Daniele (BPD) 1



DANIEL


PARTE NARRATIVA


Daniel y sus compañeros en la corte de Nabucodonosor

1 1 El tercer año del reinado de Joaquím, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la sitió. 2 El Señor entregó en sus manos a Joaquím, rey de Judá, y una parte de los objetos de la Casa de Dios. Nabucodonosor los llevó al país de Senaar, y depositó los objetos en el tesoro de su dios.
3
El rey ordenó a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que seleccionara entre los israelitas de estirpe real o de familia noble, 4 a algunos jóvenes sin ningún defecto físico, de buena presencia, versados en toda clase de sabiduría, dotados de conocimiento, inteligentes y aptos para servir en el palacio del rey, a fin de que se los instruyera en la literatura y en la lengua de los caldeos. 5 El rey les asignó para cada día una porción de sus propios manjares y del vino que él bebía. Ellos debían ser educados durante tres años, y al cabo de esos años se pondrían al servicio del rey. 6 Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran judíos. 7 Pero el jefe de los eunucos les puso otros nombres: a Daniel lo llamó Beltasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac, y a Azarías, Abed Negó.
8
Daniel estaba decidido a no contaminarse con los manjares del rey y con el vino que él bebía, y rogó al jefe de los eunucos que no lo obligara a contaminarse. 9 Dios hizo que él se ganara el afecto y la simpatía del jefe de los eunucos. 10 Pero este dijo a Daniel: “Yo temo a mi señor el rey, que les ha asignado la comida y la bebida; si él llega a ver el rostro de ustedes más demacrado que el de los jóvenes de su misma edad, ustedes harían peligrar mi cabeza delante del rey”. 11 Daniel dijo al guardia a quien el jefe de los eunucos había confiado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12 “Por favor, pon a prueba a tus servidores durante diez días; que nos den legumbres para comer y agua para beber; 13 compara luego nuestros rostros con el de los jóvenes que comen los manjares del rey, y actúa con tus servidores conforme a lo que veas”. 14 Él aceptó la propuesta, y los puso a prueba durante diez días. 15 Al cabo de esos días, se vio que ellos tenían mejor semblante y estaban más rozagantes que todos los jóvenes que comían los manjares del rey. 16 Desde entonces, el guardia les retiró los manjares y el vino que debían tomar, y les dio legumbres.
17
Dios concedió a estos cuatro jóvenes ciencia e inteligencia en todo lo referente a la literatura y la sabiduría, y Daniel podía entender visiones y sueños de toda índole. 18 Al cabo de los días que el rey había fijado para que le fueran presentados los jóvenes, el jefe de los eunucos los llevó ante Nabucodonosor. 19 El rey conversó con ellos, y entre todos no se encontró ningún otro como Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Ellos permanecieron al servicio del rey, 20 y en todo lo que el rey les preguntó sobre cuestiones de sabiduría y discernimiento, los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos que había en todo su reino. 21 Así continuó Daniel hasta el primer año del rey Ciro.

El sueño de Nabucodonosor y su recurso a los magos

2 1 El segundo año del reinado de Nabucodonosor, este tuvo unos sueños, y su espíritu quedó tan perturbado que no pudo seguir durmiendo. 2 El rey mandó llamar a los magos, los adivinos, los hechiceros y los caldeos, para que le explicaran sus sueños. Ellos fueron a presentarse delante del rey, 3 y él les dijo: “He tenido un sueño, y mi espíritu está ansioso por conocer ese sueño”. 4 Los caldeos respondieron al rey: “¡Viva el rey eternamente! Di a tus servidores lo que has soñado, y nosotros expondremos la interpretación”. 5 Pero el rey tomó la palabra y dijo a los caldeos: “Mi decisión ya está tomada: si no me dan a conocer el sueño y su interpretación, ustedes serán cortados en pedazos y sus casas quedarán reducidas a un basural. 6 En cambio, si me exponen el sueño y su interpretación, recibirán de mí obsequios, regalos y grandes honores. Por lo tanto, expónganme el sueño y su interpretación”.
7
Ellos respondieron por segunda vez, diciendo: “Que el rey diga a sus servidores lo que ha soñado, y nosotros expondremos la interpretación”. 8 El rey replicó: “Yo sé ciertamente que ustedes están tratando de ganar tiempo, porque han visto que mi decisión está tomada. 9 Pero si no me dan a conocer el sueño, habrá para ustedes una sola sentencia. Ustedes se han confabulado para entretenerme con palabras engañosas y perversas, hasta que los tiempos cambien. Por eso, díganme el sueño, y así sabré que pueden exponerme su interpretación”. 10 Los caldeos respondieron delante del rey, diciendo: “No hay ningún hombre sobre la tierra que pueda exponer lo que pide el rey, ya que ningún rey, por grande y poderoso que sea, ha pedido jamás una cosa semejante a un mago, adivino o caldeo. 11 Lo que pide el rey es excesivo, y no hay nadie que pueda exponerlo ante el rey, fuera de los dioses, cuya morada no está con los mortales”. 12 El rey se enfureció terriblemente a causa de esto, y ordenó ejecutar a todos los sabios de Babilonia. 13 Se promulgó el decreto de hacer morir a los sabios, y también se buscó a Daniel y a sus compañeros para darles muerte.

La intervención de Daniel

14 Entonces Daniel se dirigió con cautela y discreción a Arioc, capitán de guardias del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. 15 Él tomó la palabra y dijo a Arioc, comandante del rey: “¿Por qué este decreto tan perentorio de parte del rey?”. Arioc informó del asunto a Daniel, 16 y este fue a pedir al rey que le concediera un plazo para exponerle la interpretación. 17 Daniel se fue a su casa e informó del asunto a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, 18 instándolos a implorar misericordia ante el Dios del cielo acerca de aquel misterio, a fin de que no los hicieran perecer, a ellos y a él, con el resto de los sabios de Babilonia. 19 Entonces el misterio fue revelado a Daniel en una visión nocturna, y él bendijo al Dios del cielo. 20 Daniel tomó la palabra y exclamó:
“Bendito sea el nombre de Dios,
desde siempre y para siempre,
porque a él pertenecen la sabiduría y la fuerza.
21
Él hace alternar los tiempos y las estaciones,
él depone y entroniza a los reyes,
da la sabiduría a los sabios
y el conocimiento a los que saben discernir.
22
Él revela las cosas profundas y ocultas,
conoce lo que está en las tinieblas
y la luz habita junto a él.
23
A ti, Dios de mis padres, yo te alabo y glorifico,
porque me has dado la sabiduría y la fuerza;
y ahora me has manifestado lo que te habíamos pedido,
porque nos has hecho conocer lo concerniente al rey”.
24
A causa de esto, Daniel se presentó a Arioc, a quien el rey había encargado ejecutar a los sabios de Babilonia, y le habló de esta manera: “No hagas morir a los sabios de Babilonia. Llévame ante la presencia del rey, y yo le expondré la interpretación”. 25 Arioc llevó rápidamente a Daniel ante la presencia del rey, y le dijo: “He hallado entre los deportados de Judá a un hombre que hará conocer al rey la interpretación”. 26 El rey tomó la palabra y dijo a Daniel, llamado Beltsasar: “¿Eres tú capaz de darme a conocer el sueño que tuve y su interpretación?”. 27 Daniel respondió ante el rey, diciendo: “El rey interroga sobre un misterio que no se lo puede aclarar ningún sabio, adivino, mago o astrólogo. 28 Sin embargo, hay en el cielo un Dios que revela los misterios, y que ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá en los días venideros. Tu sueño y las visiones de tu imaginación, cuando estabas en tu lecho, fueron estos:

La interpretación del sueño de Nabucodonosor

 29 A ti, rey, mientras estabas en tu lecho, te sobrevinieron pensamientos acerca de lo que va a suceder en adelante, y el que revela los misterios te ha hecho conocer lo que va a suceder. 30 En cuanto a mí, este misterio me ha sido revelado no porque yo tenga una sabiduría superior a la de todos los vivientes, sino para que se ponga de manifiesto al rey la interpretación, y así conozcas los pensamientos de tu corazón.
31
Tú, rey, estabas mirando, y viste una gran estatua. Esa estatua, enorme y de un brillo extraordinario, se alzaba delante de ti, y su aspecto era impresionante. 32 Su cabeza era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce; 33 sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro y parte de arcilla. 34 Tú estabas mirando, y de pronto se desprendió una piedra, sin que interviniera ninguna mano: ella golpeó la estatua sobre sus pies de hierro y de arcilla, y los pulverizó. 35 Entonces fueron pulverizados al mismo tiempo el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; fueron como la paja en la era durante el verano: el viento se los llevó y no quedó ningún rastro. En cuanto a la piedra que había golpeado la estatua, se convirtió en una gran montaña, y llenó toda la tierra.
36
Este fue el sueño; ahora diremos su interpretación en presencia del rey. 37 Tú, rey, eres el rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha conferido la realeza, el poder, la fuerza y la gloria; 38 él ha puesto en tus manos a los hombres, los animales del campo y las aves del cielo, cualquiera sea el lugar donde habitan, y te ha hecho dominar sobre todos ellos: por eso la cabeza de oro eres tú. 39 Después de ti surgirá otro reino inferior a ti, y luego aparecerá un tercer reino, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra. 40 Y un cuarto reino será duro como el hierro: así como el hierro tritura y pulveriza todo –como el hierro que destroza– él los triturará y destrozará a todos ellos. 41 También has visto los pies y los dedos, en parte de arcilla de alfarero y en parte del hierro, porque ese será un reino dividido: habrá en él algo de la solidez del hierro, conforme a lo que has visto del hierro mezclado con la masa de arcilla; 42 pero como los dedos de los pies son en parte de hierro y en parte de arcilla, una parte del reino será fuerte, y una parte frágil. 43 Tú has visto el hierro mezclado con la masa de arcilla, porque ellos se mezclarán entre sí por lazos matrimoniales, pero no llegarán a adherirse mutuamente, como el hierro no se mezcla con la arcilla. 44 Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido y cuya realeza no pasará a otro pueblo: él pulverizará y aniquilará a todos esos reinos, y él mismo subsistirá para siempre, 45 porque tú has visto, que una piedra se desprendía de la montaña, sin la intervención de ninguna mano, y ella pulverizó el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande hace conocer al rey lo que va a suceder en adelante. El sueño es cierto y su interpretación digna de fe”.

Profesión de fe de Nabucodonosor

46 Entonces el rey Nabucodonosor cayó con el rostro en tierra, se postró delante de Daniel y ordenó que le ofrecieran oblaciones y perfumes de aroma agradable. 47 El rey se dirigió a Daniel y le dijo: “Realmente, el Dios de ustedes es el Dios de los dioses, el Señor de los reyes, y el que revela los misterios, porque tú has podido revelarme este misterio”. 48 Luego el rey confirió a Daniel un alto rango y le otorgó numerosos y magníficos regalos. Le dio autoridad sobre toda la provincia de Babilonia y lo hizo jefe de todos los sabios de Babilonia. 49 Daniel rogó al rey que pusiera al frente de la administración de la provincia de Babilonia a Sadrac, Mesac y Abed Negó, y él permaneció en la corte del rey.

La adoración de la estatua de oro

3 1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, de treinta metros de alto y tres de ancho, y la erigió en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia. 2 Luego mandó reunir a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas, magistrados y a todos los jefes de provincia, para que asistieran a la dedicación de la estatua que había erigido el rey Nabucodonosor. 3 Entonces se reunieron los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas, magistrados y todos los jefes de provincia, para la dedicación de la estatua que había erigido el rey Nabucodonosor. Y se pusieron de pie ante la estatua erigida por el rey.
4
El heraldo proclamó con fuerza: “A todos ustedes, pueblos, naciones y lenguas, se les ordena lo siguiente: 5 Apenas escuchen el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, ustedes deberán postrarse y adorar la estatua de oro que ha erigido el rey Nabucodonosor. 6 El que no se postre para adorarla será arrojado inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente”. 7 Por tal motivo, apenas todos los pueblos oyeron el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron para adorar la estatua de oro que había erigido el rey Nabucodonosor.
8
En ese mismo momento, se acercaron unos caldeos y acusaron a los judíos. 9 Tomando la palabra, dijeron al rey Nabucodonosor: “¡Viva el rey eternamente! 10 Tú, rey, has ordenado que todo el que oiga el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, tiene que postrarse y adorar la estatua de oro; 11 y que todo el que no se postre para adorarla, debe ser arrojado dentro de un horno de fuego ardiente. 12 Pero hay unos judíos, Sadrac, Mesac y Abed Negó, a quienes tú has encomendado la administración de la provincia de Babilonia: esos hombres no te han hecho caso, rey; ellos no sirven a tus dioses ni adoran la estatua de oro que tú has erigido”.

Los tres jóvenes arrojados al horno

13 Entonces Nabucodonosor, lleno de indignación y de furor, mandó traer a Sadrac, Mesac y Abed Negó. Cuando esos hombres fueron traídos ante la presencia del rey, 14 Nabucodonosor tomó la palabra y les dijo: “¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed Negó, que ustedes no sirven a mis dioses y no adoran la estatua de oro que yo erigí? 15 ¿Están dispuestos ahora, apenas oigan el sonido de la trompeta, el pífano, la cítara, la sambuca, el laúd, la cornamusa y de toda clase de instrumentos, a postrarse y adorar la estatua que yo hice? Porque si ustedes no la adoran, serán arrojados inmediatamente dentro de un horno de fuego ardiente. ¿Y qué dios podrá salvarlos de mi mano?”.
16
Sadrac, Mesac y Abed Negó respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: “No tenemos necesidad de darte una respuesta acerca de este asunto. 17 Nuestro Dios, a quien servimos, puede salvarnos del horno de fuego ardiente y nos librará de tus manos. 18 Y aunque no lo haga, ten por sabido, rey, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que tú has erigido”.
19
Nabucodonosor se llenó de furor y la expresión de su rostro se alteró frente a Sadrac, Mesac y Abed Negó. El rey tomó la palabra y ordenó activar el horno siete veces más de lo habitual. 20 Luego ordenó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrac, Mesac y Abed Negó, para arrojarlos en el horno de fuego ardiente.
21
Entonces estos tres, con sus mantos, sus calzados, sus gorros y toda su ropa, fueron atados y arrojados dentro del horno de fuego ardiente. 22 Como la orden del rey era perentoria y el horno estaba muy encendido, la llamarada mató a los hombres que habían llevado a Sadrac, Mesac y Abed Negó. 23 En cuanto a estos tres, Sadrac, Mesac y Abed Negó, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiente.

Reconocimiento de la intervenciónde Dios en favor de los jóvenes

24 El rey Nabucodonosor quedó estupefacto y se levantó rápidamente. Y tomando la palabra, dijo a sus cortesanos: “¿No eran tres los hombres que fueron atados y arrojados dentro del fuego?”. Ellos le respondieron, diciendo: “Así es, rey”. 25 Él replicó: “Sin embargo, yo veo cuatro hombres que caminan libremente por el fuego sin sufrir ningún daño, y el aspecto del cuarto se asemeja a un hijo de los dioses”. 26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente y, tomando la palabra, dijo: “Sadrac, Mesac y Abed Negó, servidores del Dios Altísimo, salgan y vengan”. Y Sadrac, Mesac y Abed Negó salieron de en medio del fuego.
27
Una vez reunidos los prefectos, los gobernadores y los cortesanos del rey, comprobaron que el fuego no había tenido poder sobre el cuerpo de aquellos hombres, que sus cabellos no se habían quemado, que sus mantos estaban intactos y que ni siquiera el olor del fuego se había adherido a ellos. 28 Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: “Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed Negó, porque ha enviado a su Ángel y ha salvado a sus servidores, que confiaron en él y, quebrantando la orden del rey, entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a cualquier otro dios que no fuera su Dios. 29 Por eso, yo doy este decreto: ‘Todo pueblo, nación o lengua que hable irreverentemente contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed Negó, será cortado en pedazos y su casa quedará reducida a un basural,porque no hay otro dios que pueda librar de esa manera’”. 30 Entonces Nabucodonosor hizo prosperar a Sadrac, Mesac y Abed Negó en la provincia de Babilonia.

Otro sueño de Nabucodonosor:el árbol gigantesco

31 “El rey Nabucodonosor, a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan sobre toda la tierra: ¡Tengan ustedes paz en abundancia! 32 Me ha parecido bien publicar los signos y prodigios que ha realizado en mi favor el Dios Altísimo:
33
¡Qué grandes son sus signos!
¡Qué poderosos sus prodigios!
¡Su reino es un reino eterno
y su dominio dura de generación en generación!

4 1 Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa y floreciente en mi palacio, 2 cuando tuve un sueño que me horrorizó: las obsesiones que me asaltaron en mi lecho y las visiones de mi imaginación me llenaron de espanto. 3 Entonces ordené que hicieran comparecer en mi presencia a todos los sabios de Babilonia, para que me dieran a conocer la interpretación del sueño. 4 Se presentaron los magos, los adivinos, los caldeos y los astrólogos, y yo conté el sueño delante de ellos, pero ellos no me hicieron conocer la interpretación.
5
Finalmente, se presentó ante mí Daniel –llamado Beltsasar, según el nombre de mi dios– en quien reside el espíritu de los dioses santos, y yo conté el sueño delante de él: 6 “Beltsasar, jefe de los magos, yo sé que en ti reside el espíritu de los dioses santos y que ningún misterio te desconcierta: escucha las visiones del sueño que he tenido y dime su interpretación. 7 Yo contemplaba en mi lecho las visiones de mi imaginación:
Vi un árbol gigantesco
en el centro de la tierra.
8
El árbol creció y se volvió corpulento;
su altura llegaba hasta el cielo
y se lo veía desde los extremos de toda la tierra.
9
Su follaje era hermoso y su fruto abundante:
había en él comida para todos.
Debajo de él se guarecían los animales de los campos,
y en sus ramas anidaban los pájaros del cielo;
de él se alimentaban todos los vivientes.
10
Yo contemplaba recostado en mi lecho las visiones de mi imaginación, y vi que un Guardián, un Santo, descendía del cielo. 11 Él gritaba con fuerza y decía:
‘Derriben el árbol y corten sus ramas,
arranquen sus hojas y dispersen sus frutos;
que huyan los animales de debajo de él
y los pájaros, de sus ramas.
12
Pero dejen en la tierra el tronco con sus raíces,
sujeto con cadenas de hierro y bronce,
entre la hierba de los campos.
Que sea empapado por el rocío del cielo
y comparta con los animales la hierba de la tierra;
13
que sea cambiado su corazón de hombre
y adquiera instintos de animal,
y que siete tiempos pasen sobre él.
14
Por un decreto de los Guardianesse pronuncia esta sentencia,
y por una orden de los Santos, esta decisión,
para que los vivientes reconozcan
que el Altísimo domina sobre la realeza de los hombres,
que él la da a quien quiere
y eleva al más humilde de los hombres’.
15
Este es el sueño que tuve, yo, el rey Nabucodonosor; y tú, Beltsasar, dame su interpretación, porque ninguno de los sabios de mi reino ha podido hacérmela conocer. Tú sí que eres capaz de hacerlo, porque en ti reside el espíritu de los dioses santos”.

La interpretación del sueño

16 Daniel, llamado Beltsasar, quedó aturdido por un instante y sus pensamientos lo llenaron de espanto. Pero el rey tomó la palabra y dijo: “Beltsasar, que no te espanten el sueño y su interpretación”. Beltsasar respondió, diciendo: “Señor mío, ¡que este sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para tus adversarios! 17 El árbol que tú viste, que creció y se volvió corpulento, cuya altura llegaba hasta el cielo y se lo veía desde toda la tierra, 18 que tenía un hermoso follaje y fruto abundante, en el que había alimentos para todos, bajo el cual habitaban los animales de los campos y en cuyas ramas anidaban los pájaros del cielo, 19 ese árbol eres tú, rey. Porque tú has crecido y te has hecho poderoso; ha crecido tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio se extiende hasta los extremos de la tierra. 20 El rey ha visto además a un Guardián, un Santo, que descendía del cielo y decía: “Derriben el árbol y destrúyanlo. Pero dejen en la tierra el tronco con sus raíces, sujeto con cadenas de hierro y bronce, entre la hierba de los campos. Que sea empapado por el rocío del cielo y que tenga su parte con los animales de los campos, hasta que pasen sobre él siete tiempos”. 21 Esta es la interpretación, rey, y es el decreto del Altísimo que alcanza a mi señor el rey. 22 Tú serás arrojado de entre los hombres, y convivirás con los animales de los campos; te alimentarás de hierba como los bueyes y serás empapado por el rocío del cielo; siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre la realeza de los hombres y que él la da a quien quiere. 23 Y si se ha ordenado dejar el tronco con las raíces del árbol, es porque conservarás tu realeza, apenas hayas reconocido que es el Cielo el que domina. 24 Por eso, rey, acepta mi consejo: redime tus pecados con la justicia y tus faltas con la misericordia hacia los pobres; tal vez así tu prosperidad será duradera”.

El cumplimiento del sueño:la locura de Nabucodonosor

25 Todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor. 26 Al cabo de doce meses, mientras se paseaba por la terraza del palacio real de Babilonia, 27 el rey tomó la palabra y dijo: “¿No es esta la gran Babilonia, que yo edifiqué como residencia real gracias a mi poderío y para gloria de mi majestad?”. 28 La palabra estaba todavía en la boca del rey, cuando cayó del cielo una voz: “A ti, rey Nabucodonosor, se dirige esta palabra: La realeza te será retirada. 29 Te arrojarán de entre los hombres y convivirás con los animales de los campos; te alimentarás de hierba como los bueyes, y pasarán sobre ti siete tiempos, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre la realeza de los hombres y él la da a quien quiere”. 30 En ese mismo instante, la palabra se cumplió en Nabucodonosor: él fue arrojado de entre los hombres; empezó a comer hierba como los bueyes y su cuerpo fue empapado por el rocío, hasta que sus cabellos crecieron como plumas de águila y sus uñas, como las de los pájaros.

La curación de Nabucodonosor

31 Al cabo de los días fijados, yo, Nabucodonosor, levanté mis ojos hacia el cielo, y recobré la razón. Entonces bendije al Altísimo, glorifiqué y celebré al que vive eternamente,
cuyo dominio es un dominio eterno
y cuyo reino dura de generación en generación.
32
Todos los habitantes de la tierra no cuentan para nada ante él;
él hace lo que le agrada con el Ejército de los cielos
y con los habitantes de la tierra,
y no hay nadie que pueda tomarle la mano
y decirle: “¿Qué haces?”.
33
En ese momento, recobré la razón; y para gloria de mi realeza, también recuperé la majestad y el esplendor. Mis familiares y mis dignatarios acudieron a mí; yo fui restablecido en mi reino y mi grandeza se acrecentó extraordinariamente. 34 Ahora yo, Nabucodonosor, glorifico, exalto y celebro al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdad y sus caminos son justicia. Y él tiene poder para humillar a los que caminan con arrogancia.

El banquete de Baltasar

5 1 El rey Baltasar ofreció un gran banquete a mil de sus dignatarios, y bebió vino en la presencia de esos mil. 2 Estimulado por el vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había sacado del Templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas. 3 Entonces trajeron los vasos de oro que habían sido sacados del Templo, de la Casa de Dios en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas. 4 Mientras bebían vino, glorificaban a los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra.

La inscripción misteriosa

5 De pronto, aparecieron unos dedos de mano humana, que escribían sobre el estuco del muro del palacio real, frente al candelabro, y el rey veía el extremo de esa mano que escribía.
6
Entonces el rey cambió de color y sus pensamientos lo llenaron de espanto; se le aflojaron todos los miembros y se entrechocaban sus rodillas. 7 El rey gritó con fuerza que hicieran venir a los adivinos, a los caldeos y los astrólogos. Y tomando la palabra, dijo a los sabios de Babilonia: “Cualquiera que lea la inscripción y me la interprete, se vestirá de púrpura, llevará un collar de oro en su cuello, y ocupará el tercer puesto en el reino”. 8 Pero cuando entraron todos los sabios del rey, no fueron capaces de leer la inscripción ni de hacer conocer al rey su interpretación. 9 El rey Baltasar sintió un gran temor, cambió de color, y sus dignatarios quedaron consternados.

La intervención de Daniel

10 La reina, enterada de las palabras del rey y de sus dignatarios, entró en la sala del banquete y, tomando la palabra, dijo: “¡Viva el rey eternamente! Que tus pensamientos no te llenen de espanto y no cambies de color. 11 En tu reino hay un hombre que posee el espíritu de los dioses santos; mientras vivía tu padre, se encontró en él una clarividencia, una perspicacia y una sabiduría igual a la sabiduría de los dioses; y el rey Nabucodonosor, tu padre, lo constituyó jefe de los magos, los adivinos, los caldeos y los astrólogos. 12 Ahora bien, ya que en este Daniel, a quien el rey dio el nombre de Beltsasar, se ha encontrado un espíritu superior, así como también ciencia, inteligencia, y el arte de interpretar sueños, resolver enigmas y solucionar problemas, que se llame a Daniel y él expondrá la interpretación”.
13
Daniel fue introducido en la presencia del rey, y este, tomando la palabra, le dijo: “¿Así que tú eres Daniel, uno de los deportados judíos que el rey, mi padre, hizo venir de Judá? 14 Yo he oído decir que en ti reside el espíritu de los dioses, y que se han hallado en ti clarividencia, perspicacia y una sabiduría superior. 15 Acaban de ser traídos a mi presencia los sabios y los adivinos, para que lean esta inscripción y me la interpreten, pero ellos no han sido capaces de interpretar la cosa. 16 Yo he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver problemas. Si tú ahora puedes leer la inscripción y me haces conocer su interpretación, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro en tu cuello y ocuparás el tercer puesto en el reino”.

Lectura e interpretación de la inscripción

17 Daniel tomó la palabra y dijo en presencia del rey: “Puedes guardar para ti tus dones y dar a otros tus regalos; de todas maneras, yo leeré al rey la inscripción y le haré conocer su interpretación. 18 Escucha, rey: El Dios Altísimo dio a tu padre Nabucodonosor la realeza, y también magnificencia, gloria y majestad. 19 Y a causa de la magnificencia que le concedió, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban de temor delante de él: él mataba y hacía vivir a quien quería, exaltaba y humillaba a quien quería. 20 Pero cuando se ensoberbeció su corazón y su espíritu se obstinó hasta la arrogancia, fue depuesto de su trono real y le fue retirada la gloria. 21 Él fue expulsado de entre los hombres y adquirió instintos de bestia; convivió con los asnos salvajes, se alimentó de hierba como los bueyes y su cuerpo fue empapado por el rocío, hasta que supo que el Dios Altísimo domina sobre la realeza de los hombres y entroniza a quien él quiere.
22
Pero tú, su hijo Baltasar, no has querido humillarte, aunque sabías todo esto. 23 Te has exaltado contra el Señor del cielo: han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y han bebido vino en ellos, tú y tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas; has glorificado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que no ven, ni oyen, ni entienden, pero no has celebrado al Dios que tiene en su mano tu aliento y a quien pertenecen todos tus caminos. 24 Por eso ha sido enviada esta mano de parte de él, y ha sido trazada esta inscripción. 25 Esta es la inscripción que ha sido trazada: Mené, Tequel, Parsín. 26 Y esta es la interpretación de las palabras: Mené: Dios ha contado los días de tu reinado y les ha puesto fin; 27 Tequel: tú has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso; 28 Parsín: tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y a los persas”.
29
Entonces Baltasar mandó revestir de púrpura a Daniel e hizo poner en su cuello el collar de oro y proclamar que ocuparía el tercer puesto en el reino.
30
Esa misma noche, mataron a Baltasar, rey de los caldeos.

6 1 Y Darío, el medo, lo sucedió en el trono a los sesenta y dos años de edad.

Daniel en el foso de los leones

2 Darío consideró oportuno poner al frente del reino a ciento veinte sátrapas, distribuidos por todo el reino, 3 y establecer sobre ellos a tres ministros –entre los cuales estaba Daniel– a quienes esos sátrapas debían rendir cuenta, a fin de que no se atentara contra los intereses del rey. 4 Ahora bien, este Daniel sobresalía entre los ministros y sátrapas, porque había en él un espíritu superior, y el rey pensaba ponerlo al frente de todo el reino. 5 Por eso los ministros y los sátrapas trataron de encontrar un pretexto para acusar a Daniel en lo referente a los asuntos del reino. Pero no pudieron encontrar ningún pretexto ni falta, porque él era fiel y no se le descubrió ninguna negligencia ni falta.
6
Esos hombres dijeron: “No encontraremos ningún motivo de acusación contra Daniel, sino es en la Ley de su Dios”. 7 Los ministros y los sátrapas acudieron precipitadamente al rey y le hablaron así: “¡Viva eternamente el rey Darío! 8 Todos los ministros del reino, los prefectos y los sátrapas, los familiares y los gobernadores, se han puesto de acuerdo para que el rey promulgue un edicto y ponga en vigencia una prohibición, a saber: Todo el que dentro de los próximos treinta días dirija una plegaria a cualquier dios u hombre que no seas tú, rey, será arrojado en el foso de los leones. 9 Por lo tanto, rey, promulga la prohibición y consígnala por escrito, para que no sea modificada, conforme a la ley de los medos y de los persas, que es irrevocable”. 10 A causa de esto, el rey Darío puso por escrito la prohibición.
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Cuando Daniel supo que el documento había sido firmado, entró en su casa. Esta tenía en el piso superior unas ventanas que se abrían en dirección a Jerusalén, y tres veces por día, él se ponía de rodillas, invocando y alabando a su Dios, como lo había hecho antes. 12 Aquellos hombres acudieron precipitadamente y encontraron a Daniel orando y suplicando a su Dios. 13 Entonces se presentaron ante el rey y, refiriéndose a la prohibición real, le dijeron: “¿Acaso no has escrito una prohibición según la cual todo el que dirija una oración dentro de los próximos treinta días, a cualquier dios u hombre que no seas tú, rey, debe ser arrojado al foso de los leones?”. El rey tomó la palabra y dijo: “Así es, en efecto, según la ley de los medos y de los persas, que es irrevocable”.
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Entonces ellos tomaron la palabra y dijeron en presencia del rey: “Daniel, uno de los deportados de Judá, no te ha hecho caso, rey, ni a ti ni a la prohibición que tú has escrito, y tres veces al día hace su oración”. 15 Al oír esto, el rey se apenó profundamente y puso todo su empeño por salvar a Daniel: hasta el atardecer se esforzó por librarlo. 16 Pero esos hombres acudieron precipitadamente al rey y le dijeron: “Tienes que saber, rey, que según la ley de los medos y de los persas, ninguna prohibición o edicto promulgado por el rey puede ser modificado”.
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Entonces el rey mandó traer a Daniel y arrojarlo al foso de los leones. El rey tomó la palabra y dijo a Daniel: “Tu Dios, al que sirves con tanta constancia, te salvará”. 18 Luego trajeron una piedra y la pusieron sobre la abertura del foso; el rey la selló con su anillo y con el anillo de sus dignatarios, para que no se cambiara nada en lo concerniente a Daniel.

La liberación de Daniel

19 El rey se retiró a su palacio; ayunó toda la noche, no hizo venir a sus concubinas y se le fue el sueño. 20 Al amanecer, apenas despuntado el día, el rey se levantó y fue rápidamente al foso de los leones. 21 Cuando se acercó a él, llamó a Daniel con voz angustiosa. El rey tomó la palabra y dijo a Daniel: “Daniel, servidor del Dios viviente, ¿ha podido tu Dios, al que sirves con tanta constancia, salvarte de los leones?”. 22 Daniel dijo al rey: “¡Viva el rey eternamente! 23 Mi Dios ha enviado a su Ángel y ha cerrado las fauces de los leones, y ellos no me han hecho ningún mal, porque yo he sido hallado inocente en su presencia; tampoco ante ti, rey, había cometido ningún mal”. 24 El rey sintió una gran alegría a causa de Daniel, y ordenó que lo sacaran del foso. Daniel fue sacado del foso, y no se le encontró ni un rasguño, porque había confiado en su Dios. 25 Luego el rey mandó traer a los hombres que habían acusado a Daniel y los hizo arrojar al foso de los leones, con sus hijos y sus mujeres. Y no habían llegado aún al fondo del foso, cuando ya los leones se apoderaron de ellos y les trituraron todos los huesos.

Profesión de fe del rey

26 Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan sobre la tierra: “¡Tengan ustedes paz en abundancia! 27 Yo ordeno que en todo el dominio de mi reino se tiemble y se sienta temor ante el Dios de Daniel,
porque él es el Dios viviente
y subsiste para siempre;
su reino no será destruido
y su dominio durará hasta el fin.
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Él salva y libera,
realiza signos y prodigios
en el cielo y sobre la tierra.
Él ha salvado a Daniel
del poder de los leones”.
29
Así este Daniel estuvo en auge bajo el reinado de Darío y bajo el reinado de Ciro el persa.


VISIONES APOCALÍPTICAS



La visión de los cuatro animales y del Hijo de hombre

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Daniele (BPD) 1