Aquino - SEGUNDA CORINTIOS 27

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2Co 7,4-9)

LECTIO 2: 2 Corintios 7,4-9

Alaba a los Corintios por sus buenas obras a propósito de la persecución que padeció él en Macedonia, en la cual no le faltó consolación.

4. Mucha es mi confianza en vosotros mucho lo que me glorío de vosotros; lleno estoy de consuelo,, rebozo .de goza en medio de toda nuestra tribulación.
5. Porque llegados nosotros a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestra carne, Mnóque toda suerte - de ^tribulaciones; padecimos. Por juera luchas, por dentro temores.
6. Pero el que consuela d ios humildes nos Ha consolado:: Dios, con la venida de Tito.
7. Y no tan sólo con su venida, sino también, con el consuelo con que fue consolado por causa de vosotros, contándonos vuestra ansia, vuestro llanto, vuestro celo por mí, ,de modo que aún más me gozara yo. ..
8. Porque, aunque^ os contristé con mi carta, no me pesa. Y si me pesó viendo; que la carta aquella (bien: que por breve tiempo) os contristó, ;
9. ahora me gozo, no de que os hayáis contristado, sino porque os contristasteis para arrepentimiento.

Habiendo :dado arriba el Aposto) una admoniciórr desprendida de sus premisas, aquí agrega su alabanza.

Y acerca de esto hace dos cosas. Primero hace el encomio de ellos; luego lo explica: Porque llegados nosotros a Macedonia, etc. Y el encomio de ellos lo hace mostrando su afecto, debido a las buenas obras que los Corintios hacían. Porque en los corazones de quienes aman suele brotar un cuádruple efecto de las buenas obras que hacen las personas amadas, y el Apóstol muestra que esos cuatro efectos ios sintió él por ellos. Por lo cual dice: Mucha es mi confianza en vosotros, por cuanto confío en que lo que bien empezasteis siempre lo haréis ser mejor. Por lo cual por los bienes que he oído, son mayores los que espero de vosotros para el futuro. En cuánto a vosotros confío en que Aquel que en vosotros comenzó la buena obra, la perfeccionará, etc. (Ph. 1,6). De vosotros, carísimos, esperamos cosas mejores (Hebr. 6,9). Y tal confianza es buena y provechosa. No perdáis, pues, vuestra confianza, etc. (Hebr. 10,35). Lo segundo que por Ja dicha causa experimentó fue un sentimiento de glorificación. Porque por el hecho de amar uno los bienes del amigo como propios, natural es que de los bienes del amigo se gloríe como de los propios. Y de manera especial, cuando es uno mismo la causa de esos bienes, así como el maestro es la causa de la ciencia del discípulo. Y por eso dice: mucho lo que me glorío de vosotros, etc. (El hijo sabio es la gloría del padre: Pr 10,1; 15,20). Lo tercero que por lo ya dicho se experimenta es el sentimiento de consolación, cuando el que se alegra y gloría por sus bienes o por los del amigo encuentra en ello un remedio contra las tristezas.

Porque la consolación es un remedio contra las tristezas. Pues muy natural es que la delectación y el gozo se opongan siempre a la tristeza. Y según el Filósofo, toda delectación disminuye o totalmente suprime la tristeza. Si la delectación es contraria a la justicia, totalmente absorbe la tristeza; mas si no le es contraria, la debilita y la disminuye. De aquí que cuando alguien está triste, si se le anuncian cosas alegres, disminuye. la tristeza. Y por eso, por oír cosas gozosas de los Corintios, dice: ¡leño estoy de consuelo, es claro que por lo que oigo sobre vuestra enmienda. Porque así como abundan los padecimientos de Cristo para con nosotros, así por Cristo abunda nuestra consolación (2Co 1,5). Si tenéis, pues, alguna consolación en Cristo, etc., poned el colmo a mi gozo (Ph. 2,1-2). El cuarto afecto que brota de lo predicho es el de un gran gozo: porque aun cuando por algunas delectaciones disminuya la tristeza, no se suprime sin embargo totalmente si no es grande el gozo. Ahora bien, aunque sufriera el Apóstol muchas tribulaciones, como era mucho lo que gozaba por los bienes de los Corintios, por lo mismo no sólo no lo absorbía totalmente la tristeza, sino que además sobreabundaba en gozo. Y por eso dice: rebozo de gozo en medio de toda nuestra tribulación, o sea, que mi gozo supera a toda tribulación que hubiera en mi ánimo. ¿Cuál es nuestra esperanza, nuestro gozo y la corona que formará nuestra gloria? (1Th 2,19). Sed sufridos en la tribulación (Rm 12,12).

En seguida, cuando dice: Porque llegados nosotros a Mecedonia, expone su encomio. Porque son dos las cosas que expresó: que sintió gozo y que sufrió tribulación. Así es que primero manifiesta su tribulación, y luego su consolación: Pero el que consuela, etc. Ahora bien, la tribulación se agrava por dos cosas, a saber, por la substracción del remedio y por su multiplicidad. Por la substracción del remedio, pues dice: Porque llegados nosotros a Macedona, etc.; como si dijera: En verdad estoy atribulado porque carezco de toda consolación. Porque llegados nosotros a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestra carne: aquí hace mención de la persecución que sufrió en Macedonia cuando liberó a una doncella del espíritu pitón, como se lee en los Hechos 16,16-18. Así es que dice: ningún reposo tuvo nuestra carne, y no dice nuestro espíritu, porque los santos tienen siempre la paz del alma, porque aun en las adversidades padeciendo el alma en el cuerpo, descansa en la esperanza del premio futuro, aunque soporte muchas cosas contrarias a la inclinación de la carne. Y el agravamiento por la multiplicidad de las tribulaciones lo expresa diciendo: toda suerte de tribulaciones padecimos, o sea, todo género de tribulaciones según el cuerpo y según el alma. Nos vemos acosados de toda suerte de tribulaciones (2Co 4,8). En el mundo tendréis grandes tribulaciones (Jn 16,33). Y que fuera toda clase de tribulaciones lo muestra en seguida diciendo: Por fuera luchas, por dentro temores, o sea, por fuera de mí mismo, las luchas de las persecuciones; e interiormente, en el corazón, el temor a los males, el temor a las futuras persecuciones. Por de fuera los desolará la espada (Deuf. 32,25).

Objeción. En contrario se dice en los Proverbios 28,1: El justo se mantiene a pie firme como el león, sn asustarse de nacía.

Respuesta. Permanece sin temor en cuanto al espíritu, mas no en cuanto a la carne. O bien por fuera, esto es, fuera de la: 1glesia, luchas emprendidas por los infieles, y por dentro temores, no sea que los que están dentro de la 1glesia apostaten de la fe por las persecuciones. O bien por fuera, esto es, manifiestamente, luchas, con las que son agredidos por enemigos manifiestos; por dentro temores que se nos suscitan por aquellos que se dicen amigos sin serlo, porque, como dice Boecio, en su tratado de. la consolación, ninguna calamidad es tan eficaz para dañar como el enemigo en casa. Los enemigos del hombre serán las personas de su misma casa (Mt 10,36).

En seguida, cuando dice: Pero el que consuela, etc., indica la causa de su consolación, la cual le viene de dos cosas, a saber, de la grata presencia dé Tito y de la consolación del propio Tito: Y no tan sólo con su venida, etc. Así es que dice: Aun cuando aquí seamos afligidos sobre manera, pero el que consuela a los humildes, Dios, nos ha consolado, etc.; siéndome no sólo gratísima la presencia de Tito, sino también para ayudarme. Ei cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones (2Co 1,4). Y dice que consuela a los humildes, porque a los soberbios no los consuela sino que les resiste, como se dice erí Santiago 4,6 y en 1 Pedro 5,5. Mas a los humildes los consuela dándoles la gracia, la cual es* la consolación, del Espíritu Santo. Para que yo consuele a todos los que lloran (Is 61,2). Y no tan sólo con su venida, etc. Aquí,indica otro motivo de su consolación, a saber, la consolación de Tito. Y el motivo o materia de esta consolación es doble. :La primera esr la enmienda de los Corintios, la.cual se operó en presencia de Tito; la segunda es el amor de los Corintios que Tito le hace patente: Con.vuestro consuelo, etc. Acerca de lo primero: hace dos cosas. La primera, indicar la consolación por ei arrepentimiento de los Corintios;: la segunda, - explicar algo, que dijo: porque os contristasteis, etc. Acerca de lo primero hace "tres" cosas. La primera, indicar Ja consolación de Tito; la segunda, la materia del; consuelo: contándonos, etc.; la tercera, el efecto de la consolación en el ánimo del Apóstol: de modo que aún más me gozara yo, etc. Así es que dice: No sólo nos consuela Dios con la venida de Tito sino también con el consuelo con que el mismo Tito fue consolado por vosotros y con vosotros. Y la materia de tal consolación consiste en que eí mismo Tito se consoló contándonos vuestra ansia, etc. En lo cual indica tres cosas laudables a cambio de tres reprensibles que había en ellos. Porque habían sido perezosos para el bien, y contra esto dice: contándonos vuestra ansia de adelantar en lo mejor. Además habían sido propensos al mal, y contra esto dice: vuestro llanto, es claro que por los pecados cometidos. Llora con amargo llanto, como se llora en la muerte de un hijo único (Jerem. 6,26). Además, fácilmente eran engañados por los seudoapóstoles, y contra esto dice: vuestro celo por mí, el celo que contra los falsos tenéis por amor a mí. Porque anteriormente vuestro celo era contra mí y a favor de ellos.

En seguida, cuando dice: de modo que aún más me gozara yo, indica lo que sintió por la consolación de Tito: puro gozo. Por lo cual acerca de esto hace tres cosas. La primera, indicar el gozo experimentado; la segunda, mostrar la reiteración de su reconocimiento; la tercera, agregar la razón de su gozo. Así es que dice: tan gozoso estoy por las cosas que Tito me contó, que es más lo que por esto me gozo que lo que me dolí en la tribulación. Porque lo espiritual es preferible a lo temporal. O bien, que es más lo que me gozo por haberos contristado que lo que otrora me dolió; porque como pecaran fornicando, los había increpado el Apóstol, como consta en la Primera Epístola (caps. 5 y 6). Pues estaba entonces incierto el Apóstol sobre el resultado que había de tener la tristeza aquella, si bueno o malo. Y por eso sufrió en la duda; pero viendo ahora el bien que de allí proviniera, se alegraba, por lo cual dice: Porque, aunque os contristé, increpándolos en la Primera Epístola, no me pesa ahora, porque os habéis corregido; y si otrora me pasó, cuando estaba yo incierto sobre si la pena os llevaría a la corrección o a la desesperación, viendo que la carta aquella, bien que por breve tiempo, os contristó, ahora rne gozo, porque os habéis convertido. Y da la razón de su gozo: no me gozo de que os hayáis contristado, sino de su resultado, a saber, de vuestra corrección, porque os contristasteis no para deses^ peración sino para arrepentimiento, así como el médico no se goza por la amargura de la medicina sino por su efecto, el cual es la salud. Como tristes, estando siempre alegres (2Co 6,10).



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2Co 7,10-11)

LECTIO 3: 2 Corintios 7,10-11

Da la razón del gozo del Apóstol por la tristeza de los Corintios, y tal tristeza la encomia por su efecto.

10. Puesto que la tristeza que es según Dios obra arrepentimiento para salvación estable; mas la tristeza del siglo causa la muerte.
11. Pues ved: esto mismo de haberos contristado según Dios, ¡qué solicitud ha producido en vosotros, para defenderos, para indignaros, para temer, para anhelar, con qué celo y qué vindicación! En toda forma os mostrasteis intachables en aquel asunto.

Habiendo indicado la consolación del. Apóstol y de Tito por la tristeza de dos Corintios, por haber sido para arrepentimiento y no para desesperación, aquí da la razón de tal consolación, encomiándoles su tristeza. Y acerca de esto hace dos cosas. Porque primero les encomia su tristeza; y luego saca la conclusión que desea: Así pues, aunque os escribí, etc. (2Co 7,12). Y encomia la tristeza de los Corintios por dos motivos. El primero es. su causa; el segundo, su efecto: puesto que la tristeza que es, etc. Ahora bien la causa por la que Jes encomia su tristeza es ésta: el ser según Dios, por. lo cual dice:.Aun cuando" por un breve tiempo, os: contristara por mi epístola, sin. embargo, ahora me gozo porque os contristasteis según Dios. Donde débese saber que .la tristeza y el .gozo, y en general todo afecto, es causado por el amor. Porque se entristece uno por carecer de lo que ama. Y según sea el amor así es la tristeza causada por el amor. Ahora bien, es doble el amor. El uno con el que se ama a Dios, y de este amor proviene la tristeza que es "según Dios. Con el otro amor se ama al siglo, y de este amor proviene la tristeza del siglo. El amor con el que amamos a Dios nos hace servir con gusto a Dios, procurar solícitamente su honor y dedicarnos dulcemente a Dios. Y como pecando nos apartamos del servicio de Dios, y por lo mismo no: nos dedicamos a Ei, ni procuramos su honor, por lo mismo el amor de Dios causa tristeza,de haber pecado, y esta es la tristeza según Dios, tristeza que no tuvimos para mal, ni para daño, sino más bien para fruto y mérito. Y por eso dice: y así ningún daño habéis sufrido por nuestra causa, porque no sólo las cosas buenas y gratas que os proporcionamos os aprovechan, sino también el hecho mismo de que os corrijamos y contristemos. Ninguna corrección parece por el momento cosa de gozo, sino de tristeza, etc. (Hebr. 12,2).

En seguida, cuando drce: Puesto que la tristeza, etc., les encomia su tristeía por el efecto, que ciertamente es eí premio de la vida eterna. Y acerca de esto hace dos cosas. Porque primero señala el efecto en general; luego, el resultado especialmente en ellos conseguido: Pues ved: esto mismo, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. Porque primero señala el efecto de la tristeza que es según Dios; y luego indica el efecto de la tristeza que es s"egún el mundo: mas la tristeza dei sigio, etc. Así es que primero dice: Digo que nuestra tristeza no fue en vuestro daño. Porque la tristeza que es según Dios obra arrepentimiento; y digo que arrepentimiento para salvación estable, esto es, sempiterna, que es la estable, y es la de los bienaventurados, de la cual d ice Is (49,6): Mi salvación será para siempre. Y ésta la causa la penitencia. Haced penitencia porque está cerca el reinó de los cielos (Mt 32,2; 4,17). Y dice estable, excluyendo la salud temporal, que es transitoria y común a hombres y animales irracionales, de la cual se dice en el Salmo 35,7: A fiombres y bestias conservas, ¡oh Señor!



Objeción. Pero en contra de que la tristeza que es según Dios causa la penitencia, parece estar el hecho de que la propia tristeza según Dios es penitencia. Porque hacer penitencia es dolerse de lo malo y según Dios. Así es que no opera la penitencia.

Respuesta. Débese decir que la penitencia «tiene- tres partes, de las cuales, la primera es la tristeza, o sea, el doior y compunción de; los pecados; siendo las otras dos la confesión y la satisfacción. Así es que al decir que la tristeza opera Ja penitencia, débese entender que la compunción, o bien que el dolor del pecado opera en nosotros la penitencia, esto es, las otras partes de la penitencia, a saber la confesión y la satisfacción. O bien se debe decir que la tristeza según Dios es más general que la penitencia, porque ésta es por el pecado propio, y en cambio se entristece uno según Dios tanto de los pecados propios como de los ajenos. Así es que el efecto de la tristeza que es según Dios es la salvación eterna; y en cambio el efecto de la tristeza que es según el mundo viene siendo la muerte. Porque, en efecto, quien ama al mundo se constituye enemigo de Dios, como se dice en Santiago 4,4, de modo que por el amor del siglo se causa la muerte. Porque se entristece uno según el siglo no porque ofende a Dios pecando, sino porque sorprendido en el pecado, se le castiga por él y se le desenmascara. Y este tipo de tristeza hay que evitar cuando se peca. Arroja lejos de ti la tristeza (Eccli. 30,24). En seguida pone de manifiesto el predicho efecto por la experiencia tomada de sí mismos, diciendo: Pues ved: esto mismo de haberos contristado, etc.; como si dijera: Verdaderamente la salvación estable porque por lo que ocurre es patente que en nosotros se operan muchas cosas que llevan a la salvación. E indica seis cosas que tocan al caso, de las cuales una es general, a saber la solicitud; porque cuando está uno alegre fácilmente incurre en varias negligencias; pero cuando está triste y temeroso es aguijoneado, por lo cual dice: Pues ved, o sea, que en vosotros mismos experimentáis esto mismo, a saber, el haberos contristado según Dios, ¡qué solicitud ha producido en vosotros para evitar el mal y hacer el bien! ¡Oh hombre, yo te indicaré lo que conviene hacer! (Miq. 6,8). Y más adelante: y que andes solícito. Y otras cosas son especiales, de las cuales algunas pertenecen al efecto interior, y otras al acto externo. Ahora bien, de las que pertenecen al efecto exterior, algunas son para la supresión del pecado, y otras para la consecución dei bien. Porque el verdadero penitente debe apartarse del mal y hacer el bien. Y en cuanto a la supresión de lo malo, pone tres cosas. La primera es que desista de hacer el mal, y en cuanto a esto dice: para defenderos de quienes os induzcan al mal. Resistidles firmes en la fe (1P 5,9). O bien, según la Glosa, para que me defendáis contra los falsos apóstoles. Tomad las armas todas de Dios (Ep 6,13). La segunda es que se indigne el hombre contra sí mismo por los pecados que ha hecho, y en cuanto a esto dice: para indignaros. Porque la indignación contra uno mismo opera la tristeza según Dios. Me sostuvo mi indignación (Is 63,5). La tercera es que esté en continuo temor del futuro, para que se cuide, y en cuanto a esto dice: para temer la reincidencia, para que no ocurra en el futuro algo semejante. El temor de Dios se sobrepone a todas las cosas (Eccli. 25,14).

Y en cuanto a la consecución del bien pone dos cosas. La primera el deseo, por el que se mueve uno al bien, y en cuanto a esto dice: para anhelar, para inclinaros a hacer el bien. Todo deseo de los justos se dirige al bien (Pr 1 1,23). La segunda es el buen celo, por el que se esfuerza uno en imitar a los buenos, y en cuanto a esto dice: con qué celo, para que nos imitéis a mí y a otros buenos. Corred para alcanzar ia caridad (1Co 14,1); aspirad a los dones mejores (1Co 12,31). Y de las cosas que pertenecen al acto exterior pone dos. La primera es que castiguen en sí mismos todos sus pecados, lo cual es muy conveniente. Porque como es necesario que sea castigado cuantO sea malo, ó bien por el hombre o bien por Dios, si Dios no lo castiga es mejor que el hombre castigue en sí mismo lo malo que haya hecho, y no que lo vaya a castigar Dios, porque, como se dice en Hebreos 10,31, Horrenda cosa es caer en manos de Dios vivo. Y en cuanto a esto dice: y qué vindicación, o sea, porque castigáis a los pecadores y aun a vosotros mismos. Castigo mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que habiendo predicado a los otros, venga yo a ser reprobado (1Co 9,27). No hicimos cosas buenas (Is 26,18). La segunda es que se abstenga totalmente del mal. Y por eso dice: En toda forma os mostrasteis, llevados por la fe, intachables en aquel asunto, que ciertamente era cristiano. Portémonos en todas las cosas como deben portarse los ministros del Señor (2Co 6,4). El mismo nos escogió antes de la creación del mundo para ser santos (Ep 1,4). Los que procedían irreprensiblemente, ésos eran mis ministros (iPs. 100,6). O bien en el asunto en el que fuisteis corregidos; por vuestra aceptación del fornicario; pero luego, castigándolo y condenándolo, os mostrasteis intachables en ese asunto.



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2Co 7,12-16)

LECTIO 4: 2 Corintios 7,12-16

La intención de Pablo respecto a los Corintios se manifiesta por el hecho de que se alegra por su corrección.

12. Así pues, si os escribí, no fue por causa del que cometió el agravio, ni por causa del que lo padeció, sino para manifestar el cuidado que tenemos de vosotros
13. delante de Dios, por lo cual nos hemos consolado. Mas en esta consolación nuestra, sobre todo nos hemos llenado dé gozo por el contento de Tito, porque fue confortado su espíritu por todos vosotros.
14. Y si delante de él en algo me precié de vosotros, no quedé avergonzado, sino que así como todo os lo hemos dicho con la verdad, así también el preciarnos (de vosotros) ante Tito resultó verdad.
15. Y así su entrañable amor por vosotros va en aumento al recordar la obediencia de todos vosotros y el temor y reverencia con que lo recibisteis.
16. Me alegro de poder en todo confiar en vosotros.

Aquí, una vez dada la razón del gozo del Apóstol por la tristeza de ellos mismos, en seguida habla de su propia consolación, en lo cual hace dos cosas. Porque primero muestra la intención que tuvo al escribirles; y luego manifiesta su gozo por la corrección de ellos mismos: por lo cuai nos hemos consolado. Así es que primero dice: por no haberos manchado, es claro que si os escribí una carta reprendiéndoos, no fue sólo por causa del que cometió el agravio, manchando con el incesto el lecho de su padre, como se dice en la Primera Carta a los Corintios, cap. 5; ni tan sólo por causa del que lo padeció, a saber por el padre, como si sólo hubiera sido por deseo de vindicta; sino que lo hice para manifestar el cuidado que tenemos de vosotros, esto es, para que sepáis cuan solícitos somos por vosotros; y esto lo digo delante de Dios, a modo de juramento, esto es, siendo Dios testigo. O bien para manifestarle a Dios delante de vosotros, de todos, nuestro cuidado. Porque quiero que sepáis cuánto cuidado tengo por vosotros (Colos. 2,1). O de otra manera: No escribí solamente por el que cometió el agravio, para que se corrigiera, o por el que lo padeció, para que se aplacara, sino para manifestar el cuidado, etc., para que vosotros, que os indignasteis por la afrenta y la pena infligida al fornicador os reconciliaseis en Dios.

En seguida expresa el gozo que tuvo por la corrección de ellos, diciendo: por lo cual nos hemos consolado; como si dijera: Por haber conseguido con mi carta que os corrigierais, nos hemos consolado, o sea, recibimos consuelo. Porque el hombre goza cuando obtiene lo que intenta con ansia. Os escribí, no para contristaros, sino para haceros conocer el amor tan singular que os tengo (2Co 2,4).

En seguida, cuando dice: Mas en esta consolación, etc., indica la segunda causa de su consolación, debida a la reverencia con que trataron a Tito. Y acerca de esto hace tres cosas. La primera, indicar que su gozo lo experimenta por el gozo de Tito; la segunda, dar la razón de su gozo: Y si delante de él en algo me precié, etc.; la tercera, indicar el motivo del gozo de Tito: al recordar la obediencia de todos vosotros, etc. Así es que primero dice: nos hemos llenado de gozo por vuestra corrección; mas, o sea, pero en esta consolación nuestra sobre todo nos hemos llenado de gozo, que se nos perturbó por la tribulación, por el contento de Tito. O bien más hemos gozado, mayor gozo trajo a nuestra consolación el gozo de Tito; y esto porque fue confortado su espíritu. Porque el ánimo del prelado se conforta cuando sus subditos le obedecen y lo reverencian. Le dice a Filemón: Dale este consuelo a mi corazón (Filem. 20). Confortado, digo, por todos vosotros, porque todos u os habéis corregido, o hay esperanza de corrección. Y da una doble razón de este gozo. La primera es por parte del Apóstol porque se ha visto que él es veraz. Porque el Apóstol encomiaba a los Corintios a Tito antes de que éste fuera a verlos. Y como ahora los ha encontrado Tito tal como el Apóstol le dijo, se alegra el Apóstol de que sus palabras fueran veraces, y esto lo dice así: Y si delante de él en aigo me precié de vosotros, recomendándoos; y dice me precié, porque el orgullo del Apóstol era el bien de ellos; no quedé avergonzado, esto es, no me avergüenzo de haber dicho algo falso. Porque cuando se descubre que alguien es mentiroso, se le avergüenza. Preceda a todas tus obras la palabra de la verdad (Eccli. 37,20). - Sino que así como todo os lo hemos dicho con la verdad, esto es, así como os prediqué la verdad, así también el preciamos de vosotros ante Tito resuifó verdad, se vio que no mentí.

La otra razón es por parte de los Corintios. Porque los amigos desean que aquellos a quienes aman sean amados por todos. Y por el hecho de que Tito amaba a los Corintios por su reverencia, por lo mismo se gozaba el Apóstol. Y por eso dice el Apóstoí: Y así su entrañable amor, etc.; como si dijera: No sólo gozo por haberse comprobado que soy veraz, sino también por las entrañas de Tito, o sea, por su entrañable caridad,, y por el grande amor, más abundante que antes, que en vosotros hay, por lo que vio vuestro adelantamiento; o bien más abundantemente que en otros. Ahora bien, el motivo de su gozo se debe a dos cosas, a saber, a la obediencia y a la reverencia. A la obediencia, pues dice: al recordar la obediencia de todos vosotros, porque le obedecisteis sumisamente. Por lo cual también os alabó. La obediencia vale más que los sacrificios (I Reyes 15,22). Los hilos de la sabiduría forman la Congregación de los justos (Eccli. 3,1). Y a la reverencia, diciendo: y el temor y reverencia filial, no servil: el temor del animo y la reverencia del cuerpo con que lo .Recibisteis. Yo puedo testificar de vosotros (Gal. 4,15). Y por haberos portado así con él estoy contento, porque se ha visto que soy veraz y él mismo os ama. De aquí que me alegro de poder en todo confiar en vosotros; no sólo por vuestra buena voluntad sino también por las buenas obras que en el futuro con seguridad haréis. Aunque os hablamos de esta manera, tenemos mejor opinión de vosotros y de vuestra salvación (Hebr. 6,9). .




Capítulo 8



30
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2Co 8,1-8)

LECTIO 1: 2 Corintios 8,1-8

Se apoya en el ejemplo de ios Macedonios para impulsar a los Corintios a socorrer con limosnas a los santos que estaban en Jerusalén.

1. Oí hacemos también saber, hermanos, la gracia que Dios ha dado a las 1glesias de Macedonia.
2. Porque en la grande prueba de la tribulación, fue rebosante su gozo y su extremada pobreza ha sobreabundado en riquezas de su buen corazón.
3. Porque según sus fuerzas -doyles testimonia- y aun sobre sus fuerzas, de propia iniciativa
4. con mucha instancia nos pidieron la gracia de participar en el servicio que se hace en bien de los santos.
5. Y no como habíamos esperado, sino que se entregaron ellos mismos, primeramente al Señor, y luego a nosotros pon voluntad de Dios:
6. De manera que hemos rogado a Tito que tal como comenzó, llevara a cabo entre vosotros también esta buena obra.
7. Y así como abundáis en todo en fe, en palabra, en conocimiento, y en toda solicitud, y además én vuestro amor por nosotros, que también en esta gracia abundéis.
8. No lo digo como quien manda, sino deseando el bien de otros, y para reconocer el buen ingenio de vuestra caridad.

Habiéndolos exhortado ya al bien en general, aquí los exhorta a cierto bien particular, a la generosidad en las colectas por los santos que se hallaban en Jerusalén. Porque, como se dice en los Hechos, y el Apóstol lo menciona en Gálatas 2,10, los Apóstoles les recomendaron a Pablo y Bernabé que les predicaran a los gentiles la palabra de salvación exhortándoles a socorrer a los santos que quedaban en Jerusalén, quienes habiéndolo vendido todo y puesto a los pies de los Apóstoles, se encontraban en la máxima pobreza; y a esto es a lo que ahora los induce. En lo cual hace dos cosas. La primera, inducirlos a dar; la segunda, enseñarles el modo de dar, a saber, pronto y con generosidad, y esto lo dice en el capítulo 9: En orden al socorro, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera tratar de las colectas que se deben hacer; la segunda, de los ministros que las deban hacer: Pero gradas a Dios que ha inspirado en el corazón de Tito «ste mismo celo, etc. (2Co 8,16). Acerca de lo primero hace todavía dos cosas, a saber, inducirlos a dar y hacer a un lado toda excusa: Porque si la voluntad es activa, etc. (2Co 8,12). Y de tres maneras los induce a dar. Primero, con el ejemplo de otros que ya dieron; segundo, con el ejemplo de Cristo: Porque bien sabéis cuál haya sido la liberalidad de nuestro Señor Jesucristo, etc.; tercero, por el bien de ellos mismos; porque esto os importa. Acerca de lo primero hace tres cosas. La primera, poner el ejemplo; la segunda, mostrarse conmovido por ese ejemplo: De manera que .hemos rogado a Tito, etc.; la tercera, exhortarlos a que ellos mismos sigan ese ejemplo: Y así como abundáis en todo, etc.

Acerca de lo primero débese saber que para que Jos Corintios contribuyan liberalmente, el Apóstol les propone a los Macedonios como ejemplo. Y los pondera en cuanto a dos cosas: en cuanto a la paciencia en las adversidades y en cuanto a la liberalidad de sus donativos: y su extremada pobreza, etc. Acerca de lo primero débese saber que el Apóstol los induce a dar limosna para que aumenten sus méritos; y por eso en aquella ocasión esto hizo, cuando podían ellos merecer, en el tiempo de la gracia, porque es entonces cuando son meritorias las limosnas. Y esto lo dice así: Os hacemos también saber la gracia, esto es, el gratuito don de Dios, es claro que la largueza en las limosnas; y dice que esto es una gracia, porque cualquier cosa buena que hagamos es por la gracia de Dios, la cual no es dada a éstos sino a mí, en cuanto que por mi cuidado y solicitud y exhortación, a esto fueron movidos los Macedonios. A mí, e¡ mínimo de todos los santos, etc. (Ep 3,8). Digo que a mí se me dio en las iglesias de Macedonia, o sea, para con los fieles de Macedonia; la cual gracia es en cuanto a dos cosas, a saber, en cuanto a la paciencia, porque en la grande prueba de la tribulación, etc. En lo cual pone las condiciones de la paciencia perfecta.

La una es que el hombre sea constante; de modo que ni por el temor de la tribulación desfallezca, pero tampoco en el mismo momento de la tribulación. Y por eso dice que en la grande prueba de la tribulación fueron constantes. La otra es que en la misma tribulación se goce uno, como se lee de San Lorenzo; y en cuanto a esto dice: fue rebosante su gozo, a saber, de los Macedonios. - Tened por Objeto de sumo gozo el caer en varias tribulaciones (Sant. 1,2). Pacientes en la tribulación (Rm 12,12). O bien en la grande prueba de la tribulación, no cual ellos mismos la padecieron sino la que vieron que se padeció en Macedonia, con grande gozo de ellos mismos.

Además, lo segundo en la gracia es en cuanto a la liberalidad de las limosnas. Y en cuanto a esto dice: Y su extremada pobreza, etc. En lo cual hace dos cosas. Primero indica la liberalidad de ellos; luego, explica lo que dijera: porque según sus fuerzas, etc. Así es que primero dice: No sólo fueron pacientes en la tribulación los Macedonios, sino que también fueron liberales, porque extremada, o sea, máxima, era su pobreza, o bien generosísima. Según la Glosa la elevación del espíritu sobre las cosas temporales y su desprecio produce una extremada pobreza. Y así la pobreza de ellos era extremada porque no tenían riquezas y las despreciaban. ¿No es verdad que Dios eligió a los pobres en este mundo, etc.? (Sant. 2,5). Digo que esta pobreza ha sobreabundado, esto es, que aumentó en riquezas dando copiosamente. Pero esta explicación de la Glosa no parece ser conforme a la intención del Apóstol; por lo cual se debe entender de otra manera el extremada pobreza, etc. Donde débese saber que per dos causas tiene el hombre el ánimo dispuesto a dar generosamente, a saber, por la abundancia de sus riquezas, siendo rico, o bien por el desprecio de las riquezas; y así edesprecio produce en el pobre lo mismo que en el rico la abundancia; y por eso dice: su extremada pobreza ha sobreabundado, o sea, que hizo el efecto de la abundancia, en riquezas de su buen corazón, porque su corazón lo tenían sólo en Dios, y de esto provino el desprecio de las riquezas. La sencillez de los justos les servirá de guía (Pr 2,3).

En seguida, cuando dice: Porque según sus fuerzas, etc., explica lo que dijera encomiando la liberalidad de ellos mismos en cuanto a tres cosas: en cuanto a la cantidad del donativo, en cuanto a la voluntad de dar y en cuanto al orden de la donación. En cuanto a la cantidad del donativo, porque dieron por encima de sus fuerzas, por lo cual dice: Verdaderamente sobreabundó en riquezas, porque soy testigo de que voluntariamente dieron según la capacidad de sus bienes; y aun sobre sus fuerzas, porque fue tanto lo que dieron que después tuvieron necesidad. O bien hay que decir mejor que hay una fuerza interior del ánimo, y una capacidad exterior, a saber la de las cosas temporales. La fuerza interior es la prontitud del alma para dar, y por eso dice: doyles testimonio de que voluntariamente dieron según la interior fuerza del alma y por encima de la capacidad exterior, o sea, de las riquezas. Si tuvieres mucho, da con abundancia (Tb 4,9).

Objeción. Quien da sobre sus fuerzas, inmoderadamente da; luego no es digno de alabanza por esto.

Respuesta. Débese decir que la virtud en dar se puede considerar de dos maneras: simpliciter o sea de manera absoluta y en comparación con los demás. Así es que cuando uno da más que otros de su condición, no peca; pero si de manera absoluta da por encima de sus fuerzas, entonces sí inmoderadamente da. Así es que encomia la liberalidad de ellos en cuanto a la cantidad del donativo.

Y la pondera en cuanto a la voluntad de dar, diciendo: de propia iniciativa (De todos los que las ofre* cieron de buena voluntad: Ex. 25,2). Y obraron de propia iniciativa porque con mucha instancia nos pidieron, o sea nos rogaron, la gracia de participar en el servicio; como si dijera: No sólo nos rogaron, sino que con razones nos convencieron para concederles la gracia y la participación del servicio, etc., esto es, para permitirles dar de lo suyo a los santos pobres que están en Jerusalén, sin pensar que nos hacían así un favor, sino que el favor es para ellos. No echéis en olvido la beneficencia y el repartir con otros vuestros bienes, etc. (Hebr. 13,16). Les encomia también su liberalidad en cuanto al orden en su generosidad, porque no simplemente dieron sus cosas, sino primeramente a ellos mismos, porque el orden en dar debe ser de tal manera que primero sea acepto el hombre a Dios, porque si no es grato el hombre a Dios, no se le aceptan tampoco sus dones. Miró el Señor a Abel, a él primeramente, y sus ofrendas en seguida (Gen. 4,4). Apiádate de tu alma procurando agradar a Dios (Eccli. 30,24). Y por eso dice: Y no como habíamos esperado, como si dijera: En verdad obraron de propia iniciativa, porque no como ío habíamos esperado, o sea, no con la intención que habíamos supuesto, o sea, que darían en remisión de sus culpas, sino que primeramente se dieron ellos mismos a Dios, enmendando su vida, y en seguida a nosotros, obedeciendo en todo la voluntad de Dios, según la cual los hombres se deben sujetar a sus vicarios. Obedeced a vuestros prelados (Hebr. 13,17). La Glosa dice que a ellos no se les recibiría nada si primero no se dieran a Dios. Por lo cual parece que no se deben aceptar las limosnas de los pecadores. Pero débese decir que no se les debe recibir cuando las dan con la intención de que se les ayude en sus pecados. Así es que puesto el ejemplo de los Macedonios, muestra haberse conmovido inmediatamente por él, diciendo: De manera que hemos rogado a Tito; como si dijera: Tanto nos conmovimos con el ejemplo de la liberalidad de los Macedonios, que le rogamos a Tito que también vosotros seáis partícipes de la misma gracia, de manera que tal como comenzó a amonestaros a hacer el bien, habiéndoos visto corregidos, y a induciros a la participación, así llevara a cabo entre vosotros también espiritualmente esta buena obra de generosidad de las limosnas, para que no os deje a vosotros. Quien ha empezado en vosotros la buena obra la llevará a cabo (Ph. 1,6).

En seguida los amonesta para que por este ejemplo se muevan, diciendo: Y así como abundáis en todo, etc. En lo cual dice dos cosas. Primero los amonesta para que con el ejemplo de los Macedonios estén dispuestos a dar limosnas; segundo, hace a un lado cierta conjetura: No lo digo como quien manda, etc. Pues dice: Y así como abundáis en todo, etc.; como si dijera: Así como superáis a los Macedonios en todas las demás gracias, así debéis superarlos también en ésta, en la de dar limosnas. Y esto lo dice así: Y así como abundáis en todo. Y primero en lo tocante al entendimiento, y en cuanto a esto dice: en fe, con la cual se cree; en palabra, con la cual confesamos (Con el corazón se cree para justificarse en cuanto a la fe; con la boca se confiesa para salvarse, en cuanto a la palabra: Rm 10,10) y en conocimiento de las Escrituras. Con toda suerte de bienes habéis sido enriquecidos (1Co 1,5). Segundo, en lo tocante a las obras, y en cuanto a esto dice: y en toda solicitud de obrar bien. No seáis flojos en cumplir vuestro deber (Rm 12,2). Tercero, en lo que toca al efecto, y en cuanto a esto dice: En vuestro amor espiritual que hay en nosotros sobreabundantemente. Sobre todo, mantened la candad (Colos. 3,14). Digo que como en todas estas cosas abundáis, le he rogado a Tito que en esta gracia, la de las limosnas, abundéis. Y como podría pensarse que imperiosamente mando que den limosnas, contra lo que dice Ezequiel (34,4): Dominabais sobre ellas con aspereza, eso lo hace a un lado diciendo: No lo digo como quien manda lo que le rogué a Tito, o lo que yo mismo os digo a vosotros: no lo dije imperativamente. Ni como que queréis tener señorío sobre el clero (1P 5,3). Sino que digo esto para reconocer, esto es, queriendo comprobar, por la solicitud de otros, de los Macedonios, el ingenio de vuestra caridad. En io cual débese saber que el buen ingenio se comprueba no sólo por la aptitud para aprender con facilidad, sino también con el bien obrar. La razón de ello es que para obrar uno bien necesita de la ciencia dirigente. Y por eso así como al aprender se dice que tiene buen ingenio el que rápidamente capta las palabras del maestro; así también se dice que es de buen ingenio en el obrar el que con el ejemplo de los demás se mueve inmediatamente a obrar bien; por lo cual dice el Apóstol: para reconocer, esto es, queriendo reconocer vuestro buen ingenio, o sea cuan pronta esté vuestra voluntad para dar, movidos por el ejemplo de los Macedonios. No os escribo estas cosas porque quiera haceros sonrojar (1Co 4,14).




Aquino - SEGUNDA CORINTIOS 27