Aquino - SEGUNDA CORINTIOS 34


Capítulo 10



35
(
2Co 10,1-6)

LECTIO 1: 2 Corintios 10,1-6

Suplica y ruega Pablo a los Corintios no crean que se muestra humildemente entre ellos por pusilanimidad por el hecho de no obrar carnalmente.

1. Yo mismo, Pablo, os suplico por la mansedumbre y benignidad de Cristo, yo, tan poca cosa en vuestra presencia, mas tan atrevido con vosotros ausente.
2. Os ruego que no tenga que mostrarme atrevido en presencia vuestra, con la audacia con qué pienso atreverme contra algunos que consideran que procedemos según la carne.
3. Pues aunque vivimos en la carne no combatimos según la carne.
4. Pues las armas de nuestro combate no son carnales, sino que son poderosas en Dios para derrocar fortalezas destruyendo planes
5. y toda altanería que se subleva contra la ciencia de Dios, y reducimos a cautiverio todo entendimiento para obediencia de Cristo.
6. Y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea perfecta.

Habiendo tratado acerca de los buenos ministros de Cristo y de la fe, en seguida arremete el Apóstol contra los falsos ministros y seudoprofetas. Y primero arremete contra ellos; luego contra los que engañados por ellos se les adherían: Mirad que por tercera vez( etc. (2Co 13,1). Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero se justifica mediante una razón de las cosas que se le imputan, y luego por la evidencia de los hechos: Mirad las cosas según se dejan ver, etc. (2Co 10,7). Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero se niega a justificarse con hechos, aunque podría; segundo, se justifica mediante una razón: algunos que consideran, etc. Acerca de lo primero hace tres cosas. Primero anticipa la súplica; segundo, interpone lo que se le imputa por los falsos: Yo, tan poca cosa en vuestra presencia; tercero, rechaza el hecho invocado: Os ruego. Así es que dice: Yo mismo, Pablo, que a vosotros y a otros exhorto a dar limosna, yo mismo, digo, os suplico por la mansedumbre y benignidad de Cristo. De la mansedumbre de Cristo se dice en Mateo 1 1,29: Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón. Sobre su modestia: Tú dispones todas las cosas con medida, número y peso (Sg 2,21). Porque la modestia no es otra cosa que la moderación que se debe observar en lo que se ha de hacer. Y hace aquí especial mención de la mansedumbre y modestia de Cristo porque los falsos y los Corintios especialmente le imputaban a Pablo que estando entre ellos se portaba humildemente y que en ausencia les escribía con suma dureza. Y por eso habla de esas dos cosas que tuvo Cristo, para que sepan que esas mismas mostró y guardó el Apóstol a ejemplo de Cristo. Por lo cual en seguida interpone el vicio que se le imputa, diciendo: Yo mismo, Pablo, esto es, en verdad humilde, porque Paulus quiere decir humilde y tranquilo. Siendo, como soy, el menor de los Apóstoles (I Cor,15,9). De aquí que yo mismo soy verdadero Pablo. Mas tú eres siempre el mismo (Ps. 101,28). Hay quien maliciosamente se humilla (Eccli. 19,23). Donde hay celo y discordia, allí reina el desorden y todo género de vicios (Sant. 3,16). - Yo, digo, os ruego, yo que en vuestra presencia, o sea, exteriormente, como decís, tan poca cosa soy, o sea, de trato tan humilde estando personalmente con vosotros, mas ausente, o sea, cuando estoy lejos de vosotros, cuando no temo ser ofendido por alguno de vosotros, tan atrevido con vosotros, esto es, presuntuosamente obro, escribiéndoos con aspereza mis epístolas. El justo se mantiene a pie firme como el león (Pr 28,1).

En seguida, cuando dice: Os ruego, etc., se niega a aceptar el hecho; porque éstos creían que el Apóstol llevado del temor se portaría humildemente entre ellos; por lo cual dice: Así lo creéis vosotros, pero yo os ruego, y yo mismo os suplico que no queráis comprobar si por ventura yo en caso necesario me porte personalmente de la misma manera que de lejos. Y por eso dice: Os ruego que no tenga que mostrarme atrevido en presencia vuestra, cuando esté con vosotros, si fuere necesario, con la audacia, esto es, con la misma confianza con que pienso atreverme, esto es, resuelta y confiadamente, contra algunos, reprendiendo duramente a los no corregidos, como corrijo por carta. Exaltat audacter, etc. (Jb 31).

En seguida se justifica con una razón, diciendo: contra algunos que consideran, efe; como si dijera: Y aunque por vosotros no quiero justificarme con los hechos; sin embargo, hay una razón para justificarme fácilmente y de manera suficiente. Acerca de esto hace tres cosas. Primero indica la causa de que le imputen lo ya dicho; segundo, la destruye; tercero, lo confirma con una razón. Ahora bien, la causa de que eso se le impute, a saber, que personalmente sea humilde, y en ausencia severo y duro, es que éstos juzgaban que el Apóstol procedía según la carne. Y como cada ser obra según la regla de la operación, y el fin tiene razón de regla, por lo mismo cada cual encamina su obra al fin que intenta. Así es que de quienes ponen su fin en los bienes carnales se dice que proceden según la carne. Y de aquí que norman sus obras de manera de conseguir las cosas que son de la carne; y para poder obtenerlas suavemente de los demás, los hombres que tienden a las cosas carnales se portan con ellos blanda y humildemente. Y por eso, por creer que el Apóstol procedía según la carne, creían que por esa razón se portaba humildemente entre ellos. Pero esta razón es nula y vana, por lo cual la destruye, diciendo: Pues aunque vivimos en la carne, etc.; como si dijera: Que vivimos en la carne no lo podemos negar, porque decimos en Romanos 8,12: Somos deudores, no a la carne, etc.; pero que nos normemos según la carne, poniendo el fin en los bienes carnales, o nuestra intención, es falso, porque no combatimos según la carne, o sea, que nuestra vida, que es una especie de milicia, como se dice en Job 8,1, no la normamos según la carne. Y que no combate según la carne lo prueba diciendo: Pues las armas de nuestro combate, etc. Y primero por las armas de combate, así como cada combatiente tiene las armas apropiadas a su combate y milicia. Pero consta que las armas de quienes luchan o militan según la carne son las riquezas, las voluptuosidades, los honores, los poderes mundanos y temporales; y como nuestras armas no son tales, porque las armas de nuestro combate no son carnales, sino que son poderosas en Dios, o sea, según Dios, o bien para el honor de Dios: luego nosotros no militamos según ia carne. Y al decir lo segundo: para derrocar fortalezas, indica el poder de las armas espirituales, poder que es patente por su triple efecto.

El primer efecto es que con las mismas armas se confunde a los rebeldes. Y en cuanto a esto dice: para derrocar fortalezas, como si dijera: Felizmente los poderes en Dios son para desfruir rebeldes. A fin de que sea capaz de instruir en la sana doctrina y redargüir, etc. (Tito 1,9). Te doy autoridad para destruir y arrasar (Jr 1,10). Ahora bien, algunos se fortifican contra Dios de dos maneras. Algunos con astutos planes, como son los tiranos, que con sus perversos planes maquinan destruir las cosas que son de Dios para prevalecer ellos absolutamente. Y en cuanto a esto dice: destruyendo planes, los planes de los tiranos. Que prende a los sabios con sus propias redes (Jb 5,13). Otros por soberbia o excelencia del propio talento. Y en cuan no a esto dice: y toda altanería de su soberbia. No blasonando de cosas altas (Rm 12,16), o sea, soberbias. O más bien la profundidad del entendimiento tanto de los juristas como de los filósofos. Ni lo que hay de más alto, ni de más profundo (Rm 8,39). (Ay de vosotros los que os tenéis por sabios a vuestros ojosi (Is 5,21). Altanería, digo, que se subleva contra la ciencia de Dios, a saber, contra la fe, que es la ciencia de Dios, porque las cosas que de Dios se dicen las impugnan, a saber, el parto de la Virgen y otras cosas admirables de Dios. Llena está la tierra de la ciencia de Dlos (Is 1 1,9). No han conocido las honduras de Satanás (Ap 2,24). No quieras saber más profundamente, más bien teme (Rm 1 1,20).

El segundo efecto es la conversión de los infieles a la fe. Y en cuanto a esto dice: y reducimos a cautiverio todo entendimiento: lo cual ciertamente hace cuando ¡o que el hombre sabe lo subordina totalmente al servicio de Cristo y de la fe. Para aprisionar con grillos a sus reyes y con esposas de hierro a sus magnates (Ps. 149,8). Mete tus pies en sus grillos y tu cuello en su argolla, esto es, en las enseñanzas de la fe (Eccli. 6,25).

El tercer efecto es la corrección de los pecadores. Y en cuanto a esto dice: Y estamos dispuestos, esto es, con ánimo resuelto y libre para castigar toda desobediencia. Vibrarán en sus manos espadas de dos filos (Ps. 149,6). Y esto será cuando vuestra obediencia sea perfecta, cuando seáis perfectamente obedientes, porque si queréis obedecer no habrá lugar de que nosotros castiguemos una desobediencia de los demás ni vuestra. O bien os castigaremos en obediencia cuando sea completa vuestra desobediencia, o sea, que entonces será destruida vuestra desobediencia; porque los contrarios se curan con los contrarios.



36
(
2Co 10,7-12)

LECTIO 2: 2 Corintios 10,7-12

Encomienda a sus oyentes el juicio de su excusa y dice que los falsos no deben ser preferidos a él.

7. Mirad las cosas según se dejan ver. Si alguno se precia de ser de Cristo, considere asimismo para consigo: que así como él es de Cristo, también lo somos nosotros.
8. Porque aun cuando yo me gloriase un poco más de la potestad que el Señor nos dio para vuefstra edificación y no para vuestra ruina, no me avergonzaría.
9. Pero porque no parezca que pretendo aterraros con mis cartas,
10. ya que ellos andan diciendo: las cartas, sí, son graves y fuertes; mas su aspecto corporal es ruin, y despreciable su lenguaje,
11. piense ese tal que cuales somos hablando por carta, ausentes, lo seremos también presentes y de obra.
12. Ciertamente no osamos igualarnos ni compararnos a algunos que se dan importancia a sí mismos, sino que nos medimos por lo que somos, comparándonos con nosotros mismos.

Arriba dio el Apóstol una razón de su justificación; aquí se justifica por la evidencia de los hechos. Y acerca de esto hace dos cosas. Porque primero pone en manos de sus oyentes el juicio de su justificación; y luego prosigue su defensa: Si alguno se precia, etc. Así es que primero dice: Aun cuando por la razón que di se vea que es falso lo que falsamente me imputan, sin embargo, si hay algunos entre vosotros que no se convenzan por la razón, y no quieran aceptarla, al menos mirad, considerad las cosas según se dejan ver, esto es, las que manifiestamente se ven respecto a mí de manera evidente. Y íes entrega el juicio de su causa, mostrando así la seguridad de su corazón. Respondedme, os ruego, sin porfía (Jb 6,29).

Objeción. En contra está lo que dice Juan 7,24: No queráis juzgar por las apariencias. Luego no rectamente se dice aquí: Mirad las cosas según se dejan ver.

Respuesta. Débese decir que en San Juan se toma el según la apariencia, por lo que exteriormente se manifiesta en el hombre, a saber, por la sola apariencia de verdad, conforme a la cual no debe juzgar el hombre, porque suele ocultarse lo contrario en el corazón. Por lo cual se dice en Mateo 7,15: Vienen a vosotros disfrazados con pieles de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces. Y acá se toma el "según se dejan ver" por la propia verdad evangélica y la evidencia de ios hechos, conforme a la cual se puede hacer un juicio. La Glosa lo explica de otra manera: conforme a la apariencia, esto es, ved lo falso, o sea, observad. Como si dijera: Considerad sus hechos, porque es imposible que entre muchas cosas buenas que exhiben, no hagan algunas por las que podáis conocer su perversa intención. Por sus frutos los podréis conocer (Mt 7,20).

En seguida, cuando dice: Si alguno se precia, etc., prosigue su defensa. Ahora bien, ocurre que alguien se mueve contra otro por estar engañado por la autoridad de un tercero que se presenta como grande. Y así, los Corintios se habían levantado contra el Apóstol engañados por los falsos que decían tener mayor autoridad que él, porque llegaban de Judea y porque se habían convertido primero. Por lo cual hace dos cosas el Apóstol. Primero rechaza la autoridad de aquellos falsos; luego prosigue su defensa: Pero porque no parezca, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero muestra que los falsos no deben ser preferidos a él, y segundo que él debe ser preferido a ellos: porque aun cuando yo me gloriase un poco más, etc. Así es que dice: Digo que miréis estas cosas según se dejan ver. Pues si alguno de los falsos se precia de ser de Cristo, por algo grande que haya hecho, o por algún don espiritual que haya recibido de Cristo, considere esto para consigo, esto es, considérelo diligentemente en su corazón, porque así como él es de Cristo, también lo somos nosotros; como si dijera: Si algo hay en ellos, en nosotros hay todo aquello por lo que debemos decir que también nosotros somos de Cristo. Estoy persuadido de tener yo también el espíritu de Cristo (1Co 7,40). Si alguno no tiene el espíritu de Cristo, éste tal no es de Jesucristo (Rm 8,9). Y no sólo somos nosotros de Cristo como ellos, sino que mucho más que ellos podemos gloriarnos de que somos de Cristo. Y esto lo dice así: Porque aun cuando yo me gloriase un poco más de la potestad, del poder, que el Señor nos dio, etc. - Vaso de elección es éste para mí (Ac 9,15). Quien dio eficacia a Pedro, etc., me la dio también a mí, etc. (Gal. 2,8). Digo que me dio a mí esta potestad especial de convertir a los Gentiles para edificación, a saber, de la 1glesia, y no para destrucción, como hacen los falsos, que de la potestad que se les dio abusan para lo contrario de su finalidad. Porque aun cuando esa potestad es para edificación de la 1glesia en la fe y en la caridad, éstos, sin embargo, buscan su gloria y no la de Cristo, por lo cual destruyen. Y esto lo hacían predicando las observancias legales y haciendo negocio. Así es que si me giorío un poco más de esta potestad que tengo, y por la cual busco la gloria de Cristo y no la mía, no me avergonzaría de recomendarme así, porque no lo hago por ostentación sino por razón de necesidad, a saber, para demostrar que mi autoridad es grande, y nula la de los falsos, para que no seáis engañados por ellos en lo sucesivo. En lo cual débese notar que según Gregorio por dos razones puede alguien encomiarse a sí mismo sin pecado: cuando alguien es expuesto al oprobio y se le desprecia; y es entonces para que no desespere viéndose despreciado y para que haga callar a los adversarios. Y así Job mucho se ensalzó, como consta en el capítulo 27, v. 6, donde dice: Nada me reprocha mí corazón en todo el curso de mi vida. Y también cuando predicando alguien la verdad, y un adversario de la verdad lo contradice e impide la manifestación de la verdad, entonces tal predicador debe encomiarse a sí mismo y mostrar su autoridad, para refutar a aquél y para llevar a los oyentes a la verdad. Y esto es lo que el Apóstol hace en muchos lugares, y también aquí.

En seguida, cuando dice: Pero porque no parezca, etc., prosigue su defensa por la evidencia de los hechos. Y acerca de esto hace tres cosas. Primero muestra ser falso lo que se le imputa; segundo, da la razón de lo dicho: derrámente no osamos, etc.; tercero, explica la misma razón: Por lo tanto, no nos gloriaremos desmesuradamente, etc. (2Co 10,13). Acerca de lo primero débese saber que, como está dicho, se le imputaba al Apóstol que personalmente era humilde por temor, o bien para congraciárselos, y que en ausencia les escribía duramente. Por lo cual dice el Apóstol que no es así, y que si quieren juzgar rectamente por lo que se ve, lo encontrarán de hecho tal cual lo sintieron por escrito, y esto lo pueden comprobar si quieren. Y esto lo dice así: Pero porque no parezca, o según los falsos o según vosotros, que pretenda aterraros o causaros temor con nuestras cartas que os enviamos, temor que no os causaría con mi presencia. Y esto lo dice porque los mismos falsos lo aseguran: las cartas, de Pablo, sí, son graves, o sea, dura y seriamente castigadoras, y fuertes, esto es, sin temor; mas su aspecto corporal no es así, antes bien, es ruin, débil y humilde, lo cual es lo contrario de fuertes; y su lenguaje, su predicación, y su conversación, y su modo de exhortar, despreciable, lo contrario de graves. Pero ese tal, quien tales cosas dice, piense acerca de nosotros, sepa con certeza que cuales somos ausentes, hablando por carta, lo seremos también presentes, si fuere necesario, cuando estemos entre vosotros. Y la razón de portarse el Apóstol humildemente con ellos la expresa en 1Co 2,3: Y mientras estuve entre vosotros, estuve siempre con mucha pusilanimidad y susto, etc.; lo cual se debía a que no estaban firmes en la fe. Y quiso afirmarlos mediante la dulzura de su trato. Y la razón de que les hablara sencillamente y no les predicara cosas sutiles, lo insinúa en 1Co 3,1-2, diciendo: Como a niños en Cristo os he alimentado con leche, y no con manjares sólidos, porque no erais todavía capaces de ellos, etc. Porque no eran capaces todavía de una doctrina más alta.

En seguida, cuando dice: Ciertamente no osamos, etc., indica la razón de su dicho, diciendo: digo que no somos semejantes a los falsos, ni es verdad lo que se nos imputa, porque no digo sino lo que es necesario hacer. Por lo cual dice: Ciertamente no osamos igualarnos, esto es, decir que nosotros somos uno de ellos, ni compararnos, esto es, hacernos semejantes a algunos, a los falsos, que a sí mismos tanta importancia se dan con vosotros, y sin embargo ni por otros ni por sus propios hechos se recomiendan, contra aquello del Libro de los Proverbios (27,2): La boca de otro, no la tuya, sea la que te alabe. - Sino que nos medimos por lo que somos, esto es, conforme a lo que en nosotros hay medimos nuestros hechos y nuestras palabras, como si dijera: De nosotros decimos lo que es proporcionado a nosotros, esto es, nuestras palabras se miden por nuestros hechos. Examine cada uno sus propias obras (Ps 6,4).

Objeción. En contra está lo que dijo el Apóstol en 2Co 4,2: Recomendándonos por la manifestación de la verdad a la conciencia de todo hombre, etc. Luego acá no dijo rectamente.

Respuesta. Débese decir que una cosa es recomendarse uno mismo a la conciencia y otra cosa es recomendarse a los oídos. Porque a la conciencia de los hombres nos recomendamos nosotros mismos cuando obramos bien, y esto es bueno. Y a los oídos nos recomendamos nosotros mismos únicamente con palabras, y esto es malo. Del primer modo se recomiendan los justos y los Apóstoles; y del segundo modo los falsos apóstoles y los hipócritas.



37
(
2Co 10-13)

LECTIO 3: 2 Corintios 10,13-18

Pablo demuestra que aunque se gloría, no se gloría fuera de medida.

13. Por lo tanto, no nos gloriaremos desmesuradamente, sino a medida de la regla con la que nos mide Dios, medida que alcanza hasta vosotros.
14. Porque como si no alcanzásemos hasta vosotros no nos hemos extralimitado. Puesto que hasta vosotros hemos llegado con el Evangelio de Cristo.
15. Ni nos gloriamos desmesuradamente con ajenas fatigas, mas esperamos, con el crecimiento de vuestra fe, con vosotros magnificarnos abundantemente conforme a nuestra norma.
16. Evangelizando también en aquellas partes que están más allá de vosotros, no con norma ajena en las ya listas para gloriarse uno.
17. Y el que se gloríe, gloríese en el Señor.
18. Porque no el que a sí mismo sé recomienda es el probado, sino aquel a quien Dios acredita.

Arriba mostró el Apóstol la razón de lo que dijera; aquí, consiguientemente, la explica. Porque dijo que se medía consigo mismo y que no se excedía de su medida. Porque puede uno, gloriándose y recomendándose, excederse doblemente. Primero, en cuanto a aquello de lo que se gloría, por ejemplo si se gloría de algo que no tiene; segundo, en cuanto a aquello en lo que uno se gloría, por ejemplo, si teniendo uno algo de otro se gloría en eso mismo como si por sí mismo lo tuviere. Por lo cual muestra el Apóstol que de ninguno de estos dos modos excede la medida gloriándose o alabándose. Y primero en cuanto a lo primero; segundo, en cuanto a lo segundo: Y el que se gloríe, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero prueba que no excedió su medida en cuanto a la gloria de cosas pasadas; segundo, en cuanto a la gloria de cosas, futuras: mas esperamos, etc. Acerca de lo primero hace tres cosas. La primera, enunciar su propósito; la segunda, probarlo: Porque como si no, etc.; la tercera, concluir: Ni nos gloriamos desmesuradamente, etc. Así es que primero dice: Digo que nos medimos y nos comparamos con nosotros mismos, obrando conforme a lo que nuestro ministerio exige. Y haciendo esto no nos gloriamos desmesuradamente, esto es, no excedemos nuestra medida ejerciendo nuestra potestad. y recomendándonos (No cometáis injusticia en el juicio, etc.: Levit. 19,35); sino que nos gloriamos a medida de la regla con la que nos mide Dios. La Glosa dice que esto trata de la medida de la prelacia del Apóstol, o sea, según medida, conforme al pueblo medido para mí por Dios, pueblo cuyo prelado soy yo y su regla para dirigirlo. Pero esto mismo se puede más umversalmente tomar, de modo que la medida de la regla signifique la cantidad de la gracia. Y en tal caso éste es el sentido: Pero nos gloriamos conforme a la medida -con la que Dios nos mide, esto es, conforme a la cantidad de la gracia que Dios nos ha dado. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia, etc. (Efes. 4,7). La cual gracia es nuestra regla, para no independizarnos ni desviarnos de Dios. Con la cual nos mide Dios, porque cualquiera que sea el bien que hagamos evangelizando y tratando con vosotros y con otros, todo me es concedido por Dios para vosotros y para otros. Yo planté, regó Apolo, etc. (1Co 3,6). Medida, digo, que alcanza hasta vosotros, porque vosotros estáis dentro de la medida de la gracia que se me ha dado, por la cual os habéis convertido a Cristo y obedecéis el Evangelio. Así es que esto es lo que afirma: que no excede su medida gloriándose, que él es su prelado y que por él se han convertido. Y que esto sea así, o sea, que alcance hasta ellos, lo demuestra en seguida diciendo: Porque como si no alcanzásemos, etc.; como si dijera: En verdad nos gloriamos, porque no nos extralimitamos en gracia o gloria, o en nuestra potestad, como si no alcanzara hasta vosotros nuestra potestad y ministerio. Puesto que hasta vosotros hemos llegado con el Evangelio de Cristo, esto es, con la predicafción del Evangelio de Cristo. Pues en Cristo Jesús os engendré yo por medio del Evangelio (1Co 4,15); y también: ¿No sois vosotros obra mía en el Señor? (1Cor. 9,1). Quien dio eficacia a Pedro para el apostolado, etc. (Galat. 2,8). Por lo cual concluye diciendo: Así pues, gloriándome por causa de vosotros, no me glorío sobre medida. Por lo cual dice: Ni nos gloriamos desmesuradamente, etc., donde otro hubiera puesto el fundamento de la fe.

En seguida, cuando dice: mas esperamos, etcétera, muestra que no se excede de su medida en cuanto a gloriarse por cosas futuras. Porque débese saber que el predicador puede tener un doble motivo de gloria por su predicación. El uno es que los convertidos por su predicación se hagan mejores. El otro es que por esos mismos convertidos se conviertan otros, porque, como se dice en el Éxodo 36,10: Y unió cinco de estas cortinas la una con la otra, y del mismo modo las otras cinco; y en el Apocalipsis leemos: Quien escucha, diga: Ven (22,17). Porque cuando alguien ve que otros se convierten, más fácilmente se convierte él mismo. Y en cuanto a estas dos cosas, el Apóstol espera aumentar su gloria por los Corintios, desde luego porque se hacen mejores. Por lo cual dice: digo que ni noa gloriamos desmesuradamente por vuestra conversión,, causada por nosotros otrora. Pero además tenemos la¡ esperanza de magnificarnos en el futuro, o sea, de que nuestra gloria aumente con el crecimiento de vuestra» fe, esto es, por vuestra fe en aumento y adelantando en el bien con buenas obras. Apeteced la leche del espíritu, para que con ella vayáis creciendo en salud1 (1P 2,2). Y también, en segundo lugar, esperamos magnificarnos por la conversión de otros mediante vosotros. Por lo cual dice: abundantemente, esto es, con abundancia de predicación, no sólo entre vosotros, sino también en lugares que están más allá de vosotros, y esto conforme a nuestra regla* conformenos está ordenado por Cristo no sólo el evangelizar a vosotros sino a todas las gentes. 1d por todo el mundo: predicad el Evangelio, etc. (Marc. 16,15). Mas no tenemos esperanza en regla ajena, esto es, no esperamos llegar a gloriarnos, ni nos estamos gloriando en alguna regla ajena. Como si dijera: No por aquellos que han sido dispuestos por otros, o sea, a quienes otros llevaron a la fe, sino que tendré fruto en aquellos a quienes no les han predicado otros. Prediqué el Evangelio, no donde fuera ya conocido el nombre de Cristo (Rm 15,20).

Objeción. En contra está el hecho de que Pedro predicó en Roma antes de que allí predicara Pablo.

Respuesta. Débese contestar que esto no lo dice prohibiéndose predicar donde otro hubiese predicado, sino que dice que trata de predicar también donde ningún otro hubiese predicado.

En seguida, cuando dice: Y el que se gloríe, etc., muestra que no excede su medida en cuanto a aquello en que se gloría, diciendo: Porque si me glorío en que hay que gloriarse, no me excedo. Y como hay -que gloriarse en Dios, el que se gloríe, gíoríese en el Señor (Mas el que quiera gloriarse gloríese en conocerme, etc.: Jerem. 9,24). Ahora bien, esto se puede explicar de tres maneras. De la primera: gloríese en el Señor, denotando el en el Señor el objeto de gloriarse, como si dijera: Gloríese de que tiene al Señor amándolo y conociéndolo. El que quiera gloriarse gloríese en el Señor, etc. (Jerem. 9,25). De la segunda manera: gloríese en el Señor, esto es, según Dios, y de este modo se gloría quien se gloría por las cosas que son de Dios, y no de las malas, como aquel de quien se dice en el Salmo 51,3: ¿Por qué te glorías de tu malignidad? De la tercera manera: gloríese en el Señor, esto es, considerando que su gloria la tiene de Dios, para que cuanto redunde en gloria suya lo refiera a Dios. ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo que tienes lo has recibido, ¿de qué te jactas? (1Co 4,7). Y de esta manera se entiende aquí su el que se gloríe, gloríese en el Señor; como si dijera: Me glorío de lo ya dicho, pero no como si por mí lo tuviera, sino de Dios. Y esto es también vuestra medida, porque todo vuestro bien ha tenido su origen en nosotros. Y verdaderamente es en Dios en quien debemos gloriarnos: no atribuyéndonos nuestra gloria, sino a Dios. Porque no es probado, esto es, aprobado por Dios y por los hombres aquel que a sí mismo se recomienda (La boca tuya, no la de otro, sea la que te alabe: Pr 27,2); sino aquel a quien Dios acredita, esto es, a quien hace recomendable por sus buenas obras y por sus milagros. Porque Dios es la causa de toda buena obra hecha por los hombres.


Capítulo 11


38
(
2Co 11,1-3)

LECTIO 1: 1 Corintios 11,1-3



Ruega se soporte su indiscreción en recomendarse a sí mismo, porque el gloriarse proviene en él únicamente de su celo por ellos.

1. ¡Ojalá soportaseis por un poco mi indiscreción! Mas, sí, soportadme.
2. Celoso estoy de vosotros con emulación de Dios. Porque os tengo desposados con un solo esposo, para cual casta virgen presentaros a Cristo.
3. Pero temo que así como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así se perviertan vuestras mentes y decaigan de la simplicidad propia de Cristo Jesús.

Habiéndose justificado el Apóstol de las cosas que falsamente se le imputaban por los seudoapóstoles, aquí, consiguientemente, para refutarlos, a los falsos, y hacer honorable su autoridad, se recomienda con los Corintios. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero da la razón de su recomendación; segundo, enuncia su recomendación: en cualquiera cosa de que alguno presumiere, etc. (2Co 2,21). Acerca de lo primero hace tres cosas. La primera, pedir que se le soporte su indiscreción; la segunda, agregar la necesidad de su recomendación, para que no se le tenga por necio:

Celoso estoy de vosotros, etc.; la tercera, indicar que en el supuesto de que sea indiscreto, deben soportarlo: Vuelvo a repetir: no me tenga alguno por imprudente,

etc. (2Co 2,16). Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera, adelantar su deseo, para que más fácilmente sea escuchada su petición; la segunda, indicar su petición: Mas, sí, soportadme. Ahora bien, el deseo det Apóstol es que los Corintios soporten que el Apóstol se recomiende a sí mismo. Y por eso empieza por un adverbio de aceptación, diciendo: ¡Ojalá soportaseis... !

Acerca de lo cual débese saber que los preceptos morales son sobre las cosas que se han de hacer, las cuales, como son particulares y variables, no se pueden determinar con una razón común y una regla indefinida, sino que a veces hay que hacer algo fuera de la regla común en algún caso extraordinario. Y cuando de esta manera se hace algo fuera de la regla común, los prudentes que tal causa consideran no se perturban ni juzgan haberse obrado neciamente. Los faltos de discreción y los menos prudentes, no considerando la causa por la que se obró así, se perturban y consideran haberse obrado torpemente, por lo que se ve, porque el precepto moral es: No matarás. Y sin embargo a veces es necesario matar a los malos. Y cuando esto se hace los prudentes lo encomian o no consideran haberse obrado mal. En cambio los necios y los herejes lo desaprueban diciendo que esa es una mala acción. Así es que siendo común la ley moral de que el hombre no se recomiende a sí mismo, según lo que dice el libro de los Proverbios (27,2): La boca de otro, no la tuya, sea la que te alabe, puede suceder en algún caso fuera de esta regla común que el hombre se recomiende a sí mismo, y que laudablemente lo haga, y que sin embargo los necios lo tomen a insania. De aquí que como se presentara el caso en que el Apóstol debía alabarse, los exhorta a no considerarlo como necedad, diciendo: ¡Ojalá soportaseis pacientemente por un poco mi indiscreción, disculpándome. Y dice que un poco, porque si se alabare sin causa, su necedad sería la máxima. Y si se alabara por una causa totalmente necesaria, entonces nada habría allí de necedad. Pero como se alaba, aun cuando por una causa no del todo apremiante, pudiendo refutar de otra manera a los falsos, y por ser mucho lo que se alaba, parece haber allí algo de indiscreción, por lo cual dice: un poco mi indiscreción. Adelante dice: Estoy hecho un necio, etc. (2Co 12,1 1). Y aun cuando sea yo así un necio, sin embargo soportadme. Y así deben hacer porque los subditos deben soportar a los prelados, y a la inversa. Llevad las cargas los unos de los otros, etc. (Gal. 6,2). Soportándoos unos a otros con caridad (Ep 4,2). Y muestra la necesidad de la recomendación diciendo: Celoso estoy, etc. Y acerca de esto hace tres cosas. La primera, mostrar que tal alabanza proviene de celo, y así queda excluida toda necedad; la segunda, decir que ese celo no es desordenado, y así evita la necedad: Pero temo, etc.; la tercera, excluir toda justificación de ellos: Mas si el que vaya a predicaros os anunciase otro Cristo, etc. (2Co 2,4).

Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero señala que el celo que tiene por ellos es santo, por ser de Dios; segundo, muestra la causa de tal celo, porque le incumbía por su ministerio: Porque os tengo desposados, etc. Así es que su celo es santo porque está celoso de ellos, esto es, porque los ama fervientemente con emulación de Dios, o sea, para la honra de Dios, no de Pablo. Acerca de lo cual observemos que la emulación, en cuanto es lo mismo que el celo, no es otra cosa que cierto movimiento del alma bueno o malo, que se preocupa por la situación del prójimo, y que entraña fervor de amor. Por lo cual se suele definirlo así: Celo es un amor intenso que no sufre ninguna compañía en el amado. Y si no se tolera la compañía éni algún bien, por ejemplo de vicio o de alguna imperfección, sino que quiere estar él solo, entonces el celo es bueno y buena la emulación, de la cual se dice: Mas vosotros entre esos carismas aspirad a los mejores (1Co 12,31). Sed, pues, celosos amantes del bien con un fin recto (Gal. 4,18). El celo de tu casa me devoró (Ps. 68,10). Y si no se tolera la compañía en alguna excelencia o en alguna prosperidad del mundo, por quererla uno para sí solo, entonces el celo es malo y mala la emulación. Ahora bien, a veces con buert celo o emulación alguien rivaliza por sí mismo con otros, como el esposo celoso de su esposa, porque la quiere conservar para sí solo. Y a veces alguien es celado por otro, como el eunuco cela a la esposa de su señor, para guardársela. Y así el Apóstol celaba a su pueblo, al que veía al borde del precipicio, y que con Cristo su esposo quería prostituirse con el diablo, no pudiendo tolerar Cristo, el verdadero esposo, ningún consorcio con el diablo en ellos. Por lo cual dice: con celos de Dios; como si dijera: No por mí, sino por Cristo, que es el esposo. El esposo es aquel que tiene la esposa (Jn 3,29). ¡Me abraso de celo por Ti, oh Señor Dios de los ejércitosi (3 Reyes 19,10). Que al Apóstol le incumbía tal celo lo muestra diciendo: Porque os tengo desposados, etc.; como si dijera: Con razón os celo con celo de Dios, porque yo soy el paraninfo de este matrimonio que hay entre vosotros y Cristo porque yo os desposé, esto es, hice los esponsales, que se efectúan por la fe y la caridad. Y te desposaré conmigo para siempre, etc. (Os. 2,19). Por lo cual me corresponde a mí el cuidaros. Así es que quien convierta al pueblo a la fe y a la justicia lo desposa con Cristo. Lo desposa, digo, no con muchos porque la mujer que se júnta con muchos se mancha. Tú has pecado con muchos amantes, etc. (Jerem. 3,1). Sino con Cristo uno, a saber, con el varón perfecto con la plenitud de la virtud. He aquí el varón cuyo nombre es Oriente (Zac. 6,12). El Señor ha hecho una cosa nueva sobre la tierra (Jerem. 3 1,22). Y se dice que Cristo es el varón uno porque es único! en cuanto al modo de la concepción, y en cuanto al modo de nacer, y en cuanto a la plenitud de la gracia. Toma a uno entre mü para consejero tuyo (Eccli. 6,6). Digo que con este varón os tengo desposados para presentaros virgen.

Observa que del plural bajó al singular, diciendo: os tengo desposados, en plural, y presentar virgen, en singular, queriendo mostrar que de todos los fieles hace un solo cuerpo y la iglesia una, la cual debe ser virgen en todos sus miembros. Por lo cual dice: casta virgen. Porque en todos por virginidad se entiende la integridad del cuerpo, y por castidad la integridad de la mente. Así la 1glesia se presenta virgen a Cristo perseverando en la fe, y bajo los sacramentos sin corrupción de la menor idolatría o infidelidad. En toda encrucijada de camino pusiste tú la señal (Ezeq. 16,25). Se presenta virgen cuando existiendo bajo los sacramentos y en la fe de Cristo presenta pureza de cuerpo y de obra. A fin de hacerla comparecer sin mácula ni arruga, etc. (Ep 5,27).

Pero como los Corintios podrían decir: No es necesario que nos cuides, y tu celo no es racional, porque nosotros bien que nos cuidamos a nosotros mismos; consiguientemente muestra la causa de su celo, diciendo: Pero temo, etc. En lo cual hay que saber que en el paraíso se verificó el matrimonio de Adán y Eva; mas Eva fue manchada por la serpiente no violentamente sino por astucia, por cuanto le prometió una cosa falsa y la persuadió de algo inicuo. Lo falso, pues le dijo: Seréis como dioses y de ninguna manera moriréis, siendo que por esto mismo incurrirían en la necesidad de la muerte; y lo inicuo para que transgredieran y despreciaran el mandato de Dios. Y hablando el Apóstol conforme a esta semejanza, dice que la 1glesia es como Eva, a la que el diablo a veces persigue abiertamente mediante los tiranos y las potestades, y entonces es como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa que devorar, como se dice en 1 Pedro 5,8. Y a veces molesta a la 1glesia ocultamente mediante los herejes que afectan profesar la verdad y simulan ser buenos, y entonces como la serpiente seduce con su astucia ofreciendo cosas falsas. Por lo cual dice: Temo que así como la serpiente engañó a Eva, para arrojarla del paraíso, con su astucia, prometiendo cosas falsas (Adán no fue el engañado sino la mujer: 1Tm 2,14); así, esto es, por engaños semejantes de los herejes se perviertan vuestras mentes. Y dice vuestras mentes, porque así como en el matrimonio carnal cuida el esposo de que no se corrompa su cónyuge carnalmente, así también el Apóstol en este matrimonio espiritual teme que se corrompan espiritualmente los sentimientos del corazón (Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres: 1Co 15,33); o bien las facultades espirituales, de las que se dice en el libro de la Sabiduría (I,1): Sentid bien del Señor y buscadle con sencillez de corazón; y en 1Co 14,20 leemos: No seáis como niños en el uso de la razón. - Y decaigan de la sencillez propia de Cristo Jesús. Porque es simple lo que no tiene composición. Y los seudoapóstoles formaban una secta de Judaismo y Evangelio, ordenando, júntamente con el Evangelio, la guarda de las observancias legales. Así es que se apartan de la simplicidad de Cristo los que seducidos por los falsos guardan las observancias legales, y esto temía el Apóstol que les ocurriera a los Corintios. ¡Ay del pecador que anda sobre la tierra por dos senderosi (Eccli. 2,14). Y por el contrario: La sencillez servirá como de guía a los justos (Pr 11,3).


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Aquino - SEGUNDA CORINTIOS 34