Tomas Aq. - Romanos 51

Lección 2: Romanos 11,11-16

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Rm 11,11-16)


La caída de los Judíos no es ni inútil ni irreparable, lo que se prueba por el provecho, la tensión de espíritu y la condición y el estado del dicho pueblo.
11. Ahora digo: ¿Acaso tropezaron para que cayesen? De ninguna manera, sino que por la caída de ellos vino la salud a los gentiles para excitarlos a emulación.
12. Y si la caída de ellos ha venido a ser la riqueza del mundo, y su disminución la riqueza de los gentiles, ¿cuánto más su plenitud?
13. A vosotros, pues, los gentiles lo digo -en tanto que soy yo apóstol de los gentiles, honro mi ministerio-,
14. Por si acaso puedo provocar a celos a los de mi carne y salvar a algunos de ellos.
15. Pues si su repudio es reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión sino vida de entre muertos?
16. Que si las primicias son santas, también lo es la masa; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.

Habiendo mostrado el Apóstol que la caída de los Judíos no es universal, aquí empieza por enseñar que tal caída no es tampoco ni inútil ni irreparable. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero indica que la caída de los Judíos es útil y reparable; luego, no acepta la jactancia de los Gentiles que injurian a los Judíos: Y si algunas de las ramas fueron desgajadas, etc. (Rm 1 1,17). Acerca de lo primero hace también dos cosas. Primero propone la cuestión; luego, la resuelve: De ninguna manera, etc.

Así es que primero dice: Se ha dicho y probado que los demás Judíos aparte de los elegidos han sido endurecidos. Y ahora dice, planteando la cuestión: ¿Acaso tropezaron para que cayesen? Lo cual se puede entender de dos maneras. De una, así: ¿Acaso Dios permitió que ellos tropezaran sólo para que cayesen, esto es, para ninguna otra utilidad que de allí se siguiera, sino sólo queriendo que ellos cayeran? Lo cual ciertamente sería contra la bondad divina, que tan grande es que dice Agustín (In Enchir.),que nunca permitiría que algo malo ocurriera sino en atención a algún bien que del mal resultara. Por lo cual leemos en Job 34,24: El cual quitará de en medio una multitud innumerable, y sustituirá otros en su lugar. Y en el Apocalipsis 3,1 1 se dice: Pronto vengo; guarda firmemente lo que tienes para que nadie te arrebate la corona, porque de tal manera permite Dios que unos caigan que su caída sea la ocasión de la salud de otros. De la segunda manera se puede entender así: ¿Acaso tropezaron para que cayesen?, o sea, ¿para que perpetuamente permanecieran caídos? ¿Acaso el que duerme no está echado para luego levantarse? (Ps 2,9).

En seguida, cuando dice: De ninguna manera, etc., resuelve la cuestión. Y primero conforme a la primera interpretación mostrando la utilidad de la caída de los Judíos; segundo, resuelve la cuestión en cuanto a la segunda interpretación, mostrando que es reparable la caída de los Judíos: Y si la caída de ellos, etc. Así es que primero dice: De ninguna manera cayeron inútilmente. Sino que más bien la caída de ellos, de los Judíos, viene a servir ocasionalmente para la salud de los Gentiles. Por lo cual también el Señor dice (Jn 4,22): La Salud viene de los Judíos. Lo cual se puede entender triplemente. De un primer modo porque por el delito que cometieron con la muerte de Cristo se ha seguido la salud de los Gentiles por la redención de la sangre de Cristo. De vuestra vana manera de vivir, herencia de vuestros padres, fuisteis redimidos, no con cosas corruptibles, plata y oro, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de cordero sin tacha y sin mancha (1P 1,18-19).

De un segundo modo se puede entender del delito y caída consistente en haber rechazado la doctrina de los Apóstoles, de lo cual resultó que los Apóstoles les predicaran a los Gentiles, según Hechos 13,46: Era necesario que la palabra de Dios fuese anunciada primeramente a vosotros; pero como la habéis rechazado vosotros, juzgándoos indignos de la vida eterna, he aquí que nos dirigimos a los Gentiles, etc. Del tercer modo se puede entender que por su impenitencia han sido dispersos en todas las naciones. Y así Cristo y la 1glesia en todas partes tuvo (sic) en los libros de los Judíos el testimonio de la fe cristiana para convertir a los Gentiles que pudiesen pensar que las profecías sobre Cristo que los predicadores de la fe presentaban eran una pura invención o superchería, si no eran probadas con el testimonio de los Judíos. Por io cual se dice en el Salmo 58,12: Me ha mostrado Dios sus designios sobre mis enemigos, o sea, sobre los Judíos: No ios mates: no sea que mis pueblos echen la cosa en olvido: dispérsalos con tu poder. Y San Pablo continúa: para excitarlos a emulación. Y como no dice quiénes o a quiénes y la emulación sea doble, o de ira o de imitación, puédese exponer esto de cuatro maneras.

De una primera para que se entienda así: Para que los Gentiles, por emulación, imiten a los Judíos en el culto del único Dios. Estabais entonces separados de Cristo, extraños a la comunidad de 1srael (Ef 2,12), y luego agrega: Mas ahora, los que en un: tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo (Ef 2,13).-Vosotros os habéis hecho 1mitadores de las 1glesias de Dios (I Tes 2,14), que hay en Judea. O bien para que los Gentiles se sientan excitados por los Judíos, o sea, que se indignen contra ellos por su incredulidad. Veíalos prevaricar y me consumía porque no hacían caso de tus palabras (Ps 118,158). De un tercer modo se puede entender que los Judíos se sientan excitados a emulación, esto es, para imitar a los Gentiles, por cuanto en todas partes actualmente algunos de ellos se convierten en lo particular a la fe, imitando la fe de los Gentiles, y finalmente todo 1srael sea salvo al convertirse la plenitud de los Gentiles, y así se cumpla lo que dice el Deuteronomio (28,44): El estará siempre a la cabeza y tú a la zaga. De la cuarta manera puede explicarse así: Para que los Judíos envidien a los Gentiles, esto es, que de envidia se agiten contra ellos mientras ven que la gloria pasa a ellos. Yo los provocaré (a celos) con el que no es pueblo (Deut 32,21).

En seguida, cuando dice: Y si la caída de ellos, etc., resuelve la cuestión en cuanto a la segunda interpretación, mostrando ser reparable la caída de los Judíos, lo cual demuestra de tres maneras. Primero, por su utilidad; segundo, por el propósito del Apóstol: A vosotros, pues, los gentiles lo digo, etc.; tercero, por la condición de aquel pueblo: Que si las primicias son santas, etc. Acerca de lo primero da la siguiente razón: El Bien es más poderoso para obtener una utilidad que el mal; es así que el mal de los Judíos aportó una gran utilidad a los Gentiles; luego mucho mayor es la que proporciona al mundo el bien de ellos; y esto es lo que dice: Dicho está que por la caída de ellos se efectuó la salvación de los Gentiles: la caída de ellos, de los Judíos, ha venido a ser la riqueza del mundo, esto es, de los Gentiles, porque la caída de los Judíos redundó en espirituales riquezas para los Gentiles, de quienes dice Is 33,6: La sabiduría y la ciencia son tus riquezas saludables, lo cual corresponde a la culpa de aquéllos. Y su disminución, por la cual se dieron cuenta de la grandeza de la gloria que tenían, pertenece a la pena. Hemos venido a ser la más pequeña de todas las naciones, y estamos hoy día abatidos en todo el mundo por causa de nuestros pecados (Daniel 3,37). Ahora bien, las riquezas de los Gentiles les vienen ocasionalmente, como esta dicho; o bien, su disminución, esto es, algunos pequeños y abyectos de entre los Judíos enriquecieron espiritualmente a los Gentiles, es claro que los Apóstoles, de quienes se dice en 1Co 1,27: Lo débil del mundo ha elegido Dios para confundir a los fuertes,-¿Cuánto más su plenitud, esto es, la abundancia espiritual de ellos, o bien la multitud de ellos convertida a Dios redundará en riquezas de los Gentiles? Y mi habitación fue en la plena reunión de los santos (Eccli 24,16). Y de la misma manera, si por la utilidad de todo el mundo permitió Dios que los Judíos delinquieran y disminuyeran, con mayor razón completará las caídas de ellos en atención a la utilidad de todo el mundo.

En seguida, cuando dice: A vosotros, pues, los Gentiles lo digo, etc., muestra lo mismo por su propósito que primero expuso; luego, indica su razón: Pues si su repudio, etc. Acerca de lo primero se debe considerar que habiéndoles hablado en las primeras partes de esta Epístola a todos los fieles que había en Roma, tanto Gentiles como Judíos, ahora dirige especialmente sus palabras a los Gentiles convertidos. Así es que dice: Dije que la plenitud de ellos serían las riquezas del mundo. En señal de lo cual os hablo a vosotros los Gentiles, es claro que a los Gentiles convertidos a la Fe. Yo he dicho a una nación, etc. (Is 65,1). Esto, pues, os digo: En tanto que soy yo Apóstol de los Gentiles, cuyo cuidado especialmente me incumbe por oficio de encargo (Dieron a mí y a Bernabé la mano en señal de comunión, para que nosotros fuésemos a los Gentiles, y ellos a los circuncisos: Gal 2,9. Para este fin he sido yo constituido heraldo y apóstol -digo la verdad en Cristo Jesús, no miento-, doctor de los Gentiles en la fe y la verdad: 1 Tim 2,7), honro mi ministerio, no ciertamente con aquellas cosas que corresponden al honor profano sino desde luego adornándolo con las buenas costumbres. En todo nos presentamos como ministros de Dios, en mucha paciencia (2Co 6,4). Segundo, por la supererogación de las obras a las que no estoy obligado. ¿Cuál es pues mi galardón? Está en predicar gratuitamente el Evangelio, sin ocasionar ningún gasto, para no abusar del derecho que tengo por la predicación del Evangelio (ICo 9,18). Tercero, extendiendo su solicitud a la salud de todos. Fuera de estas cosas exteriores cada día me persigue la solicitud por todas las 1glesias (2Co 1 1,28). Por lo cual también acá dice: Por si acaso puedo provocar a celos a los de mi carne, esto es, a los Judíos, que son deudos míos según la carne, como arriba está dicho (Rm 9,3). No desprecies tu propia carne (Is 58,7). Y esto para excitarlos a buena emulación, según 1Co 12,31: Aspirad a los dones mejores. Y de esta manera, para salvar a algunos de ellos, de los Judíos. No buscando mi propio provecho, sino el de todos, para que se salven (ICo 10,33).

Sin embargo, en contra está lo que él mismo dice (2Co 10,13): No nos gloriaremos desmesuradamente, sino a medida de la regla que Dios nos ha dado, medida que alcanza sólo hasta vosotros. Así es que la medida de su ministerio no la había recibido sino sobre los Gentiles. Así es que no debía ocuparse de los Judíos.

Ahora bien, algunos dicen que los Judíos que vivían en Judea no pertenecían a su apostolado, sino al de Pedro, Santiago y Juan, como se dice en Galatas 2,9. Pero que los Judíos que vivían entre los Gentiles sí pertenecían a su apostolado, y que a su salvación se dedicaba. Pero esto parece ser contra el sentido del texto. Porque si aquellos Judíos pertenecían a su apostolado por intentar él su conversión, no honraría su ministerio. Por lo cual se debe decir que de tal manera le estaba encomendada la predicación de los Gentiles, que necesariamente se dedicase" a ella, como él mismo lo dice: Si no evangelizare ¡ay de mí! ya que me incumbe hacerlo por necesidad (ICo 9,18); pero no por eso le estaba prohibido predicarles a los Judíos, aun cuando a esto no estuviese obligado. Y según esto, dedicándose a la salvación de ellos honraba su ministerio, lo cual ciertamente no haría si considerara irreparable su caída. De aquí que la misma dedicación del Apóstol en la conversión de los Judíos viene a ser la señal de que la caída de los Judíos es reparable.

En seguida, cuando dice: Pues si su repudio, etc., da la razón de su intento, porque veía que la conversión de los Judíos traería como consecuencia la salud de los Gentiles; por lo cual dice: Pues si su repudio, esto es, la incredulidad y rebeldía de aquéllos, como se dice del esclavo que se ha dejado escapar cuando ha huido de la protección y obediencia del señor. Rebaño que ha sido extraviado es el pueblo mío (Jer 50,6). Si, digo, este repudio por extravío de los Judíos es ocasionalmente la reconciliación del mundo, en cuanto por la muerte de Cristo somos reconciliados con Dios, ¿qué será su readmisión sino vida de entre los muertos?, o sea, que los Judíos vuelvan bajo el cuidado de Dios, según aquello de Zacarías 11,7: Me labré dos cayados. ¿Y qué resultará de tal readmisión, sino hacer resurgir a los Gentiles a la vida? Porque los Gentiles son fieles que se enfrían. Por efecto de los excesos de la iniquidad, la caridad de los más se enfriará (Mt 24,12). O bien, quienes totalmente caerán engañados por el Anticristo, serán restituidos al primer fervor por los judíos conversos. Y también, así como por los Judíos extraviados, tras de las enemistades son reconciliados los Gentiles, así también, después de la conversión de los Judíos, siendo inminente ya el fin del mundo, será la resurrección general, por la cual, levantándose de entre los muertos, irán los nombres a la vida inmortal.

En seguida, cuando dice: Que si las primicias son santas, etc., muestra lo mismo por la condición del propio pueblo de los Judíos. Y esto de dos maneras. Primero, por parte de los Apóstoles, diciendo: Que si las primicias son santas, también la masa. Ahora bien, se llama primicias lo que se toma de la masa de la pasta como para probarla. Y los Apóstoles están tomados por Dios de entre el pueblo de los Judíos, como las primicias se toman de la masa. Y por lo mismo, si los Apóstoles son santos, se sigue que el pueblo de los Judíos es santo. Nación santa, pueblo conquistado, etc. (Pedro 2,9). Segundo, prueba lo mismo por parte de los patriarcas, que se relacionan con los Judíos como la raíz con las ramas, por lo cual leemos en Is 1 i,1: Y sa!drá un renuevo del tronco de Jesé. Así es que si los patriarcas, que son la raíz, son santos, también los Judíos, que de ellos proceden como ramas, son santos. El cual brotará como el lirio, y echará raíces como un árbol del Líbano; se extenderán sus ramas (Os 14,6-7).

Pero en contra está lo que dice Ezequiel,8,5,9: Y si un hombre fuere justo, vivirá con vida verdadera. Por lo tanto, de que la raíz sea santa no se sigue que también las ramas sean santas. También debe decirse que si el hijo, viendo los pecados de su padre, teme, y no hace io mismo que él, no morirá, sino que vivirá con vida verdadera; por lo cual también se ve que no se sigue que si las primicias son santas también ha de serlo la masa. Pero debemos decir que no trata aquí el Apóstol de la santidad actual; porque no pretende mostrar a los Judíos incrédulos como si fueran santos, sino que trata de una santidad potencial. Porque a quienes tienen padres santos e hijos santos nada les impide distinguirse en santidad. O bien se puede decir que son especialmente ramas de los Patriarcas quienes los imitan, según Juan 8,39: Si fuerais hijos de Abraham haríais las obras de Abraham.




Lección 3: Romanos 11,17-24

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Rm 11,17-24)



Se reprime la vanagloria de los Gentiles contra los Judíos, y se recomienda la consideración de los juicios divinos.
17. Y si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo acebuche, has sido injertado en ellas, y hecho participe con ellas de la raíz y de la grosura del olivo,
18. no te engrías contra las ramas, que si te engríes, no eres tú quien sostienes la raíz, sino la raíz a ti.
19. Pero dirás: tales ramas fueron desgajadas para que yo fuese injertado.
20. Bien: fueron desgajadas a causa de su incredulidad; y tú, por la fe, estás en pie. Mas no te engrías; antes teme.
21. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti perdonará.
22. Considera, pues, la bondad y la severidad de Dios: para con los que cayeron, la severidad; mas para contigo, la bondad de Dios, si es que permaneces en esa bondad. De lo contrario, tú también serás cortado.
23. Y en cuanto a ellos, si no permanecieren en la incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para de nuevo injertarlos.
24. Porque si tú fuiste cortado de lo que por naturaleza era acebuche, y contra naturaleza injertado en él olivo bueno, ¿cuánto más ellos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?

Habiendo mostrado el Apóstol que la caída de los Judíos es útil y reparable, aquí reprueba la vanagloria de los Gentiles contra los Judíos. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero ensena que los Gentiles conversos no deben gloriarse contra los Judíos; luego, responde a la objeción de los Gentiles. Pero dirás: tales ramas fueron desgajadas, efe. Acerca de lo primero hace todavía dos cosas. Lo primero, prohibirles a los Gentiles gloriarse contra los Judíos; lo segundo, indicar la razón de tal prohibición: que si te engríes, etc. Ahora bien, parece que de las dos partes se presenta ocasión próxima de que los Gentiles se gloríen contra los Judíos. Primero por la culpa de los Judíos, diciendo: Dicho está que si la raíz es santa, también lo son las ramas. Pero si algunas de las ramas, o sea, de los Judíos, no todos sin embargo, son desgajadas, o sea, separadas de la fe de los padres, que son comparados con la raíz, no te engrías, no te gloríes. Sus ramas (sus descendientes) serán consumidas por el fuego (Jb 15,30). Serán desgajadas sus ramas antes de acabar de formarse (Sab 4,5). Lo segundo es que parece que se les proporciona suficiente materia de gloriarse por parte de la promoción de ellos mismos. Porque la promoción de alguien tanto más lo empuja a caer en la vanagloria cuanto más vil es el estado del que se le eleva, según el Libro de los Proverbios (30,21-22): Por tres cosas se perturba la tierra, y cuatro no puede soportarlas: por un esclavo que llega a reinar... Y por eso presenta primero el abyecto estado del cual son tomados, diciendo: Mas tú, Gentil, siendo acebuche en el estado de gentilidad, o sea, árbol infructuoso. Será semejante a los tamariscos del desierto (Jerem 17,6; 48,6). Todo árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego (Mt 3,10; 7,19).

En seguida pone la promoción de ellos. Y ciertamente en cuanto a esto afirma que son asumidos a la dignidad de aquel pueblo, por lo cual dice: has sido injertado en ellas, esto es, en el lugar de ellas. Quitará de en medio una multitud innumerable, y sustituirá otros en su lugar (Jb 34,24).' Lo segundo es que por ser asociados a los patriarcas, a los que arriba comparó con la raíz, dice: Y hecho partícipe con ellas de la raíz, o sea, que has sido asociado con los patriarcas y los profetas. Muchos llegarán del Oriente y del Occidente y se reclinarán a la mesa con Abraham,1saac y Jacob en el reino de los cielos (Mt 8,2). Lo tercero por comparación con la gloria de los Apóstoles, diciendo: has sido hecho partícipe de la grosura del olivo. Olivo se le llama al propio pueblo de los Judíos por los ricos frutos espirituales que produce. El Señor te dio el nombre de olivo fértil, bello, fructífero, ameno (Jerem 2,16): Yo, al contrariot a manera de un fértil olivo en la casa de Dios (Ps 51,10). Y así como la raíz de este olivo son los patriarcas y los profetas, así también la grosura del mismo olivo es la abundancia de la gracia del Espíritu Santo* que antes que todos tuvieron los Apóstoles, como dice la Glosa. Por lo cual en el Libro de los Jueces (9,9) se hace que el olivo diga: ¿Cómo puedo yo renunciar a mi pingüe aceite? Quede mi alma bien llena como de un manjar pingüe y ¡ugoso (Ps 62,6). Así es que de esta manera han sido promovidos los Gentiles a quedar asociados con este pueblo, el de los Patriarcas y Apóstoles y Profetas. Sois conciudadanos de los Santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y de los Profetas (Ef 2,19-20). Y aun cuando veas, oh Gentil, que tienes estos motivos de gloriarte, sin embargo, de ninguna manera te gloríes contra las ramas, o sea, contra los Judíos. No es bueno que os jactéis así (ICo 5,6).

En seguida, cuando dice: Que si te engríes, etc., indica la razón de su amonestación diciendo que si a pesar de ella te engríes injuriando a los Judíos que permanecen de pie o que han sido excluidos, consideres, para reprimir tu jactancia, que no eres tú quien sostienes la raíz, sino la raíz a ti, o sea, que los Judíos no reciben de la Gentilidad sino más bien al contrario. La salvación viene de los Judíos (Jn 4,22). Por lo cual también a Abraham se le prometió (Gen 12,3) que en él mismo serían benditas todas las naciones de la tierra.

En seguida, cuando dice: Pero dirás, etc., rechaza la objeción de los Gentiles. Y primero enuncia la objeción; luego, la rechaza por la consideración de la justicia divina: Bien: etc.; tercero, los lleva a una diligente consideración de los juicios divinos: Considera, pues, la bondad, etc. Así es que primero dice: Tú, Gentil, que te jactas contra los Judíos, por ventura dices: Tales ramas fueron desgajadas para que yo fuese injertado, o sea, que Dios permitió que los Judíos fueran excluidos de la fe para que yo fuera incluido en ella. Porque nadie permite el detrimento de una cosa sino por otra más valiosa y amada, así como el médico deja que una enfermedad esté en el pie para la salud del ojo. Y por esto mismo se ve que la Gentilidad es más preciosa y más querida por Dios que Judea. De aquí que dice Malaquías (I,10-1 1): Mi afecto no es para vosotros, dice el Señor de los ejércitos, ni aceptaré de vuestra mano ofrenda ninguna. Porque desde levante a poniente es grande mi nombre entre las Naciones. Y en Is 49,6 leemos: Poco es el que tú me sirvas para restaurar las tribus de Jacob y convertir los despreciados restos de 1srael. He aquí que yo te he destinado para ser luz de las Naciones.

En seguida, cuando dice: Bien: etc., rechaza la objeción. Y primero indica la causa de la defección de los Judíos y de la promoción de los Gentiles, diciendo: Bien: dices que Dios permitió el ser desgajadas las ramas para que tú fueras injertado, pero considera la causa del desgajamiento de las dichas ramas: por su incredulidad fueron desgajadas, porque no quisieron creer en Cristo. Tienes que habértelas con incrédulos y pervertidores (Ez 2,6). Si digo la verdad ¿por qué no me creéis? (Jn 8,46). Mas tú, Gentil, por la fe estás en pie, o sea, creyendo en Cristo, por quien se obtiene la gracia. Por la fe estáis firmes (2Co 1,24). Os recuerdo el Evangelio en el cual perseveráis y por el cual os salváis (ICo 15,1-2).

Lo segundo es su amonestación, diciendo: Mas no te engrías, o sea, no te estimes más allá de lo que eres. No fomentéis pensamientos altivos, sino acomodaos a lo humilde (Rm 12,16). ¡Oh Señor, no se ha engreído mi corazón, ni mis ojos se han mostrado altivosi (Ps 130,1). Antes terne, no vayas a ser desgajado tú también por incredulidad, lo cual pertenece al santo temor. Bienaventurado el hombre que está siempre temeroso; pero el de corazón duro se precipitará en la maldad (Prov 28,14). El temor del Señor destierra el pecado (Eccli 1,27). Lo segundo es dar la razón de su amonestación, diciendo: Porque si a las ramas naturales, esto es, a los Judíos, que descendían de los patriarcas por generación natural, no los perdonó Dios, ya que permitió que fueran desgajados, teme, no sea que tampoco a ti te perdone, permitiéndote, claro está, excluirte tú mismo por la incredulidad. Los celos enfurecen al marido y no tendrá piedad el día de la venganza (Prov 6,34). La solución del Apóstol consiste, por lo tanto, en que cuando alguien, que es admitido en la gracia, ve que otro cae, no debe engreírse y levantarse contra el caído, sino más bien temer por sí mismo, porque la propia soberbia es la causa de la caída al precipicio, y en cambio el temor es la causa de la vigilancia, la prudencia y la cautela.

En seguida, cuando dice: Considera, pues, la bondad y la severidad de Dios, etc., los lleva a la diligente consideración de los juicios divinos. Y primero los induce a que deben ponerse a considerar; luego, los instruye como si por sí mismos no pudieran hacer tal consideración: No quiero que ignoréis, hermanos, etc. (Rm 1 1,25); tercero, como si ni él mismo se bastara para hacer perfectamente la investigación de tales cosas, exclama admirando la sabiduría divina: ¡Oh profundidad de la riqueza!, etc. (Rom,1 1,33). Acerca de lo primero hace tres cosas. Primero muestra qué es lo que se debe considerar, diciendo: Considera, pues, o sea, considera diligentemente, la bondad de Dios, que es misericordioso: ¡Cuan bondadoso es Dios para 1srael, para los que son de corazón recto! (Ps 72,1). ¿O desprecias la riqueza de su bondad? y su severidad para castigar. E! Señor es el Dios de las venganzas (Ps 93,1). El Señor es un Dios celoso y vengador (Nahum,1,2). Porque la primera consideración produce la esperanza; la segunda, el temor, para evitar tanto la desesperación como la presunción.

Lo segundo que muestra es en quiénes débese considerar lo uno y lo otro en cuanto a lo predicho, diciendo: Para con los que cayeron, o sea, los judíos, la severidad (E! Señor ha destruido sin excepción todo cuanto había de hermoso en Jacob: Trenos 2,2); mas para contigo, o sea, para contigo, Gentil, que has sido injertado, la bondad (Usado has de bondad, ¡oh Señor!, con tu siervo: Salmo 1 18,65). Lo tercero que muestra es el espíritu con que estas cosas débense considerar en lo predicho, o sea, no inmóvilmente, como que puede cambiar en lo futuro. Y primero lo muestra en cuanto a los Gentiles, diciendo: Mas para contigo, digo, considera la bondad de Dios, operante, pero en la inteligencia de que siempre permanezcas en esa bondad. Permaneced en mi amor (Jn 15,9). De lo contrario, si no haces nada por permanecer unido mediante el temor y la humildad, tú también serás cortado. Todo árbol que no produce buen fruto será cortado (Mt 3,10; 7,19). Segundo, muestra lo mismo respecto de los judíos, y primero enuncia lo que se propone: Y en cuanto a ellos, es decir, los Judíos, si no permanecieren en la incredulidad, serán injertados, o sea, que serán restituidos en su estado. Tú, es cierto que has pecado con muchos amantes: esto no obstante, vuélvete a Mí, dice el Señor (Jerem 3,1). Luego, prueba lo que dijera, y primero por el divino poder, diciendo: Pues poderoso es Dios para de nuevo injertarlos; y por lo mismo no hay que desesperar de su salvación. Mirad que no se ha encogido la mano del Señor para que no pueda salvar (Is 59,1).

Segundo, prueba lo mismo a partir de lo más pequeño, diciendo: Porque si tú, Gentil, fuiste cortado de lo que por naturaleza era acebuche, o sea, de la Gentilidad, que naturalmente era infructuosa, no ciertamente en cuanto que Dios hizo la naturaleza, sino en cuanto está ella corrompida por el pecado. Cuan malvada es su casta y connatural su malicia (Sab 12,10). Eramos por naturaleza hijos de ira (Ef 2,3). E injertado en el olivo bueno, esto es, en la fe de los Judíos, contra naturaleza, o sea, contra la común ley de la naturaleza. Porque no se acostumbra injertar en un buen árbol ramas de un árbol malo, sino más bien al contrario. Y lo que Dios hace no es contra la naturaleza sino que absolutamente es natural. Porque decimos que es natural lo que se hace por el agente al que naturalmente se le sujeta ei paciente, aun cuando no sea esto conforme a la naturaleza propia del paciente; porque así como el flujo y el reflujo del mar es natural, porque es causado por las mutaciones de la luna, a la que naturalmente se le subordina el agua, aun cuando no sea natural conforme a la naturaleza misma del agua; así también, como a toda creatura le sea natural ei estar subordinada a Dios, cualquier cosa que Dios haga en la creatura es absolutamente natural, aun cuando quizá no sea lo natural según la propia y particular naturaleza de la cosa en la cual obra, por ejemplo al darle la vista a un ciego y resucitar a un muerto; de modo que, si, repito, esto es hecho contra la naturaleza, cuánto más las cosas que son conforme a la naturaleza, esto es, que por el natural origen pertenecen al pueblo de los Judíos, que serán injertados en su propio olivo, o sea, vueltos a la dignidad de su estirpe. El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de ios hijos a los padres (Malaquías 4,6).




Lección 4: Romanos 11,25-32

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075 (
Rm 11,25-32)



Se presenta el hecho del juicio divino, esto es, la conversión de los Judíos al final de los tiempos, cuando haya entrado la plenitud de las Gentes, y a la vez se muestra cómo sin arrepentimiento de Dios son los dones y la vocación.

25. No quiero que ignoréis, hermanos, este misterio -para que no seáis sabios a vuestros ojos-: el endurecimiento ha venido sobre una parte de 1srael hasta que la plenitud de los Gentiles haya entrado;
26. Y de esta manera todo 1srael será salvo, según está escrito: "De Sión vendrá el Libertador; El que quitará y apartará de Jacob las iniquidades;
27. Y esta será mi alianza con ellos, cuando Yo quitare sus pecados".
28. Respecto del Evangelio, ellos son enemigos para vuestro bien; mas según la elección, son amados a causa de los padres.
29. Porque son irrevocables los dones y la vocación de Dios. 30. De la misma manera que vosotros en un tiempo no creíais en Dios, mas ahora habéis alcanzado misericordia, a causa dé la incredulidad de ellos,
31. Así también ellos ahora no han creído para (usar) con vosotros de misericordia, y a su vez ellos mismos alcancen misericordia.
32. Porque a todos los ha aprisionado Dios dentro de la incredulidad, para usar con todos de misericordia.

Habiendo iniciado el Apóstol a los Gentiles en el conocimiento de los juicios divinos, en los que se manifiesta la bondad y la severidad divinas, aquí, como si considerara que aún no les era suficiente lo antes dicho, explica lo que sobre estas cosas sabe él. Y primero enuncia el hecho; luego, lo prueba: Como está escrito, etc.; tercero, indica la razón de ello: De la misma manera, etc. Acerca de lo primero hace tres cosas. Primero indica su finalidad, diciendo: por eso os inicié en la consideración de la bondad y de la severidad de Dios. No quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, porque no todos los misterios podéis captar. Y este es de los perfectos, a quienes dice el Señor (Lc 8,10): A vosotros ha sido dado conocer los misterios del reino de Dios. No os ocultaré a vosotros los misterios de Dios (Sab 6,24). Y la ignorancia de este misterio nos sería perjudicial. Mas si alguno lo ignora, él será ignorado (ICo 14,38).

Segundo, indica la razón de su propósito: para que no seáis sabios a vuestros ojos, esto es, que no presumáis de vuestra inteligencia y que condenando a los demás por vuestro parecer, os prefiráis a ellos. No seáis sabios a vuestros olos (Rm 12,16). ¡Ay de vosotros los que os tenéis por sabios a vuestros ojos, y por prudentes allí en vuestro interior (Is 5,21). Tercero, indica lo que desea. Primero en cuanto a la particular caída de los Judíos, diciendo: El endurecimiento ha venido sobre 1srael, no umversalmente, sino de una parte, como arriba quedó manifiesto. Embota el corazón de ese pueblo (Is 6,10). Segundo, indica el término de tal ceguera, diciendo: hasta que haya entrado a la fe la plenitud de los Gentiles, esto es, no solamente algunos en especial de los Gentiles, como entonces se convertían, sino que o bien totalmente, o bien que en su mayor parte en todas las naciones se establezca la 1glesia. Del Señor es la tierra y cuanto ella contiene (Ps 23,1).

Ahora bien, se dice que. los Gentiles entran convertidos a la fe de modo que de las cosas exteriores y visibles que veneraban se conviertan a las espirituales y a la voluntad divina. Venid llenos de alborozo a presentaros ante su acatamiento (Ps 99,2). Y es de notarse que el adverbio doñee -hasta que- puede designar la causa de la obcecación de los Judíos. Porque Dios la permitió para que entrara la plenitud de los Gentiles, como es manifiesto por lo arriba dicho. Puede también designar el término, porque es claro que la obcecación de los Judíos durará hasta que la plenitud de los Gentiles haya entrado a la fe. Y con esto concuerda lo que abajo agrega acerca del futuro remedio de los Judíos, al decir y de esta manera, cuando la plenitud de los Gentiles haya entrado, todo 1srael será salvo, no en lo particular como otras veces, sino universalmente todos. Y los salvaré por medio del Señor su Dios (Oseas 1,7). Se volverá hacia nosotros, y nos tendrá compasión (Miqueas 7,19).

En seguida, cuando dice: Según está escrito, etc., prueba lo que dijera sobre la futura salvación de los Judíos. Y primero lo prueba por autoridad; luego mediante una razón: Respecto del Evangelio, etc. Así es que primero dice: Digo que todo 1srael será salvo, como está escrito en Is 56, donde nuestro texto dice así: De Sión vendrá el Redentor, y con los que se vuelven a Jacob, con ellos haré esta mi alianza, dice el Señor. Pero el Apóstol a esto nos lleva, conforme al texto de los Setenta, y toca tres asuntos puestos aquí. Primero la venida del Salvador cuando dice: Vendrá Dios, es claro que humanado para salvarnos, de Sión, o sea, del pueblo de los Judíos, lo cual significa por la palabra Sión, que era la ciudadela de Jerusalén, la cual es la metrópoli de Judea. De aquí que se dice en Zacarías 9,9: ¡Oh hija de Sión!, regocíjate en gran manera, salta de júbilo, ¡oh hija de Jerusalén!: he aquí que a ti vendrá tu rey, etc. Y en Jn 4,22 leemos: La salvación viene de los Judíos. O bien dice que de Sión viene no porque allí naciera, sino porque de allí salió su doctrina para el universo mundo por haber recibido los Apóstoles el Espíritu Santo en Sión, en el cenáculo. De Sión saldrá la Ley (Is 2,3).

Lo segundo que indica es que por Cristo se les concede la salvación a los Judíos, diciendo: El que quitará y apartará de Jacob las iniquidades. Y el que quitará puédese referir a la liberación de la pena. Libraste de la muerte mi alma (Ps 55,13). Y estas palabras: Apartará de Jacob las iniquidades se pueden referir a la liberación de la culpa. Dios pondrá fin al cautiverio de su pueblo (Ps 52,7). O bien una y otra cosa se refieren a la liberación de la culpa; pero dice El que quitará, por algunos pocos, que ahora dificultosamente y como con cierta violencia se convierten. Como si un pastor salvase de la boca del león (solamente) las dos patas y la ternilla de una oreja, así se librarán aquellos hijos de 1srael (Amos 3,12). Y dice Apartará de Jacob las iniquidades para mostrar la facilidad de la conversión de los Judíos al fin del mundo. ¿Quién es, oh Dios, semejante a Ti, que perdonas la maldad y olvidas el pecado de los restos de la herencia tuya? (Miqueas 7,18).

Lo tercero muestra el modo de la salvación, diciendo: Y mi alianza, es claro que nueva, será con ellos cuando Yo quitare sus pecados. Porque la Antigua Alianza no quitaba los pecados, pues, como se dice en Hebreos ¡0,4,1mposible es que la sangre de toros y de machos cabríos quite pecados. Por lo cual, en atención a la imperfección de la Antigua Alianza se les promete la Nueva Alianza. Yo haré una nueva alianza con la casa de 1srael y con la casa de Judá (Jerem 31,31). La cual tendrá eficacia para el perdón de los pecados por la sangre de Cristo. Esta es la sangre mía de la nueva Alianza, la cual por muchos se derrama para la remisión de los pecados (Mt 26,28). Sepultará nuestras maldades y arrojará a lo más profundo del mar todos nuestros pecados (Miqueas 7,19).

En seguida, cuando dice: Respecto de mi Evangelio, etc., prueba lo que desea mediante un argumento. Y primero presenta la prueba; luego, rechaza la objeción. Porque son irrevocables, etc. Así es que primero dice que los pecados de ellos se les quitarán, y el hecho de que después tengan pecados demuestra que son enemigos de Cristo. Respecto del Evangelio, ellos son enemigos, esto es, en cuanto pertenece a la doctrina del Evangelio, la cual impugnan, para vuestro bien, o sea, que redunda en utilidad vuestra, como se dijo arriba. De aquí que se dice en Lucas 19,27: En cuanto a mis enemigos, los que no hayan querido que Yo reine sobre ellos, traedlos aquí y degolladlos en mi presencia. Y en Jn 15,24, leemos: Ahora han visto, y me han odiado, lo mismo que a mi Padre. O bien respecto del Evangelio quiere decir que el odio de ellos es para bien del Evangelio, cuya predicación se difunde por todas partes con ocasión de tal odio. Por la palabra de la verdad del Evangelio, que ha llegado hasta vosotros, y que también en todo el mundo está fructificando y creciendo (Colos 1,5-6). Pero son amados por Dios a causa de los padres, y esto según la elección, porque a causa de los padres eligió a su descendencia. Por cuanto amó a tus padres, y eligió para sí su descendencia después de ellos (Deut 4,37). Lo cual no se debe entender como si los méritos participados a los padres fueran la causa de la eterna elección de los hijos; sino que ab aeterno Dios eligió gratuitamente tanto a los padres como a los hijos, aunque dentro del orden de que los hijos consiguieran por los padres la salud, no como si los méritos dé los padres bastaran para la salvación de los hijos, sino que lo dice por cierta abundancia de la divina gracia y misericordia, la cual de tan gran manera se les ha manifestado a los padres, que por las promesas a ellos hechas, también los hijos se salvarán. O bien se debe entender según la elección, esto es, en cuanto a los elegidos de entre aquel pueblo, como arriba está dicho, se obtiene la elección. Mas si son amados por Dios, razonable es que sean salvados por Dios, según aquello de Is 64,4: Ningún o¡o ha visto sino sólo tú, oh Dios, las cosas que tienes preparadas para los que te están aguardando.

En seguida, cuando dice: Porque son irrevocables los dones, etc., excluye la objeción. Porque podría alguien objetar diciendo que los Judíos, aun cuando antiguamente fueran amadísimos en atención a los padres, sin embargo la enemistad que cultivan contra el Evangelio les impide en lo futuro la salvación; pero el Apóstol asegura que esto es falso, diciendo: Porque son irrevocables los dones y la vocación de Dios, como si dijera: que Dios dé algo a algunos, o bien que llame a algunos, es sin arrepentimiento, sin revocación, porque de esto no se arrepiente Dios, según 1 Reyes 15,29: Y aquel a quien se debe el tributo en 1srael no se arrepentirá, porque no es El un hombre para que tenga que arrepentirse. Y en el Salmo 109,4, leemos: Juró el Señor, y no se arrepentirá.

Objeción.-Pero parece ser esto falso. Porque dice el Señor (Gen 6,7): Me pesa de haber creado al hombre. Y también (Jerem 18,9-10): Hablo de fundar y establecer una nación y un reino; pero si éste obrare mal ante mis ojos, de suerte que no atienda a mi voz,

Yo me arrepentiré del bien que dije que le haría. Aunque débese decir que si se dice que Dios se irrita no es porque en El haya la perturbación de la ira, sino que a la manera del irritado está en cuanto al efecto del castigo, y así a veces se dice que se arrepiente, no como si en El se dé la perturbación del arrepentimiento, sino que a la manera del que se arrepiente se encuentra al cambiar lo que hiciera; pero todavía así se ve que dones y vocación no se dan sin arrepentimiento, porque los dones divinamente concedidos frecuentemente se suprimen, según aquello de Mateo 25,28: Quitadle, por tanto, el talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque también la vocación de Dios a veces se dice que cambia, puesto que está escrito (Mt 22,14; 20,16): Porque muchos son los llamados, mas pocos los escogidos.

Respuesta.-Pero débese decir que el don se entiende aquí en cuanto es una promesa, que se realiza según la presciencia o la predestinación de Dios. Y vocación se toma aquí por elección, porque en virtud de la certeza de una y otra cosa lo que Dios promete lo da ya de cierta manera: así, a quienes elige los llama ya de cierta manera. Y sin embargo el mismo don temporal de Dios y la vocación temporal no se vuelven írritos por un cambio de Dios como si se arrepintiera, sino por el cambio del hombre que rechaza la gracia de Dios, según la Epístola a los Hebreos (12,15): Atended a que ninguno quede privado de la gracia de Dios. Esto que aquí se dice se puede entender también de otra manera, para que digamos que los dones de Dios que se dan en el bautismo y la vocación con la que el bautizado es llamado a la gracia existen sin penitencia del bautizando, lo cual aquí da a entender que nadie desespere de la futura salvación de los Judíos por no verse que se arrepientan de su pecado.

Pero contra esto que se dice está lo que dice Pedro (Ac 2,38): Arrepentios y bautizaos cada uno de vosotros.

Pero débese decir que el arrepentimiento es doble, interior y exterior. El interior consiste en la contrición del corazón, porque se duele uno de los pecados pasados, y tal arrepentimiento se requiere en el bautizando, porque, como dice Agustín (en el libro De poenitentía), nadie constituido arbitro de su propia voluntad puede incoar una vida nueva sino arrepintiéndose de la antigua vida, pues de otra manera con fingimiento se acerca al bautismo. Y el arrepentimiento exterior consiste en la satisfacción externa, la cual no se requiere del bautizando porque por la gracia bautismal se libera el hombre no sólo de culpa sino también de toda .pena por virtud de la pasión de Cristo, gue satisfizo por los pecados de todos, como arriba (Rm 6,3) está dicho: Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, en su muerte fuimos bautizados. De aquí que se dice en Tito 3,5: El nos salvó por medio del lavacro de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo, que El derramó sobre nosotros abundantemente.

Pero como las llaves de la 1glesia o sea el bautismo y todos los demás sacramentos obran en virtud de la pasión de Cristo, parece que por igualdad de razón todos los demás sacramentos liberan al hombre de la culpa y de toda la pena.

Pero débese decir que la pasión de Cristo obra en el bautismo a modo de cierta generación, que requiere que el hombre muera totalmente a la primera vida con el fin de que reciba la nueva vida. Y por esto se quita en el bautismo todo el reato de la pena, que pertenece a la vetustez de la primera vida. Y en los otros sacramentos obra la virtud de la pasión de Cristo a modo de curación, como en la penitencia. Y la curación no requiere que instantáneamente se quiten todas las reliquias de la enfermedad. Y la misma razón se aplica a los demás sacramentos. Pero como la confesión de los pecados pertenece a la penitencia exterior, se puede preguntar si se requiere en el bautizando la confesión de los pecados, y parece que así es. Porque se dice en Mateo 3,6 que confesando sus pecados eran bautizados los hombres por Juan. Pero débese decir que el bautismo de Juan era un bautismo de penitencia, porque recibiendo aquel bautismo de cierta manera declaraban públicamente aceptar la penitencia por sus pecados; y por eso era conveniente que se confesaran, para que según la naturaleza del pecado se les impusiera la penitencia; pero, en cambio, el bautismo de Cristo es un bautismo de remisión de todos los pecados, de modo que no le falta al bautizado ninguna satisfacción por los pecados pasados, por lo cual no hay para él ninguna necesidad de la confesión de viva voz. Porque la confesión es necesaria en el sacramento de la penitencia para que el sacerdote convenientemente desligue o ligue al penitente en virtud de la potestad de las llaves.

En seguida, cuando dice: De la misma manera que vosotros en un tiempo, etc., indica la razón de la futura salvación de los Judíos después de su incredulidad, Y primero pone la semejanza de la salvación de uno y otro pueblo; luego, muestra la causa de tal semejanza: Porque a todos los ha aprisionado Dios, etc. Así es que primero dice: Digo que todo 1srael será salvo, aun cuando ahora sean enemigos. De la misma manera que vosotros, Gentiles, en un tiempo no creísteis en Dios;

(Estabais en aquel tiempo sin Dios en este mundo: Ef 2,12), mas ahora habéis alcanzado misericordia (Que a su vez los Gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia: Rm 15,9. Apiadarme he de aquella que estuvo sin misericordia: Oseas 2,23). Y esto a causa de la incredulidad de ellos, la cual fue la ocasión de vuestra salvación, como arriba está dicho. Así también ellos, o sea, los Judíos, ahora, en el tiempo de la gracia, no han creído en Cristo. ¿Por qué no me creéis? (Jn 8,46). Y esto lo agrega así: Para (usar) con vosotros de misericordia, esto es, con la gracia de Cristo, por la cual obtenéis la misericordia. El nos salvó según su misericordia (Tito 3,5). O bien no han creído, para que por esto llegaran a obtener vuestra misericordia. O bien no han creído que por lo pronto ha sido suspendida vuestra misericordia para que también ellos mismos la consigan un día. El Señor tendrá compasión de Jacob (Is 14,1).

En seguida, cuando dice: Porque a todos los ha aprisionado, etc., da la razón de tal semejanza, porque Dios quiso que su misericordia tuviese lugar en todos. Y esto lo dice así: Porque los ha aprisionado Dios, esto es, permitió que fueran aprisionados todos, o sea, toda ciase de hombres, tanto Judíos como Gentiles, dentro de la incredulidad como con una cadena del error (Porque todos quedaban aprisionados con una misma cadena de tinieblas: Sab 17,17), para usar con todos de misericordia, esto es, para que su misericordia se ejerza en toda clase de hombres (Tú tienes misericordia de todos, Señor: Sab 1 1,24): lo cual no hay por qué hacerlo extensivo a los demonios conforme al error de Orígenes, ni tampoco en cuanto a todos los hombres individualmente, sino a toda clase de hombres. Porque aquí se trata de las clases a que los individuos pertenecen, no de los individuos de las diversas clases. Por lo cual Dios quiere que todos por su misericordia se salven, para que por esto mismo se humillen, y no se atribuyan a sí mismos su salvación sino a sólo Dios. Tu perdición ¡oh 1srael! viene de ti mismo, y sólo de Mí tu socorro (Oseas 13,9). Que toda boca enmudezca y el mundo entero se reconozca reo ante Dios (Rm 3,19).





Tomas Aq. - Romanos 51