Aquino: I Corintios 63

63
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1Co 14,34-40)

Lección 7: 1Co 14,34-40

Enseña a quiénes se les prohibe el uso de la profecia y contesta las objeciones.

34. Las mujeres callense en las asambleas. Pues no les esta permitido tomar la palabra; antes bien, estén sumisas, como también la ley lo dice.
35. Si quieren aprender algo, preguntenlo a sus propios maridos en casa, pues indecoroso es que la mujer hable en la asamblea.
36. ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios? O ¿solamente a vosotros ha llegado?
37. Si alguien se cree profeta o inspirado por él Espiritu, reconozca en lo que os escribo un mandato del Señor.
38. Si no lo conoce, tampoco él es conocido.
39. Por tanto, hermanos, aspirad con emulación al don de profecia, y no estorbéis que se hable én lenguas.
40. Pero hagase todo con decoro y orden.

Aquí dice el Apóstol a qué personas se les prohibe el uso de la profecia. Y con este motivo hace dos cosas. Primeramente enseña a quiénes se les prohibe el uso de la profecia; en seguida contesta las objeciones: Si quiebren aprender algo, etc.

Para lo primero procede también de dos maneras. Desde luego ordena la prohibición; y luego da la razón correspondiente: Pues no les esta permitido, etc. Así es que dice: Quiero que de este modo usen los varones del don de profecia; pero no quiero que en la asamblea hablen las mujeres; sino que callen en las asambleas (No permito que la mujer ensene en la iglesia,1Tm 2,12). Y la razón de ello la da el Crisostomo (AdTm 1, c. 2. Him. 1X), diciendo que el hablar la mujer es lo mismo que trastornarse todo el mundo.

Objeción: En contra tenemos que de muchas mujeres se lee que profetizaron, como la Samaritana (Jn 4,29,42), Ana la viuda de Fanuel (Lc 2,36-38), Dé-bora (Jueces 4,4), Huida mujer de Seilum (4 Reyes 22,14-20), y las hijas de Felipe (Ac 21,9). También se dijo arriba: Toda mujer que ore o profetice, etc. (1Co 2,5).

Respondo: Se debe decir que en la profecia hay dos cosas, a saber: revelación y manifestación de la revelación; y que de la revelación no están excluidas las mujeres, pues muchas cosas se les revelan, al igual que a los varones. Pero su manifestación es doble. La una, publica, y de ésta son excluidas; la otra, privada, y ésta se les permite, por no ser predicación sino anuncio.

La razón de ello la da diciendo: Pues no les esta permitido tomar la palabra, esto es, por la autoridad de la 1glesia, pues el papel propio de ellas es que estén; sumisas a los varones. Por lo cual, como el enseñar significa preferencia y presidencia, no les cuadra a ellas,, que son subditas. Y la razón de que sean subditas y de> que no presidan es porque son débiles de razón, y la razón es de maxima necesidad para el gobierno. Por la cual dice el Filosofo (Polit. lib. 4, cap. 2) que el gobierno se relaja cuando sus riendas caen en manos de mujeres.

Consecuentemente, Cuando dice: Si quieren aprender algo, como algunas pueden decir que al menos sobre sus dudas pueden preguntar en la 1glesia, el Apóstol no lo acepta, y acerca de esto hace dos cosas. Primeramente contesta la objeción; y luego da la razón de ello: Pues indecoroso es, etc. Así es que dice: He dicho que las mujeres callen en la 1glesia, pero si algunas de las cosas en las que se sienten dudosas quieren aprenderlas bien, preguntenlas a sus maridos en casa. fLa mujer oiga la instrucción en silencio con toda sumisión,1Tm 2,2). Todo porque lo contrario es indecoroso, no solo inconveniente, pues no hay como la discreción en las mujeres. Gracia sobre gracia es la mujer honesta (Si 26,19). Así es que si en publico investigare y disputare, señal seria de desvergüenza, y esto es en ella indecoroso, por lo cual también se les prohibe legalmente a las mujeres la profesión de la abogacia.

Así es que cuando dice: ¿Acaso ha salido de vosotros ila palabra de Dios? refuta a los contradictorios, y como pueden todos a la vez contradecir, o al menos los sabios de entre ellos, acerca de esto hace dos cosas el Apóstol. Primeramente los refuta en cuanto a la Asamblea entera de ellos; en segundo lugar, en cuanto a los entendedores tan solo: Si alguien se cree profeta, etc. Por lo que ve a lo primero debe saberse que la causa por la que el pueblo se habituo a contradecir al Señor, o al jefe, es la singularidad. La singularidad, en efecto, puede provenir o de la prioridad en algún bien o de la excelencia. Por lo cual el Apóstol, queriendo refutar a los corintios contradictorios, primeramente excluye de -ellos la prioridad, diciendo: ¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios?, como si dijera: No, sino de los judíos (De Sión saldra la ley, etc.Is 2,3); como si dijera: Si en la 1glesia o Asamblea de los judíos diere yo algunas disposiciones contra las suyas, podrian contradecirme, porque fueron ellos los primeros en tener la palabra de Dios; pero vosotros no, pues no ha saiido de vosotros la palabra de Dios...

En segundo lugar, excluye de ellos la excelencia: ¿O solamente a vosotros ha llegado? Como si dijera: No solo vosotros habéis creido, sino también otros. Así es que vosotros no los aventajáis (Por toda la tierra corre la voz de ellos, Salmo 18,5), por lo cual debéis hacer como los demás hacen.

Consiguientemente, cuando dice: Si alguien se cree profeta, etc., en especial refuta a los mas encumbrados. Y para esto hace dos cosas. Primeramente los re-tufa; y luego responde a una tacita objeción: Si no lo conoce, etc. Dice, pues: Que la 1glesia entera no lo contradiga, pero si alguien se cree profeta, etc. Y dice se cree, porque si contradice no es verdaderamente profeta, ni sabio, ni tiene al Espiritu, porque de otra manera no contradiria. También dice que el profeta esta inspirado por el Espiritu, porque hay muchos inspirados por el Espíritu que no son profetas, aunque todos los profetas están inspirados por el Espiritu. Este, digo, que se cree profeta e inspirado por el Espíritu no contradiga, sino que conozca, esto es, sepa que lo que os escribo son mandatos de Dios y no simplemente mios. Como si dijera: puesto que nadie se atreve a contradecir los mandatos de Dios, y lo que escribo son mandatos de Dios, nadie se atreva a contradecirme. Si queréis una prueba de que habla en mi Cristo, etc. (2Co 13,3).

De todo lo cual podemos concluir que las palabras de los Apostoles provienen de una intima revelación del Espíritu Santo y de Cristo, y que por lo tanto se deben guardar como preceptos del propio Cristo.

De aquí que el Apóstol distinga claramente los que él por si mismo manda, cuando dice: Acerca de la virginidad no tengo precepto del Señor (1Co 7,25).

Pero se podria decir: Oh Apóstol, ¿como voy a conocer que estas cosas sean mandatos del Señor? No puedo saberlo.

Contesta el Apóstol diciendo: No te vale esta excusa, porque no debes ignorarlo. ¿Por qué? Porque si no lo conoce, tampoco él es conocido. En verdad, en verdad os digo: No os conozco (Mt 25,12). Es patente por lo tanto que todos están obligados a saber las cosas que son de necesidad para la salvación, cosas que El mismo manda con preferencia tanto al Apóstol como al Profeta. O de otra manera: Si alguien se cree profeta, etc. Para confirmación de lo anterior, como si dijera: Si, yo lo digo, pero como vosotros no podéis reconocer estas cosas por su dificultad, porque sois simples, para que sepáis que lo que escribo es lo justo y lo honesto, quiero aducir el testimonio de los Profetas y de los varones inspirados por el Espíritu que hay entre vosotros. Y por esto dice: Mas si no lo conoce, etc. Arriba se dijo (1Co 2,15): El varón espiritual lo juzga todo. Y para que no diga alguien: no nos interesa saber esas cosas, agrega que es obligatorio saberlas: Si no las conoce, tampoco él sera conocido. Por eso fue deportado mi pueblo, etc. (Is 5,13). Ni supieron ni comprendieron, etc. (Ps 81,5). Por tanto, hermanos, etc. Aquí concluye el Apóstol la admonición general.

Y para esto hace tres cosas. Primeramente los mueve a desear todos los dones, diciendo: Por lo dicho, bueno es tanto el hablar lenguas como el profetizar. Desead con emulación, esto es, desead ardientemente, profetizar, porque, como se dice en Pr 29,18, Cuando no hay profecia el pueblo se desbarata. Y por profetizar se entiende aquí lo explicado en todo el capitulo; y sin embargo, aun cuando deseéis ardientemente profetizar, no estorbéis que se hable en lenguas, no se produzca disensión alguna.

En segundo lugar lleva al modo debido diciendo: Pero hagase todo con decoro, de modo que mientras uno habla los demás callen, y no hablen las mujeres en la 1glesia, y cosas semejantes. Como en pleno dia, procedamos con decoro (Rm 13,13).

En tercer lugar los induce al conveniente orden, diciendo: y con orden, o sea, hable primeramente uno y luego otro, y por partes, y lo demás que se ha dicho. Permaneciendo en orden y en su orbita lucharon las estrellas contra Sisara (Jueces 5,20).


Capítulo 15

64
(
1Co 15,1-11)

Lección 1: 1Co 15,1-11

Preceptua la doctrina evangélica asegurando que es necesario saber de la resurrección de Cristo.

1. Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes,
2. y por el cual sois salvos, si lo retenéis tal como yo os lo anuncié, a no ser que hayáis creido en vano.
3. Porque os transmiti, en primer lugar, lo que a mi vez recibi: que Cristo murio por nuestros pecados, según las Escrituras;
4. que fue sepultado y que resucito al tercer dia, según las Escrituras;
5. que se aparecio a Céfas y luego a los Once;
6. después se aparecio a mas de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven todavía y otros murieron.
7. Luego se aparecio a Santiago; luego a todos los Apostoles.
8. Y al ultimo de todos se mé aparecio a mi, como a un abortivo.
9. Pues yo soy el menor de los Apostoles, indigno de ser llamado Apóstol por haber perseguido a la 1glesia de Dios.
10. Mas por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mi, antes bien he trabajado mas que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.
11. Pues bien, tanto yo como ellos, esto predicamos y esto habéis creido.

Después de haber instruido el Apóstol a los corintios sobre los sacramentos, y sobre la realidad contenida y significada en los sacramentos, o sea, sobre la gracia y sus efectos, aquí, logicamente, los instruye sobre la realidad no contenida pero significada en los sacramentos, o sea, de la gloria de la resurrección, la cual no esta contenida en el sacramento, puesto que no la tiene al instante quien recibe los sacramentos, sino que esta en ellos significada la gloria de la resurrección, en cuanto se confiere en ellos la gracia por la cual se alcanza la bienaventuranza. Para esto hace dos cosas.

Primeramente anticipa una disertación sobre la resurrección; y luego, por ello prueba la resurrección comun de todos los hombres, diciendo: Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿como andan diciendo algunos de entre vosotros que no hay resurrección de los muertos? (1Co 15,12). En cuanto a lo primero procede también de dos maneras.

Empieza por exaltar la doctrina evangélica; y luego enseña qué cosas se deben saber sobre la resurrección de Cristo: Porque os transmiti, etc. En efecto, pondera la preeminencia de la doctrina evangélica en cuanto a cuatro cosas.

Primeramente en cuanto a la autoridad de los predicadores, porque son los propios Apostoles. Por lo cual dice: Oh hermanos, poniéndose él en seguida: os recuerdo el Evangelio que os prediqué, que es lo mismo que la buena nueva, la cual la inicio Cristo. De aquí que cuanto pertenezca a Cristo o es sobre el propio Cristo, se llama Evangelio. Que os predico, como si dijera: el que os prediqué sobre Cristo os lo recuerdo, esto es, os lo traigo otra vez a la memoria porque no son cosas nuevas las cosas que os escribo. Volver a escribiros las mismas cosas, etc. (Ph 3,1). Yo os prediqué a vosotros, y los demás Apostoles a otros. Y la autoridad de esta doctrina se ve en que es la de Cristo, de Pablo y de los demás Apostoles. La cual comenzo a ser anunciada por el Señor y nos fue confirmada por quienes la oyeron (He 2,3).

En segundo lugar en cuanto a la comun fe de todos los pueblos, por lo cual dice: que habéis recibido todos. Aunque esto según San Agustín pertenece a la preeminencia de esta fe, según el siguiente argumento: Para creer las cosas que son de fe o se han hecho milagros o no. Si se han hecho milagros, queda probado que es dignisima y certisima. Si no se han hecho milagros, esto viene a ser el maximo de todos los milagros: el que por unos pocos se haya convertido a la fe una infinita multitud de hombres: por pobres que predican la pobreza,, gente rica; por iletrados que predican cosas que exceden a la razón, se han convertido sabios y filosofos. Por toda la tierra cunde su pregon (Ps 18,5).

Y si se objeta que también la ley de Mahoma ha sido-aceptada por muchos, se debe decir que no es lo mismo, porque abatiéndolos y por la fuerza de las armas él los subyugo; y en cambio los Apostoles muriendo y haciendo milagros y prodigios fue como llevaron a otros a la fe. Mahoma, por su parte, ofrecia ciertas cosas propias para delicias y lascivias; y en cambio Cristo y los Apostoles, el desprecio del mundo. Al recibir la palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombres, sino cual es en verdad, como Palabra de Dios (1Th 2,13).

En tercer lugar en cuanto a su virtud, pues eleva a las cosas celestiales y confirma en ellas. Por lo cual dice: En el cual permanecéis firmes, esto es, elevados hacia las cosas celestiales. En efecto, se dice que permanece firme el que esta derecho, y esto solamente la ley de Cristo lo hace. Justificados por la fe (Rm 5,1). En efecto, la ley antigua hacia estar de pie, pero inclinaba hacia las cosas terrenas. La vista de Jacob en la tierra del trigo y del vino (Dt 33,28):* Oculus Jacob in térra frumenti et vini.

En cuarto lugar en cuanto a la útilidad, porque unicamente la ley nueva conduce al fin de la salvación, y no la antigua. Pues a nadie llevo a la perfección la ley (Hebreos 7,19).** Por lo cual dice: Y por el cual sois salvos. Aquí ya por la certeza de la esperanza por incoación (la cual se debe a la fe) somos salvos, y en lo futuro en verdad de realidad y de la esperanza. Recibid con docilidad la palabra sembrada en vosotros, etc. (Sant. 1,21). Estas cosas han sido escritas para que creais, y para que creyendo que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, tengáis vida en su nombre (Jn 20,31).

Y pone aquí dos condiciones. La primera cuando dice: Si lo retenéis tal como yo os lo anuncié. La Glosa lo explica de esta manera: si retenéis la razón por la que os prediqué el Evangelio, esto es, la resurrección de los muertos, por la razón en la que os confirmé, esto

* Prefiero siempre traducir de la Vulgata de San Jeronimo, que es el texto que usa Sto. Tomas. En el fondo coincide siempre con las traducciones modernas. (Nota del T.)

** Sto Tomas dice neminem, a nadie, aunque la Vulgata dice nihil: nada. Sto. Tomas citaba de memoria muchas veces.

es, por la resurrección de Cristo. O de otra manera: sois salvos, pero siernpre que os mantegáis firmes, esto es, si retenéis la razón por la que os prediqué el Evangelio de Cristo.

Pone la segunda condición al decir: A no ser que hayáis creido en vano. O sea: Sois salvos por la fe, si no creisteis en vano, si a la fe se le agregan las buenas obras, porque sin obras la fe es muerta (Sant. 2,17). En efecto, se dice que es vano lo relativo a un fin que no se consigue. Y como el fin de la fe es la visión de Dios, si no somos salvos, en vano creimos, no absolutamente pero si en cuanto no se alcanza el fin; o de otra manera: si os mantenéis, como diciendo: manteneos, a no ser que en vano hayáis creido. Porque os transmiti. Muestra con esto su designio, etc.

Para esto hace tres cosas. Primeramente enseña el origen de la doctrina de la resurrección de Cristo; luego, las cosas que en esa doctrina se contienen: Que Cristo murio; finalmente, la consonancia o coincidencia de los predicadores respecto de esta doctrina: Tanto yo como ellos, etc.

Dice, pues, acerca de lo primero: Esto es lo que debéis retener, o sea, recordar, lo que os transmiti en primer lugar, y sigo transmitiendo. Dice que en primer lugar, esto es, entre las primeras cosas que se deben creer. En efecto, las cosas que se deben creer, o se refieren a la Trinidad o a la fe de la Encarnación. Y primeramente debe el hombre creer las que pertenecen al fin de la Encarnación y luego las relativas a la Trinidad. Así es que lo que os transmiti en primer lugar, esto es, sobre la Encarnación, no por mi ni por mi autoridad lo transmiti, sino que lo recibi, de Cristo o del Espíritu Santo. Pablo, Apóstol, etc. (Ga 1,1). Porque yo recibi del Señor lo que os he transmitido (1Co 1 1Co 1,23). Lo que he oído de parte del Señor de los ejércitos os lo he anunciado (Is 21,10).

Ahora bien, lo que recibi y transmiti son cuatro cosas, a saber: muerte, sepultura, resurrección, aparición de Cristo. Sobre lo primero dice: En primer lugar os comuniqué la muerte de Cristo, por lo cual dice: Que Cristo murio. En esto hace a un lado una doble conjetura que podria asomar acerca de la muerte de Cristo. La primera seria que moriria El por sus pecados actuales o por el original. Y esto lo excluye diciendo: Por nuestros pecados, no suyos. Por la impiedad de mi pueblo lo heri (Is 53,8). Una sola vez murio Cristo por nuestros pecados (1P 3,18).

La otra conjetura seria que la muerte de Cristo haya sido casual, o por arrebato de los judíos, y esto lo excluye diciendo: Según las Escrituras, del Antiguo y del Nuevo Testamento; y por eso de manera especialmente clara dice que según las Escrituras. Como un cordero al matadero es llevado (Is 53,7). Y yo estaba como manso cordero que es llevado al matadero (Jerem. 1 !,19). Mirad que subimos a Jerusalén, y el hijo del hombre sera entregado, etc. (Mt 20,1 Mt 8).

En segundo lugar os comuniqué la sepultura de Cristo: Que fue sepultado. Pero ¿acaso la sepultura es de manera especial un articulo de fe para que aquí haga especialmente mención de ella? Se debe decir que según aquellos que ponen los articulos conforme deben ser creidos, no es un especial articulo de fe, pero se le incluye como articulo de la pasión y de la muerte de Cristo. Y la razón de ello es que la fe es de las cosas que están sobre la razón. Por lo cual el articulo de fe empieza donde no alcanza la razón. Así es que lo primero es que el Señor fue concebido, y por lo tanto la concepción es articulo de fe; lo segundo, que Dios nacio de una virgen, y por lo tanto esto es otro articulo de fe; lo tercero, que Dios impasible padecio y murio, y esto es otro articulo, y en éste se incluye también la sepultura. En consecuencia, no es un articulo especial.

Mas el Apóstol hace aquí mención de la sepultura por tres razónes. La primera es manifestar la verdad de la muerte de Cristo. En efecto, la prueba de la muerte de alguien es que se le sepulte. La segunda es hacer patente la verdad de la resurrección, porque si no hubiese sido sepultado, ni los guardianes hubiesen estado junto a la sepultura en aquellos dias, no podrian haber dicho que los discipulos lo habían sustraido. La tercera es que el Apóstol quiere llevar a los corintios a la fe de la resurrección, y se considera como mas dificil que un sepultado resucite. Y sobre esto dice Is (II,10): Y su sepulcro sera glorioso. Dispuesta estaba entre los impios su sepultura (Is 53,9). Y os comuniqué también su resurrección porque resucito al tercer dia. El nos dara vida a los dos dias y al tercero nos levantara y viviremos ante él (Oseas 6,2). Y al decir al tercer dia no es que fuerán tres dias integros, sino dos noches y un dia por sinécdoque. Y la causa de ello fue, como dice San Agustín, que Dios, por la unidad de la reparación, lo cual es significado por un dia, destruyo nuestro duplo, esto es, pena y culpa, lo que es significado por las dos noches. Os comuniqué también las apariciones de Cristo, porque se aparecio a Cefas. Y pone primeramente las apariciones a otros, y en segundo término las apariciones a él solo: Y al ultimo de tocios se me aparecio a mi, etc.

Mas debemos tener presente acerca de lo primero que las apariciones de Cristo no se les hacen a todos en conjunto, sino a algunas especiales personas. Y le dio la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano (Ac 10,40). Y esto fue con el objeto de que se guardare en la 1glesia el orden de que por algunos escogidos llegara a otros la fe de la resurrección.

Sin embargo, debe notarse que no se ponen aquí todas las apariciones de Cristo, ni las que se les hicieron a las mujeres. Aunque se ponen aquí algunas que no se leen en los Evangelios. Y la razón de ello fue que el Apóstol quiere acallar con motivo a los infieles, por lo que no quiso poner sino testimonios inatacables, y por lo mismo se callo las apariciones hechas a las mujeres, y puso algunas que no se imaginan, para mostrar que también a otros muchos se aparecio; pero hace especial mención de Pedro y de Santiago, porque éstos erán como columnas, como dice en Galatas 2,9. En efecto, dice: Os transmiti que se aparecio a Cefas, esto es, a Pedro (En verdad el Señor ha resucitado, etc.Lc 24,34). Y se cree que en cuanto a los varones primero se aparecio a Pedro, porque éste se hallaba en la maxima tristeza. Por lo cual dice el angel (Mc 16,7): 1d a decir a sus discipulos y a Pedro, etc.

Después, o sea, en otra ocasión, se aparecio a los Once Apostoles. Ciertamente una vez se aparecio unicamente a diez, estando ausente Tomas, y a los ocho dias a los once, estando con ellos Tomas. San Agustín dice que debe decir que a los doce, pero que el texto fue alterado por culpa de copistas, y explica que no importa que Judas ya hubiese muerto y aun no fuera elegido Matias, porque cuando la mayor parte de un cuerpo colegiado hace algo se suele decir que lo hace todo él. De aquí que por haber elegido el Señor a doce, se puede decir que se aparecio a los doce, esto es, a todo el Colegio Apostolico; pero no hay error ni en decir doce, ni en decir once.

Después se aparecio a mas de quinientos hermanos a la vez. Pero acerca de esto nada leemos en la Sagrada Escritura sino lo que aquí se dice. Se puede sin embargo decir que de esta aparición es de la que había Dionisio en el tercero de los nombres divinos, cuando se juntaron todos los discipulos para ver el cuerpo que llevaba al principe de la vida. Pero en contra parece ser que esta aparición fue antes de la ascensión, cuando Cristo se le aparecio a Santiago. Y la reunión de los discipulos para ver a la Santisima Virgen de la que parece hablar Dionisio fue mucho después. Por lo cual parece que lo mejor es decir que se les aparecio a la vez a quinientos hermanos antes de su ascensión y no importa que se diga que los discipulos erán ciento veinte, porque, aunque los que estaban en Jerusalén fuesen ciento veinte, sin embargo en Galilea erán muchos los discipulos y quiza estando todos juntos fue cuando se les aparecio. Y para que este testimonio sea mas cierto dice que de ellos muchos permanecen todavía, esto es, aun viven, y otros se durmieron, esto es, murieron en la esperanza de la resurrección. Y llama dormición a la muerte de los santos, porque mueren a la carne corruptible para resurgir incorruptibles. Sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos ya no muere mas (Rm 6,9).

Luego, esto es, después, se aparecio a Santiago, o sea, a Alfeo. Y se puede decir que la razón de esto es que (como se lee) hizo Santiago la promesa de no probar alimento sin antes ver a Cristo; pero según esto no? guarda el orden de la aparición, porque si hasta después de todas las apariciones indicadas se hubiese aparecido a Santiago, éste hubiese estado demasiado tiempo sin comer, lo cual es dificil. Por lo cual se debe decir simplemente que se le aparecio Cristo aisladamente a Santiago, por la especial adoración que Santiago le tuvo a Cristo. Y tampoco de esta aparición hay nada en el Evangelio.

Luego, es decir, después de esto, se aparecio a todos los Apostoles en la ascensión, como se lee en Mateo 28,16-17 y en Hechos 1. Y al ultimo de todos se me aparecio a mi, etc. Aquí recuerda el Apóstol la aparición hecha a él solo. Y acerca de esto procede de dos maneras. Primeramente muestra el orden de la aparición; y luego da la razón de ese orden: Pues yo soy ei menor de los Apostoles, etc. Dice, pues, de esta manera: Dije que a todos se les aparecio Cristo, y finalmente, esto es, al ultimo y después de la ascensión se me aparecio a mi como a un abortivo, y por eso aJ ultimo.

Por tres cosas dice que como a un abortivo. Se le

dice abortivo al feto que o nace antes del tiempo debido, o es sacado con violencia o no llega al debida desarrollo, y como estas tres cosas veia en si mismo el Apóstol, por eso dice como a un abortivo.

En efecto, en primer lugar, Pablo renacio en Cristo extemporaneamente respecto de los demás Apostoles» Porque los demás Apostoles renacieron en Cristo antes de la venida del Espíritu Santo, y Pablo mucho después.

En segundo lugar, los demás Apostoles espontaneamente se convirtieron a Cristo, y Pablo a la fuerza.. Cay en tierra, etc. (Ac 9,4). Y esto es un gran argumento contra los infieles, que dicen que nadie debe ser constrenido a aceptar la fe, porque Pablo fue constrenido. Y como dice San Agustín, mas adelanto en la fe Pablo siendo constrenido a convertirse, que muchos que espontaneamente vinieron.

En tercer lugar, se juzga inferior a los demás y que no alcanzara la virtud de los otros Apostoles. Y apuntando el motivo, dice: Pues yo soy el menor de los Apostoles.

Acerca de esto hace dos cosas. Primeramente muestra su propia pequenez; y luego da la razón de ello: Por haber perseguido a la 1glesia de Dios. Su propia pequenez la manfiesta desde luego en comparación con los Apostoles diciendo: Pues yo soy el menor (El mas pequeno vendra a ser un millar; el menor, una nación poderosa,Is 60,22 Is 60, mas grande seas, mas debes humillarte, y ante el Señor hallaras gracia,Si 3,18). Pero como aunque sea menor en comparación con los Apostoles, se puede sin embargo decir que en comparación con los demás es grande el que es Apóstol, en segundo lugar muestra su pequenez en comparación con los demás, diciendo: soy indigno, no solo de ser, sino de llamarme Apóstol, aunque así se me llame. (No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios,2Co 3,5.)

Objeción: Se podria decir: Oh Apóstol, ni por humildad debe decirse nada falso; luego, siendo tu grande ¿por qué te dices el menor?

Respondo: Cuando dice: Por haber perseguido a la 1glesia de Dios, muestra en qué es el menor y en qué no lo es. En efecto, en consideración a sus hechos pasados se dice el menor, por lo cual dice: indigno de ser llamado Apóstol. ¿Por qué? Por haber perseguido a la 1glesia de Dios, cosa que los demás Apostoles no hicieron: Encarnizadamente perseguia a la 1glesia de Dios (Ga 1,13). Antes fui un blasfemo y un perseguidor (1Tm 1,13). Pero aunque por mi mismo sea el menor, sin embargo, a causa de Dios no lo soy, por lo cual dice: Por la gracia de Dios soy lo que soy. Y acerca de esto hace dos cosas. Primeramente proclama su condición en cuanto a su estado; y luego en cuanto al ejercicio de su estado: y su gracia no ha sido estéril en mi.

Así es que en primer término dice: Por mi mismo nada soy, sino que por la gracia de Dios soy lo que soy, esto es, por Dios, no por mi. Del cual fui hecho ministro (Ep 3,7). Y dice lo que soy, porque sin la gracia nada es el hombre. Aunque tuviera el don de profecia, etc. (1Co 13,2). Pero de qué manera ha hecho uso de su estado lo muestra diciendo: Pero la gracia de-Dios no ha sido estéril en mi. Con lo que desde luego muestra como su uso sea esta gracia, porque ha sido para bien, por lo cual dice: no ha sido estéril en mi, o-sea, inútil, porque la ha usado en aquello para lo cual se le dio. Para saber si corria o había corrido en vano (Ga 2,2).

En segundo lugar manifiesta de qué manera sobrepuja a los demás, por lo que añade: Antes bien mas que todos ellos, esto es, que los demás Apostoles, uno a uno, he trabajado, predicando, porque ninguno ha predicado y anunciado a Cristo por todas partes; por lo cual dice: Desde Jerusalén hasta el 1lirico, etc. (Rm1 15,19), y aun hasta Espana; y trabajando, porque aunque podria él también, como los demás Apostoles, exigir el pago de sus gastos necesarios, sin embargo quiso cubrirlos precisamente con el trabajo de sus manos, por lo cual dice: Dia y noche con fatiga y cansancio trabajamos para no ser una carga a ninguno de vosotros (2Ts 3,8); soportando tribulaciones, pues ninguno de los Apostoles soporto tantas persecuciones y tribulaciones como las que él mismo enumera en 2Co 1 1,23-29: En muchos trabajos y prisiones, etc.

En tercer lugar muestra la eficacia de su uso, porque no es por si solo sino por impulso y con la ayuda del Espíritu Santo, por lo cual dice: pero no yo obro solo, sino la gracia cie Dios conmigo, la cual es la que mueve ia voluntad para eso. Que también üevas a cabo todas nuestras obras (Is 26,12). Pues Dios es quien obra en nosotros el querer y el obrar (Ph 2,13). Porque no solamente nos infunde Dios la gracia, por la que nuestras obras son gratas y meritorias, sino que también mueve al buen uso de la gracia infusa, y esta gracia se llama cooperante. Pues bien, tanto yo como ellos, esto predicamos y esto habéis creido. Aquí muestra la con-cordia de los predicadores, y esto puede entenderse de dos maneras.

En primer término como confirmación de lo dicho, pues si alguien dijera: Tu eso predicas, pero no te creemos a ti solo, puesto que eres el menor de los Apostoles, le responde el Apóstol: con mayor razón debéis creerme, porque yo no predico otra cosa, sino que tanto yo como los demás Apostoles esto es lo que predi> camos: que Cristo resucito y que se aparecio, etc. Y eso mismo que yo y los demás predicamos, también vosotros lo creisteis. Teniendo el mismo Espíritu (2Co 4,13).

En segundo término se puede entender en el sentido de que la eficacia de la predicación proviene de una sola cosa para todos los Apostoles, esto es, de la gracia de Dios, como si dijera: ya predique yo, ya prediquen ellos, o sea, los Apostoles, tal como predicamos lo hacemos ayudados y afirmados por la gracia de Dios; y vosotros mismos creisteis también, movidos por el Espíritu Santo y la gracia de Dios, sin la cual nada podemos hacer. Sin Mi nada podéis hacer (Jn 15,5).

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1Co 15,12-19)

Lección 2: 1Co 15,12-19

Por la resurrección de Cristo se prueba nuestra resurrección, y si ésta no se llegare a efectuar por eso mismo serian en vano la fe, la esperanza, los trabajos y todas las virtudes.

12. Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿como andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?
13. Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucito.
14. Y si no resucito Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe.
15. Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucito Cristo, a quien no resucito, si es que los muertos no resucitan.
16. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucito.
17. Y si Cristo no resucito, vuestra fe es vana: estáis toda-via en vuestros pecados.
18. Y hasta los que durmieron en Cristo perecieron.
19. Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, somos los mas miserables de todos los hombres.

Arriba edifico el Apóstol la fe sobre la resurrección de Cristo; aquí, por la resurrección de Cristo prueba la futura resurrección de los muertos. Y primeramente prueba la futura resurrección; luego muestra la calidad de los resucitados: Pero dira alguno: ¿como resucitan los muertos?, etc, (I Cor,15,35); en tercer lugar describe el orden de la resurrección: Mirad que os revelo un misterio, etc. (1Co 15,51). Por lo que ve a lo primero hace dos cosas. Primeramente prueba la futura resurrección de los muertos por razón de la" resurrección de Cristo; en segundo lugar por razón de la practica de los santos: De no ser así ¿a qué viene el bautizarse por los muertos?* (1Co 15,29).

Prueba, pues, la resurrección de los muertos por la resurrección de Cristo con la siguiente razón: Si Cristo resucito, luego también los muertos resucitan. Desenvuelve esta razón de triple manera. En primer término pone la condicional: si Cristo resucito, también los muertos resucitaran; en segundo término prueba el antecedente de la misma condicional: Si no hay resurrección de muertos, etc.; en tercer lugar prueba ser verdadera la condicional: Pero Cristo resucito de entre los muertos (1Co 15,20).

* Texto oscuro. Dice la Biblia de Nacar-Colunga: "Los corintios se bautizaban por los muertos que no lo habían sido esperando al parecer hacerlos participantes de las esperanzas cristianas resumidas en la resurrección gloriosa". Mons. Straubinger hace notar que no es que San Pablo apruebe esa practica, sino que tan solo señala lo absurdo de ella si no se cree en la resurrección. (S.A.)

Dice, pues, primeramente: Dije que ya predicara yot ya predicarán los demás Apostoles, eso creisteis; y si se predico por nosotros que Cristo resucito de entre los muertos, ¿como andan diciendo algunos en medio de vosotros, es decir, de entre vosotros, que no hay resurrección de muertos? Como si dijera: Si Cristo resucito de entre los muertos, según lo que nosotros predicamos (Si creemos que Cristo murio y resucito, etc.,1Ts 4,14), nadie puede dudar de la futura resurrección de los muertos. Por eso dice en Romanos 8,11: Aquel que resucito a Cristo Jesús de entre los muertos dara también la vida a vuestros cuerpos mortales, etc.

Pero es claro que esta argumentación no vale si se afirma por mayoria de razón: porque de que Cristo resucito particularmente por virtud de sudivinidad no se sigue que los demás hombres resuciten. Por lo que algunos dicen que no hay lugar a mayoria de razón sino a similitud. Porque morir y resucitar compete a Cristo en cuanto a la humana naturaleza, y dicen que el argumento es de semejanza, como si se dijere: el alma, fuerte, es inmortal; luego todos, es decir, las almas de los hombres, son inmortales.

Mas es claro que lo mejor es decir que la resurrección es por razón de causa, porque la resurrección de Cristo es la causa de la nuestra. Y por lo mismo según la Glosa se debe decir, Si Cristo, que es la causa eficiente de nuestra resurrección, resucito, ¿como andan diciendo algunos entre vosotros, etc? Sin embargo, no se debe decir que sea causa eficiente solamente por modo de mérito, porque no la merecio al resucitar, pues ya era comprehensor y vivia la vida gloriosa, a no ser que el mérito de la resurrección de los muertos se refiera a la pasión de Cristo.

No es solamente causa ejemplar, como algunos dicen, sino que es causa eficiente y ejemplar. De aquí que San Agustín diga comentando a San Juan que el Vefbo hecho carne vivifica las almas y resucita a los muertos. Por lo cual es patente que como Cristo resucito, también los muertos resucitan.

Objeción: Resucitar de entre los muertos es algo sobre la naturaleza; así es que eso no pertenece sino a la virtud infinita, que es Dios; luego la resurrección del cuerpo de Cristo no es causa eficiente de la resurrección de los muertos, puesto que la humanidad o cuerpo de Cristo es una creatura, aunque de Cristo no se pueda decir, como del hombre, que sea creatura.

Respondo: Debemos decir que en cuanto Dios, o en cuanto la divinidad esta en Cristo, Cristo es tanto causa ejemplar como causa eficiente de la resurrección de los muertos por su humanidad, como por instrumento de su divinidad. Y a la objeción se debe contestar que no se dice que la carne de Cristo o su humanidad produzca el efecto de la infinita virtud en cuanto es carne o humanidad, sino en cuanto es la carne de Cristo, la humanidad de Cristo.

Todavía se puede objetar: Puesta la causa eficiente, al instante aparece el efecto; luego si la resurrección de Cristo es causa suficiente de la resurrección de los muertos, al instante deberian resucitar los muertos y no diferirlo tanto.

Respondo: Se debe decir que el efecto se sigue de la causa instrumental según la condición de la causa principal. Y siendo Dios la causa principal de nuestra resurrección, y la resurrección de Cristo la instrumental, nuestra resurrección sigue a la resurrección de Cristo conforme a la disposición divina, la cual ordeno que aquélla ocurra en determinado tiempo.

Pero, si Dios no hubiese resucitado, ¿por ventura resucitarian los hombres? Parece que no, porque Cristo no habria padecido ni resucitado.

Se debe contestar que esta objeción es nula porque cuando una cosa se ordena por alguna causa, en atención a ésta se debe argumentar, guardando el orden de ella. Y por lo mismo débese decir que Dios ordeno la resurrección de los muertos de la manera ya dicha; que, sin embargo, podria haber encontrado Dios otro modo si hubiera querido.

En seguida, diciendo: Si no hay resurrección de los muertos, etc., prueba el antecedente, o sea, que Cristo resucito, y esto indicando ciertos inconvenientes. Y para esto hace dos cosas. Primeramente indica los inconvenientes; luego, muestra que éstos lo son: Y somos convictos de falsos testigos, etc.

Sobre lo primero lo deduce haciendo ver que si Cristo no hubiese resucitado, tampoco los muertos resucitarian; y que si así fuere, se seguirian dos inconvenientes. Un inconveniente es que la predicación del Apóstol seria vana e inútil; otro inconveniente es que la fe de los corintios seria vana. Por lo cual dice: Y si Cristo no resucito, vuestra fe es vana, etc. Ya lo dijo: De aquí que ora yo, ora ellos, si así predican, etc. Dice, pues, Y si fio resucito Cristo, vana es, esto es, falsa, nuestra predicación, porque la creisteis; y el gran inconveniente seria que la predicación de ellos no sustentara la verdad, siendo que el Apóstol dice: No he corrido ni me he fatigado en vano (Ph 2,16). Y somos convictos de falsos testigos de Dios, etc. Aquí hace ver que son dos los inconvenientes. Primeramente muestra que seria un inconveniente que la predicación de los Apostoles fuese vana o falsa; en segundo lugar, muestra que seria un inconveniente que la fe de ellos fuese vana: Y si Cristo no resucito, etc.

Se ve que lo primero es un inconveniente porque serian falsos testigos, no solo por decir algo vano o algo contra algún hombre falsamente, lo cual constituye un pecado mortal; sino falsos testigos contra Dios, lo cual seria un sacrilegio. Porque si Dios no levanto a Cristo de entre los muertos, según lo predicamos, venimos a ser falsos testigos; y si los muertos no resucitan, Dios no resucito a Cristo de entre los muertos. ¿Acaso Dios necesita de vuestras mentiras? (Job 13,7). Y no puede ser sino pésimo que alguien le atribuya a Dios lo que El no hace y alabarlo por algo inexistente. Por lo cual dice San Agustín: Quiza no sea menor sino mayor crimen el alabar en Dios una falsedad que el vituperar la verdad. La razón de ello es que nuestro entendimiento jamas puede alabar tanto a Dios que no sea inferior a su perfección; y por tanto, como el entendimiento no puede entender totalmente toda la verdad acerca de Dios, esto es, acerca de su excelencia, si se le atribuye a Dios algo que no tiene o no hace, es como si el entendimiento nuestro fuera mayor que Dios y entendiera algo mayor que lo que falsamente se atribuye. Lo cual va contra lo que dice San Juan (1Jn 3,20): Dios es mayor que nuestro corazón.- Y si Cristo no resucito, vana es vuestra fe. Aquí muestra lo inconveniente que seria que la fe de ellos fuese vana. Y lo muestra por tres inconvenientes que de ello se siguen.

Primeramente consta que la falsedad no tiene la virtud de limpiar, y consta también que la fe si limpia los pecados. Purifico sus corazónes con la fe (Ac 15,9). Por lo tanto, si vuestra fe fuese vana, y lo seria si Cristo no hubiese resucitado, habiendo creido que resucito, no os serian perdonados vuestros pecados. Y esto lo dice así: estáis todavía en vuestros pecados.

Pero como podria alguno decir: Aunque la fe no limpie de los pecados, se pueden sin embargo limpiar de ellos por las buenas obras, añade el Apóstol el segundo inconveniente, o sea, que los muertos, que no pueden limpiarse en la otra vida, habrian perecido sin esperanza de salvación; y por lo rnTsmo, como concluyendo, dice: Luego hasta los que en Cristo, esto es, en la fe de Cristo, durmieron, es decir, los muertos en la esperanza de la salvación, perecieron, porque en la otra vida no hay obras meritorias.

Pero como se podria todavía decir: No me preocupo de los pecados, no me preocupo por los muertos, con tal de disfrutar en esta vida de quietud y tranquilidad, agrega el Apóstol el tercer inconveniente, diciendo: Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza, etc. Y se apoya en este argumento: Si no se efectua la resurrección de los muertos, siguese que no poseen los hombres bien alguno sino solamente en esta vida; y si esto es así, entonces los mas miserables son los que en esta vida padecen muchos males y tribulaciones. Pero como los Apostoles y los cristianos padecen muchas tribulaciones, se sigue que son mas miserables que los demás hombres, que cuando menos gozan de los bienes de este mundo.

Mas en cuanto a esta razón se plantean dos dudas. Según una duda, no se ve que sea verdadero universalmente lo que el Apóstol dice, o sea, que los Cristianos no confien sino en esta vida, porque pueden decir que aunque los cuerpos no gocen de bienes sino en esta vida, que es mortal, sin embargo, en cuanto al alma poseen muchos bienes en la otra vida. A esto se contesta de dos maneras.

Primer modo: si se niega la resurrección del cuerpo, ya no es facil sino mas bien muy dificil sostener la inmortalidad del alma. En efecto, consta que el alma de una manera natural se une al cuerpo, y que al separarse de él es contra su naturaleza, y por accidente. Por lo cual, el alma salida del cuerpo, mientras esté sin el cuerpo es imperfecta. Mas es imposible que lo que es natural y per se sea finito y como nada y que lo que es contra natura y per accidens sea infinito, lo cual seria si el alma permaneciera siempre sin el cuerpo. Por lo cual los platonicos, que afirmaron la inmortalidad, aseguraron la reincorporación, aun cuando esto es herético; pero, de todas maneras, si los muertos no resucitan, no confiaremos sino en esta vida.

De otro modo: consta que el hombre desea naturalmente su propia felicidad; ahora bien, siendo el alma parte de la totalidad del hombre, no es todo el hombre, y mi alma no es mi yo; por lo cual, aun cuando ei alma consiga la felicidad en otra vida, sin embargo, no soy yo ni ningun hombre. Y, por lo demás, como el hombre naturalmente desea la felicidad, aun del cuerpo, se frustraria el natural deseo.

Segunda duda: parece que en el supuesto de que los cuerpos no resurjan no seriamos nosotros los cristianos mas miserables que los demás hombres, porque quienes están en pecado sufren los trabajos maximos: Sufrieron para obrar inicuamente (Jerem. 9,5). Y también: Dicen los impios: hemos andado por sendas dificiles (Sg 5,7). Mientras que de los buenos y justos se dice: Mas el fruto del Espíritu es la caridad, el gozo, la paz, etc. (Ga 5,22).

A esto se debe contestar que los males que hay en este mundo no son por si mismos deseables sino en cuanto se ordenan a algún bien. Ahora bien, los Apostoles y los cristianos han padecido muchos males en este mundo. Luego si no se ordenaren éstos a algún bien, serian mas miserables que los demás hombres. Porque o se ordenan a un bien futuro o a un bien presente; pero a un bien futuro no se ordenan si no hay resurrección de los muertos. Y si se ordenan a un bien presente, éste o es un bien del entendimiento, como padecen los filosofos pobrezas materiales y otros muchos males para alcanzar la verdadera verdad. Pero a esto no se pueden ordenar si no hay resurrección de los muertos, puesto que así la fe de ellos seria falsa porque ellos mismos predicaron la resurrección futura; y la falsedad no es un bien del entendimiento. O se trata de un bien de la voluntad, como los filosofos padecieron muchos males de orden moral para alcanzar virtudes y fama. Pero tampoco a esto se pueden ordenar, porque si no hay resurrección de los muertos no se puede considerar que hay virtud y gloria en querer prescindir de todo lo deleitable y soportar las penas de la muerte y del desprecio, sino que mas bien vendria a juzgarse como una estulticia. Y así es claro que serian mas miserables que los demás hombres.


Aquino: I Corintios 63