Aquino - A LOS GALATAS 21

21
(
Ga 3,26-29)

Lección 9: Gálatas 3,26-29

Nadie está ya bajo la ley, sino que por la fe todos son hijos de Dios.

26. Por cuanto todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
27. Pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, estáis revestidos de Cristo.
28. No hay ya Judío ni Griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón y mujer. Porque todos vosotros sois uno solo en Cristo Jesús.
29. Y siendo vosotros de Cristo, sois por tanto hijos de Abraham, herederos según la promesa.

Aquí muestra el Apóstol que sin la servidumbre de la Ley los Gentiles han obtenido el fruto de la gracia, al cual sin embargo han sido conducidos los Judíos por la guarda y la sumisión de la Ley. Y acerca de esto hace tres cosas. La primera, enunciar su propósito; la segunda, explicarlo: Pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, etc.; la tercera, sacar la consecuencia: Y siendo vosotros de Cristo, sois por tanto, etc. Así es que dice: Ciertamente no estamos nosotros bajo la Ley, esto es, bajo pedagogo y bajo coacción, porque somos hijos de Dios. Del mismo modo, tampoco vosotros estáis bajo la Ley, ni bajo pedagogo, porque ya alcanzasteis la gracia. Por lo cual todos sois hijos de Dios por la fe, no por la Ley. Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre, o sea, de temor, que se daba en la antigua Ley, sino que habéis recibido el espíritu de adopción de hijos (Rm 8,15), de caridad y de amor, que se da en la nueva Ley por la fe. Dioles poder de llegar a ser hijos de Dios (Jn 1,12). Por lo tanto, si sois hijos de Dios' por la fe ¿para qué queréis ser siervos por las observancias de la Ley? Porque la sola fe hace a los hombres hijos adoptivos de Dios. Puesto que nadie es hijo adoptivo si no se une y adhiere al hijo natural. Los predestinó para que se hiciesen conforme a la imagen de su Hijo, etc. (Rm 8,29). Porque la fe nos hace hijos en Cristo Jesús. Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones (Ef 3,17). Y esto en Cristo Jesús, o sea, que sois hijos de Dios por Jesucristo.

En seguida, cuando dice: pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, etc., explica su tesis. Y acerca de esto hace tres cosas. La primera, enunciar la explicación de su tesis; la segunda, desarrollar su explicación: No hay ya Judío, ni Griego, etc.; la tercera, dar la razón de su explicación: Porque todos vosotros sois uno solo, etc. Ahora bien, acerca de lo primero explica cómo somos hijos de Dios en Cristo Jesús. Y esto lo dice así: Pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, etc. Lo cual se puede explicar de cuatro maneras. La primera diciendo: Todos los que habéis sido bautizados en Cristo estáis educados en la institución del bautismo en Cristo. 1d por todo el mundo: predicad el Evangelio a todas las creaturas. El que creyere y se bautizare se salvará (Marc 16,15-16). La segunda, diciendo: Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, a saber, por semejanza y por configuración de la muerte de Cristo. Cuantos hemos sido bautizados en Jesucristo lo hemos sido en su muerte (Rm 6,3). O bien en Cristo Jesús, esto es, en la fe de Jesucristo.

Porque el bautismo no se hace sino en la fe, sin la cual no conseguimos ningún efecto del bautismo. El que creyere y se bautizare se salvará (Marc 16,16). O bien en Cristo Jesús, esto es, en virtud y operación suya. Aquel sobre quien viereis que baja el Espíritu y reposa sobre El, Ese es el que bautiza con el Espíritu Santo (Jn 1,33). Así es que cuantos hayáis sido bautizados de estos cuatro modos, estáis revestidos de Cristo. Sobre lo cual débese decir que quien se reviste con algún vestido se protege y se cubre con éi, y se le ve bajo el color del vestido, estando oculto su color propio. De la misma manera, también quien se reviste de Cristo, se protege y se cubre con Cristo Jesús contra ataques y contra el ambiente, y no se ve en él nada sino lo que es de Cristo. Revestios de nuestro Señor Jesucristo (Rm 8,14). Y así como la madera encendida se reviste de fuego y participa de su virtud, así también quien recibe las virtudes de Cristo se reviste de Cristo. Permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de la fortaleza de lo alto (Lc 24,49). Lo cual tiene lugar en aquellos que interiormente están informados con la virtud de Cristo. Revestios del hombre nuevo, etc. (Ef 4,24). Y obsérvese que algunos se revisten exteriormente de Cristo por un buen trato, e interiormente por la renovación del espíritu; y según una y otra cosa por la configuración de la santidad, como se dice en la Glosa. Ahora bien, Pablo da una explicación de la demostración diciendo: No hay ya Judío, etc.; como si dijera: Rectamente dije que todos los que habéis sido bautizados en Cristo Jesús, etc. Porque nada puede haber en los hombres que haga una excepción al sacramento de fe de Cristo y del bautismo. E indica tres distinciones entre los hombres, mostrando que nadie se exime por ellas de la fe de Cristo. La primera diferencia o distinción es en cuanto al rito, diciendo: No hay ya Judío ni Griego; como si dijera: Por el hecho de estar bautizado en Cristo Jesús, no hay diferencia por la cual sea alguien menos digno en la fe, sea cual sea el rito del cual venga a ella, ya sea del rito Judaico, ya del griego. ¿Es acaso Dios de los Judíos solamente? ¿No es también Dios de los gentiles? Sí, por cierto, de los gentiles también. Porque uno es realmente el Dios que justifica por medio de la fe a los circuncidados y por la misma fe a los no circuncidados (Rm 3,29.30). No hay distinción de Judío y Gentil, etc. (Rm 10,12).

Objeción. Pero en contra está lo que se dice en Romanos 3,1: ¿Cuál es, pues, la ventaja de los Judíos? o ¿qué utilidad se saca en ser del pueblo circuncidado? La ventaja de los judíos es grande de todos modos.

Respuesta. Débese decir que Judíos y Griegos pueden ser considerados de dos maneras. La primera, según el estado en que se hallaban antes de la fe; y así fue ventajoso para los Judíos a causa del beneficio de la Ley. Y la segunda, en cuanto al estado de gracia, y así no hay ventaja para el Judío; y de ésta se trata aquí.

La segunda diferencia es en cuanto al estado y condición, diciendo: no hay esclavo ni libre, esto es, ni esclavitud, ni libertad, ni nobleza, ni bajeza constituyen una diferencia para la recepción del efecto del bautismo. Allí están el chico y el grande; allí el esclavo, libre de su amo (Jb 3,19). Porque para con Dios no hay acepción de personas (Rm 2,2). La tercera diferencia es en cuanto a la naturaleza, diciendo: no hay varón y mujer, porque el sexo no establece ninguna diferencia en cuanto a la participación del efecto del bautismo. Ya no hay distinción, etc., ni tampoco de hombre ni mujer (Gal 3,28). Y da la razón de todo ello diciendo: Porque todos vosotros sois uno solo en Cristo Jesús; como si dijera: Ciertamente por ninguna de estas cosas hay distinción respecto a Cristo, porque todos vosotros, los fieles, sois uno solo en Cristo Jesús, porque en el bautismo todos habéis sido hechos miembros de Cristo, y un solo cuerpo, aun cuando entre vosotros seáis diversos. Así nosotros, aunque seamos muchos, formamos en Cristo un solo cuerpo (Rm 12,5). Un solo cuerpo, un solo espíritu, etc. (Ef 4,4). Pues bien, donde hay unidad, no hay lugar a diferencia. Por esta unidad ora Cristo: Padre, que sean una misma cosa, etc. (Jn 17,22).

En seguida, cuando dice: Y siendo vosotros de Cristo, demuestra la principal proposición de esta manera: Dije que a Abraham se le hicieron las promesas y a su descendiente; es así que vosotros sois de Abraham; luego a vosotros pertenece la promesa de Abraham de lograr la herencia. Prueba así la menor: Vosotros sois hijos de Dios adoptivos, porque estáis unidos por la fe en Cristo, que es el hijo natural de Dios; es así que Cristo es el hijo de Abraham, como está dicho arriba (Gal 3,16): Como a uno, y a tu descendiente, el cual es Cristo; luego si vosotros sois de Cristo, en Cristo sois descendencia de Abraham, esto es, hijos, por ser Cristo hijo de él. Y si sois hijos, también sois herederos, de modo que a vosotros pertenece la herencia según la promesa hecha a Abraham. No los que son hijos de la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos de la promesa son los considerados como descendencia (Rm "9,8).

CAPITULO 4

22
(
Ga 4,1-3)

Lección 1: Gálatas 4,1-3

Por el ejemplo def niño se muestra la dignidad de la gracia sobre la condición de la Ley.

1. Digo, pues: mientras el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo,
2. sino que está bajo tutores y administradores hasta el tiempo señalado anticipadamente por el Padre.
3. Así también nosotros cuando éramos niños, bajo los elementos del mundo éramos esclavos.

Después de haber mostrado el Apóstol el defecto de la Ley, en seguida muestra aquí la dignidad de la gracia. Y primero por el ejemplo humano; luego, por el testimonio de la Escritura: Decidme los que queréis estar sujetos a la Ley, etc. (Gal 4,21). Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero muestra la dignidad de la gracia sobre el primitivo estado de la antigua Ley, por semejanza tomada de la ley humana; segundo, muestra que ellos mismos son hechos partícipes de tal dignidad por la fe: Por cuanto sois hijos de Dios, etc. (Sal 4,6); tercero, los convence de error por cuanto despreciaban esta dignidad: Verdad es que cuando no conocíais a Dios, etc. (Gal 4,8).

Acerca de lo primero hace dos cosas. Primero indica la semejanza; segundo, la adapta a su propósito:

Así también nosotros cuando éramos niños, etc. Débese observar que en la propuesta semejanza toca el Apóstol cuatro cosas. Primero la dignidad, porque no es esclavo sino heredero. Por lo cual dice: mientras el heredero es niño, etc. Lo cual se acomoda ' y refiere al pueblo de los Judíos, que fue heredero de la promesa de Abraham (Ps 134,4; Eligiónos por herencia suya a nosotros: Ps 46,5), y a Cristo, que es el heredero de todas las cosas (A quien constituyó heredero universal: Hebr 1,2).

En segundo lugar muestra su pequenez. Por lo cual dice: es niño, porque también los Judíos eran niños según el estado de la Ley. ¿Quién restaurará a Jacob, que está tan extenuado? (Amos 7,2,5). De manera semejante también Cristo se hizo niño por la encarnación. Ha nacido un parvulito para nosotros, etc. (Is 9,6). Pero obsérvese que el Apóstol a veces asimila al párvulo con el estado de la Ley, como aquí; a veces con el estado de la vida presente. Cuando yo era niño, hablaba como niño, etc. (ICo 13,1 1). La razón de ello es que el estado de la antigua Ley es como un niño a causa de la imperfección del conocimiento en la confrontación misma con el estado de la gracia y de la verdad, que se le debe a Cristo. Así también el estado de la presente vida, en la cual vemos por un espejo en imágenes oscuras, es como un niño comparado con el estado de la vida futura, en la cual es perfecto el conocimiento de Dios, porque se le ve tal como es.

En tercer lugar, su sujeción diciendo: En nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo, sino que está bajo tutores, etc. Porque lo propio del esclavo es que viva sujeto a. algún señor. Ahora bien, mientras el niño es pequeño, por no tener un conocimiento perfecto ni el uso de la libre voluntad por falta de edad, se le encomienda al cuidado de otros, que defiendan su hacienda, y éstos reciben el nombre de tutores, y de otros que negocien por él, y éstos son los administradores. Y por eso, aun cuando sea el dueño de todas sus cosas, sin embargo, en cuanto está sujeto a otros en nada difiere del esclavo, porque ni siquiera tiene libre voluntad, y antes al contrario se le obliga: y todo esto se adapta al pueblo, de los Judíos. jOh Jacob, siervo mío! (Is 44,2). Pero débese observar que en el pueblo Judío algunos eran simplemente esclavos, aquellos que por el temor de la pena y la codicia de los bienes temporales que la Ley prometía, guardaban la Ley. Había otros que no eran de ninguna manera esclavos, sino que llevando vida como de esclavos, eran ciertamente hijos y herederos: los cuales, aun cuando exteriormente atendieran a las cosas temporales y evitaran las penas, sin embargo de ninguna manera ponían en ellas el fin, sino que las tomaban como figura de los bienes espirituales. De aquí que aun cuando exteriormente en nada parecían diferir de los esclavos, por cuanto observaban las ceremonias y otros mandatos de la Ley, sin embargo eran señores, porque no usaban de ellas con la intención propia del esclavo, porque las usaban con el deseo de los bienes espirituales, que ellas mismas prefiguraban, mientras que en los esclavos lo principal es el temor de la pena y la codicia del provecho terreno. Cristo era también como esclavo, porque aunque es Señor de todo, según aquello del Salmo 109,1: Dijo el Señor a mi Señor, etc., sin embargo exteriormente no parecía diferir en nada del esclavo, en cuanto hombre. Se anonadó a Sí mismo tomando la forma de siervo y apareciendo en su porte como hombre (Ph 2,7). Mas se hallaba bajo tutores y administradores, porque estaba sujeto a la Ley, como se dice en Gal 4,4: Nacido bajo la Ley; y sujeto a los hombres, como se dice en Luc 2,51: Y les estaba sujeto.

En cuarto lugar indica lo oportuno del tiempo: hasta el tiempo señalado anticipadamente por el Padre porque así como el heredero está sujeto a tutores por un tiempo anticipadamente señalado conforme a determinación del padre, así también la Ley debía durar por todo el tiempo determinado por Dios, de modo que siendo el heredero, sujeto a ella debía estar el pueblo de los Judíos. De la misma manera, hubo un tiempo de antemano determinado por el Padre, durante el cual Cristo no haría milagros ni mostraría el dominio del poder divino. Aún no es llegada mi hora (Jn 2,4). De esta similitud echa mano Pablo cuando en seguida dice: Así también nosotros, etc. Y primero la aplica en cuanto a los Judíos; luego, en cuanto a Cristo: Mas cuando llegó la plenitud de los tiempos (Gal 4,4). Así es que dice: Digo que mientras el heredero es niño, etc. Y así también nosotros los Judíos cuando éramos niños en el estado de la antigua Ley bajo los elementos del mundo éramos esclavos, bajo la Ley, que prometía bienes temporales (Si queréis y me escucháis, de los bienes de la tierra comeréis: 1s 1,19) y conminaba con penas temporales. O bien la antigua Ley se llama elemento porque así como a los niños que van a ser instruidos en la ciencia, primero se les proponen sus elementos por los cuales se les lleva de la mano a ella: así también la antigua Ley se les propuso a los Judíos, para que por ella fueran llevados de la mano a la fe y a la justicia. La Ley fue nuestro pedagogo que nos condujo a Cristo (Gal 3,24). O bien bajo los elementos, esto es, de los ritos de cosas corporales que observaban, como los días lunares, las neomenias y el sábado.

Mas no por eso habrá que asegurar que no hubiera diferencia respecto de los paganos, que eran esclavos de los elementos de este mundo, pues a éstos no les estaban sujetos los Judíos ni les rendían culto; sino que bajo ellos servían a Dios y sólo a El adoraban. Los Gentiles, en cambio, siendo esclavos de los elementos, también a ellos les rendían culto de adoración. Sirviendo a las creaturas en lugar de adorar al Creador (Rm 1,25). Y fue necesario que bajo el poder de los elementos de este mundo le sirvieran los Judíos a Dios, porque este orden es el conveniente para la naturaleza humana, para ser conducidos de las cosas sensibles a las intelectuales.

23
(
Ga 4,4-5)

Lección 2: Gálatas 4,4-5

La semejanza ya propuesta la aplica a Cristo, siendo su finalidad que recibamos la adopción de hijos de Dios.

4. Mas cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo hecho de mujer, sujeto a la Ley,
5. para redimir a los que se hallaban bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.

Aquí aplica el Apóstol a Cristo la semejanza propuesta. Y primero señala la aplicación; luego la finalidad por la que se adopta la semejanza: para redimir a los que se hallaban bajo la Ley. Mas débese saber que arriba, en la semejanza propuesta, se muestran cuatro cosas por orden, como está dicho. Aplicando aquí estas cuatro a Cristo, empieza por la última, a saber, por la determinación del tiempo, siendo la razón de ello que en el mismo tiempo fueron la humillación de Cristo y la exaltación de los fieles. Por lo cual dice: Mas cuando llegó la plenitud de los tiempos, esto es, habiéndose cumplido el tiempo prefijado por Dios Padre para enviar a su Hijo; y de este modo se entienden estas palabras de Lucas 2,22: Cumplido el tiempo, etc. Y se le llama plenitud de los tiempos por la plenitud de gracias que en él se dan, según el Salmo 64,10: El río de Dios está rebosando en aguas, etc. Asimismo por el cumplimiento de las figuras de la antigua Ley. No he venido a destruir la Ley, etc. (Mt 5,17). También por el cumplimiento de las promesas. Confirmará su alianza en una semana con muchos (Dan 9,27). Y esto que dice: Mas cuando llegó la plenitud de los tiempos, etc., y de manera semejante en otros lugares de la Escritura, donde se habla de haberse cumplido el tiempo acerca de Cristo, no se debe referir a una fatal necesidad, sino a la divina ordenación, de la cual se dice en el Salmo 118,91: Por tu ordenación subsiste el día, etc.

Ahora bien, dos razones se dan de que aquel tiempo es el preordenado para la venida de Cristo. Una se toma de su grandeza. Porque por ser grande el que había de venir, convenía también que por muchos indicios y con muchas preparaciones se dispusieran los hombres para recibirlo. En diferentes ocasiones y de muchas maneras habló Dios en otro tiempo a nuestros padres por los profetas (Hebr 1,1). La otra por la calidad del que había de venir. Porque como había de venir el médico, era necesario que antes de su llegada quedaran convencidos los hombres de su enfermedad, tanto en cuanto a la falta de ciencia en la ley de la naturaleza como en cuanto a la falta de virtud en la ley escrita. Por lo cual era necesario que una y otra, o sea, tanto la ley de la naturaleza como la ley escrita precedieran a la venida de Cristo.

En segundo lugar señala la aplicación en cuanto a la dignidad hereditaria, diciendo: envió Dios a su Hijo, es claro que propio y natural. Y si hijo, luego también heredero. Mas dice a su Hijo, esto es, propio, natural y unigénito, no adoptivo. Pues amó tanto Dios al mundo, etc. (Jn 3,16). Envió, digo, no como separado de Sí, porque lo envió para que asumiera la humana naturaleza, sin dejar de estar el Hijo en el seno del Padre. El Hijo unigénito, existente en el seno del Padre eternamente (Jn 1,18). Nadie subió al cielo sino aquel que ha descendido del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo (Jn 3,13): el cual, aun cuando descendiera por la asunción de la carne, sin embargo está en el cielo.

También lo envió, no para que estuviese donde primero no estuviera; porque aun cuando a su propia casa viniera por la presencia de la carne, sin embargo en el mundo estaba por la presencia de la deidad, como se dice en el evangelio de San Juan 1,9-10. Y no lo envió como ministro, porque su misión fue la asunción de la carne, no la deposición de la majestad. Así es que envió Dios a su Hijo para sanar, digo, el extravíe del concupiscible, y para iluminar la ignorancia de la creatura racional. Envió su palabra, y los sanó, etc. (Ps 106,20). Lo envió también para liberar del poder del demonio contra la debilidad del irascible. Les enviará un Salvador y defensor que los libre (Is 19,20). También para remedio de la atadura de la muerte eterna, Yo los libraré del poder de la muerte; de las garras de la muerte los redimiré (Oseas 13,14). También para salvarlos de sus pecados. No envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que por su medio el mundo se salve (Jn 3,17).

En tercer lugar señala la aplicación en cuanto a la pequenez, diciendo: nacido de mujer.-Nos ha nacido un parvulito, etc. (Is 9,6). Se anonadó a Sí mismo tomando la forma de siervo (Ph 2,17). Se hizo pequeño sin dejar su grandeza sino asumiendo la pequenez.

Y en cuanto a estas palabras: hecho de mujer, se deben evitar dos errores, a saber, el de Fotino, que dijo que Cristo es puro hombre y que de la Virgen tomó el principio de la existencia; por lo cual dice que de ta! manera nació de mujer como si totalmente tomara de ella su inicio. Pero esto es falso, porque es contra aquello que se dice en Romanos 1,3: Le nació según la carne del linaje de David; y no dice que según la persona, la cual es ab aeterno, o sea, la hipóstasis misma del Hijo de Dios. De aquí que así como cuando se blanquea el escudo de nuevo, no hay por qué decir que la propia substancia del escudo se hizo de nuevo» sino que de nuevo se le dio la blancura, así también por el hecho de que el Hijo del hombre en un momento dado asumiera la carne, no hay por qué decir que la persona de Cristo fue hecha de nuevo, sino que la naturaleza humana le viene como cosa nueva, así como al cuerpo le ocurren algunas cosas sin mudanza suya. Porque algunas cosas le ocurren a alguno y lo cambian, como las formas y las cualidades absolutas; y hay otras que sin mutación ocurren, y de éstas es la asunción de la carne, por cuanto dice relación. De aquí que en nada cambió por este motivo la persona del Verbo. Y de aquí que en las cosas divinas usamos de términos que significan relación también por el tiempo. Por lo cual decimos aquello del Salmo 89,1: Señor, en todas las épocas has sido Tú nuestro refugio: y que Dios se hizo hombre. Mas no echamos mano de formas y cualidades absolutas como: Dios fue hecho bueno, sabio.

o cosas semejantes. Débese evitar también el error de Ebión, quien dice que Cristo nació de la simiente de José, a lo cual se siente movido por estas palabras: de mujer. Porque según él mujer quiere decir corrupción. Pero-es falso, porque el nombre de mujer en la Sagrada Escritura designa también el sexo natural, según aquello del Génesis 3,12: La mujer que Tú me diste por compañera, etc. Porque la llama mujer, la cual sin embargo,todavía era virgen. Y también al decir hecho de mujer se destruyen dos errores, a saber, el de Valentino, que dice que Cristo no asumió de la Virgen el cuerpo, sino que lo trajo del cielo, y que pasó por la bienaventurada Virgen, como por un canal. Pero esto es falso, porque si fuera verdadero, no habría sido hecho de mujer, como dice el Apóstol. Porque la preposición de designa la causa material. Es el mismo error de Nestorio que dice que la Santísima Virgen no es madre del Hijo de Dios, sino del hijo del hombre, lo cual se ve que es falso por lo que aquí dice el Apóstol: que envió Dios a su Hijo hecho de mujer; porque lo que hace de mujer es hijo suyo. Así es que si el Hijo de Dios es hecho de mujer, a saber, de la Santísima Virgen, clarísimo es que la Santísima Virgen es madre del Hijo de Dios. Ahora bien, aun cuando se podría decir nacido de mujer, sin embargo claramente dice hecho, y no nacido. Porque que alguien nazca es que eso mismo sea producido no sólo de un principio conjúnto, sino también que sea hecho de un principio separado. Porque el arca es hecha por el artífice, pero el fruto nace del árbol. Y el principio de la generación humana es doble, a saber, material, y en cuanto a esto Cristo procede de un principio conjúnto, porque la materia de su cuerpo la tomó de la Virgen. De aquí que según esto se dice que nació de ella: de la cual nació Jesús (Mt 1,16).

Otro es el principio activo, el cual en Cristo, en cuanto a que tuvo principio, esto es, en cuanto a la formación del cuerpo, no fue conjúnto sino separado, porque lo formó la virtud del Espíritu Santo. Y en cuanto a esto no se dice que haya nacido de mujer, sino hecho, como de un principio externo. De lo cual resulta claramente que la expresión de mujer no indica corrupción, porque para esto diría nacido y no hecho.

En cuarto lugar aplica la semejanza en cuanto a la sujeción, diciendo: sujeto a la Ley.

Objeción. En contra esta lo que adelante se dice: Si sois conducidos por el espíritu no estáis sujetos a la

Ley (Gal 5,18). Y como Cristo no sólo es espiritual sino también dador del espíritu, parece que inconvenientemente se dice que haya sido hecho bajo la Ley.

Respuesta. Débese decir que estar sujeto a la Ley se dice en dos sentidos. En uno de modo que el "sujeto a" denote la sola observancia de la Ley, y así Cristo fue hecho bajo la Ley, porque fue circuncidado y presentado en el templo. No he venido a destruir la Ley, etc. (Mt 5,17). En el otro sentido, de modo que el "sujeto a" denote opresión. Y en este sentido se dice que está sujeto a la Ley el que está agobiado por el temor de la Ley, y de esta manera ni de Cristo ni de los varones espirituales se dice que hayan estado sujetos a la Ley.

En seguida, cuando dice: Para redimir a los que se hallaban bajo la Ley, indica el fruto real en el que se aplica la semejanza, a saber, que quiso ser hecho con sujeción a la Ley en este tiempo, para que los herederos fuesen grandes y libres. Y estas dos cosas indica, y primeramente el fruto de la liberación contra la sujeción. Y por eso dice: para liberar a los que se hallaban bajo la Ley, esto es, bajo la maldición y peso de la Ley. Cristo nos redimió de la maldición de la Ley (Gal 3,13). Segundo, el fruto de la exaltación, en cuanto somos adoptados como hijos de Dios porque recibimos el espíritu de Cristo y a él nos conformamos. Si alguno no tiene el espíritu de Cristo, etc. (Rm 8,9). Y esta adopción de manera especial le compete a Cristo, porque no podemos ser hechos hijos adoptivos si no nos conformamos al hijo natural. Los predestinó para que se hiciesen conformes a la imagen de su Hijo, etc. (Rm 8,29). Y en cuanto a esto dice: a fin de que recibiésemos la adopción de hijos, esto es, para que por el Hijo natural de Dios nos hiciéramos hijos adoptivos según la gracia por Cristo.

24
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Ga 4,6-7)

Lección 3: Gálatas 4,6-7

Declara que el beneficio de la adopción también a los Gentiles les pertenece.

6. Y por cuanto vosotros sois hijos de Dios, envió Dios a vuestros corazones el espíritu del Hijo, el cual clama: Abbá, Padre.
7. De modo que ya no eres esclavo sino hijo: y si hijo, también heredero por Dios.

Arriba mostró el Apóstol el beneficio ofrecido a los Judíos; y aquí muestra que ese mismo beneficio pertenece también a los Gentiles. Y primero indica en qué consiste el beneficio; luego, el modo de obtenerlo: envió Dios el espíritu, etc.; tercero, manifiesta su fruto: de modo que ya no eres, etc. Así es que dice que el beneficio de la adopción de los hijos de Dios no pertenece únicamente a los que estaban sujetos a la Ley, sino también a los Gentiles. Y por eso dice: por cuanto vosotros sois hijos de Dios, o sea, por ser hijos de Dios por la causa por la que lo sois, porque no sólo los Judíos, sino también todos los demás que crean en el Hijo de Dios, son adoptados como hijos, etc. Dioles poder de ¡legar a ser hijos de Dios (Jn 1,12). Y el modo de obtener ese don, es por el envío del espíritu del Hijo de Dios a vuestros corazones. Ahora bien, Agustín dice que Cristo durante su vida terrena les predicó a los Judíos principalmente, y a los Gentiles sólo superficialmente. Digo que Jesucristo fue ministro para con los de la circuncisión (Rm 15,8). Por lo cual cuanto pertenece a la condición de los Judíos convenientemente se le atribuye a Cristo. Y como podrían éstos decir que los Gálatas no habían sido adoptados como hijos de Dios, por no haber asumido Cristo su carne de ellos, ni haberles predicado, de modo que no se veía que en algo estuvieran unidos a Cristo: por todo esto el Apóstol, al enseñar la manera de esta adopción, dice que aun cuando no estuvieron unidos a Cristo según la carne, a saber, en cuanto a la raza', ni en cuanto a la predicación, sin embargo se le unieron por el espíritu, para por eso ser adoptados como hijos de Dios. De aquí que la conversión de los Gentiles se atribuye especialmente al Espíritu Santo. Y por eso cuando Pedro fue reprendido por los Judíos por haber ido a predicarles a los Gentiles, se excusó por el Espíritu Santo diciendo (Ac 2,17) no haber podido resistir al Espíritu Santo, por cuyo impulso hiciera todo aquello. Y por eso, porque envió Dios Padre el espíritu de su Hi¡o a nuestros corazones (de Judíos y Gentiles), nos unimos a Cristo, por lo cual somos adoptados como, hijos de Dios. Pero débese saber que aun cuando en alguna parte en la Escritura se encuentra que el Espíritu Santo es enviado por el Padre (Mas el Consolador, el Espíritu Santo, que mi Padre enviará en mi nombre, etc.: Jn 14,26); y a veces por el Hijo (Mas cuando viniere el Consolador, etc., que Yo os enviaré de parte de mi Padre: Jn 15,26); sin embargo, el Espíritu Santo es común al Padre y al Hijo, y de ambos procede, y por ambos es dado. Por lo cual, cuantas veces se encuentra que el Padre envíe al Espíritu Santo, se menciona al Hijo: así como en el anterior ejemplo se dice: que mi Padre enviará en mi nombre. E igualmente, donde se dice que es enviado por el Hijo, se hace mención del Padre; por lo cual dice: que Yo os enviaré de parte de mi Padre. Y también aquí cuando dice: envió Dios Padre al Espíritu Santo, inmediatamente hace mención del Hijo; diciendo: de su Hijo. Y no dice que en alguna parte se diga que el Espíritu Santo proceda sólo del Padre, porque por el hecho de que el Hijo lo envió, es claro que de El mismo procede: de aquí que al Espíritu Santo se le llama Espíritu del Hijo, como de quien envía, y como de quien procede, y como de quien tiene el Espíritu Santo cuanto tiene, como también del Padre. El me glorificará porque recibirá de lo mío, etc. (Jn 16,14).

Y dice: a vuestros corazones, porque es doble la generación. La una, carnal, que se verifica por el semen carnal puesto en el lugar de la generación: el cual semen, aun cuando es pequeño en cantidad, sin embargo contiene una virtud total. La otra, espiritual, que se realiza por el semen espiritual puesto en ei lugar de la generación espiritual; el cual lugar es la mente o el corazón del hombre, porque somos engendrados como hijos de Dios por la renovación de la mente. Ahora bien, el semen.espiritual es la gracia del Espíritu Santo. Quien nace de Dios no peca; porque el nacimiento que tiene de Dios lo conserva, etc. (1Jn 5,18). Y este semen contiene virtualmente toda la perfección de la bienaventuranza. Por lo cual se le llama prenda y arras de la bienaventuranza (Ef 1,14). Y Yo os daré un nuevo corazón (Ez 36,26). El cual clama, esto es, que hace clamar: Abbá, Padre, no con una fuerte voz, sino con grandeza y fervor de afecto. Porque entonces clamamos: Abbá, Padre, cuando por el afecto nos encendemos con el fuego del Espíritu Santo para desear a Dios. Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre, etc. (Rm 8,15).-Abbá, Padre, etc. Ahora bien, la misma significación tienen abbá, que es hebreo, y pater, que es latino, y patir, que es griego. Y usa de otra expresión para mostrar que la gracia del Espíritu Santo de manera común trabaja en el uno y en el otro pueblo, en cuanto de sí mismo depende.

En seguida, cuando dice: De modo que ya no eres esclavo, etc., pone el fruto de tal beneficio. Y primero en cuanto a lasupres'ión de todo mal, del cual somos liberados por la adopción del Espíritu Santo, y esta es una liberación de la servidumbre. Y en cuanto a esto dice: De modo que, o sea, porque el Espíritu clama en nosotros: Padre, ya, en el tiempo de la gracia, no hay ninguno de nosotros de los que en Cristo creemos, que sea esclavo, que sirva por temor. Ya no os llamaré siervos, etc., sino amigos (Jn 15,15). No habéis recibido el espíritu de servidumbre, etc. (Rm 8,15).- Sino hijo. El mismo espíritu está dando testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (Rm 8,16). Porque aun cuando nuestra condición sea de siervos, porque se dice en Lucas 17,10: Después que hubiereis hecho todas las cosas que se os han mandado, habéis de decir: somos siervos inútiles; sin embargo, no somos siervos malévolos, que sirvamos por temor, porque tales siervos merecen torturas y grilletes; sino que somos siervos buenos y fieles, y servimos por amor, y por eso obtenemos la libertad por el Hijo. Si el hijo os da libertad, seréis verdaderamente libres (Jn 8,36). En segundo lugar indica el fruto en cuanto a la consecución de todo bien, y en cuanto a esto dice: Y si hijo, también heredero por Dios (Si hijos, también herederos, herederos de Dios, etc.: Rm 8,17). Y esta herencia es la plenitud de todo bien, el cual no es otra cosa que el propio Dios, según aquello del Salmo i 5,5: El Señor es la parte que me ha tocado en herencia, etc.-Dijo Dios a Abraham: Yo soy tu galardón sobre manera grande, etc. (Gen 15,1). Y dice por Dios, porque así como los Judíos han obtenido la herencia por la reiterada promesa y la justicia de Dios, así también los Gentiles por Dios, esto es, por la misericordia de Dios. Mas los Gentiles deben honrar a Dios por su misericordia, etc. (Rm 15,9). O bien por Dios, esto es, por obra de Dios. Todas nuestras obras Tú las has hecho en nosotros, Señor (Is 26,12).


Aquino - A LOS GALATAS 21