Presbyterorum Ordinis ES 11


CAPITULO III - LA VIDA DE LOS PRESBITEROS


I. VOCACION DE LOS PRESBITEROS A LA PERFECCION


Santidad sacerdotal

12 Por el Sacramento del Orden, los presbiteros se configuran a Cristo Sacerdote como miembro con su Cabeza para la estructuracion y edificacion de todo su Cuerpo, que es la Iglesia, como cooperadores del orden episcopal. Ya en la consagracion del bautismo, como todos los fieles cristianos, recibieron ciertamente la senal y el don de tan grande vocacion y gracia para sentirse capaces y obligados, a pesar de la debilidad humana, a seguir la perfeccion, segun la palabra del Senor: Sed, pues, perfectos, como perfecto es vuestro padre celestial" (Mt 5,48).

Los sacerdotes estan obligados a adquirir aquella perfeccion por un titulo especial, puesto que, consagrados de forma nueva a Dios en la recepcion del Orden, se constituyen e instrumentos vivos del Sacerdote Eterno para poder conseguir, a través del tiempo, su obra admirable, que reintegro con divina eficacia, todo el género humano.

Siendo, pues, que todo sacerdote representa a su modo la persona del mismo Cristo, tiene también la gracia singular de -al mismo tiempo que sirve a la grey encomendada y a todo el pueblo de Dios- poder conseguir mas aptamente la perfeccion de Aquél, cuya funcion representa, y que sane la debilidad de la carne humana, la santidad de quien se hizo por nosotros Pontifice "santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores" (He 7,26).

Cristo, a quien el Padre santifico o consagro y envio al mundo, "se entrego por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y adquirirse un pueblo propio y aceptable, celador de obras buenas" (Tt 2,14), y asi, por su pasion, entro en su gloria; de igual modo, los presbiteros, consagrados por la uncion del Espiritu Santo y enviados por Cristo, mortifican en si mismos las tendencias de la carne y se entregan totalmente al servicio de los hombres, y de esta forma pueden caminar hacia el varon perfecto, en la santidad con que han sido enriquecidos en Cristo.

Asi, pues, ejerciendo el ministerio del Espiritu y de la justicia, se fortalecen en la vida del Espiritu, con tal que sean dociles al Espiritu de Cristo, que los vivifica y conduce. Pues ellos se ordenan a la perfeccion de la vida por las mismas acciones sagradas que realizan cada dia, como por todo su ministerio, que desarrollan en union con el Obispo y con los presbiteros.

Mas la santidad de los presbiteros contribuye poderosamente al cumplimiento fructuoso del propio ministerio -porque aunque la gracia de Dios puede realizar la obra de la salvacion también por medio de ministros indignos-, sin embargo, por ley ordinaria, Dios prefiere manifestar sus maravillas por medio de quienes, hechos mas dociles al impulso y guia del .Espiritu Santo, por su intima union con Cristo y su santidad de vida, ya pueden decir con el Apostol: "Ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mi" (Ga 2,20).

Por lo cual, este Sagrado Concilio, para conseguir sus propositos pastorales de renovacion interna de la Iglesia, de difusion del Evangelio por todo el mundo y de dialogo con el mundo actual, exhorte vehementemente a todos los sacerdotes a que, usando los medios oportunos recomendados por la Iglesia, se esfuercen siempre hacia una mayor santidad, con la que de dia en dia se conviertan en ministros mas aptos para el servicio de todo el Pueblo de Dios.

El ejercicio de la triple funcion sacerdotal exige y favorece la santidad

13 los presbiteros conseguiran propiamente la santidad ejerciendo su triple funcion sincera e infatigablemente en el Espiritu de Cristo.

Como ministros de la palabra de Dios leen y escuchan diariamente la palabra divina que deben ensenar a otros; y si al mismo tiempo procuran recibirla en si mismos, iran haciéndose discipulos del Senor cada vez mas perfectos, segun las palabras del Apostol Pablo a Timoteo: "Esta se a tu ocupacion, éste tu estudio: de manera que tu aprovechamiento sea a todos manifiesto. Vela sobre ti, atiende a la ensenanza; insiste en ella. Haciéndolo asi te salvaras a ti mismo y a los que te escucha" (
1Tm 4,15-16).

Pues pensado como pueden explicar mejor lo que ellos han contemplado, saborearan mas a fondo "las insondables riquezas de Cristo" (Ef 3,8) y la multiforme sabiduria de Dios. Teniendo presente que es el Senor quien abre los corazones y que su eficacia no proviene de ellos mismos, sino del poder de Dios, en el mismo momento de proclamar la palabra se uniran mas intimamente a Cristo Maestro y se dejaran guiar por su Espiritu. Asi, uniéndose con Cristo, participan de la caridad de Dios, cuyo misterio, oculto desde los siglos, ha sido revelado en Cristo.

Como ministros sagrados, sobre todo en el Sacrificio de la Misa, los presbiteros ocupan el lugar de Cristo, que se sacrifico a si mismo para santificar a los hombres, y, por ende, son invitados a imitar lo que administran; ya que celebran el misterio de la muerte del Senor, procuren mortificar sus miembros de vicios y concupiscencias. En el misterio del Sacrificio Eucaristico, en que los sacerdotes desempenan su funcion principal, se realiza continuamente la obra de nuestra redencion y, por tanto, se recomienda encarecidamente su celebracion diaria, la cual, aun cuando no puedan estar presentes los fieles, es accion de Cristo y de la Iglesia.

Asi, mientras los presbiteros se unen con la accion de Cristo Sacerdote, se ofrecen todos los dias enteramente a Dios, y mientras se nutren del Cuerpo de Cristo participan cordialmente de la caridad de quien se da a los fieles como manjar. De igual forma se unen con la intencion y con la caridad de Cristo en la administracion de los Sacramentos, cosa que realizan especialmente cuando en la administracion del Sacramento de la Penitencia se muestran enteramente dispuestos, siempre que, los fieles lo piden razonablemente. En el rezo del Oficio divino prestan su voz a la Iglesia, que persevera en la oracion, en nombre de todo el género humano, juntamente con Cristo que "vive siempre para interceder por nosotros" (He 7,25).

Rigiendo y apacentando el Pueblo de Dios, se ven impulsados por la caridad del Buen Pastor a entregar su vida por sus ovejas, preparados también para el sacrificio supremo, siguiendo el ejemplo de los sacerdotes que, incluso en nuestros dias, no rehusaron entregar su vida; siendo educadores en la fe, y teniendo ellos mismos "firme confianza de entrar en el santuario en virtud de la sangre de Cristo" (He 10,19), se acercan a Dios "con sincero corazon en la plenitud de la fe" (He 10,22), y demuestran su firme esperanza ante sus fieles para consolar a los que se hallan atribulados, con el mismo consuelo con que Dios los consuela a ellos mismos; como rectores de la comunidad, cultivan la ascesis propia de pastor de almas, renunciando a sus intereses, no buscando sus conveniencias, sino la de muchos, para que se salven, progresando siempre hacia el cumplimiento mas perfecto del deber pastoral, y cuando es necesario, estan dispuestos a emprender nuevos caminos pastorales, guiados por el Espiritu del amor, que sopla donde quiere.

Unidad y armonia de la vida de los presbiteros

14 Siendo en el mundo moderno tantas las tareas que deben afrontar los hombres y tanta la diversidad de los problemas que los angustian y que muchas veces tienen que resolver precipitadamente, no es raro que se vean en peligro de dispersion. Y los presbiteros, sobrecargados y agitados por las muchas obligaciones de su ministerio, no pueden pensar sin angustia como lograr la unidad de su vida interior con la magnitud de la accion exterior.

Esta unidad de vida no la pueden conseguir ni el orden meramente externo de la obra del ministerio ni la sola practica de los ejercicios de piedad, aunque la ayudan mucho. La pueden organizar, en cambio, los presbiteros imitando en el cumplimiento de su ministerio el ejemplo de Cristo Senor, cuyo alimento era cumplir la voluntad de Aquel que lo envio a completar su obra.

En realidad Cristo, para cumplir indefectiblemente la misma voluntad del Padre en el mundo por medio de la Iglesia, obra por sus ministros, y por ello continua siendo siempre principio y fuente de la unidad de su vida. Por consiguiente, los presbiteros, conseguiran la unidad de su vida uniéndose a Cristo en el conocimiento de la voluntad del Padre y en la entrega de si mismos por el rebano que se les ha confiado.

De este modo, desempenando el papel del Buen Pastor, en el mismo ejercicio de la caridad pastoral encontraran el vinculo de la perfeccion sacerdotal que reduce a unidad su vida y su actividad. Esta caridad pastoral fluye, sobre todo, del Sacrificio Eucaristico, que se manifiesta por ello como centro y raiz de toda la vida del presbitero, de suerte que lo que se efectua en el altar lo procure reproducir en si el alma del sacerdote. Cosa que no puede conseguirse si los mismos sacerdotes no penetran mas intimamente cada vez, por la oracion, en el misterio de Cristo.

Para poder verificar concretamente la unidad de su vida, consideren todos sus proyectos, a la luz de la voluntad de Dios. Viendo si tales proyectos se conforman con las normas de la mision evangélica de la Iglesia. Porque no puede separarse la fidelidad para con Cristo de la fidelidad para con la Iglesia. La caridad pastoral pide que los presbiteros, para no correr en vano, trabajen siempre en union con los Obispos y con los hermanos en el sacerdocio. Obrando asi hallaran los presbiteros la unidad de la propia vida en la misma unidad de la mision de la Iglesia, y de esta suerte se uniran con su Senor, y por El con el Padre, en el Espiritu Santo, a fin de llenarse de consuelo y rebosar de gozo.


II. EXIGENCIAS ESPIRITUALES CARACTERISTICAS EN LA VIDA DE LOS PRESBITEROS


Unidad y obediencia

15 Entre las virtudes principalmente requeridas en el ministerio de los presbiteros hay que contar aquella disposicion de alma por la que estan siempre preparados a buscar no su voluntad, sino la voluntad de quien los envio. Porque la obra divina, para cuya realizacion separo el Espiritu Santo, trasciende todas las fuerzas humanas y la sabiduria de los hombres, pues "Dios eligio la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes" (1Co 1,27). Conociendo, pues, su propia debilidad, el verdadero ministro de Cristo trabaja con humildad, buscando lo que es grato a Dios, y como encadenado por el Espiritu es llevado en todo por la voluntad de quien desea que todos los hombres se salven; voluntad que puede descubrir y cumplir en las circunstancias diarias, sirviendo humildemente a todos los que Dios le ha confiado, en el ministerio que se le ha entregado y en los multiples acontecimientos de su vida.

Pero como el ministerio sacerdotal es el ministerio de la misma Iglesia, no puede efectuarse mas que en la comunion jerarquica de todo el cuerpo. La caridad pastoral urge, pues, a los presbiteros que, actuando en esta comunion, consagren su voluntad propia por la obediencia al servicio de Dios y de los hermanos, recibiendo con espiritu de fe y cumpliendo los preceptos y recomendaciones emanadas del Sumo Pontifice, del propio Obispo y de los otros superiores; gastandose y desgastandose en cualquier servicio que se les haya confiado, por humilde que sea.

De esta forma, guardan y reafirman la necesaria unidad con los hermanos en el ministerio, y sobre todo con los que el Senor constituyo en rectores visibles de su Iglesia, y obran para la edificacion del Cuerpo de Cristo que crece "por todos los ligamentos que lo nutren". Esta obediencia, que conduce a la libertad mas madura de los hijos de Dios, exige por su naturaleza que, mientras movidos por la caridad, los presbiteros, en el cumplimiento de su cargo, investigan prudentemente nuevos caminos para mayor bien de la Iglesia, propongan confiadamente sus proyectos y expongan insistentemente las necesidades del rebano a ellos confiado, dispuestos siempre a acatar el juicio de quienes desempenan la funcion principal en el régimen de la Iglesia de Dios.

Los presbiteros, con esta humildad y esta obediencia responsable y voluntaria, se asemejan a Cristo, sintiendo en si lo que en Cristo Jesus, que "se anonado a si mismo, tomando la forma de siervo... hecho obediente hasta la muerte" (Ph 2,7-9). Y con esta obediencia, vencio y reparo la desobediencia de Adan, como atestigua el Apostol : "Por la desobediencia de un hombre, muchos fueron pecadores; asi también por la obediencia de uno, muchos seran hechos justos" (Rm 5,19).

Hay de abrazar el celibato y apreciarlo como una gracia

16 La perfecta y perpetua continencia por el reino de los cielos, recomendada por Cristo Senor, aceptada con gusto y observada laudablemente en el decurso de los siglos e incluso en nuestros dias por no pocos fieles cristianos, siempre ha sido tenida en grande aprecio por la Iglesia, especialmente para la vida sacerdotal. Porque es al mismo tiempo signo y estimulo de la caridad pastoral y fuente peculiar de la fecundidad espiritual en el mundo. No es exigida, ciertamente, por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la practica de la Iglesia primitiva y por la tradicion de las Iglesias orientales, en donde ademas de aquellos que con todos los OBispos eligen el celibato como un don de la gracia, hay también presbiteros beneméritos casados; pero al tiempo que recomienda el celibato eclesiastico, este Santo COncilio no intenta en modo alguno cambiar la distinta disciplina que rige, legitimamente en las Iglesias orientales, y exhorta amabilisimamente a todos los que, perseverando en la santa vocacion, sigan consagrando su vida plena y generosamente a la grey que se les ha confiado.

Pero el celibato tiene mucha conformidad con el sacerdocio. Porque toda la mision sacerdotal se dedica al servicio de la nueva humanidad, que Cristo, vencedor de la muerte, suscita en el mundo por su Espiritu, y que trae su origen "no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad de varon, sino de Dios" (
Jn 1,13). Los presbiteros, pues, por la virginidad o celibato conservado por el reino de los cielos, se consagran a Cristo de una forma nueva y exquisita, se unen a El mas facilmente con un corazon indiviso, se dedican mas libremente en El y por El al servicio de DIos y de los hombres, sirven mas expeditamente a su reino y a la obra de regeneracion sobrenatural y, asi, se hacen mas aptos para recibir ampliamente la paternidad en Cristo.

De esta forma, pues, proclaman delante de los hombres que quieren dedicarse enteramente al ministerio que se les ha confiado, es decir, de desposar a los fieles con un solo esposo y de presentarlos a Cristo como una virgen casta, y con ello evocan el misterioso matrimonio establecido por Dios, que ha de manifestarse plenamente en el futuro, por el que la Iglesia tiene a Cristo como Esposo unico. Se constituyen, ademas en senal viva de aquel mundo futuro, presente ya por la fe y por la caridad, en que los hijos de la resurreccion no tomaran maridos ni mujeres.

Por estas razones, fundadas en el misterio de Cristo y en su mision, el celibato, que al principio se recomendaba a los sacerdotes, fue impuesto por ley después en la Iglesia Latina a todos los que eran promovidos al Orden sagrado. Este Santo Concilio comprueba y confirma esta legislacion en cuanto se refiere a los que se destinan para el presbiterado, confiando en el Espiritu que el don del celibato, tan conveniente al sacerdocio del Nuevo Testamento, es otorgado generosamente por el Padre, con tal que lo pidan con humildad y constancia los que por el Sacramento del Orden participan del sacerdocio de Cristo; mas aun, toda la Iglesia.

Exhorta también este Sagrado Concilio a los presbiteros que, confiados en la gracia de Dios han aceptado libremente el sagrado celibato segun el ejemplo de Cristo, a que, abrazandolo con magnanimidad y de todo corazon, y perseverando en tal estado con fidelidad, reconozcan el don excelso que el Padre les ha dado y que tan claramente ensalza el Senor, y pongan ante su consideracion los grandes misterios que en él se expresan y se verifican. Cuanto mas imposible les parece a no pocas personas la perfecta continencia en el mundo actual, con tanta mayor humildad y perseverancia pediran los presbiteros, juntamente con la Iglesia, la gracia de la fidelidad, que nunca ha sido negada a quienes la piden, sirviéndose también, al mismo tiempo, de todas las ayudas sobrenaturales y naturales, que todos tienen a su alcance.

No dejen de seguir las normas, sobre todo las ascéticas, que aprueba la experiencia de la Iglesia, y que no son menos necesarias en el mundo actual. Ruega, por tanto, este Sagrado Concilio no solo a los sacerdotes, sino también a todos los fieles, que aprecien cordialmente este precioso don del celibato sacerdotal, y que pidan todos a Dios que conceda siempre abundantemente ese don a su Iglesia.

Posicion respecto al mundo y los bienes terrenos y pobreza voluntaria

17 Por el trato amigable y fraterna convivencia entre si y con los demas hombres, pueden aprender los presbiteros a cultivar los valores humanos y a apreciar los bienes creados como dones de Dios. Aunque viven en el mundo, sepan sin embargo, que ellos no son del mundo, segun la palabra del Senor, nuestro Maestro. Disfrutando, pues, del mundo con si disfrutasen, llegaran a la libertad de aquellos que, libres de toda preocupacion desordenada, se hacen dociles para oir la voz divina en la vida ordinaria. De esta libertad y docilidad emana la discrecion espiritual en que se halla la recta postura frente al mundo y a los bienes terrenos. postura de gran importancia para los presbiteros, porque la mision de la Iglesia se desarrolla en medio del mundo, y porque los bienes creados son enteramente necesarios para el provecho personal del hombre. Agradezcan, pues todo lo que el Padre celestial les concede para vivir convenientemente. Es necesario, con todo, que disciernan a la luz de la fe todo, para usar de los bienes segun la voluntad de Dios y rechazar cuanto obstaculiza su mision.

Pues los sacerdotes, ya que el Senor es su "porcion y herencia" (
Nb 18,20), deben usar los bienes temporales tal solo para aquellos fines a los que pueden licitamente destinarlos, segun la doctrina de Cristo Senor y la ordenacion de la Iglesia.

Los bienes eclesiasticos propiamente dichos, segun su naturaleza, deben administrarlos los sacerdotes segun las normas de las leyes eclesiasticas, con la ayuda, en cuanto sea posible, de seglares expertos, y destinarlos siempre a aquellos fines para cuya consecucion es licito a la Iglesia poseer bienes temporales, esto es, para el desarrollo del culto divino, para procurar la honesta sustentacion del clero y para realizar las obras del sagrado apostolado o de la caridad, sobre todo con los necesitados.

En cuanto a los bienes que recaban con ocasion del ejercicio de algun oficio eclesiastico, salvo el derecho particular, los presbiteros, lo mismo que los obispos, apliquenlos, en primer lugar, a su honesto sustento ya la satisfaccion de las exigencias de su propio estado; y lo que sobre, sirvanse destinarlo para el bien de la Iglesia y para obras de caridad. No tengan por consiguiente, el beneficio como una actividad lucrativa, ni empleen sus ganancia para engrosar su propio caudal. Por ello, los sacerdotes, teniendo el corazon desapegado de las riquezas, han de evitar siempre toda clase de ambicion y abstenerse cuidadosamente de toda especie de comercio.

Mas aun, siéntanse invitados a abrazar la pobreza voluntaria, para asemejarse mas a cristo y estar mas dispuestos para el ministerio sagrado. Porque Cristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros para que fuéramos ricos con su pobreza. Y los Apostoles manifestaron, con su ejemplo, que el don gratuito de Dios hay que distribuirlo gratuitamente, sabiendo vivir en la abundancia y pasar necesidad.

Pero incluso una cierta comunidad de bienes, a semejanza de la que se alaba en la historia de la Iglesia primitiva, prepara muy bien el terreno par ala caridad pastoral; y por esa forma de vida pueden los presbiteros practicar laudablemente el espiritu de pobreza que Cristo recomienda.

Guiados, pues, por el Espiritu del Senor, que ungio al Salvador y lo envio a evangelizar a los pobres, los presbiteros, y lo mismo los Obispos, mucho mas que los restantes discipulos de Cristo, eviten todo cuanto pueda alejar de alguna forma a los pobres, desterrando de sus cosas toda clase de vanidad. Dispongan su morada de manera que a nadie esté cerrada, y que nadie, incluso el mas pobre, recele frecuentarla.


III. RECURSOS PARA LA VIDA DE LOS PRESBITEROS


Medios para el desarrollo de la vida espiritual

18 Para que los presbiteros puedan fomentar la union con Cristo en todas las circunstancias de la vida, ademas del ejercicio consciente de su ministerio, cuentan con los medios comunes y particulares, nuevos y antiguos, que nunca deja de suscitar en el Pueblo de Dios el Espiritu Santo, y que la Iglesia recomienda, e incluso manda alguna vez, para la santificacion de sus miembros. Entre todas las ayudas espirituales destacan aquellos actos con que se nutren los cristianos de la palabra de Dios en la doble mesa de la Sagrada Escritura y de la Eucaristia; a nadie se oculta cuanta trascendencia tiene su participacion asidua para la santificacion propia de los presbiteros.

Los ministros de la gracia sacramental se unen intimamente a Cristo Salvador y Pastor por la fructuosa recepcion de los sacramentos, sobre todo con la frecuente accion sacramental de la Penitencia, puesto que, preparado con el examen diario de conciencia, favorece sobremanera la necesaria conversion del corazon al amor del Padre de las misericordias. A la luz de la fe, nutrida con la Sagrada Escritura, pueden buscar cuidadosamente las senales de la voluntad divina y los impulsos de la gracia en los varios acontecimientos de la vida, y hacerse, con ello, mas dociles cada dia para su mision recibida del Espiritu Santo. En la Santisima Virgen Maria encuentran siempre un ejemplo admirable de esta docilidad; ella, guiada por el Espiritu Santo, se entrego totalmente al misterio de la redencion de los hombres; veneren y amen los presbiteros con filial devocion y veneracion a esta Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, Reina de los Apostoles y auxilio de su ministerio.

Para cumplir con fidelidad su ministerio, gusten cordialmente el coloquio divino con Cristo Senor en la visita y en el culto personal de la Sagrada Eucaristia; practiquen gustosos el retiro espiritual y aprecien en mucho la direccion espiritual. De muchas formas, especialmente por la recomendada oracion mental y variadas formulas de oraciones, que eligen libremente, los presbiteros buscan y piden insistentemente a Dios aquel verdadero espiritu de oracion con que ellos mismos, juntamente con el pueblo que se les ha confiado, se unen intimamente con Cristo Mediador del Nuevo Testamento, y asi pueden clamar como hijos de adopcion: "Abba, Padre" (
Rm 8,15).

Estudio y ciencia pastoral

19 En el sagrado rito de la Ordenacion, el Obispo recomienda a los presbiteros que "estén maduros en la ciencia" y que su doctrina sea "medicina espiritual para el Pueblo de Dios". Pero la ciencia de un ministro sagrado debe ser sagrada, porque emana de una fuente sagrada y a un fin sagrado se dirige. Ante todo, pues, se obtiene por la lectura y meditacion de la Sagrada Escritura, y se nutre, también fructuosamente, con el estudio de los Santos Padres y Doctores, y de otros monumentos de la Tradicion. Ademas, para responder convenientemente a los problemas propuestos por los hombres contemporaneos, conviene que los presbiteros conozcan los documentos del Magisterio y, sobre todo, de los Concilios y de los Romanos Pontifices y consulten a los mejores y probados escritores de Teologia.

Pero como en nuestros tiempos, la cultura humana, y también las ciencias sagradas, avanzan con un ritmo nuevo, los presbiteros se ven impulsados a completar, convenientemente y sin intermision, su ciencia divina y humana, y a prepararse, de esta forma, para entablar mas ventajosamente el dialogo con los hombres de su tiempo.

Para que los presbiteros se entreguen mas facilmente a los estudios y capten con mas eficacia los métodos de evangelizacion y de apostolado, procureseles cuidadosamente los medios necesarios, como son la organizacion de cursos y de congresos, segun las condiciones de cada pais, la ereccion de centros destinados a los estudios pastorales, la fundacion de bibliotecas y una conveniente direccion de los estudios para personas competentes.

Consideren, ademas, los Obispos, o en particular, o reunidos entre si, el modo mas conveniente de conseguir que todos los presbiteros, en tiempo determinado, sobre todo en los primeros anos después de su ordenacion, puedan asistir a un curso en que se les brinde la ocasion de conseguir un conocimiento mas completo de los métodos pastorales y de la ciencia teologica, y , sobre todo, de fortalecer su vida espiritual y de comunicarse mutuamente con los hermanos las experiencias apostolicas. Ayudese especialmente con estas y otras atenciones oportunas también a los neoparrocos y a los que se destinan para una nueva empresa pastoral, o a los que se envian a otras diocesis o nacion.

Procuren, por fin, los Obispos que se especialicen algunos mas profundamente en la ciencia sagrada, a fin de que nunca falten maestros idoneos para formar a los clérigos, para ayudar a los otros sacerdotes y a los fieles a conseguir la doctrina que necesitan, y para fomentar el sano progreso en las disciplinas sagradas, que es totalmente necesario en la Iglesia.

Hay que proveer a la justa remuneracion de los presbiteros

20 Los presbiteros, entregados al servicio de Dios en el cumplimiento de la mision que les ha confiado, son dignos de recibir la justa remuneracion, porque "el obrero es digno de su salario" (Lc 10,7), y "el Senor ha ordenado a los que anuncian el Evangelio que vivan del Evangelio" (1Co 9,14). Por lo cual, cuando no se haya provisto de otra forma a la justa remuneracion de los presbiteros, los mismos fieles tienen la obligacion de cuidar que puedan procurarse los medios necesarios para vivir honesta y dignamente, ya que los presbiteros consagran su trabajo al bien de los fieles. Los Obispos, por su parte, tienen el deber de avisar a los fieles sobre esta obligacion, y deben procurar, o bien cada uno para su diocesis o mejor en union para el territorio comun, que se establezcan normas con que se provea la digna sustentacion de quienes desempenan o han desempenado alguna funcion para el servicio del Pueblo de Dios.

Pero la remuneracion que cada uno ha de recibir, habida consideracion de la naturaleza del cargo mismo y de las condiciones de lugares y de tiempos, sea fundamentalmente la misma para todos los que se hallen en las mismas circunstancias, sea digna a su condicion y les permita, ademas, no solo proveer a la paga de las personas dedicadas al servicio de los presbiteros, sino, también, ayudar personalmente de algun modo, a los necesitados, porque el ministerio para con los pobres los aprecio muchisimo la Iglesia ya desde sus principios. Esta remuneracion, ademas, sea tal que permita a los presbiteros disfrutar de un tiempo debido y suficiente de vacaciones cada ano, cosa que deben procurar los Obispos.

Es preciso atribuir la maxima importancia a la funcion que desempenan los sagrados ministros. Por lo cual hay que dejar el sistema que llaman beneficial, o a lo menos hay que reformarlo, de suerte que la parte beneficial, o el derecho a los réditos totales anejos al beneficio, se considera como secundaria y se atribuya, en derecho, el primer lugar al propio oficio eclesiastico, que, por cierto, ha de entenderse en los sucesivo cualquier cargo conferido establemente para ejercer un fin espiritual.

Fondos comunes de bienes y prevision social en favor de los presbiteros

21 Téngase siempre presente el ejercicio de los cristianos en la primitiva Iglesia jerosolimitana, en la que "todo lo tenian en comun" (Ac 4,32) "y a cada uno se le repartia segun su necesidad" (Ac 4,35). Es, pues, muy conveniente que, por lo menos en las regiones en que la sustentacion del clero depende total o parcialmente de las dadivas de los fieles, recoja los bienes ofrecidos a este fin una institucion diocesana, que administra el Obispos con la ayuda de sacerdotes delegados, y, donde lo aconseje la utilidad, también de seglares peritos en economia. Se desea, ademas, que, en cuanto sea posible, en cada diocesis o region se constituya un fondo comun de bienes con el que los Obispos puedan satisfacer otras obligaciones para con las personas al servicio de la Iglesia, y satisfacer otras necesidades de la diocesis, y por cuyo medio también las diocesis mas ricas puedan ayudar a las mas pobres, de forma que la abundancia de aquéllas alivie la escasez de éstas. Este fondo ha de constituirse, sobre todo, por las ofrendas de los fieles, peor también por los bienes que provienen de otras fuentes, que ha de concretar el derecho.

Ademas, en las naciones en que todavia no esta convenientemente organizada la prevision social en favor del clero, procuren las Conferencias Episcopales que, consideradas siempre las leyes eclesiasticas y civiles, se establezcan o bien instituciones diocesanas, también federadas entre si, o bien instituciones organizadas a un tiempo para varias diocesis, o bien una asociacion establecida para todo el territorio, por las que, bajo la atencion jerarquia, se provea suficientemente ya a la asistencia sanitaria, ya a la debida sustentacion de los presbiteros enfermos, invalidos o ancianos. Ayuden los sacerdotes a esta institucion una vez erigida, movidos por espiritu de solidaridad para con sus hermanos, tomando parte en sus tribulaciones, considerando, al mismo tiempo, que asi, sin angustia del futuro, pueden practicar la pobreza con resuelto espiritu evangélico y entregarse plenamente a la salvacion de alas almas. Procuren aquellos a quienes compete que estas instituciones de diversas naciones se reunan entre si, para conseguir mas consistencia y propagarse mas ampliamente.


CONCLUSION Y EXHORTACION

22 Este Sagrado Concilio, teniendo presente las alegrias de la vida sacerdotal, no puede olvidar, por ello, las dificultades en que se ven los presbiteros en las actuales circunstancias de la vida de hoy. Sabe también cuanto se transforman las condiciones economicas y sociales e incluso las costumbres humanas, y cuanto se muda el orden de valores en el aprecio de los hombres; por lo cual los ministros de la Iglesia, e incluso muchas veces los fieles cristianos, se sienten en este mundo como ajenos a él, buscando angustiosamente los medios idoneos y las palabras para comunicar con él. Porque los nuevos impedimentos que obstaculizan la fe pueden ponerles en peligro de que decaigan sus animos, viendo la esterilidad del trabajo realizado, y la acerba soledad que sienten.

Pero este mundo, tal cual hoy se presenta al amor y al ministerio de los presbiteros de la Iglesia, Dios lo amo de tal forma, que le entrego su Hijo Unigénito. En efecto, este mundo, dominado, es cierto, por muchos pecados, pero dotado también de no pequenas facultades, ofrece a la Iglesia piedras vivas, que se estructuran para morada de Dios en el Espiritu. El mismo Espiritu Santo, mientras impulsa a la Iglesia a abrir nuevos caminos para llegar al mundo de hoy, sugiere también y alienta las convenientes acomodaciones del ministerio sacerdotal.

Piensen los presbiteros que nunca estan solos en su trabajo, sino sostenidos por la virtud todopoderosa de Dios; y creyendo en Cristo, que los llamo a participar de su sacerdocio, entréguense con toda confianza a su ministerio, sabedores de que Dios es poderoso para aumentar en ellos la caridad. Recuerden también que tienen, como cooperadores a sus hermanos en el sacerdocio, mas aun, a todos los fieles del mundo. Porque todos los presbiteros cooperan en la consecucion del plan salutifero de Dios, es decir, en el misterio de Cristo o sacramento oculto desde los siglos en Dios, que no se lleva a efecto mas que poco a poco, esforzandose de consuno todos los ministerios para la edificacion del Cuerpo de Cristo, hasta que se completa la medida de su tiempo.

Todo esto estando escondido con Cristo en Dios, puede percibirse, sobre todo, por la fe. Y es necesario que los guias del Pueblo de Dios caminen por la fe, siguiendo el ejemplo del fiel Abraham, que por la fe "obedecio y salio hacia la tierra que habia de recibir en herencia, pero son saber adonde iba" (
He 11,8). En efecto, el dispensador de los misterios de Dios puede compararse al hombre que siembra en un campo, del que dijo el Senor: "Y ya duerma, ya vele, de noche y de dia, la semilla germina y crece, sin que él sepa como" (Mc 4,27).

Por lo demas, el Senor Jesus, que dijo: "Confiad, yo he vencido al mundo" (Jn 16,33), no prometio a su Iglesia, con estas palabras, una victoria completa en este mundo. Pero el Sagrado Concilio se goza porque la tierra, sembrada con la semilla del Evangelio, fructifica ahora en muchos lugares bajo la guia del Espiritu del Senor, que llena el orbe de la tierra, y que suscito en los corazones de muchos sacerdotes y fieles el espiritu verdaderamente misional. De todo ello el Sagrado Concilio con gran amor da las gracias a todos los presbiteros del mundo "Al que es poderoso para hacer que copiosamente abundemos mas de lo que pedimos o pensamos en virtud del poder que actua en nosotros, a El sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesus" (Ef 3,20-21).

Todas y cada una de las cosas contenidas en este Decreto, han obtenido el beneplacito de los Padres del Sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostolica recibida de Cristo, juntamente con los Venerables Padres, las aprobamos, decretamos y establecemos en el Espiritu Santo, y mandamos que lo asis decidido conciliarmente sea promulgado para gloria de Dios.

Roma, en San Pedro, 28 de octubre de 1965.

Yo, PABLO, Obispo de la Iglesia catolica.



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