Salmi (BPD) 43

Súplica del desterrado

43 1 Júzgame, Señor,
y defiende mi causa
contra la gente sin piedad;
líbrame del hombre falso y perverso.
2
Si tú eres mi Dios y mi fortaleza,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué tendré que estar triste,
oprimido por mi enemigo?
3
Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,
hasta el lugar donde habitas.
4
Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,
Señor, Dios mío.
5
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.


LAMENTACIÓN DEL PUEBLO DESPUÉS DE UN DESASTRE NACIONAL

44 1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Poema.

Evocación de la obra de Dios

2 Señor, nuestros padres nos contaron,
y por eso llegó a nuestros oídos,
la obra que hiciste antiguamente,
3
con tu propia mano, cuando ellos vivían.
Tú expulsaste a las naciones
para plantarlos a ellos;
y para hacerlos crecer,
destruiste a los pueblos.
4
No ocuparon la tierra con su espada
ni su brazo les obtuvo la victoria:
fue tu mano derecha y tu brazo,
fue la luz de tu rostro, porque los amabas.
5
Eras tú, mi Rey y mi Dios,
el que decidía las victorias de Jacob:
6
con tu auxilio embestimos al enemigo
y en tu Nombre aplastamos al agresor.
7
Porque yo no confiaba en mi arco
ni mi espada me dio la victoria:
8
tú nos salvaste de nuestros enemigos
y confundiste a nuestros adversarios.
9
El Señor ha sido siempre nuestro orgullo:
damos gracias a tu Nombre eternamente. Pausa

Queja por la actitud desconcertante de Dios

10 Pero ahora nos rechazaste y humillaste:
dejaste de salir con nuestro ejército,
11
nos hiciste retroceder ante el enemigo
y nuestros adversarios nos saquearon.
12
Nos entregaste como ovejas al matadero
y nos dispersaste entre las naciones;
13
vendiste a tu pueblo por nada,
no sacaste gran provecho de su venta.
14
Nos expusiste a la burla de nuestros vecinos,
a la risa y al escarnio de los que nos rodean;
15
hiciste proverbial nuestra desgracia
y los pueblos nos hacen gestos de sarcasmo.
16
Mi oprobio está siempre ante mí
y mi rostro se cubre de vergüenza,
17
por los gritos de desprecio y los insultos,
por el enemigo sediento de venganza.

Confesión de inocencia

18 ¡Y todo esto nos ha sobrevenido
sin que nos hayamos olvidado de ti,
sin que hayamos traicionado tu alianza!
19
Nuestro corazón no se volvió atrás
ni nuestros pasos se desviaron de tu senda,
20
como para que nos aplastaras
en un lugar desierto
y nos cubrieras de tinieblas.
21
Si hubiéramos olvidado el nombre
de nuestro Dios
y recurrido a un dios extraño,
22
el Señor lo habría advertido,
porque él conoce los secretos más profundos.

Súplica por la restauración del Pueblo

23 Por tu causa nos dan muerte sin cesar
y nos tratan como a ovejas que van al matadero.
24
¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
25
¿Por qué ocultas tu rostro
y te olvidas de nuestra desgracia y opresión?
26
Estamos hundidos en el polvo,
nuestro cuerpo está pegado a la tierra.
27
¡Levántate, ven a socorrernos;
líbranos por tu misericordia!


POEMA NUPCIAL EN HONOR DEL REY

45 1 Del maestro de coro. Según la melodía de “Los lirios”. De los hijos de Coré. Poema. Canto de amor.

Elogio del rey

2 Me brota del corazón un hermoso poema,
yo dedico mis versos al rey:
mi lengua es como la pluma
de un hábil escribiente.
3
Tú eres hermoso,
el más hermoso de los hombres;
la gracia se derramó sobre tus labios,
porque el Señor te ha bendecido para siempre.
4
Cíñete, guerrero, la espada a la cintura;
5
con gloria y majestad, avanza triunfalmente;
cabalga en defensa de la verdad y de los pobres.
Tu mano hace justicia y tu derecha, proezas;
6
tus flechas son punzantes,
se te rinden los pueblos
y caen desfallecidos los rivales del rey.
7
Tu trono, como el de Dios,
permanece para siempre;
el cetro de tu realeza es un cetro justiciero:
8
tú amas la justicia y odias la iniquidad.
Por eso el Señor, tu Dios, prefiriéndote a tus iguales,
te consagró con el óleo de la alegría:
9
tus vestiduras exhalan
perfume de mirra, áloe y acacia.
Las arpas te alegran desde los palacios de marfil;
10
una hija de reyes está de pie a tu derecha:
es la reina, adornada con tus joyas
y con oro de Ofir.

La esposa del rey

11 ¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
12
y el rey se prendará de tu hermosura.
Él es tu señor: inclínate ante él;
13
la ciudad de Tiro vendrá con regalos
y los grandes del pueblo buscarán tu favor.
14
Embellecida con corales engarzados en oro
15
y vestida de brocado, es llevada hasta el rey.
Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían;
16
con gozo y alegría entran al palacio real.
17
Tus hijos ocuparán el lugar de tus padres,
y los pondrás como príncipes por toda la tierra.
18
Yo haré célebre tu nombre
por todas las generaciones:
por eso, los pueblos te alabarán eternamente.

LA PRESENCIA SALVADORA DE DIOS EN MEDIO DE SU PUEBLO

46 1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Canto.
2
El Señor es nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre pronta en los peligros.
3
Por eso no tememos,
aunque la tierra se conmueva
y las montañas se desplomen
hasta el fondo del mar;
4
aunque bramen y se agiten sus olas,
y con su ímpetu sacudan las montañas.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob. Pausa
5
Los canales del Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa Morada del Altísimo.
6
El Señor está en medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al despuntar la aurora.
7
Tiemblan las naciones, se tambalean los reinos:
él hace oír su voz y se deshace la tierra.
8
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob. Pausa
9
Vengan a contemplar las obras del Señor,
él hace cosas admirables en la tierra:
10
elimina la guerra hasta los extremos del mundo;
rompe el arco, quiebra la lanza
y prende fuego a los escudos.
11
Ríndanse y reconozcan que yo soy Dios:
yo estoy por encima de las naciones,
por encima de toda la tierra.
12
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob. Pausa



HIMNO AL SEÑOR, REY DEL UNIVERSO

47 1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.
2
Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
3
porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.
4
Él puso a los pueblos bajo nuestro yugo,
y a las naciones bajo nuestros pies;
5
él eligió para nosotros una herencia,
que es el orgullo de Jacob, su predilecto. Pausa
6
El Señor asciende entre aclamaciones,
asciende al sonido de trompetas.
7
Canten, canten a nuestro Dios, canten,
canten a nuestro Rey:
8
el Señor es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.
9
El Señor reina sobre las naciones
el Señor se sienta en su trono sagrado.
10
Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham:
del Señor son los poderosos de la tierra,
y él se ha elevado inmensamente.



CANTO DE ALABANZA A LA CIUDAD DE DIOS

48 1 Canto. Salmo de los hijos de Coré.

El Señor, baluarte de Sión

2 El Señor es grande y digno de alabanza,
en la Ciudad de nuestro Dios.
3
Su santa Montaña, la altura más hermosa,
es la alegría de toda la tierra.
La Montaña de Sión, la Morada de Dios,
es la Ciudad del gran Rey:
4
el Señor se manifestó como un baluarte
en medio de sus palacios.

La victoria del Señor en Sión

5 Porque los reyes se aliaron
y avanzaron unidos contra ella;
6
pero apenas la vieron quedaron pasmados
y huyeron despavoridos.
7
Allí se apoderó de ellos el terror
y dolores como los del parto,
8
como cuando el viento del desierto
destroza las naves de Tarsis.

Reconocimiento de la victoria del Señor

9 Hemos visto lo que habíamos oído
en la Ciudad de nuestro Dios,
en la Ciudad del Señor de los ejércitos,
que él afianzó para siempre.
10
Nosotros evocamos tu misericordia
en medio de tu Templo, Señor.
11
Tu alabanza, lo mismo que tu renombre,
llega hasta los confines de la tierra.
Tu derecha está llena de justicia:
12
se alegra la Montaña de Sión;
las ciudades de Judá se regocijan
a causa de tus juicios.

Exhortación a los peregrinos de Sión

13 Den una vuelta alrededor de Sión
y cuenten sus torreones;
14
observen sus baluartes y miren sus palacios,
para que puedan decir a la próxima generación:
15
“Así es el Señor, nuestro Dios”.
Él nos guiará eternamente.


LA INUTILIDAD DE LAS RIQUEZAS ANTE LA MUERTE

49 1 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Salmo.
2
Oigan esto, todos los pueblos;
escuchen, todos los habitantes del mundo:
3
tanto los humildes como los poderosos,
el rico lo mismo que el pobre.
4
Mi boca hablará sabiamente,
mis reflexiones serán muy sensatas.
5
Voy a inspirarme para componer un proverbio,
revelaré mi enigma al son de la cítara.
6
¿Por qué voy a temer
en los momentos de peligro,
cuando me rodea la maldad de mis opresores,
7
de esos que confían en sus riquezas
y se jactan de su gran fortuna?
8
No, nadie puede rescatarse a sí mismo
ni pagar a Dios el precio de su liberación,
10
para poder seguir viviendo eternamente
sin llegar a ver el sepulcro:
9
el precio de su rescate es demasiado caro,
y todos desaparecerán para siempre.
11
Cualquiera ve que mueren los sabios;
necios e ignorantes perecen por igual,
y dejan a otros sus riquezas:
12
la tumba es su residencia perpetua,
su morada por los siglos de los siglos,
por más que hayan poseído muchas tierras.
13
Ningún hombre permanece en la opulencia,
sino que muere lo mismo que los animales:
14
este es el destino de los que tienen riquezas,
y el final de la gente insaciable. Pausa
15
Serán puestos como ovejas en el Abismo,
la Muerte será su pastor;
bajarán derecho a la tumba,
su figura se desvanecerá
y el Abismo será su mansión.
16
Pero Dios rescatará mi vida,
me sacará de las garras del Abismo. Pausa
17
No te preocupes cuando un hombre
se enriquece
o aumenta el esplendor de su casa:
18
cuando muera, no podrá llevarse nada,
su esplendor no bajará con él.
19
Aunque en vida se congratulaba, diciendo:
“Te alabarán porque lo pasas bien”,
20
igual irá a reunirse con sus antepasados,
con esos que nunca verán la luz.
21
El hombre rico no reflexiona,
y muere lo mismo que los animales.


REPROCHE DEL SEÑOR POR LA INFIDELIDAD A LA ALIANZA

50 1 Salmo de Asaf.

El Señor, Juez de su Pueblo

El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar a la tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso.
2 El Señor resplandece desde Sión,
que es el dechado de toda hermosura:
3
ya viene nuestro Dios, y no callará;
un fuego devorador lo precede,
la tempestad ruge a su alrededor.
4
Él llama desde lo alto al cielo y a la tierra,
para entablar un juicio contra su pueblo:
5
“Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio”.
6
¡Que el cielo proclame su justicia,
porque el Señor es el único Juez! Pausa

Ineficacia del culto puramente exterior

7 “Escucha, pueblo mío, yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti:
yo soy el Señor, tu Dios.
8
No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!
9
Pero yo no necesito los novillos de tu casa
ni los cabritos de tus corrales.
10
Porque son mías todas las fieras de la selva,
y también el ganado de las montañas más altas.
11
Yo conozco los pájaros de los montes
y tengo ante mí todos los animales del campo.
12
Si tuviera hambre, no te lo diría,
porque es mío el mundo y todo lo que hay en él.
13
¿Acaso voy a comer la carne de los toros
o a beber la sangre de los cabritos?
14
Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo;
15
invócame en los momentos de peligro:
yo te libraré, y tú me glorificarás”.
El motivo de la acusación divina
16
Dios dice al malvado:
“¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos
y a mencionar mi alianza con tu boca,
17
tú, que aborreces toda enseñanza
y te despreocupas de mis palabras?
18
Si ves a un ladrón, tratas de emularlo;
haces causa común con los adúlteros;
19
hablas mal sin ningún reparo
y tramas engaños con tu lengua;
20
te sientas a conversar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu propia madre.
21
Haces esto, ¿y yo me voy a callar?
¿Piensas acaso que soy como tú?
Te acusaré y te argüiré cara a cara.
22
Entiendan bien esto, los que olvidan a Dios,
no sea que yo los destruya sin remedio.
23
El que ofrece sacrificios de alabanza,
me honra de verdad;
y al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios”.



SÚPLICA DEL PECADOR ARREPENTIDO

51 1 Del maestro de coro. Salmo de David. 2 Cuando el profeta Natán lo visitó, después que aquel se había unido a Betsabé.

Humilde reconocimiento del pecado

3 ¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
4
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!
5
Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
6
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.
Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
7
yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.

Anhelo de renovación interior

8 Tú amas la sinceridad del corazón
y me enseñas la sabiduría en mi interior.
9
Purifícame con el hisopo y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
10
Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.
11
Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.
12
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
13
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
14
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
15
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.
16
¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
17
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
18
Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
19
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
* * *

20
Trata bien a Sión, Señor, por tu bondad;
reconstruye los muros de Jerusalén.
21
Entonces aceptarás los sacrificios rituales
–las oblaciones y los holocaustos–
y se ofrecerán novillos en tu altar.



INVECTIVA CONTRA LOS PREPOTENTES

52 1 Del maestro de coro. Poema de David.
2
Cuando el edomita Doeg vino a avisar a Saúl, diciéndole: “David ha entrado en casa de Ajimélec”.
3
¿Por qué te jactas de tu malicia,
hombre prepotente y sin piedad?
4
Estás todo el día tramando maldades,
tu lengua es como navaja afilada,
y no haces más que engañar.
5
Prefieres el mal al bien,
la mentira a la verdad; Pausa
6
amas las palabras hirientes,
¡lengua mentirosa!
7
Por eso Dios te derribará,
te destruirá para siempre,
te arrojará de tu carpa,
te arrancará de la tierra de los vivientes. Pausa
8
Al ver esto, los justos sentirán temor
y se reirán de él, diciendo:
9
“Este es el hombre
que no puso su refugio en Dios,
sino que confió en sus muchas riquezas
y se envalentonó por su maldad”.
10
Yo, en cambio, como un olivo frondoso
en la Casa de Dios,
he puesto para siempre mi confianza
en la misericordia del Señor.
11
Te daré gracias eternamente
por lo que has hecho,
y proclamaré la bondad de tu Nombre
delante de tus fieles.


LA INSENSATEZ DE LOS QUE OLVIDAN A DIOS

53 1 Del maestro de coro. Para la enfermedad. Poema de David.
2
El necio se dice a sí mismo:
“No hay Dios”.
Todos están pervertidos,
hacen cosas abominables,
nadie practica el bien.
3
El Señor observa desde el cielo
a los seres humanos,
para ver si hay alguien que sea sensato,
alguien que busque a Dios.
4
Todos están extraviados,
igualmente corrompidos;
nadie practica el bien,
ni siquiera uno solo.
5
¿Nunca aprenderán los malvados,
los que devoran a mi pueblo
como si fuera pan,
y no invocan al Señor?
6
Ellos temblaron de espanto
donde no había nada que temer;
Dios ha dispersado los huesos de tus agresores:
tú los has confundido, porque Dios los rechazó.
7
¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob,
se regocijará Israel.


PLEGARIA EN EL MOMENTO DE LA PERSECUCIÓN

54 1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Poema de David.
2
Cuando los habitantes de Zif vinieron a decir a Saúl: “¿No se ha escondido David entre nosotros?”.
3
Dios mío, sálvame por tu Nombre,
defiéndeme con tu poder.
4
Dios mío, escucha mi súplica,
presta atención a las palabras de mi boca.
5
Porque gente soberbia se ha alzado contra mí,
hombres violentos atentan contra mi vida,
sin tener presente a Dios. Pausa
6
Pero Dios es mi ayuda,
el Señor es mi verdadero sostén:
7
que el mal recaiga sobre mis adversarios,
¡destrúyelos, Señor, por tu fidelidad!
8
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
daré gracias a tu Nombre, porque es bueno,
9
porque me has librado de todos
   mis adversarios
y he visto la derrota de mis enemigos.


LAMENTACIÓN DEL JUSTO PERSEGUIDO Y TRAICIONADO

55 1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda.
Poema de David.

Temor ante el peligro

2 Dios mío, escucha mi oración,
no seas insensible a mi súplica;
3
atiéndeme y respóndeme.
La congoja me llena de inquietud;
4
estoy turbado por los gritos del enemigo,
por la opresión de los malvados:
porque acumulan infamias contra mí
y me hostigan con furor.
5
Mi corazón se estremece dentro de mi pecho,
me asaltan los horrores de la muerte,
6
me invaden el temor y el temblor,
y el pánico se apodera de mí.
7
¡Quién me diera alas de paloma
para volar y descansar!
8
Entonces huiría muy lejos,
habitaría en el desierto. Pausa
9
Me apuraría a encontrar un refugio
contra el viento arrasador y la borrasca.



Angustia por el estado de la ciudad

10 Confunde sus lenguas, Señor, divídelas,
porque no veo más que violencia
y discordia en la ciudad,
11
rondando día y noche por sus muros.
Dentro de ella hay maldad y opresión,
12
en su interior hay ruindad;
la crueldad y el engaño
no se apartan de sus plazas.

Queja por la traición del amigo

13 Si fuera mi enemigo el que me agravia,
podría soportarlo;
si mi adversario se alzara contra mí,
me ocultaría de él.
14
¡Pero eres tú, un hombre de mi condición,
mi amigo y confidente,
15
con quien vivía en dulce intimidad:
juntos íbamos entre la multitud
a la Casa del Señor!

Imprecación contra los enemigos

16 Que la muerte los sorprenda,
que bajen vivos al Abismo,
porque dentro de sus moradas
sólo existe la maldad.
17
Yo, en cambio, invoco al Señor,
y él me salvará.
18
De tarde, de mañana, al mediodía,
gimo y me lamento,
pero él escuchará mi clamor.
19
Él puso a salvo mi vida;
se acercó cuando eran muy numerosos
los que estaban contra mí.
20
Dios, que reina desde siempre,
los oyó y los humilló. Pausa
Porque ellos no se corrigen
ni temen a Dios;
21
alzan las manos contra sus aliados
y violan los pactos.
22
Su boca es más blanda que la manteca,
pero su corazón desea la guerra;
sus palabras son más suaves que el aceite,
pero hieren como espadas.
23
Confía tu suerte al Señor,
y él te sostendrá:
nunca permitirá que el justo perezca.
24
Y tú, Dios mío, los precipitarás
en la fosa más profunda.
Los hombres sanguinarios y traidores
no llegarán ni a la mitad de sus días.
Yo, en cambio, confío en ti, Señor.


ORACIÓN CONFIADA EN MEDIO DE LA PERSECUCIÓN

56 1 Del maestro de coro. Según la melodía de “La paloma de los dioses lejanos”. De David. Mictán. Cuando los filisteos se apoderaron de él en Gat.
2
Ten piedad de mí, Señor, porque me asedian,
todo el día me combaten y me oprimen:
3
mis enemigos me asedian sin cesar,
son muchos los que combaten contra mí.
4
Cuando me asalta el temor,
yo pongo mi confianza en ti, Dios Altísimo;
5
confío en Dios y alabo su Palabra,
confío en él y ya no temo:
¿qué puede hacerme un simple mortal?
6
Me afligen constantemente con sus palabras,
sólo piensan en hacerme daño;
7
conspiran, se esconden y siguen mis rastros,
esperando la ocasión de quitarme la vida.
8
¿Podrán librarse a pesar de su maldad?
¡Derriba a esa gente, Dios mío, con tu enojo!
9
Tú has anotado los pasos de mi destierro,
¡recoge mis lágrimas en tu odre!:
¿acaso no está todo registrado en tu Libro?
10
Mis enemigos retrocederán cuando te invoque.
Yo sé muy bien que Dios está de mi parte;
11
confío en Dios y alabo su palabra;
12
confío en él y ya no temo:
¿qué pueden hacerme los hombres?
13
Debo cumplir, Dios mío, los votos que te hice:
te ofreceré sacrificios de alabanza,
14
porque tú libraste mi vida de la muerte
y mis pies de la caída,
para que camine delante de Dios
en la luz de la vida.


ORACIÓN DE UN HOMBRE PERSEGUIDO

57 1 Del maestro de coro. “No destruyas”. De David. Mictán. Cuando, huyendo de Saúl, se escondió en la cueva.

Súplica confiada

2 Ten piedad de mí, Dios mío, ten piedad,
porque mi alma se refugia en ti;
yo me refugio a la sombra de tus alas
hasta que pase la desgracia.
3
Invocaré a Dios, el Altísimo,
al Dios que lo hace todo por mí:
4
él me enviará la salvación desde el cielo
y humillará a los que me atacan.
¡Que Dios envíe su amor y su fidelidad! Pausa
5
Yo estoy tendido en medio de leones
que devoran con avidez a los hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua, una espada afilada.
6
¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!

Acción de gracias

7 Ellos tendieron una red a mi paso,
para que yo sucumbiera;
cavaron una fosa ante mí,
pero cayeron en ella. Pausa
8
Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar al son de instrumentos:
9
¡despierta, alma mía!
¡Despierten, arpa y cítara,
para que yo despierte a la aurora!
10
Te alabaré en medio de los pueblos, Señor,
te cantaré entre las naciones,
11
porque tu misericordia se eleva hasta el cielo
y tu fidelidad hasta las nubes.
12
¡Levántate, Dios, por encima del cielo,
y que tu gloria cubra toda la tierra!


IMPRECACIÓN CONTRA LOS GOBERNANTES INJUSTOS

58 1 Del maestro de coro. “No destruyas”. De David. Mictán.
2
¿Acaso ustedes, los poderosos,
pronuncian realmente sentencias justas
y gobiernan a los hombres con rectitud?
3
¡No! Ustedes cometen injusticias
a plena conciencia
y favorecen la opresión en la tierra.
4
Los impíos están extraviados
desde el seno materno;
desde su nacimiento se descarriaron los impostores.
5
Tienen un veneno semejante al de las víboras;
son como una serpiente sorda, que cierra los oídos,
6
para no oír la voz del encantador,
la voz del mago que ejerce su arte con destreza.
7
Rómpeles, Dios mío, los dientes en la boca;
arráncales, Señor, esos colmillos de leones.
8
Que se diluyan como agua que se evapora;
que se marchiten como hierba pisoteada.
9
Sean como una babosa que se deshace al pasar,
como un aborto de mujer que no llegó a ver el sol.
10
Que los arrastre el vendaval –verdes o quemados–
antes que produzcan espinas como una zarza.
11
El justo se alegrará al contemplar la Venganza
y lavará sus pies en la sangre de los impíos.
12
Entonces dirán los hombres:
“Sí, el justo recibe su recompensa;
sí, hay un Dios que hace justicia en la tierra”.


PLEGARIA DE UN INOCENTE PERSEGUIDO

59 1 Del maestro de coro. “No destruyas”. De David. Mictán. Cuando Saúl dio orden de vigilar su casa para matarlo.

Invocación y descripción del peligro

2 Líbrame de mis enemigos, Dios mío,
defiéndeme de los que se levantan contra mí;
3
líbrame de los que hacen el mal
y sálvame de los hombres sanguinarios.
4
Mira cómo me están acechando:
los poderosos se conjuran contra mí;
sin rebeldía ni pecado de mi parte, Señor,
5
sin culpa mía, se disponen para el ataque.
Despierta, ven a mi encuentro y observa,
6
Señor de los ejércitos, Dios de Israel:
levántate para castigar a las naciones,
no tengas compasión de los traidores. Pausa
7
Vuelven al atardecer, aullando como perros,
y recorren la ciudad.
8
Mira cómo sueltan sus lenguas,
hay puñales en sus labios,
y dicen: “¿Quién nos va a oír?”.

Expresión de confianza en Dios

9 Pero tú, Señor, te ríes de ellos
y te burlas de todos los paganos.
10
Yo miro hacia ti, fuerza mía,
porque Dios es mi baluarte;
11
él vendrá a mi encuentro con su gracia
y me hará ver la derrota de mis enemigos.

Imprecación contra los enemigos

12 Quítales la vida, Dios mío,
y que mi pueblo no lo olvide:
dispérsalos y derríbalos con tu poder,
tú, Señor, que eres nuestro escudo.
13
Cada palabra que pronuncian
es un pecado en su boca;
¡queden atrapados en su orgullo,
por las blasfemias y mentiras que profieren!
14
Extermínalos con tu furor,
extermínalos y que no existan más:
así se sabrá que Dios gobierna en Israel
y hasta los confines de la tierra. Pausa
15
Vuelven al atardecer, aullando como perros,
y recorren la ciudad:
16
vagan en busca de comida;
mientras no se sacian, siguen ladrando.

Promesa de acción de gracias

17 Pero yo cantaré tu poder,
y celebraré tu amor de madrugada,
porque tú has sido mi fortaleza
y mi refugio en el peligro.
18
¡Yo te cantaré, fuerza mía,
porque tú eres mi baluarte,
Dios de misericordia!


LAMENTACIÓN DESPUÉS DE LA DERROTA

60 1 Del maestro de coro. Según la melodía de “El lirio del testimonio”. Mictán de David. Para enseñar.
2
Cuando luchó contra Arám Naharaim y contra Arám de Sobá, y Joab volvió para derrotar a Edóm, en el valle de la Sal, dando muerte a doce mil hombres.

Queja por la ruina de la nación

3 ¡Tú nos has rechazado, Señor, nos has deshecho!
Estabas irritado: ¡vuélvete a nosotros!
4
Hiciste temblar la tierra, la agrietaste:
repara sus grietas, porque se desmorona.
5
Impusiste a tu pueblo una dura prueba,
nos hiciste beber un vino embriagador.
6
Diste a tus fieles la señal de retirada,
para que huyeran de los arqueros. Pausa
7
¡Sálvanos con tu poder, respóndenos,
para que se pongan a salvo tus predilectos!

Promesa de victoria

8 El Señor habló desde su Santuario:
“Yo repartiré triunfalmente a Siquém
y distribuiré el valle de Sucot.
9
Mío es Galaad, Manasés me pertenece;
Efraím es mi yelmo, mi cetro es Judá,
10
Moab es la vasija donde yo me lavo;
plantaré mis sandalias en Edóm
y cantaré victoria sobre Filistea”.
11
¿Quién me llevará hasta la ciudad fortificada,
quién me conducirá hasta Edóm,
12
si tú, Señor, nos has rechazado
y ya no sales con nuestro ejército?
13
Danos tu ayuda contra el adversario,
porque es inútil el auxilio de los hombres.
14
Con Dios alcanzaremos la victoria
y él aplastará a nuestros enemigos.


SÚPLICA EN EL DESTIERRO

61 1 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. De David.
2
¡Dios mío, escucha mi clamor,
atiende a mi plegaria!
3
Yo te invoco desde los confines de la tierra,
mientras mi corazón desfallece.
Condúceme a una roca inaccesible,
4
porque tú eres para mí un refugio
y una fortaleza frente al enemigo.
5
¡Que yo sea siempre un huésped en tu Carpa
y pueda refugiarme al amparo de tus alas!
6
Porque tú, Dios mío, tienes en cuenta mis votos
y me das la herencia de los que temen tu Nombre.
7
Añade días a los días del rey:
que duren sus años por muchas generaciones;
8
que reine para siempre en la presencia del Señor,
que la Gracia y la Fidelidad lo protejan.
9
Así cantaré a tu Nombre eternamente
y días tras día cumpliré mis votos.


DIOS, LA ÚNICA ESPERANZA DE SALVACIÓN

62 1 Del maestro de coro. Al estilo de Iedutún. Salmo de David.

Seguridad del que confía en el Señor

2 Sólo en Dios descansa mi alma,
de él me viene la salvación.
3
Sólo él es mi Roca salvadora,
él es mi baluarte: nunca vacilaré.
4
¿Hasta cuándo se ensañarán con un hombre
para derribarlo entre todos,
como si fuera un muro inclinado
o un cerco que está por derrumbarse?
5
Sólo piensan en menoscabar mi dignidad
y se complacen en la mentira;
bendicen con la boca
y maldicen con el corazón. Pausa
6
Sólo en Dios descansa mi alma,
de él me viene la esperanza.
7
Sólo él es mi Roca salvadora,
él es mi baluarte: nunca vacilaré.
8
Mi salvación y mi gloria
están en Dios:
él es mi Roca firme,
en Dios está mi refugio.

Exhortación a la confianza en Dios

9 Confíen en Dios constantemente,
ustedes, que son su pueblo;
desahoguen en él su corazón,
porque Dios es nuestro refugio. Pausa
10
Los hombres no son más que un soplo,
los poderosos son sólo una ficción:
puestos todos juntos en una balanza,
pesarían menos que el viento.
11
No se fíen de la violencia,
ni se ilusionen con lo robado;
aunque se acrecienten las riquezas,
no pongan el corazón en ellas.
12
Dios ha dicho una cosa,
dos cosas yo escuché:
que el poder pertenece a Dios,
13
y a ti, Señor, la misericordia.
Porque tú retribuyes a cada uno
según sus acciones.


EL ANSIA DE DIOS

63 1 Salmo de David. Cuando estaba en el desierto de Judá.
2
Señor, tú eres mi Dios,
yo te busco ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne
como tierra sedienta, reseca y sin agua.
3
Sí, yo te contemplé en el Santuario
para ver tu poder y tu gloria.
4
Porque tu amor vale más que la vida,
 mis labios te alabarán.
5
Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre.
6
Mi alma quedará saciada
como con un manjar delicioso,
y mi boca te alabará
con júbilo en los labios.
7
Mientras me acuerdo de ti en mi lecho
y en las horas de la noche medito en ti,
8
veo que has sido mi ayuda
y soy feliz a la sombra de tus alas.
9
Mi alma está unida a ti,
tu mano me sostiene.
10
Que caigan en lo más profundo de la tierra
los que buscan mi perdición;
11
que sean pasados al filo de la espada
y arrojados como presa a los chacales.
12
Pero el rey se alegrará en el Señor;
y los que juran por él se gloriarán,
cuando se haga callar a los traidores.


EL CASTIGO DE LOS MALHECHORES

64 1 Del maestro de coro. Salmo de David.
2
Dios mío, escucha la voz de mi lamento,
protégeme del enemigo temible.
3
Apártame de la conjuración de los malvados,
de la agitación de los que hacen el mal.
4
Ellos afilan su lengua como una espada
y apuntan como flechas sus palabras venenosas,
5
para disparar a escondidas contra el inocente,
tirando de sorpresa y sin ningún temor.
6
Se obstinan en sus malos propósitos
y esconden sus trampas con astucia,
pensando: “¿Quién podrá verlo?”.
7
Proyectan maldades y disimulan sus proyectos:
su interior es un abismo impenetrable.
8
Pero Dios los acribilla a flechazos
y quedan heridos de improviso;
9
su misma lengua los lleva a la ruina,
y aquellos que los ven mueven la cabeza.
10
Por eso, todos los hombres sentirán temor:
proclamarán esta obra de Dios
y reconocerán lo que él hizo.
11
El justo se alegrará en el Señor
y encontrará un refugio en él;
y se gloriarán todos los rectos de corazón.


ACCIÓN DE GRACIAS POR LOS BENEFICIOS DE DIOS

65 1 Del maestro de coro. De David. Canto.

Reconocimiento de la bondad de Dios

2 A ti, Señor, te corresponde
un canto de alabanza en Sión,
y todos tienen que cumplir sus votos,
3
porque tú escuchas las plegarias.
A ti acuden todos los hombres
4
bajo el peso de sus culpas:
nuestras faltas nos abruman,
pero tú las perdonas.
5
Feliz el que tú eliges y atraes
para que viva en tus atrios:
¡que nos saciemos con los bienes de tu Casa,
con los dones sagrados de tu Templo!

La obra de Dios en la Creación

6 Por tu justicia, Dios, salvador nuestro,
nos respondes con obras admirables:
tú eres la esperanza de los confines de la tierra
y de las islas más remotas.
7
Tú afianzas las montañas con tu poder,
revestido de fortaleza;
8
acallas el rugido de los mares,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
9
Los que habitan en las tierras más lejanas
temen tus obras prodigiosas;
tú haces que canten de alegría
el oriente y el occidente.

La fertilidad de la tierra

10 Visitas la tierra, la haces fértil
y la colmas de riquezas;
los canales de Dios desbordan de agua,
y así preparas sus trigales:
11
riegas los surcos de la tierra,
emparejas sus terrones;
la ablandas con aguaceros
y bendices sus brotes.
12
Tú coronas el año con tus bienes,
y a tu paso rebosa la abundancia;
13
rebosan los pastos del desierto
y las colinas se ciñen de alegría.
14
Las praderas se cubren de rebaños
y los valles se revisten de trigo:
todos ellos aclaman y cantan.



Salmi (BPD) 43