Aquino - A LOS GALATAS 5

5
(
Ga 1,15-17)

Lección 4: Gálatas 1,15-17

Muestra Pablo no haber recibido de hombre el Evangelio en el tiempo de su conversión, ni tampoco después de su conversión.

15. Pero cuando plugo al que me separó desde el seno de mi madre, y me llamó por su gracia,
16. para revelar a su Hijo en mí, a fin de que yo le predicase entre los Gentiles, al punto no tomé consejo de la carne ni dé la sangre,
17. ni pasé a Jerusalén, a ver a los Apóstoles anteriores a mí, sino que me fui a Arabia, y otra vez volví a Damasco.

Habiendo mostrado el Apóstol que antes de su conversión no recibió de hombre el Evangelio, ahora prueba aquí que tampoco después de su conversión lo recibió de hombre. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero muestra que no recibió de hombre el Evangelio en el tiempo de su conversión; luego, que tampoco después de su conversión: de allí a tres años, etc. Acerca de lo primero hace todavía dos cosas. Porque primero muestra que no recibió el Evangelio de los Apóstoles, ni lo aprendió; lo segundo, que tampoco lo supo por los demás fieles: sino que me fui a Arabia, etc. Acerca de lo primero hace tres cosas. La primera, mostrar la causa eficiente de su conversión; la segunda, la finalidad: para revelar, etc.; la tercera, el modo: al punto no tomé consejo, etc. Acerca de lo primero, indica la causa de su conversión, que fue doble, a saber: el beneplácito de Dios, que es la divina elección, y la vocación del que se ha de convertir. En cuanto a lo primero dice: Pero cuando plugo, es claro que a Dios, no cuando yo quise, sino cuando fue su beneplácito, porque esto no es obra del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que usa de misericordia, como se dice en Romanos 9,16. Se complace el Señor en aquellos que lo temen (Ps 146,1 1). Dios es el que obra en nosotros, etc. (Fil 2,13).-El cual, Dios, a mí, indócil. Siendo, como soy, el menor de los apóstoles, etc., pues que perseguí a la 1glesia (ICo 15,9). Saulo, que todavía no respiraba sino amenazas, etc. (Ac 9,1). Perseguidor: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Blasfemo. Que fui antes blasfemo, etc. (I Tim 1,13). A mí, tal cual, digo, me separó desde el vientre de mi madre. O a la letra: Que me hizo nacer del vientre de mi madre. Y con verdad se dice que Dios separa desde el vientre, aun cuando esto sea obra de la naturaleza, la cual es como un instrumento de Dios, porque también nuestras obras se le atribuyen a Dios como a principal autor. Todas nuestras obras Tú nos las hiciste (Is 26,12). Así como también, los efectos se le atribuyen al agente principal. Por lo cual se dice en Job 10,2: Vestísteme de piel y carne, etc. Y del seno es separado para ser justificado, porque el reparar corresponde al que constituye. Desde las entrañas de mi madre fui arrojado en tus brazos (Ps 2 1,2). O bien: desde el seno de mi madre, de la Sinagoga, cuyo seno es el colegio de los Fariseos, que alimentaban a los demás en el Judaismo. Andáis girando por mar y tierra, a trueque de convertir un gentil, etc. (Mt 23,15). De esta manera su madre fue la Sinagoga. Los hijos de mi madre se declararon contra mí, etc. (Cant 1,5). Su seno son los fariseos. Así es que de este seno es separado por el Espíritu Santo para la fe del Evangelio. Separado para el Evangelio de Dios (Rm 1,1). O bien su madre es la 1glesia de Cristo; su seno, el colegio de los Apóstoles. Así es que Dios lo separó del seno de la 1glesia, esto es, del colegio de los Apóstoles, para el ministerio del Apostolado y de la predicación a los Gentiles, cuando dijo a los Apóstoles: Separadme a Saulo y a Bernabé, etc. (Ac 13,2). Y llama madre suya a la Sinagoga porque era fariseo, como muy importante en ella por cuanto se dice fariseo, e importante entre los fariseos, porque era celador de la ley. Dijo arriba: siendo en extremo celoso de las tradiciones de mis padres.

Y en cuanto a la otra causa dice: y me llamó, etc. Ahora bien, la vocación es doble. Una es exterior, y así dice: Me llamó con voz celestial. Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? etc. Levántate y entra en la ciudad, etc. (Ac 9,4-6).-Así llamó también a los otros Apóstoles. La otra es interior, y así lo llamó por cierto impulso interior, con el que Dios con su gracia toca el corazón para que se convierta uno a El, y así llama de la mala a la buena vida, y esto por su gracia, no por nuestros méritos. A estos que ha predestinado también los ha llamado, etc. (Rm 8,30). Levantaré un varón para ejercer mi justicia, etc. (Is 45,13). El llama a Sí las aguas del mar, y las derrama, etc. (Amos 9,6). Y la finalidad de la conversión la indica diciendo: para revelar a su Hijo, etc.; y tal finalidad es Cristo. Y la conversión de Pablo se ordena a Cristo doblemente, a saber, de hecho, .y así dice: para revelar a su Hijo, esto es, para revelarme -con lo que conmigo hizo, convirtiéndome y perdonándome mis pecados- cuan grande ha sido conmigo su misericordia. Jesucristo vino a este mundo para salvar a los pecadores, etc. Mas por eso conseguí misericordia, por haber procedido con ignorancia (I Tim 1,13). Así pues, en la conversión de Pablo reveló Dios a su Hi¡o, y esto en cuanto al Hijo se le llama gracia de Dios. También se le reveló en su operación, por lo cual dice él mismo: Porque no me atreveré a hablar sino de lo que Jesucristo ha hecho por medio de mí para reducir a su obediencia a los gentiles con la palabra y con las obras, con la eficacia de los milagros, etc. (Rm 15, .18-19). Y esto en cuanto el Hijo es fuerza de Dios. También lo reveló en su predicación; por lo cual él mismo decía: Nosotros predicamos a Cristo crucificado, etc. y la sabiduría de Dios (ICo 1,23,24). Y esto en cuanto su Hijo se llama sabiduría de Dios. También se ordena a Cristo su conversión con la palabra; y así dice: a fin de que yo le predicase entre los Gentiles; porque a los otros Apóstoles los mandó a predicarles a Cristo a los Judíos, y Pablo por mandato del Señor fue a convertir a los Gentiles. Poco es el que tú me sirvas para restaurar las tribus de Jacob, etc.; te he destinado para ser luz de las naciones (Is 49,6). Así nos lo tiene ordenado el Señor: Yo te puse por lumbrera de las naciones (Ac 13,47). He aquí que Yo voy a presentarle por testigo a los pueblos, y por caudillo y por maestro a las naciones (Is 55,4).

Ahora bien, el modo de su conversión es perfecto, desde luego en cuanto al efecto, por lo cual dice: al punto no tomé consejo de la carne ni de la sangre, esto es, al instante tan perfectamente me convertí, que todo carnal afecto lo deseché. Fácil le es a Dios el enriquecer en un momento al pobre (Eccli 1 1,23). Y por carne y sangre se entienden aquí los vicios carnales. Carne y sangre no poseerán el reino de Dios (ICo 15,50). La carne tiene deseos contrarios a los del espíritu (Gal 5,17). O bien se entienden el amor y el afecto de los parientes carnales. No te ha revelado eso la carne y sangre, etc. (Mt 16,17). Y así el Apóstol a la vez dominó sus pasiones y despreció a sus judíos. También en cuanto al entendimiento, porque de tal manera fue instruido por Cristo, que no le fue necesario ser instruido por los Apóstoles. Por lo cual dice: ni pasé a Jerusalén, para, se entiende, ser instruido por ellos. Tampoco le fue necesario ser instruido por los demás fieles. Por lo cual dice: sino que me fui a Arabia, etc.; como si dijera: no fui a lugares donde hubiera otros fieles para que me instruyeran, sino que me fui a Arabia, donde no había nadie instruido en la fe, sino infieles. Y otra vez volví a Damasco, con los conocidos. ¿Quién señaló la carrera a un aguacero impetuosísimo?, etc. (Jb 38,25).

Objeción. En contra está lo que se dice en Hechos 9,25: que lo descolgaron por el muro metido en un canasto. Y habiendo ido a Jerusalén, trató de júntarse con los discípulos. Así es que fue a Jerusalén.

Contestación. Débese decir que sí fue a Jerusalén, pero no para ser instruido. O mejor débese decir que no fue al instante sino después de algún tiempo. Y por eso agrega: de allí a tres años, etc.

6
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Ga 1,18-24)

Lección 5: Gálatas 1,18-24

Muestra que su doctrina fue aprobada por los Apóstoles y todos los demás, pero de ninguna manera que la haya recibido de ellos.

18. De allí a tres años fui a Jerusalén a visitar a Pedro, y estuve con él quince días.
19. Y no vi a otro alguno de los Apóstoles, sino a Santiago, él hermano del Señor.
20. He aquí delante de Dios que no miento en lo que os escribo.
21. Luego vine a las regiones de Siria y de Cilicia.
22. Mas yo era desconocido de vista para las 1glesias de Judea que permanecían en Cristo.
23. Solamente habían oído decir: aquel que antes nos perseguía, ahora predica la fe que antes arrasaba.
24. Y en mí glorificaban a Dios.

Habiendo probado arriba el Apóstol que no recibió de hombre el Evangelio antes de su conversión, ni tampoco en el momento de ella, aquí prueba que tampoco después de su conversión lo recibió de hombre, y prueba más bien aquí que su doctrina fue aprobada por los hombres. Y acerca de esto hace dos cosas. Porque primero explica de qué manera su doctrina fue aprobada por los Apóstoles; luego, muestra de qué manera fue aprobada por los otros fieles: luego vine a las regiones, etc. Y primero narra el hecho; luego, confirma la verdad de lo dicho: he aquí delante de Dios, etc. Así es que dice: Aun cuando no había ido a ver a los Apóstoles para ser instruido por ellos acerca del principio de mi conversión, porque ya había sido instruido por Cristo, sin embargo, impulsado por un afecto de candad, de allí a tres años de mi conversión, fui a Jerusalén, porque hacía mucho tiempo que deseaba ver a Pedro, no para ser enseñado por él, sino para visitarlo. Y al visitar tus apriscos nada echarás de menos (Jb 5,24).-Y estuve con él quince días, y él halló en mí un verdadero Apóstol. Y dice quince días porque este número se compone de ocho y de siete. Ahora, bien, el octonario es un número del Nuevo Testamento, en el cual se espera la hora octava de los que han de resucitar; y el septenario es un número del Antiguo Testamento porque celebra el séptimo día. Y permaneció con Pedro durante quince días, confiriendo con él sobre los misterios del Antiguo y del Nuevo Testamento. Y para que no se vaya a pensar que aun cuando sin ser instruido por Pedro podría sin embargo haber sido instruido por otros, agrega que tampoco por otros fue instruido. Por lo cual dice: A otro alguno de los Apóstoles, por el cual fuere instruido, no vi tampoco, esto es, a nadie, sino a Santiago, el hermano del Señor. Porque a él lo vio en Jerusalén.

Acerca de este Santiago débese saber que fue obispo de Jerusalén, y fue llamado Santiago el Menor por haber sido nombrado después del otro Santiago. Y muchas cosas se dicen de éste en los Hechos, cap. 15. Este también escribió la Epístola canónica. El por qué se le llame hermano del Señor se explica de diversas maneras. Porque Elvidio dice que se le llama hermano del Señor por haber sido hijo de la Santísima Virgen. Pojque dice que la Santísima Virgen concibió y dio a luz a Cristo, y que después del parto de Cristo concibió de José, y dio a luz otros hijos; pero este error está condenado y reprobado. Y que eso sea falso consta también porque Santiago no fue hijo de José sino de Alfeo. Otros dicen que José tuvo otra mujer anterior a la Santísima Virgen y que de aquélla tuvo a su hijo Santiago y a otros, y que una vez muerta ella recibió como esposa a la Santísima Virgen, de la cual nació Cristo, mas no conocida por José sino por el Espíritu Santo, como en el Evangelio se dice.

Objeción. Pero como por el padre se determinan las consanguinidades, y José era considerado como padre de Cristo, consiguientemente, este Santiago, aun cuando no fue hijo de la Virgen, sin embargo se llamaba hermano del Señor.

Respuesta. Pero esto es falso, porque si el Señor no quiso encomendar la custodia de la virgen-madre sino a un virgen, ¿cómo es posible sostener que su esposo no fuera virgen y en ello empeñarse? Por lo cual otros dicen, y en la Glosa se menciona, que este Santiago fue hijo de María de Cleofas, la cual fue hermana de la Virgen.

Porque dicen que Ana, madre de la Santísima Virgen, casó con su primo Joaquín, del cual dio a luz a María, la Madre del Señor, y que muerto él casó con Cleofas, hermano de Joaquín, del cual dio a luz a María de Cleofas, y que de ésta nacieron Santiago el Menor, Judas y Simón; y que muerto Cleofas se dice que casó todavía con un tercero, llamado Salomé, del cual concibió y dio a luz a otra María, llamada Salomé, y que de ésta nacieron Santiago el Mayor y su hermano Juan. Pero tal opinión doblemente la contradice Jerónimo. Primero porque Salomé no es nombre de varón, como también en griego se ve, sino que es nombre de mujer, la cual fue hermana de la Santísima Virgen, y que de Zebedeo engendró a Santiago el Mayor y a Juan, así como María de Cleofas de Alfeo engendró a Santiago el Menor, a Judas y a Simón. Y a este Santiago se le llama hermano del Señor, especialmente entre otros de sus primos, y esto por dos razones: la primera, por la semejanza física, porque se parecía mucho a Cristo; y la segunda, por la semejanza de la vida, porque imitó a Cristo en las costumbres. O bien porque Alfeo su padre fue de la parentela de José. Y como los Judíos suelen tejer la línea de la consanguinidad por ios varones, y Cristo era considerado como hijo de José, como se dice en Lucas 3,23, por eso especialmente se le llama hermano del Señor, y no a otros, que sólo por la madre eran sus consanguíneos. Mas aquí se toma como hermano al consanguíneo. Porque en la Escritura se llama hermanos a veces a los carnales. Jacob engendró a Judá y a sus hermanos (Mt 1,2). O por parentesco, como todos los consanguíneos son hermanos. Ruégote no haya disputa entre nosotros, pues somos hermanos (Gen 13,8). De raza, y así todos los de una misma lengua se llaman hermanos. No podrás alzar por rey a hombre de otra nación, y que no sea hermano tuyo (Deut 17,15). Por afecto, y así todos los amigos y quienes tengan el mismo sentimiento se llaman hermanos. No tuvo sosiego mi espíritu porque no hallé a mi hermano Tito (2Co 2,13). Por religión, y así todos los cristianos que tienen la misma regla de vida se llaman hermanos. Hermanos sois (Mt 23,8). ¡Oh, cuan buena y cuan dulce cosa es el vivir los hermanos en mutua unión! (Ps 132,1). Y en general todos los hombres se llaman hermanos porque por un solo Dios son gobernados y criados. ¿No es uno mismo el padre de todos nosotros? (Mt 2,10).

En seguida, cuando dice: que no miento en lo que os escribo, etc., confirma por juramento lo que dijera; como si dijera: las cosas que ahora os escribo acerca de mí helas aquí, manifiestas están, porque de sobra consta que no miento. Y esto lo digo delante de Dios, esto es, poniendo a Dios por testigo. Y jura aquí el Apóstol no por ligereza sino por necesidad de aquellos a quienes les era necesario creer. Porque si no obrara así, no le creerían. Predicamos en la presencia de Dios y según Cristo (2Co 2,17). Dios me es testigo, etc. (Rm 1,9). Pues ¿qué es lo que dice el Señor? Sea vuestro modo de hablar sí, sí; o no, no: que lo que pasa de esto, de mal principio proviene (Mt 5,37).

En seguida, al decir: luego vine, etc., dice cómo fue aprobado por las otras iglesias de Judea. En lo cua! hace tres cosas. Primero dice dónde estuvo: en Cilicia. Por lo cual dice: Luego vine a las regiones de Siria y de Cüicia, a saber, a la patria, donde también fue arrebatado, porque en Hechos 22,3 leemos: Yo soy judío nacido en Tarso de Cilícia, etc. Segundo, de qué manera lo conocían, pues no era personalmente, sino tan sólo de oídas y por la fama. Por lo cual dice: pues yo era desconocido de vista para las 1glesias de Judea que permanecían en Cristo, esto es, en la fe de Cristo. Por desconocidos, aunque muy conocidos (2Co 6,8). En lo cual se ve que las 1glesias de Judea no me adoctrinaron. Solamente habían oído decir acerca de mí, por la fama: aquel que antes nos perseguía, etc. Tercero, de qué manera es aprobado por ellas, porque en mí glorificaban a Dios, esto es, con mi conversión maravillosa reconocían que con su gracia me convertí. Las bestias me glorificaban, etc. (Is 43,20).

CAPITULO 2

7
(
Ga 2,1-5)

Lección 1: Gálatas 2,1-5

Trata de la confrontación de su Evangelio con los Apóstoles, y también del caso de Tito.

1. Más tarde, transcurridos catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, y llevando conmigo a Tito.
2. Mas subí conforme a una revelación, y conferí con ellos el Evangelio que predico entre los Gentiles. Y especialmente con los más autorizados, por no correr quizá o haber corrido en vano.
3. Pero ni siquiera Tito, que estaba conmigo, con ser Gentil, fue obligado a circuncidarse;
4. ni aun por miramiento a los falsos hermanos intrusos que furtivamente se introdujeron a espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de reducirnos a servidumbre.
5. A los cuales ni por un momento nos entregamos en sujeción: para que la verdad del Evangelio se mantenga entre vosotros.

Habiendo el Apóstol ponderado en el precedente capítulo la autoridad de la doctrina evangélica conforme a sí misma; ahora, en este capítulo, la pondera por parte de los otros Apóstoles y por la suya a la vez. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero pondera la autoridad de su doctrina por la aprobación de los demás Apóstoles; luego por su ejemplo y el de los demás Apóstoles: Nosotros somos de naturaleza judíos y no Gentiles pecadores (Gal 2,15). Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera, mostrar que los demás Apóstoles le aprobaron su doctrina; la segunda, mostrar que sin temor reprendió a los otros Apóstoles en las cosas que contra su doctrina decían: Y cuando vino Cefas a Antioquía, etc. (Gal 2,1 1). Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera, tratar sobre la conferencia que tuvo con los Apóstoles; la segunda, dar a conocer qué resultó de allí: pero ni siquiera Tito, que estaba conmigo, etc. Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero indica las circunstancias de esa conferencia; luego dice en qué consistió ésta: y conferí con ellos el Evangelio, etc. En cuanto a lo primero indica cuatro circunstancias, a saber: el tiempo, el lugar, los testigos y su motivo. Así es que dice en qué tiempo fue: Más tarde, transcurridos catorce años.

Objeción.-En contra está el hecho de que el Apóstol se convirtió en el primer año después de la pasión de Cristo, y tres años después fue a Jerusalén, y así resultan cuatro años, y aquí dice: transcurridos catorce años subí otra vez a Jerusalén, y así resultan dieciocho, y fue entonces cuando se vio con Pedro en Jerusalén. Lo cual no puede ser, porque Pedro permaneció en Antioquía siete años, y en Roma veinticinco años. Y así resultarían veinte menos dos más siete (o sea,25 años) antes de ir a Roma, y en Roma permaneció veinticinco años; luego Pedro viviría después de la pasión de Cristo cincuenta años, lo cual es falso; porque a los cuarenta años de la pasión de Cristo fue martirizado Pedro en Roma, como lo dice la historia, y esto fue bajo el reinado de Nerón.

Respuesta.-Débese decir que cuando se dice: Más tarde, etc., no quiere decir que después de tres años de nuevo transcurridos sean catorce años antes de ir a Jerusalén, sino que el año catorce de su conversión subió otra vez a Jerusalén; ni hay que agregar, a estos catorce, siete años, en los que Pedro rigió la 1glesia de Antioquía, porque antes de estos años empezó a regirla; pues como Antioquía está cerca de Jerusalén, pudo ser que a veces Pedro fuese a Jerusalén y que entonces lo viera Pablo allí. Y así de la historia se colige que después de catorce años Pedro fue a Roma en el tiempo del emperador Claudio, y habiendo vivido allí veinticinco años, completó el número de treinta y nueve años, y murió en el año cuarenta después de la Pasión del Señor. Y dice claramente catorce para mostrar que no necesitaba de la instrucción de los Apóstoles habiendo estado catorce años sin ellos.

El lugar lo designa diciendo: Jerusalén. Y dice subí, porque está situada en lugar alto. Y subió a Jerusalén para mostrar que concuerda con la profecía que dice: De Sion saldrá la ley, etc. Señala los testigos diciendo: con Bernabé, y llevando conmigo a Tito. Bernabé era Judío, y Tito era Gentil. Y con ellos subió para tenerlos como testigos de su doctrina y para hacer ver que en ninguna parte se desvió, ni entre Judíos, ni entre Gentiles. Toda deposición debe ser expresada por dos o tres (Deut 17,6). En cuanto al motivo, lo indica diciendo: conforme a una revelación, esto es, habiéndole Dios revelado y mandado que subiera a Jerusalén. De esto se puede colegir que todos los hechos de los Apóstoles y sus motivos fueron conforme a una moción del Espíritu Santo. Las nubes esparcen sus brillos, etc. (Jb 37,2).

En seguida, cuando dice: y conferí, etc., habla de esa misma conferencia, en lo cual hace tres cosas. La primera, indicar la materia sobre la cual confirió; la segunda, las personas con las cuales confirió; y la tercera, la causa por la cual confirió. La materia acerca de la cual confirió fue el Evangelio. Por lo cual dice: conferí con ellos el Evangelio, etc. Las personas con las cuales confirió son los mayores y más excelentes de los Apóstoles. Y especialmente con los más autorizados. Pero por un motivo útil y necesario, por no correr quizá o haber corrido en vano. En cuanto a lo primero dice: subí a Jerusalén, donde conferí con ellos, como con amigos e iguales, el Evangelio que predico entre los Gentiles, no para ser adoctrinado, porque ya lo había sido por Cristo; no para certificarme, porque tan cierto estoy que si un ángel dijere lo contrario, no le creería, como arriba quedó asentado (Sal 1,8). Sino que conferí por dos motivos, a saber: primero, para dar a conocer la unidad de mi doctrina con la doctrina de los demás Apóstoles. Que todos tengáis un mismo lenguaje (ICo 1,10). Así es que con ellos confirió con el mismo lenguaje de ellos., y sólo él. Y segundo para evitar la calumnia de los demás. Porque el Apóstol, no habiendo tenido trato con Cristo ni sido adoctrinado por los Apóstoles, sin embargo, inmediatamente después de su conversión empezó a predicar cosas que eran odiosas para los Judíos, de manera especial acerca de la vocación de los Gentiles y que no se debían guardar las observancias legales. Así es que de esta manera confirió el Evangelio. Pero con quiénes lo hiciera lo muestra diciendo: y especialmente con los más autorizados; como si dijera: No con todos, sino con aquellos que entre los demás eran de autoridad e importancia semejante, a saber, con Pedro, Santiago y Juan y con otros grandes. Conversa con los sabios y prudentes (Eccli 9,21). Y especialmente, etc., no que con ellos tratare o confiriera cosas torpes o falsas, como hacen los herejes, sino porque sabía que allí había Judíos que lo calumniaban por lo que enseñaba acerca de las prescripciones legales. Y por eso, para que la verdad no quedara expuesta a las calumnias, principalmente confirió con los que no lo calumniarían. Tu asunto trátalo con tu amigo, y no reveles al extraño tu secreto, etc. (Prov 25,6). No consultes en presencia de un extraño, etc. (Eccli 8,21). Así es que de esta manera quedan en claro la materia de la conferencia y las personas. Sigue la causa, la cual fue por no correr quizá o haber corrido en vano, esto es, para que no se pensara que predicaba inútilmente. Y a su predicación la llama carrera, por la rapidez de su doctrina, porque en poco tiempo desde Jerusalén hasta el llírico y hasta en España predicó el Evangelio. Por lo cual se podría decir de él aquello del Salmo 147,15: Su palabra se comunica velocísimamente, etc. Orad por nosotros para que la palabra del Señor corra más y más (2 Tes 3,1). Pero ¿acaso tenía la duda de haber corrido en vano? Débese decir que en cuanto a sí mismo no dudaba, sino en cuanto a los que les predicaba, porque a no ser que su doctrina fuese mantenida firmemente por ellos, en cuanto a ellos habría corrido en vano; y por eso quiso conferirla con los Apóstoles, para que sabiendo ya sus oyentes que su doctrina concordaba con la de los demás Apóstoles y que era aprobada por éstos, más firmemente sostuvieran su doctrina, y así, en cuanto a ellos, no correría en vano. Así que yo voy corriendo, no como quien corre a la aventura (ICo 9,26).

En seguida, cuando dice: Pero ni siquiera Tito, etc., muestra qué se siguió de la conferencia tenida con los Apóstoles. E indica tres cosas que de ella se siguieron, a saber: que de su doctrina no se apartó él; que a su doctrina nada se le agregó: en cuanto a los que parecían ser los más distinguidos, etc., nada me enseñaron de nuevo (Gal 2,6); tercero, que fue aprobada su doctrina: antes al contrario, habiendo reconocido, etc. (Gal 2,7). Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera, mostrar que no se apartó de su doctrina en algo en particular; la segunda, mostrar que tampoco en ninguna otra cosa se apartó de ella: ni aun por miramiento a los falsos hermanos, etc. Así es que dice: digo que de tal manera conferí con ellos acerca de la doctrina evangélica, que de esto se siguió que mi doctrina y juicio quedó firme, a saber, que las prescripciones legales no se deben observar: y así, que los Gentiles no sean obligados a guardarlas, puesto que ni siquiera Tito, que estaba conmigo, con ser Gentil, fue obligado a circuncidarse por las razones de aquéllos, sino que fue aceptado incircunciso en sociedad por los Apóstoles. De aquí que entonces se diera por los Apóstoles la sentencia de qué las prescripciones legales no se deben observar, como leemos en Hechos 15,28-29. La razón por la cual después de la Pasión de Cristo no se deben guardar esas prescripciones la da el Crisóstomo de esta manera: Porque es claro que el instrumento por el que consta alguna promesa o pacto es valedero hasta el momento en que se cumpla el pacto o promesa; y habiéndose éstos cumplido, el predicho instrumento pierde su valor. Ahora bien, la circuncisión es cierto recurso o instrumento de la promesa y pacto entre Dios y los hombres fieles, por lo cual Abraham recibió la circuncisión como signo de la promesa, como se dice en el Génesis (17,13). Y como una vez cumplida la Pasión de Cristo, se hizo eficaz la promesa y acabado el pacto, por lo mismo después de la Pasión no permanece ni tiene valor la circuncisión. Queda pues de manifiesto que Pablo no se apartó de su juicio en que no había de permitir que Tito fuera circuncidado. En seguida muestra que tampoco en ninguna otra cosa se apartó de su juicio, diciendo: ni aun por miramiento a los falsos hermanos intrusos, etc.

Objeción.-Pero este texto es contradictorio y ademas incierto, y así se lee: Tú dices que no permitiste que fuera circuncidado Tito; pero ¿por qué no lo permitiste? ¿No en otra parte lo permitiste con Timoteo, según se lee en Hechos 16,1-32

Respuesta.-A esto puede responder el Apóstol así: en los días en que Timoteo fue circuncidado era indiferente la circuncisión, en cuanto a si debía o no observarse; pero ahora, en cuanto a Tito, la cuestión era en especial sobre la circuncisión, sosteniendo yo que no se debía observar. De aquí que si yo permitiese que se le circuncidara, habiendo resuelto yo mismo la cuestión, obraría en contrario, ni era ya lícito después de esto remover la cuestión o plantear una dificultad, puesto que ya estaba bien determinada. Por lo cual dice: Digo que no sólo no permití que fuera circuncidado por ellos, a los cuales ni por un momento nos entregamos en sujeción, de modo que los Gentiles quedaran sujetos a la Ley. Y esto por los intrusos del diablo, o bien por los Fariseos falsos hermanos, que se fingen amigos. Peligros entre los falsos hermanos (2Co 1 1,26).-Los cuales, es decir, los falsos hermanos, furtivamente se introdujeron por entre los Apóstoles para mañosamente espiar, para espiar nuestra libertad respecto del pecado y la Ley. Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (2Co 3,17). No habéis recibido espíritu de servidumbre (Rm 8,15). Para redimir a los que estaban debajo de la Ley (Gal 4,5).-la cual libertad tenemos en Cristo Jesús, esto es, por la fe de Cristo. No sois hijos de la esclava, sino de la libre (Gal 4,31). Y furtivamente se introdujeron a fin de reducirnos a la servidumbre de la Ley y de las observancias carnales, como antes de la Pasión de Cristo, lo cual no debe ser, porque nadie puede poner otro fundamento que el que ya ha sido puesto, el cual es Jesucristo (ICo 3,1 1). Y esto para que la verdad del Evangelio se mantenga entre vosotros; como si dijera: En nada cedimos ante ellos para no darles ocasión a los que os decían que sin la circuncisión no es posible salvarse, lo cual es contra la verdad del Evangelio que os prediqué. Pero Ambrosio lee de otra manera: Porque según las premisas, de momento no cedió por causa de los intrusos. De lo cual se sigue que si no se hubiesen entrometido los falsos hermanos, hubiera él cedido en cuanto a las observancias legales. Y así no fue en atención a esto, por lo que no cediese, sino por la verdad misma. Por lo cual dice Ambrosio que el texto es falso y sale sobrando el ni. Por lo cual quiere que se suprima el ni. Y entonces el sentido es éste: No permití que Tito fuera circuncidado, pero permití circuncidar a Timoteo por miramiento a los intrusos y falsos hermanos en el lugar en que estaba yo con Timoteo y otros, los cuales se introdujeron, etc. Y si no podían hacerlo maquinaban incitar al pueblo a levantarse contra nosotros. A los cuales, a los falsos hermanos, en atención a esto nos entregamos por un momento en sujeción en materia de circuncisión, circuncidando a Timoteo: para que la verdad del Evangelio se mantenga, etc. Con lo cual sostiene que ni la circuncisión confiere algo, ni el prepucio, sino la fe. Y fue ésta la especial causa por la cual fue circuncidado Timoteo, y no Tito, porque Timoteo era hijo de padre gentil y madre judía, y Tito de padre y madre paganos. Y el Apóstol juzgaba que quienes fueran hijos de un padre o de una madre judíos, debían ser circuncidados; y que quienes fueran hijos de padre y madre totalmente gentiles, por ningún motivo habían de ser circuncidados.

8
(
Ga 2,6-10)

Lección 2: Gálatas 2,6-10

Nada agregaron los Apóstoles a la doctrina de Pablo, sino que por ellos fue aprobada, por cuanto fue dada divinamente, y tan sólo le imponen la obligación de cuidar a los pobres.

6. En cuanto a los que significaban algo -lo que hayan, sido anteriormente nada me importa: Dios no acepta cara de hombre-, a mí, pues, los que significaban algo nada me enseñaron.
7. Sino al contrario, viendo que a mí me había sido encomendado el evangelio del prepucio, como a Pedro el de la circuncisión,
8. (pues quien dio eficacia a Pedro para el apostolado de la circuncisión, me la dio también a mí entre los Gentiles)
9. y como reconociesen la gracia que me fue dada Santiago y Cefas y Juan, que eran reputados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé las manos de la comunión, para que nosotros fuésemos a los Gentiles, y ellos a los circuncisos,
10. con sólo que nos acordásemos de los pobres, cosa que yo también procuré hacer con esmero.

Habiendo mostrado el Apóstol que en nada se apartó de su juicio en la predicha junta, aquí muestra consiguientemente que nada se le agregó a su doctrina por los demás Apóstoles. Y acerca de esto hace dos cosas. Porque primero define el estado de los Apóstoles que en nada supera al suyo; y luego prosigue su asunto: a mí, pues, los que significaban algo, etc. Y el dicho estado lo define por tres elementos.

Primero, por la autoridad que tenían en la 1glesia, autoridad grande. Y en cuanto a esto dice: En cuanto a los que significaban algo, etc. El texto es incompleto; por lo cual se debe completar así: En cuanto a aquellos, esto es, Pedro y Juan; como si dijera: aun cuando por un momento cediese ante ellos, sin embargo nada recibí de ellos de poder o de doctrina. Y si de ellos nada recibí, mucho menos de otros. Pero débese notar que esto que dice: que significaban algo, si esto se entiende según la gracia de Dios que en ellos estaba, así es verdad que según esa gracia eran grandes, porque a los que ha justificado también los ha glorificado, como se dice en Romanos 8,30. Pero si se entiende que significan algo por sí mismos, así es falso, porque de esta manera nada eran. Porque si según ellos mismos algo significaban, siempre serían grandes, porque lo que por sí mismo existe, siempre permanece. De aquí que como no siempre fueran grandes, no significaban algo por sí mismos.

Segundo, define el estado de los Apóstoles por el que tenían antes de la conversión, o sea, el que tuvieron en la Sinagoga. Y con prudencia muestra haber sido bajo y vil ese estado. Por lo cual dice: lo que hayan sido anteriormente, porque eran rústicos, pobres, ignorantes y sin letras. No sois muchos los sabios según la carne (ICo 1,26). Pero cómo fueren, nada, esto es, no me importa para contarlo. Y esto lo desliza quizá para que, considerando el estado que guardaban aquéllos en la Sinagoga (que fue nulo) y el estado de Pablo (que fue importante), manifiestamente conozcan que en el juicio en cuanto a las prescripciones legales Pablo debe ser preferido a ellos, y principalmente siendo Pablo igual a ellos en el estado de la 1glesia de Cristo, de tal modo que Pablo los aventajaba en el estado de la sinagoga antes de la conversión, y en el estado posterior a la conversión era igual a ellos. De aquí que tratándose de la Sinagoga, mejor era atenerse al juicio de Pablo que al de los demás; pero como se trataba del Evangelio, había que atenerse a su juicio como al de los demás. Y así como los demás no eran grandes por las observancias legales sino por Cristo, así también el Apóstol era grande por Cristo en la fe, y no por las observancias legales. . En tercer lugar define el estado de ellos por la elección divina, y en cuanto a esto dice: Dios no acepfa cara de hombre; como si dijera: Son grandes porque Dios los magnificó, sin atender a méritos o deméritos de ellos, sino a lo que quiso El hacer. Y por eso dice: Dios no acepta cara de hombre, esto es, no la considera grande o pequeña. Al pequeño y al grande E! mismo los hizo (Sab 6,8). Pero sin acepción de personas a todos los llama a la salvación, no imputándoles sus delitos, y esto porque pasaron. Lo viejo pasó (2Co 5,17). Ni siquiera recordaré sus nombres (Ps 15,4). Por lo cual dice Pedro: Verdaderamente acabó de conocer que Dios no hace acepción de personas, etc. Acerca de esto débese saber que hacer acepción de personas es propiamente el no tener en cuenta para nada en un asunto, como regla del mismo asunto, la idoneidad de la persona respecto a él, como por ejemplo cuando le doy a alguien un beneficio eclesiástico por el hecho de ser noble o hermoso. Porque ni la nobleza ni la hermosura tienen nada que ver para que reciba el beneficio. , Y si el modo de ser de la persona concuerda con el asunto, considerando de esta manera su idoneidad por ese hecho, no hago acepción de persona; de modo que si le doy a alguien un beneficio porque es bueno y va a servir bien a la 1glesia, porque es buen escritor y honesto, no hago acepción de personas. Por lo tanto, el hacer acepción de personas no es otra cosa que el considerar en la persona una circunstancia que nada tenga que ver con el asunto. Y como en sus obras y beneficios nada preexistente por parte de la criatura considera Dios, porque lo mismo que sea de la creatura es un efecto de su elección, sino que sólo considera como regla el beneplácito de su voluntad conforme a la cual lo obra todo, y no conforme a alguna condición de la creatura, es claro que no acepta cara de hombre.

En seguida, habiendo descrito la condición de ellos, enuncia su tema, a saber, que nada pudieron agregarle a él. Por lo cual dice: a mí, pues, los que significaban algo nada me enseñaron; como si dijera: Aun cuando son de grande autoridad, sin embargo nada agregaron a mi doctrina ni a mi poder, porque, como arriba está dicho, ni de hombre alguno recibí el Evangelio, ni por hombre fui enseñado. Aunque la Glosa lee de otra manera: lo que fueron anteriormente, etc.; como si dijera: No me corresponde a mí pintar el estado de ellos antes de su conversión, cómo fueron, porque esto nada importa, habiendo sido yo por mi parte perseguidor de la misma 1glesia, y sin embargo Dios por el beneplácito d(c) su voluntad me eligió a mí y me glorificó, y esto porque el Señor no ve cara de hombre.

En seguida, cuando dice: Sino al contrario, viendo que a mí, etc., muestra de qué manera fue aprobada su resolución por los Apóstoles. Y acerca de esto hace tres cosas. La primera, indicar la causa de la aprobación; la segunda, deslizar la propia aprobación: Santiago y Cefas y Juan, etc.; la tercera, agregar la condición con que se le da la aprobación: con sólo que nos acordásemos de los pobres, efe. Ahora bien, la causa de la aprobación -que movió a los Apóstoles a aprobar la resolución del Apóstol- viene siendo doble, a saber, el ministerio de la predicación conferido al Apóstol por Cristo, y el efecto del ministerio conferido: y como reconociesen la gracia, etc. Acerca de lo primero, primero indica el ministerio conferido que los mueve a la aprobación; segundo, el ejercicio del ministerio: pues quien dio eficacia a Pedro, etc. Así es que dice: Digo que aquellos que significaban algo, nada me enseñaron, sino que más bien, contra la opinión de los adversarios que subieron a Jerusalén a ver a los Apóstoles por la misma cuestión, a mí me aprobaron los propios Apóstoles, y esto viendo que a mí me había sido encomendado ei Evangelio, -esto es, el ministerio de la predicación, del prepucio, esto es, el de predicar a los incircuncisos, o sea, a los Gentiles. Si todas las naciones son incircuncisas según la carne, etc. (Jerem 9,26). Así como a Pedro se le dio autoridad para que predicara sólo a los Judíos, y a Pablo a los Gentiles, pero después también Pedro les predicó a los Gentiles, así también Pablo a los Judíos. Pero como alj guien podría decir: ¿cómo nos consta que te haya sido encomendado el Evangelio entre los Gentiles?, por eso interpone que por eficacia de Cristo. Porque así como que Pedro recibió el Evangelio de Cristo es patente por las maravillas que Cristo hizo por él, así también es claro por los milagros que Cristo ha obrado y obra en mí que yo lo recibí de El mismo.

Por lo cual dice: quien dio eficacia a Pedro, esto es, quien hizo Apóstol en Judea a Pedro, Cristo, El mismo me hizo Apóstol a mí entre los Gentiles. Y esta es la causa que los mueve. Pero por no bastar el mandato y la autoridad de predicar si el hombre no la ejerce con buena ciencia y discreta elocuencia, y si no la respalda con una vida virtuosa, por eso habla también del uso de su autoridad o del efecto del ministerio, diciendo: y como reconociesen la gracia de Dios etc. Y el sentido es muy estricto, o sea, que como viesen que mi predicación era por gracia y fructuosa, entonces, Santiago y Cefas y Juan, etc. En lo cual se nota la aprobación o sociedad hecha entre ellos y con Pablo. Y primero se indican las personas entre las cuales se hace la sociedad, las cuales son Santiago y Cefas, esto es, Pedro, y Juan. Y se pone primero a Santiago porque era el obispo de Jerusalén, donde ocurrían estas cosas. Y este Juan es Juan evangelista, quien no dejó la Judea sino en- el tiempo de Vespasiano. Que eran reputados como columnas. Lo cual se dice metafóricamente, esto es, como sustentación de toda la 1glesia. Porque así como un edificio es sostenido todo por columnas, así también la 1glesia toda de los Judíos era sostenida y regida por éstos. Y! de estas columnas se habla en el Salmo 74,4: Yo fui quien dio firmeza a sus columnas, esto es, a los Apóstoles de la 1glesia. Y en el Cantar de los Cantares (5,15): Sus piernas, columnas de mármol, sentadas sobre bases de oro. Estos mismos, por una parte, dieron las manos de la comunión, o sea, que consintieron en asociarnos a mí y a Bernabé, en lo cual se designan las personas por la otra parte. Y en. el hecho de que se hayan dado las diestras se significa que por las manos se aceptaron como señal de unión y de unidad de juicio. En segundo lugar se muestra el tenor o constitución de la sociedad diciendo: para que nosotros fuésemos a los Gentiles, y ellos a los circuncisos a predicarles; como si dijera; se hizo entre nosotros una sociedad y unión, de tal manera que así como todos los fieles obedecen a Pedro en la circuncisión, esto es, en la 1glesia de los fieles Judíos, así también todos los Gentiles que se convirtieran a Cristo obedecieran a Bernabé y a Pablo; y esto con sólo que nos acordásemos de los pobres de Cristo, que habían vendido todos sus bienes y puesto su precio a los pies de los Apóstoles, para venir a ser pobres por Cristo. Cosa que ciertamente yo también procuré hacer con esmero, no con menor amor que quienes lo ordenaron, como se ve en Romanos 15,26-27, y en 2Co 8 y 9. Ahora bien, la razón por la cual la costumbre de la primitiva 1glesia de vender las propiedades se guardaba en la 1glesia de la circuncisión, y no en la 1glesia de los Gentiles, es que los fieles Judíos estaban reunidos en Jerusalén y en la Judea que en breve serían destruidas por los Romanos, como poco después lo probaron los hechos; por lo cual quiso el Señor que no se reservaran posesiones donde no habían de permanecer. En cambio, la 1glesia de los Gentiles se afirmaría y crecería, y por eso por consejo del Espíritu Santo no se desprendieron en ella de las propiedades.


Aquino - A LOS GALATAS 5