Aquino - A LOS HEBREOS 43

43
(
He 11,8-12)

Lección 3: Hebreos 11,8-12

Pénense ejemplos de los padres que vivieron después del diluvio, por cuya fe encúmbrase sobremanera la fe de Cristo.

8 Por la je aquel que recibió del Señor el nombre de Abraham obedeció a Dios, partiendo hacia el país que debía recibir en herencia, y se puso en camino no sabiendo adonde iba.
9 Por la fe habitó en la tierra que se le había prometido, como en tierra extraña, habitando en cabanas, como hicieron también 1saac y Jacob, coherederos de la misma promesa.
10 porque tenía puesta la mira en aquella ciudad de sólidos fundamentos, cuyo arquitecto y fundador es el mismo Dios.
11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió virtud de concebir un hijo, por más que la edad fuese ya pasada, porque creyó ser fiel y veraz Aquel que lo había prometido.
12 Por cuya causa, de un hombre solo (y ése amortecido ya por su extremada vejez), salió una posteridad tan numerosa como las estrellas del cielo, y como las arenas sin cuento de la orilla del mar.

Arriba puso el Apóstol por dechado de la fe a los padres que vivieron antes del diluvio, que fueron en común ios padres así de los gentiles como de los judíos; aquí desciende de modo especial a tratar de los padres que vivieron después del diluvio y especialmente lo fueron de los judíos; y primero pone por dechado de esa fe a Abraham, que fue padre de los creyentes y, por consiguiente, el primero que recibió el sello de la fe antes de la ley. Muestra respectivamente lo que hicieron Abraham,1saac, Jacob y José. En lo que toca a Abraham, qué hizo cuanto al conocimiento exterior y humano, cuanto a Dios, cuanto a la habitación, cuanto a la generación, conversación o proceder. Asimismo, cuanto a la habitación, lo que hizo respecto del primer cambio de lugar y su morada en él. Mas, para dar a entender el gran peso y autoridad del ejemplo de Abraham, trae a cuento la celebridad de su nombre, diciendo: "aquel que recibió del Señor el nombre de Abraham" (Gn. 17); también ensalzado por boca de los hombres (Eccli. 44). Así que un hombre como ése, con nombre dado por Dios y voceado por los hombres, digno es de que se le proponga por modelo.

Su ejemplo consistió en que "por la fe obedeció", pues por la fe tomamos la forma (entramos al molde) para obedecer a Dios en lo que no se ve (Rm 1); "partiendo hacia el país -a que alude el Génesis 12- que debía recibir en herencia", pues Dios debía dársela (Gn. 13).

Mas ¿por ventura no salió de su tierra en compañía de su padre Taré? Luego no salió por mandato del Señor, sino de su padre. Respondo que había salido con su padre para tornar de nuevo, mas por orden del Señor había salido hacia Mesopotamia de Siria, donde, muerto su padre, intentaba quedarse, pero, por orden del Señor, fuese a tierra de Canaán.

Y ¿tan fuera de lo común era esto para tener que hacerlo materia de fe y creerle a Dios? Sí, "porque se puso en camino, no sabiendo adonde iba", esto es, que iba a un destino desconocido; y lo que tal es, desconocido, es invisible. Por esa obediencia de Abraham enséñasenos que debemos despedirnos de todo afecto carnal, si queremos lograr nuestra herencia. "No ha visto ojo alguno... sino sólo Tú, ¡oh Diosi, las cosas que tienes preparadas para aquellos que te están aguardando" (Is 64; Salmo 44). De donde se concluye que esta herencia nos es desconocida.

-"Por la fe habitó en la tierra que se le había prometido". Muestra lo que, movido por la fe, hizo en lo tocante a la habitación, y primero lo que hizo, luego por qué lo hizo; pues vemos que algunas veces uno sale de su terruño y se traslada a otra parte para hacer su morada de asiento. Pero esto no lo hizo Abraham, sino como advenedizo estuvo en la tierra de Canaán, y como advenedizo murió en ella, lo cual consta porque no construyó ahí casa o sólida estancia, sino habitó en cabanas y tiendas, que son habitaciones movibles. De donde, siempre que se habla de Abraham, se hace mención de tiendas: "y no le dio de ella en propiedad ni un palmo" (Ac 7,5); "y habitó mucho tiempo como extranjero en la tierra de los palestinos" (Gn. 2!,34). Lo cual es verdad si se entiende de lo que el Señor le había de dar de balde, no de lo que él compró. De ahí que diga que "por la fe habitó en la tierra que se le había prometido" -el texto dice reprometido- porque a menudo se ie prometió, como consta por el Génesis del cp. 12 al 2i, como en tierra extraña, cosa clara, porque habitando en cabanas (casillas), que así se dicen por derivarse de caer, y en tiendas movibles; y porque con voluntad de no tornar a su patria, por mucho que viviese, cosa clara también, porque habitó con 1saac y Jacob, no al mismo tiempo, sino sucesivamente, los cuales eran hijos de la promesa, por habérseles hecho a ellos. Y dice coherederos de la promesa; con lo cual se nos da a entender que en este mundo debemos portarnos como extranjeros y peregrinos (1Co 17), "pues no tenemos aquí ciudad de asiento, sino que buscamos la futura" (He 13).

-"porque tenía puesta la mira en aquella ciudad de sólidos fundamentos". 1ndica por qué habitaban como extranjeros, es a saber, porque pensaban que no tenían nada propio sobre la tierra, sino que buscaban por herencia suya la ciudad del cielo (Ps 121; Is 33), no una tienda de campaña. Y dícese ciudad,

1) por la unidad de los ciudadanos, unidad que hace la paz (Ps 147; Is 32; Jn 17);

2) por estar ordenada, obra sobre todo de la justicia, y no para hacer el mal; pero ahí hay una perpetua-justicia (Ez. 48);

3) por bastarse a sí misma para todo lo necesario, de que no habrá ahí ninguna falta, por ser un estado perfectísimo con todo género de bienes (Ps 121).

Esta ciudad tiene fundamentos, con lo que se indica su estabilidad (Is 33); y los fundamentos son la primera parte del edificio; de donde los ángeles son los fundamentos de esa ciudad (Ps 86); pues los hombres serán contados en ei número de los ángeles; mas los fundamentos de la 1glesia son los Apóstoles (Ap. 21},- y el autor de esta ciudad es el mismo Dios, no el sabio artificio humano (2Co 5). Ahora bien, para edificar una ciudad se requieren dos cosas: primera, la autoridad def príncipe, con la cual cobre fuerza, pues dícese fundador suyo aquel de quien toma nombre, como de Rómula Roma; y a este tenor el fundador de esa ciudad se ¡lama Dios (Ps 47).

Segunda, el modo de trazarla, que deja acreditada la sabiduría del artífice; y de esta suerte se dice Dios su artífice, porque ha sido delineada según la traza y sabia disposición de Dios. "Grande es el Señor, y muy digno de alabanza, en la ciudad de nuestro Dios" (Ps 47,1), pues una obra bien trazada y dispuesta habla muy alto del que la hizo; mas en ninguna campea tanto Ja sabiduría de Dios como ahí, por cuya razón pregónasele como muy digno de alabanza.

-"Por la fe también la misma Sara, siendo estéril..." Muestra ahora lo que su esposa consiguió por la fe, y primero lo que ella misma, luego lo que en los hijos. .Ahora bien, dos defectos tenía Sara, que hacían de todo punto parecer casi imposible que pudiese concebir; de donde el creer tales cosas fue señal de gran fe: uno, que era estéril (Gn. XI); otro, que por su edad decrépita, no estaba en disposición de engendrar naturalmente, pues "a Sara le había cesado la costumbre de las mujeres", y ella misma decía: "ya estoy vieja, y rni señor lo está más" (Gn. 18,2).

A estos dos defectos se refiere el Apóstol: al primero, diciendo: "Sara estéril"; al segundo: "por más que la edad fuese ya pasada";'no obstante lo cual, "recibió virtud de concebir un hijo", ya fuese por su fe o por la de Abraham; pues, aunque naturalmente era imposible que una vieja de 90 concibiese de un viejo centenario, con todo eso, creyéronle a Dios para quien nada es difícil; de ahí que diga: "porque creyó ser fiel y veraz Aquel que lo había prometido".

Pero, al contrario respecto de Abraham, parece que no creyó, porque en el Génesis se dice que se rió diciéndose para su coleto: "¿conque a un viejo de cien años le nacerá un hijo?, ¿y Sara de 90 ha de parir?" (17,17). También por lo que toca a Sara dícese que se rió secretamente diciendo para sus adentros: "¿conque después que ya estoy vieja, y mi señor ¡o está más, voy a remocear en matrimonio?" (Gn. 18,12).

Respondo: por lo que toca a Abraham, su risa no fue de duda, sino de admiración. De donde "no dudó ni tuvo ia menor desconfianza de la promesa de Dios, antes se fortaleció en ia fe, dando a Dios la gloria, plenamente persuadido de que todo cuanto Dios tiene prometido es poderoso también para cumplirlo" (Rm 4,20); ni tampoco le reprende su risa Dios, que conoce todos los corazones. Sara, en cambio, a la primera promesa, sí dudó; mas cuando el ángel recurrió al poder de Dios, cuando dijo: ¿hay para Dios cosa difícil?, entonces creyó, y ésta fue como una segunda promesa. Por eso dice que reprometió, porque, si al prometer no creyó de primero, creyó al reprometer.

Pero es de saber que todas las concepciones milagrosas del Antiguo Testamento fueron como figura de aquel milagro máximo que se obró en la Encarnación de Cristo, pues fue conveniente que su nacimiento virginal lo anunciasen algunas figuras, para preparar los ánimos a creer, aunque de esas figuras a esta realidad no hubiese a par igualdad, pues por fuerza la figura no llega a lo figurado; y por eso la Escritura nos lo muestra paso a paso con el parto de las mujeres estériles, conviene a saber, Sara, Ana e 1sabel. Pero hay su diferencia, porque si Sara recibió de Dios la virtud de concebir por milagro, mas por obra de varón. No así la Virgen María. De donde en Sara la virtud divina preparó la materia para concebir sólo por obra de varón; pero en la Sma. Virgen preparó también esa purísima materia de su sangre, y en ella estuvo la virtud del Espíritu Santo en lugar del esperma; pues no por obra de varón, sino de un aliento misterioso y delicado, hízose hombre el Verbo de Dios.

-"Por cuya causa, de un hombre solo..." 1ndica qué se les siguió a los hijos por virtud de Dios, es a saber, la multiplicación de su linaje; donde primero hay que considerar la raíz de esta multitud, que fue una, esto es, Abraham; de ahí que diga: "por cuya causa, quiere decir, el mérito de la fe, de un hombre solo, Abraham (Is 51). Lo segundo, su condición, pues tenía ya el cuerpo amortecido; por lo cual dice: y ése amortecido, pues era ya un viejo decrépito, como está dicho.

Mas parece lo contrario, porque, muerta Sara, muchos hijos engendró de otra esposa, como consta por el Génesis. Luego mal dice amortecido1. Respondo que un viejecillo y una ¡ovencita hacen buena pareja para engendrar, mas no dos viejos decrépitos; de modo que, respecto de Sara, tenía amortecida la virtud generativa, no respecto de las otras. O digamos que esa palabra amortecida se refiere al vientre de Sara (Is 51; Rm 4).

Lo tercero, hay que considerar la diferencia entre los descendientes de Abraham. Porque, como se dice en Rm 1X, así como "no todos los descendientes de 1srael son verdaderos israelitas, ni todos los que son del linaje de Abraham son por eso hijos suyos... sino los que son hijos de la promesa, éstos cuentan por descendientes de Abraham"; por la misma razón su descendencia se divide en dos ramas, es a saber, en buenos y malos. Los buenos simbolizados están por las estrellas, de los cuales dice que nacieron tantos en número como las estrellas del cielo (Bar. 3). Los malos, en cambio, por la arena contigua al mar, porque los malos judíos del linaje de Abraham en sus costumbres se van al hilo de los gentiles; y así como la arena es azotada de todas partes por las olas marinas, así los malos por los torbellinos mundanos (Is 57). Mas los judíos no fueron del todo arena, sino casi arena, pues en materia de maldad partían términos con los gentiles, de donde pueden llamarse linderos del mar (Jr 5). Asimismo la arena es infructuosa y baldía, como los pecadores son estériles de toda obra buena y fructuosa. De ahí que diga que "son como las arenas sin cuento de la orilla del mar". Es un modo de hablar hiperbólico. O dícese innumerable, no porque no pueda contarse, mas porque de hecho no puede fácilmente reducirse a guarismo (Gn. 12).

44
(
He 11,13-19)

Lección 4: Hebreos 11,13-19

Encarécese la fe tan grande que le tuvo a Dios Abraham, fe que mantuvo sin desfallecer hasta la muerte.

13 Todos éstos vinieron a morir en su fe, sin haber recibido los bienes que se les habían prometido, contentándose con mirarlos de lejos, y saludarlos, y confesando ser peregrinos y huéspedes sobre la tierra.
14 Ciertamente que los que hablan de esta suerte dan a entender que buscan patria.
15 Y caso que pensaran en la propia de donde salieron, tiempo sin duda tenían de volverse a ella;
16 luego es claro que aspiran a otra mejor, esto es, a la celestial. Por eso Dios no se desdeña de llamarse Dios de ellos; como que les tenía preparada su ciudad.
17 Por la fe, Abraham, cuando fue probada su fidelidad por Dios, ofreció a 1saac, y el mismo que había recibido las promesas ofrecía y sacrificaba al unigénito suyo;
18 aunque se le había dicho: de 1saac saldrá la descendencia que llevará tu nombre y heredará las promesas;
19 mas él consideraba dentro de sí mismo que Dios podría resucitarle después de muerto; de aquí es que le recobró como figura.

Luego de pintarnos plausible y recomendable la fe de Abraham respecto de su habitación y generación, ahora nos lo presenta intachable en su trato y conversación hasta.la muerte; acerca de lo cual nos muestra lo que obró, movido por la fe, lo que por ella recibió, y señala un punto tocante a la fe.

Lo que pone muy en alto la fe de Abraham y de sus hijos es la perseverancia, porque hasta la muerte se mantuvieron en ella (Mt 10 y 24), y por eso dice: "todos éstos vinieron a morir en su fe", menos Henoc. O todos éstos, es a saber, Abraham,1saac y Jacob; y esto suena mejor, porque a solos éstos se hizo la promesa.

Asimismo, lo mucho que tuvieron que aguardar el cumplimiento de lo prometido nos indica lo mucho que se aventajaban en punto a virtud. De ahí que diga: "sin haber recibido los bienes que se les habían prometido". Pero, al contrario, parece que sí los recibieron: "un solo hombre era Abraham, y tuvo por herencia esta tierra" (Ez. 33,24). Respondo: diremos que la poseyó, esto es, fue el primero a quien se le hizo la promesa de poseerla, pero de hecho no la poseyó, como parece por Hechos 7.

-"contentándose con mirarlos de lejos", mirada que sólo podían darla con (el telescopio de) la fe, como dice: mirándolos con los ojos de la fe; y quizá de este lugar fue tomado aquel responsorio de la primera dominica de Adviento: mirando de lejos... (Is 30).

-"y saludarlos", esto es, venerándolos; y, según el Crisóstomo, habla al estilo de los marineros, que, en viendo el puerto, prorrumpen en alabanzas y saludan a la ciudad a donde enderezan la proa. Así, los santos Padres, viendo por la fe la venida de Cristo y la gloria que por El alcanzarían, lo saludaban, esto es, lo veneraban: "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Mt 23; Salmo 1 17; Jn 8).

Otra recomendación en abono de su fe es la sincera confesión; porque, como se dice en Romanos X: "es necesario creer de corazón para justificarse, y confesar la fe con las palabras u obras para salvarse"; por eso dice; "y confesando ser peregrinos y huéspedes sobre la tierra"; pues éstos tres llamáronse huéspedes y peregrinos, como dice Abraham: "huésped y peregrino soy entre vosotros". Y a 1saac le dice el Señor: "estáte quieto en el país que yo te diré, y vive en él como peregrino" (Gn. 26). Jacob dice también: "los días de mi vida de peregrino" (Gn. 47); y peregrino es aquel que está de camino con rumbo a otro lugar (Is 23); mas el advenedizo es el que habita en tierra ajena y no piensa ir a otra parte. Pero éstos no sólo confesaban ser huéspedes, sino también peregrinos. Así también los santos varones no están de asiento en el mundo, sino siempre solícitos de encaminarse al cielo. "Huésped soy y peregrino, como lo fueron mis abuelos" (Ps,38).

-"Ciertamente que los que hablan de esta suerte dan a entender que buscan patria". 1ndica que esta confesión está en el terreno de la fe; pues huésped y peregrino no lo es sino el que está fuera de su patria y a ella endereza sus pasos; así que si éstos confiésan-se huéspedes y peregrinos sobre la tierra dan a entender que se encaminan a su patria, es a saber, la celestial Jerusalén (Ga 4); y esto es lo que dice: "los que hablan de esta suerte dan a entender que buscan patria". Mas porque quizá pudiera alguno decir: cierto que eran peregrinos en tierra de Filisteos y Cananeos, entre quienes habitaban, pero pensaban volver al país de donde habían salido, da de mano a la objeción diciendo: "y caso que pensaran en la propia, es a saber, su patria, de donde salieron, tiempo sin duda tenían de volverse a ella", porque estaban cerca; "luego es claro que aspiran a otra mejor, esto es, a la celestial". De ahí que le dijera Abraham a su criado: "guárdate bien de conducir jamás allá a mi hijo" (Gn. 24; Salmo 83; 26). Así que ellos buscaban esta patria, no la casa paterna de donde habían salido; lo cual nos da a entender que los que dejan la vanidad del siglo no han de volver a ella con el corazón (Ps 44; Lc 9; Ph 3). Consta, pues, que esta confesión de palabra y de obra está dentro del ámbito de la fe, ya que lo que les habían prometido sólo, y no mostrado, lo creyeron firmísimamente hasta la muerte. De donde todos éstos "vinieron a morir en su fe", esto es, teniéndola cabe sí como compañera inseparable (Ap. 2).

-"Por eso Dios no se desdeña de llamarse Dios de ellos". Muestra lo que por su fe merecieron recibir, lo cual fue sumamente honroso; que por máxima honra se tiene nombrarse uno por razón de algún oficio o servicio solemne de un grande y excelente señor o príncipe, como notario del Papa o canciller del rey. Pero mayor honra aún es cuando el señor quiere que su nombre lo lleven los que le sirven; y así sucede con estos tres: Abraham,1saac y Jacob, cuyo señor, el Rey grande sobre todos los dioses, llámase a título especialmente suyo su Dios: "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de 1saac y el Dios de Jacob" (Ex. 3). De ahí que diga: "por eso Dios no se desdeña de llamarse Dios de ellos"; y

de esto puede darse una triple razón:

I* porque Dios por la fe es conocido; y de éstos se lee que primero se apartaron de los infieles por un culto especial, y que Abraham el primero recibió la señal de la fe (Rm 4) "para que fuese padre de muchas gentes"; por cuya razón se nos proponen por dechados, como los primeros por quienes Dios primero se dio a conocer, y por quienes Dios fue nombrado, como objeto de fe; en razón de lo cual quiso que se llamasen de su nombre;

2* la de San Agustín en la Glosa, porque en tales cosas algún misterio se encierra, ya que en ellas hallamos una semejanza de la generación con que Dios reengendró a sus hijos espirituales. Ahora bien, la manera de engendrar en los patriarcas fue de 4 modos:

1) de libres por libres, como Abraham que por Sara engendró a 1saac, el cual por Rebeca engendró a Jacob, y Jacob a 8 patriarcas por Lía y Raquel;

2) de libres por esclavas, como Jacob que por Bala y Celfa engendró a Dan y Neftalí, Gad y Aser;

3) de siervos por libres, como 1saac que por Rebeca engendró a Esaú, del cual se dijo: "el mayor servirá al menor";

4) de siervos por esclavas, como Abraham que por Agar engendró a 1smael.

Así que por estos modos desígnanse los (correspondientes en el orden espiritual) por los que el Señor engendra hijos espirituales, porque unas veces a buenos por buenos, como por Pablo a Timoteo; otras a buenos por malos -y este modo de engendrar corresponde al de los libres por las esclavas-; en veces a malos por buenos, como a Simón Mago por Felipe -y este modo corresponde al de los siervos por las libres-; mas a la generación de malos por malos dale su crédito y cualidad la posteridad. De ahí que diga: "echa fuera a la esclava y a su hijo" (Ga 4); y parece más conforme a la intención del Apóstol, porque es costumbre que los reyes tomen su nombre de la ciudad principal, o de toda la patria, como Rey de Jerusalén, de los Romanos, de Francia; por eso Dios propiamente llámase Rey y Dios de aquellos que de modo especial tienen los ojos puestos en aquella ciudad, la celestial Jerusalén, cuyo arquitecto y fundador es el mismo Dios; y porque de palabra y de obra mostraban ellos ser ciudadanos de aquella ciudad, por eso se llama su Dios; de ahí que diga: "pues les tenía preparada su ciudad", esto es, el fundador de aquella ciudad que El tenía por propia.

-"Por la fe Abraham ofreció a 1saac". Pone otro ejemplo insigne de la fe de Abraham, en lo que mira a Dios, es a saber, aquel máximo sacrificio cuando, al mandarlo el Señor, quiso inmolar a su hijo unigénito (Gn. 22); acerca de lo cual indica lo que hizo, lo que por esto recibió, y que este es un punto tocante a la fe.

Dice pues: "Abraham, cuando fue probada su fidelidad por Dios, ofreció, esto es, quiso ofrecer, por la fe a 1saac", como consta por todo el capítulo 12 del Génesis; y aquí se ofrecen dos dificultades:

a) porque matar a un inocente es contra la ley natural y, por consiguiente, pecado. Luego pecó en querer ofrecerlo. Respondo: quien mata por orden de un superior lícitamente obedece, si lícitamente él manda, y lícitamente puede cumplir con su ministerio. Ahora bien, Dios tiene autoridad para disponer de la vida y de la muerte (I S. 2), y quitándole a uno la vida, aunque ¡nocente, a nadie le hace agravio; de donde día con día, por disposición divina, muchos malvados e inocentes, mueren. Por tanto, podía lícitamente ejecutar la orden de Dios.

b) Asimismo, ¿qué sentido tiene eso de "al ser tentado", puesto que Dios a nadie tienta, ya que tentar es propio de ignorantes? Respondo: el diablo tienta para engañar (1Th 3), como parece por la tentación con que tentó a Cristo (Mt 4); el hombre, en cambio, para conocer; y así se dice de la reina de Sabá que fue a Salomón a hacer prueba de él con varias cuestiones obscuras (Reyes, X). De este modo no tienta Dios, por que todo lo conoce, sino de modo que el hombre caiga en la cuenta de cuan frágil o fuerte sea en sí considerado (Dt. 8). Así de Ezequías se dice que "el Señor le dejó de su mano, a fin de probarle y hacer patente todo cuanto tenía en su corazón" (II Cr. 32,31). Asimismo para que los otros conozcan al tentado, que para esto se les propone como ejemplo, como Abraham y Job (Eccli. 44; 1 Mac. 2).

-"y sacrificaba al unigénito suyo". Muestra con mucha sutileza que de aquella obediencia su campo era el de la fe; pues, como está dicho, Abraham, aunque muy viejo, creyó a las promesas de Dios de que en 1saac bendeciría a su linaje y de que podría resucitar a los muertos. Así que, cuando se le ordenaba que diera muerte a su hijo, que era ya todo un muchacho, no había más esperanza de tener un hijo en Sara, ya vieja chocha. De modo que al creer que debía obedecer lo que mandaba Dios, no le quedaba otra cosa sino creer que 1saac, por quien nombre su linaje (con el tiempo) llevaría, (por Dios) resucitaría. De ahí que diga: "y a su unigénito, es a saber, de Sara, en el cual, esto es, hijo nacido, debía Dios dar cumplimiento a la alianza prometida, como parece por el cp. 17 del Génesis. O, a su unigénito, conviene a saber, entre los libres (Gn. 22), en el cual había recibido las promesas; aunque se le había dicho, esto es, por razón del cual: de 1saac saldrá la descendencia que llevará tu nombre; mas él consideraba dentro de sí mismo, esto es, creyendo firmemente, que Dios podría resucitarle después de muerto", argumento máximo de fe, por ser uno de los mayores el artículo de la resurrección.

Por último, al decir: "de aquí es que le recobró como figura", indica qué es lo que por la fe mereció, pues, no estando ya sino a un tris de inmolarlo, lo llamó un ángel y, en lugar de su hijo, ofreció en holocausto un carnero enredado por las astas en un zarzal; y esto fue una parábola, es a saber, una figura de Cristo futuro; pues el carnero, enredado por las astas en los zarzales, es la humanidad, que padeció, enclavada en la cruz; 1saac, esto es, la divinidad, quedó en libertad, cuando en realidad, con toda verdad, Cristo murió y fue sepultado. Y así parece que esta figura se ajusta perfectamente a lo figurado. De suerte, pues, que lo recobró, es a saber, a 1saac, como parábola, esto es, figura de Cristo, que sería crucificado e inmolado.

45
(
He 11,20-26)

Lección 5: Hebreos 11,20-26

Exáltase la fe de 1saac, de Jacob y de José, que, al bendecir a sus hijos, enseñáronlos a creer y esperar solamente en el vivo y verdadero Dios.

20 Por la je también 1saac bendijo a Jacob y a Esaú, fundando su bendición sobre cosas que habían de suceder a los dos hermanos.
21 Por la je, Jacob, moribundo, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró o se inclinó profundamente delante de la vara de gobierno que José llevaba.
22 Por la je, José, al morir, hizo mención de la salida de los hijos de 1srael, y dispuso acerca de sus propios huesos.
23 Por la je, Moisés, cuando nació, jue ocultado por sus padres, durante el espacio de tres meses, porque vieron tan gracioso al niño, y así es que no temieron el edicto del rey.
24 Por la je, Moisés, siendo ya mayor, renunció a la cualidad de hijo adoptivo de la hija de Faraón,
25 escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios que gozar de las delicias pasajeras del pecado,
26 juzgando que el oprobio de Jesucristo era un tesoro tnás grande que todas las riquezas de Egipto, porque fijaba su vista en la recompensa.

Después de poner arriba el ejemplo de Abraham, pone aquí el Apóstol los ejemplos de la fe de 1saac, de Jacob y de José, y primero de la fe de 1saac. Dice, pues, que "por la fe,1saac, acerca de cosas futuras", esto es, por una fe que se extendía a acontecimientos futuros, bendijo a Jacob y a Esaú; o "bendijo acerca de cosas futuras", esto es, en vista de cosas futuras, o con una bendición que se extendía a lo futuro; ya que sus palabras no tenían eficacia sino por virtud de Dios, por cuya bendición el menor fue antepuesto al mayor. Lo cual no se hizo por consideración a sus personas, sino a los dos pueblos que de ellos salieron. "Sobre Edón pondré ni calzado" (Ps 107,10); pues fueron los 1dumeos los que descendieron de Esaú sujetos a los hijos de 1srael; y con esto se daba a entender que el pueblo menor, es a saber, el de los gentiles, por la fe debía aventajarse al pueblo mayor, esto es, al de los judíos (Mt 8); pero esta bendición, sobre la fe futura de los gentiles, fue obra de la fe, que mira a lo futuro.

-"Por la fe, Jacob, moribundo, bendijo a cada uno de sus hijos". Prosigue con el ejemplo de la fe de Jacob, y trae a cuento lo que hizo al bendecir a los dos hijos de José, como lo cuenta el Génesis, en donde se dice que, al anunciársele a José que su padre estaba enfermo, le llevó a sus dos hijos, a quienes Jacob bendijo cruzadas las manos, anteponiendo con eso Efraín a Manases cuanto a la dignidad, ya que en Efraín recayó la dignidad real, es a saber, en Jeroboam. Y esta bendición fue obra de la fe, porque se le reveló que así ienía que ser; la cual bendición no era por consideración a sus personas, sino a los pueblos que salieron de ellos. Asimismo "por la fe adoró o se inclinó profundamente delante de la vara de gobierno que llevaba José". De esto se habla en el cp. 50 del Génesis, donde se dice que hizo jurar a José que lo sepultaría en el sepulcro de sus padres, y luego del juramento, como seguro de lo prometido, lo adoró a la cabecera de su lecho, como dice nuestro texto, o el remate de su vara, como dicen los 70, o sobre su regatón, como lo tiene el texto griego. Y puede admitirse esta explicación, ya que él era viejo y, por consiguiente, se apoyaba en su bastón, o recibió el cetro de José hasta que jurase y, antes de devolvérselo, adoró, no la vara misma ni a José, como mal pensaron algunos, sino al mismo Dios que estribaba en la punta o sobre la contera de su vara; a lo cual se sintió movido por considerar que el poder de José prefiguraba el poder de Cristo, ya que, como virrey de Egipto, llevaba cetro, insignia del poder de Cristo (Ps 2). O, si adoró la contera de su vara, el sentido es el mismo, pues adoró a Cristo simbolizado por esa vara, así como nosotros adoramos el crucifijo y la cruz, por razón de haber padecido Cristo en ella; de donde propiamente no adoramos la cruz, sino a Cristo crucificado en ella.

-"Por la fe, José, al morir..." Prosigue con el ejemplo de la fe de José, donde pone dos cosas que trae el Génesis en el último capítulo, cuando aquél dijo a sus. hermanos: "os visitará el Señor" y dio orden que llevasen sus huesos de ahí; de donde el mérito de su fe consistió en que creyó que la promesa había de cumplirse con la vuelta de los hijos de 1srael a la tierra de promisión' y, segundo, que en ella nacería Cristo, y resucitaría, y con El muchos; de donde deseaba tener parte en esa resurrección. Y esto es lo que quiere decir que "por la fe, José, al morir, hizo mención de la salida de los hijos de 1srael", tocante al primer punto; tocante al segundo, "y dispuso de sus propios huesos".

Pero ¿por qué no dispuso que luego los transportaran, como lo hizo su padre? Respondo: porque no pudo, porque no tenía entonces tanta mano como la tenía en la muerte de su padre; por consiguiente, tuvo en su mano entonces hacer eso, que, acerca de su muerte, con todo, no pudo hacer. En segundo lugar, porque sabía que después de su muerte los hijos de 1srael tendrían que pasar muchos tragos amargos; y así, para que tuviesen una esperanza cierta de su libertad y de volver a la tierra de promisión, quiso, para consuelo suyo, que su cuerpo se quedase con ellos; de ahí que Moisés se lo llevase consigo, como cualquier tribu -al decir de San Jerónimo- se hubiese llevado el cuerpo de su padre.

-"Por la fe Moisés cuando nació, fue ocultado por sus padres..." Prosigue hablando de los padres que vivieron en tiempo de la ley, ya que este tiempo comenzó con Moisés (Eccli. 24; Jn 1) y se distingue en tres períodos, es a saber, antes de la salida de Egipto, en la salida, después de la salida, y en cada uno de estos tiempos indica lo que en él se hizo.

Acerca del primero, muestra lo que sucedió en el nacimiento de Moisés y lo que él mismo hizo; donde se refiere la historia, que trae el Éxodo, de haber mandado el Faraón se diera muerte a los varones para que no se multiplicasen, y que los padres de Moisés, viendo tan gracioso al niño, ocultáronlo por tres meses, hecho que atribuye el Apóstol a la fe de ellos; pues era creencia que nacería alguno que los librase de aquella servidumbre. De donde por la buena estampa del niño juzgaban hallarse en él alguna virtud de Dios, no siendo como ellos, que eran zafios y rudos, dedicados con duras fatigas a hacer barro y ladrillo (Eccli. 19).

De donde se colige que, aunque la fe sea de cosas que no se ven, con todo eso, para ir a ella, podemos apoyarnos en algunas señales visibles (Me. 16). Y el haber hecho esto movidos por la fe, no por afecto carnal, es cosa clara, pues "no temieron el edicto del rey"; de ahí que pusiesen en peligro sus personas, lo cual no hubiesen hecho a no creer que algo grande acontecería con aquel niño (Mt X). Pero es al contrario, porque ellos mismos lo expusieron después; luego su preservación no fue por motivo de fe. Respondo que si lo expusieron no fue para darle muerte, mas para que no se lo hurtasen; de ahí que lo hubiesen puesto en una canastilla de mimbres fiándolo al cuidado de la divina Providencia; pues creían probable que le diesen muerte si lo hallasen con ellos en casa.

-"Por la fe, siendo ya mayor..." Muestra ahora lo que el mismo Moisés obró por la fe, y primero lo que hizo; segundo, que lo que hizo pertenecía a la fe; pues toca la historia, que trae el Éxodo, donde se dice que la hija del Faraón lo hizo amamantar de la madre dei niño y que lo adoptó por hijo suyo; pero él "renunció a la cualidad de llamarse su hijo", no de palabra, sino de hecho, pues contra la voluntad del Faraón dio muerte al egipcio que había herido al hebreo. Y esto es lo que quiere decir "siendo ya mayor, por la fe, renunció a la cualidad de hijo adoptivo de la hija de Faraón".

Con qué afecto lo hiciese muéstralo al añadir: "escogiendo antes"; con lo cual da muestras de su admirable virtud; pues dos cosas los hombres más hambrean, es a saber, la alegría y deleite en los bienes exteriores, y huyen como de la muerte de lo contrario a estas cosas, es a saber, del dolor y aflicción, que se oponen a lo primero; de la pobreza y desprecio, que hacen la contra a lo segundo. Y estas dos cosas eligió Moisés, porque antepuso el dolor y aflicción al alborozo del pecado temporal, es a saber, que siempre está acompañado de pecado.

Asimismo a las riquezas antepuso la pobreza, por amor de Cristo (Pr. 16; Salmo 83). Así pues, cuanto a lo primero, dice: "escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios, es a saber, a quien Faraón afligía, que gozar de ías delicias pasajeras del pecado", esto es, transitorias; lo cual así hubiera sido, si hubiese afligido con los egipcios a los hijos de 1srael. Cuanto a lo segundo, de haber preferido la pobreza, dice: "juzgando que el oprobio de Jesucristo era un tesoro más grande que todas las riquezas de Egipto", esto es, por la fe de Cristo; porque la de los antiguos y la nuestra es la misma fe. O el improperio de Cristo, a saber, que soportó de parte de sus hermanos, como está dicho: ¿qué acaso también a mí quieres matarme como ayer mataste al egipcio? 1mproperio que fue figura del que Cristo debía recibir de los judíos (Ps 68); y ambas cosas creyó que eran un tesoro más grande que los tesoros de los egipcios (Is 33).

Por fin, al decir: "porque fijaba su vista en la recompensa", indica que las hazañas antedichas de Moisés eran materia tocante a la fe de Cristo. Pero es de saber que hay ciertas cosas de suyo buenas y deleitables, y otras tristes y malas de su cosecha; ahora bien, nadie elige de antemano y como tales los males, mas por el fin, como el enfermo la pócima amarga; ni a las cosas deleitables se anteponen las tristes sino por razón de algún bien mayor, por cuyo medio puede conseguirse; y de este modo los santos,'por la esperanza de conseguir el fin último de la eterna felicidad, anteponen las aflicciones y la pobreza a las riquezas y placeres, que les impiden la consecución del esperado fin (Mt 5; Gn. XV). Por eso dice que hacía lo que hacía porque "tenía enclavados los ojos, a saber, de la fe, en la recompensa", que por esto esperaba. De donde se concluye, como va dicho, que "la fe es el fundamento o firme persuasión de las cosas que se esperan, y un convencimiento de las cosas que no se ven".


Aquino - A LOS HEBREOS 43