Aquino - COLOSENSES

COMENTARIO A LA EPÍSTOLA DE SAN PABLO

A LOS COLOSENSES

Traducción Castellana del Texto Latino por J.I.M.

EDITORIAL TRADICIÓN, S.JK-MÉXICO,1978 Derechos reservados (c) en cuanto a la traducción castellana por Editorial Tradición, S. A. Av. Sur 22 No. 14 (entre Oriente 259 y Canal de San Juan), Col. Agrícola Oriental. México 9, D. F.

Primera edición: Enero de 1978.-1,000 ejemplares.

Título del original latino: Sancti Thomae Aquinatis Doctoris Angelici super

Epistolam Sancti Pauli Apostoli ad Colossenses expositio

1
PROLOGO

"Protegía con su espada todo el campamento" (
1M 3,3). Vienen como anillo al dedo estas palabras a la materia de esta Carta, porque el estado todo de esta vida va en batallas y encuentros de soldados, cuyas viviendas se llaman campamentos. "La vida del hombre sobre la tierra es una perpetua guerra" (Jb 7). Por eso figuradamente llámanse campamentos las viviendas de los fieles; de donde la Iglesia aseméjase a los campamentos o reales. "Saliéronle al encuentro ángeles de Dios. Vistos los cuales dijo: He aquí los campamentos de Dios; y llamó a aquel lugar fvlahanaim, esto es, Campamentos" (Gn 32,2). Estos reales vense combatidos por enemigos de 3 géneros: a) unos a modo de sitiadores, que a cara descubierta se levantan contra la Iglesia, como las tropas de Gog y Magog que "cercarán los reales de los santos y la ciudad amada" (Ap 20,8); b) otros que embozan sus engaños, como los herejes, "que seducen los corazones de los sencillos con palabras melosas y con adulaciones" (Rm 16,18); c) otros, en fin, caseros, con corruptelas o abusos pecaminosos, que brotan de la corrupción de la carne, "que codicia contra el espíritu" (Ga 5 Ep 5).

COMENTARIO DE STO. TOMAS DE AQUINO

Al frente de ellos están los Prelados (Ps 67,28), a quienes toca de oficio resguardar de dichos peligros los campamentos de la Iglesia. Contra los pecados por sus exhortaciones (Is 58). Contra los herejes por la sana doctrina (1Tm 1). Contra los perseguidores con el ejemplo, a saber, tolerando con paciencia las persecuciones. Así protegía Pablo, con la espada del espíritu, los campamentos de los primeros cristianos; porque en sus cartas iba a la mano a los pecadores; confutaba las herejías, infundía ánimo para saber sufrir. (Ep 5 Tt 3 2Co 11) todo él es dar alientos para tener paciencia)

Tócanse así los 2 puntos en el texto propuestos, a saber, el estado de la Iglesia, al decir: Campamentos, y el papel del Apóstol, de protector/En los campamentos ha de haber un solícito desvelo para evitar los males; "y así tus reales deben estar limpios, y no se debe ver en ellos cosa sucia" (Dt 23,14). Animismo orden para con el capitán y para consigo. "¿Qué podréis ver en la sulamita sino coros de música en medio de escuadrones armados?" (Ct 7,1). Terror también para los enemigos. "Terrible como un ejército formado en batalla" (Ct 6,9). Pero el Apóstol, en su papel de protector, se desvelaba solícito como el pastor, cuyo oficio es guiar con acierto las ovejas para que no se desvíen (Jn 10). Así lo hacía Ph 3). Asimismo darles pastos abundantes para que no se mueran de hambre (I P V). Así lo hacía el Apóstol (1Co 3). Otrosí defenderlos esforzadamente para que no perezcan, como lo hacia David con el león y el oso, que venían y apresaban un carnero de en-medio de la manada, "y corría yo tras ellos y los mataba, y les quitaba la presa de entre los dientes, y, al volverse ellos contra mí, los agarraba yo de las quijadas, y los ahogaba y mataba" (1S 17,35 Si 7). Por eso dice que el Apóstol protegía los campamentos, esto es, la iglesia de Dios, con la espada, que es la palabra de Dios (Ep 6 He 4). Tal es la materia de esta Carta. Porque en la que escribe a los Efesios muestra el modo de la unidad en la Iglesia; en la que han los Filipenses su provecho y concervación, y en ésta traen de su conservación contra los herejes, que los habían pervertido con sus embelecos y embustes.




Capítulo 1

2
(
Col 1,1-3)

Lección 1: Colossenses 1,1-3

Deséales a los Colosenses la gracia y la paz por medio de Jesucristo, cuyo Apóstol confiesa serlo por voluntad de Dios.

1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios y Timoteo, su hermano,
2 a los santos y fieles hermanos en Jesucristo, residentes en Colosas.
3 La gracia y paz sea con vosotros, de parte de Dios, Padre Nuestro, y de Jesucristo Nuestro Señor.

Divídese esta Carta en salutación y en tratado. Pónense las personas que saludan, las saludadas, los bienes que se les desean. Cuanto a lo primero pénese la persona principal y la que va a su lado: Timoteo. Dase a conocer la principal por el nombre: Pablo, esto es, humilde; que los tales alcanzan la sabiduría (Mt 11); y por eso la enseña. Dase a conocer también por el oficio, a saber, Apóstol, enviado, para procurar la salvación de los fieles (Ac 13 Jn 2); y Apóstol no de cualquiera, sino de Jesucristo, cuya gloria busca, no la suya (2Co 4). Mas en veces algunos llegan al oficio por ira de Dios motivada por los pecados del pueblo. "En medio de mi indignación te concedí un rey" (Os 13,11 Jb 34). Por eso dice: "por la voluntad de Dios", es a saber, por su beneplácito (Jr 3). La persona que va a su lado es Timoteo, a fin de que todo sea confirmado con la autoridad de 2 o 3 testigos, como se dice en Dt. 17,6. Pénense las personas saludadas: "los santos y fieles hermanos". Los Santos se llaman mayores (Lc 1); los fieles menores, que por jo menos tienen la fe, sin la cual es imposible agradar a Dios (He 11). O díganse Santos, esto es, santificados en el bautismo, y fieles, que permanecen en la fe recibida (Pr 28).

Pónense luego los bienes deseados, a saber, la gracia, que es principio de todo bien (Rm 3) y la paz, el término a que todos aspiran (Ps 147); por consiguiente todos los bienes intermedios. Y éstos "de parte de Dios" (Ps 83) Padre de N. S. Jesucristo, a saber, por naturaleza, mas Padre nuestro por gracia "y de N. S. Jesucristo", y así también Padre nuestro, es a saber, de Dios en la Trinidad y del Señor Jesucristo, cuanto a la naturaleza que tomó.

3
(
Col 1,4-8)

Lección 2: Colossenses 1,4-8


Alégrase el Apóstol del aprovechamiento en la fe de los Colosenses y da gracias a Dios de que traten con caridad a los santos.


Traducción:

Damos gracias al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, orando siempre por vosotros;

4 al oír vuestra je en Cristo Jesús y el amor que tenéis a todos los santos,
5 en vista de la esperanza de la gloria, que os está reservada en los cielos, esperanza que habéis adquirido cuando se os anunció la verdadera doctrina del Evangelio,
6 el cual se ha propagado entre vosotros, como asimismo en todo el mundo, donde fructifica y va creciendo, del modo que lo ha hecho entre vosotros, desde aquel día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios según la verdad,
7 conforme la aprendisteis de nuestro carísimo Epafras, que es nuestro compañero en el servicio de Dios, y un fiel ministro de Jesucristo para con vosotros,
8 el cual asimismo nos ha informado de vuestro amor espiritual.

Ya viniendo al intento, empieza su tratado epistolar, poniendo muy alto la verdad evangélica y protegiéndola de sus contrarios en el estado de vida de los fieles; no regateándole tampoco alabanzas al Autor de este estado de vida. Da gracias en primer lugar por los beneficios hechos de manera especial a los Colosenses, y en segundo por los hechos en general a la Iglesia. Cuanto a lo primero recomienda se dé gracias a Dios por estos beneficios, y señala la materia de la oración. Dice pues: "damos gracias a Dios", autor de las gracias (1Th 5); y esto siempre, por los pasados y los futuros; pues aunque actualmente de hecho no podamos continuamente orar, con todo, por el hábito de la caridad, debemos siempre orar (1Th 5 Lc 18).

Pónese luego la materia, y primero de la acción de gracias, segundo de la oración. Cuanto a lo primero hace una reseña del caudal de sus bienes y les recuerda cómo los consiguieron. Nuestro bien estriba principalmente en la fe, la esperanza y la caridad; pues por la fe llegamos al conocimiento de Dios, por la esperanza nos elevamos a El, por la caridad nos le unimos (1Co 13). Por esta causa el nacimiento de gracias es por estas 3 virtudes, y primero por tener fe; pues no les había predicado él, sino un discípulo suyo de nombre Epafras, y después Arquipo. Por eso dice: "al oír vuestra fe", que es el principio de la vida espiritual (Ha 2 He 11). Pero esta fe sin la caridad obradora, como dice Jc 2, está muerta; por lo cual es menester se haga con su cortejo de buenas obras (Sg 6). Por eso dice: "y el amor que tenéis". Pero hay un amor de caridad, y otro carnal y mundano, que no se extiende a todos; pues tal amor es para con aquellos con quienes hay comunión, que es la causa del amor. El amor mundano no se extiende a todos, sino a sólo los deudos y mundanos; pero el amor de caridad a todos abre los brazos. Por eso dice: "a todos"; pues si a los pecadores se les ama por caridad, es con el fin de que algún día lleguen a santos, "conocemos haber sido trasladados de muerte a vida en que amamos a los hermanos" (1Jn 3,14). Asimismo el amor mundano en este mundo tiene su fruto, pero la caridad en la vida eterna; por eso añade diciendo: "en vista de la esperanza de la gloria, que os está reservada en los cielos", esto es, por la gloria eterna, que por eso se llama esperanza, porque es un depósito seguro (Jb 19).

Cómo alcanzaron estos bienes lo demuestra al decir: "cuando se os anunció la verdadera doctrina", que encomia, como el ministerio de Epafras. Asimismo la doctrina la hace plausible por la verdad, por su dilatación, por el aprovechamiento de los fieles. Dice pues: "la que habéis oído", es a saber, la esperanza o la cosa esperada. Y ésta "por medio de la predicación de la verdad evangélica". Esperanza que todo lo sobrepuja; pues "ni ojo vio, ni oreja oyó, ni pasó a hombre por pensamiento cuáles cosas tiene Dios preparadas para aquellos que le aman" (1Co 2,9). Por eso la revela Dios (Mt 3). Y ésta es esperanza maciza, no vana -como cuando el que promete es un embustero- porque se funda en la palabra de la verdad (Jn 17).

-"la cual se ha propagado entre vosotros". Otro timbre de gloria para la doctrina de Cristo: su dilatación; pues no sólo llegó a vosotros, mas "por toda la tierra corre su sonido, y hasta a los confines del orbe sus palabras" (Ps 18,5); "se predicará este Evangelio del reino de Dios en todo el mundo, y entonces vendrá el fin" (Mt 24,14). Mas yo me pregunto: ¿qué, no ha llegado aún el fin, habiéndose ya predicado el Evangelio en todo el mundo? Respondo: unos dicen que el Evangelio de Cristo no es el Evangelio del reino. Pero esto es falso, porque el Señor así le llama: Evangelio del reino. Según San Crisóstomo hay que decir que ya en vida de los Apóstoles el Evangelio de Cristo se había divulgado por todo el mundo, siquiera por el run run, milagro grandísimo que en solos 40 años así se hubiese dilatado la doctrina de Cristo. Así se entiende por todo el mundo, cuanto al rumor, y entonces vendrá el fin, esto es, la destrucción de Jerusalén. Pero según San Agustín, esto no es verdad, pues todavía en su tiempo entre ciertas gentes no estaba aún establecida la Iglesia. Por tanto, dice él, entiéndase esta profecía en consonancia con la predicación; y así, una vez que la Iglesia esté fundada entre todas las gentes, crean todos o no, entonces vendrá el fin. Y esto no fue en tiempo de los Apóstoles, sino será al fin del mundo; y así, cuando aquí habla de todo el mundo, habla el Apóstol del futuro como de presente, por la certeza del acontecimiento. Puede también decirse que, según la fama, se ha divulgado ya por todo el mundo, mas no según la fundación.

Hace en tercer lugar recomendable la doctrina de Cristo el fruto por medio de las buenas obras, como dice allí: "y fructifica"; "mis flores dan frutos de gloria y de riqueza" (Si 24,23); "y va creciendo", a saber, en la multitud de los creyentes: "y el Señor aumentaba cada día el número de los que abrazaban el mismo género de vida para salvarse" (Ac 2,47). Señal de inmenso poder, porque así como con vosotros, aconteció también con los otros. Oísteis la predicación y con vuestra aprobación la conocisteis. Por tanto, de 3 maneras hace recomendable el ministerio apostólico: por comparación a sí, a ellos, a entrambos. Dice pues: habéis sido instruidos por el Evangelio, "tal como lo aprendisteis de mi compañero Epafras" (Ap 22), "que es fiel ministro de Jesucristo", es a saber, que no busca sus intereses (1Co 4); que tercia fielmente entre el Apóstol y ellos; "y aun ha manifestado", esto es, me ha hecho saber "de vuestro amor espiritual".

4
(
Col 1,9-14)

Lección 3: Colossenses 1,9-14

Ruega el Apóstol por ellos pidiendo se llenen del conocimiento de la voluntad de Dios y dando gracias por los beneficios hechos a todos los cristianos.


Traducción:

9 Por eso, también nosotros desde el día en que lo supimos, no cesamos de orar por vosotros y de pedir que alcancéis pleno conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual,
10 a fin de que sigáis una conducta digna de Dios, agra-dándole en todo, produciendo frutos en toda especie de obras
11 buenas, y adelantando en la ciencia de Dios; corroborados en toda suerte de fortaleza por el poder glorioso de su gracia, para tener una perfecta paciencia y longanimidad acompañada de alegría,
12 dando gracias a Dios Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la suerte dé los santos, iluminándonos con la luz del Evangelio;
13 que nos ha arrebatado del poder de las tinieblas, y trasladado al reino de su Hijo muy amado; por cuya sangre hemos sido nosotros rescatados y recibido la remisión de los pecados.

Arriba tocó la materia del hacimiento de gracias mostrando por qué bienes las daba; aquí la oración dándoles a entender lo que por ellos pide; y empieza con las condiciones requeridas para orar y añade los bienes que en la oración se piden. 3 condiciones tiene la oración: a) que sea oportuna; por eso dice: "desde el día", suple: comenzamos a orar (Jr 31); b) que sea continua: "no cesamos de orar" (1S 12 Rm 1); c) múltiple y perfecta: "orar y pedir". La oración es la ascensión de la mente a Dios. La postulación es la petición de las cosas. La oración ha de ir por delante para que sea escuchado el que devotamente pide; así como los que solicitan algún favor anticipan la persuasión para granjearse los ánimos; pero nosotros debemos llevar en la delantera la devoción y la meditación de Dios y de las cosas divinas, no para doblegarlo, mas para que nosotros nos levantemos a El. Y 3 cosas pide, a saber, el conocimiento de la verdad: "para que os llenéis"; la operación de la virtud: "para que caminéis"; la tolerancia de los males: "con toda paciencia".

Deséales también un triple conocimiento: 1) de lo que hay que hacer; por eso dice: "para que os llenéis del conocimiento", esto es, para que conozcáis plenamente la voluntad de Dios: "ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación" (1Th 4,3). Así pues, quien vive santamente conoce la voluntad de Dios. Quien peca no conoce la voluntad de Dios, porque todo pecador es ignorante. (Rm 12). Asimismo pide el conocimiento de las cosas divinas: "con toda sabiduría", que, según San Agustín, significa el conocimiento de lo divino (1Co 22Co 6 1Th 4Rm 6,22 Si 24Ps 118,100 Sg I). Y dice ciencia de Dios, no del mundo (Sg 10).

Toca en pos la tolerancia de los males; pues para ser virtuoso no basta saber o querer, si no persevera uno en obrar bien; lo cual no puede ser sin la paciencia y tolerancia de los males. Por eso dice: "corroborados en toda suerte de fortaleza" (Si 47); que viene de Dios. De donde dice: "por el poder glorioso de su gracia" (Ep 6); pero añade: "de su claridad", esto es, de Cristo, que es la claridad del Padre; porque enderezar la proa al pecado es embarcarse rumbo a las tinieblas (Sg 7).

Luego, al decir: "con toda paciencia", les pide tolerancia para arrostrar la adversidad; porque algunos desfallecen agobiados por la adversidad, y, por tanto, es necesario sufrir con paciencia (Lc 21); o porque el premio lo miran lejano; por eso dice: "y longanimidad", que da espaldas para soportar lo prometido, que se hace esperar (Ha 2 He 6). Algunos evitan estos escollos pero con tristeza; y contra esto dice: "con alegría". "Hermanos míos, tened por sumo gozo el caer en varias tribulaciones" (Jc 1,2).

Da luego gracias por los beneficios hechos a todos los fieles: "dando gracias", y en primer lugar por el beneficio de la gracia, después por el fruto de la gracia.

Dice pues: "rogamos por vosotros dando gracias a Dios", esto es, creador, "y al Padre", que adopta, "que nos ha hecho dignos". Dijeron algunos que los dones de las gracias se dan por los méritos, y que a los dignos da Dios su gracia, no a los indignos. Esto lo descarta el Apóstol; porque lo que uno tiene de dignidad y de gracia, Dios lo obró en él; luego también el efecto de ¡a gracia. Por eso dice: "que nos ha hecho dignos"; "no porque seamos suficientes por nosotros mismos para concebir algún buen pensamiento, sino que nuestra suficiencia viene de Dios" (2Co 3,25). "de participar de la suerte de los santos". Todos los hombres del mundo, según su naturaleza, son buenos; por eso es justo que tengan de Dios alguna parte. Los malos tienen por parte suya las cosas temporales y los placeres (Sg 2); los santos al mismo Dios: "el Señor es la porción de mi herencia" (Ps 15,5). Por eso dice: "que nos ha hecho dignos"; y añade: "de la suerte"; porque de 2 modos dividen algo: unas veces por elección cuando uno ésta, otro aquella parte elige: otras por suerte (Pr 18). La parte que les toca a los santos no es por propia elección (Jn 15), sino porque Dios mismo los eligió; pues suerte no es otra cosa que confiar algo al juicio divino. Y hay 3 especies de suerte, a saber: consultoria, adivinatoria y divisoria. La primera, para cosas temporales, no es mala; la segunda es vana y es mala; la tercera puede permitirse alguna vez en caso de necesidad; pero esta suerte de suyo es la posesión de la luz (1Tm 6 Jb 36). Y por esta parte sigúese el efecto de la gracia, a saber, la traslación de las tinieblas a la luz. Por eso pone primero la traslación, y luego la manera de cómo los hombres, antes del advenimiento de la gracia, esclavos son del pecado; pues siendo tiniebla el pecado, por eso mismo, sujetos están al poder de las tinieblas, llámense demonios o pecadores (Ep 6 Is 49). "Nos ha arrebatado del poder de las tinieblas y trasladado al reino de su Hijo muy amado", esto es, para que fuésemos reino de Dios, "no de este mundo" (Jn 19). Y esto-sucede cuando nos vemos libres de la esclavitud del' pecado: Hiciste de nosotros un reino para nuestro Dios (Ap 5,10); o, a la letra, para alcanzar la vida eterna; "pues ha llegado a vosotros el reino de los cielos" (Mt 3,4). Y esto es lo que dice: "el reino de su Hijo muy amado".

Mas si por amor (dilectio) se entendiese siempre el personal, entonces el Hijo sería hijo del Espíritu Santo, porque arriba había dicho: "Filii dilectionis suae: el Hijo de su amor (el Espíritu Santo); pero a veces se entiende el esencial, como se dice en la Glosa. Dícese pues: del Hijo de su amor, esto es, de su Hijo querido, o del Hijo de su esencia. Mas ¿por ventura ésta es la verdadera esencia? El Hijo es hijo de la esencia del Padre. Digamos que si el genitivo dice connotación de causa eficiente, entonces no es verdad, porque la esencia no engendra ni es engendrada; pero si designa la forma, esto es, que tiene su esencia, como si dijéramos, materialmente, así como se dice algo de egregia forma, esto es, que tiene egregia forma, entonces sí es verdadera. "El Padre ama. al Hijo y todo lo ha puesto en sus manos" (Jn 3).

Muestra después el modo de !a traslación, al decir: "por cuya sangre hemos sido nosotros rescatados"; porque el hombre, que vivía en pecado, estaba sujeto, por la esclavitud, con doble cadena. "Quien comete pecado, esclavo es del pecado" (Jn 8). Asimismo, habiéndole vuelto las espaldas a Dios, era reo de pena. "Vuestras iniquidades han puesto un muro de separación entre vosotros y vuestro Dios; y vuestros pecados le han hecho volver su rostro de vosotros para no escucharos" (Is 59,2); dos impedimentos que quita Cristo; pues, en cuanto hombre, se ofreció por nosotros en sacrificio y nos redimió con su sangre. Por eso dice: "por cuya sangre hemos sido rescatados" (1Co 6). Mas en cuanto Dios, hemos recibido por El la remisión de los pecados, pues su reato El lo pagó.

5
(
Col 1,15-17)

Lección 4: Colossenses 1,15-17

Elogia al autor de la gracia, Cristo, que también es digno de aplauso en comparación de Dios y de toda criatura.


Traducción:

15 El cual es imagen del Dios invisible, engendrado antes de toda criatura,
16 pues por El fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, ora sean tronos, ora dominaciones, ora principados, ora potestades: todas las cosas fueron creadas por El mismo, y en atención a El mismo;
17 y así El tiene ser antes de todas las cosas, y todas subsisten por El.

Luego de haber traído a la memoria los beneficios especiales y universales de la gracia, canta aquí las excelencias del autor de esta gracia, Cristo, comparándolo primero con Dios, y después en general con las criaturas, y tercero especialmente con la Iglesia. Cuanto a lo primero es de notar que Dios dícese invisible, porque sobrepuja la capacidad de visión de cualquier entendimiento creado, de tal suerte que ninguno con solo el conocimiento natural tiene accesible su esencia. "¡Oh, y cuan grande es Dios, y cuánto sobrepuja a nuestra ciencia!" (Jb 36,26), pues "habita en una luz inaccesible" (1Tm 6). Venle, es cierto, los bienaventurados, mas por gracia, no por naturaleza. La razón -dice Dionisio- es porque el término de todo conocimiento es lo que existe, esto es, alguna naturaleza que participa del ser. Pero Dios es el mismo ser, no participante sino participado y, por consiguiente, desconocido; e imagen de este Dios invisible es el Hijo. Mas hay que ver de qué modo dícese imagen de Dios y por qué invisible. Tres elementos integran el concepto de imagen, a saber, que diga semejanza; que esté sacada o exprimida de con quien tiene semejanza, y que la deducción o derivación sea en algo tocante a la especie o que signifique a la especie.

Pues si hubiese dos cosas semejantes y una no se derivase de la otra, no la llamaríamos su imagen, así como el huevo no se dice imagen del huevo. Por eso, de imitar dícese imagen. Asimismo si hubiese semejanza, mas no cuanto a la especie o señal de la especie, entonces ya ni siquiera se dice imagen; así como en el hombre hay muchos accidentes, como el color, la cantidad…, mas no por ellos se dice imagen. Pero si tomase su figura, entonces pudiera ser su imagen, porque la figura es señal de la especie, y el hijo es semejante al padre, y el padre al hijo, mas el hijo tiene la semejanza del padre, no así el padre del hijo. Por eso, hablando con toda propiedad, llamamos al hijo imagen del padre, y no al contrario, porque esta semejanza se saca y deriva del padre. Asimismo esta semejanza es conforme a la especie, porque de algún modo nos representamos al Hijo en el plano divino, con el verbo de nuestra mente, pero menguadamente. Y este verbo de nuestra mente está presente cuando con actual ser, damos forma a la forma de la cosa, cuya noticia tenemos, y esto lo damos a entender con la palabra exterior. Y esta palabra así concebida es cierta semejanza de la cosa que tenemos en la mente, y semejante según la especie. Por eso el Verbo de Dios dícese imagen de Dios.

Cuanto a lo segundo, es de saber que los Arríanos no dieron con la clave de este Verbo, juzgando de la imagen de Dios al estilo de las imágenes que hacían los antiguos para ver en ellas a sus seres queridos arrebatados de su compañía; como las imágenes de los Santos, que nosotros hacemos, para ver en figura a los que no vemos en persona. Por eso dicen que lo invisible es propiedad del Padre, y que el Hijo es el primer visible, en quien se manifiesta la bondad del Padre, como si el Padre fuese en verdad invisible, y el Hijo visible, y así fuesen de diferente naturaleza. Pero esto lo rechaza el Apóstol diciendo: "el cual siendo como es el resplandor de su gloria, y vivo retrato de su substancia" (He 1,3). De suerte que no sólo es imagen de Dios invisible, sino que también es El mismo invisible como el Padre: "el cual es imagen del Dios invisible".

Luego, al decir: "Primogénito", compara a Cristo con las criaturas y lo enaltece por encima de ellas. Es de saber que los Arrianos esta primogenitura la entienden en el sentido, que no es el genuino, como veremos, de: como si se dijese primogénito, por ser la primera criatura. Por tanto hay que considerar 2 cosas, a saber: cómo se engendró esta imagen y cómo es la primogénita de todas las criaturas. Cuanto a lo primero es de saber que en cada cosa la generación es conforme al modo de su ser y de su naturaleza; pues una es la manera en los hombres, otra en las plantas, y así en los otros seres. Pero en Dios su mismo ser, su naturaleza, es entender; y así es menester que su generación o concepción intelectual sea la generación o concepción de su naturaleza. En nosotros en cambio la concepción inteligible no es la concepción de nuestra naturaleza, porque en nosotros una cosa es entender y otra nuestra naturaleza. Por tanto, siendo esta imagen verbo y concepción del entendimiento, diremos que es el germen de la naturaleza, y así necesariamente engendrado porque recibe su naturaleza de otro.

Veamos en segundo lugar cómo se dice primogénito; pues Dios no tiene otro medio para conocerse a Sí y a la criatura, sino que todo lo ve en su esencia, como en la primera causa efectiva. Pero el Hijo es la concepción intelectual de Dios según que se conoce a Sí mismo y, por consiguiente, a toda criatura. Así pues, en cuanto engendrado, parece un verbo que representa a toda criatura, siendo El mismo principio de toda criatura; pues si así no fuese engendrado, sólo el Verbo del Padre fuese el primogénito del Padre, mas no la criatura. "Yo salí de la boca del Altísimo, engendrada primero que existiese ninguna criatura" (Si 24,5).

-"pues por El fueron creadas todas las cosas". Con estas palabras expone lo que había dicho, a saber, que es primogénito, porque es engendrado como principio de las criaturas; y esto en atención a la creación de las cosas, su distinción y conservación en el ser. Dice pues: es primogénito de las criaturas, porque es engendrado, como principio de toda criatura. Por eso dice: "pues por El fueron creadas todas las cosas". Acerca de esto es de saber lo que hacían con las ideas los Platónicos: decían que toda cosa cobraba cuerpo por el hecho de participar de una idea, del hombre, por ejemplo, o de cualquiera otra especie. Pero en lugar de estas ideas nosotros tenemos el uno que las resume todas, a saber, el Hijo, Verbo de Dios; pues el artificio del artífice consiste en hacerle participar de la forma concebida en sí, como si la envolviera de materia por fuera; como si se dijese que el artífice hace una casa por la forma de ella que tiene en sí concebida. Y así se dice que Dios lo hace todo con su sabiduría, porque entre ella y las cosas creadas hay la misma correspondencia que entre el alarife y la casa ya edificada. Y esta forma y sabiduría es el Verbo, y por eso todo ha sido creado por El, porque con su Verbo eterno Dios ha creado todas las cosas para que fuesen.

Cuanto a la distinción de las cosas, es de saber que algunos, como los Maniqueos, desvariaron a! decir que estos cuerpos terrenos, como corruptibles, fueron creados por el dios malo; los celestes empero, como incorruptibles, por el buen Dios, es a saber, el Padre de Cristo. Pero mienten, porque ambas creaciones de uno mismo proceden. Por eso dice: "en los cielos y en la iierra". Y esta distinción es según las partes de la naturaleza corpórea. "En el principio", esto es, en el Hijo, "creó Dios el cielo y la tierra" (Gn 1). También los Platónicos echan su cuarto a espadas diciendo que las criaturas invisibles, esto es, los ángeles, los creó Dios por Sí, y las naturalezas corporales por medio de los ángeles; pero esto queda aquí descartado, al afirmarse: "lo visible y lo invisible", como se dice también en He 11 y Si 34. Y esta distinción es según la naturaleza de las criaturas.

La tercera es de orden y de grado en las criaturas invisibles: "ora sean tronos, ora dominaciones, ora principados, ora potestades". Pero aquí los Platónicos desatinan por segunda vez diciendo que en las cosas hay diversas perfecciones, y atribuyéndolas todas a un primer principio, catalogaban los órdenes de los principios en correspondencia con los órdenes de esas perfecciones, y así ponían el primer ser, de quien lo participan todas las cosas, y otro principio diferente de éste, es a saber, el primer entendimiento, de quien todos participan el entender, y otro principio, la vida, de quien todos participan el vivir. Pero nosotros no lo entendemos así, sino que decimos que lo que de perfección tienen las cosas dimana de un principio. Por eso dice: "ora sean tronos"; como si dijera: no dependen de otros principios por orden escalonados, sino del mismo solo y verdadero Dios.

Mas ¿qué quiere decir eso de que "le ha constituido cabeza de toda la Iglesia" (Ep 1,22), donde no compaginan, al parecer, éstas con aquellas cosas? La solución está en la contraposición: aquí hace una enumeración descendente, porque muestra el avance de !a criatura como sale de Dios, su principio; allí una enumeración ascendente, mostrando al Hijo de Dios, como hombre, por encima de todas las criaturas. Con todo eso, allí son puestos los principados debajo de las potestades, y las virtudes entre las dominaciones y las potestades; aquí los principados sobre las potestades y en medio de dominaciones y potestades. Sobre este punto no son de un mismo parecer San Gregorio y Dionisio, ya que éste sigue el orden en que vienen alistados en la Carta a los Efesios, pues pone en la segunda jerarquía las dominaciones, virtudes y potestades. San Gregorio, en cambio, sigue el orden que viene aquí, pues pone en la segunda jerarquía las dominaciones, principados y potestades, y en la tercera las virtudes, arcángeles y ángeles. Mas es de saber que, como dicen San Gregorio y Dionisio, estos dones espirituales, de donde toman su nombre estos órdenes, son comunes a todos ellos; con todo eso, nómbranse unos de una manera y otros de otra, por la razón que dan los Platónicos de que lo que conviene a uno le conviene por triple respecto: o esencialmente, o participativamente o casualmente. Esencialmente, a proporción de su naturaleza, así como a! hombre le conviene lo racional. Participativamente, por participación de algo que excede su naturaleza, aunque imperfectamente, como para el hombre lo intelectual que excede lo racional, esencial al ángel y de que en algo participa el hombre. Causalmente, lo que le conviene adventiciamente, así como al hombre lo artificial, que no está en él como en materia propia sino a modo de arte. Y el nombre propiamente lo toma una cosa de lo que le conviene esencialmente; y así el hombre no se dice intelectual ni artificia!, sino racional. Por lo que mira a los dones angélicos, lo que conviene esencialmente a los superiores conviene por participación a los inferiores; y lo que esencialmente a los inferiores conviene causalmente a los superiores. Por consiguiente los superiores denomínanse así por sus superiores dones; y el grado supremo en una criatura espiritual es el que más vecindad tiene con Dios y en cierto modo es parte de El; y por este rozarse o alindar con la Divinidad se nombran superiores: los Serafines, como si dijéramos, abrasados en Dios o que nos encienden en amor divino; los Querubines, como poseedores de la ciencia de Dios; los Tronos, como si tuvieran a Dios sentado en sí mismos. Pues la participación de uno en otro puede hacerse de 3 maneras: a) recibiendo la propiedad de su naturaleza; b) recibiéndolo a él mismo, a modo de intención cognoscitiva; c) que de algún modo le sirva a su virtud, como en un enfermo que participa del médico el arte medicinal, o porque recibe en sí el arte de la medicina, o el conocimiento del arte medicinal, o porque le sirve de conejillo de Indias al arte de la medicina. Lo primero es mayor que lo segundo, y lo segundo que lo tercero. En la Sagrada Escritura el fuego es el símbolo de algo divino: "el Señor tu Dios es fuego consumidor" (Dt 4). Por eso el orden supremo se dice de Serafines, o como abrasados en el fuego del amor divino y receptáculos de alguna divina propiedad. El segundo orden es el de Querubines, que sigue al primero participando de Dios de modo cognoscitivo; y el tercero de Tronos que sirven a su virtud.

Otros órdenes toman su nombre no de estar pared de por medio con Dios sino de alguna operación suya: unos como dirigentes, las Dominaciones; otros como ejecutantes, y de entre ellos unos más que otros, como los Principados (Ps 67); otros según el género de ejecución, y así los hay que ejercen su poder sobre las criaturas espirituales, como son las Potestades que alejan a los demonios; sobre las cosas naturales las Virtudes, que obran milagros; sobre los hombres los arcángeles para cosas grandes; para las mínimas los ángeles. Y así para concluir dice: "todas las cosas fueron creadas por El mismo", como por causa efectiva, "y en atención á E¡ mismo", como por causa ejemplar (Jn 1). Mas porque pudiese alguno replicar: ¿por ventura todas las cosas son eternas?, por eso el Apóstol, como si respondiese a esta objeción, dice que no, sino que El es "antes de todas las cosas", es a saber, los tiempos y lo demás (Pr 8); o antes en dignidad "¿Quién semejante a Dios?" (Ps 81). Cuanto a la conservación dice: "y todas subsisten por El", esto es, las conserva en su ser; pues entre Dios y las cosas guárdase el mismo vínculo y dependencia que entre el sol y la luna: cesando el influjo del primero, la otra se queda sin luz. Y así si Dios retirase de nosotros su virtud, todo al momento se tornaría a la nada.


Aquino - COLOSENSES