Pero, también como dignidad y mision, el Sacerdocio exige la adecuacion personal de la criatura, so pena de ser juzgada como los invitados desprovistos de la vestidura nupcial y los siervos prodigos de los divinos talentos(8). A la dignidad concedida ha de corresponder, por lo tanto, una dignidad adquirida, para lo cual no basta ya un unico acto de voluntad y de deseo, por muy intenso que fuera. En concreto, se es sacerdote cuando se forma un alma sacerdotal, empenando incesantemente todas las facultades y energias espirituales para conformar la propia alma sobre el modelo del Eterno y Sumo Sacerdote, Cristo. A esta metamorfosis espiritual, cuyas dificultades no se ocultan, pero tampoco se silencian sus intimas delicias, debe enderezarse la obra educadora de los seminarios. Los términos ad quem de esta interior metamorfosis espiritual miraran a la persona del candidato, al mundo, a la futura actividad.

Con humildad y verdad debera el seminarista acostumbrarse a mantener sobre su persona un concepto muy diferente y mas elevado que el ordinario del cristiano, por muy bueno que éste fuera: sera él un preescogido de entre el pueblo, un privilegiado de los carismas divinos, un depositario del poder divino; en una palabra, un alter Christus, que sustituira al hombre con todas sus naturales exigencias y condiciones. Su vida ya no sera suya, sino de Cristo: mas aun, es Cristo quien vive en él(9). El "no se pertenece a si", como no pertenece a parientes, amigos, ni siquiera a una determinada patria: la caridad universal es lo que siempre habra de respirar. Los mismos pensamientos, voluntad, sentimientos no son suyos, sino de Cristo, su vida. Tales conceptos pueden parecer demasiado atrevidos, audaces para nuestros dias, cuando la frase "vivir su vida" esta difundida casi como un axioma indiscutible, hasta cuando significa autonomia y libertad desenfrenada; pero ¿no es acaso el sacerdote sal de la tierra y luz del mundo?(10).

8. Igualmente diversa y mas elevada es la vision del mundo en el alma sacerdotal. Sus ojos no ven sino un mundo poblado de almas: sus méritos, sus luchas, llagas, necesidades. Los sentidos externos se encuentran con los cuerpos, mas en cuanto son tabernaculos de Dios, o destinados a serlo, y con los bienes materiales, en cuanto son medios para la gloria divina. Tal vision espiritual, a la par que atenua las seducciones del mundo fisico, hace mas intenso el sentido de caridad hacia aquellos, para quienes la vida es prodiga en lagrimas: éstos son los predilectos del alma sacerdotal. Y, el sacerdote, aunque viva en el mundo, no se siente prisionero suyo, ni bajo los impulsos a veces violentos de las pasiones, ni por el peso de las miserias; sino que, libre como cada espiritu que se mueve en su centro connatural, él esta por encima de los acontecimientos, de las contradicciones, de la vanidad del tiempo y de la materia. El es el jefe de todos aquellos que se sienten animados a rebelarse contra la servidumbre del pecado, declarando la guerra a la concupiscencia de la carne y de los ojos, y a la soberbia de la vida(11). Adversario declarado del mundo(12), no teme sus venganzas, ni sucumbe a sus presiones, ni espera en sus premios. Ni siquiera de la Iglesia espera terrenales recompensas para sus trabajos, dandose por bien pagado con el honor de "cooperador de Dios" y de los inefables consuelos que Dios comunica a sus siervos.

9. También en lo tocante a su futura actividad, debera el seminarista adquirir conceptos superiores, derivados del estado de "ministro de Cristo" y de "administrador de los misterios de Dios"(13), de "colaborador de Dios"(14). El sagrado ministerio debera condicionar cada acto y obra suyos. Sera el hombre de las rectas y santas intenciones, semejantes a las que mueven a Dios a obrar. Toda mezcla de intenciones personales, sugeridas por la sola naturaleza, habran de considerarse como indignas del caracter sagrado y como evasiones de su orbita. Si determinadas actividades le prodigaren satisfacciones humanas, dara gracias a Dios por ellas, aceptandolas como subsidio, mas no como sustitucion, de las santas intenciones. Pero su principal actuacion sera estrictamente sacerdotal, esto es, la de mediador de los hombres al ofrecer a Dios el Sacrificio del N. Testamento, con el dispensar los sacramentos y la Palabra divina, al rezar el divino Oficio en provecho y en representacion del linaje humano. Prescindiendo de los raros casos de evidente inspiracion divina, el sacerdote que no subiera al altar devota y frecuentemente, segun prescriben los Sagrados Canones(15) y no administrase, cuando preciso fuere, los sacramentos, seria como un arbol, plantado por el Senor en su vina, tal vez admirable por muchas excelencias exteriores, pero tristemente estéril e inutil. Y mucho mas negativo habria de ser el juicio tocante al sacerdote que antepusiera, en su estima, al ejercicio de la potestad sacerdotal externas actividades, aun muy nobilisimas, como la Ciencia, y utilisimas, como las obras sociales y de beneficencia, pues que, si estuviere destinado por su Obispo a los estudios cientificos o a las actividades caritativas, puede muy bien en ambos casos realizar un precioso apostolado, hoy muy necesario. No solo Dios y la Iglesia, sino también los fieles seglares, a veces aun los mas tibios, quieren ver en el sacerdote, ante todo, el ministro de Dios circundado en cada momento por el mismo brillo que irradia de la sagrada custodia. Sagrada, en efecto, es no solo su obra sino también su persona. Frente a tan profunda transformacion y sublimacion, exigida por la Iglesia a vuestras almas, que la humildad os haga repetir ¿Quomodo fiet istud?(16); pero que la confianza en la omnipotencia de la gracia os de plena seguridad.

10. II. Prepararse para el sacerdocio significa hacerse instrumentos aptos en manos de Cristo

¡Cuan inmensa es la dignacion de Dios para los que El escoge como instrumentos de su voluntad salvifica! Depositario y dispensador de los medios de salvacion, el sacerdote, asi como no puede disponer de ellos a su arbitrio, porque es "ministro", asi debe mantener inalterada la autonomia de su persona, la libertad y la responsabilidad de sus actos. El es, por lo tanto, consciente instrumento de Cristo, el cual, a manera de genial escultor, se sirve de él como del cincel para modelar en las almas la imagen divina. ¡Ay, si el instrumento rehusara seguir la mano del artista; ay, si, segun el propio capricho, deformase su diseno! ¡Cuan mediocre resultaria la obra, si el instrumento, por propia culpa, fuese inepto! El fin de los seminarios es precisamente éste: guiar a los jovenes seminaristas para que se formen como instrumentos de Cristo, perfectos, eficaces y dociles.

Ante todo, perfectos, que es decir provistos de las dotes necesarias para el ejercicio de su sagrado ministerio. Bien conocéis esas dotes; mas quisiéramos que notarais como la perfeccion sacerdotal no es un hecho consistente de por si; antes bien sigue y se sobrepone a la perfeccion natural y humana del sujeto. No se llega a sacerdote perfecto cuando no se es, en algun modo, hombre perfecto. Concepto éste en el que parecen inspirarse los sagrados canones, cuando exigen en el ordenado la exencion de ciertos defectos e irregularidades(17). Y tal exigencia es condividida también, en cierto modo, por el pueblo cristiano, que ansia ver en el propio pastor un hombre distinto de los demas por dotes y virtudes aun naturales, una "persona superior" por cualidades intelectuales y morales; y, por lo tanto, culto, inteligente, equilibrado en el juicio, seguro y tranquilo en el actuar, imparcial y ordenado, generoso y pronto para el perdon, amigo de la concordia y enemigo del ocio, en una palabra, el perfectus homo Dei(18). Para el sacerdote, aun las llamadas virtudes naturales son exigencia del apostolado, porque sin ellas terminaria ofendiendo o rechazando a los demas. Mas a esta perfeccion ya adquirida como mejor sea posible, se vendra necesariamente a anadir la perfeccion propia del estado sacerdotal, esto es, la santidad. En Nuestra ya citada Exhortacion ilustramos ampliamente la equivalencia, y casi sinonimia, entre sacerdocio y santidad. Este es el elemento primero que hace del sacerdote un perfecto instrumento de Cristo, porque el instrumento es tanto mas perfecto y eficaz cuanto mas unido se halle estrechamente a la causa principal, que es Cristo.

11. Su eficacia es, ademas, dada por su ciencia, particularmente la teologica. Pero de la formacion cientifica del clero ya Nos hemos ocupado repetidamente en otras circunstancias, aun en documentos solemnes(19). Tened por muy firme que no se puede ser instrumentos eficaces de la Iglesia, si no estuviereis provistos de una cultura proporcionada a los tiempos. En muchos casos no bastan ni el fervor de las propias persuasiones, ni el celo de la caridad para conquistar y conservar las almas para Cristo. También tiene razon en esto el buen pueblo, cuando desea sacerdotes "santos y doctos". Sea, pues, el estudio vuestra principal ascesis, tanto mas cuanto que tiene como objeto las cosas divinas.

Cierto es que Dios puede suplir la perfeccion y eficacia del instrumento; pero la docilidad depende de la humana voluntad. Un instrumento indocil, resistente a las manos del artista, es inutil y danoso: es mas bien un instrumento de perdicion. Dios puede hacerlo todo con un instrumento bien dispuesto, aunque fuere imperfecto; pero nada, por lo contrario, con un rebelde. Docilidad quiere decir obediencia; pero mas aun "disponibilidad en las manos de Dios" para cualquier obra, necesidad, mudanza. La completa "disponibilidad" se logra mediante el desapego afectivo de las miras personales, de los propios intereses, y también aun de las mas santas empresas. El desapego, a su vez, se funda en la humilde verdad, ensenada por Cristo: cuando hayais realizado todas las cosas que se os han mandado, decid: Somos siervos inutiles(20). Mas ello no supone, por lo demas, segun ya hemos indicado, ni disminucion de empeno en los oficios que os hubieran confiado, ni renunciar a la legitima satisfaccion por los buenos resultados obtenidos. La disciplina que os impone el seminario, con espiritu siempre paternal, no tiene otro fin que educaros en la docilidad hacia Cristo y la Iglesia.

12. III. Prepararse para la perseverancia

Todo en torno a vosotros, amados seminaristas, os parece de color de rosa, en estos anos de preparacion, a los cuales os volveréis con el recuerdo, saturado de dulce nostalgia. Vuestro presente entusiasmo juvenil, las rectas intenciones que os animan, el empeno con que atendéis a la santificacion, os hacen tal vez sonar un ministerio sacerdotal fecundo y tranquilo, cuya serenidad no sera turbada ni siquiera por las luchas contra los enemigos de Dios. Os lo deseamos de corazon; mas no silenciemos la realidad.

Necesario es que ya desde ahora os preparéis, en todo caso, para tolerar su flagelo, ejercitandoos en la vigilancia y en la perseverancia. Con el correr de los anos, con el multiplicarse de trabajos y de luchas, con la natural disminucion de las fuerzas fisicas y psiquicas, no es ciertamente anormal que se produzcan en vuestro espiritu aquellas crisis profundas, que parecen ofuscar todo ideal, desarticular aun el mas hermoso programa, apagar aun el mas encendido fervor. A semejantes crisis, acompanadas tal vez por el imprevisto desencadenarse de las pasiones, con frecuencia se ha dado paso por haber descuidado las mas elementales cautelas, cuando no precisamente con el involuntario cumplimiento de concretos deberes; pero, a veces, ellas sobrevienen igualmente, aun sin haberles dado ocasion, casi como huracanes imprevistos en un mar tranquilo. El ritmo febril del dinamismo moderno, que impide al alma el interrogarse y el escucharse, las mil insidias puestas en asechanza en el comun camino, la difusa desorientacion de los espiritus concurren a crear estos dramas interiores. El sacerdote, hasta entonces "hombre superior", puede llegar a encontrarse en el numero de aquellos hombres, descritos eficazmente con la expresion ordinaria de "hombres con nervios deshechos", esto es, incapaces de volver a hacerse con las riendas y el dominio de si mismos. Si tal aconteciere, ya nadie podria prever el epilogo de una vocacion hasta entonces clara y fecunda. Os conjuramos, por lo tanto, amados seminaristas, a que ya desde este momento os adiestréis para tales situaciones, previniendo y proveyendo. Medid, ante todo, vuestras fuerzas, mas calculando, en una unica suma, las que Dios os dara; pero haced todo lo necesario para conservarlas intactas, para acrecerlas adoptando aquellas cautelas y recursos, que con tanta amplitud os ofrece la Iglesia. En el ejercicio de la perseverancia, mucho debéis esperar de la prudente guia de vuestros directores espirituales y, ademas, de la ininterrumpida morigeracion en vuestras costumbres, del orden en vuestros horarios, de la moderacion en emprender y desarrollar las actividades exteriores. Sublime es la dignidad a la que Dios os llama, numerosos y prontos los subsidios para vuestro uso saludable; mas todo podria resolverse en una dolorosa desilusion, si no fuereis solicitos, como virgenes prudentes, en velar y en perseverar.

13. Al clero anciano quisiéramos recomendar: no desalentéis al clero joven. Cierto que las desilusiones son inevitables, ya se deban a las condiciones generales humanas, ya a peculiares motivos locales; mas nunca deberan provenir de que sacerdotes provectos, desanimados tal vez por los desenganos de la realidad de la vida, entorpezcan las vivas energias del clero joven. Donde la madura experiencia no exige un no resuelto, dejadle hacer proyectos, dejadle ensayar y, si no todo saliere bien, confortadle y animadle para nuevas empresas.

Ved, amados seminaristas, los pensamientos que deseabamos confiaros y ofreceros en esta presente fausta conmemoracion. A vosotros, Superiores, confiamos, mientras tanto, esta selecta falange de almas juveniles, candidas y fervorosas, de las cuales todo lo podréis obtener con la ayuda de la divina Gracia, si a vuestra vez os dejareis guiar por las ensenanzas de la Iglesia; acudid con todas las energias, a fin de que, verdaderamente, lleguen a ser almas sacerdotales segun el corazon de Dios, valerosos apostoles para la salud y la santificacion de los amados habitantes de Apulia, continuadores de las gloriosas tradiciones de vuestras Diocesis.

Que el Santo Pontifice Pio X interceda junto al trono de Dios y de su Santisima Madre, para que se cumpla este voto suyo y Nuestro..



Notas

(1) Mc. 4,34.

(2) Cf. Mt 5,13-14.

(3) Lc 10,16.

(4) 25 mart. 1914; A.A.S. a. 6 (1914) 213-218.

(5) Lett. del 6 nov. 1908

(6) Cf. Mt 13,44-45.

(7) 23 sept. 1950; A.A.S. a. 42 (1950) 675 ss.

(8) Cf. Mt 22,11-12; 25,15-30.

(9) Cf. Ga 2,2.

(10) Mt 5,13. 14.

(11) Cf. Jn 2,16. volver)

(12) Cf. ibid. 15.

(13) 1Co 4,1.

(14) Ibid. 3,5.

(15) Cf. Cod. Iur. Can. can. 805-806.

(16) Lc 1,34.

(17) Cf. Cod. Iur. Can. can. 984,987.

(18) 2Tm 3,17.

(19) Cf. Disc. e Rad. 1,211-228; Litt. enc. Humani generis,12 aug. 1950, passim.

(20) Lc 17,10.





PIOXII, MAGISTERIO PONTIFICIO - CONCLUSION: INVITACION A LA FIRMEZA EN LA FE