POESIAS - Sta. Teresa del NIño Jesús 28



P 18 EL CÁNTICO ETERNO CANTADO EN EL DESTIERRO

1. Tu esposa, ¡oh Señor mío!,
en tierra extranjera puede cantar
el cántico eterno del amor,
porque en el seno mismo de su oscuro destierro
la abrasas con el fuego de tu amor,
como lo harás un día allá en el cielo.

2. ¡Oh belleza suprema
y dulce Amado mío!,
tú te entregas a mí,
y yo pago tu entrega
amándote, Jesús.
Haz que toda mi vida sea un acto de amor.

3. Olvidándote tú de mi inmensa miseria,
vienes a hacer morada aquí en mi corazón.
¡Ah qué misterio grande, mi débil amor basta
para tenerte mío y encadenarte a mí!

4. Amor que me inflamas,
penetra mi alma.
Ven, yo te reclamo,
ven, consúmeme.

5. Tu llama me urge,
y quiero sin tregua
¡oh divino horno!,
abismarme en ti.

6. El sufrir me es gozo
cuando en raudo vuelo
a ti para siempre
se alza el amor.

7. ¡Oh patria celeste,
dulzura infinita,
tú día tras día
encantas mi alma!

8. ¡Oh celeste patria,
oh gozo infinito,
no eres más que Amor!

NOTAS P 18 - EL CÁNTICO ETERNO CANTADO EN EL DESTIERRO
Fecha: 1 de marzo de 1896. -Compuesta para: sor María de San José, a petición suya (?) para su santo. -Publicación: HA 98, siete versos corregidos. -Melodía: Mignon regrettant sa patrie. Sin fijarse en los problemas psicológicos de su compañera (igual que Jesús lo hace con ella, ella olvida también la «inmensa miseria» de esta hermana), Teresa no habla más que de «amor» a esta discípula de buena voluntad, de la que pronto será «segunda» en la lavandería. El poema es pobre, aunque resulte precioso saber que Teresa vive al pie de la letra lo que canta en nombre de la destinataria del mismo.




P 19 GLOSA A LO DIVINO

Compuesta por N.P. san Juan de la Cruz y puesta en verso por la más pequeña de sus hijas para la profesión de su querida hermana sor María de la Trinidad y de la Santa Faz.
«Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y a oscuras viviendo,
toda me voy consumiendo».

1. Al mundo, ¡oh dicha suprema!,
yo le di un eterno adiós...
... Elevándome sobre él,
mi corazón ya no tiene
fuera de Dios otro arrimo.
Y voy a decir ahora
lo que, cerca de él, estimo:
es ver que mi corazón
y mi alma viven ya
con arrimo y sin arrimo.

2. Y aunque padezco sin luz
en este vivir de un día,
en la tierra, por lo menos,
poseo al Astro celeste
del Amor.
En el camino que sigo
los peligros no me faltan.
Pero por amor yo quiero
vivir sin luz y en destierro.

3. El amor, tengo experiencia,
el bien y el mal que halla en mí
lo aprovecha, ¡qué poder!,
y mi alma transforma en sí.
Y este fuego que arde en mí
penetra mi alma sin tregua.
Por eso, en su llama viva
toda me voy consumiendo
en el amor y de amor.

30 de abril de 1896.
Teresa del N. Jesús y de la S. Faz rel. carm. ind.

NOTAS P 19 - GLOSA A LO DIVINO
Fecha: 30 de abril de 1896. -Compuesta para: sor María de la Trinidad, para su profesión. -Publicación: HA 98, seis versos corregidos. -Melodía:
ninguna indicación.
Nadie como María de la Trinidad ha hablado del amor de su maestra a su Padre san Juan de la Cruz, del cual Teresa traslada aquí, a veces literalmente, la Glosa a lo divino según la traducción de las carmelitas de París.
»Por amor yo quiero»: he aquí su respuesta heroica ante las pruebas más fuertes. Ayer, en aquel gran dolor familiar («Querer todo lo que Jesús quiere, Cta 87); hoy, al entrar en la noche «sin luz y en las tinieblas»; pronto, enfrentada con la última agonía («Sí, Dios mío, todo lo que quieras», CA 30.9). Tal es la fuerza del Amor. Semejante contexto confiere a este breve poema, por lo demás muy parecido a su modelo, un autenticidad y una intensidad realmente conmovedoras. Pero Teresa es la única que conoce por entonces su significado, pues vive su prueba «en silencio y esperanza». Al entregárselo a su destinataria, el día de su profesión, únicamente le señala «el pensamiento que a ella más le gusta (...): que el amor sabe sacar provecho de todo: del bien y del mal que encuentra en nosotros» (estr. 3-4; cf Cta 142 y Ms A 83rº). Esta certeza es el potente motor de su carrera por el «caminito». Las faltas de una joven carmelita todavía débil, la prueba purificadora de una santa que camina hacia su final, todo puede ser asumido y superado por una confianza absoluta en el «Amor consumidor y transformante» (Cta 197, eco del último verso de san Juan de la Cruz).




P 20 CÁNTICO DE SOR MARÍA DE LA TRINIDAD Y DE LA SANTA FAZ

Compuesta por su hermanita sor T. del N.J.

1. Jesús, al desterrarte a nuestra tierra,
movido por tu amor,
por mí tú te inmolaste.
Toma mi vida entera, Amado mío,
yo sufrir por ti quiero,
quiero morir por ti.
E. 1 Tú mismo, mi Señor, nos lo dijiste:
«Nadie puede hacer más por los que ama
que por ellos morir».
Pues bien: mi amor supremo
eres tú, mi Jesús.

2. Se hace ya tarde, el día ya declina,
ven, Señor, a guiarme en el camino.
Con tu cruz voy trepando
por la colina arriba.
Quédate aquí conmigo,
peregrino celeste.
E. 2 En mi alma tu voz encuentra un eco,
quiero a ti parecerme.
reclamo el sufrimiento.
Tu palabra encendida me quema el corazón.

3. Tuya es para siempre la victoria,
y extasiados los ángeles la cantan.
Antes de entrar en la celeste gloria,
el Dios-Hombre tenía que sufrir.
E. 3 ¡Cuántos desprecios por mi amor sufriste
en tierra extraña!
También yo quiero oculta y despreciada
vivir y ser en todo
la última por ti.

4. Tu ejemplo, Amado mío,
a abajarme me invita y a despreciar honores.
Para encontrarte, quiero
permanecer pequeña.
Olvidándome a mí
tu dulce corazón cautivaré.
E. 4 No ambiciono otra cosa
que en soledad vivir, donde encuentro
mi paz y mi alegría.
En complacerte es sólo mi ejercicio
y mi felicidad... eres tú, mi Jesús.

5. Tú, el Dios inmenso, a quien rendido adora
el infinito cielo,
vives dentro de mí,
hecho mi prisionero noche y día.
Tu dulce voz me implora
y a cada instante me repite quedo:
«¡Yo tengo sed! ¡Yo tengo sed de amor!»
E. 5 Yo también soy, Jesús, tu prisionera,
y a mi vez quiero repetirte siempre
tu emocionada imploración divina:
«Amado mío, hermano,
¡yo tengo sed de amor!»

6. Yo tengo sed de amor, colma mis esperanzas
y aumenta en mí, Señor, tu llama viva.
Yo tengo sed de amor, mi sufrimiento es grande,
a ti volar quisiera... ¡a ti, Dios mío...!
E. 6 Tu amor es mi martirio, mi único martirio.
Cuanto más él se enciende en mis entrañas,
tanto más mis entrañas te desean...
¡¡¡Jesús, haz que yo muera
de amor por ti...!!!

NOTAS P 20 - CÁNTICO DE SOR MARÍA DE LA TRINIDAD Y DE LA SANTA FAZ Fecha: 31 de mayo de 1896. -Compuesta para: sor María de la Trinidad, en su santo. Publicación: HA 98 (bajo el título «Tengo sed de amor»), seis versos corregidos. -Melodía:ninguna indicación. Esta poesía, de ritmo vibrante, es una especie de diálogo místico, en el que se puede percibir como en una transparencia la voz de Jesús y la respuesta de Teresa, y que deja una impresión bastante dramática que expresa muy bien el título elegido para su publicación en la Histoire d'une âme: «Tengo sed de amor». Teresa sabe que su muerte está próxima, y la noche desciende sobre su alma. Pero Jesús «está con ella» en el oscuro camino, en esa subida a «la colina» del Calvario. Y como a los peregrinos de Emaús, a ella también le dice: «¿No era necesario que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?» Y su «palabra encendida quema el corazón» de Teresa. Para ella no habrá otro camino: el amor y la muerte. Por eso, «reclama» el sufrimiento: primero el «desprecio», en el cual el «caminito» garantiza al alma que se parecerá a Jesús; la «sed» del Crucificado, «sed de amor» inextinguible, que implora como en un estertor y que despierta en ella una sed semejante a la de él; y finalmente, el «martirio de amor», que repite incansablemente la última estrofa, patética como un preanuncio de la agonía de Teresa. En ella se pueden leer, a la vez, el amor más absoluto y la angustia, una esperanza apasionada rayana en la desesperanza. Esta estrofa apasionada y su estribillo, en su expresión llameante y dramática, hace pensar en la Llama de amor viva de Juan de la Cruz: «Las profundas cavernas del sentido» (Explicación del v. 3 de la 3ª canción).




P 21 MI CIELO

Festividad del Ssmo. Sacramento 7 de junio de 1896.

1. Para poder soportar el destierro
de este valle de lágrimas,
de mi amado Salvador necesito la mirada.
Esa mirada divina, llena de amor, me revela
sus inefables encantos, nuncios de la dicha eterna.
Y mi Jesús me sonríe cuando por él suspiro,
y entonces ya no siento la prueba de la fe.
La mirada de mi Dios y su inefable sonrisa
¡son mi cielo para mí!

2. Mi cielo es atraer sobre las almas,
sobre mi Madre la Iglesia <1> y mis hermanos,
las gracias de Jesús y sus divinas llamas
que abrasan y que alegran del hombre el corazón.
Todo puedo obtenerlo cuando, allá en lo secreto,
a mi divino Rey le hablo,
corazón a corazón.
Esta íntima oración cerquita del santuario
¡es mi cielo para mí!

3. Mi cielo está escondido en la pequeña hostia
en que Jesús, mi Esposo, se oculta por amor.
Y de este divino horno quiero sacar mi vida,
mi Salvador está en él y me escucha noche y día.
¡Oh dichosísimo instante, cuando en tu inmensa ternura
vienes a mí, Amado mío, para transformarme en ti!
Esta inefable embriaguez y esta unión de corazones
¡son mi cielo para mí!

4. Mi cielo es sentir en mí la semejanza de Dios,
que con un soplo potente <2> a su imagen me creó.
Mi cielo es permanecer en su presencia divina,
y llamarla Padre mío, y ser y sentirme su hija.
En sus divinos brazos no temo la tormenta.
¡Es toda y mi sola ley el abandono completo <3>!
Dormitar sobre su pecho, muy cerquita de su cara
¡es mi cielo para mí!

5. Mi cielo yo lo he encontrado en la santa Trinidad,
que, prisionera de amor, habita en mi corazón.
Contemplando allí a mi Dios, yo le repito, sin miedo,
que quiero amarle y servirle hasta mi postrer aliento.
Es mi cielo sonreír a ese Dios al que adoro
cuando él se quiere esconder para probar mi fe.
Sonreír mientras espero a que él mi mire otra vez
¡es mi cielo para mí!
(Pensamientos de sor san Vicente de Paul,
puestos en verso por su hermanita sor Teresa
del Niño Jesús.)

NOTAS P 21 - MI CIELO
Fecha 7 de junio de 1896. -Compuesta para: sor San vicente de Paul, a petición suya. Publicación: HA 98, tres versos corregidos. -Melodía: Himne à l'Eucharistie. Poesía algo melancólica, pero iluminada por una sonrisa y llena de confianza, sin duda para responder a los «pensamientos» de la destinataria. La «mirada llena de amor» de Jesús, el «corazón a corazón» con él en una oración que se hace intercesión por la Iglesia, La «unión de corazones» en la Eucaristía transformante, la «semejanza» filial, el «abandono completo» en el Corazón del Padre, la inhabitación de la «santa Trinidad» en el corazón amante van siendo cantados uno tras otro en versos alejandrinos que a veces alcanzas una hermosa solidez. Sin embargo, Teresa desliza en ellos discretamente (y con su propio nombre), al principio y al final, una evocación de su propia «prueba de la fe» (única mención en los escritos). Seguir, a pesar de todo, sonriendo al Dios que se esconde («redoblar las ternuras», P 29,4; hacerle toda suerte de cumplidos», CA 6.7.3): ésta será su respuesta hasta el último atardecer.
<1> Primera vez que aparece esta expresión que hará famosa el Ms B 3vº y 4vº.
<2> Sólo aquí se encuentra esta bella expresión -soplo-, que para Teresa es siempre sinónimo de suavidad y frescor primaveral.
<3> Esta palabra no había vuelto a aparecer en las Poesías desde P 2 (de abril de 1894); la encontraremos luego en siete ocasiones (PN 38; P 26, 28, 34).




P 22 LO QUE PRONTO VERÉ POR VEZ PRIMERA

Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús

12 de junio de 1896.

1. Me encuentro en tierra extranjera
todavía, mas presiento
la futura, eterna dicha.
Quisiera dejar la tierra
para contemplar de cerca
las maravillas del cielo.
Soñando en aquella vida,
no siento de mi destierro
ni el peso ni la medida.
Pronto volaré, Dios mío,
hacia mi única patria,
¡volaré por vez primera!

2. Dame, Jesús, blancas alas
para emprender hacia ti,
rauda y alegre, mi vuelo.
Quiero verte, mi tesoro,
quiero volar a las playas
eternas de tu azul reino.
Quiero volar a los brazos
maternales de María,
y descansar en su trono,
que para mí es su regazo,
y de mi Madre querida
el dulce beso de amor
¡recibir por vez primera!

3. No tardes en descubrirme,
¡oh, mi Amado!, la dulzura
de tu primera sonrisa.
Cumple mi ardiente delirio <1>,
déjame estar escondida
en tu corazón divino.
¡Oh dichosísimo instante,
oh felicidad cumplida,
cuando escuche el dulce acento
de tu voz, y cuando pueda
de tu rostro el claro brillo
contemplar por vez primera!

4. Lo sabes bien, mi martirio,
mi único y solo martirio,
¡oh Corazón de Jesús!,
es tu amor, y si suspiro
por verte pronto en el cielo,
es para amarte, que amarte
más y más cada vez quiero.
En el cielo, emborrachada
dulcemente de ternura,
yo te amaré sin medida,
Jesús, te amaré sin ley.
Y esta mi felicidad
constante y eternamente
me parecerá tan nueva
¡como la primera vez!
La hermanita del Niño Jesús.

NOTAS P 22 - MI ESPERANZA
Fecha: 12 de junio de 1896. -Compuesta para: sor María del Sagrado Corazón, a petición suya para su cumpleaños. -Publicación: HA 98 (bajo el título «Mi esperanza»), seis versos corregidos. -Melodía: ninguna indicación.
»Pronto, volar, ver, amar»: éste es el deseo apasionado de Teresa en junio de 1896, lo que exige su amor, lo que ella «quiere». Hace un mes, la Venerable madre Ana de Jesús, que la visitó en sueños, le dijo: «Sí, pronto, pronto, te lo prometo».
Este sueño -«rayo de gracia en medio de la más oscura tormenta»- encuentra un eco en esta poesía, llena de fervor, movida, orientada hacia el más allá, y con un cierto grado de angustia o de melancolía subyacente.
El «pronto, pronto» que Teresa repite con verdadera alegría aviva el deseo de rasgar los velos. «Pronto» no son alas de paloma lo que ella pide, como el salmista, para «volar y descansar», sino «las propias alas del Aguila divina» (Ms B 5vº). Y «pronto» podrá ver. La «sonrisa», el «corazón» el «rostro» del Amado: es un amor a la vez humano y sobrenatural el que aquí se expresa. Un amor que es fuente de «martirio», y hay que darle toda su fuerza a esta alabra que brota de manera espontánea (estr. 4). Teresa, cual esposa impaciente, sufre un verdadero martirio por causa de su amor a Jesús que aún no puede brirse en plenitud en su presencia. Y ya sólo suspira ardientemente por ese cielo en donde podrá «amar sin medida y sin ley» (nótese la fuerza de la expresión).
<1> Palabra rara en Teresa, que confirma el tono apasionado de esta estrofa.
<2> Reproche afectuoso a Jesús por dejarla tanto tiempo «en tierra extrajera», su «único martirio», pues, en su comparación, los sufrimientos de aquí abajo nada cuentan para Teresa: no es el deseo de verse liberada de ellos lo que la hace «suspirar» por el cielo.




P 23 ARROJAR FLORES

1. Jesús, Amado mío, al pie de tu calvario quiero, todas las tardes, arrojarte mis flores, deshojarte mi rosa -mi rosa primavera <1>-y enjugar con sus pétalos tu llanto <2>, mi Señor.
E. 1 ¡Arrojarte mis flores,
ofrecerte en primicia sacrificios pequeños,
mis suspiros más leves, mis dolores más hondos,
y mi dicha y mis penas..., arrojarte mis flores <3>
y mi rosa, Señor!

2. De tu inmensa belleza se ha prendado mi alma <4>.
Yo quiero prodigarte mis flores y perfumes,
por tu amor arrojarlos sobre el ala del viento e inflamar corazones para ti, mi Señor.
E. 2 Y cuando sufro y lucho <5>
por salvar pecadores,
arrojarte mis flores.
Mis flores son el arma
que me da la victoria.
Te desarmo y te venzo
con mis flores, Señor.

3. Mis flores con sus pétalos
acarician tu rostro
y te dicen que es tuyo
todo mi corazón.
De mi rosa en deshoje
tú entiendes el lenguaje,
miras y le sonríes
a mi amor tú, Señor.
E. 3 ¡Arrojarte mis flores,
repetir mi alabanza
es mi única alegría,
es todo mi placer
en este oscuro valle
de sombras y de lágrimas!
Al cielo pronto iré,
con los pequeños ángeles
iré a arrojarte flores
¡mis flores, oh Señor!

NOTAS P 23 - ARROJAR FLORES Fecha: 28 de junio de 1896. -Compuesta para: la madre Inés de Jesús para su santo (Paulina). -Publicación: HA 98, tres versos corregidos. -Melodía: Oui, je le crois, elle est immaculée. Todas las noches del mes de junio de 1896, Teresa y las cinco jóvenes novicias se reúnen alrededor de la cruz de granito del patio. Recogen los pétalos que han caído de una veintena de rosales y los arrojan al Crucifijo. Este rito simbólico acaba gustándole a la madre Inés de Jesús. A pesar de algunos aciertos, el texto no tiene mayores pretensiones poéticas. Su gracia virgiliana, la ternura de la expresión, el encanto de las imágenes pueden llamar un poco a engaño acerca de la fuerza real del símbolo, tan rico de por sí en el caso presente. Tal vez se sienta también excitada la sensibilidad del lector a causa de los estereotipos asociados a esa imagen de Teresa («arrojar flores», «rosa deshojada» «angelitos»), para la que este poema es uno de los lugares privilegiados. Sería una pena que esto nos llevase a despreciar una poesía que es esencial en el repertorio teresiano, tanto más cuanto que ese símbolo de arrojar flores hunde sus raíces en la infancia de Teresa (Ms A 17rº). La última etapa de toda su vida de amor la cantará nuestra carmelita en Una rosa deshojada (P 33). El anuncio floreado de su misión póstuma, «una lluvia de rosas» (CA 9.6.3) desvela -o, mejor, no debería velar- la única pretensión de Teresa para el cielo y en la tierra: amar a Jesús y hacerlo amar.
<1> Teresa cita estos cuatro versos en CA 14.9.1. La «rosa primavera» es entonces ya ella misma, a quince días de la muerte.
<2> Un deseo muy antiguo en Teresa (cf Cta 74, 95, 115, 134), un gesto que se asemeja al de la Verónica (cf Cta 98).
<3> Cf Ms B 4rº/vº y CA 6.8.8.
<4> Es ésta la primera de las once veces que se menciona la lucha en las Poesías en las Recreaciones Piadosas hasta marzo de 1897; cf Poésies, II, p. 260. Casi todas ellas tienen miras apostólicas. Este vocabulario guerrero es un débil eco de la obra teatral de índole muy combativa El triunfo de la humildad (RP 7), que había sido representada unos días antes (21/6/1896).




P 24 SÓLO JESÚS

1. Mi corazón ardiente quiere darse sin tregua,
siente necesidad de mostrar su ternura.
Mas ¿quién comprenderá
mi amor, qué corazón
querrá corresponderme?
En vano espero y pido
que nadie pague con amor mi amor.
Sólo tú, mi Jesús,
eres capaz de contentar mi alma.
Nada puede encantarme aquí en la tierra,
no se halla aquí la verdadera dicha.
¡Mi única paz, mi amor, mi sola dicha
eres tú, mi Señor!

2. Tú supiste crear un corazón de madre,
por eso encuentro en ti
al más tierno y amable de los padres.
¡Oh, Jesús, mi único amor, Verbo eterno!,
tu corazón es para mí más dulce
que el corazón más dulce de una madre.
A cada instante y paso
me sigues en mis pasos y me guardas.
Cuando te llamo, acudes prontamente.
Y si, tal vez, parece que te escondes,
tú mismo vienes en mi ayuda luego
para poder buscarte.

3. En ti solo, Jesús, mi afición pongo,
corro a tus brazos, a esconderme en ellos.
Como un niño pequeño quiero amarte,
como un bravo soldado luchar quiero.
Como un niño, te colmo de caricias,
y de mi apostolado en la palestra
como un guerrero a combatir me lanzo...

4. Tu corazón divino,
que guarda y que devuelve la inocencia,
no es capaz de frustrar mis esperanzas.
En ti, Señor, reposan mis deseos:
después de este destierro,
al cielo a verte iré.
Cuando la tempestad se alza en mi alma,
levanto a ti mis ojos,
y en tu tierna mirada compasiva
yo leo tu respuesta:
«¡Hija mía, por ti creé los cielos!»

5. Yo sé que mis suspiros y mis lágrimas
ante ti están y te encantan, mi Señor.
Los serafines forman en el cielo
tu corte, y sin embargo
tú vienes a buscar mi pobre amor...
Quieres mi corazón, aquí lo tienes,
te entrego enteros todos mis deseos.
Y por ti, ¡oh mi Rey y Esposo mío!,
a los que amo seguiré yo amando.

NOTAS P 24 - SÓLO JESÚS
Fecha: 15 de agosto de 1896. -Compuesta para: sor María de la Eucaristía, a petición suya, para su cumpleaños y para el primer aniversario de su entrada en el Carmelo. -Publicación: HA 98, dos versos corregidos. -Melodía: Près d'un berceau.
Teresa descuella por su capacidad de ponerse en el lugar de los demás, sin dejar de ser, cuando habla, plenamente ella misma. En Sólo Jesús es fácil, ciertamente, reconocer a la gran enamorada de Jesús en ese verano de 1896; pero se puede leer también ahí, con la misma facilidad, una biografía espiritual de María de la Eucaristía.
En esa época, Teresa está viviendo unas semanas de un extraordinaria densidad espiritual. Su «noche», sin ser tan oscura como llegará a serlo en 1897, la lanza con mayor fuerza que nunca hacia la persona de Jesús. El 6 de agosto, se había consagrado a la Santa Faz (junto con dos novicias) en una plegaria totalmente impregnada de amor (Or 12). Combatiente con el P. Roulland, que acaba de partir para China, descubre en Isaías, connuevas tonalidades, los hermosos textos de la infancia espiritual (cf Cta 196). Aspira cada vez más a «amar como un niñito». En su interior bulle un número incalculable de deseos vehementes y bien probados que logra integrar en la sencillez de una única vocación (cf Ms B). El poema habla el lenguaje del amor humano, al estilo del Cantar de los Cantares. Por uno de esos cambios bruscos de dirección, tan propios de Teresa, la última estrofa incita a una actitud completamente distinta a la del punto de partida. Al comienzo, la criatura proponía su amor como para la galería: «¿Quién comprenderá?», «¿Qué corazón querrá?». Ahora descubre un corazón de una ternura mucho más desbordante aún que el suyo: un amor que se hace pobre, pedigüeño, que «mendiga» los suspiros y las lágrimas de su criatura. A un amor así no se puede resistir, hay que entregarse por entero. El amor a «Jesús solo» es el programa que Teresa propone a la generosidad de María de la Eucaristía, a medio camino entre el «descanso» del primer cántico que compone para su prima (P 13) y el violento «combate» del de su profesión (P 32). La antítesis «niñoguerrero» queda por la grafía cursiva que Teresa reserva para las palabras importantes. El vocabulario es el del Ms B 2vº y el de Cta 194.


P25 LAS SACRISTANAS DEL CARMELO (FALTA)


NOTAS P 25 - LAS SACRISTANAS DEL CARMELO Fecha: principios de noviembre de 1896. -Compuesta para: sor María Filomena de Jesús, a petición suya, y las demás sacristanas. -Publicación: HA 98, cinco versos corregidos. -Melodía: ninguna indicación. Evocaríamos aquí gustosos algo parecido a la escala de Jacob, para expresar ese intercambio misterioso entre el cielo y la tierra, cuyos agentes incansables son las sacristanas, y que viene expresado en unas estrofas llenas de ternura. Ternura callada de la «mujer de su casa», por así decirlo: esposa «más feliz que una reina», cuyo corazón está siempre atento a su esposo, mientras sus manos trabajan diligentemente por él. Ternura callada también la de la carmelita, asociada al apóstol desde el lugar que a ella le corresponde, el de acompañante escondida. En uno y otro caso, compañera que se ha hecho semejante al hombre a quien ayuda. A estas señas responde perfectamente la primera destinataria de la poesía, sor María Filomena, que ha pedido a su antigua compañera de noviciado que le componga unas coplillas para cantarlas en la soledad.
En un tono sumamente sencillo, la segunda parte (estr. 7-10) ofrece una respuesta al aparente desafío del Manuscrito B. Allí Teresa proclamaba, entre otros ardientes anhelos, su deseo de ser sacerdote, deseo irrealizable debido a las circunstancias. Aquí canta su forma concreta de tomar parte sin demora en la «sublime misión del sacerdote». «Transformada» en Jesús por la eucaristía, «convertida» en él, ¿no acaba siendo «otro Cristo», como entonces les gustaba definir al sacerdote? Y va describiendo la parte que ella tiene en la misión, en la penitencia, en la eucaristía. Por lo tanto, ningún complejo de inferioridad frente a los «hombres», frente a los sacerdotes. Pero tampoco la más mínima presunción: para Teresa, quien actúa es Jesús, con la colaboración de los hombres... Y de las mujeres. Una bella imagen para concluir este hermoso poema: el copón se dilata hasta alcanzar las dimensiones infinitas del cielo, que no solamente está «poblado» de elegidos (p 15,16, sino incluso «lleno». No hay «sitios vacíos» (cta 135). Teresa va a «luchar por ello sin tregua ni descanso» (p 29,6). Ni siquiera en el cielo habrá reposo hasta que esté «completo el número de los elegidos» (CA 17.7).




P 26 AL NIÑO JESÚS

1.. 1. Tú, Jesús, me conoces,
tú mi nombre conoces, y me llamas
con la dulce mirada de tus ojos…
Ellos me comunican tu palabra:
«Simple abandono, conducir yo quiero,
mi amada, tu barquilla».

2.. 2. Y con tu voz de niño,
¡oh maravilla!,sólo con tu voz débil,
calmas el mar rugiente,
pones paz en el viento.

3.. 3. Si mientras brama la tormenta,
¡oh Niño!,tú te quieres dormir,
posa tu linda cabecita blonda
sobre mi corazón.

4.. 4. ¡Qué encantador sonríes cuando duermes!Con mi canto más dulce
yo meceré tu cuna tiernamente,
¡Oh hermoso Niño mío!

NOTAS P 26 - AL NIÑO JESÚS Fecha: diciembre de 1896. -Compuesta para: sor María de San José, a petición suya. -Publicación: HA 98 (con el título de «Al Niño Jesús»), tres versos corregidos. -Melodía: Où vas-tu quand tout est noir? Una vez más, una poesía hecha por encargo, en la que Teresa juega al equilibrio entre el «niño» y la «tormenta», y luego Jesús que calma la tempestad... El niño que duerme (o, mejor, que no duerme...) durante la tormenta forma parte de los arquetipos de la infancia. Mientras tanto, Jesús quiere dormir, como más tarde en la barca... Un juego sutil. Este dulce encantamiento es especialmente apropiado para la destinataria, una compañera de carácter tormentoso que Teresa se ha propuesto domesticar. Pues esta mujer tan dura es a la vez como la manteca, y unas pocas palabras infantiles logran desarmarla mejor que mil razonamientos. Y unas coplillas como éstas podían transformar un mar tempestuoso... en madre mimosa que meza «tiernamente» la «cabecita rubia» del Niño que se entrega a ella para llevarla a entregarse a él.




P 27 LA PAJARERA DEL NIÑO JESÚS

1. Para los desterrados de la tierra
Dios creó los graciosos pajarillos.
Ellos van gorjeando su plegaria
por bosques, valles, montes y laderas.

2. Los traviesos y alegres rapazuelos,
tras de escoger algunos preferidos,
los cazan y aprisionan
en lindas jaulas de doradas rejas.

3. ¡Oh Jesús, hermanito!,
tú abandonaste el cielo por nosotros,
pero sabes muy bien que es el Carmelo
Niño divino, tu bella pajarera.

4. Amamos nuestra jaula,
sin ser ella dorada.
Nunca de su prisión escaparemos
ni a la llanura azul ni al bosque oscuro.

5. Jesús, los bosques de este mundo
no pueden contentarnos.
En la profunda soledad queremos
cantar para ti solo.

6. Es tu blanca manita
la que orienta y atrae nuestro vuelo.
¡Qué bellos son, oh Niño, tus encantos!
En tu sonrisa quedan,
cautivos de su luz, los pajarillos.

7. Aquí el alma sencilla, pura y cándida
halla el motivo exacto de su amor.
Aquí la blanca y tímida paloma
no teme ya el ataque del buitre carnicero <1>.

8. En alas de una cálida plegaria
el corazón se eleva como alondra ligera,
como alondra que sube cantando
y sube altísima.

9. Se escucha aquí el gorjeo
del reyezuelo y del pinzón alegre.
Niño Jesús, tus pajarillos cantan,
en su jaula, tu santo y dulce nombre.

10. Vive siempre cantando el pajarillo,
su pan no le preocupa,
ni siembra ni recoge,
y un granito de mijo le contenta.

11. Y como al pajarillo,
en nuestra pajarera
todo, Divino Niño, nos viene de tu mano.
Sólo una cosa es necesaria, una,
y esta cosa es amarte.

12. Por eso, con los puros espíritus del cielo
contamos noche y día tus glorias y alabanzas.
Y sabemos con cuánto amor los ángeles <2>
nos miran a nosotras,
tus pobres pajarillos del Carmelo.

13. Para enjugar las lágrimas
que te hacen derramar los pecadores,
tus pajarillos cantarán tus gracias,
y el dulce canto de tus avecillas
te atraerá corazones.

14. Un día, lejos de la triste tierra,
al escuchar tu voz y tu llamada,
desde tu pajarera
tus pajarillos volarán al cielo.

15. Y allí, con las falanges
de pequeños y alegres querubines,
eternamente, Niño,
cantaremos tus glorias.

NOTAS P 27 - LA PAJARERA DEL NIÑO JESÚS
Fecha: Navidad de 1896. -Compuesta espontáneamente para la comunidad en la noche de Navidad. Publicación: HA 98, cuatro versos corregidos. -Melodía: Au Rossignol.
Una hermosa imagen es el punto de partida de esta «Navidad de los pájaros» que estira un poco demasiado la comparación entre la pajarera y el Carmelo. Pero para la recreación de un fiesta como Navidad, bien puede permitirse algún exceso... Cada pájaro canta aquí en su propio registro: la paloma, la alondra, el reyezuelo, el pinzón. Al igual que los pájaros del Evangelio, «que no siembran ni siegan», la carmelita lo recibe «todo de la mano» de Jesús; de ahí su alegría y su abandono y su consagración a «la única cosa necesaria, amar». Al final, todos los pájaros, ya libres, «volarán al cielo», en donde continuarán su canto de alabanza. Diez años antes, una pajarera adornaba la «pobre buhardilla» de Teresa (Ms A 42vº); en el Carmelo, los pájaros seguirán poblando sus sueños (Ms A 79rº); en el verano de 1896, con el Ms B, el valor simbólico del pájaro adquiere una nueva dimensión: será la señal por excelencia de la unidad dinámica, y aun cuando «no esté en su poder el volar», como el pájaro es canto tanto como vuelo, ni siquiera en el mismo corazón de la tormenta las pruebas del cuerpo y del alma- Teresa renunciará a cantar (estr. 10; cf 34,15 y Ms B 5vº).
<1> Cf Ms B 5vº y P 2,53-54.
<2> Cf Ms B 5rº/vº.




P 28 A MIS HERMANITOS DEL CIELO

«El que sea pequeñito
que venga a mí» (Proverbios)

1. Venturosos pequeñines, ¡con qué amor, con qué ternura,
en otro tiempo Jesús, el Rey del cielo, os bendijo,
y de caricias y besos vuestras frentes jubilosas
él colmó!
De todos los inocentes erais vosotros figura,
y adivino las riquezas y los gozos que en el cielo,
sin medida, a manos llenas,
os dará vuestro Jesús,
Rey de reyes.

2. Contemplasteis los encantos y las bellezas del cielo,
inmensas e innumerables,
antes de haber conocido las tristezas y amarguras
del destierro,
¡lirios blancos
pequeñitos!
¡Oh capullos perfumados,
en la virgen luz del alba <1> cortados por el Señor...!
El dulce sol del amor que vuestras tiernas corolas
un día hizo estallar <2>
¡fue, sin duda, su divino
corazón!

3. ¡Oh que inefables cuidados y qué exquisitas ternuras,
cuánto amor,
oh niños recién nacidos,
os prodiga aquí en la tierra
la Iglesia, que es nuestra Madre!
En sus brazos maternales fuisteis a Dios ofrecidos
como cándidas primicias.
Eternamente seréis del hermoso y azul cielo
las delicias.

4. Componéis vosotros, niños,
el cortejo virginal que sigue al dulce Cordero,
y podéis cantar también
-¡asombroso privilegio!-
el cántico de las vírgenes
canto nuevo.
Sin combatir ni luchar como los conquistadores,
su misma gloria alcanzasteis:
el Salvador os ganó la victoria y la corona,
¡oh graciosos
vencedores!

5. No luce en vuestras cabezas
luz de brillantes preciosos,
sólo el reflejo dorado
de vuestros sedosos bucles,
que a los bienaventurados
embelesa...
¡Todo es vuestro <3>,
los tesoros de todos los elegidos,
sus palmas y sus coronas!
En el cielo, sus rodillas <4>
son vuestros más ricos tronos,
¡niños santos!

6. Junto a los angelitos
jugáis al pie del altar,
vuestros cantos infantiles,
¡oh encantadoras ras falanges!,
son el encanto del cielo,
¡dulce encanto!
Dios os cuenta cómo hizo
los pájaros y los vientos <5>
y las rosas.
Ningún genio hay en la tierra
que sepa lo que vosotros,
pequeñines.

7. Alzando del firmamento el velo azul, misterioso,
cogéis en vuestras manitas <6> las estrellas de mil luces.
Cuando cruzáis el espacio, a vuestro paso dejáis
una hermosísima estela
argentada.
Cuando miro por la noche la brillante Vía Láctea,
me parece en ella veros
a vosotros.

8. A los brazos de María corréis tras de vuestros juegos,
y escondiendo vuestras rubias cabecitas infantiles
bajo su velo estrellado,
os dormís...
Gusta el inmenso Señor,
¡oh pequeños traviesillos!, de vuestra infantil audacia:
¡os atrevéis a llenar de besos y caricias <7>
su augusta, adorable faz!,
¡qué favor!

9. El Señor me dio en vosotros, dulces santos inocentes,
un acabado modelo.
Yo quiero en la tierra ser
vuestra imagen,
niños míos
pequeñitos.
Ayudadme a conseguir las virtudes de la infancia:
me encanta vuestro candor,
vuestro abandono perfecto y vuestra amable inocencia
cautivan mi corazón.

10. ¡Oh, mi Señor, tú conoces estos ardientes deseos
de mi alma desterrada!
Lirio hermoso de los valles,
para ti segar quisiera lirios henchidos de luz...
Busco y quiero para ti capullos de primavera,
el agua de tu bautismo <8> vierte sobre ellos, Señor,
¡y luego ven a cortarlos!

11. Quiero aumentar la falange de los santos inocentes,
mi alegría y mis dolores cambio por almas de niños.
¡Oh Rey de los elegidos!,
quiero <9> entre esos inocentes tener también yo mi
puesto:
como ellos quiero besar tu dulce rostro, Jesús,
en el cielo.

NOTAS P 28 - A MIS HERMANITOS DEL CIELO
Fecha: 28 de diciembre de 1896. -Compuesta: espontáneamente para ella misma. -Publicación: HA 98 (con el título de «A mis hermanitos del cielo, los Santos Inocentes»), cuatro versos retocados, -Melodía: La rose mousse, o bien Le fil de la Vierge.
Desde el verano de 1896, en que descubre los textos más bellos sobre la infancia, Teresa piensa mucho en los Inocentes. Durante sus ejercicios espirituales del mes de septiembre, pinta, en dos ejemplares, una estampa-recuerdo de sus cuatro hermanitos y hermanitas muertos de niños. Al dorso, escribe unos versículos de la Sagrada Escritura sumamente significativos (cf Est 5 y 6). A la luz de estos versículos, las estrofas de esta poesía proclaman la misericordia gratuita, incluso escandalosa, que Dios ha desplegado en favor de unos niños que nunca llegaron al uso de razón y para los que «el Salvador», y sólo él, «ganó la victoria». Diez años antes, sus «hermanitos del cielo» habían liberado a Teresa del tormento de los escrúpulos (Ms A 44rº); hoy su ejemplo la salva de la angustia de las «manos vacías» (CA 23.6). En un exceso de amor (Ms A 4vº), Teresa llegará incluso a «desear la muerte» a muchos niños bautizados; pero no, en primer lugar, «para que vayan al cielo», sino para ofrecer a Jesús esas «frescas flores abiertas» que son las que él prefiere.... Nótese que Teresa no se deja engañar por su imaginería,un poco exagerada (cf Ca 21/26.5.9); esas flores, esos niños y ese mundo estelar pretenden trasladarnos a un mundo espiritual, radiante de frescor, de luz y de alegría.
<1> El tema de esta poesía no es el de unos niños mártires: es Jesús, y no el perseguidor, quien corta sus lirios. La referencia de HA 98 a los Santos Inocentes es, pues, inexacta.
<2> Cf Cta 124.
<3> Cf Cta 182, que remita a la Oración del alma enamorada de san Juan de la Cruz.
<4> Para Teresa y Celina, habrá algo mucho mejor que las «rodillas» de los elegidos: las del propio Jesús... Cf Cta 211+, un billete contemporáneo de P 28; y P 11,54.
<5> Preciosa imagen poética para expresar la idea de que Dios concede su reino a los pequeños y no a los sabios...
<6> Estas imágenes cósmicas son tanto más fuertes cuanto que se está hablando de niños; cf RP 2,7rº.
<7> Cf Ca 5.7.3.
<8> Cf RP 2, 6vº.
<9> Teresa exige mucho en sus poesías (PN 12,8; P 10,5; 15,11; 18,4; PN 29,8; P 20,2; PN 35,4; P 24,1; PN 41,2; y aquí)...



POESIAS - Sta. Teresa del NIño Jesús 28