Psaume (BPD) 25

Salmo 25 (24) - SÚPLICA PARA CONOCER LOS CAMINOS DE DIOS

25
1 De David.

Invocación y profesión de confianza

Alef A ti, Señor, elevo mi alma,

Bet 2 Dios mío, yo pongo en ti mi confianza;
¡que no tenga que avergonzarme
ni se rían de mí mis enemigos!

Guímel 3
Ninguno de los que esperan en ti
tendrá que avergonzarse:
se avergonzarán los que traicionan en vano.

Apelación a la bondad divina

Dálet 4 Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.

He 5
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,

Vau y yo espero en ti todo el día.

Zain 6
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque son eternos.

Jet 7
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud:
por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.

Tet 8
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;

Iod 9
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.

Caf 10
Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza.

Lámed 11
¡Por el honor de tu Nombre, Señor,
perdona mi culpa, aunque es muy grande!

Reflexión sobre el temor de Dios

Mem 12 ¿Hay alguien que teme al Señor?
Él le indicará el camino que debe elegir:

Nun 13
su alma descansará feliz
y su descendencia poseerá la tierra.

Sámec 14
El Señor da su amistad a los que lo temen
y les hace conocer su alianza.

Ain 15
Mis ojos están siempre fijos en el Señor,
porque él sacará mis pies de la trampa.

Insistencia en la súplica

Pe 16 Mírame, Señor, y ten piedad de mí,
porque estoy solo y afligido:

Sade 17
alivia las angustias de mi corazón,
y sácame de mis tribulaciones.

Cof 18
Mira mi aflicción y mis fatigas,
y perdona todos mis pecados.

Res 19
Mira qué numerosos son mis enemigos
y qué violento es el odio que me tienen.

Sin 20
Defiende mi vida y líbrame:
que no me avergüence de haber confiado en ti;

Tau 21
la integridad y la rectitud me protegen,
porque yo espero en ti, Señor.

* * *

22 Salva, Dios mío, a Israel
de todas sus angustias.


APELACIÓN A LA JUSTICIA DE DIOS

26 1 De David.

Súplica inicial

Júzgame, Señor,
porque he procedido con integridad.
Yo he confiado en el Señor,
sin desviarme jamás.
2 Examíname, Señor, y pruébame,
sondea hasta lo más íntimo de mi ser;
3
porque tu amor está siempre ante mis ojos,
y yo camino en tu verdad.

Afirmación de la propia inocencia

4 No me reúno con la gente falsa
ni me doy con los hipócritas;
5
odio la compañía de los malhechores
y no me uno a los malvados.
6
Por eso lavo mis manos en señal de inocencia
y doy vueltas alrededor de tu altar,
7
proclamando tu alabanza en alta voz
y narrando tus maravillas.
8
Yo amo la Casa donde habitas,
el lugar donde reside tu gloria.

Reiteración de la súplica

9 No me incluyas entre los pecadores
ni entre los hombres sanguinarios:
10
ellos tienen las manos llenas de infamia,
y su derecha está repleta de sobornos.
11
Yo, en cambio, procedo íntegramente:
líbrame y concédeme tu gracia.
12
Mis pies están firmes sobre el camino llano,
y en la asamblea bendeciré al Señor.


LA SEGURIDAD DEL QUE CONFÍA EN EL SEÑOR

27 1 De David.

Expresión de confianza en Dios

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?
2 Cuando se alzaron contra mí los malvados
para devorar mi carne,
fueron ellos, mis adversarios y enemigos,
los que tropezaron y cayeron.
3
Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza.
4
Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.
5
Sí, él me cobijará en su Tienda de campaña
en el momento del peligro;
me ocultará al amparo de su Carpa
y me afirmará sobre una roca.
6
Por eso tengo erguida mi cabeza
frente al enemigo que me hostiga;
ofreceré en su Carpa sacrificios jubilosos,
y cantaré himnos al Señor.

Súplica en la persecución

7 ¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!
8
Mi corazón sabe que dijiste:
“Busquen mi rostro”.
Yo busco tu rostro, Señor,
9
no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.
10
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá.
11
Indícame, Señor, tu camino
y guíame por un sendero llano,
porque tengo muchos enemigos.
12
No me entregues a la furia de mis adversarios,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
hombres que respiran violencia.
13
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
14
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.


SÚPLICA Y ACCIÓN DE GRACIAS

28 1 De David.
Yo te invoco, Señor;
tú eres mi Roca, no te quedes callado,
porque si no me respondes,
seré como los que bajan al sepulcro.
2
Oye la voz de mi plegaria,
cuando clamo hacia ti,
cuando elevo mis manos hacia tu Santuario.
3
No me arrastres con los malvados
ni con los que hacen el mal:
con los que hablan de paz a su prójimo,
mientras su corazón está lleno de maldad.
4
Trátalos conforme a sus acciones,
como corresponde a su mala conducta;
trátalos según la obra de sus manos,
págales su merecido.
5
Ellos no valoran lo que hace el Señor
ni la obra de sus manos:
por eso él los derribará
y no volverá a edificarlos.
6
Bendito sea el Señor,
porque oyó la voz de mi plegaria;
7
el Señor es mi fuerza y mi escudo,
mi corazón confía en él.
Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda:
por eso le daré gracias con mi canto.
* * *
8
El Señor es la fuerza de su pueblo,
el baluarte de salvación para su Ungido.
9
Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia;
apaciéntalos y sé su guía para siempre.


LA GRANDEZA DEL SEÑOR REVELADA EN LA TEMPESTAD

29 1 Salmo de David.
¡Aclamen al Señor, hijos de Dios,
aclamen la gloria y el poder del Señor!
2
¡Aclamen la gloria del nombre del Señor,
adórenlo al manifestarse su santidad!
3
¡La voz del Señor sobre las aguas!
El Dios de la gloria hace oír su trueno:
el Señor está sobre las aguas torrenciales.
4
¡La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es majestuosa!
5
La voz del Señor parte los cedros,
el Señor parte los cedros del Líbano;
6
hace saltar al Líbano como a un novillo
y al Sirión como a un toro salvaje.
7
La voz del Señor lanza llamas de fuego;
8
la voz del Señor hace temblar el desierto,
el Señor hace temblar el desierto de Cades.
9
La voz del Señor retuerce las encinas,
el Señor arrasa las selvas.
En su Templo, todos dicen: “¡Gloria!”.
10
El Señor tiene su trono
sobre las aguas celestiales,
el Señor se sienta en su trono de Rey eterno.
11
El Señor fortalece a su pueblo,
él bendice a su pueblo con la paz.


ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE UNA GRAVE ENFERMEDAD

30 1 Salmo Canto para la Dedicación del Templo. De David.
2
Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
3
Señor, Dios mío, clamé a ti y tú me sanaste.
4
Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.
5
Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
6
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría.
7
Yo pensaba muy confiado:
“Nada me hará vacilar”.
8
Pero eras tú, Señor, con tu gracia,
el que me afirmaba sobre fuertes montañas,
y apenas ocultaste tu rostro,
quedé conturbado.
9
Entonces te invoqué, Señor,
e imploré tu bondad:
10
“¿Qué se ganará con mi muerte
o con que yo baje al sepulcro?
¿Acaso el polvo te alabará
o proclamará tu fidelidad?
11
Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor”.
12
Tú convertiste mi lamento en júbilo,
me quitaste el luto y me vestiste de fiesta,
13
para que mi corazón te cante sin cesar.
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!


ORACIÓN CONFIADA EN UN MOMENTO DE ANGUSTIA

31 1 Del maestro de coro. Salmo de David.

Súplica inicial

2 Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
 Líbrame, por tu justicia;
3
inclina tu oído hacia mí
y ven pronto a socorrerme.
 Sé para mí una roca protectora,
un baluarte donde me encuentre a salvo,
4
porque tú eres mi Roca y mi baluarte:
por tu Nombre, guíame y condúceme.
5
Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.
6
Yo pongo mi vida en tus manos:
tú me rescatarás, Señor, Dios fiel.
7
Yo detesto a los que veneran ídolos vanos
y confío en el Señor.
8
¡Tu amor será mi gozo y mi alegría!
Cuando tú viste mi aflicción
y supiste que mi vida peligraba,
9
no me entregaste al poder del enemigo,
me pusiste en un lugar espacioso.

Descripción de los peligros

10 Ten piedad de mí, Señor,
porque estoy angustiado:
mis ojos, mi garganta y mis entrañas
están extenuados de dolor.
11
Mi vida se consume de tristeza,
 mis años, entre gemidos;
mis fuerzas decaen por la aflicción
 y mis huesos están extenuados.
12
Soy la burla de todos mis enemigos
 y la irrisión de mis propios vecinos;
para mis amigos soy motivo de espanto,
los que me ven por la calle huyen de mí.
13
Como un muerto, he caído en el olvido,
me he convertido en una cosa inútil.
14
Oigo los rumores de la gente
y amenazas por todas partes,
mientras se confabulan contra mí
y traman quitarme la vida.

Expresión de confianza

15 Pero yo confío en ti, Señor,
y te digo: “Tú eres mi Dios,
16
mi destino está en tus manos”.
Líbrame del poder de mis enemigos
 y de aquellos que me persiguen.
17
Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia;
18
Señor, que no me avergüence
de haberte invocado.
Que se avergüencen los malvados
y bajen mudos al Abismo;
19
que enmudezcan los labios mentirosos,
los que profieren insolencias contra el justo
con soberbia y menosprecio.

Acción de gracias por la liberación

20 ¡Qué grande es tu bondad, Señor!
Tú la reservas para tus fieles;
y la brindas a los que se refugian en ti,
en la presencia de todos.
21
Tú los ocultas al amparo de tu rostro
de las intrigas de los hombres;
y los escondes en tu Tienda de campaña,
lejos de las lenguas pendencieras.
22
¡Bendito sea el Señor!
Él me mostró las maravillas de su amor
en el momento del peligro.
23
En mi turbación llegué a decir:
“He sido arrojado de tu presencia”.
Pero tú escuchaste la voz de mi súplica,
cuando yo te invocaba.
24
Amen al Señor, todos sus fieles,
porque él protege a los que son leales
y castiga con severidad a los soberbios.
25
Sean fuertes y valerosos,
todos los que esperan en el Señor.


LA FELICIDAD DEL QUE HA SIDO PERDONADO POR DIOS

32 1 De David. Poema.

Acción de gracias por el perdón obtenido

¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!
2 ¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez!
3
Mientras me quedé callado,
mis huesos se consumían
entre continuos lamentos,
4
porque de día y de noche
tu mano pesaba sobre mí;
mi savia se secaba por los ardores del verano. Pausa
5
Pero yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: “Confesaré mis faltas al Señor”.
¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado! Pausa
6
Por eso, que todos tus fieles te supliquen
en el momento de la angustia;
y cuando irrumpan las aguas caudalosas
no llegarán hasta ellos.
7
Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros
y me colmas con la alegría de la salvación. Pausa

Llamado a la reflexión

8 Yo te instruiré,
te enseñaré el camino que debes seguir;
con los ojos puestos en ti, seré tu consejero.
9
No sean irracionales como el caballo y la mula,
cuyo brío hay que contener con el bozal y el freno
para poder acercarse.
10
¡Cuántos son los tormentos del malvado!
Pero el Señor cubrirá con su amor
al que confía en él.
11
¡Alégrense en el Señor, regocíjense los justos!
¡Canten jubilosos los rectos de corazón!


HIMNO DE ALABANZA AL PODER DE DIOS

33

Invitación inicial

1 Aclamen, justos, al Señor:
es propio de los buenos alabarlo.
2 Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;
3
entonen para él un canto nuevo,
toquen con arte, profiriendo aclamaciones.

La Palabra creadora de Dios

4 Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
5
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor.
6
La palabra del Señor hizo el cielo,
y el aliento de su boca, los ejércitos celestiales;
7
él encierra en un cántaro las aguas del mar
y pone en un depósito las olas del océano.
8
Que toda la tierra tema al Señor,
y tiemblen ante él los habitantes del mundo;
9
porque él lo dijo, y el mundo existió,
él dio una orden, y todo subsiste.

Los planes de la Providencia divina

10 El Señor frustra el designio de las naciones
y deshace los planes de los pueblos,
11
pero el designio del Señor
permanece para siempre,
y sus planes, a lo largo de las generaciones.
12
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
 el pueblo que él se eligió como herencia!
13
El Señor observa desde el cielo
y contempla a todos los hombres;
14
él mira desde su trono
a todos los habitantes de la tierra;
15
modela el corazón de cada uno
y conoce a fondo todas sus acciones.
16
El rey no vence por su mucha fuerza
ni se libra el guerrero por su gran vigor;
17
de nada sirven los caballos para la victoria:
 a pesar de su fuerza no pueden salvar.
18
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
19
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

Expresión de confianza

20 Nuestra alma espera en el Señor:
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
21
Nuestro corazón se regocija en él:
nosotros confiamos en su santo Nombre.
22
Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti.

Salmo 34 (33)   CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS

34
1 De David. Cuando se fingió demente delante de Abimélec, y tuvo que irse, echado por él.

Reconocimiento de la bondad de Dios

Alef 2 Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.

Bet 3
Mi alma se gloría en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.

Guímel 4
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.

Dálet 5
Busqué al Señor: él me respondió
y me libró de todos mis temores.

He 6
Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.

Zain 7
Este pobre hombre invocó al Señor:
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

Jet 8
El Ángel del Señor acampa
en torno de sus fieles, y los libra.

Tet 9
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en él se refugian!

Iod 10
Teman al Señor, todos sus santos,
porque nada faltará a los que lo temen.

Caf 11
Los ricos se empobrecen y sufren hambre,
pero los que buscan al Señor no carecen de nada.

Exhortación a la práctica del bien

Lámed 12 Vengan, hijos, escuchen:
voy a enseñarles el temor del Señor.

Mem 13
¿Quién es el hombre que ama la vida
y desea gozar de días felices?

Nun 14
Guarda tu lengua del mal,
y tus labios de palabras mentirosas.

Sámec 15
Apártate del mal y practica el bien,
busca la paz y sigue tras ella.

Ain 16
Los ojos del Señor miran al justo
y sus oídos escuchan su clamor;

Pe 17
pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
para borrar su recuerdo de la tierra.

Sade 18
Cuando ellos claman, el Señor los escucha
y los libra de todas sus angustias.

Cof 19
El Señor está cerca del que sufre
y salva a los que están abatidos.

Res 20
El justo padece muchos males,
pero el Señor lo libra de ellos.

Sin 21
Él cuida todos sus huesos,
no se quebrará ni uno solo.

Tau 22
La maldad hará morir al malvado,
y los que odian al justo serán castigados;

Vau 23
Pero el Señor rescata a sus servidores,
y los que se refugian en él no serán castigados.



ORACIÓN DE UN INOCENTE ACUSADO Y PERSEGUIDO

35 1 De David.

Pedido de auxilio contra los perseguidores

Combate, Señor, a los que me atacan,
pelea contra los que me hacen la guerra.
2 Toma el escudo y el broquel,
levántate y ven en mi ayuda;
3
empuña la lanza y la jabalina
para enfrentar a mis perseguidores;
dime: “Yo soy tu salvación”.
4
Que sufran una derrota humillante
los que intentan quitarme la vida;
que vuelvan la espalda confundidos
los que traman mi perdición.
5
Que sean como la paja ante el viento,
mientras el Ángel del Señor los arrastra;
6
que su camino sea oscuro y resbaladizo,
mientras el Ángel del Señor los persigue.
7
Porque me tendieron sus redes sin motivo
y me cavaron una fosa mortal:
8
¡que los sorprenda un desastre imprevisto;
que sean atrapados por sus propias redes,
y caigan en la fosa que ellos mismos cavaron!
9
Pero yo me alegraré en el Señor,
me regocijaré por su victoria;
10
todo mi ser proclamará:
“Señor, no hay nadie igual a ti;
tú libras al débil de las manos del más fuerte,
y al pobre, de aquel que lo despoja”.

La ingratitud de los perseguidores

11 Se presentan contra mí testigos falsos;
me piden cuenta de cosas que ignoro;
12
me devuelven mal por bien,
dejando mi alma desolada.
13
Yo, en cambio, cuando ellos estaban enfermos,
me cubría con ropas de penitente,
afligía mi alma con ayunos
y oraba con la cabeza inclinada.
14
Ellos eran para mí como un amigo o un hermano,
y yo andaba triste y abatido,
como quien llora la muerte de su madre.
15
Pero cuando tropecé ellos se alegraron,
se juntaron todos contra mí
y me golpearon sorpresivamente;
me desgarraban sin cesar,
16
se burlaban de mí con crueldad
y rechinaban contra mí sus dientes.

Apelación a la justicia de Dios

17 Señor, ¿cuánto tiempo vas a tolerarlo?
Líbrame de los animales rugientes,
salva mi vida de los leones;
18
y te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré en medio de una multitud.
19
¡Que no canten victoria
mis enemigos traicioneros,
ni se guiñen el ojo los que me odian sin motivo!
20
Ellos no hablan de paz,
sino que atacan a los oprimidos de la tierra;
traman planes engañosos
21
y se ríen de mí a carcajadas, diciendo:
“Lo hemos visto con nuestros propios ojos”.
22
Tú también lo has visto, Señor, no te calles;
no te quedes lejos de mí, Señor:
23
¡despiértate, levántate, Dios mío,
Señor mío, defiende mi causa!
24
Júzgame según tu justicia, Señor:
Dios mío, que no canten victoria sobre mí;
25
que no piensen: “Se cumplió nuestro deseo”,
ni digan: “Lo hemos devorado”.
26
Que sufran una derrota humillante
los que se alegran de mi desgracia;
que se cubran de confusión y de vergüenza
los que se envalentonan contra mí.
27
Canten, en cambio, y alégrense,
los que desean mi triunfo;
los que desean mi felicidad, repitan siempre:
“¡Qué grande es el Señor!”.
28
Entonces mi lengua pregonará tu justicia,
y cada día proclamaré tu alabanza.


LA MALDAD DEL PECADOR Y LA BONDAD DE DIOS

36 1 Del maestro de coro. De David, el servidor del Señor.

Reflexión sobre la conducta del impío

2 El pecado habla al impío
en el fondo de su corazón;
para él no hay temor de Dios,
3
porque se mira con tan buenos ojos
que no puede descubrir ni aborrecer su culpa.
4
Las palabras de su boca son maldad y traición;
dejó de ser sensato y de practicar el bien;
5
en su lecho, sólo piensa hacer el mal,
se obstina en el camino del crimen
y no reprueba al malvado.

Alabanza y súplica a la misericordia de Dios

6 Tu misericordia, Señor, llega hasta el cielo,
tu fidelidad hasta las nubes.
7
Tu justicia es como las altas montañas,
tus juicios, como un océano inmenso.
Tú socorres a los hombres y a las bestias:
8
¡qué inapreciable es tu misericordia, Señor!
Por eso los hombres se refugian
a la sombra de tus alas.
9
Se sacian con la abundancia de tu casa,
les das de beber del torrente de tus delicias.
10
En ti está la fuente de la vida,
y por tu luz vemos la luz.
11
Extiende tu gracia sobre los que te reconocen,
y tu justicia sobre los rectos de corazón.
12
¡Que el pie del orgulloso no me alcance
ni me derribe la mano del malvado!
13
Miren cómo cayeron los malhechores:
fueron derribados, y ya no podrán levantarse.

Salmo 37 (36) LA SUERTE DEL JUSTO Y DEL MALVADO

37 1 De David.
Alef No te exasperes a causa de los malos,
ni envidies a los que cometen injusticias,
2
porque pronto se secarán como el pasto
y se marchitarán como la hierba verde.

Bet 3
Confía en el Señor y practica el bien;
habita en la tierra y vive tranquilo:
4
que el Señor sea tu único deleite,
y él colmará los deseos de tu corazón.

Guímel 5
Encomienda tu suerte al Señor,
confía en él, y él hará su obra;
6
hará brillar tu justicia como el sol
y tu derecho, como la luz del mediodía.

Dálet 7
Descansa en el Señor y espera en él;
no te exasperes por el hombre que triunfa,
ni por el que se vale de la astucia
14c para derribar al pobre y al humilde.

He 8
Domina tu enojo, reprime tu ira;
no te exasperes, no sea que obres mal:
9
porque los impíos serán aniquilados,
y los que esperan al Señor, poseerán la tierra.

Vau 10
Un poco más, y el impío ya no existirá;
si buscas su casa, ya no estará;
11
pero los humildes poseerán la tierra
y gozarán de una gran felicidad.

Zain 12
El malvado urde intrigas contra el justo,
y al verlo, rechinan sus dientes;
13
pero el Señor se burla de él,
sabiendo que se le acerca la hora.

Jet 14
Los impíos desenvainan la espada
y tienden sus arcos para matar al justo;
15
pero su espada les atravesará el corazón
y sus arcos quedarán destrozados.

Tet 16
Vale más la pobreza del justo
que las grandes riquezas del malvado:
17
porque los brazos del impío se quebrarán,
pero el Señor sostiene a los justos.

Iod 18
El Señor se preocupa de los buenos
y su herencia permanecerá para siempre;
19
no desfallecerán en los momentos de penuria,
y en tiempos de hambre quedarán saciados.

Caf 20
Pero los malvados irán a la ruina,
y los enemigos del Señor pasarán
como la hermosura de los prados,
se disiparán más pronto que el humo.

Lámed   21
El impío pide prestado y no devuelve,
el justo, en cambio, da con generosidad;
22
los que el Señor bendice, poseerán la tierra,
y los que él maldice, serán exterminados.
Mem 23
El Señor asegura los pasos del hombre
en cuyo camino se complace:
24
aunque caiga no quedará postrado,
porque el Señor lo lleva de la mano.

Nun 25
Yo fui joven, ahora soy viejo,
y nunca vi a un justo abandonado,
ni a sus hijos mendigando el pan;
26
él presta siempre con generosidad
y su descendencia será bendecida.

Sámec 27
Aléjate del mal, practica el bien,
y siempre tendrás una morada,
28
porque el Señor ama la justicia
y nunca abandona a sus fieles.

Ain Los impíos serán aniquilados
y su descendencia quedará extirpada,
29
pero los justos poseerán la tierra
y habitarán en ella para siempre.

Pe 30
La boca del justo expresa sabiduría
y su lengua dice lo que es recto:
31
la ley de Dios está en su corazón
y sus pasos no vacilan.

Sade 32
El malvado está al acecho del justo
con la intención de matarlo,
33
pero el Señor no lo abandona en sus manos
ni deja que lo condenen en el juicio.

Cof 34
Espera en el Señor y sigue su camino:
40b él te librará de los impíos;
34b te honrará con la posesión de la tierra
y tú mismo verás la ruina de los malos.

Res 35
Yo vi a un impío lleno de arrogancia,
que florecía como un cedro frondoso;
36
pasé otra vez, y ya no estaba,
lo busqué, y no se lo pudo encontrar.

Sin 37
Observa al inocente, fíjate en el bueno:
el que busca la paz tendrá una descendencia;
38
pero los pecadores serán aniquilados
y su descendencia quedará extirpada.

Tau 39
La salvación de los justos viene del Señor,
él es su refugio en el momento del peligro;
40
el Señor los ayuda y los libera,
los salva porque confiaron en él.


SÚPLICA DE UN ENFERMO QUE SE RECONOCE CULPABLE

38 1 Salmo de David. En memoria.

Intensidad de los sufrimientos

2 Señor, no me reprendas por tu enojo
ni me castigues por tu indignación.
3
Porque me han traspasado tus flechas
y tu brazo se descargó sobre mí:
4
no hay parte sana en mi carne,
a causa de tu furor.
No hay nada intacto en mis huesos,
a causa de mis pecados;
5
me siento ahogado por mis culpas:
son como un peso que supera mis fuerzas.
6
Mis heridas hieden y supuran,
a causa de mi insensatez;
7
estoy agobiado, decaído hasta el extremo,
y ando triste todo el día.
8
Siento un ardor en mis entrañas,
y no hay parte sana en mi carne;
9
estoy agotado, deshecho totalmente,
y rujo con más fuerza que un león.
10
Tú, Señor, conoces todos mis deseos,
y no se te ocultan mis gemidos:
11
mi corazón palpita, se me acaban las fuerzas,
y me falta hasta la luz de mis ojos.
12
Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas,
mis parientes se mantienen a distancia;
13
los que atentan contra mí me tienden lazos,
y los que buscan mi ruina me amenazan de muerte;
todo el día proyectan engaños.

Paciencia y confianza en medio del dolor

14 Pero yo, como un sordo, no escucho;
como un mudo, no abro la boca:
15
me parezco a uno que no oye
y no tiene nada que replicar.
16
Yo espero en ti, Señor:
tú me responderás, Señor, Dios mío.
17
Sólo te pido que no se rían de mí,
ni se aprovechen cuando tropiecen mis pies.
18
Porque estoy a punto de caer
y el dolor no se aparta de mí:
19
sí, yo confieso mi culpa
y estoy lleno de pesar por mi pecado.
20
Mi enemigos mortales son fuertes;
y son muchos los que me odian sin motivo,
21
los que me retribuyen con maldades
y me atacan porque busco el bien.
22
Pero tú, Señor, no me abandones,
Dios mío, no te quedes lejos de mí;
23
¡apresúrate a venir en mi ayuda,
mi Señor, mi salvador!


MEDITACIÓN Y SÚPLICAEN EL MOMENTO DEL DOLOR

39 1 Del maestro de coro. De Iedutún. Salmo de David.

La rebelión frente al mal

2 Yo pensé: “Voy a vigilar mi proceder
para no excederme con la lengua;
le pondré una mordaza a mi boca,
mientras tenga delante al malvado”.
3
Entonces me encerré en el silencio,
callé, pero no me fue bien:
el dolor se me hacía insoportable;
4
el corazón me ardía en el pecho,
y a fuerza de pensar, el fuego se inflamaba,
¡hasta que al fin tuve que hablar!

Reflexión sobre la caducidad de la vida

5 Señor, dame a conocer mi fin
y cuál es la medida de mis días,
para que comprenda lo frágil que soy:
6
no me diste más que un palmo de vida,
y mi existencia es como nada ante ti.
Ahí está el hombre: es tan sólo un soplo, Pausa
7
pasa lo mismo que una sombra;
se inquieta por cosas fugaces
y atesora sin saber para quién.
8
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
Mi esperanza está puesta sólo en ti:
9
líbrame de todas mis maldades,
y no me expongas a la burla de los necios.

Súplica confiada

10 Yo me callo, no me atrevo a abrir la boca,
porque eres tú quien hizo todo esto.
11
Aparta de mí tus golpes:
¡me consumo bajo el peso de tu mano!
12
Tú corriges a los hombres,
castigando sus culpas;
carcomes como la polilla sus tesoros:
un soplo, nada más, es todo hombre. Pausa
13
Escucha, Señor, mi oración;
presta oído a mi clamor;
no seas insensible a mi llanto,
porque soy un huésped en tu casa,
un peregrino, lo mismo que mis padres.
14
No me mires con enojo,
para que pueda alegrarme,
antes que me vaya y ya no exista más.


CANTO DE ACCIÓN DE GRACIAS

40 1 Del maestro de coro. De David. Salmo.

Proclamación de los beneficios recibidos

2 Esperé confiadamente en el Señor:
él se inclinó hacia mí
y escuchó mi clamor.
3
Me sacó de la fosa infernal,
del barro cenagoso;
afianzó mis pies sobre la roca
y afirmó mis pasos.
4
Puso en mi boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al ver esto, temerán
y confiarán en el Señor.
5
¡Feliz el que pone en el Señor
toda su confianza,
y no se vuelve hacia los rebeldes
que se extravían tras la mentira!
6
¡Cuántas maravillas has realizado,
Señor, Dios mío!
Por tus designios en favor nuestro,
nadie se te puede comparar.
Quisiera anunciarlos y proclamarlos,
pero son innumerables.

La verdadera acción de gracias

7 Tú no quisiste víctima ni oblación;
pero me diste un oído atento;
no pediste holocaustos ni sacrificios,
8
entonces dije: “Aquí estoy.
9
En el libro de la Ley está escrito
lo que tengo que hacer:
yo amo, Dios mío, tu voluntad,
y tu ley está en mi corazón”.
10
Proclamé gozosamente tu justicia
en la gran asamblea;
no, no mantuve cerrados mis labios,
tú lo sabes, Señor.
11
No escondí tu justicia dentro de mí,
proclamé tu fidelidad y tu salvación,
y no oculté a la gran asamblea
tu amor y tu fidelidad.

Súplica en un momento de peligro

12 Y tú, Señor, no te niegues
a tener compasión de mí;
que tu amor y tu fidelidad
me protejan sin cesar.
13
Porque estoy rodeado de tantos males,
que es imposible contarlos.
Las culpas me tienen atrapado
y ya no alcanzo a ver:
son más que los cabellos de mi cabeza,
y me faltan las fuerzas.
14
Líbrame, Señor, por favor;
Señor, ven pronto a socorrerme.
15
Que se avergüencen y sean humillados
los que quieren acabar con mi vida.
Que retrocedan confundidos
los que desean mi ruina;
16
queden pasmados de vergüenza
los que se ríen de mí.
17
Que se alegren y se regocijen en ti
todos los que te buscan,
y digan siempre los que desean tu victoria:
“¡Qué grande es el Señor!”.
18
Yo soy pobre y miserable,
pero el Señor piensa en mí;
tú eres mi ayuda y mi libertador,
¡no tardes, Dios mío!


ACCIÓN DE GRACIAS DE UN ENFERMO RESTABLECIDO

41 1 Del maestro de coro. Salmo de David.
2
Feliz el que se ocupa del débil y del pobre:
el Señor lo librará en el momento del peligro.
3
El Señor lo protegerá y le dará larga vida,
lo hará dichoso en la tierra
y no lo entregará a la avidez de sus enemigos.
4
El Señor lo sostendrá en su lecho de dolor
y le devolverá la salud.
5
Yo dije: “Ten piedad de mí, Señor,
sáname, porque pequé contra ti”.
6
Mis enemigos sólo me auguran desgracias:
“¿Cuándo se morirá y desaparecerá su nombre?”.
7
Si alguien me visita, habla con falsedad,
recoge malas noticias y las divulga al salir.
8
Mis adversarios se juntan
para murmurar contra mí,
y me culpan de los males que padezco, diciendo:
9
“Una enfermedad incurable ha caído sobre él;
ese que está postrado no volverá a levantarse”.
10
Hasta mi amigo más íntimo, en quien yo confiaba,
el que comió mi pan, se puso contra mí.
11
Pero tú, Señor, ten piedad de mí;
levántame y les daré su merecido.
12
En esto reconozco que tú me amas,
en que mi enemigo no canta victoria sobre mí.
13
Tú me sostuviste a causa de mi integridad,
y me mantienes para siempre en tu presencia.

* * *
14
¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
desde siempre y para siempre!
¡Amén! ¡Amén!


Nostalgia de la casa del señor

42 1 Del maestro de coro. Poema de los hijos de Coré.

La amargura del destierro

2 Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios.
3
Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios?
4
Las lágrimas son mi único pan
de día y de noche,
mientras me preguntan sin cesar:
“¿Dónde está tu Dios?”.
5
Al recordar el pasado,
me dejo llevar por la nostalgia:
¡cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta!
6
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.
7
Mi alma está deprimida:
por eso me acuerdo de ti,
desde la tierra del Jordán y el Hermón,
desde el monte Misar.
8
Un abismo llama a otro abismo,
con el estruendo de tus cataratas;
tus torrentes y tus olas
pasaron sobre mí.
9
De día, el Señor me dará su gracia;
y de noche, cantaré mi alabanza
al Dios de mi vida.
10
Diré a mi Dios:
“Mi Roca, ¿por qué me has olvidado?
¿Por qué tendré que estar triste,
oprimido por mi enemigo?”.
11
Mis huesos se quebrantan
por la burla de mis adversarios;
mientras me preguntan sin cesar:
“¿Dónde está tu Dios?”.
12
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.




Psaume (BPD) 25