Salmos (BPD) 103

103 1 De David.

La misericordia del Señor con sus fieles

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
2 bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.
3
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
4
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura;
5
él colma tu vida de bienes,
y tu juventud se renueva como el águila.
6
El Señor hace obras de justicia
y otorga el derecho a los oprimidos;
7
él mostró sus caminos a Moisés
y sus proezas al pueblo de Israel.

La condescendencia divina hacia la debilidad humana

8 El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
9
no acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;
10
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.
11
Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
12
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.
13
Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
14
él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo.
15
Los días del hombre son como la hierba:
él florece como las flores del campo;
16
las roza el viento, y ya no existen más,
ni el sitio donde estaban las verá otra vez.
17
Pero el amor del Señor permanece para siempre,
y su justicia llega hasta los hijos y los nietos
18
de los que lo temen y observan su alianza,
de los que recuerdan sus preceptos
y los cumplen.

Invitación universal a bendecir al Señor

19 El Señor puso su trono en el cielo,
y su realeza gobierna el universo.
20
¡Bendigan al Señor, todos sus ángeles,
los fuertes guerreros que cumplen sus órdenes
apenas oyen la voz de su palabra!

21
¡Bendigan al Señor, todos sus ejércitos,
sus servidores, los que cumplen su voluntad!
22
¡Bendíganlo todas sus obras,
en todos los lugares donde ejerce su dominio!
¡Bendice al Señor, alma mía!


LA GLORIA DE DIOS EN LA CREACIÓN

104

El espacio celestial

1 Bendice al Señor, alma mía:
¡Señor, Dios mío, qué grande eres!
Estás vestido de esplendor y majestad
2 y te envuelves con un manto de luz.
Tú extendiste el cielo como un toldo
3
y construiste tu mansión sobre las aguas.
Las nubes te sirven de carruaje
y avanzas en alas del viento.
4
Usas como mensajeros a los vientos,
y a los relámpagos, como ministros.

La tierra y las aguas

5 Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:
¡no se moverá jamás!
6
El océano la cubría como un manto,
las aguas tapaban las montañas;
7
pero tú las amenazaste y huyeron,
escaparon ante el fragor de tu trueno.
8
Subieron a las montañas, bajaron por los valles,
hasta el lugar que les habías señalado:
9
les fijaste un límite que no pasarán,
ya no volverán a cubrir la tierra.

Las fuentes y las lluvias

10 Haces brotar fuentes en los valles,
y corren sus aguas por las quebradas.
11
Allí beben los animales del campo,
los asnos salvajes apagan su sed.
12
Las aves del cielo habitan junto a ellas
y hacen oír su canto entre las ramas.
13
Desde lo alto riegas las montañas,
y la tierra se sacia con el fruto de tus obras.

Los frutos de la tierra

14 Haces brotar la hierba para el ganado
y las plantas que el hombre cultiva,
para sacar de la tierra el pan
15
y el vino que alegra el corazón del hombre,
para que él haga brillar su rostro con el aceite
y el pan reconforte su corazón.
16
Se llenan de savia los árboles del Señor,
los cedros del Líbano que él plantó;
17
allí ponen su nido los pájaros,
la cigüeña tiene su casa en los abetos;
18
los altos peñascos son para las cabras,
y en las rocas se refugian los erizos.

El día y la noche

19 Hiciste la luna para medir el tiempo,
señalaste al sol el momento de su ocaso;
20
mandas la oscuridad, y cae la noche:
entonces rondan las fieras de la selva
21
y los cachorros rugen por la presa,
pidiendo a Dios su alimento.
22
Haces brillar el sol y se retiran,
van a echarse en sus guaridas:
23
entonces sale el hombre a trabajar,
a cumplir su jornada hasta la tarde.
24
¡Qué variadas son tus obras, Señor!
¡Todo lo hiciste con sabiduría,
la tierra está llena de tus criaturas!

El mar y sus habitantes

25 Allí está el mar, grande y dilatado,
donde se agitan, en número incontable,
animales grandes y pequeños.
26
Por él transitan las naves, y ese Leviatán
que tú formaste para jugar con él.

La Providencia universal de Dios

27 Todos esperan de ti
que les des la comida a su tiempo:
28
se la das, y ellos la recogen;
abres tu mano, y quedan saciados.
29
Si escondes tu rostro, se espantan;
si les quitas el aliento,
expiran y vuelven al polvo.
30
Si envías tu aliento, son creados,
y renuevas la superficie de la tierra.

Doxología final

31 ¡Gloria al Señor para siempre,
alégrese el Señor por sus obras!
32
Él mira, y la tierra se estremece;
toca las montañas, y echan humo.
33
Cantaré al Señor toda mi vida;
mientras yo exista, celebraré a mi Dios:
34
que mi canto le sea agradable,
y yo me alegraré en el Señor.
35
Que los pecadores desaparezcan de la tierra
y los malvados ya no existan más.
¡Bendice al Señor, alma mía!
¡Aleluya!


LAS MARAVILLAS DE DIOS EN FAVOR DE SU PUEBLO

105

Invitación a la alabanza

1 ¡Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
hagan conocer entre los pueblos sus proezas;
2 canten al Señor con instrumentos musicales,
pregonen todas sus maravillas!
3
¡Gloríense en su santo Nombre,
alégrense los que buscan al Señor!
4
¡Recurran al Señor y a su poder,
busquen constantemente su rostro;
5
recuerden las maravillas que él obró,
sus portentos y los juicios de su boca!

Las promesas del Señor a los Patriarcas

6 Descendientes de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
7
el Señor es nuestro Dios,
en toda la tierra rigen sus decretos.
8
Él se acuerda eternamente de su alianza,
de la palabra que dio por mil generaciones,
9
del pacto que selló con Abraham,
del juramento que hizo a Isaac:
10
él lo confirmó como norma para Jacob,
como alianza eterna para Israel,
11
cuando dijo: “Yo te daré la tierra de Canaán,
como porción hereditaria de todos ustedes”.

La protección del Señor a sus elegidos

12 Cuando formaban un grupo muy pequeño
y eran extranjeros en aquellas regiones;
13
cuando iban de nación en nación
y pasaban de un reino a otro pueblo,
14
no toleró que nadie los oprimiera,
y castigó a reyes, por amor a ellos:
15
“No toquen a mis ungidos
ni maltraten a mis profetas”.

La permanencia de Israel en Egipto

16 Él provocó una gran sequía en el país
y agotó todas las provisiones.
17
Pero antes envió a un hombre,
a José, que fue vendido como esclavo:
18
le ataron los pies con grillos
y el hierro oprimió su garganta,
19
hasta que se cumplió lo que él predijo,
y la palabra del Señor lo acreditó.
20
El rey ordenó que lo soltaran,
el soberano de pueblos lo puso en libertad;
21
lo nombró señor de su palacio
y administrador de todos sus bienes,
22
con pleno poder para instruir a los príncipes
y enseñar sabiduría a los ancianos.
23
Entonces Israel entró en Egipto,
Jacob residió en la tierra de Cam.
24
El Señor hizo a su pueblo muy fecundo,
más fuerte que sus mismos opresores;
25
cambió el corazón de los egipcios,
para que sintieran odio por su pueblo
y trataran con perfidia a sus servidores.

La liberación de Israel

26 Luego envió a Moisés, su servidor,
y a Aarón, que era su elegido;
27
por su intermedio realizó prodigios,
hizo portentos en la tierra de Cam:
28
atrajo las tinieblas, y hubo oscuridad,
pero ellos rechazaron sus palabras.
29
Transformó sus aguas en sangre
e hizo morir a sus peces;
30
el país quedó cubierto de ranas,
hasta en los aposentos del rey;
31
dio una orden y vinieron los insectos,
los mosquitos invadieron el país.
32
Les mandó granizo en vez de lluvia,
y cayeron llamaradas en su tierra;
33
abatió sus higueras y viñedos,
y destrozó los árboles en sus campos;
34
dio una orden, y vinieron langostas
y pulgones en número incontable,
35
que comieron toda la hierba del campo
y devoraron los frutos de la tierra.
36
Hirió de muerte a los primogénitos de aquel país,
a las primicias de todo ser viviente;
37
sacó a su pueblo cargado de oro y plata,
y nadie desfalleció entre sus tribus:
38
los egipcios se alegraron de su partida,
porque los había dominado el terror.

Las maravillas de Dios en el desierto

39 Tendió una nube para que los cubriera,
y envió un fuego para alumbrarlos de noche;
40
pidieron de comer y les mandó codornices,
los sació con pan del cielo;
41
abrió la roca, brotaron las aguas
y corrieron como un río por el desierto.

La posesión de la Tierra prometida

42 Él se acordó de la palabra sagrada,
que había dado a Abraham, su servidor,
43
e hizo salir a su pueblo con alegría,
a sus elegidos, entre cantos de triunfo;
44
les dio las tierras de los paganos,
y ellos heredaron las riquezas de los pueblos,
45
a fin de observar sus mandamientos
y cumplir fielmente sus leyes.
¡Aleluya!


EL AMOR DE DIOS Y LAS INFIDELIDADES DE SU PUEBLO

106 1 ¡Aleluya!

Alabanza y súplica inicial

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
2 ¿Quién puede hablar de las proezas del Señor
y proclamar todas sus alabanzas?
3
¡Felices los que proceden con rectitud,
los que practican la justicia en todo tiempo!
4
Acuérdate de mi, Señor,
por el amor que tienes a tu pueblo;
visítame con tu salvación,
5
para que vea la felicidad de tus elegidos,
para que me alegre con la alegría de tu nación
y me gloríe con el pueblo de tu herencia.

Los pecados de Israel junto al Mar Rojo

6 Hemos pecado, igual que nuestros padres;
somos culpables, hicimos el mal:
7
nuestros padres, cuando estaban en Egipto,
no comprendieron tus maravillas;
no recordaron la multitud de tus favores,
y en el Mar Rojo desafiaron al Altísimo.
8
Pero él los salvó por amor de su Nombre,
para poner de manifiesto su poder:
9
increpó al Mar Rojo, y este se secó;
los llevó por los abismos como por un desierto,
10
los salvó de las manos del enemigo,
los rescató del poder del adversario.
11
El agua cubrió a sus opresores,
ni uno solo quedó con vida:
12
entonces creyeron en sus palabras
y cantaron sus alabanzas.

La gula y los celos de Israel en el desierto

13 Pero muy pronto se olvidaron de sus obras,
no tuvieron en cuenta su designio;
14
ardían de avidez en el desierto
y tentaron a Dios en la soledad:
15
entonces, él les dio lo que pedían,
pero hizo que una enfermedad los consumiera.
16
En el campamento tuvieron celos de Moisés,
y de Aarón, el consagrado al Señor;
17
pero se abrió la tierra y devoró a Datán,
se cerró sobre Abirón y sus secuaces:
18
ardió un fuego contra aquella turba,
y las llamas abrasaron a los malvados.

El ternero de oro

19 En Horeb se fabricaron un ternero,
adoraron una estatua de metal fundido:
20
así cambiaron su Gloria
por la imagen de un toro que come pasto.
21
Olvidaron a Dios, que los había salvado
y había hecho prodigios en Egipto,
22
maravillas en la tierra de Cam
y portentos junto al Mar Rojo.
23
El Señor amenazó con destruirlos,
pero Moisés, su elegido,
se mantuvo firme en la brecha
para aplacar su enojo destructor.

Las murmuraciones en el desierto

24 Despreciaron una tierra apetecible,
no creyeron en su palabra;
25
murmuraron dentro de sus carpas
y no escucharon la voz del Señor.
26
Pero él alzó la mano y les juró
que los haría morir en el desierto,
27
que dispersaría a sus descendientes
por los pueblos
y los diseminaría por diversas regiones.

La idolatría y la rebelión

28 Luego se unieron al Baal de Peor
y comieron víctimas ofrecidas a dioses muertos;
29
con esas acciones irritaron al Señor
y cayó sobre ellos una plaga.
30
Pero Pinjás se levantó e hizo justicia,
y entonces cesó la plaga:
31
esto le fue tenido en cuenta a su favor,
por todas las generaciones, para siempre.
32
Irritaron al Señor junto a las aguas de Meribá,
y Moisés sufrió mucho por culpa de ellos,
33
porque lo amargaron profundamente,
y él no supo medir sus palabras.

Las infidelidades en la Tierra prometida

34 No exterminaron a los pueblos
como el Señor les había mandado;
35
se mezclaron con los paganos
e imitaron sus costumbres;
36
rindieron culto a sus ídolos,
que fueron para ellos una trampa.
37
Sacrificaron en honor de los demonios
a sus hijos y a sus hijas;
38
derramaron sangre inocente,
y la tierra quedó profanada.
39
Se mancharon con sus acciones
y se prostituyeron con su mala conducta;
40
por eso el Señor se indignó contra su pueblo
y abominó de su herencia.

41
Los puso en manos de las naciones
y fueron dominados por sus enemigos;
42
sus adversarios los oprimieron
y los sometieron a su poder.

La condescendencia del Señor hacia su Pueblo

43 El Señor los libró muchas veces,
pero ellos se obstinaron en su actitud,
y se hundieron más y más en su maldad.
44
Sin embargo, él miró su aflicción
y escuchó sus lamentos.
45
Se acordó de su alianza en favor de ellos
y se arrepintió por su gran misericordia;
46
hizo que les tuvieran compasión
los que los habían llevado cautivos.
47
Sálvanos, Señor y Dios nuestro;
congréganos de entre las naciones,
para que podamos dar gracias a tu santo Nombre
y gloriarnos de haberte alabado.
* * *

48
¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde ahora y para siempre!
Y todo el pueblo diga:
¡Amén! ¡Aleluya!


LITURGIA DE ACCIÓN DE GRACIAS

107

Invitación

1 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!

El retorno de los desterrados

2 Que lo digan los redimidos por el Señor,
los que él rescató del poder del enemigo
3
y congregó de todas las regiones:
del norte y del sur, del oriente y el occidente;
4
los que iban errantes por el desierto solitario,
sin hallar el camino hacia un lugar habitable.
5
Estaban hambrientos, tenían sed
y ya les faltaba el aliento;
6
pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
7
los llevó por el camino recto,
y así llegaron a un lugar habitable.
8
Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
9
porque él sació a los que sufrían sed
y colmó de bienes a los hambrientos.

La liberación de los cautivos

10 Estaban en tinieblas, entre sombras de muerte,
encadenados y en la miseria,
11
por haber desafiado las órdenes de Dios
y despreciado el designio del Altísimo.
12
Él los había agobiado con sufrimientos,
sucumbían, y nadie los ayudaba;
13
pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
14
los sacó de las tinieblas y las sombras,
e hizo pedazos sus cadenas.
15
Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres,
16
porque él destrozó las puertas de bronce
y quebró los cerrojos de hierro.

La curación de los enfermos

17 Estaban debilitados y oprimidos,
a causa de sus rebeldías y sus culpas;
18
la comida les daba náuseas,
y ya tocaban las puertas de la muerte.
19
Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
20
envió su palabra y los sanó,
salvó sus vidas del sepulcro.
21
Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres:
22
ofrézcanle sacrificios de acción de gracias
y proclamen con júbilo sus obras.

La salvación de los navegantes en peligro

23 Los que viajaron en barco por el mar,
para traficar por las aguas inmensas,
24
contemplaron las obras del Señor,
sus maravillas en el océano profundo.
25
Con su palabra desató un vendaval,
que encrespaba las olas del océano:
26
ellos subían hasta el cielo, bajaban al abismo,
se sentían desfallecer por el mareo,
27
se tambaleaban dando tumbos como ebrios,
y su pericia no les valía de nada.
28
Pero en la angustia invocaron al Señor,
y él los libró de sus tribulaciones:
29
cambió el huracán en una brisa suave
y se aplacaron las olas del mar;
30
entonces se alegraron de aquella calma,
y el Señor los condujo al puerto deseado.
31
Den gracias al Señor por su misericordia
y por sus maravillas en favor de los hombres:
32
aclámenlo en la asamblea del pueblo,
alábenlo en el consejo de los ancianos.

Epílogo hímnico

33 Él hizo de los ríos un desierto
y de los oasis, una tierra estéril;
34
transformó el suelo fértil en una salina,
por la maldad de sus habitantes.
35
Convirtió el desierto en un lago,
y la tierra reseca en un oasis:
36
allí puso a los hambrientos,
y ellos fundaron una ciudad habitable.
37
Sembraron campos y plantaron viñas,
que produjeron frutos en las cosechas;
38
él los bendijo y se multiplicaron,
y no dejó que les faltara el ganado.
39
Cuando eran pocos, y estaban abatidos
por el peso de la desgracia y la aflicción,
40
el que cubre de vergüenza a los príncipes
y los extravía por un desierto sin huellas,
41
levantó a los pobres de la miseria
y multiplicó sus familias como rebaños.
42
Que los justos lo vean y se alegren,
y enmudezcan todos los malvados.
43
El que es sabio, que retenga estas cosas
y comprenda la misericordia del Señor.


PLEGARIA NACIONAL

108 1 Canto. Salmo de David.

Canto de alabanza y súplica confiada

2 Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar al son de instrumentos:
¡despierta, alma mía!
3
¡Despierten, arpa y cítara,
para que yo despierte a la aurora!
4
Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,
te cantaré entre las naciones,
5
porque tu misericordia se eleva hasta el cielo
y tu fidelidad hasta las nubes.
6
¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!
7
¡Sálvanos con tu poder, respóndenos,
para que se pongan a salvo tus predilectos!

Oráculo divino

8 El Señor habló desde su Santuario:
“Yo repartiré triunfalmente a Siquém
y distribuiré el valle de Sucot.
9
Mío es Galaad, Manasés me pertenece,
Efraím es mi yelmo, mi cetro es Judá.
10
Moab es la vasija donde yo me lavo;
plantaré mis sandalias en Edóm
y cantaré victoria sobre Filistea”.

Reiteración de la súplica

11 ¿Quién me llevará hasta la ciudad fortificada,
quién me conducirá hasta Edóm,
12
si tú, Señor, nos has rechazado
y ya no sales con nuestro ejército?
13
Danos tu ayuda contra el adversario,
porque es inútil el auxilio de los hombres.
14
Con Dios alcanzaremos la victoria,
y él aplastará a nuestros enemigos.


APELACIÓN A LA JUSTICIA DE DIOS

109 1 Del maestro de coro. De David. Salmo.

Lamentación del justo en la persecución

Dios de mi alabanza, no te quedes callado,
2 porque unos hombres malvados y mentirosos
han abierto su boca contra mí.
Me han hablado con mentira en los labios,
3
me han envuelto con palabras de odio,
me combaten sin motivo.
4
Me acusan, a cambio de mi amor,
aunque yo oraba por ellos.
5
Me devuelven mal por bien
y odio por amor, diciendo:

Las imprecaciones de sus enemigos

6 “Que se ponga contra él a un impío,
y tenga un acusador a su derecha;
7
que salga condenado del juicio
y su apelación quede frustrada.
8
Que sean pocos sus días
y que otro ocupe su cargo;
9
que sus hijos queden huérfanos,
y su mujer, viuda.
10
Que sus hijos vayan errantes, pidiendo limosna,
y sean echados de sus casas derruidas;
11
que el acreedor se apodere de sus bienes,
y gente extraña le arrebate sus ganancias.
12
Que ni uno solo le tenga piedad,
y nadie se compadezca de sus huérfanos;
13
que su posteridad sea exterminada,
y en una generación desaparezca su nombre.
14
Que el Señor recuerde la culpa de sus padres,
y no borre el pecado de su madre:
15
que estén siempre delante del Señor,
y él extirpe su recuerdo de la tierra.
16
Porque nunca pensó en practicar la misericordia,
sino que persiguió hasta la muerte
al pobre, al desvalido y al hombre atribulado.
17
Amó la maldición: que recaiga sobre él;
no quiso la bendición: que se retire de él.
18
Se revistió de la maldición como de un manto:
¡que ella penetre como agua en su interior
y como aceite en sus huesos;
19
que sea como un vestido que lo cubra
y como un cinturón que lo ciña para siempre!”.

Réplica y súplica del justo perseguido

20 Que así retribuya el Señor a mis acusadores,
a aquellos que me calumnian.
21
Pero tú, Señor, trátame bien,
por el honor de tu Nombre;
líbrame, por la bondad de tu misericordia.
22
Porque yo soy pobre y miserable,
y mi corazón está traspasado;
23
me desvanezco como sombra que declina,
soy sacudido como la langosta.
24
De tanto ayunar se me doblan las rodillas,
y mi cuerpo está débil y enflaquecido;
25
soy para ellos un ser despreciable:
al verme, mueven la cabeza.
26
Ayúdame, Señor, Dios mío,
sálvame por tu misericordia,
27
para que sepan que aquí está tu mano,
y que tú, Señor, has hecho esto;
28
no importa que ellos maldigan,
con tal que tú me bendigas.
Queden confundidos mis adversarios,
mientras tu servidor se llena de alegría:
29
que mis acusadores se cubran de oprobio,
y la vergüenza los envuelva como un manto.
30
Yo daré gracias al Señor en alta voz,
lo alabaré en medio de la multitud,
31
porque él se puso de parte del pobre,
para salvarlo de sus acusadores.


EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE

110 1 De David. Salmo.

La realeza del Mesías

Dijo el Señor a mi Señor:
“Siéntate a mi derecha,
mientras yo pongo a tus enemigos
como estrado de tus pies”.
2 El Señor extenderá el poder de tu cetro:
“¡Domina desde Sión, en medio de tus enemigos!”.
3
“Tú eres príncipe desde tu nacimiento,
con esplendor de santidad;
yo mismo te engendré como rocío,
desde el seno de la aurora”.

El sacerdocio del Mesías

4 El Señor lo ha jurado y no se retractará:
“Tú eres sacerdote para siempre,
a la manera de Melquisedec”.

Las victorias del Mesías

5 A tu derecha, Señor, él derrotará a los reyes,
en el día de su enojo;
6
juzgará a las naciones, amontonará cadáveres
y aplastará cabezas por toda la tierra.
7
En el camino beberá del torrente,
por eso erguirá su cabeza.

Salmo 111 (110) - ALABANZA AL SEÑOR, BIENHECHOR DE SU PUEBLO

111
1 ¡Aleluya!
Alef Doy gracias al Señor de todo corazón,
Bet en la reunión y en la asamblea de los justos.
Guímel 2
Grandes son las obras del Señor:
Dálet los que las aman desean comprenderlas.
He 3
Su obra es esplendor y majestad,
Vau su justicia permanece para siempre.
Zain 4
Él hizo portentos memorables,
Jet el Señor es bondadoso y compasivo.
Tet 5
Proveyó de alimento a sus fieles
Iod y se acuerda eternamente de su alianza.
Caf 6
Manifestó a su pueblo el poder de sus obras,
Lámed dándole la herencia de las naciones.
Mem 7
Las obras de sus manos son verdad y justicia;
Nun todos sus preceptos son indefectibles:
Sámec 8
están afianzados para siempre
Ain y establecidos con lealtad y rectitud.
Pe 9
Él envió la redención a su pueblo,
Sade promulgó su alianza para siempre:
Cof su Nombre es santo y temible.
Res 10
El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría:
Sin son prudentes los que lo practican.
Tau ¡El Señor es digno de alabanza eternamente!



Salmo 112 (111) ELOGIO DEL HOMBRE JUSTO

112
1 ¡Aleluya!
Alef Feliz el hombre que teme al Señor
Bet y se complace en sus mandamientos.
Guímel 2
Su descendencia será fuerte en la tierra:
Dálet la posteridad de los justos es bendecida.
He 3
En su casa habrá abundancia y riqueza,
Vau su generosidad permanecerá para siempre.
Zain 4
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
Jet es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo.
Tet 5
Dichoso el que se compadece y da prestado,
Iod y administra sus negocios con rectitud.
Caf 6
El justo no vacilará jamás,
Lámed su recuerdo permanecerá para siempre.
Mem 7
No tendrá que temer malas noticias:
Nun su corazón está firme, confiado en el Señor.
Sámec 8
Su ánimo está seguro, y no temerá,
Ain hasta que vea la derrota de sus enemigos.
Pe 9
Él da abundantemente a los pobres:
Sade su generosidad permanecerá para siempre,
Cof y alzará su frente con dignidad.
Res 10
El malvado, al verlo, se enfurece,
Sin rechinan sus dientes y se consume;
Tau pero la ambición de los malvados se frustrará.


EL AMOR DEL SEÑOR POR LOS HUMILDES

113 1 ¡Aleluya!
Alaben, servidores del Señor,
alaben el nombre del Señor.
2
Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre.
3
Desde la salida del sol hasta su ocaso,
sea alabado el nombre del Señor.
4
El Señor está sobre todas las naciones,
su gloria se eleva sobre el cielo.
5
¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
que tiene su morada en las alturas,
6
y se inclina para contemplar
el cielo y la tierra?
7
Él levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria,
8
para hacerlo sentar entre los nobles,
entre los nobles de su pueblo;
9
él honra a la mujer estéril en su hogar,
haciendo de ella una madre feliz.


HIMNO PASCUAL

114 ¡Aleluya!
1 Cuando Israel salió de Egipto,
 la familia de Jacob, de un pueblo extranjero,
2
Judá se convirtió en su Santuario,
 la tierra de Israel fue su dominio.
3
El Mar, al verlos, huyó,
el Jordán se volvió atrás;
4
los montes saltaron como carneros
y las colinas, como corderos.
5
¿Qué tienes, Mar? ¿Por qué huyes?
 Y tú, Jordán, ¿por qué te vuelves atrás?
6
Montes, ¿por qué saltan como carneros,
 y ustedes, colinas, como corderos?
7
Tiembla, tierra, delante del Señor,
ante el rostro del Dios de Jacob,
8
el que convierte las rocas en estanques,
 y los peñascos en manantiales.


HIMNO AL ÚNICO DIOS

115

El Dios verdadero y los falsos dioses

1 No nos glorifiques a nosotros, Señor:
glorifica solamente a tu Nombre,
por tu amor y tu fidelidad.
2 ¿Por qué han de decir las naciones:
 “Dónde está su Dios”?
3
Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra,
 él hace todo lo que quiere.
4
Los ídolos, en cambio, son plata y oro,
 obra de las manos de los hombres.
5
Tienen boca, pero no hablan,
 tienen ojos, pero no ven;
6
tienen orejas, pero no oyen,
 tienen nariz, pero no huelen.
7
Tienen manos, pero no palpan,
 tienen pies, pero no caminan;
 ni un solo sonido sale de su garganta.
8
Como ellos serán los que los fabrican,
 los que ponen en ellos su confianza.

Exhortación a la confianza en el Señor

9 Pueblo de Israel, confía en el Señor:
él es tu ayuda y tu escudo;
10
familia de Aarón, confía en el Señor:
él es tu ayuda y tu escudo;
11
confíen en el Señor todos los que lo temen:
él es su ayuda y su escudo.

Impetración de las bendiciones divinas

12 Que el Señor se acuerde de nosotros
y nos bendiga:
bendiga al pueblo de Israel,
bendiga a la familia de Aarón,
13
bendiga a los que temen al Señor,
a los pequeños y a los grandes.
14
Que el Señor los multiplique,
a ustedes y a sus hijos;
15
y sean bendecidos por el Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
16
El cielo pertenece al Señor,
y la tierra la entregó a los hombres.
17
Los muertos ya no alaban al Señor,
ni tampoco los que bajaron al sepulcro.
18
Nosotros, los vivientes, bendecimos al Señor,
desde ahora y para siempre.
¡Aleluya!


CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS

116

Evocación de los beneficios recibidos

1 Amo al Señor, porque él escucha
el clamor de mi súplica,
2 porque inclina su oído hacia mí,
cuando yo lo invoco.
3
Los lazos de la muerte me envolvieron,
me alcanzaron las redes del Abismo,
caí en la angustia y la tristeza;
4
entonces invoqué al Señor:
“¡Por favor, sálvame la vida!”.
5
El Señor es justo y bondadoso,
nuestro Dios es compasivo;
6
el Señor protege a los sencillos:
yo estaba en la miseria y me salvó.
7
Alma mía, recobra la calma,
porque el Señor ha sido bueno contigo.
8
Él libró mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas y mis pies de la caída.
9
Yo caminaré en la presencia del Señor,
en la tierra de los vivientes.

Gozosa expresión de gratitud

10 Tenía confianza, incluso cuando dije:
“¡Qué grande es mi desgracia!”.
11
Yo, que en mi turbación llegué a decir:
“¡Los hombres son todos mentirosos!”.
12
¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
13
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor.
14
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo.
15
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
16
Yo, Señor, soy tu servidor,
tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.
17
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.
18
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo,
19
en los atrios de la Casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.


Himno de alabanza

117 ¡Aleluya!
1 ¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!
2
Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.
¡Aleluya!


CANTO PROCESIONAL DE ACCIÓN DE GRACIAS

118 1 ¡Aleluya!

Invitación a la acción de gracias

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
2 Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor!
3
Que lo diga la familia de Aarón:
¡es eterno su amor!
4
Que lo digan los que temen al Señor:
¡es eterno su amor!

Reconocimiento de la ayuda recibida

5 En el peligro invoqué al Señor,
y él me escuchó dándome un alivio.
6
El Señor está conmigo: no temeré;
¿qué podrán hacerme los hombres?
7
El Señor está conmigo y me ayuda:
yo veré derrotados a mis adversarios.
8
Es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres;
9
es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos.
10
Todos los paganos me rodearon,
pero yo los derroté en el nombre del Señor;
11
me rodearon por todas partes,
pero yo los derroté en el nombre del Señor;
12
me rodearon como avispas,
ardían como fuego en las espinas,
pero yo los derroté en el nombre del Señor.
13
Me empujaron con violencia para derribarme,
pero el Señor vino en mi ayuda.
14
El Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
15
Un grito de alegría y de victoria
resuena en las carpas de los justos:
“La mano del Señor hace proezas,
16
la mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas”.
17
No, no moriré:
viviré para publicar lo que hizo el Señor.
18
El Señor me castigó duramente,
pero no me entregó a la muerte.

Entrada solemne en el Santuario

19 “Abran las puertas de la justicia
y entraré para dar gracias al Señor”.
20
“Esta es la puerta del Señor:
sólo los justos entran por ella”.
21
Yo te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
22
La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
23
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
24
Este es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él.
25
Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
26
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
27
el Señor es Dios, y él nos ilumina.
“Ordenen una procesión con ramas frondosas
hasta los ángulos del altar”.
28
Tú eres mi Dios, y yo te doy gracias;
Dios mío, yo te glorifico.
29
¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!


Salmo 119 (118) ELOGIO DE LA LEY DEL SEÑOR

119

La felicidad de los que cumplen la Ley del Señor

Alef 1 Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor,
2 Felices los que cumplen sus prescripciones
y lo buscan de todo corazón,
3
los que van por sus caminos,
sin hacer ningún mal.
4
Tú promulgaste tus mandamientos
para que se cumplieran íntegramente.
5
¡Ojalá yo me mantenga firme
en la observancia de tus preceptos!
6
Así no sentiré vergüenza,
al considerar tus mandamientos.
7
Te alabaré con un corazón recto,
cuando aprenda tus justas decisiones.
8
Quiero cumplir fielmente tus preceptos:
no me abandones del todo.

La Ley de Señor, fuente de rectitud y alegría

Bet 9 ¿Cómo un joven llevará una vida honesta?
Cumpliendo tus palabras.
10
Yo te busco de todo corazón:
no permitas que me aparte de tus mandamientos.
11
Conservo tu palabra en mi corazón,
para no pecar contra ti.
12
Tú eres bendito, Señor:
enséñame tus preceptos.
13
Yo proclamo con mis labios
todos los juicios de tu boca.
14
Me alegro de cumplir tus prescripciones,
más que de todas las riquezas.
15
Meditaré tus leyes
y tendré en cuenta tus caminos.
16
Mi alegría está en tus preceptos:
no me olvidaré de tu palabra.

Súplica para saber estimar la Ley del Señor

Guímel 17 Sé bueno con tu servidor,
para que yo viva y pueda cumplir tu palabra.
18
Abre mis ojos,
para que contemple las maravillas de tu ley.
19
Soy un peregrino en la tierra,
no me ocultes tus mandamientos.
20
Mi alma se consume,
deseando siempre tus decisiones.
21
Tú amenazas a esos malditos arrogantes,
que se desvían de tus mandamientos.
22
Aparta de mí la vergüenza y el desprecio,
porque yo cumplo tus prescripciones.
23
Aunque los poderosos se confabulen contra mí,
yo meditaré tus preceptos.
24
Porque tus prescripciones son todo mi deleite,
y tus preceptos, mis consejeros.

Determinación de obedecer a la Ley del Señor

Dálet 25 Mi alma está postrada en el polvo:
devuélveme la vida conforme a tu palabra.
26
Te expuse mi conducta y tú me escuchaste:
enséñame tus preceptos.
27
Instrúyeme en el camino de tus leyes,
y yo meditaré tus maravillas.
28
Mi alma llora de tristeza:
consuélame con tu palabra.
29
Apártame del camino de la mentira,
y dame la gracia de conocer tu ley.
30
Elegí el camino de la verdad,
puse tus decretos delante de mí.
31
Abracé tus prescripciones:
no me defraudes, Señor.
32
Correré por el camino de tus mandamientos,
porque tú me infundes ánimo.

Deseo de cumplir exactamente la Ley del Señor

He 33 Muéstrame, Señor, el camino de tus preceptos,
y yo los cumpliré a la perfección.
34
Instrúyeme, para que observe tu ley
y la cumpla de todo corazón.
35
Condúceme por la senda de tus mandamientos,
porque en ella tengo puesta mi alegría.
36
Inclina mi corazón hacia tus prescripciones
y no hacia la codicia.
37
Aparta mi vista de las cosas vanas;
vivifícame con tu palabra.
38
Cumple conmigo tu promesa,
la que hiciste a tus fieles.
39
Aparta de mí el oprobio que temo,
porque tus juicios son benignos.
40
Yo deseo tus mandamientos:
vivifícame por tu justicia.

Propósito de dar testimonio de la Ley del Señor

Vau 41 Que llegue hasta mí tu misericordia, Señor,
y tu salvación conforme a tu promesa.
42
Así responderé a los que me insultan,
porque confío en tu palabra.
43
No quites de mi boca la palabra verdadera,
porque puse mi esperanza en tus juicios.
44
Yo cumpliré fielmente tu ley:
lo haré siempre, eternamente.
45
Y caminaré por un camino espacioso,
porque busco tus preceptos.
46
Hablaré de tus prescripciones delante de los reyes,
y no quedaré confundido.
47
Me deleitaré en tus mandamientos,
que yo amo tanto.
48
Elevaré mis manos hacia tus mandamientos
y meditaré en tus preceptos.

La Ley del Señor, fuente de consuelo

Zain 49 Acuérdate de la palabra que me diste,
con la que alentaste mi esperanza.
50
Lo que me consuela en la aflicción
es que tu palabra me da la vida.
51
Los orgullosos se burlan de mí como quieren,
pero yo no me desvío de tu ley.
52
Me acuerdo, Señor, de tus antiguos juicios,
y eso me sirve de consuelo.
53
Me lleno de indignación ante los pecadores,
ante los que abandonan tu ley.
54
Tus preceptos son para mí como canciones,
mientras vivo en el destierro.
55
Por la noche, Señor, me acuerdo de tu Nombre,
y quiero cumplir tu ley.
56
Esto me ha sucedido
porque he observado tus mandamientos.

Firme adhesión a la Ley del Señor

Jet 57 El Señor es mi herencia:
yo he decidido cumplir tus palabras.
58
Procuro de todo corazón que me mires con bondad;
ten piedad de mí, conforme a tu promesa.
59
Examino atentamente mis caminos,
y dirijo mis pasos hacia tus prescripciones.
60
Me apresuro, sin titubear,
a cumplir tus mandamientos.
61
Los lazos de los malvados me rodean,
pero yo no me olvido de tu ley.
62
Me levanto a medianoche
para alabarte por tus justas decisiones.
63
Soy amigo de todos tus fieles,
de los que cumplen tus leyes.
64
La tierra, Señor, está llena de tu amor;
enséñame tus preceptos.

La Ley del Señor, fuente de sabiduría en la aflicción

Tet 65 Tú fuiste bueno con tu servidor,
de acuerdo con tu palabra, Señor.
66
Enséñame la discreción y la sabiduría,
porque confío en tus mandamientos.
67
Antes de ser afligido, estaba descarriado;
pero ahora cumplo tu palabra.
68
Tú eres bueno y haces el bien:
enséñame tus mandamientos.
69
Los orgullosos traman engaños contra mí:
pero yo observo tus preceptos.
70
Ellos tienen el corazón endurecido,
yo, en cambio, me regocijo en tu ley.
71
Me hizo bien sufrir la humillación,
porque así aprendí tus preceptos.
72
Para mí vale más la ley de tus labios
que todo el oro y la plata.

La Ley del Señor, motivo de esperanza

Iod 73 Tus manos me hicieron y me formaron;
instrúyeme, para que aprenda tus mandamientos.
74
Tus fieles verán con alegría
que puse mi esperanza en tu palabra.
75
Yo sé que tus juicios son justos, Señor,
y que me has humillado con razón.
76
Que tu misericordia me consuele,
de acuerdo con la promesa que me hiciste.
77
Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré,
porque tu ley es toda mi alegría.
78
Que se avergüencen los orgullosos,
porque me afligen sin motivo;
yo, en cambio, meditaré tus preceptos.
79
Que se vuelvan hacia mí tus fieles;
los que tienen en cuenta tus prescripciones.
80
Que mi corazón cumpla íntegramente tus preceptos,
para que yo no quede confundido.

Fidelidad a la Ley del Señor en la persecución

Caf 81 Mi alma se consume por tu salvación;
yo espero en tu palabra.
82
Mis ojos se consumen por tu palabra,
¿cuándo me consolarás?
83
Aunque estoy como un odre resecado por el humo,
no me olvido de tus preceptos.
84
¿Cuántos serán los días de mi vida?
¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores?
85
Los orgullosos me cavan fosas,
oponiéndose a tu ley.
86
Todos tus mandamientos son verdaderos;
ayúdame, porque me persiguen sin motivo.
87
Por poco me hacen desaparecer de la tierra;
pero yo no abandono tus preceptos.
88
Vivifícame por tu misericordia,
y cumpliré tus prescripciones.

La estabilidad de la Ley del Señor

Lámed 89 Tu palabra, Señor, permanece para siempre,
está firme en el cielo.
90
Tu verdad permanece por todas las generaciones;
tú afirmaste la tierra y ella subsiste.
91
Todo subsiste hasta hoy conforme a tus decretos,
porque todas las cosas te están sometidas.
92
Si tu ley no fuera mi alegría,
ya hubiera sucumbido en mi aflicción.
93
Nunca me olvidaré de tus preceptos:
por medio de ellos, me has dado la vida.
94
Sálvame, porque yo te pertenezco
y busco tus preceptos.
95
Los malvados están al acecho para perderme,
pero yo estoy atento a tus prescripciones.
96
He comprobado que toda perfección es limitada:
¡qué amplios, en cambio, son tus mandamientos!

El amor por la Ley del Señor

Mem 97 ¡Cuánto amo tu ley,
todo el día la medito!
98
Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos,
porque siempre me acompañan.
99
Soy más prudente que todos mis maestros,
porque siempre medito tus prescripciones.
100
Soy más inteligente que los ancianos,
porque observo tus preceptos.
101
Yo aparto mis pies del mal camino,
para cumplir tu palabra.
102
No me separo de tus juicios,
porque eres tú el que me enseñas.
103
¡Qué dulce es tu palabra para mi boca,
es más dulce que la miel!
104
Tus preceptos me hacen comprender:
por eso aborrezco el camino de la mentira.

La Ley del Señor, luz y guía de la vida

Nun 105 Tu palabra es una lámpara para mis pasos,
y una luz en mi camino.
106
Hice el juramento –y lo sostengo–
de cumplir tus justas decisiones.
107
Estoy muy afligido, Señor:
vivifícame, conforme a tu palabra.
108
Acepta, Señor, las ofrendas de mis labios,
y enséñame tus decisiones.
109
Mi vida está en constante peligro,
pero yo no me olvido de tu ley.
110
Los pecadores me tienden una trampa,
pero yo no me aparto de tus preceptos.
111
Tus prescripciones son mi herencia para siempre,
porque alegran mi corazón.
112
Estoy decidido a cumplir tus preceptos,
siempre y a la perfección

Repudio de los que no cumplen la Ley del Señor

Sámec 113 Detesto la doblez del corazón
y amo tu ley,
114
Tú eres mi amparo y mi escudo:
yo espero en tu palabra.
115
Que los malvados se aparten de mí:
yo cumpliré los mandamientos de mi Dios.
116
Sé mi sostén conforme a tu promesa, y viviré:
que mi esperanza no quede defraudada.
117
Dame tu apoyo y seré salvado,
y fijaré la mirada en tus preceptos.
118
Tú abandonas a los que se desvían de tus preceptos,
porque todo lo que piensan es mentira.
119
Tú eliminas como escoria a los impíos,
por eso amo tus prescripciones.
120
Mi carne se estremece de temor por ti,
y respeto tus decisiones.

Nueva profesión de fidelidad a la Ley del Señor

Ain 121 He obrado conforme al derecho y a la justicia:
no me entregues a mis opresores.
122
Otorga una garantía a mi favor,
para que no me opriman los orgullosos.
123
Mis ojos se consumen por tu salvación
y por tu promesa de justicia.
124
Trátame conforme a tu bondad,
y enséñame tus preceptos.
125
Yo soy tu servidor: instrúyeme,
y así conoceré tus prescripciones.
126
Ha llegado, Señor, el tiempo de obrar;
han quebrantado tu ley.
127
Por eso amo tus mandamientos
y los prefiero al oro más fino.
128
Por eso me guío por tus preceptos
y aborrezco todo camino engañoso.

Ardiente deseo de observar la Ley del Señor

Pe 129 Tus prescripciones son admirables:
por eso las observo.
130
La explicación de tu palabra ilumina
y da inteligencia al ignorante.
131
Abro mi boca y aspiro hondamente,
porque anhelo tus mandamientos.
132
Vuelve tu rostro y ten piedad de mí;
es justo que lo hagas con los que aman tu Nombre.
133
Afirma mis pasos conforme a tu palabra,
para que no me domine la maldad.
134
Líbrame de la opresión de los hombres,
y cumpliré tus mandamientos.
135
Que brille sobre mí la luz de tu rostro,
y enséñame tus preceptos.
136
Ríos de lágrimas brotaron de mis ojos,
porque no se cumple tu ley.

La justicia de la Ley del Señor

Sade 137 Tú eres justo, Señor,
y tus juicios son rectos.
138
Tú impones tus prescripciones con justicia
y con absoluta lealtad.
139
El celo me consume,
porque mis adversarios olvidan tu palabra.
140
Tu palabra está bien acrisolada,
y por eso la amo.
141
Soy pequeño y despreciable,
pero no olvido tus preceptos.
142
Tu justicia es eterna
y tu ley es la verdad.
143
Cuando me asalta la angustia y la opresión,
tus mandamientos son toda mi alegría.
144
La justicia de tus prescripciones es eterna;
instrúyeme y viviré.

Constancia en la meditación de la Ley del Señor

Cof 145 Yo clamo de todo corazón: escúchame, Señor,
y observaré tus preceptos.
146
Clamo a ti: sálvame,
y cumpliré tus prescripciones.
147
Me anticipo a la aurora para implorar tu ayuda;
 yo espero en tu palabra.
148
Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche,
para meditar tus enseñanzas.
149
Por tu amor, oye mi voz, Señor;
vivifícame por tu justicia.
150
Se acercan a mí los que me persiguen con perfidia,
los que están alejados de tu ley.
151
Pero tú estás cerca, Señor,
y todos tus mandamientos son verdaderos.
152
Yo sé desde hace mucho tiempo
que tú afirmaste para siempre tus prescripciones.

La fidelidad a la Ley del Señor, fuente de salvación

Res 153 Mira mi aflicción y líbrame,
porque no me olvido de tu ley.
154
Defiende mi causa y sálvame;
vivifícame, conforme a tu promesa.
155
La salvación está lejos de los impíos,
porque no buscan tus preceptos.
156
Tu compasión es muy grande, Señor;
vivifícame por tu justicia.
157
Son muchos los que me persiguen y me oprimen,
pero yo no me desvié de tus prescripciones.
158
Veo a los pecadores y siento indignación,
porque no cumplen tu palabra.
159
Mira, Señor, que yo amo tus preceptos:
vivifícame por tu amor.
160
Lo primordial de tu palabra es la verdad,
y tus justos juicios permanecen para siempre.

La Ley del Señor, fuente de paz y seguridad

Sin 161 Los poderosos me persiguen sin motivo,
pero yo temo únicamente tu palabra.
162
Yo me alegro en tu promesa,
como quien logra un gran botín.
163
Odio y aborrezco la mentira;
en cambio, amo tu ley.
164
Te bendigo muchas veces al día,
porque tus juicios son justos.
165
Los que aman tu ley gozan de una gran paz,
nada los hace tropezar.
166
Yo espero tu salvación, Señor,
y cumplo tus mandamientos.
167
Mi alma observa tus prescripciones,
y las ama intensamente.
168
Yo observo tus mandamientos y tus prescripciones,
porque tú conoces todos mis caminos.

Anhelo final de cumplir la Ley del Señor

Tau 169 Que mi clamor se acerque a ti, Señor:
instrúyeme conforme a tu palabra.
170
Que mi plegaria llegue a tu presencia:
líbrame, conforme a tu promesa.
171
Que mis labios expresen tu alabanza,
porque me has enseñado tus preceptos.
172
Que mi lengua se haga eco de tu promesa,
porque todos tus mandamientos son justos.
173
Que tu mano venga en mi ayuda,
porque yo elegí tus preceptos.
174
Yo ansío tu salvación, Señor,
y tu ley es toda mi alegría.
175
Que yo viva y pueda alabarte,
y que tu justicia venga en mi ayuda.
176
Ando errante como una oveja perdida:
ven a buscar a tu servidor.
Yo nunca olvido tus mandamientos.



Salmos (BPD) 103