Geremia (BPD) 8

8 1 En aquel tiempo –oráculo del Señor– sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes de Judá, los huesos de sus príncipes, los huesos de los sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de los habitantes de Jerusalén. 2 Los expondrán ante el sol y la luna, y ante todo el Ejército de los cielos, a los que ellos amaron y sirvieron, a los que ellos siguieron y consultaron, y ante los cuales se postraron. Y no serán recogidos ni enterrados, sino que se convertirán en estiércol sobre la superficie del suelo. 3 La muerte será preferible a la vida para todos los sobrevivientes que hayan quedado de esa familia perversa, en todos los lugares adonde yo los expulsaré –oráculo del Señor de los ejércitos–.

El obstinado extravío de Israel

4 Tú les dirás: Así habla el Señor:
¿No se levanta el que cae?
¿Y no vuelve el que se desvía?
5
¿Por qué entonces ha defeccionadoeste pueblo
y Jerusalén es una apostasía sin fin?
Ellos se aferran a sus ilusiones,
se niegan a volver.
6
Yo escuché con la mayor atención:
ellos no hablan como es debido,
ni uno solo se arrepiente de su maldad,
diciendo: “¿Qué es lo que hice?”.
Todos vuelven a sus andanzas,
como un caballo que se lanza al combate.
7
Hasta la cigüeña, en el cielo,
conoce sus estaciones;
la tórtola, la golondrina y la grulla
tienen en cuenta el tiempo de sus migraciones.
¡Pero mi pueblo no conoce
el derecho del Señor!

Contra los escribas

8 ¿Cómo ustedes se atreven a decir:“Somos sabios
y la Ley del Señor está con nosotros”,
siendo así que la ha falsificado
la pluma engañosa de los escribas?
9
Los sabios se cubrirán de vergüenza,
quedarán espantados, atrapados.
Ellos han despreciado la palabra del Señor:
¿qué sabiduría es entonces la de ellos?

Contra los sacerdotes y los profetas

10 Por eso, yo entregarésus mujeres a otros,
y sus campos a usurpadores.
Porque del más pequeño al más grande,
todos están ávidos de ganancias,
y desde el profeta hasta el sacerdote,
no hacen otra cosa que engañar.
11
Ellos curan a la ligera
el quebranto de la hija de mi pueblo,
diciendo: “¡Paz, paz!”,
pero no hay paz.
12
¿Se avergüenzan de la abominación que cometieron?
¡No, no sienten la menor vergüenza,
no saben los que es sonrojarse!
Por eso, ellos caerán con los que caen,
sucumbirán cuando tenganque dar cuenta,
dice el Señor.
13
Cuando quiero cosechar entre ellos–oráculo del Señor–
no hay uvas en la viña,
no hay higos en la higuera,
y el follaje está marchito.

Fuga precipitada ante el avance del enemigo

14 ¿Por qué nos quedamos quietos?
Reúnanse y entremos en las plazas fuertes
para perecer allí,
porque el Señor, nuestro Dios, nos hace perecer
y nos da de beber agua envenenada,
porque hemos pecado contra el Señor.
15
Se esperaba la paz,¡y no hay nada bueno...!
el tiempo de la curación,¡y sobrevino el espanto!
16
Desde Dan se escucha
el resuello de sus caballos;
por el ruido de los relinchos de sus corceles
tiembla toda la tierra.
Ellos llegan y devoran
el país y todo lo que hay en él,
la ciudad y a los que habitan en ella.
17
Porque yo envío contra ustedes
serpientes venenosas,
contra las que no hay encantamientos:
ellas los morderán –oráculo del Señor–
18
y no habrá remedio.

Lamentación del profeta por la ruina de su pueblo

Me invade la aflicción,
mi corazón está dolorido.
19 El grito de alarma de la hija de mi pueblo
se eleva a lo largo de todo el país:
“¿No está el Señor en Sión,
no está en ella su Rey?”.
¿Por qué me han indignado con sus ídolos,
con las Vanidades del extranjero?
20
“Pasó la cosecha, terminó el verano,
¡y nosotros no hemos sido salvados!”.
21
Estoy abrumado por el desastrede la hija de mi pueblo,
estoy ensombrecido, la consternación se apoderó de mí.
22
¿No hay más bálsamo en Galaad?
¿No hay allí ningún médico?
¿Por qué entonces no cicatriza
la llaga de la hija de mi pueblo?
23
¡Ojalá mi cabeza se convirtiera en llanto
y mis ojos en fuente de lágrimas,
para llorar de día y de noche
por las víctimas de la hija de mi pueblo!

La corrupción moral de Judá

9 1 ¡Ah, si tuviera en el desiertoun albergue de caminantes!
Yo abandonaría a mi pueblo
y me iría lejos de ellos.
Porque todos son adúlteros,
una banda de traidores.
2
Tienden su lengua como un arco:
la mentira, y no la verdad,
es lo que reina en el país,
porque ellos van de mal en peor
y no me conocen –oráculo del Señor–.
3
Que cada uno se cuide de su amigo
y nadie se fíe de su hermano,
porque el hermano suplanta al hermano
y el amigo no hace más que calumniar.
4
Cada uno se burla de su amigo,
ellos no dicen la verdad;
han habituado sus lenguas a mentir,
están pervertidos, son incapaces de convertirse.
5
¡Violencia y más violencia!¡Engaño y más engaño!
Ellos se niegan a conocerme–oráculo del Señor–.
6
Por eso, así habla el Señor de los ejércitos:
Yo voy a depurarlos y a probarlos,
porque ¿qué puedo hacer ante su maldad?
7
Su lengua es una flecha mortífera,
las palabras de su bocano son más que engaño;
se habla de paz al amigo
y por dentro se le tiende una celada.
8
¿No los voy a castigar por esto?
–oráculo del Señor–.
De una nación semejante,
¿no me voy a vengar?

La razón del castigo inminente

9 Yo haré resonar en las montañasllantos y gemidos,
y en las praderas del desierto,un canto fúnebre.
Porque están abrasadas,nadie transita por ellas,
y no se escucha el rumor de los rebaños;
desde los pájaros del cielo hasta el ganado
todos huyeron, se han ido.
10
Yo haré de Jerusalénun montón de escombros,
una guarida de chacales,
reduciré las ciudades de Judáa una desolación,
sin ningún habitante.
11
¿Quién es el hombre bastante sabio
para comprender todo esto?
¿A quien le habló la boca del Señor
para que lo anuncie?
¿Por qué ha perecido el país,
ha sido abrasado como el desierto
por donde nadie transita?
12
Dice el Señor: Ellos abandonaron mi Ley, la que yo había puesto delante de ellos; no escucharon mi voz ni procedieron conforme a ella, 13 sino que siguieron los impulsos de su corazón obstinado, y a los Baales, que sus padres les enseñaron a conocer. 14 Por eso, así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo les haré comer ajenjo y les daré de beber agua envenenada. 15 Los dispersaré entre las naciones, que ni ellos ni sus padres conocían, y enviaré la espada detrás de ellos, hasta exterminarlos por completo.

La mortandad general

16 Así habla el Señor de los ejércitos:
¡Atención! ¡Llamen a las plañideras,y que vengan!
¡Manden a buscar a las más expertas,y que vengan!
17
¡Que se apuren a lanzar gemidos
   por nosotros!
¡Que nuestros ojosse deshagan en lágrimas
y brote el llanto de nuestras pupilas!
18
Porque se oye desde Siónel rumor de los gemidos:
“¡Cómo hemos sido devastados,
cubiertos de vergüenza!
Tenemos que abandonar el país,
porque han derribado nuestros hogares”.
19
¡Sí, escuchen, mujeres,la palabra del Señor,
que reciban sus oídosla palabra de su boca!
Enseñen a sus hijas este gemido
y unas a otras, este canto fúnebre:
20
“La Muerte ha trepadopor nuestras ventanas,
ha entrado en nuestros palacios,
arrancando de las calles a los niños,
y a los jóvenes de las plazas.
21
Los cadáveres de los hombres yacen
como estiércol sobre la superficie de los campos,
como una gavilla detrás del segador,
y nadie los recoge”.

La verdadera sabiduría

22 Así habla el Señor:
Que el sabio no se gloríe de su sabiduría,
que el fuerte no se gloríe de su fuerza
ni el rico se gloríe de su riqueza.
23
El que se gloría, que se gloríe de esto:
de tener inteligencia y conocerme.
Porque yo soy el Señor,el que practica la fidelidad,
el derecho y la justicia sobre la tierra.
Sí, es eso lo que me agrada,
–oráculo del Señor–.

La falsa circuncisión

24 Llegarán los días –oráculo del Señor– en que yo castigaré a todo circunciso que es un incircunciso: 25 a Egipto, a Judá, a Edóm, a los amonitas, a Moab y a todos los “Sienes rapadas” que habitan en el desierto. Porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.

Los ídolos y el Dios viviente

10 1 ¡Escuchen, casa de Israel, la palabra que les dirige el Señor! 2 Así habla el Señor:
No imiten las costumbres de los paganos
ni se atemoricen por los signos del cielo,
porque son los paganos
los que temen esas cosas.
3
Sí, el Terror de los pueblos no vale nada:
es una madera que se corta en el bosque,
una obra cinceladapor la mano del orfebre;
4
se la embellece con plata y oro,
se la asegura con clavos y martillos,
para que no se tambalee.
5
Ellos son como un espantapájaros,
en un campo de pepinos;
no pueden hablar,
hay que transportarlos,porque no dan ni un paso.
¡No les tengan miedo,no hacen ningún mal,
ni tampoco son capaces de hacer el bien!
6
No hay nadie como tú, Señor:
tú eres grande
y es grande la fuerza de tu Nombre.
7
¿Quién no sentirá temor de ti,
Rey de las naciones?
Sí, eso es lo que te corresponde,
porque entre todos los sabiosde las naciones
y en todos sus reinos,
no hay nadie como tú.
8
Todos ellos, por igual,
son estúpidos y necios:
vana es su enseñanza,
no son más que madera,
9
plata laminada traída de Tarsis
y oro de Ufaz,
obra de un orfebre,de las manos de un fundidor,
con vestiduras de púrpura y carmesí:
¡obra de artesanos es todo eso!
10
Pero el Señor es el Dios verdadero,
él es un Dios viviente y un Rey eterno.
Cuando él se irrita, la tierra tiembla
y las naciones no pueden soportar su enojo.
11
Esto es lo que ustedes dirán de ellos: “Los dioses que no hicieron ni el cielo ni la tierra, desaparecerán de la tierra y de debajo del cielo”.
12
Con su poder él hizo la tierra,
con su sabiduría afianzó el mundo,
y con su inteligencia extendió el cielo.
13
Cuando él truena,retumban las aguas en el cielo,
hace subir las nubes desde el horizonte,
desata la lluvia con los relámpagos,
hace salir el viento de sus depósitos.
14
El hombre queda aturdido,sin comprender,
el fundidor se avergüenza de su ídolo,
porque su estatua es una mentira,
y en nada de eso hay aliento de vida;
15
son pura vanidad, una obra ridícula,
perecerán cuando haya que dar cuenta.
16
Pero no es como ellos la Parte de Jacob,
porque él ha modelado todas las cosas;
Israel es la tribu de su herencia,
su nombre es: “Señor de los ejércitos”.

El dolor por el desastre inminente

17 ¡Recoge del suelo tu equipaje,
tú que estás bajo el asedio!
18
Porque así habla el Señor:
Esta vez lanzaré como una honda
a todos los habitantes del país;
estrecharé el cerco sobre ellos,
para que sean alcanzados.
19
¡Ay de mí, a causa de mi desastre!
¡Mi llaga es incurable!
Y eso que yo decía:
“Es mi sufrimiento, lo soportaré”.
20
Mi carpa ha sido devastada
y se han roto todas mis cuerdas.
Mis hijos me dejaron, ya no están más,
no hay nadie que despliegue mi carpa
y levante mis toldos.
21
Porque los pastoresse han vuelto necios
y no han buscado al Señor:
por eso no han obrado con acierto
y se ha dispersado todo su rebaño.
22
¡Oigan el rumor! ¡Ya llega!
Un gran estruendo viene del país del Norte
para hacer de las ciudades de Judá
una desolación, una guarida de chacales.

Oración del profeta

23 Yo sé, Señor,
que el hombre no es dueño de su camino,
ni está en poder del caminante
dirigir sus propios pasos.
24
Corrígeme, Señor, pero con equidad,
no según tu indignación,
para no rebajarme demasiado.
25
Derrama tu furor
sobre las naciones que no te conocen,
y sobre las familiasque no invocan tu Nombre.
Porque ellas han devorado a Jacob,
lo han devorado, lo han exterminado,
y han devastado su morada.

Exhortación al cumplimiento de la Alianza

11 1 Palabra que llegó a Jeremías de parte del Señor, en estos términos: 2 Habla a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén, 3 y diles: Así habla el Señor, Dios de Israel: Maldito sea el hombre que no escucha las palabras de esta Alianza, 4 que yo prescribí a los padres de ustedes, el día en que los hice salir del país de Egipto, de ese horno para fundir el hierro. Yo les dije: Escuchen mi voz y obren conforme a todo lo que les prescribo; entonces ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios. 5 Así mantendré el juramento que hice a sus padres, de darles una tierra que mana leche y miel, como sucede en el día de hoy. Yo respondí: “Amén, Señor”.
6
El Señor me dijo: Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: Escuchen las palabras de esta Alianza y pónganlas en práctica. 7 Porque yo dirigí una solemne advertencia a sus padres el día en que los hice salir del país de Egipto, y hasta el día de hoy les he advertido incansablemente, diciendo: “¡Escuchen mi voz!”. 8 Pero ellos no han escuchado ni han inclinado sus oídos, sino que han seguido los impulsos de su corazón obstinado y perverso. Por eso hice venir sobre ellos todas las palabras de esta Alianza, que yo les había ordenado practicar y ellos no han practicado.
9
El Señor me dijo: Se han conjurado los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén. 10 Han vuelto a las iniquidades de sus primeros padres, que rehusaron escuchar mis palabras; también ellos han ido detrás de otros dioses para servirlos. La casa de Israel y la casa de Judá han roto la Alianza que yo había hecho con sus padres. 11 Por eso, así habla el Señor: Yo haré venir sobre ellos una desgracia de la que no podrán librarse; gritarán hacia mí, pero yo no los escucharé. 12 Las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén irán a gritar a los dioses a los que quemaron incienso, pero ellos no podrán salvarlos en el tiempo de su desgracia.
13
Porque tan numerososcomo tus ciudades
son tus dioses, Judá.
Tan numerosos como las calles de Jerusalén
son los altares que ustedes han erigido a la Ignominia,
los altares para quemar incienso a Baal.
14
En cuanto a ti, no ruegues por este pueblo, no eleves gritos ni plegarias en favor de ellos, porque yo no escucharé, cuando clamen hacia mí a causa de su desgracia.

Reproche a los que frecuentan el Templo

15 ¿Qué viene a hacer mi amada en mi Casa?
Su conducta no es más que doblez.
¿Acaso los votos y la carne consagrada
alejarán de ti la desgracia?
Entonces sí podrías alegrarte.
16
“Olivo frondoso de hermosa figura”
es el nombre que te dio el Señor.
Pero en medio de un gran estruendo,
él prendió fuego a su follaje
y arden sus ramas.
17
El Señor de los ejércitos, que te había plantado, anuncia una desgracia contra ti, a causa del mal que la casa de Israel y la casa de Judá han cometido para agraviarme, quemando incienso en honor de Baal.

Conspiración contra Jeremías en Anatot

18 El Señor de los ejércitos me lo ha hecho saber y yo lo sé. Entonces tú me has hecho ver sus acciones. 19 Y yo era como un manso cordero, llevado al matadero, sin saber que ellos urdían contra mí sus maquinaciones: “¡Destruyamos el árbol mientras tiene savia, arranquémoslo de la tierra de los vivientes, y que nadie se acuerde más de su nombre!”.
20
Señor de los ejércitos,que juzgas con justicia,
que sondeas las entrañas y los corazones,
¡que yo vea tu venganza contra ellos,
porque a ti he confiado mi causa!
21
Por eso, así habla el Señor contra los hombres de Anatot, que intentan quitarte la vida, diciendo: “¡No profetices en nombre del Señor, si no quieres morir en nuestras manos!”. 22 Por eso, así habla el Señor de los ejércitos: Yo los voy a castigar: sus jóvenes morirán bajo la espada, sus hijos y sus hijas morirán de hambre. 23 No quedará ningún resto, porque haré venir una desgracia sobre la gente de Anatot, el año en que tengan que dar cuenta.

La prosperidad de los malvados

12 1 Tú eres demasiado justo, Señor, para que yo te recrimine;
sin embargo, quiero tratar contigo
una cuestión de justicia.
¿Por qué prospera el camino de los malvados
y están en paz todos los traidores?
2
Tú los plantas y ellos echan raíces,
crecen y producen fruto.
Tú estás cerca de sus labios
y lejos de sus sentimientos.
3
Pero tú me conoces, Señor, tú me ves,
has sondeado mi actitud hacia ti.
Arrástralos como ovejas al matadero,
resérvalos para el día de la masacre.
4
¿Hasta cuándo el país estará de duelo
y se secará toda la hierba del campo?
Por la maldad de los que habitan en él
perecen las bestias y los pájaros.
Porque ellos dicen:“¡Él no ve nuestros senderos!”.
5
Si ya te fatiga una carrera de a pie,
¿cómo competirás con los caballos?
Si en una tierra de pazno te sientes seguro,
¿qué harás en la espesura del Jordán?
6
Porque hasta tus hermanosy la casa de tu padre,
hasta ellos mismos te traicionan,
ellos mismos gritan a voz en cuellodetrás de ti.
No te fíes de ellos,
cuando te dirigen hermosas palabras.

La devastación de Judá

7 He abandonado mi casa,
he rechazado mi herencia,
he entregado lo que más quería
al poder de sus enemigos.
8
Mi herencia ha sido para mí
como un león en la selva;
ella lanzó rugidos contra mí,
por eso la detesto.
9
Mi herencia es un pájaro multicolor,
asediado por las aves de rapiña.
¡Vayan, reúnanse,todas las fieras del campo,
vengan a devorar!
10
Muchos pastores han arrasado mi viña,
han pisoteado mi parcela,
han hecho de mi parcela deliciosa
un desierto desolado;
11
la han convertido en una desolación,
está de duelo, desolada delante de mí;
todo el país está devastado,
sin que nadie se lo tome a pecho.
12
Por todos los montes del desierto
llegaron devastadores,
porque el Señor tiene una espada que devora
de un extremo al otro del país:
¡no hay paz para ningún ser viviente!
13
Sembraron trigo y cosecharon espinas,
se han agotado sin ningún provecho:
¡avergüéncense de sus cosechas,
por el ardor de la ira del Señor!

Juicio y salvación de los pueblos vecinos

14 Así habla el Señor: A todos mi malos vecinos que tocan la herencia que hice heredar a mi pueblo Israel, yo los voy a arrancar de su suelo, y a la casa de Judá la arrancaré de en medio de ellos. 15 Pero, después de haberlos arrancado, me compadeceré nuevamente de ellos y los haré volver, cada uno a su herencia y cada uno a su país. 16 Y si ellos aprenden los caminos de mi pueblo, jurando por mi Nombre, por la vida del Señor, como ellos enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, entonces serán edificados en medio de mi pueblo. 17 Pero si no escuchan, yo arrancaré a esa gente: la arrancaré y la haré desaparecer –oráculo del Señor–.

El simbolismo de la faja estropeada

13 1 Así me habló el Señor: “Ve a comprarte una faja de lino; te la ajustarás a la cintura, pero no la meterás en el agua”. 2 Yo compré la faja, conforme a la palabra del Señor, y me la ajusté a la cintura.
3
La palabra del Señor me llegó por segunda vez, en estos términos: 4 “Toma la faja que habías comprado y que llevas puesta a la cintura. Ve en seguida a Perat y escóndela allí en la hendidura de una roca”. 5 Yo fui a esconderla en Perat, como el Señor me lo había ordenado.
6
Al cabo de muchos días, el Señor me dijo: “Ve enseguida a Perat y recoge la faja que yo te mandé esconder allí”. 7 Yo fui a Perat, cavé y recogí la faja del lugar donde la había escondido: la faja estaba estropeada, no servía para nada.
8
Entonces la palabra del Señor me llegó en estos términos: 9 Así habla el Señor: De esa misma manera destruiré el orgullo de Judá y el gran orgullo de Jerusalén. 10 Este pueblo malvado, que se niega a escuchar mis palabras, que sigue los impulsos de su corazón obstinado, que va detrás de otros dioses para servirlos y postrarse delante de ellos, será como esta faja que ya no sirve para nada. 11 Porque así como la faja se adhiere a la cintura del hombre, así yo me había adherido a toda la casa de Israel y a toda la casa de Judá –oráculo del Señor– para que ellos fueran mi pueblo, mi renombre, mi honor y mi gloria. ¡Pero no han escuchado!

Los cántaros rotos

12 Tú les dirás esta palabra: Así habla el Señor, el Dios de Israel: “Todo cántaro debe llenarse de vino”. Y si ellos te dicen: “¿No sabemos acaso que todo cántaro debe llenarse de vino?”,13 tú les responderás: “Así habla el Señor: Yo voy a llenar de bebida embriagante a todos los habitantes de este país: a los reyes descendientes de David que se sientan en su trono, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén. 14 Los haré pedazos unos contra otros, a los padres y a los hijos juntamente –oráculo del Señor–: no me dejaré llevar de la piedad, ni de la clemencia, ni de la compasión, sino que los destruiré”.

Una última advertencia

15 ¡Escuchen y presten atención,
no sean altaneros,
porque ha hablado el Señor!
16
¡Den gloria al Señor, su Dios,
antes que él haga oscurecer,
antes que los pies de ustedes tropiecen
contra las montañas del crepúsculo!
Ustedes aguardan la luz,
y él la cambiará en tinieblas,
la convertirá en densa oscuridad.
17
Si ustedes no escuchan esto,
mi alma llorará en secreto,
por el orgullo de ustedes;
lloraré a lágrima viva,
mis ojos se disolverán en lágrimas,
porque el rebaño del Señorirá al cautiverio.

Contra el rey y la reina madre

18 Digan al rey y a la reina madre:
Siéntense en el suelo,
porque se les ha caído de la cabeza
la corona de gloria.
19
Las ciudades del Néguebestán bloqueadas
y nadie abre paso.
Todo Judá ha sido deportado,
deportado masivamente.

Amenaza contra Jerusalén

20 ¡Levanta los ojos, Jerusalén,
y mira a los que llegan del Norte!
¿Dónde está el rebañoque se te había confiado,
las ovejas que eran tu gloria?
21
¿Qué dirás cuando te impongancomo jefes
a esos mismos que tú habías acostumbrado
a ser tus amigos íntimos?
¿No serás acaso presa de los dolores
como una parturienta?
22
Tal vez te digas entonces:
“¿Por qué me pasa esto?”.
Por tu gran iniquidadte han levantado las faldas,
han sido violados tus talones.
23
¿Puede un Etíope cambiar de piel
o un leopardo de pelaje?
Así ustedes, ¿podrían hacer el bien,
habituados como están a hacer el mal?
24
Pero yo los dispersaré como paja
al viento del desierto.
25
Esta es tu suerte, la parte que yo he medido para ti
–oráculo del Señor–.
Porque tú me has olvidado
y has confiado en la mentira,
26
yo, a mi vez, te alzaré las faldashasta el rostro
para que se vea tu vergüenza.
27
¡Tus adulterios y tus relinchos,
tu infame prostitución!
Sobre las colinas, en los campos,
he visto tus Inmundicias.
¡Ay de ti, Jerusalén, que no te purificas!
¿Hasta cuándo seguirás así?

La gran sequía

14 1 Palabra del Señor que llegó a Jeremías con motivo de la gran sequía:
2
Judá está de duelo
y sus puertas desfallecen;
están lúgubres, aterradas,
y se eleva el clamor de Jerusalén.
3
Los nobles mandan a sus criados
en busca de agua;
ellos van a las cisternas,
pero no encuentran agua;
vuelven con los cántaros vacíos;
avergonzados y confundidos,
se agarran la cabeza.
4
Al ver el suelo agrietado,
porque no hay lluvia en el país,
los campesinos, avergonzados,
se agarran la cabeza.
5
Sí, hasta la cierva en el campo,
deja abandonadas sus crías,
por falta de pasto;
6
los asnos salvajes se paran en los montes desolados,
aspiran el aire como los chacales;
sus ojos se consumen,
porque no hay más hierba.

Súplica en favor del pueblo

7 ¡Si nuestra iniquidad atestigua contra nosotros,
obra, Señor, a causa de tu Nombre!
Porque son muchas nuestras apostasías,
hemos pecado contra ti.
8
Señor, esperanza de Israel,
su salvador en el tiempo de la angustia:
¿por qué te comportascomo un extranjero en el país,
como un viajero que sólo acampa para pernoctar?
9
¿Por qué procedes como un hombre aturdido,
como un guerrero impotente para salvar?
Pero tú, Señor, estás en medio de nosotros,
nosotros somos llamados con tu Nombre:
¡no nos abandones!

Respuesta negativa del Señor

10 Así habla el Señor acerca de este pueblo: ¡Cómo les gusta vagabundear! ¡No refrenan sus pasos! Pero el Señor no se complace en ellos: ahora se va a acordar de sus faltas y va a castigar sus pecados. 11 El Señor me dijo: No ruegues en favor de este pueblo, no pidas por su bien. 12 Aunque ayunen, no escucharé sus gritos; aunque ofrezcan holocaustos y oblaciones, no los aceptaré. Antes bien, los voy a exterminar por la espada, por el hambre y la peste.
13
Entonces dije: “¡Ah, Señor! Mira que los profetas les dicen: Ustedes no verán la espada ni pasarán hambre, porque yo les daré una paz duradera en este lugar”. 14 El Señor me respondió: Es falso eso que los profetas profetizan en mi Nombre; yo no los envié, no les di ninguna orden ni les hablé. Visiones engañosas, vana adivinación, fantasías de su imaginación: eso es lo que ellos profetizan para ustedes. 15 Por eso, acerca de los profetas que profetizan en mi Nombre sin que yo los haya enviado, y que andan diciendo: “No habrá espada ni hambre en este país”: Así habla el Señor: ¡Por la espada y el hambre serán aniquilados esos profetas! 16 Y aquellos a quienes ellos profetizan, serán arrojados por las calles de Jerusalén, a consecuencia del hambre y de la espada, sin que haya nadie para enterrarlos, ni a ellos, ni a sus mujeres, ni a sus hijos ni a sus hijas. Yo derramaré sobre ellos su propia maldad.

Lamentación y nueva súplica del profeta

17 Tú les dirás esta palabra:
Que mis ojos se deshagan en lágrimas,
día y noche, sin cesar,
porque la virgen hija de mi pueblo
ha sufrido un gran quebranto,
una llaga incurable.
18
Si salgo al campo abierto,
veo las víctimas de la espada;
si entro en la ciudad,
veo los sufrimientos del hambre.
Sí, hasta el profeta y el sacerdote
recorren el país y no logran comprender.
19
¿Has rechazado del todo a Judá?
¿Estás disgustado con Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se esperaba la paz,¡y no hay nada bueno...!
el tiempo de la curación,¡y sobrevino el espanto!
20
Reconocemos, Señor, nuestra maldad,
la iniquidad de nuestros padres,
porque hemos pecado contra ti.
21
A causa de tu Nombre, no desprecies,
no envilezcas el trono de tu Gloria:
¡acuérdate, no rompas tu Alianza con nosotros!
22
Entre los ídolos de las naciones,
¿hay alguien que haga llover?
¿Es el cielo el que envía los chaparrones?
¿No eres tú, Señor, nuestro Dios?
Nosotros esperamos en ti,
porque eres tú el que has hechotodo esto.



La irrevocable decisión divina

15 1 El Señor me dijo: Aunque Moisés y Samuel se presentaran delante de mí, yo no me conmovería de este pueblo. ¡Échalos fuera de mi presencia y que se vayan! 2 Y si ellos te dicen: “¿A dónde iremos?”, tú les responderás:
¡El destinado a la muerte, a la muerte,
el destinado a la espada, a la espada,
el destinado al hambre, al hambre,
el destinado al cautiverio, al cautiverio!
3
Yo mandaré contra ellos cuatro clases de castigos –oráculo del Señor–: la espada para matar, los perros para arrastrar, los pájaros del cielo y las fieras de la tierra para devorar y destruir. 4 Haré de ellos el espanto de todos los reinos de la tierra, a causa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, por todo lo que él hizo en Jerusalén.

Los desastres de la guerra

5 ¿Quién tendrá piedad de ti, Jerusalén,
y quién se condolerá por ti?
¿Quién se apartará de su camino
para averiguar cómo estás?
6
Fuiste tú la que me rechazaste–oráculo del Señor–,
la que te volviste atrás.
Entonces, yo extendí mi manoy te destruí,
cansado de tenerte compasión.
7
Yo los aventé con la horquilla
por las ciudades del país.
Dejé sin hijos a mi pueblo,lo hice perecer,
porque no se apartaban de sus caminos.
8
Hice a sus viudas más numerosas
que la arena de los mares;
hice venir en pleno mediodía un devastador
sobre las madres de los jóvenes guerreros;
hice caer de repente sobre ellas
la angustia y el pánico.
9
Desfallece la que dio a luz siete veces,
está a punto de expirar;
su sol se ha puesto en pleno día,
quedó avergonzada y confundida.
Al resto de ellos los entregaré a la espada
delante de sus enemigos–oráculo del Señor–.

Amarga queja de Jeremías

10 ¡Qué desgracia, madre mía,que me hayas dado a luz,
a mí, un hombre discutido y controvertido
por todo el país!
Yo no di ni recibí nada prestado,
pero todos me maldicen.
11
¡Que así sea, Señor,
si no te he servido bien,
si en el tiempo de la desgraciay de la angustia,
no intervine ante ti por mi enemigo!
15a ¡Tú lo sabes!
12
¿Se puede quebrar el hierro,
el hierro del Norte, y el bronce?
13
Tu riqueza y tus tesoros
los entregaré como botín,
gratuitamente, por todos tus pecados,
en todo tu territorio.
14
Haré que sirvas a tus enemigos
en un país que no conocías,
porque un fuego se encendió en mis narices
y arde contra ustedes.
15
Señor, acuérdate de mí,tómame en cuenta,
y véngame de mis perseguidores;
no dejes que me arrebaten,abusando de tu paciencia:
mira que soporto injurias por tu causa.
16
Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba,
tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón,
porque yo soy llamado con tu Nombre,
Señor, Dios de los ejércitos.
17
Yo no me senté a disfrutar
en la reunión de los que se divierten;
forzado por tu mano,me mantuve apartado,
porque tú me habías llenado de indignación.
18
¿Por qué es incesante mi dolor,
por qué mi llaga es incurable,se resiste a sanar?
¿Serás para mí como un arroyo engañoso,
de aguas inconstantes?

La respuesta del Señor

19 Por eso, así habla el Señor:
Si tú vuelves, yo te haré volver,
tú estarás de pie delante de mí;
si separas lo precioso de la escoria,
tú serás mi portavoz.
Ellos se volverán hacia ti,
pero tú no te volverás hacia ellos.
20
Yo te pondré frente a este pueblo
como una muralla de bronce inexpugnable.
Te combatirán, pero no podrán contra ti,
porque yo estoy contigo
para salvarte y librarte –oráculo del Señor–.
21
Yo te libraré de la mano de los malvados
y te rescataré del poder de los violentos.

Jeremías llamado a vivir una vida solitaria

16 1 La palabra del Señor me llegó en estos términos: 2 No tomes para ti una mujer ni tengas hijos e hijas en este lugar. 3 Porque así habla el Señor acerca de los hijos y de las hijas que han nacido en este lugar, de las madres que los dan a luz y de los padres que los engendran en este país: 4 Ellos morirán de una muerte horrible y no serán llorados ni sepultados: se convertirán en estiércol sobre la superficie del suelo; serán exterminados por la espada y el hambre, y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de los animales de la tierra.
5
Más aún, así habla el Señor: No entres en una casa donde hay un banquete fúnebre; no vayas a lamentarte ni te conduelas con ellos. Porque yo he retirado de este pueblo mi paz, la fidelidad y la compasión –oráculo del Señor–. 6 Grandes y pequeños morirán en este país; no serán enterrados ni llorados, y nadie se hará incisiones ni se rapará la cabeza por ellos. 7 No se partirá el pan para el que está de duelo, con el fin de consolarlo por el muerto, ni se le hará beber la copa del consuelo, por su padre o por su madre.
8
No entres en la casa donde hay un festejo, para sentarte a la mesa con ellos a comer y beber. 9 Porque así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: Yo haré desaparecer de este lugar, ante los ojos de ustedes y en sus propios días, el grito de alegría y el grito de júbilo, el canto del esposo y el canto de la esposa.
10
Cuando tú anuncies a este pueblo todas estas cosas, ellos te dirán: “¿Por qué el Señor nos amenaza con esta calamidad tan grande? ¿Cuál es nuestra iniquidad, cuál es el pecado que hemos cometido contra el Señor, nuestro Dios?”. 11 Entonces tú les responderás: Es porque los padres de ustedes me han abandonado –oráculo del Señor– y han ido detrás de otros dioses, los han servido y se han postrado delante de ellos; me han abandonado a mí y no han observado mi Ley. 12 En cuanto a ustedes, han obrado peor que sus padres: cada uno sigue los impulsos de su corazón obstinado y perverso, sin escucharme a mí. 13 Pero yo los arrojaré de esta tierra, a un país que ni ustedes ni sus padres han conocido, y allí servirán a otros dioses día y noche, porque no les tendré compasión.

El retorno de los dispersos de Israel

14 Por eso, llegarán los días –oráculo del Señor– en que no se dirá más: “Por la vida del Señor que hizo subir a los israelitas del país de Egipto”, 15 sino más bien: “Por la vida del Señor que hizo subir a los israelitas del país del Norte y de todos los países adonde los había expulsado”. Yo los haré volver a este suelo, que había dado a sus padres.

Otro anuncio de la invasión

16 Yo voy a enviar numerosos pescadores –oráculo del Señor– y ellos los pescarán; después de esto, enviaré numerosos cazadores que los cazarán por todas las montañas y colinas, y hasta en las hendiduras de las rocas. 17 Porque yo tengo los ojos fijos sobre todos sus caminos; ellos no se me ocultan, y su iniquidad no puede esconderse a mis ojos. 18 Yo les pagaré el doble por su iniquidad y su pecado, porque ellos han profanado mi país con los cadáveres de sus ídolos y han llenado mi herencia con sus abominaciones.

La conversión de las naciones

19 Señor, mi fuerza y mi fortaleza,
mi refugio en el día de la angustia,
hacia ti vendrán las naciones
desde los confines de la tierra, y dirán:
“Sólo mentira heredaron nuestros padres,
algo inútil, que no sirve para nada”.
20
¿Puede el hombre fabricarse dioses?
¡Pero ellos no son dioses!
21
Por eso, yo les haré conocer,
esta vez sí que les haré conocer
mi mano y mi poder,
y así sabrán que mi nombre es “Señor”.

El pecado de Judá y su castigo

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Geremia (BPD) 8