Aquino: Efesios 44

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Ep 6,13-17)

Lección 4: Efesios 6,13-17

Tócase y píntase la necesidad y diversidad de las armas divinas ofensivas y defensivas.

13. Por tanto, tomad las armas todas de Dios, para poder resistir en el día aciago, y sosteneros apercibidos en todo.
14. Estad, pues, a pie firme, ceñidos vuestros lomos con el ángulo de la verdad, y armados de la coraza de la justicia, . 15. y calzados los pies, prontos a seguir y predicar el Evangelio de la paz,
16. embrazando en todos los encuentros el broquel de la fe, con que podáis apagar todos los dardos encendidos del maligno espíritu.
17. Tomad también el yelmo de la salud, y empuñad la espada del espíritu, que es la palabra de Dios.

Arriba explicó el Apóstol lo que va dicho de las asechanzas del diablo; aquí trata de la armadura que hemos de vestirnos; acerca de lo cual saca, como conclusión de las premisas, la necesidad de armarnos y describe luego la diversidad de las armas. Dice pues: malos enemigos tenéis, perversísimos y poderosos, que hacen guerra por un negocio de la mayor importancia, pues se trata nada menos que del cielo. "Por tanto tomad las armas todas de Dios", esto es, armaos con las armas espirituales (2Co 10); y esto "para que podáis resistir" (1P 5 Jc 4); que cuanto más va uno de retirada más acomete él y persigue; "en el día aciago"; y esto por los males que día con día suceden (Ep 5 Qo 7).

Tomad asimismo las armas no sólo para resistir, mas para penetrar en campo enemigo, "y sosteneros apercibidos en todo", esto es, estar de un temple en sucesos adversos y prósperos, "para que así vengáis a ser perfectos y cabales, sin faltar en cosa alguna" (Jc 1,4 1P 1).

¿Mas por ventura han todos de ser perfectos? Respondo: hay triple perfección: una de suficiencia, llamada así porque con ella tiene el hombre lo necesario para su salvación, como aquello: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón"; como si dijera: que nada tengas en tu corazón que vaya contra Dios; y esto es necesario para salvarse, "para que así vengáis a ser perfectos y cabales, sin faltar en cosa alguna" (Jc 1,4);

b) otra perfección es la de la total abundancia, que es la perfección de la patria y gloria consumada, porque el hombre estará a Dios tan total y perfectamente adherido que no discrepará de El ni una tilde (Mt 22). De ésta hablaba el Apóstol: "no que lo haya logrado ya todo, ni llegado a la perfección"; y poco después: "yo, hermanos, no pienso haber tocado al fin de mi carrera" (Ph 3,12-13);

c) otra es intermedia, esto es, de consejo, por la cual el hombre se esfuerza a renunciar a estas cosas terrenas y a poner la mira en aquéllas, las celestiales.

Al decir luego: "estad, pues, a pie firme", describe de la panoplia espiritual la diversidad de sus armas, de que hay 3 géneros, a semejanza de las corporales; porque unas, semejantes a las vestiduras, son para cubrirse, otras para protegerse, otras para acometer. 3 cosas son necesarias para cubrirse: primero ceñirse; y a eso se refiere al decir: "estad, pues, a pie firme, ceñidos vuestros lomos". Pero antes de ceñirse primero se viste uno; mas el Apóstol se ajusta en esto al orden de la armadura espiritual; y en la guerra espiritual lo primero es menester tener a raya las concupiscencias de la carne, así como el primer enemigo que hay que vencer es el que está vecino; y esto se hace dándole una sofrenada a los lomos, asiento de la lujuria, por medio de la templanza, que se opone de punta en blanco a la lujuria y la gula (Lc 12 Jb 38).

Pero "con el cíngulo de la verdad", esto es, con rectitud de intención, no con simulación. Hay otro texto que, en lugar de verdad, trae en caridad (1Co 16). Amonesta en segundo lugar a poner bajo el pie las codicias terrenas, contra las cuales hay dos armas, a saber, la justicia y la renuncia a las cosas temporales; de ahí que ordene primero -oficio que toca a la justicia- no usurparlas injustamente. Por eso dice: "armados de la coraza de la justicia", virtud por la cual se abstiene el hombre de echar mano a las cosas ajenas. Y dícese la justicia coraza, porque así como la coraza cubre los miembros, así la justicia resguarda las virtudes todas (Sg 5). Prescribe asimismo el dar de mano al cuidado excesivo por las cosas temporales, pues la nimia atención que a ellas prestamos nos estorba la prontitud que hemos de tener para anunciar y predicar los. misterios y verdades divinas. Por eso dice: "y calzados los pies", esto es, dispuestos con el afecto "a seguir y predicar el Evangelio de la paz". En figura de esto envió el Señor a los Apóstoles calzados de sandalias, que tienen suelas debajo, -con lo que dase a entender que la mente se eleva de las cosas terrenas- y por arriba están abiertas, lo cual significa la presteza para la sabiduría divina. Y dice "de la paz", porque por el Evangelio se nos anuncia la paz (Mt 10).

La segunda clase de armas es la de las defensivas. Dos partes del cuerpo tenemos que proteger, que son principios de vida, es a saber, el pecho, donde está el corazón, y la cabeza, donde el cerebro. Para el pecho está el escudo; por eso dice: "embrazando en todos los encuentros el broquel de la fe", porque así como el escudo pónese debajo de todas las armas, así la fe debajo de todas las virtudes; pues son diversas las armas de las virtudes morales, a saber, de la templanza el ceñirse los lomos, y de la justicia el guarnecimiento de la coraza; y este género de armas, es a saber, el escudo, es de la virtud teológica de la fe; porque así como el escudo resguarda de las saetas, así la fe de los tiros contrarios, y se alcanza la victoria. "Los santos por la fe conquistaron reinos" (He 11,33), así como nosotros por las virtudes morales vencemos las potestades terrenas. Por eso dice: "con que podáis apagar todos los dardos encendidos del maligno espíritu", es a saber, del diablo, cuyos dardos son ciertos tiros que disparan los ángeles malos. Son encendidos, porque van llameando fuego de torpes concupiscencias (Ps 75), pero todos los apaga la fe, que extingue las tentaciones presentes y pasajeras contraponiéndoles los bienes espirituales y eternos que promete la Sagrada Escritura; como lo hacía el Señor con el diablo tentador alegándole y opiniéndole las autoridades de. la Sgda. Escritura (Mt 4). Ejemplo que hemos de imitar. Si tienta de gula, "no de solo pan vive el hombre" (Dt 8), o "el reino de Dios no es comer y beber" (Rm 14). Si de lujuria, "no fornicarás". Si de hurto, "no robarás", y así por el estilo. Y dícese escudo de la fe, porque así como el escudo protege todo el pecho, así la fe debe estar en el pecho. La esperanza se dice yelmo, porque así como el yelmo está en la cabeza, así es cabeza de las virtudes morales el fin, a que apunta la esperanza. Por eso se dice: "y tomad el yelmo de la salud".

Tercer género de armas el de las ofensivas, pues no basta defenderse si no acomete uno también al enemigo. Y esto, así como se hace materialmente por la espada, así también espiritualmente por la palabra de Dios, que es la espada del Espíritu Santo. Por eso dice: "y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios" (He 4); y la predicación llámase espada del espíritu, porque no penetra hasta dentro del espíritu si no la guía el Espíritu Santo (Mt 10).

Aquí tenemos, pues, las armas para defendernos de los enemigos carnales, es a saber, la gula y la lujuria, por medio de la templanza; para vencer las codicias terrenas las armas de lajusticia, que hacen que nos abstengamos de las cosas ilícitas; la pureza afectiva o pobreza, que nos aparta aun de lo lícito; asimismo armas para protegernos de los errores, las de la fe," y también de los enemigos del género humano; armas, por fin, para afirmarnos en los bienes espirituales, las de la esperanza. Encasquétase el yelmo en la cabeza, pónese la esperanza así en el fin. Ahora bien, el fin, que es lo que busca la esperanza, hace cabeza en las virtudes morales. De donde concluyese que ponerse el yelmo de la salud no es otra cosa que fijar el hito de la esperanza en el último fin. Hasta hay armas para impugnar a los mismos demonios, es a saber, "la espada del espíritu, que es la palabra de Dios", como se hace frecuentemente en los sermones, en donde la palabra de Dios, hundiéndose hasta la empuñadura en los corazones de los pecadores, echa fuera, con el muelo de pecados, a los demonios que los amontonan.

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Ep 6,18-24)

Lección 5: Efesios 6,18-24

Confírmalos y enséñalos a confortarse en el Señor y a confiar, por medio de la oración, en el poder y virtud de Dios, y da fin a su carta con la imprecación de costumbre.

18. Haciendo en todo tiempo con espíritu continuas oraciones y plegarias, y velando para lo mismo con todo empeño, y orando por todos los santos;
19. y por mí también, a fin de que se me conceda el saber desplegar mis labios para predicar con libertad, manifestando el misterio del Evangelio,
20. del cual soy embajador, aun estando entre cadenas, de modo que hable yo de El con valentía, como debo hablar.
21. En fin, en orden al estado de mis cosas, y lo que hago, os informará de todo Tíquico, nuestro carísimo hermano y fiel ministro en el Señor,
22. al cual os he remitido ahí con este mismo fin, para que sepáis lo que es de nosotros, y consuele vuestros corazones.
23. Paz a los hermanos, y caridad y fe de parte de Dios Padre, y de nuestro Señor Jesucristo.
24. La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor puro e incorruptible. Amén.

En las lecciones precedentes trató el Apóstol de emboscadas y armaduras; aquí expone lo que había dicho también de confirmarlos y confortarlos en la virtud todopoderosa de Dios; lo cual se obtiene por la oración para lograr el auxilio divino; y los exhorta a orar por sí mismos, por otros, por el mismo Apóstol. Cuanto a lo primero, pone 7 condiciones que ha de tener la oración:

la. que sea perfecta; de ahí que diga: "con toda, o todo género de oración", esto es, cuando en todo evento acude uno a la oración o ruega para conseguir todo bien.

2a. que sea humilde, no presuntuosa (Ps 101), que es cuando el hombre no atribuye a sus méritos el ser oído sino a la misericordia divina. Por eso dice: "súplica", en latín: "obsecratio" o aceptación de una cosa sagrada (Ph 4).

3a. que sea continua: "en todo tiempo" (1Th 5 Ps 33).

4a. que sea devota, porque "con espíritu". "Cantaré salmos con el espíritu, pero también con la mente" (1Co 14), esto es, sin divagar.

5a. que sea vigilante: "velando" (1P 4).

6a. que sea empeñosa y porfiada: "con todo ahinco" (Rm 12).

7a. que sea caritativa, esto es, se haga por todos los otros santos: "y orando por todos los santos" (1Tm 2).

Por último pide se hagan oraciones por él, para alcanzar 3 cosas que a todo predicador son necesarias, es a saber, que sepa desplegar los labios, y cuanto está de su parte se prepare a la predicación y se le dé gracia de saberlo hacer. Y para que estas 3 cosas se le

concedan pide se ruegue por él diciendo: "a fin de que se me conceda el saber desplegar mis labios"; que no podré hablar -decía aquel Balaam- sino lo que el Señor pusiere en mi boca. De ahí que dijera el Señor: "puesto que no sois vosotros los que habláis, sino el espíritu de vuestro Padre… os será dado en aquella misma hora lo que hayáis de decir" (Mt 10,20).

Esto es lo primero que dice el Apóstol: que se me conceda desplegar los labios (Col 4). ¿Y para qué, Pablo? Para que pueda -responde- "predicar con libertad, manifestando el misterio del Evangelio, del cual soy embajador, aun estando entre cadenas". Y esto es lo segundo que pide; pues no sólo necesita el predicador se le conceda ciencia para poder hablar, sino que la palabra dada la predique con valentía y sin miramiento. Esto es lo que quiere decir "con confianza". Así predicaban los Apóstoles, como dicen los Ac 4: "anunciaban con firmeza la palabra de Dios". Oficio éste de la predicación, que encarece el Apóstol por su excelencia y alteza. De ahí que le llame: "el misterio del Evangelio". Póneles asimismo en su conocimiento las tribulaciones e ignominias que gustosamente ha padecido por él; de donde dice: "del cual soy embajador, aun estando entre cadenas". A las dos cosas juntas se refiere en Col 4: "para que Dios nos abra la puerta de la predicación, a fin de anunciar el misterio de Cristo, por cuya causa estoy todavía preso". Y porque, como dice el Si 20,22: "la parábola no tiene gracia en boca del fatuo, porque la dice fuera de tiempo", por eso el Apóstol no sólo pide se le concedan palabras o ciencia para predicar, sino la gracia de hablar con valentía, es a saber, para que estando como estaba en cadenas, por míedo a las mismas cadenas no desistiese de proseguir fiel y confiadamente con el oficio que se le había encomendado.

Lo tercero que pide es se le conceda el tiempo oportuno, porque hay tiempo de hablar y tiempo de callar, como dice el Eclesiastés. Por eso dice: "de modo que hable yo de El con valentía, como debo hablar", porque como dicen los Pr 15: "óptima es la palabra oportuna".

Al fin de esta carta da a conocer a los Efesios el estado en que se halla, al decir: "en fin, en orden al estado de mis cosas…", y a qué propósito se lo manifiesta, es a saber, para consolarlos. junto con eso los saluda, según su costumbre, y recomienda de muchas maneras al discípulo portador de las nuevas. Dice pues: "en fin, en orden al estado de mis cosas, y lo que hago, os informará de todo Tíquico", como si dijera: por el misterio del Evangelio, por el cual me veo en cadenas, quiero que sepáis que las cadenas, y todas las tribulaciones, y todos los suplicios, que por razón del oficio a mí encomendado, fulminen sobre mí sus carniceros estragos, no me quitan el sueño, ni mudan mi corazón, ni trastornan ni llegan adentro; pero mi angustia por cierto es que todo esto gira en torno de mí y no penetra. Y ya que no puedo ir de viva voz a decíroslo, ya que arrastro cadenas, de todo os informará Tíquico, carísimo hermano mío y ministro fiel en el Señor. Por tanto, podéis darle crédito en todo. "¿Quién piensas es el siervo fiel y prudente…?" (Lc 12). Tal es éste que os he remitido con este mismo fin de que sepáis lo que es de nosotros. Así recomienda a su discípulo. ¿Y para qué? "para que consuele vuestros corazones".

Por fin, al decir: "paz a los hermanos", pone el Apóstol su saludo de costumbre. Y advirtamos que, aunque la gracia anteceda a la paz y a la mutua caridad de los hombres entre sí y para con Dios cuanto a la colación -pues no hay paz para los impíos, dice el Señor-, con todo, cuanto a la ejecución de la gracia y de la verdad, y conservación de la caridad, la paz precede a su modo; por eso les desea la paz mutua y la caridad para con Dios diciendo: "paz a los hermanos, y caridad y fe". Y porque, aunque la paz y la caridad mucho contribuyan a la conservación de la gracia, empero por suponer siempre la misma gracia, sin la cual no fuera posible tenerlas, por eso les desea la gracia. De ahí que diga: "la gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor puro e incorruptible". Amén.





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