Tomas Aq. - Romanos 13

Lección 4: Romanos 2,17-29

13
075 (
Rm 2,17-29)


Se muestra que el que oye la ley y .10 la cumple, de ningún modo puede ser justificado y se hace manifiesto por qué se les llama Judíos.

17. Pero si tú que te llamas judío, y descansas sobre la Ley, y te glorias en Dios,
18. y conoces su voluntad, y experimentas las cosas más excelentes instruido por la ley,
19. presumes de ser guía de ciegos, luz para los que están en tinieblas,
20. educador de ignorantes, maestro de niños, teniendo la norma del saber y de la verdad en la Ley;
21. tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se debe hurtar ¿hurtas?

* El texto tal como lo cita Sto. Tomás dice: intellígere prudentiam meam in ministerio: mi competencia en el ministerio. La Vulgata dice: intelligere prudentiam meam in mysteric Christi: mi conocimiento en el misterio de Cristo. (S. A.)

** También aquí cita Sto. Tomás ad sensum: dice él: Videbit eum omnis caro El texto de la Vulgata dice: omnis ocultis. (S. A.)
22 Tú que dices que no se debe adulterar ¿cometes adulterio? Tú que aborreces a los ídolos, ¿eres sacrilego adorador suyo? ***
23. Tú que te glorías en la Ley, ¿con la violación de la misma Ley deshonras a Dios?
24. Porque el nombre de Dios por causa de vosotros es blasfemado entre los Gentiles, según está escrito.
25. La circuncisión en verdad aprovecha si cumples la Ley. Pero si eres prevaricador de la Ley, tu circuncisión se ha hecho prepucio.
26. Si, pues, el incircunciso guardare los preceptos de la Ley, ¿no se reputará su prepucio por circuncisión?
27. Y el que por naturaleza es prepucio, y guarda exactamente la Ley ¿no te juzgará a ti que por la letra y la circuncisión eres prevaricador de la Ley?
28. Porque no es judío el que lo es exteriorwente, ni es circuncisión la que se hace por fuera en la carne.
29. Antes bien es judío el que lo es en lo interior, y es circuncisión la del corazón según el espíritu y no según la letra, cuya alabanza no es de los hombres sino de Dios.

Habiendo demostrado que los que cumplen la ley son justificados aun cuando no sean sus oyentes, lo cual tenía que ver con los Gentiles, aquí enseña que los oyentes no son justificados a no ser que la cumplan, lo cual corresponde a los Judíos. Así es que primero muestra la prerrogativa de los Judíos en cuanto al haber recibido la Ley; luego indica su falta en cuanto a la transgresión de la Ley: tú, pues, que enseñas a otro. Y enseña corno es triple su dicha prerrogativa. Lo primero

*** El texto de la Vulgata, que Sto. Tomás cita, dice: sacrilegium facis? Straubinger traduce así: Tú que aborreces a los ídolos ¿saqueas los templos? De la misma manera la Biblia de Jerusalén: ¿saqueas sus templos? Torres Amat: ¿eres sacrilego? y como explicación añade: adorador suyo.

en cuanto a la nación a la que se dio la Ley; lo segundo en cuanto a la Ley misma: y descansas sobre la Ley; le tercero, en cuanto al efecto o hecho de la Ley: y conoces su voluntad.

En cuanto a la nación, dice el Apóstol: Pero si tú que te llamas Judío, nombre honorable según el Salmo 1 13,2: Consagró Dios a su servicio al pueblo de Judá. Juan 4,22: La salvación viene de los Judíos. Se les dice Judíos no por Judas Macabeo, como algunos dicen quizá por haber congregado él y patrocinado a la gente aquella que estaba en la dispersión, según 1 Macabeos 3,2-3: Y sostuvieron con entusiasmo la guerra de 1srael, y él dilató la gloria de su pueblo. Pero el nombre de Judíos se encuentra antes de Judas Macabeo, según Ester 8,16: A ios Judíos les pareció que les nacía una nueva luz. Por lo cual debemos decir que a los Judíos se les designa así por el Patriarca Judá. ¡Oh Judá, a ti te alabarán tus hermanosi (Gen 49,8). Como en el tiempo de Roboam, habiéndosele segregado de su reino diez tribus, adoraran un becerro de oro, fueron llevadas en cautiverio a Asiría, como se lee en 2 Reyes 17,5. Y de que hayan ellas regresado no habla la Escritura, antes bien su territorio permaneció ocupado por extranjeros que desde entonces se llamaron Samaritanos. Dos tribus, en cambio, la de Judá y la de Benjamín, adheridas al reino de Roboam, perseveraron en el culto de Dios. Y aun cuando fueron llevadas en cautiverio a Babilonia, sin embargo fueron enviadas de nuevo a su tierra por Ciro, Rey de los Persas, como leemos en el libro de Esdras (I,1). Y por ser más numerosa la tribu de Judé, de ella tomó el nombre toda la nación. Y no sólo las gentes que eran de la tribu de Benjamín sino también las que regresaron de las otras tribus y que se les adhirieron. Consiguientemente, cuando dice: y descansas sobre la Ley, indica su prerrogativa en cuanto a la Ley.

Y primeramente en cuanto a la misma Ley diciendo:

Y descansas sobre la Ley, como con certificado de ella en lo que se ha de creer y en lo que se ha de obrar. Porque si se duda con el entendimiento no se descansa, sino que se es llevado por una y otra cosa; y quien en cambio adquiere la certeza de la sabiduría descansa en su mente: Entrando en mi casa hallé en ella mi reposo (Sab,16).

En segundo lugar en cuanto al legislador, al añadir: y te glorías en Dios, esto es, en el culto y conocimiento de un solo Dios. El que quiera gloriarse gloríese en conocerme y saber que Yo soy el Señor (Jerem 9,24). El que se gloría gloríese en el Señor (ICo i,31 y 2Co 10,17). En seguida, al aqregar: y conoces, indica la prerrogativa de ellos en cuanto al fruto de la Ley: un primero en cuanto al hombre respecto de sí mismo; un segundo, respecto de los demás: presumes. 1ndica pues un doble fruto. El primero que correspondía a. la gloria que tenían de Dios, diciendo: conoces su voluntad, lo que Dios quiere que hagamos. Para que experimentéis cuál sea la voluntad de Dios (Rm 12,2). El segundo fruto que señala corresponde al que descansa en la Ley de Dios, diciendo: y experimentas las cosas más excelentes, esto es, sabes experimentar eligiendo no sólo lo bueno en lugar de lo malo, sino lo mejor y no lo menos bueno. Por lo que alguien preguntaba: ¿Cuál es el mayor mandamiento? (Mt 22,36).

Y éste estatuido por la Ley. Bienaventurado el hombre a quien tú, ¡oh Señor!, habrás instruido y amaestrado en tu Ley (Ps 93,12). En seguida indica el fruto respecto de los demás, los cuales de una de tres maneras están en relación con el conocimiento de la ley. En efecto, algunos se hallan en una absoluta ignorancia de la Ley.

Lo cual puede ser por natural carencia de substancia gris, así como se dice que un hombre es corporalmente ciego por la carencia de la facultad visiva interior. Vamos palpando la pared como ciegos (Is 59,10). A tales hombres no se les puede mostrar la luz de la ciencia para que ellos mismos puedan ver qué se debe hacer, sino que trátese de conducirlos como a ciegos, mandándoles qué deben hacer, aun cuando no se den cuenta de la razón de los mandatos. Era yo ojos para el ciego (Jb 29,15). Sin embargo, de ellos dice Mateo 15,14: Son ciegos que guían a ciegos (Mt 15,14).

De otro modo, están en la ignorancia, por falta de estudio, quienes están, como en tinieblas exteriores no iluminados por la doctrina, a quienes el sabio puede brindarles la luz del estudio para que entiendan lo que se les preceptúa, y esto lo dice así el Apóstol: luz para los que están en tínieblas.-Para iluminar a los que están en tinieblas (Lc 1,79).

En segundo lugar toca a los que están en camino de alcanzar la ciencia, la cual todavía no poseen, y esto, de una manera, por falta de una instrucción plena. Y a éstos se refiere diciendo: educador de ignorantes, esto es, de aquellos que todavía no han recibido la sabiduría, a los cuales se dice que se desbasta, como se desbasta de la rudeza que en un principio hay en todos instruyéndolos con lo elemental. ¿Tienes h¡los? Adoctrínalos (Eccíi 7,25). De otra manera, por falta de edad, como son los niños. Y en cuanto a esto dice el Apóstol: maestro de niños.-¿Dónde está el maestro cíe los niños? (Is 33,18). Los terceros son los ya adelantados en la ciencia. Y éstos necesitan ser modelados por los sabios para que tengan en alta estima las sentencias de los sabios como cierta regla o forma. Y en cuanto a esto dice: teniendo la norma del saber.-Conserva las palabras saludables en la misma forma que de mí las oíste (2 Tim 1,13). Y: Observad bien a los que se comportan según el ejemplo que tenéis en nosotros (Ph 3,17). Pues los que así son formados deben instruirse bajo la autoridad de los mayores para que sepan qué es lo que se transmite en la Ley. Y por eso dice: del saber.-Diole la ciencia de los santos (Sab 10,10). Y también para que sepan cuál sea el verdadero sentido de aquellas cosas que se transmiten en la ley. Y en cuanto a esto dice: y de la verdad.-Envíame tu luz y tu verdad (Ps 42,3).

En seguida, cuando dice: Tú, pues, que enseñas a otro, muestra la falta de ellos por la transgresión de la Ley. Y la primera es del hombre respecto de sí mismo, diciendo: tú que enseñas a otro, dirigiéndolo al bien, no te enseñas a ti mismo al dirigir. Y esto se puede leer¡ o interrogativamente, como con cierta indignación o con suavidad, como asegurando la malicia de ellos, y de semejante manera en lo que sigue: Tú dabas lección a mucha gente (Jb 4,3). Y Job 4,5: Mas ahora que el azote te flagela estás abatido. La segunda transgresión es en cuanto al prójimo. De esta clase, una primera en cuanto a las cosas que por hurto se sustraen, cuando dice: Tú que predicas que no se debe hurtar ¿hurtas? - Tus magistrados son desleales y van a medias con los ladrones (Ss 1,23). Una segunda, en cuanto al cónyuge que se mancha con el adulterio. Y en cuanto a esto dice: Tú que dices que no se debe adulterar ¿cometes adulterio? - Todos son adúlteros como horno encendido (Os 7,4). Cada cual persigue a la mujer de su prójimo (Jcrem 5,8). Una tercera falta de ellos se muestra en relación con las que se cometen contra Dios, y primeramente en cuanto a que pecaban contra su culto. Y en cuanto a esto dice: Tú que aborreces a Jos ídolos, sabiendo perfectamente por el precepto de la ley que no se les debe rendir culto, eres sacrilego abusando de las cosas que pertenecen al culto divino. Lo cual hicieron primeramente durante el régimen de la Ley. Decís: La mesa del Señor está contaminada (Malaq 1,12). Y actualmente blasfemando contra Cristo. El no echa a los demonios sino por Beelzebul, el príncipe de los demonios (Mt 12,24). En segundo lugar en cuanto a la misma gloria, cuando dice: Tú que te glorías en la Ley, ¿con la violación de la misma Ley deshonras a Dios? Pues así como la guarda de la ley con las buenas obras es para los que nos observan una ocasión para que honren a Dios, así también la transgresión de la ley con malas obras es para ellos mismos una coacción para que blasfemen. A fin de que por vuestras buenas obras glorifiquen a Dios (1P 2,12). Al contrario se dice en 1 Tim 6,1: Todos los que están ba¡o el yugo de la servidumbre tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que el nombre de Dios y la doctrina no sean blasfemados (1P 2,12). Y por eso se dice en el Salmo 1 18,158: Veíalos prevaricar, y me consumía de dolor. Y a eso induce el ejemplo, pues agrega el Apóstol: Porque el nombre de Dios por causa de vosotros es blasfemado entre los Gentiles, porque viendo los Gentiles la mala conducta de los Judíos pensaban que provenía de mala doctrina de la Ley dada por Dios. Dice pues: como está escrito, ciertamente en Is 52,5: Sus dominadores obran inicuamente, y todo el día, sin cesar, está blasfemándose mi nombre; y Ezequiel, según otro texto, donde el nuestro dice así: No lo haré por vosotros, casa de 1srael, sino por mi santo nombre, que deshonrasteis entre las naciones (Ez 36,21).

En seguida, cuando dice; La circuncisión, enseña que tampoco la circuncisión es suficiente para la salvación por la misma razón por la que tampoco lo es la ley, porque la observancia de la ley sin la circuncisión vale; y sin ella no aprovecha la circuncisión, como arriba quedó dicho. Y acerca de esto hace tres cosas. La primera es confrontar la circuncisión con los Judíos circuncisos; la segunda, con los Gentiles incircuncisos: Si pues el incircunciso; la tercera, hacer patente lo que dijera: Porque no es judío el que lo es exteriormente. Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera, mostrar cuél circuncisión aprovecha; la segunda, cuél no aprovecha: Pero si eres prevaricador de la Ley. Así es que primeramente dice: La circunscisión ciertamente aprovecha en cuanto a la remisión del pecado original. Por lo cual dice el Génesis 17,14: Cualquiera del sexo masculino cuya carne no hubiere sido circuncidada, etc. Pero a ti, adulto, al final de cuentas te aprovecha si observas la Ley, así como a los religiosos les aprovecha la profesión si observan la regla. Y, en efecto, la circuncisión era como cierta profesión que obligaba a los hombres a la observancia de la ley. Otra vez testifico a todo hombre que se circuncida que queda obligado a cumplir toda la Ley (Galat 5,3). Esto otro que dijera el Apóstol: Si os circuncidáis de nada os aprovechará Cristo, se dice en relación con el tiempo posterior a la divulgación de la gracia del Evangelio; y aquí, en cambio, habla en relación con el tiempo anterior a la pasión de Cristo, en el cual regía la circuncisión. Lo segundo: pero si eres prevaricador, muestra cómo no aprovecha la circuncisión; diciendo: Si tú, Judío adulto, eres prevaricador de la Ley, tu circuncisión se ha hecho prepucio, o sea, no te aprovecha mejor que el prepucio, porque no observas lo que profesaras por la circuncísión. Si todas las naciones son incircuncisas según la carne, los hijos de 1srael son incircuncisos en el corazón (Jerem 9,26), y no por esto son más que la cosa material, porque no observan lo que prometieran. Le desagrada (a Dios) la promesa infiel y la imprudente (Eccle 5,3)!

En seguida, cuando dice: Si pues el incircunciso, confronta la circuncisión con los Gentiles, y esto doblemente. Lo primero en cuanto a que los Gentiles poseen su fruto si observan la Ley: por lo cual dice: Si la circuncisión aprovecha con la observancia de la Ley, no aprovecha sin ella; así es que si el prepucio, esto es, el Gentil incircunciso observa la justicia de la ley, o sea, los justos preceptos de la Ley -Todos tus preceptos son la verdad (Ps 1 18,86)- ¿no se le reputará el prepucio como circuncisión? Como si dijera: Este obtuvo el fruto de la verdadera circuncisión. Pues el hombre se circuncida exteriormente en la carne para circuncidarse en el corazón. Circuncidaos para el Señor y extirpad los prepucios de vuestros corazones (Jerem 4,3). Lc segundo: Y te juzgará, etc., confronta la circuncisión con el Gentil, demostrando que por la observancia de la Ley se le prefiere al Judío; por lo cual dice: Y el prepucio, esto es, el Gentil incircunciso, guardando exactamente los mandatos de la Ley, por naturaleza, o sea, por la razón natural, como está dicho arriba, de modo que por naturaleza se hacen las cosas que son de la Ley te juzgará a ti, Judío circunciso, que eres prevaricador de la Ley transgrediendo sus preceptos por la letra, o sea, que observas la Ley expresada literalmente y la circuncisión de la carne. Por lo cual de este juicio de confrontación dice Mateo 12,41 (Lc 1 1,32): Los ninivitas se levantarán en el día del Juicio contra esta raza y la condenarán.

En seguida, cuando dice: Porque no es judío el que lo es exferiormente, etc., da la razón de lo dicho. Y primero enuncia la razón; y luego la prueba: cuya alabanza. Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera, dar la razón de que la circuncisión o el Judaismo sin la observancia de la Ley no aprovecha; la segunda, dar la razón de que la observancia de la Ley aprovecha sin el Judaismo ni la circuncisión: Antes bien es judío el que lo es en lo interior. Por eso dice que la circuncisión del prevaricador de la Ley es prepucio y será juzgado por el prepucio del observante de la Ley. Pues no es verdadero judío el que lo es exteriormente conforme a la carnal generación: Porque no todos los que por la circuncisión son 1srael son por eso 1sraelitas, sino los que son los hijos de la promesa. Y de manera semejante no es verdadera circuncisión la que se exterioriza en la carne. Es sólo un signo, como se dice en Génesis 17,2: Circuncidaréis la carne de vuestro prepucio en seña! de la alianza. Pero no es una verdadera señal, a no ser que corresponda a ella el señalado. Por lo cual el judío que sea transgresor de la alianza no tiene una verdadera circuncisión. Y por lo tanto se le juzgará como si fuera prepucio.

En seguida, cuando dice: Antes bien es judío el que lo es en lo interior da la razón de que el prepucio del que observe la ley se le repute como circuncisión y juzgue él a la circuncisión carnal, porque es verdadero Judío el que lo es en su interior, o sea, el que cordialmente ama los mandatos de la Ley, que los Judíos profesan. Tu Padre, que ve en lo secreto (Mt 6,4). Y de manera semejante, es verdadera la circuncisión que es del corazón en el alma, o sea, hecha por el espíritu, por la cual se cortan y desechan del corazón los pensamientos superfluos. O en el espíritu, esto es, por un espiritual entendimiento de la ley, no literal. La circuncisión somos nosotros, los que adoramos a Dios en espíritu (Ph 3,3). En seguida, cuando dice: cuya alabanza, prueba la predicha razón, porque manifiesto es que en todas las cosas se debe preferir el juicio divino al humano. Pues las cosas que se manifiestan al exterior, ora sea Judaismo, ora circuncisión, son alabadas por los hombres; pero las ocultas son alabadas conforme al juicio divino, porque, como dice 1 Reyes 16,7: El hombre no ve más que lo exterior, pero el Señor mira el corazón. De donde resulta que Judaismo y circuncisión interiores prevalecen sobre los exteriores; y por eso dice el Apóstol: cuya alabanza o sea de la circuncisión interior, no es de los hombres sino de Dios. - Pues no es aprobado el que se recomienda a sí mismo sino aquel a quien recomienda el Señor (2Cor 10,18).


CAPITULO 3

Lección 1: Romanos 3,1-8

14
075 (
Rm 3,1-8)

Se declara la ventaja del judío sobre el Gentil y muestra que la infidelidad de unos pocos de ninguna manera hace nula la fidelidad de Dios.
1. ¿Cuál es pues la ventaja del judío o cuál la utilidad de la circuncisión?
2. Grande, de todas maneras. Ante todo, a ellos les fueron confiados los oráculos de Dios.
3. ¿Qué importa si algunos de ellos fueron incrédulos? ¿Acaso su infidelidad hará nula la fidelidad de Dios? De ninguna manera.
4. Pues Dios es veraz y todo hombre es mentiroso, según está escrito, para que seas justificado en tus palabras, y venzas al ser juzgado.
5. Mas si nuestra injusticia da realce a la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será acaso Dios injusto al descargar su ira?
6. ¡De ningún modo! Si no ¿cómo juzgará Dios al mundo?
7. Pues si la veracidad de Dios, por imédio de mi falsedad, redunda en mayor gloria suya, ¿por qué pues he de ser yo aun condenado como pecador?
8. Y ¿por qué no, según nos calumnian, y como algunos afirman que nosotros decimos: hagamos el mal para que venga él bien? Justa es la condenación de los tales.

Habiendo mostrado el Apóstol que el Judaismo, al que pertenece la recepción de la Ley, y la circuncisión no bastan para la salvación sin la guarda de la Ley, guarda por la cual los Gentiles, sin la circuncisión ni el Judaismo exteriores consiguen el fruto del uno y de la otra, aquí objeta contra lo antes dicho, y desde luego enuncia la objeción y luego la resuelve: Grande de todas maneras. Y primeramente objeta así: Si fuese, como se ha dicho, que no hay verdadero Judaismo ni verdadera circuncisión en lo exterior sino en lo oculto del corazón ¿cuál es pues la ventaja del judío?, esto es, ¿qué se le dio de más que a los otros hombres? Parece que nada. Pero esto es incongruente habiendo dicho el Señor: Tu Señor Dios te ha escogido para que seas pueblo peculiar suyo (Deut 7,6; 26, ¡8).-¿O cuál la utilidad de la circuncisión?, esto es, ¿de la exterior? Por las premisas parece que ninguna, lo cual es inconveniente por ser dada por Dios, quien dice: Yo el Señor Dios tuyo que te enseñó lo que te importa (Is 48,17).

En seguida, cuando dice: Grande de todas maneras, resuelve la anterior objeción; y lo primero en cuanto a la prerrogativa del Judaismo, y lo segundo en cuanto a la utilidad de la circuncisión (Rm 4,1): ¿Qué diremos? Acerca de lo primero hace dos cosas. La primera, mostrar la prerrogativa de los Judíos; la segunda, rechazar su jactancia, por la que soberbiamente se anteponían a los Gentiles: ¿Qué, pues los aventajamos? Acerca de lo primero hace tres cosas. La primera, enunciar lo que quiere; la segunda, probarlo: Ante iodo; la tercera, contestar la objeción: ¿Qué importa si algunos de elfos? Dice pues primeramente: Se pregunta cuál es Ja ventaja del Judío. Pues bien, la ventaja para él consiste tanto en la cantidad, lo cual significa diciendo: grande, como en cuanto al número y diversidad, lo que significa diciendo: de todas maneras. En efecio, tiene ventaja tanto en cuanto a la contemplació de las cosas divinas, según aquello del Salmo 75,2: Conocido es Dios en la Judea, como en cuanto al arreglo de las cosas temporales: No hizo cosa semejante con ninguna otra nación (Ps 147,20). Ventaja tiene también en cuanto a los padres, en cuanto a las promesas y en cuanto a la prole. Los israelitas, de quienes es la filiación, la gloria, las alianzas (Rm 9,4). Y en todas y cada una de estas cosas no es pequeña la excelencia sino grande y primordial, lo que expresa diciendo: grande. En efecto, el máximo bien del hombre está en el conocimiento de Dios, en que a Dios se adhiera y por Dios sea instruido. Bienaventurado el hombre a quien tú ¡oh Señor! habrás instruido (Ps 93,12).

En seguida, cuando dice: Ante todo, etc., demuestra lo que dijera, diciendo: Ante todo, esto es, primordialmente la ventaja es de los Judíos, porque a ellos les fueron confiados los oráculos de Dios, como a amigos suyos. Os he llamado amigos (Jn 15,15). Y esto es mucho porque los oráculos de Dios son honrosos. Los oráculos del Señor son verdaderos: en sí mismos están justificados (Ps ¡8,10).* Son deleitables. ¡Oh cuan dulces son a mi paladar tus palabrasi Más que la miel a mi boca (Ps 1 18,103). Son también provechosas para no pecar. Dentro de mi corazón deposité fus palabras para no pecar contra ti (Ps 118,2).

En seguida, cuando dice: ¿Qué importa si algunos?, contesta la objeción. Y desde luego la enuncia; en seguida la contesta presentando sus inconvenientes: ¿Acaso su infidelidad?; en tercer lugar demuestra que es también inconveniente por aquello a lo que lleva: Pues Dios es veraz. Podría alguien negar las prerrogativas de los Judíos oponiéndoles su ingratitud, por la cual

* El texto de la Vulgata dice: Judicia Domini, esto es, los juicios de Dios. Sto. Tomás cita ad sensum: Eloquia, esto es, los oráculos.

parecen haber abandonado la merced de los oráculos de Dios. De aquí que diga: ¿Qué importa si algunos de ellos fueron incrédulos? ¿Ya por esto se concluye que no hay ninguna ventaja para los Judíos según aquello de 2 Pedro 2,21: Mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia que renegar, después de conocerlo, el santo mandato que les fue transmitido? Pues no le creyeron primeramente al legislador. No dieron crédito a sus palabras (Ps 105,24). Tampoco a los profetas les creyeron. Tienes que habértelas con incrédulos y pervertidores (Ez 2,6). Finalmente, tampoco le creyeron al Hijo de Dios. Si Yo os digo la verdad ¿por qué no me creéis? (Jn 8,45).

En seguida, cuando dice: ¿Acaso su infidelidad? desbarata la dicha objeción presentando sus inconvenientes, porque si por la incredulidad de algunos Judíos se suprimieran sus prerrogativas, se seguiría que la incredulidad del hombre destruiría la fidelidad de Dios, lo cual es inconveniente. Y por esto dice: ¿Acaso la infidelidad de eüos, esto es, de los que no creyeron, hará nula la fidelidad de Dios?, lo cual se puede entender de dos maneras. De una, de la fe por la que se cree en Dios. Mas no porque algunos no creyeron se va a negar la fe de los que sí creyeron. Pues la maldad de algunos de los que viven en la sociedad no destruye la bondad de los demás. De ellos a unos bendijo, y los ensalzó y consagró, y tomó para sí, etc. (Eccli 33,12), lo cual es contra aquellos contra los cuales dice Agustín (In epístola ad plebe m hyponensem): ¿Para qué otra cosa se mantienen éstos y de qué otra cosa tratan sino de que al desaparecer el Obispo, el clérigo, el monje o la religiosa, todos crean ser tales pero ninguno pueda presentarse? De otra manera se puede entender: de la fe por la cual Dios es fiel cumpliendo sus promesas. Porque es fiel el que hizo las promesas (Hebr i 0,23). Y esta fidelidad desaparecería si por la infidelidad de algunos ocurriera que ninguna ventaja hubiera para el Judío. Y Dios le prometió a ese pueblo multiplicarlo y magnificarlo como es manifiesto en Génesis 22,17: Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo.

A continuación, cuando dice: De ninguna manera. Pues Dios es veraz, demuestra ser inconveniente que la fidelidad de Dios desapareciera por la incredulidad de los hombres. Y para esto presenta primeramente la razón; en segundo lugar, la autoridad: como está escrito; en tercer lugar excluye el falso sentido de la autoridad: Mas si nuestra injusticia. La razón se toma de que Dios de suyo es veraz: Mas el Señor es el Dios veraz (Jerem 10,10); Este es el verdadero Dios y vida eterna (1Jn 5,20); y en cambio el hombre es mendaz. Yo dije en mi transporte de ánimo: todo hombre es mentiroso (Ps 115,2). De ¡o cual se desprende que la mendacidad del hombre o más bien su infidelidad al no adherirse a la verdad, no excluye la verdad o fe o fidelidad de Dios. Para la evidencia de todo esto se debe saber que la verdad entraña la adecuación de la cosa al entendimiento. Ahora bien, de una manera se adecúa la cosa a nuestro entendimiento y de otra manera al entendimiento divino. Porque nuestro entendimiento recibe de las cosas el conocimiento; por lo cual el origen y la medida de su verdad es el ser de la cosa; y así, por ser o no ser la cosa, se dice que la oración es verdadera o es falsa, seaún el Filósofo. De aquí que nuestro entendimiento puede ser verdadero o falso en cuanto puede adecuarse o no adecuarse. Ahora bien, lo que puede ser y no ser necesita de otro agente para que sea, sin el cual permanece no siendo: en efecto, así como el aire sin la luz permanece en tinieblas, así también nuestro entendimiento, si no es iluminado por la Verdad primera, de por sí permanece en la mentira o falsedad. De aquí que en cuanto de sí mismo depende, todo hombre es mentiroso en cuanto al entendimiento, y no es verdadero sino en cuanto participe de la verdad divina. Envíame tu luz y tu verdad (Ps 42,3). Ahora bien, el divino entendimiento es la causa y la medida de las cosas, y por esto de suyo es inagotablemente y perpetuamente veraz y cada cosa es verdadera en cuanto se conforma con él. De manera semejante, en cuanto que la verdad se recibe por parte de la cosa, el hombre de por sí no posee la verdad, porque su naturaleza puede volver a la nada. En cambio, la sola naturaleza divina, que ni procede de la nada, ni puede trocarse en nada, de por sí posee la verdad.

En seguida, cuando, dice: según está escrito, prueba lo mismo por la autoridad del Salmo 50,6: Así se ve que eres justo tú en cuanto hablas, y vencerás cuando seas juzgado. Lo cual puede hacer ver cuan a nuestro propósito es si se considera lo que en el mismo Salmo precede. En efecto, antes se dice: Contra t¡, contra ti solo he pecado, y en seguida dice: Así eres justo tú en cuanto habías y vencerás * cuando seas juzgado. Pues Dios le había prometido al profeta David ppr medio de Natán que su reino se afirmaría para siempre en su estirpe, como tenemos en 2 Reyes 7,13-16. Pero después, como David cayera en grave pecado, de adulterio y de homicidio, como se lee en 2 Reyes 2,2-17, algunos decían que por tales pecados no observaría Dios lo que le había prometido. Ahora bien, la intención del Salmista es decir dos cosas.

* Vincas dice la Vulgata. Por todo el contexto yo prefiero traducir

literalmente esta palabra. (S. A.)

La primera, que por el pecado de David no cambiaría la justicia de Dios, a la cual corresponde cumplir su palabra. Y en cuanto a esto dice: Así eres justo tú en cuanto hablas, o sea, que de tal manera se ve que eres justo en todas tus promesas, que no las haces a un lado por causa de mis pecados. Justas son todas mis palabras (Prov 8,8). Fiel es el Señor en todas sus palabras (Ps 144,13).

La segunda, que en la divina promesa se simula el juicio humano; y esto lo dice así: que venzas, esto es, guardando tu promesa, cuando seas juzgado, esto es, por los hombres: que no por mis pecados dejes de cumplirla. No te dejes vencer por el mal, sino domina al mal con el bien (Rm 12,21). Esto que se dice del hombre, con mayor razón le corresponde a Dios.

Mas débese considerar que la promesa hecha a David por Dios se cumpliría con la encarnación de Cristo. De aquí que pertenecía a la profecía de la predestinación, según la cual algo se promete como para ser cumplido de todos modos; mas lo que se promete o se anuncia según profecía de conminación, no se predice como para que se cumpla de todos modos, sino según lo que pidan los humanos méritos, los cuales pueden cambiar. Y por esto, si no se hubiere efectuado lo que se le prometió a David, desdeciría de la divina justicia. Pero el no realizarse lo que se promete mediante la profecía de conminación, no desdice de la divina justicia sino que indica una mutación en los humanos méritos. De aquí que dice Jerem 18,7-8: Yo pronuncié de repente mi sentencia contra una nación y contra un reino para arrancarlo, destruirlo y aniquilarlo. Pero si tal nación hiciere penitencia de sus pecados, etc., me arrepentiré Yo también del mal que pensé hacer contra ella. Queda, por lo tanto, patente, según este sentido, que el pecado del hombre no excluye la fidelidad divina.

Se aducen sin embargo también.otros sentidos de la dicha autoridad en la Glosa que no pertenecen de l« misma manera a la intención del Aposto! de ios cuales el primero es que las palabras que quí se ponen se deben júntar con las que antes pusiera el Salmista (50,4): Lávame todavía más de mi iniquidad, ¿para qué? Para que seas justificado, esto es, para que se vea que eres justo en tus palabras, en las cuales les prometiste el perdón a los pecadores, no sólo en Ezequiel 18,21-23, porque esta promesa fue hecha primero al Salmista, mas también en Levítico 26,41-42: Pedirán perdón de sus impiedades. Y yo me acordaré de mi alianza. Y en el Deuteronomio 30,1-3: Si movido a penitencia tu corazón, te volvieres a Dios, el Señor Dios tuyo te hará volver de ?»» tfwutívttrio y tendrá misericordia de ti. Y así, que venzas cuando seas juzgado por los hombres porque no me seas deudor de darme el perdón.

En segundo lugar se júntan estas palabras con lo que está dicho, contra H solo he pecado, esto es, por Confrontación contigo, que eres el solo justo; y esto es lo que dice así: para que se vea que eres justo, ésto es, para que en confrontación conmigo y los demás pecadores se vea que eres justo. Porque «I Sfeffér es justd y ama la justicia (Ps (0,8), y esto no sólo en ios hechos sino también en las palabras; fó cual es lo máximo según Santiago 3,2: Si alguno no tropieza «n el hablar es hombre perfecto. Y que venzas cuando seas ¡tragado, esto es, cuando seas comparado con eQatqtifera otro »fl juicio. Sed jueces entre mí y mi viña (Is 5,3).

La tercera cosa es que estas palabras se refieren <a Cristo, el único que no tiene pecado, seg&n aquSJfe de 1 Pedro 2,22: él que no hht> pecado, y ett *uya boca no se halla engaño, y así es justiticado en sus palabras en confrontación con todos los hombres. Y que venzas el pecado, la muerte y al diablo. Mira: el león ae la tribu de Judá ha triunfado (Ap 5,5). Y esto mientras seas juzgado, esto es, injustamente por Pilato. Tu causa está juzgada ya como causa de un impío (Jb 36,17). A continuación cuando dice: Mas si vuestra injusticia, excluye el falso sentido de ejemplo fuera del caso. En efecto, podría alguien entender las predichas palabras según el sentido de que la expresión ut -para c<e- se pusiera causalmente y no sólo consecutivamente. Y así se seguiría que el pecado del hombre se ordenaría directamente a la exaltación de la justicia de Dios. Pero el Apóstol muestra ser esto falso, para dar a entender que el para que -ut- se pone consecutivamente, porque habiendo pecado David se sigue que la divina justicia se manifiesta, pero no causalmente, o sea, no como si eí pecado del hombre exalte la justicia de Dios. Lo cual prueba llevando a lo inconveniente. Y esto doblemente. Lo primero, por parte del juicio divino; lo segundo, por parte del juicio humano. Acerca de lo primero hace tres cosas. La primera es poner el sentido falso; la segunda, mostrar el inconveniente que de este se seguiría: ¿Qué diremos? ¿Será acaso Dios injusto?; la tercera, mostrar ser esto inconveniente: ¡De ningún

Débese considerar que hizo el Apóstol arriba dos confrontaciones: la una, de la divina verdad con la mendacidad humana, al decir: Pues Dios es veraz y todo hombre mentiroso; y la otra, de la justicia de Dios con el pecado humano, conforme al Salmo 50,6, donde dice: Contra ti solo he pecado a fin de que aparezcas justo. Y en cuanto a la primera confrontación dice: Si por estas palabras se debe entender que nuestra injusticia directamente exalta la justicia de Dios ¿qué diremos?, esto es, no podríamos sostener los inconvenientes que se siguen. En efecto, el pecado no le es necesario a Dios para la exaltación de su justicia. No le es grato a El tener muchos hijos desleales e inútiles (Eccli 15,22). Ahora bien, el inconveniente que se sigue lo expresa diciendo: ¿Acaso Dios que descarga su ira, esto es, el castigo por el pecado, será injusto? Porque esto es lo que se sigue de lo que se dijo. Pues si el pecado se ordenare directamente a la exaltación de la justicia de Dios, no sería merecedor de pena sino de premio. Y así, castigando Dios a los hombres por el pecado, sería inicuo, contra esto del Deuteronomio 32,4: Dios es fiel y sin sombra de iniquidad. En consecuencia, excluye ese inconveniente al agregar: ¡De ningún modo!, esto es, que Dios sea inicuo o injusto. Lo digo según el hombre, o sea, que estas palabras las digo no porque así piense yo sino según piensa el hombre equivocado, como se dice en 1Co 3,3: Mientras hay entre vosotros celos y discordias ¿no sois acaso carnales y vivís a modo de hombres? Y que eso no se deba decir lo demuestra agregando: Si no, esto es, si Dios es inicuo ¿cómo juzgará a este mundo?, esto es, ¿cómo va a convenir que El mismo sea el universal y supremo juez del mundo? Por lo tanto, es necesario que lo primero y supremo en su género sea infalible, así como el primer motor es inmutable. De aquí que se dice en el Salmo 95,13: Juzgará la redondez de la tierra con justicia. Y la misma afirmación vemos en Job 34,12: Siendo como es verdad que Dios no condena sin razón, ni el Omnipotente trastorna la justicia ¿ha cedido El a algún otro sus veces sobre la tierra?, porque si El mismo no juzgara justamente habría que decir que es otro el juez del mundo.

En seguida al decir: Pues si la veracidad, muestra lo mismo por el juicio humano. Y también acerca de esto hace tres cosas: La primera, exponer el falso entendimiento de las palabras predichas; la segunda, mostrar el inconveniente que se sigue: ¿Por qué he de ser yo aun condenado?; la tercera, mostrar que eso es inconveniente: Justa es la condenación de los tales. Ahora bien, expresa el falso sentido según aquella confrontación de la divina verdad con la mendacidad humana, diciendo: pues si por medio de mi falsedad, esto es, por mi mendacidad la veracidad de Dios, manifiesta, redunda en mayor gloria suya, de tal modo que la mendacidad del hombre directamente tenga que ver con el aumento de la gloria, contra lo que dice Job 13,7: ¿Acaso tiene Dios necesidad de vuestras mentiras? Y consecuentemente agrega dos inconvenientes que se siguen, de los cuales uno es que no debería ser tenido el hombre como pecador por mendaz por estar así ordenado directamente a la gloria de Dios. Y esto lo dice así: ¿por qué pues?, esto es, por qué aún así he de ser condenado por los hombres como pecador por mendaz. Siendo como es cobarde la maldad, ella a sí misma se condena (Sab 17,10), porque es claro que los pecadores son condenados por todos en juicio. Otro inconveniente es que se da lugar a una falsedad que se les imputaba a los Apóstoles, pues predicaban que por la abundancia de la gracia de Cristo quedaba deshecha la abundancia de los pecados, según aquello de Romanos 5,20: Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia: se calumniaba a los Apóstoles como si dijeran que los hombres deberían hacer males para que se siguieran bienes, lo cual se seguiría si la mendacidad del hombre exaltare directamente la gracia y la verdad de Dios, y esto es lo que se dice con el hagamos el mal, pecando y enseñando la mentira, para que venga el bien, o sea, para que resplandezcan la verdad y la justicia de Dios, tal como se nos calumnia, esto es, tal como algunos nos imputan calumniándonos (infamados, rogamos,1Co 4,13); como alqunos aseguran que nosotros decimos, torciendo nuestras palabras, que los ignorantes y superficiales deforman (2 Pedro 3,16). Mas todo esto lo excluye el Apóstol diciendo: justa es la condenación de los tales, esto es, de aquellos que hacen males para que vengan bienes, porque así como no es verdadero el silogismo de premisas falsas, así tampoco se puede alcanzar un buen fin por medio del mal. Lo pasan bien todos los que prevarican y obran mal (Jerem 12,1): lo cual se dice de los impíos. O de aquellos que haciéndonos una imputación falsa es justo que sean condenados. Porque Justamente se condena a los que pervierten la doctrina sagrada. Si alguien añade algo a estas cosas, le añadirá Dios las plagas escritas en este libro (Ap 22,18).






Tomas Aq. - Romanos 13