Aquino - FILIPENSES 14

14
(
Ph 4,10-23)

Lección 2: Filipenses 4,10-23

Reconocido a los beneficios que recibió de los Filipenses, encarécelos Pablo como es razón y da fin a su carta firmándola y deseándoles por Cristo la gracia.

10. Yo, por mí, me holgué sobremanera en el Señor de que al fin ha reflorecido aquel afecto que me tenéis; siempre le habéis tenido en vuestro corazón, mas no hallabais coyuntura para manifestarle.
11. No lo digo por razón de mi indigencia, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo.
12. Se vivir en pobreza y sé vivir en abundancia; todo lo he probado y estoy ya hecho a todo: a tener hartura y a sufrir hambre; a tener abundancia y padecer necesidad.
13. Todo lo puedo en Aquel que me conforta.
14. Sin embargo de eso, habéis hecho una obra buena en concurrir al alivio de mi tribulación.
15. En lo demás, bien sabéis vosotros, ¡oh Filipenses!, que después de haber comenzado a predicaros el Evangelio, habiendo seguidamente salido de Macedonia, ninguna otra Iglesia, sino solamente la vuestra, me asistió con sus bienes,
16. pues una y dos veces me remitisteis a Tesalónica con qué atender a mis necesidades.
17. No es que desee yo dádivas, sino lo que deseo es el provecho considerable que resultará de ello a cuenta vuestra delante de Dios.
18. Ahora lo tengo todo, y estoy sobrado; colmado estoy de bienes, después de haber recibido por Epafrodito lo que me habéis enviado, y que he recibido como una oblación de olor suavísimo, como una hostia acepta y agradable a Dios.
19. Cumpla, pues, mi Dios todos vuestros deseos, según sus riquezas, con la gloria que os dé en Jesucristo.
20. Al Dios y Padre nuestro sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
21. Saludad a todos los santos en Cristo Jesús.
22. Los hermanos, que conmigo están, os saludan. Os saludan todos los santos, y principalmente los que son de la casa del César.
23. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

Arriba trazó el Apóstol la norma a que deben ajustar en lo por venir su proceder los fieles; aquí encarece el beneficio que en lo pasado le hicieron; y después de este encarecimiento, concluye la carta con ruegos y saludos. Cuanto a lo primero les aplaude el beneficio que hicieron en su favor y explana más a la larga; y junto con esto, excusando su tardanza, el gozo que sintió por su liberalidad. Dice pues: si os exhorto a que viváis alegres, no menos "me he holgado yo" por lo que habéis hecho, no en las cosas, sino "en el Señor" (Ha 3); me he holgado, repito, vivamente, ya que mis hijos son la causa.

La materia del gozo: "que al fin ha reflorecido aquel afecto que me tenéis". Las buenas obras son obras de misericordia, y dícense flores, porque así como de la flor proviene el fruto, así por ellas llégase a la fruición de la vida bienaventurada (Si 24). Así que cuando se interrumpe una obra buena y de nueva cuenta se empieza se dice que reflorece. Estos proveyeron alguna vez al Apóstol y ahora lo proveen de nuevo; por eso dice que su afecto ha reflorecido, lo cual explica al añadir: "en tener ese sentimiento por mí", esto es, de compasión (Ph 1 1M 10); "como en otro tiempo lo sentíais", cuando a mis necesidades proveísteis. Y esto "hasta que por fin", porque, aunque tarde, pero al fin lo hicisteis (Rm 1); "mas no hallabais coyuntura para manifestarle". Excusa su tardanza; como si dijera: no lo achaco a negligencia o a culpa, sino a necesidad, porque con las tribulaciones que padecisteis bien teníais en qué entender (Si 40).

- "No lo digo por razón de mi indigencia". Explica el beneficio y la causa de su gozo, y junto con el beneficio en que florecieron recuerda el beneficio presente en que reflorecieron. Asimismo da de mano a la que se creía causa de su gozo y declara la propia constancia en pensar lo mismo: "pues he aprendido", y aprueba su mano franca en dispensar favores. Dice pues: mi gozo no es por haberme sacado de la penuria, que era grave (Is 48) y es peso abrumador para los que ponen su felicidad en las riquezas o su gloria en sus haberes. Y esto porque al Apóstol no lo contrista la pobreza, por ser hombre de convicción y de principios, o, como aquí le llama, de mente constante o firme; constancia que aquí explica, junto con su causa, en especial y en general.

Dice pues: no me da miedo la pobreza, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. No hay cosa que ponga más de manifiesto la estatura de un perfecto sabio como el saber navegar con cualquier viento, (estar de temple a todas horas y en cualquier estado). Que así como el buen capitán maniobra con cualquier ejército según su condición; y el buen curtidor con cualquier cuero curte muy buenas suelas; así es perfecto el que sabe acomodarse al tiempo, de suerte que ni por estar en la cumbre se le suba, ni por yacer en lo más hondo se deprima. Por lo cual dice: "pues he aprendido" (Is 50). Bástame con lo poco si eso tengo, y si mucho, sé responder como el eco al mismo tono. Y así se explica diciendo: "sé vivir en pobreza y sé vivir en abundancia".

La humildad unas veces significa cierta virtud: "el que se humilla será exaltado"; otras, abatimiento, abyección: "humillaron (apretaron) con grillos sus pies" (Ps 104,18). Y así habla aquí diciendo: "sé padecer humillaciones", esto es, soportar medidamente, como conviene, la abyección. Y porque a los hombres con las riquezas se les suben los humos, y con la pobreza se les bajan, por eso a la abundancia la llama exaltación. Y de entrambas partes hay peligro, pues con la abundancia engríese el ánimo contra Dios y con la pobreza queda deprimido. Por eso dice Salomón en los Pr 30: "no me des ni pobreza ni riquezas". Pero mejor lo dice el Apóstol, porque en un caso o en otro sabe gobernarse virtuosamente, y esto dondequiera, es a saber, en todo lugar, negocio, estado y condición; "estoy ya hecho a todo y ¡o he probado todo" (2Co 6).

- "Todo lo puedo en Aquel que me conforta". Pone la causa de su constancia diciendo: "todo lo puedo"; como si dijera: no pudiera soportar estos insultos y oprobios, a no confortarme la mano de Dios (Ez 3 Is 40). Mas, pues estás hecho a pasar necesidad, ¿por ventura te sobró de lo que te mandamos? No, porque, aunque sepa "padecer penuria", que es una virtud, no por eso han de retirarme el socorro (Rm 12 He 10). Está, pues, clara la causa.

Acuérdales en segundo lugar el beneficio de antes; pues unos nada le daban, es a saber, los Corintios y Tesalonicenses, porque los primeros eran avaros y atropellados en su servicio, y los segundos dados a la ociosidad, razón por la cual se veía obligado a trabajar y con eso a ponerles el ejemplo. Estos, en cambio, en ausencia y presencia, eran buenos siempre. De ahí que diga: "he despojado, por decirlo así, a otras iglesias, recibiendo de ellas las asistencias de que necesitaba para serviros a vosotros" (2Co 11,8). - "En razón de lo que os di (mi ministerio espiritual) y de lo que recibí de vosotros" (vuestros bienes materiales) (1Co 9).

- "Pues una y dos veces me remitisteis a Tesalónica con qué atender a mis necesidades". Y en esto estriba el argumento de que el Papa puede tomar de una iglesia lo que necesita para socorrer a otras, pero no a su arbitrio. Pero es de saber, cuando uno da a otro alguna cosa, que hay que tener presente la calidad del don y el mérito del donante. El que se contenta con lo temporal gózase con la calidad del don y no busca sino al dador; éste es el mercenario. Mas el que busca el mérito del dador busca el fruto de la virtud y de la justicia; éste es el pastor. El fruto, digo, que resulta de ello "a cuenta vuestra". Razón (cuenta) dícese aquí de dos maneras: o según que es una virtud del alma, y así toda virtud es razonable (Rm 12); o según que es raciocinación y computación (Mt 18). Por eso dice que abundaban o se excedían de lo razonable, pues daban más de lo que estaban obligados; ya que unos sólo en presencia, pero éstos hasta Roma enviaban. "Ahora tengo todo lo que enviasteis y estoy sobrado… y lo he recibido como una oblación de olor suavísimo" (Lv 3,4); pues la devoción de los oferentes es un olor a Dios suavísimo, y entre todas las ofrendas no son las de menos precio las limosnas (He 13).

- "Cumpla, pues, mi Dios, todos vuestros deseos". Concluye la carta y pone esta oración. Por su omnipotencia creadora Dioses uno y de todos, pero mío, porque singularmente estoy dedicado a su servicio - "cumpla todos vuestros deseos", porque habéis cumplido el mío; cumplimiento, que está en la potestad del Señor, que riquezas tiene a manos llenas (Rm 10); y que con más verdad será cabal en la gloria suya, que allí quedará satisfecho todo deseo. "Me saciaré, al despertar, con tu vista" (Ps 16,15 Ps 102). Y esto en Cristo, esto es, por Cristo, "por quien nos ha dado las grandes y preciosas gracias que había prometido" (2P 1,4). Por todo lo cual a Dios Trino y Padre nuestro sea dada la gloria por los siglos de los siglos" (1Tm 1). El siglo es el espacio o duración de las generaciones o memorias de los hombres.

Luego de la oración y hacimiento de gracias vienen los saludos: "saludad a todos los santos", esto es, a los que son fieles en Cristo, porque Cristo los ha santificado (He 13). "Os saludan principalmente los que son de la casa del César"; por donde parece que convirtió a muchos de la familia del César, como dijo arriba. Y aunque en San Mateo (Mt 11) se dice que los que visten con lujo y afeminación en palacios de reyes están; con todo eso, para alentar a los buenos y poner coto a los malos, paróceles a los santos que morar en palacios reales no es cosa ¡lícita, con condición que no sea para llevar allí una vida deliciosa, al hilo de las concupiscencias y placeres mundanos. Y dice: "los que son de la casa del César", para animarlos a gozarse y a avivar su fe. Por último pone de puño y letra su saludo diciendo: "la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén".








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