Aquino: Efesios 13

13
(
Ep 2,11-13)

Lección 4: Efesios 2,11-13


Para que los Efesios den en la cuenta de que todo lo han recibido gratuitamente de manos de Dios, tráeles a la memoria qué tales eran en el estado antecedente al de la gracia.

11. Así pues, acordaos que en otro tiempo vosotros, que erais gentiles de origen y llamados incircuncisos por los que se llaman circuncidados a causa de la circuncisión hecha en su carne, por mano de hombre,
12. acordaos, digo, que vosotros no teníais entonces parte alguna con Jesucristo, estabais enteramente separados de la sociedad de Israel, extranjeros por lo tocante a las alianzas, sin esperanza de la promesa, y sin Dios en este mundo.
13. Mas ahora que creéis en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais alejados de Dios, os habéis puesto cerca por la sangre de Jesucristo.

Después de haberse detenido en ponderar el beneficio hecho por Dios a los Gentiles en librarlos del pecado, ocúpase ahora el Apóstol en relatar el beneficio de haberlos sacado del estado de la Gentilidad. Refréscales primero la memoria de su condición en el estado pretérito y contrapóneles luego los beneficios que han recibido en el presente estado. Cuanto a lo primero, después de una exhortación, declárales la condición de su estado pretérito. Dice pues: "por lo cual", es a saber, para que podáis caer en la cuenta de que todo nos lo ha dado Dios de su bella gracia, "acordaos" (Dt 9,16) "que en otro tiempo": les trae a la memoria la condición de su anterior estado: a) cuanto a los males que tenían; b) cuanto a los bienes de que se veían privados. Los males eran tres: 1) el crimen de la gentilidad, por la que daban culto a los ídolos: "vosotros, que erais gentiles de origen" (1Co 12); 2) su vida carnal: "in carne", esto es, viviendo al fuero de la carne, por la que no podían agradar a Dios (Rm 8); 3) el vilipendio y desprecio con que los traían debajo de los pies los Judíos: "llamados prepucio", esto es, incircuncisión, "por aquella1 a saber, circuncisión, "hecha en la carne por mano de hombre", esto es, por los Judíos circuncidados por tal circuncisión. Y dice "por mano de hombre", para distinguirla de la circuncisión espiritual, de la cual se dice en Col 2,11: "en el cual fuisteis vosotros también circuncidados con circuncisión no carnal o hecha por mano que cercena la carne del cuerpo, sino con la circuncisión de Cristo; siendo sepultados con El por el bautismo"; y poco después: "en efecto, cuando estabais muertos por vuestros pecados, y por la incircuncisión de vuestra carne, entonces os hizo revivir con El, perdonándoos todos los pecados".

A continuación, los bienes de que se veían privados: "vosotros que no teníais entonces parte alguna con Jesucristo"; y 19 de participar en los sacramentos; 2 del conocimiento de Dios: "sin Dios en este mundo". Los sacramentos, de cuya participación se veían privados, eran tres: 1) la dignidad de Cristo; de donde dice: "vosotros que no teníais entonces parte alguna con Jesucristo", esto es, sin la promesa de Cristo que se hizo a los Judíos (Jr 23 Za 9); 2) la compañía de los santos, de que se veían privados mientras permanecían en la gentilidad, Dice: "separados de la sociedad* de Israel", ya que a los Judíos no les era lícito tratar con los Gentiles (Dt 7), como dice San Juan que Samaritanos y Judíos no se llevan entre sí; 3) cuanto a los que eran recibidos en el Judaísmo, al hacerse prosélitos, se les trataba con desprecio. Por eso añade: "extranjeros por lo tocante a las alianzas", como si dijera: tales prosélitos, al convertirse al Judaísmo y hacerse prosélitos, eran recibidos no como ciudadanos, sino como huéspedes, para tener parte en las alianzas divinas. Dice "de las alianzas" en plural, porque a los Judíos se les había dado el Antiguo Testamento y prometido el Nuevo; porque, como dice el Si 44,25: "confirmó su pacto o promesa sobre la cabeza de Jacob"; lo cual puede entenderse del Antiguo Testamento, pues Dios había prometido dar otro: "y asentaré con ellos otra alianza, que será sempiterna" (Ba 2,52). Este se lo dio a aquellos "de quienes es la adopción de hijos de Dios, y la gloria, y la alianza, y la legislación, y el culto, y las promesas", como se dice en Romanos 9,4.39 la esperanza de los bienes futuros: "sin esperanza de la promesa"; porque, como se dice en Gálatas 3, las promesas se hicieron a Abraham y a su descendencia. Para colmo de desventuras, la peor de todas, por la ignorancia de Dios, es a saber: "sin Dios en este mundo", esto es, sin conocimiento de Dios. "Dios se ha dado a conocer en Judá" (Ps 75,2), no así a los Gentiles, a quienes alude 1Th 4: "no con pasión libidinosa, como hacen los Gentiles, que no conocen a Dios"; texto, con todo, que puede entenderse del conocimiento por la fe; ya que del conocimiento natural se dice en Rm 1,21: "porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios".

Consiguientemente, al decir: "pero ahora que creéis en Cristo Jesús", les recuerda los beneficios que recibieron por Cristo en el estado de su conversión; acerca de lo cual les muestra de qué modo se hicieron partícipes de los bienes de que antes se veían privados, y que no como extranjeros, sino como ciudadanos, fueron admitidos a la participación de esos bienes o beneficios, de que habla en general y en especial. Dice pues: dije que en otro tiempo estabais sin Cristo, enteramente separados del trato y comunicación con Israel; pero ahora, esto es, luego que os convertisteis a Cristo, vosotros que estáis en Cristo, quiere decir, que le estáis unidos por la fe y por la caridad (1Jn 4 Ga 6); vosotros, digo, "que en otro tiempo estabais alejados", esto es, distantes de Dios, no por el lugar, mas por el mérito (Ps 118); y del trato de los santos y participación de las alianzas -como está dicho- ya "os habéis puesto cerca" de Dios, de sus santos y de sus testamentos. "Tus hijos vendrán de lejos"; "algunos de ellos -de los Gentiles- han venido de lejos" (Is 60 Mc 8), es a saber, de la región de la desemejanza y del estado de la gentilidad. Pero vosotros ha poco "os habéis puesto cerca, en la sangre de Cristo", esto es, por su sangre, por la cual os atrajo Cristo (Jn 12,32); y esto por su excesiva caridad, que de modo especialísimo se manifestó en la muerte de cruz (Jr 31).



14
(
Ep 2,14-18)

Lección 5: Efesios 2,14-18


Reséñanse los beneficios hechos a los Efesios, que se resumen en el acercamiento y vecindad a Dios y a los Judíos.

14. Pues El es la paz nuestra, el que de los dos pueblos ka hecho uno, rompiendo, por medio del sacrificio de su carne, el muro de separación, esa enemistad que los dividía,
15. aboliendo con sus preceptos evangélicos la Ley de los ritos, para formar en Sí mismo de dos un solo hombre nuevo, haciendo la paz,
16. y reconciliando a ambos pueblos ya reunidos en un solo cuerpo con Dios por medio de la cruz, destruyendo en Sí mismo la enemistad de ellos.
17. Y así vino a evangelizar la paz a vosotros, que estabais alejados de Dios, como a los judíos que estaban cercanos,
18. pues por El es por quien unos y otros tenemos cabida con el Padre eterno unidos en el mismo Espíritu.

Después de haber pasado lista a los beneficios hechos a los Efesios en general por Cristo, los menciona ahora en especial; acerca de lo cual muestra cómo se acercaron al pueblo judío y avecináronse más a Dios; del cual acercamiento muestra aquí la causa, el modo y el fin.

La causa del acercamiento es Cristo, y por eso dice: "pues El es la paz nuestra", -locución enfática para expresar con más fuerza la idea- como si dijera: bien digo que os habéis puesto cerca; pero esto es obra de Cristo, porque "El es la paz nuestra", esto es, la causa de nuestra paz; por eso decía: "mi paz os doy". Y es costumbre emplear este modo de hablar, cuando todo lo que está en el efecto depende de la causa; así como cuando decimos de Dios que es nuestra salud, porque todo lo que en nosotros hay de saludable lo causa Dios. De la misma manera dícese que Cristo es nuestra paz, porque todo lo que en nosotros hay de paz, y por consiguiente de acercamiento -ya que el hombre, cuando anda de paz con uno, puede andar con él o acercársele confiadamente- lo causa Cristo; pues en su nacimiento los ángeles anunciaron la paz (Lc 2). También en vida de Cristo el mundo tuvo una paz tan grande, como nunca la había tenido (Ps 71); y al resucitar también anunció la paz (Lc 24).

-"el que de los dos pueblos ha hecho uno"; ya que Cristo juntó en uno a los dos pueblos, es a saber, al de los Judíos que adoraban al Dios verdadero, y al de los gentiles bien ajenos a este culto de Dios. "Otras ovejas tengo, que no son de este redil… y se hará un solo rebaño y un solo pastor" (Jn 10 Ez 37). El modo del acercamiento se indica al añadir: "rompiendo, por medio del sacrificio de su carne, el muro de separación"; y este modo se hace quitando lo que dividía.

Para inteligencia del texto imaginémonos un gran campo, con muchos hombres juntos, por en medio de los cuales se extienda y eleve una pared que los divida, de suerte que no parezca un pueblo sino 2. Así pues, quien quitase esa pared, juntaría esa turbamulta en un cuerpo conjunto y ordenado y se constituiría un solo pueblo. Así hay que entender lo que aquí se dice; porque este mundo es como un campo (Mt 13), y este campo está lleno de hombres (Gn 2), y en este campo hay una pared, porque unos están de una parte y otros de otra; y esta pared puede decirse que es la ley vieja según las carnales observancias, en la que -como dice la Carta a los Gálatas (Ga 3,23)- estaban los Judíos "como encerrados y sometidos a su custodia", ya que la ley vieja era figura de Cristo. Pero esta pared la quitó Cristo, y no habiendo quedado ningún intersticio, hízose de Gentiles y Judíos un solo pueblo. A esto se refiere cuando dice que "de los dos pueblos ha hecho uno, de esta manera, es a saber, rompiendo la pared de separación"; la pared digo de la cerca, no del muro, que es cuando las piedras no se argamasan o conglutinan con cemento, ni se levanta para que dure siempre, sino para un tiempo determinado. Así pues, la antigua ley es pared de cerca por dos razones: 1º porque no se conglutinaba con la caridad, que es como una especie de cemento que conglutina a cada uno con los otros, y a todos juntamente con Cristo, "solícitos de conservar la unidad del espíritu con el vínculo de la paz" (Ep 4,3). Porque la antigua ley es ley de temor, que induce a los hombres, con penas y amenazas, a la observancia de los mandamientos; y si algunos en aquel tiempo la observaban por caridad, ya pertenecían -como dice San Agustín- al Nuevo Testamento, que es ley de amor (Rm 8);

2- porque no se dio para que durase perpetuamente, sino para un tiempo determinado. "Mientras el heredero es niño en nada se diferencia de un siervo, no obstante ser dueño de todo; sino que está debajo de la potestad de los tutores y curadores, hasta el tiempo señalado por su padre; así nosotros, cuando éramos todavía niños, estábamos servilmente sujetos a las primeras y más groseras instrucciones que se dieron al mundo" (Ga 4,1).

Pero aquí se atraviesa una dificultad, porque dice: "rompiendo la pared de la cerca", lo contrario de lo que dice Mt 5: "no vine a quebrantar la ley, sino a cumplirla". Respondo: diremos que en la antigua ley había preceptos morales y ceremoniales. Ciertamente los preceptos morales no los quebrantó Cristo, sino los cumplió, más aún, sobreañadió los consejos y explicó lo que Escribas y Fariseos entendían mal. De aquí que dijera: "si vuestra justicia no es más llena y mayor que la de los escribas y fariseos". Y más adelante: "habéis oído que fue dicho: amarás a tu prójimo y tendrás odio a tu enemigo. Yo os digo más: amad a vuestros enemigos" (Mt 5).

En cambio, los preceptos ceremoniales, si los quebrantó cuanto a lo substancial, los cumplió cuanto a lo figurado haciendo que respondiese a la figura. Entiéndase pues que lo que aquí dice: rompiendo ha de referirse a la observancia de la ley carnal. Y este romper, a saber, la pared de la cerca, es acabar con las enemistades que había entre Judíos y Gentiles; porque unos querían guardar la ley, los otros de ninguna manera, y de aquí se originaban entre ellos iras y envidias; pero es cosa averiguada que a estas enemistades Cristo puso fin con la carne que tomó, ya que luego en naciendo anuncióse a los hombres la paz (Lc 2). O "en su carne" ofrecida en sacrificio, porque, como más abajo se dice: "entregóse por nosotros como ofrenda y víctima a Dios"; y en ese sacrificio hallaron su plenitud y cumplimiento todos los otros sacrificios, para dejar de ser; "porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los que ha santificado" (He 10,14).

Y cuál sea la naturaleza de esta pared lo insinúa diciendo: "la ley de los mandamientos o ritos"; como si dijera: rompiendo la pared, esto és, la ley de los mandamientos; que así se llaman no porque otras leyes carezcan de mandamientos, ya que la nueva ley los tiene (Jn 14), sino por 2 razones: ! por el gran número de mandamientos legales, que por ser tantos no podían observarlos los hombres, según aquello de Ac 15,10: "un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido soportar". O dícese "de los mandamientos", esto es, de los hechos. "Ahora, pues, ¿dónde está el motivo de gloriarte? Queda excluido. ¿Por qué Ley? ¿Por la de las obras? No; sino por la Ley de la fe" (Rm 3,27). De donde así como el bautismo de Juan dícese bautismo de agua, porque limpiaba sólo por fuera, mas no santificaba por dentro; del mismo modo la ley antigua dícese ley de los hechos, porque ordenaba sólo lo que debían hacer, mas no daba gracia que ayudase a cumplir la ley.

Pero la ley nueva, ordenando, da norte a las acciones, y ayuda a cumplirlas dispensando gracia. Aboliendo digo, así como lo imperfecto es abolido por lo perfecto y la sombra por la verdad. "Mas llegado que sea lo perfecto, desaparecerá lo imperfecto" (1Co 13), es a saber, la imperfección y sombra de la antigua ley, a que alude la Carta a los Hebreos (He 10). Y esto "con decretos", esto es, preceptos del Nuevo Testamento, que dejan abolida la antigua ley. "Comeréis los frutos añejos de mucho tiempo", esto es, los preceptos de la ley natural junto con los de la nueva ley, por cuya sobreabundancia, una vez recibidos, "arrojaréis los añejos", esto es, los preceptos ceremoniales de la antigua ley, cuanto a lo substancial, como va dicho.

El fin del acercamiento lo indica diciendo: "para formar en Sí mismo de dos un solo hombre"; el cual fin se endereza a que los dichos dos pueblos se hagan un solo pueblo. Ahora bien, las cosas que se unen en algo han de unirse para que haya unidad; mas como la ley dividía, no podían unirse en la ley. Cristo, en cambio, al suceder a la ley, y su fe con El (como la verdad a la figura), los aunó en Sí mismo (Jn 17 Mt 18); y esto "en un solo hombre nuevo, haciendo la paz", es a saber, en el mismo Cristo, que se dice hombre nuevo por el modo inusitado, novedoso, de su concepción (Jr 31). Asimismo por la novedad de la gracia que dio (Sa. 6; Ep 4). Otrosí por los nuevos mandamientos que trajo (Jn 13). Y aunque parezca ser ésta la intención del Apóstol, con todo, en la Glosa hay doble pared: porque de parte de los Judíos pónese la ley como obstáculo, de parte de los Gentiles la idolatría.

Por consiguiente, al decir: "para reconciliar a ambos", muestra cómo se acercaron a Dios; acerca de lo cual manifiesta su reconciliación con Dios y la que de su parte hizo Jesucristo terciando entre ellos y el mismo Dios. Es de saber que el amor del prójimo es el camino para tener paz con Dios; porque, como se dice en 1 Juan: 4 "pues el que no ama a su hermano a quien ve, ¿a Dios, a quien no ve, cómo podrá amarle?" Y San Agustín dice que no piense tener paz con Cristo quien no la tiene con algún cristiano. Así pues, pone primero la paz entre sí de los hombres hecha por Cristo, y luego la paz de los hombres con Dios. Por eso dice: "para reconciliar a ambos, ya unidos, en un solo cuerpo" de la Iglesia, es a saber, en Cristo; "que muchos en El formamos un solo cuerpo" (Rm 12). Para reconciliar, digo, con Dios, por la fe y la caridad: "Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo" (2Co 3). Y esto lo hizo "por medio de la cruz, destruyendo en Sí mismo la enemistad de ellos"; porque las que traían entre sí judíos y gentiles sobre la observancia de la ley las destruyó dando su lleno a las figuras del Antiguo Testamento; pero las que había entre Dios y los hombres por el pecado las destruyó en Sí mismo, cuando muriendo en la cruz borró el pecado (Sa. 1; He 10). Dice pues: "destruyendo las enemistades, esto es, los pecados, en Sí mismo con la inmolación de su cuerpo (Col 1 Rm 5); "pues plugo al Padre poner en El la plenitud de todo ser, y reconciliar por El todas las cosas consigo" (Col 1,20). Habiendo pues Cristo dado suficiente satisfacción por nuestros pecados, se seguía, por consiguiente, que, pagado el precio, se hiciese la reconciliación.

-"Y así vino a evangelizar la paz". Pone la manifestación de esta reconciliación, y primero su anunciación, luego su causa y razón. Es pues una manifiesta reconciliación de Dios con el hombre por Cristo, ya que el mismo Cristo no sólo nos reconcilió con Dios y destruyó las enemistades, sino que al venir, en carne se entiende, evangelizó, esto es, anunció, la paz. O viniendo después de la resurrección, cuando se puso en medio de sus discípulos y les dijo: "la paz sea con vosotros" (Lc 24 Jn 20 Is 61 Is 52), evangelizó, digo, no a un pueblo solo, sino a vosotros, gentiles, que estabais alejados de Dios, a quienes, aunque no en propia persona, anunció la paz por medio de sus Apóstoles (Mt 28 Is 33); como a los judíos que estaban cercanos, suple: anunció Cristo en propia persona Rm 15 Is 54).

La causa y la forma de esta paz la indica diciendo: "pues por El es por quien unos y otros tenemos cabida", esto es, 2 pueblos, "unidos en un espíritu", quiere decir, unidos con la unión del Espíritu Santo (Ep 4 1Co 12). La razón de esta cabida con el Padre por Cristo es porque lo que obra Cristo lo obra por el Espíritu Santo (Rm 8). Por consiguiente, todo lo que hace el Espíritu Santo lo hace también Cristo. Entiéndase también que pertenece a toda la Trinidad lo que dice: con el Padre, pues, por la unidad de esencia, en el Padre está el Hijo y el Espíritu Santo, y en el Espíritu Santo está el Padre y el Hijo. Por consiguiente, cuando dice con el Padre, señala de modo especial que todo lo que el Hijo tiene lo tiene del Padre y aun así lo reconoce.



15
(
Ep 2,19-21)

Lección 6: Efesios 2,19.21

Muestra que no menos dignos que los Judíos han sido los Gentiles para recibir dones espirituales.

19. Así que ya no sois extraños ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y domésticos de Dios,
20. pues estáis edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, y unidos en Jesucristo, el cual es la principal piedra angular,
21. sobre quien trabado todo el edificio se alza para ser un templo santo del Señor; por El entráis también vosotros a ser parte de la estructura de este edificio para llegar a ser morada de Dios por medio del Espíritu Santo.

Habiendo arriba demostrado que tanto Judíos como Gentiles fueron admitidos a la participación de beneficios espirituales, muestra ahora que para recibirlos no menos dignos que los Judíos fueron los Gentiles, sino que con la misma plenitud y liberalidad fueron admitidos por Cristo para recibir sus beneficios. Acerca de lo cual propone el intento y manifiesta su propósito por un ejemplo. Cuanto a lo primero, excluye del estado presente, en que ahora viven, lo propio del estado pretérito, y concluye con lo que al estado presente pertenece. Así pues, ya que el Apóstol asienta como conclusión: "luego ya no sois extraños y advenedizos", sigúese que la semejanza fluye de las premisas: a) por el hecho de haberse reconciliado con Dios, luego de unidos; b) por tener ambos cabida con el Padre en un solo Espíritu. Por tanto, ya que juntamente están configurados con toda la Trinidad: con el Padre con quien, con el Hijo por quien, con el Espíritu Santo en quien tienen cabida, luego por ningún motivo dejan de participar de los bienes espirituales.

Para inteligencia del texto, es de saber que el colegio de los fieles a veces en las Escrituras se llama casa, según aquello de 1Tm 3: "para que sepas cómo debes portarte en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo". A veces empero llámase ciudad, según aquello del Ps 121: "Jerusalén, que está edificada como ciudad", ya que una ciudad tiene colegio político, y una casa económico; y entre ambos hay estas dos diferencias: 1º que los del colegio doméstico comunícanse en actos privados, y los del ciudadano en públicos;

2- que a los del colegio doméstico los gobierna uno que se llama padre de familia, y a los del ciudadano el rey. Que el padre de familia es para su casa lo que para el reino el rey. Así pues, algo de ciudad y algo de casa tiene el colegio de los fieles; mas si se atiende a la condición del rector del colegio, es padre, (Mt 6 Jr 3) y así el colegio es casa; pero si a la condición de los súbditos, entonces es ciudad, porque comunicábanse entre sí con los actos principales de fe, esperanza y caridad. De esta manera, si se atiende a los fieles en sí, es colegio ciudadano; si al rector del colegio, es colegio doméstico; y esta es la razón de poner aquí el Apóstol las dos palabras: "huéspedes y advenedizos"; que lo que para la casa son los huéspedes lo son para la ciudad; pues huésped es como si dijéramos extraño a la casa. "Es una vida infeliz la del que va hospedándose de casa en casa" (Si 29,31). Advenedizo, en cambio, es el extranjero que llega a la ciudad; como si dijera el Apóstol: otrora erais para el colegio de los fieles unos extraños, como lo son los huéspedes en la casa, y los advenedizos en la ciudad, y los prosélitos en la ley vieja. Pero ahora ya no es así, porque ya no sois huéspedes. "He aquí que vendrá el forastero que no estaba conmigo; unirse ha contigo aquel que en otro tiempo era para ti extranjero" (Is 54,15).

Por consiguiente, al decir: "sino conciudadanos de los santos", concluye con lo que conviene al estado presente, es a saber, ser conciudadanos de los santos; como si dijera: ya que el colegio de los fieles dícese ciudad respecto de los súbditos, y casa respecto del rector, el colegio a que habéis sido llamados es la ciudad de los santos y la casa de Dios (Ps 86). De donde dice San Agustín: dos amores edificaron dos ciudades; porque el amor de Dios, hasta el desprecio de sí, es a saber, del hombre que ama a Dios, edifica la ciudad de la celestial Jerusalén; pero el amor de sí, hasta el desprecio de Dios, edifica la ciudad de Babilonia. Así pues» todo hombre o es conciudadano de los santos, si ama a Dios hasta el desprecio de sí (Pr 31); o es ciudadano de Babilonia si se ama a sí hasta el desprecio de Dios.

Por tanto, al decir "edificados sobre", manifiesta su propósito. Es costumbre en la Biblia -por una figura que se llama metonimia- poner el continente por lo contenido en él, así como algunas veces la casa por los que la*habitan. Según, pues, este modo de hablar, habla el Apóstol de los que están en la casa de Dios, es a saber, de los fieles, como de una casa, y los compara a un edificio. Y cuanto a esto propone su intento y muestra que los Efesios se han hecho parte de este edificio, cuyo fundamento propone, así como su construcción y complemento. El fundamento es doble: uno secundario, y otro principal. El secundario son los Apóstoles y Profetas; y aludiendo a este fundamento, les dice que ya no son huéspedes, sino conciudadanos; que ya pertenecen al edificio espiritual, por estar "edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y Profetas", esto es, sobre su doctrina; o, explicado de otra manera, sobre Cristo, que es el fundamento de los Apóstoles y Profetas; como si dijera: estáis edificados sobre el mismo fundamento que los Apóstoles y Profetas, que fueron Judíos.

Estas dos explicaciones sólo difieren de palabra, pero la primera viene más a pelo que la segunda; que, si así no fuese, saldría sobrando la añadidura: "siendo Jesucristo la principal piedra angular", ya que el mismo Jesús es el fundamento principal. Consuena, pues, mejor conforme al primer sentido, mas de manera que Cristo sea la piedra angular y el fundamento principal. Pero cuanto al sentido del concepto en nada difieren, porque lo mismo es decir que Cristo es el fundamento que decir que la doctrina es de los Apóstoles y Profetas, ya que no a sí se predicaron sino a Cristo solo; de donde recibir su doctrina es recibir a Cristo crucificado (1Co 1 1P 1 1Co 2).

Notemos que los Apóstoles se dicen fundamentos (Ps 86). "Te edificaré sobre zafiros" (Is 54,11), esto es, sobre varones celestiales. Expresamente se les llama fundamentos en Ap 21,14: "el muro de la ciudad tenía 12 cimientos, y en ellos los 12 nombres de los 12 apóstoles"; que en tanto se dicen fundamentos en cuanto con su doctrina anuncian a Cristo. "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16). Dice "de los Apóstoles y Profetas" para darnos a entender que la doctrina de .unos y otros es necesaria para la salvación (Mt 13). Asimismo para mostrar la concordia entre una doctrina y otra, ya que ambas tienen el mismo fundamento; pues lo que los Profetas predijeron futuro los Apóstoles predicaron cumplido (Rm 1).

Pero el fundamento principal lo es solo Cristo Jesús: "el cual es la principal piedra angular", donde 3 cosas dice de El, a saber: que es piedra, que angular, que principal. Piedra, por la firmeza de los cimientos, como se dice en San Mateo 7, que la casa fundada sobre piedra estaba tan firmemente edificada que ni la lluvia, ni los ríos, ni los vientos pudieron destruirla. No así la casa fundada sobre arena (Da 2). Dícese angular por la conjunción de los dos (pueblos, doctrinas, testamentos); porque así como en el ángulo se unen dos paredes, así en Cristo se unieron el pueblo de -los Gentiles y el de los Judíos (Ps 117 Ac 4 Mt 21). Sumo o principal por su excelsa dignidad. "He aquí que yo pondré en los cimientos de Sien una piedra, piedra escogida, angular, preciosa, asentada por fundamento" (Is 28,16). Pero la razón del fundamento no es la misma en el edificio espiritual que en el material; porque el material tiene su fundamento en la tierra y, por consiguiente, el principal fundamento ha de ser el que más hondo yazga; pero el edificio espiritual tiene su fundamento en el cielo; por tanto, cuanto más principal, tanto más encumbrado ha de estar; de suerte que nos imaginemos una ciudad que baja del cielo (Ap 21), cuyo fundamento nos parezca estar en el cielo, y el edificio, sobre nuestras cabezas, en la parte inferior.

-"sobre quien trabado el edificio". Aquí habla de su edificación, que requiere 4 cosas: la cimentación, la construcción, el levantamiento de la fábrica, la consumación, que toca sucintamente: a) cuando dice: "sobre quien", es a saber, el cimiento, el principal, Cristo; el secundario, la doctrina de los Apóstoles y de los Profetas, porque, como dice 1Co 3: "nadie puede poner otro fundamento que el que ya ha sido puesto, el cual es Jesucristo"; b) al decir: "trabado todo el edificio". En sentido alegórico designa a la misma Iglesia, que se va construyendo cuando los hombres se convierten a la fe. En sentido moral significa el alma santa, y entonces se construye este edificio cuando sobre el fundamento, que es Cristo, se van asentando las piedras de las buenas obras, y "cada uno -dice San Pablo- mire cómo va asentando las piedras" (1Co 3,10 Pr 14). Así pues, sobre este fundamento, es a saber, Cristo, toda edificación espiritual, de Gentiles o Judíos, construyese o por autoridad, de parte de Dios (Ps 126 He 3); o instrumentalmente, de parte del hombre, que se edifica a sí mismo, o de los prelados; c) cuando dice: "se alza para ser un templo santo", y esto sucede cuando se multiplican los que se salvan. (Ac 6). Se alza también cuando el hombre crece en buenas obras; y crece en gracia en este sentido de hacerse templo santo; que el templo es morada de Dios, por tanto es necesario sea santo (Ps 45); y porque nosotros debemos ser morada de Dios, para que Dios habite en nosotros hemos de disponernos para llegar a santos. "¿No sabéis vosotros que sois templo de Dios, y que el espíritu de Dios mora en vosotros?" (1Co 3,16 Ap 12). ¿Mas por ventura ya desde un principio, al tener caridad, somos templo de Dios? Respondo que sí, y cuanto más adelantamos, tanto más Dios mora en nosotros; por consiguiente d) requiérese en cuarto lugar la perfección y consumación, que señala cuando dice: "en el Señor".



Consiguientemente al decir: "por el cual entráis también vosotros" muestra cómo los Gentiles han venido a ser parte de este edificio; no sólo se edifican sobre ese cimiento los Judíos, sino también vosotros, Efesios, piedra con piedra, "sois coedificados", esto es, a semejanza de los otros, entráis a ser parte de la estructura de este edificio, para llegar a ser morada de Dios; "al cual, arrimándoos como a piedra viva que es (desechada, sí, de los hombres, pero escogida de Dios, y apreciada por la principal del edificio), sois también vosotros a manera de piedras vivas edificadas encima de El, siendo como una casa espiritual" (1P 2). Por eso añade: "para llegar a ser morada de Dios", es a saber, para que Dios habite en vosotros por la fe (Ep 3). Pero esto no puede hacerse sin caridad, porque el que permanece en la caridad en Dios permanece, y la caridad se os da por medio del Espíritu Santo (Rm 5); por eso agrega: "por medio del Espíritu Santo".


Capítulo 3



16
(
Ep 3,1-6)

Lección 1: Efesios 3,1-6


El Apóstol, luego de aludir a las tribulaciones que, según su costumbre, sufría con paciencia, tráeles a los Efesios a la memoria los especiales beneficios que de Dios había recibido.

1 Por este motivo, yo, Pablo¡ estoy preso por amor de Jesucristo, por causa de vosotros los gentiles,
2. porque sin duda habréis entendido de qué manera me confirió Dios el ministerio de su gracia entre vosotros,
3. después de haberme manifestado por revelación este misterio, sobre el cual acabo de hablar en esta carta aunque brevemente,
4. por cuya lectura podéis conocer la inteligencia mía en el misterio de Cristo,
5. misterio que en otras edades no fue conocido de los hijos de los hombres, en la manera que ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu Santo,
6. Esto es, que los Gentiles son llamados a la misma herencia que los judíos, miembros de un mismo cuerpo, y partícipes de la promesa divina en Jesucristo mediante el Evangelio,

En los capítulos anteriores hizo memoria el Apóstol de muchos beneficios hechos por Dios al género humano y a los mismos Apóstoles; aquí trae a la memoria los beneficios que de manera especial le ha hecho a él, y propone su intención en general, luego la explica por partes en especial. Cuanto a lo primero, refiérese a su costumbre de sufrir con paciencia las tribulaciones y a los dones de gracia que Dios le ha hecho. Dice pues: di¡e que también vosotros entrabais a ser parte de la estructura de este edificio. "Por este motivo", esto es, para que fueseis edificados y os convirtieseis a Cristo, yo, Pablo, que por ser Apóstol de Jesucristo y maestro, en la fe y en la verdad, de los Gentiles, soy persona de mucha cuenta, me veo ahora encadenado en Roma. Porque esta carta la escribió desde la Ciudad, donde lo tenían aherrojado en la cárcel (1Tm 2 Ep 4); de donde se echa de ver su tribulación y pasión por el horror de la mazmorra. Mas como al mártir no lo hace la pena sino la causa, por eso añade la causa de sus tribulaciones que, por lo que mira al martirio, es doble: a) una, si padece por la fe de Cristo, o por otra virtud cualquiera que sea. "Jamás venga el caso en que alguno de vosotros padezca por homicida, o ladrón, o maldiciente, o codiciador de lo ajeno; mas si padeciere por ser cristiano, no se avergüence" (1P 4,15); que es lo que aquí dice San Pablo: "encadenado por Cristo Jesús"; b) otra, si padece por el bien de la Iglesia; como él mismo dice: "por causa de vosotros, los Gentiles", esto es, no busco otra cosa sino vuestra conversión, y os predico la doctrina de la salvación. He aquí por qué me han encarcelado! (2Co 1 Col 1).

-"porque sin duda habréis entendido". Refiérese al don de la gracia que le hizo Dios; como si dijera: digo que si estoy en cadenas es por vosotros, los Gentiles; "porque sin duda habréis oído", esto es, entendido, "de qué manera me confirió Dios el ministerio de su gracia entre vosotros". Lo cual puede entenderse de dos modos, o pasivo o activo. Si pasivo, el sentido es éste: porque sin duda habréis entendido de qué manera me confirió Dios el ministerio de su gracia, esto es, si habéis entendido que se me confirió este don del apostolado entre los Gentiles; pues, como se dice abajo: "a cada uno de nosotros se le ha dado la gracia a medida de la donación gratuita de Cristo" (4,7) y "El mismo a unos ha constituido apóstoles, a otros profetas, y a otros evangelistas"; de donde a mí me ha dispensado el Señor

Jesús, esto es, me ha tocado en suerte esta gracia de Dios, de hacer fruto en vosotros (Col 1); quiero decir "el ministerio que Dios me ha conferido en atención a vosotros", esto es, se me ha confiado ese ministerio sagrado. Si activo, el sentido es el siguiente: porque sin duda habréis oído, esto es, entendido, que a mí se me confió el dispensar los dones de la gracia por la comunicación de los sacramentos, y esto entre vosotros (1Co 4).

Por consiguiente, al decir: "después de haberme manifestado por revelación este misterio", pone de manifiesto su condición, en lo espiritual, y por partes: primero, lo que pertenece a la dignidad de su oficio, es a saber, la dispensación de la gracia; segundo, a la prueba de la paciencia: la tribulación. Respecto a la dispensación de la gracia la muestra en el conocimiento de los diversos misterios y en la ejecución de los mismos; y ese conocimiento se le ha dado a él; explica también en qué consiste este misterio. Cuanto a su conocimiento demuestra que es cierto, que es pleno, que es excelente, a) Cierto, porque no lo consiguió por industria humana o por humana intención, que puede engañarse (Sg 9), mas por la ley divina que es ciertísima; por eso dice: "por revelación" (Ga 1 2Co 3).

b) Pleno, porque se me ha revelado punto por punto, y lo someto a vuestro juicio, porque en pocas palabras compendiosamente lo expresé, por las que podéis conocer que el conocimiento que tengo de los misterios de la fe es perfecto, "como escribí brevemente", esto es, en pocas palabras, pero tan claramente que "de una leída lo podéis entender", Así dice el Cantar: "tus labios son un panal que destila". El labio es un pedazo reducido de carne. Panal que destila son los labios del doctor cuando en breves y pocas palabras insinúa muchas y grandes cosas; pero advertid -dice San Agustín- que a lo que ha de tirar el doctor es a ser entendido; y mientras en esto se afane, sus palabras no están demás; mas, si habiéndole ya entendido, se entretiene con ellas, sus palabras salen sobrando. Pero dice: "mi prudencia", según aquello de los (Pr 9: "la ciencia de los santos es la prudencia", la cual no es cesa de mundo, sino divina y celestial; por eso dice: "en el misterio de Cristo".

c) Excelente, porque a solos los Apóstoles se reveló; por eso añade: "misterio que en otras edades no fue conocido de los hijos de los hombres". Que, aunque también a los patriarcas y profetas se revelaron los misterios de Cristo, pero no con tanta claridad como a los Apóstoles; porque a los patriarcas y profetas se revelaron con una vaga generalidad; mas a los Apóstoles con todos sus pelos y señales, con sus singulares y determinadas circunstancias.

Lo de "que en otras edades no fue conocido" puede explicarse de dos maneras: una, que por edades se entiendan los tiempos de las edades, según aquello del Ps 144,13: "tu señorío perdura por todas las generaciones", y el sentido entonces es éste: lo que en otras generaciones, esto es, tiempos, "no fue conocido de los hijos de los hombres", o criaturas racionales, es a saber, ni de les hombres ni de los ángeles (Mt 11), "en la manera que ahora ha sido revelado a sus santos Apóstoles y profetas por el Espíritu Santo", es a saber, cuando interpretan las Escrituras y explanan la ley con el espíritu del Nuevo Testamento. "A vosotros se os ha dado a conocer el misterio del reino de Dios; pero a los demás en parábolas" (Lc 8,10).

Otra explicación es que por edades o generaciones se entiendan los hombres engendrados, según aquello de San Mateo (Mt 23): "en verdad os digo que todas estas cosas vendrán a caer sobre la generación presente"; y entonces el sentido será: lo que de otras generaciones, esto es, hombres engendrados en las precedentes generaciones, no fue conocido. De donde Isaías: "¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y a quién ha sido revelado ese brazo del Señor?" (Is 53,1). Pero este misterio de fe fue revelado a algunos padres del Antiguo Testamento, como dice San Juan: "Abraham, vuestro padre, ardió en deseos de ver este día mío; lo vio y se llenó de gozo" (Jn 8,56); y también a los profetas, según aquello de Joel: "después derramaré Yo mi espíritu sobre toda clase de hombres, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas" (Jl 2,28). Pero a ellos se les reveló con cierta vaga generalidad, mas a los Apóstoles clara y perfectamente; y esto por 3 razones: a) porque les fue revelado inmediatamente por el Hijo de Dios, según dice San Juan: "el Hjio Unigénito, existente en el seno del Padre, El mismo en persona es quien le ha hecho conocer a los hombres" (Jn 1,18). En cambio, los Profetas y los padres del Antiguo Testamento lo supieron por los Ángeles o por algunas semejanzas; de ahí el texto de Isaías : "voló hacia mí uno de los serafines, y en su mano tenía una brasa ardiente" (Is 6,6). Por eso los Apóstoles se enteraron de este misterio con mayor claridad.

b) porque no vieron las cosas en figuras y enigmas, como los profetas, sino a rostro descubierto contemplando la gloria del Señor (Lc 10);

c) porque los Apóstoles fueron constituidos ejecutores y dispensadores de este misterio; por consiguiente, era necesario que estuviesen mejor instruidos que otros (Jn 4).

Por tanto, al decir: "los Gentiles son llamados a la misma herencia", pone de manifiesto en qué consiste ese misterio; acerca de lo cual es de saber que los Judíos tenían una triple prerrogativa respecto de los Gentiles, es a saber: l? la promesa de una herencia (Rm 4 Ps 15);

2- una elección y distinción especial de otras gentes: "Tu Señor Dios te ha escogido para que seas pueblo peculiar suyo, entre los pueblos todos que hay sobre la tierra" (Dt 7,6 Ps 99 Ct 6); 3 la promesa de Cristo (Gn 12). Tres prerrogativas que los Gentiles no tenían (Ep 2,12); pero a las que fueron admitidos por medio de la fe: a) a participar de la herencia; como él dice: "coherederos", es a saber, con los mismos judíos, de la herencia celestial (Mt 8);

b) al colegio especial de los fieles. Eso quiere decir: "concorporales": en un solo cuerpo. "Otras ovejas tengo, tas Gentiles" (Jn 10);

c) a participar de la gracia prometida de nuevo, según dice: "copartícipes", a saber, de las promesas hechas a Abraham. "Digo, pues, que Jesucristo fue ministro o predicador del Evangelio para con los de la circuncisión, a fin de que fuese reconocida la veracidad de Dios en el cumplimiento de las promesas que El había hecho a los padres; mas los Gentiles deben alabar a Dios por su misericordia" (Rm 15). Y todo esto lo consiguieron los Gentiles, no por Moisés, sino "por Cristo" (Jn 1); "por quien nos ha dado Dios las grandes y preciosas gracias que había prometido" (2P 1,4). Ni por cumplir con la ley, porque este es un yugo -como dicen los Ac 15- que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido soportar, sino "por el Evangelio", por el que todos se salvan (Rm 1).



Aquino: Efesios 13