Aquino - A LOS HEBREOS 24

24
(
He 7,1-3)


Capítulo 7: Hebreos 7,1-3

El sacerdocio de Cristo en comparación del levítico es mucho muy superior.

1 En efecto, este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, es el que salió al encuentro de Abraham cuando volvía victorioso de la derrota de los 4 reyes, y el que le bendijo,
2 a quien asimismo dio Abraham el diezmo de todos los despojos, cuyo nombre, en primer lugar, significa rey de justicia; además de eso era rey de Salem, que quiere decir rey de paz;
3 representado sin padre, sin madre, sin genealogía, sin ser conocido el principio de sus días, ni el fin de su vida, sino que, siendo por todo esto imagen del Hijo de Dios, queda sacerdote eternamente.

En el capítulo 5 probó el Apóstol que Cristo era sacerdote; en el 6 atravesó otros temas para preparar los ánimos de sus oyentes; aquí torna a tomar el hilo de lo que iba diciendo; pues intenta probar que el sacerdocio de Cristo, en comparación del levítico, es mucho muy superior; acerca de lo cual muestra: primero, la excelencia de ese sacerdocio, cotejándolo con el del Antiguo Testamento; segundo, que los fieles deben sujetarse con toda reverencia al sacerdote Cristo. Cuanto a lo primero, demuestra la prerrogativa que tiene el sacerdocio de Cristo sobre el levítico de parte de ía persona del mismo sacerdote; segundo, de parte del ministerio. Subdivide el primer punto demostrando la existencia del sacerdocio de Cristo por la promesa divina y la necesidad de ese sacerdocio. Ca promesa es la contenida en el Salmo 109: "¡uro el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre"; de donde saca tres cosas para probar su intento: 1* la frase "según el orden de Melquisedec"; 2? la que dice ¡uro; 3? "Tú eres sacerdote". Cuanto a esto, muestra la semejanza de Cristo con Melquisedec, y de esta semejanza concluye que es superior el sacerdocio de Cristo al de Leví; describe las condiciones de Melquisedec y demuestra que dicen bien con Cristo. Descríbele asimismo por el nombre, al llamarle Melquisedec, que así lo llama la Escritura (Gn. 14), donde viene la historia que aquí supone el Apóstol. Según la Glosa, dicen los Hebreos que Melquisedec fue Sem, primogénito de Noé, a la sazón de 390 años, o de 309, cuando Abraham, nieto suyo, venció a sus enemigos y que le salió al encuentro.* Descríbele también por la dignidad; pues era rey y sacerdote.

-"Rey de Salem". Según algunos, Salem es lo mismo que Jerusalén; mas San Jerónimo es de parecer contrario, pues por el sitio -como él dice- no era posible le saliese al encuentro yendo de Jerusalén. Otros, que este Salem es aquel Salim de que habla San Juan, júnto al cual bautizaba el Bautista,' y que en tiempo de San Jerónimo todavía estaban en pie sus murallas.

-"Sacerdote del Dios Altísimo", pues según la costumbre antigua el primogénito era sacerdote; pero también es cierto que en tiempo de Abraham había cobrado ya mucha fuerza el culto de los ídolos. Por tanto, para que no creyesen que era sacerdote de los ídolos, se le agrega "del Dios Altísimo", esto es, Dios por esencia, no por participación o nombramiento, ya que Dios es el creador de todos los que se dicen dioses, o por participación o por error (Ps 94; Is 61).

Descríbele, en tercer lugar, por el oficio que desempeña: "el que salió al encuentro a Abraham"; ya que el sacerdote es intermediario entre Dios y el pueblo, a quien debe darle lo espiritual y recibir del mismo lo temporal (1Co 9). Así que debe:

primero: alentar con buenos consejos. Dícese en Génesis 14 que 4 reyes vencieron a 5 y lleváronse cautivo a Lot, sobrino de Abraham. Estos 4 reyes son 4 vicios principales, opuestos a las 4 virtudes cardinales, que, luego de vencidos los 5 sentidos corporales, mantienen cautivo al afecto, sobrino de la razón; que al que vence, y pone en libertad al afecto, ha de alentarlo el sacerdote. "Salid al encuentro, llevad agua al sediento" (Is 21; 35);

segundo, confortar con la administración de los sacramentos y bendiciendo. De ahí que "lo bendijo"; "os bendecimos en el nombre del Señor"; y esto se hace administrando los sacramentos, con los que el hombre queda confortado por medio de la gracia (Nm. 6); porque Dios bendice con su autoridad, pero el sacerdote con el ministerio. Y dio, esto es, repartió, como era debido, los diezmos, para la sustentación del sacerdote. Mas, por el contrario, pues, como parece por Números 18, el pago de los diezmos su origen tiene en la ley; no existía, por tanto, antes de la ley.

Respondo que las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento son ciertas determinaciones de los preceptos del derecho natural y de los preceptos morales. Por consiguiente, cuanto a lo que tenían de derecho natural los guardaban sus observantes por cortesía y sin que les obligase ningún precepto; ya que es natural y debido que a Dios se ie ofrezca algo en reconocimiento de su creación y dominio; mas que la ofrenda haya de ser precisamente de un cabrito o novillo, eso ya no es natural, sino ceremonial. Lo mismo es de derecho natura! que los ministros que sirven a Dios sean sustentados por el pueblo; pues, como parece por Génesis 47, esto lo observaban hasta los gentiles. De ahí que los sacerdotes no se viesen obligados a vender sus posesiones, ya que el sustento se lo daban de los graneros públicos; por tanto, antes de la ley; mas la determinación de esta parte viene de la ley. "Todos los diezmos son del Señor" (Lv. 27,30); en señal de lo cual Jacob, antes de la ley, en el lugar en donde después se edificó el templo, hizo voto de pagar los diezmos. Y esto especialmente, porque el culto de Dios propiamente a esto se encamina: a significar que lo que el hombre tiene de Dios lo ha recibido, de quien espera asimismo toda su perfección, cifrada en el número 10, que se forma de sus partes alícuotas, porque de 1,2,3,4, sumados salen 10. Es también el denario la meta de los números, ya que todos los otros no son sino una repetición y adición al dicho número; todos, pues, son imperfectos mientras no lleguen a él. Lo mismo de Dios dimana toda perfección. Así que el haber dado los diezmos fue para significar que Dios daba la mano a toda perfección.

Al decir luego: "en primer lugar", muestra la semejanza entre Cristo y Melquisedec, semejanza que mira a la condición de la persona y al sacerdocio; asimismo, a lo que la Escritura calla: "sin padre", y a lo que de él dice: "en primer lugar", el nombre, es a saber, Melquisedec, "que se interpreta rey de justicia", y significa a Cristo, que fue rey (Jr 23); ni sólo se dice justo, sino también rey de justicia, el cual fue constituido por Dios para nosotros por sabiduría y por justicia (1Co 1,30).

Lo otro que se dice de él es su condición: "Rey de Salem", que significa rey de la paz, que a Cristo le acomoda muy bien, ya que El es nuestra paz (Ep 2; Salmo 71). Y en esto nos enseña el Apóstol a valemos, en la predicación, de la interpretación de los nombres; y bien acompaña a la justicia con la paz, que no es posible la haga quien no guarda la justicia (Is 32). En este mundo se gobierna con justicia, pero en el otro en paz (Is 32).

Muestra luego la semejanza en lo tocante a lo que no se dice de él mismo, al decir: "sin padre", ya que en la

Escritura no se hace mención ni de su padre, ni de su madre, ni de su genealogía; de donde tomaron pie algunos para afirmar erróneamente que -puesto que solo Dios no tiene principio ni fin- este Melquisedec era el Hijo de Dios; proposición que fue condenada como herética. Donde es de saber que en el Antiguo Testamento, siempre que se hace mención de una persona de cuenta, dase razón de su padre, de su madre, del día de su nacimiento y de su muerte, como de 1saac y de muchos otros; aquí, en cambio, de golpe y porrazo me introducen a Melquisedec, sin haber hecho para nada mención de su familia o de lo a ella concerniente. Mas no sin su cuenta y razón; ya que al decir "sin padre", alúdese al nacimiento virginal de Cristo, que fue sin padre (Mt 1); y lo que es propio de Dios no ha de atribuirse a la criatura, como ser padre de Cristo, pertenencia exclusiva de Dios Padre. Luego, al nacer quien era figura suya, no debió hacerse mención de su padre carnal.

Lo mismo, cuanto a la generación eterna, dice: "sin madre"; para que no creas que esta generación es material, como la de la madre que de sus entrañas da parte a su hijo, sino espiritual, como el esplendor que procede del sol (He 1). Asimismo, en la generación de la madre y del padre, no todo comunícalo el padre, mas la materia la suministra la madre. Así pues, si no se hace mención de la madre, es para descartar de Cristo toda imperfección y para dar a entender que todo lo que tiene le viene del Padre. De ahí el verso: Dios es sin madre, y el hombre sin padre. "Antes del lucero te engendré", es a saber, Yo solo, sin genealogía (Ps 109,3).

Y por dos causas no se pone su genealogía en la Escritura: una, para darnos a entender que la generación de Cristo es inefable (Is 53); otra, para indicar que Cristo, que es presentado como sacerdote, no pertenece a la estirpe levítica ni a la genealogía del Antiguo Testamento; que tal es la intención del Apóstol. Por eso añade: "sin ser conocido el principio de sus días ni el fin de su vida". Lo cual dice, no porque Cristo no haya nacido o muerto en el tiempo, mas por su eterna generación, por la cual nació sin principio ninguno temporal. De ahí lo de San Juan: "en el principio era el Verbo", esto es, según explica San Basilio, antes de todo tiempo, o de todos los días, ya que por El fue hecho el mundo, con el cual empezaron los días.

Asimismo, ni el fin de su vida; lo cual es cierto por lo que hace a la divinidad, que es eterna. También, cuanto a la humanidad, su vida no tiene ya fin, porque Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere (Rm 6); "Jesucristo el mismo que ayer es hoy, y lo será por los siglos de los siglos" (He 13,8).

Finalmente, al decir: "sino que siendo por todo esto imagen del Hijo de Dios...", muestra la semejanza en lo que mira al sacerdocio. Suele decirse que lo posterior se asemeja a lo anterior, y no al contrario; por eso, para que no vaya a creerse que el sacerdocio de Cristo es posterior al de Melquisedec, lo precave el Apóstol, porque, aunque Cristo, en cuanto hombre, haya nacido después de él y en el tiempo, en cuanto Dios e Hijo de Dios, es eterno y desde toda la eternidad. Por cuya razón Melquisedec "aseméjase, por todo lo dicho, al Hijo de Dios", y esto en cuanto "permanece sacerdote para siempre", que puede explicarse de dos maneras: de una, porque no se hace mención del fin de su sacerdocio ni de su sucesor (Os. 12); de otra, porque lo figurado por él, es a saber, el sacerdocio de Cristo, es eterno. De ahí que en la Escritura muy a menudo se repita: rito perpetuo, culto perpetuo (Lv. 24; Ex. 27), porque era perpetuo lo que éste figuraba; y de aquí toma pie el Apóstol para continuar con lo que sigue.


(He 7,4-10)

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Lección 2: Hebreos 7,4-10

Pénese por encima del levítico el sacerdocio de Melquisedec, que, por ser figura de Cristo, por eso mismo, su sacerdocio demuéstrase llevarle al levítico reconocida ventaja.

4 Contemplad ahora cuan grande sea éste, a quien el mismo patriarca Abraham dio los diezmos de los mejores despojos.
5 Aquellos de la tribu de Leví que son elevados al sacerdocio tienen por la Ley orden o derecho de cobrar los diezmos del pueblo, esto es, de sus hermanos; aunque también estos mismos vengan como ellos de la sangre de Abraham.
6 Pero aquel cuyo linaje no se cuenta entre ellos recibió' los diezmos de Abraham y dio la bendición al que tenía recibidas las promesas.
7 Y no cabe duda alguna en que quien es menor recibe la bendición del mayor.
8 No menos cierto es que aquí, entre los levitas, los que cobran los diezmos son hombres que mueren, cuando allá se asegura o representa como que vive aún.
9 Y (por decirlo así) aun Leví, que recibe los diezmos de nosotros, pagó diezmo en la persona de Abraham,
10 pues que todavía estaba en Ábraham, su abuelo, como la planta se contiene en la simiente, cuando Melquisedec vino al encuentro de este patriarca.

Arriba mostró el Apóstol en qué forma fue Melquisedec imagen del Hijo de Dios; ahora muestra la preeminencia de su sacerdocio respecto del sacerdocio levítico; acerca de lo cual, después de despertar la atención, indica lo que pretende. Y despierta su interés, pues iba a hablar de cosas de máximo peso y consideración (Pr. 8). Por eso dice: "parad mientes", esto es, considerad con mucha atención cuan grande, es a saber, de qué dignidad tan alta "sea éste, a quien el mismo patriarca Abraham dio los diezmos de los mejores despolos" (Mal. 1). Y dícese Abraham patriarca, esto es, el que hace entre los padres cabeza, no porque no hubiese tenido padre, mas porque a él se le hizo la promesa de la paternidad de las gentes (Gn. 17; Eccli. 44; Rm 4).

-"Y por cierto de los hijos..." Muestra, al decir esto, la preeminencia del sacerdocio de Melquisedec respecto del levítico, a cuyo propósito ¡ndica primero lo que pretende, para de ahí concluir su intento, es a saber, que el sacerdocio de Cristo aventaja al levítico.

En otra subdivisión, luego de indicar lo que intenta, sale al encuentro a cierta dificultad. La preeminencia la hace ver en el uso que hizo y en la condición de su sacerdocio, al que, como arriba se dijo, pertenecen dos cosas, es a saber, recibir y bendecir. Así que la excelencia de ese sacerdocio la demuestra en la percepción de los diezmos y en la bendición a Abraham. Aún todavía, cuanto a lo primero, indica de qué cosas hay derecho de percibir los diezmos y cómo esto lo hacía Melquisedec con mayor ventaja.

Dice pues: "aquellos de la tribu de Leví que son elevados al sacerdocio", con lo cual da a entender a quiénes toca percibir los diezmos, es a saber, a los sacerdotes. Es de saber que los levitas estaban dedicados al culto, pero de entre ellos sólo los de la familia de Aarón eran sacerdotes (Ex. 28), y, porque por medio de Aarón eran de la tribu de Leví, percibían los diezmos.

Pero, si según esto, sólo los sacerdotes percibían los diezmos, luego lo que dicen los Números 18: "di a los hijos de Leví todos los diezmos de 1srael", es falso. Respondo: si los percibían los Levitas, era por estar al servicio de los sacerdotes; de suerte que si se los daban, no era por su respeto, mas por consideración a los sacerdotes; y aun estos diezmos se ios daban diezmados: de modo que sólo los sacerdotes los percibían y no los pagaban.

Muestra, en segundo lugar, con qué derecho los percibían: por mandato de la ley: "tienen por la ley orden o derecho de cobrar los diezmos del pueblo". Mas, por el contrario, si éste es mandato de la ley, siendo ahora pecado guardarlos, parece ilícito ahora dar o recibir los diezmos. Respondo: en la ley hubo mandamientos puramente ceremoniales, como la circuncisión, la inmolación de los corderos y cosas por el estilo, que, por ser sólo figuras de lo que vendría después, ya no es lícito ahora guardarlas; de suerte que quien ahora las guardase daría a entender que Cristo aún estaba por venir. Otros preceptos eran puramente morales, como los de los diezmos, y éstos hay que guardarlos también ahora. De donde se sigue que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento vale esta ley; "pues el que trabaja merece su recompensa" (Lc X,7). Mas la determinación de tal porción corresponde ahora a la 1glesia, así como en el Antiguo Testamento correspondía a la Ley. En cambio, otros preceptos, como los judiciales, fueron parte ceremoniales y parte morales, y, según eso, no es lícito guardarlos en lo que tienen de ceremoniales, pero sí en lo que tienen de morales, aunque no precisamente en su propia forma.

Otra objeción: porque si estuviese mandado, y todavía lo está, luego peca el que no los recibe, y pecan los que los pagan cuando no se les recibe. Respondo: dicen algunos que no es lícito renunciar al derecho de cobrar los diezmos, pero sí al uso, por el escándalo, y esto a ejemplo del Apóstol, que de algunas personas no recibía subsidios; y en este sentido dicen estaba mandado no renunciar a su derecho. Mas con mejor acuerdo puede decirse que no ha de entenderse les estuviese mandado cobrarlos, sino que tal mandamiento se introdujo en favor suyo, de modo que pudiesen cobrarlos y los otros se viesen obligados a pagarlos.

Muestra, en tercer lugar, de quiénes los cobraban: "del pueblo, esto es, de sus hermanos, aunque también estos mismos vengan como ellos de la sangre de Abraham"; pues, porque alguno pudiera decir que así como Melquidesec recibió los diezmos de Abraham, del mismo modo los Levitas de sus hijos; luego aquel sacerdocio no ¡leva ventaja a éste; previendo esta dificultad, la da de mano diciendo que los mismos Levitas eran de la sangre de Abraham y, por consiguiente, inferiores a quien pagaron los diezmos, esto es, a Abraham.

Al decir luego: "per(c) aquel cuyo linaje...", indica que, por no ser del linaje de Abraham, tanto con mejor título convenía que Meiquisedec recibiese los diezmos; de ahí que "no se cuente entre eüos, es a saber, los Levitas, como uno de la familia". Asimismo les era lícito cobrar los diezmos por mandato de la ley; de suerte que su sacerdocio estaba sujeto a las observancias legales, pero el otro, no por mandato de ninguna ley, mas por sí mismo "recibió los diezmos"; por cuya razón su sacerdocio ere figura del sacerdocio de Cristo, que no estaba sujeto a la ley. Asimismo aquéllos recibían los diezmos de la ínfima plebe, es a saber, de los hermanos; mas éste del que estaba sobre todos ellos: Abraham.

-"Pero aquél cuyo linaje no se cuenta entre ellos..." Da a entender su excelencia de parte de la bendición, porque Meiquisedec bendijo a Abraham (Gn. 14). Es así que mayor es que el bendecido el que le bendice. Luego. .. Por eso dice que Meiquisedec en persona bendijo a Abraham "que tenía recibidas las promesas". Pero, al contrario, más abajo se dice que "todos éstos vinieron a morir sin haber recibido los bienes que se les habían prometido" (He XI). Respondo que Abraham no recibió la promesa, esto es, la cosa prometida, porque no la consiguió; la tuvo, con todo, en la -fe y en la esperanza, y a él de modo especial se le hizo la promesa.

-"Y no cabe duda alguna en que quien es menor recibe la bendición del mayor". Pone la mayor de su razonamiento; pero aquí se ofrecen 3 objeciones: primera, sobre aquello de que el menor es bendecido por el mayor, de donde toman pie los pobres de Lyon para decir que todo justo es mayor que un pecador, y así un justo laico no es bendecido por un mal sacerdote, sino al contrario. De donde concluyen éstos que todo justo es sacerdote y que ningún pecador lo es.

Respondo que éste es un error muy pernicioso, porque si para la administración de un sacramento, en que va de por medio la salvación, se necesitase que el sacerdote fuese bueno, seguiríase que nadie estaría cierto de su salvación, ni sabría que lo bautizaron debidamente, ya que no puede constarle si el sacerdote es justo. Nadie tampoco pudiera ser ministro, ya que a nadie le consta digno de amor o de odio. Por tanto, hemos de

si e decir que de dos modos puede alguno obrar: o con autoridad propia o con ajena. Si con propia, requiérese entonces que sea justo; pero el sacerdote no es sino ministro; de donde lo que hace no lo hace sino en virtud, de otro (Cristo) (1Co 4). Por tanto, sea bueno, sea malo, su propia condición no hace nociva su acción, porque el que en él bendice es Cristo; y así, sin contradicción, el que da la bendición es de mejor condición.

La segunda objeción es que, siendo Jesucristo superior a cualquier sacerdote, ¿cómo puede éste consagrar el cuerpo de Cristo? Respondo: el sacerdote bendice ia materia, mas no el cuerpo de Cristo. Tampoco obra con autoridad propia, sino con la autoridad de Cristo, que, en cuanto Dios, es superior a su cuerpo.

La tercera, que no parece verdadera la proposición de que al menor bendiga siempre el mayor, ya que al Papa lo consagra el Obispo, y al Arzobispo el sufragáneo, menores, como se ve. Respondo: ni el Obispo consagra al Papa, ni los sufragáneos al Arzobispo, sino a este hombre para que sea Papa o Arzobispo. Asimismo esto lo hace un ministro de Dios, que es mayor que el

-"No menos cierto es que aquí los que cobran los diezmos son hombres que mueren, cuando allá se asegura que vive aún". Muestra la preeminencia del sacerdocio, por parte del sacerdote, haciendo hincapié en su condición, y hace este razonamiento: de excelente condición es lo inmune a corrupción; pero en el sacerdocio levítico "hombres que mueren", esto es, que se suceden por la muerte, son los que cobran los diezmos; en cambio ahí, es a saber, en el sacerdocio de Melquisedec, asegura la Escritura que vive aún, esto es, no hace mención de su muerte; no porque no hubiese muerto, mas para dar a entender que su sacerdocio permanece para siempre, puesto que Cristo resucitado de entre los muertos no muere ya otra vez (Rm 6,9; Ap. 1).

Por consiguiente, al decir: "y por decirlo así, aun Leví pagó diezmo...", responde a cierta objeción; pues pudiera decirse: verdad es que Melquisedec es mayor que Abraham, que le pagó los diezmos; pero Leví es mayor que Melquisedec; por cuya razón dice el Apóstol que esto no tiene valor, porque "por así decirlo, por la persona de Abraham, esto es, mediante Abraham, aun Leví pagó diezmo, se entiende, al que lo recibió, es a saber, a Melquidesec. Y así, todavía es mayor que Leví.

Pero, al contrario, si el padre de un obispo paga el diezmo, no por eso el obispo es inferior al que lo cobra. Luego de modo parecido en el caso propuesto. Respondo: no es lo mismo, porque toda la dignidad de aquel linaje, aun tratándose de los sacerdotes, provenía de Abraham; no así en el obispo, porque toda su dignidad no proviene de su padre, sino de Cristo.

Al decir luego: "pues que todavía estaba en Abraham su abuelo..." manifiesta lo que había dicho y dice que "Leví todavía estaba en Abraham su abuelo, cuando pagó los diezmos a Melquísedec", y así, habiéndolos pagado Abraham, los pagó también Leví.

Pero, al contrario, porque, en tal caso, también Cristo estaba en Abraham, como Leví (Mt 1); por tanto, si la superioridad de Melquisedec estriba en que Leví le pagó el diezmo, no se ve por qué Cristo no hubiera de hacer lo propio, y en este supuesto todavía Melquisedec sería superior a Cristo. Dígase lo mismo del pecado original; porque, como se dice en Rm 5: "en quien todos pecaron", esto es, en Adán. Y así parece que Cristo, que del mismo modo estuvo en él como nosotros, contrajo el mismo pecado original.

Respondo: todo esto se entiende de los que estuvieron en Abraham o en Adán, según la substancia corporal y la razón seminal, modo como Cristo no estuvo ahí, sino sólo según la substancia corporal; ya que, en en lo tocante al cuerpo, Cristo fue concebido de una materia purísima y santísima de las entrañas de ía Bienaventurada Virgen María, como está declarado en la Tercera Parte de las Sentencias,3- distinción.


26
(
He 7,12-19)

Lección 3: Hebreops 7,12-19

Concluyese que el sacerdocio de Cristo es más excelente que el de Melquisedec y, por consiguiente, que el levítico.

11 Y si la perfección se daba por el sacerdocio levítico (ya que en tiempo del mismo recibió el pueblo la Ley), ¿qué necesidad hubo después de que se levantase otro sacerdote nombrado según el orden de Melquisedec, y no según el de Aarón?
12 Porque mudado el sacerdocio, es forzoso que también se mude la Ley.
13 Y el hecho es que aquél de quien fueron predichas estas cosas es de una tribu de la cual ninguno sirvió al altar.
14 siendo como es notorio que Nuestro Señor nació de la tribu de Judá, a la cual jamás atribuyó Moisés el sacerdocio.
15 Y aun esto se manifiesta más claro; supuesto que sale a luz otro sacerdote a semejanza de Melquisedec,
16 establecido, no por ley de sucesión carnal como el de Aarón, sino por el poder de su vida inmortal;
17 como lo declara la Escritura diciendo: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.
18 Queda, pues, mudado el sacerdocio, y, por tanto, abrogada la Ley u ordenación antecedente, a causa de su inutilidad e insuficiencia;
19 pues que la Ley no condujo ninguna cosa a perfección, sino que lo que conduce a ella es una esperanza mejor, sustituida en su lugar, por la cual nos acercamos a Dios.

Dejó probada el Apóstol la preeminencia del sacerdocio de Melquisedec respecto del levítico; ahora saca por conclusión, fundado en tal parangón, la excelencia y ventaja que le hace al levítico el sacerdocio de Cristo; porque, así como se dijo, al principio de este capítulo, con 3 argumentos, tomados de la autoridad del Salmo 109, demuestra el Apóstol su propósito:

primero, por aquello: "según el orden de Meiquisedec". Así que, habiendo demostrado la preeminencia de Melquisedec sobre Leví, apoyado en ella, demuestra ahora la preeminencia del sacerdocio de Cristo, según el orden de Melquisedec, respecto del levítico. De aquí el hincapié que hace en esta palabra: según el orden; y hace dos razonamientos, uno de los cuales saca como conclusión que (r)| sacerdocio de Cristo se aventaja al levítico; el segundo, aún más, pónelo fuera de combate (a causa de su inutilidad e insuficiencia).

En el primer razonamiento, que es condicional, pone dos antecedentes y, por tanto, dos consecuentes. Y el razonamiento es éste: si el sacerdocio levítico, a cuyo cargo corría la administración de la Ley, hubiese sido perfecto, ¿qué necesidad había de instituir otro sacerdocio, según otro orden, a cuya cuenta corriese la administración de otra ley, así como a cuenta del levítico la antigua Ley? Pero es el caso que, en lugar suyo, levántase otro sacerdote, según otro orden, es a saber, el de Melquisedec. Luego aquel otro era imperfecto. Y como se levanta otro sacerdocio, fuerza es también que se levante otra ley. Es claro que en este razonamiento hay dos antecedentes: uno tocante al sacerdocio, otro concerniente a la ley.

Dice, pues, cuanto al primer antecedente, que "si la perfección se daba por el sacerdocio levítico". Cuanto al segundo, que si a cuenta del sacerdocio corría la administración de la Ley, lo que demuestra, ya que en tiempo del mismo, esto es, teniendo en sus manos la administración, recibió el pueblo la ley, no porque el sacerdocio fuese anterior a la Ley, sino más bien al contrario. De ahí que ponga el segundo antecedente, al decir: "ya que en tiempo del mismo..." (Mal. 2). Y hace mención especial del sacerdocio, para de ahí pasar a la Ley que corría a cargo suyo; pues -como dice la Glosa- sacerdote sin testamento, sin ley y preceptos, no puede concebirse. Mas no daba su consumación al sacerdocio, esto es, su perfección, que toda le venía de la Ley que administraba, Ley que -como ya se dirá- "no dio un fruto maduro y perfecto", pues ni siquiera llegó a la perfección que pedía la justicia (Mt 5). Tampoco daba la consumación de la patria, pues no introducía en la vida eterna, en señal de lo cual ni su mismo legislador pudo entrar en la tierra de promisión (Dt. 34); pero estas perfecciones las tenemos en Cristo (Is X; Rm 6). Estos son los antecedentes.

Pone los consecuentes, al decir: "¿qué necesidad hubo. ..?" Y esto cuanto a lo primero; como si dijese: si aquel sacerdocio hubiese tenido todos los ápices de la perfección, "¿qué necesidad hubo de que se levantase otro?", esto es, no hubiese dicho: según el orden de Melquisedec, sino según el orden de Aarón, que, puesto que no lo dijo, luego era imperfecto. Este es todo el primer razonamiento, por el cual se ve que el sacerdocio de Cristo aventaja al levítico.

El segundo, aún más, prueba que hasta lo pone fuera de combate, porque lo perfecto desaloja del puesto lo imperfecto (1Co 13). Luego el sacerdocio de Cristo hace inútil el de Leví, y es éste el primer consecuente. Ei segundo, que aun la ley misma, que corría a su cargo tórnase sin qué ni para qué, lo cual expresa al decir que "mudado el sacerdocio, es forzoso que también se mude ia ley", puesto que a cuenta de los sacerdotes corría la guarda de la ley; luego, mudado el sacerdocio, fuerza era que también se mudase la ley.

Y la razón es porque, mudado el fin, es necesario se mude lo que se ordena al fin; así como el que muda su propósito de viajar por agua muda su intento de buscar navio. Ahora bien, la institución de toda ley tiene por fin, a tenor de un régimen, el trato y conversación entre los hombres. De donde, en sentir del Filósofo, mudado el trato, es menester mudar la ley. Mas, así como la ley humana ordénase a un régimen humano, así la espiritual y divina a un régimen divino, cuya designación corre a cuenta del sacerdocio. Mudado, pues, el sacerdocio, es necesario que la ley pase con él. Y habla en términos muy significativos, pues no dice: mudado el sacerdote, ya que la ley no atiende o repara en su persona. De ahí que, muerto él, no se mude la ley, a no ser que hubiese sido introducida por consideración a su persona; mas, mudado el sacerdocio, múdase todo el modo y orden de gobierno. A esto alude Jeremías: "estableceré con la casa de 1srael y la casa de Judá una alianza nueva, no como la que hice con vuestros padres", y la Carta a los Romanos: "la ley del espíritu de vida, que está en Cristo Jesús, me ha libertado de la ley del pecado y de la muerte" (8,2); que así se llama la ley antigua, por la ocasión que se ofrecía, es a saber, porque no confería la gracia "ex opere operato", por virtud de la obra misma, como los sacramentos de la nueva ley.

Pero opone aquí el Maniqueo: si la ley antigua la dio la Divina Providencia, siendo ella inmutable, inmutable tendría que ser también la misma ley y, por consiguiente, no debió mudarse. Así que, habiendo sido mudada, luego no la dio la Divina Providencia. Respondo: -según dice San Agustín contra Fausto- al modo que un sabio dispensador, con una misma disposición y providencia, da unos y otros preceptos, conforme a los diferentes tiempos y personas, porque unos son buenos para el invierno, otros para el verano, aquéllos para los niños, estotros para los viejos, para los perfectos así, para los imperfectos asá, y con todo es la misma providencia; de la misma manera, sin mudarse un ápice la Divina Providencia, mudóse la ley por la mudanza de los tiempos, porque, antes de venir Jesucristo, debieron darse preceptos que lo representasen venidero; mas, después de venido, que lo significasen ya llegado.

Diéronseles asimismo preceptos como a niños, mas en el Nuevo Testamento como a varones ya maduros. De ahí que a ia Ley se le llame pedagogo o ayo, que es propio de niños; de donde si algo suena a perpetuidad, esto es por razón de lo figurado. Otrosí, dice la Glosa que esta traslación del sacerdocio fue figurada en 1 Reyes, c. 2, cuando pasó de Helí a Samuel, que no fue de la tribu de Leví.

Mas contra esto está que Samuel no fue sacerdote; más bien digamos que figura de esto fue la traslación del sacerdocio de Abiatar a Sadoc, que también era Levita; y de Samuel hay que decir que, aunque no fuese sacerdote, desempeñó alguna función sacerdotal, como ofrecer sacrificio y ungir reyes, esto es, a Saúl y a David; y cuanto a este punto transfiriósele el sacerdocio. Así se dice en el Salmo 98: "Moisés y Aarón están entre sus sacerdotes, y Samuel entre los que invocaban su nombre". Asimismo, contra lo que dice la Glosa: que no era de la tribu de Leví; porque su padre Elcana cuéntase entre los hijos de Leví.

Respondo: hay que decir que Samuel fue un entreverado, de la tribu de Judá por parte de madre, y por parte de padre de la tribu de Leví, aunque no de la línea de Aarón; cuanto al lugar, del monte de Efraín; porque, aunque las 1 1 tribus tenían acotadas por límites-sus provincias, no así la tribu de Leví, que entre las mismas recibió su posesión y habitaba en el monte de-Efraín.

-"Y el hecho es que aquel de quien fueron predichas tales cosas es de una tribu de la cual ninguno sirvió a¡» altar". Pone en claro lo que dijo y lo explica, a saber, que el sacerdocio pasó de uno a otro. Dice, pues: ya está-dicho que se mudó el sacerdocio; porque aquel a quien le di¡o el profeta: "Tú eres sacerdote", es de otra tribu que la de Leví, es a saber, de la de Judá, como consta por San Mateo 1, "de la cual ninguno sirvió al altar".

Mas, por el contrario, el rey Ozías entró al templo para poner el incienso (II Cr. 26). Respondo: lícitamente nadie sirvió al altar, o sin recibir su merecido; ya que el mismo Ozías fue gravemente castigado con plaga delepra, de que enfermó y murió.

Pero, si haciendo fuerza en la palabra ninguno, objetas que la Bienaventurada Virgen María fue de la tribu y estirpe de Aarón, por haber sido prima de Santa 1sabel, que se cuenta entre las hijas de Aarón (Lc 1), respondo que de las familias las más ilustres eran la real y la sacerdotal; de ahí que a menudo se uniesen en matrimonio, como se ve en el primer sumo sacerdote, que tomó por esposa a la hija de Aminadab, hermana de Naasón, caudillo de la tribu de Judá; como también Joyada sacerdote tomó por mujer a Josabet, hija del rey Jorán. De donde pudo suceder que de alguna manera 1sabel fuese de la tribu de Judá.

A continuación explica lo que dijo, que "es cosa notoria que Nuestro Señor nació de la tribu de Judá (Mt 1; Ap. 5), "a la cual jamás atribuyó Moisés el sacerdocio", pues era prescripción de la ley que para el ministerio del tabernáculo ningún otro fuese designado sino sólo de la tribu de Leví; de ahí que Moisés, en lo tocante al sacerdocio, no dijese palabra de la tribu de Judá.

-"Y aun esto se manifiesta más claro". Puesto que arriba puso un razonamiento para probar que el sacerdocio de Cristo aventaja al de Leví, y aun lo hace polvo; para remachar el clavo, pone aquí otro con que muestra el porqué de su ineficacia y traslación, y se vale de una condicional, en la que pone dos antecedentes y dos consecuentes.

Nueva demostración. Cuanto a lo primero pone aquellos antecedentes y manifiesta lo que dijo allí: "como lo declara la Escritura"; y el razonamiento es éste: si se levanta un nuevo sacerdote, esto por cierto no será en virtud de esa ley de mandatos carnales, sino en virtud de la ley ¡nsoluble de la vida eterna. Y la razón es porque el primero fue conforme a aquella ley; menester es, por tanto, que el reciente, si es que se levanta otro nuevo, sea conforme a otra ley.

Mas habrá que decir que se levanta otro nuevo. Así pues, la mayor tiene dos antecedentes, uno de los cuales pertenece al Antiguo Testamento, es a saber, que es mandamiento carnal, porque tenía ciertas observancias-carnales, como la circuncisión y las purificaciones carnales. Asimismo, porque amenazaba con penas y prometía premios carnales: "como queráis y me escuchéis, seréis alimentados de los frutos de vuestra tierra" (Is 1; He. 1X). Este antecedente es el que pone al decir: "y aun esto se manifiesta más claro". Y es cosa clara que pertenece al Nuevo Testamento, que no entiende en cosas carnales, sino consiste en espirituales; pues la vida perpetua la engendra en nosotros una virtud espiritual; y esto porque prométense en el mismo (N. T.) bienes y penas perpetuas (Mt 25). Asimismo no consiste en observancias carnales sino en espirituales (Jn 6). Y dice que ha sido "establecido, no por ley de sucesión carnal, sino por el poder de su vida inmortal".

Por consiguiente, al decir: "como lo declara la Escritura", manifiesta lo que había dicho y hace hincapié en lo que dice: "para siempre", porque, si el sacerdocio es eterno, claro es que dice perpetuidad.

-"Queda, pues, abrogada la ley u ordenación antecedente". Pone, al decir esto, dos consecuentes, el primero acerca de la invalidación del Antiguo Testamento; el segundo, acerca de la institución del Nuevo. Si el Antiguo Testamento estuvo sujeto a una ley u ordenación carnal, y se introduce otro, luego el primero se muda; y esto es lo que quiere decir, que queda abrogada la ley u ordenación antecedente. Pero, al contrario, no se reprueba sino lo malo (Is XI); y esa ordenación no es mala (Rm 7).

Respondo: ciertamente no era mala en sí, mas no respondía a las exigencias del tiempo; que el nuevo sacerdocio no ha de guardar las observancias del antiguo (Ps 39). Por eso se dice que aquél se reprueba o abroga, y esto a causa de su inutilidad e insuficiencia; e inútil es aquello que no puede conseguir su efecto; y el propio efecto de la ley y del sacerdocio es justificar; cosa que no pudo hacer la ley; "pues ¡o que era imposible que la Ley hiciese, estando como estaba debilitada por la carne..." (Rm 8,3; Ga 4).

Asimismo, es inútil lo que no sirve para conseguir el fin, como la ley, que no llevaba al hombre a la bienaventuranza, que es el fin del hombre, mas, como disposición para la fe, fue útil en su tiempo (He XI). Muestra a continuación de dónde le viene esa inutilidad e insuficiencia, al decir que "la ley ninguna cosa condujo a perfección", ni en materia de justicia, ni en lo que mira a la patria; de donde no era perfecta, pero lo fue por Cristo.

Por tanto, al decir: "sino que lo que conduce ...", pone el segundo consecuente del segundo antecedente, diciendo: "sino que lo que conduce a elia es una esperanza mejor, sustituida en su lugar (por medio de un nuevo sacerdote), por la cual nos acercamos a Dios"; porque, si un nuevo sacerdote se levanta -éste es el antecedente- es por el poder de su vida inmortal; la introducción de una mejor esperanza... es el consecuente. "Nos ha regenerado con una viva esperanza, mediante la resurrección de Jesucristo" (I P. 1). Asimismo, por Jesucristo nos acercamos a Dios, así como por el pecado nos apartamos de El. "Vuestras iniquidades han puesto un muro de separación entre vosotros y vuestro Dios; y vuestros pecados le han hecho volver su rostro de vosotros para no escucharos" (Is 59,2). Quien quita ese muro de separación y hace que nos acerquemos a Dios es ese nuevo sacerdote, es a saber, Cristo, que quita los pecados del mundo (1Jn 1).


Aquino - A LOS HEBREOS 24