Deutéronome (BPD) 25

25 1 Si entre dos hombres se produce un litigio y ellos acuden a la justicia, se los juzgará, y se absolverá al inocente y se condenará al culpable. 2 Si este último merece ser apaleado, el juez lo obligará a tenderse en el suelo y lo hará castigar en su presencia, con un número de golpes proporcionado a su culpa. 3 Podrá infligirle hasta cuarenta golpes, pero no más, no sea que castigándolo más de la cuenta, el castigo resulte excesivo y tu hermano quede envilecido a tus ojos.
4
No pondrás bozal al buey que trilla.

Obligaciones matrimonialesde los cuñados

5 Si varios hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin tener hijos, la mujer del difunto no se casará con un extraño. El hermano del difunto se unirá con ella, y cumplirá con sus deberes de cuñado tomándola por esposa. 6 El primogénito que ella dé a luz llevará el nombre de su hermano difunto, y así su nombre no se borrará de Israel. 7 Pero si el cuñado se niega a tomarla por esposa, ella subirá a la puerta de la ciudad donde están los ancianos, y dirá: “Mi cuñado se niega a perpetuar en Israel el nombre de su hermano; y no está dispuesto a cumplir en mi favor sus deberes de cuñado”. 8 Entonces los ancianos de su ciudad llamarán a ese hombre y le pedirán una explicación. Si él persiste en su negativa, diciendo: “No quiero casarme con ella”, 9 su cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará la sandalia del pie, lo escupirá en la cara y le dirá: “Así se debe obrar con el hombre que no edifica la casa de su hermano”. 10 Y en adelante, se lo apodará en Israel: “Casa del descalzo”.

El pudor en las peleas

11 Si unos hombres se pelean, y la mujer de uno de ellos, para librar a su marido de los golpes del otro, extiende la mano y lo toma por las partes genitales, 12 deberás cortarle la mano sin tenerle compasión.

Deberes de justicia

13 No tendrás en tu bolsa dos pesas, una liviana y otra pesada. 14 No tendrás en tu casa dos medidas, una grande y otra pequeña. 15 Deberás tener una pesa exacta y justa, y también una medida exacta y justa, para gozar de una larga vida en el suelo que el Señor, tu Dios, te da. 16 Porque él considera abominable al que procede de esa manera, a cualquiera que comete una injusticia.

El castigo de Amalec

17 Recuerda lo que te hizo Amalec cuando ustedes iban por el camino, después que salieron de Egipto: 18 cómo te salió al paso y atacó por la espalda a todos los que se habían quedado a la retaguardia, agotados por el cansancio. Entonces tú estabas fatigado y sin fuerzas, pero él no tuvo temor de Dios. 19Por eso, cuando el Señor, tu Dios, te libre definitivamente de todos los enemigos que están a tu alrededor, en la tierra que él te dará en herencia, borrarás de todas partes el recuerdo de Amalec. ¡No lo olvides!

La entrega de las primicias

26 1 Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te da en herencia, cuando tomes posesión de ella y te establezcas allí, 2 recogerás las primicias de todos los frutos que extraigas de la tierra que te da el Señor, tu Dios, las pondrás en una canasta, y las llevarás al lugar elegido por el Señor, tu Dios, para constituirlo morada de su Nombre. 3 Entonces te presentarás al sacerdote que esté en funciones en aquellos días, y le dirás:
“Yo declaro hoy ante el Señor, tu Dios, que he llegado a la tierra que él nos dio, porque así lo había jurado a nuestros padres”.
4
El sacerdote tomará la canasta que tú le entregues, la depositará ante el altar, 5 y tú pronunciarás estas palabras en presencia del Señor, tu Dios:
“Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero luego se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. 6
Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura servidumbre. 7 Entonces pedimos auxilio al Señor, el Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. Él vio nuestra miseria, nuestro cansancio y nuestra opresión, 8 y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo, en medio de un gran terror, de signos y prodigios. 9 Él nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y miel. 10 Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo, que tú, Señor, me diste”.
Tú depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de él. 11
Luego te regocijarás por todos los bienes que él te concede, a ti y a tu casa, y también se alegrarán el levita y el extranjero que viven contigo.

Prescripcionessobre el diezmo trienal

12 El tercer año, el año del diezmo, cuando tomes la décima parte de tus cosechas y se la des al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, a fin de que ellos puedan comer en tus ciudades hasta saciarse, 13 dirás en presencia del Señor, tu Dios:
“Yo saqué de mi casa lo que debía ser consagrado, y se lo di al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme al mandamiento que tú me diste, sin quebrantar ni olvidar ninguno de tus preceptos. 14
No comí nada de eso estando de duelo, no consumí nada en estado de impureza, ni lo ofrecí como alimento a un muerto. Obedecí la voz del Señor, mi Dios, y obré en todo según lo que tú me ordenaste. 15 Inclínate desde tu santa morada, desde lo alto del cielo, y bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos diste –esa tierra que mana leche y miel– como lo habías jurado a nuestros padres”.

Israel, Pueblo de Dios

16 Hoy el Señor, tu Dios, te ordena practicar estos preceptos y estas leyes. Obsérvalas y practícalas con todo tu corazón y con toda tu alma.
17
Hoy tú le has hecho declarar al Señor que él será tu Dios, y que tú, por tu parte, seguirás sus caminos, observarás sus preceptos, sus mandamientos y sus leyes, y escucharás su voz. 18 Y el Señor hoy te ha hecho declarar que tu serás el pueblo de su propiedad exclusiva, como él te lo ha prometido, y que tú observarás todos sus mandamientos; 19 que te hará superior –en estima, en renombre y en gloria– a todas las naciones que hizo; y que serás un pueblo consagrado al Señor, como él te lo ha prometido.


CELEBRACIÓN Y SANCIÓN DE LA ALIANZA



Promulgación pública de la Ley

27 1 Moisés y los ancianos de Israel dieron esta orden al pueblo:
Observa íntegramente el mandamiento que hoy les prescribo. 2
El día en que crucen el Jordán para ir a la tierra que el Señor, tu Dios, te da, erigirás unas piedras, bien grandes, las blanquearás con cal, 3 y escribirás en ellas todas las palabras de esta Ley. Harás esto cuando cruces el Jordán para entrar en el país que te da el Señor, tu Dios –esa tierra que mana leche y miel– como el Señor, el Dios de tus padres te lo ha prometido.
4
Después de cruzar el Jordán, pondrán esas piedras en el monte Ebal, según instrucciones que hoy les doy, y las blanquearán con cal. 5 Allí erigirás también un altar de piedra en honor del Señor, tu Dios. No usarás ningún instrumento de hierro para trabajar las piedras, 6 porque el altar del Señor deberá estar construido con piedras intactas. Ofrecerás en él holocaustos al Señor, tu Dios, 7 e inmolarás sacrificios de comunión. Allí comerás y te alegrarás en la presencia del Señor, tu Dios, 8 y escribirás en las piedras, con rasgos bien claros, todas las palabras de esta Ley.
9
Después, Moisés y los sacerdotes levitas se dirigieron a todo Israel en estos términos: “Calla, Israel, y escucha. Hoy te has convertido en el pueblo del Señor, tu Dios. 10 Escucha la voz del Señor, tu Dios, y practica los mandamientos y las leyes que hoy te prescribo”.
11
Aquel día, Moisés dio esta orden al pueblo:
12
Después de cruzar el Jordán, las tribus de Simeón, Leví y Judá, Isacar, José y Benjamín, estarán en el monte Garizím, para proclamar la bendición al pueblo; 13y las tribus de Rubén, Gad y Aser, Zabulón, Dan y Neftalí estarán en el monte Ebal, para proclamar la maldición.

Las doce maldiciones

14 Los levitas tomarán la palabra y dirán en alta voz a todos los hombres de Israel:
15
Maldito sea el hombre que hace un ídolo tallado o de metal fundido –abominación para el Señor, obra de un artesano– y lo guarda en un lugar oculto. Y todo el pueblo responderá: Amén.
16
Maldito sea el que menosprecia a su padre o a su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén.
17
Maldito sea el que desplaza los límites de la propiedad de su vecino. Y todo el pueblo responderá: Amén.
18
Maldito sea el que aparta a un ciego del camino. Y todo el pueblo responderá: Amén.
19
Maldito sea el que conculca el derecho del extranjero, del huérfano o de la viuda. Y todo el pueblo responderá: Amén.
20
Maldito sea el que se acuesta con la mujer de su padre, porque de esa manera descubre el borde de la manta de su padre. Y todo el pueblo responderá: Amén.
21
Maldito sea el que se acuesta con un animal. Y todo el pueblo responderá: Amén.
22
Maldito sea el que se acuesta con su hermana, la hija de su padre o de su madre. Y todo el pueblo responderá: Amén.
23
Maldito sea el que se acuesta con su suegra. Y todo el pueblo responderá: Amén.
24
Maldito sea el que mata ocultamente a su prójimo. Y todo el pueblo responderá: Amén.
25
Maldito sea el que se deja sobornar para quitar la vida a un inocente. Y todo el pueblo responderá: Amén.
26
Maldito sea el que no respeta ni cumple las palabras de esta Ley. Y todo el pueblo responderá: Amén.

Promesas de bendición

28 1 Si escuchas la voz del Señor, tu Dios, y te empeñas en practicar todos los mandamientos que hoy te prescribo, él te pondrá muy por encima de todas las naciones de la tierra. 2 Y por haber escuchado la voz del Señor, tu Dios, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas bendiciones:
3
Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo.
4
Benditos serán el fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo, los partos de tu ganado y las crías de tus vacas y tus ovejas.
5
Bendita será tu canasta y bendito el recipiente donde amasas tu pan.
6
Bendito serás al salir y bendito al entrar.
7
El Señor hará que caigan derrotados todos los enemigos que se alcen contra ti: vendrán a atacarte por un camino y por siete caminos huirán de ti.
8
El Señor ordenará que la bendición esté contigo en tus graneros y en todas tus empresas, y te bendecirá en la tierra que él te da.
9
El Señor hará de ti su pueblo santo, como te lo juró, si cumples sus mandamientos y sigues sus caminos. 10 Entonces todos los pueblos de la tierra verán que tú eres llamado con el nombre del Señor, tu Dios, y te temerán.
11
El Señor te dará sobreabundancia de bienes en el fruto de tus entrañas, en las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo, de la tierra que él te da, porque así lo juró a tus padres. 12 Él te abrirá el cielo –su rico tesoro– para proveer de lluvia a tu tierra en el momento oportuno, y para bendecir todos tus trabajos.
Serás acreedor de muchas naciones y deudor de ninguna. 13
El Señor te pondrá al frente, no detrás. Siempre estarás arriba, nunca abajo, con tal que obedezcas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te ordeno practicar cuidadosamente, 14 sin apartarte, ni a la derecha ni a la izquierda, de las palabras que hoy te prescribo, y sin ir detrás de otros dioses para servirlos.

Amenazas de maldición

15 Pero si no escuchas la voz del Señor, tu Dios, y no te empeñas en practicar todos los mandamientos y preceptos que hoy te prescribo, caerán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones:
16
Maldito serás en la ciudad y maldito en el campo.
17
Maldita será tu canasta y maldito el recipiente donde amasas tu pan.
18
Malditos serán el fruto de tus entrañas y el fruto de tu suelo, las crías de tus vacas y los partos de tus ovejas.
19
Maldito serás al entrar y maldito al salir.
20
El Señor enviará contra ti la maldición, el pánico y el fracaso sobre todas tus empresas, hasta que seas exterminado y desaparezcas rápidamente, a causa de tu mal proceder, por haberme abandonado. 21 El Señor hará que se te contagie la peste, hasta que seas eliminado de la tierra que vas a tomar en posesión. 22 El Señor te castigará con tisis, fiebre, inflamación, ardores, aridez, quemadura y pulgón que te hostigarán hasta que desaparezcas.
23
El cielo sobre tu cabeza será de bronce, y la tierra bajo tus pies será de hierro. 24 En lugar de lluvia, el Señor enviará polvo a tu tierra, y sobre ti caerá arena desde el cielo, hasta que seas exterminado.
25
El Señor te hará caer derrotado ante tus enemigos: saldrás a atacarlo por un camino y por siete caminos huirás de ellos; y todos los reinos de la tierra sentirán horror de ti. 26 Tus cadáveres serán pasto de todas las aves del cielo y de todos los animales de la tierra, y no habrá nadie que los espante.
27
El Señor te herirá con forúnculos de Egipto, con tumores, sarna y tiña, de los que no podrás curarte. 28 El Señor te castigará con locura, ceguera y delirio, 29 y andarás a tientas en pleno día, como anda a tientas un ciego, envuelto en la oscuridad. Nunca verás realizados tus proyectos; serás oprimido y despojado constantemente y nadie saldrá en tu defensa.
30
Te casarás con una mujer y otro gozará de ella. Construirás una casa y no la habitarás. Plantarás una viña y no recogerás sus frutos. 31 Tu buey será degollado delante de tus ojos y no lo podrás comer. Tu asno será arrebatado de tu misma presencia y no te lo devolverán. Tus ovejas serán entregadas a tus enemigos y nadie saldrá en tu defensa. 32 Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo; y tu vista se consumirá de tanto mirar hacia ellos, pero no podrás hacer nada. 33 Un pueblo que no conoces comerá el fruto de tu suelo y todo el producto de tus fatigas. Serás oprimido y explotado constantemente, 34 hasta volverte loco a causa de lo que verán tus ojos. 35 El Señor te herirá con forúnculos malignos e incurables en las rodillas y en las piernas, desde la planta de los pies hasta la cabeza.
36
El Señor los deportará, a ti y al rey que hayas puesto para que te gobierne, a una nación que ni tú ni tus padres conocían, y allí servirás a otros dioses, dioses de madera y de piedra. 37 Entonces serás motivo de consternación y de burla en todos los pueblos adonde el Señor te conduzca.
38
Sembrarás en tus campos mucha semilla, pero cosecharás muy poco, porque la devorará la langosta. 39 Plantarás viñas y las cultivarás, pero no podrás beber ni almacenar el vino, porque se las comerá el gusano. 40 Tendrás olivares en todo tu territorio, pero no podrás ungirte con aceite, porque se caerán las aceitunas. 41 Tendrás hijos e hijas, pero no te pertenecerán, porque serán llevados cautivos. 42 Los insectos arrasarán con todos tus árboles y con todos los frutos de tu suelo. 43 El extranjero que viva en tu país subirá cada vez más alto, mientras que tú caerás cada vez más bajo. 44 Él será tu acreedor, y tú, su deudor; él estará al frente, y tú detrás.
45
Todas estas maldiciones caerán sobre ti, te perseguirán y te alcanzarán hasta exterminarte, por no haber escuchado la voz del Señor, tu Dios, observando los mandamientos y los preceptos que él te prescribió. 46 Ellas estarán siempre sobre ti y sobre tus descendientes, como una señal y una advertencia.
47
Por no haber servido al Señor, tu Dios, con alegría y de todo corazón, mientras lo tenías todo en abundancia, 48 servirás a los enemigos que el Señor enviará contra ti, en medio del hambre y la sed, de la desnudez y de toda clase de privaciones. Y él pondrá en tu cuello un yugo de hierro, hasta destruirte. 49 El Señor alzará contra ti a una nación lejana, que avanzará desde los extremos de la tierra con la velocidad del águila. Será una nación cuya lengua no entiendes, 50 un pueblo de aspecto feroz, que no sentirá compasión del anciano ni se apiadará del niño. 51 Ella se comerá los productos de tu ganado y los frutos de tu suelo, hasta que quedes exterminado, porque te dejará totalmente desprovisto de trigo, de vino y de aceite, de las crías de tus vacas y tus ovejas, hasta hacerte desaparecer. 52 Sitiará a todas tus ciudades, hasta que se derrumben esas murallas altas e inaccesibles en que habías depositado tu confianza. Sí, él te sitiará en todas las ciudades que estén dentro de la tierra que el Señor, tu Dios, te da. 53 Y durante el asedio, será tal la penuria a que te reducirá tu enemigo, que te comerás hasta el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijos y de tus hijas, los mismos que el Señor, tu Dios, te había dado.
54
El más fino y delicado entre los hombres de tu pueblo mirará con odio a su hermano, a la esposa que dormía en sus brazos y a los hijos que todavía le queden, 55 para no compartir con ellos la carne de sus hijos: se la comerá él solo, porque ya no le quedará más nada, en medio del asedio y la penuria a que te reducirá tu enemigo en todas tus ciudades. 56 La más fina y delicada entre las mujeres de tu pueblo –tan fina y delicada que ni siquiera se hubiera atrevido a pisar el suelo con la planta de sus pies– mirará con odio al esposo de su corazón, a su hijo y a su hija, 57 y se ocultará para comer la placenta salida de su seno y a los hijos que dé a luz, porque estará privada de todo, en medio del asedio y la penuria a que te reducirá tu enemigo.
58
Si no te empeñas en practicar todas las palabras de esta Ley, como están escritas en este Libro, temiendo el Nombre glorioso y terrible del Señor, tu Dios, 59 él te castigará, a ti y a tu descendencia, con calamidades extraordinarias. Serán calamidades grandes y persistentes, enfermedades malignas e incurables. 60 Él hará recaer sobre ti todas las plagas de Egipto, esas que tanto te horrorizaron. 61 Además, el Señor te enviará todas las enfermedades y todas las desgracias que no están escritas en el libro de esta Ley, hasta que seas exterminado. 62 Después de haber sido numeroso, como las estrellas del cielo, quedarás reducido a un pequeño número, por no haber escuchado la voz del Señor, tu Dios. 63 Y así como antes él se complacía en hacerlos felices y numerosos, luego se complacerá en destruirlos y exterminarlos. Y ustedes serán arrancados de la tierra, donde vas a entrar para tomar posesión de ella.
64
El Señor te dispersará entre todos los pueblos, de un extremo al otro de la tierra, y allí servirás a otros dioses que ni tú ni tus padres conocían, dioses de madera y de piedra. 65 No tendrás paz en medio de aquellas naciones y tu pie no encontrará descanso. El Señor llenará de angustia tu corazón, nublará tus ojos y abatirá tu ánimo. 66 Tu vida estará pendiente de un hilo; día y noche sentirás temor y no tendrás ninguna seguridad de sobrevivir. 67 Por la mañana dirás: “¡Ojalá fuera de tarde!”, y por la tarde: “¡Ojalá fuera de mañana!”, a causa del temor que sentirás y de lo que verán tus ojos. 68 El Señor te hará volver en barcos a Egipto, por ese camino del que yo te dije: “No lo volverás a ver”. Allí, ustedes se venderán a sus enemigos como esclavos y esclavas, pero nadie querrá comprarlos.


ÚLTIMO DISCURSO DE MOISÉS




Introducción

69 Estas son las palabras de la alianza que el Señor ordenó a Moisés hacer con los israelitas en territorio de Moab, además de la alianza que había hecho con ellos en el Horeb.

Evocación de las acciones divinas

29 1 Moisés convocó a todo Israel, y le dijo:
Ustedes han visto con sus propios ojos lo que el Señor hizo en Egipto al Faraón, a sus servidores y a todo su país: 2las grandes hazañas que ustedes mismos han presenciado, y aquellos signos y prodigios admirables. 3
Pero hasta el día de hoy, el Señor no les había dado inteligencia para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír.
4
Yo los hice caminar por el desierto durante cuarenta años, sin que se les gastara la ropa que llevaban puesta ni las sandalias que tenían en los pies. 5No fue pan lo que comieron, ni vino u otro licor lo que bebieron, para que ustedes supieran que yo soy el Señor, su Dios.
6
Al llegar a este lugar, Sijón, rey de Jesbón, y Og, rey de Basán, nos salieron al encuentro para combatir, pero nosotros los derrotamos. 7 Así conquistamos sus territorios y se los dimos en herencia a las tribus de Rubén y de Gad, y a la mitad de la tribu de Manasés. 8Por eso, observen fielmente las cláusulas de esta alianza y pónganlas en práctica, para prosperar en todas sus empresas.

La Alianza, sus exigenciasy sanciones

9 Hoy todos ustedes han comparecido ante el Señor, su Dios: los jefes con sus tribus, sus ancianos y sus escribas, todos los hombres de Israel 10 con sus mujeres y sus hijos, y también los extranjeros que se han incorporado a sus campamentos, desde el leñador hasta el aguatero. 11 Todos están aquí para entrar en la alianza del Señor, tu Dios, esa alianza corroborada con una imprecación, que el Señor, tu Dios, hoy hace contigo, 12 a fin de convertirte en su pueblo y ser tu Dios, como te lo ha prometido, y como lo juró a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob. 13 Esta alianza, corroborada con una imprecación, no la hago sólo con ustedes. 14 La hago con aquel que hoy está aquí con nosotros delante del Señor, nuestro Dios, y con aquel que no está.
15
Ustedes saben muy bien que nosotros estuvimos en Egipto, y que luego pasamos por varias otras naciones. 16Allí vieron los ídolos abominables y los fetiches que ellas tienen, y que no son más que madera y piedra, plata y oro. 17 ¡Que no haya entre ustedes ni hombre ni mujer, ni clan ni tribu, cuyo corazón se aparte hoy del Señor, nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esas naciones! ¡Que no haya entre ustedes una raíz que produzca hierbas venenosas o ajenjo! 18 Porque si alguien, al oír los términos de esta imprecación, se congratula diciendo: “Todo me irá bien aunque persista en mi obstinación, ya que el terreno regado no tiene más sed”, 19 el Señor no lo perdonará. Al contrario, la ira y los celos del Señor se encenderán contra ese hombre, hasta que cada una de las sanciones enumeradas en este Libro caigan sobre él, y el Señor borre su nombre de la tierra. 20 El Señor lo apartará, para su desgracia, de todas las tribus de Israel, conforme a las sanciones de la alianza consignadas en el libro de esta Ley.
21
Y las generaciones futuras –los niños que nacerán después de ustedes y los extranjeros que vendrán de tierras lejanas– verán las calamidades y las enfermedades que el Señor habrá infligido a ese país. 22 Y al ver todo su suelo devastado por el azufre y la sal, donde no se siembra ni crece nada, ni brota ninguna hierba –como sucedió en la catástrofe de Sodoma y Gomorra, de Admá y Seboím, a las que el Señor destruyó en su ira y su furor– 23 todas las naciones preguntarán: “¿Por qué el Señor trató así a esta tierra? ¿De dónde procede este enojo tan tremendo?”. 24 Y las mismas naciones responderán: “Porque abandonaron la alianza que el Señor, el Dios de sus padres, hizo con ellos cuando los hizo salir de Egipto. 25 Fueron a servir a otros dioses y a postrarse delante de ellos, a dioses que no conocían y que él no les había dado en suerte. 26 Por eso el Señor se irritó contra este país y atrajo sobre él todas las maldiciones consignadas en este Libro. 27 El Señor los arrancó de su suelo, con enojo, furia y gran indignación, y los deportó a otra tierra, como sucede todavía hoy”.
28
Las cosas ocultas conciernen al Señor, nuestro Dios; pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos, para que practiquemos siempre todas las palabras de esta Ley.

La conversión y el regreso a la patria

30 1 Cuando te sucedan todas estas cosas –la bendición y la maldición que he puesto delante de ti– si las meditas en tu corazón en medio de las naciones donde el Señor, tu Dios, te habrá arrojado, 2 si te conviertes al Señor, tu Dios, y tú y tus hijos le obedecen con todo su corazón y con toda su alma, exactamente como hoy te lo ordeno, 3entonces el Señor, tu Dios, cambiará tu suerte y tendrá misericordia de ti. Él te volverá a reunir de entre todos los pueblos por donde te había dispersado. 4 Aunque tus desterrados se encuentren en los confines del cielo, de allí el Señor, tu Dios, te volverá a reunir, de allí te tomará. 5 Él te hará entrar en la tierra que poseyeron tus padres, y tú también la poseerás; y hará que seas más feliz y numeroso que tus padres.
6
El Señor, tu Dios, circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que lo ames con todo tu corazón y con toda tu alma, y así tengas vida. 7 Y él hará caer todas estas maldiciones sobre tus enemigos y sobre los adversarios que te hayan perseguido. 8 Entonces tú escucharás de nuevo la voz del Señor y pondrás en práctica todos sus mandamientos, tal como hoy te los prescribo. 9 El Señor, tu Dios, te dará abundante prosperidad en todas tus empresas, en el fruto de tus entrañas, en las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo. Porque el Señor volverá a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido en la prosperidad de tus padres. 10 Todo esto te sucederá porque habrás escuchado la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes, que están escritas en este libro de la Ley, después de haberte convertido al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.
11
Este mandamiento que hoy te prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. 12 No está en el cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?”. 13 Ni tampoco está más allá del mar, para que digas: “¿Quién cruzará por nosotros a la otra orilla y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?”. 14 No, la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques.

Israel ante la vida y la muerte

15 Hoy pongo delante de ti la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha. 16 Si escuchas los mandamientos del Señor, tu Dios, que hoy te prescribo, si amas al Señor, tu Dios, y cumples sus mandamientos, sus leyes y sus preceptos, entonces vivirás, te multiplicarás, y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde ahora vas a entrar para tomar posesión de ella. 17 Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar y vas a postrarte ante otros dioses para servirlos, 18 yo les anuncio hoy que ustedes se perderán irremediablemente, y no vivirán mucho tiempo en la tierra que vas a poseer después de cruzar el Jordán. 19 Hoy tomo por testigos contra ustedes al cielo y a la tierra: yo he puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, y vivirás, tú y tus descendientes, 20 con tal que ames al Señor, tu Dios, escuches su voz y le seas fiel. Porque de ello depende tu vida y tu larga permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob.


ÚLTIMAS DISPOSICIONES Y MUERTE DE MOISÉS



Las últimas instrucciones de Moisés

31 1 Moisés fue a decir estas palabras a todo Israel:
2
“Ya tengo ciento veinte años. En adelante no podré ejercer ninguna actividad; además, el Señor me dijo: ‘Tú no pasarás el Jordán’. 3 El Señor, tu Dios, es el que cruzará delante de ti; él eliminará de tu presencia a todas esas naciones, y tú las desposeerás de sus dominios. Será Josué el que cruzará al frente de ti, como el Señor lo ha ordenado. 4 El Señor tratará a esas naciones como trató a Sijón y a Og –los reyes amorreos– y a sus países, cuando los destruyó por completo. 5 Él las pondrá en tus manos, y entonces ustedes deberán comportarse con ellas conforme a la orden que les di. 6 ¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblen ante ellas. Porque el Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado”.
7
Después Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo Israel:
“Sé fuerte y valiente. Tú irás con este pueblo hasta la tierra que el Señor les dará, porque así lo juró a sus padres, y tú los pondrás en posesión de ella. 8
El Señor irá delante de ti; él estará contigo y no te abandonará ni te dejará desamparado. No temas ni te acobardes”.

La lectura ritual de la Ley

9 Moisés escribió esta Ley y la entregó a los sacerdotes levitas –los encargados de transportar el Arca de la Alianza del Señor– y a todos los ancianos de Israel. 10 Después les dio las siguientes instrucciones:
Cada siete años, en el tiempo fijado para el año de la remisión, durante la fiesta de las Chozas, 11
cuando todo Israel se presente delante del Señor en el lugar que él haya elegido, leerás en voz alta esta Ley, en presencia de todo Israel. 12 Reúne al pueblo –hombres, mujeres y niños, y también a los extranjeros que vivan en tus ciudades– para que la oigan y así aprendan a temer al Señor, su Dios, y a practicar cuidadosamente todas las palabras de esta Ley. 13 También deberán oírla sus hijos, los que todavía no la conocen, para que aprendan a temer al Señor mientras ustedes vivan en la tierra que van a poseer después de cruzar el Jordán.

Instrucciones del Señor a Moisés y a Josué

14 Entonces el Señor dijo a Moisés: “Ya se acerca el día de tu muerte. Llama a Josué y preséntense en la Carpa del Encuentro para que les dé mis instrucciones”. Moisés y Josué se presentaron, 15y el Señor se apareció en la Carpa, en una columna de nube, la cual se detuvo a la entrada de la Carpa.
16
El Señor dijo a Moisés: “Pronto irás a descansar junto con tus padres, y este pueblo se prostituirá yendo detrás de dioses extraños, los dioses de la tierra donde está por entrar; me abandonará y quebrantará la alianza que hice con él. 17 Entonces arderá mi enojo, y yo los abandonaré y les ocultaré mi rostro. Se convertirán en una presa pronta para ser devorada, muchos males y desgracias se abatirán sobre ellos, y dirán: ‘Estas desgracias me suceden porque mi Dios no está conmigo’. 18 Pero aquel día yo mantendré oculto mi rostro, por todo el mal que ellos hicieron yendo detrás de otros dioses. 19 Por eso, escribe este poema y enséñalo a los israelitas. Ordénales que lo reciten, para que me sirva de testigo contra ellos. 20 Porque cuando yo los introduzca en la tierra que prometí a sus padres con un juramento –esa tierra que mana leche y miel– ellos comerán hasta saciarse y engordarán. Entonces se volverán hacia otros dioses y los servirán, despreciándome a mí y quebrantando mi alianza. 21 Pero muchos males y desgracias se abatirán sobre ellos, y este poema dará testimonio contra ellos, porque sus descendientes no lo habrán olvidado. Yo conozco los planes que hoy están tramando, aún antes de introducirlos en la tierra que juré darles”. 22Aquel día, Moisés escribió este poema y se lo hizo aprender a los israelitas.
23
Luego el Señor dio esta orden a Josué, hijo de Nun: “Sé fuerte y valiente, porque tú conducirás a los israelitas hasta la tierra que juré darles, y yo estaré contigo”.

La Ley junto al Arca de la Alianza

24 Cuando Moisés terminó de fijar por escrito las palabras de esta Ley, 25 ordenó a los levitas encargados de transportar el Arca de la Alianza del Señor: 26“Tomen este Libro y pónganlo junto al Arca de la Alianza del Señor, su Dios. Que esté presente allí como un testigo contra ti. 27 Porque yo conozco muy bien tu rebeldía y tu obstinación. Y si ahora que estoy todavía con ustedes, son tan rebeldes al Señor, ¡cuánto más lo serán después de mi muerte! 28 Reúneme aquí a todos los ancianos de sus tribus y a sus escribas, para que pueda transmitirles todas estas palabras y para poner al cielo y a la tierra como testigos contra ellos. 29 Porque estoy seguro de que cuando yo muera, ustedes se van a pervertir y se van a desviar del camino que les he trazado. Y en el futuro les van a suceder muchas desgracias por haber obrado mal a los ojos del Señor, su Dios, y por haberlo irritado con sus malas obras”.
30
Entonces Moisés recitó hasta el final las palabras de este poema, en presencia de toda la comunidad de Israel:

El canto de Moisés

32 1 “Escucha, cielo, y hablaré, oiga la tierra las palabras de mi boca.
2
Que mi enseñanza descienda como lluvia
y mi palabra caiga como rocío,
como aguacero sobre la hierba,
como chaparrones sobre el pasto.
3
Yo voy a proclamar el nombre del Señor:
¡den gloria a nuestro Dios!
4
Él es la Roca: su obra es perfecta,
todos sus caminos son justos;
es un Dios fiel y sin falsedad,
justiciero y recto.
5
Pero se comportaron mal con él
los que ya no son sus hijos,a causa de su depravación,
esa generación tortuosa y perversa.
6
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿Acaso él no es tu padre y tu creador,
el que te hizo y te afianzó?
7
Acuérdate de los días lejanos,
considera las épocas pasadas;
pregúntale a tu padre, y él te informará,
a los ancianos, y ellos te lo dirán:
8
Cuando el Altísimo dio una herenciaa cada nación,
cuando distribuyó a los hombres,
él fijó las fronteras de los pueblos
según el número de los hijos de Dios.
9
Pero la parte del Señor es su pueblo,
la porción de su herencia es Jacob.
10
Lo encontró en una tierra desierta,
en la soledad rugiente de la estepa:
lo rodeó y lo cuidó,
lo protegió como a la pupila de sus ojos.
11
Como el águila que impulsa a su nidada,
revoloteando sobre sus pichones,
así extendió sus alas, lo tomó
y lo llevó sobre sus plumas.
12
El Señor solo lo condujo,
no había a su lado ningún dios extranjero.
13
Lo puso encima de las alturas del país,
para que comiera los frutosde los campos;
lo alimentó con miel de los peñascos,
con aceite de la roca dura;
14
con cuajada de vaca y leche de oveja,
con la gordura de corderos y carneros;
con toros de Basán y con cabritos,
y con la mejor harina de trigo;
y le dio como bebida,
la sangre espumante de la uva.
15
Así engordó Iesurún y dio patadas
–¡sí, engordaste, te pusiste obeso y corpulento!– .
Él rechazó al Dios que lo creó,
despreció a su Roca salvadora.
16
Provocaron sus celoscon dioses extraños,
lo irritaron con abominaciones.
17
Ofrecieron sacrificios a demoniosque no son Dios,
a dioses que no conocían,
a dioses nuevos, recién llegados,
que sus padres no habían venerado.
18
Así despreciaste a la Rocaque te engendró,
olvidaste al Dios que te hizo nacer.
19
Al ver esto, el Señor se indignó
y desechó a sus hijos y a sus hijas.
20
Entonces dijo: Les ocultaré mi rostro,
para ver en qué terminan.
Porque son una generación perversa,
hijos faltos de lealtad.
21
Provocaron mis celoscon algo que no es Dios,
me irritaron con sus ídolos vanos;
yo provocaré sus celos con algo que no es un pueblo,
los irritaré con una nación insensata.
22
Porque se ha encendidoel fuego de mi ira
y arderá hasta el fondo del abismo;
consumirá la tierra y sus cosechas
y abrasará los cimientos de las montañas.
23
Amontonaré desastres sobre ellos,
lanzaré contra ellos todas mis flechas.
24
Quedarán extenuados por el hambre,
consumidos por la fiebre y la peste maligna;
enviaré contra elloslos dientes de las fieras
y el veneno de reptilesque se arrastran sobre el polvo.
25
Afuera los diezmará la espada,
y adentro, el terror,
tanto al joven como a la muchacha,
al niño de pecho como al anciano.
26
Yo me propuse reducirlos a polvo
y borrar su recuerdo de entre los hombres,
27
pero temí que sus enemigos se jactaran,
que cayeran en el error y dijeran:
‘Nuestra mano ha prevalecido,
no es el Señor el que hizo todo esto’.
28
Porque esa gente ha perdido el juicio
y carece de inteligencia.
29
Si fueran sensatosentenderían estas cosas,
comprenderían la suerte que les espera.
30
¿Cómo podría uno solodesbandar a mil
y dos, poner en fuga a diez mil,
si su Roca no los hubiera vendido
y el Señor no los hubiera entregado?
31
Porque la roca de ellosno es como nuestra Roca:
nuestros mismos enemigos lo confirman.
32
Su viña es un retoñode la viña de Sodoma,
de las plantaciones de Gomorra.
Sus uvas son uvas venenosas,
sus racimos tienen un sabor amargo.
33
Su vino es veneno de serpientes,
un terrible veneno de víboras.
34
¿Acaso no está esto registrado
y sellado en mis archivos?
35
Mía será la venganza y la retribución
en el momento que vacilen sus pies,
porque está cerca el día de su ruina
y ya se precipita el desenlace.
36
Sí, el Señor hará justicia con su pueblo
y tendrá compasión de sus servidores.
Cuando vea que sus manos flaquean
y ya no quedan esclavos ni hombres libres,
37
él dirá: ¿Dónde están sus dioses,
la roca donde buscaron un refugio
38
los que comían la grasa de sus sacrificios
y bebían el vino de sus libaciones?
Que se levanten y vengan en su ayuda,
que sean para ustedes un refugio.
39
Miren bien que yo, sólo yo soy,
y no hay otro dios junto a mí.
Yo doy la muerte y la vida,
yo hiero y doy la salud,
y no hay nadie que libre de mi mano.
40
Yo levanto mi mano hacia el cielo y juro:
Tan cierto como que vivo eternamente,
41
cuando afile mi espada fulgurante
y mi mano empuñe la justicia,
me vengaré de mis enemigos
y daré su merecido a mis adversarios.
42
Embriagaré mis flechas con sangre
mi espada devorará carne:
sangre de muertos y cautivos,
cabezas de jefes enemigos.
43
Naciones, aclamen a su pueblo,
porque él vengará la sangrede sus servidores,
se vengará de sus enemigos
y purificará su tierra y su pueblo”.
44
Moisés fue con Josué, hijo de Nun, y recitó delante del pueblo todas las palabras de este poema.

La Ley, fuente de vida

45 Cuando Moisés terminó de recitar estas palabras a todo Israel, 46 les dijo: “Presten atención a todas las palabras de esta Ley, con las que hoy atestiguo contra ustedes. Prescríbanselas a sus hijos, para que ellos practiquen cuidadosamente todas las palabras de esta Ley. 47 Porque esta no es una palabra vana, sino que es la vida de ustedes, y por ella vivirán muchos años en la tierra que van a poseer después que crucen el Jordán”.

El anuncio de la muerte de Moisés

48 Aquel mismo día, el Señor dijo a Moisés: 49 “Sube a esa montaña de los Abarím, al monte Nebo que está en el país de Moab, frente a Jericó, y contempla la tierra de Canaán que yo doy en propiedad a los israelitas. 50 Tú morirás en la montaña a la que vas a subir e irás a reunirte con los tuyos, como tu hermano Aarón murió en el monte Hor y fue a reunirse con los suyos. 51 Porque ustedes fueron infieles a mí junto a las aguas de Meribá de Cades, en el desierto de Cin, y no manifestaron mi santidad en medio de los israelitas. 52 Por eso no entrarás en la tierra que yo daré a los israelitas, sino que solamente la verás de lejos”.

Las bendiciones de Moisés

33
Deutéronome (BPD) 25