Genèse (BPD) 22

22 1 Después de estos acontecimientos, Dios puso a prueba a Abraham.
“¡Abraham!”, le dijo. Él respondió: “Aquí estoy”. 2
Entonces Dios le siguió diciendo: “Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré”.
3
A la madrugada del día siguiente, Abraham ensilló su asno, tomó consigo a dos de sus servidores y a su hijo Isaac, y después de cortar la leña para el holocausto, se dirigió hacia el lugar que Dios le había indicado. 4 Al tercer día, alzando los ojos, divisó el lugar desde lejos, 5 y dijo a sus servidores: “Quédense aquí con el asno, mientras yo y el muchacho seguimos adelante. Daremos culto a Dios, y después volveremos a reunirnos con ustedes”.
6
Abraham recogió la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac; él, por su parte, tomó en sus manos el fuego y el cuchillo, y siguieron caminando los dos juntos. 7 Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: “¡Padre!”. Él respondió: “Sí, hijo mío”. “Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?”. 8 “Dios proveerá el cordero para el holocausto”, respondió Abraham. Y siguieron caminando los dos juntos.
9
Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. 10 Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. 11 Pero el Ángel del Señor lo llamó desde el cielo: “¡Abraham, Abraham!”. “Aquí estoy”, respondió él. 12 Y el Ángel le dijo: “No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único”. 13 Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. 14 Abraham llamó a ese lugar: “El Señor proveerá”, y de allí se origina el siguiente dicho: “En la montaña del Señor se proveerá”.
15
Luego el Ángel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, 16 y le dijo: “Juro por mí mismo –oráculo del Señor– : porque has obrado de esa manera y no me has negado a tu hijo único, 17 yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos, 18 y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has obedecido mi voz”.
19
Abraham regresó a donde estaban sus servidores. Todos juntos se fueron a Berseba, y Abraham residió allí.

Los descendientes de Najor

20 Después de un tiempo, Abraham recibió la noticia de que también Milcá había dado hijos a su hermano Najor: 21Us, su primogénito; Buz, hermano de este; Quemuel, padre de Arám, 22 y además Quésed, Jazó, Pildás, Idlaf y Betuel. 23 Este último fue padre de Rebeca. Estos son los ocho hijos que Milcá dio a Najor, el hermano de Abraham. 24 Además, Najor tenía una esclava llamada Reumá, que fue madre de Tébaj, Gajam, Tajas y Maacá.

La tumba de los Patriarcas

23 1 Sara vivió ciento veintisiete años, 2 y murió en Quiriat Arbá –actualmente Hebrón– en la tierra de Canaán. Abraham estuvo de duelo por Sara y lloró su muerte. 3 Después se retiró del lugar donde estaba el cadáver, y dijo a los descendientes de Het: 4 “Aunque yo no soy más que un extranjero residente entre ustedes, cédanme en propiedad alguno de sus sepulcros, para que pueda retirar el cadáver de mi esposa y darle sepultura”. 5 Pero los descendientes de Het respondieron a Abraham: “Por favor, 6 señor, escúchanos. Tú eres un privilegiado de Dios en medio de nosotros. Sepulta a tu esposa en la mejor de nuestras tumbas, ya que ninguno de nosotros te negará un sepulcro para que la entierres”.
7
Abraham se levantó, e inclinándose profundamente ante la gente del lugar, ante los descendientes de Het, 8 les insistió, diciendo: “Si ustedes quieren realmente que yo sepulte el cadáver, háganme el favor de interceder ante Efrón, hijo de Sójar, 9 para que me venda la caverna de Macpelá, que él tiene en el extremo de su campo. Que me la ceda por su valor real, para que yo la posea como sepulcro familiar en medio de ustedes”. 10 Efrón –que estaba presente entre los descendientes de Het– teniendo por testigos a todos los que entraban por la puerta de la ciudad respondió a Abraham: 11 “No, señor, escúchame bien: yo te doy el campo y también la caverna que hay en él. Te la doy en presencia de mis compatriotas, para que entierres a tu esposa”.
12
Abraham volvió a inclinarse profundamente ante la gente del lugar, 13 y teniendo a estos por testigos, dijo a Efrón: “Si estás dispuesto a llegar a un acuerdo conmigo, te pagaré el precio del campo. Acéptalo, para que yo entierre allí a mi esposa”. 14 Entonces Efrón respondió a Abraham: “Por favor, 15 escúchame, señor. El campo vale cuatrocientos siclos de plata, pero ¿qué es esa suma para personas como tú y yo? Entierra a tu esposa”. 16 Abraham aceptó la propuesta de Efrón, y teniendo por testigos a los descendientes de Het, pesó la cantidad que aquel le había fijado: cuatrocientos siclos de plata, según la tasación corriente entre los comerciantes.
17
De este modo, el campo de Efrón en Macpelá, frente a Mamré –el campo con la caverna y todos los árboles que estaban dentro de sus límites– pasó a ser 18 propiedad de Abraham, teniendo por testigos a todos los descendientes de Het que pasaban por la puerta de la ciudad. 19 Luego Abraham enterró a Sara en la caverna del campo de Macpelá, frente a Mamré, en el país de Canaán. 20 Así adquirió Abraham a los descendientes de Het el campo y la caverna que hay en él, para tenerlo como sepulcro familiar.

El matrimonio de Isaac y Rebeca

24 1 Abraham ya era un anciano de edad avanzada, y el Señor lo había bendecido en todo. 2 Entonces dijo al servidor más antiguo de su casa, el que le administraba todos los bienes: “Coloca tu mano debajo de mi muslo, 3 y júrame por el Señor, Dios del Cielo y de la tierra, que no buscarás una esposa para mi hijo entre las hijas de los cananeos, con los que estoy viviendo, 4 sino que irás a mi país natal, y de allí traerás una esposa para Isaac”. 5 El servidor le dijo: “Si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿debo hacer que tu hijo regrese al país de donde saliste?”. 6 “Cuídate muy bien de llevar allí a mi hijo”, replicó Abraham. 7 “El Señor, Dios del cielo, que me sacó de mi casa paterna y de mi país natal, y me prometió solemnemente dar esta tierra a mis descendientes, enviará su Ángel delante de ti, a fin de que puedas traer de allí una esposa para mi hijo. 8 Si la mujer no quiere seguirte, quedarás libre del juramento que me haces; pero no lleves allí a mi hijo”.
9
El servidor puso su mano debajo del muslo de Abraham, su señor, y le prestó juramento respecto de lo que habían hablado. 10 Luego tomó diez de los camellos de su señor, y llevando consigo toda clase de regalos, partió hacia Arám Naharaim, hacia la ciudad de Najor. 11Allí hizo arrodillar a los camellos junto a la fuente, en las afueras de la ciudad. Era el atardecer, la hora en que las mujeres salen a buscar agua. 12 Entonces dijo: “Señor, Dios de Abraham, dame hoy una señal favorable, y muéstrate bondadoso con mi patrón Abraham. 13 Yo me quedaré parado junto a la fuente, mientras las hijas de los pobladores de la ciudad vienen a sacar agua. 14 La joven a la que yo diga: ‘Por favor, inclina tu cántaro para que pueda beber’, y que me responda: ‘Toma, y también daré de beber a tus camellos’, esa será la mujer que has destinado para tu servidor Isaac. Así reconoceré que has sido bondadoso con mi patrón”.
15
Aún no había terminado de hablar, cuando Rebeca, la hija de Betuel –el cual era a su vez hijo de Milcá, la esposa de Najor, el hermano de Abraham– apareció con un cántaro sobre el hombro. 16 Era una joven virgen, de aspecto muy hermoso, que nunca había tenido relaciones con ningún hombre. Ella bajó a la fuente, llenó su cántaro, y cuando se disponía a regresar, 17 el servidor corrió a su encuentro y le dijo: “Por favor, dame un trago de esa agua que llevas en el cántaro”. 18 “Bebe, señor”, respondió ella, y bajando el cántaro de su hombro, se apresuró a darle de beber. 19 Después que lo dejó beber hasta saciarse, añadió: “También sacaré agua hasta que tus camellos se sacien de beber”. 20 En seguida vació su cántaro en el bebedero, y fue corriendo de nuevo a la fuente, hasta que sacó agua para todos los camellos. 21 Mientras tanto, el hombre la contemplaba en silencio, deseoso de saber si el Señor le permitiría lograr su cometido o no.
22
Cuando los camellos terminaron de beber, el hombre tomó un anillo de oro que pesaba medio siclo, y lo colocó en la nariz de la joven; luego le puso en los brazos dos pulseras de diez siclos. 23 Después le preguntó: “¿De quién eres hija? ¿Y hay lugar en la casa de tu padre para que podamos pasar la noche?”. 24 Ella respondió: “Soy la hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor”. 25 Y añadió: “En nuestra casa hay paja y forraje en abundancia, y también hay sitio para pasar la noche”. 26 El hombre se inclinó y adoró al Señor, 27 diciendo: “Bendito sea el Señor, Dios de mi patrón Abraham, que nunca dejó de manifestarle su amor y su fidelidad. Él ha guiado mis pasos hasta la casa de sus parientes”. 28 Entretanto, la joven corrió a llevar la noticia a la casa de su madre.
29
Rebeca tenía un hermano llamado Labán. 30 Este, apenas vio el anillo y las pulseras que traía su hermana, y le oyó contar todo lo que el hombre le había dicho, salió rápidamente y se dirigió hacia la fuente en busca de él. Al llegar, lo encontró con sus camellos junto a la fuente. 31 Entonces le dijo: “¡Ven, bendito del Señor! ¿Por qué te quedas afuera, si yo he preparado mi casa y tengo lugar para los camellos?”. 32 El hombre entró en la casa. En seguida desensillaron los camellos, les dieron agua y forraje, y trajeron agua para que él y sus acompañantes se lavaran los pies. 33 Pero cuando le sirvieron de comer, el hombre dijo: “No voy a comer, si antes no expongo el asunto que traigo entre manos”. “Habla”, le respondió Labán. 34 Él continuó: “Yo soy servidor de Abraham. 35 El Señor colmó de bendiciones a mi patrón y lo hizo prosperar, dándole ovejas y vacas, plata y oro, esclavos y esclavas, camellos y asnos. 36 Y su esposa Sara, siendo ya anciana, le dio un hijo, a quien mi patrón legó todos sus bienes. 37 Ahora bien, mi patrón me hizo prestar un juramento, diciendo: ‘No busques una esposa para mi hijo entre las hijas de los cananeos, en cuyo país resido. 38 Ve, en cambio, a mi casa paterna, y busca entre mis familiares una esposa para mi hijo’. 39 ‘¿Y si la mujer se niega a venir conmigo?’, le pregunté. 40 Pero él me respondió: ‘El Señor, en cuya presencia he caminado siempre, enviará su Ángel delante de ti, y hará que logres tu cometido, trayendo para mi hijo una esposa de mi propia familia, de mi casa paterna. 41 Para quedar libre del juramento que me haces, debes visitar primero a mis familiares. Si ellos no quieren dártela, el juramento ya no te obligará’.
42
Por eso hoy, al llegar a la fuente, dije: ‘Señor, Dios de mi patrón Abraham, permíteme llevar a cabo la misión que he venido a realizar. 43 Yo me quedaré parado junto a la fuente, y cuando salga una joven a buscar agua, le diré: Déjame beber un poco de agua de tu cántaro. 44 Y si ella me responde: Bebe, y también sacaré agua para que beban tus camellos, esa será la mujer que tú has destinado para el hijo de mi señor’. 45 Apenas terminé de decir estas cosas, salió Rebeca con un cántaro sobre el hombro. Y cuando bajó a la fuente para sacar agua, le dije: ‘Por favor, dame de beber’. 46 Ella se apresuró a bajar el cántaro de su hombro y respondió: ‘Bebe, y también daré de beber a tus camellos’. Yo bebí, y ella dio agua a los camellos. 47 Después le pregunté: ‘¿De quién eres hija?’. ‘Soy hija de Betuel, el hijo que Milcá dio a Najor’, respondió ella. Yo le puse el anillo en la nariz y las pulseras en los brazos, 48 y postrándome, adoré y bendije al Señor, el Dios de Abraham, que me guió por el buen camino, para que pudiera llevar al hijo de mi patrón una hija de su pariente. 49 Y ahora, si ustedes están dispuestos a ofrecer a mi patrón una auténtica prueba de amistad, díganmelo; si no, díganmelo también. Así yo sabré a qué atenerme”.
50
Labán y Betuel dijeron: “Todo esto viene del Señor. Nosotros no podemos responderte ni sí ni no. 51 Ahí tienes a Rebeca: llévala contigo, y que sea la esposa de tu patrón, como el Señor lo ha dispuesto. 52 Cuando el servidor de Abraham oyó estas palabras, se postró en tierra delante del Señor. 53 Luego sacó unos objetos de oro y plata y algunos vestidos, y se los obsequió a Rebeca. También entregó regalos a su hermano y a su madre. 54 Después él y sus acompañantes comieron y bebieron, y pasaron la noche allí.
A la mañana siguiente, apenas se levantaron, el servidor dijo: “Déjenme regresar a la casa de mi patrón”. 55
El hermano y la madre de Rebeca respondieron: “Que la muchacha se quede con nosotros unos diez días más. Luego podrás irte”. 56 Pero el servidor replicó: “No me detengan, ahora que el Señor me permitió lograr mi cometido. Déjenme ir, y volveré a la casa de mi patrón”. 57 Ellos dijeron: “Llamemos a la muchacha, y preguntémosle qué opina”. 58 Entonces llamaron a Rebeca y le preguntaron: “¿Quieres irte con este hombre?”. “Sí”, respondió ella. 59 Ellos despidieron a Rebeca y a su nodriza, lo mismo que al servidor y a sus acompañantes, 60 y la bendijeron, diciendo:
“Hermana nuestra, que nazcan de ti
millares y decenas de millares;
y que tus descendientes conquisten
las ciudades de sus enemigos”.
61
Rebeca y sus sirvientas montaron en los camellos y siguieron al hombre. Este tomó consigo a Rebeca, y partió.
62
Entretanto, Isaac había vuelto de las cercanías del pozo de Lajai Roí, porque estaba radicado en la región del Négueb. 63 Al atardecer salió a caminar por el campo, y vio venir unos camellos. 64 Cuando Rebeca vio a Isaac, bajó del camello 65 y preguntó al servidor: “¿Quién es ese hombre que viene hacia nosotros por el campo?”. “Es mi señor”, respondió el servidor. Entonces ella tomó su velo y se cubrió.
66
El servidor contó a Isaac todas las cosas que había hecho, 67 y este hizo entrar a Rebeca en su carpa. Isaac se casó con ella y la amó. Así encontró un consuelo después de la muerte de su madre.

Los otros hijos de Abraham

25 1 Abraham se casó con otra mujer, llamada Queturá, 2 y esta le dio varios hijos: Zimrán, Iocsán, Medán, Madián, Isbac y Súaj. 3 Iocsán fue padre de Sebá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asuritas, los letusíes y los leumíes. 4 Los hijos de Madián fueron Efá, Efer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos estos son hijos de Queturá.
5
Abraham legó todos sus bienes a Isaac. 6 También hizo regalos a los hijos de sus otras mujeres, pero mientras vivía, los apartó de su hijo Isaac, enviándolos hacia el este, a las regiones orientales.

La muerte de Abraham

7 Abraham vivió ciento setenta y cinco años. 8 Murió a una edad muy avanzada, feliz y cargado de años, y fue a reunirse con los suyos. 9 Sus hijos Isaac e Ismael lo sepultaron en la caverna de Macpelá, en el campo de Efrón, hijo de Sójar, el hitita, que está frente a Mamré. 10 Es el campo que Abraham había comprado a los descendientes de Het. Allí fueron enterrados él y su esposa Sara. 11 Después de la muerte de Abraham, Dios bendijo a su hijo Isaac, y este se estableció cerca del pozo de Lajai Roí.

Los descendientes y la muerte de Ismael

12 Esta es la descendencia de Ismael –el hijo que Agar, la sirvienta egipcia de Sara, dio a Abraham– 13 con los nombres de cada uno de sus hijos, según el orden de su nacimiento: Nebaiot, el primogénito de Ismael; luego Quedar, Abdeel, Mibsám, 14 Mismá, Dumá, Masá, 15 Jadad, Temá, Ietur, Nafis y Quedmá. 16 Estos son los hijos de Ismael: doce jefes de otras tantas tribus, que dieron sus nombres al lugar donde habitaron y a sus respectivos campamentos. 17 Ismael vivió ciento treinta y siete años. Al cabo de ellos murió, y fue a reunirse con los suyos. 18 Sus descendientes habitaron desde Javilá de Sur, que está cerca de Egipto, hasta Asur. Y cada uno de ellos realizó incursiones contra todos sus hermanos.

ISAAC Y JACOB


El nacimiento de Esaú y de Jacob
19 Esta es la descendencia de Isaac, el hijo de Abraham.
Abraham fue padre de Isaac, 20
el cual, a los cuarenta años, se casó con Rebeca, hija de Betuel, el arameo de Padán Arám, y hermana de Labán, el arameo. 21 Isaac oró al Señor por su esposa, que era estéril. El Señor lo escuchó, y su esposa Rebeca quedó embarazada. 22 Como los niños se chocaban el uno contra el otro dentro de su seno, ella exclamó: “Si las cosas tienen que ser así, ¿vale la pena seguir viviendo?”. Entonces fue a consultar al Señor, 23 y él le respondió:
“En tu seno hay dos naciones,
dos pueblos se separan desde tus entrañas:
uno será mas fuerte que el otro,
y el mayor servirá al menor”.
24
Cuando llegó el momento del parto, resultó que había mellizos en su seno. 25 El que salió primero era rubio, y estaba todo cubierto de vello, como si tuviera un manto de piel. A este lo llamaron Esaú. 26 Después salió su hermano, que con su mano tenía agarrado el talón de Esaú. Por ello lo llamaron Jacob. Cuando nacieron, Isaac tenía sesenta años.

Esaú vende su derecho de hijo primogénito

27 Los niños crecieron. Esaú se convirtió en un hombre agreste, experto en la caza. Jacob, en cambio, era un hombre apacible y apegado a su carpa. 28 Isaac quería más a Esaú, porque las presas de caza eran su plato preferido; pero Rebeca sentía más cariño por Jacob.
29
En cierta ocasión, Esaú volvió exhausto del campo, mientras Jacob estaba preparando un guiso. 30 Esaú dijo a Jacob: “Déjame comer un poco de esa comida rojiza, porque estoy extenuado”. Fue por eso que se dio a Esaú el nombre de Edóm. 31 Pero Jacob le respondió: “Dame antes tu derecho de hijo primogénito”. 32 “Me estoy muriendo”, dijo Esaú. “¿De qué me servirá ese derecho?”. 33 Pero Jacob insistió: “Júramelo antes”. Él se lo juró y le vendió su derecho de hijo primogénito. 34 Jacob le dio entonces pan y guiso de lentejas. Esaú comió y bebió; después se levantó y se fue. Así menospreció Esaú el derecho que le correspondía por ser el hijo primogénito.

Isaac en Guerar

26 1 Luego, aquella región volvió a padecer hambre –aparte de la que había padecido anteriormente, en tiempos de Abraham– e Isaac se fue a Guerar, donde estaba Abimélec, el rey de los filisteos. 2 El Señor se le apareció y le dijo: “No bajes a Egipto; quédate en el lugar que yo te indicaré. 3 Ahora residirás por un tiempo en este país extranjero, pero yo estaré contigo y te bendeciré. Porque te daré todas estas tierras, a ti y a tu descendencia, para cumplir el juramento que hice a tu padre Abraham. 4 Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y le daré todos estos territorios, de manera que por ella se bendecirán todas las naciones de la tierra. 5 Haré esto en premio a la obediencia de Abraham, que observó mis órdenes y mis mandamientos, mis preceptos y mis instrucciones”.
6
Mientras Isaac estaba en Guerar,  7 la gente del lugar le hacía preguntas acerca de su mujer. Pero él respondía: “Es mi hermana”. Tenía miedo de confesar que era su esposa, porque pensaba: “Esta gente es capaz de matarme a causa de Rebeca, que es muy hermosa”. 8 Ya hacía bastante tiempo que se encontraba allí, cuando Abimélec, el rey de los filisteos, al mirar por la ventana, vio que Isaac estaba acariciando a su esposa Rebeca. 9 Abimélec lo mandó llamar y le dijo: “No cabe ninguna duda: ella es tu esposa. ¿Cómo dijiste entonces que era tu hermana?”. Isaac le respondió: “Porqué pensé que podían matarme a causa de ella”. 10 Pero Abimélec replicó: “¿Qué nos has hecho? Faltó poco para que uno de nuestros hombres se acostara con tu mujer, y entonces nos habrías hecho responsables de un delito”. 11 Y Abimélec dio esta orden a todo el pueblo: “El que toque a este hombre o a su mujer será condenado a muerte”.
12
Isaac sembró en aquella región, y ese año cosechó el ciento por uno, porque el Señor lo había bendecido. 13 Así se fue enriqueciendo cada vez más, hasta que llegó a ser muy rico. 14 Adquirió ovejas, vacas y una numerosa servidumbre. Y los filisteos le tuvieron envidia.

Los pozos entre Guerar y Berseba

15 Los filisteos taparon y llenaron de tierra todos los pozos, que en tiempos de Abraham habían cavado los servidores de su padre. 16 Y Abimélec dijo a Isaac: “Aléjate de nuestro lado, porque tú has llegado a ser mucho más poderoso que nosotros”. 17 Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Guerar, donde se estableció.
18
En seguida abrió de nuevo los pozos que habían sido cavados en tiempos de su padre, y que los filisteos habían tapado después de la muerte de Abraham, y los llamó con los mismos nombres que les había dado su padre. 19 Pero cuando los servidores de Isaac, que habían estado cavando en el valle, encontraron un manantial, 20 los pastores de Guerar discutieron con los de Isaac, diciendo: “Esta agua es nuestra”. Entonces Isaac llamó a ese pozo Esec, que significa “Litigio”, porque allí habían litigado con él. 21 Después cavaron otro pozo, y volvió a producirse un altercado a causa de él. Por eso Isaac lo llamó Sitná, que significa “Hostilidad”. 22 Luego siguió avanzando, y cavó otro pozo más. Pero esta vez no hubo ningún altercado. Entonces le puso el nombre de Rejobot, que significa “Campo libre”, porque dijo: “Ahora el Señor nos ha dejado el campo libre, para que podamos prosperar en esta región”.

Renovación de la promesa hecha a Abraham

23 De allí subió a Berseba, 24 y esa misma noche el Señor se le apareció para decirle:
“Yo soy el Dios de Abraham, tu padre:
no temas, porque estoy contigo.
Yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia,
por amor a mi servidor Abraham”.
25
Allí Isaac erigió un altar e invocó el nombre del Señor. En ese lugar estableció su campamento, y sus servidores comenzaron a cavar un pozo.

La alianza de Isaac con Abimélec

26 Mientras tanto, fue a verlo Abimélec, que venía de Guerar junto con Ajuzat, su consejero, y Picol, el jefe de su ejército. 27 Isaac les preguntó: “¿Para qué vienen a verme, si fueron ustedes los que se enemistaron conmigo y me echaron de su lado?”. 28 Ellos le respondieron: “Hemos comprobado que el Señor está contigo, y pensamos que entre tú y nosotros debe haber un acuerdo, ratificado con un juramento. Por eso, queremos hacer una alianza contigo: 29 tú no nos harás ningún daño, porque nosotros no te hemos causado ninguna molestia, sino que siempre fuimos amables contigo y te dejamos partir en paz. Tú eres ahora bendecido por el Señor”. 30 Isaac les ofreció un banquete, y ellos comieron y bebieron. 31 Al día siguiente, se levantaron de madrugada y se hicieron un juramento mutuo. Luego Isaac los despidió, y ellos se fueron como amigos.
32
Aquel mismo día, los servidores de Isaac vinieron a traerles noticias sobre el pozo que habían estado cavando, y le dijeron: “Hemos encontrado agua”. 33 Él llamó a ese pozo Sibá, que significa “Juramento”. De allí procede el nombre de la ciudad de Berseba hasta el día de hoy.

Las esposas hititas de Esaú

34 Cuando Esaú cumplió cuarenta años, se casó con Judit, hija de Beerí, el hitita, y con Basmat, hija de Elón, el hitita. 35 Ellas fueron una fuente de amargura para Isaac y Rebeca.

La bendición de Isaac a Jacob

27 1 Cuando Isaac envejeció, sus ojos se debilitaron tanto que ya no veía nada. Entonces llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: “¡Hijo mío!”. “Aquí estoy”, respondió él. 2 “Como ves, continuó diciendo Isaac, yo estoy viejo y puedo morir en cualquier momento. 3 Por eso, toma tus armas –tu aljaba y tu arco– ve al campo, y cázame algún animal silvestre. 4 Después prepárame una buena comida, de esas que a mí me gustan, y tráemela para que la coma. Así podré darte mi bendición antes de morir”.
5
Rebeca había estado escuchando cuando Isaac hablaba con su hijo Esaú. Y apenas este se fue al campo a cazar un animal para su padre, 6 Rebeca dijo a Jacob: “Acabo de oír que tu padre le decía a tu hermano Esaú: 7 ‘Tráeme un animal silvestre y prepárame una buena comida. Yo la comeré, y te bendeciré en la presencia del Señor antes de morir’. 8 Ahora, hijo mío, escucha bien lo que voy a ordenar. 9 Ve al corral y tráeme de allí dos cabritos bien cebados. Yo prepararé con ellos una buena comida para tu padre, de esas que le agradan a él, 10 y tú se la llevarás para que la coma. Así él te bendecirá antes de morir”.
11
Pero Jacob respondió a su madre Rebeca: “Mira que mi hermano Esaú es velludo y yo soy lampiño. 12 Si mi padre me llega a tocar, pensará que me estoy burlando de él, y entonces atraeré sobre mí una maldición, y no una bendición”. 13 “Que esa maldición caiga sobre mí, hijo mío”, le respondió su madre. “Tú obedéceme, y tráeme los cabritos”.
14
Jacob fue a buscar los cabritos, se los llevó a su madre, y ella preparó una buena comida, como le agradaba a su padre. 15 Después Rebeca tomó una ropa de su hijo mayor Esaú, la mejor que había en la casa, y se la puso a Jacob, su hijo menor; 16 y con el cuero de los cabritos le cubrió las manos y la parte lampiña del cuello. 17 Luego le entregó la comida y el pan que había preparado.
18
Jacob se presentó ante su padre y le dijo: “¡Padre!”. Este respondió: “Sí, ¿quién eres, hijo mío?”. 19 “Soy Esaú, tu hijo primogénito, respondió Jacob a su padre, y ya hice lo que me mandaste. Por favor, siéntate y come lo que cacé, para que puedas bendecirme”. 20 Entonces Isaac le dijo: “¡Qué rápido lo has logrado, hijo mío!”. Jacob respondió: “El Señor, tu Dios, hizo que las cosas me salieran bien”. 21 Pero Isaac añadió: “Acércate, hijo mío, y deja que te toque, para ver si eres realmente mi hijo Esaú o no”. 22 Él se acercó a su padre; este lo palpó y dijo: “La voz es de Jacob, pero las manos son de Esaú”. 23 Y no lo reconoció, porque sus manos estaban cubiertas de vello, como las de su hermano Esaú. Sin embargo, cuando ya se disponía a bendecirlo, 24 le preguntó otra vez: “¿Tú eres mi hijo Esaú?”. “Por supuesto”, respondió él. 25 “Entonces sírveme, continuó diciendo Isaac, y déjame comer lo que has cazado, para que pueda darte mi bendición”. Jacob le acercó la comida, y su padre la comió; también le sirvió vino, y lo bebió. 26 Luego su padre Isaac le dijo: “Acércate, hijo mío, y dame un beso”. 27 Cuando él se acercó para besarlo, Isaac percibió la fragancia de su ropa. Entonces lo bendijo diciendo:
“Sí, la fragancia de mi hijoes como el aroma de un campoque el Señor ha bendecido.
28
Que el Señor te dé el rocío del cielo,y la fertilidad de la tierra,trigo y vino en abundancia.
29
Que los pueblos te sirvany las naciones te rindan homenaje.
Tú serás el señor de tus hermanos,y los hijos de tu madre se inclinarán ante ti.
Maldito sea el que te maldiga,y bendito el que te bendiga”.
30
Apenas Isaac había terminado de bendecir a Jacob, en el preciso momento que este se apartaba de su padre, su hermano Esaú volvió de cazar. 31 Él también preparó una comida apetitosa y la presentó a su padre, diciendo: “Levántate, padre, y come la presa que tu hijo ha cazado. Así podrás bendecirme”. 32 Isaac, su padre, le preguntó: “Y tú, ¿quién eres?”. “Soy Esaú, tu hijo primogénito”, le respondió él. 33 Isaac quedó profundamente turbado y exclamó: “¿Quién ha sido entonces el que cazó una presa y me la trajo? Yo la comí antes que tú llegaras, lo bendije, y quedará bendecido”. 34 Al oír las palabras de su padre, Esaú lanzó un fuerte grito lleno de amargura. Luego dijo: “¡Padre, bendíceme también a mí!”. 35 Pero Isaac respondió a Esaú: “Ha venido tu hermano y, valiéndose de un engaño, se llevó tu bendición”.
36
Esaú dijo entonces: “Sí, con razón se llama Jacob. Ya van dos veces que me desplaza: primero arrebató mi condición de hijo primogénito, y ahora se ha llevado mi bendición”. Y agregó: “¿No has reservado una bendición para mí?”. 37 Isaac respondió a Esaú: “Lo he constituido tu señor y le he dado como servidores a todos sus hermanos; lo he provisto de trigo y de vino: ¿qué más puedo hacer por ti, hijo mío?”.
38
Esaú dijo a su padre: “¿Acaso tienes sólo una bendición?”. Isaac permaneció en silencio. Esaú lanzó un grito y se puso a llorar. 39 Isaac le respondió, diciéndole:
“Tu morada estarálejos de los campos fértilesy del rocío que cae del cielo.
40
Vivirás de tu espaday servirás a tu hermano.
Pero cuando te rebeles,lograrás sacudir su yugo de tu cuello”.
41
Esaú sintió hacia su hermano un profundo rencor, por la bendición que le había dado su padre. Y pensó: “Pronto estaremos de duelo por mi padre. Entonces mataré a mi hermano Jacob”.
42
Cuando contaron a Rebeca las palabras de Esaú, su hijo mayor, ella mandó llamar a Jacob, su hijo menor y le dijo: “Tu hermano te quiere matar para vengarse de ti. 43 Ahora, hijo mío, obedéceme. Huye inmediatamente a Jarán, a casa de mi hermano Labán, 44 y quédate con él algún tiempo, hasta que tu hermano se tranquilice, 45 hasta que se calme su ira contra ti y olvide lo que le has hecho. Después yo te mandaré a buscar. ¿Por qué voy a perderlos a los dos en un solo día?”.

El viaje de Jacob a Padán Arám

46 Rebeca dijo a Isaac: “¡Esas mujeres hititas me han quitado hasta las ganas de vivir! Si también Jacob se casa con una de esas hititas, con una nativa de este país, ¿qué me importa ya de la vida?”.

28 1 Por eso, Isaac llamó a Jacob, lo bendijo, y le ordenó: “No te cases con una mujer cananea. 2 Ve ahora mismo a Padán Arám, a la casa de Betuel, tu abuelo materno, y elige para ti una mujer entre las hijas de Labán, el hermano de tu madre. 3 Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y te dé una descendencia numerosa, para que seas el padre de una asamblea de pueblos. 4 Que él te dé, a ti y a tu descendencia, la bendición de Abraham, para que puedas tomar posesión de la tierra donde ahora vives como extranjero, esa tierra que Dios concedió a Abraham”. 5 Luego Isaac despidió a Jacob, y este se fue a Padán Arám, a casa de Labán, hijo de Betuel, el arameo, y hermano de Rebeca, la madre de Jacob y de Esaú.

El otro casamiento de Esaú

6 Esaú vio que Isaac había bendecido a Jacob y lo había enviado a Padán Arám para que se buscara allí una esposa. Vio, asimismo, que al bendecirlo le había dado esta orden: “No te cases con una mujer cananea”, 7 y que Jacob, obedeciendo a su padre y a su madre, se había ido a Padán Arám. 8 Entonces comprendió cuánto disgustaban a su padre Isaac las mujeres cananeas. 9 Por eso acudió a Ismael, el hijo de Abraham, y tomó por esposa –además de las que ya tenía– a Majalat, hija de Ismael y hermana de Nebaiot.

El sueño de Jacob en Betel

10 Jacob partió de Berseba y se dirigió hacia Jarán. 11 De pronto llegó a un lugar, y se detuvo en él para pasar la noche, porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso como almohada y se acostó allí. 12 Entonces tuvo un sueño: vio una escalinata que estaba apoyada sobre la tierra, y cuyo extremo superior tocaba el cielo. Por ella subían y bajaban ángeles de Dios. 13 Y el Señor, de pie junto a él, le decía: “Yo soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra donde estás acostado. 14 Tu descendencia será numerosa como el polvo de la tierra; te extenderás hacia el este y el oeste, el norte y el sur; y por ti y tu descendencia, se bendecirán todas las familias de la tierra. 15 Yo estoy contigo: te protegeré dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta haber cumplido todo lo que te prometo”.
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Jacob se despertó de su sueño y exclamó: “¡Verdaderamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía!”. 17 Y lleno de temor, añadió: “¡Qué temible es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo”. 18 A la madrugada del día siguiente, Jacob tomó la piedra que le había servido de almohada, la erigió como piedra conmemorativa, y derramó aceite sobre ella. 19 Y a ese lugar, que antes se llamaba Luz, lo llamó Betel, que significa “Casa de Dios”. 20 Luego Jacob hizo este voto: “Si Dios me acompaña y me protege durante el viaje que estoy realizando, si me da pan para comer y ropa para vestirme, 21 y si puedo regresar sano y salvo a la casa de mi padre, el Señor será mi Dios. 22 Y esta piedra conmemorativa que acabo de erigir, será la casa de Dios. Además, le pagaré el diezmo de todo lo que me dé”.


Genèse (BPD) 22